Está en la página 1de 7

1

Introducción:
Acaban de volver del cementerio, donde hay enterrado al señor de la
casa. Los hombres permanecen en uno de los patios y Bernarda no les
había invitado a entrar, ya que ella sostiene que no corresponde. Una vez
que la familia está sin patriarca, eso no es bien visto. Para Bernarda las
apariencias son más importantes que los hechos.

(La escena ha sido adaptada para la función)

Poncia: ¡Ay, Antonio María Benavides, que no verás ya estas paredes no


comerás el pan de esta casa! ¡Yo fui la que más te quiso de las que te
sirvieron! (tirándose los cabellos) ¿Y he de vivir yo después de
marcharte? ¿Y he de vivir?
Bernarda: (a la criada) ¡Silencio!
Poncia: ¡Bernarda! (como lamentándose).
Bernarda: Menos gritos y más obras: debías haber procurado que todo
estuviera más limpio para recibir el duelo (la criada se va sollozando). Los
pobres son como animales, parecen estar hechos de otra sustancia. Aquí
en mi casa no se llora más, ¿entendieron? (mirando a todas). Bien, mejor
que no se les olvide que quien manda acá soy yo y únicamente yo,
¿entendido? (todas asienten con las cabezas).
Poncia: Bernarda, ¿hago pasar a los hombres?
Bernarda: Pero cómo te atreves a proponerme algo así. Aquí no entra
ningún hombre hasta que no haya terminado el tiempo de luto, ocho
años. Así fue en casa de mi padre y en casa de mi abuelo. Dales una
limonada.
Poncia: Sí, Bernarda.
Voz (en off): Bernarda, ¡dejame salir!
Bernarda: ¡Dejadla ya!
Poncia: Me costó sujetarla, tu madre es muy fuerte para sus 80 años.
Bernarda: Tiene a quien salir, mi abuela fue igual.
Poncia: Le tuve que tapar varias veces la boca, quería llamarte para que le
dieras de beber agua sucia y carne de perros, dice que eso le das.
2
Martirio: ¡Tiene mala intención!
Bernarda: Dejala que se desahogue en el patio, pero que no se acerque al
pozo.
Poncia: No te preocupes, no se va a caer.
Bernarda: No es por eso, sino porque la pueden ver las vecinas y
hablarían. (Sale la criada).
Martirio: Nos vamos a cambiar de ropas.
Bernarda: Sí, pero no el pañuelo de la cabeza.
****

Poncia: ¿Cuántos años tiene Angustias?


Bernarda: 39 justos.
Poncia: ¿Y nunca ha tenido novio?
Bernarda: No, nunca ha tenido ninguna y no lo necesitan ¡Faltaba más!
Poncia: No he querido ofenderte.
Bernarda: No hay en cien leguas a la redonda quien se pueda comparar a
ellas.
Poncia: Contigo no se puede hablar ¿Tenemos o no tenemos confianza?
Bernarda: No tenemos. Me sirves y te pago ¡Nada más! (Salen de escena).
(Entran Amelia y Martirio).
Amelia: ¿Has tomado tus medicinas?
Martirio: ¡Para lo que me va a servir!
Amelia: ¿Pero las has tomado?
Martirio: Yo hago las cosas sin fe, pero como un reloj ¿Te fijaste que
Adelaia no vino a saludarnos?
Amelia: Su novio no la deja, no sale, no se pinta. A veces pienso que es
mejor no tener novio.
Martirio: Es preferible no ver un hombre nunca. Desde niña siempre les
tuve miedo. Por suerte Dios me ha hecho débil y fea, y los ha apartado de
mí.
Amelia: No sigas eso. Enrique Humanes estuvo detrás de ti.
3
Martirio: ¡Invenciones de la gente! Una noche lo esperé junto a mi ventana
hasta que amaneció y no vino. Luego se casó con otra que tenía más que
yo.
Amelia: ¡Y fea como un demonio!
Martirio: ¡Qué les importa la fealdad! Les interesan las tierras, los bueyes
y una perra sumisa que les dé de comer. (Entra Magdalena).

****

Poncia: Niña, qué cara tienes ¿No has dormido bien?


Adela:no, por el calor!!!.
Angustias: ¿No será la envidia?
Amelia: No exageres.
Martirio: ¿Entonces qué es?
Adela: que les importa. ¡ Quisiera ser invisible!
(Se congela la escena y solo hablan Poncia y Adela).
Poncia: ¿Qué es esto que hacés? Mata tus
pensamientos, las viejas podemos ver a través de las
paredes.
Adela: ¡Métete en tus cosas!
Poncia: ¡No sea como los chicos! ¡Deja en paz a tu
hermana, si Pepe te gusta te aguantas! Tu hermana
está enferma, no resistirá el primer parto y Pepé te
buscará. Sé lo que te digo.
Adela: shhhh!!!
Poncia: ¡Sombra tuya he de ser!
Adela: limpia!
Poncia: ¡No me desafíes, Adela!
4
Adela: nadie evitará que suceda
Poncia: ¿Tanto te gusta ese hombre?
Adela: ¡Tanto! Mirando sus ojos bebo su sangre
lentamente.
Poncia: Yo no te puedo oír.
Adela: ¡Pues me oirás!
(Se congela la escena).
(Se escucha un tumulto).
Bernarda: ¿Qué ocurre?
Poncia: La hija de la Liberada, la soltera tuvo un hijo y
no se sabe con quién.
Adela: ¿Un hijo?
Poncia: Y para ocultar su vergüenza lo mató y lo metió
debajo de unas piedras, pero unos perros han tenido
más corazón, lo sacaron, y guiados por la mano de
Dios, lo dejaron en su puerta. Ahora la quieren matar.
La traen arrastrando de los pelos por la calle abajo y de
todos lados vienen los hombres dando voces que todo
lo estremece.
Bernarda: Sí, que vengan todos con palos para matarla.
Adela: ¡No, no!, ¡para matarla no!
Martirio: ¡Sí, vamos a salir también nosotras!
Bernarda: Y que pague la que pisotea su decencia.
(Afuera de oye un desgarrador grito de mujer con un
gran rumor).
5
Adela: ¡Que la dejen escapar! ¡No salgan!
Martirio (mirando a Adela): ¡Que pague lo que debe!
Bernarda: ¡Acabar con ella antes de que lleguen los
guardias! ¡Carbón ardiendo en el sitio de su pecado!
Adela (tomándose el vientre): ¡No!, ¡no!
Bernarda: ¡Matadla!, ¡matadla!
(Breve apagón).
(Bernarda y Angustias).
Bernarda: Ya te he dicho que quiero que hables con tu hermana, Martirio.
Angustias: Usted sabe que ella no me quiere.
Bernarda: Cada uno sabe lo que piensa por dentro. Yo no me meto en los
corazones, pero quiero buena fachada y armonía familiar ¿Lo entiendes?
¿Qué cuenta Pepe?
Angustias: Yo lo encuentro distraído: me habla siempre como pensando
en otra cosa. Si le pregunto, me contesta: “Los hombres tenemos
nuestras cosas”.
Bernarda: No le debes preguntar. Y cuando te cases, menos. Habla si él
habla, míralo cuando te mire, así no tendrás disgustos.
Angustias: Yo creo que él me oculta cosas.
Bernarda: No busques descubrirlas, no le preguntes y, desde luego, que
no te vea llorar jamás.
Angustias: Debía estar contenta y no lo estoy.
Bernarda: Eso es lo mismo ¿Viene esta noche?
Angustias: No, se fue a la ciudad con su madre.
Bernarda: Entonces a dormir temprano ¡Buenas noches a todas!
Todas: ¡Buenas noches! (Salen de escena).
(Adela se levanta, va hacia el corral y la intercepta Martirio).
Martirio: ¿A dónde vas?
Adela: ¡Quítate de la puerta!
Martirio: ¡Pasa si puedes! ¡No lo harás mientras tenga una gota de sangre
en mi cuerpo!
6
Adela: ¡Aparta! (Lucha).
Martirio (a voces): ¡Madre, madre! (Bernarda sale en camisón con un
mantón negro).
Bernarda: Quietas, quietas ¡Qué pobreza la mía no tener un rayo entre los
dedos!
Martirio (señalando a Adela): ¡Estaba con él! ¡Mirá esas enaguas llenas de
paja de trigo!
Bernarda: ¡Esa es la cama de las mal nacidas! (se dirije furiosa hacia
Adela).
Adela (haciéndole frente): ¡Aquí se acabó el encierro! (Adela arrebata el
bastón de su madre y lo parte en dos). Dominadora!!!.¡En mí no manda
nadie más que Pepe! (Sale Magdalena).
Magdalena: ¡Adela! (Salen Poncia y Angustias).
Adela: Yo soy su mujer!!!! (a Angustias) ve al corral a decírselo. Él

dominará esta casa.


Angustias: ¡Dios mío!
Bernarda: ¡La escopeta! ¿Dónde está la
escopeta? (Sale corriendo, aparece Amelia por el
fondo que mira aterrada con la cabeza sobre la
pared, sale detrás Martirio).
Adela: ¡Nadie puede conmigo! (Va a salir).
Angustias (sujetándola): De aquí no sales tú con
tu cuerpo en triunfo ¡Ladrona! ¡Deshonra de
nuestra casa!
Magdalena: ¡Dejadla que se vaya donde no la
veamos nunca más! (Suena un disparo).
Bernarda (entrando): Atrévete a buscarlo ahora.
7
Martirio (entrando): Se acabó Pepe, El Romano.
Adela: ¡Pepe!, ¡Dios mío!, ¡Pepe! (Sale corriendo).
Poncia: ¿Pero lo habéis matado?
Martirio: ¡No, salió corriendo!
Bernarda: Fue culpa mía, una mujer no sabe apuntar. Aunque
es mejor así. (Se oye un golpe) ¡Adela!, ¡Adela!
Poncia (entrando): Se han levantado los vecinos.
Bernarda (en voz baja como un rugido): ¡Abre, porque echaré
abajo esa puerta! (Pausa, todo queda en silencio) ¡Adela! (Se
retira la puerta) ¡Trae un martillo! (Poncia da un empujón y
entra. Pega un grito y sale) ¿Qué?
Poncia (se leva las manos al cuello): ¡Nunca tengamos ese fin!
(Las hermanas se echan hacia atrás, Poncia se santigua,
Bernarda da un grito y avanza).
Poncia: ¡No entres!
Bernarda: ¡Descolgarla! ¡Mi hija mejor ha muerto virgen!
¡Llevadla a su cuarto y vestirla como doncella! ¡Avisad que al
amanecer den dos clamones las campanas!
Martirio: ¡Dichosa ella mil veces que lo pudo tener!
Bernarda: Y no quiero llantos. A la muerte hay que mirarla cara
a cara ¡Silencio! (a otra hija) ¡A callar he dicho! (a otra hija) ¡Las
lágrimas para cuando estés sola! ¡Nos hundiremos todas en un
mar de luto! ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio, he dicho!
¡Silencio!

También podría gustarte