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En estas páginas, y a partir de mi trabajo de campo en Veracruz (México) en los años noven-
ta, me interesa reflexionar sobre las emociones como variable a tener muy en cuenta en el pro-
ceso de conocimiento/descubrimiento etnográfico, y como aspecto epistemológico y metodo-
lógico de primer orden tanto en el proceso de trabajo de campo como en el de análisis,
reflexión, “edición” y escritura del texto antropológico. En un segundo momento, me gusta-
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Mi interés en este campo está en deuda con las discusiones con mis colegas del proyecto “Cuerpo y sentimien-
to. Expresiones culturales amerindias” (HUM2007-63242), dirigido por Manuel Gutiérrez Estévez, y con las
conversaciones y referencias sobre la sociología de las emociones compartidas con Beatriz Muñoz. De modo espe-
cial agradezco a Luisa Abad el compartir proyectos, libro y conversaciones sobre este campo de la antropología
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ría incidir en que las emociones, al tiempo visión “ontológica” de la emoción propia de
que nos acompañan, componen y “contami- la psicología clínica2. Los humanos experi-
nan” durante nuestra situación de campo, mentamos afectivamente los acontecimien-
también pueden aclarar nuestra “lente” tos de nuestras existencias a través de reper-
etnográfica, y acceder a conocer y compren- torios culturales diferenciados. Tomar
der cuestiones que de otro modo quedarían conciencia de esto implica evitar una prácti-
fuera de nuestro alcance. ca muy habitual –cronocentrista y etnocen-
En cualquier caso, me interesaría cuestio- trista– entre nosotros los occidentales: la de
nar que las emociones sean una clase de “naturalizar” las emociones, trasladándolas
“cosas” que tienen que ver con cada indivi- sin precauciones de una cultura a otra, a tra-
duo, su intimidad y su biografía estricta- vés de un sistema de traducción “ciego” e
mente personales, y que los únicos expertos impermeable a las condiciones sociales de
con competencia para hablar sobre ellas son existencia que envuelven la afectividad (Le
los psicólogos o los escritores best-seller de Breton, 1999: 10).
libros de autoayuda –esos con los que
supuestamente aprendemos a cómo manejar
nuestras emociones y nuestras vidas–. ¿De qué hablamos cuando hablamos
Es importante destacar la doble cualidad de antropología de las emociones?
de la emoción: culturalmente pautada e
individualmente interiorizada. Como antro- Las ciencias sociales en Occidente han esta-
pólogo, me centraré más en analizar el pri- do lastradas –hasta hace bien poco– por una
mer aspecto de esta cualidad de la emoción. suerte de escolasticismo y un problema epis-
Contra el sentido común aceptado y extendi- temológico de alcance, heredado de la hege-
do, las emociones no son “cosas” u objetos, monía que el positivismo y una cierta clase
estados absolutos, sustancias que podamos de racionalismo han mantenido en la cons-
proyectar de un sujeto a otro, o de un grupo
de seres humanos a otro, ni tampoco son
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exclusivamente procesos fisiológicos cuyo “Tal visión ‘ontológica’ de la emoción es un elemen-
to central de la psicología clínica, y se opone a la
desciframiento podamos operar en una clave
visión de que sentir una emoción es un proceso lábil,
bioquímica (Le Breton, 1999: 9). Para resultado de la interpretación y de la clasificación, que
nosotros, los antropólogos, son relaciones depende a su vez de pistas simbólicas provistas por el
sociales –fusionadas con significados cultu- contexto. Tal como han sostenido muchos antropólo-
rales–, procesos más que “estados”, que se gos y psicólogos sociales, no hay una “sustancia” emo-
producen no de un modo “natural”, sino cional esperando a ser conocida, nombrada y revelada.
Lejos de ser bloques de experiencia o de conciencia
conducidas mediante pautas y convenciones esperando ser descubiertos y adecuadamente nombra-
socioculturales cambiantes en tiempo y dos, los nombres de las emociones y la experiencia de
espacio. Esto supone una concepción antie- las emociones son generados de manera fluida y con-
sencialista de las emociones que se opone a la textual. La visión de que las emociones son bloques de
experiencia, reprimidos, almacenados y a la espera de
ser nombrados y liberados, alimenta directamente los
de las emociones. Agradezco a los dictaminadores intereses de los psicólogos, que definen su trabajo
anónimos las sugerencias realizadas para la mejora del como el de exponer, nombrar adecuadamente y trans-
texto. formar las emociones” (Illouz, 2008: 262).
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trucción de la ciencia occidental: lo científi- autor incide en que la base de la vida social
co y aceptado por la academia era contem- es simultáneamente moral y emocional, y
plar a personas (investigadores) que querían cómo la “efervescencia” que explica la soli-
estudiar a otras personas sin ser humanas daridad es de origen emocional (Durkheim,
ellas mismas, y ocultando y negando prota- 1982).
gonismo y elemento de reflexión a unos La sociología de la emoción, en tanto que
componentes tan específicamente humanos, perspectiva específica y novedosa, nos lleva
y tan constitutivos de las relaciones sociales alguna ventaja en intensidad de sus reflexio-
como son los sentimientos y las emociones3. nes y construcción teórica, desarrollándose
Estas ciencias nuestras han trazado su iti- un lustro antes que los textos fundacionales
nerario construyendo la falsa oposición entre de la antropología de las emociones. Las
el campo de la razón (hasta la actualidad aportaciones que desde la sociología de las
considerado el propio de esas ciencias), y el emociones –fundamentada en la constata-
de la emoción (también, hasta hoy en día, ción de que la mayor parte de las emociones
considerado supuestamente ajeno a esas humanas se nutren y tienen sentido en el
ciencias, y adjudicado como parcela más marco de las relaciones sociales–, como un
apropiada o coto casi privado para las artes). campo discreto, se han realizado a partir del
Además de una clara manufactura histó- último cuarto del siglo XX. Hochschild es
rica, social y cultural, las emociones y los la pionera en este campo (1975), al generar
sentimientos son formas de acción simbólica y desarrollar los conceptos de emotion work
–en la que la emoción se entrelaza de modo –trabajo o gestión emocional– (1979), y cul-
íntimo con el compromiso del yo que parti- tura emocional –compuesta de ideologías de
cipa de dicha acción– en conexión estrecha la emoción sobre actitudes apropiadas, senti-
con otros aspectos de la estructura social y el mientos y respuestas emocionales a las esfe-
sentido contextuales. ras básicas de la actividad–. Una completa
Los primeros autores de la sociología clá- revisión teórica de la sociología de las emo-
sica trataron los afectos y emociones en sus ciones es la de Turner y Stets (2005).
trabajos –si bien de modo residual o margi- En buena medida, el surgimiento y la
nal, limitados por la racionalidad positivis- constitución de las disciplinas sociológicas
ta–. Illouz (2007) demuestra cómo los clási- en el siglo XIX se produce, como señala
cos de la teoría social incluyeron la Surrallés (2005: 4), a partir del olvido de
problemática de las emociones en la vida que la filosofía social de los siglos preceden-
social, aunque en ocasiones no mencionen tes se había focalizado en “tratados sobre las
explícitamente dichas emociones en sus pasiones”, siendo la psicología la que se apo-
obras. Quizás destaque especialmente la dera de la dimensión individual de los afec-
sociología de Durkheim, y sus indagaciones tos y la emoción, constituyéndose en discur-
sobre lo que mantiene unida a la sociedad a so experto y científico sobre los mismos.
pesar de la carencia de intensidad emocional También conviene destacar aquí la tesis
en la vida moderna. A este respecto, este que sostiene la socióloga Eva Illouz en su
libro Intimidades congeladas. Las emociones en el
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Véase el excelente artículo de Martínez “Sentimien- capitalismo (2007): la edificación del capita-
tos y emociones” (2006: 540-549). lismo se hizo de la mano de la construcción
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de una cultura emocional muy especializada. guiarían su conducta según su estilo perso-
Argumenta que ese “capitalismo emocional” nal, pero además es un medio para otorgar
generó una manera de amar y trabajar espe- sentido a las circunstancias que repercuten
cífica, situando en la base del mismo al psi- sobre él. Desde este punto de vista, la emo-
coanálisis, que produjo, en la historia de la ción, enmarcada en esa cultura afectiva, sería
cultura norteamericana, un nuevo estilo una actividad de conocimiento (Le Breton,
emocional: el estilo emocional terapéutico. 1999: 11-12).
Sus trabajos tienen una cierta trascendencia Para la antropología, hablar de emociones
al ofrecernos información sobre esa cultura es hablar de educación, de una “educación
emocional del capitalismo que como antro- sentimental”. Dos obras bien conocidas tie-
pólogos occidentales podemos estar compar- nen un título homónimo: la novela de Flau-
tiendo en mayor o menor medida, y elemen- bert (1981), y un ensayo más reciente, del
tos para una revisión y autocrítica en las campo de la filosofía y la historia del pensa-
proyecciones y “contaminaciones” que pode- miento filosófico, de Julián Marías (1994),
mos estar desplegando al trabajar sobre las interesante para comprender los matices de
emociones en otras sociedades más ajenas a un proceso de educación sentimental, y su
dicha cultura emocional. evolución temporal, al menos para una socie-
Ya saltando a la antropología, Le Breton dad occidental y cristiana. Desde la perspec-
(1999) –desde la subdisciplina de la antro- tiva antropológica, la esfera de las emociones
pología del cuerpo– ha explorado los modos compete a la educación y se adquiere según
de construcción sociocultural de las emocio- los modos particulares desplegados en la
nes, desde una perspectiva transcultural, y socialización del niño, y no son más innatas
generado el concepto de “cultura afectiva”4 que la lengua (Le Breton, 1999: 12).
para el repertorio de emociones y sentimien- Desde los trabajos de la antropóloga y
tos con los que los seres humanos se desen- pionera en esta nueva perspectiva de la
vuelven en sus vidas. Según este autor, una antropología de las emociones, Michelle
cultura afectiva estaría proporcionando Rosaldo, conviene también olvidarse de
esquemas de experiencia y de acción, que nuestra falsa convención y oposición entre
las emociones (como asuntos del “corazón” y
realidades “irracionales”), y pensamientos
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“Una cultura afectiva forma un tejido apretado en (como asuntos de la “mente” y de la “razón”,
que cada emoción se pone en perspectiva dentro de y, por tanto, “racionales”). En 1984 ya seña-
un conjunto indisociable. Hablar de las emociones en laba que las emociones eran embodied
términos absolutos, como por ejemplo de la ira, el thoughts5, “pensamientos encarnados” en un
amor, la vergüenza, etcétera, equivale a hacer en una
forma más o menos clara de etnocentrismo, al postu-
sentido literal –ideas e ideologías hechas
lar implícitamente una significación común a dife- cuerpo–.
rentes culturas. Cuando en realidad los motivos de la
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vergüenza, por ejemplo, pueden ser ajenos y descono- “Thus, for me, the crucial point –and one much
cidos para otras sociedades y muy diferentes las con- more profound than it initially appears– is recogni-
secuencias, y la vivencia afectiva así enfocada no tener tion of the fact that feeling is forever given shape
prácticamente rasgos comunes con la de un individuo through thought and that thought is laden with
‘avergonzado’ de nuestras propias sociedades.” (Le emotional meaning. I can then argue –much as pro-
Breton, 1999:142). posed earlier– that what distinguishes thought and
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hace necesario recuperar los temas que ya claridad: no podríamos hablar de cómo
introdujo Dilthey (1978) a propósito del sienten otras personas u otros pueblos,
conocimiento a partir de las vivencias, de los solo podemos hacer –desde la antropolo-
límites de la comprensión empática y de su gía y las ciencias sociales– una interpreta-
consiguiente interés por la hermenéutica. ción de lo que dicen que sienten (discur-
sos sobre sus emociones) o analizar los
a) El considerar y aproximarnos a las
modos y maneras como lo expresan
emociones como “pensamientos incorpo-
(representaciones de su emoción).
rados” o “pensamientos encarnados” nos
conecta con el proceso de aprendizaje
cognitivo y descubrimiento de los “otros”
durante la experiencia de trabajo de NOTAS EPISTEMOLÓGICAS
campo, en que tendemos a incorporar
literalmente dichas relaciones sociales, Estas notas epistemológicas tratan de ser
pensamientos y “pensamientos encarna- reflexiones sobre la importancia de las emo-
dos” –las emociones–. Y desde esta pers- ciones de los distintos actores implicados en
pectiva nos enfrentamos a una cuestión la elaboración del conocimiento antropoló-
metodológica y epistemológica central en gico. Tal como luego se ejemplificará en el
la antropología social contemporánea: apartado IV con el análisis de mi experiencia
¿podemos conocer y comprender a través de campo.
de nuestras emociones el color y las tex-
turas de las emociones de las gentes del d) Sobre todo cuando trabajamos en
escenario social que estudiamos? otros contextos, conviene tener en cuenta
las relaciones sociales como potenciales
b) Se hace necesaria una crítica al objeti- productoras de aflicción y enfermedad en
vismo que ha presidido en ocasiones en la ocasiones, y no solo entre los actores
antropología de las emociones, como pro- sociales –por ejemplo, la mirada que
pone Surrallés (2005: 5), enferma a los migrantes retornados a
la antropología de las emociones, a pesar de comunidades tzeltales de Chiapas, según
su diversidad, considera como un hecho la me comentaba Pedro Pitarch, etnógrafo
existencia objetiva de un fenómeno llamado con amplia experiencia en la zona–, sino
emoción, que se puede por lo tanto discri- también afectando al etnógrafo como ser
minar y nombrar, de forma que su estudio humano y social sensible a dichas fuerzas
no requiere más metodología que los útiles y vectores durante su trabajo de campo.
convencionales de los que dispone la antro-
pología. Ahora bien, como los antropólogos e) El discurso –relato u ocultamiento–
de las emociones admiten, no existe en la
de las emociones durante el proceso de
mayoría de lenguas un término parecido al
de “emoción” además, el campo de lo emo- investigación no solamente debemos
cional no se puede demarcar tan fácilmente enfocarlo críticamente como si fueran
desde una óptica transcultural. “filtros” en el conocimiento, sino tam-
bién como “datos” en sí mismo, conoci-
c) Desde una posición extrema, algunos miento relevante en nuestra investiga-
antropólogos establecen un límite con ción.
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las lógicas y prácticas del racionalismo euro- ción, una conversación, con una figura aná-
céntrico con las lógicas y prácticas del espi- loga a la productora de violencia en origen.
ritismo y la hechicería como formaciones En este caso, la de este etnógrafo, en sus atri-
subalternas. butos marcados de varón y español.
Topándome con esta clase de violencias y O, dicho de otro modo, durante mi inves-
en ocasiones experimentando al menos tan- tigación de campo en las relaciones sociales
gencialmente sus efectos o alcance, al com- e interpersonales que desarrollé, y en espe-
prometer mi emoción como investigador –e cial en las entrevistas con algunos de mis
implicando mis atributos de varón y espa- informantes, estos contribuyeron a crear tra-
ñol– obtuve respuestas emocionales, y una mas discursivas de expresión de esas expe-
apertura a hablar de temas difíciles para mis riencias de trauma social y cultural precisa-
interlocutoras e interlocutores: de Juanos, mente con una persona que, en un diálogo o
sobre su pasado de choque y persecución por cercanía compartida, concentraba en su per-
españoles –que le secuestraron y pegaron–; fil su condición de extranjero/ajeno a su
de Ángeles y Betty, sobre su violación por mundo social cotidiano, y a la vez compartía
juniors españoles; y de Guadalupe, sobre su alguno de los atributos de las figuras agreso-
experiencia de maltrato y violencia intrafa- ras y responsables de originar dicho daño.
miliar experimentada primero por su padre, En perspectiva, mi implicación emocional
y después por su esposo. Este caso puede me ayudó a conocer y reflexionar mejor acer-
considerarse una paradoja, y alejado de las ca de algunas de las fuerzas en la constitu-
recomendaciones y alertas que reflejan los ción social y cultural de esta cultura urbana,
manuales de trabajo de campo etnográfico, y de unas subjetividades y sujetos singulares
acerca cómo nuestra posición, nuestro perfil que siguen desafiando mi comprensión y mi
y atributos como investigadores pueden con- afectividad.
dicionar o inclusive anular nuestras relacio- Quizás convenga replantear o transfor-
nes sociales con los informantes y el acceso a mar nuestro método en el sentido de abrirlo
ciertos conocimientos. O también podemos a la percepción, comprensión y reflexión de
entenderlo, no como una contradicción, o las emociones y los sentimientos en la inves-
una casualidad, sino como una suerte de tigación antropológica, desde la posición de
apertura de una vía expresiva de ese trauma un diálogo emocional con los sujetos que
–cultural– y sufrimiento social, propiciados estudiamos, y rompiendo con el canon del
por una figura que, encarnando y rememo- “observador indiferente” que ha influido
rando alguno de los rasgos del agresor, al demasiado tiempo sobre la etnografía y los
mismo tiempo permite establecer una rela- etnógrafos.
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