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Pinocho

Una de las noticias más preocupantes y oscuras del día de hoy (12 de diciembre de 2017,
día de Santa Lucía, la patrona de la luz, que ironía) fue que la reputada S&P redujo la
calificación crediticia de Colombia.
La noticia era esperada por todos. Un país con un desempeño económico tan deficiente
como el colombiano en los últimos tiempos no podía seguir siendo bien visto como destino
de inversionistas extranjeros, los cuales, sin necesidad de la calificación de S&P ya habían
emprendido vuelo, vendiendo a precio de quema, o simplemente abandonando sus
intereses en Colombia.
La otra noticia fue la respuesta del Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, quien, como
respuesta a esa debacle que representa para un país altamente endeudado la reducción
de su calificación crediticia, argumentó que las políticas de “este gobierno” debían ser
continuadas para conjurar del desastre, cuando precisamente esas políticas económicas,
manejadas por la cartera a su cargo, fueron las que empujaron la economía del país por el
despeñadero.
No sé cómo a ese sujeto no se le crece la nariz, como al muñeco del cuento, cuando tiene
el descaro de mentir tan descaradamente para justificar la debacle por él causada. A lo
mejor el señor Cárdenas es bipolar y el ministro que causó el desastre no es el mismo
ministro que va a salvar el país. En cualquier otra parte del mundo, los periodistas, los
gloriosos protectores de nuestras libertades, según lo proclaman ellos mismos, ya habían
crucificado al señor ministro exigiendo su renuncia inmediata, junto con la de su jefe. Aca
en Colombia no. Están tan untados de mermelada, que la responsabilidad directa de un
sujeto en un desastre lo convierten en el salvador. Si yo fuera periodista no habría dado
espacio a los comentarios un tipo que causó un desastre para que diga que el remedio a
dicho desastre es seguir por el mismo camino.
En el gobierno anterior, con esa supuesta carga económica infernal e injusta de hacer “la
guerra”, la economía creció de manera sobresaliente, la inflación se redujo
significativamente y la economía real se expandió al punto que hasta empezó a sobrar
plata.
Ahora, con “La Paz”, los costos estatales desbordaron todos los medios de recaudo y
generaron la necesidad de una reforma fiscal, la cual destruyó la economía que empezaba
a sobresalir.
Los inversionistas no se asustaban con los guerrilleros en armas, y no se espantaron
cuando “este gobierno” se sentó a hablar con ellos. Los inversionistas extranjeros, y muchos
nacionales, salieron corriendo cuando, viendo el tamaño de la mermelada prometida a los
farsantos, este gobierno aplicó una reforma fiscal que dejó a las empresas sin utilidades, y
por supuesto sin ningún objeto.
Si, definidamente “este gobierno” está lleno de Pinochos, y no es por lo que abulta la
entrepierna.
Y luego dicen que Colombia no es Venezuela.

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