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Tomo I - Libro Primero - de Las Personas PDF
Tomo I - Libro Primero - de Las Personas PDF
DE LAS PERSONAS
TOMO
t.F
Milau-ul P.1.11Waffil*
(OIGO CIVIL
texto comido
1
Libro primero
tercera edición
f0010 CIVIL
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texto comentado
Libro primero
De las personas
Tomo I
1W,151VIF, DE
INVEITIGACPME' .1YP111cA,
VPI A /I GRUPO EDITORIAL
MÉXICO M CM X CIII
Primera edición, marzo de 1987.
Primera reimpresión, diciembre de 1987.
Segunda edición, julio de 1989.
Primera reimpresión, octubre de 1990.
Tercera edición, octubre de 1993.
e 1987, INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS.
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXJCO
código civil
para el Distrito Federal en materia común
y para toda la Repábliea en materia federal
texto contestado
se terminó de imprimir en la ciudad de México,
durante el mes de octubre de 1993.
La edición en papel de 58 gramos,
consta de 2,000 ejemplares más sobrantes para reposición
y estuvo al cuidado de la oficina tito-tipográfica
de la casa editora.
NEMO
la. edición, marzo de 1987
JORGE MADRAZO
Director del Instituto de Inve.stizaciones Jurídicas
ROEN
Ix]
La tarea que hemos emprendido, es el resultado de una pacien-
te labor de conjunto a la que han dedicado sus autores muchas
horas de trabajo.
Se ha procurado mantener un equilibrio entre los comentarios
expuestos, aunque en algunos casos pueda haber diversidad de
opiniones entre la que sustentan uno y otro de los comentaristas.
No se trata de una obra dogmática, y por ello el cotejo entre
Opiniones diversas puede ofrecer utilidad al consultante; de las
distintas opiniones, pueden comparativamente obtenerse elementos
de juicio para encontrar el sentido adecuado del artículo en
comentario.
Cuando se ha considerado necesario o conveniente, se cita la
opinión de autores nacionales o extranjeros, a manera de reseña
compendiosa, breve, y se transcriben también cuando ha pareci-
do oportuno, las tesis jurisprudencia/es aplicables, cuidando siempre
de no recargar el comentario con citas, que pueden hacer difícil o
tediosa la lectura.
Para facilitar la tarea, frecuentemente el comentarista remite a
algún precepto relacionado con la materia del que es objeto del
comentario o cuya invocación se desprende del propio análisis
del artículo. Así, de la lectura de la opinión sustentada en el
comentario y su relación con otro artículo, se puede descubrir le
razón Júndante y también la finalidad de/precepto que se comen-
ta. En algún caso, se hace notar la antinomia o contradicción, si
es que existe, entre lo dispuesto en diversos artículos.
Las más veces, el comentarista expone su propio criterio en
relación con la disposición que analiza, tratando de inducir a
quien por ello se interese a realizar por sí mismo, un análisis
crítico del precepto, que es la regla de oro de la hermenéutica
jurídica.
En otras ocasiones y movidos por el mismo propósito de
invitar al lector áffirmular su personal interpretación, el comen-
tario contiene un planteamiento de las dudas que suscita el
precepto y al mismo tiempo a manera de interrogantes, las posi-
bles soluciones que se ofrecen para resolver las cuestiones que en
la práctica o en la doctrina da lugar la disposición de que se trata,
sin tomar partido por éste o aquel punto de vista, sino limitándo-
se a apuntar el problema que el texto comentado plantea, pues se
ha considerado que la labor del comentarista no debe invadir el
campo de la dogmática.
Ddi
Queremos presentar otra razón que nos impulsó a emprender
esta tarea. La labor codificadora, cuya obra monumental se cifra
como se sabe, en el Código Civil francés, que marcó la iniciación
de una nueva concepción del derecho objetivo, contenido hasta
entonces en las compilaciones legislativas, en cuanto a que el
Código napoleónico pretendió ser la summa del Derecho Civil
positivo, intento no logrado a pesar del propósito del codifica-
dor, quien no puede plasmar en una obra legislativa la solución
de todos los casos posibles o imaginables. La vida del Derecho y
la jurisprudencia, pusieron de manifiesto que la labor codificado-
ra, en cierto sentido es incompatible con la constante transforma-
ción de los fenómenos sociales, de las ideas políticas, morales,
económicas, etc.
La escuela de la libre interpretación científica que siguió a los
exégetas, puso en relieve la importancia y la necesidad de la obra
de la interpretación: junto a la tarea del legislador y los logros de
la doctrina, la labor de/intérprete se reveló como el medio eficaz
para adaptar o amoldar los textos a las nuevas y cambiantes
necesidades sociales. A ello contribuyeron en buena parte los co-
mentarios a los códigos civiles: desde temprano en Francia el
comentario de Maleville y los que después siguieron sobre la
legislación civilista en casi todos los países de/mundo occidental.
A esta labor en nuestro medio jurídico, quisiéramos contribuir
con estos breves comentarios, conscientes de nuestras limitaciones.
La publicación de esta obra ha sido posible gracias al decidido
apoyo que a ella ha dado el Instituto de Investigaciones Jurídicas,
a través de su Director Lic. Jorge Madrazo, a quien el autor de
esta introducción expresa su personal agradecimiento, así como
al maestro José de Jesús Orozco Henríquez, Secretario Académi-
co de dicho Instituto, por el eficaz apoyo y simpatía que brinda-
ron a nuestra labor, en lo que se refiere al cuidado de la edición de
este volumen.
De la misma manera quede aquí constancia de la cuidadosa
labor del señor Eugenio Hurtado, Jefe del Departamento de
Publicaciones del Instituto de Investigaciones Jurídicas y del
Lic. Pedro Arroyo Soto, Técnico Académico adscrito a ese De-
partamento, quienes colaboraron en la preparación de la edición
de esta obra.
kv]
LIAP Ley de Instituciones de Asistencia Privada
LNCM Ley de Navegación y Comercio Marítimo
LNN Ley de Nacionalidad y Naturalización
LOAPF Ley Orgánica de la Administración Pública
Federal
LODDF Ley Organica del Departamento del Distrito
Federal
LOTJFC Ley Orgánica de los Tribunales de Justicia del
Fuero Común
LPIMR1E Ley para Promover la Inversión Mexicana y
Regular la Inversión Extranjera
LQSP Ley de Quiebras y Suspensión de Pagos
LRF Ley de Relaciones Familiares
LRSPBC Ley Reglamentaria del Servicio Público de la
Banca y Crédito
LSEM Ley del Servicio Exterior Mexicano
LSM Ley de Sociedades Mercantiles
MP Ministerio Público
núm. número
p.e. por ejemplo
pfo. párrafo
RPP Registro Público de la Propiedad
SAHOP Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras
Públicas
SCJN Suprema Corte de Justicia de la Nación
SIF Semanario Judicial de la Federación
SRE Secretaria de Relaciones Exteriores
t. tomo
TSJ Tribunal Superior de Justicia
V. gr. Verbigracia
vol. volumen
El C. Presidente Constitucional de la República se ha servido dirigirme el
decreto que sigue:
PLUTARCO ELIAS CALLES, Presidente Constitucional de /os Estados
Unidos Mexicanos, a sus habitantes, sabed:
Que en uso de la facultad que ha tenido a bien conferirme el H. Congreso de la
Unión por decretos de 7 de enero y de 6 de diciembre de 1926, y de 3 de enero de
1928, expido el siguiente:
CODIGO CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL,
EN MATERIA COMUN, Y PARA TODA LA
REPUBLICA EN MATERIA FEDERAL*
DISPOSICIONES PRELIMINARES
• Este decreto fue publicado en la edición del Diario Oficial de la Federáción correspondiente al dia
26 de marzo de 1928.
PI
ARTS. lo. y 2o. LIMO PRIMERO
14]
DISPOSICIONES PRELIMINARES AR I '; 213 y •11
P1
AR FS lo y 4o LIBRO PRIMERO
I.G.G.
161
DISPOSICIONES PR ELIMINARES AR IS 4y So
17)
ARTS. 51+. v6, LI BRO PRIMERO
I.G.G.
181
DISPOSICIONES PRELIMINARES AR rs. 6. y 7o
Se consigna el principio de que una ley sólo pierde vigencia por voluntad del
legislador en los términos del artículo anterior. Concomitantemente a este
principio se asienta aquel que responde a todo sistema jurídico escrito y por el
cual se priva de fuerza a la costumbre derogatoria.
Se entiende por costumbre la repetición de actos semejantes que crean
hábitos sociales y son realizados constante y espontáneamente por los miem-
bros de una comunidad. En este sentido es una fuente de derecho, un derecho
que surge de forma natural y por iniciativa de los grupos sociales llegando, en
algunos sistemas como el Common Law, a tener fuerza jurídica obligatoria.
Para ello se requiere de la conjunción de dos elementos: uno objetivo que es un
hecho social (la repetición de una conducta) y el otro subjetivo, la convicción en
el ánimo de quien realiza dicha conducta de que se trata de una obligación.
Una de las especies de la costumbre es precisamente la derogatoria que si bien
en un momento histórico determinado puede responder a necesidades concretas
de la sociedad, en nuestro derecho no tiene ninguna aplicabilidad.
Es justificable la actitud del legislador al conservar este precepto en el código
ARTS. 10, II y 12 LIBRO PRIMERO
1121
DISPOSICIONES PRELIMINARES ASÍ. L.1
I.G.G. y V.C.G.M.
[ 13]
ART. 13 L1•10 PRIMERO
[14]
DISPOSICIONES PRELIMINARES ARTV U y 14
"El estado y capacidad de las personas fisicas se rige por el derecho del
lugar de su domicilio", se afirma en la fr. 11 del mismo numeraL Seguramente
esta es una de las reformas más importantes ya que anteriormente el estado y
capacidad de las personas se regían por las leyes mexicanas, en consonancia
con los estrictos principios de la territorialidad. Nótese cómo a partir de aquí
casi todo el derecho conflictual va a tener como eje el punto de contacto del
domicilio, que es la tendencia más moderna y más generalizada.
La fr. III dice que "la constitución, régimen y extinción de los derechos rea-
les sobre inmuebles, así como los contratos de arrendamiento y de uso tempo-
ral de tales bienes, y los bienes muebles, se regirán por el derecho del lugar de
su ubicación, aunque sus titulares sean extranjeros".
En esta parte se sigue la regla conílictual lex reí sitae, que es reconocida uni-
versalmente para el caso de los bienes inmuebles y las acciones reales sobre los
mismos. Así lo confirma el a. lo., sección C, de la Convención Interamericana
sobre Competencia en la Esfera Internacional para la Eficacia Extraterritorial
de las Sentencias Extranjeras, aunque para las acciones reales sobre bienes
muebles corporales se exige que dichas cosas estén o se encuentren en la Repú-
blica para que puedan ser regidas por nuestras leyes.
Esta reforma confirma lo contenido en la fr. II y primera parte de la fr. [II,
del a. 121 de la Constitución Política mexicana.
Así mismo la reforma viene a ratificar lo que ya estaba contenido en el a.
14, derogado. del propio CC.
Asienta la fr. IV del mismo a. 13 reformado: "La forma de los actos jurídicos
se regirá por el derecho del lugar en que se celebren. Sin embargo, podrán suje-
tarse a las formas prescritas en este Código cuando el acto haya de tener efectos
en el Distrito Federal o en la República (se entiende mexicana) tratándose de
materia federal."
Esta parte se acoge a la regla locus regit actum, principio jurídico según el
cual es derecho aplicable a la forma de los actos jurídicos el derecho del lugar
donde éstos se realizan. Aunque se da la posibilidad de que las partes se acojan
a las formas mexicanas cuando el acto vaya a tener efectos en el DF o en Méxi-
co. Puede afirmarse, que en esta materia no se dieron cambios sustanciales pues
iguales principios establecía el derogado a. 15 del CC.
La última fracción de este mismo articulo, la V, establece que "salvo lo pre-
visto en las fracciones anteriores, los efectos jurídicos de los actos y contratos se
regirán por el derecho del lugar en donde deban ejecutarse, a menos de que las
partes hubieran designado válidamente la aplicabilidad de otro derecho".
En esta fracción se adopta el principio conflictual lex loci executionis,
según el cual es aplicable el derecho del lugar de ejecución de una obligación o
de un acto jurídico, regla que en cierta forma ya contenía el a. 13, ya derogado.
y V.C.G.M.
[151
ART. 14 LIBRO PRIMERO
[16]
DISPOSICIONES PRELIMINARES ART., 14
[171
Alti% 14) IS LIBRO PRIMERO
De la misma manera que en otros casos, este precepto es una copia fiel del a. 6
de la rnulticitada Convención sobre Normas Generales y lo que intenta es tipifi-
car al fraude a la ley como una excepción a la ley normalmente aplicable, a fin
de preservar los "principios fundamentales" del derecho nacional.
El fraude a la ley, como el reenvío, es una institución muy discutida y discu-
tible en el Derecho Internacional Privado, porque contiene elementos muy sub-
jetivos: "artificiosamente", "intención fraudulenta", "principios fundamenta-
les", etc., sin embargo, es un remedio que nunca falta en leyes y convenciones
confiictuales para evitar la aplicación de normas extranjeras cuando exista
intención dolosa de por medio.
Existe fraude a la ley cuando conforme a la fr. 1, las partes se acojan a una
legislación más favorable evadiendo artificiosamente la aplicación de la ley
mexicana.
Por fraude a la ley se entiende generalmente "la realización de un acto lícito
-más frecuentemente dos o más actos- para la consecución de un resultado anti-
jurídico" (Miaja, Adolfo, Derecho Internacional Privado, 8a. ed., México, Atlas.
1979, tomo primero, p. 400). Paulo, en el Digesto (1,329) define: "comete fraude
[18)
DISPOSICIONES PRELIMINARES AR IS, I5 lE
a la ley. quien cumpliendo la letra del precepto, elude acatar su sentido". Es esa
artificiosa evasión la que caracteriza al fraus legis, en opinión de Paulo.
En el fraude a la ley se realiza "artificiosamente" una conducta prohibida o
contraria a una ley imperativa. En la doctrina se discute si el fraude a la ley está
comprendido en la violación del orden público. Nuestro Código en la reforma
que se comenta, en el precepto de que se trata, distingue acertadamente la con-
ducta en fraude a la ley y la que se realiza contra el orden público en general.
Por último, la fr. II del mismo a. 14 establece la otra excepción a la ley
normalmente aplicable: el orden público, al establecer que "no se aplicará el de-
recho extranjero cuanto éste, o el resultado de su aplicación, sean contrarios a
principios o instituciones fundamentales de orden público mexicano".
Los aa. 6 y 7 de la tantas veces citada Convención Interamericana se consa-
gran al orden público, aunque para que éste opere se necesita que la norma
extranjera sea manifiestamente contraria a los principios de su orden públi-
co. Es decir, prevalece el orden público local sobre la ley aplicable pero debe
existir una obvia y manifiesta contradicción al mismo. En nuestro entender la
contradicción es manifiesta si resulta objetivamente evidente para cualquier
juez o persona que proceda en la materia conforme a la práctica y la buena fe.
I.G.G. y VC.G.M.
[19]
AR rti. Ifrly 17 LIBRO PRIMERO
[201
DISPOSICIONES PRELIMINARES ARIS.17% 15
Esta figura jurídica consta de dos elementos: uno objetivo y otro subjetivo y
ambos están unidos por un nexo de causalidad.
El elemento objetivo consiste en la desproporción entre las prestaciones que
se deben los contratantes; ésta debe ser de tal magnitud que pueda destruir el
equilibrio del propio contrato ("un lucro excesivo que sea evidentemente des-
proporcionado"). Su apreciación queda sujeta al arbitrio judicial.
El elemento subjetivo radica en el hecho de la explotación realizada por el
contratante económica o intelectualmente fuerte, sobre el débil ("explotando la
suma ignorancia...").
Debe asimismo existir un nexo causal entre el lucro excesivo y el hecho de la
explotación, ya que se explota para obtenerlo; si falta la relación de causalidad
entre la conducta ilícita y la ventaja obtenida, no cabe hablar de lesión.
El perjudicado tiene derecho a elegir entre pedir la nulidad del contrato o la
reducción equitativa de su obligación. Este criterio opcional le confiere flexibili-
dad al texto legal, ya que el perjudicado puede tener interés en mantener el
contrato. Lo que no podrá hacer —de acuerdo a la letra de la será solicitar
un complemento en el precio o en la obligación de su contraparte.
La indemnización por daños y perjuicios comprende tanto el daño emergente
como el lucro cesante y si procediese, de acuerdo a los aa. 1916 y 1921, la
reparación por daño moral.
La demanda por nulidad o por reducción equitativa de la obligación está
sujeta al plazo de caducidad de un año.
C.G. M .
Existe gran semejanza entre esta disposición y el a. 40. del CC francés que dice:
"El juez que se negare a juzgar pretextando silencio, obscuridad o insuficiencia
de la ley, podrá ser juzgado por denegación de justicia". Al parecer este artículo
sirvió de modelo al nuestro.
Antes de la promulgación del CC francés, los jueces acostumbraban enviar en
consulta al Poder Legislativo los procesos cuya resolución era dificil, cuando no
existía ley aplicable al caso o era dudoso el sentido de la norma. Este procedi-
miento convertía en jueces a los órganos legislativos que en la mayoría de los
casos, al aclarar el texto de la ley se inclinaban en uno u otro sentido.
Al presentar los redactores del CC su proyecto a la Asamblea francesa,
destacaron en el discurso preliminar que la interpretación de las leyes debían
hacerla los tribunales y no el legislador. El deber del juez, decían, es aplicar la
ley. Negarse a resolver el caso o diferirlo cuando la ley no es clara es denegar
la justicia. El ministerio de los jueces se ha organizado principalmente porque
[21]
AR 1% IN v LIBRO PRIMERO
[22]
DISPOSICIONES PRELIMINARES A RTS. 19 y 211
Esta disposición es acorde con el a. 14, pfo. cuarto constitucional, según el cual
"En los juicios de orden civil, la sentencia definitiva deberá ser conforme a la
letra, o la interpretación jurídica de la ley, y a falta de ésta se fundará en los
principios generales del derecho".
El CC es más amplio, ya que se refiere no sólo a la sentencia definitiva, sino a
todo acto de aplicación de la ley en cualquier momento del juicio.
La norma se refiere tanto a la interpretación como a la integración de la ley,
estableciendo un orden de prelación: en primer lugar, el juez debe atenerse a la
letra de la ley, si ésta prevé la solución del conflicto de intereses de que se trate.
Cuando el sentido de la ley es dudoso, el intérprete debe acudir a la interpreta-
ción jurídica, comprendiéndose en esta expresión las llamadas "interpretación
histórica", "interpretación lógica" e "interpretación sistemática".
Es de aplicación al respecto el principio de hermenéutica según el cual no debe
desconocerse la letra clara de la ley, a pretexto de consultar con su espíritu.
Si el caso planteado ante el juez no estuviere previsto, no por eso el magistra-
do dejará de fallar (a. 18), sino que deberá integrar la ley, colmar la laguna legal,
recurriendo a los principios generales del derecho. Este es el único procedimien-
to de integración autorizado por la C (a. 14) y por el CC. En derecho compara-
do, encontramos legislaciones que permiten integrar la ley recurriendo a la
costumbre. En el CC para el DF la costumbre solamente puede aplicarse
cuando la ley se remite a ella en forma expresa.
En cuanto a los principios generales de derecho, son los "criterios o entes de
razón que expresan un juicio acerca de la conducta humana a seguir en cierta
situación" (Adame Goddard, Jorge, Diccionario jurídico mexkario, México,
UN AM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1984, t. VII, p. 222). El derecho,
como obra de la inteligencia humana, enuncia ciertos principios de axiologia,
que informan los sistemas jurídicos positivos.
Por lo que toca al problema del razonamiento analógico como forma de
integración del derecho, es perfectamente válido, ya que "la base del razona-
miento por analogía es un principio general de derecho, que habría que formu-
lar en estos términos: la justicia exige que dos casos iguales sean tratados
igualmente". Pero como el presente artículo no se refiere a la analogía en
especial, el juez civil puede recurrir a ella en primer término, o bien a otro
principio general de derecho.
C.G.M.
P3]
ARTS. 20 y 21 LIBRO PR (MERO
C.G. M.
(243
DISPOSICIONES PRELIMINARES ART. 21
C.G.M.
[25)
LIBRO PRIMERO
De las personas
TITULO PRIMERO
De las personas físicas
[27]
ARTS.23 y 24 LIBRO PRIMERO
128]
'MULOS PRIMERO SEGUNDO ARTS 24 y 25
I.G.G.
TITULO SEGUNDO
De las personas morales
[29]
TITULO SEGUNDO
De las personas morales
'MULOS PRIMERO SEGUNDO ARTS 24 y 25
I.G.G.
TITULO SEGUNDO
De las personas morales
[29]
ARTS. 25 y 26 LIBRO PRIMERO
I.G.G.
PO]
TITULO SEGUNDO ARTS. 26.27 y 28
I.G.G.
I.G.G.
LG.G.
132]
TITULOS SEGUNDO Y TERCERO ARTS. 98 bis y 99
ción, cumpliendo con los requisitos de forma y de fondo del país en el que se
constituyeron y que además cumplen con las disposiciones legales aplicables
conforme a las leyes mexicanas.
Se advierte que este precepto se aplica en los casos en que tales personas
extranjeras pretendan establecerse en el territorio nacional en manera perma-
nente (Vid. comentario a los aa. 33 y 2737).
I G.G.
TITULO TERCERO
Del Domicilio
ARTÍCULO 29. El domicilio de las personas fisicas es el lu-
gar donde residen habitualmente, y a falta de éste, el lugar
del centro principal de sus negcicios; en ausencia de éstos,
el lugar donde simplemente residan y, en su defecto, el
lugar donde se encontraren.
Se presume que una persona reside habitualmente
en un lugar, cuando permanezca en él por más de seis
meses.
El domicilio cumple en el derecho la misma función que desempeña en las rela-
ciones sociales en general: constituye el centro de la vida de relación de la per-
sona. Indica la idea de permanencia y de estabilidad del sujeto en un determi-
nado lugar (residencia habitual).
Desde el punto de vista de la técnica jurídica. es preciso determinar de una
manera objetiva, en mérito de la certeza y de la seguridad jurídicas, ese centro
espacial de ubicación de la persona, de tal manera que esta debe tener necesa-
riamente un domicilio, ya que es uno de los atributos de la persona.
El a. 29 reformado del CC establece que la residencia habitual es el dato
para la determinación del lugar del domicilio de una persona física.
El a. 2 de la Convención Interamericana sobre el Domicilio de las Personas
Físicas en el Derecho Internacional Privado (Montevideo, 1979) y ratificado por
México establece que el domicilio de dichas personas se establece alternativa-
mente: a) por el lugar de su residencia habitual; h) por el lugar del centro princi-
pal de sus negocios; e) por la simple residencia o d) por el lugar donde se
encuentre.
Tratándose de la persona física el domicilio está constituido por el elemento
material de su residencia en determinado lugar o población. Recientemente
(DO. de 7 de enero de 1988) se reformó dicho precepto suprimiendo el elemento
subjetivo de este concepto, constituido anteriormente por el "propósito de radi-
car en él" para introducir el elemento de lo habitual, también objetivo. Con ello
la determinación a que se hace referencia en el párrafo anterior se puede hacer
con toda precisión dado que no se tiene que evaluar una intención, sino algo
perceptible materialmente: la permanencia en un lugar determinado.
[331
TITULO TERCERO
Del Domicilio
MULOS SEGUNDO Y TERCERO ARTS. 28 bis y 99
ción, cumpliendo con los requisitos de forma y de fondo del país en el que se
constituyeron y que además cumplen con las disposiciones legales aplicables
conforme a las leyes mexicanas.
Se advierte que este precepto se aplica en los casos en que tales personas
extranjeras pretendan establecerse en el territorio nacional en manera perma-
nente (Vid. comentario a los aa. 33 y 2737).
I.G.G.
TITULO TERCERO
Del Domicilio
ARTÍCULO 29. El domicilio de las personas físicas es el lu-
gar donde residen habitualmente, y a falta de éste, el lugar
del centro principal de sus negócios; en ausencia de éstos,
el lugar donde simplemente residan y, en su defecto, el
lugar donde se encontraren.
Se presume que una persona reside habitualmente
en un lugar, cuando permanezca en él por más de seis
meses.
El domicilio cumple en el derecho la misma función que desempeña en las rela-
ciones sociales en general: constituye el centro de la vida de relación de la per-
sona. Indica la idea de permanencia y de estabilidad del sujeto en un determi-
nado lugar (residencia habitual).
Desde el punto de vista de la técnica jurídica. es preciso determinar de una
manera objetiva, en mérito de la certeza y de la seguridad jurídicas, ese centro
espacial de ubicación de la persona, de tal manera que ésta debe tener necesa-
riamente un domicilio, ya que es uno de los atributos de la persona.
E! a. 29 reformado del CC establece que la residencia habitual es el dato
para la determinación del lugar del domicilio de una persona física.
El a. 2 de la Convención Interamericana sobre el Domicilio de las Personas
Físicas en el Derecho Internacional Privado (Montevideo, 1979) y ratificado por
México establece que el domicilio de dichas personas se establece alternativa-
mente: a) por el lugar de su residencia habitual; h) por el lugar del centro princi-
pal de sus negocios; e) por la simple residencia o d) por el lugar donde se
encuentre.
Tratándose de la persona física el domicilio está constituido por el elemento
material de su residencia en determinado lugar o población. Recientemente
(DO. de 7 de enero de 19811) se reformó dicho precepto suprimiendo el elemento
subjetivo de este concepto, constituido anteriormente por el "propósito de radi-
car en él" para introducir el elemento de lo habitual, también objetivo Con ello
la determinación a que se hace referencia en el párrafo anterior se puede hacer
con toda precisión dado que no se tiene que evaluar una intención, sino algo
perceptible materialmente: la permanencia en un lugar determinado.
[33]
RTS. N y 30 LIBRO PRIMERO
[34]
TITULO TERCERO ARTS 30 y 31
cia o subordinación y que la ley toma como elemento único para atribuirlo
como domicilio a quienes se encuentran en esa situación.
I.G.G.
La ley asigna en este articulo, a ciertas personas, el lugar que la misma determi-
na para el cumplimiento de sus obligaciones y el ejercicio de sus derechos, aun
cuando no sea aquél donde efectivamente residan. Es el domicilio legal.
Las personas que menciona este artículo en cada una de sus nueve
fracciones tienen como domicilio, el lugar que el propio precepto les impone en
[35]
ART. 31 LIBRO PRIMERO
y A.E.P.D. y N.
1361
11TULO TERCERO ARTS. 32 y .13
137)
AR1S. 33 y 34 LIBRO PRIMERO
C.L.V.
El código, en este artículo, faculta a las personas para que elijan el lugar de
cumplimiento de determinadas obligaciones, facultad que se fundamenta en el
principio de la autonomía de la voluntad, que permite a los particulares, en la
celebración de actos jurídicos, establecer todo aquello que no contradiga a las
leyes de orden público o a las buenas costumbres.
La elección de un domicilio convencional es frecuente en la celebración de
actos jurídicos bilaterales, porque permite a las partes convenir, un lugar
preciso donde una de ellas, al menos, prefiere el cumplimiento o incluso la re-
solución de dificultades susceptibles de surgir en el porvenir en cuanto a la
ejecución del acto. Al respecto, en materia de cumplimiento de obligaciones
contractuales el a. 20E2 del CC parte de la base de que el pago se hará
preferentemente en el lugar convenido, y a falta de estipulación en este sentido,
en el domicilio del deudor; y en eta. I 56 del CPC para el DF se dispone: 'Es juez
competente: I.- El del lugar que el deudor haya designado para ser requerido
judicialmente de pago; II.- El del lugar sehalado en el contrato para el cumpli-
[38]
MULOS TERCERO Y CUARTO/CAPITULO 1 ARTS. 34 y 35
miento de la obligación. Tanto en este caso como ene! del anterior, surte el fuero
no sólo para la ejecución o cumplimiento del contrato, sino para la rescisión o
nulidad".
Generalmente la designación de un domicilio convencional, se hace al tiempo
de celebrar el contrato, para que en lugar designado se cumpla lo convenido y
en su caso sea requerido el deudor; pero nada impide que la designación de
domicilio se haga posteriormente, agregando al contrato una estipulación
adicional.
El domicilio convencional no tiene efecto más que para e! cumplimiento de
esas obligaciones, y sólo respecto al deudor y al acreedor y sus causahabientes
universales o a título universal. Cuando la persona que constituye el domicilio
fallece, el domicilio de elección pasa a sus herederos y se impone a ellos, como la
convención de que forma parte. En esto difiere el domicilio convencional del
ordinario, que no es transmisib!e. Esta consecuencia se explica porque en
realidad se trata de la simple transmisión a los herederos de los efectos de una
convención. ( R ipert, Geo rges y Jean Boulanger, Tratado de derecho civd„segúa
el tratado de Plartiol. t. II, vol. 1, Buenos Aires, Argentina, La Ley, 1963, p. 88).
C.L.V.
TITULO CUARTO
Del Registro Civil
CAPITULO I
Disposiciones generales
139]
TITULO CUARTO
Del Registro Civil
MULOS TERCERO Y CUARTO/CAPITULO I ARTS. 34 y 35
miento de la obligación. Tanto en este caso como en el del anterior, surte el fuero
no sólo para !a ejecución o cumplimiento del contrato, sino para la rescisión o
nulidad".
Generalmente la designación de un domicilio convencional, se hace al tiempo
de celebrar el contrato, para que en lugar designado se cumpla lo convenido y
en su caso sea requerido el deudor; pero nada impide que la designación de
domicilio se haga posteriormente, agregando al contrato una estipulación
adicional.
El domicilio convencional no tiene efecto más que para el cumplimiento de
esas obligaciones, y sólo respecto al deudor y al acreedor y sus causahabientes
universales o a titulo universal. Cuando la persona que constituye eidomicilio
fallece, el domicilio de elección pasa a sus herederos y se impone a ellos, como la
convención de que forma parte. En esto difiere el domicilio convencional del
ordinario, que no es transmisible. Esta consecuencia se explica porque en
realidad se trata de la simple transmisión a los herederos de los efectos de una
convención. ( R ipert, Geo rges y Jean Boulanger, Tratado de derecho chi!. según
el tratado de Planiol, t. II, vol. I, Buenos Aires, Argentina, La Ley, 1963,
p. 88).
C. L. V.
TITULO CUARTO
Del Registro Civil
CAPITULO I
Disposiciones generales
139}
ART. 35 LIBRO PRIMERO
le]
TITULO CUARTO/CAPITULO I ARTS. 33 y 36
C.L.V
Las actas del registro civil, que son los instrumentos en que se hacen constar de
manera auténtica los actos relativos al estado civil de las personas, deben
asentarse, necesariamente en las "formas del registro civil", dando fe de ello el
juez del registro civil. Ellas integran el continente, y los actos del estado civil
el contenido.
La denominación "registro civil" además de significar a la institución encar-
gada de hacer constar, mediante la intervención de funcionarios investidos de fe
pública, los actos del estado civil de las personas, aplicase al conjunto de actas
que se extienden en las "formas del registro civil".
Las actas deben asentarse por triplicado, en la inteligencia de que cada una de
las "formas" es original; la misma acta, por tanto, será redactada y firmada tres
veces, no en original y dos copias, sino en triple original. Se trata de tres re-
gistros originales llevados según las mismas reglas y conteniendo las mismas
indicaciones. Además, las inscripciones deben hacerse mecanográficamente.
Este sistema de inscripciones mecanográficas hechas por triplicado, y en
formas especiales, fue introducido a partir de la reforma publicada en el DO el 3
de enero de 1979 (entró en vigor 30 días después de su publicación) para sustituir
al que se había venido usando desde 1861 y que consistía en el asentamiento de
las actas del registro civil en libros en los que se hacían las inscripciones en
escritura manuscrita, extendiéndose cada acta en dos ejemplares del registro.
La práctica de más de un siglo demostró que por el asentamiento de las actas
en libros y en forma manuscrita, se habían venido cometiendo errores de forma
y de fondo. Debido a la explosión demográfica en el DF, se hizo cada día más
difícil el manejo de cada vez mayor número de libros, cuyo uso continuo daba
como resultado el deterioro y el peligro de destrucción. Por otra parte, los
errores múltiples y permanentes en la redacción y la falta de calígrafos, la va-
riación en los dos ejemplares con relación a la misma acta, la dificultad en la
lectura de la escritura manuscrita ilegible y la imposibilidad de obtener fotoco-
pias, para evitar la copia mecanográfica, llevó hacia la reforma de 3 de enero de
1974, a efecto de establecer un sistema más ágil al servicio del público (Lozano
Ramírez, Raúl, "El registro civil y sus últimas reformas", Anales de Jurispru-
dencia, México, t. 173, año 46, octubre-noviembre-diciembre, 1979, pp. 316 y
[411
ARTS 36 y 37 LIBROPRIMERO
317). Con la reforma las ventajas vistas son diversas: La triple redacción, en
vez de una doble, aumenta la posibilidad de conservación de las actas. Con la
inscripción mecanográfica y en "formas" se facilitan los procedimientos de
fotocopiado (aunque en la práctica, el uso de determinado color de tinta ha
impedido el servicio de fotocopia, y ha orillado a recurrir a la copia mecanográ-
fica). Con la inscripción mecanográfica se salvan las dificultades de escritura
ilegible y los errores y omisiones que traía consigo la redacción manuscrita de un
libro a otro. Las "formas del registro civil" están hechas en papel que permite,
que sin necesidad del uso de papel carbón, se transcriba en las tres formas,
colocadas una sobre otra, lo mecanografiado en la de adelante. Como las
"formas del registro civil" son suministradas a los juzgados del registro civil a
manera de formularios para ser llenados con los datos concretos del caso, se
evita, en buena medida, la omisión de algún elemento esencial o secundario que
establezca la ley. Como las "formas del registro civil" llevan una clave que se
refiere al número de juzgado del registro civil, donde se levanta el acta, la
Delegación a que ese juzgado pertenece, facilita, que en su oportunidad, se
recurra a la técnica de la microfilmación (op. cit. p. 318). Una vez que han sido
llenadas las formas, y antes de que las firmen los interesados, se les entrega un
comprobante del texto mecanografiado, a fin de que verifiquen si los datos
asentados han sido los proporcionados por ellos, y con la ortografía correcta (a.
4, Asentamiento de actas del registro civil, Manual de organización del registro
civil), con esto, las posibilidades de una corrección previa resultan aumentadas,
evitando la necesidad futura de un procedimiento judicial de rectificación de
acta o un trámite de aclaración.
Las actas se inscriben en las formas especiales, por orden cronológico, nada
puede ser inscrito en forma abreviada y los errores y raspaduras deben ser
testados en cada uno de los tres tantos del acta, en el espacio previsto para
firmas (ver Manual de organización del registro civil).
A todo esto, hay que señalar que, con el nuevo sistema, las anotaciones que
antes se hacían marginalmente, ahora se efectúan en hojas especiales que se
adjuntan al acta correspondiente (ver Manual de organización del registro civil,
a. lo. "Anotaciones de las actas del registro civil levantadas en las formas
especiales a partir de 1979").
C. L. V.
ARTÍCULO 37. Las actas del Registro Civil sólo se pueden asentar
en las formas de que habla el artículo anterior.
La infracción de esta regla producirá la nulidad del
acta y se castigará con la destitución del Juez del Registro
Civil.
La inscripción de las actas en las "formas del registro civil" es un medio que la
142]
TITULO CUARTO,' CAPITU LO 1 AR rs. 37 y 38
[43]
ART 38 LIBROPRIMERO
144]
TITULO CUARTO/CAPITULO 1 ARTS. 38 y 39
1451
ARTS n y 40 LIBRO PRIMERO
pero éstos son al igual que los registros, documentos públicos que hacen prueba
plena, mientras no se declare judicialmente su falsedad (ver a. 327 del CPC).
El registro civil, además de extender copias de las actas del registro civil,
también expide constancias de inexistencia de registro de nacimiento y de
matrimonio (ver Manual de organización del registro civil en el rubro "Expedi-
ción de constancias de inexistencia de registro").
C. L. V.
Las constancias del registro civil constituyen el modo oficial y normal de probar
el estado civil de las personas y ningún otro documento ni medio de prueba es
admisible para comprobarlo salvo los casos expresamente exceptuados por la
ley (ver comentario al a. 39).
El legislador ha establecido un medio de prueba preconstituido, idóneo y
excluyente de otros medios, que, sin embargo, admite excepciones.
Las situaciones previstas en este articulo son casos en que la prueba del estado
civil puede hacerse sin presentar la copia de la inscripción del registro civil, en
razón de resultar ello imposible, sea porque no hayan existido registros, sea
porque se hayan destruido o estuvieren ilegibles o faltaren las formas en que se
pueda suponer se encontraba el acta. En estos casos se podrá probar el estado
civil por medio de instrumentos o testigos.
Lo mismo ocurre en el supuesto del a. 341 en que la falta de actas, o si éstas
fueren defectuosas, incompletas o falsas, permite que la filiación pueda probar-
se con la posesión constante de estado de hijo nacido de matrimonio.
Además, en defecto de esta posesión son admisibles para demostrar la filia-
ción, todos los medios de prueba que la ley autoriza, pero la testimonial no es
admisible, si no hubiere un principio de prueba por escrito o indicios o ptesun-
ciones resultantes de hechos ciertos que se consideren bastante graves para
determinar su admisión (véame los comentarios a los aa. 341 y 342).
Pero tanto en los supuestos del a. 40, como en el 341, las pruebas diferentes
a las constancias del registro civil, se admiten de manera subsidiaria, esto es, a
falta de la posibilidad de comprobar el estado civil por medio oficial, organizado
por el Estado. El legislador no ha querido que la persona que deba probar un
acontecimiento relativo al estado civil, tenga que sufrir por circunstancias de las
que no es responsable y que Ie impiden utilizar el procedimiento normal
de prueba: la partida del registro civil.
Pero quien quiera probar un hecho del estado civil, de otro modo que no sea o
través de las constancias del registro civil, debe establecer dos hechos diferentes:
lo. Debe demostrar que justifica el empleo de pruebas excepcionales, es decir, la
146]
MULO CUARTO'CAP11 U1.0 1 ART. 40
[471
ARTS 40 41 LIBRO PRIMERO
ARTÍCULO 41. Las Formas del Registro Civil serán expedidas por
el Jefe del Departamento del Distrito Federal o por quien
él designe. Se renovarán cada año y los Jueces del Regis-
tro Civil remitirán en el transcurso del primer mes del
año, un ejemplar de las Formas del Registro Civil del año
inmediato anterior al Archivo de la Oficina Central del
Registro Civil, otro al Archivo del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal y el otro, con los documen-
tos que le correspondan quedará en el archivo de la
oficina en que se haya actuado.
Los jueces del registro civil son agentes del orden administrauvo que como tales
están colocados bajo la autoridad del jefe del DDF, quien por conducto de la
Coordinación General Jurídica y de las Delegaciones de gobierno se ocupa de
la administración, coordinación y vigilancia de los juzgados del registro civil.
[48]
TITULO CUARTO/CAPITULO I \RiS 41.42. 43},44
ARTÍCULO 42. El Juez del Registro Civil que no cumpla con las
prevenciones del artículo anterior, será destituido de su
cargo.
[49]
A R FS 45, 44,, 47 y 411 LIBRO PRIMERO
ARTICULO 45. Los testigos que intervengan en las actas del Re-
gistro Civil, serán mayores de edad, prefiriéndose los
que designen los interesados, aun cuando sean sus pa-
rientes.
En vista de la solemnidad de los actos del estado civil se exige que los testigos
sean mayores de edad, circunstancia que no se requiere para los testigos en jui-
cios civiles o penales, bastando sólo con que tengan la edad necesaria para
poder informar conscientemente. (a. 356 CPC).
LBS.
Comprobada la falsificación de una acta del estado civil, será nulo el acto a que
se refiera. Además se aplicará al juez del registro civil una sanción administrati-
va, la destitución de su cargo, una sanción penal y él mismo será responsable de
los daños y perjuicios causados.
ARTÍCULO 47. Los vicios o defectos que haya en las actas, sujetan
al Juez del Registro Civil a las correcciones que señale el
Reglamento respectivo; pero cuando no sean substancia-
les no producirán la nulidad del acto, a menos que judi-
cialmente se pruebe la falsedad de éste.
Este precepto tiene relación con el a. 138 bis que establece la procedencia de la
aclaración de actas del estado civil, cuando en ellas existan errores mecanográfi-
cos o de otra índole, que no afecten los datos esenciales de aquéllas. Las
aclaraciones se tramitan ante la oficina central del registro civil. Cuando la
corrección varíe alguna circunstancia esencial habrá lugar a la rectificación de
actas, procedimiento que se sigue ante el Poder Judicial.
I.B.S.
DO]
TITULO CUARTO; CAPITIJI O 1 AS 15. 48,49 y 50
La publicidad constituye una nota característica esencial del registro civil, sin
ella sería una institución de nula utilidad y trascendencia. Es la publicidad la que
sin duda proporciona el valor primordial que siempre se ha reconocido como
necesario para el cumplimiento satisfactorio de sus fines.
A través del registro civil se permite fácilmente, en cualquier momento, el
conocimiento del estado civil de la persona.
I. B.S.
ARTÍCULO 49. Los actos y actas del estado civil del propio Juez,
de su cónyuge, ascendientes y descendientes de cualquie-
ra de ellos, no podrán autorizarse por el mismo Juez,
pero se asentarán en las formas correspondientes y se
autorizarán por el Juez de la adscripción más próxima.
El a. 327 fr. IV del CPC declara que son documentos públicos las certificaciones
de las actas del registro civil expedidas por los oficiales del mismo, respecto a
las constancias existentes en los libros correspondientes. Las certificaciones de las
actas tienen valor probatorio pleno en juicio y fuera de él como lo establece este
artículo.
El registro civil es una institución que tiene por objeto hacer constar de una
manera auténtica, a través de un sistema organizado, los actos relacionados con
el estado civil de las personas mediante la intervención de funcionarios estatales
dotados de fe pública, de los hechos que han pasado en su presencia; pero sólo
en cuanto esos hechos se relacionan con lo que conforme a la ley debe hacer
constar en el acta.
[511
ARTS, 50, 51 y 52 LIBRO PRIMERO
El juez del registro civil debe ser competente tanto por razón de materia como
por razón de lugar. Este precepto establece la competencia por razón de lugar
para el caso de ausencias temporales, indicando un sistema supletorio, según el
cual, entran a actuar los jueces geográficamente más próximos. ¿Qué sucede si
la disposición legal no se cumple, y entra a suplir al que falta, un juez de otra
Delegación que no sea la especificada? Entendemos que el acta levantada por
ese juez no seria nula, y sólo habría lugar a las sanciones administrativas que
cupiesen por la infracción.
C.G.M.
[521
TITULO CUARTO; CAPITU LOS Y II ARTS. 53 y54
La función del registro civil es hacer constar de manera auténtica todos los actos
relacionados con el estado civil de las personas. En consecuencia, las actas
deben estar redactadas de acuerdo con las disposiciones legales, pues constitu-
yen plena prueba de todo lo que el juez del registro civil testimonia haber pasado
en presencia suya. El juez es un funcionario estatal dotado de fe pública, a fi n de
que las actas y testimonios que otorgue tengan plena validez probatoria. Las
formas en que se extienden las actas tienen la doble finalidad de uniformar la
redacción de las mismas y de contener los apartados necesarios para cada una de
las constancias que la ley exige, de acuerdo al acto que se trate de registrar. Toda
constancia que sea ajena al contenido específico del acta, carece de validez.
El registro civil, en cuanto institución, funciona según un sistema de publici-
dad y de control por parte del Estado. El M P, a su vez, representa al Estado ya
la sociedad y su primordial función es la persecución de los delitos y el ejercicio
de la acción penal. En el presente artículo, se le otorgan las facultades de
inspección necesarias para el cumplimiento de una función preventiva de con-
trol de legalidad, además de la potestad de consignar a los jueces y/ o promover
el celo de la autoridad administrativa, en caso de delitos o faltas ya cometidos.
C. G. M
CAPITULO II
De las actas de nacimiento
[53]
ARTS. 54, 55, 91 y 57 LIBRO PRIMERO
154]
TIMO CUARTOXAP1-1 M.O 11 AsF21-1.1_57y5}1
C.G.M
M.
Como en toda acta del registro civil, la de nacimiento se levantará ante el juez
del registro civil, que redacta y autoriza el documento, con asistencia de los
declarantes y de los testigos. Estos son los que hacen constar la veracidad del
hecho mencionado en el instrumento; los declarantes son las personas que
informan sobre los hechos que se deben hacer constar en el acta. Los testigos
deben ser mayores de edad (a. 45), o sea que deben tener 18 años cumplidos (a.
646), requisito éste que no se pide para los testigos que deponen en juicios civiles
o penales, quienes basta que tengan la edad necesaria para poder informar
conscientemente (a. 356 CPC).
[55}
ARTS. 55, 59 y 60 LIBRO PRIMERO
La mención del día y hora del nacimiento, así com o el hecho de que el infante
se haya presentado vivo o muerto, tienen relevante importancia para determi-
nar la viabilidad del nascinerus: para que éste se considere viable debe haber
vivido 24 horas o haber sido presentado vivo al registro civil (a. 337 CC).
La veracidad de los hechos declarados ante el juez del registro civil ha
merecido expresa protección del orden penal; con relación a las actas de
nacimiento, el a. 277 del CP, en su fr. I, tipifica como delito el "Atribuir un niño
recién nacido a mujer que no sea realmente su madre"; la fr. II incrimina el
hecho de 'Hacer registrar en las oficinas del registro civil un nacimiento no
verificado"; y la fr. IV imputa delito "A los que sustituyan a un niño por otro, o
cometan ocultación de infante...".
La constancia del lugar del nacimiento adquiere trascendencia en cuanto a
la nacionalidad del recién nacido, con todos los derechos, obligaciones y atri-
butos de derecho público que ello implica. La C. en su a. 30, dispone que "La
nacionalidad mexicana se adquiere por nacimiento o por naturalización"; y en
la fr. I del mismo artículo se expresa que son mexicanos por nacimiento "Los
que nazcan en el territorio de la República, sea cual fuere la nacionalidad de
sus padres".
C.G. M
C.G.M.
1561
TITULO CUARTO: CAPITULO II ARTS. 60 y 61
C. G.M .
Por regla general, la parte interesada concurre a las oficinas del registro civil a
declarar los hechos que constituirán el objeto del acta que deba levantarse.
Sin embargo, la parte podrá ser representada por mandatario provisto de
poder especial y auténtico, y la declaración por él realizada valdrá como si
hubiese estado hecha por el mismo mandante.
Para facilitar la regularización de los actos del estado civil, en este caso las
declaraciones de nacimiento, para el supuesto en que los padres no pudiesen
[57]
ARTS 6I62y63 LIBRO PRIMERO
concurrir ni les fuese posible designar mandatario, la ley arbitra los medios por
los cuates el juez se constituirá en el lugar en que se encuentre el interesado.
C.G.M.
La ley presume que, en caso de mujer casada, el hijo que ella procree lo es de su
esposo. Sólo éste, mediante juicio de desconocimiento de paternidad, podrá
destruir esa presunción. o sus herederos en ciertos supuestos (aa. 332 y 333).
Asimismo, para proteger a la institución del matrimonio, el a. 374 dispone
que el hijo de una mujer casada no podrá ser reconocido como hijo por otro
hombre distinto del marido, sino cuando éste lo haya desconocido, y por
sentencia ejecutoriada se haya declarado que no es hijo suyo.
C.G.M.
ARTÍCULO 63. Cuando el hijo nazca de una mujer casada que viva
con su marido, en ningún caso, ni a petición de persona
alguna, podrá el Juez del Registro asentar como padre a
otro que no sea el mismo marido, salvo que éste haya
desconocido al hijo y exista sentencia ejecutoria que así lo
declare.
(.58]
TITULO CUARTO CAPITULO fi ARTS. 63.64 y6.5
sentencia que declare que no es hijo suyo y que la resolución judicial en tal
sentido haya causado ejecutoria. La jactancia o cualquier pretensión que un
tercero haga o ejerza sobre la paternidad del menor no tendrá ningún efecto
sin las acciones del marido.
A.E.P,D. y N.
A.E.P.D. y N.
Con este precepto se inicia una serie de disposiciones a través de las cuales el
legislador pretende que se deje constancia de todas las circunstancias que
[59]
ARTS. 65 y66 LIBRO PRIMERO
160]
MULO CUARTO,CAPITULO II Ak tS61.6S., 55
A.E.P.D. y N.
A.E.P,D. y N.
[6ll
AR TS.69, 70) 71 LIBRO PRIMERO
El juez dei registro civil es una autoridad que depende del Poder Ejecutivo, no
del Judicial, de ahí que no sea de su competencia la indagación de la paternidad;
sus funciones, respecto de las actas de nacimiento, se limitan a asentar lo
declarado por las personas que presentan al niño y a dejar constancia de las
circunstancias descritas en los aa. 65 a 68. Los testigos que asisten en el acto
tampoco son funcionarios del poder judicial, su asistencia se limita a corroborar
que lo descrito en las actas respectivas fue precisamente lo declarado por la
persona que presentó al recién nacido.
Sin embargo, cuando se sospeche sobre la veracidad o falsedad de una
declaración se dará vista al MP para que en ejercicio de sus funciones realice las
investigaciones correspondientes y ejercite la acción penal, en su caso, conforme
a lo establecido por el a. 247 del CP.
La indagación sobre la paternidad sólo puede hacerse por el juez competente
y conforme a lo dispuesto por el título séptimo del libro primero de este CC.
A. E. P. D. y N.
A. E.P.D. y N.
[62]
TITULO CUARTO; CAPITU LO II ARTS. 71 y 7 2
A.E.P.D. y N.
Dado que según lo establecido en el a. 39 las actas del registro civil son el
medio de prueba del estado civil de una persona, el legislador previó todas las
posibles alternativas a las que se enfrentaren los interesados al desembarcar en
un puerto nacional. Este artículo establece los pasos a seguir en el caso de que
en el puerto a que lleguen no hubiere juez del registro civil.
La constancia ha de entregarse a la autoridad local a fin de evitar, en lo
posible, alteraciones a la misma y ésta, a su vez, está obligada a remitirla en
forma inmediata al juez competente, en este caso el del domicilio de los padres
del recién nacido.
Por analogía debe interpretarse que si los interesados desembarcan en un
puerto extranjero, en donde por razones obvias no hay juez del registro civil,
deberán acudir ante el cónsul mexicano del lugar, autoridad nacional compe-
tente en los asuntos que se refieren a los mexicanos en el extranjero y éste a su
vez deberá remitir los documentos al juez del registro civil del domicilio de los
padres a través de la SRE.
A.E.P.D. y N.
163]
A RTS. 73 y 74 LIBRO PRIMERO
L.C. P.
[65j
ARTS. 75 y 77 LIBRO PRIMERO
Para la mejor identificación de los nacidos, el juez del registro civil tiene la
obligación de anotar en el acta de nacimiento de cada uno de los hermanos, las
particularidades que los distingan y el orden en que ocurrió el nacimiento según
los datos que proporcionen los profesionales o personas que asistieron a la
madre.
En los partos múltiples es necesario levantar un acta para cada uno de los
nacidos, las que deberán relacionarse entre sí.
L.C.P.
CAPITULO III
De las Actas de Reconocimiento
1661
TITULO CUARTOICAMTULO I II ARTS. 77 y 78
L.C. P.
Dispone el a. 369 en estrecha relación con el artículo que se comenta, que puede
reconocerse a un hijo nacido fuera de matrimonio "por acta especial ante el
mismo juez".
Si se trata de un menor de edad, éste debe ser reconocido con el consentimien-
to de su tutor y si no lo tiene, debe el juez designarle un tutor especialmente para
el caso, como lo dice el a. 375.
L.C.P.
[67]
ARTS 79 y RO LIBRO PRIMERO
Una disposición similar encontramos en el a. 375 que dice: "El hijo mayor de
edad no puede ser reconocido sin su consentimiento". Si se trata de reconoci-
miento del menor de edad véase el comentario al a. 375.
L.C.P.
[68]
TITULO CUARTO. CAPITULO ARTS. MI y 82
[6 9]
ARTS. 5y 114 LIBRO PRIMERO
L.C.P.
CAPITULO IV
De las actas de adopción
ARTÍCULO 84. Dictada la resolución judicial definitiva que auto-
rice la adopción, el Juez, dentro del término de ocho días,
remitirá copia certificada de las diligencias al Juez del
Registro Civil que corresponda a fin de que, con la com-
parecencia del adoptante, se levante el acta correspon-
diente.
La sentencia ejecutoriada que pronuncia la adopción crea, con relación al
adoptado ya su padre adoptante, el llamado parentesco civil. Este se limita, en
cuanto a sus efectos, a adoptante y adoptado; es decir, no se extiende a los
parientes de uno y otro, salvo en lo que respecta a los impedimentos matrimo-
niales (a. 402).
El parentesco civil determina derechos y obligaciones recíprocos, tales como
los que derivan de los aa. 395, 396, 1612 y 1613 de este ordenamiento.
El acta de adopción a que se refiere el presente artículo constituye prueba
auténtica del nuevo estado civil, de hijo adoptivo o de padre adoptante, en las
1701
TITULO CUARTO
Del Registro Civil
CAPITULO IV
De las actas de adopción
ARTS. 5y 114 LIBRO PRIMERO
L.C.P.
CAPITULO IV
De las actas de adopción
ARTÍCULO 84. Dictada la resolución judicial definitiva que auto-
rice la adopción, el Juez, dentro del término de ocho días,
remitirá copia certificada de las diligencias al Juez del
Registro Civil que corresponda a fin de que, con la com-
parecencia del adoptante, se levante el acta correspon-
diente.
La sentencia ejecutoriada que pronuncia la adopción crea, con relación al
adoptado ya su padre adoptante, el llamado parentesco civil. Este se limita, en
cuanto a sus efectos, a adoptante y adoptado; es decir, no se extiende a los
parientes de uno y otro, salvo en lo que respecta a los impedimentos matrimo-
niales (a. 402).
El parentesco civil determina derechos y obligaciones recíprocos, tales como
los que derivan de los aa. 395, 396, 1612 y 1613 de este ordenamiento.
El acta de adopción a que se refiere el presente artículo constituye prueba
auténtica del nuevo estado civil, de hijo adoptivo o de padre adoptante, en las
1701
TITULO CUARTO/CAPITULO IV ARTS 84, 85 y 86
C.G.M.
Es menester relacionar este artículo con el 400, según el cual "tan luego omo
cause ejecutoria la resolución judicial que se dicte autorizando una adopción,
quedará ésta consumada".
Se discute en legislación comparada si el nuevo estado civil de hijo adoptivo o
de padre adoptante se configura en virtud de la sentencia ejecutoriada que
pronuncie la adopción, o por obra de la inscripción en el registro.
En el CC para el DF se da una solución clara y terminante, en el sentido de
que el estado civil derivado del vínculo de la adopción queda establecido por la
sentencia. En otras palabras, ésta es constitutiva de estado civil. El acta de
adopción es, entonces, un documento público que hace plena fe del hecho que
en ella se atesta; pero su falta no quita efectos a la adopción ni inhibe a las partes
o a terceros de reclamar los derechos o responsabilizarse por las obligaciones
emanadas del nuevo parentesco civil, creado por la sentencia ejecutoriada.
La solución dada por el CC puede adquirir importancia, p.e., en caso de suce-
sión, cuando una de las partes en la relación adoptiva fallece después
de ejecutoriada la sentencia, pero antes de que la adopción haya sido inscrita
en el registro. No cabe duda en este caso de que existen derechos sucesorios
entre las partes.
Se remite este artículo al a. 81, en toque respecta a la sanción que corresponda
para el caso de incumplimiento de la obligación de inscribir la adopción en el
registro civil. Pero es de tener presente que el a. 81 fue modificado (DO 3-I-79) y
no señala actualmente ninguna sanción.
C. G.M.
171]
ARTS 86, 87 y 88 LIBRO PRIMERO
C.G.M.
1721
TITULO CUARTOiCAPITULOS IV y V ARTS. 88, 89 y 90
C.G.M.
CAPITULO V
De las actas de tutela
ARTICULO 89. Pronunciado el auto de discernimiento de la tutela
y publicado en los términos que previene el Código de
Procedimientos Civiles, el Juez de lo Familiar remitirá
copia certificada del auto mencionado al Juez del Regis-
tro Civil para que levante el acta respectiva. El Curador
cuidará del cumplimiento de este artículo.
C.G. M.
1731
ARTS_ 90 y 91 LIBRO PRIMERO
C.G.M.
El acta de tutela, de acuerdo a este artículo, debe contener las constancias más
relevantes del expediente en que se haya sustanciado el nombramiento de tutor,
ante el juez de lo familiar.
La fr. II es correlativa del a. 902 del CPC, según el cual ninguna tutela puede
conferirse sin que previamente se declare el estado de minoridad o de incapaci-
dad de la persona que va a quedar sujeta a ella. Mientras que el estado de
174]
TITULO CUARTO/CAPILULOS V Y VI ARTS. 91,92 y 93
CAPITULO VI
De las actas de emancipación
ARTICULO 93. En los casos de emancipación por efecto
del matrimonio, no se extenderá acta por separado; será
suficiente para acreditarla, el acta de matrimonio.
1751
ARTS, 94, 93, % y 97 LIBRO PRIMERO
CAPITULO VII
De las actas de matrimonio
ARTÍCULO 97. Las personas que pretendan contraer matrimonio
presentarán un escrito al Juez del Registro Civil del
domicilio de cualquiera de ellas, que exprese:
I.—Los nombres, apellidos, edad, ocupación y domici-
lio, tanto de los pretendientes como de sus padres, si éstos
fueren conocidos. Cuando alguno de los pretendientes o
los dos hayan sido casados, se expresará también el nom-
bre de la persona con quien celebró el anterior matrimo-
nio, la causa de su disolución y la fecha de ésta;
II.—Que no tienen impedimento legal para casarse, y
I11.—Que es su voluntad unirse en matrimonio.
Este escrito deberá ser firmado por los solicitantes, y si
alguno no pudiere o no supiere escribir, lo hará otra
persona conocida, mayor de edad y vecina del lugar.
1761
"TITULO CUARTO/CAPITULO VII ARTS 97 y 98
que lo unía a otra persona ha sido disuelto por alguna de las causas que la ley
establece.
Cuando alguno de los solicitantes no sepa escribir, la solicitud será suscrita
por otra persona capaz, que sea además conocida y vecina del lugar en d onde se
celebrará el matrimonio.
El elemento de la vecindad es un dato que puede comprobarse por medios
objetivos. En cuanto a que se trate de una persona "conocida", los jueces del
registro civil deberán cuando menos, hacer constar, bajo su responsabilidad,
que se han cerciorado de que quien firma en l ugar de cualquiera de los solicitan-
tes es conocido como persona digna de crédito en el lugar donde tiene su
domicilio el solicitante.
I.G.G.
1771
ART. 98 LIBRO PRIMERO
1781
TI 1 ULO CUARTO CAPITULO VII AR1 S 98. 99 y IQ()
I.G.G.
I.G.G.
179j
ARTS 100 y 101 LIBRO PRIMERO
I.G.G.
Es cierto que la fijación del plazo antes dicho, no impide que el matrimonio
pueda celebrarse válidamente con posterioridad. No es un requisito cuyo in-
cumplimiento produzca la nulidad del acto por extemporaneidad; pero también
es verdad que si uno de los solicitantes o ambos, son menores de edad y fallece el
ascendiente o tutor que ha prestado su consentimiento para la celebración del
matrimonio, la persona que en su defecto tendría el derecho de otorgarlo, no
puede revocar el que ya había otorgado, si el matrimonio se celebra dentro del
plazo de ocho días señalado por el precepto que se comenta (véase a. 154).
1801
TITULO CUARTO.' CAPI ULO VII ART 102
[81]
ART 103 LIBRO PRIMERO
[82]
TITULO CUARTO CAPITULO VII ARTS 103. 103 HÉy 104
el acta, las huellas digitales de los contrayentes. El juez del registro civil debe
autorizar con su firma el acta que ha levantado.
El acta de matrimonio hace prueba plena no sólo del acto del matrimonio,
sino de todas las circunstancias que se deben hacer constar en ella por disposi-
ción de la ley, de las cuales el juez del registro civil da fe de haber pasado en su
presencia. (a. 50).
I.G.G.
I.G.G.
[83)
ARTS, 104, 105 y 106 LIBRO PRIMERO
hecho inexacto, a los médicos que expidan un certificado que sea engañoso
sobre la salud de uno de los pretendientes o de ambos, si el padecimiento
ocultado por el médico es causa de impedimento para el matrimonio, o a las
personas que se hagan pasar falsamente por padres o tutores del menor que
pretenda contraer matrimonio.
El delito de falsedad e informes falsos dados a una autoridad, se encuentra
sancionado en el a. 247 del CP para el DF.
I.G.G.
Cuando el juez del registro civil, por sí mismo o por haber recibido alguna
denuncia, obtenga datos que le hagan presumir la existencia de algún impedi-
mento para la celebración del matrimonio, deberá levantar un acta ante dos
testigos haciendo constar la información en que fundó su presunción del
impedimento y en su caso el nombre del denunciante, insertando literalmente la
denuncia presentada. El acta deberá ser firmada por todos los que en ella
intervinieren, a saber: el juez, los testigos y el denunciante, en su caso.
La autoridad competente para calificar el impedimento, es el juez de lo
familiar (juez de primera instancia).
1.G.G.
[84]
TITULO CUARTO CAPITULO VII ARTS. I0 y ION
I.G.G.
I.G.G.
1851
ARTS. 108 y 109 LIBRO PR1MERC
[861
TITULO CUARTO/CAPITULO VII ARTS. 109. 110 y 111
tutor o la tutriz han sido autorizados para contraer matrimonio con la pupila o
el pupilo que se encuentren bajo su guarda, conforme lo disponen los aa. 156 y
159.
I.G.G.
Esta disposición remite al CP para sancionar al juez del registro civil que
autorice un matrimonio si tiene noticia de que existe un impedimento para
celebrarlo.
En el supuesto previsto en este artículo, la conducta del juez del registro civil
es notoriamente ilícita porque realiza actos contra el tenor de una ley prohibiti-
va. (Véase LFRSP aa. 1, 2, 47, 49 y 53).
De acuerdo con lo dispuesto por los aa. 225, frs. 1V y VI y227 del CP además
de la pena privativa de la libertad que se imponga, será privado de su cargo e
inhabilitado para el desempeño de uno nuevo, por un lapso que será de uno a
diez años.
I.G.G.
ARTÍCULO 111. Los Jueces del Registro Civil sólo podrán negarse
a autorizar un matrimonio, cuando por los términos de la
solicitud, por el conocimiento de los interesados o por
denuncia en forma, tuvieren noticia de que alguno de los
pretendientes, o los dos carecen de aptitud legal para
celebrar el matrimonio.
Los jueces del registro civil, no pueden negarse a celebrar un matrimonio, si los
solicitantes han presentado una solicitud en forma y han acompañado a ella
los anexos mencionados en los preceptos que antes se han comentado, excepto
en los casos en que por los datos que contiene la solicitud, por el conocimiento
que el juez tenga de los interesados o por denuncia presentada el juez tenga
conocimiento de la existencia de algún impedimento.
Con esa salvedad el juez del registro civil tiene el deber de celebrar el
matrimonio que le han solicitado conjuntamente ambos pretendientes; pues en
el matrimonio, el elemento sustancial es el consentimiento de quienes pretenden
contraerlo.
La presencia del juez del registro civil, siendo elemento sustancial, obedece a
t8 71
ARTS. III. 02y 1/3 LIBRO PRIMERO
otras finalidades: revestir al acto de las solemnidades exigidas por la ley, recibir
en esa forma las declaraciones de voluntad de los contrayentes de querer
vincularse como marido y mujer, declararlos unidos en nombre de la ley y de la
sociedad, levantar el acta correspondiente y firmarla en unión de las personas
que han intervenido en el acto.
Así pues, en tanto que los contrayentes intervienen en ejercicio de un derecho
subjetivo, el juez del registro civil lo hace en cumplimiento de un deber propio de
Su cargo.
I.G. G.
ARTÍCULO 112. El Juez del Registro Civil, que sin motivo justifi-
cado, retarde la celebración de un matrimonio, será san-
cionado la primera vez con multa de $1,000.00 y en caso
de reincidencia con destitución del cargo.
Cuando el juez del registro civil falte al cumplimiento de la obligación de
celebrar el matrimonio dentro del término de ocho días a que se refiere el a. 101,
incurrirá en multa de mil pesos por la primera violación y en caso de reinciden-
cia, será destituido del cargo.
Para que proceda la aplicación de las sanciones que este precepto establece, se
requiere que haya habido culpa o negligencia como causa del retardo en la
celebración del matrimonio.
Cuando la violación de esa obligación obedezca a dolo, el juez del registro
civil puede incurrir en la comisión del delito previsto en los aa. 225 fr. VIII y 227
del CP. (Véase LFRSP aa. 1, 2, 47, 49 y 53).
1.G. 0,
ARTICULO 113. El Juez del Registro Civil que reciba una solici-
tud de matrimonio, está plenamente autorizado para
exigir de los pretendientes, bajo protesta de decir ver-
dad, todas las declaraciones que estime convenientes a
fin de asegurarse de su identidad y de su aptitud para
contraer matrimonio.
También podrá exigir declaración bajo protesta a los
testigos que los interesados presenten; a las personas que
figuren como padres o tutores de los pretendientes, ya los
médicos que subscriban el certificado exigido por la frac-
ción IV del artículo 98.
El juez del registro civil tiene las más amplias facultades inquisitivas en lo que se
1881
TITULO CUARTO/CAPÍTULOS VII Y VIII ARTS, 113. 114 y 115
CAPITULO VIII
De las actas de divorcio
ARTÍCULO 114. La sentencia ejecutoria que decrete un divorcio se
remitirá en copia al Juez del Registro Civil para que
levante el acta correspondiente.
El acta que el juez del registro civil debe levantar, por mandato del juez
sentenciador en el caso de divorcio judicial, es un acto de ejecución de una
sentencia que ha causado ejecutoria.
I.a resolución en la que el juez de lo familiar ha decretado la disolución del
vínculo matrimonial, debe ser transcrita en sus puntos resolutivos en la forma
correspondiente. que para estos casos se lleven en las oficinas del registro civil.
El juez del registro civil, autoridad administrativa, actúa en este caso, como
funcionario ejecutor, en auxilio del Poder Judicial y en acatamiento de lo
ordenado por el juez de lo familiar.
1901
TITULO CUARTO/CAPITULO IX ARTS. 117 y 118
CAPITULO IX
De las actas de defunción
ARTÍCULO 117. Ninguna inhumación o cremación se hará sin
autorización escrita dada por el Juez del Registro Civil,
quien se asegurará suficientemente del fallecimiento, con
certificado expedido por médico legalmente autorizado.
No se procederá a la inhumación o cremación sino hasta
después de que transcurran veinticuatro horas del falleci-
miento, excepto en los casos en que se ordene otra cosa
por la autoridad que corresponda.
El juez del registro civil está facultado para insertar en el acta los datos que
considere necesarios en relación con la identidad de la persona que ha fallecido,
las causas de su muerte y la declaración que se le haga al respecto.
Se requiere de la declaración de dos testigos y se preferirá a los parientes o
vecinos del finado. Esta prueba testimonial originalmente completaba la prueba
de inspección ocular que en épocas anteriores debía llevar al cabo el funcionario
encargado de levantar el acta de defunción para cerciorarse de la existencia del
cadáver. Entonces se hacía acompañar de los testigos de identidad.
I.G.G.
911
ARTS 119 y 120 LIBRO PRIMERO
Impone este precepto una sanción de quinientos a cinco mil pesos de multa alas
personas que habiten en la casa donde ocurrió el fallecimiento así como a los
directores de las casas de reclusión, hospitales, colegios, casas de huéspedes,
hoteles, etc., que no den aviso de la defunción al juez del registro civil dentro del
término de veinticuatro horas siguientes del fallecimiento.
[92]
TITULO CUARTO/CAPITULO IX AR IS. 120, 121 y 122
I.G.G.
Si por los datos que el juez del registro civil ha obtenido, puede nacer la sospe-
cha de que la muerte fue violenta, dará parte al MP, dándole a conocer la
información que tenga al respecto, para que éste proceda a iniciar la averigua-
ción correspondiente.
El MP, cuando averigüe el fallecimiento de una persona dará parte al juez
del registro civil para que levante el acta de defunción.
Si se ignora el nombre de la persona que ha fallecido, se asentarán en el acta
todos los datos que puedan servir para identificación y si se adquiere mayor
1931
ARTS. 122. 123 y 124 LIBRO PRIMERO
información, se comunicará al juez del registro civil para que los anote en el
acta.
1.G.G.
194]
TITULO CUARTO:CAOITU1.0 IX ARTS. 124. /25 y 126
ria de esta nota, dispone que el juez del registro civil levantará el acta de
defunción de la persona que se sabe desapareció en el siniestro, siempre que se
tenga la "certeza" de su muerte.
El acta contendrá el nombre de las personas que hayan conocido a quien no
aparece y las demás noticias que sobre el suceso puedan adquirirse. Es obvio que
la certeza de su muerte sólo la pueden tener quienes lo hayan visto perecer en el
siniestro, por lo cual sus declaraciones deben hacerse constar en el acta de
defunción.
I.G.G.
I.G.G.
195]
ARTS. 126. 127. 128 y 129 LIBRO PRIMERO
[96]
TITULO CUARTO;CAPITULOS IX Y X ARTS. 129. 130 y 13!
I.G.G.
[97]
AR1, 131. 132 1- 133 LIBRO PRIMERO
L.C.P.
Esta disposición ha sido modificada en dos ocasiones. El texto original era del
tenor siguiente: "El oficial del Registro civil levantará el acta correspondiente,
en la que se insertará la resolución judicial que se le haya comunicado".
De acuerdo con el texto actual, sólo deben anotarse las actas de nacimiento y
de matrimonio, según corresponda cuando se reciba la resolución judicial a que
se refiere el a. 191.
Los aa. 92 y 116 contemplan igual disposición con respecto a las tutelas y al
divorcio.
L.C.P.
[98I
TITULO CUARTO/CAN.] 111.0S X Y XI ARTS 133 y 134
. C. P.
CAPITULO XI
De la Rectificación, Modificación y Aclaración
de las Actas del Registro Civil
ARTÍCULO 134. La rectificación o modificación de un acta del
estado civil, no puede hacerse sino ante el Poder Judicial
y en virtud de sentencia de éste, salvo el reconocimiento
que voluntariamente haga un padre de su hijo, el cual se
sujetará a las prescripciones de este Código.
Sólo los tribunales de justicia pueden ordenar la rectificación de las actas del
estado civil y ello debe hacerse mediante un juicio como lo señala el a. 137.
En el juicio deben necesariamente figurar como partes, además del peticiona-
rio, el director del registro civil y las personas que pudieran verse afectadas por
los resultados del juicio.
Así lo ha resuelto la SC.IN en innumerables ejecutorias. Por vía de ejemplo se
transcribe lo siguiente:
199]
TULA O CUARTWCAPI rm o XI ART. 135
substanciales anotados en el acta son falsos, la sanción debe ser la nulidad del
acto.
Puede ocurrir que algunos de los hechos anotados en el acta sean no substan-
ciales, pero falsos. En tal caso procedería la rectificación del acta pero no su
nulidad. Así lo ha resuelto la SCJN, en una ejecutoria que aparece publicada en
el Informe del ario 1980, núm. 5, p. 5, que fue aprobada por unanimidad de 4
votos, y que en la parte pertinente dice: "En virtud de haberse acreditado en el
juicio civil correspondiente, que en el acta de nacimiento de un menor se asentó
falsamente cl dato de que su madre es esposa de quien lo presentó, ha de ordenarse
en la sentencia respectiva, la rectificación de tal falsedad".
La fr. II del artículo que se comenta, dispone que puede rectificarse un acta
por e nmienda, cuando se solicite variar algún nombre u otra circunstancia, sea
esencial o accidental.
Para facilitar el conocimiento de esta disposición, citaremos diversas ejecuto-
rias de la SCJN que aclaran estos conceptos.
En el apéndice del SJ F de 1975, cuarta parte, Tercera Sala, p. 947, figura la
tesis núm. 312 cuya doctrina es la siguiente:
Aun cuando en principio el nombre con que fue registrada una persona es
inmutable, sin embargo en los términos de la fracción 11 del articulo 135
del Código Civil para el Distrito Federal, es procedente la rectificación del
nombre en el acta de nacimiento, no solamente en el caso de error en la
anotación, sino también cuando existe una evidente necesidad de hacer-
lo, como en el caso en que se ha usado constantemente otro diverso de
aquél que consta en el registro y sólo con la modificación del nombre se
hace posible la identificación de la persona; se trata entonces de ajustar el
acta a la verdadera realidad social y no de un simple capricho, siempre y
cuando además esté probado que el cambio no implica actuar de mala fe,
no se contraría la moral, no se defrauda, ni se pretende establecer o
modificar la filiación, ni se causa perjuicio a tercero.
(Véase Anales de Jurisprudencia, TSJ del DF, 2a. Sala, t.XCV11, p. 40).
L.C. P.
Con respecto a los herederos de las personas comprendidas en las frs. 1 y II del
artículo que se comenta, la SCJN, en una ejecutoria que aparece publicada en el
Informe del año 1 979,
núm. 63, p. 54, aprobada por unanimidad de 4 votos,
considera que pueden pedir la rectificación
L.C.P.
11021
FI11,1.0 Cl: ARIO 1. APIIII O X1 ART, 117
El a. 24 del C PC al enumerar las acciones del estado civil, incluye entre ellas a las
que tengan por objeto "atacar el contenido de las constancias del registro civil
para que se anulen o rectifiquen".
Las decisiones judiciales que se dicten producen efectos erga omnes, o sea,
afectan aun a los que no litigaron.
Recae sobre el peticionario todo el peso de la prueba cuando el demandado
no contesta en estos juicios, pues el a. 271 del CPC tiene por contestada la
demanda en sentido negativo.
La SCJN en una ejecutoria que aparece publicada en el Informe de 1978, bajo
el núm. 123 de la p. 81 resolvió que:
en los juicios sobre rectificación de actas del registro civil para acreditar
el cambio demandado, debe ofrecerse no sólo la prueba de testigos, sino
todas aquellas que puedan demostrar su justificación como son: pruebas
documentales públicas y privadas, corno actas de nacimiento, de matri-
monio, de nacimiento de hijos, documentos oficiales de filiación, de
identidad, pasaportes migratorios, nombramientos, cargos honoríficos,
distinciones relativas a intervención en actos y actividades públicas,
judiciales, administrativas o sobre anotaciones en registros públicos
como actos significativos de la vida civil, artística y social y además debe
llamarse a juicio no sólo al titular del registro civil, que generalmente no
ocurre al mismo, sino también a todas las personas a quienes pudiera
modificar su estado civil la rectificación demandada o afectar su interés
jurídico.
[1031
AR F5 137. OS y 131} Ri LIBRO PRIMERO
L.C. P.
Debe comunicarse al juez del registro civil la sentencia ejecutoriada que conceda
o deniegue la rectificación para que haga referencia de ella al margen del acta
impugnada. Tiene ello especial importancia, porque según el a. 24 del CPC, lo
resuelto por el tribunal produce efectos erga omnes y afecta aun a los que no
litigaron.
L.C.P.
Este artículo fue agregado al CC, por la ley del 3 de enero de 1979. La aclaración
de las actas del estado civil puede hacerse hoy por la vía administrativa y no por
la judicial, como lo establecía el a. 938 del CPC del DF. Decía esa disposición
que se encontraba ubicada en los capítulos referentes a los actos de jurisdicción
voluntaria.
[104]
TITULO CUARTO/ CAI'l FU LO XI A R I. 138 HP,
[1051
ARTS. 138 Bis. 139 140 LIBRO PRIMERO
dos meses. Podrá formularse oposición dentro de los quince días compu-
tados desde la última publicación. La sentencia es oponible a terceros y se
comunicará al registro del estado civil.
L.C.P.
TITULO QUINTO
Del matrimonio
CAPITULO I
De los esponsales
ARTÍCULO 139 La promesa de matrimonio que se hace por
escrito y es aceptada, constituye los esponsales.
A.E.P.D. y N.
El a. 148 dispone que para poder celebrar matrimonio el varón necesita haber
cumplido dieciséis años de edad y la mujer catorce. Consecuentemente, la
disposición que se comenta establece que los menores que han alcanzado
dieciséis y catorce años respectivamente según que se trate de varón o de mujer,
podrán celebrar esponsales, con la intervención que a sus representantes legíti-
mos les otorga el a. 141, mientras sean menores de edad.
Puesto que el matrimonio es un acto, que produce efectos jurídicos en la vida
de los cónyuges, sólo ellos personalmente son quienes pueden celebrarlo; por
ello tienen la misma capacidad para Otorgar la promesa de matrimonio, no
es un acto que puedan celebrar sus representantes legítimos (padres o tuto-
res). El promitente o el aceptante de la promesa sí podrá designar apoderado
especial para otorgar o aceptar la promesa. con la autorización de quienes
1106]
TITULO QUINTO
Del matrimonio
CAPITULO I
De los esponsales
ARTÍCULO 139. La promesa de matrimonio que se hace por
escrito y es aceptada, constituye los esponsales.
A.E.P.D. y N.
El a. 148 dispone que para poder celebrar matrimonio el varón necesita haber
cumplido dieciséis años de edad y la mujer catorce. Consecuentemente, la
disposición que se comenta establece que los menores que han alcanzado
dieciséis y catorce años respectivamente según que se trate de varón o de mujer,
podrán celebrar esponsales, con la intervención que a sus representantes legíti-
mos les otorga el a. 141, mientras sean menores de edad.
Puesto que el matrimonio es un acto, que produce efectos jurídicos en la vida
de los cónyuges, sólo ellos personalmente son quienes pueden celebrarlo; por
ello tienen la misma capacidad para Otorgar la promesa de matrimonio, no
es un acto que puedan celebrar sus representantes legítimos (padres o tuto-
res). El promitente o el aceptante de la promesa sí podrá designar apoderado
especial para otorgar o aceptar la promesa, con la autorización de quienes
11061
TITULO QUINTO/ CAPUT U LO I AR IS 14115 141
1.G.G.
1107j
ARTS_ 142 y 143 LIBRO PRIMERO
I.G.G.
A RlICU LO 143. El que sin causa grave, a juicio del juez, rehusare
cumplir su compromiso de matrimonio ódifiera indefini-
damente su cumplimiento, pagará los gastos que la otra
parte hubiere hecho con motivo del matrimonio pro-
yectado.
En la misma responsabilidad incurrirá el prometido
que diere motivo grave para el rompimiento de los espon-
sales.
También pagará el prometido que sin causa grave falte
a su compromiso, una indemnización a título de repara-
ción moral, cuando por la duración del noviazgo, la
intimidad establecida entre los prometidos, la publicidad
de las relaciones, la proximidad del matrimonio u otras
causas semejantes, el rompimiento de los esponsales cau-
se un grave daño a la reputación del prometido inocente.
La indemnización será prudentemente fijada en cada
caso por el juez, teniendo en cuenta los recursos del
-I 1 TU LO QUINTO CA IITU 1 01 ARIti 143 y 1 44
I.G.G.
[109]
ARTS. 144 y 145 LIBRO PRIMERO
1.G.G.
CAPITULO II
De los requisitos para contraer matrimonio
ARTICULO 146 El matrimonio debe celebrarse ante los funciona-
rios que establece la ley y con las formalidades que ella
exige.
L. C.
Esta disposición se encuentra en intima relación con el a. 182 que dice: 'Son
nulos los pactos que los esposos hicieren contra las leyes o los naturales fines del
matrimonio".
Desea el legislador, que exista en el matrimonio un equilibrio perfecto de
facultades y deberes entre marido y mujer. Para materializar este propósito en el
a. 2o. consagra el principio de la igualdad jurídica del hombre y la mujer.
Los redactores del CC, en el informe rendido sobre su labor manifestaron en
forma elocuente estos propósitos, al decir:
citar los aa. 162, 163, 164, 168, 302, 426, 1368 y otros.
El deber de socorro y asistencia recíprocos lo consagra el a. 162 cuando dice:
"Los cónyuges están obligados a contribuir cada uno por su parte a los fines del
matrimonio y a socorrerse mutuamente".
El deber de los cónyuges de asistirse, de auxiliarse y socorrerse mutuamente".
lo ha materializado el legislador, entre otras, en las disposiciones legales ya
enumeradas y en los aa. 486, 523, 581, 582. 653 fr. 1.
Cualquier condición contraria a la ayuda mutua que convinieren los cónyu-
ges se tendrá por no puesta.
En cuanto a la perpetuación de la especie, el legislador obliga a los cónyuges a
vivir juntos. En el a. 163, se establece esta obligación: "Los cónyuges vivirán
juntos en el domicilio conyugal. Se considera domicilio conyugal, el hogar
establecido de común acuerdo por los cónyuges, en el cual ambos disfrutarán de
autoridad propia y consideraciones iguales".
Sólo por razones muy calificadas podrán los tribunales eximir de esta obliga-
ción a alguno de los cónyuges, como puede ocurrir en los casos que señala el
propio a. 163 y los aa. 258. 273 fr. II 1, 275, 277 y 282 fr. II.
El maestro Rojina Villegas, comentando el a. 147 dice que no puede pactarse
un estado de vida contrario a la convivencia porque impediría realizar los fines
del matrimonio (Derecho civil mexicano, t. IL "Derecho de familia", 4a. ed..
1975, p. 225).
El a. 147, declara irrenunciables las normas existentes en la legislación civil
que tienen por finalidad la perpetuación de la especie y la ayuda mutua que se
deben los cónyuges.
Dicho precepto establece que las condiciones contrarias a los fines que allí se
indican se tendrán "por no puestas". ¿Qué quiso decir con ello el legislador'? ¿esa
frase es equivalente a nulidad del acto? El a. 182 cuyo contenido es semejante al
del a. 147 establece categóricamente la nulidad de los pactos que allí se enumeran.
Hay varias disposiciones en el CC, que emplean también la frase del a. 147:
"se tendrá por no puesta". Entre ellas podemos citar los aa. 600, 1355 y 1380.
L. C. P.
L.C.P.
[115]
ARTS. 149 y 150 LIBRO PRIMERO
L C. P.
[116]
TITULO Qt1114T0CAPIrno n ARTS. 150. 151, 152 y 153
en juicio y fuera de él en todos los actos civiles, con excepción del matrimonio,
del reconocimiento de hijos, del testamento y de otros estrictamente personales.
A falta de tutor suplirá el consentimiento el juez de lo familiar.
El a. 111 del CC chileno, da una solución más práctica a éste problema al
establecer que en defecto de los llamados, dará al menor el consentimiento para
el matrimonio el oficial del registro civil que deba intervenir en su celebración.
L.C. P.
L. C.P.
L.C. P.
Las personas que desean contraer matrimonio deben manifestarlo por escrito al
juez del registro civil en la forma que señalan los aa, 97 y 98. En esta solicitud
debe constar el consentimiento otorgado a los menores por sus ascendientes o
tutores. Si estas personas han firmado la solicitud y la han ratificado después
ante el juez del registro civil en la forma que señala el a. 100 no pueden revocar la
autorización concedida (véase comentario al a. 149). Sin embargo pueden
revocarla cuando exista justa causa para hacerlo, haciendo la presentación
respectiva al juez del registro civil.
L.C.P.
Sólo por justa causa superveniente puede el juez revocar el consentimiento que
hubiere otorgado al menor para contraer matrimonio y no por motivos anterio-
res a dicha autorización. No reparó en ellos oportunamente y no puede hacerlo
después, porque el consentimiento una vez otorgado por el juez, se considera
irrevocable, con la salvedad ya expresada.
L.C.P.
*N.E.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del artículo primero del
decreto que reforma diversas disposiciones a! CC publicado en el DO del 23 de
julio de 1992.
ARTS. 156 y 157 LABRO PRIMERO
120]
TITULO QUINTO/CAPITULO 11 ARTS. 157 y 158
segundo: "Es ilícito el hecho que es contrario a las leyes de orden público o a las
buenas costumbres".
De conformidad con la parte final del a. 157. el adoptante podría contraer
matrimonio con el adoptado o sus descendientes si desaparece el lazo jurídico
resultante de la adopción. La adopción se extingue: por nulidad, por impugna-
ción (a. 394) y por revocación (aa. 405 y 406).
L.C.P.
L.C.P.
La ley prohibe al tutor contraer matrimonio con la persona que ha estado o está
bajo su guarda. Puede hacerlo si obtiene dispensa del presidente municipal
respectivo, cargo que no existe en el DF.
La dispensa puede ser otorgada por el jefe del DDF a través de la dirección de
gobierno (véase al respecto el a. 148.) Dicha dispensa sólo puede concederse
cuando hayan sido aprobadas las cuentas de la tutela.
También el curador, los descendientes de éste y del tutor, quedan comprendi-
dos en esta prohibición.
L.C.P.
Los pupilos menores quedarán emancipados por el matrimonio, ¿se les puede
nombrar nuevo tutor?
Al parecer el a. 160 establece una limitación más a la figura jurídica de la
emancipación. Vimos cómo los aa. 187 y 209 señalan limitaciones distintas de
las que contemplan los aa. 173 y 643 con respecto a la emancipación.
Los matrimonios celebrados por el tutor, el curador y los descendientes de
éstos, en contravención a lo dispuesto en este artículo no son nulos sino ilícitos,
por disponerlo así el a. 264 en su fr. II.
L.C.P.
[1221
TITULO QUINTO/CAPITULO II ART, 161
Es cierto que los artículos 173 y 174 del Código Civil del Estado de Pue-
bla, establecen las consecuencias de la transcripción en tiempo y la de
la transcripción extemporánea del acta de matrimonio legalmente cele-
brado entre mexicanos en el extranjero pero resulta inconcebible que la
transcripción extemporánea acarree las consecuencias de ignorar en el
país la existencia de ese matrimonio para todos los efectos jurídicos,
condenándolo a la situación de un simple concubinato y que se pudiera
considerar que no ha habido matrimonio, que los cónyuges no lo son y,
por lo tanto, no pueden divorciarse, pero sí volver a casarse cometiendo
bigamia. A estas consecuencias absurdas y contrarias al orden público
nacional y al derecho internacional conduce esa interpretación, por lo
cual debe rechazarse y optar por una que sea más jurídica. Para este fin
debe tenerse en cuenta que el matrimonio produce diversos efectos, unos
puramente familiares o morales y otros de carácter patrimonial. Ahora
bien, para que produzca efectos el matrimonio, la transcripción en nues-
tro registro del acta matrimonial relativa, es evidente que los efectos a que
alude son exclusivamente los de índole patrimonial, en beneficio princi-
palmente de terceros que establezcan relaciones jurídicas con los cónyu-
ges. Esto es obvio, dado que la transcripción es el medio de darle
publicidad al acto..., luego entonces, con base en lo anterior, debe esta-
blecerse que la expresión "efectos civiles" que emplea el precepto en
comentario alude exclusivamente a los efectos que son consecuencia de la
publicidad y a ellos debe limitarse el alcance de ella y no a todos aquellos
efectos que se producen independientemente de que haya o no tal publici-
dad, porque son producto de la naturaleza misma del contrato.
(1231
ARTS. 161 y 162 LIBRO PRIMERO
probar el matrimonio ni que éste surta sus efectos, pues las disposiciones
contenidas en el artículo 51 y 161 del Código Civil tienden a establecer la
publicación del matrimonio y a facilitar su prueba, sin que por su
aplicación se impida que el acto surta sus efectos legales. Tal publicidad
es semejante a la establecida para el Registro Público de la Propiedad.
(Anales de Jurisprudencia, t. CXX, p. 199).
L. C. P.
CAPITULO III
De los derechos y obligaciones que nacen
del matrimonio
ARTÍCULO 162. Los cónyuges están obligados a contribuir cada
uno por su parte a los fines del matrimonio y a socorrerse
mutuamente.
Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre,
responsable e informada sobre el número y el espacia-
miento de sus hijos. Por lo que toca al matrimonio, este
derecho será ejercido de común acuerdo por los cónyuges.
Este artículo fue reformado en 1974 para añadirle la segunda parte y de esta
suerte en un mismo precepto se establece, por un lado el deber de asistencia
mutua y de contribución a los fines del matrimonio y, por otro, el derecho a
decidir sobre el número y espaciamiento de los hijos.
La primera parte de este artículo recoge un valor ético-social de alta categoría
y por tanto, presenta dificultades en su interpretación y aplicación.
El primer problema a que nos enfrentamos en la interpretación de este pre-
cepto es la definición de los fines del matrimonio. Si relacionamos este artículo
con el 147 parece que dichos fines se concretan a la perpetuación de la especie.
De hecho Bertrand Russell (Vieja y nueva moral sexual) sostiene que la institu-
ción del matrimonio, en sus aspectos religioso y secular, se justifica, entre otras
razones, por el interés que la sociedad ha tenido en salvaguardar los intereses
de los hijos que pudieren surgir de una relación sexual y señalar, de manera
indubitable, la paternidad. De otra manera, explica que las relaciones íntimas
de una pareja deberían estar totalmente desprovistas de control. Si bien es cier-
to que la actitud de la sociedad hacia el sexo no se agota en la mera procrea-
ción, por lo que se intenta, a través de diferentes órdenes normativos, imponer
una ética aceptada por la generalidad.
Las afirmaciones de Russell explican hasta cierto punto, la posición de otros
autores en el sentido de que la procreación o perpetuación de la especie es el fin
f 1241
TITULO QUINTO/ CAPITULO III ATS. 162 y 161
A.E. P.D. y N.
(1.25j
ARTS. 163 y 164 LIBRO PRIMERO
A.E.P.D. y N.
[1261
TITULO QUINTO.,'CA MULO 111 ARTS. 164 y 165
A.E. P.D. y N.
Se reitera en este artículo el criterio introducido por la LRF de 1917, a través del
cual se da fin a la potestad marital ejercida hasta ese entonces. En la legislación
decimonónica se establecía expresamente que el marido era representante legal
de la mujer.
Este precepto fortalece —por lo menos esa es la intención— el establecimien-
to de una comunidad de vida pues en la medida en que marido y mujer se
relacionen en un plano de igualdad en todos los asuntos relativos al hogar, esa
comunidad será más sólida y efectiva para la realización de los fines que ambos
cónyuges proyectaron al unirse en matrimonio.
Una relación igualitaria implica, necesariamente el acuerdo de voluntades en
todo lo que afecte a dicha relación, por ello el legislador así lo dispone, y al
reconocer al mismo tiempo, que en ocasiones el acuerdo no puede lograrse, es el
juzgador quien debe resolver lo conducente. Esta facultad la ejercerá a instancia
de parte y después de haber oído a ambos cónyuges. El juez de lo familiar se
convierte así en un amigable componedor en las controversias entre marido y
mujer o mejor en el consejero matrimonial en caso de disolución.
Para algunos, este artículo es una utopía ya que en nuestro medio la potestad
marital se sigue ejerciendo de hecho en la mayoría de los matrimonios. Sin
embargo, la norma, independientemente de sancionar conductas, cumple una
función educativa muy importante. Este es uno de esos casos.
A.E.P.D. y N.
[1283
TITULO QUINTO/CAPITULO 111 • ARTS. 169, /70. 171 y 172
Este precepto proyecta la relación igualitaria entre los cónyuges establecida por
el artículo anterior, a la actividad de ambos hacia fuera del núcleo familiar. El
legislador no establece diferencia entre actividades remuneradas o no, sencilla-
mente señala los límites de esa libertad: el daño a la moral o a la estructura
familiar.
En realidad tal señalamiento es por demás impreciso pues deja al criterio del
juez, en caso de controversia, la definición de la moralidad o inmoralidad de la
actividad y si ésta perjudica efectivamente a lo que el legislador denominó
estructura familiar.
Aun cuando las reglas de la moral y la estructura familiar son conceptos que
cambian de acuerdo con la idiosincrasia imperante en cada grupo social, hay
ciertos principios básicos, aceptados generalmente por aquellas sociedades que
como la nuestra se hallan estructuradas de acuerdo con las normas de la cultura
occidental y podríamos considerar que constituye la moral media de la socie-
dad. Dentro de este marco de ideas debemos reconocer sin embargo, que el juez
debe resolver la controversia atendiendo al grado de desarrollo cultural de cada
grupo familiar. Así pues el juez deberá, en todo caso, analizar los diferentes
aspectos particulares de tos conflictos que se le presentan; con fundamento en
este precepto no debiera olvidarse que si la desavenencia llegó a tales instancias,
es porque en el matrimonio en cuestión existe un conflicto serio que afecta en
sus raíces la estabilidad familiar, por lo que el juzgador debe actuar en estos
casos guiado por el propósito de resolver el conflicto con la mayor ecuanimidad
y ponderando todas las circunstancias del caso.
A.E. P.D. y N.
[129]
ARTS. 172 y 173 LIBRO PRIMERO
A.E.P. D. y N.
Este precepto aparece en congruencia con lo establecido en los aa. 641 y 643 ya
que permiten al menor emancipado, es decir, aquel menor que ha dejado de
estar sujeto a la patria potestad, que administre libremente sus bienes como si
fuera un mayor de edad. Sin embargo, requiere autorización judicial para actos
de dominio porque se considera, con acierto, que aún no poseen el criterio
suficiente para comprometerse. Esta es una medida a través de la cual se
pretende proteger el patrimonio del menor de edad emancipado, al igual que la
establecida en la última parte del artículo: el nombramiento de un tutor para sus
negocios judiciales.
Esta última es efectivamente una medida tutelar de los derechas del menor,
empero, plantea un problema técnico de difícil solución: se trata de un menor
emancipado; la emancipación se equipara a la mayoría de edad con ciertas
limitaciones, por tanto el menor de edad emancipado deja de estar sujeto a la patria
potestad y, por lo menos en teoría, puede ejercitar sus derechos sin la intervención
de un representante legal. Pero, el legislador consideró necesaria la presencia de un
tutor especial para todos los negocios judiciales en que se viera envuelto el cónyuge
menor de edad emancipado. Obviamente se trata de una tutela especial que, sin
1130]
I ITULO CAPIT ULO
ULO AR1 ti 173 174 175
La autorización que requieren los cónyuges es para todo contrato que se refiera
a actos de dominio. Puede pensarse que se trata nuevamente de una protección
especial a los intereses patrimoniales de los cónyuges, pues es de sobra conocido
que, desafortunadamente, la falta de claridad en los asuntos económicos entre
marido y mujer és fuente de graves problemas en el seno familiar. Sin embargo,
se cumple, a través de este precepto, con otra función: evitar los contratos entre
cónyuges con fraude a terceros; es de esperarse que el obstáculo que significa
solicitar y obtener la autorización judicial inhiba, en buena medida, los acuer-
dos entre cónyuges que afecten los derechos de terceros.
La autorización a que se refiere debe solicitarse al juez de lo familiar, en la vía
de jurisdicción voluntaria, y especificando los detalles del contrato que se desea
llevar al cabo para que el juez esté en posibilidad de dictar su resolución con
conocimiento de causa.
A.E.P.D. y N.
Es claro que mediante este precepto el legislador desea precisar con toda
claridad situaciones jurídicas patrimoniales entre cónyuges. Evidentemente
cuando existe una comunidad absoluta de bienes entre los cónyuges es imposi-
ble pensar en una translación de dominio de uno a otro pues los bienes
pertenecen en común a ambos consortes. Estamos, en este caso, frente a lo que
en las leyes físicas se denomina vasos comunicantes. Es ocioso extraer líquido de
uno de los vasos para verterlo en el otro pues el nivel del líquido siempre será el
mismo por más veces que se repita la operación.
Sin embargo, se nos ocurre que el legislador pensó en forma limitante ya que
las posibilidades en los regímenes patrimoniales del matrimonio no están en los
extremos absolutos. No sólo se presentan sociedades conyugales en donde
todos los bienes de ambos cónyuges formen parte del haber social, ni en todas
las separaciones de bienes los cónyuges conservan la propiedad individual de
todos sus bienes.
En una sociedad conyugal que comprende sólo una parte de los bienes de los
cónyuges quedando fuera de ella el resto, es perfectamente posible que exista la
trasmisión de dominio de los bienes no comprendidos en la sociedad respecto de
los cuales cada uno de los consortes conserva pleno dominio.
Pensamos que el legislador debió hacer referencia a los bienes y no al
matrimonio.
A.E.P. D. y N.
[132j
TITULO QUINTO/CAK TULOS III Y IV ARTS. 177 y 178
A. E.P.D. y N.
CAPITULO IV
Del contrato de matrimonio con relación a
los bienes. Disposiciones generales
1.1331
ARTS. 1711 y 179 LIBRO PRIMERO
A. E. P.D. y N.
En las capitulaciones matrimoniales los cónyuges fijan las reglas a las que se
sujetarán sus relaciones patrimoniales. De ahí que el legislador establezca un
doble objeto de estos pactos: la constitución del régimen de bienes a que estará
sujeto el matrimonio y la administración de los mismos.
Se ha discutido mucho al respecto de la naturaleza jurídica de esta figura.
Algunos autores la consideran un contrato accesorio, otros hablan de convenio
en sentido estricto y otros, finalmente, generalizan y sostienen que son un
acuerdo de voluntades. Consideramos que el problema se origina porque la
misma figura sirve para constituir un régimen en donde se crean o transfieren
derechos y obligaciones, como es el caso de la sociedad conyugal, y también
para constituir otro en donde eventualmente se modificarían o extinguirían
ciertos derechos y obligaciones, como es el caso de la separación de bienes, sobre
todo cuando se sustituye aquel régimen por éste.
Evitando entrar en discusiones doctrinales del tema podemos admitir que las
capitulaciones matrimoniales son un acuerdo de voluntades —pues eso significa
el vocablo pacto que emplea el legislador— que en algunos casos crea o
1134]
TITULO QUINTO, CA PITUTO IV ARTS_ 179, kW y 181
A.E. P.D. y N.
A.E.P.D. y N.
113 5 1
ARTS. 181, 182 y 183 LIRRO PRIMERO
A.E. P.D. y N.
ARTÍCULO 182. Son nulos los pactos que los esposos hicieren
contra las leyes o los naturales fines del matrimonio.
Este articulo se relaciona con los aa. 8o„ 147 y 162. Atendiendo a lo establecido
en esos preceptos, éste que comentamos resulta redundante. Ningún acuerdo
de voluntades puede contravenir lo dispuesto por las leyes; la autonomía de
la voluntad tiene precisamente el limite de la legalidad, por tanto las capitula-
ciones matrimoniales se pueden realizar libremente mientras no excedan tales
límites, de otra suerte no producirán efecto jurídico alguno.
Por lo que se refiere a los fines naturales del matrimonio debe tenerse presente
que el matrimonio cumple la finalidad jurídica de dar estabilidad a las relacio-
nes de los cónyuges y que éstos deben vivir juntos y que están obligados a
ayudarse mutuamente. El matrimonio es la institución por excelencia que
establece las bases legales para que exista entre los consortes una plena comuni-
dad de vida y entre ambos consoliden la institución de la familia, la salud y la
educación de los hijos.
A.E.P.D. y N.
CAPITULO V
De la sociedad conyugal
[1361
TITULO QUINTO/CAPITULO V AR1S. 181. 184 y Ih5
1.B.S.
11371
AR.1 S. 155. Is 187 1 IRRO PRIMERO
LBS,
[138]
1121\ .11«,,, 1N1.1
1111110 Ql1\ 10 CAPilk 10 L
1. B.S.
La fr. 1V del artículo en cita otorga una amplia facultad discrecional al árgano
jurisdiccional para ordenar la disolución de la sociedad conyugal por cualquier
razón que lo justifique pero el artículo no señala criterios que puedan servir de
base a la resolución.
[1391
ART 189
LIBRO PRIMERO
[1401
TITL LO QUIN] O CAPI-11.1_0 y A RIN. 189, 19(1y 191
I. B.S.
I.B.S.
ARTS, 192, 193 y 194 1.113RO PRIMERO
1.B.S.
En relación a este precepto, los aa. 201 y 202 expresan: que en los casos de
disolución de la sociedad conyugal por nulidad del matrimonio, el consorte que
obró de mala fe no tendrá parte en las utilidades, mismas que se aplicarán a los
hijos y si no los hubiere, al cónyuge inocente. Si los dos procedieron de mala fe,
las utilidades se aplicarán a los hijos, y si no los hubiere, se repartirán en
proporción de lo que cada consorte llevó al matrimonio: (Ver comentario al
a. 198 CC).
I.B.S.
(1421
TITULO QUINTO.. CAPITULO V SR lS. 194,195.196 y 197
I.B.S.
I.B.S.
I.B.S.
B.S.
1.B.S.
ARTÍCULO 199. Cuando uno solo de los cónyuges tuvo buena fe,
la sociedad subsistirá también hasta que cause ejecuto-
ria la sentencia, si la continuación es favorable al cón-
yuge inocente; en caso contrario se considerará nula
desde un principio.
Para el cónyuge que actuó de buena fe, la sociedad subsistirá basta el momento
en que se pronuncie la sentencia de nulidad siempre que esos efectos sean
favorables.
En caso contrario se considera que la sociedad no produce efectos en su
contra, en cambio los producirá en contra del cónyuge que actuó de mala fe.
(Ver aa. 198 y 200).
I.B.S.
114,4J
TITULO QUINTO; CAPITULO V ARTS. 200, 201 y 202
1.B.S.
I.B.S.
1.B.S.
1145]
ARTS 203, 204 y 21/5 LIBRO PRIMERO
LBS.
I.B.S.
11461
TITULO QUINTOf CA PI TUZ Os y y VI AR T'. 205, 206 y 207
LBS.
I.B.S.
CAPITULO VI
De la separación de bienes
ARTÍCULO 207. Puede haber separación de bienes en virtud de
capitulaciones anteriores al matrimonio, o durante éste,
por convenio de los consortes, o bien por sentencia judi-
cial. La separación puede comprender no sólo los bienes
de que sean dueños los consortes al celebrar el matrimo-
nio, sino también los que adquieran después.
Si bien la primera parte del artículo fue tomada casi textualmente de los aa. 2072
y 2205 de los códigos civiles de 1884 y 1870 respectivamente, el contexto es total-
mente distinto: en aquellos códigos se establecía legalmente un régimen supletorio
(sociedad legal) y por tanto la separación de bienes de los cónyuges sólo podía
ser originada en virtud de actos jurídicos; bien voluntarios como las capitulacio-
nes anteriores al matrimonio, o el convenio que lo constituyera durante el
mismo, o bien por sentencia judicial. El legislador de 1928 estableció el deber, y
ya no la mera posibilidad de celebrar el matrimonio bajo el régimen de sociedad
conyugal o del de separación de bienes (a. 178). A pesar de las intenciones del
[147]
AR I S. 207 y 2011 LIBRO PRIMERO
F. V.E.
Este artículo junto con el a. 207 infine. establece las posibilidades de separación
de bienes desde dos perspectivas:
1148]
TITULO QUINTO i CAPITU LO VI MOS 205. 209. 210y 211
F. y. E.
F. V.E.
F. V.E.
[149]
ARTS. 211, 212 y 213 LIBRO PRIMERO
F.V.E.
F.V.E.
[150]
TITULO QUINTO/CAPITULO VI ARTS. 213, 214, 21$ y 216
Dado que los cónyuges pueden desempeñar cualquieraetividad, excepto las que
dañen la moral de la familia o la estructura de ésta (a. 169), conforme al régimen
de separación de bienes los ingresos que obtengan por servicios personales, por
desempeño de un empleo o el ejercicio de una profesión, comercio, o industria
pertenecerán al cónyuge que los obtenga (ver comentario al a. 216).
F. y. E.
La ley trata exclusivamente de los bienes adquiridos en común por los cónyuges
a título gratuito o don de la fortuna los cuales serán administrados por ambos o
por uno de ellos con acuerdo del otro. Este último será considerado como
mandatario, estando obligado a entregar cuentas exactas de su obligación.
F. V. E.
F. V. E.
Esta disposición marca la división por partes iguales del usufructo que la ley
concede a los padres por los bienes del hijo, adquiridos por cizalquier otro título
que no sea el trabajo, (aa. 414 fr. 1, 428 fr. 11 y 430).
F. V.E.
F. V.E.
(152]
TITULO QUINTO
Del matrimonio
CAPITULO VII
De las donaciones antenupciales
TITULO QUINTO/CAPITULO VII ART_ 2IY
CAPITULO VII
De las donaciones antenupciales
ARTÍCULO 219. Se llaman antenupciales las donaciones que antes
del matrimonio hace un esposo al otro, cualquiera que
sea el nombre que la costumbre les haya dado.
En este artículo se define a los actos por los cuales una persona, antes de
contraer el vínculo matrimonial, y en consideración a éste, transmite gratuita-
mente, uno o varios bienes presentes a su futuro consorte. Cualquiera que sea el
nombre que a estos actos se dé (llámeseles regalos de boda, dote, arras, etc.) la
ley los denomina donaciones antenupciales.
También son donaciones antenupciales, las que un tercero hace a uno o a
ambos de los futuros contrayentes en consideración del matrimonio. Este tipo
de donaciones son definidas en el a. 220. Las donaciones antenupciales no son
sino una especie del género "donaciones", pero que gozan de un tratamiento
especial por parte del legislador, al permitir a los menores de edad hacer este
tipo de transmisiones (véase el comentario al a. 229), y al dispensar, en lo
relativo a su forma, la aceptación expresa (véase comentario a los aa. 225 y 2340).
Los requisitos precisos para que se den estas donaciones entre futuros consor-
tes son: 1. Que se trate de una transmisión de dominio de uno o varios bienes, sin
exceder de la sexta parte de los bienes del donante, (véase comentario al a. 221)
2. Que se otorguen por razón de matrimonio; 3. Que se hagan antes de la
celebración de éste; 4. Que se realicen por uno de los futuros consortes a favor
del otro. Las donaciones reunidas no podrán exceder, de la sexta parte de los
bienes del donante; no necesitan para su validez de aceptación expresa; no son
revocables por sobrevenir hijos al donante, ni por ingratitud, pero sí lo son por
el adulterio o el abandono injustificado del domicilio conyugal, cuando el
donante hubiere sido el otro cónyuge; y quedaran sin efecto si dejare de
efectuarse el matrimonio. (Ver comentarios a los aa. 221, 225, 226, 227, 228
y 230).
Puede afirmarse que este tipo de donaciones tiene su origen en los presentes o
regalos de boda, conocidos en todos los tiempos y en todos los pueblos (en el
derecho romano se conocía la costumbre de entregar arras al tiempo de las
esponsales); y que su finalidad, aunque no esté reconocida en texto expreso,
consiste, las más de las veces, en sentar el futuro matrimonio sobre una clara y
firme base económica.
En el derecho español, seguramente para evitar que la donación sea ilusoria,
se exige que el donante, por razón de matrimonio, libere los bienes donados de
las hipotecas y cualesquiera otros gravámenes que pesen sobre ellos (a. 1332 del
CC español), excepto cuando se trata de censos o servidumbres (Castán Tobe-
[153]
ARTS. 219, 220 y 221 LIBRO PRIMERO
ñas, José, Derecho civil español común y foral, Madrid, Reus, 1944, t. III, p. 627),
C. L.V.
Las donaciones antenupciales son las hechas por uno de los futuros consortes a
favor del otro, en consideración del matrimonio que haya de celebrarse; pero
también son las realizadas por un tercero a favor de uno o de ambos futuros
contrayentes en vista de esa misma consideración.
Para que una donación hecha por un tercero se califique de prematrimonial,
es indispensable: 1. Que se otorgue por razón del matrimonio; 2. Que se haga
antes de celebrarse éste; y 3. Que se realice a favor de uno o de los dos futuros
esposos. Por lo tanto no merecen tal calificativo: 1. Las hechas en favor de los
cónyuges, cuando ya tienen esta calidad, o sea luego de celebrado el matrimo-
nio; 2. Las hechas en favor de los cónyuges, antes del matrimonio, sin considera-
ción al mismo; y 3. Las otorgadas en favor de personas distintas a los futuros
consortes, aun cuando tengan su razón, causa o motivo especial en la misma
unión.
Las donaciones hechas por un tercero tienen las siguientes características:
serán inoficiosas en los mismos términos en que lo fueren las comunes; no
necesitan para su validez de aceptación expresa; sólo son revocables por ingrati-
tud, si la donación se hubiese hecho a ambos novios y los dos fueren ingratos; y
quedan sin efecto si no se realiza el matrimonio. (Véase comentario a los aa. 222,
225, 227 y 230).
Estas donationes, con frecuencia facilitan la conclusión del matrimonio,
y la ley, favorecedora de la fundación de nuevas familias sobre la base del
vínculo matrimonial, las estimula, p.e., al dispensar la necesidad de aceptación
expresa.
C.L.V.
C. L.V.
[1551
ARTS. 222, 223, 224 y 225 LIBRO PRIMERO
Cuando la donación es de la totalidad de los bienes del donante, sin que éste se
reserve lo necesario para vivir según sus circunstancias, !a donación no es
susceptible de reducción, sino nula en su integridad. Esto afirma parte de la
doctrina, tomando como base que el a. 2347 habla de nulidad de la donación.
Otra párte de la doctrina sostiene que la donación no es nula, sino reducible en
lo necesario para no perjudicar la manutención del donante.
C.L.V.
Para saber si una donación afecta el deber del donante de suministrar alimentos
a aquellas personas a quienes los debe conforme a la ley, podrá el esposo
donatario y sus herederos elegir como época para hacer el avalúo de los bienes,
la fecha en que se realizó el acto de donación o la fecha de fallecimiento del
donante. Pero, este derecho de elección sólo opera, cuando al hacerse la
donación se hubiere hecho el inventario de los bienes del donante (véase a. 224).
C.L.V.
C.L.V.
[156]
TITULO QUINTO CAPITULO VII ARTS. 225, 226 y 227
C.L.V.
C. L. V.
Las donaciones comunes son revocables por ingratitud del donatario. No asilas
donaciones antenupciates en que la ingratitud del cónyuge favorecido, no da
lugar a la revocación cuando el donante es el otro cónyuge. Sin embargo, el
adulterio o el abandono injustificado del domicilio conyugal por uno de los
cónyuges, da lugar a la revocación de las donaciones antenupciales con las que
el otro lo benefició.
1157]
ARTS 227. 228 y229 LIBRO PRIMERO
C.L.V.
C.L.V.
Para el caso de las donaciones antenupciales entre futuros esposos, y no así para
aquellas en donde el donante es un extraño, pensamos, fue dictada la regla
11581
MOLO QUINTO/CAPITULO VII ARTS_ 229 y 230
contenida en este artículo, teniendo en cuenta que los menores de edad tienen
capacidad para contraer matrimonio, siempre que el varón haya cumplido 16
años y la mujer 14 (o antes si hay causa grave que justifique la celebración del
matrimonio).
En esta forma, se admitió que el menor de edad pudiera hacer donaciones
antenupeiales por sí mismo y no mediante la declaración de voluntad de su
representante legal, como normalmente ocurre en otra clase de actos en que éste
sustituye su voluntad a la del menor representado.
Se requiere, sin embargo, que concurra la voluntad del representante legal o
la autoridad judicial en defecto de aquélla, para integrar debidamente la decla-
ración de voluntad del menor y prestar validez a la donación que éste pretende
realizar (Galindo Garfias, Ignacio, Derecho civil, México, Porrúa, 1985, p.
560). Empero, cuando los bienes objeto de la donación sean muebles adquiridos
con el fruto de su trabajo, podrá el menor donarlos sin necesidad de interven-
ción de su representante legal, ni de autorización judicial; tratándose de inmue-
bles, la donación requerirá autorización judicial. (Véase comentario a los aa. 428
fr. I, 429, 435 y 643).
C. L.V.
1159]
ARTS. 230 y231 LIBRO PRIMERO
C.L.y.
C. L. V.
(1601
TITULOQUINTO■ CAPITULO VIII AR I ti 232 \ 233
CAPITULO VIII
De las donaciones entre consortes
ARTÍCULO 232. Los consortes pueden hacerse donaciones, con tal
de que no sean contrarias a las capitulaciones matrimo-
niales, ni perjudiquen el derecho de los ascendientes o
descendientes a recibir alimentos.
C. L. V.
sido opuesto al que han recibido las donaciones prenupciales: éstas, gozando de
todo el favor de la ley, aquéllas, sufren los embates de la desconfianza. En el
derecho romano, ya en tiempo de Augusto se prohibió realizar este tipo de
donaciones, mismas que eran declaradas nulas, aunque posteriormente se
aceptó que esa nulidad se convalidara con la muerte del donante. La razón de
ser de esta desconfianza en las donaciones entre cónyuges, se encuentra en que
ellas son consideradas como instrumento mediante el cual el cónyuge de débil
carácter o emocionalmente subordinado puede ser objeto de expoliación. Cuando
se les ha restringido o prohibido, ha sido para evitar que un espíritu de lucro se
introduzca en el ambiente conyugal.
En la moderna legislación comparada se registran tres sistemas en orden a las
donaciones entre cónyuges:
a) El prohibitivo, aceptado por la legislación española (aa. 1334 y 1335 del
CC español) por el que los cónyuges no pueden válidamente hacerse donaciones
después de celebrado el matrimonio.
h) El intermedio, seguido por las legislaciones de Francia y Portugal, que
consiste en permitir a los esposos hacerse donaciones pero conservando la
facultad el donante para revocarlas durante su vida, o mientras subsista el
matrimonio.
e) El permisivo, representado por las legislaciones de Alemania y Suiza, que
autoriza con el carácter de irrevocables las donaciones entre cónyuges. (Castán
Tobeñas, José, Derecho civil español común y foral, Madrid, Reus, 1944, t. III,
p. 632).
El CC vigente para el DF se sitúa en el segundo sistema, pues admite que las
donaciones entre consortes pueden ser revocadas por el donante mientras
subsista el matrimonio; pero sujetando esa revocación a la necesidad de que
exista causa justificada para ella, a juicio del juez. Por otra /Sade, para el caso de
divorcio necesario, el a. 286 establece que el cónyuge que diere causa al divorcio
perderá todo lo que se le hubiere dado o prometido por su consorte o por otra
persona en consideración a éste; y que el cónyuge inocente conservará lo
recibido y podrá reclamar lo pactado en su provecho (véase el comentario al
a. 286).
C.L.V.
El texto de este precepto genera una antinomia con la fr. III del a. 2361, pues en
tanto que el primero dice que las donaciones entre consortes no se "anularán"
por la superveniencia de hijos, el segundo dispone que no se "revocarán". Es
claro que el término equivocado es el de este artículo pues la nulidad se genera
[1621
TITULO QUINTO/ CAPITULO IX ARTS. 254 y 235
por un vicio de origen del acto, nunca por un hecho sobrevenido. En este
sentido, el concepto correcto a emplear es el de revocación.
Resulta muy lógico que este tipo de donaciones no sean revocables por la
superveniencia de hijos, pues tal revocación se basa en el supuesto de que el
donante no habría dispuesto en favor de extraños si al tiempo de la donación
hubiera tenido hijos, quienes al sobrevenir justifican la revocación. Pero las
donaciones entre consortes, son hechas precisamente por uno de los cónyuges
en favor del otro, y la superveniencia de hijos que tenga el donante en su
matrimonio de ninguna manera motiva una revocación, pues la donación en
nada afecta a los hijos sobrevenidos con el donatario; y porque si sobrevienen
hijos habidos fuera de matrimonio con posterioridad al acto de donación, no
puede prevalecer el interés de éstos sobre el de aquéllos que nacieron de
matrimonio.
Pero si bien las donaciones entre consortes no son revocables por la superve-
niencia de hijos, si se reducirán en cuanto perjudiquen el derecho de éstos a
recibir alimentos en razón de inoficiocidad. Esta reducción se hará en los
mismos términos que para las donaciones comunes establece la ley.
C.L.V.
CAPITULO IX
De los matrimonios nulos e ilícitos
ARTICULO 235. Son causas de nulidad de un matrimonio:
I.—El error acerca de la persona con quien se contrae,
cuando entendiendo un cónyuge celebrar matrimonio
con persona determinada, lo contrae con otra.
11.—Que el matrimonio se haya celebrado concurrien-
do algunos de los impedimentos enumerados en el artículo
156.
111.—Que se haya celebrado en contravención a lo
dispuesto en los artículos 97, 98, 100, 102 y 103.
Este precepto establece cuáles son las causas que producen la nulidad del
matrimonio. En él se encuentran mencionados los casos en que aunque se haya
celebrado el matrimonio, no se producirán los efectos que los contrayentes
pretenden o no se producirán en la medida que normalmente ese acto jurídico
los produce.
Tres son las causas de nulidad del matrimonio a las que se refiere el artículo
que se comenta: el error en la persona, la presencia de alguno de los impedimen-
tos denominados dirimentes y la falta de formalidades en el acto de su celebración.
11631
ARTS. 235 y 236 LIBRO PRIMERO
I.G.G.
[1641
TITULO QUINTOiCAPITU LO IX ARTS. 236 y 237
contrayente. Es preciso que el error recaiga sobre la persona con la que se entiende
celebrar el matrimonio. Cuando el error atribuye al contrayente una indivi-
dualidad distinta a aquella que en realidad tiene. (Véase Rug,giero, R., Institu-
ciones de derecho civil, t. 11, p. 739, trad. de la 4a. ed. italiana). Asimismo la
Primera Sala del TSJ, ha resuelto lo siguiente:
I.G.G.
[165]
ARTS. 237 y235 LIBRO PRIMERO
De paso debe decirse que cuando el precepto dispone que no hay lugar a ejercer
la acción de nulidad "cuando ha habido hijos", debe interpretarse en el sentido
de que no procede decretar la nulidad cuando la mujer ha concebido un hijo y se
presume legalmente que es del marido, conforme a lo dispuesto por la fr. 1 del
a. 324 o si habiendo nacido antes es reconocido por el marido, en los términos
del a. 355 del CC.
1.G.G.
[166]
TITULO QUINTO/CAPITULO IX ARTS. 238 y 239
I.G.G.
[167]
ARTS. 239. 240 y 241 LIBRO PRIMERO
quiera de los medios que establece este artículo, así lo exterioricen por hechos
ciertos de los que se puede presumir que se ha consentido en el matrimonio del
menor que en el momento de su celebración carecía de ese requisito.
I.G.G.
I.G.G.
[1681
TITULO QUINTO/CAPITULO IX ARTS. 241 y 242
I.G.G.
[169]
ARTS. 242. 243 y 244 LIBRO PRIMERO
I.G.G.
Es nulo el matrimonio celebrado entre las personas que han cometido adulterio
entre si (tienen impedimento para celebrarlo).
Están legitimados para ejercer la acción de nulidad correspondiente, el
cónyuge ofendido o el M P cuando el matrimonio anterior se ha disuelto por
causa de divorcio y sólo el M P si el matrimonio se ha disuelto por muerte del
cónyuge ofendido.
No se requiere la disolución del primer matrimonio para que el cónyuge
ofendido por el adúltero bínubo se encuentre legitimado para demandar la
nulidad del matrimonio de los adúlteros.
Por otra parte la SCJ N ha sostenido que la disolución del matrimonio de los
adúlteros por la muerte de alguno de ellos, no impide el ejercicio de la acción de
nulidad, porque falte el interés jurídico "interés que puede actualizarse por el
consorte vivo, por razón de herencia... por razón de la guarda y custodia de los
hijos menores.., por lo que respecta a las donaciones antenupciales". (Amparo
directo 7328/80. Tercera Sala, Informe de 1981).
Debe tenerse presente la tesis jurisprudencial núm. 222, Tercera Sala, cuarta
parte, Apéndice al SJF, 1985, p. 556, en donde se lee: "Matrimonio, nulidad del
por existir uno anterior. Si existe el vínculo de un matrimonio anterior, al
celebrarse un segundo matrimonio éste es nulo, aun cuando se contraiga en,
buena fe; nulidad que no es convalidable por el consentimiento tácito o expreso
de los cónyuges, ni por la prescripción".
I.G.G.
11701
TITULO QUINTO CAPITULO IX AR VS. 244 245
el que quede libre, puede ser deducida por los hijos del
cónyuge víctima del atentado, o por el Ministerio Públi-
co, dentro del término de seis meses, contados desde que
se celebró el nuevo matrimonio.
I.G.G.
[171]
ARTS. 245 y 246 LIBRO PRIMERO
1.G.G.
La acción de nulidad que nace de las causas enumeradas en este precepto, si bien
[172]
TITULO QUINTO/ CAPITULO IX ARTS. 246y 247
puede ser ejercida por cualquiera de los consortes, sólo disponen para ello del
plazo de sesenta días siguientes a la celebración del matrimonio.
La estabilidad de la familia, los fines del matrimonio, la salud y seguridad del
cónyuge sano y de la prole, son protegidas por medio de esta acción de nulidad y
por la brevedad del plazo de caducidad que fija este artículo para su ejercicio.
La norma que enuncia esta disposición al ordenar que la acción debe dedu-
cirse dentro del perentorio plazo que el mismo señala (sesenta días), se inspira en
la idea de evitar que la estabilidad familiar se lesione, si se permitiera que el
matrimonio pudiera ser disuelto por cualquiera de los cónyuges después de
haber convivido por un lapso más o menos largo, y se invocara cualquiera de las
causas mencionadas por el precepto objeto de este comentario, para disolver
por esta vía el vínculo conyugal que los consortes no impugnaron dentro del
plazo razonable. Para salir al paso a esta actitud contraria a la estabilidad
del matrimonio, y a los fines mismos de la nulidad, la ley establece que la acción
de impugnación caduca a los sesenta días de la celebración del matrimonio.
Para que proceda la acción de nulidad prevista en este artículo, se requiere
que las causas que dan lugar a ella y que menciona e] precepto, existan en el
momento de la celebración del matrimonio.
Téngase presente lo dispuesto en la fr. IV del a. 98 que ordena que con la
solicitud de matrimonio debe presentarse un certificado suscrito por un médico
en donde se haga constar bajo protesta de decir verdad que quien va a contraer
matrimonio no padece sífilis, tuberculosis, ni enfermedad alguna crónica e
incurable que sea además contagiosa o hereditaria.
I.G.G.
Conforme con lo dispuesto por este precepto legal, el cónyuge sano o el tutor
del cónyuge enfermo, están legitimados para ejercer la acción de nulidad del
matrimonio que ha celebrado una persona que tiene incapacidad de ejercicio
por causa de idiotismo o imbecilidad.
Para que proceda la nulidad derivada de esta causal, se requiere que se haya
declarado judicialmente al cónyuge enfermo en estado de interdicción, que es
presupuesto necesario para el nombramiento de tutor de una persona incapaci-
tada.
El tutor que haya sido designado por el juez que declaró el estado de
interdicción, podrá demandar la nulidad del matrimonio, si prueba que la
incapacidad existía en el cónyuge que no obstante celebró el matrimonio.
Se requiere la designación de un tutor especial en aquellos casos en los que la
declaración de interdicción se pronunció después de celebrado el matrimonio,
[173]
ARTS 247,248 y 20 LIBRO PRIMERO
I.G.G.
I.G.G.
ARTICULO 249. La nulidad que se funde en la falta de formalida-
des esenciales para la validez del matrimonio, puede
[174]
TITULO QUINTO/CAPITULO IX ART. 249
Las solemnidades propiamente dichas son las que establecen los aa. 102 y
103 que deben observarse en el acto de la celebración del matrimonio, en par-
ticular la redacción del acta de matrimonio en donde aparezcan cuando menos
los nombres y apellidos de los contrayentes (a. 103 fr. I) la declaración de los
pretendientes de ser su voluntad unirse en matrimonio y la manifestación del
juez del registro civil de que han quedado unidos en nombre de la sociedad y
de la ley (a. 103 fr. VI) y la firma de los contrayentes y del juez (a. 103 penúltimo
párrafo).
I.G.G.
[175]
ARTS. 250 y 251 LIBRO PRIMERO
[176]
TITULO QUINTO/ CAPITULO IX ARTS. 251 y 252
sólo se encuentran legitimadas, para hacer valer la nulidad, las personas expre-
samente mencionadas en la ley y que además esa acción se ha establecido para
proteger primordialmente los intereses de aquellos a quienes corresponde su
ejercicio, con exclusión de todos los demás, reitera el principio que informa
nuestra legislación civil, de preservar al matrimonio contra acciones o ataques
de terceros que pudieran perturbar la fortaleza del grupo familiar y la tranquili-
dad de la vida conyugal.
Este artículo juntamente con aquellos que señalan un plazo breve para el
ejercicio de la acción de nulidad, el anterior que protege la validez de las actas
aun cuando adolezcan de vicios de forma, así como el que establece que el
matrimonio tiene a su favor la presunción de validez, mientras no se pronuncie
sentencia ejecutoriada que declare su nulidad y particularmente las normas que
otorgan eficacia al matrimonio putativo, pone de relieve el favor de que disfruta
la institución en el ordenamiento jurídico.
I. G. G.
La disposición que contiene este artículo no exige mayor comentario. Tiene por
objeto llenar una finalidad registral importante, atendiendo a que es el medio
normal de probar el estado civil de las personas, por lo que la anotación
marginal de nulidad, en el acta de matrimonio tiene por objeto dar publicidad
ante terceros de la invalidez del matrimonio, declarada por sentencia judicial
ejecutoriada.
I.G.G.
1177]
ARTS. 253 y 254 LlEiR0 PRIMERO
Las directrices fundamentales que sirven de base al sistema que sobre nulidades
del matrimonio recoge nuestro código, encuentran clara expresión en este texto
legal.
En efecto, tratándose del matrimonio, no hay nulidades de pleno derecho,
según se decía en la doctrina clásica de aquellas nulidades que no requerían ser
declaradas judicialmente. No las hubo tampoco en el sistema de nuestros códigos,
anteriores al que rige actualmente en el DF. El principio que sustenta el CC es
contrario a esa especie de nulidades y el precepto que se comenta lo enuncia
claramente: el matrimonio tiene en su favor una presunción de validez. Para
privarlo de efectos se requiere una sentencia judicial ejecutoria que declare la
nulidad.
El segundo postulado que encierra este precepto es que la nulidad no puede
ser declarada si se hace valer por vía de excepción.
El tercer principio implícito en el texto legal que se comenta es que la
sentencia de nulidad no tiene efectos retroactivos cuando ha sido contraído de
buena fe (matrimonio putativo a que se refiere el a. 255). Castán Tobeñas
(Derecho civil español común y foral, Madrid, Reus, 1976, t. V, vol. I, p. 888)
sostiene la no retroactividad de la sentencia de nulidad, en favor del cónyuge
que desconocía la causa de nulidad.
I.G.G.
[178]
TITULO QUINTO/ cAprrui.o IX ARTS.1;4 y 155
1.G.G,
1179]
ARTS. 255, 256 y 257 LIBRO PRIMERO
1.G.G.
1.G.G.
[1801
TITULO QUINTO/ CAPITULO DC ARTS. 2S7 y55
La mala fe debe ser probada en todo caso por medios directos y concluyentes,
de modo que no quede ninguna duda al juez de que el cónyuge a quien se atri-
buye mala fe, tiene conocimiento cierto de la causa de nulidad que impide la
celebración válida del matrimonio y de que en la fecha de la celebración del
matrimonio conocía de cierto la existencia del impedimento.
Esta disposición concuerda con el sistema de las nulidades del matrimonio en
nuestro derecho, conforme al cual el matrimonio tiene a su favor la presunción
de ser válido (a. 253), se establecen términos breves para la caducidad de la
acción de nulidad, se facilita la posibilidad de convalidarlo probando la pose-
sión de estado, cuando se han omitido formalidades en el acta de matrimonio, y
se atribuye a la buena fe de los cónyuges máxima fuerza convalidatoria.
1.G.G.
Hay, sin embargo, una laguna legislativa que conviene señalar: existe el mismo
fundamento racional para dictar las mismas providencias en el caso de que la
demanda de nulidad sea presentada por ambos cónyuges conjuntamente.
Con apoyo en el principio ubi eadem ratio ibi eadem dispositio de aplicarse
extensivamente la norma que ordena la adopción de medidas cautelares en el
caso en que la nulidad del matrimonio no se demande por la vía contenciosa,
sino por acuerdo de ambos cónyuges. En este caso, la demanda de nulidad
deberá acompañarse por un proyecto de convenio para ser sometido a la
aprobación del juez que conozca de la cuestión de fondo, que comprenda los
A RTE, 258, 259 y 260 LIBRO PRIMERO
puntos a que se refieren los aa. 274y 275 de este mismo código, que se refieren al
caso de divorcio por mutuo consentimiento.
I.G.G.
I.G.G.
11821
TITULO QUINTO/CAPITU LO IX ARTS. 2ho y 261
ejercicio a cualquiera de los cónyuges y nombrar para que la ejerza a uno solo de
los progenitores, o al ascendiente o ascendientes a quienes corresponda entrar
en ejercicio, o bien designar tutor a los menores hijos si procede, cuando llega a
su conocimiento que la vida, la salud o la educación de éstos pueda comprome-
terse, se encuentra en peligro, o no están recibiendo la formación intelectual y
moral que deben darle quienes sobre ellos ejercen la patria potestad, por no
desempeñar éstos de manera adecuada y conveniente los deberes que impone la
paternidad y la maternidad en cuanto a la formación de los hijos. (Véanse los
comentarios a los aa. 422, 423 y 444),
I.G.G.
1183]
ARTS. 261 y262 LIBRO PRIMERO
1.G.G.
1184J
TITULO QUINTO/ CAPITULO IX ARTS 262, 263 y 264
1.G.G.
1.G.G.
11851
ARTS. 2M Y26$
265 LIBRO PRIMERO
ARTÍCULO 265. Los que infrinjan el artículo anterior, así como los
que siendo mayores de edad contraigan matrimonio con
un menor sin autorización de los padres de éste, del tutor
o del juez, en sus respectivos casos, y los que autoricen
esos matrimonios, incurrirán en las penas que señale el
Código de la materia.
[186]
TITULO QUINTO/CAPITU LOS IX Y X ARTS . 265 y 266
El precepto dispone que las sanciones que se impongan a los infractores que el
mismo precepto menciona, serán las que establece la ley de la materia. Incurri-
rán en esas penas: a) los mayores de edad que contraigan matrimonio con un
menor, sin la autorización de los padres de éste, del tutor o del juez en su caso;
b) los que infrinjan el artículo anterior y c.) el juez del registro civil que autorice
esos matrimonios.
Si como es de inferirse, el legislador se refiere a las sanciones que establezca el
CP, no parece que las hipótesis comprendidas en los incisos a) y b) del párrafo
anterior impongan alguna pena a las personas comprendidas en los supuestos
previstos en el artículo que se comenta.
El juez del registro civil que autorice un matrimonio ilícito, incurre en
responsabilidad en el desempeño de su cargo: puede ser sancionado con la
destitución de empleo, sin perjuicio de las penas aplicables por la comisión de
algún delito de otra naturaleza, en que pudiere haber incurrido.
I.G.G.
CAPITULO X
Del divorcio
ARTÍCULO 266. El divorcio disuelve el vínculo del matrimonio y
deja a los cónyuges en aptitud de contraer otro.
1187]
ARTS. 266 y 267 LIBRO PRIMERO
L BS.
S.
11891
A R E. 267 LIBRO PRIMERO
Fracción II. Esta causal implica que la mujer contrajo matrimonio sin
confesarle al prometido su estado de gravidez y con probable intención de
atribuirle una falsa paternidad.
Se considera hijo concebido antes de celebrado el matrimonio, el nacido
dentro de los primeros 180 días contados desde la celebración del matrimonio,
pues a contrario sensu, el a. 324 fr. I del CC presume hijos de los cónyuges, los
nacidos después de 180 días contados desde que se contrajo matrimonio.
Para la procedencia de esta causal es necesario que el marido desconozca al
hijo y éste sea declarado ilegitimo. La SCIN a este respecto emitió el siguiente
criterio.
La fracción II del artículo 360 del Código Civil vigente en el Estado de Mo-
relos, establece como causa de divorcio el hecho de que la mujer dé a luz
durante el matrimonio, un hijo concebido antes de celebrarse ese con-
trato y que judicialmente sea declarado ilegítimo. La declaración judicial
a que se refiere dicho precepto sólo puede emitirse mediante sentencia
dictada en el juicio donde se hubiera debatido si el hijo debe o no
reputarse como ilegítimo, con intervención del padre y de la madre, pero
no en un procedimiento ajeno a esa cuestión, porque ello afectará la
estabilidad misma de la familia. (Amparo directo 5372/55, Guillermo
Nava Escamilla. Resuelto por unanimidad. Tercera Sala, Informe 1956,
p. 27, SJF, quinta época, t. CXXI X, p. 494).
Fracción 111. La causal implica una conducta inmoral que ciertamente des-
truye el nexo afectivo entre los cónyuges. Además, la degradación moral, que
se revela en el marido, pone de relieve la imposibilidad de que el matrimonio
llene la función que está llamado a cumplir: la formación física y moral de la
prole. En ciertos casos podría tipificarse el delito de lenocinio. De acuerdo con
el a. 207 del CP
[190]
TITULO QUINTO( CAPITULO X ART. 267
Divorcio: causal establecida por la fracción V del artículo 267 del Código
Civil. Cuando los hijos, por ser infantes, no tengan conciencia de los actos
ejecutados por el marido o por la mujer con el fin de corromperlos. De
acuerdo con la doctrina imperante en materia médico-psicológica, los
actos ejecutados por el marido o por la mujer que acusan depravación de su
parte, si tienden a corromper a sus menores hijos con resulados positivos a
mayor o menor plazo, por el trauma indeleble que dichos actos ocasionan
en los tiernos infantes, que entre más tiernos son más incapaces de resistir
los actos lúbricos del agente y aunque de inmediato no tengan conciencia,
de los mismos, sobre todo tratándose de actos de tipo sexual anormal, el
trauma queda grabado en su subconsciente, lo que ya en la edad adulta se
manifiesta en forma de trastornos psico-sexuales de tipo vicioso y desdo-
blamiento de la personalidad, así que el daño causado, que por venir de
los padres es más grave, ya que está cometido y se encuentra latente hasta
que se manifieste en la adolescencia o en la edad adulta de los menores.
(Anales de Jurisprudencia, t. 138, p. 123).
(192)
TITULO QUINTO/CAPITULO X ART. 267
1193]
ART. 267 LIBRO PRIMERO
Fracción IX. Si el cónyuge que abandona el hogar conyugal por una causa
justificada no demanda el divorcio antes de que transcurra un año del abando-
no, corre el peligro de ser él mismo quien sea demandado por abandono de
hogar. El consorte que debía ser acusado se convierte en acusador y puede
obtener una sentencia favorable de divorcio que lo declare cónyuge inocente. La
separación constituye una situación contraria al estado matrimonial que no
puede prolongarse indefinidamente. La ley no puede aceptar esta situación y
opta por convertir al inocente en culpable si después de un año no se presenta
demanda de divorcio.
La SCJN ha dicho:
La acción para pedir el divorcio.., debe entenderse... concedida en favor
del cónyuge que permaneció en el hogar, o sea al abandonado y no al
otro, que se separó... debido a que si este último tuvo causa justificada
para separarse, para pedir el divorcio, debió deducir la acción dentro del
término concedido por la ley y no lo hizo, su separación se tornó injustifi-
cada, y transcurrido el plazo legal sin reincorporarse al hogar se convirtió
en cónyuge culpable. (SJF. Apéndice 1917-1975, cuarta parte, p. 479,
tesis 153).
Esta jurisprudencia interpretada acorde con la causal consagrada en la fr. XVIII
del artículo en comentario debe entenderse en el sentido de que el plazo den-
tro del cual puede hablarse de cónyuge culpable es de dos años contados a partir del
día del abandono. Un abandono mayor de este término cae dentro de la
hipótesis de la fr. XVIII en la que no se puede hablar de cónyuge culpable.
Esta causal, así como la anterior, son de tracto sucesivo y pueden invocarse en
cualquier momento, transcurrido el plazo fijado. En la demanda de divorcio por
abandono justificado también habrá que probar la existencia del domicilio
conyugal. (Ver comentarios a la fr. VIII y al a. 323 CC).
Fracción X. La sentencia de declaración de ausencia o de presunción de
muerte no disuelven ipso jure el matrimonio; constituyen la base de la acción
de divorcio que, en su caso, se intente. Esta causal se funda, igual que las dos
anteriores, en una situación de hecho que no permite la realización de los fines
naturales del matrimonio al suspenderse la vida en común. La declaración de
ausencia y la de presunción de muerte requieren del transcurso de varios años
por lo que resulta más conveniente para el cónyuge presente. fundar su divorcio
[I94]
TITULO QUINTO/CAPITULO X ART. 267
[195]
ART. 267 LIBRO PRIMERO
Fracción XIII. Una acusación calumniosa implica una aversión profunda del
cónyuge calumniador respecto del otro. Ello revela que entre los cónyuges ha
desaparecido todo nexo de afecto y estima al punto que la actuación es el signo de
que ha dejado de existir la afectio maritatis. Para probar que la acusación fue
calumniosa tenemos la sentencia absolutoria, pero también si no se llega a sentencia
ya porque se archive el expediente por el MP, ya porque no se consigne a la auto-
ridad judicial. En este caso, la calumnia se podrá probar si la acusación fue presen-
tada a sabiendas de su inoperancia y con el propósito de dañar al otro en su
reputación y en la consideración social que merece. (Véase Apéndice 1917-1975,
p. 492, tesis 158).
119 61
TITULO QUINTO/CAPITULO X ART. 267
Fracción XVIII. Esta nueva fracción fue adicionada al a, 267 por decreto
publicado en el DO el 27 de diciembre de 1983.
Constituye una verdadera novedad en materia de divorcio; al invocarla no
hay necesidad de probar si hubo causa justificada o no para la separación, lo
único que importa es el hecho físico. Con la separación de los cónyuges se rompe
la convivencia, que es uno de los fines del matrimonio. Si la separación se
prolonga por más de dos años, la ley presume que el vínculo afectivo que unía a
los consortes ha desaparecido y principalmente, no se justifica mantener la
relación jurídica conyugal que no tiene un cometido real entre los consortes.
Como resultado del juicio fundado en la separación, en la sentencia no habrá
1197}
ARTS. 267y 268 LIBRO PRIMERO
cónyuge culpable ni cónyuge inocente con las consecuencias legales que ello
implicará.
1. B.S.
1198]
TITULO QUINTO/CAPITULO X A RTS. 268 y 269
I.B.S.
1199]
ARTS. 270, 27 I y 272 LIBRO PROAERO
B. S.
[200]
TITULO QUINTOf CAPITULO X ARTS. 272 y 273
1.B.S.
[20I)
ARTS. 273 y 274 LIBRO PRIMERO
En el divorcio por mutuo consentimiento los cónyuges deben pactar sobre las
cuestiones relativas a los alimentos que debe pagar un cónyuge al otro en los
términos del a. 288. Por otra parte, se fijará la manera de cubrir lo necesario
para los hijos, tanto durante el procedimiento como después de ejecutoriado el
divorcio y así como la forma de asegurar el pago de estas obligaciones, cum-
pliendo con lo dispuesto en el a. 317 del CC.
Los cónyuges de común acuerdo designarán a la persona encargada de la
custodia de los hijos durante el procedimiento. La sentencia de divorcio deter-
minará quién de los consortes conserva la guarda del hijo, considerando que
ambos continúan ejerciendo la patria potestad. (Véase comentario al a. 283).
Para fines procesales los divorciantes deben señalar la casa que les servirá de
habitación durante el procedimiento.
Al disolverse el vínculo matrimonial, la sociedad conyugal debe liquidarse, si
bien existe un administrador de los bienes comunes, e) convenio de divorcio
puede establecer la forma de administración durante el juicio. En cuanto a la
liquidación de la sociedad, habrá de estarse a lo dispuesto por las capitulaciones
matrimoniales (a. 189 fr. IX CC). El convenio debe ser aprobado por el juez
(a. 680 CPC).
I.B.S.
[202]
MULO QUINTO/CAPITULO X ARTS 274. 275 y 276
1.9.S.
LBS.
S.
Tesis del Tribunal Superior de Justicia del DF: Divorcio, perdón tácito.
No puede decirse que tal perdón existe si no se prueba que los cónyuges,
después de los hechos constitutivos de la causal, volvieron a hacer vida en
común basada en la armonía y en la mutua consideración, en el respeto y
la solidaridad que deben caracterizar a toda unión matrimonial. (Anales
de jurisprudencia, t. 134, p. 48).
I. B.S.
[203]
ARTS. 277 y 278 LIBRO PRIMERO
1.8.S.
El caso de la fr. XVIII del a. 267, constituye una excepción a esta disposición.
La acción de divorcio sólo se otorga al inocente, o en su caso, al cónyuge sano.
Esta característica no impide que si ambos consortes han dado causa, podrán
presentar separadamente las demandas respectivas o reconvenir en el juicio
iniciado en su contra.
Cuando la causa consiste en un hecho de ejecución momentánea, el término
de caducidad de seis meses se cuenta a partir del momento en que se configura la
causal o en que se entera de él, el cónyuge demandante. Si éste deja transcurrir
los seis meses sin interponer la demanda, caduca el derecho del demandante
respecto del hecho específico en que consistió la causa que pudo invocarlo, pero
podrá invocarlo por nuevos hechos que constituyan causa de divorcio aunque
sean de la misma especie.
La SON ha sustentado jurisprudencia firme en el sentido de que el término
1204]
TITULO QUINTO CAPITULO X Alt I S. 271 279
I.B.S.
12051
ARTS, 279. 280, 281 y 282 LABRO PRIMERO
LBS.
I. B.S.
B. S.
12061
FI EITO QU1N1 O • CA PITU LO X ART. 282
Este artículo establece las medidas provisionales que el juez debe dictar en los
juicios de divorcio contencioso y de nulidad de matrimonio (a. 258 CC). La
separación decretada por el juez es provisional, y subsiste durante el procedi-
miento, a reserva de lo que decrete la sentencia de divorcio. Resulta conveniente
señalar un domicilio para cada divorciante en vista de la cuestión litigiosa que se
ha suscitado entre ellos. La separación provisional produce ciertos efectos
jurídicos, entre ellos, evitar el transcurso de los plazos señalados en las frs. VI I y
IX del a. 267 CC que tipificarían la causal de abandono de hogar. En el caso del
nacimiento de un hijo, ocurrido después del divorcio, se toma en cuenta la
separación por orden judicial para determinar la filiación de ese menor (aa. 332,
324 y 327 CC).
Señalar los alimentos para el otro cónyuge en los términos de los aa. 164, 302
y 323 CC y para los hijos que los necesiten (a. 303 CC) es otra medida
provisional necesaria. El sentido de esta resolución puede ser modificado en la
sentencia de divorcio, tomando en cuenta las disposiciones contenidas en el
a. 288 CC.
[207]
ARTS. 282 y 283 LIBRO PRIMERO
medidas convenientes para evitar que los cónyuges se causen perjuicio tanto en
los bienes propios de cada uno, como en los comunes.
La ley señala en los aa. del 1638 al 1641 ciertas precauciones que deben
tomarse cuando la mujer queda encinta y el marido muere, las mismas medidas
se aplican cuando la mujer que se divorcia se encuentra embarazada. Estas
medidas precautorias tienen como finalidad establecer la certeza del parto, para
con ella poder determinar la filiación del hijo por nacer.
La fr. VI otorga a la madre la custodia de los hijos menores de siete años. El
juez tendrá que tomar en cuenta que el cónyuge que queda al cuidado de los
hijos durante el procedimiento de divorcio, podrá cumplir con la obligación si
tiene ingresos suficientes o si el otro cónyuge aporta los bienes necesarios tanto
para el sostenimiento del cónyuge que queda con la guarda como para el de los
hijos.
I.B.S.
I.B.S.
[208]
TITULO OUINTWCAPITULO X ARTS. 284. 285 y 286
B. S.
I.B.S.
[209]
ARTS. 286, 287 y 288 LIBRO PRIMERO
I. 13.S.
I.E.S.
[210]
TITULO QUINTO/CAPITULO X ART. 288
Del mismo derecho goza el varón que no tenga bienes y se encuentre imposi-
bilitado para trabajar. El derecho a alimentos en los casos de divorcio por
mutuo consentimiento subsiste, mientras el acreedor no contraiga nuevas nup-
ARTS. 289 y 290 LIBRO PRIMERO
I.B.S.
I. B. S.
[2121
TES ULO SEXTOiCAPITULO 1 ARTS 290, 291 y 292
divorcio, sin prejuzgar las consecuencias jurídicas y sin tomar en cuenta las
pruebas que ya se hubieren rendido, aun cuando en ellas resultare probada la
causa de divorcio (Rojina Villegas, Rafael, Derecho civil mexicano, México,
Porrúa, 1980, t. 11, p. 501).
El fin del divorcio es disolver el vínculo matrimonial, la muerte también
extingue el vínculo, de manera que en tal caso ya no habría materia para la
sentencia de divorcio. Tampoco el juicio produce ningún efecto entre los
herederos quienes suceden como si el procedimiento no se hubiere iniciado.
I.B.S.
I.B.S.
TITULO SEXTO
Del parentesco y de los alimentos
CAPITULO 1
Del parentesco
ARTÍCULO 292. La ley no reconoce más parentescos que los de
consanguinidad, afinidad y el civil.
Con ello el legislador excluye otro tipo de relaciones que, desde el punto de vista
religioso, eran consideradas como de parentesco, p.c., el compadrazgo y el
padrinazgo.
La determinación de la relación de parentesco es importante sobre todo por
dos efectos: en la relación de la obligación alimenticia y la sucesión legítima, en
ambos casos sólo las personas a quienes la ley reconoce como parientes, tienen
derechos y obligaciones entre sí.
12131
TITULO SEXTO
Del parentesco y de los alimentos
CAPITULO I
Del parentesco
TES ULO SEXTOiCAPITULO 1 ARTS 290, 291 y 292
divorcio, sin prejuzgar las consecuencias jurídicas y sin tomar en cuenta las
pruebas que ya se hubieren rendido, aun cuando en ellas resultare probada la
causa de divorcio (Rojina Villegas, Rafael, Derecho civil mexicano, México,
Porrúa, 1980, t. 11, p. 501).
El fin del divorcio es disolver el vínculo matrimonial, la muerte también
extingue el vínculo, de manera que en tal caso ya no habría materia para la
sentencia de divorcio. Tampoco el juicio produce ningún efecto entre los
herederos quienes suceden como si el procedimiento no se hubiere iniciado.
I.B.S.
I.B.S.
TITULO SEXTO
Del parentesco y de los alimentos
CAPITULO 1
Del parentesco
ARTÍCULO 292. La ley no reconoce más parentescos que los de
consanguinidad, afinidad y el civil.
Con ello el legislador excluye otro tipo de relaciones que, desde el punto de vista
religioso, eran consideradas como de parentesco, p.c., el compadrazgo y el
padrinazgo.
La determinación de la relación de parentesco es importante sobre todo por
dos efectos: en la relación de la obligación alimenticia y la sucesión legítima, en
ambos casos sólo las personas a quienes la ley reconoce como parientes, tienen
derechos y obligaciones entre sí.
12131
ARTS. 292. 293 y 294 LIBRO PRIMERO
A.E.P.D. y N.
A.E. P.D. y N.
Esta especie de parentesco, es una relación jurídica que surge entre uno de los
cónyuges y los parientes consanguíneos del otro. Las líneas y grados que se
establecen por este vínculo, son los mismos que para el parentesco por consan-
guinidad.
Debemos aclarar que esta relación sólo surge entre un cónyuge y los parientes
del otro. Las dos familias no guardan entre sí ningún tipo de parentesco. El
12141
TITULO SEXTO/CAPITULO I MITS. 294, 295, 296 y 297
marido y la mujer tampoco están unidos por una relación de parentesco por
afinidad.
Las consecuencias jurídicas son en realidad limitadas. La más importante es,
sin duda, el impedimento que existe para contraer matrimonio entre afines,
particularmente en la línea recta ascendente.
&E.P.D. y N.
A.E.P.D. y N.
A.E.P.D. y N.
12151
ARTS. 297, 298 y 299 LIBRO PRIMERO
La línea recta, es aquella que existe entre padres e hijos, abuelos y nietos; la
transversal o colateral es la que se forma entre tíos y sobrinos, hermanos y
primos. La primera puede ser ascendente o descendente y la segunda igual o
desigual dependiendo de que los parientes tengan o no respecto al tronco común
el mismo número de grados. En el caso de nuestro ejemplo: los hermanos son
parientes en línea colateral igual y los sobrinos y tíos en línea colateral desigual.
El derecho reconoce efectos a la línea recta sin limitación de grados y a la
colateral hasta el cuarto grado.
A.E.P.D. y N.
A.E.P.D. y N.
De esta manera entre padres e hijos hay un grado, pues existe una sola genera-
ción; de abuelos a nietos, dos grados; de bisabuelos a bisnietos, tres y así
sucesivamente. La otra forma que propone el legislador para contar los grados
de esta línea es como sigue: de padre a hijo existen dos personas, quitando al
progenitor (padre) quedará una, el parentesco es de un primer grado en esta
relación; de abuelo a nieto, el parentesco es de segundo grado, porque supri-
miendo el tronco común quedan dos personas, (padre e hijo).
A.E.P.D. y N.
12161
TITULO SEX {O/CAPITULO 1 y II ARTS. 300 y 301
De esta manera los hermanos son parientes en segundo grado en línea transver-
sal, pues de un hermano al otro encontramos tres personas de las cuales no se
cuenta el padre, quedando así sólo dos; o se cuenta un escaño subiendo de un
hijo al padre y otro bajando de éste al otro hijo. Entre los sobrinos y tíos existe
un parentesco de tercer grado; un escalón del sobrino al padre de éste, el
segundo de éste al abuelo y el tercero del abuelo al tío. Entre los llamados
primos hermanos existen cuatro grados en línea transversal igual; los mismos
grados existen entre el tío-abuelo y el sobrino-nieto pero la línea es transversal
desigual.
A.E.P.D. y N.
CAPITULO II
De los alimentos
ARTÍCULO 301. La obligación de dar alimentos es recíproca. El
que los da tiene a su vez el derecho de pedirlos.
Los alimentos son una obligación derivada del derecho a la vida que tiene todo
ser humano, que vincula en forma recíproca a quienes están ligados por virtud
del matrimonio, la filiación o el parentesco en la forma en que el propio código
establece.
Esta obligación es de carácter social, moral y jurídico (Galindo Garfias,
Ignacio, Derecho civil, 5a. ed., México, Porrúa, 1982, pp. 447 y ss.), porque la
sociedad se interesa en la subsistencia de los miembros del grupo familiar; por-
que los vínculos afectivos que unen a determinadas personas los obligan moral-
mente a velar por aquellos que necesitan ayuda o asistencia, y porque el derecho
hace coercible el cumplimiento de esta obligación a fin de garantizar al acreedor
alimentista la satisfacción de sus requerimientos a través de las instancias judi-
ciales que la ley establece.
La característica de reciprocidad a que este artículo se refiere, surge precisa-
mente de la importancia que tiene esta obligación para la subsistencia del
acreedor alimentista y de que en ella se refleja la caridad y solidaridad de los
deudores frente a las necesidades de aquél.
En este contexto es fácil comprender por qué quien está obligado frente a una
persona a proporcionarle, en determinada etapa de su vida, los satisfactores
1217]
ARTS. 301 y 302 LIBRO PRIMERO
A.E.P. D. y N.
[2181
TITULO SEXTO/CAPITULO II ARTS. 302, 303 y 304
afecto que existe o ha existido entre un varón y una mujer solteros que hacen
vida marital independientemente de que hayan celebrado matrimonio o no
entre si.
A.E. P.D. y N.
A.E. P.D. y N.
1219]
ARTS. 104, 305 y 306 LIBRO PRIMERO
A.E. P.D. y N
A.E. P.D. y N.
12201
TITULO SEXTO/CAPITULO II ARTS. 306, 307 y 308
minoridad del acreedor, por lo que al llegar éste a la mayoría de edad, cesa esta
obligación a cargo de los colaterales.
A.E.P. D. y N.
A.E.P. D. y N.
[2211
ARTS. 308 y 309 LIRFt0 PRIMERO
A.E. P.D. y N.
1222]
TITULO SEXTO/CAPITULO LI ARTS, 309, 310 y 311
A.E. P.D. y N.
A.E.P.D. y N.
[223]
ARTS. 311 y 312 LIBRO PRIMERO
A.E. P.D. y N.
ARTÍCULO 312. Si fueren varios los que deben dar los alimentos y
todos tuvieren posibilidad para hacerlo, el juez repartirá
el importe entre ellos, en proporción a sus haberes.
12241
TITULO SEX 10.1CA1,11311,0 u ARTS 312, 313 y 314
varios hijos y más nietos, así pues, entre todos ellos se repartirá el importe de lo
que requiera el acreedor alimentario para su subsistencia.
El principio que se establece en este precepto es el de divisibilidad, es decir,
que la deuda alimentaria debe dividirse entre todos los obligados que tengan
posibilidades de soportar la carga económica que representa. Esta división no es
en partes iguales ya que el principio de proporcionalidad establecido por el
artículo anterior es aplicable tanto para un deudor como para varios, pues la
deuda se repartirá entre los obligados en proporción a sus recursos económicos.
A.E.P.D. y N.
A.E.P.D. y N.
Los alimentos son el apoyo material que una persona necesita para su subsisten-
cia y le deben ser proporcionados por determinadas personas expresamente
señaladas por la ley, sólo en tanto no esté capacitado para obtenerlos por sí
mismo. Tratándose de los hijos incluyen todos los elementos que les permitan
capacitarse para ello, pero no deben incluir el capital para el ejercicio del oficio,
arte o profesión que hubieren elegido.
Es decir, los padres están obligados a mantener a los hijos hasta que éstos
completen su educación y se capaciten para obtener sus propios recursos. Con
esta capacitación que se les brinda deberán obtener los satisfactores necesarios
para su propia manutención y. si así lo desean, el capital para el ejercicio libre
de su oficio, arte o profesión.
Recordemos que los alimentos son una obligación que está encaminada a
propórcionar los mínimos de bienestar que una persona requiere, en tanto está
12251
ARFS, 314, 315 y 316 LIBRO PRIMERO
en situación de ser protegida por los suyos, y no para proporcionarle los medios
para obtener lucro ni para financiar negocios o empresas.
A.E.P.D. y N.
A.E.P.D. y N.
P 26]
H11110 SE.X CAPI I 1.11.() [I ARIS. 316. 317 y 316
A.E. P. D. y N.
A.E.P.D. y N.
A. E. P.D. y N.
A.E. P.D. y N.
[228]
II II O SEXTO CALI 1111 O II AR 320
En este precepto el legislador señala cuáles son las causas por las que cada
deudor, considerado en lo individual, deja de estar obligado frente al acreedor.
Así la fr. I, encuentra apoyo en la misma naturaleza de la obligación alimenti-
cia conforme a la cual el deudor se obliga en la medida en que su responsabilidad
económica le permite cumplir con esa obligación, por lo tanta si el que debe dar
alimentos no tiene recursos económicos la obligación cesa para él, pero el
derecho del alimentista subsiste frente a los demás obligados. La carga de la
prueba recae sobre el deudor, y es éste quien debe demostrar su imposibilidad
para cumplir.
En este caso el legislador sí fue explícito pues señala que la carencia de medios
es el factor determinante, independientemente de la causa que provoca esa
imposibilidad.
La fr. II se refiere a la situación del acreedor alimentista, toda vez que si éste
tiene capacidad económica para proveer a su manutención. no hay causa de
pedir (causa petendi) o cesa la obligación si el acreedor no tiene necesidad
de recibir alimentos. Al respecto cabe aclarar que tanto los hijos corno el cón-
yuge gozan de la presunción de necesitar los alimentos, independientemente de
si aquéllos son mayores o menores de edad por lo cual es el deudor quien debe
demostrar que ellos tienen recursos propios para poder, así, desligarse de la
obligación.
Habíamos expresado que la obligación alimentaria surge, desde el punto de
vista moral, del concepto de solidaridad que nos constriñe a socorrer al necesita-
do y se espera que éste tenga hacia quien le ayude, respeto y consideración, El
legislador sanciona al acreedor que comete actos de ingratitud, injuria u ocasio-
na daños graves a su deudor, privándolo del derecho para exigir alimentos de
aquél. En general es una disposición justa; sin embargo, tratándose de la
obligación de los ascendientes respecto de los descendientes, no debe cesar la obli-
gación alimenticia a cargo de aquéllos, en razón de la falta de cabal discerni-
miento del menor y de que se incurre en actos de ingratitud e injurias o daños
graves contra quien debe ministrar alimentos, el padre o la madre no debe ser
liberado de una obligación por causa de una conducta que tal vez propició por
falta de atención en la educación del menor.
Los mismos razonamientos son aplicables a la fr. IV, es muy justo y razonable
1229]
ARTS, 320.321 y 322 LIBRO PRIMERO
A.E.P.D. y N.
Las disposiciones sobre alimentos son normas de orden público, por ende son
irrenunciables, en razón del interés y respeto que la sociedad tiene y muestra en
el derecho a la vida de cada ser humano.
Cabe aclarar, sin embargo, que es irrenunciable el derecho a recibirlos, es
decir, que no puede haber renuncia o transacción respecto a los alimentos
futuros. Por lo tanto si puede haberlas respecto de los ya devengados en razón
de que el acreedor pudo, de una forma u otra, satisfacer sus necesidades.
La segunda parte del precepto dispone: "ni puede ser objeto de transacción",
y así prohibe sujetar el ejercicio del derecho a recibir alimentos a limitaciones de
cualquier naturaleza. Esto es, nadie puede disponer del derecho a percibir
alimentos, aunque se puede pactar sobre su cuantía, periodicidad de pago,
forma de cumplir la obligación, etc.
A. E. P.D. y N.
Las disposiciones de este artículo, son claras y precisas. Nos permitimos resaltar
dos aspectos que se encuentran implícitos:
[230]
iiJLiO SEX iOCAPITti II .■\ fkl S. 322 y,123
A. E. P.D. y N.
Este precepto se refiere propiamente a los gastos del hogar que deben ser
cubiertos por los cónyuges, según sus posibilidades como colaboración propia
del matrimonio, pues ambos son responsables entre sí y frente a los hijos, de la
subsistencia de la familia; de ahí que la obligación económica de ambos no se
agote en el pago de alimentos, sino que abarque también todos los gastos
domésticos.
Esta obligación subsiste a pesar de que uno de los cónyuges se separe del otro.
Podrá ser obligado por el juez competente a cumplir en la misma proporción y
forma que lo venía haciendo mientras ambos vivieron juntos.
A.E.P.D. y N.
1231]
ART 324 LIBRO PRIMERO
TITULO SEPTIMO
De la paternidad y filiación
CAPITULO 1
De los hijos de matrimonio
ARTICULO 324. Se presumen hijos de los cónyuges:
1.—Los hijos nacidos después de ciento ochenta días
contados desde la celebración del matrimonio;
11.—Los hijos nacidos dentro de los trescientos días
siguientes a la disolución del matrimonio, ya provenga
ésta de nulidad del contrato, de muerte del marido o de
divorcio. Este término se contará en los casos de divorcio
o nulidad, desde que de hecho quedaron separados los
cónyuges por orden judicial.
La filiación ese! vínculo de unión de los hijos con los padres; la relación entre los
padres y los hijos recibe el nombre de paternidad y de maternidad. El padre
engendra al hijo, la madre lo concibe.
Siendo el derecho civil un orden de civilización, regula las relaciones ordena-
das entre padres e hijos pero tiene que tomar en cuenta también a las relaciones
no ordenadas. En el primer caso estamos en presencia de hijos de matrimonio,
las otras relaciones reciben el nombre de relaciones de hijos extramatrimonia-
les. La vinculación que surge a consecuencia del matrimonio establece un
principio de certeza pues los hijos que tiene una mujer casada, en principio, son
del marido; por esa razón la ley cinco, título cuatro, libro segundo del Digesto
indica que las justas nupcias demuestran o nos prueban quién es el padre; es
decir, que la mujer casada en un matrimonio atribuirá en principio los hijos a su
marido. En cambio los hijos de una mujer no casada en principio no pueden
atribuirse a un varón determinado; la paternidad en este caso surgirá del
reconocimiento voluntario o bien será resultado del ejercicio de una acción. El
primer acto jurídico recibe el nombre de reconocimiento de los hijos, la acción
se denomina acción de investigación de paternidad y estas hipótesis serán
estudiadas en el comentario de los aa. 360 al 389 de este código.
El artículo que comentamos establece una presunción: son hijos de matrimo-
nio los nacidos seis meses después de celebrado el matrimonio y dentro de los
trescientos días posteriores a la disolución del mismo, ya provenga ésta de
nulidad del matrimonio, de muerte del marido o de divorcio. La fundamenta-
ción de la hipótesis se encuentra en el hecho biológico de que el hijo nacerá en
forma muy temprana sólo ciento ochenta días después de celebrado el matrimo-
nio y tardíamente sólo trescientos días después de que los cónyuges han queda-
do separados.
[232]
TÍTULO SFPTIMO. CAPITULO I ARTS. 124y 325
La separación puede ser resultado de un hecho jurídico pero este artículo hace
referencia además de la muerte, a los casos de divorcio o nulidad y al de una
separación de hecho acompañada de una orden judicial.
Lo importante de esta disposición es que marca un período de concepción del
hijo. Este no podrá ser otro que los primeros ciento veinte días de los trescientos
anteriores al nacimiento, esto es, si el hijo nace el veinticinco de diciembre, el
período de la concepción se extendería del veinticinco de febrero al veinticinco
de junio, la época normal de concepción acaecerá en esta hipótesis el veinti-
cinco de marzo.
J.J.L.M.
1233]
ARTS. 326y 327 1 IBRO PRIMERO
J.J.L.M.
[234)
Tfl ULO SEPTIMO/ CAPITULO A R [S. 327 y 328
J.J.L.M.
Este artículo consagra también una ampliación a la presunción del a, 324 pues
aun cuando el hijo haya nacido dentro de los ciento ochenta días siguientes a la
celebración del matrimonio, el hijo es del marido si se prueba que supo antes de
casarse, el embarazo de su futura consorte; si concurrió al levantamiento del acta
de nacimiento y ésta fue firmada por él; si ha reconocido expresamente por suyo
al hijo de su mujer o si el hijo no nació capaz de vivir.
Lógicamente si el marido supo del embarazo, no podrá alegar que el hijo no es
suyo; para que funcione esta hipótesis el legislador exige un principio de prueba
por escrito, que podrá ser una carta, una fotografía con dedicatoria, así mismo
el hijo será del marido si concurrió al levantamiento del acta o si ha reconocido
expresamente como suyo al hijo de su mujer. Admitiéndose en este último caso
cualquier medio de prueba ordinaria incluyéndose la testimonial.
Finalmente si el feto no es viable, el legislador no admite que el marido
desconozca al hijo, pues esta sería una cuestión inútil.
Cabría comentar que atendiendo a que en la época actual la educación es más
amplia, quizá bastara con probar que el marido conoce el embarazo de su futura
consorte. No hay una razón que explique por qué.el legislador añadió que se
exija un principio de prueba por escrito. En efecto, si el a. 328 niega al marido la
posibilidad de desconocer al hijo nacido dentro de los ciento ochenta días, sí
existiera conocimiento o voluntad expresa o tácita de reconocimiento, con
mayor razón el artículo que comentamos niega a los herederos del marido toda
acción de contradicción de la paternidad de un hijo nacido dentro de ciento
ochenta días de celebrado el matrimonio, excepto cuando él haya iniciado la
demanda.
[235]
ARTS. 328,329 y 330 LIBRO PRIMERO
3.J.L.M.
J.J.L.M.
[236]
TITULO SEPTIMOYCAPITU LO I ARTS, 310,151, 112 y 133
te podría alegar después de dos meses que el hijo no es suyo, contando con este
término (véanse los comentarios a los aa. 325, 326 y parte final del 327).
Si el marido falleciese sin recobrar la razón, los herederos podrán hacerlo en las
hipótesis que el legislador permita que lo hubiere hecho el padre. Se entiende que
los herederos podrán ser legítimos o testamentarios y que la contradicción debe
ejercerse dentro del plazo marcado en el a. 330.
J.J.L.M.
[237]
ARTS. 333 y 334 LIBRO PRIMERO
J.J.L.M.
[2391
ARTS. 335 y 336 LIBRO PRIMERO
arbitrio del marido, es un acto jurídico solemne y requerirá una demanda, ante
el juez competente y el trámite de un juicio que concluirá con sentencia firme.
El artículo que comentamos dice que se requiere demanda en forma, pero es
lógico que abarcaría no sólo lo que los procesalistas denominan demanda en el
sentido literal de la palabra, esto es, el libelo dirigido al juez con los requisitos
que exige el a. 255 del CPC, lógicamente se entiende que la contienda judicial se
inicia con un escrito pero será necesario que la controversia se ventile en todos
sus términos.
Si el legislador señala que el desconocimiento debe hacerse en demanda, es
porque según hemos visto podría suceder que el marido hubiese iniciado la
acción de desconocimiento, y por lo tanto, los herederos del marido estarían
legitimados para continuar la demanda. En la hipótesis del artículo que comen-
tamos se concluye que todo desconocimiento de la paternidad hecho de otro
modo, p.c. por una simple carta o memorandum, implicaría tanto como que el
marido se hiciera justicia por su propia mano. La civilización exige un orden
jurídico: todo desconocimiento practicado de otra manera será nulo.
J.J.L.M.
J.J.L.M.
12.401
'TITULO SEP I I MO CAP11-1..:1.0 AR IS. 33y :l311.
J.J.L.M.
[241)
ARTS. 33N y 339 1.114R0 PRIMERO
padre y la madre en relación con sus hijos y los herederos de unos y otros
haciéndose mutuas concesiones, transijan respecto a la declaración de si una
persona es o no hijo de su padre o madre o de ambos.
J.J. L.M.
Los derechos pecuniarios a que se refiere este artículo son los relativos a la
sucesión legítima y a los alimentos. Cuando en un testamento se instituyere
como heredero a determinada persona en razón de su filiación con otra, el
problema sería el de interpretar la voluntad del testador sin que ello implicara en
manera alguna adquisición de estado de hijo de matrimonio.
J.J.L.M.
[242]
TITULO SEPTIMO CAPIl Lii LIII AS 15 3411 y 541
CAPITULO II
De las pruebas de la filiación de los hijos
nacidos de matrimonio
J.J.L.M.
12431
ART 341 I IBRO PRIMERO
En el análisis del artículo que comentamos principiemos por la parte final del
mismo en donde se dice que, si uno solo de tos registros faltare o estuviere
inutilizado y existiera el duplicado, de éste deberá tomarse la prueba.
Con posterioridad a las reformas de 1979, se dijo que los jueces del registro
civil asentarán las actas en formas especiales que se denominarán "formas del
registro civil" y que las inscripciones se harán mecanográficamente y por
triplicado. El intérprete debe entender que si se perdieran o destruyeran algunas
de las formas del registro civil, la prueba de filiación deberá tomarse de los
ejemplares restantes de formas (aa. 36, 37 y 38 del CC).
J.J.L.M.
[244]
TITULO SUPTIMO CAPI 11'1 O II AS 15. 3412y 143
Constituye este articulo, una defensa de los hijos matrimoniales que carecen
de una prueba plena, pero que se encuentran en posesión de estado de hijos de
matrimonio.
1.a hipótesis se refiere a la circunstancia de que no pueda acompañarse el acta
de matrimonio de los padres; si éstos han vivido como marido y mujer, y ambos
hubieren fallecido, o por ausencia o enfermedad les fuere imposible manifestar
el lugar en que se casaron, no podrá di.sptdiarse a esos Idlo.s haber nacido de
matrimonio. Ante la imposibilidad de presentar el acta de matrimonio de sus
padres, la ley les autoriza a probar su estado de legitimidad, mediante la posesión
de estado de hijos de sus padres.
Asimismo este articulo autoriza el uso de toda clase de pruebas con la reserva
señalada en el articulo anterior, en el sentido de que la prueba testimonial exige
que vaya acompañada de un principio de prueba por escrito o indicios o
presunciones que resulten de hecho ciertos: desde luego todas estas probanzas
admitidas con tal amplitud no deben estar en contradicción con el acta de
nacimiento.
Este artículo tiene su antecedente en el a. 196 del Código de Napoleón sólo
que el legislador mexicano le da mayor amplitud a los hijos matrimoniales.
L.M.
1245]
5k 15 141 1 144 1 IBRO PRIMURO
J.J.L.M.
12461
1111 I 1>51 51 1 VLO AP1 II I II IL 551', 144, \ 345
Se ha visto al comentar los aa. 235 y 326, que el marido no puede desconocer a
los hijos alegando adulterio de la madre, aunque ésta declare que no son hijos de
su esposo y que para que proceda el desconocimiento de la paternidad se re-
quiere de un juicio ordinario seguido ante la autoridad judicial en el que se
escuche a la madre y al propio hijo, al cual, si fuere menor se le proveerá de un
tutor. El tutor en este caso es interino y no excluye a la madre, según hemos
dicho.
En el artículo que comentamos se reafirma el principio pues no basta el dicho
de la madre para excluir de la paternidad al marido; él es el único legitimado
para ejercitar la acción de desconocimiento.
.lJI M.
1.a disposición que contiene parece ser inútil, porque si bien es cierto que
conforme al a. 1167 fr. 1, la prescripción no puede comenzar ni correr entre
ascendientes y descendientes durante la patria potestad respecto de los bienes a
que los segundos tengan derecho conforme a la iey, la contraria seria correcta, es
decir, que la prescripción sí corre entre descendientes y ascendientes.
La disposición sin embargo no es casuística por repetitiva, puesto que si el
hijo ha adquirido bienes por su calidad de hijo de matrimonio y después resulta
[247]
ARTS. 34b, 347 y 348 LIBRO PRIMERO
no serlo, la protección de derecho común se impone en favor del hijo: éste podrá
oponer la prescripción ordinaria respecto de los bienes que posee en su calidad
de hijo de matrimonio aunque después se pruebe, mediante sentencia que no
lo es.
J.J. L. M.
M.
años;
11.—Si el hijo cayó en demencia antes de cumplir los
veintidós arios y murió después en el mismo estado.
P181
III131 O Si-i'IIMO C. A [[O II AR [ 348. 349 y 150
J.J.L.M.
J.J.L.M.
(249]
ARTS. 350, 351 y 352 LIBRO PRIMERO
J.J.L.M.
ARTÍCULO 351. Las acciones de que hablan los tres artículos que
preceden, prescriben a los cuatro años, contados desde el
fallecimiento del hijo.
J.J.L.M.
Hemos dicho que la posesión es una situación de hecho y que tiene un derecho el
que goza de él; en consecuencia, en atención al principio de que nadie puede
hacerse justicia por su propia mano, la posesión de hijo nacido de matrimonio
no puede perderse sino por sentencia ejecutoriada en la que se hubiere ejercido
la acción de desconocimiento de la paternidad, en los .casos y términos que
permite la ley.
El derecho no puede permitir un desorden que implique la pérdida de una
[2.50]
TITULO SEPTIMO/CAPITULOS II y 111 ARTS. 352, 353 y 354
J.J.L.M.
J.J. L. M.
CAPITULO III
De la legitimación
12511
ARTS. 354, 355, 356 y 357 LIBRO PRIMERO
F. V. E.
ARTÍCULO 355. Para que el hijo goce del derecho que le concede el
artículo que precede, los padres deben reconocerlo expre-
samente antes de la celebración del matrimonio, en el
acto mismo de celebrarlo o durante él, haciendo en todo
caso el reconocimiento ambos padres, junta o separada-
mente.
Los autores (entre ellos Rojina Villegas) hablan de una fusión de actos jurídicos
para que se dé la legitimación, no es el solo hecho de la celebración del matri-
monio lo que los legitima, sino la conjunción de la celebración del matrimonio
de los padres con el reconocimiento expreso antes de la celebración, o en el acto
mismo de ella, o bien durante el matrimonio.
F. V. E.
F.V.E.
1252]
TIII,LOSEPLIMO.CAPII NO III AHTS. 357. 358 y 359
Por la fuerza atractiva del matrimonio los hijos adquieren todos sus derechos
desde el día en que se celebró el matrimonio de sus padres aunque el reconoci-
miento sea posterior.
F. V. E.
F.V.E.
F.V.E.
1253]
ARTS. 360 y 361 I IRRO PRIMERO
CAPITULO IV
Del reconocimiento de los hijos nacidos
fuera del matrimonio
Por la naturaleza misma de las cosas, son distintos los criterios que observa el
legislador en la determinación legal de la filiación paterna y materna de los hijos
habidos fuera de matrimonio.
Respecto de la madre, la filiación resulta del solo hecho del nacimiento. En
cuanto al padre, sólo se establece por el reconocimiento voluntario o por
sentencia judicial declarativa de la paternidad.
El proceso biológico de la maternidad es un hecho real que se manifiesta
objetivamente, durante todo su período evolutivo, mediante signos perfecta-
mente acreditables. En cambio la paternidad es un hecho que no puede probarse
objetivamente y para determinarla, el legislador ha debido valerse, en ciertos
casos, de presunciones para declarar judicialmente la paternidad, cuando el
progenitor no reconoce voluntariamente a su hijo.
El a. 360 consagra un principio que es propio y exclusivo de la legislación
mexicana, sin los matices que le atribuyen ordenamientos similares de otros
países. Acreditado el parto y la identidad del hijo queda establecida la filiación
de éste con respecto a su madre.
Cuando la mujer da cumplimiento a las obligaciones que le impone el a. 60, de
hecho está confesando la existencia del parto, su propia maternidad y la
identidad de su hijo, con lo cual queda de pleno derecho constituida o configura-
da la filiación.
L.C. P.
[2541
F HUI O SEPTRIO CAPITULO IV .AR 1.1; 161 y 162
Para que el menor de edad pueda reconocer a un hijo habido fuera de matrimo-
nio debe obtener la autorización de las personas que ejercen sobre él la patria
potestad. Si el menor se encuentra sujeto a tutela debe autorizarlo el tutor.
Conforme a lo dispuesto en la fr. V del a. 537. "El tutor está obligado a
representar al incapacitado en juicio y fuera de él en todos los actos civiles, con
excepción del matrimonio, del reconocimiento de hijos, del testamento y de
otros estrictamente personales".
El tutor en esos actos no representa al pupilo, pero según los aa. 149 y 362
debe autorizarle para su celebración y ulterior validez.
Es oportuno recordar, que el a. 44 permite la realización de esos actos por
medio de apoderados, siempre que sus mandatos se otorguen en la forma que
esa disposición señala.
A falta de representantes legales del menor, la autorización para el reconoci-
miento debe darla el juez.
La SCJ N en una ejecutoria que aparece publicada en el Apéndice del SJ F del
año 1975, en la p. 629, resolvió en lo pertinente: "el consentimiento del tutor se
ha establecido en beneficio del menor y no en su perjuicio, por lo que, de no estar
satisfechos esos requisitos legales, no se sigue que el menor deba perder los
derechos que derivan de su reconocimiento y sólo corresponde a éste impugnar-
lo si le perjudicare".
Disponen los aa. 415 y 416 que los progenitores que reconocen a un hijo fuera
del matrimonio, ejercerán sobre él la patria potestad. ¿Puede el menor de edad
ejercer ese cargo si carece de capacidad para actuar por sí mismo?
Sería una buena solución para el ejercicio sin tropiezos de la patria potestad,
conferir la calidad jurídica de emancipado al menor de edad que reconoce a un
hijo habido fuera del matrimonio, al igual que lo ha hecho el a. 435 para otros
fines.
Este caso ha sido resuelto por el a. 157 del CC español, en la siguiente forma:
"El menor no emancipado ejercerá la patria potestad sobre sus hijos con la
asistencia de sus padres y, a falta de ambos, de su tutor; en caso de desacuerdo o
imposibilidad, con la del juez".
L.C. P.
1255i
ARTS. 363 y 364 LIBRO PRIMERO
[256]
I I I 111.0 SEPTIMO API 1 10 iV ARTS 364. 365 y 366
L.C. P.
L.C.P.
En varios artículos el CC reitera este principio, que limita los efectos del
reconocimiento sólo al progenitor que lo hace.
Así por ejemplo: los aa. 60 y 360 prohiben que en el acta de nacimiento del
[2571
ARTS. 366, 367 y 368 LIBRO PRIMERO
hijo, aparezca el nombre del padre si éste no lo solicita. Los aa. 62, 63 y 374 no
permiten que en esa acta figure el nombre del padre o de la madre cuando se
trata de reconocimiento de los hijos concebidos en adulterio. Los aa. 370 y 371
impiden que el padre o la madre que reconocen separadamente al hijo revelen en
ese acto el nombre de la persona con quien fue habido y sancionan a los funcio-
narios que no acaten esta prohibición.
L.C.P.
L. C. P.
[258]
TITULO SEPTIMO CAPITULO IV ARTS. Sibli y M19
L.C. P.
tro Civil;
II.--Por acta especial ante el mismo juez;
III.—Por escritura pública;
IV.—Por testamento;
V.---Por confesión judicial directa y expresa.
1259]
ART. 369 LIBRO PRIMERO
El hecho de que el propio padre del hijo natural lo haya presentado ante
el oficial del Registro Civil para que se asentara su nacimiento, lleva
implícito su reconocimiento de tal por su progenitor y, en consecuencia.
el acta de nacimiento relativa surte todos los efectos del reconocimiento
legal en los términos de los artículos 77 y 260 fracción I del Codigo Civil
para el Estado de Guerrero. No obsta a lo anterior, el que el acta de
nacimiento cuya nulidad se solicita no contenga la firma del presunto
padre, toda vez que esa circunstancia no implica en manera alguna la
nulidad de dicha acta por no ser un elemento substancial de la misma.
(Unanimidad de 4 votos).
II. Reconocimiento efectuado por acta especial ante el mismo juez. El proce-
dimiento aplicable se encuentra consignado en el a. 78. Este reconocimiento
procede cuando ya ha sido registrado el nacimiento y se hará mención de él en
dicha acta. Si se hiciere en oficina distinta de aquella en que se levantó el acta de
nacimiento, se le enviará al encargado de ella, copia del reconocimiento. Así lo
establecen los aa. 82 y 83.
III. Reconocimiento hecho en escritura pública, debe hacerse ante notario.
La LN para el DF, de 8 de enero de 1980, en los aa. 60 y siguientes, especifica las
características de toda escritura pública. El reconocimiento no puede hacerse
por instrumento privado.
En cualquiera de los tres casos que señalan las frs. I, 11 y III del artículo que se
comenta, el reconocimiento puede hacerse personalmente por los progenitores
o por medio de mandatarios, siempre que reúnan los requisitos que señala -a
a. 44.
IV. Reconocimiento hecho en testamento. El reconocimiento puede hacerse
también en un testamento y si éste se revoca, no se tiene por revocado el
reconocimiento según el a. 367.
V. Por último el reconocimiento puede hacerse por confesión judicial directa
y expresa. La SCJN en una ejecutoria que aparece publicada en el Informe de
1979, bajo el número 61 de la p. 52, resolvió en su parte pertinente:
12601
TITULO SEPTINIO/CAll MI O IV ARTS_ 369, 1170 y 37L
L.C. P.
12611
ARTS 371. 372. 373 y 374 LIBRO PRIMERO
El juez del registro civil puede ser destituido del empleo si consiente en la
violación del artículo anterior. Se le apercibe con igual sanción en los aa. 37,42,
46 y 112, si ejecuta los hechos que en dichas disposiciones se indican.
También se apercibe al juez de primera instancia con igual sanción, cuando
dejare constancia en autos del nombre del otro progenitor en las diligencias de
reconocimiento judicial del hijo.
La misma pena podrá aplicarse a los notarios que hayan intervenido en los
reconocimientos hechos por escritura pública o testamentos abiertos.
L.C.P.
L.C. P.
ARTÍCULO 373. Derogado.
12621
TITULO SEPTIMOCAPITULO IV ARTS. 374 y 375
Sin embargo. los aa. 62 y 63 aclaran estos conceptos al disponer que la pro-
hibición subsiste cuando marido y mujer viven juntos. Argumentando a con-
traiio sensu: si viven separados, podría un tercero, distinto del marido, recono-
cer a ese hijo como suyo. Así lo ha entendido la SCJIV en una ejecutoria que
aparece publicada en el Apéndice de 1975 del SJF. en la p. 640 que dice al res-
pecto:
Es indudable que el artículo 374 del Código Civil, que establece que el
hijo de una mujer casada no podrá ser reconocido como hijo por otro
hombre distinto del marido, sino cuando éste lo haya desconocido, y por
sentencia ejecutoria se haya declarado que no es hijo suyo, contiene una
disposición de orden público pero no en términos tan amplios y absolutos
que no admita excepción, pues es evidente que si el fundamento filosófi-
co, la ratio legis, de tal artículo, no puede ser otro que el muy loable de
evitar el desquiciamiento de la familia, frente a este fin de orden superior,
nuestro legislador no puede pasar por alto la circunstancia impuesta por
la realidad, de que una mujer casada que no vive con su marido puede
procrear un hijo con un hombre distinto ya cuyo hijo no podrá negársele
el derecho de ser reconocido por su verdadero padre, siendo precisamente
por ello que el artículo 63 del Código Civil dispone que cuando el hijo
nazca de mujer casada que viva con su marido (cuando no viva con él, sí
podrá ser reconocido el hijo por su verdadero padre), en ningún caso ni a
petición de persona alguna podrá el oficial del registro civil asentar como
padre a otro que no sea el marido, salvo que éste haya desconocido el hijo
y exista sentencia ejecutoria que así lo declare. Por tal motivo, armoni-
zando los comentados preceptos con el artículo 62 del mismo código, el
hijo de una mujer casada sí podrá ser reconocido por otro hombre
distinto del marido, cuando aquélla no viva con éste, pues el temor al
escándalo que el reconocimiento podría entrañar y que es la razón de la
prohibición, ya no puede existir, si se tiene en cuenta que en todo caso el
escándalo se produjo con la separación misma de los cónyuges. (U na ni-
midad de 5 votos).
L.C.P.
12631
ARTS. 375 y 376 LIBRO PRIMERO
L.C.P.
[2641
FIT(ILO SE Pl IMO CAPITULO IV ARTS. 376 y 377
miento; en cambio a los menores no les otorga igual derecho y les deja sujetos al
arbitrio del tutor. De allí que parezca lógico que la ley les otorgue en el artículo
que se comenta, la oportunidad de desconocer el reconocimiento de que fueron
objeto durante su incapacidad. Una disposición similar contiene el a. 394
respecto de la adopción.
Dispone el artículo que se comenta que dentro del plazo que allí se señala
deberá "deducirse la acción". Ello nos lleva a la conclusión que será necesario
promover un juicio contradictorio con lo cual se hará ilusorio el derecho que
otorga al reclamante el a. 366 si el juez en definitiva no acoge su reclamación.
L.C.P.
1265]
ARTS 378 y 379 LIBRO PRIMERO
L.C.P.
12661
TITULO SEPTINIO,CAPI FIJI .0 IV ARTS. 379, 3110 y 381
L.C. P.
Los progenitores de los hijos habidos fuera de matrimonio pueden vivir juntos o
separados.
Si viven juntos, el a. 415 resuelve todo lo relacionado con la patria potestad y
la custodia de los hijos. Si viven separados, el a. 416 dispone que la patria
potestad la ejercen ambos progenitores, en tanto que los aa. 380 y 381 señalan a
quién de ellos corresponde su custodia.
La patria potestad comprende: la representación del hijo; la administración
de sus bienes y, el cuidado personal del menor, o sea su custodia. La custodia es
pues, uno de los elementos de la patria potestad y a ella se refieren, entre otros,
los aa. 259, 260, 380, 381, 413 y 423.
Si los padres viven separados, por razones obvias, sólo uno de ellos podrá
hacerse cargo de la custodia del hijo y el a. 380 que se comenta es el llamado a
resolver a cuál de ambos progenitores le corresponderá su ejercicio cuando han
reconocido al hijo en el mismo acto.
Originariamente el a. 380 se refería a la patria potestad de los hijos habidos
fuera de matrimonio cuando los padres vivían separados pero por reforma
publicada en el DO de 24 de marzo de 1971, se reemplazó en este artículo la frase
"patria potestad" por la expresión "custodia".
El artículo que se comenta, dispone que si los padres que viven juntos
reconocen al hijo en el mismo acto, convendrán cuál de los dos ejercerá la
custodia y en caso que no lo hicieren, resolverá el juez de lo familiar, oyendo a
los padres y al M P.
L.C.P.
[2671
ARTS 381 y 382 LIBRO PRIMERO
L.C. P.
[268]
TITULO SEPTIM110/ CARVI ULO IV ARTS. 382 y 383
L.C. P.
ARTICULO 383. Se presumen hijos del concubinario y de la concu-
bina:
1.—Los nacidos después de ciento ochenta días conta-
dos desde que comenzó el concubinato;
11.—Los nacidos dentro de los trescientos días siguien-
tes al en que cesó la vida común entre el concubinario y la
concubina.
Se establece aquí una presunción similar a la que contempla el a. 324, respecto a
los hijos de matrimonio. Al parecer bastaría probar el concubinato para que la
presunción operara de pleno derecho.
La SCJN en una ejecutoria que aparece publicada en el Apéndice correspon-
diente al año 1975 del SJF en la p. 633, dijo sobre esta materia en su parte
pertinente:
1269]
ARTS. 383, 384 y 385 LIBRO PRIMERO
L.C.P.
L.C.P.
[270]
TITULO SEPTIMWCAPI I Ul O IV AS ?S 385. 386. 3117 388
L.C. P.
L.C.P.
.0 P.
Viviendo los padres, los hijos pueden entablar la acción, cualquiera que sea la
edad de éstos. La acción no se extingue.
12711
ARTS 388. 389 y 390 URNA) PRIMERO
Si los padres mueren durante la menor edad de los hijos, éstos pueden
intentar la acción antes de que se cumplan cuatro arios de su mayoría de edad.
L.C.P.
Esta disposición confiere iguales derechos a los hijos. Los hijos de matrimonio y
los extramatrimoniales no tienen categorías distintas como en otras legislacio-
nes y en la anterior al código de 1928.
Para la legislación mexicana sólo existen hijos con iguales derechos respecto
de sus progenitores.
Los hijos reconocidos tienen derecho: a llevar el apellido paterno de quien lo
reconoce. Cuando el hijo es reconocido en el acta de nacimiento, el a. 58
establece en su último párrafo que:"En los casos de los artículos 60 y 77 de este
Código el juez pondrá el apellido paterno de los progenitores o los dos apellidos
del que lo reconozca". También tienen derecho a ser alimentados por las perso-
nas que los reconozcan, y a percibir la porción hereditaria y los alimentos que
fije la ley.
En la sucesión legítima de los progenitores, heredan conjuntamente con los
demás hijos sin limitación alguna. Tienen también derecho a percibir las pensio-
nes alimenticias que menciona el a. 1368 en la sucesión testamentaria.
L.C.P.
CAPITULO V
De la adopción
[2721
TITULO SEPTIMO/CAPITULO V ARTS. 390 y 391
C.G.M.
1273]
ARTS, 391, 392y 391 LIBRO PRIMERO
Este precepto trata de equilibrar dos principios: por una parte el hecho de que la
adopción es un sucedáneo de la paternidad y, por lo tanto, debe existir una
diferencia de edad mínima entre adoptante y adoptado, que sea aproximada a
la diferencia natural que existe entre los padres biológicos y sus hijos. Por otra
parte, es aconsejable fomentar las adopciones, por el beneficio que ellas pueden
reportar a los menores e incapacitados. En consecuencia, la ley aplica un criterio
ecuánime, eximiendo del requisito de la edad a uno solo de los cónyuges.
C.G.M.
ARTÍCULO 392. Nadie puede ser adoptado por más de una perso-
na, salvo en el caso previsto en el artículo anterior.
C.G.M.
La ley se muestra muy rigurosa en lo que respecta al control de la gestión del tu-
tor en el plano económico, dado que esa gestión incide sobre el patrimonio deI
menor sometido a tutela. Son varias las exigencias legales impuestas al tutor en
ese aspecto: prestación de garantía, rendición de cuentas, etc.
Este precepto trata de evitar que el tutor escape al control establecido por la
ley, recurriendo a la vía lateral de la adopción.
C.G.M.
[2741
TITULO SEPTIMOi CAPITU LO V ARTS. 394, 395 y 396
C.G. M.
C. G. M.
Entre los derechos que, de acuerdo con este artículo, tiene el adoptado, se
encuentran el de exigir alimentos y el sucesorio. En cuanto a las obligaciones,
j2751
ARTS. 3% y 397 LIBRO PRIMERO
por su contenido moral y su carácter afectivo van más allá que las derivadas del
sometimiento a la patria potestad; así, el deber de honrar y respetar al adoptante
(o adoptantes) no se extingue al terminar la patria potestad. Es de tener en
cuenta que la adopción es un vínculo revocable; en caso de que sea revocada,
cesan los derechos y obligaciones recíprocos entre adoptante y adoptado. En
caso de que existiese impugnación a la adopción (a. 394), si el juez declarase
disuelto el vínculo de la adopción, cesarían aquellos derechos y obligaciones
entre adoptante y adoptado, que no se hubiesen extinguido ya, al alcanzar la
mayoría de edad el adoptado.
C.G.M.
[276]
TITULO SEPTIMO¡ CAPITULO V ARTS, 397, 39$ y 399
C.G. M.
C.G.M.
C.G.M.
[2771
ARTS. 400. 401 y 402 LIBRO PRIMERO
C.G.M.
C.G.M.
12781
TITULO SEPTIMOiCAPITULO V Alti S. 402, 403 y, 404
mismo título que si fuese hijo biológico de éste. Los estados de Quintana Roo e
Hidalgo incorporaron en sus códigos este tipo de adopción.
C.G. M.
C.G.M.
12791
ARTS. 404, 405 y 406 LIBRO PRIMERO
C.G. M.
C.G. M.
12801
TITULO SEPTIMO CAPITULO V ARTS, 400 407 y 405
C. G. M.
ARTÍCULO 407. Ene! primer caso del artículo 405, el juez decreta-
rá que la adopción queda revocada si convencido de la
espontaneidad con que se solicitó la revocación, encuen-
tra que ésta es conveniente para los intereses morales y
materiales del adoptado.
Tanto para acordar la adopción como para revocarla por acuerdo de las partes, el
juez debe tener en cuenta, principalmente, el interés del adoptado. El magistra-
do dispone de arbitrio, ya sea para denegar una adopción que considere
desfavorable para quien se pretende adoptar, o para desestimar una revocación
que considere inconveniente para el mismo. (Ver comentario al a. 390).
C.G. M.
Este precepto rige para la revocación por acuerdo de ambas partes. Aquí, la
sentencia que decrete la revocación tiene efectos constitutivos sobre el estado
civil: deja sin efecto el parentesco civil creado por el vínculo adoptivo. Esta
situación se distingue de la legislada en el a. 409 (revocación por causa de
ingratitud), en que la sentencia es meramente declarativa, ya que la adopción
deja de producir sus efectos desde que se comete el acto de ingratitud. Una vez
12811
ARTS 408. 409, 410 y 411 LIBRO PRIMERO
revocada la adopción, cesan todos los derechos y obligaciones entre las partes
(p.c. derechos sucesorio y alimentario).
C.G.M.
La sentencia que decrete la revocación por causa de ingratitud tiene que ser
necesariamente dictada en un juicio contencioso, ya que el a. 926 del CPC
establece que no podrá promoverse este tipo de revocación en un procedimiento
voluntario.
En lo que respecta a su naturaleza jurídica, esta sentencia es declarativa,
puesto que el vínculo de la adopción se destruye con el acto de ingratitud, y no
en virtud de la sentencia (ver comentario al artículo anterior).
Este precepto puede adquirir singular importancia en el caso de que el adoptan-
te muera después de producido el acto de ingratitud, pero antes de que sea
dictada la sentencia; en este supuesto, el adoptado no tendrá derecho a heredar a
su adoptante.
C.G. M.
TITULO OCTAVO
De la patria potestad
CAPITULO I
De los efectos de la patria potestad respecto
de la persona de los hijos
1282]
TITULO OCTAVO
De la patria potestad
ARTS 408. 409, 410 y 411 LIBRO PRIMERO
revocada la adopción, cesan todos los derechos y obligaciones entre las partes
(p.c. derechos sucesorio y alimentario).
C.G.M.
La sentencia que decrete la revocación por causa de ingratitud tiene que ser
necesariamente dictada en un juicio contencioso, ya que el a. 926 del CPC
establece que no podrá promoverse este tipo de revocación en un procedimiento
voluntario.
En lo que respecta a su naturaleza jurídica, esta sentencia es declarativa,
puesto que el vínculo de la adopción se destruye con el acto de ingratitud, y no
en virtud de la sentencia (ver comentario al artículo anterior).
Este precepto puede adquirir singular importancia en el caso de que el adoptan-
te muera después de producido el acto de ingratitud, pero antes de que sea
dictada la sentencia; en este supuesto, el adoptado no tendrá derecho a heredar a
su adoptante.
C.G. M.
TITULO OCTAVO
De la patria potestad
CAPITULO I
De los efectos de la patria potestad respecto
de la persona de los hijos
1282]
TITULO OCTAVO/CAPITULO ARTS 411. 412 y 413
Este deber tiene su fundamento en la moral, que debe regir siempre en las
relaciones paterno-filiales. La familia, como célula básica de la sociedad, re-
quiere que las relaciones entre sus miembros reposen sobre un principio de
respeto y dignidad mutua. Cualquiera que sea la edad y condición de los hijos,
deben honrar y respetar a sus ascendientes, por lo cual este deber no se acaba al
alcanzar la mayoría de edad. Mientras el hijo es menor de edad, el deber
impuesto por este precepto se complementa con el deber de obediencia hacia
quienes ejercen la patria potestad.
La presente es una norma de las llamadas 'eses minus quam perfectae, por-
que no es posible exigir coactivamente su cumplimiento.
C.G. M.
C.G. M.
sometidos a patria potestad, lo dispuesto por los aa. 1919, 1920 y 1922 CC. Estas
normas señalan la responsabilidad de quienes la ejercen, por el hecho ilícito
cometido por los menores, y su obligación de reparar los daños y perjuicios
ocasionados. (Ver comentarios a los mencionados artículos).
C.G.M.
C.G.M.
(284]
TITULO OCTAVO/CAPITULO 1 ARTS 415. 416 y 417
C.G.M.
En el sistema del CC, tanto para los hijos nacidos de matrimonio como para los
nacidos fuera de matrimonio, si uno de los progenitores deja de ejercer la patria
potestad, el otro la ejercerá por sí solo. (Ver comentario al a. 414)
C.G. M.
ARTÍCULO 417. Cuando los padres del hijo nacido fuera de matri-
monio que vivían juntos se separen, continuará ejercien-
do la patria potestad, en caso de que no se pongan de
acuerdo sobre ese punto, el progenitor que designe el
juez, teniendo siempre en cuenta los intereses del hijo.
Este precepto sienta un criterio supletorio, para el caso en que los progenitores
del menor no se pongan de acuerdo. Si existe ese acuerdo, debe prevalecer, ya
que las relaciones familiares se desarrollan en la intimidad de la vida común, y
nadie mejor que los padres suelen saber cuál es la conveniencia de los hijos
menores; allí donde no existe conflicto, no interviene la autoridad judicial. Sólo
en caso de discrepancias, será el juez quien pase a resolver la situación de los
menores de edad. (Ver comentario del a. 283).
C.G.M.
[2851
ARTS. 418 y 419 LIBRO PRIMERO
C.G. M.
C.G. M.
12861
TITULO OCTAVO CAP1TU LO 1 ARTS. 420 y 421
C.G.M.
1287]
ARTS 421. 422 y 423 LIBRO PRIMERO
C.G. M.
C.G.M.
ARTÍCULO 423. Para los efectos del artículo anterior, los que
ejerzan la patria potestad o tengan hijos bajo su custodia,
tienen la facultad de corregirlos y la obligación de observar
una conducta que sirva a éstos de buen ejemplo.
Las autoridades, en caso necesario, auxiliarán a esas
personas haciendo uso de amonestaciones y correctivos
que les presten el apoyo suficiente.
12881
11T U LO OUiAV0CAP11iq.0 1 AR 1S. 423 u 424
C.G.M.
Como la patria potestad está dirigida al cuidado de la persona y de los bienes del
menor de edad no emancipado, la representación legal de éste será ejercida por
los titulares de aquélla. Los menores de edad tienen incapacidad natural y legal
(a. 450, fr. I) para determinarse por sí mismos y administrar sus bienes. La insti-
tución de la representación legal obra en beneficio de los menores, para su
mejor protección, y a la vez de los terceros que otorguen contratos relacionados
con el patrimonio del menor.
El representante legal suple la incapacidad del menor de edad en todos los
actos y contratos, ya que éste tiene capacidad de goce, pero carece de capacidad
de ejercicio.
Aunque este precepto expresa que el que está sujeto a patria potestad no
puede "comparecer enjuicio, ni contraer obligación alguna, sin expreso consen-
timiento...", lo cierto es que el menor de edad no emancipado no podría
contraer obligaciones ni comparecer por sí mismo enjuicio, aun cuando media-
ra consentimiento expreso de quien ejerce la patria potestad: el menor de edad
sólo puede hacer valer esos derechos mediante la actuación de su representante
legal, es decir, del que está en ejercicio de la patria potestad.
12891
ARTS. 424. 425 y 425 t IRRO PRIMERO
C.G.M.
CAPITULO II
De los efectos de la patria potestad
respecto de los bienes del hijo
1. B.S.
[290]
1.11-1-1 0 O(I AV() CAP11 (-1 O II AS F( 421, 427, 421i 4.29
misma es ejercida por ambos padres, los abuelos o los adoptantes, uno de
ellos será administrador, pero el designado consultará a su consorte y requerirá
de su consentimiento expreso para los actos más importantes de la administra-
ción.
I.B.S.
I.B.S.
12911
ARTS. 429, 430 y 431 I IBRO PRIMERO
trabajo. la tiene para administrar dichos bienes y para disponer de ellos libre-
mente.
En este precepto aparece claramente la huella romana, en efecto, los bienes
que el Milis familias adquiría por su trabajo, pasaban a formar parte del pecu-
lio profecticio cuya administración era ejercida por éste y más tarde, de ellos
adquiere él también el dominio.
B. S.
Los bienes que adquiera el menor por cualquier titulo que no sea su trabajo
(herencia, legado, donación o don de la fortuna) pertenecen al menor, pero la
administración de los mismos corresponde a los que ejercen la patria potestad.
Los actos de administración son todos aquellos que tienden a la conservación
de los bienes que forman parte del patrimonio y la percepción de frutos que éste
produzca (Galind o Garfias, Ignacio, Derecho Civil, primer curso, México
Porrúa, 1980, p. 682).
Del usufructo de los bienes del menor, la mitad pertenece á hijo y la otra mitad
a las personas que ejercen la patria potestad. El varón y la mujer que ejerzan
conjuntamente la patria potestad se dividen entre sí por partes iguales, la mitad
del usufructo que la ley les concede.
En el caso de que quienes ejerzan la patria potestad gocen de la mitad del
usufructo de los bienes del hijo, el importe de los alimentos se deducirá de dicha
mitad, si ésta no alcanza a cubrirlos, el exceso será de cuenta de los que ejerzan
la patria potestad (a. 319 CC).
Si el hijo hereda o le ha sido donado el usufructo de ciertos bienes, el testador
o el donante pueden excluir de la parte que en él correspondería a quienes
ejerzan la patria potestad destinando esa porción al hijo o a determinados fines
por él señalados.
I.B.S.
[2921
TITULO OCTAVO CAPITULO II ARIS. 431. 432. 433 y 434
B.S.
Si los que ejercen la patria potestad no han estado en posesión de los bienes y no
han realizado respecto de ellos, actos de administración que justifiquen el
derecho al usufructo, no tendrán derecho alguno sobre él. Esta disposición
confirma el carácter compensatorio por e! desempeño de aquel cargo familiar.
I.B.S.
1[293j
ARTS. 434, 435 y 436 LIBRO PRIMERO
Los que se beneficien del usufructo de los bienes del menor sujeto a la patria
potestad, tienen las mismas obligaciones de cualquier usufructuario. Se les
exceptúa, sin embargo, del deber de otorgar fianza, pues el legislador concede
crédito a los que ejercen patria potestad por la justificada suposición de que a
estas personas las mueve normalmente el afecto y el interés hacia sus descen-
dientes más que el suyo propio y, sólo en los casos en que se pueda considerar un
peligro para el menor, se exige garantía.
I.B.S.
B. S.
.8. S.
[2951
ARTS 437,438 y 439 LIBRO PRIMERO
I. B. S.
I. B. S.
Como todo administrador de bienes ajenos, los que ejercen la patria potestad
tienen la obligación de rendir cuentas de su administración. La ley no señala
plazo para cumplir esta obligación por ello debe entenderse que se pedirá a
petición de parte interesada y siempre al terminar el ejercicio de la patria
potestad. (Ver comentario al a, 441).
LBS.
S.
[2961
TITULO OCTAVO:CAPI 1 Ul O II AR1 S. 444). MI y 442
ARTICULO 440. En todos los casos en que las personas que ejercen
la patria potestad tienen un interés opuesto al de los hijos,
serán éstos representados, en juicio y fuera de él, por un
tutor nombrado por el juez para cada caso.
Cuando exista un interés opuesto entre los que ejercen la patria potestad y los
menores sujetos a la misma, se les nombrará un tutor dativo en lo que se refiere a
los actos en que exista la oposición de intereses con quienes ejerzan la patria
potestad,
Si son dos personas las que ejercen la patria potestad y sólo hay conflicto de
intereses con respecto a uno de ellos, el otro representará al menor. No será
necesario el nombramiento de tutor.
LBS.
S.
Entre las medidas que el juez de lo familiar puede tomar, están la de exigir que
el administrador rinda cuentas de su gestión o que se decrete la pérdida del
usufructo cuando la administración sea notoriamente ruinosa para los hijos
a. 434 CC). (Ver comentario al a. 442 CC).
1. B. S.
Cuando los hijos menores de edad se emancipen, o lleguen a los dieciocho años,
las personas que ejerzan la patria potestad les entregarán todos los bienes y
frutos que les pertenezcan.
De la interpretación de los aa. 441 y 442 del CC se puede concluir que las
personas que ejercen la patria potestad están obligadas a reparar daños que
causen al menor sujeto a ella, por su mala administración, y que teniendo en
12971
ARTS. 442, 443 y 444 LIBRO PRIMERO
1.13. S.
CAPITULO III
De los modos de acabarse y suspenderse
la patria potestad
B. S.
1298]
11111LO OCI AYO/CAP], I U1.0 DI ARTS. 444 N: 445
I,B.S.
I.B.S.
[299]
RTS. 448, 447 y 448 LIBRO PRIMERO
I. B.S.
I.B.S.
[300]
TITULO NOVENOICAPSTULO 1 AM-S_ 44R y 449
TITULO NOVENO
De la tutela
CAPITULO I
Disposiciones generales
1301]
TITULO NOVENO
De la tutela
TITULO NOVENOICAPSTULO 1 ARTS. 445 y 44s)
TITULO NOVENO
De la tutela
CAPITULO
Disposiciones generales
13011
ARTS.449 y 450 LIBRO PRIMERO
estatuto legal (reglas sobre el nombramiento del tutor, forma de ejercicio de sus
poderes. prestación de garantías, obligación de rendir cuentas. etc.).
En cuanto a los caracteres de la tutela, podemos decir que es permanente, por-
que subsiste mientras perdure la incapacidad del pupilo. o mientras no se pro-
duzca alguna causa de cesación de la persona del tutor, es unitaria, ya que nin-
gún incapaz puede tener más de un tutor, es general, porque comprende tanto el
cuidado de la persona como los bienes del incapaz; es obligan:irá, porque no se
permite a quien es llamado a su desempeño negarse a asumirla o una vez asumi-
da renunciarla sin causa legítima. (Rodríguez Arias Bustamante, L., La tutela,
Barcelona. Bosch, 1954).
En lo que respecta a los fines de la tutela, ella debe atender primordialmente al
cuidado de la persona del incapaz; al patrimonio de éste —si es que lo posee—
deberá estar afectado a su alimentación (en el sentido amplio de manutención,
vestido, atención médica y educación) y rehabilitación, si se trata de un mayor de
edad sometido a tutela por causa de enfermedad. La tutela no tiene por objeto la
conservación de un patrimonio, sino, fundamentalmente, la mejor administra-
ción del patrimonio con vistas al cuidado y desarrollo del incapaz, dentro de las
posibilidades físicas y mentales del mismo. Se conjugan de este modo los intere-
ses del individuo sometido a tutela y de la sociedad.
La representación del incapaz que eventualmente realice el tutor, no es una
representación contractual. sino que emana de la ley: los poderes no se fundan en
la voluntad de las partes sino en el estatuto legal de la figura jurídica de la tutela.
C.G.M.
[303]
ARTS. 451, 452 y 453 LI BRO PRIMERO
[3041
TITULO NOVENO.'CAPITULO 1 ARTS. 453, 454 y 455
responsable del daño que cause a otro, no sólo por sus actos, sino también por
sus omisiones o negligencias. Este precepto sanciona el hecho negativo de no
asumir un deber impuesto por la ley. El legislador no puede determinar casuísti-
camente todas las consecuencias posibles de la falta; por lo tanto, establece una
noción general de responsabilidad, dejando librado al juez el cuidado de deter-
minar el monto de los daños y perjuicios y ordenar la reparación. Esta regla
significa una aplicación del principio general de conducta neminem laedere, no
dañar a otro. Por "daños y perjuicios" ha de entenderse no sólo la pérdida
sufrida (daño emergente), sino también la ganancia que haya dejado de percibir-
se (lucro cesante) y, si correspondiere —en concepto del juez, previas las
pruebas conducentes— el daño moral que se pudiere haber infligido al incapaz.
C.G. M.
C.G. M.
1305]
ARTS. 455, 456 y 457 LIBRO PRIMERO
C.G.M.
El principio de unidad de la tutela, que rige con respecto a las personas del tutor
y del curador, no se aplica con relación a los pupilos, que pueden ser hasta tres, o
más de tres, si tienen intereses personales o materiales entre sí. El tutor está
investido de la facultad (que es a la vez obligación) de representación del menor,
en los casos de la vida civil.
Si los incapaces son hermanos, coherederos o legatarios de una misma
persona, tendrán intereses materiales en común, que requerirán de una repre-
sentación y administración asimismo comunes. En el caso de los hermanos, que
suele darse preponderantemente en la tutela de menores de edad, existen
conveniencias de unidad de domicilio, de educación y de preservación del afecto
familiar, valores éstos de orden superior, que se realizan mejor mediante la
sujeción de los inacapaces al poder tutelar de una sola persona.
C.G. M.
[306]
TITULO NOVENO/CAPITULO I ARTS. 457, 451+, 459 y 460
C.G.M.
C.G.M.
C.G.M.
C.G.M.
ARTÍCULO 462. Ninguna tutela puede conferirse sin que previa-
mente se declare en los términos que disponga el Códi-
go de Procedimientos Civiles, el estado de incapacidad
de la persona que va a quedar sujeta a ella.
1308]
TITULO NOVENO/CAPITULO 1 ARTS.461463 y 464
1309]
AM-S.46,1,46S y 446 LIBRO PRIMERO
Uno de los caracteres de la tutela. es el ser permanente; o sea que subsiste durante
el tiempo en que persista la incapacidad del tutelado, salvo que sobrevenga algu-
na causa especial de cesación de la tutela.
La institución familiar ofrece mayor confianza al legislador. para el desempe-
ño de las funciones tutelares: no existe dentro de ella un mero vinculo obligatorio,
sino que la cohesión familiar determina un fin superior a la conveniencia indivi-
dual, basado en el natural afecto derivado del vinculo de parentesco o del lazo
conyugal.
De ahí que la norma legal designe para el desempeño de los cargos tutelares a
las personas que. presumiblemente, tienen mayor interés en proteger la vida y el
patrimonio del incapaz: los parientes y, dentro de éstos, los más próximos son
* N.E.: Texto vigente del articulo modificado en virtud del articulo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.
13101
TITULO NOVENO: CAP' 1 U1 0 1 ARTS 466, 467 y 468
preferidos a los más alejados. (Rodriguez Arias Bustamante, L., La tutela, Bar-
celona, Bosch, 1954, pp. 25 y 53). Por ser la tutela un cargo obligatorio (a. 452),
los terceros que no son parientes del incapaz tienen derecho a que se les releve,
una vez cumplidos diez años del desempeño de su cometido.
C.G.M.
C.G. M.
C.G.M.
[311]
ARTS. 469 y 470 LIBRO PRIMERO
C.G. M.
CAPITULO II
De la tutela testamentaria
1312]
TITULO NOVENO.CAMTU1.0 II ART. 470
refiere al cumplimiento de los deberes y obligaciones que señalan los aa. 516,
517, 548, 1313 fr. VI y 1331.
El capítulo II del título IX del libro segundo, autoriza la designación de
tutor testamentario en los cuatro casos previstos en los aa. 470, 473,475 y 481.
La designación de tutor testamentario, de acuerdo a lo establecido en el a. 470
será procedente cuando se trata de hijos de matrimonio. Ello se deduce de la
referencia que este artículo hace al 414 del CC, disposición esta última que
indica quiénes son las personas que en los distintos grados pueden ejercer la
patria potestad sobre los "hijos de matrimonio"; esta facultad se otorga al
ascendiente que "sobreviva" de los dos que en cada grado pueden ejercer la
patria potestad.
Si existieren otros ascendientes que puedan ejercer la patria potestad sobre el
menor, deben quedar excluidos de su ejercicio por la designación de tutor
testamentario. De no hacerlo así, su exclusión sólo sería temporal. Lo dispone
así el a. 472.
Si el ascendiente fuere menor de edad, deberá tener capacidad para testar.
Ella se adquiere a los dieciséis años cumplidos según lo dispone el a. 1306.
La designación podrá hacerse en cualquier clase de testamento, salvo el
ológrafo porque, sólo los mayores de edad pueden testar en esa forma por
disponerlo así el a. 1551.
La frase que se encuentra al final del a. 470 "con inclusión del hijo póstumo",
merece una breve consideración, hijo póstumo es el que nace después de la muerte
del padre. ¿Quién podría nombrar tutor testamentario a un hijo que está por na-
cer? No puede hacerlo el padre, pues mientras vivan ambos progenitores ninguno
de ellos puede designar tutor testamentario y porque al nacer el hijo la madre
ejercerá de pleno derecho la patria potestad sobre éste cuando el padre ha
muerto antes del alumbramiento. A ella no se le puede privar de este derecho
porque el a. 471 dispone que sólo puede excluirse del ejercicio de la patria potestad
a los "ascendientes de ulteriores grados", o sea, a los abuelos, pero no a los
progenitores.
Dos antecedentes de carácter histórico pueden explicar la existencia de la
frase "con inclusión del hijo póstumo" que comentamos y son: el Proyecto de
Sierra y el de García Goyena. En ambos el padre era el único que podía designar
tutor testamentario al hijo.
Decía el a. 193 del Proyecto de Sierra: "El padre aun siendo menor de
dieciocho años, tiene derecho de nombrar en testamento tutor para sus hijos
menores, con inclusión del desheredado y el póstumo." Y el a. 177 del Proyecto
de García Goyena decía: "El padre puede nombrar tutor en testamento a sus
hijos menores incluso al desheredado y al póstumo".
Con el propósito de dar una explicación racional a la disposición, pensamos
que la madre podrá ejercer esta facultad después de la muerte del marido y antes
del nacimiento del hijo.
[313)
ARTS 470, 471 y 472 LIBRO PRIMERO
L.C.P.
L.C. P.
1314]
F I] 01_0 NOVENO CAPI 101.0 Akl ti. 472 y 47,1
L.C. P.
I315]
ARTS, 473, 474 y 475 LIBRO PRIMERO
L.C.P.
L.C. P.
1316]
11 1 ULO NOVENO:CAPITULO II ARTS. 475, 476 y 477
L.C.P.
L.C.P.
[311
ARTS 477, 478 y 479 LIBRO PRIMERO
L.C.P.
[318]
TITULO NOVENO/CAPI TULO II ARTS 479, 480 y 481
L.C.P.
L.C.P.
[319]
ARTS. 481, 482 y 483 LIBRO PRIMERO
CAPITULO III
De la tutela legítima de los menores
ARTÍCULO 482. Ha lugar a tutela legítima:
1. —Cuando no hay quien ejerza la patria potestad, ni
tutor testamentario;
I I.--Cuand o deba nombrarse tutor por causa de divor-
cio.
Los capítulos III, IV y V del título IX del libro I, contienen un conjunto de
disposiciones sobre la tutela legítima de los menores, los interdictos y expósitos.
A la tutela legítima de los menores se refieren los aa. 482 a 485.
Dos situaciones considera el a. 482:
1) menores que carecen de representante legal. Si no hay quien ejerza la patria
potestad sobre el menor y no se le ha nombrado tutor testamentario, se le desig-
nará un tutor legítimo.
2) hijos menores de los divorciados. Si el juez que conoce de un juicio de
divorcio resuelve privar a los progenitores del ejercicio de la patria potestad
sobre sus hijos y no hay ascendientes que puedan desempeñarla, el juez deberá
designarles un tutor. La ley del 27 de diciembre de 1983, que modificó el a. 283
del CC, facultó a los jueces para proceder en esta forma.
En los casos de ausencia, el a. 651 dispone que puede designarse tutor legítimo
a los hijos del ausente.
L.C.P.
(3211
ARTS. 484 y 485 LIBRO PRIMERO
No rige esta limitación para el menor que hubiere cumplido dieciséis años
cuando a él le corresponda hacer la elección.
L.C.P.
El a. 455 dispone que ningún incapaz puede tener al mismo tiempo más de un
tutor definitivo, pero el a. 449 establece que la tutela puede tener por objeto la
representación interina del incapaz en los casos especiales que señala la ley.
Estos casos especiales los señalan entre otros, los aa. 480, 512, 532 y el que
comentamos.
[322]
TITULO NOVENO/CAPITULO IV ARTS. 486 y 487
CAPITULO IV
De la tutela legítima de los mayores
de edad incapacitados*
El capítulo IV del titulo IX del libro I se refiere a la tutela legítima del cónyuge, de
los hijos y de los padres, que hayan sido declarados en interdicción.
Los cónyuges están obligados a socorrerse y auxiliarse mutuamente. Entre
estos deberes recíprocos el a. 486, destaca uno de los más relevantes: el cónyuge
sano debe actuar corno tutor legítimo y forzoso del otro que haya sido declarado
en interdicción, obligación que se prolonga mientras conserve su situación de
cónyuge, por así disponerlo el a. 466.
Con respecto a los bienes de los cónyuges y de la sociedad conyugal el tutor
debe observar las normas que le señalan los aa. 568. 581 y 582.
El a. 904 fr. II, inciso b) del CPC del DF dispone, que como diligencias prepa-
ratorias en el juicio de interdicción, se deben poner los bienes del presunto inca-
pacitado bajo la administración de un tutor interino y los de la sociedad conyu-
gal si la hubiere. quedarán bajo la administración del otro cónyuge.
Tiene importancia esta disposición porque consagra la figura jurídica de la
"administración extraordinaria de la sociedad conyugal", que no prevé la legisla-
ción sustantiva y que en algunos códigos se describe como el traspaso de la admi-
nistración de la sociedad conyugal al otro cónyuge, cuando por circunstancias
especiales. como la ausencia o la incapacidad del cónyuge administrador, se hace
necesario ese traslado,
L.C.P.
Sólo pueden desempeñar el cargo los hijos mayores de edad. No podría desem-
peñarlo un menor emancipado porque la ley exige que el tutor sea mayor de
edad, al igual que lo hace el a. 1551 con respecto al testamento ológrafo. Por lo
demás, en varias disposiciones del código se consideran como figuras jurídicas
distintas, la mayoría de edad y la emancipación, como ocurre en los aa. 438 fr. I,
442, 443, 605 y 731 fr. I.
Los hijos ejercerán la tutela sobre su padre o madre viudos. Si fueren casados
le correspondería preferentemente al cónyuge desempeñar la tutela.
* N.E.: Texto vigente del articulo modificado en virtud del articulo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.
[323]
ARTS. 4.117.4SS y 489 LIBRO PRIMERO
L.C.P.
L.C.P.
Este artículo fue modificado por medio de un decreto que aparece publicado en
el DO del 9 de enero de 1954. El texto anterior era el siguiente: "El padre, y
por muerte o incapacidad de éste, la madre, son de derecho tutores de sus hijos,
solteros o viudos, cuando ellos no tengan hijos que puedan desempeñar la tu-
tela".
1324]
TITULO NOVENO/CA.1,111_40 IV ARTS. 489, 490 y 491
L.C.P.
L.C.P.
Es una disposición novedosa y útil, porque deja sujetos a una misma tutela al
incapacitado y a sus hijos menores, pero es oscura porque no especifica si el
tutor designado al interdicto, será también de pleno derecho tutor de sus hijos, o
si será necesario realizar de nuevo todos los trámites que establece la ley en la
designación de tutores. En nuestra opinión debe interpretarse que será ipso jure,
tutor de aquél y de éstos.
1325]
ARTS. 491 y492 LIBRO PRIMERO
L.C.P.
CAPITULO V
De la tutela legítima de los menores abandonados
y de los acogidos por alguna persona,
o depositados en establecimientos de beneficencia
1326]
MULO NOVENO;CAPH ULO V ART S 492, 493 y 494
las personas que los acogen desempeñar la tutela legítima de esos menores? La
respuesta será afirmativa si se les considera expósitos.
En cuanto a si es procedente la designación de un tutor a personas que carecen
de bienes, los aa. 500, 501, 502, 544 y 545, entre otros, disponen que es posible
hacerlo y los aa. 535 y 618, disponen que no habrá necesidad de designarles
curador.
Establece el a. 520 en su fr. IV que los tutores de los expósitos están
exceptuados de dar garantía, siempre que los hayan alimentado y educado
convenientemente por más de diez años, a no ser que hayan recibido pensión
para cuidar de él.
En suma les impone la ley mayores obligaciones que a los demás tutores no
obstante que deben desempeñar gratuitamente el cargo en la mayoría de las
veces.
L.C. P.
L.C. P.
El discernimiento, según se desprende de los aa. 519 del CC y 905, fr. V, 908 y
909 del CPC, es la resolución judicial mediante la cual el juez otorga al tutor la
autorización necesaria para ejercer sus funciones, después que éste ha aceptado
el cargo y en su caso otorgado la caución de su manejo.
Sólo se exime de esta obligación a los tutores que señala el a. 493 y no a los que
contempla el a. 492.
L.C.P.
[327]
ARTS. 495 y496 LIBRO PRIMERO
CAPITULO VI
De la tutela dativa
El término dativo indica "atribución" o "destinación". Dato, p.c., viene del latín
datum: "lo que se da". Una tutela dativa es, consecuencia, una tutela conferida,
que es atribuida. No obstante, ello de ninguna manera conforma un rasgo
distintivo para este tipo de tutela frente a las dos especies restantes. Una tutela
legítima es también, desde luego, una tutela conferida, desde el punto de vista
de que quien decide respecto a la persona que deba desempeñarla es el legisla-
dor, si bien es cierto que el nombramiento deberá recaer sólo en parientes, salvo
el caso de los expósitos. Esta es una diferencia importante con la tutela dativa,
donde es el juez quien nombra al tutor, precisamente de una lista general
proporcionada por el Consejo Local de Tutelas. Lista que, en principio, no tiene
nada que ver con los parientes del incapaz.
No obstante todo ello, el atributo distintivo de la institución se precisa en el
hecho de que supone la exclusión de las tutelas testamentaria y legítima, según
se desprende en forma muy clara de la fr. I del artículo en cíta. La disposición
específica consignada en la fr. II no hace más que confirmar tal cualidad,
aunque reduce la duración en el tiempo —para el caso de impedimento temporal—
es la misma idea de ausencia del tutor testamentario y de ausencia, también, de
parientes cercanos que puedan ejercer la tutela legítima conforme al a. 483.
La tutela dativa es, pues, un género extremo que no puede alcanzar relevancia
en tanto no resulten excluidas las hipótesis que dan lugar a las tutelas testa-
mentaria y legítima. Ello puede dar base a la opinión de que su utilidad resulte
escasa en la práctica. En realidad, no es así, no sólo porque su aplicación es
extendida en los casos de juicios sucesorios intestados (donde, p.e., suele invocar-
se como fundamento un discutible "interés contrario" con el cónyuge supérstite)
sino, además, porque la aplicación del fenómeno encuentra derivaciones más
prolíficas en los casos de asuntos judiciales del menor emancipado (a. 499).
J.A.M.G.
[3281
Tiris LO NOVENO. CAPITULO VI RTS 49t y 497
J.A.M.G.
[329]
ARTS. 497. 498 y 499 I 1BRO PRIMERO
J.A.M.G.
J.A. M.G.
1330]
.111111 O NOVENO CA1'11110 VI ARTS, 499, 500y 501
J. A. M. G.
J.A.M.G.
[3311
ARTS. 50 I y 502 LIBRO PRIMERO
J.A.M.G.
[332]
1 IFtJi.0 NOVENO CAPI U OS VI y VI I AR FS 50'2 y 503
JAMO.
CAPITULO VII
De las personas inhábiles para el desempeño
de la tutela y de las que deben
ser separadas de ella
[3331
ARTS. 503 y 504 LIBRO PRIMERO
J. A. M.G.
De la caución o garantía del tutor se ocupan, con detalle, los aa. 519 y siguientes.
Realmente es improbable que pueda discernírseles el cargo sin que hayan
P341
TITULO NOVENO/CAPITULO VII ARTS. 504 y 505
prestado la necesaria garantía, porque el a. 906 del CPC exige que el juez se cer-
ciore previamente.
El tutor a que se refiere el a. 500 —que únicamente se ocupa de la persona del
menor— no tiene, conforme al a. 520. fr. II, obligación de prestar garantía.
En el caso de la fr. II de este artículo en cita, decir que una persona "se con-
duce mal" es hablar en forma vaga. En consecuencia. será necesario un buen
grado de discernimiento en el juzgador para la calificación de situaciones que
eventualmente pongan en peligro la permanencia del tutor en el puesto.
La fr. VI parece conceder un plazo demasiado largo para sancionar la ausen-
cia del tutor.
Pero, en fin, actualizada cualquiera de estas causales, tanto el MP (vigilante
del interés social) como los parientes del pupilo, tienen a su cargo la acción
correspondiente para proceder a la denuncia ante el juez de lo familiar (a. 633).
Es claro que debe incluirse aqui al curador, quien precisamente está obligado a
defender los derechos del incapacitado contra el tutor (a. 626, fr. I).
La ley no prevé especificamente el caso de remoción o separación de los
curadores, pero alguna disposición (a. 621) parece aludir al problema, aceptan-
do el nombramiento de curador interino en los casos de impedimento, "separa-
ción" o excusa del nombrado. Aunque tampoco decide sobre las causas que
pudieran dar origen a tal medida, el intérprete debe concluir que las disposicio-
nes sobre tutores son. mutatis =lunch', aplicables también a los curadores.
El a. 463 prescribe la necesidad de instaurar juicio para la remoción del car-
go. El proceso debe seguirse en la forma contenciosa, de conformidad con los
aa. 913 y 914 del CPC.
Finalmente, ¿es posible que la remoción del tutor o del curador tenga lugar
cuando no haya una causa concreta y se hubiere provocado de todas formas un
inadecuado comportamiento en el pupilo? Piénsese p.c. en el caso de que éste
haya cometido un delito no directamente propiciado por su tutor o curador,
pero de alguna manera ocasionado por la negligencia y el descuido en su edu-
cación. Es claro que. siempre que pueda probarse alguna irregularidad que
indirectamente pudiera haber ocasionado la comisión del hecho delictuoso, el
juez de lo familiar tendrá facultades para decretar la remoción del cargo con
fundamento en el a. 504, fr. II. o en el 626, frs. I y II del CC según el caso; estas
causales expresan una vaguedad e imprecisión enormes que suscitan continuas
dudas.
1335]
ARTS. 505. 506. 507 y 5011 LIBRO PRIMERO
J.A.M.G.
Ya hemos hecho referencia a este precepto en líneas anteriores. Sólo cabría desta-
car la omisión respecto del curador (a. 626, fr. 1).
A pesar de la interpretación equivoca que, a contrario aman, pudiera propiciar
el texto del a. 913 del CPC, el juicio de separación se seguirá, siempre, en la forma
contenciosa (a. 914 CPC).
J.A.M.G.
[336]
TITULO NOV ENO/CAPITULOS VII y VIII ARTS. 509, 510 y 511
sión del auto de formal prisión basta para la separación —por lo demás tempo-
ral— del cargo.
JAM.G.
J.A.M.G.
CAPITULO VIII
De las excusas para el desempeño de la tutela
Aquí la ley prevé una serie de excusas que por lo demás resultan bastante
atendibles y fundadas, dada la naturaleza peculiar del cargo a asumir.
Aparentemente, la fr. 1 del precepto entra en contradicción con !o dispuesto
en el a. 501 respecto de la tutela dativa. Pero debe considerarse aquí que la regla
específica desplaza a la general, y que debe prevalecer aquella disposición, de
modo que no sería eficaz la excusa que los empleados o funcionarios públicos
esgrimieran invocando esta primera fracción.
La interposición de la excusa es potestativa. Nada impide que cualquiera de
las personas que se encuentre en alguno de los casos consignados en este
precepto desempeñe, efectivamente, la tutela de un incapacitado. Aunque
realmente la situación pueda superar sus deseos de ayuda al tutelado, como en el
caso de los que tengan numerosos hijos, pobres recursos económicos o mala
salud, en cuyo caso, si la situación llega a tornarse particularmente crítica,
siempre podrán manifestar ante el juez su deseo de renunciar. La ley no prevé tal
hipótesis en forma expresa, pero es claro que una sana y prudente decisión del
juez debe resolver en tal sentido.
J.A.M.G.
13381
Iii 111.0 NOVFNO f Arll LO VIII MITS. 512. 513. 5I4y 511
J.A.M.G.
El término fijado por el a. 906 del CPC es de cinco días, contados a partir de la
notificación del nombramiento, más un día por cada cuarenta kilómetros de
d istancia.
J.A.M.G.
J.A.M.G.
J. A.M.G.
13391
ARTS. 516.y 5E7 LIBRO PRIMERO
J.A.M.G.
Naturalmente, debe entenderse que éste es un tutor que además es pariente del
incapacitado, porque la simple tutoría no da derecho a heredar.
La sistemática legal ayuda a la comprensión de las diversas hipótesis: el a. 516
se refiere a la pérdida del derecho a heredar en el caso de la tutela testamentaria;
la parte final del a. 517, a la pérdida del mismo derecho en el caso de la tutela
legítima. La dativa conforma un caso aparte: ella no puede referirse a los
parientes porque, por hipótesis, se encuentran excluidos, ya que sólo pueden
asumir el cargo de tutor las personas comprendidas en el a. 501 (que por lo
general desempeñan funciones públicas o mantienen cargos idóneos), o los
precisamente nombrados por el consejo local.
Es de hacer notar, por otra parte, que la renuncia de que habla el artículo en
cita será, la mayoría de las veces, una renuncia tácita, por el incumplimiento de
hecho de las obligaciones tutelares ya que, insistiendo en el caso del artículo
anterior, bien puede aceptarse formalmente el cargo sin tener la menor in-
tención de proceder a su debido cumplimiento. Después de todo, cl artículo
[340]
HILA 0 NOVENO CAPITUI OS VIII IX AR.I X 517. 5j1ly 519
emplea la expresión "no desempeñe la tutela", cuando bien podría haber dicho
"no acepte el cargo".
J.A. M.G.
CAPITULO IX
De la garantía que deben prestar los
tutores para asegurar su manejo
El capitulo IX del titulo noveno se intitula: "De la garantía que deben prestar los
tutores para asegurar su manejo". Empieza diciendo el a. 519 que el tutor antes
de que se le discierna el cargo debe prestar caución. ¿Qué es el discernimiento?
El CC no lo dice no obstante que los aa. 89, 91 fr. VI y 494 se refieren a él.
Tampoco el C PC del D T'es más explícito. Los aa. 904 fr. V, 905 fr. V, 906.908
y 909 se refieren al discernimiento pero no especifican ni aclaran su contenido.
Podemos afirmar que en el CPC, en la designación de tutores, se distinguen
dos etapas bien marcadas.
13411
TITULO NOVENO
De la tutela
CAPITULO IX
De la garantía que deben prestar los
tutores para asegurar su manejo
HILA 0 NOVENO CAPITUI OS VIII IX AR.I X 517. 5j1ly 519
emplea la expresión "no desempeñe la tutela", cuando bien podría haber dicho
"no acepte el cargo".
J.A. M.G.
CAPITULO IX
De la garantía que deben prestar los
tutores para asegurar su manejo
El capitulo IX del titulo noveno se intitula: "De la garantía que deben prestar los
tutores para asegurar su manejo". Empieza diciendo el a. 519 que el tutor antes
de que se le discierna el cargo debe prestar caución. ¿Qué es el discernimiento?
El CC no lo dice no obstante que los aa. 89, 91 fr. VI y 494 se refieren a él.
Tampoco el C PC del D T'es más explícito. Los aa. 904 fr. V, 905 fr. V, 906.908
y 909 se refieren al discernimiento pero no especifican ni aclaran su contenido.
Podemos afirmar que en el CPC, en la designación de tutores, se distinguen
dos etapas bien marcadas.
13411
ARLS 520, 521 1, 522. LIBRO PRIMERO
petición del Consejo Local de Tutelas, del Ministerio Público del mismo
menor y aún de oficio por el juez de lo familiar.
L. C. P.
L.C.P.
[344]
[11111_0 NOVENO cApi 11:1 O 1X AR 15 522 ■, 521
supervisar los actos del tutor y por lo tanto, podrá ordenar a éste, la ejecución o
abstención de actos o hechos que puedan causar perjuicio a los bienes del
pupilo.
De acuerdo con lo dispuesto en los aa. 529, 533, 534 y otros, los jueces podrán
ordenar el aumento de las garantías otorgadas por el tutor, cuando los bienes
del pupilo aumentan de valor. De oficio pueden promover información de
supervivencia de los fiadores y obligar a los tutores a que aseguren con otros
bienes los intereses que administran, cuando por el estado de las fincas hipoteca-
das o de los bienes dados en prenda, sea necesario hacerlo. Tales son algunasde
las medidas que puede ordenar el juez, para proteger los intereses del pupilo.
El articulo que se comenta se refiere a los parientes próximos, pero no seña-
la cuáles son quienes tienen ese carácter.
Sobre este punto es necesario considerar lo que dispone al efecto el a. 1300
que dice: "La disposición hecha en términos vagos en favor de los parientes
del testador, se entenderá que se refiere a los parientes más próximos, según
el orden de la sucesión legitima".
1..C.P.
L. C.P.
[345]
AR1 ti. 524. 525 !. 526 LIBRO PRIMERO
L.C. P.
1346]
TITULO NOVENOICAMTLI O IX AS I 521, 527 N 52%
L.C.P.
Este artículo establece la regla que debe seguirse cuando los bienes que tenga el
tutor, no basten para cubrir la cantidad que ha de asegurarse.
Se comprende que mientras el tutor tenga bienes, es conveniente para los
intereses del incapaz que la garantía se otorgue con ellos, y sólo cuando no
bastaren, ha de acudirse a la fianza, por ser ésta una garantía menos segura.
Nuestro legislador, admite que, en tal hipótesis, la garantía pueda consistir
parte en hipoteca o prenda, parte en fianza o solamente fianza. Esta posibilidad
de constituir cuando los bienes sean insuficientes, mediante fianza, sin duda,
obedece a la necesidad de favorecer el discernimiento y por consiguiente, el
ejercicio de la tutela por la persona elegida, en quien se suponen cualidades
idóneas para el ejercicio del cargo.
En todo caso, la calificación de la garantía queda al prudente arbitrio del
juez, pero éste deberá oír al curador y al consejo local de tutelas, órganos
encargados de velar por la persona y bienes del incapaz.
C.L.V.
C. L.V.
1348]
TITULO NOVENO, CAPITULO IX ARTS 529. 539 y531
C.L.V.
C.L. V.
El tutor debe prestar la garantía exigida por la ley, para que se le discierna el
[349]
ARTS. 531, 532 y 533 LIBRO PRIMERO
cargo. Para ello la ley le concede un plazo de tres meses, contados desde su
aceptación.
Concluido ese término sin que el tutor haya otorgado la mencionada garan-
tía, no deberá discernir el cargo y proveerá el nombramiento de un nuevo tutor,
en la forma y términos prevenidos por el CC (véase a. 908 del CPC para el DF).
C.L.V.
La regla es que el tutor no entre a administrar los bienes del incapaz sin haber
prestado la garantía a que se refiere el a. 528. Mientras ello ocurre, el juez, para
que los bienes dei incapaz no queden sin administración, designará un tutor
interino, cuya función se reducirá a la conservación de los bienes y percepción
de los frutos. El tutor interino necesita licencia judicial para cualquiera otro
acto de administración, la que en su caso se concederá por el juez, oyendo al
curador. La garantía que debe otorgar el tutor interino no • se cancelará, sino
hasta que las cuentas de la tutela hayan sido aprobadas. (Véase a. 604).
El tutor interino recibirá los bienes mediante inventario. Este es necesario
porque a través de él se fija la responsabilidad del tutor y las obligaciones de
custodia de los bienes determinados en el inventario que recibe al entrar en el
ejercicio de la tutela interina.
C. L. y.
Una vez que el tutor ha otorgado la garantía, la ley cuida de que quede en
13501
TITU I O NO'v'ENO CAPÍTULOS IX -y X ARTS. 533. 534 y 535
C.L.V.
Este artículo, lo mismo que el anterior, tiene como finalidad que se vigile la
subsistencia e idoneidad de la garantía otorgada por el tutor.
Si esa garantía devino insuficiente para ofrecer la debida protección de los
intereses del pupilo, una consecuencia lógica es que deba mejorarse.
El curador y el consejo local de tutelas, como encargados de cuidar el buen
desempeño del tutor y de velar por los intereses del pupilo, tienen la obligación
de vigilar el estado de los bienes hipotecados y el de los entregados en prenda, a
efecto de informar al juez de los deterioros o menoscabos que en ellos hubiere, o
de la disminución de su valor, para que el juez exija al tutor que mejore la
garantía, de manera que alcance las coberturas en la medida en que se establecen
(a. 528).
C. L. V.
CAPITULO X
Del desempeño de la tutela
[3511
ARTS. 535 y 536 LIBRO PRIMERO
J.J.L.M.
Hemos dicho en el comentario del artículo anterior que la ley exige que
previamente a la administración de los bienes del pupilo se designe un curador
porque éste está obligado, entre otras cosas "a vigilar la conducta del tutor ya
poner en conocimiento del juez todo aquello que considere que pueda ser
dañoso al incapacitado". (a. 626 fr. 11).
Si el tutor entrase en la administración de los bienes del pupilo sin que se
hubiese designado al curador, será responsable de la disminución patrimonial y
de la cesación de ganancias que se causen al pupilo y, además, será separado por
esta razón de la tutela.
[352]
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS. 536 y 537
J.J.L.M.
13531
ART. 337 LIBRO PRIMERO
13541
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS. 537 y 538
L. M.
13551
ARTS. 539 y 540 LIBRO PRIMERO
De acuerdo con el a. 537 fr. I, que hemos comentado, el tutor está obligado a
alimentar y educar al incapacitado. Por esa razón inmediatamente que el tutor
entre en el ejercicio de su cargo el juez fijará con audiencia del propio tutor la
cantidad que haya de invertirse en los alimentos y educación del incapacitado;
se entiende que la cantidad debe ser resultado del producto de los bienes del
pupilo, pues en la hipótesis de que el incapacitado carezca de bienes, es de
aplicarse lo dispuesto en los aa. 543 al 545.
La cantidad que se ha señalado para alimentación y educación del incapacita-
do puede aumentarse o disminuirse según incremento o disminución que tenga
el patrimonio, pero estas alteraciones no son resultado de una actitud unilateral
del tutor, sino de una resolución del juez de lo familiar; es más, aun cuando el
que nombre tutor hubiese hecho la asignación de las cantidades para la alimen-
tación y educación del incapacitado el juez de lo familiar está facultado para
modificarlas.
J.J.L.M.
[3561
TITULO NOVENO/CAPiTULO X ARTS 540.541.542 y 542
conducto del curador. del consejo de tutelas o por sí mismo, ante el juez de lo
familiar para que éste dicte las medidas convenientes, las cuales no podrán ser
otras que lo más adecuado y razonable para el bien del incapacitado.
* N.E.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del artículo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.
" N.E.: Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992, el
texto entre corchetes del comentario al a. 543 quedó afectado, por ello deberá
modificarse conforme a la reforma del a. 543.
[358]
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS. 544 y 545
[359]
ARTS. 545 y 516 LIBRO PRIMERO
[360]
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS. 546, 547 y 348
[3611
ARTS. 549, 550y 551 LIBRO PRIMERO
J.J.L.M.
El inventario hace prueba- plena en contra del tutor mas no puede hacerla en
perjuicio del incapacitado. La plenitud de prueba que surge del inventario
formulado a favor del incapacitado no concluye ni está sujeto a la mayoría de
edad de éste, aplicándose el principio bien sea en la hipótesis en que el incapaci-
tado que dejó de serlo litigue en nombre propio o bien que el litigio lo efectúe
a través del representante o tutor.
Aun cuando el inventario formulado hace prueba plena en contra del tutor,
éste principio no se aplica cuando el error del inventario sea evidente, puet
en este caso el error sólo da lugar a que se rectifique.
Por la misma razón que hemos dicho al comentar el articulo anterior, que el
inventarío hace prueba plena en contra del tutor, pero no puede perjudicar al
pupilo, la omisión del listado de algunos bienes en el inventario puede suplirse a
petición del mismo menor antes o después de la mayoría de edad, a solicitud del
curador o de cualquier pariente del incapacitado.
1363]
ARTS, 553, 554 y 555 LIBRO PRIMERO
El juez, oído el parecer del tutor, resolverá en justicia lo que corresponda pues
la omisión al no inventariar algunos bienes del incapacitado, no puede perjudi-
carle a éste.
J.J.L.M.
J.J.L.M.
A efecto de garantizar el buen manejo del dinero del pupilo el legislador a más
de exigir la fijación con la aprobación del juez de las cantidades que hayan de
invertirse en gastos de administración, número y sueldos de empleados, exige al
rendir sus cuentas que el tutor justifique que efectivamente han sido aplicadas
las cantidades de dinero a los objetos aprobados, esto es, exige algo similar a un
cierre de auditoría.
J.J.L.M.
13641
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS, 556 y557
J.J.L.M,
La disposición obliga al tutor a mantener ocioso el dinero del pupilo puesto que
cuando éste fuera sobrante, cubiertas las cargas y atenciones de la tutela, será
impuesto por el tutor, dentro de tres meses contados desde que se hubieren
reunido dos mil pesos.
La imposición de las cantidades sobrantes, dice el legislador que debe hacerse
sobre segura hipoteca, calificada bajo su responsabilidad, teniendo en cuenta el
precio de la finca, sus productos y la depreciación que puede sobrevenir al
realizarla.
En atención a la devaluación constante de nuestra moneda (1986) y dado que
en el mercado se cubren intereses considerables, estimo que no sería violatorio
del artículo, el que el tutor, previa autorización judicial, impusiera las cantida-
des sobrantes del pupilo en inversiones bancarias que tienen seguridad y alto
13651
ARTS. 557. 558, 559 y 560 LIBRO PRIMERO
porcentaje de intereses, sin que se precise gasto de ninguna especie como el que
se requiere para constituir una hipoteca.
J.J.L.M.
El artículo que se comenta impone al tutor la obligación de pagar los réditos lega-
les en las cantidades distraídas o no impuestas por éL
Este artículo debe relacionarse con el siguiente, pues conforme a éste, el tutor
no debe distraer cantidad alguna del pupilo sino invertirlas en los establecimien-
tos, destinados al efecto y que podrían ser, cuando las instituciones bancarias
reciben depósitos a plazo.
JJ.L.M.
13661
MULO NOVENO/CANTU LO X ARTS. 560 y 561
N.E.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del artículo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.
** N.E.: Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992, el
texto entre corchetes del comentario al a. 561 quedó afectado, por ello deberá
complementarse conforme al texto vigente del a. 561.
(367]
ARTS. 562 y 563 LIBRO PRIMERO
* NL.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del articulo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.
** N.E.: Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992. el
texto entre corchetes del comentario al a. 563 quedó afectado, por ello deberá
complementarse conforme al texto vigente del a. 563.
[368]
TITULO NOVENO/CAPITULO X ART 563
Las palabras "bienes raíces" significan las tierras, edificios, caminos, construc-
ciones y minas; y los accesorios o derechos a los cuales se atribuye igual condición
(véase Casares, J. Diccionario ideológico de la lengua española, Barcelona, 1951,
p. 138). No son los bienes raíces sinónimos de bienes inmuebles cuyo contenido
conceptual más amplio, quedaría contenido en el a. 750.
La venta de estos bienes, es decir, los inmuebles por naturaleza, si pertene-
cen al incapacitado y han de ser enajenados conforme a las disposiciones de los
ea. 561 y 562, debe hacerse judicialmente en subasta pública. Se desea que se
haga en subasta pública a efecto de que la oferta de varios postores aumente el
valor de la venta, pero habría que pensar si las expensas son elevadas en este
caso. de tal suerte que el producto de la venta se vea mermado en función de los
gastos preparatorios de la subasta. De todas suertes el legislador expresa que si la
venta de estos bienes inmuebles por naturaleza, propiedad [del menor], no se hace
judicialmente en subasta pública, es nula y puesto que la nulidad es resultado de
un ilícito, seria absoluta.*
Respecto de la enajenación de alhajas y muebles preciosos, el juez tendrá arbi-
trio para decidir si conviene o no la almoneda, pudiendo disponerla, acreditada
la utilidad que resulte [al menor].*
La segunda parte del artículo señala también una prohibición, a saber, los
tutores no podrán vender valores comerciales, industriales, títulos de rentas,
acciones, frutos y ganados pertenecientes al incapacitado por menor valor del
que se codee en la plaza el día de la venta. La norma prohibitiva no dice aquí qué
tipo de nulidad se produciría, pues el legislador sólo usa la expresión "no podrán
vender" dado que la propiedad de estos muebles puede con más facilidad tra os-
mitirse a tercero de buena fe, la violación de la prohibición sólo darla pie para
una exigencia de responsabilidad en contra del tutor. Si el tutor vendiese este tipo
de bienes a menor precio del que se cotice en la plaza del día de la venta, incurri-
rá en responsabilidad por el precio disminuido, pues la venta hecha a un tercero
de buena fe seria perfecta y obligatoria desde que hubiere convenido sobre la
cosa y su precio. En relación con los bienes raíces [del menor] debe tomarse en
cuenta lo dispuesto en el a. 3037 conforme al cual los tutores de los menores o
incapacitados, aunque habilitados para recibir pagos y dar recibos, sólo pueden
consentir la cancelación del registro inmobiliario hecho en favor de sus repre-
sentados, en el caso de pagos o por sentencia judicial y aunque el legislador usa
la disyuntiva "o", dado el contenido del artículo que se comenta y la nulidad
que establece, estimo que en la hipótesis se requerirá del pago y la resolución
judicial.*
Finalmente el artículo prohibe al tutor dar fianza a nombre de [su pupilo]. La
fianza es un contrato por el cual una persona se compromete con el acreedor a
pagar por el deudor si éste no lo hace. La fianza como consecuencia implica un
[369]
ARTS. 563 y 564 118R0 PRIMERO
Ami entender, el juzgador debe tomar en cuenta la razón de la ley, o sea, la fina-
lidad es no obligar a los copropietarios a mantenerse en indivisión, aun cuando
dentro de la copropiedad exista el interés de un incapacitado.
Hecha esta observación procedamos al comentario propiamente, el artículo nos
presenta un caso de compra-venta necesaria, ya sea que necesite vender el bien
por causa de absoluta necesidad o evidente utilidad (a. 561) y, la segunda el re-
querimiento de venta forzosa para terminar con la copropiedad (a. 939).
En cualquiera de estas dos hipótesis, el legislador indica que el juez comenzará
por mandar justipreciar los bienes y resolverá enseguida si conviene o no que se
dividan éstos materialmente, para que el incapacitado reciba en plena propiedad
su porción. o si por el contrario es conveniente la enajenación, gravamen o hipo-
teca, fijando en este caso las condiciones y seguridades con que deben hacerse,
13701
TITULO NOVENO/CAPITI JLO X ARTS 64.56 y 566
13711
ARTS. 566, 567, 568 y 569 LIBRO PRIMERO
miento de un juez privado para que decida una controversia, de esto se deduce
que al arbitraje nadie puede ser compelido, pero una vez aceptado se está en la
necesidad de sujetarse al mismo. Esta es la razón por la que para comprometer
en árbitro los negocios del incapacitado se requiere licencia judicial.
13721
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS. 569, 570,571 y 572
J.J.L.M.
J.J.L.M.
1374]
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS. 574, 575, 576 y 577
J.J.L.M.
J.J.L.M.
[3751
ARTS. 577, 578 y 579 LIBRO PRIMERO
J.J.L.M.
J.J.L.M.
[3761
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS, 579, 580 y 581
J.J.L.M.
J.J.L.M.
Un caso de tutela de mayores abarca la del cónyuge que haya caído en incapaci-
dad por demencia, idiotismo, imbecilidad, sordomudez, embriaguez o droga-
dicción y en estos casos la tutela recae en el otro cónyuge, mientras subsista el
matrimonio (aa. 466,486 y 523). Si es el cónyuge sano el que ejerce la tutela y se
requiere el consentimiento del enfermo, que no puede darlo, lo dará en su lugar
el juez con audiencia del curador.
13771
ARTS. 551. 581 5113 y SU LIIIIRO PRIMERO
Podría acaecer que el cónyuge que ejerce la tutela realizare actos que amerita-
sen la presentación de una querella. de una denuncia o de una demanda. En este
caso, el incapacitado será representado por un tutor interino que el juez nombra-
rá siendo obligación del curador promover este nombramiento, si no cumple será
responsable de los daños patrimoniales que sufra el incapacitado; el legislador
añade que este nombramiento podrá ser promovido por el Consejo Local de
Tutelas.
1378]
TITULO NOVENO/CAP/T[1LO X ARTS. 554y 55.5
El texto original del CC de 1870 decía: a. 682: "El tutor tiene derecho a una retri-
bución sobre los bienes del menor, que podrá fijar el ascendiente o extraño que
conforme a derecho le nombre en su testamento, y en defecto de éste para los
tutores legítimos y dativos, el juez", texto que repitió integro el CC de 1884.
El legislador actual en una redacción abreviada omite la hipótesis que puede
suceder cuando el ascendiente o extraño en su testamento no haya designado la
retribución.
En una correcta interpretación puede decirse que aun cuando la tutela es un
cargo de orden público, no se justifica que el tutor la desempeñe sin una retribu-
ción en la hipótesis en que exista un caudal suficiente.
Si el autor de la herencia ha señalado la retribución al tutor testamentario a
ella ha de atenerse. Si no hubiese designado retribución para los tutores legítimos
y dativos, la retribución la señalará el juez. Estos honorarios, como se verá en los
tres artículos siguientes dependen de la existencia de rentas liquidas, productos y
frutos, pues en caso de que no existan éstos, ni bienes de ninguna especie, la tute-
la será gratuita.
13791
AR 1 S. 586. 511-7 SMS LIBRO PRIMERO
Si conforme al a. 430, los padres tienen derecho a la mitad del usufructo de los
bienes que el hijo adquiera por cualquier circunstancia distinta a su trabajo, se
justifica que los tutores tengan también derecho a una retribución sobre las
rentas liquidas de los bienes_ El legislador ha usado literalmente las expresio-
nes "rentas líquidas", no parece que pueda esta retribución abarcar los productos
de los frutos naturales, a no ser que se dé a la palabra "renta" una interpreta-
ción extensiva. Garcia Goyena señala que el antecedente de este articulo se en-
cuentra en el Fuero Juzgo y que la palabra frutos equivale al de rentas liquidas.
J .J.L. M.
La disposición que comentamos se refiere a los frutos civiles, o sea aquellos que
producen las heredades o fincas de cualquier especie, mediante el cultivo o
trabajo.
Si los bienes del incapacitado tuvieren un aumento de sus productos debido
exclusivamente a la industria y diligencia del tutor, éste tendrá derecho a que se
le aumente la remuneración hasta el veinte por ciento, lo que parece justo en
función del esfuerzo realizado.
J.J. L.M.
[380]
TITULO N OVE NO/CAP:TU LOS Ny NI ARTS. 558. 559 y 590
CAPITULO XI
De las cuentas de la tutela
1381]
ARTS. 591 y 592 LIBRO PRIMERO
[382]
TITULO N_OVEN01 CAPITULO XI ARTS. 592, 593 y 594
M.F.B.
M.F.B.
En este artículo se establece la responsabilidad del tutor por las gestiones que
hizo o debió de haber hecho para la conservación del patrimonio del pupilo.
Es importante notar que el código prescribe acciones que están todas ellas
orientadas a la conservación y no al mejoramiento del patrimonio del pupilo.
Se regula la obligación genérica de defender y proteger los bienes y la persona
del pupilo. Los bienes sólo en cuanto a su activo, compuesto por créditos y dere-
chos reales. Nada especifica respecto al pasivo, o sea, gravámenes y deudas. Ante
éstos debe realizar actos de administración, que están referidos en forma genéri-
ca, es decir, rescate y pagos normales, que deberán ser incluidos en las cuentas de
la tutela.
Debemos definir si se trata de responsabilidad contractual o extracontractual,
para determinar la culpa en la cual, en caso de incumplimiento, incurre el tutor.
En la responsabilidad contractual hay una obligación que no ha sido cum-
plida, y es el obligado el que tiene la carga de la prueba a fin de demostrar su no
culpabilidad. En la culpa extracontractual (o culpa aquiliana) debe el deman-
dante probar la culpa de la cual derivará la responsabilidad.
[3841
TMJLO NOVENO/CAPITULO Xl ARTS. 595, 596, 597 y 595
Siguiendo a Lete del Rio opinamos que la responsabilidad del tutor es de una
cierta tipicidad, pues si bien tendría las características de la responsabilidad
extracontractual en tanto que se debe probar la culpa del demandado y no admi-
te cumplimiento forzoso, sino reparación de daño causado, son aplicables de
cualquier manera las normas de la culpa extracontractual en forma subsidiaria y
en cuanto no están reguladas totalmente las de la tutela.
MY.B.
[3851
ARTS. 59& 599 y 600 LIBRO PRIMERO
* NE.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del artículo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.
[386]
TITULO NOVENO/CAPITULO XI ARTS 614, 601 y602
13871
ARTS. 602, MIL 604 y 605 LIBRO PRIMERO
actuación del tutor, el cual debe también disponerse a entregar los bienes del
incapacitado y probar la dignidad o infidelidad de su gestión.
El término de tres meses, prorrogable hasta por otros tres se otorga teniendo
en cuenta lo complicado del trámite, disponer los bienes para su entrega, poner
cuentas en orden, presentar comprobantes, realizar cobros, pagos, y demás
actos de administración que quedaren pendientes.
Si hubiera alguna circunstancia fuera de lo normal que no permitiera esta
rendición en la fecha fijada, el juez está facultado para otorgar otros 90 días más,
como máximo para su debida presentación.
M.F. B.
M.F.B.
Esto parece obvio, ya que la caución dada por el tutor para cubrir su gestión,
sólo puede ser liberada cuando se hayan comprobado los términos correctos en
que ésta fue realizada.
Será cancelada la garantía cuando se aprueben las cuentas y, la ausencia de
daño en la persona e intereses del incapacitado; por lo tanto la falta de una
responsabilidad del tutor.
M.F.B.
M.F.B.
CAPITULO XII
De la extinción de la tutela
[389]
A R TS. 606, 607 y606 LIBRO PRIMERO
B. S.
CAPITULO XIII
De la entrega de los bienes
Los ascendientes que ejercen patria potestad deben entregar a sus hijos, cuando
éstos se emancipan o llegan a la mayor edad, los bienes y frutos que les
pertenecen y que ellos administraron. La misma obligación tienen los tutores
cuando termine su encargo, sea por renuncia, remoción o extinción de la tutela
en los términos del artículo anterior.
La obligación de rendir cuenta y por lo tanto de entregar al tutor que le suceda
en el cargo o en su caso al pupilo, los bienes que le pertenezcan aun antes de que
la cuenta sea aprobada por el juez, pasa a los herederos del tutor (aa. 603,608 y
613), quienes además, deben entregar los documentos justificativos de las
operaciones practicadas en relación a los bienes (relaciónese con el capítulo "de
las cuentas de la tutela").
1. B.S.
1390]
TITULO NOVENO/CAP]] ULO XIII ARTS. 608 y609
1.B.S.
1.B.S.
13911
ARTS. 610, 611 y612 LIBRO PRIMERO
I.B.S.
Deben abonarse al tutor todos los gastos hechos debida y legalmente (a. 597
CC) y será indemnizado por el daño que haya sufrido por causa de la tutela y en
desempeño necesario de ella, cuando no haya intervenido de su parte culpa o
negligencia (a. 599 CC), pero también es responsable de los daños y perjuicios
que haya causado al menor por su culpa o negligencia.
Si el saldo resulta en pro del tutor, producirá interés legal desde que se
requiera el pago del saldo, una vez enterados los bienes; si el saldo es en contra
del tutor, el interés se producirá desde que las cuentas se hayan rendido o
cuando expire el plazo para rendirlas (a. 602 CC).
1.B.S.
Las garantías otorgadas por el tutor se cancelarán cuando las cuentas hayan
sido aprobadas (a. 604 CC). Pero si de la cuenta resulta un saldo contra el tutor,
subsistirán mientras no se efectúe el pago, a menos que se haya pactado lo
contrario. Si el tutor ha muerto la obligación se transmite a sus herederos
quienes responderán hasta el monto de lo heredado (a. 603).
Si se han concedido plazos al tutor para pagar el saldo en su contra, las
garantías subsistirán hasta que se haga el pago, si no se ha convenido expresa-
mente en que sean canceladas.
I.B.S.
I331
ARTS. 614. 613 y 616 LIBRO PRIMERO
1.B.S.
I.B.S.
1.B.S.
[394]
I Mi() NOVLNO [ 10 XIII Y XIV ARI'S 1,17
1. B.S.
CAPITULO XIV
Del curador
A.E.P.D. y N.
13951
ARTS. 619. 620, 621 y 622 LIBRO PRIMERO
A.E.P.D. y N.
A.E.P.D. y N.
A.E.P.D. y N.
A.E.P.D. y N.
[3961
TITULO NOVENO•CAPITULO XIV ARTS 623. 624 y 625
A.E.P.D. y N.
La primera fracción se refiere a los menores de edad que han cumplido dieciséis
arios, quienes tienen derecho a nombrar su propio tutor y por lo tanto al
curador; en este caso, según lo dispone el a. 496 que se cita, el nombramiento
deberá ser confirmado por el juez.
La fracción segunda se refiere a la tutela para negocios judiciales que necesita
el menor de edad emancipado por razón de matrimonio. En estos casos es
designado el tutor y el curador respectivo exclusivamente para los asuntos
referidos al juicio de que se trate.
A.E.P.D. y N.
A.E. P.D. y N.
1397j
ARTS. 626 y 627 LIBRO PRIMERO
A.E.P.D. y N.
1398]
TITULO NOVENO, CAPITULO XIV A R TS 627, 6211, 629 y630
A.E. P.D. y N.
Con este precepto el legislador establece que si bien es cierto que las funciones de
vigilancia del curador sobre el tutor son la razón de ser de la institución, éstas se
establecen a fin de proteger los intereses del pupilo, por tanto el curador está
ligado a este último y no al tutor. Con ello se busca dar estabilidad y, así, mayor
eficacia a la labor desarrollada por el curador.
A. E. P.D. y N.
A.E.P.D. y N.
Se pretende que a través del pago de honorarios, se retribuya al curador por los
servicios de apoyo, vigilancia y protección que presta al pupilo. Es sabido que
los trabajos honoríficos o que no reportan ningún beneficio económico son
desempeñados, en la mayoría de los casos, con negligencia, de ahí que el
legislador establezca el derecho de cobrar honorarios a favor del curador. Sin
1399]
ARTS. 630 y631 LIBRO PRIMERO
A.E.P.D. y N.
CAPITULO XV
De los Consejos Locales de Tutela y de los
Jueces Pupilares
Los consejos locales de tutela, los jueces de lo familiar (actuando como jueces
pupilares) los tutores y los curadores, son los órganos de la institución de la tutela
(a. 454) cada uno con funciones especificas, pero ordenadas todas en forma
coordinada para lograr la eficaz protección de los menores no sujetos a la patria
potestad y a los mayores de edad incapacitados.
La autoridad administrativa tiene una participación importante en la función
tutelar, ya que a ella compete por medio del jefe del DDF o a través de los de-
legados políticos, en sus respectivas demarcaciones, designar cada año a los
miembros del consejo local de tutelas que en cada delegación debe estar consti-
tuido por tres personas de reconocida buena conducta y que haya demostrado
intereh por el cuidado y protección de los menores e incapacitados.
El precepto formula esta última parte como una recomendación y no como
un mandamiento, al disponer que en tales designaciones la autoridad adminis-
trativa debe "procurar" que el nombramiento recaiga en personas de "notoria
14001
TITULO NOVENO. CAPITU LO XV ARIS. 631 y 632
1.G.G.
[401}
ARTS. 632 y831 I-/RRO PRIMERO
Las funciones que competen a los consejos no sólo comprenden las de informa-
ción y vigilancia del desempeño de los tutores y curadores, atendiendo a la letra
del precepto, sino también —esto en la práctica es de capital importancia— a
ellos está encomendada la formación de las listas de personas aptas para
desempeñar los cargos de tutores y curadores. Con ello cumplen quizá la más
delicada intervención en la administración en lo que se refiere a la protección de
menores e incapacitados al formar en manera adecuada las listas con los
nombres de esas personas.
Cuidar de que los tutores de menores y de incapacitados cumplan con la
obligación de atender preferentemente y de manera adecuada a la educación de
los primeros y a la rehabilitación y curación de los segundos, es propiamente la
labor de vigilancia que corresponde cumplir a ese órgano colegiado de la tutela.
En igual rango de importancia, el precepto impone a los consejos de tutela, la
obligación de denunciar ante los jueces de lo familiar de los casos en que por las
investigaciones que deben practicar, llegue a su conocimiento que algún menor
o incapacitado, carece de tutor, comunicándolo al juez competente a fin de que
gestione el nombramiento correspondiente.
De la lectura de este precepto, se puede concluir que un sano funcionamiento
de los consejos de tutela, requiere de que se les dote de los medios y del personal
necesario para el eficaz cumplimiento de los deberes que la ley impone.
Seguidamente y teniendo a la vista lo dispuesto en la fr. IV del artículo que se
comenta, el consejo local de tutelas debe considerarse legitimado para promo-
ver e intervenir en todas las fases e instancias del procedimiento para el nombra-
miento de tutor, en el supuesto previsto en la fracción últimamente citada del
precepto que se anota.
Finalmente este dispositivo legal pone el necesario énfasis en la institución de
la tutela, señala con toda claridad que esta institución tiende primordialmente a
cuidar de la persona y de la educación y salud del pupilo sin perjuicio, y cuando
éste tenga bienes, de lograr el ejercicio adecuado de los actos de administración
de su patrimonio (ver comentarios a los aa. 495, 500, 501 y 503).
IG.G.
1402]
AR 15. 633 y 514 LIBRO PRIMERO
I.G.G.
I.G.G.
[403]
ART. 635 LIBRO PRIMERO
CAPITULO X VI
Del estado de interdicción
(404)
TI l'U LO NOVFNO!CA P:TU LO X Vi ARTS 635, 636 y 637
I.G.G.
I.G.G.
1.G.G.
[407)
ARTS63964O IHRO PRIMERO
requiera de esa protección legal, pero que en el caso no sólo no tendrá razón de
ser, sino que se convertiría en un obstáculo para el desarrollo de las habilidades
y destrezas de quien ha demostrado, por poseerlas, tener capacidad para
contratar y obligarse en lo que a su pericia] actividad se refiere.
I.G.G.
[408j
TITULO DECIMO. CAPITULO I FS. (4O4
en que del contrato así celebrado se le siguen daños y perjuicios, este último
puede ejercer contra el menor la acción de reparación del daño que le ha
causado éste por la conducta ilícita que ha sido capaz de realizar (injuriae vel
dolo eapax).
TITULO DECIMO
De la emancipación y de la mayor edad
CAPITULO I
De la emancipación
14091
TITULO DECIMO
De la emancipación y de la mayor edad
CAPITULO
De la emancipación
[4091
ART. 641 LIBRO PRIMERO
I.G.G.
1410]
TITULO DECIMOi CAPITULO 1 ARTS. 642 y 64:;
I.G.G.
ARTS. 644, 645 y 6441 LIBRO PRIMERO
CAPITULO II
De la mayor edad
[412]
TITULO DECIMO,ICAPITULO II ARTS. 646 y 647
I.G.G.
[4131
ARTS. 647 y 648 LIBRO PRIMERO
I.G.G.
TITULO UNDECIMO
De los ausentes e ignorados
CAPITULO I
De las medidas provisionales en caso
de ausencia
14141
TITULO UNDEC1M0
De los ausentes e ignorados
ARTS. 647 y 648 LIBRO PRIMERO
I.G.G.
TITULO UNDECIMO
De los ausentes e ignorados
CAPITULO I
De las medidas provisionales en caso
de ausencia
14141
TITULO 1..INDECIMQ, CAPITULO 1 ARTS. 648 y 649
M.F.B.
M.F.B.
[415]
AR I S. 650. 651 y 652 LIBRO PRIMERO
M.F.B.
M.F.B.
[416]
TITULO UNDECINIO/CAPITULO 1 ARTS. 652.653 y 654
M.F.B.
M.F.B.
[4171
ARTS. {34, 653, 656 y 6S7 LIBRO PRIMERO
M.F.B.
M.F.B.
M.F.B.
{4181
1 ITU LO LNDE.CLMO CAPM: LO 1 AM-S_ 657, 658 y 659
M. F. B.
En caso de que el ausente hubiere sido casado una o más veces anteriormente a
su matrimonio actual, los hijos de ese o esos matrimonios, junto con el cónyuge
actual están facultados para elegir y nombrar al depositario representante que
velará por los intereses del ausente, y que son en definitiva los suyos propios.
En caso de imposibilidad de participar personalmente se admite por la ley que
sus legítimos representantes tengan las facultades de nombrar depositario de los
bienes.
Si el cónyuge y los hijos de matrimonios anteriores del ausente no se ponen de
acuerdo en la designación de la persona que ha de representarlo, el juez por sí
mismo, queda en libertad de nombrarlo de entre las personas mencionadas en el
artículo anterior.
M. E. B.
En este caso los representantes serán elegidos de entre los que tienen expectati-
vas de derechos que surgirán con la muerte del ausente, es decir los herederos
presuntivos.
[419]
ARTS. 659.660 y 661 LIBRO PRIMERO
M.F.B.
M.F.B.
14201
11Ttl LO LIN DECI MOL CA PITU1.0 1 ARTS. 661. 662. 663 y 464
I.G.G.
I.G.G.
Los motivos para poderse eximir del desempeño del cargo mediante excusa
válida están enumerados en los aa. 511 a 518. Las excusas serán aceptables
cuando no aseguren una correcta administración, por falta de aptitudes natura-
les, sociales, o cuando el desempeño del cargo cause un serio perjuicio a la
persona llamada para desempeñarlo.
1.0.0.
¡421]
ARTS. 664 y 665 LIBRO PRIMERO
Las formas de acabar la función del representante son las enumeradas en este
artículo. En la fr. I. el regreso del ausente, al probar la existencia de éste, se
vuelve al estado normal de relaciones jurídicas de un sujeto, "el derecho común
retorna su imperio" al decir de Planiol y la aparición del ausente con vida, aun
cuando no se presente en su domicilio, la certeza de su existencia, lugar y estado,
lo sitúa entre la categoría de "no presente" y ya no de ausente.
El representante nombrado por el juez debe cesar en sus funciones cuando el
apoderado legítimo del ausente se presenta y prueba su condición de tal. La
voluntad del ausente prevalece y su mandatario es el que llevará la administra-
ción de los bienes y custodia de valores, muebles e inmuebles.
La certeza de la muerte del ausente, también lo vuelve al derecho común. La
prueba de su deceso llevará a que "sus derechos y aquellos otros intereses sean
reglamentados como si él hubiera estado presente hasta el día de su muerte".
(Planiol, Tratado elemental de derecho civil, México, Cajica, p. 281).
Por ejemplo, su sucesión se abre realmente en beneficio de aquellos
que se encontraban en esa época como sus más próximos herederos, o,
aquellos que podían ser diferentes de las personas que tenían la calidad de
herederos presuntivos al día de su desaparición y que habían obtenido
provisoriamente la tenencia en posesión. Las variantes sobrevenidas en
la composición de la familia, pueden cambiar definitivamente la devolu-
ción de sus bienes, según que se coloque en la época de su desaparición o
la del deceso.
La fr. IV se refiere a la posesión provisional de los bienes que se otorga a los
herederos testamentarios o legítimos al tiempo de la desaparición, según lo
establece el a. 681, una vez que se ha declarado la ausencia. Se llama provisional
porque puede ser modificada en cualquier momento por hechos sobrevinientes,
debido a la misma incertidumbre de la situación.
I.G.G.
14221
THULOUNDECINIO CAPI111101 ARTS 666.667 y 661
Este artículo dispone que debe tratarse de hacer al ausente el llamamiento, por
medio de la publicación de nuevos edictos cada año, en la fecha que hubiere sido
nombrado el representante y por el plazo establecido en los artículos menciona-
dos. Se refiere al caso de que el representante haya sido nombrado por el juez,
pues entonces pasados dos años ya se puede pedir que sea declarado judicialmen-
te ausente.
En el caso de que el ausente haya dejado apoderado con poder general para la
administración de su patrimonio, este plazo será de tres años, a contar desde que
se produjo el estado de ausencia sin tener posteriores noticias. Si se hubieran
recibido noticias de su paradero, los tres años se contarán desde la recepción de
las últimas que hubieren llegado.
Por lo tanto los edictos se publicarán durante dos años en el primer caso y
durante tres en el segundo, en las fechas indicadas en el texto, y deberá hacerse
constar, en la publicación, cuánto tiempo falta para la declaración de ausencia,
si no surgen hechos imprevistos.
I.G.G.
Estas publicaciones serán cada quince días, durante dos meses, a partir de las
fechas indicadas. La publicación se hará en los principales periódicos del último
domicilio y se enviará copia de ellos a los cónsules mexicanos en el extranjero en
aquellos lugares donde se presuma que pueda encontrarse el ausente (aa. 649 y
650).
1.G.G.
14231
ARTS. 668 y 669 LIBRO PRIMERO
I.G.G.
CAPITULO II
De la declaración de ausencia
ARTICULO 669. Pasados dos años desde el día en que haya sido
nombrado el representante, habrá acción para pedir la
declaración de ausencia.
El término que fija este artículo para pedir la declaración de ausencia, revela
claramente que el procedimiento establecido con el carácter de medidas provi-
sionales, ordenadas durante el período que antecede a dicha declaración deben
mantenerse por un tiempo suficientemente amplio (dos años) para que la
persona que se ha ausentado de su domicilio, cuyo paradero se ignora, se pueda
enterar del procedimiento por las publicaciones que se han efectuado, y regrese
a su domicilio o nombre apoderado que lo represente.
La prudente amplitud del plazo que fija el precepto que se comenta, es signo
de la cautela con que en esta materia ha procedido el legislador. El representante
nombrado por el juez dentro del período que se denomina de medidas provisio-
nales, tiene facultades de administración, pero muy restringidas, como las
facultades de los tutores (a. 660) lo cual indica que su gestión debe circunscri-
birse a la conservación del patrimonio del representado. Esa situación debe
subsistir sólo por el tiempo que sea necesario y que justifique una situación que
es precaria por su misma naturaleza.
Se hace notar que el artículo que se comenta dispone que no se puede solicitar
la declaración de ausencia, antes de dos años del nombramiento de represen-
tante, lo cual indica que todas las medidas dictadas con anterioridad por el juez,
[4241
TITULO UNDECIMOICAPITULO II ARTS. 669, 670 y 671
I.G.G.
I.G.G.
La declaración de ausencia podrá pedirse y se decretará, sin que para ello obste
que el mandato otorgado por el ausente antes de desaparecer de su domicilio
hubiere sido conferido con duración mayor a tres años.
De este dispositivo se concluye que la declaración de ausencia, es una causa de
terminación del contrato de mandato, en concordancia con lo dispuesto por la
fr. VI del a. 2595. Se trata de una causa de terminación anticipada del mandato,
[425]
ARTS. 671, 672 y 673 LIBRO PRIMERO
en otras palabras, del vencimiento anticipado del término del mandato, como
consecuencia de que los bienes del ausente serán entregados en posesión provi-
sional a los presuntos herederos de aquél, cuando el juez declare en forma la
ausencia.
I.G.G.
Este precepto integra, con los tres artículos anteriores el sistema relativo a los
plazos que los mismos dispositivos establecen, para pedir la declaración de
ausencia, y que son distintos, según que el ausente haya o no instituido un
apoderado, antes de desaparecer de su domicilio.
El apoderado a quien haya designado el ausente, deberá caucionar su manejo
cuando se hayan cumplido dos años de la desaparición de aquél o desde la fecha
en que se hayan tenido las últimas noticias suyas, mediante hipoteca, prenda o
fianza, en los mismos términos en que deben hacerlo los tutores (aa. 519 y 660).
Puesto que el plazo de dos años que fija el a. 669 ha sido prorrogado en un
año, es probable —dado el tiempo transcurrido— que lleguen los presuntos
herederos y entren en la posesión y administración de los bienes del ausente. Se
justifica la medida, porque asegura el interés de éstos que son terceros. El
mandato otorgado caducará y el juez nombrará representante del ausente para
administrar tos bienes de éste si el apoderado no otorga caución bastante, hasta
que se declare la ausencia o se presente el ausente.
Menciona este precepto, en forma taxativa, a las personas que están legitimadas
[4261
MULO LINDECIMO/CAPETUIO H ARTS. 673 y 674
[4271
ARTS. 674, 675 y 676 LIBRO PRIMERO
I.G.G.
Con el objeto de que el ausente disponga del tiempo necesario para presentarse
por si o por apoderado ante el juez que conoce del procedimiento de ausencia, el
precepto establece un plazo de cuatro meses a partir de la última publicación
mencionada en el articulo anterior, para que el juez declare la ausencia.
Antes de que se pronuncie esa resolución de ausencia, cualquier interesado
puede oponerse a que se dicte esa declaración. En este supuesto, si la oposición
es fundada, el juez deberá proceder de acuerdo con lo dispuesto en el articulo
siguiente.
Deben considerarse interesados legitimos para oponerse a la declaración de
ausencia, las demás personas que conforme al a. 673, están legitimadas para
pedir la declaración de ausencia.
I.G.G.
I.G.G.
1428]
TITULO UNDECINIO¡CAPITULO II ARTS. 677 y 678
I.G.G.
I.G.G.
[429]
ARTS. 679 y 680 LIBRO PRIMERO
CAPITULO III
De los efectos de la declaración de ausencia
J. A. M.G.
14301
TITULO UNDECIMG, CAPITULO 111 ARTS, 680, 681 y 682
J. A. M.G.
J. A. M.G.
[431]
ARTS. 682, 681 684, 685 y 686 LIBRO PRIMERO
J. A. M.G.
Es ésta una salida práctica que habla bien del principio de sana economía
perseguido por el legislador. Incluso en caso de desavenencias entre los herede-
ros, el nombramiento judicial del administrador hace expedito el trámite.
J.A. M.G.
Este artículo limita las facultades del administrador general a los bienes que no
son de cómoda división, abandonando la posesión y administración de los
bienes fácilmente repartibles a los herederos restantes.
J.A.M.G.
J.A.M.G.
La posesión provisional de los bienes del ausente es una figura jurídica que,
siendo de dificil clasificación, es desplazada por el legislador, a la construcción
jurídica de la tutela. La disposición es acertada, porque es claro que esta
posesión es sólo un punto de transición hacia la definitiva (caso de la declara-
ción de presunción de muerte) adjudicación de los bienes (cuando se llega a
probar la muerte); la institución de la tutela recoge esta peculiar característica
de posesión derivada y administración directa. En el capítulo X del título
noveno aa. 535 y ss. se detallan algunas de las obligaciones y derechos de los
tutores en el desempeño de su función.
J.A.M.G.
Esta garantía es la misma fianza que deberá asegurar las resultas de la adminis-
tración mencionada en el diverso 681. Deberá ser fijada por el juez y, natural-
mente, es proporcional al valor de los bienes administrados. En el detalle, el
otorgamiento de la garantía sigue las reglas previstas en los aa. 519 y ss. para la
exigida a los tutores.
J.A.M.G.
J.A. M.G.
[433]
ARTS 689. 690, 691 y 692 LIBRO PRIMER()
J.A.M.G.
J.A.M.G.
J.A.M.G.
[4341
TITULO UNDECIMOiCAPITULO III ARTS 692.693 y 694
J.A.M.G.
J.A.M.G.
Este último plazo es de tres meses. Por otra parte, ya aludíamos antes a la
posibilidad que existe de que el propio representante sea uno de los herederos y
que con tal carácter se le conceda la posesión provisional y asimismo, conside-
rada su gestión, la administración general misma de los bienes. En este último
14351
ARTS. 694. 695. 696 y 697 LIBRO PRIMERO
J.A.M.G.
J.A.M.G.
J.A.M.G.
1436]
JI 1111) I \In (I \i( Al'1111.11 11, 11 AS 1S h97!, 091.1
J.A. M.G.
CAPITULO IV
De la administración de los bienes del ausente casado
L.C.P.
14371
A RIS. 699y 700 LIBRO PRIMERO
Señala esta disposición un procedimiento similar al que establecen los aa. 203 y
204 respecto a la disolución y liquidación de la sociedad conyugal. Al igual que
en esas actuaciones legales, debe hacerse un inventario de los bienes sociales y
separar después los que correspondan a cada uno de los socios, para lo cual es
necesario liquidar previamente la sociedad conyugal de acuerdo con los proce-
dimientos ordinarios.
Cuando en una sucesión por causa de muerte los bienes distribuibles se
encuentran confundidos con los de la sociedad conyugal, es necesario proceder
primero a su liquidación con el fin de individualizar y singularizar conveniente-
mente los bienes sucesorios que en definitiva, constituirán el patrimonio partible.
Esta operación es aún más necesaria cuando en la sucesión no hay más
bienes que los provenientes de la sociedad conyugal.
L.C.P.
L.C.P.
14381
TITULO U1113E0100 CAPITULO IV ARTS, 701, 702 y 703
L.C.P.
L.C. P.
1439]
AR I S. 703y. 704 LIBRO PRIMERO
L.C, P.
14401
11:1 II 1 M/111:1.10 1 !XI 11 () 11 1 111
intervenir las personas que señala el a. 720. Puede ocurrir que el ausente haya
sido designado administrador de la sociedad conyugal en las capitulaciones
matrimoniales, ¿podrá substituírsele por el cónyuge presente? La respuesta
afirmativa parece lógica, pues la sociedad conyugal no puede reconstituirse
mientras no exista un administrador.
No señala la ley cuál ha sido el régimen legal existente en el lapso comprendi-
do entre la interrupción y la restauración de la sociedad conyugal.
Una situación similar se produce en los casos que señalan los aa. 188 y 713. En
este último la sociedad conyugal se disuelve mas no el matrimonio el cual
continúa vigente según se desprende del a. 267, fr. X.
Creemos que en estos tres casos el régimen de sociedad conyugal queda
substituido por el de separación de bienes.
L.C,P.
CAPITULO V
De la presunción de muerte del ausente
[441]
ARTS. 705 y 706 LIBRO PREMERO
J. A. M.G.
[442]
f IITO UNDECEMO/ CAPE FU 1..0 V ARIS 706. 707 y 708
J.A.M.G.
J.A. M.G.
Este otro artículo conforma con el inmediato anterior una dualidad de disposi-
ciones que resumen el desenlace —en uno y en otro sentido— de los casos de
presunción de muerte, pues si el a. 707 no hace sino confirmar la presunción
lograda, este otro, por su parte, torna las cosas al estado anterior y asegura el
retorno del ausente a la plena disposición de sus bienes, incluso después de
otorgada la posesión en forma que parecía definitiva.
[443]
ARTS. 708, 709 y 710 LIBRO PRIMERO
J. A.M.G.
J.A.M.G.
El plazo legal de que habla este artículo es de tres meses, según lo establecido en
el a. 602.
J. A.M.G.
14441
TITULO UNDECIMCbCAPITULO V ARTS. 01 y 712
J.A.M.G.
J.A.M.G.
[445]
ARTS 713, 714 y 715 LIBRO PRIMERO
El precepto debe relacionarse con el a. 197 y después, con el 205, que prevé la
posesión y administración del fondo social con intervención del representante
de la sucesión mientras no se verifique la participación de los bienes. En caso de
retorno del ausente, se aplicará lo dispuesto en el a. 704.
JAMO.
CAPITULO VI
De los efectos de la ausencia respecto de
los derechos eventuales del ausente
C.G. M.
1446]
TITULO UNDECIMO, CAPITULO VI ARTS 7)6. 717 y 718
C.G. M.
I447j
ARTS. 71!1. 719 y 720 1111RO PRIMERO
C.G. M.
C.G. M.
CAPITULO VII
Disposiciones generales
[448]
TITULO UNDECIMOICAPITULO VII ARTS, 720. 721 y 722
L.C.P.
L.C. P.
Los aa. 651, 656 y 673 fr. IV ya se habían ocupado de esta materia.
La legislación civil adopta las medidas más adecuadas, para evitar que
mediante procedimientos ocultos puedan lesionarse los intereses del ausente.
Los aa. 35 y 131 son una demostración clara de lo dicho. Estas disposiciones
obligan a los jueces que declaran la ausencia o la presunción de muerte, a
remitir, dentro del término de ocho días al juez del registro civil correspondien-
te, copia certificada de las ejecutorias respectivas, las que deben anotarse en las
actas que señala el a. 132.
Tiene importancia extraordinaria la disposición que comentamos, en las
actuaciones procesales en que sea parte el ausente. El a. 637 del CPC del DF
dice:
En toda clase de juicios, cuando se constituye en rebeldía un litigante,
no compareciendo en el juicio después de citado en forma, no se volverá a
practicar diligencia alguna en su busca. Todas las resoluciones que de allí
en adelante recaigan en el pleito y cuantas citaciones deban hacérsele, se
[449]
ARTS. 722 y 723 LIBRO PRIMERO
notificarán por el Boletín Judicial, salvo en los casos en que otra cosa se
convenga.
Este artículo se encuentra ubicado en el título IX, capítulo I, que trata "del
procedimiento estando ausente el rebelde".
Sin perjuicio de lo establecido en el a. 720 que se refiere a la procuración, el
MP deberá velar por los intereses del ausente, para lo cual estará presente y será
oído en todos los litigios que tengan relación con el desaparecido.
En los juicios, según lo d ispone el a. 715, recae sobre el pretensor la carga de la
prueba de la existencia del ausente.
L.C.P.
TITULO DUODECIMO
del patrimonio de la familia
CAPITULO UNICO
14501
TITULO DUODECIMO
del patrimonio de la familia
CAPITULO UNICO
ARTS. 722 y 723 LIBRO PRIMERO
notificarán por el Boletín Judicial, salvo en los casos en que otra cosa se
convenga.
Este articulo se encuentra ubicado en el título IX, capítulo I, que trata "del
procedimiento estando ausente el rebelde".
Sin perjuicio de lo establecido en el a. 720 que se refiere a la procuración, el
MP deberá velar por los intereses del ausente, para lo cual estará presente y será
oído en todos los litigios que tengan relación con el desaparecido.
En los juicios, según lo dispone el a. 715, recae sobre el pretensor la carga de la
prueba de la existencia del ausente.
L.C.P.
TITULO DUODECIMO
del patrimonio de la familia
CAPITULO UNICO
[4501
TITULO DUODECIMO/CAPITULO UNICO ARTS. 723 y 724
necesarios para la paz doméstica, cuyo valor no debe ser mayor a la cantidad
que resulte de multiplicar por 3,650 el importe del salario mínimo general diario
vigente en el DE (véase comentario al a. 730); y que tienen como característica
ser inalienables y no estar sujetos a embargo ni a gravamen alguno (véase
comentario al a. 727).
En diferentes épocas y en los lugares más diversos se ha buscado fortalecer a
la familia con ciertos bienes destinados a darle solidez. En la época prehispánica
puede citarse a las parcelas que se adscribían a las familias que habitaban en los
barrios (Calpulli). El fuero viejo de Castilla instituyó el patrimonio familiar en
favor de los campesinos, y lo constituían la casa, la huerta y la era (Ley 10, título
lo., lib. IV). Nuestra LRF (9 de abril de 1917) dispuso como patrimonio de la
familia la casa en que estuviere establecida la morada conyugal y los muebles de
ella (a, 284). En la Unión Americana el Homestead u hogar seguro tiene por
objeto a una pequeña propiedad inmueble, urbana o rural e instrumentos de
trabajo. En Italia se prevé la constitución del patrimonio familiar sobre bienes
inmuebles o títulos de crédito. En Argentina la ley 14,394 declara que toda
persona puede constituir en bien de familia un inmueble urbano o rural de su
propiedad cuyo valor no exceda las necesidades del sustento y vivienda de
su familia (a. 34). En el Código familiar de Bolivia se determina como objeto
de patrimonio familiar un inmueble o una parte del mismo destinada a la
vivienda, pudiendo agregarse los muebles de uso ordinario (a. 31).
Con el fin de que el patrimonio de familia realmente constituya una garantía
para ésta y desempeñe el importante papel de dar la solidez y fortaleza necesaria
a la familia, algunos doctrinarios han estimado indispensable que además del
inmueble se comprenda al mobiliario de uso doméstico, e incluso a la unidad
económica de explotación familiar (pequeño comercio, industria, taller, etc.).
La LG1COA consideraba (a. 118) como patrimonio familiar, hasta la suma
de $50,000.00 por titular, las cantidades que tuvieran por lo menos un año de
depósito en cuenta de ahorro, y las amparadas por títulos de capitalización en
vigor por más de un ario, así como los bonos de ahorro transferibles y los bonos
de ahorro para la vivienda.
La LRSPBC en vigor (aa. 43 y 44) dispone que las cantidades que tengan por
lo menos un año en depósito en cuenta de ahorro, no estarán sujetas a embargo
hasta la suma equivalente a cinco veces el salario mínimo general diario vigente
en el DF elevado al año.
C.L.V.
14511
ARTS. 724 y 725 LIBRO PRIMERO
C.L. V.
[452]
TIT U LO [)IJODECIMO CAPUT LO UNICO ARTS. 725 y 726
C.L. V.
C.L.V.
[453]
ART. 727 LIBRO PRIMERO
[454]
rufo I11.10DECIMO CAPI11:1 O UNECO AR I S. 727, 728 y 729
1455]
ARTS. 729.730y 731 LIBRO PRIMERO
C.L.V.
C.L.V.
1456]
TITULO DUODECIMO/ CA PULLO UNICO ART. 731
1457]
ARTE. 731 y 732 LIBRO PRIMERO
C.L.V.
[4581
TITULO DUODECI MO,+ CAPITU LO U NICO ARTS, 732, 733y 734
C. L.V.
C. L. V.
l459]
A RTS. 734 y 733 LIBRO PRIMERO
liar, en virtud del cual, contra la voluntad del miembro de la familia propietario
de bienes., éstos se afectan a la subsistencia del grupo familiar.
En su redacción original el precepto en comentario disponía que se podía
exigir judicialmente la constitución del patrimonio familiar, cuando hubiere
peligro de que el obligado a dar alimentos perdiera sus bienes por mala adminis-
tración o porque los estuviera dilapidando. Por reforma publicada en el DO el
27 de diciembre de 1983, se estableció el texto actual, de acuerdo con el cual las
personas que tienen derecho a disfrutar del patrimonio de familia, así como el
tutor de los acreedores alimentarios incapaces, familiares del deudor alimenta-
rio o el MP, pueden exigir judicialmente que se constituya ese patrimonio sin
necesidad de invocar causa alguna.
El trámite judicial para la constitución forzosa del patrimonio familiar se
substanciará de acuerdo con lo previsto en el título XVI capitulo único "De las
Controversias del orden familiar" de! CPC (u. 940 a 956.) Esto a partir de la
reforma publicada en el DOF el 26 de febrero de 1973, que abrogó el capítulo I
"De los juicios sumarios" del título VII "De los juicios sumarios y de la vía de
apremio" del CPC.
En la constitución forzosa se aplicará en lo conducente, lo previsto en los
aa. 731 y 732 relativos a la constitución voluntaria del patrimonio familiar
(véanse los comentarios a estos artículos).
C.L. V.
1460]
TITULO DUODEGINO/CAPITULO UNICO ARTS. 735 v 736
C.L.V.
1461]
ARTS. 738 y 737 LIBRO PRIMERO
En este articulo se prevén una serie de requisitos que deberá cubrir la persona
que quiera constituir patrimonio familiar sobre terrenos que adquieran en
virtud de una compra-venta que celebre con el gobierno federal o el gobierno
del DF para ese fin. Tal persona habrá de acreditar que es mayor de edad o que
está emancipada, que tiene su domicilio en el lugar donde se quiere constituir el
patrimonio y la existencia de la familia en cuyo favor va a realizar esa afectación
1462)
ru Lo DUODECI MO,.. CAPITULO UN ICO ARTS. 737 y 735
C. L. V.
(463]
ARTS. 739, 739 y 740 LIBRO PRIMERO
C.L.V.
C.L.V.
(4641
TI r111.0 13UODECIMO,CAPH Ul O UNICO A R 1. 740
C.L. V.
1465]
ART. 741 LIBRO PRIMERO
(4661
MULO DO0DECINIO/CAPITUI.0 UNICO ARTS. 741 y 742
Así esta causa de extinción se halla plenamente justificada; además, con ella se
disminuye el inconveniente económico que representa la constitución del patri-
monio.
4. El patrimonio de familia se extingue cuando por causa dé utilidad pública
se expropian los bienes que lo forman. Esta causa de extinción que se explica
por sí misma, se funda en la naturaleza del acto expropiatorio y la situación en
que quedan los bienes objeto de él.
5. El patrimonio de familia se extingue cuando, formado por los bienes
vendidos por las autoridades mencionadas en el a. 735, se declara judicialmente
nula o rescindida la venta de esos bienes. Esta causa de extinción se explica en
razón de las consecuencias que la nulidad y la rescisión traen consigo (ver
comentarios a los u. 2239 y 2311).
6. El patrimonio de familia se extingue por desaparición, por siniestro o por
ruina, de los bienes afectos a él.
Esta causa de extinción natural y evidente, aunque no prevista en este
articulo, se encuentra reconocida implícitamente en el a. 743.
C.L.V.
C.L.V.
1467]
ART 743 LIBRO PRIMERO
C.L.V.
1468]
1.11 U LO DUODECI MOICAPI 1 1i1 UNICO R 1S 744. 745 y 741,
C. L.V.
En las legislaciones modernas se nota una ingerencia constante del Estado que
interviene a través de sus órganos en diversos aspectos de las relaciones familia-
res, a fin de tutelar el conjunto de intereses de orden público que existen dentro
del seno de la familia. Un ejemplo claro lo constituye este artículo.
El MP, tiene entre sus funciones impedir que se realicen actos perjudiciales a
los intereses de los acreedores alimentarios, a este efecto, será oído tanto en los
casos de extinción, como en los de reducción del patrimonio familiar.
C.L.V.
C.L.V.
REFORMAS AL LIBRO PRIMERO
De las personas
Publicadas en el DO el 23 de julio de 1992
1471]
REFORMAS AL LABRO PRJMLRO: DI LAS PERSONAS
LIBRO PRIMERO
De las personas
TITULO NOVENO
CAPITULO IV
De la tutela legítima de los mayores de edad incapacitados
TRANSITORIOS
[47.5]