Está en la página 1de 2

LAS LEYES FAMILIARES.

Actualmente en verdad no es el mundo el que está en decadencia: ni la corrupción, ni la


delincuencia, ni la prostitución, ni las drogas se han apoderado de las calles. Todo aquello a lo que
le tenemos miedo tiene su origen en el seno de una familia. Son las familias las que decaen, y cuando
pierdan su esencia, el hombre se destruirá irremediablemente.

Todo cuanto existe en este universo se rige a base de leyes. Y la verdad es que nadie puede desafiar
a esas leyes si sufrir las consecuencias de esa transgresión. Es muy sencillo: si sales por la ventana
de un edificio tratando de caminar por los aires, la ley de gravedad te matará. Las leyes se cumplen
siempre, la sabiduría se mide en función de las leyes que se comprenden. Así mismo, para dirigir un
hogar de éxito es preciso entender y respetar ciertas leyes: no hablo de 100, ni de cincuenta leyes;
mucho menos de 20 o diez… son tan sólo cinco. ¿Quieres conocerlas? Te las enumero:

1. Ley de la Ejemplaridad
2. Ley del amor incondicional
3. Ley de la disciplina
4. Ley de la comunicación profunda
5. Ley de la fuerza espiritual

Ley de la Ejemplaridad.

Los hijos cargarán en el subconsciente, muchos años, los patrones de conducta que observaron en
sus padres. ¿Qué tan importante es esto?

Los actos valen mil veces más que las palabras. No es conveniente sermonear continuamente a los
hijos pues ellos observan mucho más de lo que escuchan. Denles un ejemplo digno y cabal y las
palabras de corrección saldrán sobrando. De todo lo que digan a sus hijos, únicamente el diez por
ciento será recordado por ellos; sin embargo, siempre los acompañará el noventa por ciento de
cuanto les vean hacer. Nuestra influencia se da en esa escala: diez por ciento con palabras y noventa
por ciento con actos. El gran reto de la paternidad no estriba en cómo tratar mejor a nuestros hijos
sino en cómo darles un mejor ejemplo. Y para esto, la única fórmula infalible es nuestra superación
personal. Sólo siendo mejores como individuos engrandeceremos el modelo que les brindemos.

El padre que cree estar haciendo todo bien es el que más profundamente graba en sus hijos el
dañino patrón de la arrogancia, y eso los convertirá incomprensiblemente en malos muchachos.
¿Qué nadie cometa el grave error de creerse perfecto porque entonces dejarán de crecer y mejorar!
Y no hay nadie en la Tierra que no pueda ser mejor. Esto es definitivo.

El ejemplo lo hace todo firmemente, pero a largo plazo. Su misión no es levantar la cosecha, la
misión de los padres es sembrar. ¿Quieres ayudar?, ayúdate primero. Sólo los amados aman. Sólo
los libres libertan. Sólo son fuentes de paz, quienes están en paz consigo mismos. Los que sufren,
hacen sufrir. Los fracasados, necesitan ver fracasados a otros. Los resentidos, siembran violencia.
Los que tienen conflictos provocan conflictos a su alrededor. Los que no se aceptan no pueden
aceptar a los demás. Es tiempo perdido y utopía pura pretender dar a tus semejantes lo que tú no
tienes. Debes empezar por ti mismo. Motivarás a realizarse a tus allegados en la medida en que tú
estés realizado. Amarás realmente al prójimo en la medida en que aceptes y ames serenamente tu
persona y tu pasado. “Amarás al prójimo como a ti mismo”, pero no perderás de vista que la medida
eres “tú mismo”. Para ser útil a otros, el importante eres tú mismo. Sé feliz tú, y tus hermanos se
llenarán de alegría.

¿De qué manera puede superarse una persona que en la infancia recibió malos ejemplos de sus
padres si toda su voluntad razonada no sirve para nada cuando el subconsciente entra en acción?
Para penetrar hasta la médula del banco de hábitos adquiridos y poder cambiarlos, sólo hay dos
caminos. Ambos arduos y fatigosos, pero definitivamente seguros: el primero es la repetición
perseverante y el segundo el aislamiento voluntario.

También podría gustarte