Está en la página 1de 508

CÍ DIGO 111

Para el Distrito Federal


en materia común y para toda la República
en materia federal
«oh rxx wi it ii<a>

11Pri mie neo

DE LAS PERSONAS

TOMO

t.F

Milau-ul P.1.11Waffil*
(OIGO CIVIL
texto comido
1

Libro primero

tercera edición
f0010 CIVIL
TI"1--..r. ci 13istr-itc>
cri rrIWI-es--101 clo■nraiálni
Y pr- tolo:Iza
t Fi rira...toer-Lor

texto comentado
Libro primero
De las personas

Tomo I

1W,151VIF, DE
INVEITIGACPME' .1YP111cA,
VPI A /I GRUPO EDITORIAL


MÉXICO M CM X CIII
Primera edición, marzo de 1987.
Primera reimpresión, diciembre de 1987.
Segunda edición, julio de 1989.
Primera reimpresión, octubre de 1990.
Tercera edición, octubre de 1993.
e 1987, INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS.
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXJCO

e) Por características de edición


MIGUEL ÁNGEL PORRÚA, LIBRERO-EDITOR
Derechos reservados conforme a la ley.
ISBN: 968-842-404-8 Obra completa
ISBN: 968-842-405-6 Tomo 1
IMPRESO EN MÉXICO • PRINTED IN MEVICO

Amargura 4, San Ángel, Villa Álvaro Obregón, 01000, México, D.F.


EN NUESTRO país las transformaciones
y cambios sociales de esta época
se expresan en buen grado en la modernización
de las instituciones y leyes
que norman nuestro comportamiento ciudadano.
Reflejo de esa modernización es la edición
del Código Civil Comentado en 6 volúmenes.
La buena aceptación de esta obra reside,
a nuestro juicio, en su sencillez y fácil manejo,
así como cn los valiosos comentarios
de destacados investigadores universitarios, todos ellos
coordinados por el maestro Ignacio Galindo Garfias
a quien renovamos nuestro agradecimiento.
Entre la primera, segunda y esta tercera edición del
libro primero hubo modificaciones a varios artículos
que ahora se incluyen en su versión reformada.
El texto del comentario al articulado reformado de
la segunda edición es para esta tercera, por carecer
de vigencia, señalado mediante corchetes y
notas de editor al pie de página, ellas hacen referencia
a los textos afectados por la propia reforma.
De esta manera, sin faltar al espíritu que los investigadores
universitarios dieron a la obra desde su origen,
cumplimos nuestro compromiso por mantener
actualizada la obra e imprimir nuevas ediciones
conforme existan modificaciones al articulado
del Código Civil.
Es propósito del Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la Universidad Nacional Autónoma de México
que esta obra apoye, como hasta ahora: al
estudiante, al profesor, al investigador, al profesionista,
y a todos aquellos interesados en conocer
nuestras instituciones y la norma tividad que nos rige.
LAS REFORMAS a los artículos del Libro primero
que en esta tercera edición se integran
al cuerpo de la obra, son las publicadas
en el Diario Oficial de la Federación del 23 de julio de 1992,
cuyo texto íntegro se incluye al final de este volumen.
Se reforman, según el artículo primero
del mencionado Decreto: la denominación del capítulo IV,
del Título Noveno, del Libro Primero
y los Artículos 23, 156 fracciones VIII y IX, 331,
450 fracción II, 464 primer párrafo, 466, 505, 543,
544, 561, 563, 584, 591, 597 y 600 del Código Civil
para el Distrito Federal en Materia Común
y para toda la República en Materia Federal.
Se derogan, según el artículo segundo
del mencionado Decreto, las fracciones III y IV
del Artículo 450 y el Artículo 506 del Código Civil
para el Distrito Federal en Materia Común
y para toda la República en Materia Federal.
MIWRIMES

Dr. Sergio T. Azúa Reyes


S.T.A.R.

Lic. Ingrid Brena Sesma

Lic. Lisandro Cruz Ponce


L.C.P.

Lic. Mercedes Ferrería Bandarregui


M.F.B.
Dr. Ignacio Galindo Garfias
LG.G.

Dra. Carmen García Mendieta


C.G.M.

Dr. Víctor Carlos García Moreno


v.C.G.M.
Lic. Cecilia Licona Vite
C.L.V.

Lic. José de Jesús López Monroy


J.J.L.M.

Lic. José Antonio Márquez González


J.A.M.C.

Lic. Bernardo Pérez Fernández del Castillo


B.P.F.C.

Lic. Alicia Elena Pérez Duarte y Norofia


A.E.P.D. y N.

Lic. Francisco Villalón Esquerro


F.V.E.
El libro primero "De las personas" del

código civil
para el Distrito Federal en materia común
y para toda la Repábliea en materia federal
texto contestado
se terminó de imprimir en la ciudad de México,
durante el mes de octubre de 1993.
La edición en papel de 58 gramos,
consta de 2,000 ejemplares más sobrantes para reposición
y estuvo al cuidado de la oficina tito-tipográfica
de la casa editora.
NEMO
la. edición, marzo de 1987

UNA DE LAS PREOCUPACIONES centrales que en los últimos años


ha tenido el Instituto de Investigaciónes Jurídicas de la UNAM, ha
sido la de procurar el reforzamiento de sus tareas de divulga-
ción, de modo tal que su presencia nacional no quedara estric-
tamente constreñida al mundo académico sino que también tu-
viera repercusiones en ámbitos más generales de las profesiones
jurídicas.
De esta suerte, sin desatender la investigación original que en
su seno prioritariamente se cultiva, se dio inicio a la elaboración
de una serie de obras de divulgación que, afortunadamente, han
gozado de muy buena aceptación en el medio jurídico mexicano e
internacional. Singulares ejemplos de este tipo son: la Introduc-
ción al Derecho Mexicano, el Diccionario Jurídico y la Consti-
tución Política de los Estados Unidos Mexicanos Comentada.
Dentro de esta misma línea de trabajo, ve ahora la luz la obra
que el lector tiene entre sus manos: Comentarios al Código Civil
del Distrito Federal, es fruto del trabajo que colectivamente lleva
a cabo nuestro Instituto. La inmensa mayoría de los comentaris-
tas que participaron en su elaboración son investigadores del
Instituto de Investigaciones Jurídicas, a quienes se unieron desta-
cados profesores de nuestra Facultad y jóvenes civilistas del país
que se inician en la vida académica.
La coordinación académica de la obra estuvo a cargo de uno
de los más connotados profesores e investigadores del derecho
civil mexicano contemporáneo: don Ignacio Galind o Garfias.
Dejo en estas páginas testimonio de agradecimiento por su pa-
ciente y efectiva labor.
Como en todas las obras colectivas, en ésta tampoco existe un
nivel académico homogéneo, aunque consideramos que todos los
comentarios alcanzaron el mínimo deseable. Estoy seguro que
posteriores ediciones remediarán errores en los que desde luego
incurrimos.
Estamos seguros que esta obra será una herramienta que auxi-
lie al profesor y al estudiante en el ejercicio de la función docente;
que tendrá utilidad para el juez y el litigante en el desarrollo de
sus profesiones y que, para todos los interesados en escudriñar y
comprender nuestras instituciones jurídicas, representará una
referencia valiosa.
Sinceramente esperamos que este trabajo sirva para evidenciar
más nuestro compromiso por estar cerca de México y de sus
problemas.
La obra se publica mediante un convenio de coedición suscrito
con Grupo Editorial Miguel Angel Porrúa, a quien agradecemos la
simpatía con la que recibió nuestra iniciativa.

JORGE MADRAZO
Director del Instituto de Inve.stizaciones Jurídicas
ROEN

LOS COMENTARIOS al Código Civil para el Distrito Federal que


aquí presentamos, son resultado de un esfuerzo colectivo que ha
llevado a cabo un grupo de profesores e investigadores del Dere-
cho, bajo los auspicios del Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la Universidad Nacional Autónoma de México, con el propó-
sito de .facilitar en la medida de lo posible el conocimiento y el
acceso a ese cuerpo de leyes, a todas aquellas personas interesa-
das por una u otra razón, en la labor de conocer el sentido y el
significado de la norma de cada uno de los artículos que integran
en su conjunto esa obra legislativa.
Pensamos que esta labor puede prestar un servicio útil, como
instrumento de apoyo a los estudiantes de los cursos de Derecho
Civil, en las ,facultades y escuelas de derecho, facilitándoles el
primer contacto con esa disciplina que resulta a la vez arduo y
ofreciendo ahora este otro instrumento de conocimiento
juntamente con el texto del precepto. Constituye un auxiliar de
los manuales- escolares y aun de los tratados, que contienen la
exposición completa, amplia, de los temas de los cursos de Dere-
cho Civil. En este sentido estos comentarios ayudarán a los
estudiosos del Derecho Civil positivo, en manera paralela a las
exposiciones de cátedra y a la lectura de las obras jurídicas de
mayor aliento.
Pretendemos a la vez, que esta obra aunque en diverso y más
modesto aspecto, pueda facilitar la labor de interpretación, inte-
gración y aplicación de las normas que conforman esta discipli-
na, como un eslabón o punto de unión entre los principios
teóricos y la práctica del Derecho Civil, presentando en el comen-
tario, sólo una reflexión o punto de vista, a fin de que el lector
pueda cotejarlo con su propia opinión, para reafirmarla y tam-
bién para esclarecer alguna duda.
El comentario cumpliría entonces una .función de colabora-
ción con quien invoca la aplicación de un determinado precepto a
un caso litigioso, ofreciendo al lector un criterio que no pretende
en ninguna manera postular enunciados apodícticos o de validez
necesaria sino perspectivas que apoyadas en los breves razona-
mientos que se exponen en él (se trata de simples notas al texto
legislativo), expresan juicios interpretativos que el comentarista
desprende de la norma contenida en el texto legal. .A veces se
relaciona el precepto en forma complementaria, con otros dispo-
sitivos del mismo código, para explicar o aclarar un concepto o
las palabras empleadas por el legislador en el texto que es materia
del comentario.
Esperamos asimismo que nuestra labor pueda interesar a aquellas
personas no profesionales del Derecho, quienes por la actividad
que desempeñan o por motivos de otra índole, pretendan conocer
el contenido o mejor, captar la preceptiva del Código Civil. Los
comentarios les permitirán por decirlo así, leer más allá del texto
literal del artículo en consulta, interpretando su sentido. Así, el
curioso lector podrá conocer el grado de eficacia de una norma o
de una institución de Derecho Civil, frente a la realidad de la vida

Con ese fin —muy principal por cierto se ha tratado de que


cada comentario, no se limite a una simple paráfrasis del precep-
to, sino que sin mengua del rigorismo hermenéutica, pero en
lenguaje llano, se esclarezca o se precise el contenido de una
norma, apuntando al interés o intereses jurídicos que el precepto
protege y a la finalidad de cada disposición, para hacer accesible
el texto legal, a personas no versadas en Derecho.
Por ello los comentarios tratan de ser un medio de divulgación
jurídica, más allá de las aulas y de los tratados doctrinarios que
tienen sin duda alguna, innegable utilidad para los investigado-
res, los docentes y los profesionales, pero que no son fácilmente
comprensibles por su propia naturaleza, para quienes normal-
mente se ocupan en otras tareas distintas, alejadas de la curia, el
,foro, la investigación o la docencia.
Satisfechos nos sentiríamos quienes hemos llevado a cabo esta
labor de comentario, si en alguna manera, pudiéramos contribuir
a auxiliar a los docentes e investigadores del Derecho Civil,
particularmente a los jóvenes estudiosos de la materia, en la
preparación de sus explicaciones de cátedra. Ojalá pudieran ellos
encontrar en estos comentarios una orientación, o cuando me-
nos, el camino para hallarla con mejores frutos.

Ix]
La tarea que hemos emprendido, es el resultado de una pacien-
te labor de conjunto a la que han dedicado sus autores muchas
horas de trabajo.
Se ha procurado mantener un equilibrio entre los comentarios
expuestos, aunque en algunos casos pueda haber diversidad de
opiniones entre la que sustentan uno y otro de los comentaristas.
No se trata de una obra dogmática, y por ello el cotejo entre
Opiniones diversas puede ofrecer utilidad al consultante; de las
distintas opiniones, pueden comparativamente obtenerse elementos
de juicio para encontrar el sentido adecuado del artículo en
comentario.
Cuando se ha considerado necesario o conveniente, se cita la
opinión de autores nacionales o extranjeros, a manera de reseña
compendiosa, breve, y se transcriben también cuando ha pareci-
do oportuno, las tesis jurisprudencia/es aplicables, cuidando siempre
de no recargar el comentario con citas, que pueden hacer difícil o
tediosa la lectura.
Para facilitar la tarea, frecuentemente el comentarista remite a
algún precepto relacionado con la materia del que es objeto del
comentario o cuya invocación se desprende del propio análisis
del artículo. Así, de la lectura de la opinión sustentada en el
comentario y su relación con otro artículo, se puede descubrir le
razón Júndante y también la finalidad de/precepto que se comen-
ta. En algún caso, se hace notar la antinomia o contradicción, si
es que existe, entre lo dispuesto en diversos artículos.
Las más veces, el comentarista expone su propio criterio en
relación con la disposición que analiza, tratando de inducir a
quien por ello se interese a realizar por sí mismo, un análisis
crítico del precepto, que es la regla de oro de la hermenéutica
jurídica.
En otras ocasiones y movidos por el mismo propósito de
invitar al lector áffirmular su personal interpretación, el comen-
tario contiene un planteamiento de las dudas que suscita el
precepto y al mismo tiempo a manera de interrogantes, las posi-
bles soluciones que se ofrecen para resolver las cuestiones que en
la práctica o en la doctrina da lugar la disposición de que se trata,
sin tomar partido por éste o aquel punto de vista, sino limitándo-
se a apuntar el problema que el texto comentado plantea, pues se
ha considerado que la labor del comentarista no debe invadir el
campo de la dogmática.

Ddi
Queremos presentar otra razón que nos impulsó a emprender
esta tarea. La labor codificadora, cuya obra monumental se cifra
como se sabe, en el Código Civil francés, que marcó la iniciación
de una nueva concepción del derecho objetivo, contenido hasta
entonces en las compilaciones legislativas, en cuanto a que el
Código napoleónico pretendió ser la summa del Derecho Civil
positivo, intento no logrado a pesar del propósito del codifica-
dor, quien no puede plasmar en una obra legislativa la solución
de todos los casos posibles o imaginables. La vida del Derecho y
la jurisprudencia, pusieron de manifiesto que la labor codificado-
ra, en cierto sentido es incompatible con la constante transforma-
ción de los fenómenos sociales, de las ideas políticas, morales,
económicas, etc.
La escuela de la libre interpretación científica que siguió a los
exégetas, puso en relieve la importancia y la necesidad de la obra
de la interpretación: junto a la tarea del legislador y los logros de
la doctrina, la labor de/intérprete se reveló como el medio eficaz
para adaptar o amoldar los textos a las nuevas y cambiantes
necesidades sociales. A ello contribuyeron en buena parte los co-
mentarios a los códigos civiles: desde temprano en Francia el
comentario de Maleville y los que después siguieron sobre la
legislación civilista en casi todos los países de/mundo occidental.
A esta labor en nuestro medio jurídico, quisiéramos contribuir
con estos breves comentarios, conscientes de nuestras limitaciones.
La publicación de esta obra ha sido posible gracias al decidido
apoyo que a ella ha dado el Instituto de Investigaciones Jurídicas,
a través de su Director Lic. Jorge Madrazo, a quien el autor de
esta introducción expresa su personal agradecimiento, así como
al maestro José de Jesús Orozco Henríquez, Secretario Académi-
co de dicho Instituto, por el eficaz apoyo y simpatía que brinda-
ron a nuestra labor, en lo que se refiere al cuidado de la edición de
este volumen.
De la misma manera quede aquí constancia de la cuidadosa
labor del señor Eugenio Hurtado, Jefe del Departamento de
Publicaciones del Instituto de Investigaciones Jurídicas y del
Lic. Pedro Arroyo Soto, Técnico Académico adscrito a ese De-
partamento, quienes colaboraron en la preparación de la edición
de esta obra.

iGNAC10 GALINDO GARFIAS


a. artículo
aa. artículos
Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos
CC Código-Civil
CCo. Código de Comercio
CFF Código Fiscal Federal
CFPC Código Federal de Procedimientos Civiles
CP Código Penal
CPC Código de Procedimientos Civiles
DDF Departamento del Distrito Federal
DF Distrito Federal
DO Diario Oficial de la Federación
etc. etcétera
fr. fracción
frs. fracciones
LA Ley de Amparo
LAH Ley de Asentamientos Humanos
LBP Ley de Beneficencia Privada
LFA Ley Federal de Aguas
LFC Ley Federal de Caza
LFFP Ley Federal para el Fomento de la Pesca
LFS Ley Federal de Salud
LFSRSP Ley Federal de Responsabilidades de los Servi-
dores Públicos
LFT Ley Federal del Trabajo
LGBN Ley General de Bienes Nacionales
LGICOA Ley General de Instituciones de Crédito y Or-
ganizaciones auxiliares
LHDDF Ley de Hacienda del Departamento del Distri-
to Federal

kv]
LIAP Ley de Instituciones de Asistencia Privada
LNCM Ley de Navegación y Comercio Marítimo
LNN Ley de Nacionalidad y Naturalización
LOAPF Ley Orgánica de la Administración Pública
Federal
LODDF Ley Organica del Departamento del Distrito
Federal
LOTJFC Ley Orgánica de los Tribunales de Justicia del
Fuero Común
LPIMR1E Ley para Promover la Inversión Mexicana y
Regular la Inversión Extranjera
LQSP Ley de Quiebras y Suspensión de Pagos
LRF Ley de Relaciones Familiares
LRSPBC Ley Reglamentaria del Servicio Público de la
Banca y Crédito
LSEM Ley del Servicio Exterior Mexicano
LSM Ley de Sociedades Mercantiles
MP Ministerio Público
núm. número
p.e. por ejemplo
pfo. párrafo
RPP Registro Público de la Propiedad
SAHOP Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras
Públicas
SCJN Suprema Corte de Justicia de la Nación
SIF Semanario Judicial de la Federación
SRE Secretaria de Relaciones Exteriores
t. tomo
TSJ Tribunal Superior de Justicia
V. gr. Verbigracia
vol. volumen
El C. Presidente Constitucional de la República se ha servido dirigirme el
decreto que sigue:
PLUTARCO ELIAS CALLES, Presidente Constitucional de /os Estados
Unidos Mexicanos, a sus habitantes, sabed:
Que en uso de la facultad que ha tenido a bien conferirme el H. Congreso de la
Unión por decretos de 7 de enero y de 6 de diciembre de 1926, y de 3 de enero de
1928, expido el siguiente:
CODIGO CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL,
EN MATERIA COMUN, Y PARA TODA LA
REPUBLICA EN MATERIA FEDERAL*

DISPOSICIONES PRELIMINARES

A RTÍCULO lo. Las disposiciones de este Código regirán ene! Dis-


trito Federal en asuntos del orden común, y en toda la
República en asuntos del orden federal.

Encontramos en este precepto la ubicación del CC en la clasificación de normas


desde el punto de vista de su ámbito espacial de validez. El legislador utiliza dos
de las tres categorías de esta clasificación: federal y local, y no hace mención al
ámbito de validez municipal por la naturaleza propia del ordenamiento y la
estructura política del DF.
Dichas categorías se basan en las disposiciones constitucionales relativas a la
soberanía nacional, al pacto federal ya la así dicha soberanía de las entidades
federativas, es decir en los a-a. 39, 40 y 41 de nuestra C. sobre todo en cl último
en donde se crean dos órdenes jurídicos: el federal y el de las entidades federa-
tivas, el primero aplicable en toda la República y el segundo en los estados
miembros de la Federación.
En el a. 73 constitucional se establecen las materias sobre las cuales puede
legislar el Congreso de la Unión en la inteligencia de que las no reservadas
expresamente a la Federación son competencia de las entidades federativas.
En el caso de CC del DF, tiene aplicación en toda la República cuando se
aplica supletoriamente conforme a lo dispuesto por el a. 2 del CCo., asimismo

• Este decreto fue publicado en la edición del Diario Oficial de la Federáción correspondiente al dia
26 de marzo de 1928.

PI
ARTS. lo. y 2o. LIMO PRIMERO

cuando es supletorio de la LGBN y en general cuando se refiere al régimen de


bienes de propiedad federal, p.c.
A.E. P.D. y N.
ARTÍCULO 2o. La capacidad jurídica es igual para el hombre y la
mujer; en consecuencia, la mujer no queda sometida, por
razón de su sexo, a restricción alguna en la adquisición y
ejercicio de sus derechos civiles.
En este artículo, el CC de 1928, receptor de las nuevas corrientes de pensamiento
dejadas sentir a los inicios del siglo XIX, plasma un ideal por el que se había
luchado durante mucho tiempo: la igualdad del hombre y la mujer en la ad-
quisición y ejercicio de sus derechos civiles. Así, recoge este precepto desde la
promulgación del ordenamiento civil, las modernas tendencias hacia la elimina-
ción de las diferencias de capacidad dependientes del sexo y suprime limitacio-
nes que sufría la mujer respecto del hombre en diversos aspectos de la vida civil.
Ya desde 1917, en la LRF, se inicia la corriente legislativa en ese sentido, pues
en esa ley se hicieron desaparecer antiguas restricciones que los códigos civiles
de 1870 y de 1884 establecían en la situación de la mujer y que la colocaban en
grado de inferioridad en relación con el hombre. Estos códigos se caracteriza-
ron, por establecer la preeminencia del varón sobre la mujer, quien de soltera
permanecía sujeta a la autoridad del padre y casada quedaba sometida a la po-
testad del marido. (En este respecto como en el derecho romano ocupa la
situación de hijo tanto en lo doméstico como en relación a la educación de los
hijos; la patria potestad era ejercida por el padre, y sólo a falta de él por la
madre). Con la LRF se abolieron, en gran medida, las instituciones que recono-
cían la supremacía del marido sobre la mujer casada, para ser sustituidas por un
orden en el que los derechos y obligaciones de los cónyuges entre sí y con los
hijos, se establecieron sobre bases más racionales y justas aunque se dispone en
esta ley, por ejemplo, que la patria potestad se ejercerá conjuntamente por el
padre y la madre (a. 24 1); que el marido y la mujer tendrán en el hogar autoridad
propia y consideraciones iguales, y que, por lo mismo, de común acuerdo arre-
glarán todo lo relativo a la educación y establecimiento de los hijos y a la admi-
nistración de los bienes que a éstos pertenezcan (a. 43); y que el marido y la
mujer tendrán plena capacidad, siendo mayores de edad, para administrar sus
bienes propios, disponer de ellos y ejercer todas las acciones que les competan,
sin que al efecto necesite el esposo del consentimiento de la esposa, ni ésta
autorización o licencia de aquél (a. 45). Sin embargo, en aquella ley no se hizo
una declaración como la que contiene el a. 2o. del CC en vigor.
En armonía con lo dispuesto por el artículo en comentario, diversos precep-
tos del código confirman esa igual capacidad jurídica. Se preceptúa, p.c., que la
mujer como el varón al llegar a la mayoría de edad tienen la libre disposición de
su persona y de sus bienes, y que gozan de plena capacidad para celebrar toda
clase de actos; que la mujer y el hombre tienen capacidad para ser tutor o tutriz,

14]

DISPOSICIONES PRELIMINARES AR I '; 213 y •11

fiadores, testigos en testamento, albaceas y para ejercer el mandato; y que la


mujer en el matrimonio tiene autoridad y consideraciones iguales al marido.
Debe hacerse notar que el CC promulgado en 1928 postuló ese principio de
igualdad casi cuarenta arios antes de que la ONU aprobara la declaración sobre
la eliminación de la discriminación contra la mujer el 7 de noviembre de 1976.
Sin embargo ha sido preciso reformar varios preceptos del CC que contenían
restricciones a la capacidad jurídica de la mujer (véanse los DO de 9 de enero
de 954,31 de diciembre de 1974 y 26 de diciembre de 1983; véanse también los
comentarios a los aa. 162, 163, 164,165, 168, 169, 172, 174, 175, 418,1635 y 1682
del CC).
El 31 de diciembre de 1974 se reformó el a. 4o. de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, disponiéndose: "El varón y la mujer son iguales
ante la ley". Declaración que tiene un sentido más amplio que el solo concepto
referido a !a capacidad jurídica.
C. L. V.
ARTICULO 30. Las leyes, reglamentos, circulares o cualesquiera
otras disposiciones de observancia general, obligan y
surten sus efectos tres días después de su publicación en el
Periódico Oficial.
En los lugares distintos del en que se publique el Perió-
dico Oficial, para que las leyes, reglamentos, etc., se
reputen publicados y sean obligatorios, se necesita que
además del plazo que fija el párrafo anterior, transcurra
un día más por cada cuarenta kilómetros de distancia o
fracción que exceda de la mitad.
Para que una ley, reglamento o cualquiera otra disposición de carácter ge-
neral sea obedecida, es necesario que el mandamiento que contiene pueda ser
conocido por aquellos a quienes está dirigido. En otras palabras, una disposi-
ción legislativa o reglamentaria sólo puede ser voluntariamente acatada o en su
caso aplicada coactivamente por los órganos competentes del Estado, después
de que lo que ordena hacer o no hacer, haya sido dado a conocer a quienes va
dirigido el mandamiento, y en general a todos los que quedan sometidos a su
imperio.
Para este fin, la ley, el reglamento u otra disposición gubernativa debe ser
publicada antes de poder ser cumplida, de manera que quienes deben acatarla
—tanto autoridades como particulares— se encuentren en la posibilidad de
someter su comportamiento a las normas legislativas o reglamentarias de que se
trata.
La publicación es pues, un acto no sólo previo, sino también necesario para
que una ley, reglamento u orden de observancia general pueda ser positivamen-
te observada y sobre todo coactivamente impuesta, es decir, para que adquiera
vigencia.

P1
AR FS lo y 4o LIBRO PRIMERO

La ley decimosegunda,.del título II, libro III de la Novísima Recopilación de


las Leyes de España (año de 1805) que tuvo aplicación en nuestro país después
de la independencia y rigió hasta el año de 1970, disponía que:
...ninguna ley, regla o providencia general nueva se debe creer ni usar, no
estando intimada o publicada por pragmática, cédula, provisión, orden,
edicto, pregón o bando de las Justicias y se debe denunciar al que sin
preceder alguna de estas circunstancias, se abrogue la facultad de poner
en ejecución.., de autoridad propia y privada algunas leyes o reglas de
gobierno inciertas, castigándosele por las Justicias ordinarias como cons-
pirador contra la tranquilidad pública...
Se distingue la promulgación, por la cual el Poder Ejecutivo ordena el
cumplimiento de la ley y su publicación (acto de soberanía estatal) y la publica-
ción misma que es e] acto material de dar a conocer la disposición promulgada.
Es un principio lógico necesario que los destinatarios de la orden legislativa o
reglamentaria tienen obligación de conocer la ley y tal es la finalidad de la
publicación. Este principio justifica la disposición del primer párrafo del pre-
cepto ene] cual se ordena que cuando no se ha señalado en la misma ley la fecha
de iniciación de su vigencia, entrará en vigor tres días después de su publicación.
A este período se le denomina varatio legis. Es un plazo que se supone razonable
para que se conozca el mandamiento legislativo o reglamentario.
Por otra parte este principio se encuentra confirmado ene] segundo párrafo
del artículo, el cual dispone que la entrada en vigor de una ley o reglamento
fuera de la circunscripción del DF (que es el lugar donde se publica el DO)
requiere que transcurra un día por cada cuarenta kilómetros o fracción -que
exceda de la mitad. Es el sistema sucesivo de vigencia.

I.G.G.

ARTICULO 40. Si la ley, reglamento, circular o disposición de


observancia general, fija el día en que debe comenzar a
regir, obliga desde ese día, con tal de que su publicación
haya sido anterior.

Este precepto acoge el sistema sincrónico de la iniciación de la vigencia cuando


una ley señala el día en que debe comenzar a regir. En ese supuesto, la ley entra
en vigor en forma simultánea en todo el territorio en donde habrá de ser
aplicada.
Esa simultaneidad de la vigencia ha de ser entendida si se interpreta el
precepto en concordancia con lo dispuesto en el artículo anterior, habrá de
admitirse que la ley no adquiere fuerza de obligar en el territorio donde va a ser
aplicada, mientras no haya transcurrido el plazo que señala el a. 30. que debe
haber entre la publicación y la iniciación de la vigencia. No es frecuente que la
ley omita mencionar el día de su entrada en vigor.
Es normal que en la ley se señale el día en que ha de comenzar a regir,

161

DISPOSICIONES PR ELIMINARES AR IS 4y So

prescindiendo de la exigencia de que se otorgue a los destinatarios un plazo


razonable para poder darle cumplimiento.
El precepto que se comenta, dispone en su parte final que una ley puede
comenzar a regir el día señalado en su texto, con tal de que su publicación haya
sido anterior.
Interpretando literalmente esta disposición, es frecuente el caso de que una
ley disponga que entrarán en vigor sus disposiciones al día siguiente de su
publicación o que se ordene su vigencia a partir del mismo dia en que apare-
ce publicada en el DO.
Teniendo en cuenta que el CC para el DF es de aplicación en toda la
República en materia federal, se ha discutido si otras leyes federales pueden
hacer caso omiso de la +y/ratio /ei,ri,s-,
Sobre este particular, debe tenerse en cuenta que toda disposición legislativa
lleva en sí una exigencia de orden racional; se requiere necesariamente que
quienes deben obedecerla, dispongan de un plazo razonable para conocer la
norma que han de acatar, por lo tanto, si la ley impone determinadas obligacio-
nes concretas a los destinatarios de la norma, es indispensable que la misma
señale un período en que apoyar la presunción de que sus preceptos son
conocidos o pudieron serio, por los obligados a su cumplimiento.
I.G.G.

ARTICULO 5o. A ninguna ley ni disposición gubernativa se dará


efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna.

Este precepto reitera, por lo que se refiere al derecho civil, la garantía de


seguridad de las situaciones creadas bajo cl imperio de una ley o disposición
gubernativa, al establecer categóricamente que a ninguna ley ni disposición de
los órganos de gobierno, se podrá dar efecto retroactivo en perjuicio de las
personas.
Lo ordenado en el artículo que es objeto de este comentario, se refiere no sólo
a la prohibición de dar a la ley efecto retroactivo, según lo dispone el a. 14 de la
C, sino que esa prohibición alcanza a toda orden de autoridad (reglamentos,
decretos, circulares, etc.).
Así pues, ninguna orden gubernativa ni ley alguna pueden tener aplicación a
situaciones, hechos o actos realizados antes de su expedición, publicación o
notificación, según sea el caso.
Esta prohibición terminante rige cuando al aplicar al pasado la ley °disposi-
ción de gobierno por la autoridad, la persona sufra algún perjuicio. Si por lo
contrario, la ley u orden no causa perjuicio alguno pueden ser aplicadas
modificando o haciendo cesar situaciones jurídicas que nacieron conforme a
una ley anterior.
En síntesis, la autoridad de cualquier categoría que fuere, carece de facultades
para modificar no sólo situaciones jurídicas creadas al amparo de leyes u
órdenes anteriores a la expedición de una determinada resolución del poder

17)
ARTS. 51+. v6, LI BRO PRIMERO

público, sino también para modificar o desconocer los efectos ya realizados


bajo la vigencia de la ley u orden anterior.
El principio de irretroactividad no impide que las leyes nuevas puedan
desconocer o modificar los efectos provenientes de situaciones creadas durante
la vigencia de la ley anterior no producidos en el momento en que una nueva ley
ha entrado en vigor o en que una orden administrativa deba empezar a ser
obedecida.
En fin la prohibición de la retroactividad de la ley o de disposiciones guberna-
tivas, significa que éstas carecen de fuerza obligatoria para lo pasado; por lo
contrario, reclaman plena obediencia en lo futuro.

I.G.G.

ARTÍCULO 6o. La voluntad de los particulares no puede eximir de


la observancia de la ley, ni alterarla o modificarla. Sólo
pueden renunciarse los derechos privados que no afecten
directamente al interés público, cuando la renuncia no
perjudique derechos de tercero.
El primer párrafo de este artículo enuncia un principio básico propio de todo
orden jurídico, cuyo desconocimiento atentarla contra la fuerza imperativa del
derecho objetivo; es decir la ley exige una sujeción incondicional a sus manda-
tos. En consecuencia la fuerza obligatoria de sus normas no depende de la
voluntad de los particulares.
Tal es el sentido de la naturaleza heterónoma y coercible del ordenamiento
jurídico que se impone a sus destinatarios si fuere necesario, por medio de la
fuerza pública, aun contra la voluntad de los obligados. POr ello el precepto que
nos ocupa, ordena que los particulares no puedan eximirse de la observancia de
la ley ni alterarla o modificarla.
Este artículo enuncia el deber jurídico impuesto a todos los miembros de una
sociedad jurídicamente organizada, de ajustar su conducta a los mandatos de la
ley, o en una mejor expresión a quedar sometidos al ordenamiento jurídico en su
conjunto.
La segunda parte del articulo en comentario, prevé una situación que se dis-
tingue de la anterior, al permitir la renuncia de los derechos de los particulares,
derechos que adquí rictus al amparo de ciertas disposiciones legales, se entienden
como derechos subjetivt s y pertenecen a la persona como sujeto de derechos.
Estos derechos, si bien e-tan previstos en la ley de una manera general,
abstracta e impersonal. se i idividualizan en una determinada persona cuando
ésta se ha colocado en la situación jurídica prevista en la norma. El titular (11
esos derechos puede renum;ar válidamente, es decir. le es permitido prescindir
de su ejercicio por propia decisión.
Pero esta posibilidad de re almiar a los derechos subjetivos ya adquiridos,
tiene una importante limitación: no son renunciables esos derechos, si con la

181

DISPOSICIONES PRELIMINARES AR rs. 6. y 7o

renuncia se lesiona el interés público o los derechos de terceros.


En este respecto se suele establecer una distinción en las normas, dividiéndo-
las en leyes preceptivas, prohibitivas y permisivas. Las primeras imponen una
conducta positiva, las segundas vedan o impiden la realización de determinados
actos y las leyes permisivas facultan a sus destinatarios para realizar o no
lealizar cierta conducta. La persona puede ejercer el derecho previsto en la ley
permisiva o renunciar a su ejercicio. Las normas preceptivas y prohibitivas, no
admiten esta posibilidad.
Adviértase que aun tratándose de leyes permisivas no se renuncia a su
aplicación, sino que su naturaleza permite renunciar al ejercicio de los derechos
que ella establece como de posible ejercicio.
Sin pretender agotar en u conjunto el concepto de interés público, se ha
sustentado el criterio de que no son renunciables los derechos conferidos a una
persona para el cumplimiento de un deber, derechos cuyo ejercicio es obligato-
rio, como ocurre con los que confiere una ley o disposición de derechos
públicos, en los que nacen de las relaciones jurídicas familiares y los derechos de
la personalidad (derecho a la vida, a la libertad, a la salud, a la integridad física,
al honor, etc.).
Se afecta el interés de los terceros, cuando como consecuencia de la renuncia
se menoscaba el derecho de otro o se impide que otra persona pueda hacer valer
los que le corresponden. Por ejemplo: cuando un deudor renuncia a hacer
efectivo un crédito a su favor para impedir que su acreedor pueda obtener el
pago de lo que aquél le debe.
I.G.G.

ARTÍCULO 7o. La renuncia autorizada en el artículo anterior no


produce efecto alguno si no se hace en términos claros y
precisos, de tal suerte que no quede duda del derecho que
se renuncia.
La norma contenida en este precepto es sumamente clara en su enunciado. Se
relaciona con lo dispuesto en el artículo anterior y lo precisa en sus términos, a
fin de establecer que la renuncia de un derecho, para ser eficaz no debe dejar
lugar a duda sobre el derecho de cuyo ejercicio prescinde su titular. En esa
disposición se pretende garantizar la certeza en el tráfico de los negocios
jurídicos.
La renuncia, como toda declaración de voluntad negocial, ha de ser la
expresión de una voluntad psíquica (voluntad interna) verdaderamente for-
mada en el sujeto que emite la declaración y ha de recaer sobre su derecho
(objeto) cuyo ejercicio sea susceptible de renuncia. Debe además reunir los
requisitos de validez de los actos jurídicos (capacidad en el sujeto, ausencia de
vicios de la voluntad, licitud en el motivo o fin y formalidad propia del acto).
En presencia de lo dispuesto en el precepto que es objeto de este comentario,
ARTS. 7o., So. y 9o. LIBRO PRIMERO

nos referiremos únicamente a la forma en que puede valer la renuncia de un


derecho.
La declaración de voluntad puede hacerse en forma expresa o tácita (a. 1803
del CC). Por lo que atañe a la declaración expresa, la renuncia debe ser formulada
en términos precisos, para que no haya lugar a duda de las palabras o signos
empleados, de cuál es el derecho que se pretende renunciar.
En cuanto a la renuncia tácita, debe decirse que el solo silencio o la abstención
del ejercicio del derecho, no autoriza a presumir que se ha renunciado a él. Es
indispensable que determinados los actos del titular permitan conocer que un
derecho ha sido objeto de renuncia por su titular y que aquellos hechos sean de
tal modo concluyentes, que revelen claramente la intención de renunciar a ese
derecho; como ocurre p.c. en el caso de la entrega al deudor, por el acreedor, del
título de la deuda, que hace presumir el pago de ésta constante en aquél.
(a. 2091 CC).
I.G.G.
ARTICULO 80. Los actos ejecutados contra el tenor de las leyes
prohibitivas o de interés público serán nulos, excepto en
los casos en que la ley ordene lo contrario.
Encontramos aquí una frontera a la autonomía de la voluntad: el autor o las
partes de un acto jurídico tienen la obligación de mantener su voluntad dentro
de los límites de la licitud y del interés público.
El orden jurídico prohibe o permite ciertas conductas humanas en tanto
perturban o no la convivencia en sociedad. En este precepto el legislador
establece concretamente la sanción para actos ilícitos, es decir, aquellos que se
realizan contraviniendo normas prohibitivas o de interés público, sentando así,
el principio de que tales actos no deben producir efectos jurídicos, por lo tanto
están afectados de nulidad, en este caso, absoluta pues cualquier interesado
puede hacerla valer.
Debemos aclarar que la ineficacia a que hacemos referencia no es sinónimo de
irrelevancia, ya que los actos ilícitos tienen singular trascendencia jurídica no
sólo por el cuidado que el legislador pone en evitar que los autores de tal
conducta alcancen sus pretensiones, sino por la necesidad de reparar los daños y
perjuicios que el ilícito provoque a terceros y por la ponderación que el mismo
legislador hace, en algunos casos, para salvaguardar ciertas instituciones esta-
bleciendo en la misma ley, excepciones al principio declarado, como ocurre p. e.
en el caso previsto por el a. 289 del propio código.

ARTÍCULO 9o. La ley sólo queda abrogada o derogada por otra


posterior que asilo declare expresamente, o que contenga
disposiciones total o parcialmente incompatibles con la
ley anterior.
110 ]
DISPOSIC IONES PRELIMINARES ARIS 4t, 10

La abrogación (privación total de efectos) o la derogación (privación parcial de


efectos) de una ley puede ser expresa o tácita. En el primer caso la nueva ley hace
la declaración correspondiente en sus artículos transitorios, procedimiento
sencillo, claro y que, por ende, evita errores en la aplicación de la nueva norma y
conflicto de leyes en el tiempo.
Entendemos que estamos frente a una abrogación tácita cuando la declara-
ción que se hace en los artículos transitorios es general y abstracta establecién-
dose que quedan derogadas todas las disposiciones anteriores que se opongan a
la nueva ley, o cuando simplemente no se hace tal declaración.
En ambos casos, para evitar confusiones en la labor de precisar cuáles son las
normas que deben derogarse o a brogarse, este precepto debe ser interpretado en
el sentido de que tales normas carecen de fuerza obligatoria. Para ello deben
tomarse en cuenta los siguientes principios:
I) Si la materia de que se trate ha quedado regulada totalmente por una ley
posterior, las anteriores han sido abrogadas ya que el tratamiento que se les
debe dar responde a nuevos criterios establecidos por el legislador;
2) En-caso de incompatibilidad entre disposiciones concretas se entenderán
derogadas las anteriores;
3) En caso de que la ley anterior sea más extensa que la nueva, se entenderán
derogados los puntos tratados por esta última y continuarán vigentes las
materias que no hallan sido reguladas por ésta.
A. E.P. D. y N.

ARTICULO lo. Contra la observancia de la ley no puede alegarse


desuso, costumbre o práctica en contrario.

Se consigna el principio de que una ley sólo pierde vigencia por voluntad del
legislador en los términos del artículo anterior. Concomitantemente a este
principio se asienta aquel que responde a todo sistema jurídico escrito y por el
cual se priva de fuerza a la costumbre derogatoria.
Se entiende por costumbre la repetición de actos semejantes que crean
hábitos sociales y son realizados constante y espontáneamente por los miem-
bros de una comunidad. En este sentido es una fuente de derecho, un derecho
que surge de forma natural y por iniciativa de los grupos sociales llegando, en
algunos sistemas como el Common Law, a tener fuerza jurídica obligatoria.
Para ello se requiere de la conjunción de dos elementos: uno objetivo que es un
hecho social (la repetición de una conducta) y el otro subjetivo, la convicción en
el ánimo de quien realiza dicha conducta de que se trata de una obligación.
Una de las especies de la costumbre es precisamente la derogatoria que si bien
en un momento histórico determinado puede responder a necesidades concretas
de la sociedad, en nuestro derecho no tiene ninguna aplicabilidad.
Es justificable la actitud del legislador al conservar este precepto en el código

ARTS. 10, II y 12 LIBRO PRIMERO

de 1928 a pesar de que parece reiterativo del articulo precedente. La costumbre


derogatoria queda así excluida del ordenamiento jurídico, de otra manera la
mutación y flexibilidad histórica de la costumbre contraria al derecho, propicia-
ría la inseguridad de las relaciones jurídicas.
A.E.P. D. y N.

ARTIcuLo 11. Las leyes que establecen excepción a las reglas


generales, no son aplicables a caso alguno que no esté
expresamente especificado en las mismas leyes.
La característica más importante de una norma jurídica es su generalidad, es
decir, debe ser aplicada a todos aquellos que se encuentren en el supuesto
jurídico que condiciona esa aplicación, por un lado, y su abstracción, es decir
que, deberá ser aplicada a todos los casos en que se realicen los supuestos
normativos, por otro.
Sin embargo, el legislador, por razones plenamente justificadas, puede esta-
blecer excepciones concretas en cuyo caso al juez no le está permitido usar la
analogía como métc -lo de interpretación. Las excepciones deberán estar preci-
samente determinadas por la norma y ningún otro caso, por semejante que sea,
podrá gozar de ese régimen de excepción. Sólo así se garantiza no sólo el
cumplimiento de la voluntad del legislador expresada en la norma de derecho,
sino la propia seguridad jurídica sustentada en las características de generalidad
y abstracción a que hacemos referencia en el párrafo anterior. Por idénticas
razones frente a su régimen de excepción no se puede intentar integrar la norma
de que se trate. No se puede pretender que el legislador cometió omisiones al
señalar determinados casos como excepción y no otros, su voluntad está
enunciada, o debe estarlo, con claridad y exhaustivamente.
A.E. P.D. y N.

ARTÍCULO 12. Las leyes mexicanas rigen a todas las personas


que se encuentren en la República, así como los actos y he-
chos ocurridos en su territorio o jurisdicción y aquéllos que se
sometan a dichas leyes, salvo cuando éstas prevean la aplica-
ción de un derecho extranjero y salvo, además, lo previsto en
los tratados y convenciones de que México sea parte.

Éste y otros preceptos fuerrn reformados por decreto de 11 de diciembre de


1987, publicado en el Diario Dficial de la Federación de 7 de enero de 1988 que
entró en vigor al día siguiente de su publicación.
De acuerdo con la reforma antes dicha, las leyes mexicanas se aplican: a) a
todas las personas que se encuentren cn el territorio nacional; b) a los actos y

1121
DISPOSICIONES PRELIMINARES ASÍ. L.1

hechos ocurridos en su territorio y c) en todos aquellos casos en que los intere-


sados se someten a la aplicación de dichas leyes.
Modificando el principio de territorialidad de la ley mexicana que contenía
el a. 12 antes de la reforma, el precepto permite ahora la aplicación del derecho
extranjero en dos casos: cuando así lo prevea expresamente la ley mexicana
(véase a. 13 y su comentario) y cuando los tratados y convenios internacionales
celebrados por México, establezcan la ..,plicación del derecho extranjero.
La reforma tomó en cuenta la parte conducente de las convenciones inter-
nacionales que se celebraron de acuerdo con lo resuelto en tres Conferencias
Interamericanas Especializadas en Derecho Internacional Privado que se co-
nocen por sus siglas C1D1P, 1, II y III, que se celebraron respectivamente en
Panamá (1965), en Montevideo, Uruguay (1969) y en La Paz, Bolivia (1984), a
las que México concurrió,
La reforma no incorpora en su contexto en forma íntegra lo resuelto en
dichas tres convenciones. Unicamente se redujo a los siguientes puntos: a) Con-
vención Interamericana sobre Normas Generales de Derecho Internacional
Privado (Montevideo, Uruguay, 1969); b) Convención Interamericana sobre
Personalidad y Capacidad de las Personas Jurídicas en el Derecho Internacio-
nal Privado (La Paz, Bolivia, 1984) y c) Convención Interamericana sobre
Domicilio de Personas Físicas en el Derecho Internacional Privado (Montevi-
deo, Uruguay, 1969).
El articulo que comentamos en su nueva redacción reforma en manera sus-
tancial el si:.,eina de rígida territorialidad del derecho mexicano antes estableci-
do y permite abrir un espacio a la aplicación en México de la ley extranjera en
los casos mencionados en el mismo precepto y a su vez permitirá concordar el
orden jurídico nacional con la moderna legislación extranjera, en el ámbito del
Derecho Internacional actual.
La doctrina mexicana estaba consciente que el mayor obstáculo para una
modernización del Derecho Internacional Privado nacional lo constituía preci-
samente el territorialisrno "a ultranza" insito en dicho precepto.
En la primera parte del precepto se observa que se sigue conservando el
territorialismo a que nos referíamos antes, puesto que las leyes mexicanas son
las que rigen en la República, pero también se abre la posibilidad de aplicar el
derecho extranjero cuando las mismas leyes nacionales asilo prevean y cuando
así lo dispongan los tratados firmados y ratificados por México.
Cabe destacar que se elimina la posibilidad de aplicar el derecho extranjero
cuando así lo aconseje la doctrina, ya que ésta no está reconocida, en México, co-
mo fuente formal de derecho (SJF, 6a. época, 2a parte, vol. CXXXVIII, p. 16).
También es menester destacar que tampoco es posible aplicar la norma extranjera
por disposición de los jueces, aunque es de recordarse que en ciertos países, como
Francia, el enorme desarrollo del derecho conflictual se debe a la extraordinaria
labor de las cortei y de los tribunales.

I.G.G. y V.C.G.M.

[ 13]
ART. 13 L1•10 PRIMERO

ARTICULO 13. La determinación del derecho aplicable se hará


conforme a las siguientes reglas:
1.—Las situaciones jurídicas válidamente creadas en las
entidades de la República o en un Estado extranjero con-
forme a su derecho, deberán ser reconocidas;
estado y capacidad de las personas físicas se rige
por el derecho del lugar de su domicilio;
HL—La constitución, régimen y extinción de los dere-
chos reales sobre inmuebles, así como los contratos de
arrendamiento y de uso temporal de tales bienes, y los bie-
nes muebles, se regirán por el derecho del lugar de su ubi-
cación, aunque sus titulares sean extranjeros;
1V—La forma de los actos jurídicos se regirá por el dere-
cho del lugar en que se celebren.' Sin embargo, podrán
sujetarse a las formas prescritas en este Código cuando el
acto haya de tener efectos en el Distrito Federal o en la
República tratándose de materia federal; y
Y—Salvo lo previsto en las fracciones anteriores, los
efectos jurídicos de los actos y contratos se regirán por el
derecho del lugar en donde deban ejecutarse, a menos de
que las partes hubieran designado válidamente la aplicabi-
lidad de otro derecho.

Esta parte o encabezado es una copia del a. lo. de la Convención Interamerica-


na sobre Normas Generales de Derecho Internacional Privado, suscrita en
Montevideo, en 1969, ratificada por nuestro país, sólo que el instrumento uru-
guayo se refiere a "norma jurídica aplicable" y no a "derecho" como impropia-
mente lo hace reiteradamente la reforma.
La fr.!, del mismo a. 13, establece que las "situaciones jurídicas válidamente
creadas en las entidades de la República o en un Estado extranjero conforme a
su derecho, deberán ser reconocidas".
Lo anterior es una transcripción parcial del a. 7, del instrumento inter-
americano citado, siendo una adopción de la teoría de los derechos adquiridos o
de los vestedrigths, doctrina norteamericana muy en boga hace algunos decenios.
¿Hasta dónde un Código Civil, local, como lo es el del DF, puede regular
conflictos de leyes entre entidades de la República, materia que indudablemen-
te pertenece al orden federal? La respuesta se encuentra en que conforme al a.
lo. del CC del DF, este mismo cuerpo de leyes, se aplica en materia federal.
Se concluye, pues, que en derecho una situación que se adquiere válida-
mente, no tiene por qué cuestionarse, salvo que atente contra el orden pú-
blico local.

[14]
DISPOSICIONES PRELIMINARES ARTV U y 14

"El estado y capacidad de las personas fisicas se rige por el derecho del
lugar de su domicilio", se afirma en la fr. 11 del mismo numeraL Seguramente
esta es una de las reformas más importantes ya que anteriormente el estado y
capacidad de las personas se regían por las leyes mexicanas, en consonancia
con los estrictos principios de la territorialidad. Nótese cómo a partir de aquí
casi todo el derecho conflictual va a tener como eje el punto de contacto del
domicilio, que es la tendencia más moderna y más generalizada.
La fr. III dice que "la constitución, régimen y extinción de los derechos rea-
les sobre inmuebles, así como los contratos de arrendamiento y de uso tempo-
ral de tales bienes, y los bienes muebles, se regirán por el derecho del lugar de
su ubicación, aunque sus titulares sean extranjeros".
En esta parte se sigue la regla conílictual lex reí sitae, que es reconocida uni-
versalmente para el caso de los bienes inmuebles y las acciones reales sobre los
mismos. Así lo confirma el a. lo., sección C, de la Convención Interamericana
sobre Competencia en la Esfera Internacional para la Eficacia Extraterritorial
de las Sentencias Extranjeras, aunque para las acciones reales sobre bienes
muebles corporales se exige que dichas cosas estén o se encuentren en la Repú-
blica para que puedan ser regidas por nuestras leyes.
Esta reforma confirma lo contenido en la fr. II y primera parte de la fr. [II,
del a. 121 de la Constitución Política mexicana.
Así mismo la reforma viene a ratificar lo que ya estaba contenido en el a.
14, derogado. del propio CC.
Asienta la fr. IV del mismo a. 13 reformado: "La forma de los actos jurídicos
se regirá por el derecho del lugar en que se celebren. Sin embargo, podrán suje-
tarse a las formas prescritas en este Código cuando el acto haya de tener efectos
en el Distrito Federal o en la República (se entiende mexicana) tratándose de
materia federal."
Esta parte se acoge a la regla locus regit actum, principio jurídico según el
cual es derecho aplicable a la forma de los actos jurídicos el derecho del lugar
donde éstos se realizan. Aunque se da la posibilidad de que las partes se acojan
a las formas mexicanas cuando el acto vaya a tener efectos en el DF o en Méxi-
co. Puede afirmarse, que en esta materia no se dieron cambios sustanciales pues
iguales principios establecía el derogado a. 15 del CC.
La última fracción de este mismo articulo, la V, establece que "salvo lo pre-
visto en las fracciones anteriores, los efectos jurídicos de los actos y contratos se
regirán por el derecho del lugar en donde deban ejecutarse, a menos de que las
partes hubieran designado válidamente la aplicabilidad de otro derecho".
En esta fracción se adopta el principio conflictual lex loci executionis,
según el cual es aplicable el derecho del lugar de ejecución de una obligación o
de un acto jurídico, regla que en cierta forma ya contenía el a. 13, ya derogado.
y V.C.G.M.

ARTÍCULO 14. En la aplicación del derecho extranjero se ob-


servará lo siguiente:

[151
ART. 14 LIBRO PRIMERO

I.—Se aplicará como lo haría el juez extranjero corres-


pondiente, para lo cual el juez podrá allegarse la informa-
ción necesaria acerca del texto, vigencia, sentido y alcance
legal de dicho derecho;
11.—Se aplicará el derecho sustantivo extranjero, salvo
cuando dadas las especiales circunstancias del caso, deban
tomarse en cuenta, con carácter excepcional, las normas
conflictuales de ese derecho, que hagan aplicables las nor-
mas sustantivas mexicanas o de un tercer Estado;
HL—No será impedimento para la aplicación del dere-
cho extranjero, que el derecho mexicano no prevea institu-
ciones o procedimientos esenciales a la institución extran-
jera aplicable, si existen instituciones o procedimientos
análogos;
1V—Las cuestiones previas, preliminares o incidentales
que puedan surgir con motivo de una cuestión principal,
no deberán resolverse necesariamente de acuerdo con el
derecho que regule a esta última; y
V.—Cuando diversos aspectos de una misma relación ju-
rídica estén regulados por diversos derechos, éstos serán
aplicados armónicamente, procurando realizar las finali-
dades perseguidas por cada uno de tales derechos. Las difi-
cultades causadas por la aplicación simultánea de tales de-
rechos se resolverán tomando en cuenta las exigencias
de la equidad en el caso concreto.
Lo dispuesto en el presente artículo se observará cuando
resultare aplicable el derecho de otra entidad de la Fede-
ración.
La reforma corresponde a lo ordenado por el a. 2 de la Convención Inter-
americana sobre Normas Generales que a la letra dice: "Los jueces y autorida-
des de los Estados partes estarán obligados a aplicar el derecho extranjero tal
como lo harían los jueces del Estado cuyo derecho resultare aplicable, sin per-
juicio de que las partes puedan alegar y probar la existencia y contenido de la
ley extranjera invocada."
- A su vez y en plena concordancia con lo anterior, el a. 284 reformado del
CPC para el DF, establece que "sólo los hechos estarán sujetos a prueba..." lo
que implica que el derecho extranjero ya no debe ser probado, como se estable-
da antes de las modificaciones de 1988. En el mismo sentido se pronuncia el
nuevo texto del a. 86 del CFPC.
Además de que ya no es menester probar la norma extranjera, sino que el
juez local podrá allegarse, por sus propios medios y conductos, la información

[16]
DISPOSICIONES PRELIMINARES ART., 14

probatoria acerca de la misma, el juez deberá hacer un esfuerzo y tratar de ubi-


carse en el sistema jurídico extranjero, como si estuviera actuando en éL Ésta es la
única forma de aplicar el derecho extranjero de una manera coherente y lógica.
La norma que enuncia la fr. II, del a. 14, significa que no se acepta la aplica-
ción de, la norma extranjera (que no el derecho extranjero) sino cuando sea la
sustantiva, no la conflictual, a fin de evitar, hasta donde sea posible, el llamado
reenvío en segundo grado. El reenvío o juego de la raquette internationale, tiene
sus defensores y sus detractores. Aquí se trata de evitar, salvo que las circunstan-
cias muy especiales del caso así lo ameriten, que a su vez la norma extranjera se
remita otra vez a las normas mexicanas o de un tercer Estado.
En otras palabras, si el derecho extranjero, para la solución del conflicto
remite a las leyes sustantivas mexicanas, no se estaría en el caso de aplicar el
derecho extranjero, ni se deberá aplicar el derecho de un tercer Estado, porque
estaríamos en presencia de un reenvío en segundo grado, si la norma del dere-
cho extranjero reenvía a otro ordenamiento la solución del caso.
La fr. III del mismo a. 14, establece que "no será impedimento para la apli-
cación del derecho extranjero. que el derecho mexicano no prevea instituciones
o procedimientos esenciales a la institución extranjera aplicable, si existen insti-
tuciones o procedimientos análogos".
Si se lee detenidamente el a. 3 de la Convención Interamericana sobre Nor-
mas Generales, a que nos hemos venido refiriendo, observamos una exacta
coincidencia en cuanto al contenido de ambos preceptos, aunque su redacción
sea ligeramente distinta.
Con lo anterior se pretende que se aplique la norma extranjera siempre y
cuando exista una institución idéntica o al menos análoga en el derecho mexica-
no. A esta figura se le denomina. en la legislación y jurisprudencia de otros paí-
ses, especialmente europeos. la "institución desconocida", con la cual los
jueces y juristas mexicanos están poco familiarizados. Lo anterior se hace para
evitar, hasta donde ello sea posible. una denegación de justicia.
En esta fracción está previsto el caso en que el derecho mexicano no conten-
ga instituciones o procedimientos iguales a la institución extranjera que se trata
de aplicar. El juez mexicano no puede negarse a aplicar la norma extranjera, si
existen en el derecho mexicano principios semejantes a los que se sustentan en
aquella ley extranjera. Debe proceder por analogía. (analogia juris) a la aplica-
ción de las normas relativas a la institución extranjera, respetando las normas
de orden público mexicano.
La fr. IV es una mera transcripción del a. 8 de la citada Convención sobre
Normas Generales.
En relación a la cuestión previa, en el Derecho Internacional Privado caben
dos alternativas: o se resuelve de acuerdo a la cuestión principal o se resuelve
en forma autónoma o separada. Se pueden abonar razones y argumentos a
favor de una y otra solución, sin embargo, tanto el CC mexicano corno la Con-
vención Interamericana han adoptado la teoría de la independencia de ambas
cuestiones en virtud de que se trata de reglas de conflicto diferentes.
La fr. V del mismo a. 14, afirma que "cuando diversos aspectos de una mis-
ma relación jurídica estén regulados por diversos derechos (normas), éstos
serán aplicados armónicamente, procurando realizar las finalidades persegui-
das por cada uno de tales derechos. Las dificultades causadas por la aplicación

[171

Alti% 14) IS LIBRO PRIMERO

simultánea de tales derechos se resolverán tomando en cuenta las exigencias de


la equidad en el caso concreto".
Lo establecido en esta fracción corresponde al contenido del a. 9 de la Con-
vención sobre Norrnas Generales, tantas veces citada.
Lo anterior se conoce, en la teoría y práctica conflictuales, con el nombre de
"armonización del derecho", lo cual implica una gran voluntad de aplicar la
norma extranjera a fin de que todas las normas involucradas alcancen sus pro-
pósitos, presidiendo todo el proceso la equidad. Lo que se pretende es, pues.
lograr una correcta y ordenada coordinación entre todas las normas que conflu-
yan en el caso concreto (Batiffol, Carrillo Salcedo. Miaja de la Muela. etc.).
El párrafo final del a. 14 establece que lo dispuesto por el mismo "se obser-
vará cuando resultare aplicable el derecho de otra entidad de la Federación", lo
cual significa que todos los principios ínsitos en dicho numeral se aplicarán a
los conflictos de leyes entre las entidades federativas, en virtud de que el CC
para el DF rige en materia de orden federal.
I.G.G. y V.C.G.M.

ARTÍCULO 15. No se aplicará el derecho extranjero:

1.—Cuando artificiosamente se hayan evadido princi-


pios fundamentales del derecho mexicano, debiendo el juez
determinar la intención fraudulenta de tal evasión; y
— Cuando las disposiciones del derecho extranjero o el
resultado de su aplicación sean contrarios a principios o
instituciones fundamentales del orden público mexicano.

De la misma manera que en otros casos, este precepto es una copia fiel del a. 6
de la rnulticitada Convención sobre Normas Generales y lo que intenta es tipifi-
car al fraude a la ley como una excepción a la ley normalmente aplicable, a fin
de preservar los "principios fundamentales" del derecho nacional.
El fraude a la ley, como el reenvío, es una institución muy discutida y discu-
tible en el Derecho Internacional Privado, porque contiene elementos muy sub-
jetivos: "artificiosamente", "intención fraudulenta", "principios fundamenta-
les", etc., sin embargo, es un remedio que nunca falta en leyes y convenciones
confiictuales para evitar la aplicación de normas extranjeras cuando exista
intención dolosa de por medio.
Existe fraude a la ley cuando conforme a la fr. 1, las partes se acojan a una
legislación más favorable evadiendo artificiosamente la aplicación de la ley
mexicana.
Por fraude a la ley se entiende generalmente "la realización de un acto lícito
-más frecuentemente dos o más actos- para la consecución de un resultado anti-
jurídico" (Miaja, Adolfo, Derecho Internacional Privado, 8a. ed., México, Atlas.
1979, tomo primero, p. 400). Paulo, en el Digesto (1,329) define: "comete fraude

[18)
DISPOSICIONES PRELIMINARES AR IS, I5 lE

a la ley. quien cumpliendo la letra del precepto, elude acatar su sentido". Es esa
artificiosa evasión la que caracteriza al fraus legis, en opinión de Paulo.
En el fraude a la ley se realiza "artificiosamente" una conducta prohibida o
contraria a una ley imperativa. En la doctrina se discute si el fraude a la ley está
comprendido en la violación del orden público. Nuestro Código en la reforma
que se comenta, en el precepto de que se trata, distingue acertadamente la con-
ducta en fraude a la ley y la que se realiza contra el orden público en general.
Por último, la fr. II del mismo a. 14 establece la otra excepción a la ley
normalmente aplicable: el orden público, al establecer que "no se aplicará el de-
recho extranjero cuanto éste, o el resultado de su aplicación, sean contrarios a
principios o instituciones fundamentales de orden público mexicano".
Los aa. 6 y 7 de la tantas veces citada Convención Interamericana se consa-
gran al orden público, aunque para que éste opere se necesita que la norma
extranjera sea manifiestamente contraria a los principios de su orden públi-
co. Es decir, prevalece el orden público local sobre la ley aplicable pero debe
existir una obvia y manifiesta contradicción al mismo. En nuestro entender la
contradicción es manifiesta si resulta objetivamente evidente para cualquier
juez o persona que proceda en la materia conforme a la práctica y la buena fe.

I.G.G. y VC.G.M.

ARTICULO 16. Los habitantes del Distrito Federal tienen obliga-


ción de ejercer sus actividades y de usar y disponer de sus
bienes en forma que no perjudique a la colectividad, bajo
las sanciones establecidas en este Código y en las leyes
relativas.

Decían en su Informe los redactores del CC que:

El pensamiento capital que informa el proyecto puede expresarse breve-


mente en los siguientes términos: armonizar los intereses individuales con
los sociales corrigiendo el exceso de individualismo que impera en el
Código de 1884... para transformar un Código Civil en un Código
privado social es preciso reformarlo substancialmente derogando todo
cuanto favorece exclusivamente al interés particular en perjuicio de la
colectividad e introduciendo nuevas disposiciones que armonicen con el
concepto de solidaridad.

Es un principio de derecho universal que los intereses colectivos deben primar


sobre los derechos de los particulares. El artículo que se comenta consagra este
principio y es un fiel exponente del pensamiento de los redactores del CC.
Cuando el titular de un derecho lo ejercita respetando el derecho ajeno
cumple con el deber jurídico de no lesionar los derechos e intereses de los demás.
Por el contrario, si al ejercerse el derecho se ocasiona un perjuicio a un tercero,

[19]
AR rti. Ifrly 17 LIBRO PRIMERO

el que lo ejerce obra ilícitamente y debe reparar el daño causado. Pero si el


ejercicio de ese derecho tiene por finalidad causar deliberadamente un daño a un
tercero o al grupo social, se está abusando del derecho.
Los principios establecidos por el legislador en el a. 16 se encuentran en
perfecta armonía con otras normas del CC. Así p.e.: el a. 840 establece que no
es lícito ejercer el derecho de propiedad de manera que su ejercicio no dé otro
resultado que causar perjuicios a un tercero sin utilidad para el propietario.
El a. 934 reafirma el principio al establecer que la captación de aguas subterrá-
neas puede hacerla el propietario de un predio aunque perjudique al vecino
siempre que no lo haga con el solo fin de causarle un perjuicio.
Por fin, el a. 1912 dispone que "cuando al ejercer un derecho se causa daño a
otra persona, hay obligación de indemnizarlo si demuestra que el derecho sólo
se ejercitó a fin de causar el daño sin utilidad para el titular del derecho".
Existe en los tres casos el ejercicio abusivo del derecho y el perjuicio ocasiona-
do por la acción ilícita debe ser indemnizado.
Otras disposiciones del CC que se refieren a actuaciones que dañan los intereses
ajenos y ocasionan perjuicios a la colectividad, los encontramos en los aa. 740,1152
fr. IV, 2453 y 2751 que impiden que permanezcan ociosos los terrenos destinados a
la producción agrícola, porque con ello se lesionan los intereses colectivos.
Otras conductas ilícitas similares a las anteriores, que se sancionan, las encontra-
mos en los aa. 837, 843, 845, 853, 935, 1038 fr. VI, 1092, 1123 y 1797.
L.C.P.

ARTÍCULO 17. Cuando alguno, explotando la suma ignorancia,


notoria inexperiencia o extrema miseria de otro; obtiene
un lucro excesivo que sea evidentemente desproporcio-
nado a lo que él por su parte se obliga, el perjudicado
tiene derecho a elegir entre pedir la nulidad del contrato o
la reducción equitativa de su obligación, más el pago de
los correspondientes daños y perjuicios.
El derecho concedido en este artículo dura un año.
Se legisla la figura jurídica de la lesión en su forma moderna, o sea la llamada
por la doctrina "lesión calificada" o "lesión subjetiva". inspirada en sus simila-
res de los códigos civiles alemán y suizo, la lesión en la redacción que le ha dado
el codificador mexicano, adopta un contenido sui generis que la transforma en
un instrumento potencial de protección a una clase social desposeída, según
surge del Informe de la Comisión Redactora y Revisora del Proyecto de CC.
La lesión se ubica en el ámbito de los contratos sinalagmáticos onerosos. Se
configura por una evidente desproporción entre las prestaciones que los contra-
tantes se deben entre sí, cuando dicha desproporción obedece a la explotación
que realiza uno de ellos de ciertos estados de minusvalía o inferioridad en que se
encuentra el otro contratante.

[201

DISPOSICIONES PRELIMINARES ARIS.17% 15

Esta figura jurídica consta de dos elementos: uno objetivo y otro subjetivo y
ambos están unidos por un nexo de causalidad.
El elemento objetivo consiste en la desproporción entre las prestaciones que
se deben los contratantes; ésta debe ser de tal magnitud que pueda destruir el
equilibrio del propio contrato ("un lucro excesivo que sea evidentemente des-
proporcionado"). Su apreciación queda sujeta al arbitrio judicial.
El elemento subjetivo radica en el hecho de la explotación realizada por el
contratante económica o intelectualmente fuerte, sobre el débil ("explotando la
suma ignorancia...").
Debe asimismo existir un nexo causal entre el lucro excesivo y el hecho de la
explotación, ya que se explota para obtenerlo; si falta la relación de causalidad
entre la conducta ilícita y la ventaja obtenida, no cabe hablar de lesión.
El perjudicado tiene derecho a elegir entre pedir la nulidad del contrato o la
reducción equitativa de su obligación. Este criterio opcional le confiere flexibili-
dad al texto legal, ya que el perjudicado puede tener interés en mantener el
contrato. Lo que no podrá hacer —de acuerdo a la letra de la será solicitar
un complemento en el precio o en la obligación de su contraparte.
La indemnización por daños y perjuicios comprende tanto el daño emergente
como el lucro cesante y si procediese, de acuerdo a los aa. 1916 y 1921, la
reparación por daño moral.
La demanda por nulidad o por reducción equitativa de la obligación está
sujeta al plazo de caducidad de un año.
C.G. M .

ARTÍCULO IR. El silencio, obscuridad o insuficiencia de la ley,


no autorizan a los jueces o tribunales para dejar de resol-
ver una controversia.

Existe gran semejanza entre esta disposición y el a. 40. del CC francés que dice:
"El juez que se negare a juzgar pretextando silencio, obscuridad o insuficiencia
de la ley, podrá ser juzgado por denegación de justicia". Al parecer este artículo
sirvió de modelo al nuestro.
Antes de la promulgación del CC francés, los jueces acostumbraban enviar en
consulta al Poder Legislativo los procesos cuya resolución era dificil, cuando no
existía ley aplicable al caso o era dudoso el sentido de la norma. Este procedi-
miento convertía en jueces a los órganos legislativos que en la mayoría de los
casos, al aclarar el texto de la ley se inclinaban en uno u otro sentido.
Al presentar los redactores del CC su proyecto a la Asamblea francesa,
destacaron en el discurso preliminar que la interpretación de las leyes debían
hacerla los tribunales y no el legislador. El deber del juez, decían, es aplicar la
ley. Negarse a resolver el caso o diferirlo cuando la ley no es clara es denegar
la justicia. El ministerio de los jueces se ha organizado principalmente porque

[21]
AR 1% IN v LIBRO PRIMERO

existen leyes oscuras que es necesario interpretar. Exigirle al legislador que


interprete la ley es convertirlo en juez.
Debido a la gran complejidad de los procesos sociales, es imposible que el
legislador, al elaborar la ley, pueda dar solución adecuada a todos los casos que
ocurran en la vida práctica, menos aún a situaciones no previstas. Habrá otros
casos en que el texto legal que se elabore será insuficiente o incompleto. Sería
insuficiente una ley que prohibiera pactar intereses superiores a los legales y no
determinara el porcentaje de ellos.
Cuando no hay ley o ésta es insuficiente, se dice que existe una laguna legal.
En la legislación francesa la laguna se colma, en último término recurriendo a
la equidad, entre nosotros por los principios generales del derecho.
Los jueces al colmar las lagunas deben hacerlo de acuerdo al derecho ya
existente. Podrán formular conceptos jurídicos nuevos, distintos de las reglas
generales, pero deben estar fundados en las reglas o principios de derecho, ya
existentes. "La nueva regla elaborada por el juez ya era derecho antes". El
derecho no tiene lagunas, éstas se encuentran en la ley pero no en el derecho.
(Zitelmann, E. "Las lagunas del derecho", Anales de jurisprudencia, t. XII,
pp. 735 y 771).
No define el CC lo que debe entenderse por principio general del derecho. La
SCJN dice que:

...son principios generales del derecho verdades jurídicas notorias, indis-


cutibles de carácter general, como su mismo nombre lo indica, elaboradas o
seleccionadas por la ciencia del derecho, de tal manera que el juez pueda
dar la solución que el mismo legislador hubiera pronunciado si hubiera
estado presente, o habría establecido si hubiere previsto el caso: siendo
condición de los aludidos principios que no desarmonicen o estén
en contradicción con el conjunto de normas legales cuyas lagunas u omi-
siones han de llenar. (Sentencia de 15 de marzo de 1938. SJF, t. W p. 2641).

En estrecha concordancia con el a. 18 del CC, el a. 213 fr. V del CP esta-


blece que "al que comete delito de abuso de autoridad se le impondrá de
seis meses a seis años de prisión, multa y destitución de empleo cuando estando
encargado de administrar justicia, bajo cualquier pretexto, aunque sea el de
oscuridad o silencio de la ley se niegue a despachar un negocio pendiente
ante él".
L.C.P.

ARTICULO 19. Las controversias judiciales del orden civil deberán


resolverse conforme a la letra de la ley o a su interpretación
jurídica. A falta de ley se resolverán conforme a los prin-
cipios generales de derecho.

[22]
DISPOSICIONES PRELIMINARES A RTS. 19 y 211

Esta disposición es acorde con el a. 14, pfo. cuarto constitucional, según el cual
"En los juicios de orden civil, la sentencia definitiva deberá ser conforme a la
letra, o la interpretación jurídica de la ley, y a falta de ésta se fundará en los
principios generales del derecho".
El CC es más amplio, ya que se refiere no sólo a la sentencia definitiva, sino a
todo acto de aplicación de la ley en cualquier momento del juicio.
La norma se refiere tanto a la interpretación como a la integración de la ley,
estableciendo un orden de prelación: en primer lugar, el juez debe atenerse a la
letra de la ley, si ésta prevé la solución del conflicto de intereses de que se trate.
Cuando el sentido de la ley es dudoso, el intérprete debe acudir a la interpreta-
ción jurídica, comprendiéndose en esta expresión las llamadas "interpretación
histórica", "interpretación lógica" e "interpretación sistemática".
Es de aplicación al respecto el principio de hermenéutica según el cual no debe
desconocerse la letra clara de la ley, a pretexto de consultar con su espíritu.
Si el caso planteado ante el juez no estuviere previsto, no por eso el magistra-
do dejará de fallar (a. 18), sino que deberá integrar la ley, colmar la laguna legal,
recurriendo a los principios generales del derecho. Este es el único procedimien-
to de integración autorizado por la C (a. 14) y por el CC. En derecho compara-
do, encontramos legislaciones que permiten integrar la ley recurriendo a la
costumbre. En el CC para el DF la costumbre solamente puede aplicarse
cuando la ley se remite a ella en forma expresa.
En cuanto a los principios generales de derecho, son los "criterios o entes de
razón que expresan un juicio acerca de la conducta humana a seguir en cierta
situación" (Adame Goddard, Jorge, Diccionario jurídico mexkario, México,
UN AM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1984, t. VII, p. 222). El derecho,
como obra de la inteligencia humana, enuncia ciertos principios de axiologia,
que informan los sistemas jurídicos positivos.
Por lo que toca al problema del razonamiento analógico como forma de
integración del derecho, es perfectamente válido, ya que "la base del razona-
miento por analogía es un principio general de derecho, que habría que formu-
lar en estos términos: la justicia exige que dos casos iguales sean tratados
igualmente". Pero como el presente artículo no se refiere a la analogía en
especial, el juez civil puede recurrir a ella en primer término, o bien a otro
principio general de derecho.
C.G.M.

ARTICULO 20. Cuando haya conflicto de derechos, a falta de ley


expresa que sea aplicable, la controversia se decidirá a
favor del que trate de evitarse perjuicios y no a favor del
que pretenda obtener lucro. Si el conflicto fuere entre
derechos iguales o de la misma especie se decidirá obser-
vando la mayor igualdad posible entre los interesados.

P3]
ARTS. 20 y 21 LIBRO PR (MERO

Cuando se plantea un conflicto de derechos y existe ley expresa aplicable al


caso, el juez debe atenerse a los dictados de esa ley. Pero si la norma legal no
existe, estamos ante un problema de integración de la ley: el juez está obligado a
resolver el conflicto en ausencia de ley (praeter legem). Dada la plenitud
hermética del orden jurídico, toda situación puede ser resuelta jurídicamente. El
a. 19 dispone, que a falta de ley, las controversias del orden civil se resolverán
conforme a los principios generales del derecho; y el presente artículo se refiere,
aunque sin mencionarla expresamente, a la equidad. Gran parte de la doctrina
acepta que la equidad es uno —el más general— de los principios generales del
derecho. Otro artículo que alude tácitamente a la equidad es el 1857, que
dispone sobre la forma en que deben interpretarse los contratos.
El primer párrafo del a. 20 indica que, en caso de conflicto de derechos, el juez
deberá resolver a favor de quien trata de evitarse perjuicios, y no a favor de
quien pretende obtener lucro. Esta norma de equidad, que tiende a la protección
de la parte débil en la relación jurídica, es paralela a aquélla del derecho penal
por la cual, en caso de duda, el juez impondrá la solución que favorezca al
inculpado: in dubio pro reo; asimismo la dogmática del derecho del trabajo ha
elaborado un principio equivalente, in dubio pro operario
El párrafo segundo del presente artículo (conflicto entre derechos iguales o de
la misma especie) formula de manera más clara el principio de la equidad, dado
que el establecer "la mayor igualdad posible entre los interesados" no significa
otra cosa para el juez que el acatamiento cabal de un criterio de equidad.

C.G. M.

ARTÍCULO 21. La ignorancia de las leyes no excusa su cumpli-


miento; pero los jueces teniendo en cuenta el notorio
atraso intelectual de algunos individuos, su apartamiento
de las vías de comunicación o su miserable situación
económica, podrán, si está de acuerdo el Ministerio Pú-
blico, eximirlos de las sanciones en que hubieren incurri-
do por la falta de cumplimiento de la ley que ignoraban, o
de ser posible, concederles un plazo para que la cumplan;
siempre que no se trate de leyes que afecten directamente
al interés público.
Esta norma acoge el principio clásico expresado en el aforismo latino ignorando
legis non excusen, Los códigos civiles del tipo del Código Napoleónico lo incor-
poraban en forma estricta; así los códigos civiles para el DF de 1870 y 1884
establecían que el error o la ignorancia de las leyes debidamente promulgadas
no sirve de excusa y a nadie aprovecha.
Los códigos de tipo moderno —como el presente— han atenuado la severi-
dad de este principio, atendiendo al notorio atraso intelectual de algunos indi-

(243

DISPOSICIONES PRELIMINARES ART. 21

viduos, su apartamiento de las vías de comunicación o su miserable situación


económica.
En México, la mayor flexibilidad de la presente norma es una consecuencia
de las ideas humanísticas y de solidaridad social que surgieron a raíz de la
Revolución. En el Informe de la Comisión Redactora del CC se expresa que "Se
moderó el rigor del precepto de que la ignorancia de las leyes debidamente
promulgadas y publicadas no excusa su cumplimiento, precepto que se apoya
en una ficción legal constantemente desmentida por la experiencia...".
Debemos asimismo concordar esta disposición con el a. 1813 (tomado del CC
portugués) que acepta el error de derecho, al contrario de los códigos civiles de
1870 y 1884, que no lo admitían.
No es preceptivo para los jueces eximir de las sanciones en que se incurriere,
sino facultativo ("podrán"); también podrán otorgar un plazo para el cumpli-
miento; ambas soluciones requieren de la previa conformidad del MP y que no
se esté afectando el interés público.

C.G.M.

[25)
LIBRO PRIMERO
De las personas

TITULO PRIMERO
De las personas físicas

ARTÍCULO 22. La capacidad jurídica de las personas físicas se


adquiere por el nacimiento y se pierde por la muerte;
pero desde el momento en que un individuo es concebi-
do, entra bajo la protección de la ley y se le tiene por
nacido para los efectos declarados en el presente Código.
La persona física, el ser humano, adquiere capacidad jurídica (capacidad de
goce) al nacer y la conserva durante toda su vida. Cuando muere pierde al mismo
tiempo la capacidad. En manera más clara: al morir la persona. se extingue junto
con su vida fisiológica, su personalidad.
Ello no impide, que aun antes de nacer, desde el momento en que es concebi-
do, (nasciturus) goce de la protección del derecho. Ello quiere decir que el orde-
namiento jurídico ha establecido medidas de diversa índole tendentes a conservar
los derechos que al nacer habrá de adquirir junto con la categoría de persona. El
a. 337 del CC dispone cuándo se tiene por nacida a una persona, para todos los
efectos legales.
Así, al ser concebido puede, antes de su nacimiento, ser instituido heredero o
legatario y puede ser designado donatario (aa. 1314. 1315. 1377, 1638 y 2357 del CC).
La protección que la ley civil otorga al concebido, comprende en primerísimo
lugar, la preservación de la vida del ser que está por nacer.
I.G.G.

ARTÍCULO 23. La minoría de edad, el estado de interdicción y


demás incapacidades establecidas por la ley, son res-
tricciones a la personalidad jurídica que no deben me-
noscabar la dignidad de la persona ni atentar contra la
integridad de la familia; pero los incapaces pueden ejer-
citar sus derechos o contraer obligaciones por medio de
sus representantes.*
* N.E.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del artículo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.

[27]
ARTS.23 y 24 LIBRO PRIMERO

Si bien la persona flsica desde su nacimiento tiene capacidad de goce; es decir,


puede adquirir derechos y asumir obligaciones. el precepto que se comenta dis-
pone que carecen de capacidad de ejercicio quienes no han cumplido dieciocho
años, en que se alcanza la mayoría de edad (a. 646 del CC). y agrega que los ma-
yores de edad que no se encuentran en pleno uso de sus facultades mentales, se
encuentran incapacitados para intervenir por si mismos en la vida jurídica; ya
que carecen de cabal discernimiento habrán de hacerlo a través de un represen-
tante.
En esta situación de incapacitación se encuentran quienes —previa comproba-
ción de su anormalidad en un juicio de interdicción— no están en aptitud de
gobernarse por sí mismos. 'Tal ocurre con aquellos que sufran enfermedades
mentales que los priven de inteligencia o quienes padecen idiotismo o imbecili-
dad, así como los que hacen uso inmoderado de drogas enervantes y los alcohóli-
cos. En igual situación de incapacitación se encuentran los sordomudos que no
saben leer ni escribir (a. 450 del CC).J*
Los menores de edad y los mayores de edad en estado de interdicción, podrán
actuar válidamente a través de sus representantes. Los primeros por medio de
quienes ejerzan sobre ellos la patria potestad o a falta de estas personas por
medio de su tutor. Los segundos, siempre por medio de un tutor que será designa-
do por el juez en el procedimiento de interdicción.
No obstante, el menor de edad puede administrar por si mismo los bienes que
ha adquirido por su trabajo (aa. 428 y 429 del CC). El varón si ha cumplido dieci-
séis años y la mujer si ha cumplido catorce, pueden contraer matrimonio, cum-
pliendo los requisitos a que se refieren los aa. 148 y 149 del CC, tienen también
capacidad para otorgar testamento (a. 1306 del CC). Quien se encuentra en estado
de interdicción por causas de enajenación mental, puede asimismo otorgar testa-
mento durante los intervalos lúcidos (a. 1307 del CC).
I.G.G.

ARTÍCULO 24. El mayor de edad tiene la facultad de disponer


libremente de su persona y de sus bienes, salvo las limi-
taciones que establece la ley.
La mayoría de edad y por lo tanto la capacidad de ejercicio, se adquiere a los die-
ciocho años cumplidos (a. 646 deI CC). El mayor de.edad (varón o mujer) tiene
por ello, salvo que se encuentre en estado de interdicción, plena capacidad.
De los términos en que está redactado el precepto en cuestión se puede con-
cluir que la personalidad está constituida por la concurrencia en la misma perso-
na, de la capacidad de goce y de la capacidad de ejercicio.
* N.E. Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992, el tex-
to entre corchetes del comentario al a. 23 quedó afectado, por ello deberá modifi-
carse conforme a la reforma de la fr. y la derogación de las frs. III y N del a.
450.

128]
'MULOS PRIMERO SEGUNDO ARTS 24 y 25

La norma contenida en este precepto, se relaciona con lo dispuesto en el a. 647


de este mismo código en el que se reitera lo ordenado por el a. 24, salvo que éste
último estatuye expresamente que el mayor de edad tiene la facultad para dispo-
ner libremente de su persona y de sus bienes (prescripción que aquel numeral
omite) en tanto que el artículo objeto de este comentario acota con mayor preci-
sión agregando "salvo las limitaciones que la ley establece" y de esta manera se
refiere a las restricciones a la personalidad por causa de interdicción.

I.G.G.

TITULO SEGUNDO
De las personas morales

ARTÍCULO 25. Son personas morales:


I.—La Nación, las Estados y los Municipios;
II.—Las demás corporaciones de carácter público re-
conocidas por la ley;
111.—Las sociedades civiles o mercantiles;
IV—Los sindicatos, las asociaciones profesionales y
las demás a que se refiere la fracción XVI del articulo
123 de la Constitución Federal;
V.—Las sociedades cooperativas y mutualistas;
VI.—Las asociaciones distintas de las enumeradas
que se propongan fines políticos, científicos, artísticos,
de recreo o cualquiera otra fin lícito, siempre que no
fueren desconocidas por la ley.
VII.—Las personas morales extranjeras de naturaleza
privada, en los términos del articulo 2736.
La importancia de este precepto radica en contener un elenco de las entidades
denominadas "personas morales" o "personas jundicas", para distinguirlas de las
personas fisicas. que son los seres humanos a quienes se les designa sencillamen-
te "personas".
El concepto de persona es una categoría esencial que se impone como necesa-
ria a todo ordenamiento jurídico, da razón y justifica la existencia del derecho
mismo. En tanto que el concepto de "persona moral", es una construcción nor-
mativa que aun siendo necesaria, no se impone a la norma, ha sido sólo creación
del derecho.
De manera que en el derecho moderno, mientras el ordenamiento no puede
desconocer la existencia del ser humano como persona, puede atribuir o negar la

[29]
TITULO SEGUNDO
De las personas morales
'MULOS PRIMERO SEGUNDO ARTS 24 y 25

La norma contenida en este precepto, se relaciona con lo dispuesto en el a. 647


de este mismo código en el que se reitera lo ordenado por el a. 24, salvo que éste
último estatuye expresamente que el mayor de edad tiene la facultad para dispo-
ner libremente de su persona y de sus bienes (prescripción que aquel numeral
omite) en tanto que el artículo objeto de este comentario acota con mayor preci-
sión agregando "salvo las limitaciones que la ley establece" y de esta manera se
refiere a las restricciones a la personalidad por causa de interdicción.

I.G.G.

TITULO SEGUNDO
De las personas morales

ARTÍCULO 25. Son personas morales:


I.—La Nación, las Estados y los Municipios;
II.—Las demás corporaciones de carácter público re-
conocidas por la ley;
111.—Las sociedades civiles o mercantiles;
IV—Los sindicatos, las asociaciones profesionales y
las demás a que se refiere la fracción XVI del articulo
123 de la Constitución Federal;
V.—Las sociedades cooperativas y mutualistas;
VI.—Las asociaciones distintas de las enumeradas
que se propongan fines políticos, científicos, artísticos,
de recreo o cualquiera otra fin lícito, siempre que no
fueren desconocidas por la ley.
VII.—Las personas morales extranjeras de naturaleza
privada, en los términos del articulo 2736.
La importancia de este precepto radica en contener un elenco de las entidades
denominadas "personas morales" o "personas jundicas", para distinguirlas de las
personas fisicas. que son los seres humanos a quienes se les designa sencillamen-
te "personas".
El concepto de persona es una categoría esencial que se impone como necesa-
ria a todo ordenamiento jurídico, da razón y justifica la existencia del derecho
mismo. En tanto que el concepto de "persona moral", es una construcción nor-
mativa que aun siendo necesaria, no se impone a la norma, ha sido sólo creación
del derecho.
De manera que en el derecho moderno, mientras el ordenamiento no puede
desconocer la existencia del ser humano como persona, puede atribuir o negar la

[29]
ARTS. 25 y 26 LIBRO PRIMERO

personalidad y con ello desconocerlas como personas, a ciertas entidades o agru-


paciones de individuos o conjuntos de bienes —que se organizan— para realizar
ciertos fines reconocidos o no por el Estado.
Por ello, el a. 25 anuncia qué entidades tienen en derecho civil mexicano, la
categoría de personas morales y con ello se halla de acuerdo a lo dispuesto por el
a. 27 de la C.
La licitud de su finalidad, la permanencia de sus propósitos y no la mera tran-
sitoriedad de ellos, así como la organización de sus elementos, son los presupues-
tos de toda persona moral.
Al elenco de las personas morales que contiene el precepto que se comenta
habrá que agregar las fundaciones que se rigen por las leyes de instituciones de
asistencia pública y de asistencia privada.
Por reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación, este precepto fue
adicionado con una fr. VII, para reconocer personalidad jurídica a las personas
morales extranjeras, pero para que puedan ejercer sus actividades en el Distrito
Federal (y en toda la República, de acuerdo con la Ley Reglamentaria de las frs.
y TV del a. 27 constitucional) requieren autorización de la SRE, la cual podrá ser
otorgada si la persona moral comprueba que se organizó de acuerdo con la legis-
lación de su pais, que sus estatutos no contravienen las normas de orden público
mexicanas y que tienen un representante en la República Mexicana (en este caso
en el DF) facultado para responder en nombre de su representada de las obliga-
ciones que ésta contraiga.
La adición al precepto que se comenta se refiere a la capacidad de goce de la
persona moral.
Debe tenerse en cuenta en relación con este precepto el comentario al a. 2736
de este Código.

I.G.G.

ARTÍCULO 26. Las personas morales pueden ejercitar todos los


derechos que sean necesario para realizar el objeto de su
institución.

La capacidad de goce que el ordenamiento atribuye a las personas morales, apar-


te de las limitaciones que la C. particularmente en el a. 27, establece respecto de
corporaciones y de sociedades por acciones, encuentra una general restricción en
la finalidad para cuya consecución han sido organizadas.
El objeto social en las sociedades y asociaciones de toda especie y el objeto al
que se hallan destinados los bienes que constituyen el patrimonio de una funda-
ción, constituyen una restricción, natural, a la capacidad de goce de las personas
morales. Lo cual significa que no tienen capacidad para adquirir derechos ni
pueden válidamente asumir obligaciones más allá de los limites que les impone

PO]
TITULO SEGUNDO ARTS. 26.27 y 28

el objeto a que están destinadas, de acuerdo con el pacto constitutivo o el acta


fundamental correspondiente.
Dicha restricción impuesta por este precepto legal a la capacidad de goce (que
comprende lo mismo la de ejercicio) incide en un punto de capital importancia, a
saber: que la voluntad de la persona moral no puede formarse válidamente, sino
en la medida en que se dirija a la realización del objeto para el que se constituyó
esa persona. y por lo tanto cualquier acto que exceda de ese límite, carecerá de efi-
cacia por falta de uno de los elementos de existencia: la voluntad.

I.G.G.

ARTÍCULO 27. Las personas morales obran y se obligan por


medio de los órganos que las representan sea por dispo-
sición de la ley o conforme a las disposiciones relativas
de sus escrituras constitutivas y de sus estatutos.
Las personas morales tienen capacidad de goce y de ejercicio en la medida en
que es necesario para la realización de la finalidad que persiguen esas agrupacio-
nes al organizarse.
La organización de la persona moral es un elemento indispensable de su pro-
pia personalidad. Desde el punto de vista interno, la organización se manifiesta
por medio de una coordinada y jerarquizada distribución de competencias y de
funciones. Frente a terceros, los órganos declaran la voluntad vinculatoria de la
persona moral que representan conforme a la ley y los estatutos.
La capacidad de goce de la persona moral, se ejerce en lo interno por medio de
los poderes que competen a cada órgano y frente a terceros por medio de la repre-
sentación. que suele denominarse orgánica. porque la voluntad que se imputa a
la entidad colectiva se forma y se declara en el seno del órgano. Es una voluntad
autónoma, independiente y superior a las voluntades de los individuos que for-
man la persona moral.
Los órganos son parte integrante de la colectividad, de manera que si la perso-
na moral careciera de ellos, no podría actuar en la vida jurídica o lo que es lo mis-
mo, no tendría existencia de ninguna especie.
El órgano tiene ciertamente una función instrumental, pero a la vez sustancial
porque es la voluntad del órgano legalmente formada la misma de la persona
moral, en tal forma que si bien se habla de representación, tratándose de los órga-
nos de la persona moral, es ella la que se encuentra personificada, mejor que
representada en la voluntad del órgano.

I.G.G.

ARTÍCULO 28. Las personas morales se regirán por las leyes


correspondientes, por su escritura constitutiva y por sus
estatutos.
1.31]
ARTS. 25 y 25 bis LIBRO PRIMERO

Las normas jurídicas aplicables a las personas morales de derecho privado, se


encuentran mencionadas en el artículo que es objeto de esta nota. Las personas
morales de derecho público (la nación, los estados de la Federación, los munici-
pios) así como las demás corporaciones de carácter público reconocidas por la
ley, se rigen por lo dispuesto en la C y por las normas legislativas y reglamenta-
rias que según su naturaleza les son aplicables.
En cuanto a las personas morales de derecho privado, las normas aplicables a
ellas son de tres órdenes, la ley civil o mercantil conforme a la cual han sido cons-
tituidas, el acto constitutivo o fundacional y sus estatutos.
La ley aplicable (civil o mercantil) está determinada por la forma que sus fun-
dadores adopten en el acto constitutivo, según que éste revista alguna de las espe-
cies de sociedades mercantiles previstas en la LSM o en la de cooperativas.
Se distingue entre el acto constitutivo y los estatutos de una sociedad o asocia-
ción civil. El primero es el acto fundacional, orgánico o de existencia de la perso-
na moral y debe contener los elementos o atributos esenciales de la persona
moral que se constituye (nombre o razón social, patrimonio, domicilio, socios o
asociados que la forman, finalidad que persigue. reglas para su liquidación y di-
solución, etc.).
Los estatutos de una persona moral contienen las normas o reglas de funciona-
miento, órganos de decisión y de administración y requisitos para la formación
de la voluntad de la persona moral.
Tanto el acto fundacional, como los estatutos de la persona moral, deben cons-
taren la escritura constitutiva y forman parte integrante de ella, por lo que el pre-
cepto, al referirse a este documento alude al acto constitutivo como negocio jurí-
dico y no al documento probatorio de la declaración o declaraciones de voluntad
que lo integran.

LG.G.

ARTÍCULO 28 bis. Las personas morales extranjeras de naturale-


za privada no regidas por otras leyes, solamente podrán
establecerse en el territorio de la República cumpliendo
con las disposiciones legales aplicables y previa autori-
zación de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Por decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación, de 7 de enero de


1988, se adicionó el CC con este artículo en el que se dispone que las personas
morales extranjeras de naturaleza privada no regidas por otras leyes, no podrán
establecerse cn el territorio nacional, sino previa autorización que otorgará la
SRE y después de que hayan sido inscritos sus estatutos en el Registro Público.
Deberán probar que se organizaron conforme a la ley del país de su constitu-

132]
TITULOS SEGUNDO Y TERCERO ARTS. 98 bis y 99

ción, cumpliendo con los requisitos de forma y de fondo del país en el que se
constituyeron y que además cumplen con las disposiciones legales aplicables
conforme a las leyes mexicanas.
Se advierte que este precepto se aplica en los casos en que tales personas
extranjeras pretendan establecerse en el territorio nacional en manera perma-
nente (Vid. comentario a los aa. 33 y 2737).
I G.G.

TITULO TERCERO
Del Domicilio
ARTÍCULO 29. El domicilio de las personas fisicas es el lu-
gar donde residen habitualmente, y a falta de éste, el lugar
del centro principal de sus negcicios; en ausencia de éstos,
el lugar donde simplemente residan y, en su defecto, el
lugar donde se encontraren.
Se presume que una persona reside habitualmente
en un lugar, cuando permanezca en él por más de seis
meses.
El domicilio cumple en el derecho la misma función que desempeña en las rela-
ciones sociales en general: constituye el centro de la vida de relación de la per-
sona. Indica la idea de permanencia y de estabilidad del sujeto en un determi-
nado lugar (residencia habitual).
Desde el punto de vista de la técnica jurídica. es preciso determinar de una
manera objetiva, en mérito de la certeza y de la seguridad jurídicas, ese centro
espacial de ubicación de la persona, de tal manera que esta debe tener necesa-
riamente un domicilio, ya que es uno de los atributos de la persona.
El a. 29 reformado del CC establece que la residencia habitual es el dato
para la determinación del lugar del domicilio de una persona física.
El a. 2 de la Convención Interamericana sobre el Domicilio de las Personas
Físicas en el Derecho Internacional Privado (Montevideo, 1979) y ratificado por
México establece que el domicilio de dichas personas se establece alternativa-
mente: a) por el lugar de su residencia habitual; h) por el lugar del centro princi-
pal de sus negocios; e) por la simple residencia o d) por el lugar donde se
encuentre.
Tratándose de la persona física el domicilio está constituido por el elemento
material de su residencia en determinado lugar o población. Recientemente
(DO. de 7 de enero de 1988) se reformó dicho precepto suprimiendo el elemento
subjetivo de este concepto, constituido anteriormente por el "propósito de radi-
car en él" para introducir el elemento de lo habitual, también objetivo. Con ello
la determinación a que se hace referencia en el párrafo anterior se puede hacer
con toda precisión dado que no se tiene que evaluar una intención, sino algo
perceptible materialmente: la permanencia en un lugar determinado.

[331
TITULO TERCERO
Del Domicilio
MULOS SEGUNDO Y TERCERO ARTS. 28 bis y 99

ción, cumpliendo con los requisitos de forma y de fondo del país en el que se
constituyeron y que además cumplen con las disposiciones legales aplicables
conforme a las leyes mexicanas.
Se advierte que este precepto se aplica en los casos en que tales personas
extranjeras pretendan establecerse en el territorio nacional en manera perma-
nente (Vid. comentario a los aa. 33 y 2737).
I.G.G.

TITULO TERCERO
Del Domicilio
ARTÍCULO 29. El domicilio de las personas físicas es el lu-
gar donde residen habitualmente, y a falta de éste, el lugar
del centro principal de sus negócios; en ausencia de éstos,
el lugar donde simplemente residan y, en su defecto, el
lugar donde se encontraren.
Se presume que una persona reside habitualmente
en un lugar, cuando permanezca en él por más de seis
meses.
El domicilio cumple en el derecho la misma función que desempeña en las rela-
ciones sociales en general: constituye el centro de la vida de relación de la per-
sona. Indica la idea de permanencia y de estabilidad del sujeto en un determi-
nado lugar (residencia habitual).
Desde el punto de vista de la técnica jurídica. es preciso determinar de una
manera objetiva, en mérito de la certeza y de la seguridad jurídicas, ese centro
espacial de ubicación de la persona, de tal manera que ésta debe tener necesa-
riamente un domicilio, ya que es uno de los atributos de la persona.
E! a. 29 reformado del CC establece que la residencia habitual es el dato
para la determinación del lugar del domicilio de una persona física.
El a. 2 de la Convención Interamericana sobre el Domicilio de las Personas
Físicas en el Derecho Internacional Privado (Montevideo, 1979) y ratificado por
México establece que el domicilio de dichas personas se establece alternativa-
mente: a) por el lugar de su residencia habitual; h) por el lugar del centro princi-
pal de sus negocios; e) por la simple residencia o d) por el lugar donde se
encuentre.
Tratándose de la persona física el domicilio está constituido por el elemento
material de su residencia en determinado lugar o población. Recientemente
(DO. de 7 de enero de 19811) se reformó dicho precepto suprimiendo el elemento
subjetivo de este concepto, constituido anteriormente por el "propósito de radi-
car en él" para introducir el elemento de lo habitual, también objetivo Con ello
la determinación a que se hace referencia en el párrafo anterior se puede hacer
con toda precisión dado que no se tiene que evaluar una intención, sino algo
perceptible materialmente: la permanencia en un lugar determinado.

[33]

RTS. N y 30 LIBRO PRIMERO

Cuando no se puede determinar el lugar donde una persona reside, o no es


posible conocer lo habitual de la residencia en un determinado lugar, su domi-
cilio será donde tiene el principal asiento de sus negocios y a falta de uno y otro,
el lugar donde simplemente resida o se encuentre.
Claramente se percibe la diferencia entre domicilio simple y residencia.
puesto que ésta es el elemento material del domicilio.
Se distingue también el domicilio en sentido jurídico de la voz "domicilio"
en sentido ordinario, porque el primero se refiere al lugar o población donde
una persona reside y el segundo alude a la casa habitación (del latín domus).
En este último sentido la casa en que una persona ha establecido su habitación,
hace presumir lo habitual de la residencia.
El dispositivo en comentario incorpora parcialmente en su texto la norma
que contenía el a. 30 antes de la reforma, en el sentido de que la residencia pro-
longada por más de seis meses en un determinado lugar establece la presunción
de que la residencia es habitual.
No siempre el concepto de domicilio es usado por la ley en el sentido técni-
co a que se refiere este precepto. Así el a. 163 impone a los cónyuges la obliga-
ción de vivir juntos en el "domicilio conyugal" (la casa conyugal); el a. 97 dispo-
ne que las personas que pretendan contraer matrimonio presentarán un escrito
al juez del registro civil "del domicilio de cualquiera de ellas..."; el a. 114 del
CPC ordena que "será notificado personalmente en el domicilio de los litigan-
tes: 1.- El emplazamiento del demandado y siempre que se trate de la primera
notificación", etcétera.
No obstante, en la reforma se suprime la posibilidad que existía en el a. 30,
antes de esta reforma, de que una persona física pueda conservar su domicilio
anterior a pesar de residir habitualmente en un determinado lugar por más de
seis meses, dando aviso a la autoridad administrativa de su domicilio anterior y
a la vez a la de su nueva residencia, de que no desea adquirir el nuevo domicilio.
Desaparece el llamado "domicilio voluntario" en la reforma de que fue objeto el
artículo que comentamos.
I.G.G.

ARTICULO 30. El domicilio legal de una persona física es el lu-


gar donde la ley le fija su residencia para el ejercicio de sus
derechos y el cumplimiento de sus obligaciones, aunque de
hecho no esté allí presente.

Este numeral incorpora íntegramente en su texto, la redacción del a. 31 antes de


la reforma.
Este precepto asigna imperativamente a ciertas personas (mencionadas en
el articulo siguiente). como domicilio legal un lugar que se reputa como su do-
micilio. independientemente de que residan efectivamente allí y de que sea su
voluntad establecerse en él.
Como se puede observar, el domicilio legal no presenta los elementos que
caracterizan al domicilio real y al voluntario. Es simplemente un lugar con el
cual, ciertas personas que la ley señala tienen una situación de legal dependen-

[34]
TITULO TERCERO ARTS 30 y 31

cia o subordinación y que la ley toma como elemento único para atribuirlo
como domicilio a quienes se encuentran en esa situación.
I.G.G.

ARTÍCULO 31. Se reputa domicilio legal:

1.—Del menor de edad no emancipado, el de la persona


a cuya patria potestad está sujeto;
11.—Del menor de edad que no esté bajo la patria potes-
tad y del mayor incapacitado, el de su tutor;
111.—En el caso de menores o incapaces abandonados, el
que resulte conforme a las circunstancias previstas en el ar-
tículo 29;
IV—De los cónyuges, aquél en el cual éstos vivan de
consuno, sin perjuicio del derecho de cada cónyuge de fijar
su domicilio en la forma prevista en el artículo 29;
V.—De los militares en servicio activo, el lugar en que es-
tán destinados;
VI.—De los servidores públicos, el lugar donde desempe-
ñan sus funciones por más de seis meses;
VIL—De los funcionarios diplomáticos, el último que ha-
yan tenido en el territorio del Estado acreditante, salvo con
respecto a las obligaciones contraídas localmente;
VIII—De las personas que residan temporalmente en el
país en el desempeño de una comisión o empleo de su go-
bierno o de un organismo internacional, será el del Estado
que los haya designado o el que hubieren tenido antes de
dicha designación respectivamente, salvo con respecto a
obligaciones contraídas localmente; y
IX.—De los sentenciados a sufrir una pena privativa de
la libertad por más de seis meses, la población en que la
extingan, por lo que toca a las relaciones jurídicas poste-
riores a la condena; en cuanto a las relaciones anteriores,
los sentenciados conservarán el último domicilio que ha-
yan tenido.

La ley asigna en este articulo, a ciertas personas, el lugar que la misma determi-
na para el cumplimiento de sus obligaciones y el ejercicio de sus derechos, aun
cuando no sea aquél donde efectivamente residan. Es el domicilio legal.
Las personas que menciona este artículo en cada una de sus nueve
fracciones tienen como domicilio, el lugar que el propio precepto les impone en

[35]
ART. 31 LIBRO PRIMERO

manera imperativa, atendiendo para ello a la incapacidad de ejercicio de las


personas a que se refieren las frs. I, II y III; al lugar en donde viven en común
los cónyuges (fr. IV); en el que desempeñan permanentemente sus actividades o
prestan sus servicios los militares y los servidores públicos (frs. V y VI) o los
diplomáticos, que mencionan las frs. VII y VIII o la población de ubicación de
la prisión o recIusorio donde un sentenciado cumple una pena privativa de la
libertad por más de seis meses (fr. IX).
En cuanto a los menores de edad no emancipados y a los mayores declara-
dos en estado de interdicción, el precepto les asigna como domicilio, el de sus
representantes legales (el de los ascendientes que ejerzan la patria potestad o el
de su tutor) en razón de que son esos representantes legales quienes actúan en
nombre y por cuenta de los menores no emancipados y de los interdictos.
En el caso de que los ascendientes que ejercen la patria potestad no vivan
juntos, el domicilio legal del menor será el del ascendiente que lo tenga bajo su
custodia.
Respecto a los militares en servicio activo y de tos servidores públicos (fun-
cionarios y empleados) el precepto les asigna como domicilio legal, respecto de
los primeros, el lugar donde han sido asignados y en cuanto a los segundos, el
lugar donde desempeñan sus servicios por más de seis meses, habida cuen-
ta que por razón de sus actividades, deberán permanecer residiendo en el lugar
que el propio precepto les señala como domicilio legal.
Por lo que atañe al domicilio de los funcionarios diplomáticos, será el últi-
mo que hayan tenido en el territorio del Estado acreditante, pero será el lugar de
su residencia en México, el que se considera como su domicilio por lo que toca
a las obligaciones (relaciones jurídicas) contraídas en México (fr. VII).
Los extranjeros que temporalmente residan en el país, desempeñando algu-
na misión de su gobierno o de un organismo internacional, tendrán como
domicilio el del Estado que los haya designado (qué lugar del Estado?) o el que
hubieren tenido antes de su designación si representan a un organismo interna-
cional. Por lo que se refiere a las relaciones jurídicas contraídas en México, ten-
drán como lugar de domicilio el de su residencia en nuestra República (fr. VIII).
Quien está purgando una sentencia privativa de libertad por más de seis
meses tiene como domicilio el lugar donde debe permanecer forzosamente
cumpliendo su condena.
Este precepto fue modificado para introducir entre otras adiciones el caso
de menores o incapaces abandonados para los cuales se estará a lo dispuesto
por el a. 29, es decir: el lugar donde residen habitualmente, a falta de éste, el
lugar donde simplemente residen o en su defecto, donde tienen sus negocios o
el lugar donde se encuentren.
También se adicionó el concepto de domicilio legal de los cónyuges que
según este numeral es aquél en el cual vivan de consuno. Sin embargo es de
tomar en consideración la definición de este domicilio contenida en el a. 163,
sobre todo por los elementos que lo caracterizan.
Finalmente se añadieron dos fracciones para ubicar el domicilio legal de
los funcionarios diplomáticos y empleados de un gobierno extranjero u organis-
mo internacional en los lugares a los que ya nos hemos referido.

y A.E.P.D. y N.
1361
11TULO TERCERO ARTS. 32 y .13

ARTÍCULO 32. Cuando una persona tenga dos o más domicilios


se le considerará domiciliada en el lugar en que simple-
mente resida, y si viviere en varios, aquél en que se
encontrare.

Este nuevo precepto se presta a confusiones dado que la definición introducida


en el a, 29 hace imposible la coexistencia de dos o más domicilios al desapare-
cer el elemento subjetivo del concepto. Puede ocurrir eso si. que una persona
tenga dos o más lugares en donde habite por periodos, como establece el segun-
do supuesto de este numeral, para cuyo caso se considerará domiciliada la per-
sona en el lugar en que se encuentre al momento del cumplimiento de una obli-
gación o de la notificación que procediere.
Sí queda claro que el legislador contempla, a partir de las recientes refor-
mas. dos tipos de residencia: en los términos del a. 29 la habitual; y la simple
que, por exclusión, será aquella que no cumpla el requisito de habitual del cita-
do numeral.
Puede ocurrir que una persona resida en forma alternativa en dos o más
lugares o poblaciones, sin que se encuentre en las hipótesis previstas para impo-
nerle alguno de ellos como domicilio legal.
Podría decirse que "habitualmente" reside en uno u otro lugar y por lo tan-
to, tendría dos o más domicilios. Esta situación jurídica no es posible, en vista
de que este precepto resuelve el problema disponiendo que esa persona tendrá
como domicilio simplemente el lugar de su residencia en el momento en que se
deba determinar aquél.
El vocablo "residencia" connota la idea de radicación, el lugar donde una
persona se encuentra asentada,
Este articulo zanja la cuestión aplicando la regla establecida en el Tratado
de Montevideo de 1979 a que nos hemos referido en el comentario al a. 29,
conforme al cual, a falta de residencia habitual se reputa domicilio de la perso-
na física su sola residencia en un lugar y a falta de ésta, el lugar donde se
encuentre.
I.G.G.

ARTICULO 33. Las personas morales tienen su domicilio en el


lugar donde se halle establecida su administración.
Las que tengan su administración fuera del Distrito
Federal pero que ejecuten actos jurídicos dentro de su
circunscripción, se considerarán domiciliadas en este lu-
gar, en cuanto a todo lo que a esos actos se refiera.
Las sucursales que operen en lugares distintos de don-
de radica la casa matriz, tendrán su domicilio en esos
lugares para el cumplimiento de las obligaciones contraí-
das por las mismas sucursales.

137)

AR1S. 33 y 34 LIBRO PRIMERO

El domicilio es atributo de las personas físicas y también lo es de las personas


morales; pero es distinto el criterio que se sigue para determinar el domicilio de
aquéllas y el de éstas.
Así, tratándose de las personas físicas, es el lugar de residencia unido a la
intención de permanecer en él lo que constituye el domicilio, al paso que si de las
personas morales se trata, el domicilio está constituido por el lugar donde se
encuentra establecida su administración.
Dispone también el precepto en comentario, que cuando una persona moral
tiene establecido su domicilio fuera del Distrito Federal y ejecuta actos jurídicos
dentro de esa circunscripción territorial, se considera que tiene su domicilio en
esa entidad federativa, solamente por lo que se refiere a esos actos.
El mismo criterio sigue el artículo que se comenta, respecto de las sucursales o
agencias que operen en lugares distintos donde radica su matriz (suponemos
que se refiere a las sucursales que operan en el DF, porque se considera que
por lo que se refiere a dichas sucursales o agencias, su domicilio es el DF, si en
ese lugar deben cumplirse las obligaciones contraídas por la matriz, a través de
la agencia o sucursal.
En los casos en que una persona moral que no tiene su domicilio en el DF,
celebre estos actos jurídicos y cumpla obligaciones en esta entidad, la persona
moral conserva su domicilio en el lugar donde tiene el principal asiento de sus
negocios, pero queda sometida a las leyes ya la jurisdicción y competencia de los
tribunales y autoridades del DF, en todo lo que se refiere a dichos actos.

C.L.V.

ARTICULO 34. Se tiene derecho de designar un domicilio conven-


cional para el cumplimiento de determinadas obligaciones.

El código, en este artículo, faculta a las personas para que elijan el lugar de
cumplimiento de determinadas obligaciones, facultad que se fundamenta en el
principio de la autonomía de la voluntad, que permite a los particulares, en la
celebración de actos jurídicos, establecer todo aquello que no contradiga a las
leyes de orden público o a las buenas costumbres.
La elección de un domicilio convencional es frecuente en la celebración de
actos jurídicos bilaterales, porque permite a las partes convenir, un lugar
preciso donde una de ellas, al menos, prefiere el cumplimiento o incluso la re-
solución de dificultades susceptibles de surgir en el porvenir en cuanto a la
ejecución del acto. Al respecto, en materia de cumplimiento de obligaciones
contractuales el a. 20E2 del CC parte de la base de que el pago se hará
preferentemente en el lugar convenido, y a falta de estipulación en este sentido,
en el domicilio del deudor; y en eta. I 56 del CPC para el DF se dispone: 'Es juez
competente: I.- El del lugar que el deudor haya designado para ser requerido
judicialmente de pago; II.- El del lugar sehalado en el contrato para el cumpli-

[38]

MULOS TERCERO Y CUARTO/CAPITULO 1 ARTS. 34 y 35

miento de la obligación. Tanto en este caso como ene! del anterior, surte el fuero
no sólo para la ejecución o cumplimiento del contrato, sino para la rescisión o
nulidad".
Generalmente la designación de un domicilio convencional, se hace al tiempo
de celebrar el contrato, para que en lugar designado se cumpla lo convenido y
en su caso sea requerido el deudor; pero nada impide que la designación de
domicilio se haga posteriormente, agregando al contrato una estipulación
adicional.
El domicilio convencional no tiene efecto más que para e! cumplimiento de
esas obligaciones, y sólo respecto al deudor y al acreedor y sus causahabientes
universales o a título universal. Cuando la persona que constituye el domicilio
fallece, el domicilio de elección pasa a sus herederos y se impone a ellos, como la
convención de que forma parte. En esto difiere el domicilio convencional del
ordinario, que no es transmisib!e. Esta consecuencia se explica porque en
realidad se trata de la simple transmisión a los herederos de los efectos de una
convención. ( R ipert, Geo rges y Jean Boulanger, Tratado de derecho civd„segúa
el tratado de Plartiol. t. II, vol. 1, Buenos Aires, Argentina, La Ley, 1963, p. 88).

C.L.V.

TITULO CUARTO
Del Registro Civil
CAPITULO I
Disposiciones generales

ARTÍCULO 35. En el Distrito Federal, estará a cargo de los Jueces


del Registro Civil autorizar los actos del estado civil y
extender las actas relativas a nacimiento, reconocimiento
de hijos, adopción, matrimonio, divorcio administrativo
y muerte de los mexicanos y extranjeros residentes en los
perímetros de las Delegaciones del Distrito Federal, así
como inscribir las ejecutorias que declaren la ausencia,
la presunción de muerte, el divorcio judicial, la tutela o
que se ha perdido o limitado la capacidad legal para
administrar bienes.
Este articulo es de especial importancia, en él se precisa y concreta que el
Registro Civil, institución del poder público, tiene a su cargo hacer constar los
hechos y actos del estado civil mediante la intervención de funcionarios investi-
dos de fe pública llamados "jueces del registro civil". Se trata de una función
propia de! Estado, una función pública que no siempre estuvo a su cargo, pues la
Iglesia en nuestro país, desde la conquista espafiola, hasta mediados del siglo

139]
TITULO CUARTO
Del Registro Civil

MULOS TERCERO Y CUARTO/CAPITULO I ARTS. 34 y 35

miento de la obligación. Tanto en este caso como en el del anterior, surte el fuero
no sólo para !a ejecución o cumplimiento del contrato, sino para la rescisión o
nulidad".
Generalmente la designación de un domicilio convencional, se hace al tiempo
de celebrar el contrato, para que en lugar designado se cumpla lo convenido y
en su caso sea requerido el deudor; pero nada impide que la designación de
domicilio se haga posteriormente, agregando al contrato una estipulación
adicional.
El domicilio convencional no tiene efecto más que para el cumplimiento de
esas obligaciones, y sólo respecto al deudor y al acreedor y sus causahabientes
universales o a titulo universal. Cuando la persona que constituye eidomicilio
fallece, el domicilio de elección pasa a sus herederos y se impone a ellos, como la
convención de que forma parte. En esto difiere el domicilio convencional del
ordinario, que no es transmisible. Esta consecuencia se explica porque en
realidad se trata de la simple transmisión a los herederos de los efectos de una
convención. ( R ipert, Geo rges y Jean Boulanger, Tratado de derecho chi!. según
el tratado de Planiol, t. II, vol. I, Buenos Aires, Argentina, La Ley, 1963,
p. 88).

C. L. V.

TITULO CUARTO
Del Registro Civil
CAPITULO I
Disposiciones generales

ARTÍCULO 35. En el Distrito Federal, estará a cargo de los Jueces


del Registro Civil autorizar los actos del estado civil y
extender las actas relativas a nacimiento, reconocimiento
de hijos, adopción, matrimonio, divorcio administrativo
y muerte de los mexicanos y extranjeros residentes en los
perímetros de las Delegaciones del Distrito Federal, así
corno inscribir las ejecutorias que declaren la ausencia,
la presunción de muerte, el divorcio judicial, la tutela o
que se ha perdido o limitado la capacidad legal para
administrar bienes.
Este artículo es de especial importancia, en él se precisa y concreta que el
Registro Civil, institución del poder público, tiene a su cargo hacer constar los
hechos y actos del estado civil mediante la intervención de funcionarios investi-
dos de fe pública llamados "jueces del registro civil". Se trata de una función
propia del Estado, una función pública que no siempre estuvo a su cargo, pues la
Iglesia en nuestro país, desde la conquista española, hasta mediados del siglo

139}
ART. 35 LIBRO PRIMERO

pasado, se ocupó de la misma, bajo el sistema de registros parroquiales. No es


sino a partir del 28 de julio de 1859, con las Leyes de Reforma, cuando el registro
del estado civil de las personas pasa a ser una facultad exclusiva del poder civil.
El registro civil tiene un triple objeto:

a) Inscribir o incorporar los registros correspondientes a los actos del estadc


civil y las circunstancias a ellos relativas, a veces extendiendo un acta simple-
mente (p.c. para el caso del matrimonio, a. 103); otras extendiendo el acta res-
pectiva y haciendo anotaciones (p.e. en el caso de adopción además del acta de
adopción, se hace anotación de ella en el acta de nacimiento del adoptado,
a. 87); y otras haciendo solamente las anotaciones respectivas (p.c. en el caso
de la declaración de ausencia, con la copia certificada de la resolución judicial
respectiva, se hará simplemente la anotación correspondiente en las actas de
nacimiento y de matrimonio, en su caso. aa. 131 y 132);
h) Intervenir en ciertos casos en la celebración de los actos del estado civil. Tal
ocurre, p.c., cuando se trata del acto jurídico matrimonial, reconocimiento de
hijos, divorcio administrativo; no así en el caso, de divorcio judicial; y
c) Facilitar los medios de prueba del estado civil a través de la expedición de
auténticos títulos de legitimación (ver comentario a los aa. 39 y 50).
En el registro civil, se inscribe desde el principio (nacimiento), hasta el fin
(muerte) de las personas físicas, así como las variaciones o modificaciones
(adopción, matrimonio, divorcio, etc.) del estado civil que ocurran a lo largo de
su vida.
De los hechos inscribibles, puede hacerse la siguiente apreciación:

1. Hay actos, como el divorcio judicial, el reconocimiento de hijos realizado


por alguno de los medios previstos en las frs, de la 11 a la V del a. 36 y la
adopción, en que las inscripciones son simplemente declarativas, es decir no son
requisito esencial para que se produzca una modificación al estado civil de la o
las personas a quienes afecta (ver, p.c. los aa. 80 y 81).
2. Hay ciertas inscripciones que tienen carácter constitutivo, porque ellas son
requisito esencial para que se produzca la modificación en el estado civil de las
personas a quienes afecta. Tal es el caso, p.e., del matrimonio y del divorcio
administrativo, en donde el juez del registro civil interviene en la formación de la
circunstancia en materia de inscripción.
Todos los actos y circunstancias del estado civil se hacen constar en actas que se
extienden en formas especiales llamadas "formas del registro civil" y que tienen
validez probatoria plena, mientras no se declare judicialmente lo contrario (ver
comentario a los aa. 36, 37 y 50).
Los jueces del registro civil deberán firmar autógrafamente todas las actas del
estado civil en que intervengan, así como las certificaciones y testimonios que
expidan (a. 18, fr.XV11 del Manual de organización del registro civil).
En el DF corresponde al jefe del DDF la creación, administración, coordina-
ción y vigilancia de los juzgados del registro civil y de la oficina central del

le]
TITULO CUARTO/CAPITULO I ARTS. 33 y 36

registro civil. (Ver Manual de organización del registro civil, publicado en la


Gaceta Oficial del DDF, el día 15 de octubre de 1980).

C.L.V

ARTICULO 36. Los Jueces del Registro Civil, asentarán en formas


especiales que se denominarán "Formas del Registro
Civil", las actas a que se refiere el artículo anterior.
Las inscripciones se harán mecanográficamente y por
triplicado.

Las actas del registro civil, que son los instrumentos en que se hacen constar de
manera auténtica los actos relativos al estado civil de las personas, deben
asentarse, necesariamente en las "formas del registro civil", dando fe de ello el
juez del registro civil. Ellas integran el continente, y los actos del estado civil
el contenido.
La denominación "registro civil" además de significar a la institución encar-
gada de hacer constar, mediante la intervención de funcionarios investidos de fe
pública, los actos del estado civil de las personas, aplicase al conjunto de actas
que se extienden en las "formas del registro civil".
Las actas deben asentarse por triplicado, en la inteligencia de que cada una de
las "formas" es original; la misma acta, por tanto, será redactada y firmada tres
veces, no en original y dos copias, sino en triple original. Se trata de tres re-
gistros originales llevados según las mismas reglas y conteniendo las mismas
indicaciones. Además, las inscripciones deben hacerse mecanográficamente.
Este sistema de inscripciones mecanográficas hechas por triplicado, y en
formas especiales, fue introducido a partir de la reforma publicada en el DO el 3
de enero de 1979 (entró en vigor 30 días después de su publicación) para sustituir
al que se había venido usando desde 1861 y que consistía en el asentamiento de
las actas del registro civil en libros en los que se hacían las inscripciones en
escritura manuscrita, extendiéndose cada acta en dos ejemplares del registro.
La práctica de más de un siglo demostró que por el asentamiento de las actas
en libros y en forma manuscrita, se habían venido cometiendo errores de forma
y de fondo. Debido a la explosión demográfica en el DF, se hizo cada día más
difícil el manejo de cada vez mayor número de libros, cuyo uso continuo daba
como resultado el deterioro y el peligro de destrucción. Por otra parte, los
errores múltiples y permanentes en la redacción y la falta de calígrafos, la va-
riación en los dos ejemplares con relación a la misma acta, la dificultad en la
lectura de la escritura manuscrita ilegible y la imposibilidad de obtener fotoco-
pias, para evitar la copia mecanográfica, llevó hacia la reforma de 3 de enero de
1974, a efecto de establecer un sistema más ágil al servicio del público (Lozano
Ramírez, Raúl, "El registro civil y sus últimas reformas", Anales de Jurispru-
dencia, México, t. 173, año 46, octubre-noviembre-diciembre, 1979, pp. 316 y

[411
ARTS 36 y 37 LIBROPRIMERO

317). Con la reforma las ventajas vistas son diversas: La triple redacción, en
vez de una doble, aumenta la posibilidad de conservación de las actas. Con la
inscripción mecanográfica y en "formas" se facilitan los procedimientos de
fotocopiado (aunque en la práctica, el uso de determinado color de tinta ha
impedido el servicio de fotocopia, y ha orillado a recurrir a la copia mecanográ-
fica). Con la inscripción mecanográfica se salvan las dificultades de escritura
ilegible y los errores y omisiones que traía consigo la redacción manuscrita de un
libro a otro. Las "formas del registro civil" están hechas en papel que permite,
que sin necesidad del uso de papel carbón, se transcriba en las tres formas,
colocadas una sobre otra, lo mecanografiado en la de adelante. Como las
"formas del registro civil" son suministradas a los juzgados del registro civil a
manera de formularios para ser llenados con los datos concretos del caso, se
evita, en buena medida, la omisión de algún elemento esencial o secundario que
establezca la ley. Como las "formas del registro civil" llevan una clave que se
refiere al número de juzgado del registro civil, donde se levanta el acta, la
Delegación a que ese juzgado pertenece, facilita, que en su oportunidad, se
recurra a la técnica de la microfilmación (op. cit. p. 318). Una vez que han sido
llenadas las formas, y antes de que las firmen los interesados, se les entrega un
comprobante del texto mecanografiado, a fin de que verifiquen si los datos
asentados han sido los proporcionados por ellos, y con la ortografía correcta (a.
4, Asentamiento de actas del registro civil, Manual de organización del registro
civil), con esto, las posibilidades de una corrección previa resultan aumentadas,
evitando la necesidad futura de un procedimiento judicial de rectificación de
acta o un trámite de aclaración.
Las actas se inscriben en las formas especiales, por orden cronológico, nada
puede ser inscrito en forma abreviada y los errores y raspaduras deben ser
testados en cada uno de los tres tantos del acta, en el espacio previsto para
firmas (ver Manual de organización del registro civil).
A todo esto, hay que señalar que, con el nuevo sistema, las anotaciones que
antes se hacían marginalmente, ahora se efectúan en hojas especiales que se
adjuntan al acta correspondiente (ver Manual de organización del registro civil,
a. lo. "Anotaciones de las actas del registro civil levantadas en las formas
especiales a partir de 1979").

C. L. V.

ARTÍCULO 37. Las actas del Registro Civil sólo se pueden asentar
en las formas de que habla el artículo anterior.
La infracción de esta regla producirá la nulidad del
acta y se castigará con la destitución del Juez del Registro
Civil.

La inscripción de las actas en las "formas del registro civil" es un medio que la

142]
TITULO CUARTO,' CAPITU LO 1 AR rs. 37 y 38

ley emplea para dar certeza, autenticidad y garantía en orden a su seriedad ya su


conservación. La ausencia de esta formalidad produce la inexistencia del acta.
En este orden, es requisito esencial, no para la validez, sino para la existencia de
las actas, su asiento precisamente en las formas especiales establecidas al efecto.
Ahora que, sin duda, la inexistencia de las actas es particularmente grave
cuando la inscripción no se limita a acreditar un acontecimiento (acto o hecho),
sino que es requisito de forma substancial para la existencia de lo en ella
contenido, pues la falta de acta, en este caso, lleva inherente la del acto - por
llamarlo de alguna manera. Tal es el caso, p.c., del divorcio administrativo, del
reconocimiento de hijos ante juez del registro civil, y del matrimonio, que son
actos de voluntad que no existen como tales si ésta no ha sido expresada en la
forma exigida por la ley.
Pero hay que distinguir el caso de falta de acta, por no haberse extendido en la
forma requerida por la ley (en las "formas del registro civil"), del supuesto de
que el acta no se hubiere asentado por triplicado, sino en uno o dos ejemplares.
En la primera hipótesis no existe acta, en la segunda sí existe, pero un solo
ejemplar o dos. En relación con esto, la SCJN ha emitido el siguiente criterio:
Registro civil, libros duplicados de actas del. La falta de anotación en ellos
no anula las actas (legislación del estado de Puebla).- El hecho de que no
obre el matrimonio de una persona en el libro duplicado de actas que los
jueces del registro civil remiten cada seis meses a la secretaría general del
ejecutivo del estado de Puebla, no es verdad que acarree, por si solo, la
nulidad del acto, pues aparte de que no existe precepto alguno que lo
establezca así expresamente, esa situación implica tan sólo responsabili-
dad para los encargados del registro civil y, por tanto, no puede imputar-
se a las partes interesadas el que se siga actuando en el libro original.
(SJF, séptima época, vols. 151 -156, cuarta parte, Tercera Sala, 14 de abril
de 1981, p. 275).
La inscripción extendida por el encargado del registro civil, fuera de las
"formas del registro civil" (véase el comentario al a. 36) además de originar la
inexistencia del acto, da lugar a que el juez del registro civil sea destituido del
cargo, esto, desde luego, sin detrimento de la responsabilidad civil que pueda
exigírsele por los daños y perjuicios que con su actuar ilícito hubiere causado
(ver comentario al a. 1910).
C.L.V.

ARTICULO 38. Si se perdiere o destruyere alguna de las Formas


del Registro Civil, se sacará inmediatamente copia de
alguno de los ejemplares que obren en los archivos que
esta Ley señala en su artículo 41.
La Procuraduría General de Justicia del Distrito Fede-
ral, cuidará de que se cumpla esta disposición y a este

[43]
ART 38 LIBROPRIMERO

efecto, el Juez del Registro Civil o el encargado del


Archivo Judicial, le darán aviso de la pérdida.

Con el fin de garantizar la conservación de los documentos en que constan las


actas del registro civil, éstas se deben extender por triplicado en formas especia-
les denominadas "formas del registro civil", de las que un ejemplar será remitido
al archivo del TSJ del DF, otro se enviará al archivo de la oficina central del
registro civil, y otro quedará en el archivo del juzgado, donde se levante el acta
(ver Manual de organización del registro civil, en el rubro "Requisición y
control de las formas del registro civil", y comentario a los aa. 36 y 4 I); todo esto
a efecto de que si una de las formas se pierde o es destruida sea repuesta
inmediatamente, mediante copia obtenida de alguna de las dos restantes, copia
que tendrá, en tanto que documento público, que coincidir fielmente con su
original, y la misma fuerza probatoria que éste.
Sobre esto, el Manual de organización del registro civil, en su rubro "Conser-
vación de los archivos del registro civil" dispone que el titular de la oficina
central del registro civil y los encargados de los juzgados del registro civil son
responsables de que los libros y formas que obren en sus archivos se conserven
completos y en buen estado, y deben vigilar el servicio de mantenimiento,
restauración y reencuadernación, según lo requieran. En los casos en que los
libros o formas se destruyan, mutilen o pierdan, el juez del registro civil o el jefe
de la oficina central, según el caso, debe dar aviso por oficio a la Coordinación
General Jurídica del DDF, con copia al titular de la Delegación Política
correspondiente, ya la oficina central del registro civil (éste sólo para el caso de
que la destrucción o pérdida no ocurra en el archivo de la oficina central, sino en
cualquier juzgado del registro civil). La Coordinación General J urídica a través
de la oficina central dará vista al agente del M P, y mediante el sistema de
fotocopiado directo del duplicado o de la "forma de registro civil" según el
caso, se hará la reposición del acta, cuya autenticidad será certificada por
el titular de la propia oficina central.
Este procedimiento establecido en el Manual de organización del registro
civil no excluye la obligación directa que de acuerdo con el segundo párrafo del
artículo en comentario se establece para los jueces del registro civil de dar
directamente el aviso de pérdida a las autoridades penales.
Si la pérdida o destrucción ocurre en el archivo judicial, el encargado de éste,
es el responsable de dar el aviso correspondiente.
El registro civil es una institución de orden público, y la conservación de sus
registros es algo en lo que está vivamente interesada la sociedad, cuyo represen-
tante, el MP, tiene el deber de cuidar (ver comentario a. 53).
La responsabilidad de la conservación de estas "formas" archivadas, recae en
el titular de la oficina central, en los jueces del registro civil yen el encargado del
archivo del TSJ, cada uno por cuanto a las actas que en sus archivos obren.
La inscripción por triplicado de las "formas", y el archivo de cada uno de los

144]
TITULO CUARTO/CAPITULO 1 ARTS. 38 y 39

ejemplares en un lugar diferente, garantiza la conservación de las actas contra


los peligros de destrucción, robo, etc.
C.L.V.

ARTICULO 39. El estado civil sólo se comprueba con las constan-


cias relativas del Registro Civil; ningún otro documento
ni medio de prueba es admisible para comprobarlo, salvo
los casos expresamente exceptuados por la ley.

La ley reglamenta la comprobación del estado civil de las personas, establecien-


do que: las constancias del registro civil son la forma idónea de comprobar ese
estado, ellas representan el medio de prueba privilegiado y exclusivo que
excluye a cualesquiera otros, salvo los casos expresamente exceptuados por la
ley (ver comentario al a. 40). Su función es muy importante pues evita las
dificultades prácticas de tener que acudir, en cada caso a los defectuosos y lentos
medios ordinarios de prueba para acreditar las cualidades o situaciones del
estado civil de la persona.

Toda persona, en las circunstancias más diversas, está obligada a probar


su estado. Por ejemplo, en la esfera del derecho civil, un hijo que quiera
reclamar alimentos a sus padres, debe probar su filiación, su estado de
hijo; un cónyuge que pretenda los derechos sucesorios concedidos al
cónyuge supérstite por la ley, debe probar su matrimonio.„ Resultaría
sumamente difícil probar el propio estado si la ley no hubiera organizado
un procedimiento oficial de comprobación del estado de las personas:
cada cual se encontraría en la obligación de apelar a testimonios tanto
más imprecisos cuanto que el acontecimiento que debiera probarse fuese
más lejano, en la de invocar su posesión de estado, en la de recurrir a los
tribunales para obtener los fallos que acreditaran ese estado civil. (Mazeaud,
Henri y Leon y Jean Mazeaud, Lecciones de derecho civil, parte primera,
Buenos Aires, Argentina, Ediciones Jurídicas Europa-América, vol. II,
1959, p. 64).

El tráfico jurídico, exige un instrumento que pruebe en forma plena el estado


civil de las personas y que sea de fácil acceso a todos los que se interesen en el
conocimiento de las circunstancias que ella acredita. Las constancias del regis-
tro civil cumplen con esta misión, como auténticos títulos probatorios del
estado civil, del que, además, forman una prueba preconstituida.
Las actas del registro civil, están al servicio de los interesados, toda persona
puede pedir testimonio de las mismas, así como de los apuntes y documentos
con ellas relacionados (ver comentario al a. 48). Empero los particulares no
consultan por si mismos los registros, sólo se les expiden testimonios de ellos,

1451
ARTS n y 40 LIBRO PRIMERO

pero éstos son al igual que los registros, documentos públicos que hacen prueba
plena, mientras no se declare judicialmente su falsedad (ver a. 327 del CPC).
El registro civil, además de extender copias de las actas del registro civil,
también expide constancias de inexistencia de registro de nacimiento y de
matrimonio (ver Manual de organización del registro civil en el rubro "Expedi-
ción de constancias de inexistencia de registro").
C. L. V.

ARTÍCULO 40. Cuando no hayan existido registros, se hayan


perdido, estuvieren ilegibles o faltaren las formas en que
se pueda suponer que se encontraba el acta, se podrá
recibir prueba del acto por instrumento o testigos.

Las constancias del registro civil constituyen el modo oficial y normal de probar
el estado civil de las personas y ningún otro documento ni medio de prueba es
admisible para comprobarlo salvo los casos expresamente exceptuados por la
ley (ver comentario al a. 39).
El legislador ha establecido un medio de prueba preconstituido, idóneo y
excluyente de otros medios, que, sin embargo, admite excepciones.
Las situaciones previstas en este articulo son casos en que la prueba del estado
civil puede hacerse sin presentar la copia de la inscripción del registro civil, en
razón de resultar ello imposible, sea porque no hayan existido registros, sea
porque se hayan destruido o estuvieren ilegibles o faltaren las formas en que se
pueda suponer se encontraba el acta. En estos casos se podrá probar el estado
civil por medio de instrumentos o testigos.
Lo mismo ocurre en el supuesto del a. 341 en que la falta de actas, o si éstas
fueren defectuosas, incompletas o falsas, permite que la filiación pueda probar-
se con la posesión constante de estado de hijo nacido de matrimonio.
Además, en defecto de esta posesión son admisibles para demostrar la filia-
ción, todos los medios de prueba que la ley autoriza, pero la testimonial no es
admisible, si no hubiere un principio de prueba por escrito o indicios o ptesun-
ciones resultantes de hechos ciertos que se consideren bastante graves para
determinar su admisión (véame los comentarios a los aa. 341 y 342).
Pero tanto en los supuestos del a. 40, como en el 341, las pruebas diferentes
a las constancias del registro civil, se admiten de manera subsidiaria, esto es, a
falta de la posibilidad de comprobar el estado civil por medio oficial, organizado
por el Estado. El legislador no ha querido que la persona que deba probar un
acontecimiento relativo al estado civil, tenga que sufrir por circunstancias de las
que no es responsable y que Ie impiden utilizar el procedimiento normal
de prueba: la partida del registro civil.
Pero quien quiera probar un hecho del estado civil, de otro modo que no sea o
través de las constancias del registro civil, debe establecer dos hechos diferentes:
lo. Debe demostrar que justifica el empleo de pruebas excepcionales, es decir, la

146]
MULO CUARTO'CAP11 U1.0 1 ART. 40

imposibilidad de presentar constancia del registro civil; 2o. Debe probar el


hecho de que debía ser comprobado por el acta omitida, destruida, perdida,
ilegible, o faltante. (Ripert. Georges y Jean Boulanger, Tratado de derecho civil,
según el tratado de Planiol, Buenos Aires, Argentina. La Ley, t. II. vol. I. 1963,
pp. 149-150); además, en el caso de inexistencia de registros. se requiere probar
que el hecho que se quiere establecer está comprendido dentro del período
en que ellos tuvo lugar; en los casos de destrucción, pérdida o ilegibilidad de
los registros se necesita acreditar las circunstancias que hagan suponer que el
acto de que se trata se hallaba inscrito en el registro destruido, perdido, faltante
o ilegible.
El artículo en comentario sólo indica las siguientes hipótesis:
a) Falta de registros en la época en que se verificó el hecho del estado civil de
que se trate, o por haber sido sustraídos.
b) Pérdida de los registros, esto es, que se hayan destruido en todos sus
ejemplares. Si quedase alguno de los ejemplares. de ese habrá de tomarse la
prueba del acto del estado civil sin admitirse otra probanza (ver comentario al a.
38); y
c) Registros ilegibles.
Ahora bien, aunque es claro que este artículo es una disposición excepcional,
su interpretación extensiva se impone en virtud del principio general de la teoría
de la prueba, según el cual siempre que la ley exige una prueba escrita preconsti-
tuida. debe dispensar a las partes si éstas se encontraban en imposibilidad de
proporcionársela. Así, debe ampliarse a otras hipótesis, como p.e.: el caso de los
registros mutilados; al caso en que una persona que no fue registrada en su naci-
miento, debe probar este hecho; a los casos en que los terceros tienen interés en
probar un fallecimiento que no fue declarado al registro civil, etc. (Ripert,
Georges y Jean Boulanger, op. cit., p. 151).
Por otro lado, el estado civil también podrá acreditarse, por aquellos medios
que, siendo constitutivos de él no se han registrado. Por ejemplo, no puede
negarse que la resolución judicial que autorice la adopción sirve para acreditar
este hecho del estado civil, al que, además, la falta de registro no quita sus
efectos legales. Creemos, que situaciones como ésta quedan comprendidas, lo
mismo que el artículo en comentario, entre los casos de excepción a que alude el
último párrafo del a. 39.
Por último, sobre el supuesto contenido en este a. 40 la SCJN ha sostenido el
siguiente criterio:

Estado civil, comprobación del, por partidas parroquiales (legislación del


estado de Michoacán).- A pesar de que la fracción VI del artículo 450 del
Código de Procedimientos Civiles del estado de Michoacán dice que
únicamente tienen el carácter de instrumentos públicos las certificaciones
de constancias existentes en los archivos parroquiales y que se refieran a
actos pasados antes del establecimiento del registro civil, siempre que
fueren cotejadas por notario público o quien haga sus veces con arreglo a

[471
ARTS 40 41 LIBRO PRIMERO

derecho, sí es un principio de prueba escrita la constancia parroquial


exhibida, referente a un acto posterior a la constitución del registro, si
adminiculada con otras pruebas sirve para demostrar loqueen la misma
esté asentado. (SJF, séptima época, vols. 157-162, cuarta parte, Tercera
Sala, 12 de febrero de 1982, p. 73).
C. L. V.

ARTÍCULO 41. Las Formas del Registro Civil serán expedidas por
el Jefe del Departamento del Distrito Federal o por quien
él designe. Se renovarán cada año y los Jueces del Regis-
tro Civil remitirán en el transcurso del primer mes del
año, un ejemplar de las Formas del Registro Civil del año
inmediato anterior al Archivo de la Oficina Central del
Registro Civil, otro al Archivo del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal y el otro, con los documen-
tos que le correspondan quedará en el archivo de la
oficina en que se haya actuado.

Los jueces del registro civil son agentes del orden administrauvo que como tales
están colocados bajo la autoridad del jefe del DDF, quien por conducto de la
Coordinación General Jurídica y de las Delegaciones de gobierno se ocupa de
la administración, coordinación y vigilancia de los juzgados del registro civil.

Corresponde al jefe del DDF, o a la persona que él designe, la expedición de


las "formas del registro civil", mismas que se imprimirán por triplicado (ver
comentario al a. 36).

A este respecto, el Manual de organización del registro civil (publicado en la


Gacela Oficial del DDF, el día 15 de octubre de 1980) dispone que los jueces del
registro civil deberán presentar a la oficina central del registro civil, durante la
primera semana de cada mes, la requisición de formas necesarias para el mes
siguiente; y que la oficina central mandará imprimir las "formas"requeridas por
los juzgadores.

De estas "formas", el secretario de cada juzgado, al término de la jornada


verificará que cada uno de los tantos (se lleven por triplicado) haya quedado en
las carpetas respectivas a: juzgado, oficina central y archivo judicial (ver
Manual de organización del registro civil, en e! rubro "requisición y control de
las formas del registro civil"), esto a fin de cumplir con la obligación de enviar en
el transcurso del primer mes del año un ejemplar de las "formas", del año
inmediato anterior, al archivo del TSJ. Otro de los ejemplares, aunque no lo
señala este artículo (posiblemente por descuido, en razón de haberse hecho su
reforma sin considerar que ahora las actas se levantan en tres ejemplares, en vez

[48]

TITULO CUARTO/CAPITULO I \RiS 41.42. 43},44

de en dos, como ocurría antes) se remite al archivo de la oficina central, y el


restante queda en el archivo del propio juzgado en que se haya actuado.
C.L.V.

ARTÍCULO 42. El Juez del Registro Civil que no cumpla con las
prevenciones del artículo anterior, será destituido de su
cargo.

La omisión de los requisitos mencionados en el a. 41 no afecta la validez o


existencia de las actas ni menos aún la eficacia y existencia misma del estado
civil que en tales documentos se contenga, pues no se trata de requisitos
esenciales.
La sanción que se impone es de tipo administrativo y recae sobre los jueces del
registro por la realización de un acto en contravención a lo ordenado en el a. 41.
I.B.S.

ARTÍCULO 43. No podrá asentarse en las actas, ni por vía de nota


o advertencia, sino lo que deba ser declarado para el acto
preciso a que ellas se refieren y lo que esté expresamente
prevenido en la ley.
La violación de este precepto no origina la nulidad del acta, simplemente no
tienen valor alguno (a. 50) las notas, advertencias o adiciones que no están
prevenidas en la ley. El juez del registro responsable será acreedor a la sanción
administrativa correspondiente.
I.B.S.

ARTÍCULO 44. Cuando los interesados no puedan concurrir per-


sonalmente, podrán hacerse representar por un manda-
tario especial para el acto, cuyo nombramiento conste
por lo menos en instrumento privado otorgado ante dos
testigos. En los casos de matrimonio o de reconocimiento
de hijos, se necesita poder otorgado en escritura pública o
mandato extendido en escrito privado firmado por el
otorgante y dos testigos y ratificadas las firmas ante
Notario Público, Juez de lo Familiar, Menor o de Paz.
Del contenido de este artículo se desprende que los actos del registro civil no son
personales, es decir, que las partes pueden comparecer por medio de represen-
tantes. En algunos casos es suficiente el instrumento privado y en otros es
necesario el público o el privado ratificado ante juez o notario.
I.B.S.

[49]
A R FS 45, 44,, 47 y 411 LIBRO PRIMERO

ARTICULO 45. Los testigos que intervengan en las actas del Re-
gistro Civil, serán mayores de edad, prefiriéndose los
que designen los interesados, aun cuando sean sus pa-
rientes.

En vista de la solemnidad de los actos del estado civil se exige que los testigos
sean mayores de edad, circunstancia que no se requiere para los testigos en jui-
cios civiles o penales, bastando sólo con que tengan la edad necesaria para
poder informar conscientemente. (a. 356 CPC).
LBS.

ARTÍCULO 46. La falsificación de las actas y la inserción en ellas


de circunstancias o declaraciones prohibidas por la ley,
causarán la destitución del juez del Registro Civil, sin
perjuicio de las penas que la ley señale para el delito de
falsedad, y de la indemnización de daños y perjuicios.

Comprobada la falsificación de una acta del estado civil, será nulo el acto a que
se refiera. Además se aplicará al juez del registro civil una sanción administrati-
va, la destitución de su cargo, una sanción penal y él mismo será responsable de
los daños y perjuicios causados.

ARTÍCULO 47. Los vicios o defectos que haya en las actas, sujetan
al Juez del Registro Civil a las correcciones que señale el
Reglamento respectivo; pero cuando no sean substancia-
les no producirán la nulidad del acto, a menos que judi-
cialmente se pruebe la falsedad de éste.

Este precepto tiene relación con el a. 138 bis que establece la procedencia de la
aclaración de actas del estado civil, cuando en ellas existan errores mecanográfi-
cos o de otra índole, que no afecten los datos esenciales de aquéllas. Las
aclaraciones se tramitan ante la oficina central del registro civil. Cuando la
corrección varíe alguna circunstancia esencial habrá lugar a la rectificación de
actas, procedimiento que se sigue ante el Poder Judicial.
I.B.S.

ARTÍCULO 48. Toda persona puede pedir testimonio de las actas


del Registro Civil, así como de los apuntes y documentos
con ellas relacionados, y los Jueces Registradores estarán
obligados a darlo.

DO]
TITULO CUARTO; CAPITIJI O 1 AS 15. 48,49 y 50

La publicidad constituye una nota característica esencial del registro civil, sin
ella sería una institución de nula utilidad y trascendencia. Es la publicidad la que
sin duda proporciona el valor primordial que siempre se ha reconocido como
necesario para el cumplimiento satisfactorio de sus fines.
A través del registro civil se permite fácilmente, en cualquier momento, el
conocimiento del estado civil de la persona.
I. B.S.

ARTÍCULO 49. Los actos y actas del estado civil del propio Juez,
de su cónyuge, ascendientes y descendientes de cualquie-
ra de ellos, no podrán autorizarse por el mismo Juez,
pero se asentarán en las formas correspondientes y se
autorizarán por el Juez de la adscripción más próxima.

El contenido de este precepto contiene una prohibición a través de la limitación


para intervenir ejerciendo esa función, la competencia de los jueces del registro
civil y los actos del estado civil relacionados con su persona, cónyuge, ascen-
dientes y descendientes.
I. B. S .

ARTÍCULO 50. Las actas del Registro Civil extendidas conforme a


las disposiciones que preceden, hacen prueba plena en
todo lo que el Juez del Registro Civil, en el desempeño de
sus funciones, da testimonio de haber pasado en su pre-
sencia, sin perjuicio de que el acta pueda ser redargüida
de falsa.
Las declaraciones de los comparecientes, hechas en
cumplimiento de lo mandado por la Ley, hacen fe hasta
que se pruebe lo contrario. Lo que sea extraño al acta no
tiene valor alguno.

El a. 327 fr. IV del CPC declara que son documentos públicos las certificaciones
de las actas del registro civil expedidas por los oficiales del mismo, respecto a
las constancias existentes en los libros correspondientes. Las certificaciones de las
actas tienen valor probatorio pleno en juicio y fuera de él como lo establece este
artículo.
El registro civil es una institución que tiene por objeto hacer constar de una
manera auténtica, a través de un sistema organizado, los actos relacionados con
el estado civil de las personas mediante la intervención de funcionarios estatales
dotados de fe pública, de los hechos que han pasado en su presencia; pero sólo
en cuanto esos hechos se relacionan con lo que conforme a la ley debe hacer
constar en el acta.

[511
ARTS, 50, 51 y 52 LIBRO PRIMERO

La prueba es plena en el sentido restringido de que losjueces del registro civil


sólo dan fe de lo declarado en su presencia por las personas que intervienen en el
acta como partes, testigos y declarantes y no sobre la falsedad o veracidad de las
declaraciones.
I B.S.

ARTÍCULO 51. Para establecer el estado civil adquirido por los


mexicanos fuera de la República, serán bastantes las
constancias que los interesados presenten de los actos
relativos, sujetándose a lo previsto en el Código Federal
de Procedimientos Civiles, y siempre que se registren en
la Oficina que corresponda del Distrito Federal o de los
Estados.

Desde 1928 desaparecieron de la ley mexicana los estatutos personales, México


acepta que sus nacionales adquieran estado civil fuera de la República, de
acuerdo con las leyes del país en que se encuentren en cuanto al fondo y a la
forma, siempre que no se lesione el orden público ni los principios de soberanía
nacional.
El estado civil adquirido en el extranjero se comprobará con las constancias
respectivas que se presenten debidamente legalizadas por las autoridades diplo-
máticas o consulares, en los términos que establezcan las leyes relativas, como lo
previene el CFPC. Los documentos que prueben los actos del estado civil
expedidos por funcionario extranjero, deben cobrar autenticidad a través de la
autoridad mexicana para tener valor probatorio pleno.
I. B.S.

ARTÍCULO 52_ Los Jueces del Registro Civil se suplirán en sus


faltas temporales por el más próximo de la Delegación en
que actúen. A falta de éste, por el más próximo de la
Delegación colindante.

El juez del registro civil debe ser competente tanto por razón de materia como
por razón de lugar. Este precepto establece la competencia por razón de lugar
para el caso de ausencias temporales, indicando un sistema supletorio, según el
cual, entran a actuar los jueces geográficamente más próximos. ¿Qué sucede si
la disposición legal no se cumple, y entra a suplir al que falta, un juez de otra
Delegación que no sea la especificada? Entendemos que el acta levantada por
ese juez no seria nula, y sólo habría lugar a las sanciones administrativas que
cupiesen por la infracción.
C.G.M.

[521
TITULO CUARTO; CAPITU LOS Y II ARTS. 53 y54

ARTÍCULO 53. El Ministerio Público, cuidará que las actuaciones


e inscripciones que se hagan en las Formas del Registro
Civil, sean conforme a la Ley, pudiendo inspeccionarlas
en cualquier época, así como consignar a los Jueces regis-
tradores que hubieren cometido delito en el ejercicio de
su cargo, o dar aviso a las autoridades administrativas
de las faltas en que hubieren incurrido los empleados.

La función del registro civil es hacer constar de manera auténtica todos los actos
relacionados con el estado civil de las personas. En consecuencia, las actas
deben estar redactadas de acuerdo con las disposiciones legales, pues constitu-
yen plena prueba de todo lo que el juez del registro civil testimonia haber pasado
en presencia suya. El juez es un funcionario estatal dotado de fe pública, a fi n de
que las actas y testimonios que otorgue tengan plena validez probatoria. Las
formas en que se extienden las actas tienen la doble finalidad de uniformar la
redacción de las mismas y de contener los apartados necesarios para cada una de
las constancias que la ley exige, de acuerdo al acto que se trate de registrar. Toda
constancia que sea ajena al contenido específico del acta, carece de validez.
El registro civil, en cuanto institución, funciona según un sistema de publici-
dad y de control por parte del Estado. El M P, a su vez, representa al Estado ya
la sociedad y su primordial función es la persecución de los delitos y el ejercicio
de la acción penal. En el presente artículo, se le otorgan las facultades de
inspección necesarias para el cumplimiento de una función preventiva de con-
trol de legalidad, además de la potestad de consignar a los jueces y/ o promover
el celo de la autoridad administrativa, en caso de delitos o faltas ya cometidos.

C. G. M

CAPITULO II
De las actas de nacimiento

ARTÍCULO 54. Las declaraciones de nacimiento se harán presen-


tando al niño ante el Juez del Registro Civil en su oficina
o en el lugar donde aquel hubiere nacido.
Este precepto exige la presentación del niño ante el juez del registro civil. La
presentación física de aquél a quien el acta se refiere, no se exige para los otros
actos del registro civil: los cónyuges, p.e., pueden comparecer por medio de
mandatario (a. 44). En derecho comparado existen otros sistemas jurídicos que
no exigen la presencia corporal del infante, bastando con la declaración, ante
testigos, de la persona que se presenta a inscribir el nacimiento.
Para las actas de nacimiento en especial, tiene relevancia la norma general

[53]
ARTS. 54, 55, 91 y 57 LIBRO PRIMERO

contenida en el a. 50; el acta de nacimiento justifica que se presentó un indivi-


duo, vivo o muerto, ante el juez competente del registro civil, quien debe dar fe
de ese hecho y del sexo del presentado. No es función del juez del registro civil
presenciar el alumbramiento y dar fe del mismo.
C.G. M.

ARTICULO 55. Tienen obligación de declarar el nacimiento, el


padre y la madre o cualquiera de ellos, a falta de éstos, los
abuelos paternos y, en su defecto, los maternos, dentro de
los seis meses siguientes a la fecha en que ocurrió aquél.
Los médicos cirujanos o matronas que hubieren asisti-
do al parto, tienen obligación de dar aviso del nacimiento
al Juez del Registro Civil, dentro de las veinticuatro
horas siguientes. La misma obligación tiene el jefe de
familia en cuya casa haya tenido lugar el alumbramiento,
si éste ocurrió fuera de la casa paterna.
Si el nacimiento tuviere lugar en un sanatorio particu-
lar o del Estado, la obligación a que se refiere el párrafo
anterior, estará a cargo del Director o de la persona
encargada de la administración.
Recibido el aviso, el Juez del Registro Civil tomará las
medidas legales que sean necesarias a fin de que se levante
el acta de nacimiento conforme a las disposiciones
relativas.

El acta de nacimiento acompaña a la persona durante toda su vida civil. Para el


hijo nacido de matrimonio, conjuntamente con el acta de matrimonio de sus
padres, la de nacimiento constituye prueba de su filiación (a. 340). Dada la
importancia del acto de la inscripción del nacimiento, la ley impone a determi-
nadas personas la obligación de declarar el hecho, a fin de que se levante el acta
respectiva, con arreglo a lo que dispone el a. 58.
C.G.M.

ARTICULO 56. Derogado.

ARTICULO 57. En las poblaciones en que no haya Juez del Regis-


tro Civil, el niño será presentado a la persona que ejerza
la autoridad delegacional o municipal en su caso, y éste
dará la constancia respectiva que los interesados llevarán
al Juez del Registro que corresponda, para que asiente el
acta.

154]
TIMO CUARTOXAP1-1 M.O 11 AsF21-1.1_57y5}1

Se establece la competencia supletoria, en razón de la materia, de la autoridad


municipal, para las poblaciones en que no haya juez del registro civil. Es de
destacar que, de acuerdo al a. 4o. del Manual de organización del registro civil
(publicado en la Gaceta Oficial del DDF el 15 de octubre de 1980), la adminis-
tración de los juzgados del registro civil corresponde a las Delegaciones. Et a. 20
del mismo manual establece que dichos juzgados contarán con todo el personal
administrativo necesario para el buen desempeño de sus funciones.
La competencia supletoria fijada se mantiene, en consecuencia, dentro dela
misma esfera de la administración pública.
La constancia expedida por la autoridad delegacional o municipal no hace las
veces de acta de nacimiento; sólo tiene valor de certificado, que luego deberá ser
necesariamente presentado al juez del registro civil, único competente para
levantar el acta respectiva, en las formas del registro civil (a. 36).

C.G.M
M.

ARTÍCULO 58. El acta de nacimiento se levantará con asistencia


de dos testigos. Contendrá el día, la hora y el lugar de
nacimiento, el sexo del presentado, el nombre y apellidos
que le correspondan; asimismo, la razón de si se ha
presentado vivo o muerto; la impresión digital del presen-
tado. Si éste se presenta como hijo de padres desconoci-
dos, el Juez del Registro Civil le pondrá el nombre y
apellidos, haciéndose constar esta circunstancia en el
acta.
Si el nacimiento ocurriere en un establecimiento de
reclusión, el Juez del Registro Civil deberá asentar como
domicilio del nacido, el Distrito Federal.
En los casos de los artículos 60 y 77 de este Código el
Juez pondrá el apellido paterno de los progenitores o los
dos apellidos del que lo reconozca.

Como en toda acta del registro civil, la de nacimiento se levantará ante el juez
del registro civil, que redacta y autoriza el documento, con asistencia de los
declarantes y de los testigos. Estos son los que hacen constar la veracidad del
hecho mencionado en el instrumento; los declarantes son las personas que
informan sobre los hechos que se deben hacer constar en el acta. Los testigos
deben ser mayores de edad (a. 45), o sea que deben tener 18 años cumplidos (a.
646), requisito éste que no se pide para los testigos que deponen en juicios civiles
o penales, quienes basta que tengan la edad necesaria para poder informar
conscientemente (a. 356 CPC).

[55}
ARTS. 55, 59 y 60 LIBRO PRIMERO

La mención del día y hora del nacimiento, así com o el hecho de que el infante
se haya presentado vivo o muerto, tienen relevante importancia para determi-
nar la viabilidad del nascinerus: para que éste se considere viable debe haber
vivido 24 horas o haber sido presentado vivo al registro civil (a. 337 CC).
La veracidad de los hechos declarados ante el juez del registro civil ha
merecido expresa protección del orden penal; con relación a las actas de
nacimiento, el a. 277 del CP, en su fr. I, tipifica como delito el "Atribuir un niño
recién nacido a mujer que no sea realmente su madre"; la fr. II incrimina el
hecho de 'Hacer registrar en las oficinas del registro civil un nacimiento no
verificado"; y la fr. IV imputa delito "A los que sustituyan a un niño por otro, o
cometan ocultación de infante...".
La constancia del lugar del nacimiento adquiere trascendencia en cuanto a
la nacionalidad del recién nacido, con todos los derechos, obligaciones y atri-
butos de derecho público que ello implica. La C. en su a. 30, dispone que "La
nacionalidad mexicana se adquiere por nacimiento o por naturalización"; y en
la fr. I del mismo artículo se expresa que son mexicanos por nacimiento "Los
que nazcan en el territorio de la República, sea cual fuere la nacionalidad de
sus padres".

C.G. M

ARTÍCULO 59. Cuando el nacido fuere presentado como hijo de


matrimonio, se asentarán los nombres, domicilio y nacio-
nalidad de los padres, los nombres y domicilios de los
abuelos y los de las personas que hubieren hecho la
presentación.

El acta de nacimiento del hijo de matrimonio, conjuntamente con el acta de


matrimonio de sus padres, hará plena prueba de su estado civil (a. 340 CC). La
ley presume que el esposo es el padre del hijo nacido de su cónyuge, presunción
que solamente puede ser destruida por sentencia ejecutoriada dictada en juicio
de contestación de la paternidad (a. 345 CC).

C.G.M.

ARTICULO 60. Para que se haga constar en el acta de nacimiento el


nombre del padre de un hijo fuera del matrimonio, es
necesario que aquel lo pida por si o por apoderado espe-
cial constituido en la forma establecida en el artículo 44,
haciéndose constar la petición.
La madre no tiene derecho de dejar de reconocer a su
hijo. Tiene obligación de que su nombre figure en el acta

1561
TITULO CUARTO: CAPITULO II ARTS. 60 y 61

de nacimiento de su hijo. Si al hacer la presentación no se


da el nombre de la madre, se pondrá en el acta que el
presentado es hijo de madre desconocida, pero la investi-
gación de la maternidad podrá hacerse ante los Tribuna-
les de acuerdo con las disposiciones relativas de este
Código.
Además de los nombres de los padres se hará constar
en el acta de nacimiento su nacionalidad y domicilio.
En las actas de nacimiento no se expresará que se trata
en su caso de hijo natural.

Para el hijo nacido fuera de matrimonio, además de la inscripción de su


nacimiento, se requiere el reconocimiento expreso de sus progenitores. De
acuerdo al a. 369 CC, dicho reconocimiento podrá hacerse en la propia acta de
nacimiento, ante el juez del registro civil.
La ley impone a la madre la obligación de reconocer a su hijo, ya que el estado
civil es un derecho de la persona; la filiación, ya sea dentro o fuera de matrimo-
nio, implica derechos como el alimenticio y el sucesorio, que le serían negados al
menor de edad, en caso de no ser debidamente acreditada la misma.
El a. 277 del CP, en su fr. IV, expresa que incurrirán en delito "...los padres
que no presenten a un hijo suyo al registro con el propósito de hacerle perder su
estado civil, o que declaren falsamente su fallecimiento, o lo presenten ocultan-
do sus nombres o suponiendo que los padres son otras personas."
La comisión de los actos así tipificados entrañaría, en el orden civil, un claro
desentendimiento de las obligaciones que impone la patria potestad.

C. G.M .

ARTíCULO 61. Si el padre o la madre no pudieren concurrir, ni


tuvieren apoderado, pero solicitaren ambos o alguno de
ellos, la presencia del Juez del Registro, éste pasará al
lugar en que se halle el interesado, y allí recibirá de él la
petición de que se mencione su nombre; todo lo cual se
asentará en el acta.

Por regla general, la parte interesada concurre a las oficinas del registro civil a
declarar los hechos que constituirán el objeto del acta que deba levantarse.
Sin embargo, la parte podrá ser representada por mandatario provisto de
poder especial y auténtico, y la declaración por él realizada valdrá como si
hubiese estado hecha por el mismo mandante.
Para facilitar la regularización de los actos del estado civil, en este caso las
declaraciones de nacimiento, para el supuesto en que los padres no pudiesen

[57]
ARTS 6I62y63 LIBRO PRIMERO

concurrir ni les fuese posible designar mandatario, la ley arbitra los medios por
los cuates el juez se constituirá en el lugar en que se encuentre el interesado.

C.G.M.

ARTÍCULO 62. Si el hijo fuere adulterino, podrá asentarse el


nombre del padre, casado o soltero, si lo pidiere; pero no
podrá asentarse el nombre de la madre cuando sea casada
y viva con su marido, a no ser que éste haya desconocido
al hijo y exista sentencia ejecutoria que declare que no es
hijo suyo.

La ley presume que, en caso de mujer casada, el hijo que ella procree lo es de su
esposo. Sólo éste, mediante juicio de desconocimiento de paternidad, podrá
destruir esa presunción. o sus herederos en ciertos supuestos (aa. 332 y 333).
Asimismo, para proteger a la institución del matrimonio, el a. 374 dispone
que el hijo de una mujer casada no podrá ser reconocido como hijo por otro
hombre distinto del marido, sino cuando éste lo haya desconocido, y por
sentencia ejecutoriada se haya declarado que no es hijo suyo.

C.G.M.

ARTÍCULO 63. Cuando el hijo nazca de una mujer casada que viva
con su marido, en ningún caso, ni a petición de persona
alguna, podrá el Juez del Registro asentar como padre a
otro que no sea el mismo marido, salvo que éste haya
desconocido al hijo y exista sentencia ejecutoria que así lo
declare.

Este precepto, al igual que el anterior, protege la institución del matrimonio


reforzando la presunción establecida en el a. 324 de este ordenamiento, y al
menor tutelando sus derechos por su situación de hijo habido en matrimonio.
De esta manera bastará que la madre al acudir a registrar al hijo presente el acta
de matrimonio correspondiente para que el juez del registro civil asiente en el
acta de nacimiento los nombres de ambos cónyuges, aunque el marido no se
presente.
Es menester hacer hincapié en que la regla que este artículo establece tiene
como excepción que el marido desconozca al hijo nacido de su esposa y que se
haya pronunciado sentencia ejecutoria que declare que no es hijo suyo. Esto
quiere decir que no basta con el desconocimiento público de la paternidad, se
requiere también que por el ejercicio de la acción correspondiente en los
términos establecidos por el propio código aa. 325 a 338, se haya pronunciado

(.58]
TITULO CUARTO CAPITULO fi ARTS. 63.64 y6.5

sentencia que declare que no es hijo suyo y que la resolución judicial en tal
sentido haya causado ejecutoria. La jactancia o cualquier pretensión que un
tercero haga o ejerza sobre la paternidad del menor no tendrá ningún efecto
sin las acciones del marido.

A.E.P,D. y N.

ARTÍCULO 64. Podrá reconocerse al hijo incestuoso. Los proge-


nitores que lo reconozcan tienen derecho de que conste
su nombre en el acta; pero en ella no se expresará que el
hijo es incestuoso.

Este precepto permite, sin consideraciones moralistas, el ejercicio responsable


de la paternidad y la maternidad independientemente de las circunstancias que
rodeen al nacimiento del menor q ue se registra. Al mismo tiempo evita que este
menor tenga problemas en su vida por el solo hecho de aparecer en su acta de
nacimiento las circunstancias irregulares del mismo.
En los códigos decimonónicos se omitía el nombre de uno de los padres para
impedir cualquier indagación que llevara al descubrimiento de la calidad del
hijo incestuoso. Sin embargo con ello se obstaculizaban, también, los derechos
que el hijo debe gozar, por ambas líneas y se descargaba al padre, cuyo nombre
se omitía, de la responsabilidad correspondiente.
Incestuoso es el hijo habido entre ascendientes y descendientes consanguí-
neos en línea recta (padres e hijos, abuelos y nietos) o entre hermanos según lo
establecido en el a. 272 del CP. Sin embargo, el legislador cuida que los hijos no
se vean afectados por ilícitos en los que no tuvieron parte ni responsabilidad o
culpa alguna, por ello establece que esta circunstancia no debe constar en e! acta
de nacimiento.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 65. Toda persona que encontrare un recién nacido o en


cuya casa o propiedad fuere expuesto alguno, deberá
presentarlo al Juez del Registro Civil con los vestidos,
valores o cualesquiera otros objetos encontrados con él, y
declarará el día y lugar donde lo hubiere hallado, así
como las demás circunstancias que en su caso hayan
concurrido, dándose además intervención al Ministerio
Público.

Con este precepto se inicia una serie de disposiciones a través de las cuales el
legislador pretende que se deje constancia de todas las circunstancias que

[59]
ARTS. 65 y66 LIBRO PRIMERO

puedan llevar, en lo futuro, al esclarecimiento del estado civil del expósito.


Se da intervención al MP no sólo para la indagación de la identidad del
expósito sino para perseguir los delitos que se hubieren cometido en el abando-
no de infante. Tales delitos pueden ser el tipificado en el a. 335 CP: "al que
abandone a un niño incapaz de cuidarse a sí mismo o a una persona enferma,
teniendo obligación de cuidarlos, se le aplicarán de un mes a cuatro años de
prisión, si no resultare daño alguno, privándolo, además de la patria potestad o
de la tutela, si el delincuente fuere ascendiente o tutor del ofendido". O en los
aa. 3'42y 343 CP en donde se tipifica el delito de exposición de menores ya sea por
aquellas personas que ejerzan la patria potestad o por los encargados de
custodiar al menor expuesto.
Empero, pueden darse otros ilícitos en torno a la exposición o hallazgo de un
recién nacido, como p.c. el robo de un infante tipificado en el a. 3661r. VI CP.
Dado que las actas del registro civil son documentos auténticos y pruebas
ciertas del estado civil de las personas, en casos como el descrito por este artículo
deberán asentarse en el acta todos los detalles, por pequeños que sean, que
lleven a descubrir datos sobre quiénes son los padres u otros familiares del
recién nacido y puedan servir como elementos de prueba.
A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 66. La misma obligación tienen los jefes, directores o


administradores de los establecimientos de reclusión, y de
cualquier casa de comunidad, especialmente los de los
hospitales, casas de maternidad e inclusas, respecto de
los niños nacidos o expuestos en ellas y en caso de incum-
plimiento, la autoridad Delegacional impondrá al infrac-
tor una multa de diez a cincuenta días del importe del
salario mínimo legal fijado en el lugar correspondiente.

El cumplimiento de la obligación establecida en este precepto además de


cumplir con los objetivos explicados en el articulo anterior facilita la indagación
de la maternidad que resulta por el mero hecho del nacimiento, surtiendo así,
sus efectos la filiación del recién nacido respecto de la madre, según lo precep-
tuado en el a. 360 de este ordenamiento.
La multa que se impone a los obligados por este artículo es una sanción
administrativa que es fijada por la autoridad de la delegación en cuya jurisdic-
ción se encuentre la institución en donde hubiere nacido el infante adonde fuere
expuesto.
Para que fuere totalmente eficaz este artículo debería contemplar un plazo
para el registro del recién nacido que podría ser de quince días contados a partir
del nacimiento del niño o de su exposición.
A.E.P.D. y N.

160]
MULO CUARTO,CAPITULO II Ak tS61.6S., 55

ARTÍCULO 67. En las actas que se levanten en estos casos, se


expresarán con especificación todas las circunstancias
que designa el artículo 65, la edad aparente del niño, su
sexo, el nombre y apellido que se le pongan, y el nombre
de la persona o casa de expósito que se encarguen de él.

Siendo el nombre el atributo de la personalidad que identifica a la persona es


explicable que el legislador dispusiera la asignación de un nombre a todo recién
nacido, inclusive aquellos cuyos padres se desconocen.
Asi, lo asentado en el acta correspondiente permite tener una prueba cierta
de las circunstancias del nacimiento del infante, su identificación y los datos
que permitan localizarlo en caso necesario. Recordemos que el registro civil es
una institución pública cuya función es la publicidad, es decir, cualquier inte-
resado puede acudir a las oficinas de dicha institución o indagar sobre el esta-
do civil de una determinada persona, de ahí la importancia que tiene el dejar
constancia de todos los datos que nos lleven a su localización, identificación, y
de ser posible a su filiación.

A.E.P.D. y N.

ARTICULO 68. Si con el expósito se hubieren encontrado papeles,


alhajas u otros objetos que puedan conducir al reconoci-
miento de aquél, el Juez del Registro Civil, ordenará su
depósito ante el Ministerio Público respectivo; mencio-
nándolos en el acta y dando formal recibo de ellos al que
recoja al niño.

Este artículo se explica por si solo; puntualizaremos, exclusivamente, la necesi-


dad de conservar los objetos que se hubieren encontrado con el expósito ya que
la mera descripción puede dar lugar a confusiones que conduzcan a una
identificación errónea del infante.

A.E.P,D. y N.

ARTÍCULO 69. Se prohibe absolutamente al Juez del Registro


Civil y a los testigos que conforme al artículo 58 deben
asistir al acto, hacer inquisición sobre la paternidad. En el
acta sólo se expresará lo que deben declarar las personas
que presenten al niño, aunque aparezcan sospechosas de
falsedad; sin perjuicio de que ésta sea castigada conforme
a las prescripciones del Código Penal.

[6ll
AR TS.69, 70) 71 LIBRO PRIMERO

El juez dei registro civil es una autoridad que depende del Poder Ejecutivo, no
del Judicial, de ahí que no sea de su competencia la indagación de la paternidad;
sus funciones, respecto de las actas de nacimiento, se limitan a asentar lo
declarado por las personas que presentan al niño y a dejar constancia de las
circunstancias descritas en los aa. 65 a 68. Los testigos que asisten en el acto
tampoco son funcionarios del poder judicial, su asistencia se limita a corroborar
que lo descrito en las actas respectivas fue precisamente lo declarado por la
persona que presentó al recién nacido.
Sin embargo, cuando se sospeche sobre la veracidad o falsedad de una
declaración se dará vista al MP para que en ejercicio de sus funciones realice las
investigaciones correspondientes y ejercite la acción penal, en su caso, conforme
a lo establecido por el a. 247 del CP.
La indagación sobre la paternidad sólo puede hacerse por el juez competente
y conforme a lo dispuesto por el título séptimo del libro primero de este CC.

A. E. P. D. y N.

ARTÍCULO 70. Si el nacimiento ocurriere a bordo de un buque


nacional, los interesados harán extender una constancia
del acto, en que aparezcan las circunstancias a que se
refieren los artículos del 58 al 65, en su caso, y solicitarán
que la autorice el capitán o patrono de la embarcación y
dos testigos de los que se encuentren a bordo, expresán-
dose, si no los hay, esta circunstancia.

En forma puntillosa el legislador intentó prever todas las circunstancias en que


pudiera darse un nacimiento, a esta inquietud responden la serie de artículos
que empiezan precisamente con éste.
El interés responde a una necesidad de determinar precisamente la nacionali-
dad del recién nacido; este caso corresponde al descrito en la fr. III del apartado
A del a. 30 de la C, por tanto aquel que naciere en estas circunstancias será
mexicano por nacimiento dando lugar al conjunto de relaciones que crearán su
situación frente a nuestro Estado.
Toda vez que esta constancia servirá de base en la redacción del acta corres-
pondiente deberá estar autorizada y firmada por !a autoridad de la embarcación
y por dos testigos que den fe de la veracidad de lo asentado en el documento.
Por analogía lo dispuesto en este precepto debe aplicarse a los casos de
nacimientos en aeronaves nacionales.

A. E.P.D. y N.

ARTÍCULO 71. En el primer puerto nacional a que arribe la em-


barcación, los interesados entregarán el documento de

[62]
TITULO CUARTO; CAPITU LO II ARTS. 71 y 7 2

que habla el articulo anterior, al Juez del Registro Civil,


para que a su tenor asiente el acta.

La constancia levantada según lo establecido en el a. 70 es un documento que


debe cobrar autenticidad mediante su asiento en las formas del registro civil,
único medio de prueba admisible en relación al estado civil de una persona en
los términos del a. 39 de este código.
Esto significa que el documento a que se refiere el articulo anterior sólo sirve
como constancia del nacimiento en un buque nacional, pero no como prueba
del estado civil del recién nacido. En caso de que dicha constancia no sea llevada
a nte el juez, del registro civil estaremos frente a un documento que por sí solo no
tiene fuerza probatoria, toda vez que no se trata de un instrumento en cuya
redacción interviniera un funcionario público dotado de fe pública y facultado
para redactar actas del estado civil.
En caso de que el nacimiento hubiere acaecido en una aeronave nacional el
documento deberá ser entregado al juez del registro civil competente en la
demarcación del primer aeropuerto nacional a que se arribe.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 72. Si en el puerto no hubiere funcionario de esta clase,


se entregará la constancia antes dicha a la autoridad local,
la que la remitirá inmediatamente al Juez del Registro
Civil del domicilio de los padres.

Dado que según lo establecido en el a. 39 las actas del registro civil son el
medio de prueba del estado civil de una persona, el legislador previó todas las
posibles alternativas a las que se enfrentaren los interesados al desembarcar en
un puerto nacional. Este artículo establece los pasos a seguir en el caso de que
en el puerto a que lleguen no hubiere juez del registro civil.
La constancia ha de entregarse a la autoridad local a fin de evitar, en lo
posible, alteraciones a la misma y ésta, a su vez, está obligada a remitirla en
forma inmediata al juez competente, en este caso el del domicilio de los padres
del recién nacido.
Por analogía debe interpretarse que si los interesados desembarcan en un
puerto extranjero, en donde por razones obvias no hay juez del registro civil,
deberán acudir ante el cónsul mexicano del lugar, autoridad nacional compe-
tente en los asuntos que se refieren a los mexicanos en el extranjero y éste a su
vez deberá remitir los documentos al juez del registro civil del domicilio de los
padres a través de la SRE.

A.E.P.D. y N.

163]
A RTS. 73 y 74 LIBRO PRIMERO

ARTICULO 73. Si el nacimiento ocurriere en un buque extranjero


se observará por lo que toca a las solemnidades del
Registro, lo prescrito en el artículo 15.

El a. 15 dispone que los actos jurídicos, en lo relativo a su forma, se regirán por


las leyes del lugar donde ocurran. No obstante, esta disposición establece que
los interesados, sean mexicanos o extranjeros domiciliados fuera del DF que-
dan en libertad para sujetarse a las formas prescritas por el código, cuando el
acto haya de tener ejecución dentro de la mencionada demarcación.
Conforme al D.O. de 7-1-88. la referencia al a. 15 corresponde hoy al a. 13
fr. IV. pero la reforma no hizo la corrección.
En relación con esta materia, dispone el a. 51 que si alguien desea establecer el
estado civil adquirido por los mexicanos fuera de la República, serán bastantes
las constancias que presente de los actos relativos, sujetándose en cuanto a su
legalización a lo que dispone el CFPC, debiendo registrarse además estas
constancias, en la oficina que corresponda del DF o de los estados.
Aclara estos conceptos el Manual de organización del registro civil del DF
que aparece publicado en la Gacela Oficial del DF el 15 de octubre de 1980.
Como hasta la fecha no se ha dictado el Reglamento a que alude el a. 47, las
actuaciones internas que deben realizar los funcionarios del registro civil se
rigen por este manual, que contiene un conjunto de instrucciones sobre la
materia. Rajo el titulo "Inserciones de las inscripciones relativas a los actos del
estado civil de los mexicanos realizados en el extranjero" se enumeran las
diversas actuaciones que deben efectuar los interesados en la inscripción de
estos nacimientos.
Las normas constitucionales relativas a la nacionalidad de los que nacen
en barcos o aeronaves (a. 30 constitucional) son analizadas exhaustivamente en
otra obra del Instituto de Investigaciones Jurídicas y a ella nos remitimos.
Algunos consideran que el a. 73 es de aplicación federal (a. 1 o. del CC). No
obstante, es necesario reconocer que en los códigos civiles de los distintos
estados de la Federación existen disposiciones semejantes a la que se comenta.

L.C. P.

ARTICULO 74. Si el nacimiento aconteciere durante un viaje por


tierra, podrá registrarse en el lugar en que ocurra o en el
domicilio de los padres, según las reglas antes estableci-
das; en el primer caso se remitirá copia del acta al Juez del
Registro Civil del domicilio de los padres, si éstos lo
pidieren, y en el segundo, se tendrá para hacer el registro
el término que señala el artículo 55, con un día más por
cada veinte kilómetros de distancia o fracción que exceda
de la mitad.
164]
111.11 LO CIJA R O CAPI FU LO II Ali S_ -74 y 75

Esta disposición otorga a los interesados un derecho optativo: podrán registrar


el nacimiento en el lugar en que ocurra o en el domicilio de los padres.
Si se registra el nacimiento en el lugar en que ocurriese, enviará copia del acta
al juez del registro civil del domicilio de los progenitores, siempre que éstos lo
soliciten. No es obligatorio hacerlo y no señala la ley el destino que debe darse a
esa copia.
Si optan por registrar el nacimiento en la oficina del lugar del domicilio de los
padres, dispondrán éstos para hacerlo de un plazo de seis meses que señala el a.
55, que se ampliará en la forma que expresa la disposición que se comenta.
Al parecer, esta segunda opción es la más práctica, pues la primera puede
acarrear dificultades futuras, cuando por prolongada ausencia o fallecimiento
de los padres, se ignore por los interesados el lugar en que ocurrió el nacimiento.
L.C. P.

ARTÍCULO 75. Si al dar aviso de un nacimiento se comunicare


también la muerte del recién nacido, se extenderán dos
actas, una de nacimiento y otra de defunción, en las
Formas del Registro Civil que correspondan.

Esta disposición es necesario relacionarla con el a. 58 que contiene igual


supuesto al establecer que en el acta de nacimiento es necesario dejar constancia
acerca de si el "presentado se encontraba vivo o muerto".
Si se le presenta muerto deben extenderse dos actas: una de nacimiento y
otra de defunción. Ambas deben relacionarse entre sí por disponerlo así el
Manual de organización del registro civil que dice al respecto: "En los casos de
defunción de los recién nacidos, invariablemente se deberá relacionar el acta
de nacimiento con la de defunción, asentando en el espacio para anotaciones la
siguiente leyenda" (deben anotarse los datos correspondientes a ambas actas).
El "recién nacido" a que se refiere el a. 75, es el que describe el a. 337 que dice:
"Para los efectos legales sólo se reputa nacido e] feto que, desprendido entera-
mente del seno materno, vive veinticuatro horas o es presentado vivo al registro
civil". Existe entre ambos preceptos la debida correspondencia y armonía.
No obstante, es necesario reconocer que las finalidades que persigue el
legislador con la organización del registro civil pueden no tener el sentido
restringido que le atribuye el a. 337, pues las anotaciones en los registros sirven
no sólo para acreditar el estado civil, la identificación de las personas y la
constitución legal de la familia, sino que son también elementos valiosos para
la elaboración de las estadísticas demográficas.
Sería de desear una aclaración de la ley al respecto o dictar de una vez el
Reglamento del registro civil anunciado en el a. 47 contemplando una disposi-
ción aclaratoria sobre la materia.
L.C.P.

[65j
ARTS. 75 y 77 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 76. Cuando se trate de parto múltiple, se levantará un


acta por cada uno de los nacidos, en la que además de los
requisitos que señala el artículo 58 se harán constar las
particularidades que los distingan y el orden en que ocu-
rrió su nacimiento, según las noticias que proporcionen eI
médico, el cirujano, la matrona o las personas que hayan
asistido el parto y, además, se imprimirán las huellas
digitales de los presentados. El Juez del Registro Civil
relacionará las actas.

Para la mejor identificación de los nacidos, el juez del registro civil tiene la
obligación de anotar en el acta de nacimiento de cada uno de los hermanos, las
particularidades que los distingan y el orden en que ocurrió el nacimiento según
los datos que proporcionen los profesionales o personas que asistieron a la
madre.
En los partos múltiples es necesario levantar un acta para cada uno de los
nacidos, las que deberán relacionarse entre sí.

L.C.P.

CAPITULO III
De las Actas de Reconocimiento

ARTÍCULO 77. Si el padre o la madre de un hijo natural, o ambos,


lo presentaren para que se registre su nacimiento, el acta
surtirá todos los efectos del reconocimiento legal, respec-
to del progenitor compareciente.

El legislador en los capítulos de la filiación, le da a estos hijos la calificación de


"hijos nacidos fuera de matrimonio" en cambio los aa. 60, 77, 78 y 79 los
denominan hijos naturales.
Es del caso advertir que en las legislaciones extranjeras los "hijos naturales"
son aquellos nacidos fuera de matrimonio a los cuales se les otorga expresamen-
te la calidad de "hijos naturales". A los no reconocidos se les da la denominación
de hijos simplemente ilegítimos.
El a. 369 dispone que el reconocimiento de un hijo nacido fuera de matrimo-
nio puede hacerse en la partida de nacimiento ante el juez del registro civil.
El solo hecho de comparecer a inscribir el nacimiento del hijo, según el a.
77, importa reconocimiento. Sin embargo, el párrafo primero del a. 60 dispone
que "para que se haga constar en el acta de nacimiento el nombre del padre de
un hijo fuera del matrimonio, es necesario que aquel lo pida por si o por

1661
TITULO CUARTOICAMTULO I II ARTS. 77 y 78

apoderado especial constituido en la forma establecida en el a. 44, haciéndose


constar la petición".
En cambio la madre de acuerdo con este mismo a. 60 "no tiene derecho de
dejar de reconocer a su hijo. Tiene obligación de que su nombre figure en el acta
de nacimiento de su hijo".
Si la madre tiene la edad que señala el a. 361 (la exigida para contraer
matrimonio más la del hijo que va a ser reconocido) no existiría inconveniente
en el cumplimiento del deber jurídico que le impone el a. 60. Pero si es menorde
esa edad, ¿cómo cumpliría con esa obligación?
La respuesta parece darla el a. 360 el cual dispone que la filiación de los hijos
nacidos fuera de matrimonio, resulta con relación a la madre, "del solo hecho
del nacimiento".
Según esta disposición la filiación queda acreditada de pleno derecho sin
necesidad de reconocimiento posterior alguno. Podría argumentarse que la
inscripción del nacimiento que solicitare la madre no sería jurídicamente un
reconocimiento de hijo, porque éste, de pleno derecho, tenía con respecto a ella,
la calidad legal de hijo con plenas facultades y derechos. La petición de inscrip-
ción del nacimiento sería la confesión más palpable de su condición de madre.
Es necesario armonizar el artículo en comentario con el párrafo último del
a. 58 que dice: "En los casos de los aa. 60 y 77 de este código, el juez pondrá el
apellido paterno de los progenitores o los dos apellidos del que lo reconozca".
La Ir. I del a. 389 se refiere a esta misma materia y el 134 lo reafirma, pero sólo
con respecto a los hijos voluntariamente reconocidos.
Debe también relacionarse la norma contenida en el articulo en cita con las
disposiciones de los aa. 62, 63, 64 y 374 que establecen modalidades especiales,
respecto a la inscripción de hijos nacidos fuera del matrimonio.

L.C. P.

ARTÍCULO 78 Si el reconocimiento del hijo natural se hiciere


después de haber sido registrado su nacimiento, se forma-
rá acta separada.

Dispone el a. 369 en estrecha relación con el artículo que se comenta, que puede
reconocerse a un hijo nacido fuera de matrimonio "por acta especial ante el
mismo juez".
Si se trata de un menor de edad, éste debe ser reconocido con el consentimien-
to de su tutor y si no lo tiene, debe el juez designarle un tutor especialmente para
el caso, como lo dice el a. 375.

L.C.P.

[67]
ARTS 79 y RO LIBRO PRIMERO

ARTICULO 79. El reconocimiento del hijo natural mayor de edad


requiere el consentimiento expreso de éste en el acta
relativa.

Una disposición similar encontramos en el a. 375 que dice: "El hijo mayor de
edad no puede ser reconocido sin su consentimiento". Si se trata de reconoci-
miento del menor de edad véase el comentario al a. 375.
L.C.P.

ARTICULO 80. Si el reconocimiento se hace por alguno de los


otros medios establecidos en este Código, se presentará,
dentro del término de quince días, al encargado del Re-
gistro el original o copia certificada del documento que lo
compruebe. En el acta se insertará la parte relativa de
dicho documento, observándose las demás prescripcio-
nes contenidas en este capítulo y en el capítulo IV, del
Título séptimo de este Libro.

El a. 369 dispone que también puede reconocerse a un hijo nacido fuera de


matrimonio: por escritura pública, por testamento y por confesión judicial
directa y expresa.
En estos tres casos el Manual de organización del registro civil del DF
establece: "Cuando el reconocimiento se haga por escritura pública, por testa-
mento o por confesión judicial directa y expresa, siempre deberá levantarse acta
de reconocimiento". Reafirma el manual lo expresado por el a. 80.
Dispone el a. 367 que el reconocimiento no es revocable por el que lo hizo y si
se ha hecho en testamento, cuando éste se revoque, no se tiene por revocado el
reconocimiento.
Se ha discutido si puede el hijo reconocido en un testamento abierto entablar
demanda de alimentos antes de la muerte del reconociente.
El testamento, se afirma, es un simple proyecto que no puede tener eficacia.
alguna sino después de la muerte dei testador, como lo dispone expresamente el
a. 1295 y lo confirman los aa. 1291, 1665, 1666, 1826, 2950 fr. III.
La solución es dudosa, en especial cuando el testamento en que se hizo el
reconocimiento ha sido revocado. No deja por ello de ser un instrumento
público abonado por la fe notarial y si bien ya no será útil para distribuir los
bienes del de cujus, en cambio mantendrá su eficacia con respecto al reconoci-
miento (véase Rojina Villegas, Rafael, Derecho civil mexicano, t. II. "Derecho
de familia", núm. 12, p. 744; y F. Laurent, Principes de Droit Civil Francais,
5a. ed., t. IV, Paris, 1893, núm. 85, pp. 124-125).
L.C.P.

[68]

TITULO CUARTO. CAPITULO ARTS. MI y 82

ARTICULO 81. La omisión del registro, en el caso del artículo que


precede, no quita los efectos legales al reconocimiento
hecho conforme a las disposiciones de este Código.

La omisión del registro no invalida el reconocimiento ni trae consigo sanción


alguna.
El registro no es requisito de validez del acto. Sirve no obstante, para dar a
conocer a terceros la nueva calidad jurídica adquirida por el hijo nacido fuera de
matrimonio y permite dar publicidad a la constitución legal de la familia.
Este precepto 81 fue modificado por una ley que aparece publicada en el DO del
13 de enero de 1979. El texto anterior establecía una sanción a los responsables de
la omisión, al decir: "La omisión del registro, en el caso del artículo que precede,
no quita los efectos legales al reconocimiento hecho conforme a las disposicio-
nes de este Código; pero los responsables de la omisión incurrirán en una multa
de veinte a cien pesos, que impondrá y hará efectiva el juez ante quien se haga
valer el reconocimiento"
Se hace esta advertencia porque no reformó esta ley el a. 85 que se encuentra
ubicado en el capítulo intitulado: "De las actas de la adopción", donde se
establece que la falta de registro de la adopción no quita a ésta sus efectos
legales; agrega que sujeta al responsable a la pena que señala el a. 81, que no
establece actualmente sanción alguna. Es de esperar que en futuras modificaciones
al CC, se corrija esta anomalía.
L.C. P.

ARTÍCULO 82. En el acta de reconocimiento hecho con posteriori-


dad al acta de nacimiento, se hará mención de ésta,
poniendo en ella la anotación correspondiente.

En el Manual de organización del registro civil del DF se establece que las


anotaciones en las actas del estado civil de las personas, a partir de 1979, se
asentarán en las hojas especiales para anotaciones y se adherirán al acta que
corresponda, dejándose constancia en las formas del registro civil que esa acta
contiene anotaciones.
El manual establece que "en todos los casos en que ya hubiere sido levanta-
da acta de nacimiento de la persona que se pretende reconocer, ya sea que el
reconocimiento lo haga directamente el progenitor o por apoderado nombrado
por escritura pública deberá levantarse acta de reconocimiento".
Cuando el reconocimiento se haga por escritura pública, dice el manual, por
testamento o por confesión judicial directa y expresa, siempre deberá levantar-
se acta de reconocimiento.
El a. 80 del CC contiene una disposición similar.
L.C.P.

[6 9]

ARTS. 5y 114 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 83. Si el reconocimiento se hiciere en oficina distinta


de aquella en que se levantó el acta de nacimiento, el Juez
del Registro Civil que autorice el acta de reconocimiento,
remitirá copia de ésta al encargado de la oficina que haya
registrado el nacimiento, para que haga la anotación.
En el Manual de organización del registro civil del DF se dispone que:

si el reconocimiento se hiciera en el mismo juzgado en que se levantó el


acta de nacimiento, se procederá de inmediato a hacer la anotación
correspondiente. Si el reconocimiento se hiciere en juzgado distinto, se
dará aviso por oficio al juzgado en que se haya levantado el acta de
nacimiento, para que se efectúe la anotación correspondiente.

Estas anotaciones son necesarias porque permiten conocer los distintos


cambios que puede experimentar el estado civil de las personas a través de su
existencia.
Como esta obligación queda comprendida dentro de los deberes funcionarios
que la ley impone a los jueces del registro civil, es de suponer que en ningún caso
quedará sin cumplirse.

L.C.P.

CAPITULO IV
De las actas de adopción
ARTÍCULO 84. Dictada la resolución judicial definitiva que auto-
rice la adopción, el Juez, dentro del término de ocho días,
remitirá copia certificada de las diligencias al Juez del
Registro Civil que corresponda a fin de que, con la com-
parecencia del adoptante, se levante el acta correspon-
diente.
La sentencia ejecutoriada que pronuncia la adopción crea, con relación al
adoptado ya su padre adoptante, el llamado parentesco civil. Este se limita, en
cuanto a sus efectos, a adoptante y adoptado; es decir, no se extiende a los
parientes de uno y otro, salvo en lo que respecta a los impedimentos matrimo-
niales (a. 402).
El parentesco civil determina derechos y obligaciones recíprocos, tales como
los que derivan de los aa. 395, 396, 1612 y 1613 de este ordenamiento.
El acta de adopción a que se refiere el presente artículo constituye prueba
auténtica del nuevo estado civil, de hijo adoptivo o de padre adoptante, en las

1701
TITULO CUARTO
Del Registro Civil
CAPITULO IV
De las actas de adopción

ARTS. 5y 114 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 83. Si el reconocimiento se hiciere en oficina distinta


de aquella en que se levantó el acta de nacimiento, el Juez
del Registro Civil que autorice el acta de reconocimiento,
remitirá copia de ésta al encargado de la oficina que haya
registrado el nacimiento, para que haga la anotación.
En el Manual de organización del registro civil del DF se dispone que:

si el reconocimiento se hiciera en el mismo juzgado en que se levantó el


acta de nacimiento, se procederá de inmediato a hacer la anotación
correspondiente. Si el reconocimiento se hiciere en juzgado distinto, se
dará aviso por oficio al juzgado en que se haya levantado el acta de
nacimiento, para que se efectúe la anotación correspondiente.

Estas anotaciones son necesarias porque permiten conocer los distintos


cambios que puede experimentar el estado civil de las personas a través de su
existencia.
Como esta obligación queda comprendida dentro de los deberes funcionarios
que la ley impone a los jueces del registro civil, es de suponer que en ningún caso
quedará sin cumplirse.

L.C.P.

CAPITULO IV
De las actas de adopción
ARTÍCULO 84. Dictada la resolución judicial definitiva que auto-
rice la adopción, el Juez, dentro del término de ocho días,
remitirá copia certificada de las diligencias al Juez del
Registro Civil que corresponda a fin de que, con la com-
parecencia del adoptante, se levante el acta correspon-
diente.
La sentencia ejecutoriada que pronuncia la adopción crea, con relación al
adoptado ya su padre adoptante, el llamado parentesco civil. Este se limita, en
cuanto a sus efectos, a adoptante y adoptado; es decir, no se extiende a los
parientes de uno y otro, salvo en lo que respecta a los impedimentos matrimo-
niales (a. 402).
El parentesco civil determina derechos y obligaciones recíprocos, tales como
los que derivan de los aa. 395, 396, 1612 y 1613 de este ordenamiento.
El acta de adopción a que se refiere el presente artículo constituye prueba
auténtica del nuevo estado civil, de hijo adoptivo o de padre adoptante, en las

1701
TITULO CUARTO/CAPITULO IV ARTS 84, 85 y 86

relaciones entre las partes y frente a terceros. Ella acompañará al adoptivo


durante toda su vida, si la adopción no fuese revocada; y le servirá de medio
probatorio oponible al adoptante y sus herederos, cuando se trate de hacer valer
derechos tales como el alimentario, el sucesorio y todos los inherentes al
parentesco civil, u otras acciones específicas como la impugnación a la adopción
(a. 394).

C.G.M.

ARTICULO 85. La falta de registro de la adopción no quita a ésta


sus efectos legales; pero sujeta al responsable a la pena
señalada en el artículo 81.

Es menester relacionar este artículo con el 400, según el cual "tan luego omo
cause ejecutoria la resolución judicial que se dicte autorizando una adopción,
quedará ésta consumada".
Se discute en legislación comparada si el nuevo estado civil de hijo adoptivo o
de padre adoptante se configura en virtud de la sentencia ejecutoriada que
pronuncie la adopción, o por obra de la inscripción en el registro.
En el CC para el DF se da una solución clara y terminante, en el sentido de
que el estado civil derivado del vínculo de la adopción queda establecido por la
sentencia. En otras palabras, ésta es constitutiva de estado civil. El acta de
adopción es, entonces, un documento público que hace plena fe del hecho que
en ella se atesta; pero su falta no quita efectos a la adopción ni inhibe a las partes
o a terceros de reclamar los derechos o responsabilizarse por las obligaciones
emanadas del nuevo parentesco civil, creado por la sentencia ejecutoriada.
La solución dada por el CC puede adquirir importancia, p.e., en caso de suce-
sión, cuando una de las partes en la relación adoptiva fallece después
de ejecutoriada la sentencia, pero antes de que la adopción haya sido inscrita
en el registro. No cabe duda en este caso de que existen derechos sucesorios
entre las partes.
Se remite este artículo al a. 81, en toque respecta a la sanción que corresponda
para el caso de incumplimiento de la obligación de inscribir la adopción en el
registro civil. Pero es de tener presente que el a. 81 fue modificado (DO 3-I-79) y
no señala actualmente ninguna sanción.

C. G.M.

ARTÍCULO 86. El acta de adopción contendrá los nombres, ape-


llidos, edad y domicilio del adoptante y del adoptado; el
nombre y demás generales de las personas cuyo consenti-
miento hubiere sido necesario para la adopción, y los

171]

ARTS 86, 87 y 88 LIBRO PRIMERO

nombres, apellidos, y domicilio de las personas que inter-


vengan como testigos. En el acta se insertarán los datos
esenciales de la resolución judicial.

Si bien la adopción es un acto eminentemente jurisdiccional, —y no un acto


entre partes, como lo legislaba el Código Napoleónico de 1804— tiene como
presupuesto el consentimiento de las personas que señala la ley. El a. 397 indica,
en forma preceptiva, quiénes deben consentir a la adopción: el que ejerce la
patria potestad, en caso de menor de edad, el tutor, aquel que ejerza la simple
tenencia y trate al menor como hijo o, en defecto de todos ellos, el MP. Es de
tener en cuenta que si el menor que se va a adoptar tiene más de catorce años,
será necesario su propio consentimiento para que pueda ser adoptado.
En caso de que el adoptante dé sus nombres y apellidos al adoptado, esta
circunstancia deberá asimismo constar en el acta de adopción (a. 395), ya que
bajo ese nuevo nombre actuará en la vida civil el adoptado, a partir de la fecha
en que recaiga la ejecutoria de la sentencia.
C.G.M.

ARTICULO 87. Extendida el acta de la adopción, se anotará la de


nacimiento del adoptado, y se archivará la copia de las
diligencias relativas, poniéndole el mismo número del
acta de adopción.

El sistema de adopción que acoge el CC para el DF es el llamado "adopción


simple", por oposición a la "adopción plena" o "legitimación adoptiva". En
consecuencia, el acta de nacimiento del adoptado no se modifica por la adop-
ción, porque el vínculo del adoptado con la familia subsiste: éste mantiene con
respecto a ella todos los derechos y obligaciones, salvo en lo que se refiere a la
patria potestad, que se transfiere al adoptante.
El acta de nacimiento del adoptado, entonces, mantiene todo su valor, al
superponérsele un acta de adopción, se correlacionan ambos documentos y se
anota el acta de nacimiento, dejando constancia de la posterior adopción y, en
su caso, del cambio de nombre y apellidos del adoptado (a. 395).
Si la adopción fuese revocada, se vuelve a anotar el acta de nacimiento,
dejando constancia de esa revocación (a. 88). Pero el contenido intrínseco del
acta de nacimiento no se modifica en ningún momento, dado que el parentesco
del adoptado con sus padres biológicos no se anula por obra de la ley.

C.G.M.

ARTICULO 88. El juez o tribunal que resuelva que una adopción


queda sin efecto, remitirá dentro del término de ocho días

1721
TITULO CUARTOiCAPITULOS IV y V ARTS. 88, 89 y 90

copia certificada de su resolución al Juez del Registro


Civil, para que cancele el acta de adopción y anote la de
nacimiento.

la adopción es un acto revocable, ya sea por consentimiento de ambas partes o


por causa de ingratitud (aa. 405 y 406).
Puesto que la adopción es un acto jurisdiccional su revocación requiere la
intervención judicial para adquirir eficacia.
tina vez que quede firme la sentencia que declara la revocación, se debe
proceder a cancelar el acta de adopción y anotar la de nacimiento. Relaciónese
este precepto con el a. 410 (ver comentario al a. 87).

C.G.M.

CAPITULO V
De las actas de tutela
ARTICULO 89. Pronunciado el auto de discernimiento de la tutela
y publicado en los términos que previene el Código de
Procedimientos Civiles, el Juez de lo Familiar remitirá
copia certificada del auto mencionado al Juez del Regis-
tro Civil para que levante el acta respectiva. El Curador
cuidará del cumplimiento de este artículo.

El discernimiento de la tutela por parte del juez, presupone la declaración del


estado de minoridad o de incapacidad de la persona que quedará sujeta a ella. El
tuior deberá cuidar de la persona y de los bienes del incapaz, para lo cual la ley le
concede determinadas facultades, a la vez que le impone múltiples obligaciones.
El acta de tutela constituye el título probatorio auténtico que permitirá al
tutor presentarse como tal frente a terceros; el tutor es el legítimo representante
del incapaz en los actos jurídicos; el acta de tutela le acredita en dicha represen-
tación, p.e., si el tutor realiza un contrato en nombre del incapaz, al cocontra-
tante no le cabrá duda de la representación invocada si media la representación
en el acta de tutela. Este documento público prueba su personería en el juicio en
que fuere parte el incapaz.

C.G. M.

ARTICULO 90. La omisión del registro de tutela no impide al tutor


entrar en ejercicio de su cargo, ni puede alegarse por
ninguna persona como causa para dejar de tratar con él.

De la interpretación de este precepto se desprende que es el auto del juez que

1731

ARTS_ 90 y 91 LIBRO PRIMERO

discierne la tutela, el acto o título atributivo de la calidad de tutor de un incapaz.


El acta que debe levantar el juez del registro civil es solamente el documento
probatorio que tiene plena prueba, dado su carácter de documento público;
pero que por ser un elemento probatorio, si falta, ello no impide al tutor entrar
al ejercicio de su cargo.
La segunda parte del artículo ordena que ninguna persona puede argüir la
falta de registro para desconocer las facultades del tutor porque la naturaleza de
las funciones del tutor, son protectoras de los intereses del incapaz, que no admiten
postergación por la falta de un requisito que no es de validez, sino de prueba: el
acta de tutela. Entendemos que, a su vez, el tercero que deba entablar una
relación jurídica con el tutor puede exigir que éste acredite su calidad de tal,
como forma de prevenir el fraude de quien invocase falsamente una representa-
ción que no tiene.
La inexistencia de un acta de tutela obliga a proporcionar una prueba
supletoria de la condición de tutor; esa prueba puede consistir en una copia
certificada del auto de discernimiento expedido por el secretario del juzgado de
radicación de las diligencias en donde consta el nombramiento de tutor.

C.G.M.

ARTÍCULO 91. El acta de tutela contendrá:


1.—E1 nombre, apellido y edad del incapacitado;
II. La clase de incapacidad por la que se haya diferi-
do la tutela;
¡11.—El nombre y demás generales de las personas que
han tenido al incapacitado bajo su patria potestad antes
del discernimiento de la tutela;
[V.—El nombre, apellido, edad, profesión y domicilio
ildel tutor y del curador;
V.—La garantía dada por el tutor, expresando el nom-
bre, apellido y demás generales del fiador, si la garantía
consiste en fianza; o la ubicación y demás señas de los
bienes, si la garantía, consiste en hipoteca o prenda;
VI.—E1 nombre del juez que pronunció el auto de
discernimiento y la fecha de éste.

El acta de tutela, de acuerdo a este artículo, debe contener las constancias más
relevantes del expediente en que se haya sustanciado el nombramiento de tutor,
ante el juez de lo familiar.
La fr. II es correlativa del a. 902 del CPC, según el cual ninguna tutela puede
conferirse sin que previamente se declare el estado de minoridad o de incapaci-
dad de la persona que va a quedar sujeta a ella. Mientras que el estado de

174]
TITULO CUARTO/CAPILULOS V Y VI ARTS. 91,92 y 93

minoridad --por la certidumbre probatoria que emana del acta de nacimiento o


de una relativamente sencilla prueba supletoria— se tramita sin forma de juicio,
la incapacidad por causa de demencia debe estar precedida de las garantías del
juicio ordinario (aa. 903 y 904 CPC).
La fr. 111 será o no de aplicación, según que el incapaz haya estado sujeto a
patria potestad; es el caso .del menor de edad; pero no será necesaria esta
constancia, tratándose de un mayor de edad que cayó en estado de interdicción
(frs. II, III y IV, a. 450).
También es de tener presente, con relación a la fr. V. que cierta ciase de
tutores están eximidos de la obligación de dar garantía. (Ver, en especial, los aa.
519, 520, 523 y 524). En estos supuestos, se deberá dejar constancia en el acta de
la excepción que beneficia al tutor.
C.G. M.

ARTICULO 92. Extendida el acta de tutela, se anotará la de


nacimiento del incapacitado, observándose para el caso
de que no exista en la misma oficina del Registro, lo
prevenido en el artículo 83.

Este precepto cobra especial importancia en el caso de menores de edad sujetos


a tutela; el tutor es el representante legal del menor que no se encuentra sujeto a
patria potestad y el título probatorio de esa representación es el acta de tutela;
mientras que, si el menor estuviese sometido a patria potestad, su acta de
nacimiento sería la prueba —o parte de la prueba— de tal estatuto jurídico. De
ahí que se haga necesario anotar el acta de nacimiento en el caso de tutela, a los
efectos de que no puedan existir dudas acerca de la persona sobre quien recae la
mencionada representación legal (ver comentarios al a. 83).
C.G.M.

CAPITULO VI
De las actas de emancipación
ARTICULO 93. En los casos de emancipación por efecto
del matrimonio, no se extenderá acta por separado; será
suficiente para acreditarla, el acta de matrimonio.

El matrimonio del menor. de 18 años, produce el derecho a la emancipación (a.


641 CC), Esta se prueba con el acta de matrimonio que constituye la única vía
legalmente posible de emanciparse.
Atendiendo al texto literal del precepto, de acuerdo con la reforma publicada
en el DO de 3 de enero de 1979, el CC suprimió las actas de emancipación.
B. S.

1751
ARTS, 94, 93, % y 97 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 94. Derogado.

ARTÍCULO 95. Derogado.

ARTÍCULO 96. Derogado.

CAPITULO VII
De las actas de matrimonio
ARTÍCULO 97. Las personas que pretendan contraer matrimonio
presentarán un escrito al Juez del Registro Civil del
domicilio de cualquiera de ellas, que exprese:
I.—Los nombres, apellidos, edad, ocupación y domici-
lio, tanto de los pretendientes como de sus padres, si éstos
fueren conocidos. Cuando alguno de los pretendientes o
los dos hayan sido casados, se expresará también el nom-
bre de la persona con quien celebró el anterior matrimo-
nio, la causa de su disolución y la fecha de ésta;
II.—Que no tienen impedimento legal para casarse, y
I11.—Que es su voluntad unirse en matrimonio.
Este escrito deberá ser firmado por los solicitantes, y si
alguno no pudiere o no supiere escribir, lo hará otra
persona conocida, mayor de edad y vecina del lugar.

Con la suscripción y presentación de la solicitud, se inician ante el juez del


domicilio de cualquiera de los que pretendan contraer matrimonio, los actos
preparatorios tendentes a su celebración. En este precepto se emplea el vocablo
domicilio en el sentido ordinario de casa habitación.
La solicitud contiene la manifestación de voluntad de quienes la suscriben
que es su intención establecer entre ambos el vínculo conyugal, observando las
solemnidades que la ley impone para ese fin y declaran que no tienen impedi-
mento legal para casarse.
Puesto que el matrimonio, una vez que se ha celebrado solemnemente va a
producir efectos no sólo entre los pretendientes sino en manera principal entre
cada uno de los consortes y los miembros de la familia de quien será su cónyuge
(parentesco por afinidad) deberá hacerse constar en la solicitud además de los
nombres, apellidos, ocupación y domicilio de los que pretendan contraer matri-
monio, los de sus padres, que son el tronco o punto inicial del parentesco por
afinidad. Este dato revela claramente cómo las consecuencias del matrimonio
trascienden la voluntad particular de los contrayentes.
Esta disposición impone el deber a cargo de quien ha sido casado anterior-
mente, de indicar de manera clara y precisa, la fecha en que el vínculo conyugal

1761
"TITULO CUARTO/CAPITULO VII ARTS 97 y 98

que lo unía a otra persona ha sido disuelto por alguna de las causas que la ley
establece.
Cuando alguno de los solicitantes no sepa escribir, la solicitud será suscrita
por otra persona capaz, que sea además conocida y vecina del lugar en d onde se
celebrará el matrimonio.
El elemento de la vecindad es un dato que puede comprobarse por medios
objetivos. En cuanto a que se trate de una persona "conocida", los jueces del
registro civil deberán cuando menos, hacer constar, bajo su responsabilidad,
que se han cerciorado de que quien firma en l ugar de cualquiera de los solicitan-
tes es conocido como persona digna de crédito en el lugar donde tiene su
domicilio el solicitante.

I.G.G.

ARTÍCULO 98. Al escrito a que se refiere el articulo anterior, se


acompañará:
1.--E1 acta de nacimiento de los pretendientes y en su
defecto un dictamen médico que compruebe su edad,
cuando por su aspecto no sea notorio que el varón es
mayor de dieciséis años y la mujer mayor de catorce;
• 11.—La constancia de que prestan su consentimiento
para que el matrimonio se celebre, las personas a que se
refieren los artículos 149, 150 y 151;
111.--La declaración de dos testigos mayores de edad
que conozcan a los pretendientes y les conste que no
tienen impedimento legal para casarse. Si no hubiere dos
testigos que conozcan a ambos pretendientes, deberán
presentarse dos testigos por cada uno de ellos;
1V.--Un certificado suscrito por un médico titulado
que asegure, bajo protesta de decir verdad, que los pre-
tendientes no padecen sífilis, tuberculosis, ni enfermedad
alguna crónica e incurable que sea, además, contagiosa y
hereditaria.
Para los indigentes tienen obligación de expedir gratui-
tamente este certificado los médicos encargados de los
servicios de sanidad de carácter oficial.
V.—E1 convenio que los pretendientes deberán cele-
brar con relación a sus bienes presentes y a los que
adquieran durante el matrimonio. En el convenio se ex-
presará con toda claridad si el matrimonio se contrae
bajo el régimen de sociedad conyugal o bajo el de separa-

1771
ART. 98 LIBRO PRIMERO

ción de bienes. Si los pretendientes son menores de edad,


deberán aprobar el convenio las personas cuyo consenti-
miento previo es necesario para la celebración del matri-
monio. No puede dejarse de presentar ese convenio ni
aun a pretexto de que los pretendientes carecen de bienes,
pues en tal caso, versará sobre los que adquieran durante
el matrimonio. Al formarse el convenio se tendrá en
cuenta lo que disponen los artículos 189 y211, ye! Oficial
del Registro Civil deberá tener especial cuidado sobre
este punto, explicando a los interesados todo lo que
necesiten saber a efecto de que el convenio quede debida-
mente formulado.
Si de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 185 fuere
necesario que las capitulaciones matrimoniales consten
en escritura pública, se acompañará un testimonio de esa
escritura.
V1.—Copia del acta de defunción del cónyuge falleci-
do, si alguno de los contrayentes es viudo, o de la parte
resolutiva de la sentencia de divorcio o de nulidad de
matrimonio, en caso de que alguno de los pretendientes
hubiere sido casado anteriormente;
VIL—Copia de la dispensa de impedimentos, si los
hubo.

La disposición contenida en este precepto legal, complementa la norrna anterior


e impone a los pretendientes la obligación de acompañar a su solicitud los
documentos probatorios de la veracidad de lo declarado por ellos conforme al
precepto anterior.
Por lo que se refiere a la falta de impedimentos para contraer matrimonio se
requiere la declaración de dos testigos que conozcan a cada uno de los contra-
yentes a quienes les conste que éstos no tienen impedimento legal para casarse.
Puede admitirse la declaración de cuatro testigos, dos por cada uno de los
pretendientes.
Con esta misma finalidad probatoria, debe acompañarse un certificado de
salud suscrito por un médico legalmente autorizado para ejercer su profesión,
en el que manifieste bajo protesta de decir verdad que ninguno de los preten-
dientes padece enfermedad alguna que sea impedimento legal para contraer
matrimonio.
Se acompañará la copia certificada del acta de defunción de la persona con
quien el solicitante estuvo casado o copia certificada de la sentencia de nulidad o
de divorcio del matrimonio anterior.

1781

TI 1 ULO CUARTO CAPITULO VII AR1 S 98. 99 y IQ()

Se exige finalmente copia certificada de la dispensa de impedimentos si se


hizo valer alguno.
Es indispensable la presentación de las capitulaciones matrimoniales para
que conste de una manera expresa, cuál es el régimen patrimonial (separación
de bienes, sociedad conyugal o concurrencia de ambos regímenes, llamado
sistema mixto) que adopten por propia voluntad los futuros contrayentes.
La SCIN ha sostenido el criterio de que para la existencia de la sociedad
conyugal basta que los contrayentes declaren que celebran el matrimonio bajo
ese régimen (A.D. 2135/71 Tercera Sala, séptima época, vol. 43, cuarta parte.
p. 70).
"El régimen supletorio, cuando no se pactó nada o cuando un bien no se
incluyó en las capitulaciones matrimoniales, es el de separación de bienes,".
(Pacheco, Alberto E., La familia en el derecho civil mexicano, México, 1984,
p. 133).

I.G.G.

ARTICULO 99. En el caso de que los pretendientes, por falta de


conocimientos, no puedan redactar el convenio a que se
refiere la fracción V del artículo anterior, tendrá obliga-
ción de redactarlo el Juez del Registro Civil, con los datos
que Los mismos pretendientes le suministren.

El requisito de que a la solicitud de matrimonio deba acompañarse necesaria-


mente las capitulaciones matrimoniales, aparece nuevamente en este precepto.
En efecto, para el caso de que por cualquier circunstancia los pretendientes no
pudieren redactar el convenio que contenga las reglas a las que por acuerdo de
éstos se someterá el régimen de los bienes de los futuros consortes, el juez del
registro civil tiene la obligación de redactarlo, de acuerdo con los datos que le
suministren los pretendientes.
Debe entenderse que el propio funcionario tiene obligación de instruir a los
solicitantes, de que deben ocurrir ante notario público, si pretenden organizar
un régimen de sociedad conyugal y entre los bienes que la constituirán, queda
comprendido uno o varios inmuebles, para cuya transmisión de dominio, se
requiere el otorgamiento de escritura pública.

I.G.G.

ARTICULO 100. El Juez del Registro Civil a quien se pre-


sente una solicitud de matrimonio que llene los requisitos
enumerados en los artículos anteriores, hará que los pre-
tendientes y los ascendientes o tutores que deben prestar
su consentimiento, reconozcan ante él y por separado sus

179j
ARTS 100 y 101 LIBRO PRIMERO

firmas. Las declaraciones de los testigos a que se refiere la


fracción III del a. 98 serán ratificadas bajo protesta de
decir verdad, ante el mismo Juez del Registro Civil. Este,
cuando lo considere necesario, se cerciorará de la autenti-
cidad de la firma que calce el certificado médico presentado.

El reconocimiento ante el juez del registro civil, de la autenticidad de las firmas


de los interesados que calzan la solicitud de matrimonio, tanto la de los
pretendientes como la de sus ascendientes o tutores, si deben prestar su consen-
timiento —cuando alguno de los solicitantes es menor de edad— así como la
ratificación de las declaraciones de los testigos a quienes consta que no existe
impedimento para la celebración del matrimonio, tiene por objeto, por una
parte, que el juez del registro civil se cerciore de la autenticidad de las firmas de
los interesados y de quienes deben autorizar la solicitud de menores de edad
para contraer matrimonio y de que los testigos ratifiquen sus declaraciones en
presencia del funcionario ante quien se celebrará el matrimonio. El testigo que
declare falsamente, incurre en las sanciones que impone el CP al autor del delito
de falsedad en declaraciones ante autoridad.
Por lo que corresponde al certificado médico que acompaña a la solicitud,
queda al arbitrio prudente del juez, cerciorarse de la autenticidad de la firma del
facultativo.

I.G.G.

ARTICULO IW. El matrimonio se celebrará dentro de los ocho


días siguientes, en el lugar, día y hora que señale el Juez
del Registro Civil.

La fijación de un plazo breve, como lo es el término de ocho días contados a


partir de la fecha de presentación de la solicitud para la celebración del matri-
monio, ha sido necesaria porque debe suponerse que en tan corto tiempo
permanecen las mismas circunstancias a que se refiere la solicitud.

Es cierto que la fijación del plazo antes dicho, no impide que el matrimonio
pueda celebrarse válidamente con posterioridad. No es un requisito cuyo in-
cumplimiento produzca la nulidad del acto por extemporaneidad; pero también
es verdad que si uno de los solicitantes o ambos, son menores de edad y fallece el
ascendiente o tutor que ha prestado su consentimiento para la celebración del
matrimonio, la persona que en su defecto tendría el derecho de otorgarlo, no
puede revocar el que ya había otorgado, si el matrimonio se celebra dentro del
plazo de ocho días señalado por el precepto que se comenta (véase a. 154).

1801
TITULO CUARTO.' CAPI ULO VII ART 102

ARTÍCULO 102. En el lugar, día y hora designados para la


celebración del matrimonio deberán estar presentes, ante
el Juez del Registro Civil, los pretendientes o su apodera-
do especial constituido en la forma prevenida en el articu-
lo 44 y dos testigos por cada uno de ellos, que acrediten su
identidad.
Acto continuo, el Juez del Registro Civil leerá en voz
alta la solicitud de matrimonio, los documentos que con
ella se hayan presentado y las diligencias practicadas, e
interrogará a los testigos acerca de si los pretendientes
son las mismas personas a que se refiere la solicitud. En
caso afirmativo, preguntará a cada uno de los pretendien-
tes si es su voluntad unirse en matrimonio, y si están
conformes, los declarará unidos en nombre de la ley y de
la sociedad.

El rito establecido por la ley para la celebración del matrimonio, es sencillo;


pero debe ser observado rigurosamente. El juez del registro civil debe seguir
escrupulosamente la secuencia que establece el articulo en comentario.
La solemnidad prescrita para el matrimonio como acto jurídico se manifies-
ta en armoniosa correspondencia con el interés de los contrayentes y el interés
de la sociedad. Es garantía de la validez del acto y de la estabilidad del vínculo
conyugal que genera.
Para su celebración, se requiere la comparecencia personal de los contrayen-
tes o de sus apoderados especialmente instituidos para ese acto, en los términos
del a. 44. Se exige también la presencia del juez del registro civil y de los testigos
de identidad por cada uno de los contrayentes. El juez del registro civil deberá
dar lectura en voz alta a la solicitud de matrimonio y mencionar los d ocu mentos
que se acompañaron a ella, corroborando así públicamente que se ha dado
cumplimiento a lo que la ley ordena en este respecto, conforme a los aa, 97 al
100.
Concluida esta parte inicial del acto, el juez deberá recibir de uno y otro
contrayente sucesivamente, la manifestación de que es su voluntad unirse en
matrimonio. En seguida, los declara unidos en legitimo matrimonio, en nombre
de la ley y la sociedad.
Procederá luego a levantar por triplicado (a. 36) el acta que será firmada en su
presencia por los contrayentes, quienes imprimirán su huella digital en el
documento; firmarán también los testigos y las demás personas que comparecen
concurriendo al acto. El juez deberá autorizar el acta con su firma.

[81]
ART 103 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 103. Se levantará luego el acta de matrimonio en el


cual se hará constar:
I.—Los nombres, apellidos, edad, ocupación, domici-
lio y lugar de nacimiento de los contrayentes:
11.—Si son mayores o menores de edad;
III. Los nombres, apellidos, ocupación y domicilio
de los padres;
[V.—El consentimiento de éstos, de los abuelos o tuto-
res, o de las autoridades que deban suplirlo;
V.—Que no hubo impedimento para el matrimonio o
que éste se dispensó;
VI.—La declaración de los pretendientes de ser su
voluntad unirse en matrimonio, y la de haber quedado
unidos, que hará el Juez en nombre de la Ley y de la
sociedad;
VII.—La manifestación de los cónyuges de que con-
traen matrimonio bajo el régimen de sociedad conyugal o
de separación de bienes;
V11 I.—Los nombres, apellidos, edad, estado civil, ocu-
pación y domicilio de los testigos, su declaración sobre si
son o no parientes de los contrayentes, y si lo son, en qué
grado y en qué línea;
IX.—Que se cumplieron las formalidades exigidas por
el artículo anterior;
El acta será firmada por el Juez del Registro Civil, los
contrayentes, los testigos, y las demás personas que hu-
bieren intervenido si supieren y pudieren hacerlo.
En el acta se imprimirán las huellas digitales de los
contrayentes.

El acta de matrimonio debe contener precisamente los datos que menciona en


manera detallada y expresa el artículo que es materia de este comentario.
El acta debe contener la mención pormenorizada de que tanto los contrayen-
tes como el juez del registro civil, han dado cumplimiento a las disposiciones
legales, que rigen la celebración del matrimonio como acto jurídico.
Conviene hacer notar que entre los datos que debe contener el acta, el
legislador exige que se haga constar (fr. IX) "que se han cumplido las formalida-
des exigidas por el artículo anterior".
Deben firmar el acta los contrayentes, los testigos y todas las personas que
hubieren invervenido ene! acto si supieren y pudieren hacerlo. Se imprimirán en

[82]

TITULO CUARTO CAPITULO VII ARTS 103. 103 HÉy 104

el acta, las huellas digitales de los contrayentes. El juez del registro civil debe
autorizar con su firma el acta que ha levantado.
El acta de matrimonio hace prueba plena no sólo del acto del matrimonio,
sino de todas las circunstancias que se deben hacer constar en ella por disposi-
ción de la ley, de las cuales el juez del registro civil da fe de haber pasado en su
presencia. (a. 50).

I.G.G.

ARTÍCULO 103 Bis. La celebración conjunta de matrimonios no


exime al Juez del cumplimiento estricto de las solemnida-
des a que se refieren los artículos anteriores.

Por reforma publicada en el DO de 3 de enero de 1979, se adicionó el precepto


para legalizar la celebración conjunta de matrimonios.
Con ello se pretende facilitar el acceso a ta institución del matrimonio a
determinadas clases sociales que vivían y todavía en muchos casos siguen
viviendo en concubinato.
Resulta dificil cumplir en estos matrimonios celebrados masivamente, con
todas las formalidades que la ley impone cuando se trata de la celebración del
matrimonio en la manera tradicional. Empero, la intención que anima la
reforma del precepto es loable en la medida en que contribuya a dar estabili-
dad a la familia y protección a la prole.

I.G.G.

AR TíCULO 104. Los pretendientes que declaren maliciosamente


un hecho falso, los testigos que dolosamente afirmen la
exactitud de las declaraciones de aquéllos o su identidad,
y los médicos que se produzcan falsamente al expedir el
certificado a que se refiere la fracción IV del artículo 98,
serán consignados al Ministerio Público para que ejercite
la acción penal correspondiente. Lo mismo se hará con
las personas que falsamente se hicieren pasar por padres
o tutores de los pretendientes.

En este articulo se establece la sanción penal para el caso de violación de los


preceptos que contienen las reglas aplicables al proceso o sucesión de actos para
la celebración del matrimonio.
Para ese efecto, el juez del registro civil debe consignar al MP, para cl ejercicio
de la acción correspondiente, a los pretendientes que declaren maliciosamente
un hecho falso, a los testigos cuando dolosamente afirmen la existencia de un

[83)
ARTS, 104, 105 y 106 LIBRO PRIMERO

hecho inexacto, a los médicos que expidan un certificado que sea engañoso
sobre la salud de uno de los pretendientes o de ambos, si el padecimiento
ocultado por el médico es causa de impedimento para el matrimonio, o a las
personas que se hagan pasar falsamente por padres o tutores del menor que
pretenda contraer matrimonio.
El delito de falsedad e informes falsos dados a una autoridad, se encuentra
sancionado en el a. 247 del CP para el DF.

I.G.G.

ARTÍCULO 105. El Juez del Registro Civil que tenga conoci-


miento de que los pretendientes tienen impedimento para
contraer matrimonio, levantará una acta, ante dos testi-
gos, en la que hará constar los datos que le hagan suponer
que existe el impedimento. Cuando haya denuncia, se
expresará en el acta el nombre, edad, ocupación, estado y
domicilio del denunciante, insertándose al pie de la letra
la denuncia. El acta firmada por los que en ella intervinie-
ren, será remitida al juez de primera instancia que corres-
ponda, para que haga la calificación del impedimento.

Cuando el juez del registro civil, por sí mismo o por haber recibido alguna
denuncia, obtenga datos que le hagan presumir la existencia de algún impedi-
mento para la celebración del matrimonio, deberá levantar un acta ante dos
testigos haciendo constar la información en que fundó su presunción del
impedimento y en su caso el nombre del denunciante, insertando literalmente la
denuncia presentada. El acta deberá ser firmada por todos los que en ella
intervinieren, a saber: el juez, los testigos y el denunciante, en su caso.
La autoridad competente para calificar el impedimento, es el juez de lo
familiar (juez de primera instancia).

1.G.G.

ARTICULO 106. Las denuncias de impedimento pueden hacerse


por cualquiera persona. Las que sean falsas sujetan al
denunciante a las penas establecidas para el falso testimo-
nio en materia civil. Siempre que se declare no haber
impedimento el denunciante será condenado al pago de
las costas, daños y perjuicios.

Se concede acción popular para denunciar cualquier impedimento para la


celebración de un determinado matrimonio.

[84]

TITULO CUARTO CAPITULO VII ARTS. I0 y ION

No obstante el precepto dispone a continuación, que si resultare falsa la


denuncia, el denunciante quedará sujeto a las penas previstas para el delito de
falsedad en declaraciones ante autoridad (el precepto emplea la arcaica locución
"falso testimonio en materia civil"). A este respecto debe tenerse presente el
comentario al a. 105.

I.G.G.

ARTÍCULO 107. Antes de remitir el acta al juez de primera ins-


tancia, el Juez del Registro Civil hará saber a los preten-
dientes el impedimento denunciado, aunque sea re-
lativo solamente a uno de ellos, absteniéndose de todo
procedimiento ulterior hasta que la sentencia que deci-
da el impedimento cause ejecutoria.

El juez del registro civil, antes de remitir la denuncia de algún impedimento al


juez de lo familiar, deberá dar a conocer a los pretendientes el hecho denunciado
o el que conoce por cualquier otro medio.
Deberá informar a ambos pretendientes, de todos los datos necesarios (fecha,
número de oficio de remisión de la denuncia a la autoridad judicial) que
permitan a los interesados exponer ante el juez que calificará el impedimento, lo
que a su derecho convenga y en su caso, para ejercer la acción de reparación de
los daños y la de indemnización de los perjuicios si a la postre resultare falsa o
infundada la denuncia.
La presentación de la denuncia, inhibe al juez del registro civil, para conti-
nuar los trámites del matrimonio, mientras no haya recaído una resolución del
juez que conoce de la denuncia presentada.

I.G.G.

ARTICULO 108. Las denuncias anónimas o hechas por cualquiera


otro medio, si no se presentare personalmente el de-
nunciante, sólo serán admitidas cuando estén compro-
badas. En este caso, el Juez del Registro Civil dará cuenta
a la autoridad judicial de primera instancia que corres-
ponda, y suspenderá todo procedimiento hasta que ésta
resuelva.
El juez del registro civil no debe admitir denuncias de impedimentos que no se
presenten acompañadas de las pruebas de los hechos en que se hacen consistir
éstos. Las denuncias anónimas o hechas por cualquier otro medio, pueden ser
admitidas, si cumplen el requisito mencionado.

1851

ARTS. 108 y 109 LIBRO PR1MERC

Es intención del legislador que el funcionario que interviene ene! matrimonio


pueda disponer de toda la información necesaria para otorgar a la voluntad de
los contrayentes la fuerza vinculatoria que la ley confiere a la institución del
matrimonio, de manera que ni el temor, ni sentimientos de otra naturaleza
impidan que llegue a conocimiento del juez del registro civil la existencia de
hechos o circunstancias que constituyendo un impedimento para el matrimo-
nio, las más veces sólo pueden ser advertidos por aquellas personas que por
parentesco o por cercana amistad se encuentran en la posibilidad de conocer los
particulares de la vida de uno de los pretendientes o de ambos.
La denuncia del impedimento debe estar apoyada en elementos objetivos, es
decir, en hechos fehacientes, que conforme al precepto que se comenta, el
denunciante está obligado a comprobar y no en simples conjeturas o apreciacio-
nes. Las denuncias deben siempre estar apoyadas en hechos ciertos y concretos,
que el denunciante debe apoyar acompañando a su solicitud la prueba de sus
afirmaciones.
Compete a la autoridad judicial resolver si el hecho denunciado constituye
jurídicamente un impedimento para el matrimonio. Entretanto, el juez del
registro civil, debe abstenerse de continuar los trámites para el matrimonio.

ARTICULO 109. Denunciado un impedimento, el matrimonio


no podrá celebrarse aunque el denunciante se desista,
mientras no recaiga sentencia judicial que declare su
inexistencia o se obtenga dispensa de él.

Se reitera el efecto suspensivo que para la continuación del procedimiento para


contraer matrimonio produce el conocimiento por un juez del registro civil, de
la existencia de un impedimento ya sea por denuncia presentada o por propia
investigación de ese funcionario.
Este precepto ordena, como el artículo anterior, que la calificación del
impedimento es de la competencia del juez de lo familiar.
Reitera asimismo, que el juez del registro civil, al tiempo de tener conocimien-
to del impedimento, debe suspender las diligencias para la celebración del
matrimonio, mientras la autoridad judicial a quien ha remitido la denuncia,
dicta sentencia declarando que no existe el impedimento (propiamente, que los
hechos denunciados no son impedimento legal para que el matrimonio se
celebre).
El artículo que se comenta es más explícito que el anterior, porque conforme
a su texto, el juez del registro civil puede reanudar el trámite suspendido por
efecto de la denuncia, si los futuros contrayentes cuando son menores de edad
han obtenido dispensa de la edad, si existe entre ellos lazo de un parentesco que
pueda ser dispensable y han obtenido la dispensa o bien finalmente, cuando el

[861

TITULO CUARTO/CAPITULO VII ARTS. 109. 110 y 111

tutor o la tutriz han sido autorizados para contraer matrimonio con la pupila o
el pupilo que se encuentren bajo su guarda, conforme lo disponen los aa. 156 y
159.

I.G.G.

ARTICULO 110. El Juez del Registro Civil que autorice un matri-


monio teniendo conocimiento de que hay impedimento
legal, o de que éste se ha denunciado, será castigado como
lo disponga el Código Penal.

Esta disposición remite al CP para sancionar al juez del registro civil que
autorice un matrimonio si tiene noticia de que existe un impedimento para
celebrarlo.
En el supuesto previsto en este artículo, la conducta del juez del registro civil
es notoriamente ilícita porque realiza actos contra el tenor de una ley prohibiti-
va. (Véase LFRSP aa. 1, 2, 47, 49 y 53).
De acuerdo con lo dispuesto por los aa. 225, frs. 1V y VI y227 del CP además
de la pena privativa de la libertad que se imponga, será privado de su cargo e
inhabilitado para el desempeño de uno nuevo, por un lapso que será de uno a
diez años.

I.G.G.

ARTÍCULO 111. Los Jueces del Registro Civil sólo podrán negarse
a autorizar un matrimonio, cuando por los términos de la
solicitud, por el conocimiento de los interesados o por
denuncia en forma, tuvieren noticia de que alguno de los
pretendientes, o los dos carecen de aptitud legal para
celebrar el matrimonio.

Los jueces del registro civil, no pueden negarse a celebrar un matrimonio, si los
solicitantes han presentado una solicitud en forma y han acompañado a ella
los anexos mencionados en los preceptos que antes se han comentado, excepto
en los casos en que por los datos que contiene la solicitud, por el conocimiento
que el juez tenga de los interesados o por denuncia presentada el juez tenga
conocimiento de la existencia de algún impedimento.
Con esa salvedad el juez del registro civil tiene el deber de celebrar el
matrimonio que le han solicitado conjuntamente ambos pretendientes; pues en
el matrimonio, el elemento sustancial es el consentimiento de quienes pretenden
contraerlo.
La presencia del juez del registro civil, siendo elemento sustancial, obedece a

t8 71
ARTS. III. 02y 1/3 LIBRO PRIMERO

otras finalidades: revestir al acto de las solemnidades exigidas por la ley, recibir
en esa forma las declaraciones de voluntad de los contrayentes de querer
vincularse como marido y mujer, declararlos unidos en nombre de la ley y de la
sociedad, levantar el acta correspondiente y firmarla en unión de las personas
que han intervenido en el acto.
Así pues, en tanto que los contrayentes intervienen en ejercicio de un derecho
subjetivo, el juez del registro civil lo hace en cumplimiento de un deber propio de
Su cargo.

I.G. G.

ARTÍCULO 112. El Juez del Registro Civil, que sin motivo justifi-
cado, retarde la celebración de un matrimonio, será san-
cionado la primera vez con multa de $1,000.00 y en caso
de reincidencia con destitución del cargo.
Cuando el juez del registro civil falte al cumplimiento de la obligación de
celebrar el matrimonio dentro del término de ocho días a que se refiere el a. 101,
incurrirá en multa de mil pesos por la primera violación y en caso de reinciden-
cia, será destituido del cargo.
Para que proceda la aplicación de las sanciones que este precepto establece, se
requiere que haya habido culpa o negligencia como causa del retardo en la
celebración del matrimonio.
Cuando la violación de esa obligación obedezca a dolo, el juez del registro
civil puede incurrir en la comisión del delito previsto en los aa. 225 fr. VIII y 227
del CP. (Véase LFRSP aa. 1, 2, 47, 49 y 53).

1.G. 0,

ARTICULO 113. El Juez del Registro Civil que reciba una solici-
tud de matrimonio, está plenamente autorizado para
exigir de los pretendientes, bajo protesta de decir ver-
dad, todas las declaraciones que estime convenientes a
fin de asegurarse de su identidad y de su aptitud para
contraer matrimonio.
También podrá exigir declaración bajo protesta a los
testigos que los interesados presenten; a las personas que
figuren como padres o tutores de los pretendientes, ya los
médicos que subscriban el certificado exigido por la frac-
ción IV del artículo 98.
El juez del registro civil tiene las más amplias facultades inquisitivas en lo que se

1881
TITULO CUARTO/CAPÍTULOS VII Y VIII ARTS, 113. 114 y 115

refiere a la comprobación de los hechos que influyen en la celebración del


matrimonio, así como de la veracidad de lo que declaran los solicitantes, los
testigos y en general las personas que intervienen en las diligencias y actos
relativos a ese acto.
Así pues, podrá exigir de los pretendientes, la ratificación de sus declaracio-
nes, bajo protesta de decir verdad, para cerciorarse de su identidad, de la verdad
de los datos por ellos suministrados, de su aptitud para contraer matrimonio, de
la libertad con que han manifestado su voluntad y de su capacidad plena para
celebrar el acto. Podrá también, interrogar a los testigos para que declaren bajo
protesta de decir verdad y de la misma manera bajo tal protesta, a las personas
que han manifestado ser los padres o tutores de los contrayentes.
En igual forma, podrá examinar a los médicos que han extendido el certifica-
do de salud de los pretendientes. Todo ello en razón de que la función primor-
dial de este funcionario es la protección del interés público y el de los contrayen-
tes, cuidando la fiel observancia de las normas legales, en la celebración del
matrimonio.

CAPITULO VIII
De las actas de divorcio
ARTÍCULO 114. La sentencia ejecutoria que decrete un divorcio se
remitirá en copia al Juez del Registro Civil para que
levante el acta correspondiente.

El acta que el juez del registro civil debe levantar, por mandato del juez
sentenciador en el caso de divorcio judicial, es un acto de ejecución de una
sentencia que ha causado ejecutoria.
I.a resolución en la que el juez de lo familiar ha decretado la disolución del
vínculo matrimonial, debe ser transcrita en sus puntos resolutivos en la forma
correspondiente. que para estos casos se lleven en las oficinas del registro civil.
El juez del registro civil, autoridad administrativa, actúa en este caso, como
funcionario ejecutor, en auxilio del Poder Judicial y en acatamiento de lo
ordenado por el juez de lo familiar.

ARTICULO 115. El acta de divorcio administrativo se levanta-


rá en los términos prescritos por el artículo 272 de este
ordenamiento, previa solicitud por escrito que presenten
los cónyuges y en ella se expresará el nombre y apellidos,
edad, ocupación y domicilio de los solicitantes, la fecha y
lugar de la Oficina en que celebraron su matrimonio y el
número de partida del acta correspondiente.
189)
ARTS. I rs y 116 LIBRO PRIMERO

El acta a que se refiere este artículo debe contener, la constancia de que en el


procedimiento de divorcio administrativo, se ha dado cumplimiento a lo orde-
nado en el a. 272, que los cónyuges que solicitaron el divorcio no han procreado
hijos, que comprobaron ser mayores de edad y que han liquidado por convenio
la sociedad conyugal si se casaron bajo ese régimen.
En el acta de divorcio a que este artículo se refiere, el juez del registro civil
hará constar que en la audiencia en que los cónyuges reiteraron personalmente
ante el propio juez su voluntad de divorciarse, dicho funcionario los declaró
divorciados.
Debe observarse que el artículo que se comenta, dispone que el acta de
divorcio a que se refiere el a. 272 deberá levantarse "previa solicitud por escrito
que presenten los cónyuges". En tanto que el precepto últimamente citado, no
requiere sino la comparecencia personal de ambos cónyuges.
El precepto dispone que la solicitud del divorcio con la cual se inician las
diligencias del divorcio administrativo, deberá contener además de los datos
que exige el a. 272, los particulares que se especifican en el que es objeto de esta
nota.

ARTÍCULO 116. Extendida el acta se mandará anotar la de matri-


monio de los divorciados y la copia de la declaración
administrativa de divorcio se archivará con el mismo
número del acta.

El acta de matrimonio de los divorciados (sea por sentencia judicial o por


declaración administrativa) se mandará anotar haciendo constar la disolución
del vínculo.
Ha de entenderse que la anotación mencionada debe contener la fecha y el
número del acta de divorcio del juzgado del registro civil en que aquélla se
levantó, así como el número y la fecha del oficio que contiene la orden de
inscripción, si ésta se lleva al cabo en juzgado diferente a aquél en el que se
levantó el acta de divorcio.
Ordena este dispositivo legal, que la copia de la declaración administrativa de
divorcio se archivará con el mismo número del acta. Al respecto, este articulo
fue reformado por decreto publicado en el DO de 3 de enero de 1979, pues se
estimó que sólo debía anotarse en el acta de matrimonio el divorcio decretado y
archivar el acta de divorcio administrativo. Por otra parte, no es necesario que
el precepto haga mención a la copia de la sentencia de divorcio judicial, en
virtud de que para levantar el acta respectiva en las formas del registro civil, se
requiere forzosamente que se haya expedido copia certificada de la sentencia
que se va a inscribir, la cual debe quedar en los archivos del juzgado del registro
civil que cumple el mandamiento del juez sentenciador.
1.G.G.

1901
TITULO CUARTO/CAPITULO IX ARTS. 117 y 118

CAPITULO IX
De las actas de defunción
ARTÍCULO 117. Ninguna inhumación o cremación se hará sin
autorización escrita dada por el Juez del Registro Civil,
quien se asegurará suficientemente del fallecimiento, con
certificado expedido por médico legalmente autorizado.
No se procederá a la inhumación o cremación sino hasta
después de que transcurran veinticuatro horas del falleci-
miento, excepto en los casos en que se ordene otra cosa
por la autoridad que corresponda.

Esta disposición es de orden administrativo. Para la inhumación o cremación,


se requiere la autorización escrita del juez del registro civil, después de que se le
haya comprobado el fallecimiento por medio del certificado de defunción
expedido por un médico autorizado legalmente. (LFS, a. 338. DO 7-11-1984).
La inhumación, cremación o embalsamamiento, se llevará a cabo dentro del
plazo señalado en el a. 339 de la LFS la cual dispone que los cadáveres deben
inhumarse, incinerarse o embalsamarse entre las doce y las cuarenta y ocho
horas siguientes a la muerte, salvo autorización específica de la autoridad
sanitaria competente o por disposición del MP o de la autoridad judicial.
El certificado médico y el plazo para la inhumación, cremación o embalsama-
miento, se establecen para poder tener la certeza de la muerte de la persona a la
que se refiere el acta. El juez del registro civil debe levantar el acta de defunción,
con base en el certificado médico y las declaraciones de los testigos a que se
refiere el artículo siguiente.
I.G.G.

ARTICULO 1 18. En el acta de fallecimiento se asentarán los datos


que el Juez del Registro Civil requiera o la declaración que
se le haga, y será firmada por dos testigos, prefiriéndose
para el caso, los parientes si los hay, o los vecinos.

El juez del registro civil está facultado para insertar en el acta los datos que
considere necesarios en relación con la identidad de la persona que ha fallecido,
las causas de su muerte y la declaración que se le haga al respecto.
Se requiere de la declaración de dos testigos y se preferirá a los parientes o
vecinos del finado. Esta prueba testimonial originalmente completaba la prueba
de inspección ocular que en épocas anteriores debía llevar al cabo el funcionario
encargado de levantar el acta de defunción para cerciorarse de la existencia del
cadáver. Entonces se hacía acompañar de los testigos de identidad.
I.G.G.

911
ARTS 119 y 120 LIBRO PRIMERO

ARTICULO 119. El acta de fallecimiento contendrá:


I.—El nombre, apellido, edad, ocupación y domicilio
que tuvo el difunto;
II.—El estado civil de éste, y si era casado o viudo, el
nombre y apellido de su cónyuge;
111.—Los nombres, apellidos, edad, ocupación y domi-
cilio de los testigos, y si fueren parientes, el grado en que
lo sean;
IV.—Los nombres de los padres del difunto si se
supieren;
V.–La clase de enfermedad que determinó la muerte
y especificamente el lugar en que se sepulte el cadáver;
VL–La hora de la muerte, si se supiere, y todos los
informes que se tengan en caso de muerte violenta.
En las seis fracciones de que se compone este artículo se mencionan especifica-
mente los datos que debe contener el acta de defunción. Tienen por objeto: a) la
identificación de la persona que ha fallecido, en la manera más completa que sea
posible (frs. I, II y IV); b) registrar todos los informes que se tengan en caso de
muerte violenta (fr. VI infine); c) precisar la hora de la muerte si se supiere (fr.
VI); d) específicamente mencionar la enfermedad que determinó la muerte y el
lugar en que se sepultará el cadáver (fr. V) y e) consignar los nombres, apellidos,
edad, ocupación y domicilio de los testigos que declaran sobre el fallecimiento y
si fueren parientes del fallecido, el grado en que lo sean. (fr. III).
I.G.G.

ARTÍCULO 120. Los que habiten la casa en que ocurra el falleci-


miento; los directores o administradores de los estable-
cimientos de reclusión, hospitales, colegios o cualquiera
otra casa de comunidad, los huéspedes de los hoteles,
mesones o las casas de vecindad tiene obligación de dar
aviso al Juez del Registro Civil, dentro de las veinticua-
tro horas siguientes del fallecimiento y en caso de
incumplimiento se sancionarán con una multa de qui-
nientos a cinco mil pesos.

Impone este precepto una sanción de quinientos a cinco mil pesos de multa alas
personas que habiten en la casa donde ocurrió el fallecimiento así como a los
directores de las casas de reclusión, hospitales, colegios, casas de huéspedes,
hoteles, etc., que no den aviso de la defunción al juez del registro civil dentro del
término de veinticuatro horas siguientes del fallecimiento.

[92]
TITULO CUARTO/CAPITULO IX AR IS. 120, 121 y 122

Tratándose de una obligación legal, ninguna de las personas mencionadas en


el precepto puede evadir su cumplimiento.

I.G.G.

ARTÍCULO 121. Si el fallecimiento ocurriera en un ligar o pobla-


ción en donde no exista Oficina del Registro Civil, la
autoridad municipal extenderá la constancia respectiva
que remitirá al Juez del Registro Civil que corresponda,
para que levante el acta correspondiente.

La autoridad político-administrativa, suplirá en sus funciones al juez del regis-


tro civil en aquellos lugares en donde no exista oficina del citado registro.
Este dispositivo que tuvo aplicación en lugares apartados, cuando el CC del
DF tenía vigencia en los territorios federales, ha dejado de tener positividad en
vista de que actualmente sus disposiciones en materia común únicamente rigen
en el DF.

ARTÍCULO 122. Cuando el Juez del Registro Civil, sospeche que la


muerte fue violenta, dará parte al Ministerio Público,
comunicándole todos los informes que tenga, para que
proceda a la averiguación conforme a derecho. Cuando el
Ministerio Público averigüe un fallecimiento, dará parte
al Juez del Registro Civil para que asiente el acta respecti-
va. Si se ignora el nombre del difunto, se asentarán las
señas de éste, las de los vestidos y objetos que con él se
hubieren encontrado y, en general, todo lo que pueda
conducir a identificar a la persona; y siempre que se
adquieran mayores datos, se comunicarán al Juez del
Registro Civil para que los anote en el acta.

Si por los datos que el juez del registro civil ha obtenido, puede nacer la sospe-
cha de que la muerte fue violenta, dará parte al MP, dándole a conocer la
información que tenga al respecto, para que éste proceda a iniciar la averigua-
ción correspondiente.
El MP, cuando averigüe el fallecimiento de una persona dará parte al juez
del registro civil para que levante el acta de defunción.
Si se ignora el nombre de la persona que ha fallecido, se asentarán en el acta
todos los datos que puedan servir para identificación y si se adquiere mayor

1931

ARTS. 122. 123 y 124 LIBRO PRIMERO

información, se comunicará al juez del registro civil para que los anote en el
acta.

1.G.G.

ARTÍCULO 123. En los casos de inundación, naufragio, incendio o


cualquiera otro siniestro en que no sea fácil reconocer el
cadáver, se formará el acta con los datos que ministren
los que lo recogieron, expresando, en cuanto fuere posi-
ble, las señas del mismo y de los vestidos u objetos que
con él se hayan encontrado.

Cuando se halle el cadáver de una persona no identificada, que ha muerto en


una inundación, naufragio o incendio el acta se levantará con las informaciones
que suministren las personas que lo recogieron.
Se hará constar que se trata de un desconocido y se expresarán sus señas, los
vestidos, objetos que llevaba y los otros datos que puedan servir para su
posterior identificación.
La hipótesis prevista en este precepto, es diferente a la presunción de muerte
prevista en el a. 705, que se refiere a una persona conocida y desaparecida en un
siniestro por lo que se presume su muerte, pues su cadáver no ha sido hallado.
El artículo que se comenta prevé un supuesto diferente: que se ha encontrado
el cadáver de una persona desconocida.
I.G.G.

ARTÍCULO 124. Si no aparece el cadáver pero hay certeza de que


alguna persona ha sucumbido en el lugar del desastre, el
acta contendrá el nombre de las personas que hayan
conocido a la que no aparece y las demás noticias que
sobre el suceso puedan adquirirse.

El texto que es materia de este comentario, parece hallarse en abierta contradic-


ción con lo dispuesto en el a. 705 al que ya nos hemos referido en el comentario
al a. 123.
En efecto, este precepto y el que le precede se refieren al caso en que una
persona identificable porque es conocida, ha desaparecido al producirse un
siniestro (explosión, incendio, naufragio, inundación, etc.) por encontrarse en
el lugar y en el momento en que éste se produjo; pero el cadáver no se encuentra.
El a. 705 dispone que transcurridos dos años de la desaparición de esa
persona en las circunstancias mencionadas, se declara su muerte presunta
porque hay "incertidumbre" sobre su fallecimiento; mientras el precepto mate-

194]
TITULO CUARTO:CAOITU1.0 IX ARTS. 124. /25 y 126

ria de esta nota, dispone que el juez del registro civil levantará el acta de
defunción de la persona que se sabe desapareció en el siniestro, siempre que se
tenga la "certeza" de su muerte.
El acta contendrá el nombre de las personas que hayan conocido a quien no
aparece y las demás noticias que sobre el suceso puedan adquirirse. Es obvio que
la certeza de su muerte sólo la pueden tener quienes lo hayan visto perecer en el
siniestro, por lo cual sus declaraciones deben hacerse constar en el acta de
defunción.

I.G.G.

ARTICULO 125. En el caso de muerte en el mar a bordo de un


buque nacional, o en el espacio aéreo nacional, el acta se
formará en la manera prescrita en el artículo 119, en
cuanto fuere posible, y la autorizará el capitán o patrono
de la nave, practicándose, además, lo dispuesto para los
nacimientos en los artículos 71 y 72.

Si el fallecimiento ocurre en un buque mexicano o en el espacio aéreo nacional el


capitán de la nave deberá redactar un documento, en el que se cumplan las
formalidades que exige el a. 119.
El acta de defunción propiamente dicha es la que debe levantar el juez u
oficial del registro civil del primer puerto nacional al que arribe la nave, de
acuerdo con los datos que hayan sido escritos en esa constancia redactada por el
capitán de la nave.
Este precepto fue reformado por decreto publicado de enero de 1979, para
incluir en su disposición el caso de que el fallecimiento ocurra en el espacio aéreo
nacional. Debe advertirse que la norma es aplicable cuando el fallecimiento
ocurra en una nave nacional en vuelo aun fuera del espacio aéreo nacional. La
formalidad de la constancia de defunción, si el deceso ocurre durante el vuelo de
una aeronave extranjera, se regirá por la ley de nacionalidad a que pertenezca la
nave o por la ley mexicana (a. 15).

I.G.G.

ARTÍCULO 126. Cuando alguno falleciere en lugar que no sea el de


su domicilio se remitirá al Juez del Registro Civil de su
domicilio, copia certificada del acta para que se asiente en
el libro respectivo.

La disposición que contiene este artículo, no se cumple en la realidad. Es


ejemplo de derecho vigente que no tiene aplicación positiva.

195]
ARTS. 126. 127. 128 y 129 LIBRO PRIMERO

No se justifica que existan dos actas de defunción de una misma persona; la


del lugar donde falleció y la del lugar de su domicilio en donde aparecería
asentada la copia certificada de la primeramente levantada.
Por otra parte, la legislación del DF carece de fuerza imperativa para impo-
ner a los funcionarios encargados del registro civil en los estados de la Federa-
ción, la obligación de asentar en el libro correspondiente un acta en otra entidad
federativa.
I.G.G.

ARTÍCULO 127. El jefe de cualquier cuerpo o destacamento mili-


tar, tiene obligación de dar parte al Juez del Registro
Civil, de los muertos que haya habido en campaña, o en
otro acto del servicio, especificándose la filiación.

La obligación que este dispositivo impone a los jefes de cuerpos militares o de


destacamentos, de comunicar al juez del registro civil, los muertos que haya
habido en campaña o en el servicio de las armas del personal militar bajo su
mando, es un caso similar al de la obligación que tienen los directores de
hospitales, hoteles y de los habitantes de la casa en que ha fallecido una persona,
que establece el a. 120. Deben tenerse por reproducidos aquellos comentarios
apuntados a propósito de ese precepto.
1.G.G.

ARTICULO 128. Los tribunales cuidarán de remitir dentro de las


veinticuatro horas siguientes a la ejecución de la senten-
cia de muerte, una noticia al Juez del Registro Civil del
lugar donde se haya verificado la ejecución. Esta noticia
contendrá el nombre, apellido, edad, estado y ocupación
que tuvo el ejecutado.

Este precepto ha dejado de tener aplicación por inexistencia del supuesto


normativo. La pena de muerte ha sido suprimida en el derecho penal positivo
mexicano.
I.G.G.

ARTICULO 129. En todos los casos de muerte violenta en los


establecimientos de reclusión, no se hará en los registros
mención de estas circunstancias y las actas solamente
contendrán los demás requisitos que prescribe el artículo
119.

[96]
TITULO CUARTO;CAPITULOS IX Y X ARTS. 129. 130 y 13!

Cuando la muerte ocurra en un establecimiento de reclusión y haya sido


violenta, no se mencionará en el acta de defunción ninguna de estas circunstan-
cias. Hacerlas constar haría del acta de defunción un documento infamante
para su cónyuge, descendientes y parientes colaterales. La anotación de esas
circunstancias, en el acta del registro civil constituiría una violación a lo
preceptuado clara y terminantemente en el a. 22 de la C que prohibe la
imposición de penas infamantes y trascendentales.
En otro orden de ideas, el precepto encuentra fundamento --aparte lo
expuesto en el párrafo anterior- - en la obligación impuesta a los terceros de
respetar el derecho al nombre y al honor de los parientes de quien fallece en esas
circunstancias (cónyuge, descendientes, ascendientes, colaterales y otras perso-
nas unidas por lazos de cariño, afecto, amistad, a quien ha muerto, etc.).

I.G.G.

AR1 ÍCULO 130. Derogado


CAPITULO X
De las Inscripciones de las Ejecutorias que Declaran o
Modifican el Estado Civil
ARTÍCULO 131. Las autoridades judiciales que declaren la ausencia,
la presunción de muerte, la tutela, el divorcio o que se ha
perdido o limitado la capacidad para administrar bienes,
dentro del término de ocho días remitirán al Juez del
Registro Civil correspondiente, copia certificada de la
ejecutoria respectiva.
Establece el a. 35 una disposición similar. Dispone que en el DF estará a cargo
de los jueces del registro civil i nscribirlas ejecutorias que declaren la ausencia, la
presunción de muerte, el divorcio judicial, la tutela o que se ha perdido o
limitado la capacidad legal para administrar bienes.
Doctrinariamente la ausencia y la desaparición son conceptos diferentes.
Ausente, dicen, es el que abandona el lugar de su residencia ignorándose el sitio
donde se halle. Desaparecido es el que, por haber tomado parte en una guerra,
por encontrarse a bordo de un buque que naufraga, de una aeronave que se
pierde o se destruye, o por estar presente en una explosión, incendio, terremoto,
inundación u otro siniestro semejante, se supone que ha muerto en alguna de
esas catástrofes.
Aun cuando la legislación confunde ambos conceptos, el procedimiento
judicial para declararlos presuntivamente muertos, es diferente. La ausencia
debe ser formalmente declarada por el juez después de agotados ciertos trámites
procesales (a. 675) y sólo después de seis arios transcurridos desde la declaración
de ausencia el juez podrá considerarlo presuntivamente muerto. (a. 705).

[97]
AR1, 131. 132 1- 133 LIBRO PRIMERO

Respecto de los desaparecidos bastará que hayan transcurrido dos arios


contados desde su desaparición para que pueda declarárseles presuntivarnente
muertos, o seis meses según sea el caso. (a. 705 modificación de 10-1-86).
En materia de divorcio, si éste es de carácter judicial, los aa. 35, 114 y 291
obligan al juez que conoce de la causa, a enviar al juez del registro civil copia de
la sentencia que decrete el divorcio.
Por su parte el a. 682 del CPC, dispone con respecto al divorcio judicial
voluntario: "Ejecutoriada la sentencia de divorcio, el Tribunal mandará remitir
copia al juez del registro civil de su jurisdicción, al del lugar en que el matrimo-
nio se efectuó y al de nacimiento de los divorciados para los efectos de los aa.
114, 116 y 291 del CC".
Con respecto al divorcio administrativo, de acuerdo con lo establecido en los
aa. 35, 115, 116 y 272, del CC, es necesario levantar un acta en el registro de
divorcios cuando el juez del registro civil hace la "declaración administrativa"
acogiendo el divorcio,

L.C.P.

ARTÍCULO 132. El Juez del Registro Civil hará la anotación


correspondiente en las actas de nacimiento y de matrimo-
nio, en su caso, e insertará los datos esenciales de la
resolución judicial que se le haya comunicado.

Esta disposición ha sido modificada en dos ocasiones. El texto original era del
tenor siguiente: "El oficial del Registro civil levantará el acta correspondiente,
en la que se insertará la resolución judicial que se le haya comunicado".
De acuerdo con el texto actual, sólo deben anotarse las actas de nacimiento y
de matrimonio, según corresponda cuando se reciba la resolución judicial a que
se refiere el a. 191.
Los aa. 92 y 116 contemplan igual disposición con respecto a las tutelas y al
divorcio.

L.C.P.

ARTÍCULO 133. Cuando se recobre la capacidad legal para admi-


nistrar, se revoque la adopción o se presente la persona
declarada ausente o cuya muerte se presumía, se dará
aviso al Juez del Registro Civil por el mismo interesado y
por la autoridad que corresponda, para que cancele la
inscripción a que se refiere el artículo anterior.

Se cancelarán las anotaciones hechas en los registros, cuando el incapacitado

[98I
TITULO CUARTO/CAN.] 111.0S X Y XI ARTS 133 y 134

para administrar bienes se rehabilite; el adoptado deje de serio o cuando se


presente la persona declarada ausente o cuya muerte se presumía.
La cancelación de las anotaciones permite a los interesados conocer que han
desaparecido las circunstancias que las hicieron necesarias.
En efecto, con el regreso del ausente o desaparecido se extinguen las conse-
cuencias de orden patrimonial y familiar producidas; recupera sus bienes, se
restaura la sociedad conyugal interrumpida, si la hubo, y se extinguen o
desaparecen las medidas provisionales adoptadas.
Con respecto a la adopción, es necesario considerar que también se extingue
por impugnación, según lo establece el a, 394 y por n ulidad del acto. Repara este
olvido el a. 88, ubicado en el capítulo IV que se refiere a las actas de adopción y
que dice: "El juez o tribunal que resuelva que una adopción queda sin efecto,
remitirá dentro del término de ocho días copia certificada de su resolución al
juez del registro civil, para que cancele el acta de adopción y anote la de
nacimiento".

. C. P.

CAPITULO XI
De la Rectificación, Modificación y Aclaración
de las Actas del Registro Civil
ARTÍCULO 134. La rectificación o modificación de un acta del
estado civil, no puede hacerse sino ante el Poder Judicial
y en virtud de sentencia de éste, salvo el reconocimiento
que voluntariamente haga un padre de su hijo, el cual se
sujetará a las prescripciones de este Código.

Sólo los tribunales de justicia pueden ordenar la rectificación de las actas del
estado civil y ello debe hacerse mediante un juicio como lo señala el a. 137.
En el juicio deben necesariamente figurar como partes, además del peticiona-
rio, el director del registro civil y las personas que pudieran verse afectadas por
los resultados del juicio.
Así lo ha resuelto la SC.IN en innumerables ejecutorias. Por vía de ejemplo se
transcribe lo siguiente:

Tratándose de un juicio de rectificación de acta del registro civil, a efecto


de no violar la garantía de audiencia consignada en el segundo párrafo
del artículo 14 constitucional, debe llamarse a juicio no sólo al director del
registro civil, sino también a las personas a quienes puede modificar su
estado civil la rectificación demandada o afectar su interés jurídico,
como pueden ser el cónyuge. los ascendientes o descendientes del solici-
tante. (Tesis 154, Tercera Sala, p. 137. Informe de 1977, unanimidad de 5
votos).

199]
TULA O CUARTWCAPI rm o XI ART. 135

substanciales anotados en el acta son falsos, la sanción debe ser la nulidad del
acto.
Puede ocurrir que algunos de los hechos anotados en el acta sean no substan-
ciales, pero falsos. En tal caso procedería la rectificación del acta pero no su
nulidad. Así lo ha resuelto la SCJN, en una ejecutoria que aparece publicada en
el Informe del ario 1980, núm. 5, p. 5, que fue aprobada por unanimidad de 4
votos, y que en la parte pertinente dice: "En virtud de haberse acreditado en el
juicio civil correspondiente, que en el acta de nacimiento de un menor se asentó
falsamente cl dato de que su madre es esposa de quien lo presentó, ha de ordenarse
en la sentencia respectiva, la rectificación de tal falsedad".
La fr. II del artículo que se comenta, dispone que puede rectificarse un acta
por e nmienda, cuando se solicite variar algún nombre u otra circunstancia, sea
esencial o accidental.
Para facilitar el conocimiento de esta disposición, citaremos diversas ejecuto-
rias de la SCJN que aclaran estos conceptos.
En el apéndice del SJ F de 1975, cuarta parte, Tercera Sala, p. 947, figura la
tesis núm. 312 cuya doctrina es la siguiente:

Aun cuando en principio el nombre con que fue registrada una persona es
inmutable, sin embargo en los términos de la fracción 11 del articulo 135
del Código Civil para el Distrito Federal, es procedente la rectificación del
nombre en el acta de nacimiento, no solamente en el caso de error en la
anotación, sino también cuando existe una evidente necesidad de hacer-
lo, como en el caso en que se ha usado constantemente otro diverso de
aquél que consta en el registro y sólo con la modificación del nombre se
hace posible la identificación de la persona; se trata entonces de ajustar el
acta a la verdadera realidad social y no de un simple capricho, siempre y
cuando además esté probado que el cambio no implica actuar de mala fe,
no se contraría la moral, no se defrauda, ni se pretende establecer o
modificar la filiación, ni se causa perjuicio a tercero.

Se trata de jurisprudencia obligatoria.


En el mismo sentido aparece publicada una ejecutoria de la SCJN, en el
Informe de 1981, núm. 5, p. 7, aprobada por mayoría de 3 votos.

No acogió el Tribunal la rectificación del acta de nacimiento y de matri-


monio de doña María de la Luz "que en los últimos diez años fuera de
toda realidad y del conocimiento que otras personas tenían acerca de su
nombre, comenzó a usar otro como es el de Luz María, y así sucedió al
registrar falsamente a sus hijos, razón por la que es obvio estimar que la
rectificación que pretende no obedece a la necesidad de corregir algún
error asentado en las primeras actas, sino el deseo de justificar el error de
la quejosa al alterar su nombre cuando registró a sus menores hijos.
AR IS i15 136 LIBRO PRIMERO

(Véase Anales de Jurisprudencia, TSJ del DF, 2a. Sala, t.XCV11, p. 40).

L.C. P.

ARTÍCULO 136. Pueden pedir la rectificación de un acta del estado


civil:
1. Las personas de cuyo estado se trata;
11.--Las que se mencionan en el acta como relaciona-
das con el estado civil de alguno;
III. Los herederos de las personas comprendidas en
las dos fracciones anteriores;
IV.—Los que según los artículos 348, 349 y 350, pue-
den continuar o intentar la acción de que en ellos se trata.

En primer término, quienes pueden pedir la rectificación de un acta del estado


civil, son las personas de cuyo estado se trata.
En la ejecutoria de la SCJN, que aparece publicada en el I nforme del año
1980, núm. 74, p. 78, dice, en su parte pertinente:

Si una persona demanda la rectificación de un acta de nacimiento que


dice ser la suya, se requiere que acredite como elemento indispensable su
legitimación a la causa, su identidad con la persona que por medio de
dicha acta aparece registrada, a fin de adecuarse al supuesto de legitima-
ción que consagra la fracción I del artículo 136 del Código Civil del
Distrito Federal.

Con respecto a los herederos de las personas comprendidas en las frs. 1 y II del
artículo que se comenta, la SCJN, en una ejecutoria que aparece publicada en el
Informe del año 1 979,
núm. 63, p. 54, aprobada por unanimidad de 4 votos,
considera que pueden pedir la rectificación

no sólo los declarados herederos, sino también los presuntos herederos',


pues en la fracción q ue nos ocupa, el término herederos aparece utilizado
en forma general y no restringido solamente a las personas que previa-
mente han obtenido el reconocimiento de tal carácter, lo cual resulta
lógico, toda vez que existen casos en que para que alguien pueda lograr
q ue se le declare heredero, necesita promover primero la rectificación del
acta o actas del estado civil que acrediten su pretención cuando éstas
adolezcan de algún error o falsedad. (Véase Anales de Jurisprudencia,
Primera Sala del TSJ del DF, t. CXXII1, p. 19).

L.C.P.

11021
FI11,1.0 Cl: ARIO 1. APIIII O X1 ART, 117

ARTÍCULO 137. El juicio de rectificación de acta se seguirá en la


forma que se establezca en el Código de Procedimientos
Civiles.

El a. 24 del C PC al enumerar las acciones del estado civil, incluye entre ellas a las
que tengan por objeto "atacar el contenido de las constancias del registro civil
para que se anulen o rectifiquen".
Las decisiones judiciales que se dicten producen efectos erga omnes, o sea,
afectan aun a los que no litigaron.
Recae sobre el peticionario todo el peso de la prueba cuando el demandado
no contesta en estos juicios, pues el a. 271 del CPC tiene por contestada la
demanda en sentido negativo.
La SCJN en una ejecutoria que aparece publicada en el Informe de 1978, bajo
el núm. 123 de la p. 81 resolvió que:

en los juicios sobre rectificación de actas del registro civil para acreditar
el cambio demandado, debe ofrecerse no sólo la prueba de testigos, sino
todas aquellas que puedan demostrar su justificación como son: pruebas
documentales públicas y privadas, corno actas de nacimiento, de matri-
monio, de nacimiento de hijos, documentos oficiales de filiación, de
identidad, pasaportes migratorios, nombramientos, cargos honoríficos,
distinciones relativas a intervención en actos y actividades públicas,
judiciales, administrativas o sobre anotaciones en registros públicos
como actos significativos de la vida civil, artística y social y además debe
llamarse a juicio no sólo al titular del registro civil, que generalmente no
ocurre al mismo, sino también a todas las personas a quienes pudiera
modificar su estado civil la rectificación demandada o afectar su interés
jurídico.

En la ejecutoria que aparece publicada en el Informe del año 1978, bajo el


núm. 62, p. 54, la SCJN resolvió que:

la confesión del demandado no es suficiente para probar la acción,


porque los directores, oficiales o jueces del registro civil carecen de interés
directo en la controversia, y es el propio demandante quien tiene que
justificar plenamente, con las pruebas aportadas, la necesidad y proce-
dencia de la rectificación intentada, pruebas que deben ser diversas de la
confesión expresa o tácita de la institución demandada.

Sobre la intervención del MP en primera instancia, nada dispone el CPC,


pero el a. 716 dice que la revisión de sentencias recaídas en los juicios de
rectificación de actas del estado civil, abre de oficio la segunda instancia con

[1031

AR F5 137. OS y 131} Ri LIBRO PRIMERO

intervención del MP y aun cuando las partes no expresen agravios ni promue-


van pruebas, el tribunal examinará la legalidad de la sentencia de primera
instancia, quedando entretanto sin ejecutarse ésta.

L.C. P.

ARTICULO 138. La sentencia que cause ejecutoria se comunica-


rá al Juez del Registro Civil y éste hará una referencia de
ella al margen del acta impugnada, sea que el fallo con-
ceda o niegue la rectificación.

Debe comunicarse al juez del registro civil la sentencia ejecutoriada que conceda
o deniegue la rectificación para que haga referencia de ella al margen del acta
impugnada. Tiene ello especial importancia, porque según el a. 24 del CPC, lo
resuelto por el tribunal produce efectos erga omnes y afecta aun a los que no
litigaron.

L.C.P.

ARTICULO 138 Bis. La aclaración de las actas del estado civil,


procede cuando en el Registro existan errores mecano-
gráficos, ortográficos o de otra índole que no afecten los
datos esenciales de aquéllas, y deberán tramitarse ante la
Oficina Central del Registro Civil.

Este artículo fue agregado al CC, por la ley del 3 de enero de 1979. La aclaración
de las actas del estado civil puede hacerse hoy por la vía administrativa y no por
la judicial, como lo establecía el a. 938 del CPC del DF. Decía esa disposición
que se encontraba ubicada en los capítulos referentes a los actos de jurisdicción
voluntaria.

Se tramitará en forma de incidente que habrá de seguirse con el Ministe-


rio Público en todo caso: 1V.—La aclaración de actas del estado civil
cuando se trate de errores gramaticales o mecanográficos o de letras o de
palabras concernientes a la real identificación de la persona y no cuando
se trate de hechos esenciales señalados por el artículo 24.

El procedimiento que se sigue actualmente para la aclaración de las actas es el


siguiente, de acuerdo a las instrucciones del Manual de organización del registro
civil:
"1. Procede !a aclaración de las actas exclusivamente ante la oficina central
del registro civil como lo dispone el a. 138 bis del CC;

[104]
TITULO CUARTO/ CAI'l FU LO XI A R I. 138 HP,

2. Conforme a dicho artículo, procede la aclaración de las actas del estado


civil, cuando en el registro existan errores mecanográficos, ortográficos o de
otra índole, siempre y cuando estos últimos no afecten los datos esenciales de tas
propias actas, En caso de afectarse esencialmente los datos no procederá la
aclaración.
3. Están facultados para solicitar la aclaración de un acta del estado civil:
a) La persona o personas de cuyo estado se trate.
fi) La persona o personas que ejerzan la patria potestad sobre el menor o en su
caso el tutor.
e) El apoderado autorizado específicamente para el acto mediante poder
otorgado ante notario público por el interesado.
4. La persona que pretenda la aclaración de un acta del estado civil, deberá
recabar la solicitud impresa en la oficina central del registro civil, requisitarla,
firmarla y presentarla.
5. Al escrito de solicitud deberá acompañarse copia certificada del acta que se
pretenda aclarar y los demás documentos que puedan servir como medios de
prueba, así como el documento con el que se pruebe la identidad del solicitante.
Todos los documentos se presentarán en original y fotocopia.
6, Dentro de los quince días hábiles contados a partir de la presentación de la
solicitud, será notificada la resolución al interesado personalmente o por correo
certificado.
7. La oficina central del registro civil ordenará por oficio al juez que corres-
ponda, previo el pago de los derechos por la anotación, que la lleve a cabo
dentro del término de cinco días hábiles, contados a partir de la fecha de
recepción del oficio".
Son numerosos los países que en los últimos años, han legislado sobre el
nombre, La mayoría de los códigos actuales, en especial los de familia han
incorporado disposiciones muy amplias sobre el particular.
Por vía de ejemplo, podemos citar el CC francés. Su a. 57 varias veces
reformado, contiene un moderno conjunto de disposiciones sobre el nombre;
Italia ha introducido numerosas modificaciones al CC de 1942, mediante la ley
151 de mayo de 1975, entre ellas, a los aa. 6 a 9; 143 bis; 156 bis, 262 y otroscon
respecto al nombre. En el CC español encontramos disposiciones sobre el
nombre en los aa. 114, 127, 134, 178 y otros. El código de la familia de Costa
Rica promulgado el 21 de diciembre de 1973, contempla disposiciones sobre el
nombre en los aa. 31 a 41.
Posiblemente la más completa de estas leyes sea la argentina núm. 18.248 del
24 de junio de 1969 sobre el nombre. Esta ley consta de 25 artículos y en el a. 17
establece un procedimiento muy simple para el cambio del nombre. Dice:

La modificación, cambio o adición de nombre o apellido, se tramitará


por el proceso sumarísimo con intervención del Ministerio Público. El
pedido se publicará en el Diario Oficial una vez por mes, en un lapso de

[1051
ARTS. 138 Bis. 139 140 LIBRO PRIMERO

dos meses. Podrá formularse oposición dentro de los quince días compu-
tados desde la última publicación. La sentencia es oponible a terceros y se
comunicará al registro del estado civil.

L.C.P.

TITULO QUINTO
Del matrimonio
CAPITULO I
De los esponsales
ARTÍCULO 139 La promesa de matrimonio que se hace por
escrito y es aceptada, constituye los esponsales.

En este precepto se adopta el concepto romano de sponsalia de futuro, es decir


se trata de un acuerdo de voluntades, hecho por escrito, por dos personas de
diferente sexo, para realizar un matrimonio en el futuro.
Los vocablos esposo y esposa con que se designa a los que han contraído
matrimonio se derivan de esta figura y su antecedente romano, la sponsio, era
una institución jurídico-religiosa a través de la cual se le daba valorjuridico a la
palabra.
Es ésta una institución totalmente en desuso, por tanto carece de importancia
y es absolutamente ineficaz sobre todo por el requisito formal de hacerse por
escrito que se contrapone a los usos y costumbres de la época y del país.

A.E.P.D. y N.

ARTICULO 140. Sólo puede celebrar esponsales el hombre que ha


cumplido dieciséis años y la mujer que ha cumplido
catorce.

El a. 148 dispone que para poder celebrar matrimonio el varón necesita haber
cumplido dieciséis años de edad y la mujer catorce. Consecuentemente, la
disposición que se comenta establece que los menores que han alcanzado
dieciséis y catorce años respectivamente según que se trate de varón o de mujer,
podrán celebrar esponsales, con la intervención que a sus representantes legíti-
mos les otorga el a. 141, mientras sean menores de edad.
Puesto que el matrimonio es un acto, que produce efectos jurídicos en la vida
de los cónyuges, sólo ellos personalmente son quienes pueden celebrarlo; por
ello tienen la misma capacidad para Otorgar la promesa de matrimonio, no
es un acto que puedan celebrar sus representantes legítimos (padres o tuto-
res). El promitente o el aceptante de la promesa sí podrá designar apoderado
especial para otorgar o aceptar la promesa. con la autorización de quienes

1106]
TITULO QUINTO
Del matrimonio
CAPITULO I
De los esponsales
ARTÍCULO 139. La promesa de matrimonio que se hace por
escrito y es aceptada, constituye los esponsales.

En este precepto se adopta el concepto romano de sponsalia de futuro, es decir


se trata de un acuerdo de voluntades, hecho por escrito, por dos personas de
diferente sexo, para realizar un matrimonio en el futuro.
Los vocablos esposo y esposa con que se designa a los que han contraído
matrimonio se derivan de esta figura y su antecedente romano, la sponsio, era
una institución jurídico-religiosa a través de la cual se le daba valor jurídico a la
palabra.
Es ésta una institución totalmente en desuso, por tanto carece de importancia
y es absolutamente ineficaz sobre todo por el requisito formal de hacerse por
escrito que se contrapone a los usos y costumbres de la época y del país.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 140. Sólo puede celebrar esponsales el hombre que ha


cumplido dieciséis años y la mujer que ha cumplido
catorce.

El a. 148 dispone que para poder celebrar matrimonio el varón necesita haber
cumplido dieciséis años de edad y la mujer catorce. Consecuentemente, la
disposición que se comenta establece que los menores que han alcanzado
dieciséis y catorce años respectivamente según que se trate de varón o de mujer,
podrán celebrar esponsales, con la intervención que a sus representantes legíti-
mos les otorga el a. 141, mientras sean menores de edad.
Puesto que el matrimonio es un acto, que produce efectos jurídicos en la vida
de los cónyuges, sólo ellos personalmente son quienes pueden celebrarlo; por
ello tienen la misma capacidad para Otorgar la promesa de matrimonio, no
es un acto que puedan celebrar sus representantes legítimos (padres o tuto-
res). El promitente o el aceptante de la promesa sí podrá designar apoderado
especial para otorgar o aceptar la promesa, con la autorización de quienes

11061

TITULO QUINTO/ CAPUT U LO I AR IS 14115 141

ejercen sobre ellos la patria potestad o la tutela, si el poderdante es menor de


edad.
Con respecto a la naturaleza personalísima de la decisión de contraer matri-
monio y por lo consiguiente, la voluntad de pretender celebrarlo en un futuro, es
pertinente citar el canon 1057 del código de derecho canónico, que en su
apartado segundo proporciona una idea precisa sobre el carácter insustituible
de esta voluntad, al disponer que "El matrimonio lo produce el consentimien-
to de las partes legítimamente manifestado, entre personas jurídicamente hábi-
les, consentimiento que ningún poder humano puede suplir".
I.G.G.

ARTICULO 141. Cuando los prometidos son menores de edad, los


esponsales no producen efectos jurídicos si no han con-
sentido en ellos sus representantes legales.

No obstante que el varón que ha cumplido dieciséis años y la mujer que ha


llegado a los catorce de edad, tienen, conforme al artículo anterior, capacidad
para celebrar esponsales, requieren del consentimiento (propiamente es una
autorización) de sus representantes legales, para que sea válida la promesa de
matrimonio por ellos otorgada.
EL artículo en comentario, de la misma manera que el precepto anterior, así
como la d isposición contenida en el a. 148 de este mismo código, forman parte
de un elenco de excepciones a la regla general de la incapacidad del menor de
edad, que le impide la celebración por sí mismo, de actos jurídicos, sino es a
través de su representante.
En el caso de que se ocupa este artículo y el anterior, es el menor (que ha
llegado a la edad núbil) quien por sí mismo declara su voluntad de querer
contraer matrimonio en lo futuro con su prometida y sus representantes legales
(padres o tutor) intervienen, conforme lo exige este dispositivo legal, no en
representación de su hijo o de su pupilo, porque en ese caso particular no lo
requiere la ley, sino prestando por decirlo así, apoyo a la declaración del menor
promitente, cuya voluntad ya se ha formado y sólo requiere ser manifestada al
exterior, frente al otro futuro contrayente integrándose con la de quienes
ejercen sobre aquél la patria potestad o la tutela. De esta manera la capacidad
para procrear (posibilidad de copular) que es un elemento fisiológico, se distin-
gue de la capacidad para discernir (que requiere plena madurez intelectual) y
por ello este precepto, en armonía con los otros dispositivos que se han citado,
requiere que en los esponsales, como en la celebración del matrimonio, concurra
con la voluntad del menor, la de quienes lo tienen bajo guarda y cuidado
(padres o tutor).

1.G.G.

1107j
ARTS_ 142 y 143 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 142. Los esponsales no producen obligación de con-


traer matrimonio, ni en ellos puede estipularse pena algu-
na por no cumplir la promesa.

En la disposición contenida en este precepto, el legislador reafirma que en todo


momento debe existir irrestricta libertad de los contrayentes al celebrar el
matrimonio, al punto de que los esponsales que hubieren otorgado no pueden
en ningún caso limitar esa libertad de decisión como pudiera pensarse por
tratarse de un convenio legalmente celebrado, que sin embargo no tiene fuerza
obligatoria, pues carece de coercibilidad.
Los esponsales tienen una naturaleza sui generis; en los casos y cuando se
reúnen los requisitos a que se refiere el a. 143 el incumplimiento de la promesa de
matrimonio imputable a una de las partes, es fuente de responsabilidad civil,
con efectos indemnizatorios.
La ausencia de fuerza coercitiva de los esponsales, se explica fácilmente, si se
tiene en cuenta que el acto jurídico del matrimonio establece relaciones de
derecho que tienen como contenido la vida personal, íntima de los consortes. De
allí que el legislador no haya querido equiparar a los esponsales en la promesa
de contratar, sino que mantiene en todo momento un sistema de libertad
absoluta de decisión de los contrayentes, en cuanto a la celebración o no
del matrimonio.

I.G.G.

A RlICU LO 143. El que sin causa grave, a juicio del juez, rehusare
cumplir su compromiso de matrimonio ódifiera indefini-
damente su cumplimiento, pagará los gastos que la otra
parte hubiere hecho con motivo del matrimonio pro-
yectado.
En la misma responsabilidad incurrirá el prometido
que diere motivo grave para el rompimiento de los espon-
sales.
También pagará el prometido que sin causa grave falte
a su compromiso, una indemnización a título de repara-
ción moral, cuando por la duración del noviazgo, la
intimidad establecida entre los prometidos, la publicidad
de las relaciones, la proximidad del matrimonio u otras
causas semejantes, el rompimiento de los esponsales cau-
se un grave daño a la reputación del prometido inocente.
La indemnización será prudentemente fijada en cada
caso por el juez, teniendo en cuenta los recursos del
-I 1 TU LO QUINTO CA IITU 1 01 ARIti 143 y 1 44

prometido culpable y la gravedad del perjuicio causado al


inocente.

No obstante que como se explicó en el comentario al artículo inmediato


anterior, los esponsales no a dmiten ejecución forzada de la promesa de contraer
matrimonio, el que sin causa grave faltare al cumplimiento de lo prometido o
diere motivo para esa ruptura, quedará obligado a resarcir a la otra parte, de los
gastos que ésta hubiere hecho en vista del matrimonio cuya realización se le
había prometido y se le obligará además a pagar a esta última una indemniza-
ción a titulo de reparación moral, si se surte alguno de los supuestos (intimidad
de las relaciones, duración y, publicidad de las mismas, etc.) previstos en el pre-
cepto que es materia de este comentario. Siempre que se pruebe que el rompimiento
del compromiso ha causado un daño grave a la otra parte.
Conviene observar que los efectos de la promesa de matrimonio, son indirec-
tos en el sentido de que tienen lugar sólo en el caso de violación del compromiso.
Por otra parte. la responsabilidad civil que surje del incumplimiento es, de un
lado, resarcitoria de los gastos efectuados con ocasión del matrimonio proyec-
tado y de otro, indemnizatoria del daño moral que en manera directa haya
sufrido la víctima como consecuencia de la ruptura del compromiso matrimo-
nial, siempre que se pruebe que ese daño haya sido consecuencia inmediata y
directa (relación de causalidad) entre la violación de la promesa y el daño
producido, el cual, además debe ser grave para ser indemnizable, atendiendo a
las circunstancias que privan en lo que se refiere a las relaciones del noviazgo,
mencionadas en el precepto que se comenta.

I.G.G.

ARTICULO 144. Las acciones a que se refiere el artículo que


precede, sólo pueden ejercitarse dentro de un año, conta-
do desde el día de la negativa a la celebración del matri-
monio.

Las acciones procesales para exigir el pago del resarcimiento de gastos o de la


indemnización por daños a que se refiere el a. 143, caduca al vencimiento del
plazo de un año contado a partir de la negativa a la celebración del matrimonio.
Debe entenderse que el sentido del precepto que se comenta es el de que dicho
plazo empieza a correr a partir del día en que el prometido dio motivo a la
ruptura de la promesa, se negó a cumplir con la obligación de resarcir e
indemnizar que le impone la ley, puesto que conforme al segundo párrafo del a.
143 incurre en la misma responsabilidad el prometido que diere motivo grave
para el rompimiento de los esponsales.
Se trata en el caso de una causa de caducidad y no de prescripción porque el

[109]

ARTS. 144 y 145 LIBRO PRIMERO

plazo de un año que fija este precepto para la extinción de la acción de


responsabilidad, no está sujeto a interrupción ni a suspensión, que son notas
características de la prescripción y porque además, en las dos hipótesis previstas
en el a. 143 (párrafos primero y segundo) el responsable ha de ser previamente
requerido para et cumplimiento de las obligaciones que nacieron a su cargo por
el daño causado, y que se haya negado al cumplimiento de su obligación.
Sin embargo, teniendo en cuenta que la notificación de la demanda tiene
efectos de interpelación, el emplazamiento efectuado antes de que transcurra el
plazo de un año, impide la caducidad de la acción de responsabilidad.
Por lo demás, el término de un ario que señala este precepto para el ejercicio
de las acciones a las que el mismo se refiere difiere del plazo de dos arios que
señala la fr. V del a. 1161, para la prescripción de la acción por responsabilidad
derivada de actos ilícitos.
Parece prudente el plazo de un año que prescribe el precepto en comentario,
por la razón misma de la caducidad y porque no se debe prolongar una situación
de incertidumbre jurídica en cuanto a las responsabilidades que graviten sobre
el patrimonio del obligado ya que no debe quedar pendiente de ser exigida esa
obligación por mayor lapso, si depende de la voluntad del prometido que alega
haber sufrido algún daño por el rompimiento de los esponsales.

1.G.G.

ARTÍCULO 145. Si el matrimonio no se celebra, tienen derecho los


prometidos de exigir la devolución de lo que se hubieren
donado con motivo de su concertado matrimonio. Este
derecho durará un año, contado desde el rompimiento de
los esponsales.

Las donaciones antenupciales que se hubieren hecho los promitentes, quedan


sin efecto por haber desaparecido la causa que las motivó y com o consecuencia,
el donante podrá reclamar del otro, lo que con motivo del matrimonio le
hubiere donado.
El a. 230 dispone que las donaciones antenupciales, sean entre los futuros
consortes o las que vinieren de terceros, quedarán sin efecto si el matrimonio no
se celebra. (Véanse los comentarios al a. 143).
En nuestro concepto, sólo debe estar legalmente obligado a devolver al otro
prometido lo que éste le hubiere donado con motivo del matrimonio concerta-
do, cuando él sea quien ha roto el compromiso matrimonial o cuando ha dado
causa grave para que el matrimonio no se celebre; es decir sólo cuando él sea
responsable del incumplimiento.
Lo anteriormente dicho, se funda en el principio fundamental que rige en
materia de responsabilidad civil, conforme al cual nadie puede invocar en su
provecho, sus propias culpas.

TITULO QUINTO.CAPI1ULOS 1Y II ARTS 145 y 145

Tal sería en nuestro parecer, la recta interpretación del precepto en comenta-


rio, pues la aplicación literal de su texto, llevaría a cometer injusticia en contra
del prometido inocente y en algunos casos conduciría al extremo de hacer que
de la responsabilidad civil no respondiera el patrimonio del deudor —o no
respondiera íntegramente—, sino que se hiciera efectiva con todo o parte de los
bienes donados a quien ha sufrido el daño, que se vería obligado a devolver lo
que recibió del culpable. (En cuanto al plazo de caducidad de la acción de
restitución, véase el comentario al artículo anterior).
I.G.G.

CAPITULO II
De los requisitos para contraer matrimonio
ARTICULO 146 El matrimonio debe celebrarse ante los funciona-
rios que establece la ley y con las formalidades que ella
exige.

En el DF el matrimonio debe celebrarse ante el juez del registro civil del


domicilio de cualquiera de los contrayentes, según se desprende de los aa. 35
y 97.
De acuerdo con lo establecido en el a. 338 del reglamento de la LSFM, los
cónsules pueden autorizar matrimonios en el extranjero, cuando ambos contra-
yentes sean mexicanos. Las actas de matrimonio deberán levantarse conforme a
lo estatuido por el CC del DF (el reglamento es del 30 de abril de 1934. (Véase
Molina, Cecilia, Prcíctica consular mexicana, 2a. ed.. México, Porrúa, 1978„
p. 184).
El artículo que se comenta al igual que el 249 denominan formalidades a estas
exigencias, en cambio el a. 250 las denomina solemnidades y el 103 bis de
reciente creación (DO de 3-1-1979) reafirma esta expresión al decir: "La celebra-
ción conj unta de matrimonios no exime al Juez del cumplimiento estricto de las
solemnidades a que se refieren los artículos anteriores."
Las formalidades que exige la ley son las que señalan los aa. 97, 98, 100, 102 y
103. La ausencia de formalidades acarrea la nulidad relativa del acto; en cam-
bio la falta de solemnidades, interpretando a contrario el a. 2228, no hace nacer
acto jurídico alguno, porque ellas son necesarias para su existencia misma.
El a. 235 en su fr. III establece que es nulo el matrimonio que se haya cele-
brado en contravención a lo dispuesto en los aa. 97, 98, 100, 102 y 103, e igual
sanción contemplan los aa. 249 y 250. Este último dispone que no se admitirá
demanda de nulidad por falta de solemnidades en el acta de matrimonio cuan-
do a la existencia del acta se una la posesión de estado matrimonial.
En diversos países no sólo los encargados del registro civil pueden autorizar
matrimonios. En España el a. 51 del CC dispone que será competente para
autorizar el matrimonio el juez del registro civil y en los municipios en que no
ARTS. los y 147 LOMO PRIMERO

resida dicho juez, el alcalde o el delegado designado reglamentariamente y en el


extranjero el funcionario diplomático o consular encargado del registro civil. El
a. 52 faculta al oficial o jefe superior inmediato para autorizar los matrimonios
de los militares en campaña y respecto de los que se celebran a bordo de naves o
aeronaves será el capitán o comandante de ellas, el encargado de autorizarlos.
Por fin el a. 59 autoriza a las confesiones religiosas para celebrar matrimonios,
los cuales producen efectos civiles según el a. 60.
En Costa Rica los aa. 23 y 24 del Código de la familia de 5 de febrero de 1974,
establecen que el matrimonio se celebrará ante un juez civil, un alcalde civil, el
gobernador de la provincia y en los cantones donde no existan esas autoridades
podrá celebrarse ante el delegado cantonal de la guardia de asistencia rural. Los
notarios públicos también están autorizados y el matrimonio que celebra la
Iglesia católica con arreglo a las disposiciones del Código de la familia, produce
efectos civiles.
En Cuba el a. 17 del Código de la familia del 14 de febrero de 1975, establece
que los encargados del registro civil y los notarios son los funcionarios faculta-
dos para autorizar los matrimonios.

L. C.

ARTICULO 147. Cualquiera condición contraria a la perpetuación


de la especie o a la ayuda mutua que se deben los cónyu-
ges, se tendrá por no puesta.

Esta disposición se encuentra en intima relación con el a. 182 que dice: 'Son
nulos los pactos que los esposos hicieren contra las leyes o los naturales fines del
matrimonio".
Desea el legislador, que exista en el matrimonio un equilibrio perfecto de
facultades y deberes entre marido y mujer. Para materializar este propósito en el
a. 2o. consagra el principio de la igualdad jurídica del hombre y la mujer.
Los redactores del CC, en el informe rendido sobre su labor manifestaron en
forma elocuente estos propósitos, al decir:

equiparó la capacidad jurídica del hombre y la mujer. Como consecuen-


cia de esta equiparación se dio a la mujer domicilio propio; se dispuso que
tuviera en el matrimonio autoridad y consideraciones iguales que el
marido y que, por lo mismo, de común acuerdo arreglaran lo relativo a la
educación y establecimiento de los hijos y a la administración de los
bienes de éstos. La equiparación legal del hombre y la mujer se hacía
necesaria.

En la legislación civil existen muchas disposiciones que tienden a mantener


este equilibrio, especialmente en el matrimonio. Por vía de ejemplo podemos
TITULO QUINTO/CAPITULO II ARTS, 147 y 148

citar los aa. 162, 163, 164, 168, 302, 426, 1368 y otros.
El deber de socorro y asistencia recíprocos lo consagra el a. 162 cuando dice:
"Los cónyuges están obligados a contribuir cada uno por su parte a los fines del
matrimonio y a socorrerse mutuamente".
El deber de los cónyuges de asistirse, de auxiliarse y socorrerse mutuamente".
lo ha materializado el legislador, entre otras, en las disposiciones legales ya
enumeradas y en los aa. 486, 523, 581, 582. 653 fr. 1.
Cualquier condición contraria a la ayuda mutua que convinieren los cónyu-
ges se tendrá por no puesta.
En cuanto a la perpetuación de la especie, el legislador obliga a los cónyuges a
vivir juntos. En el a. 163, se establece esta obligación: "Los cónyuges vivirán
juntos en el domicilio conyugal. Se considera domicilio conyugal, el hogar
establecido de común acuerdo por los cónyuges, en el cual ambos disfrutarán de
autoridad propia y consideraciones iguales".
Sólo por razones muy calificadas podrán los tribunales eximir de esta obliga-
ción a alguno de los cónyuges, como puede ocurrir en los casos que señala el
propio a. 163 y los aa. 258. 273 fr. II 1, 275, 277 y 282 fr. II.
El maestro Rojina Villegas, comentando el a. 147 dice que no puede pactarse
un estado de vida contrario a la convivencia porque impediría realizar los fines
del matrimonio (Derecho civil mexicano, t. IL "Derecho de familia", 4a. ed..
1975, p. 225).
El a. 147, declara irrenunciables las normas existentes en la legislación civil
que tienen por finalidad la perpetuación de la especie y la ayuda mutua que se
deben los cónyuges.
Dicho precepto establece que las condiciones contrarias a los fines que allí se
indican se tendrán "por no puestas". ¿Qué quiso decir con ello el legislador'? ¿esa
frase es equivalente a nulidad del acto? El a. 182 cuyo contenido es semejante al
del a. 147 establece categóricamente la nulidad de los pactos que allí se enumeran.
Hay varias disposiciones en el CC, que emplean también la frase del a. 147:
"se tendrá por no puesta". Entre ellas podemos citar los aa. 600, 1355 y 1380.

L. C. P.

ARTICULO 148. Para contraer matrimonio el hombre necesita


haber cumplido dieciséis años y la mujer catorce. El Jefe
del Departamento del Distrito Federal o los Delegados
según el caso, pueden conceder dispensas de edad por
causas graves y justificadas.

En la legislación universal la regulación de la edad para contraer matrimonio,


ARTS. 1411 y 149 LIBRO PR/MERO

está íntimamente unida a la aptitud biológica de las personas para procrear.


Como es muy compleja la comprobación científica de la fecha en que cada
cual arriba a la edad núbil, el legislador ha debido recurrir a la generalización
señalando, en cada país, en forma aproximada, la época en que tal suceso
biológico puede producirse, que es cambiante por motivos raciales, de clima o
de sexo.
La legislación mexicana considera que es apta para contraer matrimonio la
persona que deja de ser impúber y supone que deja de serlo el varón mayor de
dieciséis arios y la mujer mayor de catorce y les faculta para contraer matrimo-
nio cuando llegan a esa edad.
Consecuentemente con lo anterior les permite, cuando han cumplido esa
edad, celebrar contrato de esponsales (a. 140). Pueden también, dice el a. 361,
reconocer a sus hijos si tienen la edad exigida para contraer matrimonio, más la
edad del hijo que va a ser reconocido.
No obstante lo anterior, en casos graves y justificados puede autorizarse el
matrimonio de menores de esa edad, y la dispensa debe concederla el jefe del
DDF o alguno de los dieciséis delegados.
Pesiblemente hayan sido razones de orden histórico las que se tuvieron en
cuenta al dar intervención en esta materia a las autoridades administrativas y no
a las judiciales, pues en los ordenamientos legales de épocas pasadas eran esas
autoridades las que otorgaban las dispensas.
Por acuerdo del jefe del DDF, que aparece publicado en el DO del 30 de junio
de 1956, se delegó en el director general de gobernación del DF la facultad de
conceder dispensas para el matrimonio de menores y las suplencias de consenti-
miento de los ascendientes o tutores en los casos previstos en los aa. 148, 151 y
159.
Posteriormente, por Acuerdo núm. 251 que aparece publicado en el DO del
27 de marzo de 1971, se dio esa facultad a la Dirección General de Servicios
Legales.

L.C.P.

A R TIC ULO 149. El hijo o la hija que no hayan cumplido dieciocho


años, no pueden contraer matrimonio sin consentimiento
de su padre o de su madre, si vivieren ambos o del que
sobreviva. Este derecho lo tiene la madre, aunque haya
contraído segundas nupcias, si el hijo vive con ella. A
falta o por imposibilidad de los padres, se necesita el
consentimiento de los abuelos paternos, si vivieren am-
bos, o del que sobreviva; a falta o por imposibilidad de los
abuelos paternos, si los dos existieren, o del que sobrevi-
va, se requiere el consentimiento de los abuelos maternos.
MULO QUINTO/CAPITULO II ART. 149

Originariamente el consentimiento para el matrimonio del hijo menor de diecio-


cho arios debían otorgarlo conjuntamente el padre y la madre, pero la ley del 28
de febrero de 1970, reemplazó en el texto legal la conjunción copulativa "y" por
la disyuntiva "o" de modo que en la actualidad la autorización la pueden
otorgar indistintamente el padre o la madre, aun cuando el otro progenitor se
oponga.
La madre conserva este derecho si contrae nuevas nupcias, sólo cuando el hijo
viva con ella. No se impone igual limitación al padre.
¿Puede el progenitor privado de la patria potestad autorizar a su hijo menor
de edad para contraer matrimonio? La respuesta parece darla el a. 156, que en su
fr. 11 establece que es impedimento para contraer matrimonio la falta de
consentimiento de los que ejercen la patria potestad. Si la otorgan quienes no la
ejercen, el matrimonio del hijo adolecería de un vicio de nulidad.
A falta o por imposibilidad de los padres, agrega el a. 149, la autorización
deben darla los abuelos paternos y a falta de éstos, los maternos. El a. 414
contempla una disposición similar. Establece que "la patria potestad sobre los
hijos de matrimonio será ejercida: 1—Por el padre y la madre; 11.—Por el
abuelo y la abuela paternos; 111.—Por el abuelo y la abuela maternos"; pero el a.
418 dispone que el orden establecido respecto de los abuelos, puede ser alterado
por el juez familiar. La ley de 30 de diciembre de 1974 que modificó el a. 418, así
lo establece.
No adoptó el legislador igual criterio con el a. 149 y no le hizo modificación
alguna. ¿Lo hizo deliberadamente o fue por simple olvido? Las conclusiones
serán diferentes, según sea el criterio que se adopte al respecto.
Supongamos que el juez encomienda el ejercicio de la patria potestad a los
abuelos maternos, existiendo los paternos. ¿Podrían estos últimos, invocando
la facultad que les otorga el a. 149, autorizar al menor para que contraiga
matrimonio? Según dispone el a. 156 en su fr. II ese matrimonio sería nulo,
porque el consentimiento deben darlo "los que ejerzan la patria potestad".
De admitirse que el legislador deliberadamente no quiso armonizar el a. 149
con los nuevos criterios incorporados a los aa. 414 y 418, podría argumentarse:
a) que el a. 149 constituye una excepción a la nueva regla general establecida
al respecto y que en consecuencia debe aplicarse preferentemente, en virtud de
lo preceptuado en el a. 11.
b) que tampoco el jefe del DDF ejerce la patria potestad sobre el menor y sin
embargo los aa. 148 y 151 lo facultan para suplir el consentimiento expresado en
los casos que allí se indican.
En sentido opuesto puede sostenerse:
a) que de acuerdo con lo establecido en la fr. 11 del a. 156, la autorización para
el matrimonio del menor deben otorgarla las personas que ejercen la patria
potestad.
h) que los aa. 98 fr. V y 181 disponen que puede celebrar capitulaciones
matrimoniales el menor legalmente apto para contraer matrimonio, las cuales

[115]
ARTS. 149 y 150 LIBRO PRIMERO

serán válidas si a su otorgamiento concurren las personas cuyo consentimiento


previo fue necesario para la celebración del matrimonio, con lo cual queda de
manifiesto que esas personas deben ser sus representantes legales pues el menor
al suscribirlas se encuentra sujeto a patria potestad y no adquiere plena capaci-
dad jurídica sino una vez celebrado el matrimonio.
Suponer el establecimiento de una representación especial, sui generis, distin-
ta de la patria potestad para este solo efecto, sería contrariar todo el sistema
elaborado por el legislador sobre la representación.
e) que el régimen matrimonial elegido por los cónyuges puede modificarse
durante el matrimonio, pero si se trata de menores, deben intervenir prestando
su consentimiento las personas que autorizaron el matrimonio. Asilo disponen
los aa. 187 y 209.
Ambas disposiciones contienen un conjunto de medidas de orden práctico, de
asesoramiento y de protección. Consagran una especie de renacimiento de la
representación y como es lógico suponer, ella recae en las personas que conocen
los problemas y las necesidades íntimas de los menores, a quienes la ley trata de
proteger. Nadie estará mejor informado que ellas, si se encontraban ejerciendo
la patria potestad sobre el menor, cuando éste contrajo matrimonio.
Sería ésta una prueba más de que la autorización para contraer matrimonio,
deben otorgarla al menor, las personas que ejercían sobre él la patria potestad.
Los argumentos sobre la intervención de los abuelos en la autorización para
el matrimonio del menor, sólo son válidos si se trata de hijos de matrimonio. En
cuanto a los abuelos de los hijos nacidos fuera de matrimonio, el legislador
guarda silencio y en lo referente al ejercicio de la patria potestad no los
menciona ¿Pueden ellos también ejercerla? Si no pueden hacerlo, tampoco
pueden autorizar el matrimonio de sus nietos, porque la fr. 11 del a. 156, exige
que la autorización la otorgue la persona que "ejerce la •patria potestad".
Tampoco es fácil acreditar legalmente la relación de parentesco entre los
abuelos y los hijos nacidos fuera de matrimonio.

L C. P.

ARTÍCULO 150. Faltando padres y abuelos, se necesita el consenti-


miento de los tutores; y faltando éstos, suplirá el consen-
timiento, en su caso, el Juez de lo Familiar de la residen-
cia del menor.

El tutor no representa al pupilo menor de edad en su matrimonio, se limita a


autorizarlo para que lo celebre. Reafirma este concepto el a. 98 que en su fr. 11
dispone que a la solicitud que deben presentar los prometidos al juez del registro
civil, para contraer matrimonio, deben acompañar la constancia de que prestan
su consentimiento, las personas a que se refieren los aa. 149, 150 y 151.
El tutor está obligado, dice eta. 535 en su fr. V, a representar al incapacitado

[116]
TITULO Qt1114T0CAPIrno n ARTS. 150. 151, 152 y 153

en juicio y fuera de él en todos los actos civiles, con excepción del matrimonio,
del reconocimiento de hijos, del testamento y de otros estrictamente personales.
A falta de tutor suplirá el consentimiento el juez de lo familiar.
El a. 111 del CC chileno, da una solución más práctica a éste problema al
establecer que en defecto de los llamados, dará al menor el consentimiento para
el matrimonio el oficial del registro civil que deba intervenir en su celebración.
L.C. P.

ARTICULO 151. Los interesados pueden ocurrir al Jefe del Depar-


tamento del Distrito Federal o a los Delegados, según el
caso, cuando los ascendientes o tutores nieguen su con-
sentimiento o revoquen el que hubieren concedido. Las
mencionadas Autoridades, después de levantar una in-
formación sobre el particular, suplirán o no el consenti-
miento.

Cuando los ascendientes o los tutores se nieguen a conceder la autorización al


menor o cuando una vez concedida la revoquen, pueden los afectados recurrir a
las autoridades administrativas del DE quienes resolverán en definitiva. Si
acojen la petición suplirán el consentimiento de las personas que debían darlo.
No señala este precepto cuáles son los casos en que el interesado debe acudir
al jefe del DDF y cuándo al delegado para obtener la suplencia del consentimiento.
(Véase el comentario al a. 148).

L. C.P.

ARTICULO 152. Si el juez, en el caso del artículo 150, se niega a


suplir el consentimiento para que se celebre un matrimo-
nio, los interesados ocurrirán al Tribunal Superior res-
pectivo, en los términos que disponga el Código de Pro-
cedimientos Civiles.

Para recurrir al Tribunal Superior en asuntos de carácter familiar, el a. 950 del


CPC, señala el procedimiento a seguir.

L.C. P.

ARTICULO 153. El ascendiente o tutor que ha prestado su conspn-


timiento firmando la solicitud respectiva y ratificándola
ante el Juez del Registro Civil, no puede revocarlo des-
pués, a menos que haya justa causa para ello.

ARTS. 153. 154, 155 y 156 LIBRO PRIMERO

Las personas que desean contraer matrimonio deben manifestarlo por escrito al
juez del registro civil en la forma que señalan los aa, 97 y 98. En esta solicitud
debe constar el consentimiento otorgado a los menores por sus ascendientes o
tutores. Si estas personas han firmado la solicitud y la han ratificado después
ante el juez del registro civil en la forma que señala el a. 100 no pueden revocar la
autorización concedida (véase comentario al a. 149). Sin embargo pueden
revocarla cuando exista justa causa para hacerlo, haciendo la presentación
respectiva al juez del registro civil.
L.C.P.

ARTICULO 154. Si el ascendiente o tutor que ha firmado o ratifica-


do la solicitud de matrimonio falleciere antes de que se
celebre, su consentimiento no puede ser revocado por la
persona que, en su defecto, tendría el derecho de otorgar-
lo; pero siempre que el matrimonio se verifique dentro del
término fijado en el artículo 101.

Si los ascendientes y tutores, que hubieren otorgado la autorización al menor


para que contraiga matrimonio fallecen después de haber reconocido sus firmas
ante el juez del registro civil, en la forma que señala el a. 100, no puede la
persona que en su defecto tendría derecho a otorgar el consentimiento, revocar
la autorización concedida, siempre que el matrimonio se celebre dentro del
plazo de ocho días que contempla el a. 101.
L.C.P.

ARTÍCULO 155. El juez que hubiere autorizado a un menor para


contraer matrimonio no podrá revocar el consentimien-
to, una vez que lo haya otorgado, si no por justa causa
superveniente.

Sólo por justa causa superveniente puede el juez revocar el consentimiento que
hubiere otorgado al menor para contraer matrimonio y no por motivos anterio-
res a dicha autorización. No reparó en ellos oportunamente y no puede hacerlo
después, porque el consentimiento una vez otorgado por el juez, se considera
irrevocable, con la salvedad ya expresada.
L.C.P.

ARTICULO 156. Son impedimentos para celebrar el contrato de


matrimonio:
L—La falta de edad requerida por la ley, cuando no
haya sido dispensada;
TITULO QUINTO/CAP1TULO u ARA". 156

11.—La falta de consentimiento del que, o los que


ejerzan la patria potestad. del tutor o del juez, en sus res-
pectivos casos;
111. —El parentesco de consanguinidad legítima o na-
tural, sin limitación de grado en la línea recta. ascenden-
te o descendente. En la línea colateral igual, el impedi-
mento se extiende a los hermanos y medios hermanos. En
la colateral desigual, ei impedimento se extiende sola-
mente a los tíos y sobrinos, siempre que estén en el ter-
cer grado y no hayan obtenido dispensa;
IV—El parentesco de afinidad en línea recta. sin li-
mitación alguna;
V.—El adulterio habido entre las personas que pre-
tendan contraer matrimonio, cuando ese adulterio haya
sido judicialmente comprobado:
VI.—El atentado contra la vida de alguno de los casados
para contraer matrimonio con el que quede libre.
VII. — La fuerza o miedo graves. En caso de rapto.
subsiste el impedimento entre el raptor y la raptada,
mientras ésta no sea restituida a lugar seguro, donde
libremente pueda manifestar su voluntad.
VIII. —La impotencia incurable para la cópula: y las
enfermedades crónicas e incurables, que sean, además.
contagiosas o hereditarias.*
LX. —Padecer alguno de los estados de incapacidad a
que se refiere la fracción II del artículo 450.*
X. El matrimonio subsistente con persona distinta
de aquella con quien se pretenda contraer.
De estos impedimentos sólo son dispensables la falta
de edad y el parentesco de consanguinidad en línea
colateral desigual.

Cualquier obstáculo que se oponga a la celebración de un matrimonió, es 11,-,-1


impedimento. Se les puede clasificar desde distintos puntos de vista en absoiutos
y relativos, públicos y secretos, dirimentes e impedierues. etc. Posiblemente csia
última clasificación, que según los autores tiene su origen en el derecho canónico,
sea la más conocida e importante. El impedimento dirimente, vicia de nulidad el

*N.E.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del artículo primero del
decreto que reforma diversas disposiciones a! CC publicado en el DO del 23 de
julio de 1992.
ARTS. 156 y 157 LABRO PRIMERO

matrimonio, el impediente no lo anula, es una causa para que el juez se abstenga


de celebrarlo bajo su responsabilidad.
La totalidad de los impedimentos que enumera el a. 156 pueden considerarse
dirimentes. Si se celebra un matrimonio existiendo alguno de estos impedimentos
el matrimonio será nulo, aun cuando afecte sólo a uno de los contrayentes.
A las diez causales que enumera el a. 156, se puede también agregar el impedi-
mento que contempla el a. 157.
Los dos primeros impedimentos que contempla el a. 156 fueron analizados en
los comentarios a los aa. 148, 149 y 150.
Es impedimento para el matrimonio según la fr. III del a. 156, el parentesco
legítimo o natural en toda la línea recta. En la colateral igual, se extiende a los
hermanos y medios hermanos y en la desigual a tíos y sobrinos. Este último
impedimento es dispensable.
Esta fracción no sólo considera el parentesco legítimo sino también el natural
que es de dificil, comprobación.
La fr. IV señala como impedimento el parentesco de afinidad en línea recta sin
limitación alguna. Afirman destacados juristas que el parentesco por afinidad
desaparece si se disuelve el matrimonio. En la especie ocurre lo contrario el impe-
dimento se manifiesta una vez disuelto el matrimonio y no antes, porque en tal
caso existiría bigamia.
La fr. V establece que no pueden contraer matrimonio entre silos que han
sido judicialmente sentenciados por adulterio. Actualmente las legislaciones
francesas e italianas, entre otras, permiten el matrimonio entre quienes han co-
metido adulterio.
[Las frs. VIII y IX del a. 156 consagran un estatuto diferente para los enfermos
mentales que el a. 450 en su fr. II engloba en un solo haz. Se incluye a la locura en
la fr. VIII y al idiotismo y la imbecilidad en la fr. IX con consecuencias jurídicas
distintas.]*
Existen en verdad distintas categorías de enfermedades mentales siendo unas
más graves que otras. Posiblemente haya sido ese el motivo que se tuvo en cuenta
al proceder en la forma expresada.
Son dispensables de estos impedimentos la falta de edad y el parentesco por
consanguinidad en la línea colateral desigual.
LC.P.

ARTÍCULO 157. El adoptante no puede contraer matrimonio con


el adoptado o sus descendientes, en tanto que dure el
lazo jurídico resultante de la adopción.
No indica el legislador la sanción aplicable en el caso de infracción a esta norma,
a diferencia de lo que ocurre con los impedimentos que señala el a. 156.
• N.E.: Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992. el tex-
to entre corchetes del comentario al a. 156 quedó afectado, por ello deberá modifi-
carse conforme a la reforma de la fr. II y la derogación de la fr. IV del a. 450.

120]
TITULO QUINTO/CAPITULO 11 ARTS. 157 y 158

Dispone el a. 235 en su fr. II que es nulo el matrimonio que se haya celebrado


concurriendo algunos de los impedimentos enumerados en el a. 156, y en los ar-
tículos que siguen a este último, se analiza detenidamente cada una de estas cau-
sales de nulidad.
Sólo los impedimentos enumerados en el a. 156 fueron considerados por la fr.
II del a, 235. No figura allí el a. 157. ¿Cuál será pues la sanción aplicable si se
infringe este artículo? Creemos que la sanción es la nulidad por las siguientes
razones: Porque dicho articulo establece una prohibición al decir que el adoptan-
te "no puede" contraer matrimonio con el adoptado o sus descendientes y los
actos que la ley prohibe son nulos y sin ningún valor. El a. 8 ubicado en las "Dis-
posiciones preliminares", aplicables a todo el articulado del código, dispone:
"Los actos ejecutados contra el tenor de las leyes prohibitivas o de interés público
serán nulos, excepto en los casos en que la ley ordene lo contrario".
Se llegaría también a la misma conclusión por aplicación de las normas de los
contratos que el a. 1859 hace extensivas a todos los actos jurídicos.
El a. 940 del CPC del DF establece que "todos los problemas inherentes a la
familia se consideran de orden público por constituir aquélla, la base de la inte-
gración de la sociedad".
¿Es esta disposición de aplicación general o se limita sólo a los aspectos pura-
mente procesales? Al parecer es de aplicación general y si lo es, habría que con-
cordada con los aa. 1795 y 1830 del CC. Dice el primero: "El contrato puede ser
invalidado: In. Porque su objeto, o su motivo o fin sea ilícito", y agrega el

segundo: "Es ilícito el hecho que es contrario a las leyes de orden público o a las
buenas costumbres".
De conformidad con la parte final del a. 157. el adoptante podría contraer
matrimonio con el adoptado o sus descendientes si desaparece el lazo jurídico
resultante de la adopción. La adopción se extingue: por nulidad, por impugna-
ción (a. 394) y por revocación (aa. 405 y 406).
L.C.P.

ARTÍCULO 158. La mujer no puede contraer nuevo matrimonio


sino hasta pasados trescientos días después de la diso-
lución del anterior, a menos que dentro de ese plazo
diere a luz un hijo. En los casos de nulidad o de divor-
cio, puede contarse este tiempo desde que se interrum-
pió la cohabitación.

Este principio es de derecho universal y tiene por objeto evitar la confusión de


paternidades. La ley presume que el plazo máximo de gestación es de 300 días. Si
la mujer iia a luz un hijo, dentro de ese plazo se extingue la prohibición.
En los casos de divorcio o nulidad el plazo puede contarse desde que se in-
terrumpió la cohabitación, dice el articulo que se comenta y "desde que de hecho
quedaron separados los cónyuges por orden judicial", agrega el a. 324 en su fr. 11.

ARTS. 158, 159 y 160 LIBRO PRIMERO

En las legislaciones modernas se permite el matrimonio de la mujer antes de


los 300 días, si comprueba científicamente que no se encuentra embarazada.
Si la mujer contrae matrimonio antes del vencimiento del plazo de 300 días,
ese matrimonio es ilícito pero no nulo, señala el a. 264, en su fr. II, y sida a luz un
hijo, ci a. 334 determina la paternidad presunta de ese hijo.

L.C.P.

ARTICULO 159. El tutor no puede contraer matrimonio con la


persona que ha estado o está bajo su guarda, a no ser que
obtenga dispensa, la que no se le concederá por el Presi-
dente Municipal respectivo, sino cuando hayan sido apro-
badas las cuentas de la tutela.
Esta prohibición comprende también al curador ya los
descendientes de éste y del tutor.

La ley prohibe al tutor contraer matrimonio con la persona que ha estado o está
bajo su guarda. Puede hacerlo si obtiene dispensa del presidente municipal
respectivo, cargo que no existe en el DF.
La dispensa puede ser otorgada por el jefe del DDF a través de la dirección de
gobierno (véase al respecto el a. 148.) Dicha dispensa sólo puede concederse
cuando hayan sido aprobadas las cuentas de la tutela.
También el curador, los descendientes de éste y del tutor, quedan comprendi-
dos en esta prohibición.

L.C.P.

ARTÍCULO 160. Si el matrimonio se celebrare en contravención de


lo dispuesto en el artículo anterior, el juez nombrará
inmediatamente un tutor interino que reciba los bienes y
los administre mientras se obtiene la dispensa.

Los pupilos menores quedarán emancipados por el matrimonio, ¿se les puede
nombrar nuevo tutor?
Al parecer el a. 160 establece una limitación más a la figura jurídica de la
emancipación. Vimos cómo los aa. 187 y 209 señalan limitaciones distintas de
las que contemplan los aa. 173 y 643 con respecto a la emancipación.
Los matrimonios celebrados por el tutor, el curador y los descendientes de
éstos, en contravención a lo dispuesto en este artículo no son nulos sino ilícitos,
por disponerlo así el a. 264 en su fr. II.

L.C.P.

[1221
TITULO QUINTO/CAPITULO II ART, 161

ARTÍCULO 161. Tratándose de mexicanos que se casen en el


extranjero, dentro de tres meses de su llegada a la Repú-
blica se transcribirá el acta de la celebración del matrimo-
nio en el Registro Civil del lugar en que se domicilien los
consortes.
Si la transcripción se hace dentro de esos tres meses,
sus efectos civiles se retrotraerán a la fecha en que se
celebró el matrimonio; si se hace después, sólo producirá
efectos desde el día en que se hizo la transcripción.

Tiene íntima relación el artículo que se comenta, con lo establecido en el a. 51.


Sólo se impone esta obligación a los mexicanos que se casan en el extranjero.
La SCJN en una ejecutoria que aparece publicada en el Informe del año de
1977, bajo el núm. 122 en la p. 119, dice:

Es cierto que los artículos 173 y 174 del Código Civil del Estado de Pue-
bla, establecen las consecuencias de la transcripción en tiempo y la de
la transcripción extemporánea del acta de matrimonio legalmente cele-
brado entre mexicanos en el extranjero pero resulta inconcebible que la
transcripción extemporánea acarree las consecuencias de ignorar en el
país la existencia de ese matrimonio para todos los efectos jurídicos,
condenándolo a la situación de un simple concubinato y que se pudiera
considerar que no ha habido matrimonio, que los cónyuges no lo son y,
por lo tanto, no pueden divorciarse, pero sí volver a casarse cometiendo
bigamia. A estas consecuencias absurdas y contrarias al orden público
nacional y al derecho internacional conduce esa interpretación, por lo
cual debe rechazarse y optar por una que sea más jurídica. Para este fin
debe tenerse en cuenta que el matrimonio produce diversos efectos, unos
puramente familiares o morales y otros de carácter patrimonial. Ahora
bien, para que produzca efectos el matrimonio, la transcripción en nues-
tro registro del acta matrimonial relativa, es evidente que los efectos a que
alude son exclusivamente los de índole patrimonial, en beneficio princi-
palmente de terceros que establezcan relaciones jurídicas con los cónyu-
ges. Esto es obvio, dado que la transcripción es el medio de darle
publicidad al acto..., luego entonces, con base en lo anterior, debe esta-
blecerse que la expresión "efectos civiles" que emplea el precepto en
comentario alude exclusivamente a los efectos que son consecuencia de la
publicidad y a ellos debe limitarse el alcance de ella y no a todos aquellos
efectos que se producen independientemente de que haya o no tal publici-
dad, porque son producto de la naturaleza misma del contrato.

La Cuarta Sala del TSJ del DF ha resucito en la siguiente ejecutoria:

(1231
ARTS. 161 y 162 LIBRO PRIMERO

Matrimonio civil celebrado por mexicanos ene! extraniero.—Efectos de


su registro. La falta de transcripción del acta respectiva no impide

probar el matrimonio ni que éste surta sus efectos, pues las disposiciones
contenidas en el artículo 51 y 161 del Código Civil tienden a establecer la
publicación del matrimonio y a facilitar su prueba, sin que por su
aplicación se impida que el acto surta sus efectos legales. Tal publicidad
es semejante a la establecida para el Registro Público de la Propiedad.
(Anales de Jurisprudencia, t. CXX, p. 199).
L. C. P.

CAPITULO III
De los derechos y obligaciones que nacen
del matrimonio
ARTÍCULO 162. Los cónyuges están obligados a contribuir cada
uno por su parte a los fines del matrimonio y a socorrerse
mutuamente.
Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre,
responsable e informada sobre el número y el espacia-
miento de sus hijos. Por lo que toca al matrimonio, este
derecho será ejercido de común acuerdo por los cónyuges.

Este artículo fue reformado en 1974 para añadirle la segunda parte y de esta
suerte en un mismo precepto se establece, por un lado el deber de asistencia
mutua y de contribución a los fines del matrimonio y, por otro, el derecho a
decidir sobre el número y espaciamiento de los hijos.
La primera parte de este artículo recoge un valor ético-social de alta categoría
y por tanto, presenta dificultades en su interpretación y aplicación.
El primer problema a que nos enfrentamos en la interpretación de este pre-
cepto es la definición de los fines del matrimonio. Si relacionamos este artículo
con el 147 parece que dichos fines se concretan a la perpetuación de la especie.
De hecho Bertrand Russell (Vieja y nueva moral sexual) sostiene que la institu-
ción del matrimonio, en sus aspectos religioso y secular, se justifica, entre otras
razones, por el interés que la sociedad ha tenido en salvaguardar los intereses
de los hijos que pudieren surgir de una relación sexual y señalar, de manera
indubitable, la paternidad. De otra manera, explica que las relaciones íntimas
de una pareja deberían estar totalmente desprovistas de control. Si bien es cier-
to que la actitud de la sociedad hacia el sexo no se agota en la mera procrea-
ción, por lo que se intenta, a través de diferentes órdenes normativos, imponer
una ética aceptada por la generalidad.
Las afirmaciones de Russell explican hasta cierto punto, la posición de otros
autores en el sentido de que la procreación o perpetuación de la especie es el fin

f 1241
TITULO QUINTO/ CAPITULO III ATS. 162 y 161

del matrimonio. Sin embargo, en la actualidad adquiere mayor importancia


considerar el establecimiento de una comunidad intima de vida entre un hom-
bre y una mujer como el fin natural del matrimonio, sobre todo a la luz de las
inquietudes de las nuevas parejas que deben servir de fundamento a esa co-
munidad y del derecho a decidir sobre el número y espaciarniento de los hijos,
derecho que comprende la posibilidad de no tenerlos.
Hablar de una comunidad íntima de vida permite una gran flexibilidad a la
pareja para fijar sus propios objetivos e inquietudes al contraer nupcias, al
mismo tiempo hace hincapié en el aspecto psicológico-afectivo de la relación y
no en el mero hecho fisiológico de la procreación. De esta manera es más sen-
cillo comprender el sentido del deber de asistencia que señala este articulo,
así como los alcances de los deberes de fidelidad y cohabitación que son
elementos consubstanciales del matrimonio.
La ayuda o socorro mutuo se descompone en aspectos, materiales y espiritua-
les. Dentro de los materiales está, necesariamente, la obligación de proporcio-
narse recíprocamente alimentos. Es decir, los cónyuges deben ayudarse mutua-
mente a procurarse los medios para subsistir. Este aspecto está explícitamente
considerado en el a. 302 y subsiste a pesar de la terminación del matrimonio.
El aspecto espiritual abarca la satisfacción de todas las necesidades íntimas
del cónyuge de tal manera que le permitan una vida digna en todo sentido. Es
decir, ambos cónyuges deberán prestarse consejo, apoyo moral, dirección y, por
sobre todo: afecto.
El deber de asistencia carece de sanción pecuniaria precisamente por su alto
contenido afectivo y por su categoría ética, sin embargo, debe ser señalado por
el derecho con el objeto de inducir a relaciones más sanas y libres tanto
económicas como afectivamente, entre los cónyuges.
La segunda parte de este precepto retorna la garantía consagrada en el a. 4o.
constitucional, aplicándola a la relación de pareja dentro del matrimonio. Es
menester hacer resaltar el triple aspecto: libertad, responsabilidad e informa-
ción, que permite, a las instancias competentes, establecer, en determinado
momento, programas educativos definidos de planeación familiar dentro de
una política de población congruente con la situación nacional, de la cual el
derecho civil no debe estar ajeno.

A.E. P.D. y N.

ARTÍCULO 163. Los cónyuges vivirán juntos en el domicilio con-


yugal. Se considera domicilio conyugal, el lugar estable-
cido de común acuerdo por los cónyuges, en el cual
ambos disfrutan de autoridad propia y consideraciones
iguales.
Los tribunales, con conocimiento de causa, podrán
eximir de aquella obligación a alguno de los cónyuges,

(1.25j
ARTS. 163 y 164 LIBRO PRIMERO

cuando el otro traslade su domicilio a país extranjero, a


no ser que lo haga en servicio público o social, o se
establezca en lugar insalubre o indecoroso.

De esta forma el legislador establece el deber de cohabitación que significa vivir


o habitar juntos en una misma casa. A través del cumplimiento de este deber
recíproco los cónyuges tienen la posibilidad de establecer la comunidad íntima
de vida que fundamenta la unión de la pareja. Es pues, la cohabitación el
elemento material que permite alcanzar los fines del matrimonio.
Este artículo ha sufrido dos reformas importantes, una en 1954 y la otra en
1983. La primera establece la reciprocidad de este deber ya que anteriormente
sólo recala en la mujer el deber de vivir con el marido; la segunda incorpora
parte de la definición de domicilio conyugal que se había venido sosteniendo en
la SCJN. A la definición que contiene este artículo le falta un elemento: la
exclusividad del hogar a fin de que puedan, efectivamente, darse las condiciones
para el ejercicio de la autoridad y consideraciones que se señalan; elemento muy
importante para el caso de determinar la existencia de un domicilio conyugal, y
su eventual abandono.
El deber de cohabitación sólo puede suspenderse por autoridad judicial en los
casos expresamente señalados; el translado del domicilio conyugal a un país
extranjero (excepto cuando este translado obedezca a un servicio público o
social) o cuando se establezca en un lugar insalubre o indecoroso. El incumpli-
miento injustificado de este deber por más de seis meses está sancionado por el
a. 267 fr. VIII.
Además de este término de seis meses existen, en ese mismo artículo otros dos
referidos ambos a la interrupción de la cohabitación: las frs. IX y XVIII.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 164. Los cónyuges contribuirán económicamente al


sostenimiento del hogar, a su alimentación y a la de sus
hijos, así como a la educación de éstos en los términos que
la ley establece, sin perjuicio de distribuirse la carga en la
forma y proporción que acuerden para este efecto, según
sus posibilidades. A lo anterior no está obligado el que se
encuentre imposibilitado para trabajar y careciere de
bienes propios, en cuyo caso el otro atenderá íntegramen-
te a esos gastos.
Los derechos y obligaciones que nacen del matrimonio
serán siempre iguales para los cónyuges e independientes
de su aportación económica al sostenimiento del hogar.

[1261

TITULO QUINTO.,'CA MULO 111 ARTS. 164 y 165

Si el establecimiento de uriá comunidad íntima de vida requiere, para su


desarrollo y expansión, de un hogar y éste a su vez necesita de un sustento
económico para cumplir efectivamente sus funciones, debemos concluir que
dicho hogar deberá ser sostenido por quienes lo fundaron, es decir: los cónyu-
ges. Esta aportación económica debe ser suficiente para cubrir las necesidades
del hogar, así como para la manutención de la pareja y de los hijos y puede
englobarse en el concepto señalado por Planiol como deber de administración
doméstica, que abarca lo estipulado en este precepto y en el a. 168.
Gran acierto del legislador es el permitir una flexibilidad a los cónyuges para
decidir entre sí cómo se hará la distribución de la contribución económica que
cada uno deba hacer de acuerdo a sus posibilidades e intereses.
Del cumplimiento de este deber sólo queda eximido el cónyuge imposibilita-
do para trabajar y siempre que no tenga bienes propios suficientes para poder
hacer frente a esos gastos.
Se sanciona el incumplimiento injustificado de esta obligación, facultando al
otro cónyuge para solicitar el divorcio en los términos del a. 267, fr. XII.
El último párrafo de este precepto establece una igualdad doméstica de la
pareja, independientemente de las aportaciones económicas de cada uno; igual-
dad que debiera apuntar hacia la consolidación de la comunidad íntima de vida
que caracteriza a la institución del matrimonio.
Este artículo fue reformado en 1974 precisamente buscando ese equilibrio.
Anteriormente el obligado a sostener el hogar era el varón y, como no se hacía
ninguna mención al respecto, se consideraba que por ello era quien tenía
mayores derechos en la relación. De hecho el poder económico que aún ejerce el
marido en muchos de los hogares mexicanos, es determinante en la estructura
familiar debido a una inveterada costumbre en ese sentido.

A.E. P.D. y N.

A RTÍCULO 165. Los cónyuges y los hijos, en materia de alimentos,


tendrán derecho preferente sobre tos ingresos y bienes de
quien tenga a su cargo el sostenimiento económico de la
familia y podrán demandar el aseguramiento de los bie-
nes para hacer efectivos estos derechos.

Por medio de este derecho de preferencia se pretende garantizar el sustento de la


familia frente a cualquier vicisit ud. Las formas de aseguramiento a que se refiere
este precepto se señalan en el a. 317.
El procedimiento para llevarlo a cabo es el establecido para las controver-
sias de orden familiar en el título decimosexto del CPC. La inclusión de este
derecho fuera del capítulo relativo a los alimentos hace pensar que el legislador
tuvo la intención de darle mayor amplitud al concepto "sostenimiento económi-
co de la familia" que al de alimentos. Sin embargo, dado el contenido de los

ARTS. 165, 166, 167.. 166y 169 LIBRO PRIMERO

alimentos señalados en el a. 308, esta distinción resulta inútil y por tanto el


precepto está fuera de un orden sistemático.
A. E.P.D. y N.

ARTICULO 166. Derogado.

ARTICULO 167. Derogado.

ARTICULO 168. El marido y la mujer tendrán en el hogar autori-


dad y consideraciones iguales; por lo tanto, resolverán de
común acuerdo todo lo conducente al manejo del hogar,
a la formación y educación de los hijos ya la administra-
ción de los bienes que a éstos pertenezcan. En caso de
desacuerdo, el Juez de lo Familiar resolverá lo conducente.

Se reitera en este artículo el criterio introducido por la LRF de 1917, a través del
cual se da fin a la potestad marital ejercida hasta ese entonces. En la legislación
decimonónica se establecía expresamente que el marido era representante legal
de la mujer.
Este precepto fortalece —por lo menos esa es la intención— el establecimien-
to de una comunidad de vida pues en la medida en que marido y mujer se
relacionen en un plano de igualdad en todos los asuntos relativos al hogar, esa
comunidad será más sólida y efectiva para la realización de los fines que ambos
cónyuges proyectaron al unirse en matrimonio.
Una relación igualitaria implica, necesariamente el acuerdo de voluntades en
todo lo que afecte a dicha relación, por ello el legislador así lo dispone, y al
reconocer al mismo tiempo, que en ocasiones el acuerdo no puede lograrse, es el
juzgador quien debe resolver lo conducente. Esta facultad la ejercerá a instancia
de parte y después de haber oído a ambos cónyuges. El juez de lo familiar se
convierte así en un amigable componedor en las controversias entre marido y
mujer o mejor en el consejero matrimonial en caso de disolución.
Para algunos, este artículo es una utopía ya que en nuestro medio la potestad
marital se sigue ejerciendo de hecho en la mayoría de los matrimonios. Sin
embargo, la norma, independientemente de sancionar conductas, cumple una
función educativa muy importante. Este es uno de esos casos.
A.E.P.D. y N.

ARTICULO 169. Los cónyuges podrán desempeñar cualquier acti-


vidad excepto las que dañen la moral de la familia o la
estructura de ésta. Cualquiera de ellos podrá oponerse a
que el otro desempeñe la actividad de que se trate y el
Juez de lo Familiar resolverá sobre la oposición.

[1283
TITULO QUINTO/CAPITULO 111 • ARTS. 169, /70. 171 y 172

Este precepto proyecta la relación igualitaria entre los cónyuges establecida por
el artículo anterior, a la actividad de ambos hacia fuera del núcleo familiar. El
legislador no establece diferencia entre actividades remuneradas o no, sencilla-
mente señala los límites de esa libertad: el daño a la moral o a la estructura
familiar.
En realidad tal señalamiento es por demás impreciso pues deja al criterio del
juez, en caso de controversia, la definición de la moralidad o inmoralidad de la
actividad y si ésta perjudica efectivamente a lo que el legislador denominó
estructura familiar.
Aun cuando las reglas de la moral y la estructura familiar son conceptos que
cambian de acuerdo con la idiosincrasia imperante en cada grupo social, hay
ciertos principios básicos, aceptados generalmente por aquellas sociedades que
como la nuestra se hallan estructuradas de acuerdo con las normas de la cultura
occidental y podríamos considerar que constituye la moral media de la socie-
dad. Dentro de este marco de ideas debemos reconocer sin embargo, que el juez
debe resolver la controversia atendiendo al grado de desarrollo cultural de cada
grupo familiar. Así pues el juez deberá, en todo caso, analizar los diferentes
aspectos particulares de tos conflictos que se le presentan; con fundamento en
este precepto no debiera olvidarse que si la desavenencia llegó a tales instancias,
es porque en el matrimonio en cuestión existe un conflicto serio que afecta en
sus raíces la estabilidad familiar, por lo que el juzgador debe actuar en estos
casos guiado por el propósito de resolver el conflicto con la mayor ecuanimidad
y ponderando todas las circunstancias del caso.

A.E. P.D. y N.

ARTÍCULO 170. Derogado.


ARTICULO 171. Derogado.

ARTICULO 172. El marido y la mujer, mayores de edad, tienen


capacidad para administrar, contratar o disponer de sus
bienes propios y ejercitar las acciones u oponer las excep-
ciones que a ellos corresponden, sin que para tal objeto
necesite el esposo del consentimiento de la esposa, ni ésta
de la autorización de aquél salvo en lo relativo a los ac-
tos de administración y de dominio de los bienes comunes.

Este artículo requiere de una previa consideración. Se inicia postulando la


capacidad de goce y ejercicio irrestrictos de los cónyuges mayores de edad en lo
que atañe al goce, disfrute, administración y disposición de sus bienes propios, y
en este sentido la norma se explica por una razón histórica: conforme al sistema

[129]
ARTS. 172 y 173 LIBRO PRIMERO

que establece el CC de 1884 la mujer estaba sujeta a la potestad marital en lo


doméstico, en la educación de los hijos y en la administración de sus bienes (a
192) y esto hacía que su capacidad de ejercicio fuera limitada, pero actualmente
y dado lo establecido en el a. 168 del CC en vigor, el legislador podría perfecta-
mente derogar este precepto sin mengua alguna del sistema.
Continúa el precepto recientemente reformado (DO 27-XII-l983) disponien-
do que la capacidad de ejercicio de que gozan ambos cónyuges, debe ser ejercida
conjuntamente cuando se trata de actos de administración y de dominio de los
bienes comunes. En rigor, no se trata de restringir la capacidad de ejercicio. Es
necesario distinguir la capacidad de los cónyuges y el ejercicio conjunto de las
facultades que confiere esa capacidad a quienes son condueños, cuando se trata
de administrar o de disponer de l os bienes que pertenecen a ambos consortes,
caso en el cual de acuerdo con el principio general, se requiere del consentimien-
to de todos los copropietarios para realizar cualquier acto de administración o
dominio sobre los bienes comunes, independientemente de los nexos de paren-
tesco, conyugales, o de cualquiera otra naturaleza que existan o puedan existir
entre los condueños.

A.E.P. D. y N.

ARTICULO 173. El marido y la mujer, menores de edad, tendrán la


administración de sus bienes, en los términos del artículo
que precede, pero necesitarán autorización judicial para
enajenarlos, gravarlos o hipotecarlos y un tutor para sus
negocios judiciales.

Este precepto aparece en congruencia con lo establecido en los aa. 641 y 643 ya
que permiten al menor emancipado, es decir, aquel menor que ha dejado de
estar sujeto a la patria potestad, que administre libremente sus bienes como si
fuera un mayor de edad. Sin embargo, requiere autorización judicial para actos
de dominio porque se considera, con acierto, que aún no poseen el criterio
suficiente para comprometerse. Esta es una medida a través de la cual se
pretende proteger el patrimonio del menor de edad emancipado, al igual que la
establecida en la última parte del artículo: el nombramiento de un tutor para sus
negocios judiciales.
Esta última es efectivamente una medida tutelar de los derechas del menor,
empero, plantea un problema técnico de difícil solución: se trata de un menor
emancipado; la emancipación se equipara a la mayoría de edad con ciertas
limitaciones, por tanto el menor de edad emancipado deja de estar sujeto a la patria
potestad y, por lo menos en teoría, puede ejercitar sus derechos sin la intervención
de un representante legal. Pero, el legislador consideró necesaria la presencia de un
tutor especial para todos los negocios judiciales en que se viera envuelto el cónyuge
menor de edad emancipado. Obviamente se trata de una tutela especial que, sin

1130]
I ITULO CAPIT ULO
ULO AR1 ti 173 174 175

embargo, no tiene cabida en nuestro derecho pues al propio legislador se le


olvidó reglamentarla en el capítulo correspondiente.
Por otro lado, si bien es cierto que este artículo es perfectamente congruente
con el criterio de proteger el patrimonio del menor de los posibles abusos a que
estuviere expuesto, es totalmente incongruente con el criterio que le da capaci-
dad al menor de edad para emprender un compromiso social de la mayor
envergadura: la formación de un nuevo núcleo familiar.
¿Cómo es posible que el legislador acepte que la crisis de personalidad por la
que todo adolescente atraviesa lo inhabilita para tomar decisiones sensatas en lo
relativo a su patrimonio, por un lado y por otro, le permita cargar sobre sus
hombros con la responsabilidad de una comunidad íntima de vida?
A. E.P,D. y N.

ARTÍCULO 174. Los cónyuges requieren autorización judicial


para contratar entre ellos, excepto cuando el contrato sea
el de mandato para pleitos y cobranzas o para actos de
administración.

La autorización que requieren los cónyuges es para todo contrato que se refiera
a actos de dominio. Puede pensarse que se trata nuevamente de una protección
especial a los intereses patrimoniales de los cónyuges, pues es de sobra conocido
que, desafortunadamente, la falta de claridad en los asuntos económicos entre
marido y mujer és fuente de graves problemas en el seno familiar. Sin embargo,
se cumple, a través de este precepto, con otra función: evitar los contratos entre
cónyuges con fraude a terceros; es de esperarse que el obstáculo que significa
solicitar y obtener la autorización judicial inhiba, en buena medida, los acuer-
dos entre cónyuges que afecten los derechos de terceros.
La autorización a que se refiere debe solicitarse al juez de lo familiar, en la vía
de jurisdicción voluntaria, y especificando los detalles del contrato que se desea
llevar al cabo para que el juez esté en posibilidad de dictar su resolución con
conocimiento de causa.
A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 175. También se requiere autorización judicial para


que el cónyuge sea fiador de su consorte o se obligue
solidariamente con él, en asuntos que sean de interés
exclusivo de éste, salvo cuando se trate de otorgar cau-
ción para que el otro obtenga su libertad.
La autorización, en los casos a que se refieren éste y los
dos artículos anteriores, no se concederá cuando resulten
perjudicados los intereses de la familia o de uno de los
cónyuges.

ARTS. 175 y 176 LIBRO PRIMERO

Este artículo completa el ciclo de preceptos tutelares de los intereses económicos


de los cónyuges y sus respectivas relaciones patrimoniales.
Es claro que a través de la figura de una fianza o de cualquiera obligación
solidaria en un determinado negocio desalortunado, la familia entera puede
quedar en la indigencia si los patrimonios de ambos cónyuges quedan compro-
metidos conjuntamente. El criterio del juez en este caso, como en los demás en
que se requiere su autorización, es determinante; para ello el legislador ordena
claramente que cuando los intereses de la familia o de uno de los cónyuges se
perjudiquen dicha autorización será negada.
¿Por qué se exceptua el caso de la caución carcelera? precisamente porque
existe el interés inmediato y evidente de obtener la libertad del cónyuge preso lo
más pronto posible y cualquier trámite judicial para obtener una autorización,
por rápido que sea, retrasaría considerablemente la obtención de su libertad.
El procedimiento, como ocurre en otros casos en que se requiere autoriza-
ción, debe tramitarse ante el juez de lo familiar por vía de la jurisdicción
voluntaria.
A. E.P. D. y N.

ARTÍCULO 176. El contrato de compra-venta sólo puede celebrar-


se entre los cónyuges cuando el matrimonio esté sujeto al
régimen de separación de bienes.

Es claro que mediante este precepto el legislador desea precisar con toda
claridad situaciones jurídicas patrimoniales entre cónyuges. Evidentemente
cuando existe una comunidad absoluta de bienes entre los cónyuges es imposi-
ble pensar en una translación de dominio de uno a otro pues los bienes
pertenecen en común a ambos consortes. Estamos, en este caso, frente a lo que
en las leyes físicas se denomina vasos comunicantes. Es ocioso extraer líquido de
uno de los vasos para verterlo en el otro pues el nivel del líquido siempre será el
mismo por más veces que se repita la operación.
Sin embargo, se nos ocurre que el legislador pensó en forma limitante ya que
las posibilidades en los regímenes patrimoniales del matrimonio no están en los
extremos absolutos. No sólo se presentan sociedades conyugales en donde
todos los bienes de ambos cónyuges formen parte del haber social, ni en todas
las separaciones de bienes los cónyuges conservan la propiedad individual de
todos sus bienes.
En una sociedad conyugal que comprende sólo una parte de los bienes de los
cónyuges quedando fuera de ella el resto, es perfectamente posible que exista la
trasmisión de dominio de los bienes no comprendidos en la sociedad respecto de
los cuales cada uno de los consortes conserva pleno dominio.
Pensamos que el legislador debió hacer referencia a los bienes y no al
matrimonio.
A.E.P. D. y N.

[132j

TITULO QUINTO/CAK TULOS III Y IV ARTS. 177 y 178

ARTÍCULO 177. El marido y la mujer, durante el matrimonio


podrán ejercitar los derechos y acciones que tengan el
uno en contra del otro; pero la prescripción entre ellos no
corre mientras dure el matrimonio

Es difícil pensar que durante el matrimonio, marido y mujer ejerzan derechos o


acciones el uno contra el otro, pues de ejercerse unos u otras estaríamos frente a
una desavenencia tal que provocaría la disolución del vínculo, por ello el
legislador estableció una suspensión de la prescripción mientras dure el matri-
monio. Ello significa que en cualquier momento, mientras el nexo conyugal
exista, los cónyuges pueden acudir ante el juzgador para ejercitar las acciones
correspondientes o hacer valer sus derechos, pero, una vez disuelto el vínculo
deberán hacerlo en los plazos establecidos para el ejercicio de cuya acción se
trate, pues a partir de ese momento empieza a correr el tiempo para la prescripción.

A. E.P.D. y N.

CAPITULO IV
Del contrato de matrimonio con relación a
los bienes. Disposiciones generales

ARTÍCULO 178. El contrato de matrimonio debe celebrarse bajo el


régimen de sociedad conyugal, o bajo el de separación de
bienes.

A través de este precepto se definen los regímenes patrimoniales a que puede


quedar sujeto el matrimonio en el DF. Estos pueden ser dos: la sociedad
conyugal y la separación de bienes; asimismo pueden coexistir ambos regímenes.
El primero de estos regímenes está formado por una comunidad de bienes
entre los cónyuges integrada por la aportación de cada uno de ellos al momento
de la constitución de la sociedad, de todo o parte de los bienes que le pertenecen,
y de los que se adquieran por cualquier título mientras dure tal régimen o sólo de
los primeros o bien de los futuros incluyendo o no las deudas que se contraigan.
Los consortes son copartícipes p or igual del logro o goce de los bienes comunes
y en proporción a su aportación son responsables de las deudas que gravitan
sobre la sociedad conyugal.
El régimen de separación de bienes, es aquel en que ambos cónyuges conser-
van la propiedad de sus bienes, la titularidad de los derechos sobre ellos, la
responsabilidad personal por las obligaciones que contrajeron cada uno. Los
patrimonios de ambos y cada uno de los cónyuges quedan perfectamente
diferenciados.

1.1331
ARTS. 1711 y 179 LIBRO PRIMERO

En teoría estos regímenes se crean por convenio expreso de los contrayentes


al momento de celebrarse el matrimonio, sin que, aparentemente exista un
régimen legal supletorio de la voluntad de las partes, como silo existía en la
codificación decimonónica.
Se discute mucho sobre la solución jurídica que debe darse a la omisión de la
manifestación de la. voluntad de los contrayentes en relación al régimen patri-
monial al que ha de quedar sujeto su matrimonio. La SCJN ha sostenido que el
régimen supletorio es el de sociedad conyugal (véase comentario al artículo
siguiente).
Otra opinión sostenida por Galindo Garfias (Derecho civil, Primer curso,
México, Porrúa, 1975, p. 530) y por Pacheco Escobedo, (La familia en el
derecho mexicano, p. 134), desde nuestro punto de vista más acertada, conside-
ra que en ausencia de capitulaciones, el régimen debe ser el de separación de
bienes toda vez que al no manifestarse la voluntad de los cónyuges en ningún
sentido puede haber translación de dominio de los bienes del patrimonio
personal al haber de la sociedad conyugal. Y porque finalmente conforme a lo
dispuesto por el a. 189 frs. 1 y 11 debe incluirse expresamente en las capitulacio-
nes matrimoniales que organizan la sociedad conyugal, la lista detallada de los
bienes muebles e inmuebles que cada consorte aporta a ella.

A. E. P.D. y N.

ARTÍCULO 179. Las capitulaciones matrimoniales son los pactos


que los esposos celebran para constituir la sociedad con-
yugal o la separación de bienes y reglamentar la adminis-
tración de éstos en uno y en otro caso:

En las capitulaciones matrimoniales los cónyuges fijan las reglas a las que se
sujetarán sus relaciones patrimoniales. De ahí que el legislador establezca un
doble objeto de estos pactos: la constitución del régimen de bienes a que estará
sujeto el matrimonio y la administración de los mismos.
Se ha discutido mucho al respecto de la naturaleza jurídica de esta figura.
Algunos autores la consideran un contrato accesorio, otros hablan de convenio
en sentido estricto y otros, finalmente, generalizan y sostienen que son un
acuerdo de voluntades. Consideramos que el problema se origina porque la
misma figura sirve para constituir un régimen en donde se crean o transfieren
derechos y obligaciones, como es el caso de la sociedad conyugal, y también
para constituir otro en donde eventualmente se modificarían o extinguirían
ciertos derechos y obligaciones, como es el caso de la separación de bienes, sobre
todo cuando se sustituye aquel régimen por éste.
Evitando entrar en discusiones doctrinales del tema podemos admitir que las
capitulaciones matrimoniales son un acuerdo de voluntades —pues eso significa
el vocablo pacto que emplea el legislador— que en algunos casos crea o

1134]
TITULO QUINTO, CA PITUTO IV ARTS_ 179, kW y 181

transfiere derechos y obligaciones, y en otros modifica y extingue el acuerdo de


voluntades, o bien puede tener por objeto no modificar la situación patrimonial
de los cónyuges.

A.E. P.D. y N.

ARTÍCULO 180. Las capitulaciones matrimoniales pueden otor-


garse antes de la celebración del matrimonio o durante él,
y pueden comprender no solamente los bienes de que
sean dueños los esposos en el momento de hacer el pacto,
sino también los que adquieran después.

Este artículo establece a pesar de su redacción poco clara y de su aparente


contradicción con lo señalado en los aa. 103 fr. VII y 178, un régimen de libertad
y flexibilidad para el otorgamiento de las capitulaciones y su modificación
durante el matrimonio.
El acuerdo de voluntades entre los futuros cónyuges en relación al régimen
patrimonial al que ha de quedar sujeto su matrimonio, necesariamente ha de
realizarse antes de la celebración del mismo en los términos establecidos para
cada caso. Sin embargo dicho acuerdo puede modificarse cuantas veces los
cónyuges lo deseen, previa autorización judicial en los términos del a. 174. Es
decir, deberán acudir ante el juez de lo familiar, en la vía de jurisdicción
voluntaria, para modificar su acuerdo inicial.
En virtud de que se trata de fijar con precisión las relaciones patriffioniales de
los cónyuges en las capitulaciones puede hacerse referencia tanto a los bienes
que tengan los esposos en el momento del otorgamiento de las capitulaciones,
como de los que pudieren adquirir en lo futuro. Frente a esta posibilidad se abre
una diversidad de alternativas para que los interesados adopten la que más les
convenga. Pueden establecer una comunidad de bienes para aquellos que se
adquieran durante el matrimonio, reservándose la propiedad de los adquiridos
antes; pueden reservarse la propiedad individual de bienes adquiridos por
ciertas causas y aportar a la comunidad los demás: convenir en una separación o
una comunidad absolutas; en fin, las posibilidades son amplias. Puede ocurrir
que los consortes al celebrar el matrimonio omitan el otorgamiento de capitula-
ciones, en ese caso la SON ha resuelto que "puede existir una sociedad
conyugal sin que los consortes hayan concertado capitulaciones". (SJF, Tercera
Sala, séptima época, vol. 43, cuarta parte, p. 70, amparo 2135/ 1971).

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 181. El menor que con arreglo a la ley pueda contraer


matrimonio, puede también otorgar capitulaciones, las

113 5 1

ARTS. 181, 182 y 183 LIRRO PRIMERO

cuales serán válidas si a su otorgamiento concurren las


personas cuyo consentimiento previo es necesario para la
celebración del matrimonio.

Siendo las capitulaciones matrimoniales el acuerdo de voluntades que permite a


los cónyuges establecer las normas que rijan los aspectos patrimoniales de su
relación, es lógico que no sólo puedan, sino que deban realizarlas todos aquellos
que vayan a contraer nupcias independientemente de si son mayores o menores
de edad.
Ahora bien, cuando para la validez del matrimonio se requiere la concurren-
cia de voluntades de los contrayentes y la autorización de un tercero, las
capitulaciones sólo serán válidas si a su otorgamiento concurren según sea el
caso, los ascendientes, tutores, el jefe del DDF, los delegados o el juez de lo
familiar, conforme a lo establecido en los aa. 149 a 152.

A.E. P.D. y N.

ARTÍCULO 182. Son nulos los pactos que los esposos hicieren
contra las leyes o los naturales fines del matrimonio.

Este articulo se relaciona con los aa. 8o„ 147 y 162. Atendiendo a lo establecido
en esos preceptos, éste que comentamos resulta redundante. Ningún acuerdo
de voluntades puede contravenir lo dispuesto por las leyes; la autonomía de
la voluntad tiene precisamente el limite de la legalidad, por tanto las capitula-
ciones matrimoniales se pueden realizar libremente mientras no excedan tales
límites, de otra suerte no producirán efecto jurídico alguno.
Por lo que se refiere a los fines naturales del matrimonio debe tenerse presente
que el matrimonio cumple la finalidad jurídica de dar estabilidad a las relacio-
nes de los cónyuges y que éstos deben vivir juntos y que están obligados a
ayudarse mutuamente. El matrimonio es la institución por excelencia que
establece las bases legales para que exista entre los consortes una plena comuni-
dad de vida y entre ambos consoliden la institución de la familia, la salud y la
educación de los hijos.

A.E.P.D. y N.

CAPITULO V
De la sociedad conyugal

ARTÍCULO 183. La sociedad conyugal se regirá por las capitula-


ciones matrimoniales que la constituyan, y en lo que no
estuviere expresamente estipulado, por las disposiciones
relativas al contrato de sociedad.

[1361

TITULO QUINTO/CAPITULO V AR1S. 181. 184 y Ih5

Algunos autores discuten si la sociedad conyugal debe ser considerada como


una sociedad. Existen varios argumentos para negarle tal carácter: 1. Cuando
se constituye una sociedad se crea una persona moral, y la sociedad conyugal
no constituye una persona distinta de los cónyuges; 2. En la sociedad civil, la
aportación de bienes implica la transmisión de su dominio a la sociedad, salvo
que se pacte otra cosa, en cambio, en la sociedad conyugal, no hay transmisión
de dominio de los bienes, pues éste reside en ambos cónyuges desde el momento
en que cualquiera de ellos adquiere un bien; 3. La sociedad se constituye por un
contrato autónomo, la sociedad conyugal nace de un convenio realizado como
consecuencia del contrato de matrimonio; 4. En la sociedad civil los socios
pueden, con consentimiento de los coasociados, ceder sus derechos; en la
llamada sociedad conyugal, ninguno de los cónyuges puede transmitir sus
derechos a otra persona, ni aun con el consentimiento del otro cónyuge.
Los autores, entre ellos Maria Carreras Maldonado e Ignacio Galindo Gar-
fias, consideran que la mal llamada sociedad conyugal debe ser considerada
como una comunidad de bienes entre los consortes.
Esto induce a concluir que la supletoriedad de las disposiciones relativas al
contrato de sociedad, sólo tiene lugar en aquello que no contradiga la naturale-
za de la sociedad conyugal.
I.B.S.

ARTÍCULO 184. La sociedad conyugal nace al celebrarse el matri-


monio o durante él. Puede comprender no sólo los bienes
de que sean dueños los esposos al formarla sino también
los bienes futuros que adquieran los consortes.

La sociedad conyugal puede pactarse antes de la celebración del matrimonio


pero, en este caso, surtirá efectos desde el momento en que el mismo tenga lugar.
También puede surgir durante la vigencia del matrimonio como consecuencia
de una modificación a las capitulaciones anteriores sobre separación de bienes.
Se puede pactar que formen parte de la sociedad conyugal los bienes que
adquieran los consortes durante el matrimonio (véase a. 180), o los bienes
que eran de cada consorte, antes del matrimonio. (Jurisprudencia de la SC.TN,
núm. 356, sexta época, SJE Tercera Sala, apéndice 1917-1975, p. 1062).

1.B.S.

ARTICULO 185. Las capitulaciones matrimoniales en que se cons-


tituya la sociedad conyugal, constarán en escritura públi-
ca cuando los esposos pacten hacerse copartícipes o trans-
ferirse la propiedad de bienes que ameriten tal requisito
para que la traslación sea válida.

11371

AR.1 S. 155. Is 187 1 IRRO PRIMERO

Deberán constar por escritura pública las capitulaciones matrimoniales, sólo


cuando los esposos pacten hacerse copartícipes o transferirse, uno al otro, la
propiedad de inmuebles y siempre que la ley exija esa formalidad para la validez
del acto. Si la transferencia o coparticipación se hace durante el matrimonio,
importa donación. (a. 192.).
La constitución de la sociedad conyugal significa una transmisión de bienes,
no a la sociedad conyugal --puesto que ésta no es una persona jurídica— sino al
otro cónyuge. En razón de ello, todos los bienes que tengan un valor superior a
los $30,000.00 deben ser otorgados en escritura pública en los términos del a. 78
de la LNDF, publicada en el DO de la Federación el 3 de enero de 1980.
El a. 3012 del CC establece que tratándose de inmuebles, derechos reales
sobre los mismos u otros derechos inscribibles o anotables, la sociedad conyugal
no sufrirá efectos contra terceros si no está inscrita en el R PP. Cualquiera de los
cónyuges u otro interesado tiene derecho a pedir la rectificación del asiento
respectivo, cuando algunos de esos bienes pertenezcan a la sociedad conyugal y
estén inscritos a nombre de uno solo de aquéllos. (Jurisprudencia de la SCJN
núm. 357. SJF, sexta época, apéndice 1917-1975, Tercera Sala, p. 1066).

ARTICULO 186. En este caso, la alteración que se haga de las


capitulaciones deberá también otorgarse en escritura pú-
blica, haciendo la respectiva anotación ene! Protocolo en
que se otorgaron las primitivas capitulaciones, y en la
inscripción del Registro Público de la Propiedad. Sin
Henar estos requisitos, las alteraciones no producirán
efecto contra tercero.
Ver comentario al artículo anterior.

LBS,

ARTÍCULO 187. La sociedad conyugal puede terminar antes de


que se disuelva el matrimonio si así lo convienen los
esposos; pero si éstos son menores de edad, deben inter-
venir en la disolución de la sociedad, prestando su con-
sentimiento, las personas a que se refiere el artículo 181.
Esta misma regla se observará cuando la sociedad
conyugal se modifique durante la menor edad de los
consortes.

Los cónyuges tienen libertad para modificar o extinguir la sociedad conyugal en

[138]
1121\ .11«,,, 1N1.1
1111110 Ql1\ 10 CAPilk 10 L

cualquier momento durante el matrimonio; si la extinguen ésta será suplida por


el régimen de separación de bienes. Cuando los esposos sean menores de edad,
deben intervenir en las modificaciones las personas cuyo consentimiento previo
es necesario para la celebración del matrimonio.

1. B.S.

ARTÍCULO 188. Puede también terminar la sociedad conyuga


durante el matrimonio, a petición de alguno de los cónyu-
ges, por los siguientes motivos:
1. Si el socio administrador, por su notoria negligen-
cia o torpe administración, amenaza arruinar a su conso-
cio o disminuir considerablemente los bienes comunes;
II.--- Cuando el socio administrador, sin el consenti-
miento expreso de su cónyuge, hace cesión de bienes
pertenecientes a la sociedad conyugal, a sus acreedores;
el socio administrador es declarado en quie-
bra, o concurso;
IV.—Por cualquiera otra razón que lo justifique a
juicio del órgano jurisdiccional competente.

La sociedad conyugal termina cuando lo solicite uno de los consortes; entre


otras causas, cuando el administrador por su notoria culpa o negligencia o por
haber sido declarado en quiebra o concurso, amenace la integridad del patrimo-
nio común.

Respecto a la fr. 1, el a. 2710 del CC establece que el nombramiento de socio


administrador ante la sociedad civil no priva a los demás socios del derecho de
examina' el estado de los negocios sociales y de exigir la presentación de libros.
papeles y documentos, con objeto de que se puedan hacer las reclamaciones que
estimen convenientes y el a, 2718, dice que el socio administrador está obligado
a rendir cuentas cuando se lo soliciten los otros socios.

El a. 2966, en su párrafo primero expresa que la declaración de concurso


Incapacita al deudor para seguir administrando sus bienes, así como para
cualquiera otra administración que por ley le corresponda.

La fr. 1V del artículo en cita otorga una amplia facultad discrecional al árgano
jurisdiccional para ordenar la disolución de la sociedad conyugal por cualquier
razón que lo justifique pero el artículo no señala criterios que puedan servir de
base a la resolución.

[1391
ART 189
LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 189. Las capitulaciones matrimoniales en que se esta-


blezca la sociedad conyugal, deben contener:
1.—La lista detallada de los bienes inmuebles que cada
consorte lleve a la sociedad, con expresión de su valor y
de los gravámenes que reporten;
II.—La lista especificada de los bienes muebles que
cada consorte introduzca a la sociedad;
III.—Nota pormenorizada de las deudas que tenga
cada esposo al celebrar el matrimonio, con expresión de
si la sociedad ha de responder de ellas, o únicamente
de las que se contraigan durante el matrimonio, ya sea
por ambos consortes o por cualquiera de ellos;
IV.—La declaración expresa de si la sociedad conyugal
ha de comprender todos los bienes de cada consorte o
sólo parte de ellos, precisando en este último caso cuáles
son los bienes que hayan de entrar a la sociedad;
V.—La declaración explícita de sí la sociedad conyugal
ha de comprender los bienes todos de los consortes, o
solamente sus productos. En uno y en otro caso se deter-
minará con toda claridad la parte que en los bienes o en
sus productos corresponda a cada cónyuge;
VI.—La declaración de si el producto del trabajo de
cada consorte corresponde exclusivamente al que lo eje-
cutó, o si debe dar participación de ese producto al otro
consorte y en qué proporción;
VIL—La declaración terminante acerca de quién debe
ser el administrador de la sociedad, expresándose con
claridad las facultades que se le conceden;
declaración acerca de si los bienes futuros
que adquieran los cónyuges durante el matrimonio, per-
tenecen exclusivamente al adquirente, o si deben repartir-
se entre ellos y en qué proporción;
IX.—Las bases para liquidar la sociedad.

La ley establece varias posibilidades dentro de las cuales la voluntad de los


cónyuges puede moverse libremente para ajustar las estructuras de la sociedad
conyugal adaptándolas a sus intereses. Los esposos pueden proponerse formar
un patrimonio común con la totalidad de los bienes de cada uno, con los frutos
que estos bienes produzcan, con el producto de su trabajo y con todo lo que cada
uno obtenga en lo futuro, en este caso, se estará en presencia de una sociedad

[1401
TITL LO QUIN] O CAPI-11.1_0 y A RIN. 189, 19(1y 191

conyugal universal. También si así lo desean, marido y mujer pueden aportar a


la sociedad conyugal sólo una parte de sus bienes, reservándose para sí la otra.
excluyendo en la aportación sólo una porción de los productos o de los frutos
que produzcan los bicnes. Se tratará entonces de una sociedad conyugal parcial.
La sociedad conyugal queda constituida por los bienes que forman el activo
pero también puede hacerse cargo de las deudas que en el momento de la
constitución tenga cada uno de los consortes.
Todos los bienes o derechos que no se incluyan en las capitulaciones matri-
moniales pertenecen en propiedad a cada uno de los consortes.
La posibilidad de que los consortes declaren que el producto del trabajo !e
corresponde exclusivamente al que lo ejecutó, se establece sin perjuicio de
reconocer la obligación de ambos cónyuges de contribuir económicamente al
sostenimiento del hogar.
En relación a la fr. VII que establece la obligación de nombrar administrador
de la sociedad, el a. 194 expresa que ese nombramiento puede ser libremente
modificado sin necesidad de expresión de causa, y en caso de desacuerdo, el juez
de lo familiar resolverá lo conducente.
1. B.S.

ARTICULO 190. Es nula la capitulación en cuya virtud uno de


los consortes haya de percibir todas las utilidades; así
como la que establezca que alguno de ellos sea respon-
sable por las pérdidas y deudas comunes en una parte
que exceda a la que proporcionalmente corresponda a
su capital o utilidades.

Este artículo contiene la prohibición de que alguno de los consortes se reserve


todas las utilidades o que sólo sea responsable de las pérdidas o deudas comu-
nes, que exceda en la parte que le corresponda en el capital o las utilidades. Es un
principio fundamental que debe respetarse en el régimen jurídico de las sociedades.

I. B.S.

ARTÍCULO 191. Cuando se establezca que uno de los consortes


sólo debe recibir una cantidad fija, el otro consorte o sus
herederos deben pagar la suma convenida, haya o no
utilidad en. la sociedad.

Una estipulación de esta naturaleza no va de acuerdo con el concepto de


participación del cónyuge en la sociedad en proporción a su haber social o a las
ganancias. Se trata en realidad de una carga que grava los bienes comunes.

I.B.S.

ARTS, 192, 193 y 194 1.113RO PRIMERO

ARTÍCULO 192. Todo pacto que importe cesión de una parte de


los bienes propios de cada cónyuge, será considerado
como donación y quedará sujeto a lo prevenido en el
capítulo VIII de este Título.

Este precepto sujeta al régimen del contrato de donación de la cesión de bienes de


un cónyuge al otro; no es donación la aportación de bienes a la sociedad
conyugal, que no tiene personalidad jurídica ni patrimonio independiente del
que pertenece a cada uno de los consortes.

1.B.S.

ARTÍCULO 193. No pueden renunciarse anticipadamente las ga-


nancias que resulten de la sociedad conyugal; pero disuel-
to el matrimonio o establecida la separación de bienes,
pueden los cónyuges renunciar a las ganancias que les
correspondan.

En relación a este precepto, los aa. 201 y 202 expresan: que en los casos de
disolución de la sociedad conyugal por nulidad del matrimonio, el consorte que
obró de mala fe no tendrá parte en las utilidades, mismas que se aplicarán a los
hijos y si no los hubiere, al cónyuge inocente. Si los dos procedieron de mala fe,
las utilidades se aplicarán a los hijos, y si no los hubiere, se repartirán en
proporción de lo que cada consorte llevó al matrimonio: (Ver comentario al
a. 198 CC).

I.B.S.

ARTICULO 194. El dominio de los bienes comunes reside en


ambos cónyuges mientras subsista la sociedad conyugal.
La administración quedará a cargo de quien los cónyuges
hubiesen designado en las capitulaciones matrimoniales,
estipulación que podrá ser libremente modificada, sin
necesidad de expresión de causa, yen caso de desacuerdo,
el Juez de lo Familiar resolverá lo conducente.

Los actos de administración de la sociedad conyugal son ejecutados por el


administrador designado en las capitulaciones matrimoniales; para realizar
enajenaciones o gravámenes de los bienes comunes que forman parte de la

(1421
TITULO QUINTO.. CAPITULO V SR lS. 194,195.196 y 197

sociedad, se necesita el consentimiento de ambos consortes porque el dominio


de los bienes comunes, corresponde por igual a cada consorte.

I.B.S.

ARTÍCULO 195. La sentencia que declare la ausencia de alguno de


los cónyuges, modifica o suspende la sociedad conyugal
en los casos señalados en este Código.

La sentencia que declare la ausencia de alguno de los cónyuges, salvo estipula-


ción en contrario en las capitulaciones, modifica la sociedad conyugal, sea para
suspender sus efectos mientras dure la ausencia, sea en lo que se refiere a la
administración. La declaración de ausencia no es causa por sí sola de termina-
ción de la sociedad conyugal.
La sentencia puede ser título fundatorio de la demanda que presente el
cónyuge que no se ha ausentado, para obtener el divorcio.

I.B.S.

ARTÍCULO 196. El abandono injustificado por más de seis meses


del domicilio conyugal por uno de los cónyuges, hace
cesar para él, desde el día del abandono, los efectos de la
sociedad conyugal en cuanto le favorezcan; éstos no po-
drán comenzar de nuevo sino por convenio expreso.

Los efectos de la sociedad conyugal que se suspenden por el abandono injustifi-


cado de un cónyuge por más de seis meses, son sólo aquellos que le favorezcan;
subsisten los que le perjudican.
La sociedad conyugal sólo podrá continuar si los cónyuges así lo vuelven a
convenir expresamente.
La sentencia que decrete el divorcio, cuando se invoque la causal de abando-
no, es causa de terminación de la sociedad conyugal con efectos a partir del día
del abandono de acuerdo con lo dispuesto en el precepto que se comenta. (Ver
a. 287).

I.B.S.

ARTÍCULO 197. La sociedad conyugal termina por la disolución


del matrimonio, por voluntad de los consortes, por la
sentencia que declare la presunción de muerte del cónyu-
ge ausente y en los casos previstos en el artículo 188.
11431
AR I S 197, 198, 199 , 200 LIBRO PRIMERO

Siendo las capitulaciones matrimoniales un contrato accesorio del matrimonio,


al disolverse éste por nulidad (a. 261), divorcio (a. 287) o muerte (a. 205), la
sociedad conyugal termina. También se extingue por voluntad de los cónyuges
(a. 187).
Los consortes pueden en cualquier tiempo modificar las estipulaciones conte-
nidas en las capitulaciones matrimoniales, excluyendo uno o varios bienes de la
sociedad conyugal, o conviniendo en la extinción de ese régimen para establecer
el de separación de bienes.

B.S.

ARTÍCULO 198. En los casos de nulidad, la sociedad se considera


subsistente hasta que se pronuncie sentencia ejecutoria, si
los dos cónyuges procedieron de buena fe.

En el caso de nulidad, el momento en que se producirá la disolución de la


sociedad dependerá de la buena fe con que actuaron los consortes.

1.B.S.

ARTÍCULO 199. Cuando uno solo de los cónyuges tuvo buena fe,
la sociedad subsistirá también hasta que cause ejecuto-
ria la sentencia, si la continuación es favorable al cón-
yuge inocente; en caso contrario se considerará nula
desde un principio.

Para el cónyuge que actuó de buena fe, la sociedad subsistirá basta el momento
en que se pronuncie la sentencia de nulidad siempre que esos efectos sean
favorables.
En caso contrario se considera que la sociedad no produce efectos en su
contra, en cambio los producirá en contra del cónyuge que actuó de mala fe.
(Ver aa. 198 y 200).

I.B.S.

ARTÍCULO 200. Si los dos cónyuges procedieron de mala fe, la


sociedad se considera nula desde la celebración del matri-
monio, quedando en todo caso a salvo los derechos que
un tercero tuviere contra el fondo social.

Se protegen los derechos de terceros contra el fondo social, no obstante que se

114,4J

TITULO QUINTO; CAPITULO V ARTS. 200, 201 y 202

decrete la nulidad de la sociedad conyugal, pues ésta es sólo una consecuencia


que debe surtir efectos entre los cónyuges (ver comentarios al a. 198).
Los efectos de la buena fe respecto de la subsistencia o liquidación de la
sociedad que se producirán entre los consortes, no perjudican los derechos de
terceros.

1.B.S.

ARTICULO 201. Si la disolución de la sociedad procede de nulidad


de matrimonio, el consorte que hubiere obrado de mala
fe no tendrá parte en las utilidades. Estas se aplicarán a
los hijos, y si no los hubiere, al cónyuge inocente.
Se considera que en los casos de nulidad de matrimonio, el cónyuge que obró de
mala fe no tendrá participación en las utilidades. El cónyuge inocente percibirá
la porción de utilidades que deban corresponderle conforme a las capitulaciones
matrimoniales.
El párrafo final del artículo que se comenta se halla en abierta contradicción
con lo dispuesto en el a. 261, pues este último precepto ordena que la totalidad
de las utilidades se aplicará al cónyuge que procedió de buena fe (ver comenta-
dos a los aa. 198 y 261).
Debe resolverse la cuestión en el sentido de que las utilidades corresponden
íntegramente al cónyuge inocente aunque hubiere hijos en razón de que la
sociedad continúa en lo que le sea favorable, hasta la fecha en que se pronuncie
la sentencia de nulidad.
Es la buena fe y no la filiación la que da derecho a las utilidades. Estas sólo se
aplicarán a los hijos cuando ambos consortes han procedido de mala fe, porque
en ese caso, la sociedad quedará disuelta desde que se estableció.

I.B.S.

ARTÍCULO 202. Si los dos procedieron de mala fe, las utilidades se


aplicarán a los hijos, y si no los hubiere, se repartirán en
proporción de lo que cada consorte llevó al matrimonio.
Los hijos habidos en el matrimonio que se declara nulo por efectos de la mala fe
de ambos consortes, tienen derecho a percibir beneficios, en virtud de que los
socios no pueden participar en ellos.
Sólo en el caso de que no hubiere hijos. los dos cónyuges se distribuirán las
utilidades por aplicación del principio de que la concurrencia de culpa en
las partes, neutraliza sus efectos. (Ver comentarios a los aa. 198, 200 y 261).

1.B.S.

1145]
ARTS 203, 204 y 21/5 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 203. Disuelta la sociedad se procederá a formar inven-


tario, en el cual no se incluirán el lecho, los vestidos
ordinarios y los objetos de uso personal de los consortes,
que serán de éstos o de sus herederos.

Los bienes enumerados en este precepto pertenecen a cada consorte y no forman


parte de la sociedad conyugal. Todo lo relativo a la formación de inventarios, se
regirá por lo que dispone el CPC (a. 206).
Este ordenamiento procesal, regula el procedimiento para hacer inventario
en el capitulo IV del título XIV dedicado a los juicios sucesorios. El inventario y
el avalúo de los bienes comunes así como la aplicación de los mismos a cada uno
de los consortes, y la distribución de utilidades, deberán ser aprobados por el
juez de lo familiar.

LBS.

ARTÍCULO 204.Terminado el inventario, se pagarán los créditos


que hubiere contra el fondo social, se devolverá a cada
cónyuge lo que llevó al matrimonio y el sobrante, si lo
hubiere, se dividirá entre los dos consortes en la forma
convenida. En caso de que hubiere pérdidas, el importe
de éstas se deducirá del haber de cada consorte en propor-
ción a las utilidades que debían corresponderles, y si uno
solo llevó capital, de éste se deducirá la pérdida total.

En las capitulaciones matrimoniales se deben señalar las bases para liquidar la


sociedad conyugal (a. 189 fr. IX CC). Supletoriamente se aplica el a. 2727 del
CC: "La liquidación debe hacerse por todos los socios, salvo que convengan en
nombrar liquidadores o que ya estuvieren nombrados en la escritura social".
Los cónyuges, una vez disuelto el matrimonio o establecida la separación de
bienes, pueden renunciar a las ganancias que les corresponden (a. 193 CC).
En los casos de divorcio, se procederá desde luego a la división de los bienes
comunes y se tomarán las precauciones necesarias para asegurar las obligacio-
nes que queden pendientes entre los cónyuges o con relación a los hijos (a. 287 CC).

I.B.S.

ARTICULO 205. Muerto uno de los cónyuges, continuará el que


sobreviva en la posesión y administración del fondo so-
cial, con intervención del representante de la sucesión,
mientras no se verifique la partición.

11461
TITULO QUINTOf CA PI TUZ Os y y VI AR T'. 205, 206 y 207

La muerte de uno de los cónyuges disuelve la sociedad conyugal, la propiedad


de los bienes que correspondían al cónyuge muerto se transmiten a sus herede-
ros desde el momento en que la muerte ocurra, pero el cónyuge que sobreviva
continúa en la posesión y administración del fondo social mientras se verifique
la partición.
También pone término a la sociedad conyugal la sentencia que declare la
presunción de muerte de un ausente casado (a. 713 CC).

LBS.

ARTICULO 206. Todo lo relativo a la formación de inventarios y


solemnidades de la partición y adjudicación de los bienes,
se regirá por lo que disponga el Código de Procedimien-
tos Civiles.

Para determinar lo que se va a dividir, es necesario precisar el acervo de la


comunidad y esto sólo se obtiene con el inventario que formule el administrador.
El CPC regula la formación de inventarios en los aa. 816 y siguientes, en
materia de sucesiones (ver comentario al a. 203).

I.B.S.

CAPITULO VI
De la separación de bienes
ARTÍCULO 207. Puede haber separación de bienes en virtud de
capitulaciones anteriores al matrimonio, o durante éste,
por convenio de los consortes, o bien por sentencia judi-
cial. La separación puede comprender no sólo los bienes
de que sean dueños los consortes al celebrar el matrimo-
nio, sino también los que adquieran después.

Si bien la primera parte del artículo fue tomada casi textualmente de los aa. 2072
y 2205 de los códigos civiles de 1884 y 1870 respectivamente, el contexto es total-
mente distinto: en aquellos códigos se establecía legalmente un régimen supletorio
(sociedad legal) y por tanto la separación de bienes de los cónyuges sólo podía
ser originada en virtud de actos jurídicos; bien voluntarios como las capitulacio-
nes anteriores al matrimonio, o el convenio que lo constituyera durante el
mismo, o bien por sentencia judicial. El legislador de 1928 estableció el deber, y
ya no la mera posibilidad de celebrar el matrimonio bajo el régimen de sociedad
conyugal o del de separación de bienes (a. 178). A pesar de las intenciones del

[147]
AR I S. 207 y 2011 LIBRO PRIMERO

legislador, en la práctica se han dado serios problemas y la doctrina mexicana


ha debatido acerca de la existencia o inexistencia de un régimen supletorio
Ante la necesidad de defender la conservación del matrimonio y en contra del
sentido literal del código sostenido por Aguilar Gutiérrez, que llevaría a califi-
car el matrimonio como nulo por falta de forma (a. 253 fr. III en relación con el
a. 98 fr. V) (en contra de esta aplicación literal de la nulidad por falta de forma
ver Galindo Garfias, Ignacio, Derecho civil, 6a. ed., p. 533).
En alguna ocasión la SCJN ha considerado que el régimen supletorio es el de
la sociedad conyugal. Por otro lado existen otras opiniones (Sánchez Medal,
Ramón, De los contratos civiles, 6a. ed., pp. 338 y ss. que sostiene, basándose en
el a. 172, ahora ya reformado, que el régimen supletorio ese! de separación de
bienes.)
Consideramos esta opinión la más acertada y en consecuencia negamos que
las únicas fuentes de la separación de bienes sean las establecidas poreste articulo.
Para la segunda parte de la disposición ver el comentario del articulo siguiente.

F. V.E.

ARTÍCULO 208. La separación de bienes puede ser absoluta o


parcial. En el segundo caso, los bienes que no estén
comprendidos en las capitulaciones de separación, serán
objeto de la sociedad conyugal que deben constituir los
esposos.

Este artículo junto con el a. 207 infine. establece las posibilidades de separación
de bienes desde dos perspectivas:

I. Desde el punto de vista estático de pertenencia actual de bienes, existen:


a) separación absoluta y b) separación parcial. En este último caso dichos bienes
"serán objeto de la sociedad conyugal que deben constituir los esposos". En el
a. 178, el legislador habla de un deber de constitución, sin embargo, la separa-
ción parcial de bienes exige siempre la celebración del contrato de sociedad
conyugal parcial, ya sea al momento de celebración del matrimonio o bien
durante éste.
II. Desde el punto de vista dinámico del tiempo, el régimen puede ser: a) De
separación de "bienes que sean dueños los consortes al momento de celebrar el
matrimonio" (a. 207), lo que constituye una separación parcial; b) separación
de bienes que comprenda exclusivamente a los que adquiera cada uno de los
cónyuges después de celebrado el matrimonio. Esto constituye una separa-
ción parcial; e) separación total, que coincide con la antedicha separación
absoluta.

1148]

TITULO QUINTO i CAPITU LO VI MOS 205. 209. 210y 211

Como se ve en los casos de separación parcial se adopta un régimen mixto que


exige la constitución de la sociedad conyugal.
La separación de bienes puede pactarse además durante el matrimonio por lo
que en este caso tendríamos sociedad conyugal hasta la fecha de capitulaciones
de separación de bienes; o a la inversa.
Por todo ello se manifiesta claramente que por las diferentes clases de
separación de bienes y de sociedad conyugal en la llamada autonomía privada,
caben combinaciones posibles.

F. y. E.

ARTÍCULO 209. Durante el matrimonio la separación de bienes


puede terminar para ser substituida por la sociedad con-
yugal; pero si los consortes son menores de edad, se
observará lo dispuesto en el artículo 181.
Lo mismo se observará cuando las capitulaciones de
separación se modifiquen durante la menor edad de los
cónyuges.

La elección del régimen patrimonial del matrimonio no es una y definitiva sino


que puede ser sustituida o modificada atendiendo a las normas de constitución
de los diferentes regímenes. (Ver a. 210).
Si los cónyuges son menores de edad para su otorgamiento deberán concurrir
las personas cuyo consentimiento previo es necesario para la celebración del
matrimonio (ver comentario al a. 181).

F. V.E.

ARTÍCULO 210. No es necesario que consten en escritura pública


las capitulaciones en que se pacte la separación de bienes,
antes de la celebración del matrimonio. Si se pacta duran-
te el matrimonio, se observarán las formalidades exigidas
para la transmisión de los bienes de que se trate.

La ley solamente exige escritura pública cuando supone transmisión de bienes


que así lo exija (ver a. 78 de la LN y el comentario al a. 185 del CC).

F. V.E.

ARTÍCULO 211. Las capitulaciones que establezcan separación


de bienes, siempre contendrán un inventario de los bie-

[149]
ARTS. 211, 212 y 213 LIBRO PRIMERO

nes de que sea dueño cada esposo al celebrarse el matri-


monio, y nota especificada de las deudas que al casarse
tenga cada consorte.

De manera semejante a lo que estableció para la sociedad conyugal (a. 189) la


ley establece que las capitulaciones que establezcan separación de bienes,
siempre contengan un inventario de las propiedades de cada cónyuge así como
una nota especificada de sus respectivas deudas.
Como ya sostuvimos en el comentario al a. 207, el régimen supletorio en
materia de regímenes matrimoniales es la separación de bienes, por lo que la
inexistencia de este inventario no impide que exista dicha separación, si bien
tiene como consecuencia dejar inerme al cónyuge de la presunción de que trata
el a. 163 de la LQSP, conforme al cual se presume que pertenecen al cónyuge
quebrado los bienes que el otro hubiere adquirido durante el matrimonio en los
5 años anteriores a la fecha de la declaración de quiebra.
La prueba en el incidente respectivo de oposición por parte del cónyuge no
quebrado puede enfrentarse a serios problemas (ver comentario al a. 2964).

F.V.E.

ARTÍCULO 212. En el régimen de separación de bienes los cónyu-


ges conservarán la propiedad y administración de los
bienes que respectivamente les pertenecen y, por consi-
guiente, todos los frutos y accesiones de dichos bienes no
serán comunes, sino del dominio exclusivo del due'ño de
ellos.

El legislador hace explícito el sentido de la separación de bienes insistiendo en lo


que ya había declarado en el a. 172.
La existencia de la separación de bienes no impide que existan bienes en
común, ya sea porque se trate de una separación parcial, combinada con una
sociedad conyugal también parcial o bien que se trate de bienes adquiridos en
común por diversas causas.

F.V.E.

ARTÍCULO 213. Serán también propios de cada uno de los consor-


tes los salarios, sueldos, emolumentos y ganancias que
obtuviere por servicios personales, por el desempeño de
un empleo o el ejercicio de una profesión, comercio o
industria.

[150]
TITULO QUINTO/CAPITULO VI ARTS. 213, 214, 21$ y 216

Dado que los cónyuges pueden desempeñar cualquieraetividad, excepto las que
dañen la moral de la familia o la estructura de ésta (a. 169), conforme al régimen
de separación de bienes los ingresos que obtengan por servicios personales, por
desempeño de un empleo o el ejercicio de una profesión, comercio, o industria
pertenecerán al cónyuge que los obtenga (ver comentario al a. 216).

F. y. E.

ARTÍCULO 214. Derogado.

ARTÍCULO 215. Los bienes que los cónyuges adquieran en común


por donación, herencia, legado, por cualquier otro título
gratuito o por don de la fortuna, entre tanto se hace la
división, serán administrados por ambos o por uno de
ellos con acuerdo del otro; pero en este caso el que
administre será considerado como mandatario.

La ley trata exclusivamente de los bienes adquiridos en común por los cónyuges
a título gratuito o don de la fortuna los cuales serán administrados por ambos o
por uno de ellos con acuerdo del otro. Este último será considerado como
mandatario, estando obligado a entregar cuentas exactas de su obligación.

F. V. E.

ARTICULO 216. Ni el marido podrá cobrar a la mujer ni ésta a


aquél retribución u honorario alguno por los servicios
personales que le prestare, o por los consejos o asistencia
que le diere.

En el fondo de este artículo se encuentra el deber de asistencia y de socorro mutuo


(a. 162). En las recientes reformas aparecidas en el DO del 27 de diciembre de
1983 se suprimió la excepción que marcaba el texto primitivo del artículo,
consistente en que si uno de los cónyuges por causa de ausencia o impedimento
del otro no originado por enfermedad administrara temporalmente sus bienes,
tenía derecho a que se le retribuyere proporcionalmente.
El precepto es una concreción del principio enunciado por Radbruch de
adecuación material del objeto que domina el derecho de familia. Así la familia
no es constituida por el derecho, sino sólo respetada como realidad preexistente
y encausada a cierta distancia para que cumpla sus propios fines, por lo que el
derecho no pretende regular hasta el último detalle con un rigor propio de
relaciones en las que no existe el amor. Es por ello que en este caso no otorga
ARTS. 216, 217 y 2111 LIBRO PRIMERO

acción al marido contra la mujer ni a la mujer contra el marido para exigir el


cobro de sus servicios personales.
Sin embargo, ¿qué sucede cuando un cónyuge paga estos servicios? ¿tiene
causa de retención el cónyuge que ha recibido el pago? ¿recibe el tratamiento de
bienes propios de) a. 213 o bien de una donación entre consortes?
Desde el derecho romano se apunta un principio de no intervención excesiva
en los asuntos de la familia, pero también un principio en que el pago que ha
sido hecho correctamente, aun cuando no se tenga acción no se puede repetir ya
que existe una causa de retención
Obedece a un principio de respeto a la paz familiar; no conceder acción para
reclamar el pago por los servicios personales, pero también obedece al mismo
principio, el no permitir la repetición del pago realizado.
Consideramos que conforme al a. 5o. de la LFT si se trata de una relación
laboral este artículo no tendrá aplicación. Desde luego el juicio en estos casos
deberá ser sumamente prudente, evitando que el matrimonio se impregne de
sentimientos economicistas.

F. V. E.

ARTICULO 217. El marido y la mujer que ejerzan la patria potes-


tad se dividirán entre si, por partes iguales, la mitad del
usufructo que la ley les concede.

Esta disposición marca la división por partes iguales del usufructo que la ley
concede a los padres por los bienes del hijo, adquiridos por cizalquier otro título
que no sea el trabajo, (aa. 414 fr. 1, 428 fr. 11 y 430).

F. V.E.

ARTICULO 218. El marido responde a la mujer y ésta a aquél, de


los daños y perjuicios que le cause por dolo, culpa o
negligencia.

La inhibición del derecho no llega al grado de que los cónyuges no respondan de


los daños y perjuicios que se causen por dolo, culpa o negligencia ni aun en el
caso del a. 216.

F. V.E.

(152]
TITULO QUINTO
Del matrimonio
CAPITULO VII
De las donaciones antenupciales
TITULO QUINTO/CAPITULO VII ART_ 2IY

CAPITULO VII
De las donaciones antenupciales
ARTÍCULO 219. Se llaman antenupciales las donaciones que antes
del matrimonio hace un esposo al otro, cualquiera que
sea el nombre que la costumbre les haya dado.

En este artículo se define a los actos por los cuales una persona, antes de
contraer el vínculo matrimonial, y en consideración a éste, transmite gratuita-
mente, uno o varios bienes presentes a su futuro consorte. Cualquiera que sea el
nombre que a estos actos se dé (llámeseles regalos de boda, dote, arras, etc.) la
ley los denomina donaciones antenupciales.
También son donaciones antenupciales, las que un tercero hace a uno o a
ambos de los futuros contrayentes en consideración del matrimonio. Este tipo
de donaciones son definidas en el a. 220. Las donaciones antenupciales no son
sino una especie del género "donaciones", pero que gozan de un tratamiento
especial por parte del legislador, al permitir a los menores de edad hacer este
tipo de transmisiones (véase el comentario al a. 229), y al dispensar, en lo
relativo a su forma, la aceptación expresa (véase comentario a los aa. 225 y 2340).
Los requisitos precisos para que se den estas donaciones entre futuros consor-
tes son: 1. Que se trate de una transmisión de dominio de uno o varios bienes, sin
exceder de la sexta parte de los bienes del donante, (véase comentario al a. 221)
2. Que se otorguen por razón de matrimonio; 3. Que se hagan antes de la
celebración de éste; 4. Que se realicen por uno de los futuros consortes a favor
del otro. Las donaciones reunidas no podrán exceder, de la sexta parte de los
bienes del donante; no necesitan para su validez de aceptación expresa; no son
revocables por sobrevenir hijos al donante, ni por ingratitud, pero sí lo son por
el adulterio o el abandono injustificado del domicilio conyugal, cuando el
donante hubiere sido el otro cónyuge; y quedaran sin efecto si dejare de
efectuarse el matrimonio. (Ver comentarios a los aa. 221, 225, 226, 227, 228
y 230).
Puede afirmarse que este tipo de donaciones tiene su origen en los presentes o
regalos de boda, conocidos en todos los tiempos y en todos los pueblos (en el
derecho romano se conocía la costumbre de entregar arras al tiempo de las
esponsales); y que su finalidad, aunque no esté reconocida en texto expreso,
consiste, las más de las veces, en sentar el futuro matrimonio sobre una clara y
firme base económica.
En el derecho español, seguramente para evitar que la donación sea ilusoria,
se exige que el donante, por razón de matrimonio, libere los bienes donados de
las hipotecas y cualesquiera otros gravámenes que pesen sobre ellos (a. 1332 del
CC español), excepto cuando se trata de censos o servidumbres (Castán Tobe-

[153]
ARTS. 219, 220 y 221 LIBRO PRIMERO

ñas, José, Derecho civil español común y foral, Madrid, Reus, 1944, t. III, p. 627),

C. L.V.

ARTÍCULO 220. Son también donaciones antenupciales las que un


extraño hace a alguno de los esposos o a ambos, en
consideración al matrimonio.

Las donaciones antenupciales son las hechas por uno de los futuros consortes a
favor del otro, en consideración del matrimonio que haya de celebrarse; pero
también son las realizadas por un tercero a favor de uno o de ambos futuros
contrayentes en vista de esa misma consideración.
Para que una donación hecha por un tercero se califique de prematrimonial,
es indispensable: 1. Que se otorgue por razón del matrimonio; 2. Que se haga
antes de celebrarse éste; y 3. Que se realice a favor de uno o de los dos futuros
esposos. Por lo tanto no merecen tal calificativo: 1. Las hechas en favor de los
cónyuges, cuando ya tienen esta calidad, o sea luego de celebrado el matrimo-
nio; 2. Las hechas en favor de los cónyuges, antes del matrimonio, sin considera-
ción al mismo; y 3. Las otorgadas en favor de personas distintas a los futuros
consortes, aun cuando tengan su razón, causa o motivo especial en la misma
unión.
Las donaciones hechas por un tercero tienen las siguientes características:
serán inoficiosas en los mismos términos en que lo fueren las comunes; no
necesitan para su validez de aceptación expresa; sólo son revocables por ingrati-
tud, si la donación se hubiese hecho a ambos novios y los dos fueren ingratos; y
quedan sin efecto si no se realiza el matrimonio. (Véase comentario a los aa. 222,
225, 227 y 230).
Estas donationes, con frecuencia facilitan la conclusión del matrimonio,
y la ley, favorecedora de la fundación de nuevas familias sobre la base del
vínculo matrimonial, las estimula, p.e., al dispensar la necesidad de aceptación
expresa.

C.L.V.

ARTICULO 221. Las donaciones antenupciales entre esposos aun-


que fueren varias, no podrán exceder reunidas de la sexta
parte de los bienes del donante. En el exceso la donación
será inoficiosa.

Las donaciones antenupeiales entre futuros consortes, tienen este carácter


especial que las distingue de las donaciones comunes: no podrán exceder
reunidas, de la sexta parte de los bienes del donante; en lo que excedan de esa
TITULO QU/SITOCAPITULO v n AS IS. 221 y 222

proporción serán inoficiosas, es decir, la transferencia de los bienes donados en


exceso no producirá efecto legal alguno.
Un problema que se presenta al legislador en la donación, consiste en hallar la
conciliación de dos exigencias opuestas: no poner obstáculo alguno al libre
desenvolvimiento del espíritu de liberalidad que, constituye una de las más
nobles manifestaciones del alma humana y merece ser favorecido; frenar los
excesos fáciles, que pueden conducir al empobrecimiento y contra los cuales no
hay remedio posible. La historia de esta institución en el derecho romano
muestra que el pensamiento legislativo en aquel pueblo estuvo dominado
principalmente por la idea de los peligros que la donación presenta. Pronto
ya la lex CillCkl prohibió las donaciones que excedieren de determinada cuantía
(salvo entre determinados parientes) sin declararlas nulas, pero sí impugnables
en tanto no fueren ejecutadas; más tarde fueron prohibidas las donaciones entre
consortes. (Ruggiero, Roberto, Instituciones de derecho civil, Madrid, Reus,
1944, t. 11, vol. 1, p. 490). En el derecho castellano, para evitar prodigalidades
excesivas, se estableció una tasa máxima para las arras, que fue la décima parte
de los bienes en el Fuero Juzgo y la tercera parte en el Fuero Viejo. En el CC
para el Distrito y Territorio de Baja California de 1870 y en el de 1884 se dispuso
en materia de donaciones entre consortes, que ellas no podían exceder de la
quinta parte de los bienes del donante.
Nuestro derecho positivo vigente, seguramente, para frenar los excesos a que
pueden llevar los sentimientos de amor, dispone una tasa máxima en materia de
donaciones entre futuros consortes: no podrán exceder, reunidas, de la sexta
parte de los bienes del donante.

C. L.V.

ARTÍCULO 222. Las donaciones antenupciales hechas por un


extraño, serán inoficiosas en los términos en que lo fue-
ren las comunes.

Las donaciones a ntenupciales entre luturos consortes son inoficiosas en cuanto


excedan de la sexta parte de los bienes del donante. No ocurre lo mismo cuando
las donaciones antenupciales son hechas por un extraño; éstas son inoficiosas en
los mismos casos en que lo son las donaciones comunes.
Las donaciones comunes son inoficiosas en cuanto perjudiquen la obligación
del donante de suministrar alimentos a aquellas personas a quienes lo debe
conforme a la ley. (Véase el comentario a los aa. 302, 303, 304, 305, 306, 307,
2348). En este caso, la donación es reducible, en todo lo necesario para que se
cumpla con la obligación alimentaria del donante. Tal reducción constituye una
causa de ineficacia parcial o total, según el caso, de la donación, en la medida y
proporción en que ella impida al donante cumplir con sus deberes alimentarios.

[1551
ARTS. 222, 223, 224 y 225 LIBRO PRIMERO

Cuando la donación es de la totalidad de los bienes del donante, sin que éste se
reserve lo necesario para vivir según sus circunstancias, !a donación no es
susceptible de reducción, sino nula en su integridad. Esto afirma parte de la
doctrina, tomando como base que el a. 2347 habla de nulidad de la donación.
Otra párte de la doctrina sostiene que la donación no es nula, sino reducible en
lo necesario para no perjudicar la manutención del donante.

C.L.V.

ARTICULO 223. Para calcular si es inoficiosa una donación


antenupcial, tiene o el esposo donatorio y sus herederos
la facultad de elegir la época en que se hizo la donación
o la del fallecimiento del donador.

Para saber si una donación afecta el deber del donante de suministrar alimentos
a aquellas personas a quienes los debe conforme a la ley, podrá el esposo
donatario y sus herederos elegir como época para hacer el avalúo de los bienes,
la fecha en que se realizó el acto de donación o la fecha de fallecimiento del
donante. Pero, este derecho de elección sólo opera, cuando al hacerse la
donación se hubiere hecho el inventario de los bienes del donante (véase a. 224).

C.L.V.

ARTICULO 224. Si al hacerse la donación no se formó inventario


de los bienes del donador, no podrá elegirse la época en
que aquélla se otorgó.

En la determinación de la inoficiocidad de una donación antenupcial, tiene el


esposo donatorio y sus herederos la facultad de elegir como época para hacer
el avalúo de los bienes, la fecha en que se realizó ese acto jurídico gratuito o la
fecha de fallecimiento del donante. Pero, esta facultad depende de que al
hacerse la donación se hubiese realizado inventario de los bienes del donante. Si
no se hizo ese inventario, se tomará para hacer ese avalúo, la fecha del falleci-
miento del donante. A este último supuesto es al que se refiere este artículo.

C.L.V.

ARTÍCULO 225. Las donaciones antenupciales no necesitan para


su validez de aceptación expresa.

Nota característica de las donaciones antenupciales es que no necesitan para su

[156]
TITULO QUINTO CAPITULO VII ARTS. 225, 226 y 227

validez de una aceptación expresa. Esto a diferencia de lo que ocurre tratándose


de las donacioues comunes: para ellas es indispensable la aceptación por el
donatario de manera expresa y bajo la misma forma que en su otorgamiento.
(Véase comentario a los aa. 2341 al 2346).

C.L.V.

ARTÍCULO 226. Las donaciones antenupciales no se revocan por


sobrevenir hijos al donante.

Las donaciones entre futuros consortes no son revocables si sobrevienen hijos al


donante, porque la disminución en el patrimonio del donante en nada perjudica
a los hijos de los consortes porque la obligación alimentaria respecto de sus
descendientes corresponde por igual a ambos cónyuges (donante y donatario) y
porque si sobrevienen hijos habidos fuera de matrimonio con posterioridad al
acto de la donación, no puede prevalecer el interés de éstos, sobre el interés de
aquéllos que nacieron del matrimonio. (Galindo Garfias, Ignacio, Derecho civil,
México, Porrúa, 1985, p. 650).

C. L. V.

ARTÍCULO 227. Tampoco se revocarán por ingratitud, a no ser


que el donante fuere un extraño, que la donación haya
sido hecha a ambos esposos y que los dos sean ingratos.

Las donaciones comunes son revocables por ingratitud del donatario. No asilas
donaciones antenupciates en que la ingratitud del cónyuge favorecido, no da
lugar a la revocación cuando el donante es el otro cónyuge. Sin embargo, el
adulterio o el abandono injustificado del domicilio conyugal por uno de los
cónyuges, da lugar a la revocación de las donaciones antenupciales con las que
el otro lo benefició.

En cuanto a las donaciones antenupciales hechas por un tercero, éstas son


revocables por causa de ingratitud, pero sólo en el caso de que habiendo sido
hechas a ambos esposos, los dos fueren ingratos. Todo esto es entendible,
porque las donaciones antenupciales se hacen a ambos cónyuges a causa de la
familia que va a fundarse y como un estímulo a la misma. Por lo tanto, estas
limitaciones en materia de revocación se justifican. La ingratitud de uno de los
cónyuges no debe privar de los beneficios de la donación a quien no ha sido
ingrato.
Sin embargo, puesto que las donaciones antenupciales son revocables cuando
habiendo sido hechas a ambos esposos los dos fuesen ingratos, es indispensable

1157]
ARTS 227. 228 y229 LIBRO PRIMERO

determinar que no toda falta de agradecimiento autoriza al donante a renovar la


donación, sino sólo ciertos actos concretos de ingratitud, a saber:
a) La comisión por parte del donatario de algún delito contra la persona, la
honra o los bienes del donante o de sus ascendientes, descendientes o cónyuge;
b) El rehusarse el donatario a socorrer, según el valor de la donación, al
donante que ha venido a pobreza. (Véase el comentario al a. 2370).
La revocación por ingratitud es un derecho potestativo del donante, que a su
arbitrio puede o no revocar la donación.
La acción de revocación prescribe en el plazo de un año contado desde que
tuvo conocimiento del hecho de la ingratitud; y es de carácter estrictamente
personal, pues no puede ejercerse por los herederos del donante, si éste, pudien-
do hacerlo, no la hubiere intentado. Esta acción tampoco podrá ejercitarse
contra los herederos del donatario, a no ser que en vida de éste hubiere sido
intentada (véase comentario a los aa. 2372, 2373 y 2374).

C.L.V.

ARTICULO 228. Las donaciones antenupciales son revocables y se


entienden revocadas por el adulterio o el abandono injus-
tificado del domicilio conyugal por parte del donatario,
cuando el donante fuere el otro cónyuge.

Las donaciones antenupciales entre consortes no son revocables por ingratitud,


pero el adulterio o el abandono injustificado del domicilio conyugal, por parte
del donatario cuando el donante fuere el otro cónyuge, dan lugar a la revoca-
ción. Estos motivos de revocación, que además son causas de divorcio, justifi-
can sobremanera el derecho del donante para que se le restituyan los bienes
donados.
Empero, hay otras causas igualmente graves, o posiblemente más, que, sin
embargo, no dan lugar a revocación, a menos que se haga una interpretación
extensiva de este articulo. Esas razones igualmente graves, son p.c., la sevicia,
las injurias graves y el atentado contra la vida del donante, etc.

C.L.V.

ARTICULO 229. Los menores pueden hacer donaciones antenup-


ciales, pero sólo con intervención de sus padres o tutores,
o con aprobación judicial.

Para el caso de las donaciones antenupciales entre futuros esposos, y no así para
aquellas en donde el donante es un extraño, pensamos, fue dictada la regla

11581

MOLO QUINTO/CAPITULO VII ARTS_ 229 y 230

contenida en este artículo, teniendo en cuenta que los menores de edad tienen
capacidad para contraer matrimonio, siempre que el varón haya cumplido 16
años y la mujer 14 (o antes si hay causa grave que justifique la celebración del
matrimonio).
En esta forma, se admitió que el menor de edad pudiera hacer donaciones
antenupeiales por sí mismo y no mediante la declaración de voluntad de su
representante legal, como normalmente ocurre en otra clase de actos en que éste
sustituye su voluntad a la del menor representado.
Se requiere, sin embargo, que concurra la voluntad del representante legal o
la autoridad judicial en defecto de aquélla, para integrar debidamente la decla-
ración de voluntad del menor y prestar validez a la donación que éste pretende
realizar (Galindo Garfias, Ignacio, Derecho civil, México, Porrúa, 1985, p.
560). Empero, cuando los bienes objeto de la donación sean muebles adquiridos
con el fruto de su trabajo, podrá el menor donarlos sin necesidad de interven-
ción de su representante legal, ni de autorización judicial; tratándose de inmue-
bles, la donación requerirá autorización judicial. (Véase comentario a los aa. 428
fr. I, 429, 435 y 643).

C. L.V.

ARTICULO 230. Las donaciones antenupciales quedarán sin efec-


to si el matrimonio dejare de efectuarse.

Puesto que las donaciones antenuptiales se hacen en consideración al matri-


monio, si éste dejare de efectuarse la donación quedará sin efecto.
Hay quien opina que estas donaciones ofrecen la particularidad de que tác-
ticamente son condicionales y que la condición a que se sujetan es resolutoria.
El hecho futuro e incierto de que depende su conformidad es la celebración del
matrimonio. Sólo se confirman (se vuelven irrevocables) con la celebración
del mismo (en Roma los prometidos se hacían regalos, y desde Constantino se
decidió que la condición resolutoria si nuptiae sequantur debía sobreentender-
se en estas donaciones y, por ello, si el matrimonio no se realizaba, los presen-
tes debían devolverse).
Por otra parte, también hay quien juzga que la celebración del matrimonio
tiene, con respecto a la liberalidad, una función más importante y no solamente
un oficio puramente accesorio y adventicio, como el del hecho constitutivo de
una condición. Mientras que se puede separar una condición del acto a que se
refiere sin dañarle, es imposible concebir una donación en favor del matrimo-
nio, sin matrimonio.
En realidad el acto jurídico matrimonial constituye la causa impulsiva y
determinante de ellas, el móvil, el fin, y se comprende, por lo tanto, que si viene a
faltar, las liberalidades preparadas para él, estando ya desconectadas, caen en el
vacío y caducan.

1159]

ARTS. 230 y231 LIBRO PRIMERO

Una cuestión que se plantea, es la de si la extinción del derecho adquirido por


el donatario se produce por la sola circunstancia de no celebrarse el matrimo-
nio, sin necesidad de revocación expresa, o si el ejercicio de una acción es
indispensable para que esa extinción se produzca.

La redacción de este artículo parece responder favorablemente a la primera


solución, sin embargo, interpretándolo armónicamente con el que en materia de
esponsales dispone: "Si el matrimonio no se celebra tienen derecho los prometi-
dos a exigir la devolución de lo que se hubieren donado con motivo de su
concertado matrimonio. Este derecho durará un año, contado desde el rompi-
miento de los esponsales" (véase el comentario al a. 145) se impone la segunda
solución.
La ineficacia de la donación opera cualquiera que sea el motivo por el que se
frustre la celebración del matrimonio; en la obligación de restituir los bienes no
interesa cuál sea la causa de la no celebración de este acto jurídico, aun quien
por su culpa dio motivo a la no realización del mismo, tiene derecho a la
restitución de lo que entregó en el periodo prematrimonial.

De la misma manera, si el matrimonio se hubiere hecho imposible por muerte


de alguno de los futuros contrayentes, la restitución de los bienes donados
procede. En el CC de Portugal (a. 1593), se preceptúa "en razón de la muerte de
alguno de los promitentes, el que sobrevive puede conservar los donativos del
fallecido, mas en ese caso pierde el derecho a los que, por su parte, tenga
efectuados".

C.L.y.

ARTÍCULO 231. Son aplicables a las donaciones antenupciales las


reglas de las donaciones comunes, en todo lo que no
fueren contrarias a este capítulo.

De conformidad con la regla de remisión que se establece en este artículo,


rígense las donaciones antenupciales: 1. Por las disposiciones especiales que el
código les consagra en el capítulo VII "De las donaciones antenupciales (aa. 219
a 231) del título quinto ('Del Matrimonio'), del libro primero ('De las perso-
nas')"; 2. En lo que no fueren contrarias a esas disposiciones especiales, por las
reglas generales de la donación; y podríamos agregar; 3. En último término, por
las reglas generales de los contratos, en lo que no se opongan a la naturaleza
específica de esta especie de donaciones, ni a las disposiciones especiales de la ley
sobre las mismas (ver comentario al a. 1859).

C. L. V.

(1601
TITULOQUINTO■ CAPITULO VIII AR I ti 232 \ 233

CAPITULO VIII
De las donaciones entre consortes
ARTÍCULO 232. Los consortes pueden hacerse donaciones, con tal
de que no sean contrarias a las capitulaciones matrimo-
niales, ni perjudiquen el derecho de los ascendientes o
descendientes a recibir alimentos.

Durante el matrimonio cualquiera de los consortes puede hacerle donaciones al


otro, siempre que no sean contrarias a las capitulaciones matrimoniales y no
perjudiquen el derecho de los ascendientes o descendientes a recibir alimentos.
Si los cónyuges se encuentran unidos bajo el régimen patrimonial de separa-
ción de bienes, es claro que no existe motivo alguno que impida la donación que
uno de ellos quiera hacer al otro; será indispensable, tan sólo, se obtenga la
autorización judicial que los esposos necesitan para contratar entre sí, atento a
lo dispuesto en el a, 174 del CC.
El problema se presenta, respecto de bienes sujetos al régimen de sociedad
conyugal. Si los consortes han estipulado en las capitulaciones matrimoniales
ese régimen, éste no podrá ser alterado por los pactos que realice unilateralmen-
te cualquiera de ellos ni ambos: la imposibilidad jurídica produce la inexistencia
de la donación.
El contrato de compraventa, dice el a. 176 del CC, sólo puede celebrarse entre
los cónyuges cuando el matrimonio esté sujeto al régimen de separación de
bienes. Lo mismo ocurre en cuanto al contrato de donación, pues la naturaleza
de la sociedad conyugal impide que tal acto jurídico sea factible (ver comentario
al a. 196).
Las donaciones entre consortes serán inoficiosas en la medida en que perjudi-
quen el derecho de los acreedores alimentistas, siempre que se trate de ascen-
dientes o descendientes del donante; dichas donaciones por inoficiosas se
reducirán en su cuantía hasta el límite en que no perjudiquen el derecho de
percibir alimentos de tales acreedores (ver comentario a los aa. 2348 y 2367).

C. L. V.

ARTÍCULO 233. Las donaciones entre consortes pueden ser revo-


cadas por los donantes, mientras subsista el matrimonio,
cuando exista causa justificada para ello, ajuicio del juez.

El contenido de este precepto ejemplifica el recelo con que frecuentemente y


desde la antigüedad se ha mirado a las donaciones entre consortes, cuyo trato ha
ARTS. 233 y 234 LIBRO PRIMERO

sido opuesto al que han recibido las donaciones prenupciales: éstas, gozando de
todo el favor de la ley, aquéllas, sufren los embates de la desconfianza. En el
derecho romano, ya en tiempo de Augusto se prohibió realizar este tipo de
donaciones, mismas que eran declaradas nulas, aunque posteriormente se
aceptó que esa nulidad se convalidara con la muerte del donante. La razón de
ser de esta desconfianza en las donaciones entre cónyuges, se encuentra en que
ellas son consideradas como instrumento mediante el cual el cónyuge de débil
carácter o emocionalmente subordinado puede ser objeto de expoliación. Cuando
se les ha restringido o prohibido, ha sido para evitar que un espíritu de lucro se
introduzca en el ambiente conyugal.
En la moderna legislación comparada se registran tres sistemas en orden a las
donaciones entre cónyuges:
a) El prohibitivo, aceptado por la legislación española (aa. 1334 y 1335 del
CC español) por el que los cónyuges no pueden válidamente hacerse donaciones
después de celebrado el matrimonio.
h) El intermedio, seguido por las legislaciones de Francia y Portugal, que
consiste en permitir a los esposos hacerse donaciones pero conservando la
facultad el donante para revocarlas durante su vida, o mientras subsista el
matrimonio.
e) El permisivo, representado por las legislaciones de Alemania y Suiza, que
autoriza con el carácter de irrevocables las donaciones entre cónyuges. (Castán
Tobeñas, José, Derecho civil español común y foral, Madrid, Reus, 1944, t. III,
p. 632).
El CC vigente para el DF se sitúa en el segundo sistema, pues admite que las
donaciones entre consortes pueden ser revocadas por el donante mientras
subsista el matrimonio; pero sujetando esa revocación a la necesidad de que
exista causa justificada para ella, a juicio del juez. Por otra /Sade, para el caso de
divorcio necesario, el a. 286 establece que el cónyuge que diere causa al divorcio
perderá todo lo que se le hubiere dado o prometido por su consorte o por otra
persona en consideración a éste; y que el cónyuge inocente conservará lo
recibido y podrá reclamar lo pactado en su provecho (véase el comentario al
a. 286).

C.L.V.

ARTICULO 234. Estas donaciones no se anularán por la superve-


niencia de hijos, pero se reducirán cuando sean inoficio-
sas, en los mismos términos que las comunes.

El texto de este precepto genera una antinomia con la fr. III del a. 2361, pues en
tanto que el primero dice que las donaciones entre consortes no se "anularán"
por la superveniencia de hijos, el segundo dispone que no se "revocarán". Es
claro que el término equivocado es el de este artículo pues la nulidad se genera

[1621
TITULO QUINTO/ CAPITULO IX ARTS. 254 y 235

por un vicio de origen del acto, nunca por un hecho sobrevenido. En este
sentido, el concepto correcto a emplear es el de revocación.
Resulta muy lógico que este tipo de donaciones no sean revocables por la
superveniencia de hijos, pues tal revocación se basa en el supuesto de que el
donante no habría dispuesto en favor de extraños si al tiempo de la donación
hubiera tenido hijos, quienes al sobrevenir justifican la revocación. Pero las
donaciones entre consortes, son hechas precisamente por uno de los cónyuges
en favor del otro, y la superveniencia de hijos que tenga el donante en su
matrimonio de ninguna manera motiva una revocación, pues la donación en
nada afecta a los hijos sobrevenidos con el donatario; y porque si sobrevienen
hijos habidos fuera de matrimonio con posterioridad al acto de donación, no
puede prevalecer el interés de éstos sobre el de aquéllos que nacieron de
matrimonio.
Pero si bien las donaciones entre consortes no son revocables por la superve-
niencia de hijos, si se reducirán en cuanto perjudiquen el derecho de éstos a
recibir alimentos en razón de inoficiocidad. Esta reducción se hará en los
mismos términos que para las donaciones comunes establece la ley.

C.L.V.

CAPITULO IX
De los matrimonios nulos e ilícitos
ARTICULO 235. Son causas de nulidad de un matrimonio:
I.—El error acerca de la persona con quien se contrae,
cuando entendiendo un cónyuge celebrar matrimonio
con persona determinada, lo contrae con otra.
11.—Que el matrimonio se haya celebrado concurrien-
do algunos de los impedimentos enumerados en el artículo
156.
111.—Que se haya celebrado en contravención a lo
dispuesto en los artículos 97, 98, 100, 102 y 103.

Este precepto establece cuáles son las causas que producen la nulidad del
matrimonio. En él se encuentran mencionados los casos en que aunque se haya
celebrado el matrimonio, no se producirán los efectos que los contrayentes
pretenden o no se producirán en la medida que normalmente ese acto jurídico
los produce.
Tres son las causas de nulidad del matrimonio a las que se refiere el artículo
que se comenta: el error en la persona, la presencia de alguno de los impedimen-
tos denominados dirimentes y la falta de formalidades en el acto de su celebración.

11631
ARTS. 235 y 236 LIBRO PRIMERO

Las causas de nulidad del matrimonio, son exclusivamente aquellas que


señala este precepto expresamente, en forma limitativa. En este sentido lo ha
resuelto la SCJ N en la siguiente ejecutoria.

Matrimonio, las causales de nulidad son de estricto derecho. Tratándose


de nulidad de matrimonio, las causales señaladas por la ley, son de
estricto derecho y la relación de ellas formulada por el legislador, no es
simplemente enunciativa, sino limitativa, de tal manera que solamente
puede declararse la nulidad de un matrimonio, por uno de los motivos
expresamente previstos por el ordenamiento jurídico, sin que puedan
presumirse o aplicarse por analogía. (Informe de 1984, segunda parte,
Tercera Sala, tesis 105, p. 88).

El error acerca de la persona con quien se pretende celebrarlo es causa de


nulidad del matrimonio. En cuanto a la distinción entre impedimentos impe-
dientes e impedimentos dirirnentes, véase el comentario a los aa. 156, 157 y 159,
así como el de los artículos que siguen a esa nota.
El precepto se refiere a la falta de formalidades esenciales del matrimonio. Se
advierte que la falta de solemnidades en el acta de su matrimonio no da lugar a la
nulidad del mismo si con la existencia del acta se prueba la posesión de estado
(a. 250).
Atendiendo a este criterio debe distinguirse qué formalidades de las que
mencionan los aa. 97, 98, 100, 102 y 103, son esenciales y constituyen verdade-
ras solemnidades y cuáles. no lo son.
Existe un cierto número de requisitos cuya falta no trae como consecuencia la
nulidad del matrimonio, porque no había proporción entre la sanción de nuli-
dad y el grado de gravedad de la falta (Ripert y Boulanger, Tratado de derecho
civil, t. II, núm. 1312, p. 287).

I.G.G.

ARTÍCULO 236. La acción de nulidad que nace de error, sólo


puede deducirse por el cónyuge engañado; pero si éste no
denuncia el error inmediatamente que lo advierte, se tiene
por ratificado el consentimiento y queda subsistente el
matrimonio, a no ser que exista algún otro impedimento
que lo anule.
El error que vicia la voluntad del contrayente y que da lugar a la nulidad del
matrimonio, es únicamente aquel que recae sobre la cualidad sustancial de la
persona y no sobre atributos no esenciales a su individualidad de modo que no
se habría contraído el matrimonio si se hubiere conocido quién es la persona con
quien en realidad se contrae.
Así, no es causa de nulidad del matrimonio el error sobre las virtudes del otro

[1641

TITULO QUINTOiCAPITU LO IX ARTS. 236 y 237

contrayente. Es preciso que el error recaiga sobre la persona con la que se entiende
celebrar el matrimonio. Cuando el error atribuye al contrayente una indivi-
dualidad distinta a aquella que en realidad tiene. (Véase Rug,giero, R., Institu-
ciones de derecho civil, t. 11, p. 739, trad. de la 4a. ed. italiana). Asimismo la
Primera Sala del TSJ, ha resuelto lo siguiente:

Es causa de nulidad del matrimonio el error sobre la persona cuando recae


sobre su estado civil o religioso si el otro contrayente profesa la religión
católica e ignora ese lazo, el hecho de que uno de los que contrajeron
matrimonio, sea divorciado y no haya manifestado esa circunstancia al
otro contrayente y éste por sus creencias religiosas no hubiera consentido
en contraer matrimonio en esas circunstancias, etc. (véase Anales de
Jurisprudencia, t. XC1I, Primera Sala, p. 97).

Aparte de que tratándose del matrimonio el error que vicia la voluntad es un


error específico en cuanto sólo es determinante aquel al que se ha hecho
mención, presenta la particularidad de ser causa perentoria de nulidad: se
extingue si el cónyuge que se dice víctima de tal error no ejerce la acción
inmediatamente que la advierte. La abstención del cónyuge que invoca esta
causa y no hace valer la nulidad tan pronto descubre el error, convalida el acto,
por ratificación tácita.
El juez de lo familiar debe interpretar con la debida prudencia el vocablo
"inmediatamente" que emplea el legislador, en el sentido de que la acción
procesal no caduca, si quien fue víctima del error no está de hecho en posibilidad
de presentar la demanda ante el juez competente si ha tomado las medidas con-
ducentes luego que advirtió el error, para demandar la nulidad del matrimonio.

I.G.G.

ARTÍCULO 237. La menor edad de dieciséis años en el hombre y de


catorce en la mujer dejará de ser causa de nulidad:
1.—Cuando haya habido hijos;
11.—Cuando, aunque no los haya habido, el menor
hubiere llegado a los dieciocho años; y ni él ni el otro
cónyuge hubieren intentado la nulidad.
La edad para contraer matrimonio, es de dieciséis arios para el varón y de
catorce arios para la mujer.
La falta de edad para contraer matrimonio, deja de ser causa de nulidad según
la redacción del precepto "cuando haya habido hijos".
Se presume que antes de alcanzar esa edad el varón o la mujer no se encuen-
tran en aptitud fisiológica para la procreación, pero si el matrimonio se celebra
y la mujer ha concebido un hijo, la causa que impedia la celebración del matri-
monio ha desaparecido y por lo tanto no puede invocarse la falta de edad para
demandar la nulidad.

[165]
ARTS. 237 y235 LIBRO PRIMERO

De paso debe decirse que cuando el precepto dispone que no hay lugar a ejercer
la acción de nulidad "cuando ha habido hijos", debe interpretarse en el sentido
de que no procede decretar la nulidad cuando la mujer ha concebido un hijo y se
presume legalmente que es del marido, conforme a lo dispuesto por la fr. 1 del
a. 324 o si habiendo nacido antes es reconocido por el marido, en los términos
del a. 355 del CC.

Esta causa de nulidad se extingue igualmente cuando el cónyuge menor de


edad alcanza la edad de dieciocho años y no hace valer la nulidad de su
matrimonio. No se trata en este supuesto, de la prescripción de la acción de
nulidad, sino de que ha desaparecido (como en el caso de la concepción de un
hijo) la causa que da origen a la nulidad, puesto que no sólo se alcanzó la edad
núbil, sino que se llegó a la mayoría de edad y no se invocó la invalidez del
matrimonio.

1.G.G.

ARTÍCULO 238. La nulidad por falta de consentimiento de los


ascendientes sólo podrá alegarse por aquel o aquellos a
quienes tocaba prestar dicho consentimiento, y dentro de
treinta días contados desde que tengan conocimiento del
matrimonio.

El consentimiento o autorización de las personas que ejercen la patria potes-


tad, para que el menor de edad pueda contraer matrimonio es un requisito
necesario para la validez del acto. (Véase aa. 149 y 150 del CC). La omisión de
este requisito produce la nulidad del matrimonio.

Esta causa de invalidez, se refiere a la falta de capacidad de ejercicio de quien


pretende contraer matrimonio que le impide celebrarlo sin la intervención de
quienes deben prestar su autorización. La capacidad negocia] es un requisito
de validez de los negocios jurídicos en general y lo es también del matrimonio
en particular, por la presunción juris et jure de falta de madurez intelectual y
volitiva del menor de edad para disponer libremente de su persona y para
contraer obligaciones. Esta causa de nulidad de todo negocio jurídico, adquiere
mayor relevancia tratándose del matrimonio en el que el interés público exige
plena capacidad para concebir y para asumir los deberes propios del estado
matrimonial, que implican el cumplimiento de obligaciones reciprocas entre los
consortes y el ejercicio de facultades en las que está comprometido el interés
social.

No obstante que los ascendientes y tutores son en su caso, los representantes


legales de los menores de edad y son ellos los que en nombre y representación de
los menores incapaces intervienen por éstos en los actos y contratos en los que

[166]

TITULO QUINTO/CAPITULO IX ARTS. 238 y 239

formen parte. Tratándose del matrimonio el ascendiente o los ascendientes que


ejercen la patria potestad, y en su caso el tutor en el desempeño de su cargo, ya
falta de ascendientes y de tutor, el juez de lo familiar cuando suple el consenti-
miento conforme a lo dispuesto por el a. 150 del CC, no intervienen como
representantes del menor sino que es éste quien emite la declaración y sus
ascendientes, el tutor o el juez prestan su autorización concurriendo con la
voluntad del menor. Es un caso en que el consentimiento se forma de manera
compleja y mediante la voluntad del menor y la autorización que éste necesita
jurídicamente para emitir válidamente la declaración de querer celebrar el acto
como contrayente, que es elemento esencial para la existencia del matrimonio.
La acción de nulidad por falta de autorización de las personas mencionadas,
solamente puede ser ejercida por quienes debieron prestar esa autorización y
cesa al cumplirse el breve plazo de treinta días contados a partir de aquel en que
las citadas personas cuya autorización se requiere, tengan conocimiento del
matrimonio.

I.G.G.

ARTICULO 239. Cesa esta causa de nulidad:


1.—Si han pasado los treinta días sin que se haya
pedido;
11,—Si dentro de este término, el ascendiente ha con-
sentido expresamente en el matrimonio, o tácitamente,
haciendo donación a los hijos en consideración al matri-
monio, recibiendo a los consortes a vivir en su casa,
presentando a la prole como legítima al Registro Civil, o
practicando otros actos que a juicio del juez sean tan
conducentes al efecto, como los expresados.

La nulidad del matrimonio celebrado por el menor que lo contrae sin la


autorización a que se refiere el articulo inmediato anterior puede desaparecer al
transcurrir el plazo que este artículo menciona o puede ser convalidado por la
autorización de quienes deben darla, otorgada expresa o tácitamente con
posterioridad a la celebración del matrimonio.
La fr. I se refiere al plazo de treinta días establecido en el a. 238. Ya se ha
hecho el comentario pertinente, a propósito del precepto anterior.
La fr. 11 comprende el caso del matrimonio de menores celebrado sin la
autorización a que se ha venido haciendo referencia, que puede ser convalidado
bien porque el ascendiente o ascendientes que ejercen la patria potestad (no por
el tutor) consientan expresamente en el matrimonio, sin que por ello se requiera
que el ascendiente o ascendientes declaren en forma solemne su consentimien-
to en el matrimonio de su menor hijo, o bien porque en forma tácita por cual-

[167]
ARTS. 239. 240 y 241 LIBRO PRIMERO

quiera de los medios que establece este artículo, así lo exterioricen por hechos
ciertos de los que se puede presumir que se ha consentido en el matrimonio del
menor que en el momento de su celebración carecía de ese requisito.

I.G.G.

ARTÍCULO 240. La nulidad por falta de consentimiento del tutor o


del juez, podrá pedirse dentro del término de treinta días
por cualquiera de los cónyuges, o por el tutor; pero dicha
causa de nulidad cesará si antes de presentarse demanda
en forma sobre ella se obtiene la ratificación del tutor o la
autorización judicial, confirmando el matrimonio.

Este artículo se refiere a la hipótesis de que la autorización será otorgada por el


tutor cuando no haya ascendientes que ejerzan la patria potestad y cuando no
habiendo tutor será el juez de lo familiar quien deba dar la autorización para el
matrimonio del menor.
Entonces la acción de nulidad puede ser ejercida por cualquiera de los
cónyuges o por el tutor del menor que debió haber otorgado la autorización; la
acción de nulidad caduca en el plazo de treinta días.
El precepto no establece a partir de qué momento empieza a correr ese plazo.
El dies a quo es el de la fecha del matrimonio si la acción es ejercida por
cualquiera de los cónyuges y el día que llegue al conocimiento del tutor la
celebración del matrimonio, si la acción de nulidad es ejercida por éste, aplican-
do por analogía la disposición contenida en el a. 238.
El matrimonio quedará convalidado si se obtiene la autorización del tutor o
del juez antes de la presentación de la demanda. La ratificación o autorización
debe ser expresa, si es el juez de lo familiar quien debió otorgar el consentimien-
to. Puede ser tácita si el tutor realiza actos que conduzcan en forma indubitable
a presumir que ha consentido en el matrimonio de su pupilo.

I.G.G.

ARTÍCULO 241. El parentesco de consanguinidad no dispensado


anula el matrimonio, pero si después se obtuviere dispen-
sa y ambos cónyuges, reconocida la nulidad, quisieren
espontáneamente reiterar su consentimiento por medio
de un acta ante el Juez del Registro Civil, quedará revali-
dado el matrimonio y surtirá todos sus efectos legales
desde el día en que primeramente se contrajo.

[1681
TITULO QUINTO/CAPITULO IX ARTS. 241 y 242

El impedimento para celebrar el matrimonio por razón de parentesco consan-


guíneo, y por consiguiente la nulidad del acto que de allí se deriva, es indispensa-
ble cuando se trata de parientes en la línea colateral desigual siempre que lo sean
en tercer grado (tíos y sobrinos). En ese supuesto, el impedimento produce la
nulidad relativa del matrimonio, que se subsana si después de celebrado el
matrimonio se obtuviere la dispensa, que debe otorgar el juez de lo familiar
competente (el del domicilio de los consortes) si considera que debe concederla
según su prudente arbitrio, tomando en cuenta la conveniencia o inconvenien-
cia de que subsista el vínculo conyugal en interés de los cónyuges, de la familia
y de la sociedad y considerando para ello los antecedentes de uno y otro cón-
yuge. de sus relaciones anteriores al matrimonio y durante el tiempo que duró
éste, así como su moralidad y las buenas costumbres.
Otorgada en su caso la dispensa, el matrimonio, si los consortes asi lo solici-
tan. quedará revalidado (ratificado) por medio de una nueva acta de matrimo-
nio que se levantará ante el juez del registro civil que producirá efectos legales
desde el día en que primeramente se contrajo.

I.G.G.

ARTI-CU LO 242. La acción que nace de esta clase de nulidad y la


que dimana del parentesco de afinidad en línea recta,
pueden ejercitarse por cualquiera de los cónyuges, por
sus ascendientes y por el Ministerio Público.

El parentesco por consanguinidad y por afinidad, ambos en linea recta y en la


línea colateral igual en el segundo grado, son impedimentos dirimentes que en
ningún caso pueden ser dispensados: prohiben la celebración del matrimonio, y
si llegare a celebrarse a pesar del impedimento, el matrimonio es nulo de una
manera absoluta, no puede ser convalidado de ninguna manera.
El matrimonio que se celebre entre personas ligadas por el lazo de parentesco
en tercer grado en la línea colateral, es igualmente nulo si no se ha obtenido
previamente dispensa, pero este vicio puede ser sanado si se obtiene con
posterioridad al matrimonio la dispensa, de acuerdo con lo que dispone el
artículo inmediato anterior.
No obstante esa distinción entre la nulidad que produce el parentesco por
consanguinidad, según se trate de parentesco por consanguinidad dispensable o
no dispensable, el código, en el precepto que se comenta, otorga el ejercicio de la
acción en ambos casos a cualquiera de los cónyuges, a sus ascendientes y al m p,
El ejercicio de la acción de nulidad por el MP obedece a la naturaleza del
impedimento constituido por el lazo de consanguinidad en la linea recta y en la
colateral en el segundo grado o de afinidad (en linea recta) se funda en la pre-
servación de los principios sociales de la organización de la familia conforme

[169]
ARTS. 242. 243 y 244 LIBRO PRIMERO

a la cultura occidental (familia exogámica) en razones de orden ético-jurídicas


(prohibición del incesto) y en el orden y estabilidad de la familia.

I.G.G.

ARTÍCULO 243. La acción de nulidad que nace de la causa prevista


en la fracción V del articulo 156, podrá deducirse por el
cónyuge ofendido o por el Ministerio Público, en el caso
de disolución del matrimonio anterior por causa de di-
vorcio; y sólo por el Ministerio Público, si este matrimo-
nio se ha disuelto por muerte del cónyuge ofendido.
En uno y en otro caso, la acción debe intentarse dentro
de los seis meses siguientes a la celebración del matrimo-
nio de los adúlteros.

Es nulo el matrimonio celebrado entre las personas que han cometido adulterio
entre si (tienen impedimento para celebrarlo).
Están legitimados para ejercer la acción de nulidad correspondiente, el
cónyuge ofendido o el M P cuando el matrimonio anterior se ha disuelto por
causa de divorcio y sólo el M P si el matrimonio se ha disuelto por muerte del
cónyuge ofendido.
No se requiere la disolución del primer matrimonio para que el cónyuge
ofendido por el adúltero bínubo se encuentre legitimado para demandar la
nulidad del matrimonio de los adúlteros.
Por otra parte la SCJ N ha sostenido que la disolución del matrimonio de los
adúlteros por la muerte de alguno de ellos, no impide el ejercicio de la acción de
nulidad, porque falte el interés jurídico "interés que puede actualizarse por el
consorte vivo, por razón de herencia... por razón de la guarda y custodia de los
hijos menores.., por lo que respecta a las donaciones antenupciales". (Amparo
directo 7328/80. Tercera Sala, Informe de 1981).
Debe tenerse presente la tesis jurisprudencial núm. 222, Tercera Sala, cuarta
parte, Apéndice al SJF, 1985, p. 556, en donde se lee: "Matrimonio, nulidad del
por existir uno anterior. Si existe el vínculo de un matrimonio anterior, al
celebrarse un segundo matrimonio éste es nulo, aun cuando se contraiga en,
buena fe; nulidad que no es convalidable por el consentimiento tácito o expreso
de los cónyuges, ni por la prescripción".

I.G.G.

ARTÍCULO 244. La acción de nulidad proveniente del atentado


contra la vida de alguno de los cónyuges para casarse con

11701
TITULO QUINTO CAPITULO IX AR VS. 244 245

el que quede libre, puede ser deducida por los hijos del
cónyuge víctima del atentado, o por el Ministerio Públi-
co, dentro del término de seis meses, contados desde que
se celebró el nuevo matrimonio.

La tentativa de homicidio, da lugar a la acción de nulidad del matrimonio del


agente del delito (consumado o en grado de tentativa) si ha sido cometida en
contra de la persona que era cónyuge de la víctima y cuyo matrimonio pudo
haberse disuelto por divorcio.
Este precepto establece que la causa de la nulidad es la tentativa de homicidio
y por mayoría de razón lo es el homicidio consumado, pues e] impedimento y
por lo tanto la nulidad es consecuencia de la conducta delictuosa, reprobable en
todo sentido del autor del atentado.
El plazo para el ejercicio de la acción de nulidad es de seis meses desde la fecha
en que se celebró el nuevo matrimonio. La fijación de este plazo para el ejercicio
de la acción, es índice de que no se requiere sentencia condenatoria en el proceso
penal, para la procedencia de la acción de nulidad.
Al conferir este precepto legitimación procesal a los hijos del primer matri-
monio y al MP, para hacer valer la nulidad por la causa a que se refiere, debe
interpretarse que esa legitimación tiene lugar en favor de las personas citadas
cuando el homicidio ha sido consumado; sin embargo, obsérvese que el artículo
en comentario dispone que la acción de nulidad "puede ser deducida" por los
hijos del primer matrimonio o por el M P.

I.G.G.

ARTÍCULO 245. El miedo y la violencia serán causa de nulidad del


matrimonio si concurren las circunstancias siguientes:
I.--Que uno u otra importen peligro de perder la vida,
la honra, la libertad, la salud o una parte considerable de
los bienes;
II.—Que el miedo haya sido causado o la violencia
hecha al cónyuge o a la persona o personas que le tienen
bajo su patria potestad o tutela al celebrarse el matrimonio;
Ill.—Que uno u otra hayan subsistido al tiempo de
celebrarse el matrimonio.
La acción que nace de estas causas de nulidad sólo
puede deducirse por el cónyuge agraviado, dentro de
sesenta días desde la fecha en que cesó la violencia o
intimidación.

[171]

ARTS. 245 y 246 LIBRO PRIMERO

La voluntad sometida por violencia a uno de los contrayentes es causa de


nulidad del matrimonio. El a. 156, fr. VII menciona como impedimento para
contraer matrimonio la fuerza o miedo graves. Por lo tanto debe entenderse
comprendida en esta causa de nulidad la fuerza física (el rapto) y la coacción
moral ejercida por medio de amenazas tendentes a provocar miedo o temor en
quien coaccionado declara que es su voluntad contraer matrimonio. La volun-
tad obtenida de esa manera, vicia el consentimiento e impide que el matrimonio
produzca efectos.
El miedo bajo el cual se produce la declaración de voluntad ha de ser
consecuencia de amenazas serias, graves y debe subsistir durante el acto de la
celebración del matrimonio.
Se entiende que el contrayente que declara bajo coacción sufre un miedo
grave, si las amenazas con que se le conmina para declarar, importan peligro de
perder la vida, la honra, la libertad, la salud o una parte considerable de sus
bienes o de quienes le tienen bajo su patria potestad o bajo tutela.
Al llevar al cabo la interpretación de este precepto debe tenerse presente lo
que dispone el a. 1819 del CC conforme al cual, hay violencia, cuando se emplea
fuerza física o amenazas que importen peligro de perder la vida, la honra, la
libertad, la salud o una parte considerable de los bienes del contratante, de sus
ascendientes, descendientes o de sus parientes colaterales dentro del segundo
grado, pues debe entenderse el sentido del artículo en comentario que enuncia
(de manera demasiado restringida por cierto) los casos en que se presume que el
ánimo del contrayente ha sido gravemente perturbado, sin que ello excluya la
posibilidad de que en otros casos (descendientes, parientes colaterales) se
produzca una alteración del ánimo de la misma gravedad o tal vez mayor de la
que se producirá en los supuestos previstos en el artículo que es materia de esta
nota.
El rapto, tratándose del matrimonio, es una forma específica de violencia, en
el que concurre la fuerza física ejercida sobre el cuerpo de la persona raptada y el
miedo provocado como normal consecuencia de ello.
Este artículo se encuentra en relación, también en este aspecto, con lo
dispuesto en la fr. VII del a. 156 a cuyo comentario nos remitimos.
La acción de nulidad puede ser ejercida por el cónyuge agraviado y caduca a
los sesenta días siguientes a aquel en que cesó la violencia.

1.G.G.

ARTÍCULO 246. 1.2 nulidad que se funde en alguna de Ias causas


expresadas en la fracción VIII del artículo 156, sólo
puede ser pedida por los cónyuges, dentro del término de
sesenta días contados desde que se celebró el matrimonio.

La acción de nulidad que nace de las causas enumeradas en este precepto, si bien

[172]

TITULO QUINTO/ CAPITULO IX ARTS. 246y 247

puede ser ejercida por cualquiera de los consortes, sólo disponen para ello del
plazo de sesenta días siguientes a la celebración del matrimonio.
La estabilidad de la familia, los fines del matrimonio, la salud y seguridad del
cónyuge sano y de la prole, son protegidas por medio de esta acción de nulidad y
por la brevedad del plazo de caducidad que fija este artículo para su ejercicio.
La norma que enuncia esta disposición al ordenar que la acción debe dedu-
cirse dentro del perentorio plazo que el mismo señala (sesenta días), se inspira en
la idea de evitar que la estabilidad familiar se lesione, si se permitiera que el
matrimonio pudiera ser disuelto por cualquiera de los cónyuges después de
haber convivido por un lapso más o menos largo, y se invocara cualquiera de las
causas mencionadas por el precepto objeto de este comentario, para disolver
por esta vía el vínculo conyugal que los consortes no impugnaron dentro del
plazo razonable. Para salir al paso a esta actitud contraria a la estabilidad
del matrimonio, y a los fines mismos de la nulidad, la ley establece que la acción
de impugnación caduca a los sesenta días de la celebración del matrimonio.
Para que proceda la acción de nulidad prevista en este artículo, se requiere
que las causas que dan lugar a ella y que menciona e] precepto, existan en el
momento de la celebración del matrimonio.
Téngase presente lo dispuesto en la fr. IV del a. 98 que ordena que con la
solicitud de matrimonio debe presentarse un certificado suscrito por un médico
en donde se haga constar bajo protesta de decir verdad que quien va a contraer
matrimonio no padece sífilis, tuberculosis, ni enfermedad alguna crónica e
incurable que sea además contagiosa o hereditaria.

I.G.G.

ARTÍCULO 247. Tienen derecho de pedir la nulidad a que se refiere


la fracción 1X del artículo 156, el otro cónyuge o el tutor
del incapacitado.

Conforme con lo dispuesto por este precepto legal, el cónyuge sano o el tutor
del cónyuge enfermo, están legitimados para ejercer la acción de nulidad del
matrimonio que ha celebrado una persona que tiene incapacidad de ejercicio
por causa de idiotismo o imbecilidad.
Para que proceda la nulidad derivada de esta causal, se requiere que se haya
declarado judicialmente al cónyuge enfermo en estado de interdicción, que es
presupuesto necesario para el nombramiento de tutor de una persona incapaci-
tada.
El tutor que haya sido designado por el juez que declaró el estado de
interdicción, podrá demandar la nulidad del matrimonio, si prueba que la
incapacidad existía en el cónyuge que no obstante celebró el matrimonio.
Se requiere la designación de un tutor especial en aquellos casos en los que la
declaración de interdicción se pronunció después de celebrado el matrimonio,

[173]

ARTS 247,248 y 20 LIBRO PRIMERO

puesto que el cónyuge sano, a quien corresponde desempeñare! cargo de tutor


de su consorte, no puede representarlo en el juicio de nulidad del matrimonio.

I.G.G.

ARTÍCULO 248. El vínculo de un matrimonio anterior, existente al


tiempo de contraerse el segundo, anula éste aunque se
contraiga de buena fe, creyéndose fundadamente que el
consorte anterior había muerto. La acción que nace de
esta causa de nulidad puede deducirse por el cónyuge del
primer matrimonio, por sus hijos o herederos, y por los
cónyuges que contrajeron el segundo. No deduciéndola
ninguna de las personas mencionadas, la deducirá el
Ministerio Público.

La causa de nulidad del matrimonio prevista en este precepto constituye el


delito de bigamia previsto en el CP (a. 279).
La nulidad afecta al segundo matrimonio, es insanable y la acción puede
hacerse valer por las personas cuyo interés se ve directamente afectado por la
coexistencia de ambos matrimonios; es decir, por el cónyuge del primer matri-
monio, por sus hijos o herederos y por los cónyuges del segundo matrimonio.
La nulidad prevista protege el sistema del matrimonio monogámico, que es la
base de la familia occidental y en cuya subsistencia está interesado el orden
público, por ello la acción de nulidad, puede ser ejercida por el MI).
La SCJN ha sustentado la tesis de que únicamente las personas que menciona
este precepto legal están legitimadas para deducir la acción de nulidad del
segundo matrimonio

pues dicha acción se otorga en forma limitativa a las personas precisadas


en dicho artículo (a. 262 del estado de Puebla que contiene la misma
disposición que enuncia el correlativo del DF)... de lo que se colige que
dicho artículo no reconoce tal derecho a los hermanos o herederos de los
cónyuges que contrajeron el segundo matrimonio. (A.D. 6689/81 infor-
me de 1982, Tercera Sala, Tesis 56, p. 73).
El matrimonio contraído cuando subsistía el vínculo de un matrimonio
anterior, es nulo aunque el segundo haya sido contraído de buena fe (Jurispru-
dencia 235, quinta época, p. 742, Tercera Sala, cuarta parte, Apéndice 1917-1975).

I.G.G.
ARTICULO 249. La nulidad que se funde en la falta de formalida-
des esenciales para la validez del matrimonio, puede
[174]
TITULO QUINTO/CAPITULO IX ART. 249

alegarse por los cónyuges y por cualquiera que tenga


interés en probar que no hay matrimonio. También po-
drá declararse esa nulidad a instancia del Ministerio
Público.
La acción de nulidad del matrimonio por falta de "formalidades esenciales"
(debe entenderse solemnidades) puede hacerse valer por todo interesado o a
instancia del Tsi P. Los elementos esenciales del matrimonio, se distinguen de las
solemnidades requeridas por la ley, que este precepto designa como formalida-
des esenciales.
Los elementos esenciales son: el consentimiento de los contrayentes en pre-
sencia del juez del registro civil de que es su voluntad unirse en matrimonio; la
declaración de esa autoridad declarándolos unidos en nombre de la ley y de
la sociedad; la diversidad de sexos de los que van a contraer matrimonio y la exis-
tencia del acta en la que deben aparecer los nombres de los contrayentes y su
firma y en el caso de que no puedan o no sepan firmar, la firma de quien lo haga
a su ruego y en su nombre y la firma del juez del registro civil que autoriza el
acto. (Consúltense los aa. 102, 103 y 146 del CC).

Estos son elementos que deben concurrir y constituyen propiamente al


matrimonio como acto jurídico; son elementos conceptuales de la celebración
del matrimonio.
A ellos se agregan los requisitos de validez que son: capacidad de los contra-
yentes, ausencia de vicios de la voluntad, licitud en el objeto, así como las
simples formalidades, las constancias que deben acompañar a la solicitud de
matrimonio, las declaraciones de los testigos, la declaración de que no hubo
impedimento para el matrimonio, etc.

Las solemnidades propiamente dichas son las que establecen los aa. 102 y
103 que deben observarse en el acto de la celebración del matrimonio, en par-
ticular la redacción del acta de matrimonio en donde aparezcan cuando menos
los nombres y apellidos de los contrayentes (a. 103 fr. I) la declaración de los
pretendientes de ser su voluntad unirse en matrimonio y la manifestación del
juez del registro civil de que han quedado unidos en nombre de la sociedad y
de la ley (a. 103 fr. VI) y la firma de los contrayentes y del juez (a. 103 penúltimo
párrafo).

El criterio sustentado por la Tercera Sala de la SCJ N por lo que se refiere a la


prueba de la voluntad de los contrayentes que debe constar en el acta de
matrimonio y a la distinción entre requisitos sustanciales y no sustanciales
aparece en la tesis sustentada al resolver el amparo directo núm. 3827, visible en el
Informe correspondiente el año de 1975, segunda parte, Tercera Sala, p. 108.

I.G.G.

[175]
ARTS. 250 y 251 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 250. No se admitirá demanda de nulidad por falta de


solemnidades en el acta de matrimonio celebrado ante el
Juez del Registro Civil, cuando a la existencia del acta se
una la posesión de estado matrimonial.

El sentido del texto ha de ser interpretado previamente. El juez debe admitir la


demanda de nulidad por falta de formalidades (no solemnidades) en el acta de
matrimonio.
La posesión de estado de matrimonio es un hecho o conjunto de hechos que
son materia de prueba dentro del período probatorio, que tiene lugar durante el
proceso judicial. Por otra parte será al demandado y no al juez o a quien
corresponda en su caso hacer valer en defensa de sus derechos y frente a la
acción de nulidad intentada, la existencia de la posesión de estado que convalida
el acta de matrimonio que carece de formalidades.
La posesión de estado de matrimonio, convalida los vicios o defectos del acta,
siempre que estos vicios sean simplemente formales y también aquellos en que
haya incurrido el juez del registro civil, en el acto de celebración (incompetencia
del juez, falta de lectura del acta, omisión del nombre de alguno de los testigos,
etc.) siempre que sean solamente vicios de forma y no sustanciales.
La posesión de estado consiste en la conducta que observen públicamente los
consortes, ostentándose asimismo en la sociedad como esposos y en el reconoci-
miento del grupo social de tal situación conyugal. Este es un dato objetivo y
reitera cotidianamente la voluntad declarada ante el juez del registro civil, en el
momento de la celebración del matrimonio, voluntad que consta en el acta que
se impugna porque no llena determinadas formalidades, defectos que por lo
demás no son imputables a los contrayentes.
Por otra parte debe tenerse a la vista lo dispuesto por el a. 47 del CC,
conforme al cual los vicios o defectos de las actas del registro civil, cuando no
sean sustanciales, no anulan el acto, excepto que judicialmente haya sido
probada la falsedad de éste.

ARTÍCULO 251. El derecho para demandar la nulidad del matri-


monio corresponde a quienes la ley lo concede expresa-
mente, y no es trasmisible por herencia ni de cualquiera
otra manera. Sin embargo, los herederos podrán conti-
nuar la demanda de nulidad entablada por aquél a quien
heredan.

La norma contenida en este precepto, tiene particular importancia en el sistema


de las nulidades del matrimonio acogido por el código, porque al disponer que

[176]
TITULO QUINTO/ CAPITULO IX ARTS. 251 y 252

sólo se encuentran legitimadas, para hacer valer la nulidad, las personas expre-
samente mencionadas en la ley y que además esa acción se ha establecido para
proteger primordialmente los intereses de aquellos a quienes corresponde su
ejercicio, con exclusión de todos los demás, reitera el principio que informa
nuestra legislación civil, de preservar al matrimonio contra acciones o ataques
de terceros que pudieran perturbar la fortaleza del grupo familiar y la tranquili-
dad de la vida conyugal.

Este artículo juntamente con aquellos que señalan un plazo breve para el
ejercicio de la acción de nulidad, el anterior que protege la validez de las actas
aun cuando adolezcan de vicios de forma, así como el que establece que el
matrimonio tiene a su favor la presunción de validez, mientras no se pronuncie
sentencia ejecutoriada que declare su nulidad y particularmente las normas que
otorgan eficacia al matrimonio putativo, pone de relieve el favor de que disfruta
la institución en el ordenamiento jurídico.

Por esta razón, el ejercicio de la acción de nulidad, no se transmite de manera


alguna, ni por acto intervivos, ni por causa de muerte. La iniciativa para
impugnar la validez del matrimonio corresponde a la persona o a quienes el CC
considera legitimadas para iniciar el juicio de nulidad. Por ello si aquel a quien
compete su ejercicio, ya ha deducido la acción de nulidad y muere antes de que
concluya el juicio, sus herederos podrán continuar el juicio de nulidad ya
iniciado.

I. G. G.

ARTÍCULO 252. Ejecutoriada la sentencia que declare la nulidad,


el tribunal, de oficio, enviará copia certificada de ella al
Juez del Registro Civil ante quien pasó el matrimonio,
para que al margen del acta ponga nota circunstanciada
en que conste: la parte resolutiva de la sentencia, su fecha,
el tribunal que la pronunció y el número con que se marcó
la copia, la cual será depositada en el archivo.

La disposición que contiene este artículo no exige mayor comentario. Tiene por
objeto llenar una finalidad registral importante, atendiendo a que es el medio
normal de probar el estado civil de las personas, por lo que la anotación
marginal de nulidad, en el acta de matrimonio tiene por objeto dar publicidad
ante terceros de la invalidez del matrimonio, declarada por sentencia judicial
ejecutoriada.

I.G.G.

1177]
ARTS. 253 y 254 LlEiR0 PRIMERO

ARTÍCULO 253. El matrimonio tiene a su favor la presunción de


ser válido; sólo se considerará nulo cuando así lo declare
una sentencia que cause ejecutoria.

Las directrices fundamentales que sirven de base al sistema que sobre nulidades
del matrimonio recoge nuestro código, encuentran clara expresión en este texto
legal.
En efecto, tratándose del matrimonio, no hay nulidades de pleno derecho,
según se decía en la doctrina clásica de aquellas nulidades que no requerían ser
declaradas judicialmente. No las hubo tampoco en el sistema de nuestros códigos,
anteriores al que rige actualmente en el DF. El principio que sustenta el CC es
contrario a esa especie de nulidades y el precepto que se comenta lo enuncia
claramente: el matrimonio tiene en su favor una presunción de validez. Para
privarlo de efectos se requiere una sentencia judicial ejecutoria que declare la
nulidad.
El segundo postulado que encierra este precepto es que la nulidad no puede
ser declarada si se hace valer por vía de excepción.
El tercer principio implícito en el texto legal que se comenta es que la
sentencia de nulidad no tiene efectos retroactivos cuando ha sido contraído de
buena fe (matrimonio putativo a que se refiere el a. 255). Castán Tobeñas
(Derecho civil español común y foral, Madrid, Reus, 1976, t. V, vol. I, p. 888)
sostiene la no retroactividad de la sentencia de nulidad, en favor del cónyuge
que desconocía la causa de nulidad.

I.G.G.

ARTÍCULO 254. Los cónyuges no pueden celebrar transacción ni


compromiso en árbitros, acerca de la nulidad del matri-
monio.

En la institución del matrimonio se halla comprometido juntamente con el


interés particular de los cónyuges, el interés de los hijos, yen Susana estructura,
base fundamental de la organización y solidez de la familia, se encuentra en
juego el interés de la sociedad.
Es por ello que al poder público compete, con exclusión de cualquier otra
instancia, por medio del Poder Judicial, resolver todas las cuestiones que atañen
a las relaciones jurídicas familiares y entre ellas las que conciernen al matrimo-
nio, a su organización y subsistencia y a su disolución por nulidad o divorcio.
Y puesto que en estas cuestiones el interés superior de la sociedad debe ser
protegido juntamente con el de las cónyuges, éstos no pueden válidamente
transigir ni comprometer en arbitrios lo que concierne a la nulidad del matrimo-
nio, que es de la competencia jurisdiccional indeclinable del Poder Judicial del

[178]
TITULO QUINTO/ cAprrui.o IX ARTS.1;4 y 155

DF y de cada uno de los estados de la Federación, en el ámbito de competencia


que respectivamente corresponde, por razón del territorio.

1.G.G,

ARTICULO 255. El matrimonio contraído de buena fe, aunque


sea declarado nulo, produce todos sus efectos civiles en
favor de los cónyuges mientras dure; y en todo tiempo,
en favor de los hijos nacidos antes de la celebración del
matrimonio, durante él y trescientos días después de la
declaración de nulidad, si no se hubieren separado los
consortes, o desde su separación en caso contrario.

La sentencia de nulidad no tiene efecto retroactivo en contra del cónyuge que lo


ha celebrado de buena fe. La buena fe consiste en la ignorancia, en el momento
de celebrar el matrimonio, de la existencia de ta causa que lo invalida.
Nos encontramos en el caso en que un acto, a pesar de haber sido declarado
judicialmente nulo, produce temporalmente --en tanto se dicta la sentencia de
nulidad-- los mismos efectos que produciría si fuera válido. Al matrimonio
celebrado de buena fe se le denomina matrimonio putativo.
La ignorancia en que se encuentra uno de los cónyuges o ambos respecto de
las causas de nulidad que vician el matrimonio que pretenden haber contraído,
puede engendrar un error de hecho o un error de derecho. Un determinado
hecho puede ser conocido por los contrayentes pero a la vez ignoran que cons-
tituye un impedimento, una prohibición para celebrar el matrimonio que pre-
tenden contraer; esto es suficiente para que exista la buena fe al celebrar el acto.
Para calificar la buena fe, no se exige en el contrayente una acuciosa indaga-
ción sobre si el hecho que conoce es o no causa de nulidad. Aun cuando el
contrayente tuviere una razonable duda sobre la existencia del impedimento,
atendiendo a las circunstancias del caso y a las cualidades de la persona, no
desaparece la buena fe si en esas condiciones celebra el matrimonio salvo que se
pruebe lo contrario; es decir que contrajo el matrimonio a sabiendas de que
existía prohibición para celebrarlo. La mala fe debe ser probada.
Si la buena fe concurre en los dos contrayentes, el matrimonio produce
plenamente indos sus efectos civiles hasta que se pronuncie la sentencia de
nulidad. Si por el contrario, sólo uno de los cónyuges ha procedido de buena fe
el matrimonio produce efectos únicamente en favor del cónyuge que así ha
procedido al celebrarlo mientras no sea declarada la nulidad.
Respecto de los hijos, el matrimonio continúa siendo válido aun después de
que haya sido pronunciada la sentencia que decrete su nulidad. Los efectos de la
sentencia no afectan los derechos de las hijos nacidos durante el matrimonio,
antes de él (siempre que hayan sido legitimados) o dentro de los trescientos días

1179]

ARTS. 255, 256 y 257 LIBRO PRIMERO

siguientes a la sentencia de nulidad o la separación de los cónyuges. (Véase el


comentario al a. 256).

1.G.G.

ARTÍCULO 256. Si ha habido buena fe de parte de uno solo de los


cónyuges, el matrimonio produce efectos civiles única-
mente respecto de él y de los hijos.
Si ha habido mala fe de parte de ambos consortes, el
matrimonio produce efectos civiles solamente respecto
de los hijos.

Los efectos de la sentencia de nulidad en presencia de la buena o mala fe de


cualquiera de los consortes, se establecen con mayor precisión en este dispositi-
vo en el cual se consigna que no se requiere que la buena fe concurra en ambos
cónyuges para que mantenga el principio enunciado en el precepto anterior, en
el sentido de que los efectos de la sentencia de invalidez no perjudican los
derechos de los hijos, éstos seguirán siendo considerados en todo tiempo como
hijos de matrimonio.
Aun en el caso de que los efectos de la sentencia de nulidad se retrotraigan a la
fecha de la celebración del matrimonio por haber procedido con mala fe los
cónyuges, el matrimonio se considera válido respecto de los hijos. Su situación
jurídica de hijos de matrimonio y los derechos que de ella derivan permanecen
inalterables.
Por lo que se refiere a los efectos de la buena fe sobre la sociedad conyugal,
ésta se disuelve como consecuencia de la nulidad del matrimonio.
Si ambos cónyuges procedieron de buena fe, la sociedad subsistirá hasta que
cause ejecutoria la sentencia de nulidad; pero si sólo uno de los cónyuges tuvo
buena fe, la sociedad subsistirá durante el mismo tiempo si la continuación es
favorable al cónyuge inocente; en caso contrario, se disolverá desde la celebra-
ción del matrimonio. Si ambos cónyuges procedieron de mala fe la sociedad
conyugal se disolverá desde su origen. (Véanse los comentarios a los aa. 198,
199, 200 y 265).

1.G.G.

ARTÍCULO 257. La buena fe se presume; para destruir esta presun-


ción se requiere prueba plena.

La presunción de buena fe de los cónyuges subsiste, mientras no se pruebe lo


contrario. Presunción juris :orinan que requiere prueba plena, para ser destrui-
da.

[1801
TITULO QUINTO/ CAPITULO DC ARTS. 2S7 y55

La mala fe debe ser probada en todo caso por medios directos y concluyentes,
de modo que no quede ninguna duda al juez de que el cónyuge a quien se atri-
buye mala fe, tiene conocimiento cierto de la causa de nulidad que impide la
celebración válida del matrimonio y de que en la fecha de la celebración del
matrimonio conocía de cierto la existencia del impedimento.
Esta disposición concuerda con el sistema de las nulidades del matrimonio en
nuestro derecho, conforme al cual el matrimonio tiene a su favor la presunción
de ser válido (a. 253), se establecen términos breves para la caducidad de la
acción de nulidad, se facilita la posibilidad de convalidarlo probando la pose-
sión de estado, cuando se han omitido formalidades en el acta de matrimonio, y
se atribuye a la buena fe de los cónyuges máxima fuerza convalidatoria.

La prueba concluyente de la mala fe debe conducir a demostrar de modo


convincente que al celebrar el matrimonio el cónyuge se condujo conociendo
ciertamente que existía un impedimento para contraer el vínculo conyugal que
le prohibía celebrarlo, o más claramente, que sabía que para poder contraer el
matrimonio que se pretende sea declarado judicialmente nulo, fue preciso violar
la prohibición que le impedía su celebración. (Véase Cian-Trabucchi, Comenta-
rio breve al codice civile, Padova. Cedam, 1981, a. 1147).

1.G.G.

ARTÍCULO 258. Si la demanda de nulidad fuere entablada por uno


solo de los cónyuges, desde luego se dictarán las medidas
provisionales que establece el artículo 282.

Dispone el precepto que al admitir la demanda de nulidad que se presente por


uno de los cónyuges, el juez dé la orden para la adopción de ciertas medidas
cautelares para la seguridad personal de los cónyuges, el cuidado y subsistencia
de los hijos y el aseguramiento de alimentos en favor de los hijos y del cónyuge
que tenga derecho a ellos, así como para evitar la suposición y sustitución de
infante si la mujer está encinta; providencias todas semejantes a las que deben
adoptarse en caso de divorcio. (Véase el comentario al a. 282).

Hay, sin embargo, una laguna legislativa que conviene señalar: existe el mismo
fundamento racional para dictar las mismas providencias en el caso de que la
demanda de nulidad sea presentada por ambos cónyuges conjuntamente.

Con apoyo en el principio ubi eadem ratio ibi eadem dispositio de aplicarse
extensivamente la norma que ordena la adopción de medidas cautelares en el
caso en que la nulidad del matrimonio no se demande por la vía contenciosa,
sino por acuerdo de ambos cónyuges. En este caso, la demanda de nulidad
deberá acompañarse por un proyecto de convenio para ser sometido a la
aprobación del juez que conozca de la cuestión de fondo, que comprenda los
A RTE, 258, 259 y 260 LIBRO PRIMERO

puntos a que se refieren los aa. 274y 275 de este mismo código, que se refieren al
caso de divorcio por mutuo consentimiento.

I.G.G.

ARTÍCULO 259. Luego que la sentencia sobre nulidad cause ejecu-


toria, el padre y la madre propondrán la forma y términos
del cuidado y la custodia de los hijos y el juez resolverá a
su criterio de acuerdo con las circunstancias del caso.

Cuando ha causado ejecutoria la sentencia que declara la nulidad del matrimo-


nio, quienes estuvieron unidos por el matrimonio que fue declarado nulo,
deberán proponer al juez la forma y términos del cuidado y custodia de los hijos,
y este funcionario resolverá conforme a su criterio, lo que juzgue prudente
tomando en cuenta las circunstancias del caso.
El juez está obligado a obtener todos los elementos de juicio necesarios para
que el interés de los hijos quede protegido. Aunque este precepto no se modificó
al reformarse diversos artículos del CC por decreto del 13 de diciembre de
1983, para señalar al juez expresamente la obligación, al resolver sobre la
situación de los hijos cuando se declara la nulidad del matrimonio de sus padres,
no parece haber duda que por analogía tiene aplicación lo expresado en a. 282
fr. VI (reformada) en donde expresamente se ordena que "Salvo peligro grave
para el normal desarrollo de los hijos, los menores de siete años deberán quedar
al cuidado de la madre". Este precepto debe ser aplicado también haciéndolo
extensivo al caso de nulidad del matrimonio. Por la misma razón, el juez se
encuentra investido en esta hipótesis de las mismas facultades respecto de la
custodia, cuidado y patria potestad de los hijos, para proveer todo lo conducen-
te a la protección de su interés.

I.G.G.

ARTICULO 260. El juez en todo tiempo, podrá modificar la deter-


minación a que se refiere el artículo anterior, atento a las
nuevas circunstancias y a lo dispuesto en los artículos
422, 423 y 444, fracción III.

Las providencias que el juez haya dictado en la sentencia sobre la guarda y


custodia de los hijos y en lo que se refiere al ejercicio de la patria potestad, no
causan estado, aunque los puntos resolutivos de la resolución definitiva decla-
rando nulo el matrimonio hayan causado ejecutoria.
En efecto, el juez podrá en todo tiempo, a petición de parte del MP oyendo
siempre a los interesados y aun de oficio, privar de la patria potestad o limitar su

11821
TITULO QUINTO/CAPITU LO IX ARTS. 2ho y 261

ejercicio a cualquiera de los cónyuges y nombrar para que la ejerza a uno solo de
los progenitores, o al ascendiente o ascendientes a quienes corresponda entrar
en ejercicio, o bien designar tutor a los menores hijos si procede, cuando llega a
su conocimiento que la vida, la salud o la educación de éstos pueda comprome-
terse, se encuentra en peligro, o no están recibiendo la formación intelectual y
moral que deben darle quienes sobre ellos ejercen la patria potestad, por no
desempeñar éstos de manera adecuada y conveniente los deberes que impone la
paternidad y la maternidad en cuanto a la formación de los hijos. (Véanse los
comentarios a los aa. 422, 423 y 444),

I.G.G.

A RTÍ CU LO 261. Declarada la nulidad del matrimonio se procede-


rá a la división de los bienes comunes. Los productos
repartibles, si los dos cónyuges hubieren procedido de
buena fe, se dividirán entre ellos en la forma convenida en
las capitulaciones matrimoniales; si sólo hubiere habido
buena fe por parte de uno de los cónyuges, a éste se
aplicarán íntegramente esos productos. Si ha habido ma-
la fe de parte de ambos cónyuges, los productos se aplica-
rán a favor de los hijos.

La nulidad del matrimonio produce de derecho, la terminación de la sociedad


conyugal (a. 197). El efecto de la sentencia de nulidad sobre el régimen de los
bienes de los consortes cuando exista la sociedad conyugal, es que ésta se
disuelve y entra en estado de liquidación.
La liquidación se lleva al cabo para el efecto de atribuir a cada uno de los
consortes los bienes comunes que legalmente les correspondan, al efectuarse la
distribución.
Si ambos cónyuges procedieron de buena fe, la sociedad se considera subsis-
tente hasta el momento en que cause ejecutoria la sentencia de nulidad. Los
bienes comunes, se repartirán entre ellos en la forma que establezcan las
capitulaciones matrimoniales (a. 198).
Si sólo uno de los cónyuges obró de buena fe sólo a él se otorgarán íntegra-
mente los productos. El a. 201 dispone que la parte de las utilidades que
corresponda al cónyuge que procedió de mala fe, se aplicará a los hijos y sólo
cuando no los hubiere, se aplicarán al cónyuge que procedió de buena fe. La
contradicción debería resolverse en favor de los hijos.
Si ambos cónyuges procedieron de mala fe, ninguno de ellos tendrá derecho a
participar en !as utilidades, las cuales se aplicarán a los hijos y si no los hubiere
se repartirán entre los consortes, en proporción de lo que cada consorte llevó al
matrimonio (a. 202),

1183]
ARTS. 261 y262 LIBRO PRIMERO

En cuanto al capital o fondo común de la sociedad, éste se repartirá entre los


cónyuges en proporción a lo que hubiere aportado cada uno a la sociedad. Pero
si uno solo de los cónyuges procedió de buena fe, tendrá derecho a recuperar la
parte que llevó a la sociedad, si al hacer la distribución proporcional sufre algún
perjuicio (a. 199).

1.G.G.

ARTÍCULO 262. Declarada la nulidad del matrimonio, se observa-


rán respecto de las donaciones antenupciales las reglas
siguientes:
I.—Las hechas por un tercero a los cónyuges, podrán
ser revocadas;
II.—Las que hizo el cónyuge inocente al culpable que-
darán sin efecto y las cosas que fueron objeto de ellas se
devolverán al donante con todos sus productos;
HL —Las hechas al inocente por el cónyuge que obró
de mala fe quedarán subsistentes;
IV.—Si los dos cónyuges procedieron de mala fe, las
donaciones que se hayan hecho quedarán en favor de sus
hijos. Si no los tienen, no podrán hacer los donantes
reclamación alguna con motivo de la liberalidad.

La declaración de nulidad del matrimonio produce también efectos sobre las


donaciones antenupciales.
Las que hubiere hecho un tercero a los cónyuges pueden ser revocadas porque
ha desaparecido la causa o motivo determinante del acto, es decir, el matrimo-
nio fue declarado nulo; por lo tanto ha cesado la causa por la que el donante
efectuó la donación.
De la misma manera las donaciones hechas por un tercero en favor de uno de
los cónyuges pueden ser igualmente revocadas, por aplicación del principio:
causa data causa non secuta que es el aplicable en general a la invalidez de los
negocios jurídicos en los que la voluntad carece de razón suficiente que justifi-
que el acto.
La subsistencia de las donaciones entre consortes depende de otro principio:
la buena fe de los cónyuges al celebrar el matrimonio. Las donaciones de esta
especie quedarán subsistentes en favor del cónyuge que actuó de buena fe o de
ambos, si los dos contrayentes se encuentran en este caso.
Las que hizo el cónyuge inocente al culpable, quedarán sin efecto y éste
deberá restituir a aquél lo donado con todos sus productos. Es decir, la dona-
ción es nula desde su origen. Aquí la nulidad establece sanción contra quien
violó una ley prohibitiva (a. 8 CC).

1184J
TITULO QUINTO/ CAPITULO IX ARTS 262, 263 y 264

Si concurre la mala fe en ambos cónyuges, el efecto de la nulidad del


matrimonio es la sustitución forzosa de donatarios. Subsiste la donación, pero
en favor de los hijos de ambos consortes, y ello desde el momento en que los
cónyuges hicieron tales donaciones porque el matrimonio queda invalidado
desde su celebración, y por lo tanto la donación produce desde entonces efectos
en favor de los hijos.
Si no hubiere hijos, la mala fe en ambos consortes (mala fe recíproca) da lugar
a lo que se denomina la compensación de dolos y no procede la revocación de las
donaciones que uno u otro consorte se hicieren entre sí.

1.G.G.

ARTÍCULO 263. Si al declararse la nulidad del matrimonio la


mujer estuviere encinta, se tomarán las precauciones a
que se refiere el capitulo primero del Título Quinto del
Libro Tercero.

Las providencias a las que se refiere este articulo cuando se ha pronunciado


sentencia de nulidad son de la misma naturaleza de aquellas a las que alude
el a. 258, en relación con el a. 282 como las que el juez debe ordenar durante el
juicio de nulidad y a las que ya nos hemos referido.
El precepto que es materia de este comentario dispone en modo especial, las
medidas que debe tomar el juez en la sentencia que declara la nulidad del
matrimonio, si la mujer está encinta, con el fin de evitar la suposición de parto,
la sustitución de infante, o que se haga pasar por viable la criatura que no lo es.
El juez designará a un médico cirujano para que se cerciore de la realidad del
alumbramiento. (Véanse los comentarios a los aa, 258, 282, 1639 y 1640),

1.G.G.

ARTÍCULO 264. Es ilícito pero no nulo el matrimonio:


1. Cuando se ha contraído estando pendiente la deci-
sión de un impedimento que sea susceptible de dispensa;
11.—Cuando no se ha otorgado la previa dispensa que
requiere el artículo 159, y cuando se celebre sin que hayan
transcurrido los términos fijados en los artículos 158
y 289.

El matrimonio se dice ilícito cuando se celebra a pesar de que falte alguno de


aquellos requisitos, que cuando son omitidos no producen la nulidad del acto.
El matrimonio es válido aunque la ilicitud de su celebración da lugar a la

11851
ARTS. 2M Y26$
265 LIBRO PRIMERO

aplicación de sanciones de otra naturaleza. Puede decirse que el matrimonio


ilícito es un matrimonio irregular.
La ilicitud del matrimonio, denota la idea de reprobación jurídica de un acto
que por su trascendencia social, debió celebrarse cumpliendo estrictamente con
todos los elementos de existencia, los requisitos de validez y además con todos
los requerimientos que aunque no sean de validez debieron acatarse por disposi-
ción de la ley, con la mira de que cuando la misma ley establece que determina-
dos impedimentos pueden ser dispensados se produzca una sanción, la ilicitud
del matrimonio si no se cumplió con este requisito o de que, por otra parte, no se
celebre el matrimonio cuando se han establecido las prohibiciones cuya violación
se sanciona únicamente con la ilicitud del acto. En ambos casos, a través de la
ilicitud se pone de relieve cómo el sistema de nulidades cede, cuando se trata del
matrimonio, para no destruir una situación creada que es preferible respetar,
tomando en cuenta por una parte el interés social que prevalece y el interés
particular que cede.
Así la ilicitud del matrimonio se produce cuando se contrae antes de obtener
la dispensa de un impedimento que puede ser dispensado, cuando el tutor, el
curador y los descendientes de uno u otro hayan contraído matrimonio con la
pupila (o el pupilo) antes de haber obtenido la dispensa que exige el a. 159. Y
finalmente es ilícito el matrimonio que celebra la viuda, la divorciada o la mujer
cuyo matrimonio anterior ha sido declarado nulo, sin que transcurra el plazo de
trescientos días después de la disolución o del día en que haya tenido lugar la
separación de su esposo, en los casos de divorcio o de nulidad del vínculo.
También hay ilicitud del segundo matrimonio del cónyuge que ha dado causa
al divorcio del matrimonio anterior y no ha transcurrido el plazo de dos arios
contados a partir de la sentencia ejecutoria del divorcio. Asimismo es ilícito el
matrimonio celebrado por quien con anterioridad ha obtenido su divorcio por
consentimiento y no ha transcurrido un año desde que se disolvió el vínculo
conyugal.
En estos casos el ordenamiento jurídico niega su aprobación a estos matrimo-
nios irregulares señalándolos con la marca de la ilicitud, por haber violado las
prohibiciones establecidas en este precepto legal, que forman parte del marco
jurídico institucional de la estructura del matrimonio.

ARTÍCULO 265. Los que infrinjan el artículo anterior, así como los
que siendo mayores de edad contraigan matrimonio con
un menor sin autorización de los padres de éste, del tutor
o del juez, en sus respectivos casos, y los que autoricen
esos matrimonios, incurrirán en las penas que señale el
Código de la materia.

[186]
TITULO QUINTO/CAPITU LOS IX Y X ARTS . 265 y 266

El precepto dispone que las sanciones que se impongan a los infractores que el
mismo precepto menciona, serán las que establece la ley de la materia. Incurri-
rán en esas penas: a) los mayores de edad que contraigan matrimonio con un
menor, sin la autorización de los padres de éste, del tutor o del juez en su caso;
b) los que infrinjan el artículo anterior y c.) el juez del registro civil que autorice
esos matrimonios.
Si como es de inferirse, el legislador se refiere a las sanciones que establezca el
CP, no parece que las hipótesis comprendidas en los incisos a) y b) del párrafo
anterior impongan alguna pena a las personas comprendidas en los supuestos
previstos en el artículo que se comenta.
El juez del registro civil que autorice un matrimonio ilícito, incurre en
responsabilidad en el desempeño de su cargo: puede ser sancionado con la
destitución de empleo, sin perjuicio de las penas aplicables por la comisión de
algún delito de otra naturaleza, en que pudiere haber incurrido.

I.G.G.

CAPITULO X
Del divorcio
ARTÍCULO 266. El divorcio disuelve el vínculo del matrimonio y
deja a los cónyuges en aptitud de contraer otro.

El divorcio es la forma legal de extinguir un matrimonio válido en vida de los


cónyuges, decretado por autoridad competente y en base a causas especifica-
mente señaladas por la ley. Esta disolución permite a los cónyuges contraer
con posterioridad un nuevo matrimonio.
Se pueden divorciar las personas que integran un matrimonio válido; si éste
no lo es, los presuntos cónyuges deben demandar su nulidad. La acción de
divorcio se intenta en vida de los consortes, y si iniciados los trámites del divor-
cio muere uno de los cónyuges, se pone fin al juicio y los herederos del muerto
tienen los mismos derechos y obligaciones que tendrían si no hubiere existido
dicho juicio (a. 290 CC).
El divorcio debe ser decretado por el juez de lo familiar que resulte competen-
te, cumpla con el procedimiento y funde la sentencia en las causales de divorcio
establecidas en los aa. 267 y 268 del CC.
El llamado divorcio no vincular o separación de cuerpos no extingue el
matrimonio y sólo puede ser decretado en los casos de enfermedades físicas o
mentales señaladas en el a. 277 CC. Como consecuencia de la separación, se
suspende para los cónyuges la obligación de cohabitar, pero quedan subsisten-
tes las demás obligaciones del matrimonio.
En cambio el divorcio vincular extingue totalmente el vínculo matrimonial.

1187]
ARTS. 266 y 267 LIBRO PRIMERO

Los divorciados dejan de tener el estado civil de casados y pueden volver a


casarse.

L BS.
S.

ARTÍCULO 267. Son causas de divorcio:


L—El adulterio debidamente probado de uno de los
cónyuges;
I1.—E1 hecho de que la mujer dé a luz, durante el
matrimonio, un hijo concebido antes de celebrarse este
contrato, y que judicialmente sea declarado ilegítimo;
111.—La propuesta del marido para prostituir a su
mujer, no sólo cuando el mismo marido la haya hecho
directamente, sino cuando se pruebe que ha recibido
dinero o cualquiera remuneración con el objeto expreso
de permitir que otro tenga relaciones carnales con su
mujer;
IV.—La incitación o la violencia hecha por un cónyuge
al otro para cometer algún delito, aunque no sea de
incontinencia carnal;
V.—Los actos inmorales ejecutados por el marido o
por la mujer con el fin de corromper a los hijos, así como
la tolerancia en su corrupción;
VI.—Padecer sífilis, tuberculosis, o cualquier otra en-
fermedad crónica o incurable que sea, además, contagio-
sa o hereditaria, y la impotencia incurable que sobreven-
ga después de celebrado el matrimonio;
VIL—Padecer enajenación mental incurable, previa
declaración de interdicción que se haga respecto del cón-
yuge demente;
VII1.—La separación de la casa conyugal por más de
seis meses sin causa justificada;
1X.—La separación del hogar conyugal originada por
una causa que sea bastante para pedir el divorcio, si se pro-
longa por más de un año sin que el cónyuge que se separó
entable la demanda de divorcio;
X.—La declaración de ausencia legalmente hecha, o la
de presunción de muerte, en los casos de excepción en que
no se necesita para que se haga ésta que preceda la
declaración de ausencia;
1188]
TITULO QUINTO/CAPITULO X ART. 267

XI.—La sevicia, las amenazas o las injurias graves de


un cónyuge para el otro;
XI I.—La negativa injustificada de los cónyuges a cum-
plir con las obligaciones señaladas en el Artículo 164, sin
que sea necesario agotar previamente los procedimientos
tendentes a su cumplimiento, así como el incumplimien-
to, sin justa causa, por alguno de los cónyuges, de la
sentencia ejecutoriada en el caso del Artículo 168;
XIII.—La acusación calumniosa hecha por un cónyu-
ge contra el otro, por delito que merezca pena mayor de
dos años de prisión;
XIV.—Haber cometido uno de los cónyuges un delito
que no sea político, pero que sea infamante, por el cual
tenga que sufrir una pena de prisión mayor de dos años;
XV.—Los hábitos de juego o de embriaguez o el uso
indebido y persistente de drogas enervantes, cuando ame-
nazan causar la ruina de la familia, o constituyen un
continuo motivo de desavenencia conyugal;
XVI.—Cometer un cónyuge contra la persona o los
bienes del otro, un acto que sería punible si se tratara de
persona extraña, siempre que tal acto tenga señalada en
la ley una pena que pase de un ario de prisión.
XVII.—El mutuo consentimiento.
XVIII.—La separación de los cónyuges por más de
dos años, independientemente del motivo que haya origi-
nado la separación, la cual podrá ser invocada por cuales-
quiera de ellos.
Fracción I. No hay definición legal de adulterio; se entiende en su acepción
gramatical: "el ayuntamiento carnal ilegítimo de un hombre con una mujer
cuando uno o ambos son casados".
El adulterio en nuestro derecho asume dos formas distintas: adulterio como
causal de divorcio y como delito cuando es cometido en la casa conyugal o con
escándalo. Probado el adulterio como causal de divorcio, el demandante obten-
drá sentencia de divorcio a su favor, probado el adulterio como delito, el cul-
pable será condenado con la sanción penal respectiva. Para que proceda el
divorcio por causal de adulterio no es necesario que se reúnan los requisitos
que exige el tipo penal, basta la comprobación del trato carnal de cónyuge con
persona distinta de su consorte, en cualquier circunstancia.
En la mayoría de los casos se dificulta la prueba plena del adulterio, por ello la
SON admite la prueba indirecta para la demostración de la infidelidad del cón-

11891
A R E. 267 LIBRO PRIMERO

yuge culpable. "Constituye prueba plena el registro de un hijo de hombre casado


habido con mujer distinta de su cónyuge, o cuando vive probada y públicamente
con otra mujer". (Apéndice de Jurisprudencia de 1917 a 1975 del SJE, cuarta
parte, Tercera Sala, p. 496).

Fracción II. Esta causal implica que la mujer contrajo matrimonio sin
confesarle al prometido su estado de gravidez y con probable intención de
atribuirle una falsa paternidad.
Se considera hijo concebido antes de celebrado el matrimonio, el nacido
dentro de los primeros 180 días contados desde la celebración del matrimonio,
pues a contrario sensu, el a. 324 fr. I del CC presume hijos de los cónyuges, los
nacidos después de 180 días contados desde que se contrajo matrimonio.
Para la procedencia de esta causal es necesario que el marido desconozca al
hijo y éste sea declarado ilegitimo. La SCIN a este respecto emitió el siguiente
criterio.
La fracción II del artículo 360 del Código Civil vigente en el Estado de Mo-
relos, establece como causa de divorcio el hecho de que la mujer dé a luz
durante el matrimonio, un hijo concebido antes de celebrarse ese con-
trato y que judicialmente sea declarado ilegítimo. La declaración judicial
a que se refiere dicho precepto sólo puede emitirse mediante sentencia
dictada en el juicio donde se hubiera debatido si el hijo debe o no
reputarse como ilegítimo, con intervención del padre y de la madre, pero
no en un procedimiento ajeno a esa cuestión, porque ello afectará la
estabilidad misma de la familia. (Amparo directo 5372/55, Guillermo
Nava Escamilla. Resuelto por unanimidad. Tercera Sala, Informe 1956,
p. 27, SJF, quinta época, t. CXXI X, p. 494).

El marido no podrá desconocer que es padre de los hijos nacidos dentro de


los ciento ochenta días siguientes a la celebración del matrimonio en los casos
señalados por el a. 328; y que la acción debe ser interpuesta dentro de sesenta
días, contados desde el nacimiento si está presente el marido, o desde el día en
que descubrió el fraude, si se le ocultó el nacimiento (a. 330).

Fracción 111. La causal implica una conducta inmoral que ciertamente des-
truye el nexo afectivo entre los cónyuges. Además, la degradación moral, que
se revela en el marido, pone de relieve la imposibilidad de que el matrimonio
llene la función que está llamado a cumplir: la formación física y moral de la
prole. En ciertos casos podría tipificarse el delito de lenocinio. De acuerdo con
el a. 207 del CP

Fracción IV. El peligro que entraña esta incitación o el empleo de la violencia


de un cónyuge al otro, para delinquir, por la intimidad de la vida que existe entre
los cónyuges, es motivo muy grave para disolver el vínculo. La presencia de esta

[190]
TITULO QUINTO( CAPITULO X ART. 267

causal desvirtúa la función y finalidad del matrimonio. Además de ser causal de


divorcio, si la provocación para cometer un delito es pública se tipifica como
delito según lo establece el a. 209 del CP.

Fracción V. El a. 270 CC dispone que son causas de divorcio los actos


inmorales ejecutados por el marido o por la mujer con el fin de corromper a los
hijos, ya sean de ambos o de uno solo de ellos. Si la corrupción se refiere a
menores de 18 años se configura el delito de corrupción señalado en el a. 20t
del CP.
Para que la causal exista, es necesario que los cónyuges ejecuten actos
tendentes a corromper a los hijos o que permitan que estos actos los ejecute un
tercero con su condescendencia. No se exige que la tolerancia de los padres sea
interesada o produzca la explotación de las malas costumbres de los hijos. Basta
que la corrupción sea tolerada o provocada por los padres para que se configure
la causa de divorcio. (Ver comentario al a. 270).
El TS,1 del DF ha sustentado el siguiente criterio:

Divorcio: causal establecida por la fracción V del artículo 267 del Código
Civil. Cuando los hijos, por ser infantes, no tengan conciencia de los actos
ejecutados por el marido o por la mujer con el fin de corromperlos. De
acuerdo con la doctrina imperante en materia médico-psicológica, los
actos ejecutados por el marido o por la mujer que acusan depravación de su
parte, si tienden a corromper a sus menores hijos con resulados positivos a
mayor o menor plazo, por el trauma indeleble que dichos actos ocasionan
en los tiernos infantes, que entre más tiernos son más incapaces de resistir
los actos lúbricos del agente y aunque de inmediato no tengan conciencia,
de los mismos, sobre todo tratándose de actos de tipo sexual anormal, el
trauma queda grabado en su subconsciente, lo que ya en la edad adulta se
manifiesta en forma de trastornos psico-sexuales de tipo vicioso y desdo-
blamiento de la personalidad, así que el daño causado, que por venir de
los padres es más grave, ya que está cometido y se encuentra latente hasta
que se manifieste en la adolescencia o en la edad adulta de los menores.
(Anales de Jurisprudencia, t. 138, p. 123).

Fracción VI. Según lo expresa esta fracción, la enfermedad como causa de


divorcio, debe reunir ciertos requisitos: ser crónica, contagiosa o hereditaria, o
incurable, contagiosa o hereditaria. En la actualidad, la tuberculosis y la sífilis en
ciertos estados, son curables o por lo menos dejan de ser contagiosas o heredita-
rias, por tanto, dejan de cubrir los requisitos establecidos.
Para que la impotencia incurable sea causal de divorcio, se requiere que
sobrevenga después de celebrado el matrimonio, pues si la impotencia existía
antes, puede originar la nulidad del mismo, no así en el caso de las enfermedades
que pueden haberse contraído antes o después de celebrado el matrimonio.
ART. 267 LIBRO PRIMERO

La SCJN ha resuelto en esta ejecutoria que se cita en la parte relativa, lo


siguiente:
En lo tocante a la causal de impotencia alegada, procede asentar que la
impotencia a que se refiere la ley, es la que consiste en la imposibilidad
física de llevar a cabo el acto sexual, y la impotencia para la genera-
ción, no es propiamente impotencia sino esterilidad, y como mera esteri-
lidad, no constituye causa de disolución del matrimonio, porque no im-
posibilita la cópula. Lo anterior ha sido sostenido por esta Suprema
Corte de Justicia, en la ejecutoria que pronunció el catorce de octubre de
mil novecientos sesenta, en el juicio de amparo directo núm. 101/60.

Estas causales son consideradas de tracto sucesivo, por ello no se aplica el


término de seis meses exigido por la ley en las causales que se configuran con un
hecho determinado en el tiempo.
El cónyuge sano puede optar por el divorcio vincular o por la separación en
los términos del a. 277 CC.

Fracción VII. Esta fracción fue reformada por decreto el 27 de diciembre de


1983. Derogó al a. 271 que establecía el plazo de dos años desde que comenzó el
padecimiento para considerar incurable la enajenación mental. La reforma
requiere la declaración judicial de interdicción para que proceda esta causal.
Esta causal y la anterior configuran las llamadas causales remedio, el cónyuge
sano puede optar entre el divorcio vincular o la separación de los cuerpos (a. 277
CC). El término de caducidad de seis meses que exige la ley en causales que se
configuran con un hecho determinado en el tiempo no se aplica, pues éstas son
consideradas de tracto sucesivo (ver comentarios a la fr. VI).

Fracción VIII. La separación de la casa conyugal sin causa justificada signifi-


ca el incumplimiento de uno de los deberes que impone el matrimonio a los
consortes, vivir juntos ene! domicilio conyugal. La causal opera aun cuando el
cónyuge que se fue siga sosteniendo económicamente el hogar, pues la misma se
basa en la separación física de la casa conyugal Para poder invocar esta causal
es necesario probar la existencia de un domicilio conyugal, definido éste por el
a. 163 como "el lugar establecido de común acuerdo por los cónyuges, en el cual
ambos disfrutan de autoridad propia y consideraciones iguales". (Ver comenta-
rios al a. 163 CC, a la fr. IX de este artículo y al a. 323 CC).
Sobre el contenido de la fr. VIII del a. 267 del CC, la SC.IN ha resuelto:
La causal de divorcio consistente en el abandono o separación de la casa
conyugal por más de seis meses sin causa justificada, se refiere a un lapso
continuo y es de tracto sucesivo o de realización continua, por lo que la
acción no caduca y puede ejercitarse cualquiera que sea el tiempo por el
cual se prolongue el abandono, si los hechos que la motivan subsisten
cuando se ejercita. (SJF. Apéndice 1917-1975, cuarta parte, p. 476).
El TSJ del DF, ha sostenido lo siguiente:

(192)
TITULO QUINTO/CAPITULO X ART. 267

Domicilio conyugal no lo constituye el domicilio de los padres, parientes


o terceros donde los cónyuges carecen de autoridad propia y libre disposi-
ción en el hogar, por lo tanto su abandono no configura la causal de
divorcio prevista por !a fracción VIII del artículo 267 del Código Civil.
Tampoco se violaron en perjuicio de la actora, los artículos 266 y 267
fracción VIII, del Código Civil, en virtud de que el juzgado llegó a la
conclusión de que no se demostraron los elementos necesarios, para
declarar integrada la causal de divorcio a que se ha hecho referencia
y por lo que no existió la violación a tales preceptos. De la narración
que hace la apelante se desprende que hace referencia a supuestos agra-
vios cometidos en su perjuicio por la apreciación supuestamente inde-
bida, que hizo el juez de las pruebas aportadas, sin que sea exacta la
afirmación de la apelante en el sentido de que se haya establecido el
domicilio conyugal determinado, ya que el demandado demostró plena-
mente su excepción, en el sentido de que el domicilio fijado, era el de los
padres de la actora, lugar en donde los cónyuges vivieron, sin lugar a
dudas, en calidad de "arrimados", pues el domicilio en donde vivían era
ajeno y por lo mismo carecía de autoridad propia y libre disposición en el
hogar y por lo tanto carecían de un hogar propio; hechos que determinan
que, en la especie no pueda presentarse el abandono de hogar que se
imputa al reo en este juicio; pues cuando los cónyuges vivan en hogar
ajeno no puede existir dicho abandono.
Así lo ha determinado la SCJN en la tesis jurispruedencial núm. 150, visible a
fojas 484 a 485 del Apéndice de Jurisprudencia de 1917 a 1965, del SJF, Tercera
Sala, cuarta parte, la cual a la letra dice:
Divorcio. Abandono del domicilio conyugal cuando los cónyuges viven
en calidad de arrimados. Para configurar la causal de divorcio consisten-
te en el abandono del hogar conyugal, se precisa desde luego la existencia
del abandono del hogar, y éste no existe cuando los esposos viven en
calidad de arrimados en el domicilio de los padres, de otros parientes o de
terceras personas, en donde los cónyuges carecen de autoridad propia y
libre disposición en el hogar, porque viven en casa ajena y carecen de
hogar propio. Véase también (Anales de jurisprudencia, t. 160, p. 137).
En cuanto a la competencia judicial, el mismo Tribunal ha sostenido:
Divorcio. Si la causal es la de abandono, la competencia no se rige por la
parte final de la fracción XII del artículo 156 procesal. No puede acep-
tarse el simple dicho de uno de los interesados diciéndose abandonado
para resolver la competencia de un tribunal sin lastimar el tecnicismo
propio del concepto jurídico "abandonado". No siendo posible señalar
la competencia ni por el domicilio conyugal, ni por el domicilio actual
del demandante que se dice abandonado, es necesario acudir para re-

1193]
ART. 267 LIBRO PRIMERO

solver esta competencia, a la regla general contenida en el artículo 156,


fracción IV del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal,
esto es, por el domicilio del demandado, pues lo contrario sería tanto
como prejuzgar sobre el abandono de hogar de uno de los cónyuges,
lo que es precisamente la causal de divorcio que se hace valer en el juicio.
(Anales de jurisprudencia, t. 84, p. 51 véase tesis en sentido diverso en
Anales de Jurisprudencia, t. 117, p. 47).

Fracción IX. Si el cónyuge que abandona el hogar conyugal por una causa
justificada no demanda el divorcio antes de que transcurra un año del abando-
no, corre el peligro de ser él mismo quien sea demandado por abandono de
hogar. El consorte que debía ser acusado se convierte en acusador y puede
obtener una sentencia favorable de divorcio que lo declare cónyuge inocente. La
separación constituye una situación contraria al estado matrimonial que no
puede prolongarse indefinidamente. La ley no puede aceptar esta situación y
opta por convertir al inocente en culpable si después de un año no se presenta
demanda de divorcio.
La SCJN ha dicho:
La acción para pedir el divorcio.., debe entenderse... concedida en favor
del cónyuge que permaneció en el hogar, o sea al abandonado y no al
otro, que se separó... debido a que si este último tuvo causa justificada
para separarse, para pedir el divorcio, debió deducir la acción dentro del
término concedido por la ley y no lo hizo, su separación se tornó injustifi-
cada, y transcurrido el plazo legal sin reincorporarse al hogar se convirtió
en cónyuge culpable. (SJF. Apéndice 1917-1975, cuarta parte, p. 479,
tesis 153).
Esta jurisprudencia interpretada acorde con la causal consagrada en la fr. XVIII
del artículo en comentario debe entenderse en el sentido de que el plazo den-
tro del cual puede hablarse de cónyuge culpable es de dos años contados a partir del
día del abandono. Un abandono mayor de este término cae dentro de la
hipótesis de la fr. XVIII en la que no se puede hablar de cónyuge culpable.
Esta causal, así como la anterior, son de tracto sucesivo y pueden invocarse en
cualquier momento, transcurrido el plazo fijado. En la demanda de divorcio por
abandono justificado también habrá que probar la existencia del domicilio
conyugal. (Ver comentarios a la fr. VIII y al a. 323 CC).
Fracción X. La sentencia de declaración de ausencia o de presunción de
muerte no disuelven ipso jure el matrimonio; constituyen la base de la acción
de divorcio que, en su caso, se intente. Esta causal se funda, igual que las dos
anteriores, en una situación de hecho que no permite la realización de los fines
naturales del matrimonio al suspenderse la vida en común. La declaración de
ausencia y la de presunción de muerte requieren del transcurso de varios años
por lo que resulta más conveniente para el cónyuge presente. fundar su divorcio

[I94]
TITULO QUINTO/CAPITULO X ART. 267

en el abandono del domicilio conyugal o en la separación de hecho (ver


comentarios a los aa. 674, 675 y 705 CC).

Fracción Xl. La SC.IN ha definido la sevicia, causa de divorcio, como "la


crueldad excesiva que hace imposible la vida en común.., quien invoque esta
causal debe detallar la naturaleza y las modalidades de los malos tratos, tanto
para que la otra parte pueda defenderse, como para que el juez esté en aptitud de
calificar su gravedad y si en realidad se configura la causal". (SJF, Apéndice
1917-1975, Tercera Sala, cuarta parte, p. 538, jurisprudencia 177). Podríamos
agregar que son los actos ejecutados por un cónyuge con el ánimo de hacer sufrir
al otro los que permiten hablar de sevicia.
Las amenazas son las palabras o hechos mediante los cuales se intimida al
cónyuge acerca de un mal inminente que le puede ocurrir a él o a sus seres
queridos.
Injuria, es toda expresión proferida o toda acción, ejecutada con el ánimo de
ofender al cónyuge, desprestigiar, lastimar su honor, su honra. La injuria para
ser causa de divorcio debe ser grave, es decir, debe tener características que
hagan imposible la vida en común entre los esposos. Es el juez quien debe
calificar la gravedad de las injurias por lo cual el demandante debe señalar con la
mayor precisión posible, los hechos que se consideran injuriosos, el juez debe
tener en cuenta la condición social de los consortes y las circunstancias en que
fueron proferidas las injurias. La injuria también podrá llegar a tipificar el delito
definido por eta. 348 del CP. "Injuria es toda expresión proferida o toda acción
ejecutada para manifestar desprecio a otro, o con el fin de ofender". La SCJN ha
afirmado:

Las amenazas e injurias graves no precisan ser reiteradas para que


puedan dar lugar a la procedencia de divorcio, puesto que esta condición
no la exige la ley. Además tiene que admitirse que bajo determinadas
circunstancias, que son precisamente las que debe calificare! juzgador,
un solo acto o expresión, pueden adquirir gravedad tal, que lleven a
considerar que se han destruido cabalmente las condiciones en que se
sustenta la vida en común, basada en la mutua consideración, armonía y
solidaridad de los esposos por la dañada intención con que se han
proferido o ejecutado, para humillar, despreciar o intranquilizar al ofen-
dido. (Amparo directo 46101/67. Ignacio Alcázar Contreras, abril 5 de
1968, SJF, sexta época, vol. CX X X, cuarta parte, p. 45).

Esta fracción en realidad contiene tres causales y en 'ellas pueden quedar


resumidas casi todas las demás, es por ello que es la más frecuentemente
invocada.
En la ejecutoria que enseguida se transcribe el TSJ del DF ha sustentado la
siguiente tesis:

[195]
ART. 267 LIBRO PRIMERO

Divorcio. Injurias graves. Es una cuestión muy importante la vida so-


cial y por lo tanto se amerita una prueba plena de la imposibilidad
para que continúe el matrimonio. La jurisprudencia ha sido constante
en el sentido de que en los casos de injurias, se precisa demostrar el
grado de educación de los interesados, con el objeto de examinar de-
tenidamente, si las frases injuriosas realmente los ofenden o son de
su uso normal o corriente tomando en cuenta las cosas en que su grado
de educación es muy bajo. (Anales de Jurisprudencia, t. 129, p. 111).

Fracción XII. El a. 164 establece para los cónyuges la obligación de contri-


buir económicamente al sostenimiento del hogar y a proporcionarse alimentos
entre ellos y a sus hijos.
En virtud de las reformas de diciembre de 1983, se estableció que no es
necesario agotar previamente los procedimientos al cumplimiento de la obliga-
ción alimentaria. Antes de la reforma constituía una práctica usual que los
jueces requirieran en las demandas fundadas en esta causal, que previamente el
demandante hubiera seguido un juicio de pensión alimentaria y que el condena-
do al pago de alimentos no hubiera cumplido con la sentencia condenatoria.

Fracción XIII. Una acusación calumniosa implica una aversión profunda del
cónyuge calumniador respecto del otro. Ello revela que entre los cónyuges ha
desaparecido todo nexo de afecto y estima al punto que la actuación es el signo de
que ha dejado de existir la afectio maritatis. Para probar que la acusación fue
calumniosa tenemos la sentencia absolutoria, pero también si no se llega a sentencia
ya porque se archive el expediente por el MP, ya porque no se consigne a la auto-
ridad judicial. En este caso, la calumnia se podrá probar si la acusación fue presen-
tada a sabiendas de su inoperancia y con el propósito de dañar al otro en su
reputación y en la consideración social que merece. (Véase Apéndice 1917-1975,
p. 492, tesis 158).

Fracción XIV. En general por infamia se entiende el descrédito en el honor, la


reputación o el buen nombre de una persona. Desde un punto de vista amplio
toda condena penal produce descrédito.
Sin embargo, debe tenerse presente para calificar la infamia del delito, si por
su naturaleza o por las circunstancias en que se cometió ponen de manifiesto la
notoria depravación o vileza del cónyuge a quien se le imputan esos hechos
como sería el caso de un homicidio perpetrado con brutal ferocidad. No sería en
el caso de un homicidio en riña, en el que el homicida hubiere sido provocado.
Son delitos infamantes también aquellos comprendidos dentro de la clasifica-
ción contra la integridad o el honor de la nación (Galindo Garfias, Ignacio,
Derecho civil, México. Porrúa, 5a. ed., 1982, p. 605).

Fracción XV. Los vicios no son considerados enfermedades sino hechos

119 61
TITULO QUINTO/CAPITULO X ART. 267

imputables. En el vicioso hay un principio de culpabilidad. Sin embargo, no


basta la sola existencia del vicio, éste debe consistir en una amenaza de ruina
familiar o causa constante de desavenencias conyugales.

A este respecto ha sostenido la SCJ N:

Cuando se alega como causa de divorcio el hábito del juego, deberá


probarse que el demandado tuviese realmente el hábito del juego, que
puede consistir en otra cosa que en un vicio y la reiterada práctica del
juego a que se dedique la persona, de tal manera que no ejecute otras
actividades tendentes a adquirir lo necesario para el sostenimiento del
hogar y de su familia ni mucho menos se demostró que además de existir
dicho hábito por parte del demandado, con esa conducta o actos ejecuta-
dos al practicarse el juego, amenazara causar la ruina de la familia, ni
tampoco que como consecuencia de ese hábito, o vicio, viviera el matri-
monio en una continua desavenencia conyugal, pues no basta que existan
desavenencias conyugales aisladas o en una o varias ocasiones, sino que
debe haber una modificación o continua desavenencia en el hogar entre
los cónyuges que realmente haga imposible la vida entre ellos y su familia.
(Amparo directo 783/57. América Rodríguez, 12 de agosto, 1958, mayo-
ría 3 votos, SJF, sexta época, cuarta parte, vol. XIV, p. 167),

Fracción XVI. No se encontró en el CP ningún acto considerado como delito


si es cometido entre personas extrañas y que no reciba ese trato si es cometido
entre cónyuges.

Fracción XVII. Cuando los dos cónyuges convienen voluntariamente en dar


por terminado cl vínculo matrimonial que los une, pueden divorciarse invocan-
do esta causal después de un ario de la celebración del matrimonio. Si se cubren
los requisitos señalados en el a. 272 del CC, el divorcio podrá seguirse por vía
administrativa cumpliendo con el procedimiento señalado en ese mismo precep-
to; si no los llenan, los consortes deben promover un juicio ante el juzgado de lo
familiar competente, cumpliendo con lo prescrito por los aa. 273, 274, 275, 276
y demás relativos del CC y los del CPC.

Fracción XVIII. Esta nueva fracción fue adicionada al a, 267 por decreto
publicado en el DO el 27 de diciembre de 1983.
Constituye una verdadera novedad en materia de divorcio; al invocarla no
hay necesidad de probar si hubo causa justificada o no para la separación, lo
único que importa es el hecho físico. Con la separación de los cónyuges se rompe
la convivencia, que es uno de los fines del matrimonio. Si la separación se
prolonga por más de dos años, la ley presume que el vínculo afectivo que unía a
los consortes ha desaparecido y principalmente, no se justifica mantener la
relación jurídica conyugal que no tiene un cometido real entre los consortes.
Como resultado del juicio fundado en la separación, en la sentencia no habrá

1197}
ARTS. 267y 268 LIBRO PRIMERO

cónyuge culpable ni cónyuge inocente con las consecuencias legales que ello
implicará.

1. B.S.

ARTÍCULO 268. Cuando un cónyuge haya pedido el divorcio o la


nulidad del matrimonio por causa que no haya justifica-
do o se hubiere desistido de la demanda o de la acción sin
la conformidad del demandado, éste tiene a su vez el
derecho de pedir el divorcio, pero no podrá hacerlo sino
pasados tres meses de la notificación de la última senten-
cia o del auto que recayó al desistimiento. Durante estos
tres meses los cónyuges no están obligados a vivir juntos.

El legislador reguló esta causal en forma autónoma, es decir, fuera de la


enumeración de las causales establecidas en el a. 267; sin embargo, la ratio legis
es la misma, la constatación del rompimiento del afecto matrimonial.
El legislador estableció esta causal con el propósito de evitar la instauración
de juicios de nulidad o de divorcio frívolos, haciendo valer una falsa causa. El
cónyuge demandado podrá demandar el divorcio del cónyuge que no probó la
causal invocada o que desistió unilateralmente de la acción intentada.
En las reformas del 27 de diciembre de 1983, este precepto fue adicionado con
las palabras "o se haya desistidod e la demanda o de la acción sin la conformidad
del demandado". De manera que si el cónyuge que inició el juicio perdona al
otro, sin el consentimiento de éste, puede a su vez ser demandado en calidad de
cónyuge culpable.
Al respecto, el TSJ dictó la siguiente ejecutoria:

Divorcio. Causal establecida en el artículo 268 del Código Civil. Es


procedente la acción fundada en dicho precepto legal, sin que opere la
excepción de reconciliación opuesta por el cónyuge demandado, cuando
no se acredita plenamente a través de los medios de prueba hechos valer
en el juicio. Las declaraciones de los testigos en forma alguna fueron
uniformes, puesto que, en principio, declararon sobre hechos o circuns-
tancias diversas, motivo por el cual con dichos testimonios no se acredita
la excepción hecha valer por la enjuiciada estableciéndose en todo caso
una presunción, la cual quedó desvirtuada con lo manifestado por la
demandada en el quinto hecho de su escrito de contestación a la demanda
que contiene una confesión con pleno valor probatorio en los términos
del artículo 406 del Código de Procedimientos Civiles, pues conduce a
considerar que no existió una reconciliación entre las partes en este juicio,
ya que la demandada reconoce que el actor promovió una reconciliación
simulada, la cual en caso de haber probado su existencia, no constituiría

1198]
TITULO QUINTO/CAPITULO X A RTS. 268 y 269

una reconciliación, sino en todo caso una conducta reprobable realiza-


da por el actor con el fin de hacer incurrir en error a la demandada,
motivo por el cual ha de considerarse qu la enjuiciada no probó su
excepción hecha valer y el acto si probó su acción fundada en el articulo
268 del Código Civil. (Anales de Jurisprudencia. t. 169, p. 293).

Sobre el término para solicitar el divorcio con fundamento ene! contenido de


este artículo, la SCJN ha resuelto:

La acción de divorcio del cónyuge absuelto en juicio de divorcio anterior


a que se refiere el artículo 268 del Código Civil, puede ejercitarse hasta
después de transcurridos tres meses de la notificación de la sentencia que
establece la cosa juzgada, o sea, la de amparo y no la de segunda
instancia, debiéndose distinguir entre amparo negado y amparo concedi-
do. En efecto, si se negó la protección constitucional, el término de tres
meses principia desde la fecha en que la ejecutoria de amparo queda
notificada por conducto de la autoridad responsable. En cambio, cuando
el amparo se concede, la fecha de iniciación del cómputo, es desde que la
autoridad responsable, en cumplimiento de la ejecutoria de amparo,
pronuncie y notifique su nueva resolución, dejando sin efecto la reclama-
da y ajustándose a los términos de la ejecutoria de la Corte. Consecuente-
mente, también, el término de caducidad de seis meses que para el
ejercicio de la acción fija el artículo 278, principia después de transcurri-
dos los tres meses, contados a partir de la notificación o cumplimiento de
la ejecutoria de amparo, de la manera antes precisada. (Apéndice de juris-
prudencia de 1917 a 1975 del SJF, cuarta parte, Tercera Sala, p. 518, tesis
168).
1.13.S.

ARTÍCULO 269. Cualquiera de los esposos puede pedir el


divorcio por el adulterio de su cónyuge. Esta acción dura
seis meses, contados desde que se tuvo conocimiento del
adulterio.
El adulterio pudo haberse cometido por una sola vez, esto es, sin permanencia
en la relación ilícita. En tal caso, la acción dura seis meses contados desde que el
cónyuge ofendido tuvo conocimiento del adulterio; pero si el adulterio se ha
venido cometiendo ininterrumpidamente, el cónyuge ofendido conserva su
derecho para demandar el divorcio hasta seis meses después de concluidas las
relaciones adulterinas en que incurrió el demandado. (SCJN, Informe de 1975,
segunda parte, Tercera Sala, criterio de jurisprudencia, p. 46). Ver comentario
al a. 267 fr. 1 CC.

I.B.S.

1199]
ARTS. 270, 27 I y 272 LIBRO PROAERO

ARTÍCULO 270. Son causas de divorcio los actos inmorales ejecu-


tados por el marido o por la mujer con el fin de corromper
a los hijos, ya lo sean éstos de ambos, ya de uno solo de
ellos. La tolerancia en la corrupción que da derecho a
pedir el divorcio, debe consistir en actos positivos, y no en
simples omisiones.

La conducta inmoral de uno o de ambos cónyuges que pueda corromper a los


hijos o la ejecución de actos que permitan la corrupción, justifica la disolución
del vínculo matrimonial, porque es una conducta inmoral y reprobable por sí
misma, en el matrimonio, resulta intolerable e incompatible con la naturaleza
de esta institución y repugna con las funciones de la sana formación de los hijos
que debe cumplir la familia. Esta es la evidente razón jurídica del precepto. (Ver
comentario al a. 267 fr. V).

B. S.

ARTÍCULO 271. Derogado.

ARTÍCULO 272. Cuando ambos consortes convengan en divor-


ciarse y sean mayores de edad, no tengan hijos y de
común acuerdo hubieren liquidado la sociedad conyugal,
si bajo ese régimen se casaron, se presentarán personal-
mente ante el Juez del Registro Civil del lugar de su
domicilio; comprobarán con las copias certificadas res-
pectivas que son casados y mayores de edad y manifesta-
rán de una manera terminante y explícita su voluntad de
divorciarse.
El Juez del Registro Civil, previa identificación de los
consortes, levantará un acta en que hará constar la solici-
tud de divorcio y citará a los cónyuges para que se presen-
ten a ratificarla a los quince días. Si los consortes hacen la
ratificación, el Juez del Registro Civil los declarará divor-
ciados, levantando el acta respectiva y haciendo la anota-
ción correspondiente en la del matrimonio anterior.
El divorcio así obtenido no surtirá efectos legales si se
comprueba que los cónyuges tienen hijos, son menores de
edad y no han liquidado su sociedad conyugal, y entonces
aquéllos sufrirán las penas que establezca el Código de la
materia.

[200]
TITULO QUINTOf CAPITULO X ARTS. 272 y 273

Los consortes que no se encuentren en el caso previsto


en los anteriores párrafos de este artículo, pueden divor-
ciarse por mutuo consentimiento, ocurriendo al juez
competente en los términos que ordena el Código de
Procedimientos Civiles.

Este precepto consagra el llamado divorcio por mutuo consentimiento o volunta-


rio, por fundarse en el mutuo disenso de los consortes, habilitando para el
mismo dos vías. Una de ellas, por medio de un procedimiento simplificado al
extremo, que se lleva a cabo ante juez del registro civil y se conoce como
divorcio administrativo, y otro procedimiento, que los cónyuges deben tramitar
ante la autoridad judicial, en vía de jurisdicción voluntaria.
El artículo describe en sus tres primeros párrafos los trámites del divorcio
administrativo que se promueve ante un juez del registro civil. El trámite es
sencillo puesto que ambos cónyuges están de acuerdo en disolver el vínculo, son
mayores de edad, tienen plena capacidad, no han procreado hijos y la sociedad
conyugal ha sido disuelta.
El acta de divorcio administrativo deberá llenar los requisitos del a. 115 del
CC.
El último párrafo del artículo en comentario, trata del divorcio voluntario
que habrá de tramitarse en la vía judicial cuando, habiendo mutuo disenso de
los consortes, no se cubran los requisitos que para la procedencia del divorcio
administrativo son necesarios. En este divorcio interviene el MP, quien podrá
apelar de la resolución judicial que decrete o niegue el divorcio y que resuelva
sobre los puntos relativos a la situación y guarda de los hijos, así como respecto
de la liquidación o disolución de la sociedad conyugal, en su caso.
El divorcio voluntario, tanto en la vía administrativa, como en la judicial sólo
puede solicitarse pasado un alio desde la celebración del matrimonio.

1.B.S.

ARTÍCULO 273. Los cónyuges que se encuentren en el caso del


último párrafo del Articulo anterior, están obligados a
presentar al Juzgado un convenio en que se fijen los
siguientes puntos:
I.—Designación de persona a quien sean confiados los
hijos del matrimonio, tanto durante el procedimiento
como después de ejecutoriado el divorcio;
II. El modo de subvenir a las necesidades de los hijos,
tanto durante el procedimiento como después de ejecuto-
riada el divorcio;

[20I)

ARTS. 273 y 274 LIBRO PRIMERO

hI.--La casa que servirá de habitación a cada uno de


los cónyuges durante el procedimiento;
IV.—En los términos del Artículo 288, la cantidad que
a título de alimentos un cónyuge debe pagar al otro
durante el procedimiento y después de ejecutoriado el
divorcio, así como la forma de hacer el pago y la garantía
que debe otorgarse para asegurarlo;
V.--La manera de administrar los bienes de la socie-
dad conyugal durante el procedimiento, y la de liquidar
dicha sociedad después de ejecutoriado el divorcio, así
como la designación de liquidadores. A ese efecto se
acompañará un inventario y avalúo de todos los bienes
muebles o inmuebles de la sociedad.

En el divorcio por mutuo consentimiento los cónyuges deben pactar sobre las
cuestiones relativas a los alimentos que debe pagar un cónyuge al otro en los
términos del a. 288. Por otra parte, se fijará la manera de cubrir lo necesario
para los hijos, tanto durante el procedimiento como después de ejecutoriado el
divorcio y así como la forma de asegurar el pago de estas obligaciones, cum-
pliendo con lo dispuesto en el a. 317 del CC.
Los cónyuges de común acuerdo designarán a la persona encargada de la
custodia de los hijos durante el procedimiento. La sentencia de divorcio deter-
minará quién de los consortes conserva la guarda del hijo, considerando que
ambos continúan ejerciendo la patria potestad. (Véase comentario al a. 283).
Para fines procesales los divorciantes deben señalar la casa que les servirá de
habitación durante el procedimiento.
Al disolverse el vínculo matrimonial, la sociedad conyugal debe liquidarse, si
bien existe un administrador de los bienes comunes, e) convenio de divorcio
puede establecer la forma de administración durante el juicio. En cuanto a la
liquidación de la sociedad, habrá de estarse a lo dispuesto por las capitulaciones
matrimoniales (a. 189 fr. IX CC). El convenio debe ser aprobado por el juez
(a. 680 CPC).

I.B.S.

ARTÍCULO 274. El divorcio por mutuo consentimiento no puede


pedirse sino pasado un año de la celebración del matri-
monio.

Para solicitar el divorcio por mutuo consentimiento, administrativo o judicial,


es necesario el transcurso de un año desde la celebración del matrimonio. Se

[202]
MULO QUINTO/CAPITULO X ARTS 274. 275 y 276

consideró este plazo como adecuado para la adaptación a la vida conyugal; si


ésta no se logra los cónyuges podrán pedir la disolución del vinculo matrimonial
que los une.

1.9.S.

ARTÍCULO 275. Mientras que se decrete el divorcio, el juez autori-


zará la separación de los cónyuges de una manera provi-
sional, y dictará las medidas necesarias para asegurar la
subsistencia de los hijos a quienes hay obligación de dar
alimentos.

Presentada la solicitud de divorcio por mutuo consentimiento, el juez decretará


desde luego la separación de los cónyuges, que ya no deben vivir bajo el mismo
techo. La resolución judicial es una medida provisional.
Tomando en cuenta la importancia de proveer a la alimentación de los hijos,
el juez, basándose en el convenio presentado por los cónyuges, si éste se presentó,
en caso contrario, fundado en cualquier elemento de prueba, que juzgue idóneo,
debe dictar las medidas para asegurar la subsistencia de los hijos.

LBS.
S.

ARTICULO 276. Los cónyuges que hayan solicitado el divorcio por


mutuo consentimiento, podrán reunirse de común acuer-
do en cualquier tiempo, con tal de que el divorcio no
hubiere sido decretado. No podrán volver a solicitar el
divorcio por mutuo consentimiento sino pasado un año
desde su reconciliación.

El CC permite que los cónyuges divorciantes puedan reconciliarse en cualquier


momento, antes de que se pronuncie sentencia ejecutoria. Congruente con el
a. 274, reconciliados los cónyuges no podrán solicitar el divorcio por mutuo
consentimiento, sino pasado un año de la reconciliación.

Tesis del Tribunal Superior de Justicia del DF: Divorcio, perdón tácito.
No puede decirse que tal perdón existe si no se prueba que los cónyuges,
después de los hechos constitutivos de la causal, volvieron a hacer vida en
común basada en la armonía y en la mutua consideración, en el respeto y
la solidaridad que deben caracterizar a toda unión matrimonial. (Anales
de jurisprudencia, t. 134, p. 48).

I. B.S.

[203]
ARTS. 277 y 278 LIBRO PRIMERO

ARTICULO 277. El cónyuge que no quiera pedir el divorcio funda-


do en las causas enumeradas en las fracciones VI y VII del
artículo 267, podrá, sin embargo, solicitar que se suspen-
da su obligación de cohabitar con el otro cónyuge, y el
juez, con conocimiento de causa, podrá decretar esa sus-
pensión; quedando subsistentes las demás obligaciones
creadas por el matrimonio.

El divorcio no vincular o separación de cuerpos, suspende la obligación de


cohabitar con el otro cónyuge. El juez puede decretar esta separación a solicitud
del cónyuge sano cuando el otro sufra enfermedades físicas o mentales, siempre
que sean de la naturaleza a que se refieren las frs. VI y VII del a. 267. Estas dos
fracciones conocidas en la doctrina como causas eugenésicas, otorgan la opción
al cónyuge sano de pedir el divorcio vincular o solamente la separación judicial.
La separación no puede solicitarse por mutuo consentimiento ni por ninguna
otra causal distinta de la antes señalada.
Como consecuencia de la extinción del deber de cohabitar termina también la
existencia del domicilio conyugal. Cada cónyuge tiene derecho a establecer su
propio domicilio. Los otros deberes derivados del matrimonio tales como la
fidelidad, los alimentos, el régimen patrimonial, continúan vigentes (ver comen-
tarios a las frs. VI y VII de los aa. 267 y 323 del CC).

1.8.S.

ARTÍCULO 278. El divorcio sólo puede ser demandado por el


cónyuge que no haya dado causa a él, y dentro de los seis
meses siguientes al día en que hayan llegado a su noticia
los hechos en que se funde la demanda.

El caso de la fr. XVIII del a. 267, constituye una excepción a esta disposición.
La acción de divorcio sólo se otorga al inocente, o en su caso, al cónyuge sano.
Esta característica no impide que si ambos consortes han dado causa, podrán
presentar separadamente las demandas respectivas o reconvenir en el juicio
iniciado en su contra.
Cuando la causa consiste en un hecho de ejecución momentánea, el término
de caducidad de seis meses se cuenta a partir del momento en que se configura la
causal o en que se entera de él, el cónyuge demandante. Si éste deja transcurrir
los seis meses sin interponer la demanda, caduca el derecho del demandante
respecto del hecho específico en que consistió la causa que pudo invocarlo, pero
podrá invocarlo por nuevos hechos que constituyan causa de divorcio aunque
sean de la misma especie.
La SON ha sustentado jurisprudencia firme en el sentido de que el término

1204]
TITULO QUINTO CAPITULO X Alt I S. 271 279

fijado por la ley para el ejercicio de la acción de divorcio, es un término de


caducidad y no de prescripción. Ambas son formas de extinción de derechos
que se producen por el transcurso del tiempo pero se diferencian en que la
primera es condición para el ejercicio de la acción por lo que debe estudiarse de
oficio, en cambio, la segunda sólo puede analizarse cuando se hace valer por
parte legítima. En materia de divorcio, dado su carácter excepcional, porque
pone fin al matrimonio, el término señalado por la ley para el ejercicio de la
acción, debe estimarse como un término de caducidad, porque si la acción de
divorcio estuviera sujeta a prescripción, su término no correría entre consortes y
la amenaza del cónyuge con derecho a solicitarlo sería constante, afectándose
con la incertidumbre, todos los derechos y obligaciones que forman el estado
civil de casados. (SJF. Apéndice 1917-1975, Tercera Sala, cuarta parte, p. 501).
en el mismo sentido se ha pronunciado el TSJDF en tesis visible en Anales de
Jurisprudencia núm. 134, p. 47).
Cuando la causa de divorcio es permanente, de las llamadas "de tracto
sucesivo", como el abandono de hogar, las enfermedades, el adulterio continua-
do, etc., no existe término de caducidad, en cualquier momento puede solicitar-
se el divorcio mientras perdure la causal.

I.B.S.

ARTÍCULO 279. Ninguna de las causas enumeradas en el artículo


267 pueden alegarse para pedir el divorcio, cuando haya
mediado perdón expreso o tácito; no se considera perdón
tácito la mera suscripción de una solicitud de divorcio
voluntario, ni los actos procesales posteriores.

Si después de realizado el hecho que constituye causa de divorcio o de que el


cónyuge ofendido tuvo conocimiento de él, el mismo ofendido perdona al
culpable ya sea expresamente o con ciertos actos, p.c., donaciones, viajes, etc.,
no podrá iniciar el divorcio fundado en ese hecho. El perdón produce como
consecuencia una seguridad jurídica para el culpable de que no se iniciará juicio
de divorcio por un hecho perdonado.
Respecto del párrafo que dice "no se considera perdón tácito la mera suscripción
de una solicitud de divorcio voluntario, ni los actos procesales posteriores", mismo
que fue adicionado al artículo en comentario en diciembre de 1983, podemos
comentar que en tesis emitida por la SCJN se había sostenido que: "...quien
teniendo posibilidades de obtener el divorcio necesario accede a divorciarse por
mutuo consentimiento, es porque indudablemente perdona a su cónyuge en
sacrificio de sus derechos...". (SJF, Apéndice 1917-1975, Tercera Sala, cuarta
parte, p. 45). Probablemente, con base en esta tesis, en la práctica judicial, la
presentación de la solicitud de divorcio, fue considerada por los jueces como
perdón tácito.

12051
ARTS, 279. 280, 281 y 282 LABRO PRIMERO

La reforma beneficia al cónyuge inocente que con el propósito de no ventilar


ante tribunales sus problemas más íntimos, accedía a un divorcio voluntario, y
durante la tramitación de éste, el cónyuge culpable se negaba a continuar con el
procedimiento, ocasionando que el inocente no pudiera obtener el divorcio, ni
en la vía contenciosa ni en el procedimiento de divorcio voluntario.

LBS.

ARTÍCULO 280. La reconciliación de los cónyuges pone término al


juicio de divorcio en cualquier estado en que se encuen-
tre, si aún no hubiere sentencia ejecutoria. En este caso
los interesados deberán denunciar su reconciliación al
juez, sin que la omisión de esta denuncia destruya los
efectos producidos por la reconciliación.

El precepto establece la obligación para los divorciados, de denunciar su


reconciliación al juez, pero el incumplimiento de la misma no produce efecto
alguno, puesto que para la sociedad es más importante la subsistencia del
matrimonio, base legal de la familia, que el cumplimiento de un trámite judicial.

I. B.S.

ARTICULO 281. El cónyuge que no haya dado causa al divorcio


puede, antes de que se pronuncie la sentencia que ponga
fin al litigio, otorgar a su consorte el perdón respectivo;
mas en este caso, no puede pedir de nuevo el divorcio por
los mismos hechos a los que se refirió el perdón y que
motivaron el juicio anterior, pero sí por otros nuevos,
aunque sean de la misma especie, o por,hechos distintos
que legalmente constituyan causa suficiente para el di-
vorcio.

Congruentemente con el a. 279, el cónyuge que perdona a su consorte no puede


pedir el divorcio invocando los mismos hechos que perdonó. El perdón produce
la consecuencia de que el cónyuge culpable no podrá ser demandado con
fundamento en los mismos hechos. (Ver comentario al a. 279).

B. S.

ARTÍCULO 282. Al admitirse la demanda de divorcio, o antes si


hubiere urgencia, se dictarán provisionalmente y sólo

12061
FI EITO QU1N1 O • CA PITU LO X ART. 282

mientras dure el juicio, las disposiciones siguientes:


I . —Se deroga.
11.—Proceder a la separación de los cónyuges de con-
formidad con el Código de Procedimientos Civiles;
111.—Sefíalar y asegurar los alimentos que debe dar el
deudor alimentario al cónyuge acreedor y a los hijos;
IV.—Las que se estimen convenientes para que los
cónyuges no se puedan causar perjuicios en sus respecti-
vos bienes ni en los de la sociedad conyugal, en su caso;
V.—Dictar en su caso, las medidas precautorias que la
ley establece respecto a la mujer que quede encinta;
V1.—Poner a los hijos al cuidado de la persona que de
común acuerdo hubieren designado los cónyuges, pu-
diendo ser uno de éstos. En defecto de ese acuerdo, el
cónyuge que pida el divorcio propondrá la persona en
cuyo poder deben quedar provisionalmente los hijos. El
juez, previo el procedimiento que fije el código respectivo
resolverá lo conducente.
Salvo peligro grave para el normal desarrollo de los
hijos, los menores de siete arios deberán quedara! cuida-
do de la madre.

Este artículo establece las medidas provisionales que el juez debe dictar en los
juicios de divorcio contencioso y de nulidad de matrimonio (a. 258 CC). La
separación decretada por el juez es provisional, y subsiste durante el procedi-
miento, a reserva de lo que decrete la sentencia de divorcio. Resulta conveniente
señalar un domicilio para cada divorciante en vista de la cuestión litigiosa que se
ha suscitado entre ellos. La separación provisional produce ciertos efectos
jurídicos, entre ellos, evitar el transcurso de los plazos señalados en las frs. VI I y
IX del a. 267 CC que tipificarían la causal de abandono de hogar. En el caso del
nacimiento de un hijo, ocurrido después del divorcio, se toma en cuenta la
separación por orden judicial para determinar la filiación de ese menor (aa. 332,
324 y 327 CC).
Señalar los alimentos para el otro cónyuge en los términos de los aa. 164, 302
y 323 CC y para los hijos que los necesiten (a. 303 CC) es otra medida
provisional necesaria. El sentido de esta resolución puede ser modificado en la
sentencia de divorcio, tomando en cuenta las disposiciones contenidas en el
a. 288 CC.

Como resultado del divorcio, la sociedad conyugal debe liquidarse y los


bienes comunes dividirse, pero mientras esto ocurre, el juez debe dictar las

[207]

ARTS. 282 y 283 LIBRO PRIMERO

medidas convenientes para evitar que los cónyuges se causen perjuicio tanto en
los bienes propios de cada uno, como en los comunes.
La ley señala en los aa. del 1638 al 1641 ciertas precauciones que deben
tomarse cuando la mujer queda encinta y el marido muere, las mismas medidas
se aplican cuando la mujer que se divorcia se encuentra embarazada. Estas
medidas precautorias tienen como finalidad establecer la certeza del parto, para
con ella poder determinar la filiación del hijo por nacer.
La fr. VI otorga a la madre la custodia de los hijos menores de siete años. El
juez tendrá que tomar en cuenta que el cónyuge que queda al cuidado de los
hijos durante el procedimiento de divorcio, podrá cumplir con la obligación si
tiene ingresos suficientes o si el otro cónyuge aporta los bienes necesarios tanto
para el sostenimiento del cónyuge que queda con la guarda como para el de los
hijos.

I.B.S.

ARTICULO 283. La sentencia de divorcio fijará la situación de los


hijos, para lo cual el juez gozará de las más amplias
facultades para resolver todo lo relativo a los derechos y
obligaciones inherentes a la patria potestad, su pérdida,
suspensión o limitación, según el caso, y en especial a la
custodia y al cuidado de los hijos, debiendo obtener los
elementos de juicio necesarios para ello. El juez obser-
vará las normas del presente código para los fines de
llamar al ejercicio de la patria potestad a quien legalmen-
te tenga derecho a ello, en su caso, o de designar tutor.

Este precepto fue reformado el 27 de diciembre de 1983. El texto anterior,


establecía la pérdida o la suspensión de la patria potestad para el cónyuge que
resultara culpable en los juicios de divorcio contencioso. El actual artículo
otorga al juez amplias facultades para resolver lo relativo a los derechos y
obligaciones inherentes a la patria potestad debiendo tener los elementos de
juicio necesarios para ello. Los aa. 414, 418 y del 444 al 447 del CC marcan el
contexto general en que deben encuadrarse las resoluciones judiciales que
condenen a la pérdida de la patria potestad. La pérdida o suspensión de ese
derecho afecta tanto a los padres como a los menores, es una sanción que. debe
aplicarse sólo en los casos establecidos por la ley y siempre que se pruebe ple-
namente el hecho que la provocó (ver a. 284 y sus comentarios).

I.B.S.

[208]
TITULO OUINTWCAPITULO X ARTS. 284. 285 y 286

ARTICULO 284. Antes de que se provea definitivamente sobre la


patria potestad o tutela de los hijos, el juez podrá acor-
dar, a petición de los abuelos, tíos o hermanos mayores,
cualquier medida que se considere benéfica para los me-
nores.
El juez podrá modificar esta decisión atento a lo dis-
puesto en los artículos 422, 423 y 444, fracción III.

Si bien el a. 283 otorga al juez amplias facultades en materia de patria potestad,


el a. 284 expresa que el juez podrá acordar otras medidas que resulten benéficas
a los menores a petición de los parientes mencionados. La resolución judicial,
igual que la señalada en el a. 283 deberá fundarse en las disposiciones legales
sobre patria potestad establecidas en el código. La decisión judicial puede ser
modificada si con ello se beneficia al menor.

B. S.

ARTICULO 285 El padre y la madre, aunque pierdan la patria


potestad, quedan sujetos a todas las obligaciones que
tienen para con sus hijos.

El contenido de este artículo no se limita a los casos de divorcio sino que se


refiere a la pérdida de la patria potestad en general.
No todos los deberes entre padres e hijos derivan de la patria potestad,
algunos son consecuencia directa de la filiación, entendida ésta, como !a rela-
ción entre dos personas, una de las cuales es madre o padre de la otra y que
constituye un estado jurídico de por vida. Derivada de esta relación, los hijos
tienen ciertos derechos, entre ellos el de recibir alimentos de sus padres (a. 303
CC).
La patria potestad en el derecho moderno ya no es un conjunto de derechos
ilimitados absolutos, sino fundamentalmente una suma de deberes y responsa-
bilidades.

I.B.S.

ARTÍCULO 286. El cónyuge que diere causa al divorcio perderá


todo lo que se le hubiere dado o prometido por su consor-
te o por otra persona en consideración a éste; el cónyuge
inocente conservará lo recibido y podrá reclamar lo pac-
tado en su provecho.

[209]
ARTS. 286, 287 y 288 LIBRO PRIMERO

El precepto se refiere a las donaciones entre consortes y a las donaciones


otorgadas a los esposos por un tercero. La disposición es una verdadera sanción
al cónyuge causante del divorcio.
Las donaciones otorgadas al inocente por el cónyuge que resulte culpable
quedan confirmadas, es decir, no podrán revocarse; ya su vez, el inocente podrá
reclamar lo que se le hubiere prometido en su provecho. Si la donación fue
otorgada al cónyuge culpable por un tercero en consideración al matrimonio, la
donación queda revocada y el inocente conservará lo recibido y lo pactado en su
provecho (ver comentarios al a. 233 CC).

I. 13.S.

ARTÍCULO 287. Ejecutoriado el divorcio, se procederá desde lue-


go a la división de los bienes comunes y se tomarán las
precauciones necesarias para asegurar las obligaciones
que queden pendientes entre los cónyuges o con relación
a los hijos. Los consortes divorciados tendrán obligación
de contribuir, en proporción a sus bienes e ingresos, a las
necesidades de los hijos, a la subsistencia y a la educación
de éstos, hasta que lleguen a la mayor edad.

Si no se han dividido los bienes comunes antes de ejecutoriado el divorcio, una


vez que esto ocurre, se procede a la división. En el caso de la sociedad conyugal
se toman en cuenta las capitulaciones matrimoniales; si se trata de copropiedad,
las normas relativas. Estos bienes comunes pueden garantizar las obligaciones
pendientes entre los cónyuges o en relación con los hijos.
El artículo limita la obligación alimentaria para con los hijos hasta la mayoría
de edad de éstos, en contra del principio general que postula que los alimentos
surgen en razón de la necesidad del que los recibe y de la capacidad del que los
debe. Si no existe el límite de la mayoría de edad entre los hijos de los cónyuges,
no hay razón para limitarla en los casos de hijos de padres divorciados. La SCIN
ha expresado en tesis que han formado jurisprudencia que "la obligación de
proporcionar alimentos a los hijos mayores de edad no desaparece por el solo
hecho de que éstos lleguen a esa edad, en virtud de que su necesidad no se
satisface automática mente por la sola realización de esa circunstancia". (Apén-
dice 1917-1975, cuarta parte, Tercera Sala, p. 107).

I.E.S.

ARTICULO 288. En los casos de divorcio necesario, el juez, toman-


do en cuenta las circunstancias del caso y entre ellas la

[210]
TITULO QUINTO/CAPITULO X ART. 288

capacidad para trabajar de los cónyuges, y su situación


económica, sentenciará al culpable al pago de alimentos
en favor del inocente.
En el caso de divorcio por mutuo consentimiento, la
mujer tendrá derecho a recibir alimentos por el mismo
lapso de duración del matrimonio, derecho que disfruta-
rá si no tiene ingresos suficientes y mientras no contraiga
nuevas nupcias o se una en concubinato.
El mismo derecho señalado en el párrafo anterior,
tendrá el varón que se encuentre imposibilitado para
trabajar y carezca de ingresos suficientes, mientras no
contraiga nuevas nupcias o se una en concubinato.
Cuando por el divorcio se originen daños o perjuicios a
los intereses del cónyuge inocente, el culpable responderá
de ellos como autor de un hecho ilícito.

Como consecuencia del divorcio, se distinguen dos situaciones: en el divorcio


necesario se condena al cónyuge culpable al pago de Alimentos en favor del
inocente, tomando en cuenta las circunstancias del caso, no se fija término o
límite a la obligación alimentaria por lo que habrán de aplicarse las disposicio-
nes relativas a la extinción de la obligación, o sea cuando desaparezca la posibi-
lidad del que los da o la necesidad del que los recibe; cuando el acreedor cause
injuria o daño al deudor alimentario y cuando la necesidad del alimentista
dependa de la conducta viciosa o la falta de aplicación al trabajo del acreedor.

La obligación alimenticia en casos de divorcio por mutuo consentimiento fue


establecida en diciembre de 1983. El objeto de la reforma según la exposición
de motivos de la iniciativa, fue proteger a la mujer casada bajo el régimen de
separación de bienes que durante su matrimonio se dedicó a las labores del
hogar y que ha perdido la aptitud o habilidad para trabajar en otras tareas,
situación que se agrava si el matrimonio se ha prolongado por muchos años. En
estos casos la mujer, después del divorcio, sin ninguna preparación para obtener
un empleo más o menos remunerativo, debía satisfacer no sólo sus necesidades
sino también las de sus hijos. Con la reforma, el derecho a la pensión subsiste
por el mismo lapso de duración del matrimonió, en el caso de matrimonios
breves, la mujer podrá capacitarse para realizar actividades lo suficientemente
remunerativas y en el caso de matrimonios prolongados, la pensión durará
generalmente por toda la vida del acreedor.

Del mismo derecho goza el varón que no tenga bienes y se encuentre imposi-
bilitado para trabajar. El derecho a alimentos en los casos de divorcio por
mutuo consentimiento subsiste, mientras el acreedor no contraiga nuevas nup-
ARTS. 289 y 290 LIBRO PRIMERO

cías o se una en concubinato, pues en estos casos el obligado será el nuevo


cónyuge o el concubino.

I.B.S.

ARTÍCULO 289. En virtud del divorcio, los cónyuges recobrarán


su entera capacidad para contraer nuevo matrimonio.
El cónyuge que haya dado causa al divorcio, no podrá
volver a casarse, sino después de dos años, a contar desde
que se decretó el divorcio.
Para que los cónyuges que se divorcian voluntariamen-
te puedan volver a contraer matrimonio, es indispensable
que haya transcurrido un año desde que obtuvieron el
divorcio.
La disolución del vínculo matrimonial por medio del divorcio, permite a los
cónyuges contraer nuevas nupcias; el a. 289 señala los plazos que deben transcu-
rrir entre la disolución del vínculo anterior y el nuevo matrimonio. Si los cón-
yuges se divorciaron voluntariamente es indispensable el transcurso de un
año; mientras que, si el divorcio fue contencioso, la ley impone al cónyuge
culpable, como sanción, dos años de espera antes de que apueda contraer nue-
vo matrimonio. Para el cónyuge inocente no existe plazo y puede contraer
matrimonio en cualquier momento. Sin embargo existe un plazo especial para
la mujer divorciada establecido en el a. 158: "La mujer no puede contraer nue-
vo matrimonio sino hasta pasados 300 días después de la disolución del ante-
rior a menos que dentro de ese plazo diese a luz un hijo" el plazo en este caso
permite establecer con certeza la filiación del hijo nacido de una mujer antes
de que concluya el plazo de trescientos días de la disolución del primer matri-
monio por divorcio o muerte del marido. Si la mujer celebra nuevas nupcias
sin respetar los periodos establecidos, y da a luz un hijo, se aplican las reglas
contenidas en el a. 334.
El matrimonio celebrado sin que hayan transcurrido los plazos de ley, es ilí-
cito pero no nulo. (Véase a. 264).

I. B. S.

ARTÍCULO 290. La muerte de uno de los cónyuges pone fin al


juicio de divorcio, y los herederos del muerto tienen los
mismos derechos y obligaciones que tendrían si no hubie-
ra existido dicho juicio.

En caso de muerte de cualquiera de los cónyuges se da por terminado el juicio de

[2121
TES ULO SEXTOiCAPITULO 1 ARTS 290, 291 y 292

divorcio, sin prejuzgar las consecuencias jurídicas y sin tomar en cuenta las
pruebas que ya se hubieren rendido, aun cuando en ellas resultare probada la
causa de divorcio (Rojina Villegas, Rafael, Derecho civil mexicano, México,
Porrúa, 1980, t. 11, p. 501).
El fin del divorcio es disolver el vínculo matrimonial, la muerte también
extingue el vínculo, de manera que en tal caso ya no habría materia para la
sentencia de divorcio. Tampoco el juicio produce ningún efecto entre los
herederos quienes suceden como si el procedimiento no se hubiere iniciado.

I.B.S.

ARTÍCULO 291. Ejecutoriada una sentencia de divorcio, el juez


de primera instancia remitirá copia de ella al Juez del
Registro Civil ante quien se celebró el matrimonio, para
que levante el acta correspondiente y, además, para que
publique un extracto de la resolución, durante quince
días, en las tablas destinadas al efecto.
Cuando la sentencia de divorcio ha causado estado, el juez de lo familiar deberá
remitir al juez del registro civil, ante quien se celebró el matrimonio, copia
certificada de la sentencia pronunciada y del auto que la declara ejecutoriada,
para que este funcionario proceda a levantar el acta de divorcio, a anotar el acta
de matrimonio (a. 116) y a ordenar que se publique durante quince días en los
estrados del juzgado un extracto de la sentencia pronunciada.

I.B.S.

TITULO SEXTO
Del parentesco y de los alimentos
CAPITULO 1
Del parentesco
ARTÍCULO 292. La ley no reconoce más parentescos que los de
consanguinidad, afinidad y el civil.

Con ello el legislador excluye otro tipo de relaciones que, desde el punto de vista
religioso, eran consideradas como de parentesco, p.c., el compadrazgo y el
padrinazgo.
La determinación de la relación de parentesco es importante sobre todo por
dos efectos: en la relación de la obligación alimenticia y la sucesión legítima, en
ambos casos sólo las personas a quienes la ley reconoce como parientes, tienen
derechos y obligaciones entre sí.

12131
TITULO SEXTO
Del parentesco y de los alimentos
CAPITULO I
Del parentesco
TES ULO SEXTOiCAPITULO 1 ARTS 290, 291 y 292

divorcio, sin prejuzgar las consecuencias jurídicas y sin tomar en cuenta las
pruebas que ya se hubieren rendido, aun cuando en ellas resultare probada la
causa de divorcio (Rojina Villegas, Rafael, Derecho civil mexicano, México,
Porrúa, 1980, t. 11, p. 501).
El fin del divorcio es disolver el vínculo matrimonial, la muerte también
extingue el vínculo, de manera que en tal caso ya no habría materia para la
sentencia de divorcio. Tampoco el juicio produce ningún efecto entre los
herederos quienes suceden como si el procedimiento no se hubiere iniciado.

I.B.S.

ARTÍCULO 291. Ejecutoriada una sentencia de divorcio, el juez


de primera instancia remitirá copia de ella al Juez del
Registro Civil ante quien se celebró el matrimonio, para
que levante el acta correspondiente y, además, para que
publique un extracto de la resolución, durante quince
días, en las tablas destinadas al efecto.
Cuando la sentencia de divorcio ha causado estado, el juez de lo familiar deberá
remitir al juez del registro civil, ante quien se celebró el matrimonio, copia
certificada de la sentencia pronunciada y del auto que la declara ejecutoriada,
para que este funcionario proceda a levantar el acta de divorcio, a anotar el acta
de matrimonio (a. 116) y a ordenar que se publique durante quince días en los
estrados del juzgado un extracto de la sentencia pronunciada.

I.B.S.

TITULO SEXTO
Del parentesco y de los alimentos
CAPITULO 1
Del parentesco
ARTÍCULO 292. La ley no reconoce más parentescos que los de
consanguinidad, afinidad y el civil.

Con ello el legislador excluye otro tipo de relaciones que, desde el punto de vista
religioso, eran consideradas como de parentesco, p.c., el compadrazgo y el
padrinazgo.
La determinación de la relación de parentesco es importante sobre todo por
dos efectos: en la relación de la obligación alimenticia y la sucesión legítima, en
ambos casos sólo las personas a quienes la ley reconoce como parientes, tienen
derechos y obligaciones entre sí.

12131
ARTS. 292. 293 y 294 LIBRO PRIMERO

Existen otros casos en los que la relación de parentesco es relevante, p.e. la


existencia de impedimentos para contraer nupcias entre ciertos parientes,
pero las que citamos en el párrafo anterior son, desde nuestro punto de vista, las
que tienen mayor relevancia tanto por lo que se refiere a la mera relación
jurídica como por la problemática que encierra cada caso.

A.E.P.D. y N.

ARTICULO 293. El parentesco de consanguinidad es el que existe


entre personas que descienden de un mismo progenitor.

Este parentesco, definido limitativamente por el legislador, es un vínculo bioló-


gico cuyo origen es el hecho de la procreación. Decimos que el legislador limita
en su definición a la consanguinidad ya que este vinculo existe no sólo entre
quienes descienden de un mismo progenitor (hermanos) sino entre todas las
personas que descienden unas de otras p.c. (padre-hijo, abuelo-nieto) o aquellos
que descienden de un mismo tronco (tío-sobrino).
Las consecuencias jurídicas de este tipo de parentesco son varias y difieren,
dependiendo del grado o línea de que se trate. En general podemos afirmar que
las consecuencias son: el surgimiento de la obligación alimentaria; los derechos
a la sucesión legítima; el establecimiento de la tutela legítima; impedimentos
para realizar ciertos actos jurídicos entre parientes consanguíneos; la existen-
cia de atenuantes y agravantes de responsabilidad tanto civil como penal; etc.
La característica de estas consecuencias jurídicas es la reciprocidad de las
mismas.
En particular, es importante señalar que la patria potestad y el derecho al
nombre, surgen precisamente del parentesco en línea recta de primer grado, es
decir entre padres e hijos.

A.E. P.D. y N.

ARTÍCULO 294. El parentesco de afinidad es el que se contrae por


el matrimonio, entre el varón y los parientes de la mujer, y
entre la mujer y los parientes del varón.

Esta especie de parentesco, es una relación jurídica que surge entre uno de los
cónyuges y los parientes consanguíneos del otro. Las líneas y grados que se
establecen por este vínculo, son los mismos que para el parentesco por consan-
guinidad.
Debemos aclarar que esta relación sólo surge entre un cónyuge y los parientes
del otro. Las dos familias no guardan entre sí ningún tipo de parentesco. El

12141
TITULO SEXTO/CAPITULO I MITS. 294, 295, 296 y 297

marido y la mujer tampoco están unidos por una relación de parentesco por
afinidad.
Las consecuencias jurídicas son en realidad limitadas. La más importante es,
sin duda, el impedimento que existe para contraer matrimonio entre afines,
particularmente en la línea recta ascendente.
&E.P.D. y N.

ARTÍCULO 295. El parentesco civil es el que nace de la adopción y


sólo existe entre el adoptante y el adoptado.
Por su origen se le conoce también como parentesco por adopción pues el
vínculo surge precisamente de esta institución. En México no existe la adopción
plena, por tanto el parentesco sólo surge entre adoptante y adoptado, lo que
significa que este último no pasa a formar parte de la familia de aquél.
Las consecuencias jurídicas que surgen de este tipo de parentesco son las
mismas que para la relación padre-hijo, con la única diferencia de que se trata de
un vínculo que puede ser revocado y de que, como expresamos en el párrafo
anterior, no se extiende a otros parientes del adoptante.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 296. Cada generación forma un grado, y la serie de


grados constituye lo que se llama línea de parentesco.
"Grado de parentesco" es el número de generaciones que hay entre un pariente y
otro y "línea" es el conjunto de generaciones. Existen dos tipos de líneas: la
paterna y la materna, de tal suerte que todo individuo tiene diversos grados de
parentesco tanto por línea paterna como por la materna. Sin embargo, puede
darse el caso que se desconozca legalmente una de las dos, por lo general, la
paterna. Los hermanos, p.c., pueden ser por ambas líneas o por una sola, en tal
caso serian medios hermanos.
Determinar con precisión la linea y el grado tiene relevancia en casos de
sucesión, tutela y alimentos.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 297. La línea es recta o transversal: la recta se compo-


ne de la serie de grados entre personas que descienden
unas de otras; la transversal se compone de la serie de
grados entre personas que sin descender unas de otras,
proceden de un progenitor o tronco común

12151
ARTS. 297, 298 y 299 LIBRO PRIMERO

La línea recta, es aquella que existe entre padres e hijos, abuelos y nietos; la
transversal o colateral es la que se forma entre tíos y sobrinos, hermanos y
primos. La primera puede ser ascendente o descendente y la segunda igual o
desigual dependiendo de que los parientes tengan o no respecto al tronco común
el mismo número de grados. En el caso de nuestro ejemplo: los hermanos son
parientes en línea colateral igual y los sobrinos y tíos en línea colateral desigual.
El derecho reconoce efectos a la línea recta sin limitación de grados y a la
colateral hasta el cuarto grado.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 298. La línea recta es ascendente o descendente: ascen-


dente es la que liga a una persona con su progenitor o
tronco de que procede; descendente es la que liga al
progenitor con los que de él proceden. La misma línea es,
pues, ascendente o descendente, según el punto de parti-
da y la relación a que se atiende.

Los ascendientes de una persona son su padre, su abuelo, su bisabuelo, su


tatarabuelo, etc. y descienden el hijo, el nieto, el bisnieto, el tataranieto, etc.
Naturalmente una persona puede ser ascendiente y descendiente respecto de
dos personas distintas (p. e. padre de A. e hijo de B) todo dependerá de la
relación que se trate de definir.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 299. En la línea recta los grados se cuentan por el


número de generaciones, o por el de las personas, exclu-
yendo al progenitor.

De esta manera entre padres e hijos hay un grado, pues existe una sola genera-
ción; de abuelos a nietos, dos grados; de bisabuelos a bisnietos, tres y así
sucesivamente. La otra forma que propone el legislador para contar los grados
de esta línea es como sigue: de padre a hijo existen dos personas, quitando al
progenitor (padre) quedará una, el parentesco es de un primer grado en esta
relación; de abuelo a nieto, el parentesco es de segundo grado, porque supri-
miendo el tronco común quedan dos personas, (padre e hijo).

A.E.P.D. y N.

12161
TITULO SEX {O/CAPITULO 1 y II ARTS. 300 y 301

ARTÍCULO 300. En la línea transversal los grados se cuentan por el


número de generaciones, subiendo por una de las líneas y
descendiendo por la otra; o por el número de personas
que hay de uno a otro de los extremos que se consideran,
excluyendo la del progenitor o tronco común.

De esta manera los hermanos son parientes en segundo grado en línea transver-
sal, pues de un hermano al otro encontramos tres personas de las cuales no se
cuenta el padre, quedando así sólo dos; o se cuenta un escaño subiendo de un
hijo al padre y otro bajando de éste al otro hijo. Entre los sobrinos y tíos existe
un parentesco de tercer grado; un escalón del sobrino al padre de éste, el
segundo de éste al abuelo y el tercero del abuelo al tío. Entre los llamados
primos hermanos existen cuatro grados en línea transversal igual; los mismos
grados existen entre el tío-abuelo y el sobrino-nieto pero la línea es transversal
desigual.

A.E.P.D. y N.

CAPITULO II
De los alimentos
ARTÍCULO 301. La obligación de dar alimentos es recíproca. El
que los da tiene a su vez el derecho de pedirlos.

Los alimentos son una obligación derivada del derecho a la vida que tiene todo
ser humano, que vincula en forma recíproca a quienes están ligados por virtud
del matrimonio, la filiación o el parentesco en la forma en que el propio código
establece.
Esta obligación es de carácter social, moral y jurídico (Galindo Garfias,
Ignacio, Derecho civil, 5a. ed., México, Porrúa, 1982, pp. 447 y ss.), porque la
sociedad se interesa en la subsistencia de los miembros del grupo familiar; por-
que los vínculos afectivos que unen a determinadas personas los obligan moral-
mente a velar por aquellos que necesitan ayuda o asistencia, y porque el derecho
hace coercible el cumplimiento de esta obligación a fin de garantizar al acreedor
alimentista la satisfacción de sus requerimientos a través de las instancias judi-
ciales que la ley establece.
La característica de reciprocidad a que este artículo se refiere, surge precisa-
mente de la importancia que tiene esta obligación para la subsistencia del
acreedor alimentista y de que en ella se refleja la caridad y solidaridad de los
deudores frente a las necesidades de aquél.
En este contexto es fácil comprender por qué quien está obligado frente a una
persona a proporcionarle, en determinada etapa de su vida, los satisfactores

1217]
ARTS. 301 y 302 LIBRO PRIMERO

básicos de sus necesidades, en otro momento, cuando por su edad °circunstan-


cias especiales, no se valga por sí mismo, podrá exigir de aquél con quien estuvo
obligado a su vez a darlos, las mismas obligaciones que por reciprocidad le
corresponde cumplir.
Por la propia naturaleza de este nexo es imposible que en un mismo momento
dos personas sean entre sí acreedor y deudor; la reciprocidad a que se refiere el
legislador necesariamente habla de la incapacidad de uno y de las posibilidades
de otro, papeles de hoy que el día de mailana pueden cambiar. En esto estriba
precisamente la reciprocidad pues no significa otra cosa que la correspondencia
o trato igualitario ante condiciones similares entre dos sujetos.

A.E.P. D. y N.

ARTÍCULO 302. Los cónyuges deben darse alimentos; la Ley


determinará cuando queda subsistente esta obligación en
los casos de divorcio y otros que la misma Ley señale. Los
concubinos están obligados, en igual forma, a darse ali-
mentos si se satisfacen los requisitos señalados por el
artículo 1635.

Si bien la obligación alimentaria entre los cónyuges participa de las característi-


cas generales de la misma, tiene además sus notas particulares que la distinguen
de la obligación alimenticia derivada del parentesco.
En primer lugar forma parte de la obligación que ambos cónyuges asumen al
contraer matrimonio, de contribuir en los términos del a. 164 al sostenimiento
de la familia; en segundo lugar forma parte también de la ayuda mutua que se
deben entre marido y mujer, ya que en caso de que uno de los dos esté
imposibilitado para contribuir a las cargas económicas de la familia, el otro las
asumirá íntegramente, y además ministraría alimentos a aquél; finalmente,
entre los cónyuges, la obligación alimentaria se cumple directamente porque la
comunidad de vida comprende necesariamente la recíproca dotación de lo que
el otro cónyuge requiera puesto que ambos están incorporados al seno de la
familia que han fundado.
El legislador dispone que, en determinadas circunstancias, esta obligación
debe subsistir aun después de haberse roto el vínculo matrimonial o cuando la
vida en común ha terminado de hecho.
En 1983 se reformó este articulo para reconocer que la relación afectiva de
los concubinos es igual a la de los cónyuges y, por tanto, si se satisfacen los
requisitos establecidos en el a. 1635 del propio código tienen derecho a exigirse
mutuamente alimentos como si estuvieran unidos en matrimonio.
Esta reforma da un paso necesario desde hace mucho tiempo al reconocer
precisamente que uno de los fundamentos de la obligación alimentaria es el

[2181
TITULO SEXTO/CAPITULO II ARTS. 302, 303 y 304

afecto que existe o ha existido entre un varón y una mujer solteros que hacen
vida marital independientemente de que hayan celebrado matrimonio o no
entre si.

A.E. P.D. y N.

ARTÍCULO 303. Los padres están obligados a dar alimentos a sus


hijos. A falta o por imposibilidad de los padres, la obliga-
ción recae en los demás ascendientes por ambas líneas
que estuvieren más próximos en grado.

La obligación de los padres de dar alimentos a los hijos surge de la filiación y la


forma natural de cumplir es mediante la incorporación de los hijos al seno
familiar. Naturalmente en los casos en que los padres no vivan juntos, uno de
ellos cumpliría la obligación manteniendo a los hijos en su hogar y el otro a
través del pago de una pensión alimenticia en los términos del a. 309.
Tratándose de un hijo menor de edad, para exigir el cumplimiento de la
obligación a cargo de sus padres, sólo deberá probar su situación de hijo y su
minoría de edad, no así para el hijo mayor de edad o emancipado quien deberá
probar, además, que carece de medios económicos y por lo tanto que tiene
necesidad de recibir alimentos.
El sostenimiento de la prole es responsabilidad de los progenitores, de ahí que
recaiga en ellos, en primer término la obligación de alimentar a los hijos. Sin
embargo, el legislador tomó providencias para aquellos casos en que esta
obligación no pudiere ser cumplida por los padres. El legislador habla de falta o
imposibilidad de los padres y el juzgador ha determinado que la imposibilidad
debe ser física, es decir debe ser tal que impida a los padres por falta de bienes o
de trabajo, obtener lo necesario para ministrar alimentos a su prole. La
imposibilidad material, es decir aquella en que se encuentran los padres por
impedimento físico, falta de salud, falta de bienes o carencia de trabajo, no es
necesaria para exigir a los ascendientes de ulterior grado, el pago de alimentos.

A.E. P.D. y N.

ARTÍCULO 304. Los hijos están obligados a dar alimentos a los


padres. A falta o por imposibilidad de los hijos, lo están
los descendientes más próximos en grado.

En razón de la reciprocidad a que alude el a. 301, los hijos y demás descendientes


están obligados a dar alimentos a sus padres o ascendientes en caso de que éstos
tengan necesidad de recibirlos. Para hacer exigible esta obligación se deberá
probar, pues, esa necesidad.

1219]

ARTS. 104, 305 y 306 LIBRO PRIMERO

Para que la obligación recaiga en los descendientes a falta o por imposibilidad


de los hijos, el juez aplica el mismo criterio que para el caso de las ascendientes en
los términos del artículo anterior, por tanto, los comentarios hechos para aquel
artículo son válidos también para éste.

A.E. P.D. y N

ARTÍCULO 305. A falta o por imposibilidad de los ascendientes


o descendientes, la obligación recae en los hermanos de
padre y madre; en defecto de éstos, en los que fueren
de madre solamente, y en defecto de ellos, en los que
fueren sólo de padre.
Faltando los parientes a que se refieren las disposi-
ciones anteriores, tienen obligación de ministrar ali-
mentos los parientes colaterales dentro del cuarto grado.

El fundamento de la obligación entre hermanos, medios hermanos y parientes


colaterales dentro del cuarto grado, se encuentra en el sentido de la responsabili-
dad y la solidaridad que deben existir entre estos parientes. Cuando ese sentido
no impulsa espontáneamente al deudor para cumplir, el derecho garantiza al
acreedor alimentista obligando a sus parientes colaterales hasta el cuarto grado
a proporcionarle los satisfactores requeridos.
En relación a la interpretación de los términos "falta" o "imposibilidad" deben
verse los comentarios hechos al a. 303.

A.E. P.D. y N.

ARTICULO 306. Los hermanos y demás parientes colaterales a que


se refiere el artículo anterior, tienen obligación de dar
alimentos a los menores, mientras éstos llegan a la edad
de dieciocho arios. También deben alimentar a sus pa-
rientes dentro del grado mencionado, que fueren incapa-
ces.

En tanto que para los ascendientes y descendientes la obligación subsiste


mientras el acreedor esté en situación de necesitar los alimentos en los términos
de este ordenamiento, los demás parientes colaterales hasta el cuarto grado
quedan vinculados hasta la mayoría de edad del acreedor, a menos que se trate
de un mayor de edad incapacitado, caso en el que la obligación subsistirá
mientras dure la incapacitación.
La responsabilidad de estos parientes es temporal y subsiste durante la

12201
TITULO SEXTO/CAPITULO II ARTS. 306, 307 y 308

minoridad del acreedor, por lo que al llegar éste a la mayoría de edad, cesa esta
obligación a cargo de los colaterales.

A.E.P. D. y N.

ARTÍCULO 307 El adoptante y el adoptado tienen obligación de


darse alimentos, en los casos en que la tienen el padre y
los hijos.

La obligación de dar alimentos entre el adoptante y el adoptado tiene su


fundamento en la responsabilidad del primero y la gratitud del segundo. Una y
otra son deberes ineludibles que se cumplen como si la relación fuera la de
padre-hijo, pues es la naturaleza de la adopción crear un vínculo jurídico
paterno-filial entre dos personas que tenga la misma fuerza que el vínculo
consanguíneo.
En todo caso quien pretenda adoptar a una persona, deberá probar que tiene
recursos suficientes para garantizar la subsistencia del adoptado como si se
tratara de un hijo, en los términos del a. 390 fr. I. Por otra parte, la ingratitud del
adoptado que puede mostrarse a través de su negativa de dar alimentos al
adoptante que ha caído en pobreza, es causa de revocación de la adopción según
los aa. 405 fr. II y 406 fr. III.
En caso de ingratitud del adoptado hacia el adoptante, éste puede revocar la
adopción. Consideramos que también puede exigir el aseguramiento de los
alimentos por la propia naturaleza de la obligación. No pensamos que al
revocarse la adopción desaparecen todos los derechos y obligaciones inherentes
a la misma, incluyendo los alimentos, pues sería tanto como sancionar al
acreedor alimentario por la ingratitud del deudor y liberar a éste de su deuda por
el incumplimiento de un deber legal a su cargo.
Desde otro punto de vista, la revocación de la adopción por ingratitud del
adoptado priva a éste de los derechos que se derivan de este vínculo, pero no lo
releva del cumplimiento de sus obligaciones en relación al adoptante.

A.E.P. D. y N.

ARTÍCULO 308. Los alimentos comprenden la comida, el vestido,


la habitación y la asistencia en casos de enfermedad.
Respecto de los menores los alimentos comprenden, ade-
más, los gastos necesarios para la educación primaria del
alimentista, y para proporcionarle algún oficio, arte o
profesión honestos y adecuados a su sexo y circunstan-
cias personales.

[2211
ARTS. 308 y 309 LIRFt0 PRIMERO

El legislador impone un respeto absoluto al derecho a la vida y a la dignidad


humanas. De ahí que los alimentos sean uno de los medios que establece para
garantizar, en la medida de lo posible, la obtención de los elementos para satis-
facer toda necesidad fisica, intelectual y moral, a fin de que pueda no sólo sub-
sistir, sino cumplir su destino cualquier ser humano.
Con esta idea el legislador, en este artículo, amplía el concepto vulgar de los
alimentos, haciendo de ellos una obligación que permita el sustento a los acree-
dores alimentarios en los aspectos biológico, social e intelectual, de esta
manera el deudor debe proporcionar lo necesario para su vida, su salud y, tra-
tándose de menores, para su educación.
Cada uno de los elementos citados en este precepto: comida, vestido, habita-
ción, asistencia en casos de enfermedad y educación para los menores, es
indispensable para alcanzar los fines a que hacemos mención al inicio de nuestro
comentario. Obviamente han de proporcionarse en los términos del a. 311.
Es conveniente aclarar, pese a que en ocasiones se ha interpretado restrictiva-
mente este precepto, que la comida, el vestido, la habitación y la asistencia en
casos de enfermedad, son elementos integrantes de la obligación alimentaria y
que ésta subsiste hasta en tanto el acreedor requiera de los alimentos, indepen-
dientemente de su edad o hasta que se dé alguno de los supuestos establecidos en
el a. 320 para que cese la obligación.
El único elemento que se limita sólo temporalmente y forma parte de los
alimentos —porque se limita a la minoría de edad del acreedor— es la educa-
ción; por lo tanto es falso que la obligación alimentaria cese automáticamente a
la mayoría de edad.
El artículo que se comenta, interpretado en relación al a. 320 nos lleva a
concluir que la mayoría de edad hace cesar la obligación de educar al acreedor
alimentista que ha salido de la minoría de edad, pero no termina la obligación de
proporcionarle alimentos, mientras los necesite.

A.E. P.D. y N.

ARTICULO 309. El obligado a dar alimentos cumple la obligación


asignando una pensión competente al acreedor alimenta-
rio, o incorporándolo a la familia. Si el acreedor se opone
a ser incorporado, compete al juez, según las circunstan-
cias, fijar la manera de ministrar los alimentos.

La obligación que existe entre los cónyuges y de padres a hijos, se cumple


cuando la familia se encuentra integrada de forma natural, por la convivencia de
los miembros de la familia en un mismo hogar.
Sin embargo, no siempre esta obligación puede ser cumplida en esa manera,
sobre todo cuando se trata de parientes en ulteriores grados ya sea en la línea

1222]
TITULO SEXTO/CAPITULO LI ARTS, 309, 310 y 311

recta o en la colateral. Es entonces cuando el deudor alimentario puede elegir


entre asignar una pensión o incorporar al acreedor a su familia. Es evidente que
en los casos de divorcio o nulidad de matrimonio, la obligación debe ser
cumplida precisamente mediante el pago de una pensión monetaria y no en otra
forma (ver a. 310).
La pensión a que se refiere este precepto es una cantidad de dinero que el
deudor estipula para que sea entregado a los acreedores. A falta de esta
estipulación será el juez quien fije su monto. La forma de hacerlo está señalada
por el a. 311, pero ha de ser suficiente para que el acreedor alimentario pueda
subsistir.
En caso de que el deudor opte por la incorporación y el acreedor se niegue a
ello, éste deberá dar razones suficientes para fundamentar su negativa, a fin de
que el juez esté en posibilidades de decidir sobre la mejor vía para no desprote-
ger al necesitado, sin gravar excesivamente al deudor.

A.E. P.D. y N.

ARTÍCULO 310. El deudor alirnentista no podrá pedir que se


incorpore a su familia el que debe recibir los alimentos,
cuando se trate de un cónyuge divorciado que reciba
alimentos del otro, y cuando haya inconveniente legal
para hacer esa incorporación.

La manera natural de cumplir la obligación alimentaria es la convivencia de


acreedor y deudor en un mismo núcleo familiar, pues así la carga económica
para el deudor es menor y el acreedor recibe los beneficios económicos y
afectivos que van implícitos en el concepto jurídico de los alimentos.
Sin embargo, esta solución no siempre puede alcanzarse por diversas razones,
algunas de ellas meramente humanas y extrajuridicas como la negativa del
acreedor a que se hace mención en el artículo anterior, y otras cuyo peso está en
la imposibilidad racional y jurídica de establecer esta convivencia; tal es el caso
de los cónyuges divorciados o de los hijos que están bajo la custodia de uno solo de
los padres por disposición judicial. En estos casos y en los demás análogos, el
deudor deberá cumplir con su obligación necesariamente mediante la asigna-
ción de una pensión alimenticia.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 311. Los alimentos han de ser proporcionados a las


posibilidades del que debe darlos y a las necesidades de
quien debe recibirlos. Determinados por convenio o sen-
tencia, los alimentos tendrán un incremento automático

[223]
ARTS. 311 y 312 LIBRO PRIMERO

mínimo equivalente al aumento porcentual del salario mí-


nimo diario vigente en el Distrito Federal, salvo que el
deudor alimentario demuestre que sus ingresos no aumen-
taron en igual proporción. En este caso, el incremento en
los alimentos se ajustará al que realmente hubiese obteni-
do el deudor. Estas prevenciones deberán expresarse
siempre en la sentencia o convenio correspondiente.

En este artículo se consagra el principio de proporcionalidad que impera en los


alimentos. Es de elemental justicia establecer un equilibrio entre los recursos del
deudor y las necesidades del acreedor y a ello obedece el principio que se
establece en este precepto.
En diciembre de 1983, fue adicionado este numeral para hacer imperativo el
incremento automático a las pensiones alimenticias, fijadas por convenio o
sentencia judicial. Esta adición resulta, desde nuestro punto de vista, inútil para
efectos prácticos, pues en caso de negativa del deudor se deberá siempre recurrir
a las instancias judiciales para obtener el incremento a la pensión; sin embargo,
cumple una función educativa muy importante dado que al estar explicitada en
una norma jurídica influye en el ánimo de los obligados, de tal suerte que un
buen número optarán por el cumplimiento voluntario y realizarán los incre-
mentos en la forma automática que la ley señala en vez de verse complicados por
un litigio. Precisamente por esta función, el legislador determinó que en toda
sentencia o convenio relativo a pensiones alimenticias deberán asentarse las
prevenciones relativas a los incrementos contenidos en este precepto.
Desde nuestro punto de vista, la práctica establecida por la SCJIN con anteriori-
dad a estas reformas en el sentido de fijar los alimentos con base en porcentajes
sobre las percepciones económicas de los deudores, es mucho más eficiente pues
elimina totalmente la necesidad de nuevos juicios, ya sea para solicitar el
incremento o la disminución de la pensión fijada. Con e.1 señalamiento de un
porcentaje los incrementos y decrementos son efectivamente automáticos y el
principio de proporcionalidad se cumple con todo su rigor.

A.E. P.D. y N.

ARTÍCULO 312. Si fueren varios los que deben dar los alimentos y
todos tuvieren posibilidad para hacerlo, el juez repartirá
el importe entre ellos, en proporción a sus haberes.

Normalmente frente a una persona existen varios individuos que deberían


responsabilizarse del pago de los alimentos, tal es el caso, p.c., del padre y la
madre y los cuatro abuelos por ambas líneas, si viven; tratándose de un anciano
y dadas las características de la familia mexicana, es de esperarse que tenga

12241
TITULO SEX 10.1CA1,11311,0 u ARTS 312, 313 y 314

varios hijos y más nietos, así pues, entre todos ellos se repartirá el importe de lo
que requiera el acreedor alimentario para su subsistencia.
El principio que se establece en este precepto es el de divisibilidad, es decir,
que la deuda alimentaria debe dividirse entre todos los obligados que tengan
posibilidades de soportar la carga económica que representa. Esta división no es
en partes iguales ya que el principio de proporcionalidad establecido por el
artículo anterior es aplicable tanto para un deudor como para varios, pues la
deuda se repartirá entre los obligados en proporción a sus recursos económicos.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 313. Si sólo algunos tuvieren posibilidad, entre ellos se


repartirá el importe de los alimentos; y si uno solo la
tuviere, él cumplirá únicamente la obligación.

La división de que se habla en el artículo anterior no puede ser indiscriminada


entre todos los que podrían estar obligados. De conformidad con lo establecido
en los aa. 311 y 320, sólo se repartirá la deuda entre los que cuenten efectiva-
mente con posibilidades para ello. En caso de que sólo uno estuviere en
condiciones de soportar la carga económica en ése recaerá únicamente la
obligación de procurar la manutención del acreedor alimentario.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 314. La obligación de dar alimentos no comprende la


de proveer de capital a los hijos para ejercer el oficio, arte
o profesión a que se hubieren dedicado.

Los alimentos son el apoyo material que una persona necesita para su subsisten-
cia y le deben ser proporcionados por determinadas personas expresamente
señaladas por la ley, sólo en tanto no esté capacitado para obtenerlos por sí
mismo. Tratándose de los hijos incluyen todos los elementos que les permitan
capacitarse para ello, pero no deben incluir el capital para el ejercicio del oficio,
arte o profesión que hubieren elegido.
Es decir, los padres están obligados a mantener a los hijos hasta que éstos
completen su educación y se capaciten para obtener sus propios recursos. Con
esta capacitación que se les brinda deberán obtener los satisfactores necesarios
para su propia manutención y. si así lo desean, el capital para el ejercicio libre
de su oficio, arte o profesión.
Recordemos que los alimentos son una obligación que está encaminada a
propórcionar los mínimos de bienestar que una persona requiere, en tanto está

12251
ARFS, 314, 315 y 316 LIBRO PRIMERO

en situación de ser protegida por los suyos, y no para proporcionarle los medios
para obtener lucro ni para financiar negocios o empresas.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 315. Tienen acción para pedir el aseguramiento de los


alimentos:
acreedor alimentario;
II.—El ascendiente que le tenga bajo su patria potestad;
I11.—El tutor;
IV.—Los hermanos y demás parientes colaterales den-
tro del cuarto grado;
V. El Ministerio Público.

Como se observa, prácticamente cualquier persona puede, por sí misma o a


través del M P, intervenir para asegurar el pago de alimentos al acreedor. Es
decir, las personas señaladas en las frs. 11, 111 y IV pueden acudir ante el juzgado
para ejercitar la acción de aseguramiento; sin embargo, cualquier interesado
puede acudir al M P a informarle del caso concreto y pedir su intervención.
La acción correspondiente se ejerce ante el juez de lo familiar, mediante el
procedimiento especial establecido en el título decimosexto del CPC, especial-
mente en el a. 943 en donde se establece que tratándose de alimentos, el juez
deberá fijar a solicitud del acreedor o su representante, una pensión alimenticia
provisional hasta que se resuelva el juicio.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 316. Si las personas a que se refieren las fracciones II,


III y IV del artículo anterior no pueden representar al
acreedor alimentario en el juicio en que se pida el asegu-
ramiento de alimentos, se nombrará por el juez un tutor
interino.

El nombramiento del tutor interino supone que la acción de aseguramiento fue


iniciada por alguna de las personas mencionadas en las fracciones que se citan y
que por causa justificada no puede continuar atento al procedimiento, o que fue
iniciado por el M P. También supone que el acreedor es un menor o incapaz y
tiene exclusivamente por objeto, representar a éste en el juicio, aun frente a sus
ascendientes (si es el caso), por tanto, la tutela sólo es para esos efectos y

P 26]

H11110 SE.X CAPI I 1.11.() [I ARIS. 316. 317 y 316

concluirá al quedar asegurados los alimentos a satisfacción del juez y en los


termino.s del artículo siguiente.

A.E. P. D. y N.

AR1ICULO 317. El aseguramiento podrá consistir en hipoteca,


prenda, fianza, depósito de cantidad bastante a cubrir los
alimentos o cualesquiera otra forma de garantía suficien-
te a juicio del juez.

Como se expresó en el artículo anterior son dos cosas diferentes el aseguramien-


to de los alimentos y la pensión alimenticia. Por tanto, independientemente de
que el deudor cumpla o haya cumplido regularmente con su obligación se pue-
de solicitar el aseguramiento de su pago en los términos de este numeral; puede
consistir en hipoteca, prenda. fianza, depósito, o cualquier otra forma de
garantía siempre que ésta sea suficiente a juicio del juez.
En la práctica se ha establecido que por cantidad bastante se debe entender el
equivalente a los alimentos de un año. Práctica que no deja de tener inconve-
nientes pues cada año, si se trata p.c. de una fianza —medio más recurrido para
el aseguramiento- había que solicitar su renovación.
Este precepto fue recientemente reformado para adicionarle la última parte:
"o cualquiera otra forma de garantía suficiente a juicio del juez". Con esta
adición se simplifica considerablemente la solución de conflictos por alimentos,
sobre todo cuando son determinados por convenio, ya que las cuatro formas de
garantía especificadas, resultan en la mayoría de los casos, demasiado gravosas
para el deudor. Actualmente se puede garantizar mediante el descuento del
porcentaje o cantidad acordada de las percepciones que tenga el deudor; para
ello el juez deberá ordenarlo a quien debe hacer pagos al deudor alimentista
para que practique el descuento.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 318. El tutor interino dará garantía por el importe


anual de los alimentos. Si administrare algún fondo desti-
nado a ese objeto, por él dará la garantía legal.

La tutela interina del acreedor alimentario incapacitado para representarlo en el


juicio de alimentos, no difiere en naturaleza de la tutela ordinaria regulada en
los aa. 449 a 617 de este código. Se trata únicamente de un caso de representa-
ción especial del incapacitado que está previsto en el propio a. 449.
El tutor interino deberá, para asegurar su manejo, otorgar garantía en alguna
ARTS. 318, 319 y 320 LIBRO PRIMERO

de las formas previstas en el precepto 519 de este ordenamiento (hipoteca,


prenda o fianza) y según las reglas y excepciones que se marcan en el capítulo
respectivo que comprende del numeral citado hasta el 534.
Precisamente por ser un caso especial, el monto de la garantía se calculará en
los términos de este artículo y no en los previstos por el capítulo que se menciona
en el párrafo anterior.

A. E. P.D. y N.

ARTÍCULO 319. En los casos en que los que ejerzan la patria


potestad gocen de la mitad del usufructo de los bienes del
hijo, el importe de los alimentos se deducirá de dicha
mitad, y si ésta no alcanza a cubrirlos, el exceso será de
cuenta de los que ejerzan la patria potestad.

Aparentemente este precepto encierra una contradicción con la responsabili-


dad que deben tener quienes ejercen la patria potestad (padres o abuelos) fren-
te al menor en lo relativo a la prestación de alimentos. Sin embargo. los ali-
mentos son una obligación que surge de la necesidad de una persona y las
posibilidades de la otra en los términos que este capítulo señala; esta necesi-
dad es independiente de la edad y ad como los padres y ascendientes están
obligados a ministrar los alimentos al hijo mayor de edad mientras no tenga
recursos para sostenerse por si mismo, tratándose de un menor con bienes,
parte de ellos se puede destinar para proveer a sus necesidades.
Uno de los efectos de la patria potestad en relación con los bienes del menor
sujeto a ella es precisamente que, tratándose de bienes que d'hijo haya adquiri-
do por cualquier título que no sea su propio trabajo, la Mitad del usufructo
corresponde a quienes ejercen la patria potestad (ver aa. 428 y 429). El
legislador en este precepto, se refiere a esa porción: el deudor podrá disponer de
la mitad que le corresponde para cumplir con su obligación, pero sólo de esa
mitad; si ésta no fuere suficiente el resto deberá ser cubierto por el deudor con
sus propios recursos.
No puede de ninguna manera completar con la mitad del usufructo que le
corresponde al hijo y mucho menos disponer de la propiedad de los bienes.

A.E. P.D. y N.

ARTÍCULO 320. Cesa la obligación de dar alimentos:


1. —Cuando el que la tiene carece de medios para cum-
plirla;
11.—Cuando el alimentista deja de necesitar los ali-
mentos;

[228]

II II O SEXTO CALI 1111 O II AR 320

111.—En caso de injuria, falta o daño graves inferidos


por el alimentista contra el que debe prestarlos;
IV.—Cuando la necesidad de los alimentos dependa de
la conducta viciosa o de la falta de aplicación al trabajo
del alimentista, mientras subsistan estas causas;
V. Si el alimentista, sin consentimiento del que debe
dar los alimentos, abandona la casa de éste por causas
injustificables.

En este precepto el legislador señala cuáles son las causas por las que cada
deudor, considerado en lo individual, deja de estar obligado frente al acreedor.
Así la fr. I, encuentra apoyo en la misma naturaleza de la obligación alimenti-
cia conforme a la cual el deudor se obliga en la medida en que su responsabilidad
económica le permite cumplir con esa obligación, por lo tanta si el que debe dar
alimentos no tiene recursos económicos la obligación cesa para él, pero el
derecho del alimentista subsiste frente a los demás obligados. La carga de la
prueba recae sobre el deudor, y es éste quien debe demostrar su imposibilidad
para cumplir.
En este caso el legislador sí fue explícito pues señala que la carencia de medios
es el factor determinante, independientemente de la causa que provoca esa
imposibilidad.
La fr. II se refiere a la situación del acreedor alimentista, toda vez que si éste
tiene capacidad económica para proveer a su manutención. no hay causa de
pedir (causa petendi) o cesa la obligación si el acreedor no tiene necesidad
de recibir alimentos. Al respecto cabe aclarar que tanto los hijos corno el cón-
yuge gozan de la presunción de necesitar los alimentos, independientemente de
si aquéllos son mayores o menores de edad por lo cual es el deudor quien debe
demostrar que ellos tienen recursos propios para poder, así, desligarse de la
obligación.
Habíamos expresado que la obligación alimentaria surge, desde el punto de
vista moral, del concepto de solidaridad que nos constriñe a socorrer al necesita-
do y se espera que éste tenga hacia quien le ayude, respeto y consideración, El
legislador sanciona al acreedor que comete actos de ingratitud, injuria u ocasio-
na daños graves a su deudor, privándolo del derecho para exigir alimentos de
aquél. En general es una disposición justa; sin embargo, tratándose de la
obligación de los ascendientes respecto de los descendientes, no debe cesar la obli-
gación alimenticia a cargo de aquéllos, en razón de la falta de cabal discerni-
miento del menor y de que se incurre en actos de ingratitud e injurias o daños
graves contra quien debe ministrar alimentos, el padre o la madre no debe ser
liberado de una obligación por causa de una conducta que tal vez propició por
falta de atención en la educación del menor.
Los mismos razonamientos son aplicables a la fr. IV, es muy justo y razonable

1229]
ARTS, 320.321 y 322 LIBRO PRIMERO

que el vicio y la vagancia sean causa de terminación de la obligación alimenta-


ria; son sanciones válidas para aquellos que pretenden subsistir a costa del
esfuerzo de los demás, sin demostrar un mínimo de responsabilidad para sí
mismos, para con su familia o para con la comunidad. Lo único que volvemos a
cuestionar es la amplitud de la causa, esta fracción, insistimos, igual que la
anterior, no debe ser aplicable tratándose de padres-deudores respecto de sus
hijos menores de edad.
La fr. V, es además un medio que el legislador pone a disposición de quienes
deben otorgar los alimentos, y lo hacen en forma responsable, para mantener a
su lado al acreedor alimentista a fin de hacer menos gravosa la carga en que
consiste el cumplimiento de la obligación alimentaria.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 321. El derecho de recibir alimentos no es renunciable,


ni puede ser objeto de transacción.

Las disposiciones sobre alimentos son normas de orden público, por ende son
irrenunciables, en razón del interés y respeto que la sociedad tiene y muestra en
el derecho a la vida de cada ser humano.
Cabe aclarar, sin embargo, que es irrenunciable el derecho a recibirlos, es
decir, que no puede haber renuncia o transacción respecto a los alimentos
futuros. Por lo tanto si puede haberlas respecto de los ya devengados en razón
de que el acreedor pudo, de una forma u otra, satisfacer sus necesidades.
La segunda parte del precepto dispone: "ni puede ser objeto de transacción",
y así prohibe sujetar el ejercicio del derecho a recibir alimentos a limitaciones de
cualquier naturaleza. Esto es, nadie puede disponer del derecho a percibir
alimentos, aunque se puede pactar sobre su cuantía, periodicidad de pago,
forma de cumplir la obligación, etc.

A. E. P.D. y N.

ARTÍCULO 322. Cuando el deudor alimentario no estuviere pre-


sente o estándolo rehusare entregar lo necesario para los
alimentos de los miembros de su familia con derecho a
recibirlos, se hará responsable de las deudas que éstos
contraigan para cubrir esa exigencia, pero sólo en la
cuantía necesaria para ese objeto y siempre que no se
trate de gastos de lujo.

Las disposiciones de este artículo, son claras y precisas. Nos permitimos resaltar
dos aspectos que se encuentran implícitos:

[230]
iiJLiO SEX iOCAPITti II .■\ fkl S. 322 y,123

a) Cuando sea necesario que el juzgador condene al deudor al pago de las


pensiones caídas y de las deudas contraídas por los acreedores alimentistas para
proveer a sus necesidades alimentarias, éstos en su demanda deberán solicitado
así expresamente. De lo contrario es de suponerse que durante la ausencia del
deudor o durante el tiempo que haya durado su negativa hasta el ejercicio de la
acción, el deudor cumplió con esa obligación.
h) A estas deudas y a las pensiones caídas sí se puede renunciar o llegar a una
transacción sobre ellas, toda vez que se trata del pago de alimentos en lo pasado
y no de pagos futuros.

A. E. P.D. y N.

ARTECULO 323. El cónyuge que se haya separado del otro, sigue


obligado a cumplir con los gastos a que se refiere el artículo
164. En tal virtud, el que no haya dado lugar a ese hecho,
podrá pedir al Juez de lo Familiar de su residencia, que
obligue al otro a que le ministre los gastos por el tiempo
que dure la separación en la misma proporción en que lo
venía haciendo hasta antes de aquélla, así como también
satisfaga los adeudos contraídos en los términos del ar-
tículo anterior. Si dicha proporción no se pudiera deter-
minar, el juez, según las circunstancias del caso, fijará la
suma mensual correspondiente y dictará las medidas nece-
sarias para asegurar su entrega y de lo que ha dejado de
cubrir desde que se separó.

Este precepto se refiere propiamente a los gastos del hogar que deben ser
cubiertos por los cónyuges, según sus posibilidades como colaboración propia
del matrimonio, pues ambos son responsables entre sí y frente a los hijos, de la
subsistencia de la familia; de ahí que la obligación económica de ambos no se
agote en el pago de alimentos, sino que abarque también todos los gastos
domésticos.

Esta obligación subsiste a pesar de que uno de los cónyuges se separe del otro.
Podrá ser obligado por el juez competente a cumplir en la misma proporción y
forma que lo venía haciendo mientras ambos vivieron juntos.

En la sentencia, el juez deberá fijar el importe y porción, así como la forma de


garantizar el pago de tales gastos futuros y las cantidades que, en los términos
del artículo anterior, deban ser cubiertas por el deudor.

A.E.P.D. y N.

1231]
ART 324 LIBRO PRIMERO

TITULO SEPTIMO
De la paternidad y filiación
CAPITULO 1
De los hijos de matrimonio
ARTICULO 324. Se presumen hijos de los cónyuges:
1.—Los hijos nacidos después de ciento ochenta días
contados desde la celebración del matrimonio;
11.—Los hijos nacidos dentro de los trescientos días
siguientes a la disolución del matrimonio, ya provenga
ésta de nulidad del contrato, de muerte del marido o de
divorcio. Este término se contará en los casos de divorcio
o nulidad, desde que de hecho quedaron separados los
cónyuges por orden judicial.

La filiación ese! vínculo de unión de los hijos con los padres; la relación entre los
padres y los hijos recibe el nombre de paternidad y de maternidad. El padre
engendra al hijo, la madre lo concibe.
Siendo el derecho civil un orden de civilización, regula las relaciones ordena-
das entre padres e hijos pero tiene que tomar en cuenta también a las relaciones
no ordenadas. En el primer caso estamos en presencia de hijos de matrimonio,
las otras relaciones reciben el nombre de relaciones de hijos extramatrimonia-
les. La vinculación que surge a consecuencia del matrimonio establece un
principio de certeza pues los hijos que tiene una mujer casada, en principio, son
del marido; por esa razón la ley cinco, título cuatro, libro segundo del Digesto
indica que las justas nupcias demuestran o nos prueban quién es el padre; es
decir, que la mujer casada en un matrimonio atribuirá en principio los hijos a su
marido. En cambio los hijos de una mujer no casada en principio no pueden
atribuirse a un varón determinado; la paternidad en este caso surgirá del
reconocimiento voluntario o bien será resultado del ejercicio de una acción. El
primer acto jurídico recibe el nombre de reconocimiento de los hijos, la acción
se denomina acción de investigación de paternidad y estas hipótesis serán
estudiadas en el comentario de los aa. 360 al 389 de este código.
El artículo que comentamos establece una presunción: son hijos de matrimo-
nio los nacidos seis meses después de celebrado el matrimonio y dentro de los
trescientos días posteriores a la disolución del mismo, ya provenga ésta de
nulidad del matrimonio, de muerte del marido o de divorcio. La fundamenta-
ción de la hipótesis se encuentra en el hecho biológico de que el hijo nacerá en
forma muy temprana sólo ciento ochenta días después de celebrado el matrimo-
nio y tardíamente sólo trescientos días después de que los cónyuges han queda-
do separados.

[232]
TÍTULO SFPTIMO. CAPITULO I ARTS. 124y 325

La separación puede ser resultado de un hecho jurídico pero este artículo hace
referencia además de la muerte, a los casos de divorcio o nulidad y al de una
separación de hecho acompañada de una orden judicial.
Lo importante de esta disposición es que marca un período de concepción del
hijo. Este no podrá ser otro que los primeros ciento veinte días de los trescientos
anteriores al nacimiento, esto es, si el hijo nace el veinticinco de diciembre, el
período de la concepción se extendería del veinticinco de febrero al veinticinco
de junio, la época normal de concepción acaecerá en esta hipótesis el veinti-
cinco de marzo.

J.J.L.M.

ARTÍCULO 325. Contra esta presunción no se admite otra prueba


que la de haber sido físicamente imposible al marido
tener acceso carnal con su mujer, en los primeros ciento
veinte días de los trescientos que han precedido al naci-
miento.

Esta disposición consagra una excepción a la presunción establecida en el artículo


anterior, pues aun cuando es hijo del marido el concebido después de celebrado
el matrimonio, éste podría excepcionarse probando que dentro de esa época le
fue físicamente imposible tener acceso carnal con su mujer, porque se dice que
no puede admitirse que funcione una presunción legal contra lo imposible y lo
absurdo.
La ley establecería una mentira evidente, si al marido, pudiendo probar que
no tuvo acceso con su mujer, necesariamente se le atribuyera la paternidad del
hijo.
García Gollena (Concordancias, motivos y comentarios del código civil
español, México, 1881), dice que la imposibilidad física debe ser evidente e
incontestable. Lo primero porque con ello abarcaría los casos de ausencia del
marido en la época de la concepción y lo siguiente porque la prueba tendría que
ser firme en los casos de ausencia o impotencia.
Para constituir la excepción de ausencia no es necesario, dice el mismo autor,
que medie el espacio inmenso de los mares, con mayor razón en la época actual,
dado que los medios de comunicación nos permiten hablar de distancia inmen-
sa, todas las distancias se han acortado; el marido podría excepcionarse sólo
probando que en la época de concepción ha sido físicamente imposible toda
reunión aun momentánea entre los esposos. Otro caso de excepción a la
paternidad sería la impotencia para generar y desde luego admitirá toda clase de
pruebas médicas y biológicas.

1233]
ARTS. 326y 327 1 IBRO PRIMERO

ARTÍCULO 326. El marido no podrá desconocer a los hijos, ale-


gando adulterio de la madre, aunque ésta declare que no
son hijos de su esposo, a no ser que el nacimiento se le
haya ocultado, o que demuestre que durante los diez
meses que precedieron al nacimiento no tuvo acceso
carnal con su esposa.

El marido no podría desconocer a los<,hijos alegando adulterio de la madre,


aunque ésta declare que no son hijos de su esposo.

El legislador mexicano desde el CC de 1870, facilitó e hizo más clara la


presunción al declarar que aunque la madre confiese el adulterio, no por esto el
hijo deja de ser del marido, pues la confesión de adulterio podría ser resultado
de una actitud emotiva que perjudicara al hijo; la prueba de confesión de la
parte demandada no puede afectar al hijo; se requiere o que el nacimiento del
hijo se le haya ocultado o que demuestre que durante los diez meses que
precedieron al nacimiento no tuvo acceso carnal con su mujer. La prueba tiene
que ser objetiva y evidente para que proceda el desconocimiento.

J.J.L.M.

ARTíCULO 327. El marido podrá desconocer al hijo nacido des-


pués de trescientos días contados desde que, judicialmen-
te y de hecho, tuvo lugar la separación provisional pres-
crita para los casos de divorcio y nulidad; pero la mujer,
el hijo o el tutor de éste, pueden sostener en tales casos
que el marido es el padre.

Aun cuando el a. 324 extiende la presunción de paternidad a los hijos nacidos


dentro de los trescientos días de la disolución del matrimonio, puede sostenerse
que el hijo sigue siendo del marido, aun cuando haya nacido con posterioridad a
los trescientos días, pues es común que aun cuando el marido y la mujer se hayan
separado de hecho frente al grupo social ya consecuencia de orden judicial, sin
embargo, podría suceder que las relaciones continuaran. Es ésta la razón por la
que el artículo que comentamos sostiene que la mujer, el hijo o el tutor de éste
pueden afirmar que aún cuando el hijo haya nacido con posterioridad a los
trescientos días, el marido sea el padre.
El marido podrá desconocer al hijo, pero la mujer y el propio hijo pueden
sostener que cuando existía una separación judicial, el hijo fue engendrado por
el marido o ex-marido si el divorcio o la nulidad han sido concluidos en los

[234)
Tfl ULO SEPTIMO/ CAPITULO A R [S. 327 y 328

juicios correspondientes. En otros términos el artículo establece una ampliación


a la presunción de paternidad.

J.J.L.M.

ARTiCULO 328. El marido no podrá desconocer que es padre del


hijo nacido dentro de los ciento ochenta días siguientes a
la celebración del matrimonio:
I.—Si se probare que supo antes de casarse el embara-
zo de su futura consorte; para esto se requiere un princi-
pio de prueba por escrito;
II.—Si concurrió al levantamiento del acta de naci-
miento y ésta fue firmada por él, o contiene su declara-
ción de no saber firmar;
I.—Si ha reconocido expresamente por suyo al hijo
de su mujer;
IV.—Si el hijo no nació capaz de vivir.

Este artículo consagra también una ampliación a la presunción del a, 324 pues
aun cuando el hijo haya nacido dentro de los ciento ochenta días siguientes a la
celebración del matrimonio, el hijo es del marido si se prueba que supo antes de
casarse, el embarazo de su futura consorte; si concurrió al levantamiento del acta
de nacimiento y ésta fue firmada por él; si ha reconocido expresamente por suyo
al hijo de su mujer o si el hijo no nació capaz de vivir.
Lógicamente si el marido supo del embarazo, no podrá alegar que el hijo no es
suyo; para que funcione esta hipótesis el legislador exige un principio de prueba
por escrito, que podrá ser una carta, una fotografía con dedicatoria, así mismo
el hijo será del marido si concurrió al levantamiento del acta o si ha reconocido
expresamente como suyo al hijo de su mujer. Admitiéndose en este último caso
cualquier medio de prueba ordinaria incluyéndose la testimonial.
Finalmente si el feto no es viable, el legislador no admite que el marido
desconozca al hijo, pues esta sería una cuestión inútil.
Cabría comentar que atendiendo a que en la época actual la educación es más
amplia, quizá bastara con probar que el marido conoce el embarazo de su futura
consorte. No hay una razón que explique por qué.el legislador añadió que se
exija un principio de prueba por escrito. En efecto, si el a. 328 niega al marido la
posibilidad de desconocer al hijo nacido dentro de los ciento ochenta días, sí
existiera conocimiento o voluntad expresa o tácita de reconocimiento, con
mayor razón el artículo que comentamos niega a los herederos del marido toda
acción de contradicción de la paternidad de un hijo nacido dentro de ciento
ochenta días de celebrado el matrimonio, excepto cuando él haya iniciado la
demanda.

[235]
ARTS. 328,329 y 330 LIBRO PRIMERO

Podría ocurrir que el marido hubiese fallecido sin hacer la reclamación


dentro del término hábil, en ese caso la disposición que comentamos otorga
sesenta días para ejercer la acción de contradicción y como los herederos
estarían imposibilitados para saber quién o quiénes pretenden aparecer como
hijos del marido, los sesenta días se computan desde que el hijo haya sido puesto
en posesión de los bienes del padre o desde que los herederos se vean turbados
por el hijo en la posesión de la herencia, porque sólo hasta esos momentos se
darán cuenta con plenitud, que existe una criatura que pretende hacerse pasar
como hijo del marido habiendo nacido antes de ciento ochenta días de celebra-
do el matrimonio.

3.J.L.M.

ARTÍCULO 329. Las cuestiones relativas a la paternidad del hijo


nacido después de trescientos días de la disolución del
matrimonio, podrán promoverse en cualquier tiempo
por la persona a quien perjudique la filiación.

La disposición es congruente con el a. 324, pues si el hijo nació trescientos días


después de la separación de hecho y por orden judicial, el desconocimiento de la
paternidad puede promoverse en cualquier tiempo por la persona a quien
perjudique la filiación, ésta podría ser cualquier heredero legitimo o testamenta-
rio que tuviese interés actual en el momento de ejercicio de la acción.

J.J.L.M.

ARTICULO 330. En todos los casos en que el marido tenga derecho


de contradecir que el nacido es hijo de su matrimonio,
deberá deducir su acción dentro de sesenta días, contados
desde el nacimiento, si está presente; desde el día en que
llegó al lugar, si estuvo ausente; o desde el día en que des-
cubrió el fraude, si se le ocultó el nacimiento.

Por esas circunstancias el marido que tenga derecho de contradecir que el


nacido es hijo de su matrimonio tiene un término sumamente corto para ejercer
la acción.
La acción debe ejercitarla dentro de los sesenta días contados desde el naci-
miento, si está presente; desde el día en que llegó al lugar, si estuvo ausente; o
desde el día que descubrió el fraude si se le ocultó el nacimiento.
Los sesenta días son un término de caducidad, pues si la acción no se ejerce
dentro de ese plazo, el posible desconocimiento queda convalidado y malamen-

[236]
TITULO SEPTIMOYCAPITU LO I ARTS, 310,151, 112 y 133

te podría alegar después de dos meses que el hijo no es suyo, contando con este
término (véanse los comentarios a los aa. 325, 326 y parte final del 327).

ARTICULO 331. Si el marido está bajo tutela por cualquier causa


de las señaladas en la fracción IJ del artículo 450, este
derecho puede ser ejecutado por su tutor. Si éste no lo
ejercitare, podrá hacerlo el marido después de haber sa-
lido de la tutela, pero siempre en el plazo antes designa-
do que se contará desde el día en que legalmente se de-
clare haber cesado el impedimento.*

La disposición que consagró una caducidad de sesenta días para el ejercicio de la


acción no podrá aplicarse si el marido está bajo tutela [por causa de demencia,
imbecilidad u otro motivo que lo prive de inteligencia]."
El ataque a la presunción de paternidad podría ser ejercido por el tutor del
marido, pero si éste no lo ejerciere podrá hacerlo el marido después de que haya
salido de la tutela. en el plazo de sesenta días que se contarán desde el día que le-
galmente se declare que ha cesado el impedimento. es decir desde el día en que se
deje sin efecto la sentencia de interdicción.

ARTÍCULO 332. Cuando el marido, teniendo o no tutor, ha muer-


to sin recobrar la razón, los herederos pueden contradecir
la paternidad en los casos en que podría hacerlo el padre.

Si el marido falleciese sin recobrar la razón, los herederos podrán hacerlo en las
hipótesis que el legislador permita que lo hubiere hecho el padre. Se entiende que
los herederos podrán ser legítimos o testamentarios y que la contradicción debe
ejercerse dentro del plazo marcado en el a. 330.
J.J.L.M.

ARTÍCULO 333. Los herederos del marido, excepto en el caso del


artículo anterior, no podrán contradecir la paternidad de
un hijo nacido dentro de los ciento ochenta días de la
celebración del matrimonio, cuando el esposo no haya
* N.E.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del artículo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del
23 de julio de 1992.
** N.E. Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992, el
texto entre corchetes del comentario al a. 331 quedó afectado, por ello deberá
modificarse conforme a la reforma de la fr. II del a. 450.

[237]
ARTS. 333 y 334 LIBRO PRIMERO

comenzado esta demanda. En los demás casos, si el espo-


so ha muerto sin hacer la reclamación dentro del término
hábil, los herederos tendrán, para proponer la deman-
da, sesenta días contados desde aquél en que el hijo
haya sido puesto en posesión de los bienes del padre, o
desde que los herederos se vean turbados por el hijo en
la posesión de la herencia.
Hemos dicho que el a. 324. establece una presunción de que los hijos que nazcan
antes de ciento ochenta días en principio no se atribuyen en paternidad al mari-
do. pero que, de conformidad con el a. 328, el marido no podrá desconocer que es
padre del hijo nacido dentro de los ciento ochenta días siguientes a la celebración
del matrimonio, si se probare que conoció el embarazo de su mujer o si expresó
su voluntad al concurrir al levantamiento del acta deI nacimiento o con un reco-
nocimiento en el acta del nacimiento o bien con un reconocimiento expreso de
que el hijo de su mujer, es suyo.
JJ.L.M.

ARTÍCULO 334. Si la viuda, la divorciada, o aquella cuyo matri-


monio fuere declarado nulo, contrajere nuevas nupcias
dentro del período prohibido por el artículo 158, la filia-
ción del hijo que naciere después de celebrado el nuevo
matrimonio, se establecerá conforme a las reglas si-
guientes:
1.—Se presume que el hijo es del primer matrimonio
si nace dentro de los trescientos días siguientes a la diso-
lución del primer matrimonio y antes de ciento ochenta
días de la celebración del segundo;
II. —Se presume que el hijo es del segundo marido si
nace después de ciento ochenta días de la celebración
del segundo matrimonio, aunque el nacimiento tenga
lugar dentro de los trescientos días posteriores a la diso-
lución del primer matrimonio.
El que negare las presunciones establecidas en las
dos fracciones que preceden, deberá probar plenamen-
te la imposibilidad física de que el hijo sea del marido a
quien se atribuye;
111.—El hijo se presume nacido fuera de matrimonio
si nace antes de ciento ochenta días de la celebración
del segundo matrimonio y después de trescientos días
de la disolución del primero.
[238]
TITULO SEPUMO CAPL-14:1 0 I ARTS.334y 335

El a. 158 estableció una prohibición a la mujer para que contrajera matrimonio


dentro de los trescientos días de disuelto el vínculo anterior, salvo que dentro de
ese plazo diere a luz un hijo. Entonces se dijo que la razón de esa prohibición se
debía a que si se permitiera que la viuda o la divorciada o aquella cuyo
matrimonio ha sido declarado nulo, pudiera inmediatamente casarse, el hijo
que naciera dentro de los trescientos días recaería, conforme al a. 324 bajo la
hipótesis de ser hijo del primero o segundo maridos.
El legislador no desea que la mujer contraiga nuevas nupcias inmediatamente
después de la disolución del primer matrimonio. El matrimonio que la mujer
contrayere, no respetando el plazo, conforme al a. 264 sería ilícito pero no nulo.
Se plantearán únicamente problemas para saber quién es el padre del hijo que
nazca dentro de los trescientos días de disuelto el segundo.
Por esta razón la fr. 111 que se comenta señala que se presumirá que el hijo ha
nacido fuera de matrimonio, es decir que es extramatrimonial, si nace antes
de los ciento ochenta días de celebrado el segundo y después de trescientos días de
disuelto el primero.
Las frs. I y II del artículo que se comenta establecen sólo una presunción que
admite prueba contraria. Conforme a la fr. I. si el hijo nace dentro de los
trescientos días siguientes a la disolución del primer matrimonio y antes de
ciento ochenta días de la celebración del segundo, el hijo es del primer marido
puesto que esto es una consecuencia o corolario de las presunciones establecidas
en el a. 324.
Si el hijo naciera después de ciento ochenta días de celebrado el segundo
matrimonio, será del segundo marido, sin importar que el nacimiento acaezca
dentro de los trescientos días de disuelto el primero porque la presunción bioló-
gica se inclina a atribuir la paternidad al segundo marido.
Estas dos presunciones admiten prueba contraria pues se dice que el que las
negara deberá probar primeramente la imposibilidad física de que el hijo sea del
marido a quien se atribuye, esto es, la imposibilidad física debe ser una imposi-
bilidad evidente.
En otro término, si se probare ausencia absoluta o impotencia para engendrar
al marido, no podrían aplicarse las presunciones que regulan las dos primeras
fracciones del artículo que comentamos.

J.J.L.M.

ARTÍCULO 335. El desconocimiento de un hijo, de parte del


marido o de sus herederos, se hará por demanda en forma
ante el juez competente. Todo desconocimiento practica-
do de otra manera es nulo.

El desconocimiento de la paternidad es una cuestión grave. No puede dejarse al

[2391

ARTS. 335 y 336 LIBRO PRIMERO

arbitrio del marido, es un acto jurídico solemne y requerirá una demanda, ante
el juez competente y el trámite de un juicio que concluirá con sentencia firme.
El artículo que comentamos dice que se requiere demanda en forma, pero es
lógico que abarcaría no sólo lo que los procesalistas denominan demanda en el
sentido literal de la palabra, esto es, el libelo dirigido al juez con los requisitos
que exige el a. 255 del CPC, lógicamente se entiende que la contienda judicial se
inicia con un escrito pero será necesario que la controversia se ventile en todos
sus términos.
Si el legislador señala que el desconocimiento debe hacerse en demanda, es
porque según hemos visto podría suceder que el marido hubiese iniciado la
acción de desconocimiento, y por lo tanto, los herederos del marido estarían
legitimados para continuar la demanda. En la hipótesis del artículo que comen-
tamos se concluye que todo desconocimiento de la paternidad hecho de otro
modo, p.c. por una simple carta o memorandum, implicaría tanto como que el
marido se hiciera justicia por su propia mano. La civilización exige un orden
jurídico: todo desconocimiento practicado de otra manera será nulo.

J.J.L.M.

ARTICULO 336. En el juicio de contradicción de la paternidad


serán oídos la madre y el hijo, a quien si fuere menor, se
proveerá de un tutor interino.

Hemos dicho que el desconocimiento de la paternidad es una cuestión grave que


afecta desde luego al hijo, a la madre e inclusive a todo el 'grupo familiar.
El legislador exige que en el juicio de contradicción de la paternidad sean
oídos la madre y el propio hijo.
Si el hijo fuera menor se le proveerá de un tutor interino, pues puede suceder
que la propia madre pretenda confesar un adulterio o que en una actitud de
venganza exprese que el marido no es el padre; en estos casos se están afectando
intereses ajenos a los del marido y la mujer, a saber, los intereses del hijo. Es
frecuente que el hijo en estas hipótesis sea menor de edad y en este caso el
legislador exige que se designe un tutor interino.
La tutela interina estaría fundada en el a. 440 y parte final del a. 449 del CC
pues parecería que la madre tendría en esta hipótesis un interés opuesto al del
hijo y en todo caso la designación de un tutor tendría como objeto la representa-
ción interina del incapaz.
La tutela interina no excluye la participación de la madre en el juicio corres-
pondiente, esto es, no se ha terminado ni suspendido la patria potestad por las
circunstancias de que la madre tenga un aparente interés opuesto.

J.J.L.M.

12.401
'TITULO SEP I I MO CAP11-1..:1.0 AR IS. 33y :l311.

ARTICULO 337. Para los efectos legales, sólo se reputa nacido el


feto que, desprendido enteramente del seno materno,
vive veinticuatro horas o es presentado vivo al Registro
Civil. Faltando alguna de estas circunstancias, nunca ni
nadie podrá entablar demanda sobre la paternidad.

Este artículo se encuentra íntimamente vinculado con el a. 22, que se refiere


al momento en que se inicia la personalidad, y a la situación jurídica del
nasciturus. Como quiera que el a. 22 es objeto de un comentario especial, nos
limitaremos a reflexionar sobre los efectos del nacimiento y a la imposibilidad
de entablar demanda sobre la paternidad respecto del que no se puede tener por
nacido de acuerdo al concepto legal.
El concepto jurídico de nacimiento es distinto del fisiológico. Jurídicamente
el nacimiento tiene lugar si el feto desprendido enteramente del seno materno
vive veinticuatro horas. Este momento posterior al nacimiento fisiológico no
requiere el transcurso de veinticuatro horas siguientes al nacimiento si antes, se
presenta viva ia criatura al registro civil.
El nacimiento, desde el punto de vista jurídico, tiene por finalidad precisar
técnicamente el hecho, que debe precisar consecuencias de derecho.
En materia sucesoria es tan importante la consumación del nacimiento desde
el punto de vista jurídico que como observa el maestro Rojina Villegas, los
bienes de la herencia pueden seguir una trayectoria muy distinta si el individuo
vive las veinticuatro horas o es presentado vivo al registro civil antes de ese
lapso, que si muere antes de que se dé cualquiera de estos dos supuestos, pues en
el primer caso será heredero y consecuentemente podrá transmitir sus bienes
por sucesión monis causa a sus herederos legítimos aun cuando su propia muerte
se efectúe recién se haya producido cualquiera de las dos circunstancias que
jurídicamente determinaron su nacimiento; en cambio, si tal nacimiento no se
ha producido, la herencia no podrá pasar a quienes legalmente serían llamados
a sucederle, sino a los herederos del de cujus que instituyó al nasciturus como
heredero (Rojina Villegas, Rafael, Derecho civil mexicano, 4a. ed., México
Porrúa, 1982, t. I, p. 436).

J.J.L.M.

ARTÍCULO 338. No puede haber sobre la filiación, ni transacción


ni compromiso en árbitros.

Consistiendo la transacción en un contrato por el que las partes, haciéndose


mutuas concesiones, terminan una controversia presente o previenen una futura
(a. 2944), no puede transigirse sobre el estado civil de las personas. El problema
relativo a la filiación afecta al estado civil, por consecuencia, no cabe que el

[241)
ARTS. 33N y 339 1.114R0 PRIMERO

padre y la madre en relación con sus hijos y los herederos de unos y otros
haciéndose mutuas concesiones, transijan respecto a la declaración de si una
persona es o no hijo de su padre o madre o de ambos.

Por la misma razón no puede haber compromiso en árbitros sobre filiación.


Arbitro es el que asume privadamente el oficio de juez entre las partes, de
donde se deduce que la sentencia que el árbitro pronunció tiene fuerza de cosa
juzgada, sea justa o injusta pues si bien nadie es obligado a someterse a un
arbitraje. después de aceptado se constriñe a cumplirlo.

Malamente podría someterse a la decisión de un juez privado el problema de


saber si un hijo es matrimonial o extrannatrimonial o si el marido de la mujer es
el padre del hijo.

J.J. L.M.

ARTICU LO 339 Puede haber transacción o arbitramento sobre los


derechos pecuniarios que de la filiación legalmente adqui-
rida pudieran deducirse, sin que las concesiones que se
hagan al que se dice hijo, importen la adquisición de
estado de hijo de matrimonio.

Los derechos pecuniarios a que se refiere este artículo son los relativos a la
sucesión legítima y a los alimentos. Cuando en un testamento se instituyere
como heredero a determinada persona en razón de su filiación con otra, el
problema sería el de interpretar la voluntad del testador sin que ello implicara en
manera alguna adquisición de estado de hijo de matrimonio.

La transacción sobre alimentos sólo procederá sobre cantidades ya debidas


(a. 2951), pero no sobre el derecho a percibir los que se sigan causando (aa. 321 y
2950 fr. V) pues los alimentos son una institución de orden público.

Como en el caso que se estudia se parte de un estado discutible (que exista o


no la filiación) que es el que fundamenta la transacción, el legislador ha tenido
en consideración la posibilidad de que personas causahabientes de alguno de los
relacionados por el vínculo de la filiación, por un acto de mera conciencia, de
humanitarismo, o incluso de conveniencia, hicieran concesiones pecuniarias al
otro; tal situación no podría ser suficiente para crear o modificar un estado civil
ya que el estado civil por ser institución de orden público queda fuera de la
voluntad de los particulares.

J.J.L.M.

[242]
TITULO SEPTIMO CAPIl Lii LIII AS 15 3411 y 541

CAPITULO II
De las pruebas de la filiación de los hijos
nacidos de matrimonio

ARTiCU LO 340. La filiación de los hijos nacidos de matrimonio se


prueba con la partida de su nacimiento y con el acta de
matrimonio de sus padres.

El legislador ha denominado el capítulo "De las pruebas de la filiación de los


hijos nacidos de matrimonio." Las legislaciones europeas y nuestros códigos
anteriores hablaban de la filiación legítima o de los hijos legítimos. El legislador
actual no admite ningún resabio de denominación ofensiva a los hijos.
La regla genérica es que la filiación de los hijos nacidos de matrimonio se
prueba con la partida de su nacimiento y con el acta de matrimonio de sus
padres, pero veremos en el comentario del artículo siguiente que la falta de
actas, esto es la de nacimiento o del acta de matrimonio de los padres, se suple
con la posesión de estado de hijo de matrimonio.
Por supuesto que las leyes españolas exigían la partida de bautismo, mas a
partir de nuestras Leyes de Reforma, el legislador mexicano exige partidas del
registro civil.

J.J.L.M.

ARTWULO 341. A falta de actas o si éstas fueren defectuosas,


incompletas o falsas, se probará con la posesión constan-
te de estado de hijo nacido de matrimonio. En defecto de
esta posesión son admisibles para demostrar la filiación
todos los medios de prueba que la ley autoriza, pero la
testimonial no es admisible si no hubiere un principio de
prueba por escrito o indicios o presunciones resultantes
de hechos ciertos que se consideren bastante graves para
determinar su admisión.
Si uno sólo de los registros faltaren o estuviere inutili-
zado y existe el duplicado, de éste deberá tomarse la
prueba, sin admitirla de otra clase.

El legislador mexicano, recogiendo la tradición canónica francesa y parte de la


española, ha consagrado en los aa. 341, 342 y 343 la posibilidad de probar el
estado de hijo mediante los elementos de la posesión; ha protegido contra

12431
ART 341 I IBRO PRIMERO

despojos y contradicciones al hijo de matrimonio, e incluso le permite probar la


filiación con amplitud en defecto de una posesión, con todos los medios de
prueba que la ley autoriza.

En el análisis del artículo que comentamos principiemos por la parte final del
mismo en donde se dice que, si uno solo de tos registros faltare o estuviere
inutilizado y existiera el duplicado, de éste deberá tomarse la prueba.

Con posterioridad a las reformas de 1979, se dijo que los jueces del registro
civil asentarán las actas en formas especiales que se denominarán "formas del
registro civil" y que las inscripciones se harán mecanográficamente y por
triplicado. El intérprete debe entender que si se perdieran o destruyeran algunas
de las formas del registro civil, la prueba de filiación deberá tomarse de los
ejemplares restantes de formas (aa. 36, 37 y 38 del CC).

El proemio del artículo que comentamos permite probar el estado de hijo de


matrimonio en el caso de que falten actas o existiendo éstas, fueran defectuosas
incompletas o falsas.

La falta de un acta es su ausencia y el intérprete debe comprender el alcance


de este artículo en toda su amplitud y entender por consecuencia que la falta de
actas puede provenir de la no existencia de formas por su pérdida o destrucción
como caso de fuerza mayor o por su desaparición por caso fortuito.

En caso de que faltasen las actas o éstas tuviesen defectos o estuviesen


incompletas o fuesen falsas, se admite la prueba de posesión de estado de hijo.
Obsérvese que pueden faltar el acta de enlace de los padres o el acta de nacimiento
o ambas y para esos casos se admite la posesión.

La posesión es un hecho; posee un derecho el que goza de ella, por lo tanto


la posesión de estado de hijo sería el goce público del lugar que ocupa en la
sociedad y en la familia. "No resulta, pues, de un hecho solo y aislado, sino de
muchos hechos públicos encadenados y repetidos todos los días, viniendo de
este modo a formar la más sólida y menos dudosa de las pruebas" (García
Goyena, Concordancias, motivos y comentarios del código civil español,
México, 1881, t. I, p. 104). La disposición que comentamos recogiendo la tradi-
ción francesa y espafiola, permite que en defecto de la posesión se admitan
para probar la filiación todos los medios de prueba que la ley autoriza, aña-
diendo que la testimonial no es admisible si no hubiera un principio de prueba
por escrito o indicios o presunciones resultantes de hechos escritos que se con-
sideren bastante graves para determinar su admisión, es decir que hay una
actitud magnánima en el legislador haciendo posible la admisión de toda clase
de documentos, no sólo los directos y de toda clase de indicios o presunciones
para admitir la prueba sobre la filiación matrimonial.

J.J.L.M.

[244]
TITULO SUPTIMO CAPI 11'1 O II AS 15. 3412y 143

ARTÍCULO 342. Si hubiere hijos nacidos de dos personas que han


vivido públicamente como marido y mujer, y ambos
hubieren fallecido, o por ausencia o enfermedad les fuere
imposible manifestar el lugar en que se casaron, no podrá
disputarse a esos hijos haber nacido de matrimonio por
sólo la falta de presentación del acta del enlace de sus
padres, siempre que se pruebe que tienen la posesión de
estado de hijos de ellos, o que por los medios de prueba
que autoriza el artículo anterior, se demuestre la filiación
y no esté contradicha por el acta de nacimiento.

Constituye este articulo, una defensa de los hijos matrimoniales que carecen
de una prueba plena, pero que se encuentran en posesión de estado de hijos de
matrimonio.
1.a hipótesis se refiere a la circunstancia de que no pueda acompañarse el acta
de matrimonio de los padres; si éstos han vivido como marido y mujer, y ambos
hubieren fallecido, o por ausencia o enfermedad les fuere imposible manifestar
el lugar en que se casaron, no podrá di.sptdiarse a esos Idlo.s haber nacido de
matrimonio. Ante la imposibilidad de presentar el acta de matrimonio de sus
padres, la ley les autoriza a probar su estado de legitimidad, mediante la posesión
de estado de hijos de sus padres.
Asimismo este articulo autoriza el uso de toda clase de pruebas con la reserva
señalada en el articulo anterior, en el sentido de que la prueba testimonial exige
que vaya acompañada de un principio de prueba por escrito o indicios o
presunciones que resulten de hecho ciertos: desde luego todas estas probanzas
admitidas con tal amplitud no deben estar en contradicción con el acta de
nacimiento.
Este artículo tiene su antecedente en el a. 196 del Código de Napoleón sólo
que el legislador mexicano le da mayor amplitud a los hijos matrimoniales.

L.M.

ARTÍCULO 343. Si un individuo ha sido reconocido constante-


mente como hijo de matrimonio, por la familia del mari-
do y en la sociedad, quedará probada la posesión de
estado de hijo de matrimonio si además concurre alguna
de las circunstancias siguientes:
1.—Que el hijo haya usado constantemente el apellido
del que pretende que es su padre, con anuencia de éste;
11. —Que el padre lo haya tratado como a hijo nacido

1245]
5k 15 141 1 144 1 IBRO PRIMURO

de su matrimonio, proveyendo a su subsistencia, educa-


ción y establecimiento;
111.—Que el presunto padre tenga la edad exigida por
el artículo 361.

Tradicionalmente la posesión de estado se configura con tres elementos, a saber:


el nombre, el trato y la fama.
El legislador mexicano añade un cuarto requisito precisado con justa razón
en la fr. III del artículo que se comenta.
El primer elemento queda expuesto en el proemio del artículo, cuando se
señala que si un individuo ha sido reconocido constantemente como hijo de
matrimonio, por la familia del marido y en la sociedad, quedará probada la
posesión de estado si además existe el nombre y el trato.
fama significa que ante la familia y el grupo social la persona ha sido
considerada como hija de matrimonio.
El segundo elemento es el nombre y consiste en que el hijo haya usado
constantemente el apellido del padre con el consentimiento de éste.
Finalmente, la tradición latina exige el trato, pues habrá posesión de estado,
cuando el hijo ha sido tratado como de matrimonio velando por su subsistencia,
educación y ejercicio de trabajo.
La doctrina pide para que exista posesión de estado de hijo de matrimonio que
se prueben estos tres elementos, pues una hipótesis distinta sería la que se ha visto
al comentare! a. 341, cuando el legislador permite con toda amplitud cualquier
otro mecho de prueba; en consecuencia en la hipótesis del artículo que comenta-
mos, esto es, si se tratara de probar la posesión de estado de hijo de matrimonio,
no se requiere un principio de prueba por escrito.
El legislador mexicano ha añadido en la fr. III del artículo en comentario que
para que exista la posesión de estado, se requiere que el presunto padre sea
púber en la fecha en que se dice que lo procreó.

J.J.L.M.

AR."1 ÍCULO 344. Declarado nulo un matrimonio, haya habido


buena o mala fe en los cónyuges al celebrarlo, los hijos
tenidos durante él se consideran como hijos de matrimo-
nio.

El matrimonio celebrado con la existencia de algún impedimento, se ha dicho en


el a. 255, produce plenitud de efectos entre los cónyuges si ha sido contraído de
buena fe. El derecho canónico calificaba al matrimonio con impedimentos
de buena fe, celebrado como matrimonio putativo.

12461

1111 I 1>51 51 1 VLO AP1 II I II IL 551', 144, \ 345

El legislador mexicano indica que el matrimonio celebrado con impedimen-


tos, produce plenitud de efectos en relación con los hijos, es decir que éstos son
hijos de matrimonio, aun cuando alguno de los padres o ambos hubieran actuado
celebrando el matrimonio con conocimiento de que no podían efectuado.
Los hijos serán considerados como hijos habidos de matrimonio, si nacen
dentro de los supuestos del a. 324, esto es ciento ochenta días después de
celebrado el matrimonio o dentro de los trescientos días de la separación de los
consortes, presunción que se aplicará con todas sus ampliaciones señaladas en el
a. 328 y parte final del a. 327.

ARTÍCULO 345. No basta el dicho de la madre para excluir de la


paternidad al marido. Mientras que éste viva, únicamen-
te él podrá reclamar contra la filiación del hijo concebido
durante el matrimonio.

Se ha visto al comentar los aa. 235 y 326, que el marido no puede desconocer a
los hijos alegando adulterio de la madre, aunque ésta declare que no son hijos de
su esposo y que para que proceda el desconocimiento de la paternidad se re-
quiere de un juicio ordinario seguido ante la autoridad judicial en el que se
escuche a la madre y al propio hijo, al cual, si fuere menor se le proveerá de un
tutor. El tutor en este caso es interino y no excluye a la madre, según hemos
dicho.
En el artículo que comentamos se reafirma el principio pues no basta el dicho
de la madre para excluir de la paternidad al marido; él es el único legitimado
para ejercitar la acción de desconocimiento.

.lJI M.

ARTÍCULO 346. Las acciones civiles que se intenten contra el hijo


por los bienes que ha adquirido durante su estado de hi-
jo nacido de matrimonio, aunque después resulte no serio,
se sujetarán a las reglas comunes para la prescripción.

1.a disposición que contiene parece ser inútil, porque si bien es cierto que
conforme al a. 1167 fr. 1, la prescripción no puede comenzar ni correr entre
ascendientes y descendientes durante la patria potestad respecto de los bienes a
que los segundos tengan derecho conforme a la iey, la contraria seria correcta, es
decir, que la prescripción sí corre entre descendientes y ascendientes.
La disposición sin embargo no es casuística por repetitiva, puesto que si el
hijo ha adquirido bienes por su calidad de hijo de matrimonio y después resulta

[247]
ARTS. 34b, 347 y 348 LIBRO PRIMERO

no serlo, la protección de derecho común se impone en favor del hijo: éste podrá
oponer la prescripción ordinaria respecto de los bienes que posee en su calidad
de hijo de matrimonio aunque después se pruebe, mediante sentencia que no
lo es.

J.J. L. M.

ARTICULO 347. La acción que compete al hijo para reclamar su


estado, es imprescriptible para él y sus descendientes.

García Goyena (Concordancias, motivos y comentarios del código civil, espa-


ñol, México. 1881, t. 1, p. 107) nos indica que la severidad de las pruebas al
establecer la filiación legítima se compensa con la libertad de reclamarla en todo
tiempo: "La Ley, por honrar más al matrimonio, hace aquí una excepción a las
reglas generales sobre la prescripción". Efectivamente porque, aun cuando el
legislador establece términos de prescripción, en dos o en cinco años conforme
al a. 1159, fuera de los casos de excepción se necesita el lapso de diez años, con-
tados desde que una obligación pueda exigirse, para que se extinga el derecho de
pedir su cumplimiento. El legislador convierte la acción de reclamación de esta-
do en irnprescriptible para el hijo y sus descendientes, lo que significa que el
nieto, el biznieto, etc., pueden reclamar la acción de estado de hijo no sólo de su
padre sino también de su abuelo o bisabuelo.
El estado civil no está en comercio, no es enajenable y por lo tanto no puede
perderse por el transcurso del tiempo aun cuando el titular de dicho estado civil
haya fallecido, si han quedado descendientes y siempre que la acción se ejercite
con interés directo.

M.

ARTICULO 348. Los demás herederos del hijo podrán intentar la


acción de que trata el artículo anterior:
1. Si el hijo ha muerto antes de cumplir veintidós

años;
11.—Si el hijo cayó en demencia antes de cumplir los
veintidós arios y murió después en el mismo estado.

Fuera de los descendientes, los demás herederos de una persona no podrán


intentar la acción de reclamación de estado del hijo de matrimonio, sólo si el
hijo murió antes de cumplir veintidós años o cayó en demencia antes de esa edad
y murió depués en el mismo estado.
Si en el articulo anterior el legislador ha declarado imprescriptíble la acción
de reclamación de estado de hijo de matrimonio para el hijo y sus descendientes,

P181
III131 O Si-i'IIMO C. A [[O II AR [ 348. 349 y 150

en éste, se otorga un término de caducidad: si el hijo no intenta la acción dentro


de los cuatro años de su mayoría de edad o cayó en demencia antes de esa edad,
los herederos no podrían iniciar la acción, ésta habrá caducado. Se coloca un
término de caducidad por dos razones: porque no puede dejarse indefinida la
situación de un grupo familiar y porque en todo caso los intereses de los demás
herederos distintos de los del hijo y descendientes, serán en su gran mayoría
intereses puramente patrimoniales.

J.J.L.M.

ARTÍCULO 349. Los herederos podrán continuar la acción inten-


tada por el hijo a no ser que éste se hubiere desistido
formalmente de ella, o nada hubiere promovido judicial-
mente durante un año contado desde la última diligencia.
También podrán contestar toda demanda que tenga
por objeto disputarle la condición de hijo nacido de
matrimonio.

Como la acción de reclamación de estado de hijo de matrimonio es imprescripti-


ble para los hijos y sus descendientes, si éstos la hubiesen intentado, los demás
herederos podrán continuarla aun cuando el ejercicio de la acción se hubiese
iniciado después de la mayoría de edad, más cuatro años a que se refirió el
artículo anterior.
Esto es, no importa quién haya iniciado la acción de reclamación, el hijo o sus
descendientes, los demás herederos podrán continuar la misma a no ser que el
hijo hubiera desistido o no hubiere promovido en el juicio durante un año,
pues en ese caso el derecho de reclamación habría caducado.
Por la misma razón los herederos de una persona pueden contestar, por
conducto del albacea, a toda demanda que tuviere por objeto disputar al autor
de la sucesión la condición de hijo nacido de matrimonio, de cuya herencia son
causahabientes, pero no necesariamente por conducto del albacea, cada herede-
ro estaría legitimado para contestar la demanda que disputare la condición de
hijo de matrimonio al autor de la sucesión.

J.J.L.M.

ARTICULO 350. Los acreedores, legatarios y donatarios tendrán


los mismos derechos que a los herederos conceden los
artículos 348 y 349, si el hijo no dejó bienes suficientes
para pagarles.

La acción que se consagra en este artículo es un caso específico de acción

(249]
ARTS. 350, 351 y 352 LIBRO PRIMERO

subrogatoria. Los acreedores estarían legitimados para ejercer la acción de


reclamación de estado de hijo, que corresponde a su deudor o a sus descendien-
tes. En este caso la acción de reclamación tendría como finalidad que el crédito
se satisficiese sólo hasta su importe.
Mas la disposición que comentamos, otorga también el ejercicio de la acción
de reclamación en los términos de la ley, a los legatarios y donatarios, si el hijo
no tuvo bienes suficientes para pagarles.
En cualquiera de las hipótesis que hemos analizado no se exige que la
insolvencia sea fraudulenta pues basta que el hijo no deje bienes para cubrir los
adeudos.

J.J.L.M.

ARTÍCULO 351. Las acciones de que hablan los tres artículos que
preceden, prescriben a los cuatro años, contados desde el
fallecimiento del hijo.

Los herederos distintos a los descendientes, los acreedores legatarios y dona-


tarios de un hijo que no dejó bienes suficientes para pagarles, tienen la acción
de reclamación de estado de hijo del autor de la sucesión sujeto a un término de
cuatro atlas que se cuentan desde el fallecimiento del hijo.
La ley ha establecido un término de prescripción que debe ser relativamente
corto por la turbación que implica en una familia el ejercicio de una reclamación
de estado de hijo de matrimonio.

J.J.L.M.

ARTÍCULO 352. La posesión de hijo nacido de matrimonio no


puede perderse sino por sentencia ejecutoriada, la cual
admitirá los recursos que den las leyes, en los juicios de
mayor interés.

Hemos dicho que la posesión es una situación de hecho y que tiene un derecho el
que goza de él; en consecuencia, en atención al principio de que nadie puede
hacerse justicia por su propia mano, la posesión de hijo nacido de matrimonio
no puede perderse sino por sentencia ejecutoriada en la que se hubiere ejercido
la acción de desconocimiento de la paternidad, en los .casos y términos que
permite la ley.
El derecho no puede permitir un desorden que implique la pérdida de una

[2.50]

TITULO SEPTIMO/CAPITULOS II y 111 ARTS. 352, 353 y 354

posesión, sino que se ventila dicha pérdida a través de un juicio en donde se


escuche a los interesados y se les dé la oportunidad de defensa.

J.J.L.M.

ARTICULO 353. Si el que está en posesión de los derechos del


padre o de hijo fuere despojado de ellos o perturbado en
su ejercicio, sin que preceda sentencia por la cual deba
perderlos, podrá usar de las acciones que establecen las
leyes para que se le ampare o restituya en la posesión.

La posesión de los derechos de padre o de hijo se protegen contra los despojos o


perturbaciones mediante las acciones de recuperación o retención de la pose-
sión en la que se ven turbados.
La acción de recuperación de la posesión no se pierde por el hecho de que exista
un presunto despojo de la posesión de estado de hijo de matrimonio, que
hubiese durado más de un año. La acción de recuperación compete al que es
perturbado y la retención a quien es despojado y aun cuando el CPC señala
términos para el ejercicio de estas acciones, tales plazos son aplicables cuando la
acción que se ejerce tiene por objeto la defensa de un patrimonio y, especifica-
mente de un inmueble. Tratándose del estado civil, la acción de estado de hijo
es imprescriptible, por lo tanto, la de recuperación de la posesión o cesación de
turbaciones será imprescriptible para el hijo y sus descendientes.

J.J. L. M.

CAPITULO III
De la legitimación

ARTICULO 354. El matrimonio subsecuente de los padres hace


que se tengan como nacidos de matrimonio a los hijos
habidos antes de su celebración.

Si bien el código evita hablar de hijos legítimos para no hacer "discriminación"


con los hijos naturales, no pudo sustraerse de la denominación universalmente
admitida de esta figura jurídica que tiene sus orígenes en el derecho romano y
que se encuentra generalizada en el derecho actual por lo menos para los hijos de
padres que al tiempo de la concepción hubieran podido casarse.
El derecho mexicano va más allá y no exige el requisito de que los padres
hubieran podido casarse al momento de la concepción, ya que considera que no
es incumbencia de los hijos y de su estatus esta circunstancia cuando puede
favorecerlos esta figura.

12511
ARTS. 354, 355, 356 y 357 LIBRO PRIMERO

Tradicionalmente se considera que la legitimación pertenece a la vis atractiva


del matrimonio por una ficción se tienen como nacidos de matrimonio los hijos
legitimados por este matrimonio subsecuente de los padres.

F. V. E.

ARTÍCULO 355. Para que el hijo goce del derecho que le concede el
artículo que precede, los padres deben reconocerlo expre-
samente antes de la celebración del matrimonio, en el
acto mismo de celebrarlo o durante él, haciendo en todo
caso el reconocimiento ambos padres, junta o separada-
mente.

Los autores (entre ellos Rojina Villegas) hablan de una fusión de actos jurídicos
para que se dé la legitimación, no es el solo hecho de la celebración del matri-
monio lo que los legitima, sino la conjunción de la celebración del matrimonio
de los padres con el reconocimiento expreso antes de la celebración, o en el acto
mismo de ella, o bien durante el matrimonio.

F. V. E.

ARTÍCULO 356. Si el hijo fue reconocido por el padre y en su acta


de nacimiento consta el nombre de la madre, no se necesi-
ta reconocimiento expreso de ésta para que la legitima-
ción surta sus efectos legales. Tampoco se necesita reco-
nocimiento del padre, si ya se expresó el nombre de éste
en el acta de nacimiento.

La relación de filiación entre el hijo y la madre siempre es más estrecha que la


del padre, por eso no se exige reconocimiento expreso de su madre. Se considera
realizado el reconocimiento si en el acta de nacimiento se consignó el nombre de
los padres; en este caso el solo matrimonio producirá la legitimación.

F.V.E.

ARTICULO 357. Aunque el reconocimiento sea posterior, los hijos


adquieren todos sus derechos desde el día en que se
celebró el matrimonio de sus padres.

1252]
TIII,LOSEPLIMO.CAPII NO III AHTS. 357. 358 y 359

Por la fuerza atractiva del matrimonio los hijos adquieren todos sus derechos
desde el día en que se celebró el matrimonio de sus padres aunque el reconoci-
miento sea posterior.

F. V. E.

ARTÍCULO 358. Pueden gozar también de ese derecho que les


concede el articulo 354, los hijos que ya hayan fallecido al
celebrarse el matrimonio de sus padres, si dejaron descen-
dientes.

Los hijos que ya han fallecido al momento de celebrarse el matrimonio de los


padres pueden ser reconocidos si dejaron descendientes. Esto es de suma
importancia para los derechos hereditarios de la sucesión legítima o de la su-
cesión testamentaria, si se encuentra previsión al respecto. En este caso la
fuerza de la legitimación se proyecta sobre el tiempo y la existencia del ser
humano.

F.V.E.

ARTÍCULO 359. Pueden gozar también de ese derecho los hijos no


nacidos, si el padre al casarse declara que reconoce al hijo
de quien la mujer está encinta, o que lo reconoce si
aquélla estuviere encinta.

El artículo se refiere más precisamente a los hijos no nacidos, a los hijos


concebidos, que pueden nacer dentro de los primeros 180 días, contados desde
la celebración del matrimonio y para los que cabe el desconocimiento paterno
(aa.22, 328 y 324 fr. 1).

Para esta declaración no se necesita estar cierto de la concepción del hijo, es


por ello que el legislador habla de hijos no nacidos, pero no se trata de un
derecho sin sujeto por inexistencia de persona, sino de un derecho que tiene la
persona del concebido.

F.V.E.

1253]
ARTS. 360 y 361 I IRRO PRIMERO

CAPITULO IV
Del reconocimiento de los hijos nacidos
fuera del matrimonio

ARTICULO 360. La filiación de los hijos nacidos fuera del matri-


monio resulta, con relación a la madre, del sólo hecho del
nacimiento. Respecto del padre sólo se establece por el
reconocimiento voluntario o por una sentencia que de-
clare la paternidad.

Por la naturaleza misma de las cosas, son distintos los criterios que observa el
legislador en la determinación legal de la filiación paterna y materna de los hijos
habidos fuera de matrimonio.
Respecto de la madre, la filiación resulta del solo hecho del nacimiento. En
cuanto al padre, sólo se establece por el reconocimiento voluntario o por
sentencia judicial declarativa de la paternidad.
El proceso biológico de la maternidad es un hecho real que se manifiesta
objetivamente, durante todo su período evolutivo, mediante signos perfecta-
mente acreditables. En cambio la paternidad es un hecho que no puede probarse
objetivamente y para determinarla, el legislador ha debido valerse, en ciertos
casos, de presunciones para declarar judicialmente la paternidad, cuando el
progenitor no reconoce voluntariamente a su hijo.
El a. 360 consagra un principio que es propio y exclusivo de la legislación
mexicana, sin los matices que le atribuyen ordenamientos similares de otros
países. Acreditado el parto y la identidad del hijo queda establecida la filiación
de éste con respecto a su madre.
Cuando la mujer da cumplimiento a las obligaciones que le impone el a. 60, de
hecho está confesando la existencia del parto, su propia maternidad y la
identidad de su hijo, con lo cual queda de pleno derecho constituida o configura-
da la filiación.

L.C. P.

ARTICULO 361. Pueden reconocer a sus hijos, los que tengan la


edad exigida para contraer matrimonio, más la edad del
hijo que va a ser reconocido.

La edad legalmente exigida para contraer matrimonio la señala el a. 148 y es de


dieciséis años cumplidos en el hombre y de catorce en la mujer. Pero no basta
con tener edad para contraer matrimonio, es necesario agregar a ella la del hijo.
que se va a reconocer.

[2541
F HUI O SEPTRIO CAPITULO IV .AR 1.1; 161 y 162

Excepcionalmente el a. 148, permite mediante dispensa el matrimonio de


menores de esa edad.
.C.P.

ART1CULO 362. El menor de edad no puede reconocer a un hijo sin


el consentimiento del que o de los que ejerzan sobre él la
patria potestad, o de la persona bajo cuya tutela se en-
cuentre, o a falta de ésta, sin la autorización judicial.

Para que el menor de edad pueda reconocer a un hijo habido fuera de matrimo-
nio debe obtener la autorización de las personas que ejercen sobre él la patria
potestad. Si el menor se encuentra sujeto a tutela debe autorizarlo el tutor.
Conforme a lo dispuesto en la fr. V del a. 537. "El tutor está obligado a
representar al incapacitado en juicio y fuera de él en todos los actos civiles, con
excepción del matrimonio, del reconocimiento de hijos, del testamento y de
otros estrictamente personales".
El tutor en esos actos no representa al pupilo, pero según los aa. 149 y 362
debe autorizarle para su celebración y ulterior validez.
Es oportuno recordar, que el a. 44 permite la realización de esos actos por
medio de apoderados, siempre que sus mandatos se otorguen en la forma que
esa disposición señala.
A falta de representantes legales del menor, la autorización para el reconoci-
miento debe darla el juez.
La SCJ N en una ejecutoria que aparece publicada en el Apéndice del SJ F del
año 1975, en la p. 629, resolvió en lo pertinente: "el consentimiento del tutor se
ha establecido en beneficio del menor y no en su perjuicio, por lo que, de no estar
satisfechos esos requisitos legales, no se sigue que el menor deba perder los
derechos que derivan de su reconocimiento y sólo corresponde a éste impugnar-
lo si le perjudicare".
Disponen los aa. 415 y 416 que los progenitores que reconocen a un hijo fuera
del matrimonio, ejercerán sobre él la patria potestad. ¿Puede el menor de edad
ejercer ese cargo si carece de capacidad para actuar por sí mismo?
Sería una buena solución para el ejercicio sin tropiezos de la patria potestad,
conferir la calidad jurídica de emancipado al menor de edad que reconoce a un
hijo habido fuera del matrimonio, al igual que lo ha hecho el a. 435 para otros
fines.
Este caso ha sido resuelto por el a. 157 del CC español, en la siguiente forma:
"El menor no emancipado ejercerá la patria potestad sobre sus hijos con la
asistencia de sus padres y, a falta de ambos, de su tutor; en caso de desacuerdo o
imposibilidad, con la del juez".

L.C. P.

1255i
ARTS. 363 y 364 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 363. El reconocimiento hecho por un menor es anula-


ble si prueba que sufrió error o engaño al hacerlo, pudien-
do intentar la acción hasta cuatro años después de la
mayor edad.

Este artículo fue modificado el 17 de enero de 1970, el texto anterior era el


siguiente: "No obstante, el reconocimiento hecho por un menor es revocable si
prueba que sufrió engaño al hacerlo, pudiendo intentar la revocación hasta
cuatro años después de la mayor edad".
Originariamente se autorizaba al menor para revocar el reconocimiento si
acreditaba que sufrió engaño al hacerlo, contrariando el principio general
consagrado en el a. 367, según el cual, el "reconocimiento no es revocable por el
que lo hizo".
La actual redacción se encuentra de acuerdo con los principios legales que
rigen la teoría de las nulidades, pues si el engaño y el error fueron factores
determinantes del reconocimiento, la voluntad expresada en ese acto nació
viciada y el acto sería en tal caso susceptible de anulación y no de revocación.
Los actos revocables, dice el maestro Rojina Villegas,

son aquellos que a pesar de haberse realizado, como el testamento, en


cualquier momento se les puede dejar sin efecto. Pero los actos irrevoca-
bles como el reconocimiento, pueden ser nulos por haberse obtenido por
error, engaño, violencia o por ser incapaz el que reconozca. De ahí la
posibilidad de que se pueda, después, a través del juicio de nulidad
demostrar que hubo error, engaño, violencia o que quien reconoció era
incapaz. En consecuencia, a pesar de que el reconocimiento sea irrevoca-
ble, estará afectado de una nulidad relativa que hará valer el interesado.
(Derecho civil mexicano. "derecho de la familia", 4a. ed. t. El, p. 750).

Si bien la nulidad puede invocarse de acuerdo a las normas generales, el a. 363


la refiere en forma particular a los menores que por error o engaño hicieron el
reconocimiento y les señala un plazo especial para el ejercicio de la acción de
nulidad.

ARTÍCULO 364. Puede reconocerse al hijo que no ha nacido y al


que ha muerto si ha dejado descendencia.

Comprende esta disposición dos situaciones muy singulares: el reconocimiento


de un hijo que aún no ha nacido y el del hijo que ya ha muerto. Jurídicamente no
son personas por disponerlo así, los aa. 22 y 337. El primero de ellos considera
que la capacidad jurídica de las personas físicas se adquiere por el nacimiento y se

[256]
I I I 111.0 SEPTIMO API 1 10 iV ARTS 364. 365 y 366

pierde por la muerte. EL segundo señala el instante en que se reputa nacido el


feto.
Sin embargo el a. 22 considera que desde el momento de la concepción entra
el futuro ser bajo la protección de la ley y se le tiene por nacido para los efectos
que el código señala.
Por estas razones el legislador permite que pueda reconocerse al hijo que aún
no ha nacido.
El hijo fallecido sólo podrá ser reconocido cuando hubiere dejado descen-
dencia.
No especifica el legislador ni señala quiénes deben otorgar las autorizaciones
para estos reconocimientos. Posiblemente los aa. 358 y 359 que confieren
facultades similares, pueden servir de base para aclarar estos conceptos a los que
en forma tan lacónica alude el artículo que se comenta.
El reconocimiento podrá efectuarse por alguno de los medios que señala el
a.369, en lo que les fuere aplicable.

L.C. P.

ARTÍCULO 365. Los padres pueden reconocer a su hijo conjunta o


separadamente.

Hay ocasiones en que no pueden los progenitores reconocer conjuntamente al


hijo, como ocurre en los casos de adulterio o cuando se reconoce el hijo por
testamento.
En relación con la disposición que se comenta es necesario especificar, que
según el a.360, la madre no necesita reconocer formalmente al hijo, pues la
filiación en lo referente a ella resulta del solo hecho del nacimiento.
Acreditado el alumbramiento y la identidad del hijo, la filiación y sus efectos
se retrotraen a la fecha del parto, siendo por lo tanto prioritarios a cualquier
reconocimiento posterior que haga el padre.
La autorización de la madre para el reconocimiento que haga posteriormente
el padre, puede ser necesaria en virtud de lo que establece el a. 379.

L.C.P.

ARTÍCULO 366. Fi reconocimiento hecho por uno de los padres,


produce efectos respecto de él y no respecto del otro
progenitor.

En varios artículos el CC reitera este principio, que limita los efectos del
reconocimiento sólo al progenitor que lo hace.
Así por ejemplo: los aa. 60 y 360 prohiben que en el acta de nacimiento del

[2571

ARTS. 366, 367 y 368 LIBRO PRIMERO

hijo, aparezca el nombre del padre si éste no lo solicita. Los aa. 62, 63 y 374 no
permiten que en esa acta figure el nombre del padre o de la madre cuando se
trata de reconocimiento de los hijos concebidos en adulterio. Los aa. 370 y 371
impiden que el padre o la madre que reconocen separadamente al hijo revelen en
ese acto el nombre de la persona con quien fue habido y sancionan a los funcio-
narios que no acaten esta prohibición.

L.C.P.

ARTÍCULO 367. El reconocimiento no es revocable por el que lo


hizo, y si se ha hecho en testamento, cuando éste se revo-
que, no se tiene por revocado el reconocimiento.

El reconocimiento hecho en cualquiera de las formas que señala el a. 369, no


puede revocarse una vez que se ha hecho.
De acuerdo con lo establecido en los aa. 367, 470, 472, 475, 481, 1295, 1378,
1379, 1600, entre otros, los testamentos no sólo pueden contener disposición de
bienes e institución de herederos o legatarios, sino también declaraciones y cum-
plimiento de deberes. En consecuencia, puede en un testamento reconocerse a
un hijo, como lo señala el artículo que se comenta y que reafirma la fr. IV del
a. 369.
Si el reconocimiento se ha hecho en un testamento que después se revoca, no
queda sin efecto el reconocimiento.
Se discute si puede el hijo reconocido en un testamento público abierto, que es
posteriormente revocado, demandar en vida del testador el pago de una pensión
alimenticia. (Véase el comentario al a. 80.)

L. C. P.

ARTICULO 368. El Ministerio Público tendrá acción contradicto-


ria del reconocimiento de un menor de edad, cuando se
hubiere efectuado en perjuicio del menor.
La misma acción tendrá el progenitor que reclame para
sí tal carácter con exclusión de quien hubiere hecho el
reconocimiento indebidamente o para el solo efecto de la
exclusión.
El tercero afectado por obligaciones derivadas del re-
conocimiento ilegalmente efectuado podrá contradecirlo
en vía de excepción.
En ningún caso procede impugnar el reconocimiento

[258]

TITULO SEPTIMO CAPITULO IV ARTS. Sibli y M19

por causa de herencia para privar de ella al menor reco-


nocido.

El reconocimiento de un menor de edad puede ser impugnado;


Opor el MP
Opor el progenitor y
c) por un tercero.
El MP puede contradecir el reconocimiento si perjudica al menor. No especi-
fica la ley si la acción debe ejercitarse sólo en contra de quienes hubieren hecho
el reconocimiento indebido o también en contra de los verdaderos progenitores.
Tampoco señala la naturaleza de los perjuicios que puede sufrir el menor con el
reconocimiento.
Es de advertir que en casos similares, el legislador no ha privado de su estado
civil al reconocido sino que ha impuesto otras sanciones, como puede observar-
se del supuesto que señala el a. 1623.
El verdadero progenitor puede impugnar el reconocimiento indebido que
hubiere hecho un tercero y reclamar para sí el carácter de progenitor.
Los reconocimientos ilegalmente efectuados pueden contradecirse por vía de
excepción por terceros que se vean afectados por obligaciones derivadas del
reconocimiento.
La ley prohibe impugnar el reconocimiento por causa de herencia, cuando la
acción tiene por objeto privar de ella al menor reconocido.
De conformidad con lo establecido en los aa. 24 y 422 del CPC del DF en los
juicios sobre el estado civil, las sentencias que se dicten afectan aun a los que no
han litigado.

L.C. P.

ARTICULO 369. El reconocimiento de un hijo nacido fuera del


matrimonio, deberá hacerse de alguno de los modos
siguientes:
1. En la partida de nacimiento, ante el Juez del Regis-

tro Civil;
II.--Por acta especial ante el mismo juez;
III.—Por escritura pública;
IV.—Por testamento;
V.---Por confesión judicial directa y expresa.

El reconocimiento es un acto solemne y sólo deberá hacerse por alguno de los


cinco modos que señala el a. 369, que contiene una enumeración taxativa y no
simplemente enunciativa o por vía de ejemplo. Habría sido de esta última
especie si en vez de emplear este artículo la voz "deberá" en el encabezamiento,

1259]
ART. 369 LIBRO PRIMERO

hubiere usado la expresión "podrá". Taxativa, según el diccionario de la lengua


viene del latín taxa turn, supino de taxare. tasar, limitar "Que limitar circunscribe
y reduce un caso a determinadas circunstancias".
1. Reconocimiento efectuado en la partida de nacimiento ante 'el juez del
registro civil. El a. 77 establece que si la madre o el padre de un hijo nacido fuera
de matrimonio o ambos, lo presentan para que se registre su nacimiento, el acta
surtirá todos los efectos del reconocimiento legal. Este mismo principio lo
reiteran los aa. 356 y 369 fr. 1.
La SCJN, en una ejecutoria que aparece publicada en el Informe de 1977,
bajo el número 148 de la p. 135, resolvió:

El hecho de que el propio padre del hijo natural lo haya presentado ante
el oficial del Registro Civil para que se asentara su nacimiento, lleva
implícito su reconocimiento de tal por su progenitor y, en consecuencia.
el acta de nacimiento relativa surte todos los efectos del reconocimiento
legal en los términos de los artículos 77 y 260 fracción I del Codigo Civil
para el Estado de Guerrero. No obsta a lo anterior, el que el acta de
nacimiento cuya nulidad se solicita no contenga la firma del presunto
padre, toda vez que esa circunstancia no implica en manera alguna la
nulidad de dicha acta por no ser un elemento substancial de la misma.
(Unanimidad de 4 votos).

II. Reconocimiento efectuado por acta especial ante el mismo juez. El proce-
dimiento aplicable se encuentra consignado en el a. 78. Este reconocimiento
procede cuando ya ha sido registrado el nacimiento y se hará mención de él en
dicha acta. Si se hiciere en oficina distinta de aquella en que se levantó el acta de
nacimiento, se le enviará al encargado de ella, copia del reconocimiento. Así lo
establecen los aa. 82 y 83.
III. Reconocimiento hecho en escritura pública, debe hacerse ante notario.
La LN para el DF, de 8 de enero de 1980, en los aa. 60 y siguientes, especifica las
características de toda escritura pública. El reconocimiento no puede hacerse
por instrumento privado.
En cualquiera de los tres casos que señalan las frs. I, 11 y III del artículo que se
comenta, el reconocimiento puede hacerse personalmente por los progenitores
o por medio de mandatarios, siempre que reúnan los requisitos que señala -a
a. 44.
IV. Reconocimiento hecho en testamento. El reconocimiento puede hacerse
también en un testamento y si éste se revoca, no se tiene por revocado el
reconocimiento según el a. 367.
V. Por último el reconocimiento puede hacerse por confesión judicial directa
y expresa. La SCJN en una ejecutoria que aparece publicada en el Informe de
1979, bajo el número 61 de la p. 52, resolvió en su parte pertinente:

que la confesión de que se viene hablando por haber sido aceptada en el


escrito de contestación de la demanda que inició el juicio que dio motivo a

12601
TITULO SEPTINIO/CAll MI O IV ARTS_ 369, 1170 y 37L

la sentencia ad quem, obviamente es una confesión que hace prueba plena,


deduciéndose que en el reconocimiento de la hija se llenó la exigencia de
la fracción V del artículo 351 del Código Civil del Estado de México. No
es óbice a lo anterior que el demandado al ratificar ante juez competente,
haya agregado que firmó el acta que contiene su confesión, "por medio de
coacción física y moral", esto es, por haber sido privado ilegalmente de su
libertad, pues sobre tales hechos nada demostró en el juicio natural, ya
que a ese efecto, ni siquiera aportó prueba alguna. (Unanimidad de 4
votos).
L.C.P.

ARTICULO 370. Cuando el padre o la madre reconozcan separa-


damente a un hijo, no podrá revelar en el acto del recono-
cimiento el nombre de la persona con quien fue habido, ni
exponer ninguna circunstancia por donde aquélla pueda
ser identificada. Las palabras que contengan la revela-
ción, se testarán de oficio, de modo que queden absoluta-
mente ilegibles.
Disposiciones similares a ésta se encuentran en varios artículos del CC.
Establece el a. 60 que en el acta de nacimiento del hijo no podrá constar el
nombre del padre si no lo solicita él directamente. El a. 69 prohibe al juez del
registro civil y a los testigos, hacer inquisición sobre la paternidad. El a. 360
dispone que la filiación con respecto al padre sólo se establece por el reconoci-
miento voluntario o por sentencia que declare la paternidad. Por fin, el a. 366
dispone que el reconocimiento sólo produce efectos con respecto al progenitor
que lo hace.
En una ejecutoria de la SCJN que aparece publicada en el Informe de 1980,
bajo el número 5 de la p. 5 se ordenó eliminar de un acta de nacimiento ciertas
expresiones que no debían figurar en ella. Es interesante esta ejecutoria, aun
cuando no se refiere al caso específico que se comenta, en su parte pertinente se
expresa: "...debe especificarse que al testarse las palabras 'su esposa' deben
quedar absolutamente ilegibles y sin que en la anotación marginal correspon-
diente se haga alusión alguna a las mismas, esto es, de modo que no sea posible
desprender en forma alguna la materia de la rectificación..."

L.C. P.

ARTÍCULO 371. El Juez del Registro Civil, el juez de primera


instancia en su caso, y el notario que consienta en la
violación del articulo que precede, serán castigados con
la pena de destitución de empleo e inhabilitación para
desempeñar otro por un término que no baje de dos ni
exceda de cinco arios.

12611

ARTS 371. 372. 373 y 374 LIBRO PRIMERO

El juez del registro civil puede ser destituido del empleo si consiente en la
violación del artículo anterior. Se le apercibe con igual sanción en los aa. 37,42,
46 y 112, si ejecuta los hechos que en dichas disposiciones se indican.
También se apercibe al juez de primera instancia con igual sanción, cuando
dejare constancia en autos del nombre del otro progenitor en las diligencias de
reconocimiento judicial del hijo.
La misma pena podrá aplicarse a los notarios que hayan intervenido en los
reconocimientos hechos por escritura pública o testamentos abiertos.

L.C.P.

ARTÍCULO 372. El cónyuge podrá reconocer al hijo habido antes


de su matrimonio sin el consentimiento del otro cónyuge;
pero no tendrá derecho a llevarlo a vivir a la habitación
conyugal si no es con la anuencia expresa de éste.

El cónyuge está facultado para reconocer libremente al hijo habido antes de su


matrimonio. Sin embargo no puede incorporarlo a su nueva familia sino con la
anuencia expresa de su cónyuge.
No existe igual limitación con respecto a los hijos de los divorciados, de los
nacidos dentro de un matrimonio que es posteriormente anulado, ni de los hijos
adoptivos, a ellos no se les priva de un hogar.
La negativa a admitir a estos hijos en la habitación conyugal puede traer
consigo varias consecuencias de orden legal tales como: privar al progenitor de
la custodia del hijo (aa. 380 y 381); obligarle a pagar en dinero las pensiones
alimenticias que se decreten en su contra (aa. 309 y 310). En cuanto al ejercicio
de la patria potestad será necesario considerar lo que disponen los aa. 415, 416
y 445. La madre no podrá autorizar a su hijo para contraer matrimonio si no
vive con ella (a. 149).

L.C. P.
ARTÍCULO 373. Derogado.

ARTÍCULO 374. El hijo de una mujer casada no podrá ser recono-


cido como hijo por otro hombre distinto del marido, sino
cuando éste lo haya desconocido, y por sentencia ejecuto-
ria se haya declarado que no es hijo suyo.

Del rígido tenor de esta disposición pareciera desprenderse que la prohibición


que establece es categórica y excluyente y que sólo podría reconocer a ese hijo
otro hombre distinto del marido, cuando éste lo hubiere desconocido y por
sentencia ejecutoria se hubiere declarado que no es hijo suyo.

12621
TITULO SEPTIMOCAPITULO IV ARTS. 374 y 375

Sin embargo. los aa. 62 y 63 aclaran estos conceptos al disponer que la pro-
hibición subsiste cuando marido y mujer viven juntos. Argumentando a con-
traiio sensu: si viven separados, podría un tercero, distinto del marido, recono-
cer a ese hijo como suyo. Así lo ha entendido la SCJIV en una ejecutoria que
aparece publicada en el Apéndice de 1975 del SJF. en la p. 640 que dice al res-
pecto:

Es indudable que el artículo 374 del Código Civil, que establece que el
hijo de una mujer casada no podrá ser reconocido como hijo por otro
hombre distinto del marido, sino cuando éste lo haya desconocido, y por
sentencia ejecutoria se haya declarado que no es hijo suyo, contiene una
disposición de orden público pero no en términos tan amplios y absolutos
que no admita excepción, pues es evidente que si el fundamento filosófi-
co, la ratio legis, de tal artículo, no puede ser otro que el muy loable de
evitar el desquiciamiento de la familia, frente a este fin de orden superior,
nuestro legislador no puede pasar por alto la circunstancia impuesta por
la realidad, de que una mujer casada que no vive con su marido puede
procrear un hijo con un hombre distinto ya cuyo hijo no podrá negársele
el derecho de ser reconocido por su verdadero padre, siendo precisamente
por ello que el artículo 63 del Código Civil dispone que cuando el hijo
nazca de mujer casada que viva con su marido (cuando no viva con él, sí
podrá ser reconocido el hijo por su verdadero padre), en ningún caso ni a
petición de persona alguna podrá el oficial del registro civil asentar como
padre a otro que no sea el marido, salvo que éste haya desconocido el hijo
y exista sentencia ejecutoria que así lo declare. Por tal motivo, armoni-
zando los comentados preceptos con el artículo 62 del mismo código, el
hijo de una mujer casada sí podrá ser reconocido por otro hombre
distinto del marido, cuando aquélla no viva con éste, pues el temor al
escándalo que el reconocimiento podría entrañar y que es la razón de la
prohibición, ya no puede existir, si se tiene en cuenta que en todo caso el
escándalo se produjo con la separación misma de los cónyuges. (U na ni-
midad de 5 votos).

L.C.P.

ARTÍCULO 375. El hijo mayor de edad no puede ser reconocido sin


su consentimiento, ni el menor sin el de su tutor si lo tiene,
o el del tutor que el juez le nombrará especialmente para
el caso.

El mayor de edad no puede ser reconocido sin su consentimiento, dice el a. 375.


Ya había establecido una disposición similar el a. 79.

12631
ARTS. 375 y 376 LIBRO PRIMERO

El menor de edad necesita del consentimiento del tutor si lo tiene o de un tutor


ad hoc que el juez le nombrará especialmente para el caso.
La aceptación del reconocimiento que haga el tutor, actuando en nombre y
representación del menor, producirá de pleno derecho la extinción de la tutela,
pues desde ese mismo instante el reconocido quedará sujeto a la patria potestad
de su progenitor, según lo disponen los aa. 415, 416 y 602 fr. II.
La SCJN en una ejecutoria que aparece publicada ene! Informe de 1977, bajo
el núm. 115 de la p. 114 ha resuelto que:

La comparecencia del tutor al acto del reconocimiento sólo la exige la ley


para proteger los intereses del menor, de tal manera que la omisión de
dicho requisito no puede acarrear la nulidad del reconocimiento cuando
el acto es en beneficio del hijo, porque con ello, lejos de proteger los
intereses del reconocido se le afectaría por una omisión que ni siquiera le
es imputable y que, por lo mismo, no se le puede parar perjuicio, razón
por la cual sólo a él le corresponderá impugnar el acto si considera que le
causó agravio, lo que deberá hacer en el tiempo y término que señala el
articulo 320 del Código Civil para el Estado de Oaxaca.

En el Apéndice del SJ F correspondiente a los años 1917-1975 en la p. 629,


aparece publicada la jurispruedencia obligatoria núm. 203 que en su parte
pertinente dice:

...tampoco es motivo para considerar nulo o anulable el acto de la


presentación, el hecho de que el menor tenga el carácter de hijo natural
por no ser casados sus padres y no haber intervenido su tutor, porque el
consentimiento del tutor se ha establecido en beneficio del menor y no en
su perjuicio, por lo que de no estar satisfechos esos requisitos legales, no
se sigue que el menor deba perder los derechos que derivan de su recono-
cimiento y sólo corresponde a éste impugnarlo, si le perjudicare.

L.C.P.

ARTÍCULO 376. Si el hijo reconocido es menor, puede reclamar


contra del reconocimiento cuando llegue a la mayor edad.

La ley no señala la forma de hacer esta reclamación ni sus efectos. No indica si es


necesario invocar causales específicas o basta simplemente con manifestar la
inconformidad con el reconocimiento para que éste quede sin efecto.
Al parecer, ésta debiera ser la solución porque el legislador en varias disposi-
ciones protege a los hijos de reconocimientos no deseados, que en vez de
beneficiarles les perjudique como ocurre en el caso que contempla el a. 1623.
A los mayores de edad, la ley les da la oportunidad de rechazar el reconoci-

[2641
FIT(ILO SE Pl IMO CAPITULO IV ARTS. 376 y 377

miento; en cambio a los menores no les otorga igual derecho y les deja sujetos al
arbitrio del tutor. De allí que parezca lógico que la ley les otorgue en el artículo
que se comenta, la oportunidad de desconocer el reconocimiento de que fueron
objeto durante su incapacidad. Una disposición similar contiene el a. 394
respecto de la adopción.

ARTÍCULO 377. El término para deducir esta acción será de dos


años, que comenzarán a correr_ desde que el hijo sea
mayor de edad, si antes de serlo tuvo noticia del reconoci-
miento; y si no la tenía, desde la fecha en que la adquirió.

El reconocimiento trae consigo consecuencias de derecho que es difícil ocultar;


tales como el ejercicio de la patria potestad o la custodia del hijo que se
reconoce.
El legislador considera la posibilidad de que el hijo pueda ignorar el reconoci-
miento cuando ha sido durante su minoridad, puesto que si es mayor de edad al
ser reconocido, el a. 375 exige perentoriamente su consentimiento para que
adquiera eficacia jurídica el acto.
La disposición contenida en este precepto se refiere pues a los menores de
edad reconocidos aun con el consentimiento del tutor, si el reconocimiento les
causa perjuicio, caso en el cual podrán reclamar contra él (impugnarlo) según se
desprende de la tesis sustentada en la siguiente ejecutoria de la Tercera Sala
de la SCJN:

Reconocimiento de hijo natural menor de edad. Es válido el que se hace


aun cuando no se exprese el consentimiento del tutor. (Veracruz). Aun
cuando es cierto que el artículo 303 del Código Civil del Estado de
Veracruz dispone que el menor de edad no puede ser reconocido sin el
consentimiento de su tutor, si lo tiene, o el de tutor que el juez le nombre
especialmente para el caso, la omisión de hacer tal designación no priva a
los menores de su calidad de hijos naturales reconocidos, aun cuando se
haya manifestado que se trataba de hijos legítimos, pues tal circunstancia
al no serles imputable no puede pararles perjuicio. La comparecencia del
tutor sólo se exige para proteger los intereses del menor, de suerte que la
omisión de tal requisito no puede invalidar el reconocimiento en cuanto
lo beneficia y sólo podrá impugnarlo si le perjudica.

Dispone el artículo que se comenta que dentro del plazo que allí se señala
deberá "deducirse la acción". Ello nos lleva a la conclusión que será necesario
promover un juicio contradictorio con lo cual se hará ilusorio el derecho que
otorga al reclamante el a. 366 si el juez en definitiva no acoge su reclamación.

L.C.P.

1265]

ARTS 378 y 379 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 378. La mujer que cuida o ha cuidado de la lactancia


de un niño, a quien le ha dado su nombre o permitido que
lo lleve; que públicamente lo ha presentado como hijo
suyo y ha proveído a su educación y subsistencia, podrá
contradecir el reconocimiento que un hombre haya he-
cho o pretenda hacer de ese niño. En este caso, no se le
podrá separar de su lado, a menos que consienta en
entregarlo o que fuere obligada a hacer la entrega por
sentencia ejecutoriada. El término para contradecir el
reconocimiento será el de sesenta días, contados desde
que tuvo conocimiento de él.

No se trata de la madre, a ella se refiere el artículo siguiente.


Es un caso típico de prohijamiento de un niño ajeno, nacido fuera de
matrimonio.
La mujer que lo ha prohijado debe: a) cuidar o haber cuidado de la lactancia
del niño; h) haberle dado su nombre o permitido que lo lleve; c) haberlo
presentado públicamente como hijo suyo y ril) haber proveído a su educación y
subsistencia.
Si se reúnen estos requisitos, la mujer puede contradecir el reconocimiento
que un hombre hubiere hecho o pretenda hacer de ese niño. El término para
contradecir el reconocimiento será de sesenta días que se contarán desde que la
mujer tuvo conocimiento de él.
Si entabla la acción contradiciendo el reconocimiento, no podrá separarse al
niño del lado de la mujer que lo ha prohijado, a menos que ella consienta en
entregarlo o que fuera obligada a entregarlo por sentencia ejecutoriada.
La prueba de la paternidad de un hijo nacido fuera de matrimonio es difícil,
porque no existen medios científicos adecuados para acreditarla.

L.C.P.

ARTÍCULO 379. Cuando la madre contradiga el reconocimiento


hecho sin su consentimiento, quedará aquél sin efecto, y
la cuestión relativa a la paternidad se resolverá en el juicio
contradictorio correspondiente.

La familia constituida al margen del matrimonio generalmente se forma en


torno a la madre. De allí que en algunas legislaciones se le otorgue a ella la
patria potestad sobre los hijos, en forma exclusiva.
El a. 379 en el fondo le reconoce a la madre su carácter de jefe de esta familia

12661
TITULO SEPTINIO,CAPI FIJI .0 IV ARTS. 379, 3110 y 381

extramatrimonial al conferirle la facultad de contradecir el reconocimiento que


algún varón hiciere de sus hijos sin su consentimiento.
Si la madre contradice el reconocimiento, éste quedará sin efecto, y el
problema relativo a la paternidad se resolverá en un juicio contradictorio.

L.C. P.

ARTÍCULO 380. Cuando el padre y la madre que no vivan juntos


reconozcan al hijo en el mismo acto, convendrán cuál de
los dos ejercerá su custodia; y en caso de que no lo
hicieren, el Juez de lo Familiar del lugar, oyendo a los
padres y al Ministerio Público resolverá lo que creyere
más conveniente a los intereses del menor.

Los progenitores de los hijos habidos fuera de matrimonio pueden vivir juntos o
separados.
Si viven juntos, el a. 415 resuelve todo lo relacionado con la patria potestad y
la custodia de los hijos. Si viven separados, el a. 416 dispone que la patria
potestad la ejercen ambos progenitores, en tanto que los aa. 380 y 381 señalan a
quién de ellos corresponde su custodia.
La patria potestad comprende: la representación del hijo; la administración
de sus bienes y, el cuidado personal del menor, o sea su custodia. La custodia es
pues, uno de los elementos de la patria potestad y a ella se refieren, entre otros,
los aa. 259, 260, 380, 381, 413 y 423.
Si los padres viven separados, por razones obvias, sólo uno de ellos podrá
hacerse cargo de la custodia del hijo y el a. 380 que se comenta es el llamado a
resolver a cuál de ambos progenitores le corresponderá su ejercicio cuando han
reconocido al hijo en el mismo acto.
Originariamente el a. 380 se refería a la patria potestad de los hijos habidos
fuera de matrimonio cuando los padres vivían separados pero por reforma
publicada en el DO de 24 de marzo de 1971, se reemplazó en este artículo la frase
"patria potestad" por la expresión "custodia".
El artículo que se comenta, dispone que si los padres que viven juntos
reconocen al hijo en el mismo acto, convendrán cuál de los dos ejercerá la
custodia y en caso que no lo hicieren, resolverá el juez de lo familiar, oyendo a
los padres y al M P.

L.C.P.

ARTÍCULO 381. En caso de que el reconocimiento se efectúe


sucesivamente por los padres que no viven juntos, ejer-
cerá la custodia el que primero hubiere reconocido, sal-

[2671
ARTS 381 y 382 LIBRO PRIMERO

vo que se conviniere otra cosa entre los padres, y siempre


que el Juez de lo Familiar del lugar no creyere necesario
modificar el convenio por causa grave, con audiencia de
los interesados y del Ministerio Público.

De la misma manera que el a. 380, el a. 381 se refería a la patria potestad, pero la


reforma publicada en el DO de 24 de marzo de 1971 reemplazó la frase "patria
potestad" por la expresión "custodia".
Si los progenitores que no viven juntos reconocieron separadamente a sus
hijos, ejercerá la custodia el que primero los haya reconocido, que generalmente
es la mujer en virtud de lo establecido en el a. 360.
Sin embargo, los padres pueden convenir otra cosa, pero el juez de lo familiar,
podrá modificar ese convenio por causa grave con audiencia de los interesados y
del M P.

L.C. P.

ARTÍCULO 382. La investigación de la paternidad de los hijos


nacidos fuera de matrimonio, está permitida:
I.—En los casos de rapto, estupro o violación, cuando
la época del delito coincida con la de la concepción;
II.—Cuando el hijo se encuentre en posesión de estado
de hijo del presunto padre;
111.—Cuando el hijo haya sido concebido durante el
tiempo en que la madre habitaba bajo el mismo techo con
el pretendido padre, viviendo maritablemente;
IV.—Cuando el hijo tenga a su favor un principio de
prueba contra del pretendido padre.

En la legislación mexicana no existe un sistema de libertad absoluta en la


investigación de la paternidad. Sólo se admite en los cuatro casos que enumera
el artículo que se comenta.
No existen medios científicos adecuados para acreditar la paternidad. Los
medios de prueba que puedan aportarse en el proceso de investigación, es difícil
que reúnan los requisitos que la ley exige para dar por plenamente probado un
hecho. De allí que el legislador al autorizar la investigación de la paternidad, ha
debido recurrir nuevamente al sistema de presunciones para facilitar su prueba.
El a. 382 permite la investigación de la paternidad:
I. En los casos de rapto, estupro o violación, cuando la época del delito
coincida con el de la concepción.
La fr. I contempla en verdad tres casos distintos: el rapto, el estupro y la

[268]
TITULO SEPTIM110/ CARVI ULO IV ARTS. 382 y 383

violación. Presume el legislador que si la época en que se cometió cualquiera de


estos tres delitos coincide con el de la concepción, deberá atribuirse la paterni-
dad del hijo que hubiere nacido, al autor del hecho punible.
11. Cuando el hijo se encuentre en posesión de estado de hijo del presunto
padre. El a. 384 se encarga de señalar el alcance que el legislador atribuye a esta
figura jurídica. (Véase al respecto el comentario a dicho artículo).
III. Cuando el hijo haya sido concebido durante el tiempo en que la madre
habitaba bajo el mismo techo con el pretendido padre, viviendo rnaritablemen-
te. Aquí recurre nuevamente el legislador al sistema de presunciones. Estas
permiten atribuir la paternidad al concubinario cuando se reúnen los diversos
elementos que señala el a. 383.
IV. Cuando el hijo tenga a su favor un principio de prueba contra el pretendi-
do padre. No se requiere de un principio de prueba por escrito como lo exigen
los aa. 328 fr. 1 y 341, en los casos que ahí se señalan, sino de cualquier medio de
prueba.

L.C. P.
ARTICULO 383. Se presumen hijos del concubinario y de la concu-
bina:
1.—Los nacidos después de ciento ochenta días conta-
dos desde que comenzó el concubinato;
11.—Los nacidos dentro de los trescientos días siguien-
tes al en que cesó la vida común entre el concubinario y la
concubina.
Se establece aquí una presunción similar a la que contempla el a. 324, respecto a
los hijos de matrimonio. Al parecer bastaría probar el concubinato para que la
presunción operara de pleno derecho.
La SCJN en una ejecutoria que aparece publicada en el Apéndice correspon-
diente al año 1975 del SJF en la p. 633, dijo sobre esta materia en su parte
pertinente:

...Sin embargo, si es evidente que en la redacción de este precepto —el


382— nuestro Código se ajustó al sistema francés de investigación limita-
da también lo es que en la del 383 siguió el sistema alemán —1717 del
BGB— como lo dice García Téllez en sus Motivos y Concordancias, en
cuanto a que estatuyó los casos en que se establece presuntivamente la
filiación natural y no ya aquellos en que se permita investigarla, equipa-
rando así la situación de los hijos que se presumen hijos del concubinario
y de la concubina —a. 383— con la de los hijos que se presumen hijos de
los cónyuges —a. 324.

En otra ejecutoria, la SCJN refiriéndose al arnasiato, dijo:

1269]
ARTS. 383, 384 y 385 LIBRO PRIMERO

Ni lógica ni jurídicamente puede establecerse que porque un hombre sea


amas jo de una mujer, forzosamente el hijo que nazca de ésta sea de aquél,
máxime si se considera en tratándose de la filiación natural, ni siquiera
puede operar el principio de la fidelidad, que es uno de los principios
básicos sobre los que se sustenta el matrimonio y, por tanto, la filiación
legítima, pero no en el amasiato (que desde luego no debe confundirse
con el concubinato) ni mucho menos, la filiación que de tal amasiato se
derive. (Unanimidad de 5 votos. Aparece publicada en el Informe de 1975
en la p. 101).

En el Informe de la comision redactora del CC de 1928, se dejó constancia


de lo siguiente: "Se concedió al hijo nacido fuera de matrimonio el derecho de in-
vestigar quién es su madre, y se estableció en favor de los hijos nacidos de
concubinato, la presunción de ser hijos naturales del concubinario y de la
concubina".

L.C.P.

ARTICULO 384. La posesión de estado, para los efectos de la


fracción II del artículo 382, se justificará demostrando
por los medios ordinarios de prueba, que el hijo ha sido
tratado por el presunto padre, o por su familia, como hijo
del primero, y que éste ha proveído a su subsistencia,
educación y establecimiento.
Dice el maestro Rojina Villegas que:

El artículo 384 define la posesión de estado para investigar la paternidad,


la cual no requiere los tres elementos clásicos de nombre, trato y fama,
pues basta con el trato del presunto padre o de la familia paterna, pero se
agrega que éste hubiera proveído a la subsistencia, educación y estableci-
miento del hijo.

Es necesario considerar al respecto que el a. 387 establece que el solo hecho de


proporcionar alimentos no constituye por sí solo presunción de paternidad o
maternidad.

L.C.P.

ARTICULO 385. Está permitido al hijo nacido fuera de matrimonio


y a sus descendientes, investigar la maternidad, la cual
puede probarse por cualquiera de los medios ordinarios;
pero la indagación no será permitida cuando tenga por
objeto atribuir el hijo a una mujer casada.

[270]

TITULO SEPTIMWCAPI I Ul O IV AS ?S 385. 386. 3117 388

Existe amplia libertad para investigar la maternidad y la acción corresponde al


presunto hijo y a sus descendientes. Puede probarse la maternidad por cualquie-
ra de los medios ordinarios.
Quedaría probada la maternidad si puede acreditarse el parto y la identidad
del presunto hijo.
No se permite la investigación cuando tenga por objeto atribuir el hijo a una
mujer casada.

L.C. P.

ARTÍCULO 386. No obstante lo dispuesto en la parte final del


artículo anterior, el hijo podrá investigar la maternidad si
ésta se deduce de una sentencia civil o criminal.

El maestro Rojina Villegas considera que "la sentencia civil es la de impugna-


ción de la legitimidad del hijo por parte del marido. La sentencia criminal es la
de adulterio de la mujer casada, para que ya exista una base a fin de que ese hijo
pueda considerarse concebido en dicho adulterio". (Derecho civil mexicano,
"Derecho de familia", 4a. ed., México, Porrúa, 1975, t. II, p. 720).

L.C.P.

ARTÍCULO 387. El hecho de dar alimentos no constituye por sí


solo prueba, ni aun presunción, de paternidad o materni-
dad. Tampoco puede alegarse corno razón para investi-
gar éstas.

El hecho de dar alimentos no constituye por sí solo prueba ni aun presunción de


paternidad o maternidad. Pero si va unido este hecho a los demás elementos que
señala la ley para establecer la posesión de estado tendría especial significación
(ver comentarios al a. 384).

.0 P.

ARTÍCULO 388. Las acciones de investigación de paternidad o


maternidad, sólo pueden intentarse en vida de los padres.
Si los padres hubieren fallecido durante la menor edad
de los hijos, tienen éstos derecho de intentar la acción
antes de que se cumplan cuatro años de su mayor edad.

Viviendo los padres, los hijos pueden entablar la acción, cualquiera que sea la
edad de éstos. La acción no se extingue.

12711
ARTS 388. 389 y 390 URNA) PRIMERO

Si los padres mueren durante la menor edad de los hijos, éstos pueden
intentar la acción antes de que se cumplan cuatro arios de su mayoría de edad.

L.C.P.

ARTICULO 389. El hijo reconocido por el padre, por la madre, o


por ambos, tiene derecho:
I.—A Elevar el apellido paterno de sus progenitores, o
ambos apellidos del que lo reconozca;
II.—A ser alimentado por las personas que lo reconoz-
can;
1II.—A percibir la porción hereditaria y los alimentos
que fije la ley.

Esta disposición confiere iguales derechos a los hijos. Los hijos de matrimonio y
los extramatrimoniales no tienen categorías distintas como en otras legislacio-
nes y en la anterior al código de 1928.
Para la legislación mexicana sólo existen hijos con iguales derechos respecto
de sus progenitores.
Los hijos reconocidos tienen derecho: a llevar el apellido paterno de quien lo
reconoce. Cuando el hijo es reconocido en el acta de nacimiento, el a. 58
establece en su último párrafo que:"En los casos de los artículos 60 y 77 de este
Código el juez pondrá el apellido paterno de los progenitores o los dos apellidos
del que lo reconozca". También tienen derecho a ser alimentados por las perso-
nas que los reconozcan, y a percibir la porción hereditaria y los alimentos que
fije la ley.
En la sucesión legítima de los progenitores, heredan conjuntamente con los
demás hijos sin limitación alguna. Tienen también derecho a percibir las pensio-
nes alimenticias que menciona el a. 1368 en la sucesión testamentaria.

L.C.P.

CAPITULO V
De la adopción

ARTICULO 390. El mayor de veinticinco años, libre de matrimo-


nio, en pleno ejercicio de sus derechos, puede adoptar
uno o más menores o a un incapacitado, aun cuando este
sea mayor de edad, siempre que el adoptante tenga dieci-
siete años más que el adoptado y que acredite además:

[2721
TITULO SEPTIMO/CAPITULO V ARTS. 390 y 391

1.—Que tiene medios bastantes para proveer a la sub-


sistencia y educación del menor o al cuidado y subsisten-
cia del incapacitado, como de hijo propio, según las
circunstancias de la persona que trata de adoptar;
II.—Que la adopción es benéfica para la persona que
trata de adoptarse; y
III.—Que el adoptante es persona de buenas cos-
tumbres.
Cuando circunstancias especiales lo aconsejen, el juez
puede autorizar la adopción de dos o más incapacitados o
de menores e incapacitados simultáneamente.

En concordancia con el a. 391. este precepto establece quiénes pueden adoptar:


los mayores de veinticinco años —solteros, viudos °divorciados— y los cónyu-
ges conjuntamente, siempre que ambos estén de acuerdo en considerar al
adoptado como hijo.
Asimismo esta norma dispone quiénes pueden ser adoptados: los menores de
edad (hasta dieciocho años cumplidos) y los incapacitados (a. 450, frs. 11, 111 y
IV).
La exigencia de que el adoptante tenga diecisiete años más que el adoptado se
explica porque la figura jurídica de la adopción representa un sucedáneo de la
paternidad biológica y se le trata, dentro de lo posible, de manera semejante a
ésta.
En cuanto a los requisitos que debe probar el adoptante, responden a la
idea de que la adopción se establece por sobre todas las cosas, en provecho del
adoptado, dada la condición de inferioridad física e intelectual en que éste se
halla, por su minoridad o por otra incapacidad.
Si bien antiguamente la adopción era considerada como un beneficio para el
adoptante que careciese de descendencia (Código Napoleónico), la doctrina
actual entiende que debe procurarse de modo esencial el interés del adoptado.
La prueba tendente a acreditar las exigencias del presente articulo deberá
ofrecerse en el primer escrito que se presente al solicitar la adopción, ante el juez
de lo familiar. El trámite que se sigue ante dicho juez, es el previsto en los aa. 923
y 924 del CPC.

C.G.M.

ARTÍCULO 391. El marido y la mujer podrán adoptar, cuando los


dos estén conformes en considerar al adoptado como hijo
y aunque sólo uno de los cónyuges cumpla el requisito de
la edad a que se refiere el artículo anterior, pero siempre y

1273]
ARTS, 391, 392y 391 LIBRO PRIMERO

cuando la diferencia de edad entre cualquiera de los


adoptantes y el adoptado sea de diecisiete años cuando
menos.

Este precepto trata de equilibrar dos principios: por una parte el hecho de que la
adopción es un sucedáneo de la paternidad y, por lo tanto, debe existir una
diferencia de edad mínima entre adoptante y adoptado, que sea aproximada a
la diferencia natural que existe entre los padres biológicos y sus hijos. Por otra
parte, es aconsejable fomentar las adopciones, por el beneficio que ellas pueden
reportar a los menores e incapacitados. En consecuencia, la ley aplica un criterio
ecuánime, eximiendo del requisito de la edad a uno solo de los cónyuges.

C.G.M.

ARTÍCULO 392. Nadie puede ser adoptado por más de una perso-
na, salvo en el caso previsto en el artículo anterior.

El adoptante —o ambos cónyuges— ejercerán la patria potestad sobre el


adoptado (a. 403), en el caso de que éste sea menor de edad. Los derechos y
deberes inherentes al ejercicio de la patria potestad, presuponen una unidad de
acciones dirigidas al mejor cuidado de la persona y de los bienes del menor.
Sería desde todo punto de vista inconveniente que esas acciones se diluyeran en
más de una persona, salvo en el caso de los cónyuges, que actuarán de manera
semejante a los padres biológicos.

C.G.M.

ARTICULO 393. El tutor no puede adoptar al pupilo, sino hasta


después de que hayan sido definitivamente aprobadas las
cuentas de tutela.

La ley se muestra muy rigurosa en lo que respecta al control de la gestión del tu-
tor en el plano económico, dado que esa gestión incide sobre el patrimonio deI
menor sometido a tutela. Son varias las exigencias legales impuestas al tutor en
ese aspecto: prestación de garantía, rendición de cuentas, etc.
Este precepto trata de evitar que el tutor escape al control establecido por la
ley, recurriendo a la vía lateral de la adopción.

C.G.M.

[2741
TITULO SEPTIMOi CAPITU LO V ARTS. 394, 395 y 396

ARTICULO 394. El menor o el incapacitado que hayan sido adop-


tados, podrán impugnar la adopción dentro del año si-
guiente a la mayor edad o a la fecha en que haya desapa-
recido la incapacidad.

La impugnación se diferencia de la revocación porque esta última se realiza por


acuerdo de las partes o por causa de ingratitud del adoptado (aa. 405-406); la
impugnación la puede realizar unilateralmente el adoptado y la procedencia de
la solicitud la examinará el juez. El procedimiento para sustanciar la impugna-
ción es necesariamente contencioso (a. 926 CPC). El plazo de un año que señala
este precepto es un término de caducidad: el juez de oficio puede hacerla valer
mediante el cotejo de la fecha en que se cumplió la mayoría de edad (o cesó la
incapacidad, en su caso) y la fecha de interposición de la demanda. La fecha en
que haya desaparecido la incapacidad se determina por la sentencia ejecutoria-
da que declare el levantamiento de la interdicción del incapacitado.

C.G. M.

ARTICULO 395. El que adopta tendrá respecto de la persona y


bienes del adoptado, los mismos derechos y obligaciones
que tienen los padres respecto de la persona y bienes de
los hijos.
El adoptante podrá darle nombre y sus apellidos al
adoptado, haciéndose las anotaciones correspondientes
en el acta de adopción.

Para poder ejercer los derechos y asumir las obligaciones derivadas de la


adopción, el adoptante tiene la patria potestad sobre el adoptado, según dispo-
ne el a. 403. Los derechos y obligaciones de los padres respecto de sus hijos,
están legislados en los aa. 411 al 422 (ver los comentarios respectivos). No es
preceptivo, que el adoptante dé nombre y apellidos al adoptado, sino facultati-
vo, dado que el legislador empleó el verbo "podrá". (Ver comentarios al a. 86.)

C. G. M.

ARTICULO 396. El adoptado tendrá para con la persona o perso-


nas que lo adopten los mismos derechos y obligaciones
que tiene un hijo.

Entre los derechos que, de acuerdo con este artículo, tiene el adoptado, se
encuentran el de exigir alimentos y el sucesorio. En cuanto a las obligaciones,

j2751
ARTS. 3% y 397 LIBRO PRIMERO

por su contenido moral y su carácter afectivo van más allá que las derivadas del
sometimiento a la patria potestad; así, el deber de honrar y respetar al adoptante
(o adoptantes) no se extingue al terminar la patria potestad. Es de tener en
cuenta que la adopción es un vínculo revocable; en caso de que sea revocada,
cesan los derechos y obligaciones recíprocos entre adoptante y adoptado. En
caso de que existiese impugnación a la adopción (a. 394), si el juez declarase
disuelto el vínculo de la adopción, cesarían aquellos derechos y obligaciones
entre adoptante y adoptado, que no se hubiesen extinguido ya, al alcanzar la
mayoría de edad el adoptado.

C.G.M.

ARTfCULO 397. Para que la adopción pueda tener lugar deberán


consentir en ella, en sus respectivos casos:
1.—El que ejerce la patria potestad sobre el menor que
se trata de adoptar;
11.—El tutor del que se va a adoptar;
111.—La persona que haya acogido durante seis meses
al que se pretende adoptar y lo trate como a hijo, cuando
no hubiere quien ejerza la patria potestad sobre él ni
tenga tutor;
1V.—El Ministerio Público del lugar del domicilio del
adoptado, cuando éste no tenga padres conocidos, ni
tutor, ni persona que ostensiblemente le imparta su pro-
tección y lo haya acogido como hijo.
Si el menor que se va a adoptar tiene más de catorce
años, también se necesita su consentimiento para la
adopción.

Este artículo distingue dos clases de menores susceptibles de ser adoptados:


aquellos sometidos a patria potestad o a tutela; y los menores abandonados o
expósitos. Con relación a los primeros, los padres o tutores deberán consentir
en la adopción. Para los segundos, es necesario primeramente que se configure
el período legal de abandono, que es de seis meses: el a. 443, fr. IV, dispone que
se pierde la patria potestad. "Por la exposición que el padre o la madre hicieren
de sus hijos, o porque los dejen abandonados por más de seis meses". Y el a. 923
del CPC prescribe que "Si hubieren transcurrido menos de seis meses de la
exposición o abandono, se decretará el depósito del menor con el presunto
adoptante, entre tanto se consuma dicho plazo". Igualmente se procederá con el
menor que no tuviese padres conocidos y no hubiese sido recogido por una
institución pública.

[276]
TITULO SEPTIMO¡ CAPITULO V ARTS, 397, 39$ y 399

Para la adopción del menor abandonado o expósito, deberán consentir, o la


persona que haya acogido de hecho al menor, o el MP, en su caso.
Aunque para la adopción se requiere el consentimiento de las personas
indicadas en este precepto, ello no significa que se trate de un acuerdo entre
partes: la adopción es un acto eminentemente jurisdiccional. El juez no se limita
a homologar lo resuelto por las partes, sino que es la sentencia judicial que
aprueba la adopción que crea el estado civil de hijo adoptivo y de padre
adoptante, o padres adoptantes.
El menor que haya cumplido catorce Míos debe consentir en su propia
adopción; pero ello no lo inhibe de poder impugnar la adopción, si así lo
decidiese una vez llegada a su mayoría de edad (a. 394).

C.G. M.

ARTICULO 398. Si el tutor o el Ministerio Público no consienten


en la adopción, deberán expresar la causa en que se
funden, la que el juez calificará tomando en cuenta los
intereses del menor o incapacitado.

Si el menor está sometido a patria potestad, no necesita el padre que la ejerce


expresar causa alguna para oponerse a una adopción de su hijo por otra
persona; es más, sería improcedente la instancia de adopción respecto del
menor.
El tutor o el MP deben, en caso de oponerse a la adopción, expresar el
fundamento de su oposición ya que, en principio, la adopción es benéfica para
un menor no sujeto a patria potestad.

C.G.M.

ARTICULO 399. El procedimiento para hacer la adopción será


fijado en el Código de Procedimientos Civiles.

El CPC legisla el procedimiento para la adopción en el capítulo IV, del título


decimoquinto, "De la jurisdicción voluntaria". Se establece un procedimiento
sumario para sustanciar la adopción. La impugnación a la adopción y su
revocación, por disposición expresa del CPC (a. 926) no pueden promoverse en
diligencias de jurisdicción voluntaria.

C.G.M.

[2771
ARTS. 400. 401 y 402 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 400. Tan luego como cause ejecutoria la resolución


judicial que se dicte autorizando una adopción, quedará
esta consumada.

Siendo la adopción un acto eminentemente jurisdiccional, el parentesco civil


que deriva del vínculo de adopción queda fijado por la sentencia ejecutoriada. O
sea que la sentencia es constitutiva del estado civil que nace de la filiación
adoptiva. El acta de adopción constituye un documento público, que hace
prueba plena del hecho que en ella se atesta, pero la falta del acta no priva de
efectos a la adopción, ya sea entre las partes o frente a terceros. (Ver comenta-
rio al a. 85).

C.G.M.

ARTICULO 401. El juez que apruebe la adopción remitirá copia de


las diligencias respectivas al Juez del Registro Civil del
lugar para que levante el acta correspondiente.

Ver comentarios a los aa. 84, 85, 86 y 87.

C.G.M.

ARTICULO 402. Los derechos y obligaciones que nacen de la


adopción, así como el parentesco que de ella resulte, se
limitan al adoptante y al adoptado, excepto en lo relativo
a los impedimentos de matrimonio, respecto de los cuales
se observará lo que dispone el artículo 157.

El sistema de adopción que regula el CC para el DE es el llamado por la doc-


trina "adopción simple"; el parentesco civil creado por ella se limita al adop-
tante y al adoptado; es decir, el hijo adoptivo adquiere un status filii, no un
status familiae: no pertenece a una nueva familia, ni por consiguiente es pariente
de los miembros de la familia del adoptante. Paralelamente, el adoptado no
rompe sus vínculos con su familia de origen (a. 403). El hijo adoptivo no tiene
derechos sucesorios con relación a los padres del adoptante, p.c.; recíproca-
mente, el padre adoptante no heredará a los hijos del adoptado. Tampoco existe
obligación recíproca alimentaria entre el hijo adoptivo y los parientes del
adoptante.
Por oposición a este sistema, otras legislaciones consagran la llamada "adop-
ción plena", en virtud de la cual el hijo adoptivo rompe los vínculos con su
familia de origen y pasa a ser un miembro más en la familia del adoptante, al

12781
TITULO SEPTIMOiCAPITULO V Alti S. 402, 403 y, 404

mismo título que si fuese hijo biológico de éste. Los estados de Quintana Roo e
Hidalgo incorporaron en sus códigos este tipo de adopción.

C.G. M.

ARTÍCULO 403. Los derechos y obligaciones que resultan del


parentesco natural, no se extinguen por la adopción,
excepto la patria potestad, que será transferida al adop-
tante, salvo que en su caso esté casado con alguno de los
progenitores del adoptado, porque entonces se ejercerá
por ambos cónyuges.

La adopción simple no trae como consecuencia el rompimiento de los vínculos


parentales con la familia de origen del adoptado. La patria potestad, en cambio,
se transfiere al adoptante, para que éste pueda cumplir con sus obligaciones y
ejercer sus derechos con relación al hijo adoptivo. En virtud de este precepto,
éste podrá heredar a quienes lo hayan adoptado, a sus padres consanguíneos y a
todos sus parientes biológicos, dentro del cuarto grado. También tendrá, con
respecto a unos y otros, derecho y obligación alimentaria.
De este artículo se desprende que puede adoptarse al hijo del cónyuge, caso en
el cual ambos esposos pasarán a ejercer la patria potestad sobre el hijo, como si
éste fuera hijo de matrimonio.

C.G.M.

ARTÍCULO 404. La adopción producirá sus efectos aunque sobre-


vengan hijos al adoptante.

Este precepto es de aplicación cuando el adoptante es persona libre de matrimo-


nio, como expresa el a. 390; si esta persona se casa y engendra hijos biológicos,
no por ello pierde sus efectos la adopción respecto al adoptante. De acuerdo con
el a. 391, se requiere el consentimiento del cónyuge, para que se pueda conside-
rar al adoptante como hijo adoptivo de ambos.
También se aplica este artículo en el supuesto de que los adoptantes sean
marido y mujer (a. 391); aunque les sobrevengan hijos consanguíneos, no se
extinguen los efectos de la adopción.
¿Debe interpretarse este precepto, a Contrario senni, que un matrimonio que
ya tenga hijos biológicos no puede adoptar?
Esta conclusión no se desprende de la lectura del a, 390, que es el que esta-
blece los requisitos para poder adoptar: no exige ese artículo que el adoptante
no tenga hijos de su sangre.

12791
ARTS. 404, 405 y 406 LIBRO PRIMERO

Por otra parte, el juez apreciará la conveniencia o no de la adopción, en caso


de que existiesen hijos biológicos del adoptante, y resolverá en consecuencia,
según las facultades que le otorga el CPC.

C.G. M.

ARTÍCULO 405. La adopción puede revocarse:


I.— Cuando las dos partes convengan en ello, siempre
que el adoptado sea mayor de edad. Si no lo fuere, se oirá
a las personas que prestaron su consentimiento conforme
al artículo 397, cuando fueren de domicilio conocido, y a
falta de ellas, al representante del Ministerio Público y al
Consejo de Tutelas;
II.— Por ingratitud del adoptado.

La llamada "adopción simple", cuyo sistema recoge el CC para el DF, es un acto


jurídico revocable. En ello se diferencia de la "adopción plena" (legislada en los
estados de Quintana Roo e Hidalgo), que coloca al adoptivo en la misma
situación de hijo de familia, como un vástago consanguíneo: al igual que la
filiación biológica, ese vinculo es irrevocable.
Es menester armonizar este artículo con el 157, según el cual "El adoptante no
puede contraer matrimonio con el adoptado o sus descendientes, en tanto que
dure el lazo jurídico resultante de la adopción". A contrario sensu, una vez
revocada la adopción, podrán contraer matrimonio.
Cuando la revocación se solicita por acuerdo de las panes, puede sustanciar-
se en jurisdicción voluntaria (a. 926 CPC).

C.G. M.

ARTÍCULO 406. Para los efectos de la fracción II del artículo


anterior, se considera ingrato al adoptante:
I.— Si comete algún delito intencional contra la perso-
na, la honra o los bienes del adoptante, de su cónyuge, de
sus ascendientes o descendientes;
II.— Si el adoptado formula denuncia o querella con-
tra el adoptante, por algún delito aunque se pruebe, a no
ser que hubiere sido cometido contra el mismo adoptado,
su cónyuge, sus ascendientes o descendientes;
III.— Si el adoptado rehusa dar alimentos al adoptan-
te que ha caído en pobreza.

12801
TITULO SEPTIMO CAPITULO V ARTS, 400 407 y 405

Este precepto establece taxativamente las causales de ingratitud, de modo que


su interpretación debe ser estricta; no puede extenderse su contenido por
analogía o por mayoría de razón.
La fr. I dispone que, para que exista ingratitud, debe tratarse de un delito
intencional, quedan, en consecuencia, excluidos los delitos no intencionales o
de imprudencia, y los preterintencionales (a. 8 CP). La enumeración de los
bienes jurídicos tutelados (persona, honra y bienes) es taxativa, así como la
enunciación de los posibles sujetos pasivos del delito: adoptante, cónyuge,
ascendientes o descendientes.
El adoptivo que incurriese en el supuesto de la fr. II, estaría faltando al deber
de honrar a su padre, deber impuesto por el a. 411, aplicable al hijo adoptivo por
remisión del a. 395.
En cuanto a la fr. III, "alimentos" debe entenderse en el sentido que Ie da el
a. 308 (ver comentarios a este artículo). En todos estos casos el procedimiento
para la revocación será contencioso (a. 926 CPC).

C. G. M.

ARTÍCULO 407. Ene! primer caso del artículo 405, el juez decreta-
rá que la adopción queda revocada si convencido de la
espontaneidad con que se solicitó la revocación, encuen-
tra que ésta es conveniente para los intereses morales y
materiales del adoptado.

Tanto para acordar la adopción como para revocarla por acuerdo de las partes, el
juez debe tener en cuenta, principalmente, el interés del adoptado. El magistra-
do dispone de arbitrio, ya sea para denegar una adopción que considere
desfavorable para quien se pretende adoptar, o para desestimar una revocación
que considere inconveniente para el mismo. (Ver comentario al a. 390).

C.G. M.

ARTÍCULO 408. El decreto del juez deja sin efecto la adopción y


restituye las cosas al estado que guardaban antes de
efectuarse ésta.

Este precepto rige para la revocación por acuerdo de ambas partes. Aquí, la
sentencia que decrete la revocación tiene efectos constitutivos sobre el estado
civil: deja sin efecto el parentesco civil creado por el vínculo adoptivo. Esta
situación se distingue de la legislada en el a. 409 (revocación por causa de
ingratitud), en que la sentencia es meramente declarativa, ya que la adopción
deja de producir sus efectos desde que se comete el acto de ingratitud. Una vez

12811
ARTS 408. 409, 410 y 411 LIBRO PRIMERO

revocada la adopción, cesan todos los derechos y obligaciones entre las partes
(p.c. derechos sucesorio y alimentario).
C.G.M.

ARTICULO 409. En el segundo caso del artículo 405, la adopción


deja de producir efectos desde que se comete el acto de
ingratitud, aunque la resolución judicial que declare re-
vocada la adopción sea posterior.

La sentencia que decrete la revocación por causa de ingratitud tiene que ser
necesariamente dictada en un juicio contencioso, ya que el a. 926 del CPC
establece que no podrá promoverse este tipo de revocación en un procedimiento
voluntario.
En lo que respecta a su naturaleza jurídica, esta sentencia es declarativa,
puesto que el vínculo de la adopción se destruye con el acto de ingratitud, y no
en virtud de la sentencia (ver comentario al artículo anterior).
Este precepto puede adquirir singular importancia en el caso de que el adoptan-
te muera después de producido el acto de ingratitud, pero antes de que sea
dictada la sentencia; en este supuesto, el adoptado no tendrá derecho a heredar a
su adoptante.
C.G. M.

ARTICULO 410. Las resoluciones que dicten los jueces, aprobando


la revocación, se comunicarán al Juez del Registro Civil
del lugar en que aquélla se hizo para que cancele el acta de
adopción.
Ver comentarios a los aa. 87 y 88.
C.G.M.

TITULO OCTAVO
De la patria potestad
CAPITULO I
De los efectos de la patria potestad respecto
de la persona de los hijos

ARTICULO 411. Los hijos, cualesquiera que sean su estado, edad y


condición, deben honrar y respetar a sus padres y demás
ascendientes.

1282]
TITULO OCTAVO
De la patria potestad
ARTS 408. 409, 410 y 411 LIBRO PRIMERO

revocada la adopción, cesan todos los derechos y obligaciones entre las partes
(p.c. derechos sucesorio y alimentario).
C.G.M.

ARTICULO 409. En el segundo caso del artículo 405, la adopción


deja de producir efectos desde que se comete el acto de
ingratitud, aunque la resolución judicial que declare re-
vocada la adopción sea posterior.

La sentencia que decrete la revocación por causa de ingratitud tiene que ser
necesariamente dictada en un juicio contencioso, ya que el a. 926 del CPC
establece que no podrá promoverse este tipo de revocación en un procedimiento
voluntario.
En lo que respecta a su naturaleza jurídica, esta sentencia es declarativa,
puesto que el vínculo de la adopción se destruye con el acto de ingratitud, y no
en virtud de la sentencia (ver comentario al artículo anterior).
Este precepto puede adquirir singular importancia en el caso de que el adoptan-
te muera después de producido el acto de ingratitud, pero antes de que sea
dictada la sentencia; en este supuesto, el adoptado no tendrá derecho a heredar a
su adoptante.
C.G. M.

ARTICULO 410. Las resoluciones que dicten los jueces, aprobando


la revocación, se comunicarán al Juez del Registro Civil
del lugar en que aquélla se hizo para que cancele el acta de
adopción.
Ver comentarios a los aa. 87 y 88.
C.G.M.

TITULO OCTAVO
De la patria potestad
CAPITULO I
De los efectos de la patria potestad respecto
de la persona de los hijos

ARTICULO 411. Los hijos, cualesquiera que sean su estado, edad y


condición, deben honrar y respetar a sus padres y demás
ascendientes.

1282]

TITULO OCTAVO/CAPITULO ARTS 411. 412 y 413

Este deber tiene su fundamento en la moral, que debe regir siempre en las
relaciones paterno-filiales. La familia, como célula básica de la sociedad, re-
quiere que las relaciones entre sus miembros reposen sobre un principio de
respeto y dignidad mutua. Cualquiera que sea la edad y condición de los hijos,
deben honrar y respetar a sus ascendientes, por lo cual este deber no se acaba al
alcanzar la mayoría de edad. Mientras el hijo es menor de edad, el deber
impuesto por este precepto se complementa con el deber de obediencia hacia
quienes ejercen la patria potestad.
La presente es una norma de las llamadas 'eses minus quam perfectae, por-
que no es posible exigir coactivamente su cumplimiento.

C.G. M.

ARTICULO 412. Los hijos menores de edad no emancipados, están


bajo la patria potestad mientras exista alguno de los
ascendientes que deban ejercerla conforme a la ley.

La patria potestad tiene por fundamento a la filiación; comprende un conjunto


de potestades y de deberes de los ascendientes, con relación a la persona y los
bienes del menor de edad, para el mejor cuidado del mismo. Para Planiol, la
patria potestad es "el conjunto de derechos y facultades que la ley concede al
padre y a la madre, sobre la persona y bienes de sus hijos menores, para
permitirles el cumplimiento de sus obligaciones como tales"( Tratado elemental
de derecho civil, trad. José Ma. Cajica, México, Puebla, s/f, t. II, p. 251). Para
Galindo Garfias, el concepto de patria potestad es la autoridad atribuida a los
padres para el cumplimiento del deber de educar y proteger a sus hijos meno-
res de edad, no emancipados. En esta manera, aquella autoridad no es pro-
piamente una potestad, sino una función propia de la paternidad y de la
maternidad (Derecho civil, primer curso, parte general, personas, familia,
México. Porrúa, 1980, p. 668).

C.G. M.

ARTICULO 413. La patria potestad se ejerce sobre la persona y los


bienes de los hijos. Su ejercicio queda sujeto en cuanto a
la guarda y educación de los menores, a las modalidades
que le impriman las resoluciones que se dicten, de acuer-
do con la Ley sobre Previsión Social de la Delincuencia
Infantil en el Distrito Federal.

Es de tener presente, en relación con la guarda y educación de los menores



ARTS. 413, 414 y415 LIRRO PRIMERO

sometidos a patria potestad, lo dispuesto por los aa. 1919, 1920 y 1922 CC. Estas
normas señalan la responsabilidad de quienes la ejercen, por el hecho ilícito
cometido por los menores, y su obligación de reparar los daños y perjuicios
ocasionados. (Ver comentarios a los mencionados artículos).

C.G.M.

ARTICULO 414. La patria potestad sobre los hijos de matrimonio


se ejerce:
1.—Por el padre y la madre;
11.—Por el abuelo y la abuela paternos;
111.—Por el abuelo y la abuela maternos.

Puesto que la patria potestad es un cargo de derecho privado y de interés


público, los primeros llamados a ejercerla son los padres de los menores de
edad. Para el CC, el hombre y la mujer son iguales en sus derechos y en sus
obligaciones. Asimismo se establece la igualdad dentro del matrimonio, consa-
grada entre otros preceptos por el a. 163, que otorga a ambos cónyuges
autoridad propia y consideraciones iguales dentro del domicilio conyugal.
Como consecuencia de lo anterior, el código consagra el ejercicio conjunto
de la patria potestad sobre los hijos. La ley no establece una división de poderes
y facultades entre ambos padres: todos los deberes, las cargas y los poderes que
establece la ley para el mejor ejercicio de la patria potestad, serán cumplidos
conjuntamente por los cónyuges, ya sea con respecto a la persona o a los bienes
de los hijos.
Si los cónyuges no se pusieren de acuerdo, deberán acudir ante el juez de lo
familiar, quien resolverá lo que convenga, teniendo en cuenta el interés primor-
dial de los menores.
La fuente real de la patria potestad es el hecho biológico de la paternidad. A
falta de padres que puedan ejercerla, la ley la otorga a los ascendientes más
próximos, o sea a los abuelos, paternos y maternos, por su orden. (Ver comenta-
rio al a. 418.)

C.G.M.

ARTICULO 415. Cuando los dos progenitores han reconocido al


hijo nacido fuera de matrimonio y viven juntos, ejercerán
ambos la patria potestad.
Si viven separados, se observará en su caso lo dispuesto
en los artículos 380 y 381.

Como la fuente de la patria potestad es la filiación (biológica o civil), también

(284]
TITULO OCTAVO/CAPITULO 1 ARTS 415. 416 y 417

los padres que no estén unidos en matrimonio tienen el deber de ejercerla. Es


necesario distinguir entre la custodia del hijo y la patria potestad sobre el
mismo: si los padres viven separados y ambos han reconocido al hijo, uno solo
de ellos ejercerá la custodia sobre el menor, pero ambos tendrán la patria
potestad. Así, las decisiones fundamentales relativas a la educación y la salud de
los hijos, serán tomadas por ambos padres; los dos colaborarán en la alimenta-
ción y en todos los gastos que genere la crianza de los hijos, en proporción a sus
posibilidades. En caso de discrepancia, tanto en lo referente a la patria potestad
como en el desempeño de la custodia, el juez de lo familiar resolverá lo más
conveniente a los intereses del menor, previa audiencia de ambos padres y del
M P. (Ver comentario al a. 283).

C.G.M.

ARTÍCULO 416. En los casos previstos en los artículos 380 y 381,


cuando por cualquiera circunstancia deja de ejercer la
patria potestad alguno de los padres, entrará a ejercerla el
otro.

En el sistema del CC, tanto para los hijos nacidos de matrimonio como para los
nacidos fuera de matrimonio, si uno de los progenitores deja de ejercer la patria
potestad, el otro la ejercerá por sí solo. (Ver comentario al a. 414)

C.G. M.

ARTÍCULO 417. Cuando los padres del hijo nacido fuera de matri-
monio que vivían juntos se separen, continuará ejercien-
do la patria potestad, en caso de que no se pongan de
acuerdo sobre ese punto, el progenitor que designe el
juez, teniendo siempre en cuenta los intereses del hijo.

Este precepto sienta un criterio supletorio, para el caso en que los progenitores
del menor no se pongan de acuerdo. Si existe ese acuerdo, debe prevalecer, ya
que las relaciones familiares se desarrollan en la intimidad de la vida común, y
nadie mejor que los padres suelen saber cuál es la conveniencia de los hijos
menores; allí donde no existe conflicto, no interviene la autoridad judicial. Sólo
en caso de discrepancias, será el juez quien pase a resolver la situación de los
menores de edad. (Ver comentario del a. 283).

C.G.M.

[2851
ARTS. 418 y 419 LIBRO PRIMERO

ARTICULO 418. A falta de padres, ejercerán la patria potestad


sobre el hijo los demás ascendientes a que se refieren las
fracciones H y III del artículo 414, en el orden que deter-
mine el Juez de lo Familiar, tomando en cuenta las
circunstancias del caso.

Cuál de los ascendientes es más apto, o cuál se encuentra en mejor circunstancia


para ejercer la patria potestad, a falta de padres; es una cuestión de hecho que
debe resolverse en cada caso en particular. Existe un aspecto material a conside-
rar: qué abuelos se hallan en situación de proveer a las necesidades del menor, en
caso de que éste no tenga bienes; si los tiene, quién es más apto para administrar-
los; pero sobre todo, deben ponderarse cuidadosamente factores educacionales
y morales que incidirán directamente en la formación del menor y en su
preparación para la vida.
Con relación a los hijos de matrimonio, el a. 414 establece un criterio rígido,
mediante un orden de prelación que acuerda la patria potestad en primer lugar a
los abuelos paternos, y en segundo lugar a los maternos. El juzgador deberá
respetar ese orden. La norma del a. 418 es más flexible y otorga un margen
mayor al arbitrio judicial, ya que permite al juez determinar el orden de los
ascendientes que entrarán al ejercicio de la patria potestad, según las circunstan-
cias del caso. En este aspecto se hallan mejor protegidos los hijos habidos fuera
de matrimonio, pues un arbitrio judicial puede lograr una mejor solución, que la
aplicación de un criterio rígido impuesto por la letra de la ley, en materia que
debe considerarse desde muchos ángulos, como es el ejercicio de la patria
potestad.

C.G. M.

ARTICULO 419. La patria potestad sobre el hijo adoptivo, la


ejercerán únicamente las personas que lo adopten.

En el sistema que consagra el CC en materia de adopción, o sea la llamada


"adopción simple", el adoptado no rompe los vínculos con su familia de origen:
conserva en ella todos sus derechos y obligaciones. Pero la patria potestad pasa
al o a los adoptantes (si los adoptantes son marido y mujer) porque, de lo
contrario, se verían éstos impedidos de ejercer sus funciones como padres. El
adoptante debe considerar al adoptado como hijo; el correlato necesario de
esto, es el ejercicio de la patria potestad. (Ver comentarios a los aa. 395, 396 y
403).

C.G. M.

12861
TITULO OCTAVO CAP1TU LO 1 ARTS. 420 y 421

ARTICULO 420. Solamente por falta o impedimento de todos los


llamados preferentemente, entrarán al ejercicio de la pa-
tria potestad los que sigan en el orden establecido en los
artículos anteriores. Si sólo faltare alguna de las dos
personas a quienes corresponde ejercer la patria potes-
tad, la que quede continuará en el ejercicio de ese dere-
cho.

La ley no establece una división de los derechos y potestades inherentes a la


patria potestad entre los progenitores, ni entre los abuelos; la patria potestad
implica una unidad de acción dirigida al mejor cuidado de la persona y de los
bienes del menor. De manera que, a falta de uno de los padres, el otro pasará a
ejercerla integramente; si los abuelos están en el ejercicio de la patria potestad,
a falta de uno de ellos, su cónyuge la ejercerá por sí. No siempre ha sido así en
el curso de la historia: la legislación novohispánica, heredera del derecho ro-
mano canónico, impedía a las mujeres el ejercicio de la patria potestad; las
madres y las abuelas se encontraban separadas de tan sagrado derecho. Fue el
legislador de 1870 el que atribuyó la patria potestad tanto a las madres como
a las abuelas, reconociendo que nadie mejor que ellas, a falta de padres, estaba
capacitado para tan altos fines. Continuando con esa tradición y ampliándo-
la, el CC de 1928 establece la igualdad de padre y madre en el ejercicio de la
patria potestad, misma que recae en uno solo de ellos, si por cualquier circuns-
tancia faltare el otro.

C.G.M.

ARTICULO 421. Mientras estuviere el hijo en la patria potestad, no


podrá dejar la casa de los que la ejercen, sin permiso de
ellos o decreto de la autoridad competente.

Este precepto debe correlacionarse con el a. 32, fr. I, de acuerdo al cual el


domicilio legal del menor no emancipado es el de la persona a cuya patria
potestad está sujeto.
Para mejor cumplimiento de la función protectora y formativa del hijo, la ley
le impone a éste el deber de no abandonar la casa de los ascendientes a cuya
autoridad está sometido. La unidad de la familia para el mejor cumplimiento de
sus fines como célula básica de la sociedad, el deber de educación y custodia que
tienen los padres con respecto a sus hijos, así como el deber de observar una
conducta que les sirva de ejemplo, parten de la base de la vida en común en el
domicilio familiar. El decreto judicial que disponga la separación del hijo del

1287]
ARTS 421. 422 y 423 LIBRO PRIMERO

hogar de sus ascendientes, sólo será procedente cuando se hallen en peligro


valores fundamentales, como la salud o la moralidad del menor de edad.

C.G. M.

ARTÍCULO 422. A las personas que tienen al hijo bajo su patria


potestad, incumbe la obligación de educarlo convenien-
temente.
Cuando llegue a conocimiento de los Consejos Locales
de Tutela que las personas de que se trata no cumplen esa
obligación, lo avisarán al Ministerio Público para que
promueva lo que corresponda.

Siendo la patria potestad una misión de interés público y de alto contenido


social, la ley impone a los ascendientes el deber de educar a los menores sujetos a
aquélla.
La educación comprende desde el desarrollo del intelecto hasta la formación
moral y de conciencia social que tiendan a hacer del educando un ser útil a sí
mismo y a la colectividad en que vaya a desenvolver sus actividades privadas y
públicas.
De acuerdo al a. 308 del CC, la obligación alimentaria comprende los gastos
necesarios para la educación primaria del alimentista "y para proporcionarle
algún oficio, arte o profesión honestos y adecuados a su sexo y circunstancias
personales". Y el a. 303 impone a los padres y demás ascendientes —en su caso—
el deber alimentario. Pero este deber deriva del parentesco y no de la patria potes-
tad, aun cuando los padres hubieren perdido la patria potestad, están aobligados
a cumplir con su obligación alimentaria respecto al hijo menor de edad. El deber
de educación emanado de la patria potestad va más allá de los mínimos exigibles
en cuanto a deber alimentario, pues quienes la ejercen deben procurar brindar al
menor un nivel educacional acorde al del núcleo familiar en que éste se encuentre
inserto, según las posibilidades y necesidades del propio hijo.

C.G.M.

ARTÍCULO 423. Para los efectos del artículo anterior, los que
ejerzan la patria potestad o tengan hijos bajo su custodia,
tienen la facultad de corregirlos y la obligación de observar
una conducta que sirva a éstos de buen ejemplo.
Las autoridades, en caso necesario, auxiliarán a esas
personas haciendo uso de amonestaciones y correctivos
que les presten el apoyo suficiente.

12881
11T U LO OUiAV0CAP11iq.0 1 AR 1S. 423 u 424

La facultad de corregir al hijo está relacionada con el deber de educación


establecido en el artículo anterior, con !a autoridad paterna y con la situación de
subordinación de los menores con respecto a quienes ejercen sobre ellos !a
patria potestad. Antes de 1974 la norma legal establecía la facultad de "casti-
gar", cosa que se ha atenuado con la actual redacción, siguiendo la evolución
histórica de la institución de la patria potestad en derecho comparado.
Es de destacar que también las normas penales han variado en el mismo
sentido: hasta las reformas de 1983, el CP declaraba como no punibles a las
lesiones inferidas en uso de la facultad de corregir, siempre que tardasen en
sanar menos de quince días y no se abusare del derecho por parte de quien
ejerciese la patria potestad. Actualmente, el a. 295 CP castiga al que en ejercicio
de la patria potestad infiera lesiones a un menor, y le impone —además-- la
suspensión o privación de ese ejercicio.
Asimismo debe tenerse presente que el a. 1919, dispone que los que ejerzan la
patria potestad respondan por los actos ilícitos de quienes estén bajo su autori-
dad. (Ver comentario al a. 1919).
De allí se concluye que tienen la facultad de corregirlos para evitar que oca-
sionen darlos a terceros a si mismo.

C.G.M.

ARTÍCULO 424. El que está sujeto a la patria potestad no puede


comparecer en juicio, ni contraer obligación alguna, sin
expreso consentimiento del que o de los que ejerzan aquel
derecho. En caso de irracional disenso, resolverá el juez,

Como la patria potestad está dirigida al cuidado de la persona y de los bienes del
menor de edad no emancipado, la representación legal de éste será ejercida por
los titulares de aquélla. Los menores de edad tienen incapacidad natural y legal
(a. 450, fr. I) para determinarse por sí mismos y administrar sus bienes. La insti-
tución de la representación legal obra en beneficio de los menores, para su
mejor protección, y a la vez de los terceros que otorguen contratos relacionados
con el patrimonio del menor.
El representante legal suple la incapacidad del menor de edad en todos los
actos y contratos, ya que éste tiene capacidad de goce, pero carece de capacidad
de ejercicio.
Aunque este precepto expresa que el que está sujeto a patria potestad no
puede "comparecer enjuicio, ni contraer obligación alguna, sin expreso consen-
timiento...", lo cierto es que el menor de edad no emancipado no podría
contraer obligaciones ni comparecer por sí mismo enjuicio, aun cuando media-
ra consentimiento expreso de quien ejerce la patria potestad: el menor de edad
sólo puede hacer valer esos derechos mediante la actuación de su representante
legal, es decir, del que está en ejercicio de la patria potestad.

12891
ARTS. 424. 425 y 425 t IRRO PRIMERO

Los actos celebrados por el representante legal del menor recaerán en el


patrimonio de éste último.
El a. 45 del CPC dispone expresamente que quienes no se hallen en el pleno
ejercicio de sus derechos civiles, comparecerán en juicio por medio de su
representante legal. En caso de que las personas que ejercen la patria potestad
tengan un interés opuesto al del menor a su cargo, el juez designará un tutor pa-
ra efectos de la representación en juicio de los intereses de dicho menor. (Ver
comentario al a. 440).

C.G.M.

CAPITULO II
De los efectos de la patria potestad
respecto de los bienes del hijo

ARTÍCULO 425. Los que ejercen la patria potestad son legítimos


representantes de los que están bajo de ella, y tiene la
administración legal de los bienes que le pertenecen, con-
forme a las prescripciones de este Código.

La patria potestad se ejerce sobre los hijos menores de edad no emancipados,


quienes en tanto no alcancen la mayoría de edad no pueden disponer libremente
de su persona ni de sus bienes (aa. 646 y 647 CC).
Los ascendientes que ejercen la patria potestad administran los bienes del
menor y lo representan en toda clase de actos.

1. B.S.

ARTÍCULO 426. Cuando la patria potestad se ejerza a la vez por el


padre y por la madre, o por el abuelo y la abuela, o por los
adoptantes, el administrador de los bienes será nombra-
do por mutuo acuerdo; pero el designado consultará en
todos los negocios a su consorte y requerirá su consenti-
miento expreso para los actos más importantes de la
administración.

Los bienes que obtenga el menor, mientras se encuentra sujeto a la patria


potestad, se dividen en bienes que adquieran por su trabajo y bienes que
adquieran por cualquier otro título (a. 428 CC). Los bienes de la segunda clase
son administrados por las personas que ejerzan la patria potestad. Cuando la

[290]
1.11-1-1 0 O(I AV() CAP11 (-1 O II AS F( 421, 427, 421i 4.29

misma es ejercida por ambos padres, los abuelos o los adoptantes, uno de
ellos será administrador, pero el designado consultará a su consorte y requerirá
de su consentimiento expreso para los actos más importantes de la administra-
ción.

I.B.S.

ARTÍCULO 427. La persona que ejerza la patria potestad represen-


tará también a los hijos enjuicio; pero no podrá celebrar
ningún arreglo para terminarlo, si no es con el consenti-
miento expreso de su consorte, y con la autorización
judicial cuando la ley lo requiera expresamente.
Así como lo señala el a. 426, se requiere del consentimiento expreso del otro
consorte cuando la patria potestad es ejercida por ambos, para terminar un
juicio por transacción y en los casos en que la ley lo señale, se necesita además
autorización judicial.

ARTÍCULO 428. Los bienes del hijo, mientras esté en la patria


potestad, se dividen en dos clases:
1.—Bienes que adquiera por su trabajo;
11.—Bienes que adquiera por cualquiera otro título.

La distinción que se hace en este precepto de los bienes que pertenecen al


menor es para efectos de la administración y del usufructo legal (Vease a. 429).
Tiene como más remoto antecedente los "peculios" de los hijos sujetos a
patria potestad, en el derecho romano (adventitia, castrensia, cuasi castrensia,
profectitia) y cuya administración y también la propiedad de algunos de ellos,
correspondía al hijo con exclusión de los padres.

I.B.S.

ARTÍCULO 429. Los bienes de la primera clase pertenecen en


propiedad, administración y usufructo al hijo.

Los bienes que adquiera el menor por su trabajo le pertenecen en propiedad,


administración y respecto del usufructo. Necesita durante su menor edad de la
autorización judicial para la enajenación, gravamen o hipoteca de bienes raíces
y de un tutor para negocios judiciales (a. 643 CC).
Se considera que si el menor tiene capacidad para adquirir bienes por su

12911
ARTS. 429, 430 y 431 I IBRO PRIMERO

trabajo. la tiene para administrar dichos bienes y para disponer de ellos libre-
mente.
En este precepto aparece claramente la huella romana, en efecto, los bienes
que el Milis familias adquiría por su trabajo, pasaban a formar parte del pecu-
lio profecticio cuya administración era ejercida por éste y más tarde, de ellos
adquiere él también el dominio.

B. S.

ARTÍCULO 430. En los bienes de la segunda clase, la propiedad y la


mitad del usufructo pertenecen al hijo; la administración
y la otra mitad del usufructo corresponde a las personas
que ejerzan la patria potestad. Sin embargo, si los hijos
adquieren bienes por herencia, legado o donación y el
testador o donante ha dispuesto que el usufructo perte-
nezca al hijo o que se destine a un fin determinado, se
estará a lo dispuesto.

Los bienes que adquiera el menor por cualquier titulo que no sea su trabajo
(herencia, legado, donación o don de la fortuna) pertenecen al menor, pero la
administración de los mismos corresponde a los que ejercen la patria potestad.
Los actos de administración son todos aquellos que tienden a la conservación
de los bienes que forman parte del patrimonio y la percepción de frutos que éste
produzca (Galind o Garfias, Ignacio, Derecho Civil, primer curso, México
Porrúa, 1980, p. 682).
Del usufructo de los bienes del menor, la mitad pertenece á hijo y la otra mitad
a las personas que ejercen la patria potestad. El varón y la mujer que ejerzan
conjuntamente la patria potestad se dividen entre sí por partes iguales, la mitad
del usufructo que la ley les concede.
En el caso de que quienes ejerzan la patria potestad gocen de la mitad del
usufructo de los bienes del hijo, el importe de los alimentos se deducirá de dicha
mitad, si ésta no alcanza a cubrirlos, el exceso será de cuenta de los que ejerzan
la patria potestad (a. 319 CC).
Si el hijo hereda o le ha sido donado el usufructo de ciertos bienes, el testador
o el donante pueden excluir de la parte que en él correspondería a quienes
ejerzan la patria potestad destinando esa porción al hijo o a determinados fines
por él señalados.

I.B.S.

ARTÍCULO 431. Los padres pueden renunciar su derecho a la


mitad del usufructo, haciendo constar su renuncia por

[2921
TITULO OCTAVO CAPITULO II ARIS. 431. 432. 433 y 434

escrito o de cualquier otro modo que no deje lugar a


duda.

Los padres pueden renunciar al derecho sobre el usufructo porque se trata de un


derecho privado que no afecta directamente el interés público ni perjudica
a terceros.
Se entiende que la renuncia es irrevocable sí así se ha hecho constar expresa-
mente por los padres.

B.S.

ARTÍCU LO 432. La renuncia del usufructo hecha en favor del hijo,


se considera como donación.

El derecho al usufructo es un derecho inherente al ejercicio de la patria potestad


y tiene un carácter compensatorio, por esto su renuncia es considerada como
una donación porque ingresa en el patrimonio del hijo un valor económico
que de otra manera no pertenecería a él.

ARTICULO 433. Los réditos y rentas que se hayan vencido antes de


que los padres, abuelos o adoptantes entren en posesión
de los bienes cuya propiedad corresponda al hijo, perte-
necen a éste, y en ningún caso serán frutos de que deba
gozar la persona que ejerza la patria potestad.

Si los que ejercen la patria potestad no han estado en posesión de los bienes y no
han realizado respecto de ellos, actos de administración que justifiquen el
derecho al usufructo, no tendrán derecho alguno sobre él. Esta disposición
confirma el carácter compensatorio por e! desempeño de aquel cargo familiar.

I.B.S.

ARTÍCULO 434. El usufructo de los bienes concedido a las perso-


nas que ejerzan la patria potestad, lleva consigo las obli-
gaciones que expresa el Capítulo II del Título VI, y
además, las impuestas a los usufructuarios, con excep-
ción de la obligación de dar fianza, fuera de los casos
siguientes:

1[293j
ARTS. 434, 435 y 436 LIBRO PRIMERO

1,—Cuando íos que ejerzan la patria potestad han sido


declarados en quiebra, o estén concursados;
II.—Cuando contraigan ulteriores nupcias;
111. —Cuando su administración sea notoriamente rui-
nosa para los hijos.

Los que se beneficien del usufructo de los bienes del menor sujeto a la patria
potestad, tienen las mismas obligaciones de cualquier usufructuario. Se les
exceptúa, sin embargo, del deber de otorgar fianza, pues el legislador concede
crédito a los que ejercen patria potestad por la justificada suposición de que a
estas personas las mueve normalmente el afecto y el interés hacia sus descen-
dientes más que el suyo propio y, sólo en los casos en que se pueda considerar un
peligro para el menor, se exige garantía.

I.B.S.

ARTÍCULO 435. Cuando por la ley o por la voluntad del padre, el


hijo tenga la administración de los bienes, se le considera-
rá respecto de la administración corno emancipado, con
la restricción que establece la ley para enajenar, gravar o
hipotecar bienes raíces.

La administración del menor de edad, de los bienes que le pertenecen por


disposición de la ley o por voluntad de quien o quienes ejercen sobre él la patria
potestad, tiene sin embargo las restricciones a que se refiere este precepto. No
puede por sí solo gravarlos o hipotecarlos, porque se trata de actos de administra-
ción extraordinarios, ni puede enajenarlos porque este acto excede de los actos
de administración.
No obstante, en nuestra opinión, cuando por disposición de la ley le pertenece
la propiedad y no sólo la administración de esos bienes, el menor podrá
disponer de ellos como propietario de los mismos (a. 429).
Los actos de administración y los contratos celebrados por los menores
emancipados son nulos si son contrarios a las restricciones establecidas en el
a. 643 CC. "El emancipado tiene la libre administración de sus bienes pero
siempre necesita durante su menor edad: I. De la autorización judicial para la
enajenación, gravamen o hipoteca de los bienes raíces. II. De un tutor para
negocios iudiciales".

B. S.

ARTÍCULO 436. Los que ejercen la patria potestad no pueden


enajenar ni gravar de ningún modo los bienes inmuebles y
1294]

111 U1.13 OCIAVO,CAPI3 IJ1 O !I ARTS_ 416 y 437

los muebles preciosos que correspondan al hijo, sino por


causa de absoluta necesidad o de evidente beneficio, y
previa la autorización del juez competente.
Tampoco podrán celebrar contratos de arrendamiento
por más de cinco años, ni recibir la renta anticipada por
más de dos años; vender valores comerciales, industria-
les, títulos de rentas, acciones, frutos y ganados, por
menor valor del que se cotice en la plaza el día de la venta;
hacer donación de los bienes de los hijos o remisión
voluntaria de los derechos de éstos; ni dar fianza en
representación de los hijos.

Las facultades de administración que se conceden a los que ejercen la patria


potestad tiene como propósito la conservación de los bienes del menor y los
actos de disposición son contrarios a este principio. Pero puede ocurrir que en
algún caso y en protección de los intereses del menor, sea necesario que quienes
ejercen la patria potestad tengan que disponer de ciertos bienes del hijo, previa
autorización del juez de lo familiar, cuando se justifique la necesidad o el
beneficio que a aquél, reporte la disposición de sus bienes.
Respecto a las limitaciones establecidas en este artículo, la ley faculta a
cualquier persona interesada, o al propio menor, si ya tiene catorce arios, con
intervención del MP en todo caso, para recurrir al juez competente a fin de
impedir que por mala administración los bienes del hijo se derrochen o se
disminuyan (a. 441 CC).

.8. S.

ARTÍCULO 437. Siempre que el juez conceda licencia a los que


ejercen la patria potestad, para enajenar un bien inmue-
ble o un mueble precioso perteneciente al menor, tomará
las medidas necesarias para hacer que el producto de la
venta se dedique al objeto a que se destinó, y para que el
resto se invierta en la adquisición de un inmueble o se
imponga con segura hipoteca en favor del menor.
Al efecto, el precio de la venta se depositará en una
institución de crédito, y la persona que ejerce la patria
potestad no podrá disponer de él, sin orden judicial.

Quienes en ejercicio de la patria potestad dispongan de los bienes inmuebles de


los menores, además del requisito a que se refiere el artículo anterior deben
probar ante el juez de lo familiar que efectivamente se destinó el dinero que se

[2951
ARTS 437,438 y 439 LIBRO PRIMERO

obtuvo de la venta para realizar el objeto que se manifestó necesario alcanzar


con tal venta y que el saldo se depositó en una institución de crédito a disposi-
ción del juzgado.
Esta limitación confirma que en el ejercicio de la patria potestad está en juego
el interés particular del hijo y el interés público, que se manifiesta en la vigilancia
estricta del Poder Judicial sobre los actos de administración de sus bienes.

I. B. S.

ARTICULO 438. El derecho de usufructo concedido a las personas


que ejercen la patria potestad, se extingue:
1.-- Por la emancipación derivada del matrimonio o la
mayor edad de los hijos;
II.—Por la pérdida de la patria potestad;
II 1.---Por renuncia.

El derecho, de quienes ejercen la patria potestad, a la mitad del usufructo de los


bienes del hijo es un efecto de la patria potestad, al extinguirse ésta, desaparece
el usufructo. El emancipado tiene la libre administración de sus bienes (a. 643)
y el mayor de edad dispone libremente de su persona y de sus bienes. (a. 647).
Si se pierde la patria potestad por decisión judicial, el derecho al usufructo
sólo se extingue para el sentenciado, pero subsiste para los que continúan
ejerciendo la patria potestad.
La facultad de renunciar al usufructo está reconocida en el a. 432 pero la
extinción sólo se producirá respecto al que renuncia al derecho, cuando son dos
las personas que ejercen la patria potestad y no respecto del otro ascendiente
que no ha renunciado a recibir la parte proporcional que le corresponde del
usufructo de los bienes del hijo.

I. B. S.

ARTICULO 439. Las personas que ejercen la patria potestad tienen


obligación de dar cuenta de la administración de los
bienes de los hijos.

Como todo administrador de bienes ajenos, los que ejercen la patria potestad
tienen la obligación de rendir cuentas de su administración. La ley no señala
plazo para cumplir esta obligación por ello debe entenderse que se pedirá a
petición de parte interesada y siempre al terminar el ejercicio de la patria
potestad. (Ver comentario al a, 441).

LBS.
S.

[2961
TITULO OCTAVO:CAPI 1 Ul O II AR1 S. 444). MI y 442

ARTICULO 440. En todos los casos en que las personas que ejercen
la patria potestad tienen un interés opuesto al de los hijos,
serán éstos representados, en juicio y fuera de él, por un
tutor nombrado por el juez para cada caso.

Cuando exista un interés opuesto entre los que ejercen la patria potestad y los
menores sujetos a la misma, se les nombrará un tutor dativo en lo que se refiere a
los actos en que exista la oposición de intereses con quienes ejerzan la patria
potestad,
Si son dos personas las que ejercen la patria potestad y sólo hay conflicto de
intereses con respecto a uno de ellos, el otro representará al menor. No será
necesario el nombramiento de tutor.

LBS.
S.

ARTICULO 44i. Los jueces tienen facultad de tomar las medidas


necesarias para impedir que, por la mala administración
de quienes ejercen la patria potestad, los bienes del hijo se
derrochen o se disminuyan.
Estas medidas se tomarán a instancias de las personas
interesadas, del menor cuando hubiere cumplido catorce
arios, o del Ministerio Público en todo caso.

Entre las medidas que el juez de lo familiar puede tomar, están la de exigir que
el administrador rinda cuentas de su gestión o que se decrete la pérdida del
usufructo cuando la administración sea notoriamente ruinosa para los hijos
a. 434 CC). (Ver comentario al a. 442 CC).

1. B. S.

ARTICULO 442. Las personas que ejerzan la patria potestad deben


entregar a sus hijos, luego que éstos se emancipen o
lleguen a la mayor edad, todos los bienes y frutos que les
pertenecen.

Cuando los hijos menores de edad se emancipen, o lleguen a los dieciocho años,
las personas que ejerzan la patria potestad les entregarán todos los bienes y
frutos que les pertenezcan.
De la interpretación de los aa. 441 y 442 del CC se puede concluir que las
personas que ejercen la patria potestad están obligadas a reparar daños que
causen al menor sujeto a ella, por su mala administración, y que teniendo en

12971
ARTS. 442, 443 y 444 LIBRO PRIMERO

cuenta que la función de la patria potestad es el cuidado de la persona del hijo y


la conservación de sus bienes, están obligados a reparar el daño y el perjuicio
que causen al descendiente cuando no se ha extremado la atención que un
diligente padre de familia debe poner en el cuidado y conservación de los bienes
de sus hijos (Galindo Garfias, Ignacio, Derecho eivii,primer curso, México,
Portilla, 1980, pp. 684 y 685).

1.13. S.

CAPITULO III
De los modos de acabarse y suspenderse
la patria potestad

ARTÍCULO 443. La patria potestad se acaba:


1.—Con la muerte del que la ejerce, si no hay otra
persona en quien recaiga;
II.—Con la emancipación, derivada del matrimonio;
111.—Por la mayor edad del hijo.

La patria potestad se extingue al llegar el hijo a la mayoría de edad o por la


emancipación de éste, derivada del matrimonio. Aunque el matrimonio del
menor se disuelva, el emancipado no recae en la patria potestad (a. 641 CC). Se
acaba también con la muerte del que la ejerce, siempre que no haya en quien
recaiga (el padre, si falta la madre, o la madre si falta aquél, la abuela y abuelo
maternos y paternos a falta de ambos padres) (a. 414 CC). Cuando no exista
ninguna de estas seis personas o éstas no puedan ejercer la patria potestad, nadie
más la podrá ejercer, aunque el hijo sea menor de edad. En este caso, se le
nombrará tutor.

B. S.

ARTÍCULO 444. La patria potestad se pierde:


1.—Cuando el que la ejerza es condenado expresamen-
te a la pérdida de ese derecho, o cuando es condenado dos
o más veces por delitos graves;
11.—En los casos de divorcio, teniendo en cuenta lo
que dispone el artículo 283;
I11.—Cuando por las costumbres depravadas de los
padres, malos tratamientos o abandono de sus deberes,
pudiera comprometerse la salud, la seguridad o la morali-

1298]
11111LO OCI AYO/CAP], I U1.0 DI ARTS. 444 N: 445

dad de los hijos, aun cuando esos hechos no cayeren bajo


la sanción de la ley penal;
IV. Por la exposición que el padre o la madre hiciere
de sus hijos, o porque los dejen abandonados por más de
seis meses.

La fr. 1, expresa que la patria potestad se pierde cuando el que la ejerce es


condenado expresamente a la pérdida de este derecho. Esta fracción presupone
una decisión judicial que debe estar fundada en una causa que justifique
legalmente la perdida (a. 295 CP).
El a. 283 mencionado en la fr. II, otorga al juez una amplia facultad discrecio-
nal para decidir todo lo concerniente a la patria potestad en los casos de
divorcio (aa. 283,284 y 285 CC). Es decir, el juez que decretó el divorcio, en uso
de esa facultad podrá decretar la pérdida de la patria potestad, de uno o de
ambos divorciantes.
La SCJN ha sustentado la siguiente tesis:

Patria potestad pérdida de la. La pérdida de la patria potestad es una


sanción de notoria excepción, toda vez que lo normal es que la ejerzan
siempre los padres; y consiguientemente las disposiciones del Código
Civil que establecen las causas que la imponen deben considerarse como
de estricta aplicación, de manera que solamente cuando haya quedado
probada una de ellas de modo indiscutible, se surtirá su procedencia; sin
que puedan aplicarse por analogía ni por mayoría de razón; por su
gravedad de sanción trascedental que repercute en los hijos menores.
(Informe 1978, núm. 108, p. 71).
La patria potestad se pierde para el condenado, pero la continúa ejerciendo
cualquiera otra persona de las señaladas en el a. 414 CC. Sólo cuando no haya
quien la ejerza, la patria potestad se extingue. (Ver a, 443 CC).

I,B.S.

ARTICULO 445. La madre o abuela que pase a segundas nupcias,


no pierde por este hecho la patria potestad.
Este artículo debe interpretarse en relación con el a. 414 del CC para referirse
indistintamente al marido o a la mujer, al abuelo o a la abuela puesto que a todas
estas personas les puede corresponder el ejercicio de la patria potestad.
El precepto resulta innecesario toda vez que el a. 444 CC no establece que
sean causa de pérdida de la patria potestad el contraer segundas o ulteriores
nupcias.

I.B.S.

[299]
RTS. 448, 447 y 448 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 446. El nuevo marido no ejercerá la patria potestad


sobre los hijos del matrimonio anterior.

La patria potestad es consecuencia de la filiación, y consiste en un conjunto de


deberes y de derechos que se cumplen y se ejercen sobre los hijos en su persona y
en sus bienes y en su caso sobre los nietos menores. Entre el nuevo marido deja
madre o esposa del padre (ver comentarios al a. 445)y los menores hijos de uno
o de la otra, nace el parentesco por afinidad pero no existe vínculo de filiación
que justifique el ejercicio de la patria potestad.

I. B.S.

ARTÍCULO 447. La patria potestad se suspende:


1.—Por incapacidad declarada judicialmente;
11.—Por la ausencia declarada en forma;
111.—Por sentencia condenatoria que imponga como
pena esta suspensión.

El ejercicio de la patria potestad puede suspenderse temporalmente por el


tiempo que subsista alguna de las causas mencionadas en las frs. 1 y 11 del
precepto y por el término que se fije en la sentencia que conforme a la fr. III
imponga esa suspensión. También puede suspenderse en el caso del a. 295 CC.
Las causas que originaron la suspensión pueden desaparecer, el incapacitado
recobra su capacidad de ejercicio, el ausente regresa, y las causas de suspensión
judicial desaparecen. En estos casos se recupera la patria potestad, pero se
requerirá de la intervención judicial para que se declare que se ha recobrado de
nuevo el ejercicio de la patria potestad.
La patria potestad sólo se suspende para el que se encuentre en los casos
señalados en este articulo, si es ejercida por ambos ascendientes, continuará el
otro en ejercicio de la misma.

I.B.S.

ARTICULO 448. La patria potestad no es renunciable; pero aque-


llos a quienes corresponda ejercerla, pueden excusarse:
1.—Cuando tengan sesenta años cumplidos.
11.—Cuando por su mal estado habitual de salud, no
puedan atender debidamente a su desempeño.
Al aplicar este artículo, la SCJN expresó:

La edad avanzada del progenitor no está incluida como causal de pérdida


de la patria potestad, entre las que señala el artículo 444 del Código Civil,

[300]
TITULO NOVENOICAPSTULO 1 AM-S_ 44R y 449

y de acuerdo con el artículo 448 del mismo ordenamiento, aquellos a quie-


nes corresponda ejercerla, tienen solamente la facultad discrecional de
excusarse cuando tengan sesenta años cumplidos, por lo que en esta vir-
tud, la sola edad avanzada del progenitor no puede invocarse por un terce-
ro como causa forzosa de pérdida de la patria potestad. (Informe 1976.
núm. 62, p. 63).
La excusa para ejercer la patria potestad es un derecho de las personas
que se encuentren en la situación prevista por este precepto, no una causa
de pérdida de la misma.
I.B.S.

TITULO NOVENO
De la tutela

CAPITULO I
Disposiciones generales

ARTícuLo 449. El objeto de la tutela es la guarda de la persona y


bienes de los que no estando sujetos a patria potestad
tienen incapacidad natural y legal, o solamente la se-
gunda, para gobernarse por sí mismos. La tutela puede
también tener por objeto la representación interina del
incapaz en los casos especiales que señale la ley.
En la tutela se cuidará preferentemente de la persona
de los incapacitados. Su ejercicio queda sujeto en cuan-
to a la guarda y educación de los menores a las modali-
dades de que habla la parte final del artículo 413.
La tutela es una institución supletoria de la patria potestad, creada por la ley,
para la representación, protección, defensa y asistencia de los que no son capaces
de gobernarse por si mismos. (Lete del Río, José Manuel, La responsabilidad de
los órganos tutelares, España. Valladolid, 1965, p. 2). Es de las llamadas por la
doctrina instituciones "cuasi familiares", dado que es subsidiaria y supletoria de
la patria potestad. Al igual que esta última, reposa sobre la noción de deber jurí-
dico, puesto que las facultades y cargas que le son inherentes son una consecuen-
cia de la ordenación objetiva de ambas instituciones. Mientras que la calidad de
padre es impuesta por la naturaleza, la de tutor proviene de un mandato legal, y
su reglamentación es más minuciosa que la de la patria potestad, porque el legis-
lador supone que no existen con relación al pupilo los lazos naturales de afecto
que unen al padre con su hijo. Las disposiciones relativas a la tutela son de orden
público: ni los convenios particulares ni el Poder Judicial pueden modificar su

1301]
TITULO NOVENO
De la tutela
TITULO NOVENOICAPSTULO 1 ARTS. 445 y 44s)

y de acuerdo con el artículo 448 del mismo ordenamiento, aquellos a quie-


nes corresponda ejercerla, tienen solamente la facultad discrecional de
excusarse cuando tengan sesenta años cumplidos, por lo que en esta vir-
tud, la sola edad avanzada del progenitor no puede invocarse por un terce-
ro como causa forzosa de pérdida de la patria potestad. (Informe 1976.
núm. 62, p. 63).
La excusa para ejercer la patria potestad es un derecho de las personas
que se encuentren en la situación prevista por este precepto, no una causa
de pérdida de la misma.
I.B.S.

TITULO NOVENO
De la tutela

CAPITULO
Disposiciones generales

ARTÍCULO 449. El objeto de la tutela es la guarda de la persona y


bienes de los que no estando sujetos a patria potestad
tienen incapacidad natural y legal, o solamente la se-
gunda, para gobernarse por sí mismos. La tutela puede
también tener por objeto la representación interina del
incapaz en los casos especiales que señale la ley.
En la tutela se cuidará preferentemente de la persona
de los incapacitados. Su ejercicio queda sujeto en cuan-
to a la guarda y educación de los menores a las modali-
dades de que habla la parte final del artículo 413.
La tutela es una institución supletoria de la patria potestad, creada por la ley,
para la representación, protección, defensa y asistencia de los que no son capaces
de gobernarse por sí mismos. (Lete del Río. José Manuel, La responsabilidad de
los órganos tutelares, España. Valladolid, 1965, p. 2). Es de las llamadas por la
doctrina instituciones "cuasi familiares", dado que es subsidiaria y supletoria de
la patria potestad. Al igual que esta última, reposa sobre la noción de deber jurí-
dico, puesto que las facultades y cargas que le son inherentes son una consecuen-
cia de la ordenación objetiva de ambas instituciones. Mientras que la calidad de
padre es impuesta por la naturaleza, la de tutor proviene de un mandato legal, y
su reglamentación es más minuciosa que la de la patria potestad, porque el legis-
lador supone que no existen con relación al pupilo los lazos naturales de afecto
que unen al padre con su hijo. Las disposiciones relativas a la tutela son de orden
público: ni los convenios particulares ni el Poder Judicial pueden modificar su

13011
ARTS.449 y 450 LIBRO PRIMERO

estatuto legal (reglas sobre el nombramiento del tutor, forma de ejercicio de sus
poderes. prestación de garantías, obligación de rendir cuentas. etc.).
En cuanto a los caracteres de la tutela, podemos decir que es permanente, por-
que subsiste mientras perdure la incapacidad del pupilo. o mientras no se pro-
duzca alguna causa de cesación de la persona del tutor, es unitaria, ya que nin-
gún incapaz puede tener más de un tutor, es general, porque comprende tanto el
cuidado de la persona como los bienes del incapaz; es obligan:irá, porque no se
permite a quien es llamado a su desempeño negarse a asumirla o una vez asumi-
da renunciarla sin causa legítima. (Rodríguez Arias Bustamante, L., La tutela,
Barcelona. Bosch, 1954).
En lo que respecta a los fines de la tutela, ella debe atender primordialmente al
cuidado de la persona del incapaz; al patrimonio de éste —si es que lo posee—
deberá estar afectado a su alimentación (en el sentido amplio de manutención,
vestido, atención médica y educación) y rehabilitación, si se trata de un mayor de
edad sometido a tutela por causa de enfermedad. La tutela no tiene por objeto la
conservación de un patrimonio, sino, fundamentalmente, la mejor administra-
ción del patrimonio con vistas al cuidado y desarrollo del incapaz, dentro de las
posibilidades físicas y mentales del mismo. Se conjugan de este modo los intere-
ses del individuo sometido a tutela y de la sociedad.
La representación del incapaz que eventualmente realice el tutor, no es una
representación contractual. sino que emana de la ley: los poderes no se fundan en
la voluntad de las partes sino en el estatuto legal de la figura jurídica de la tutela.
C.G.M.

ARTÍCULO 430.* Tienen incapacidad natural y legal:


1.—Los menores de edad;
II. — Los mayores de edad disminuidos o perturbados
en su inteligencia, aunque tengan intervalos lúcidos; y
aquellos que padezcan alguna afección originada por
enfermedad o deficiencia persistente de carácter físico,
psicológico o sensorial o por la adicción a sustancias
tóxicas como el alcohol, los psicotrópicos o los estupe-
facientes; siempre que debido a la limitación, o la alte-
ración en la inteligencia que esto les provoque no pue-
dan gobernarse y obligarse por sí mismos, o manifestar
su voluntad por algún medio.**
* N.E.: En virtud del articulo segundo del decreto que reforma diversas dispo-
siciones al CC publicado en el DO del 23 de julio de 1992 se derogan las frs. 111 y
IV del a. 450.
** NE.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del artículo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.
TITULO NOVEN 0/CA PITULO 1 ARTS. 450 y 451

La incapacidad es la ausencia de capacidad y ésta se ha definido como la "aptitud


para ser sujeto de derechos y obligaciones y para ejercerlos por sí mismo- (Mon-
tero Duhalt. Sara, Diccionario jurídico mexicano, México, UNAM, 1984. t. V, p.
59). Ea capacidad puede ser de goce o de ejercicio. En la segunda, si bien tiene
derechos y obligaciones, no los puede hacer valer por si mismo, no puede actuar
por sien la vida jurídica. La incapacidad de goce no existe en nuestro ordenamien-
to jurídico. La capacidad de ejercicio puede no existir, en los casos estrictamente
establecidos por la ley: la capacidad es la regla. la incapacidad es la excepción.
Las normas sobre incapacidad tienen un fundamento biológico: la falta o la
merma de discernimiento del incapaz para poder apreciar cabalmente la conduc-
ta más acorde con sus intereses; esta carencia puede provenir de falta de madurez
intelectual, como en el caso del menor de edad, [por subdesarrollo mental congó-
nito e irreversible, como en los casos denominados por este precepto "idiotismo"
e "imbecilidad", por alteración de las facultades mentales, en los supuestos de
locura], ciertos grados de la embriaguez y la drogadicción, [o por imposibilidad
de adecuada comunicación e interacción con la sociedad, como es el caso de los
sordomudos que no saben leer ni escribirj.*
La fr. I de la norma legal se refiere a los menores de edad, es decir, aquellos que
no han cumplido 18 años, según el a. 646 CC. En lo que dice en relación con la fr.
TI, es de destacar la excepción establecida por el a. 1307 CC, según la cual tiene ca-
pacidad para testar el demente cuando se halla en intervalo lúcido. [La fr. III, decla-
ra incapaces a los sordomudos que no saben leer ni escribir; debe interpretarse. a
contrario sensu, que son capaces los sordomudos que saben leer o escribir.] [En
cuanto a la fr. IV], tanto la embriaguez como el uso de drogas enervantes, deben
ser calificadas; o sea que no cualquier embriaguez es causa de incapacidad. sino
que la norma comprende solamente [al ebrio consuetudinario]; la drogadicción
debe ser habitual, y el uso de drogas "inmoderado".*
El tutor es el representante legal del incapaz que no está sometido a patria
potestad; las consecuencias de los actos que el tutor realice. en nombre y repre-
sentación del incapaz recaerán en el patrimonio de este último.
Aunque ubicada en el titulo referente a la tutela, la norma legal que establece
las incapacidades trasciende la materia propia de la institución tutelar: su alcan-
ce es general, ya que establece quién es incapaz para la ley. Su contenido es de
interpretación estricta —puesto que la regla es la capacidad— y no puede, por
tanto, ser ampliado por analogía o por mayoría de razón.
C.G.M.

ARTÍCULO 451. Los menores de edad emancipados por razón


del matrimonio, tienen incapacidad legal para los actos
que se mencionen en el artículo relativo al capítulo I del
título décimo de este libro.
* N.E.: Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992. el tex-
to entre corchetes del comentario al a. 450 quedó afectado, por ello deberá modi-
ficarse conforme a la reforma de la fr. II y la derogación de las frs. XLI y IV del a. 450.

[303]
ARTS. 451, 452 y 453 LI BRO PRIMERO

Si una mujer de 14 años o un varón de 16 años contraen matrimonio, quedan


emancipados por obra de la ley; es decir, cesa a su respecto la patria potestad o la
tutela. Pero no adquieren la autodeterminación absoluta hasta su mayoría de
edad: 18 años cumplidos.
Los menores de edad emancipados por causa del matrimonio necesitan autori-
zación judicial para la enajenación, gravamen o hipoteca de sus bienes raíces; y
necesitan un tutor para comparecer en juicio (a. 643). La autorización judicial, no
suple la voluntad del menor de edad, no se sustituye a ésta, sino que la comple-
menta, formando un todo complejo. Por este motivo, la doctrina distingue entre
la representación y la autorización. (Ver comentarios a los aa. 641 y 643).
C.G.M.

ARTÍCULO 452. La tutela es un cargo de interés público del que


nadie puede eximirse, sino por causa legítima.
La tutela es una institución jurídica de derecho necesario, ya que la voluntad
individual no juega un papel decisivo en su constitución. Las relaciones entre
tutor y pupilo no se crean, modifican o extinguen en ejercicio de la autonomía de
la voluntad. Tanto el tutor como el curador o el juez que conoce de la tutela. cum-
plen deberes y ejercen poderes en función de una situación jurídica, que la ley ha
tomado en cuenta para llamarlos al cumplimiento de las funciones tutelares. El
tutor, al serle discernido su cargo, asume facultades y deberes regulados por la
propia ley. Y queda investido de esas facultades y deberes por determinación
expresa de la ley. Por la misma razón, el tutor no puede eximirse por su sola
voluntad, de los deberes a su cargo que emanan del ordenamiento jurídico de la
tutela: ésta no es transmisible, ni es renunciable salvo por causas legítimas y es
permanente. o sea que dura mientras el fin al que sirve así lo exija (salvo la excep-
ción prevista por el a. 466, in fine).
La ley califica de "interés público" al ejercicio de la tutela. por los fundamentos
de solidaridad social y de consecución del bien común que presiden toda su nor-
n'ación. Por eso se le impone al tutor una conducta a seguir, superior a su interés
y conciencia subjetivas, en razón del auxilio y protección que los miembros más
fuertes y capaces de la sociedad deben a los más débiles e incapaces (Rodríguez
Arias Bustamante, L., La tutela, Barcelona. Bosch, 1954, pp. 22-31).
C.G.M.

ARTÍCULO 453. El que se rehusare sin causa legal a desempeñar


el cargo de tutor, es responsable de los daños y perjui-
cios que de su negativa resulten al incapacitado.
Siendo la tutela un cargo de interés público, nadie puede rehusar su cumpli-
miento, sin causa legítima. De acuerdo a los principios generales, cada uno es

[3041
TITULO NOVENO.'CAPITULO 1 ARTS. 453, 454 y 455

responsable del daño que cause a otro, no sólo por sus actos, sino también por
sus omisiones o negligencias. Este precepto sanciona el hecho negativo de no
asumir un deber impuesto por la ley. El legislador no puede determinar casuísti-
camente todas las consecuencias posibles de la falta; por lo tanto, establece una
noción general de responsabilidad, dejando librado al juez el cuidado de deter-
minar el monto de los daños y perjuicios y ordenar la reparación. Esta regla
significa una aplicación del principio general de conducta neminem laedere, no
dañar a otro. Por "daños y perjuicios" ha de entenderse no sólo la pérdida
sufrida (daño emergente), sino también la ganancia que haya dejado de percibir-
se (lucro cesante) y, si correspondiere —en concepto del juez, previas las
pruebas conducentes— el daño moral que se pudiere haber infligido al incapaz.

C.G. M.

ARTÍCULO 454. La tutela se desempeñará por el tutor con inter-


vención del curador, del Juez de lo Familiar y del Consejo
Local de Tutelas, en los términos establecidos en este
Código.

La organización de la institución de la tutela sufre algunas variantes, según las


diversas legislaciones. Estas han sido agrupadas por la doctrina en dos corrien-
tes principales:
I) la tutela de familia, iniciada por el Código Napoleónico y a la que se adscriben
numerosas legislaciones del área latina. Este tipo de tutela comprende diversos
órganos: un tutor, un protutor y un consejo de familia presidido por el juez de
paz,
2) la tutela de autoridad, originada en el derecho germano. En este sistema el
tutor está sometido a un organismo judicial especializado y a la vigilancia de
organismos locales de carácter público. El CC para el DF se inscribe en este
sistema, puesto que el tutor se sujeta al control del juez de lo familiar y del Con-
sejo Local de Tutelas.

C.G. M.

ARTÍCULO 455. Ningún incapaz puede tener a un mismo tiempo


más de un tutor y de un curador definitivos.

La tutela es una institución jurídica subsidiaria de la patria potestad, de natura-


leza cuasi familiar. Sería desde todo punto de vista inconveniente que las
múltiples funciones que desempeña el tutor (y el curador, dentro de su compe-
tencia), se diluyeran en más de una persona. El carácter unitario de la institución

1305]
ARTS. 455, 456 y 457 LIBRO PRIMERO

de la tutela permite una acción coherente, dirigida a los fines de la mejor


protección de la persona y de los bienes del incapaz.

C.G.M.

ARTÍCULO 456. El tutor y el curador pueden desempeñar respecti-


vamente la tutela o la curatela hasta de tres incapaces. Si
éstos son hermanos, o son coherederos o legatarios de la
misma persona, puede nombrarse un solo tutor y un
curador a todos ellos, aunque sean más de tres.

El principio de unidad de la tutela, que rige con respecto a las personas del tutor
y del curador, no se aplica con relación a los pupilos, que pueden ser hasta tres, o
más de tres, si tienen intereses personales o materiales entre sí. El tutor está
investido de la facultad (que es a la vez obligación) de representación del menor,
en los casos de la vida civil.
Si los incapaces son hermanos, coherederos o legatarios de una misma
persona, tendrán intereses materiales en común, que requerirán de una repre-
sentación y administración asimismo comunes. En el caso de los hermanos, que
suele darse preponderantemente en la tutela de menores de edad, existen
conveniencias de unidad de domicilio, de educación y de preservación del afecto
familiar, valores éstos de orden superior, que se realizan mejor mediante la
sujeción de los inacapaces al poder tutelar de una sola persona.

C.G. M.

ARTÍCULO 457. Cuando los intereses de algunos de los incapaces,


sujetos a la misma tutela, fueren opuestos, el tutor lo
pondrá en conocimiento del juez, quien nombrará un
tutor especial que defienda los intereses de los incapaces,
que él mismo designe, mientras se decide el punto de
oposición.

Este precepto se refiere a una situación excepcional ene! ejercicio de la tutela: la


existencia de oposición de intereses entre incapacitados sometidos a la misma
tutela. Quienes tienen intereses opuestos no podrán ser defendidos y representa-
dos —en el ámbito específico de esos intereses— por una misma persona; en
consecuencia, el juez nombrará un tutor especial, para la sustanciación del
conflicto de intereses. En la aplicación de los principios generales que rigen la
tutela, el tutor especial estará sujeto a la misma responsabilidad del tutor
normal, aunque su mandato sea limitado; deberá desempeñarse en su actuación

[306]
TITULO NOVENO/CAPITULO I ARTS. 457, 451+, 459 y 460

con la diligencia de un buen padre de familia, so pena de incurrir en responsabi-


lidad que se traduzca en la indemnización de daños y perjuicios.

C.G.M.

ARTÍCULO 458. Los cargos de tutor y de curador de un incapaz


no pueden ser desempeñados al mismo tiempo por una
sola persona. Tampoco pueden desempeñarse por per-
sonas que tengan entre sí parentesco en cualquier grado
de la línea recta, o dentro del cuarto grado de la cola-
teral.

La tutela. si bien no es un cargo público, es un cargo de interés público; el tutor


tiene potestades y facultades minuciosamente reglamentadas por la ley y está
sujeto a control de los demás órganos de la tutela (curador, juez de lo familiar.
Consejo Local de Tutelas). La función de contralor que debe desempeñar el cura-
dor se vería desvirtuada si ambas competencias (la del curador y la del tutor) se
fusionaran en una misma persona. o en personas ligadas por parentesco. La fun-
ción tutelar se asemeja. en este punto. a la de los organismos públicos, que repo-
san sobre el principio de estricta delimitación de competencias y sobre contralo-
res estrictos.

C.G.M.

ARTÍCULO 459. No pueden ser nombrados tutores o curadores


las personas que desempeñen el Juzgado de lo Familiar
y las que integren los Consejos Locales de Tutelas; ni
los que estén ligados con parentesco de consanguinidad
con las mencionadas personas, en la línea recta, sin
limitación de grados, y en la colateral dentro del cuarto
grado inclusive.

Ver comentario al artículo anterior.

C.G.M.

ARTÍCULO 460. Cuando fallezca una persona que ejerza la


patria potestad sobre un incapacitado a quien deba
nombrarse tutor, su ejecutor testamentario y en caso de
intestado los parientes y personas con quienes haya
vivido, están obligados a dar parte del fallecimiento al
juez pupilar (sic) dentro de ocho días, a fin de que se
[307]
ARTS. 460. 461 y462 LIBRO PRIMERO

provea a la tutela, bajo la pena de veinticinco a cien


pesos de multa.
Los jueces del Registro Civil, las autoridades admi-
nistrativas y las judiciales tienen obligación de dar avi-
so a los jueces pupilares (sic) de los casos en que sea
necesario nombrar tutor y que lleguen a su conocimien-
to en el ejercicio de sus funciones.

La protección de un incapaz no puede admitir interrupciones. Este precepto


impone, en primer lugar y en caso de testamentaría, al albacea, la obligación de
poner en marcha los mecanismos tendentes al nombramiento de tutor. En caso
de intestado, la responsabilidad recae sobre los parientes y aun sobre los terceros,
siempre que hayan vivido con el incapaz. Es de tener en cuenta que, en caso de
que los obligados fuesen omisos en el cumplimiento de lo preceptuado, cualquier
persona podría denunciar la situación al MP, a fin de que éste actuase lo necesa-
rio para promover ante el juez la designación de tutor.
Debe tenerse en cuenta que los jueces de lo familiar por reforma de 24 de marzo
de 1971, asumieron las funciones que antes correspondían a los jueces pupilares.
C.G.M.

ARTÍCULO 461. La tutela es testamentaria, legítima o dativa.

Ver comentarios a los aa. 470, 482. 483 y 495.

C.G.M.
ARTÍCULO 462. Ninguna tutela puede conferirse sin que previa-
mente se declare en los términos que disponga el Códi-
go de Procedimientos Civiles, el estado de incapacidad
de la persona que va a quedar sujeta a ella.

La regla general es la capacidad, tanto de goce como de ejercicio, de las personas;


la incapacidad es la excepción; en consecuencia, para que alguien sea declarado
incapaz y sometido a tutela. se requiere la garantía del previo proceso legal. El
procedimiento para la declaración de incapacidad está legislado en los aa. 902 a
905 del CPC. Este cuerpo legal exige que toda incapacidad por causa de demen-
cia se sustancie en juicio ordinario. La declaración de minoridad, en cambio, se
hará de plano, si se acompaña la respectiva acta del registro civil o —de faltar 1a
misma— mediante una probanza sumaria.
Aunque el CPC solamente se refiere a las incapacidades por minoridad (a. 903)
y por demencia (a. 904), de la armonización del CC con el CPC debe concluirse
que las declaraciones de incapacidad por las causales de las frs. III y IV del a.

1308]
TITULO NOVENO/CAPITULO 1 ARTS.461463 y 464

450 del CC (sordomudos que no saben leer ni escribir; ebrios consuetudinarios y


los que habitualmente hacen uso inmoderado de drogas enervantes) deben decla-
rarse como resultado de un juicio ordinario: siendo la incapacidad un estado de
excepción, su declaración debe ameritar las máximas garantías.
C.G.M.

ARTÍCULO 463. Los tutores y curadores no pueden ser removidos


de su cargo sin que previamente hayan sido oídos y
vencidos en juicio.
La remoción de la tutela se remonta al derecho romano; Ulpiano. en el Digesto,
manifiesta que ya existía en las XII Tablas. En aquella época se trataba de una
acción infamante de efectos graves. Las reglas del derecho romano pasaron. en
forma muy similar, a las Leyes de Partidas.
Las legislaciones modernas han suprimido las penas infamantes. De cualquier
forma la remoción constituye una sanción para el tutor o para el curador, ya que
las causales en las que se basa implican actos dolosos o negligencias culpables, o
bien omisiones en el buen desempeño de su función (a. 504 CC).
La connotación punitiva que tal remoción lleva consigo, requiere de todas las
garantías del proceso contencioso, donde el demandado tenga las oportunidades
que determine la ley para articular sus defensas. El a. 914 del CPC dice expresa-
mente que los tutores y curadores no pueden ser removidos por acto de jurisdic-
ción voluntaria.
C.G.M.

ARTÍCULO 464. El menor de edad que se encuentre en cualquie-


ra de los casos a que se refiere la fracción TI del artículo
450, estará sujeto a la tutela de los menores, mientras no
llegue a la mayoría de edad.*
Si al cumplirse esta continuare el impedimento, el in-
capaz se sujetará a nueva tutela, previo juicio de inter-
dicción, en el cual serán oídos el tutor y el curador ante-
riores.
Generalmente el menor de edad que adolece de alguna causa de incapacidad
natural distinta de la minoridad, está sujeto a patria potestad. Dentro de la rela-
ción familiar constituida, la protección y la ayuda para superar la incapaci-
* N.E.: Texto vigente del articulo modificado en virtud del artículo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.

1309]
AM-S.46,1,46S y 446 LIBRO PRIMERO

dad encuentran su ámbito natural. En estos casos, no es necesario organizar nin-


gún sistema especial.
En ausencia de la relación familiar, entrará a suplir a la misma la tutela del
menor, cuyo fin primordial será encarar la rehabilitación y/o curación del menor
incapacitado. En caso de persistir la incapacidad, una vez cumplida la mayoría
de edad, se deberá proveer a una nueva tutela. Nada impide que el tutor y el cura-
dor sean los mismos que desempeñaron esa función durante la menor edad del
incapaz.
C.G.M.

ARTICULO 465. Los hijos menores de un incapacitado quedarán


bajo la patria potestad del ascendiente que corresponda
conforme a la ley, y no habiéndolo, se les proveerá de
tutor.

Ver los comentarios a los aa. 414 y 447.


C.G.M.

ARTICULO 466. El cargo de tutor respecto de las personas com-


prendidas en los casos a que se refiere la fracción II del
articulo 450, durante el tiempo que subsista la interdic-
ción cuando sea ejercitado por los descendientes o por
los ascendientes. El cónyuge tendrá obligaciones de des-
empeñar ese cargo mientras conserve su carácter de cón-
yuge. Los extraños que desempeñen la tutela de que se
trata tienen derecho de que se les releve de ella a los diez
años de ejercerla.*

Uno de los caracteres de la tutela. es el ser permanente; o sea que subsiste durante
el tiempo en que persista la incapacidad del tutelado, salvo que sobrevenga algu-
na causa especial de cesación de la tutela.
La institución familiar ofrece mayor confianza al legislador. para el desempe-
ño de las funciones tutelares: no existe dentro de ella un mero vinculo obligatorio,
sino que la cohesión familiar determina un fin superior a la conveniencia indivi-
dual, basado en el natural afecto derivado del vinculo de parentesco o del lazo
conyugal.
De ahí que la norma legal designe para el desempeño de los cargos tutelares a
las personas que. presumiblemente, tienen mayor interés en proteger la vida y el
patrimonio del incapaz: los parientes y, dentro de éstos, los más próximos son
* N.E.: Texto vigente del articulo modificado en virtud del articulo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.

13101
TITULO NOVENO: CAP' 1 U1 0 1 ARTS 466, 467 y 468

preferidos a los más alejados. (Rodriguez Arias Bustamante, L., La tutela, Bar-
celona, Bosch, 1954, pp. 25 y 53). Por ser la tutela un cargo obligatorio (a. 452),
los terceros que no son parientes del incapaz tienen derecho a que se les releve,
una vez cumplidos diez años del desempeño de su cometido.

C.G.M.

ARTÍCULO 467. La interdicción de que habla el artículo anterior


no cesará sino por la muerte del incapacitado o por
sentencia definitiva, que se pronunciará en juicio seguido
conforme a las mismas reglas establecidas para el de
interdicción.

Del mismo modo que la sentencia que declare la incapacidad —consiguiente


interdicción de una persona— la que levante la interdicción será pronunciada en
un juicio ordinario (a. 904 C PC). La protección del incapaz y de la sociedad exige
el mayor rigor probatorio para determinar la cesación de la causa de incapacita-
ción; esa garantía proporcionan los sucesivos actos procesales del juicio ordina-
rio.

C.G. M.

ARTÍCULO 468. El Juez de lo Familiar del domicilio del incapaci-


tado, y si no lo hubiere, el juez menor, cuidará provisio-
nalmente de la persona y bienes del incapacitado, hasta
que se nombre tutor.

El juez de lo familiar ha sido configurado por la legislación como un verdadero


órgano de la tutela, y su intervención ha de tener un carácter activo. En cuanto el
juez menor, (léase juez de paz), ha sido considerado —en defecto del juez de lo
familiar— por su proximidad con d caso concreto, para adoptar las medidas de
carácter urgente.
Ambos están obligados a ejercer la tutela provisional, hasta que se designe
tutor. Si no lo hicieren, podrían incurrir en responsabilidad y, eventualmente,
serán responsables de los daños que por esa causa sobrevengan a los incapaces.
(Lete del Río, José M., La responsabilidad de los órganos tutelares. España,
Valladolid, 1965, pp. 204 205).-

C.G.M.

[311]
ARTS. 469 y 470 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 469. El juez que no cumpla las prescripciones relativas


a la tutela, además de las penas en que incurra conforme a
las leyes, será responsable de los daños y perjuicios que
sufran los incapaces.

Este precepto establece, con respecto al juez, una doble responsabilidad: la de


orden penal, para lo cual se remite a las leyes respectivas; o sea que habrá que
analizar la conducta del juez para determinar si se ajusta a algún tipo delictivo
previsto en el CP o en leyes especiales; la de orden civil, que se traduce en la
reparación de daños y perjuicios.
Para que la responsabilidad sea exigible, será necesario que el juez conozca el
hecho que da lugar a la tutela, que —conociéndolo— descuide constituirla por
negligencia, que no controle el desarrollo de la misma, o que incurra en acciones
u omisiones de cualquier orden que irroguen perjuicios a la persona o a los
bienes del incapaz.
Como la ley no distingue, debemos entener que la responsabilidad por daños
y perjuicios se debe tanto por actos dolosos como cuiposos del funcionario
judicial. La responsabilidad abarca el daño emergente, el lucro cesante y —si se
diera el caso— el daño moral.

C.G. M.

CAPITULO II
De la tutela testamentaria

ARTÍCULO 470. El ascendiente que sobreviva, de los dos que en


cada grado deben ejercer la patria potestad conforme a lo
dispuesto en el artículo 414, tiene derecho, aunque fuere
menor, de nombrar tutor en su testamento a aquellos
sobre quienes 1a ejerza, con inclusión del hijo póstumo.

El a. 461 dispone que la tutela puede ser testamentaria, legítima o dativa. A la


tutela testamentaria se refiere el capítulo II del título IX del libro segundo del
CC.
De acuerdo con lo establecido en los aa. 1295, 1378, 1379 y 1600 en un
testamento no sólo se puede disponer de "bienes y derechos", sino también
"declarar o cumplir deberes" para después de la muerte del testador. En la tutela
testamentaria no existe disposición de bienes ni derechos. El legislador le ha dado
a la tutela testamentaria un tratamiento de excepción en los aa. 503 fr. VIII, 520
fr. I y 585 aunque establece igual tratamiento que a los demás tutores cuando se

1312]
TITULO NOVENO.CAMTU1.0 II ART. 470

refiere al cumplimiento de los deberes y obligaciones que señalan los aa. 516,
517, 548, 1313 fr. VI y 1331.
El capítulo II del título IX del libro segundo, autoriza la designación de
tutor testamentario en los cuatro casos previstos en los aa. 470, 473,475 y 481.
La designación de tutor testamentario, de acuerdo a lo establecido en el a. 470
será procedente cuando se trata de hijos de matrimonio. Ello se deduce de la
referencia que este artículo hace al 414 del CC, disposición esta última que
indica quiénes son las personas que en los distintos grados pueden ejercer la
patria potestad sobre los "hijos de matrimonio"; esta facultad se otorga al
ascendiente que "sobreviva" de los dos que en cada grado pueden ejercer la
patria potestad.
Si existieren otros ascendientes que puedan ejercer la patria potestad sobre el
menor, deben quedar excluidos de su ejercicio por la designación de tutor
testamentario. De no hacerlo así, su exclusión sólo sería temporal. Lo dispone
así el a. 472.
Si el ascendiente fuere menor de edad, deberá tener capacidad para testar.
Ella se adquiere a los dieciséis años cumplidos según lo dispone el a. 1306.
La designación podrá hacerse en cualquier clase de testamento, salvo el
ológrafo porque, sólo los mayores de edad pueden testar en esa forma por
disponerlo así el a. 1551.
La frase que se encuentra al final del a. 470 "con inclusión del hijo póstumo",
merece una breve consideración, hijo póstumo es el que nace después de la muerte
del padre. ¿Quién podría nombrar tutor testamentario a un hijo que está por na-
cer? No puede hacerlo el padre, pues mientras vivan ambos progenitores ninguno
de ellos puede designar tutor testamentario y porque al nacer el hijo la madre
ejercerá de pleno derecho la patria potestad sobre éste cuando el padre ha
muerto antes del alumbramiento. A ella no se le puede privar de este derecho
porque el a. 471 dispone que sólo puede excluirse del ejercicio de la patria potestad
a los "ascendientes de ulteriores grados", o sea, a los abuelos, pero no a los
progenitores.
Dos antecedentes de carácter histórico pueden explicar la existencia de la
frase "con inclusión del hijo póstumo" que comentamos y son: el Proyecto de
Sierra y el de García Goyena. En ambos el padre era el único que podía designar
tutor testamentario al hijo.
Decía el a. 193 del Proyecto de Sierra: "El padre aun siendo menor de
dieciocho años, tiene derecho de nombrar en testamento tutor para sus hijos
menores, con inclusión del desheredado y el póstumo." Y el a. 177 del Proyecto
de García Goyena decía: "El padre puede nombrar tutor en testamento a sus
hijos menores incluso al desheredado y al póstumo".
Con el propósito de dar una explicación racional a la disposición, pensamos
que la madre podrá ejercer esta facultad después de la muerte del marido y antes
del nacimiento del hijo.

[313)
ARTS 470, 471 y 472 LIBRO PRIMERO

¿Si el cónyuge que sobrevive contrae nuevas nupcias, conserva la facultad de


designar tutor testamentario a sus hijos del anterior matrimonio? Al parecer la
madre puede hacerlo, porque los aa. 445 y 446 disponen que en ese supuesto no
pierde la patria potestad sobre sus hijos y no la ejerce sobre ellos el nuevo
marido.
Nada dispone la ley con respecto al padre, pero puede llegarse a la misma
conclusión por analogía.

L.C.P.

ARTÍCULO 471. El nombramiento de tutor testamentario hecho


en los términos del artículo anterior excluye del ejercicio
de la patria potestad a los ascendientes de ulteriores
grados.

La designación de tutor testamentario impide que entren a ejercer la patria


potestad los ascendientes de ulterior grado. ¿Cuáles son éstos? Sin duda alguna,
los abuelos. Sólo a ellos se les puede privar del ejercicio de la patria potestad. En
ningún caso a los progenitores.
¿Qué clase de abuelos? Los de los hijos de matrimonio que enumeran las frs. 11
y III del a. 414, en concordancia con el 418.
Respecto a los hijos habidos fuera de matrimonio los aa. 415, 416 y 417
disponen que la patria potestad sobre esos hijos deben desempeñarla sólo
los progenitores. En cuanto a los abuelos, estas disposiciones simplemente los
ignoran.
Constituye esto, una razón más para considerar que la designación de tutor
testamentario, sólo procede con respecto a los hijos de matrimonio.
De la lectura del a. 471 parece desprenderse que la simple designación de un
tutor testamentario, excluirla de pleno derecho a los abuelos. Sin embargo, el
a. 472 parece desmentir lo anterior, porque permite eludir con suma facilidad
la exclusión de los abuelos.

L.C. P.

ARTÍCULO 472. Si los ascendientes excluidos estuvieren incapaci-


tados o ausentes, la tutela cesará cuando cese el impedi-
mento o se presenten los ascendientes, a no ser que el
testador haya dispuesto expresamente que continúe la
tutela.

La duración de la tutela testamentaria puede ser temporal o definitiva. Será

1314]

F I] 01_0 NOVENO CAPI 101.0 Akl ti. 472 y 47,1

temporal cuando sólo tenga por objeto reemplazar a un ascendiente incapacita-


do o ausente, en cuyo caso una vez que cese el impedimento o se presente el
ascendiente, cesará la tutela. Será definitiva cuando se haya dispuesto expresa-
mente en el testamento que continúe.
Esta disposición viene a confirmar el comentario al a. 471.

L.C. P.

ARTÍCULO 473. El que en su testamento, aunque sea un menor no


emancipado, deje bienes, ya sea por legado o por heren-
cia, a un incapaz que no esté bajo su patria potestad, ni
bajo la de otro, puede nombrarle tutor solamente para la
administración de los bienes que le deje.

Para que proceda la designación de tutor testamentario según este artículo, se


requiere:
I. Que en un testamento se dejen bienes, ya sea por herencia o legado a un inca-
paz. La disposición testamentaria puede consistir en una herencia o en un legado.
La designación de tutor puede hacerla también un menor de edad siempre que
tenga capacidad para testar, la que se adquiere a los dieciséis años cumplidos
según lo dispone el a. 1306. No podrá hacerlo en un testamento ológrafo porque el
a. 1551 dispone que sólo pueden testar por este medio los mayores de edad.
La designación de tutor podrá hacerse en el mismo testamento en que se
instituye heredero o legatario al incapacitado, o en otro posterior, pues la ley
no lo impide. Si se hace en otro posterior, el testador debe expresar en este su
voluntad de que el anterior subsista, porque de no hacerlo se entenderá revoca-
do, pues así lo dispone el a. 1494.
2. El incapaz no debe estar sujeto a la patria postestad del testador ni de
ninguna otra persona. Al parecer tampoco debe estar sujeto a tutela, porque el
a. 455 dispone que ningún incapaz puede tener más de un tutor definitivo. No
podría pues el testador designarle otro.
El legislador se refiere en forma genérica a los incapaces en el a. 473 y son
aquellos que enumera el a. 450. ¿Se aplica a todos ellos el artículo que se
comenta?
Podría válidamente sostenerse que esta disposición sólo es aplicable a los
menores de edad no sujetos a patria potestad ni a tutela, por las siguientes
razones:
a)porque las personas enumeradas en las frs. II, 111 y IV del a. 450, sólo podrán
considerarse incapacitados cuando se les haya declarado en estado de interdic-
ción. Nunca antes, ni el testador ni ninguna otra persona podrá darles legalmen-
te el calificativo de incapacitados por disponerlo así el a. 462.

I315]
ARTS, 473, 474 y 475 LIBRO PRIMERO

b) Porque si el juez los ha declarado en estado de interdicción debe haberles


dado también un tutor y en tal caso el testador no podría designarles otro
porque el a. 455 lo prohibe.
3. El tutor testamentario sólo podrá administrar los bienes que le deje el
testador. Es curiosa esta disposición, porque no existe en la legislación mexica-
na la tutela de administración.
Las tres áreas que comprende la tutela, según el a. 537 son: el cuidado de la
persona del incapacitado, su representación legal y la administración de sus
bienes.
El tutor testamentario sólo puede desempeñar una de dichas funciones: la
administración de los bienes del incapacitado. ¿Habría que designarle otro tutor
para que se haga cargo de las demás funciones que no puede desempeñar el tutor
testamentario? Ello sería contrario al a. 455. Posiblemente el juez podría solucio-
nar este problema, si en uso de las facultades que le otorga el a. 479 hace
extensivos al tutor testamentario los demás atributos de la tutela, que le niega el
a. 473.

L.C.P.

ARTÍCULO 474. Si fueren varios los menores podrá nombrárseles


un tutor común, o conferirse a persona diferente la tutela
de cada uno de ellos, observándose, en su caso, lo dis-
puesto en el artículo 457.

Este artículo especifica que si se trata de varios menores puede nombrárseles un


tutor común, o conferirse a personas diferentes la tutela de cada uno de ellos. Si
existieren intereses contrapuestos, se observará lo que dispone al efecto, el
a. 457.
Al referirse este artículo exclusivamente a los menores, ¿estará confirmando
acaso el texto del artículo anterior, en el sentido de que sólo es aplicable a los
menores?

L.C. P.

ARTÍCULO 475. El padre que ejerza la tutela de un hijo sujeto a


interdicción por incapacidad intelectual, puede nombrar-
le tutor testamentario si la madre ha fallecido o no puede
legalmente ejercer la tutela.
La madre, en su caso, podrá hacer el nombramiento de
que trata este artículo.

1316]
11 1 ULO NOVENO:CAPITULO II ARTS. 475, 476 y 477

De acuerdo a lo establecido en el a. 489, a los padres les corresponde asumir la


tutela legítima de sus hijos declarados en estadó de interdicción, cuando éstos
sean solteros o viudos y no tengan hijos que puedan desempeñar la tutela.
Si ambos progenitores tienen aptitud legal para ejercer el cargo, deberán
ponerse de acuerdo sobre cuál de ellos lo ejercerá.
Podrán los padres que ejercen la tutela legitima de sus hijos incapacitados,
designarles tutor testamentario, sólo cuando hubieren sido declarados en esta-
do de interdicción por "incapacidad intelectual".
Si la tutela la desempeña el padre, puede designarle tutor testamentario al
hijo, cuando la madre ha fallecido o no puede desempeñar el cargo.
Igual derecho tendrá la madre si a ella le hubiere correspondido asumir la
tutela.

L.C.P.

ARTÍCULO 476. En ningún otro caso hay lugar a la tutela testa-


mentaria del incapacitado.

Esta disposición limita el derecho de designar tutor testamentario a los cuatro


casos que contiene este capítulo.
Se presenta no obstante una duda; el artículo que se comenta emplea la
expresión "incapacitado", que corresponde a la misma que usa el supuesto
previsto en el a. 475. ¿Se refiere sólo a este artículo la disposición que se comenta
o se aplica a todos los casos previstos en este capítulo? En este último supuesto
habrá que concluir, que la disposición que comentamos se encuentra mal
ubicada, pues el a. 481 colocado al final del capítulo, contiene un caso más en
que procede la designación de tutor testamentario.

L.C.P.

ARTÍCULO 477. Siempre que se nombren varios tutores, desempe-


ñará la tutela el primer nombrado, a quien substituirán
los demás, por el orden de su nombramiento, en los casos
de muerte, incapacidad, excusa o remoción.

Se trata de tutores substitutos que vendrán a reemplazar a los nombrados por el


testador en los casos de muerte, incapacidad, excusa o remoción de ellos.
Dispone el a. 455 que sólo puede nombrarse un tutor definitivo, de modo que
si en el testamento se designan varios tutores no podrán desempeñar la tutela
simultáneamente. Si no se ha establecido un orden de precedencia, desempeña-

[311

ARTS 477, 478 y 479 LIBRO PRIMERO

rá la tutela el primer nombrado y así sucesivamente le substituirán los demás,


por el orden de su nombramiento.
L.C. P.

ARTICULO 478. Lo dispuesto en el artículo anterior no regirá


cuando el testador haya establecido el orden en que los
tutores deben sucederse en el desempeño de la tutela.

Si el testador designa el orden en que los tutores substitutos deben sucederse en


el desempeño de la tutela, se estará a lo dispuesto por él.

L.C.P.

ARTICULO 479. Deben observarse todas las reglas, limitaciones y


condiciones puestas por el testador para la administra-
ción de la tutela, que no sean contrarias a las leyes, a no
ser que el juez, oyendo al tutor y al curador, las estime
dañosas a los menores, en cuyo caso podrá dispensarlas o
modificarlas.

La ley faculta al testador para establecer limitaciones, condiciones y reglas para


la administración de la tutela. Ellas deben observarse siempre que no sean
contrarias a las leyes. Sin embargo, cuando el juez las estime dañosas a los
menores, podrá dispensarlas o modificarlas, oyendo previamente al tutor y al
curador.
Entre las muchas disposiciones, sobre esta materia, que se encuentran disper-
sas en el título IX del libro I, podemos citar:
1)puede el testador designar tutor, a un deudor del incapacitado, en cantidad
considerable, a pesar de la prohibición que establece la fr. VIII del a. 503
siempre que lo haga con conocimiento de la existencia de la deuda, debiendo
declararlo así expresamente en el testamento;
2) puede relevar al tutor testamentario de la obligación de dar garantía, según
lo dispone el a. 520 en su fr. 1. con la salvedad que señala el 521;
3) puede el testador fijar la retribución del tutor testamentario, de acuerdo
con lo establecido en el a. 585, siempre que ella se encuentre dentro de los límites
que señala el a. 586.
De acuerdo con lo establecido en el a. 548 el testador no puede dispensar a] tutor
testamentario, de la obligación de hacer inventarios.
No obstante lo dicho, es necesario considerar que la ley otorga a los jueces
de lo familiar amplias atribuciones en todos los asuntos relativos a la tutela. El

[318]
TITULO NOVENO/CAPI TULO II ARTS 479, 480 y 481

a. 633 dispone que son las autoridades exclusivamente encargadas de interve-


nir en los asuntos relativos a la tutela, y el a. 1303 les faculta para interpretar las
disposiciones testamentarias con la amplitud que en dicha norma se señala.

L.C.P.

ARTÍCULO 480. Si por un nombramiento condicional de tutor, o


por algún otro motivo, faltare temporalmente el tutor
testamentario, el juez proveerá de tutor interino al me-
nor, conforme a las reglas generales sobre nombramiento
de tutores.

El nombramiento de tutor interino de los menores, en los supuestos que señala


el a. 480 recaerá:
1) en los parientes mencionados en el a. 483;
2) a falta de estos parientes, de acuerdo con !o establecido en la fr. 11 del a. 495,
el tutor interino será designado por el juez.

L.C.P.

ARTÍCULO 481. El adoptante que ejerza la patria potestad tiene


derecho de nombrar tutor testamentario a su hijo adopti-
vo; aplicándose a esta tutela lo dispuesto en los artículos
anteriores.

En el ejercicio de este derecho podrán los adoptantes hacer uso de la facultad


que les otorga el artículo que se comenta y las demás disposiciones de este
capítulo que fueren aplicables al caso. Para ello es necesario distinguir tres
situaciones, a saber: que se trate de un solo adoptante (a. 390); que un matrimo-
nio adopte a un hijo ajeno (a. 391); o que uno de los cónyuges adopte al hijo del
otro cónyuge (a. 403).
En cualquiera de estos tres casos los adoptantes deben estar ejerciendo la
patria potestad sobre su hijo adoptivo, en uso de la facultad que les otorgan los
aa. 403 y 419.
Si se trata de un solo adoptante, el derecho de nombrar tutor testamentario al
menor se fundará en el a. 481.
Si ambos cónyuges han adoptado a un hijo ajeno, la designación de tutor la
hará el cónyuge que sobreviva por aplicación de lo dispuesto en los aa. 470 y
481.
Cuando uno de los cónyuges ha adoptado al hijo de su cónyuge y el que

[319]

ARTS. 481, 482 y 483 LIBRO PRIMERO

sobrevive es el adoptante, a él le corresponderá designar al tutor de acuerdo con


los aa. (70 y 481; pero si el que sobrevive es el progenitor, él hará la designación
y se fundamentará su derecho en lo que dispone el a. 470.
Con la designación de un tutor testamentario quedarán excluidos del ejerci-
cio de la patria potestad los ascendientes de ulterior grado del hijo adoptivo,
quienes según el a. 403 consevan los derechos y obligaciones que resulten del
parentesco natural.
Al hacer la designación de tutor testamentario, es necesario tener presente lo
que dispone el a. 472 si se quiere excluir en forma definitiva a los ascendientes de
ulterior grado.

CAPITULO III
De la tutela legítima de los menores
ARTÍCULO 482. Ha lugar a tutela legítima:
1. —Cuando no hay quien ejerza la patria potestad, ni
tutor testamentario;
I I.--Cuand o deba nombrarse tutor por causa de divor-
cio.
Los capítulos III, IV y V del título IX del libro I, contienen un conjunto de
disposiciones sobre la tutela legítima de los menores, los interdictos y expósitos.
A la tutela legítima de los menores se refieren los aa. 482 a 485.
Dos situaciones considera el a. 482:
1) menores que carecen de representante legal. Si no hay quien ejerza la patria
potestad sobre el menor y no se le ha nombrado tutor testamentario, se le desig-
nará un tutor legítimo.
2) hijos menores de los divorciados. Si el juez que conoce de un juicio de
divorcio resuelve privar a los progenitores del ejercicio de la patria potestad
sobre sus hijos y no hay ascendientes que puedan desempeñarla, el juez deberá
designarles un tutor. La ley del 27 de diciembre de 1983, que modificó el a. 283
del CC, facultó a los jueces para proceder en esta forma.
En los casos de ausencia, el a. 651 dispone que puede designarse tutor legítimo
a los hijos del ausente.
L.C.P.

ARTÍCULO 483. La tutela legítima corresponde:


1.—A los hermanos, prefiriéndose a los que lo sean por
ambas líneas;
1I.—Por falta o incapacidad de los hermanos, a los demás
colaterales dentro del cuarto grado inclusive.
[320]

TITUl O NOVENO CAPITULO 111 ARTS. 483 y 414

Corresponde en forma preferente el ejercicio de la tutela legítima a los hermanos


del menor, siempre que tengan la debida capacidad para desempeñar el cargo.
Si se trata de hermanos de doble conjunción o de medios hermanos, se
preferirá a los que lo sean por ambas líneas.
No hace distinción alguna el legislador entre hermanos nacidos dentro o fuera
del matrimonio.
A falta de hermanos deberán desempeñar la tutela legitima del menor los
demás colaterales dentro del cuarto grado inclusive.
Excepcionalmente el legislador admite la intervención de los colaterales en
las relaciones de familia, y cuando lo hace limita su actividad sólo hasta el
cuarto grado. — p.e. en materia de alimentos y en la sucesión legítima los aa. 305
y 1634, limitan su presencia sólo hasta el cuarto grado.
No señala este artículo en su fr. II un orden de precedencia entre los colatera-
les de los distintos grados, como lo hace invariablemente el código en todas las
categorías de parientes, entre otros, en los aa. 303, 304, 305, 490, 1300, 1369,
1604:1634 donde los de grado más próximo, excluyen a los más lejanos.
¿Ha modificado en esta oportunidad el legislador este principio general, o por
el contrario lo ha reafirmado una vez más?
Dos opiniones pueden sustentarse al respecto, mismas que serán analizadas
en el comentario al artículo siguiente.
L.C. P.

ARTICULO 484. Si hubiere varios parientes del mismo grado, el


juez elegirá entre ellos al que le parezca más apto para
el cargo; pero si el menor hubiere cumplido dieciséis
arios, él hará la elección.

Al comentar el artículo anterior se hacía presente que la fr. 11 no señala un orden


de precedencia entre los colaterales de los distintos grados como lo hace el
legislador en todas las categorías de parientes, donde los de grado más próximo
excluyen a los más remotos.
El a. 484 no aclara la duda surgida al respecto, él-la modificado en esta
oportunidad el legislador este principio general, o por el contrario lo ha reafir-
mado una vez más?
Dos opiniones pueden sustentarse al respecto:
1) Del contexto del artículo anterior y del que se comenta, parecería despren-
derse que no ha habido cambio de criterio pues el derecho de opción que pueden
ejercer el juez o el menor que ha cumplido dieciséis arios se referiría a los
colaterales del mismo grado, pero no a los de distintos grados, lo que haría
suponer que tendrían preferencia los más próximos en grado.

(3211
ARTS. 484 y 485 LIBRO PRIMERO

Íntimamente relacionado con estas disposiciones, el a. 490 establece que a


falta de otros parientes, la tutela será desempeñada "sucesivamente" por las
personas que allí se indican entre las cuales se encuentran los colaterales que
señalan los aa. 483 y 484. La expresión "sucesivamente" establece un orden de
precedencia aplicable también a los grados de parentesco de los colaterales, a
quienes no se excluye sino que por el contrario se les comprende en la enumera-
ción.

2) la tesis contraria se fundamenta en la interpretación gramatical de los


aa. 483 fr. II y 484, según la cual si el legislador no distingue no le es licito al
intérprete distinguir. Y agregan que si bien es cierto que el código señala un
orden de precedencia entre los colaterales, en materia de sucesiones, no debe
ocurrir lo mismo cuando se trata de la tutela, porque siendo esta una función
de confianza y de interés social, puede ser más apto para su ejercicio un colate-
ral del cuarto grado no obstante existir uno del tercero.

De acuerdo con lo establecido en el a. 484, si la elección del tutor la hace el


juez, debe elegir entre los colaterales del mismo grado, al que le parezca más
apto para el cargo.

No rige esta limitación para el menor que hubiere cumplido dieciséis años
cuando a él le corresponda hacer la elección.

L.C.P.

ARTICULO 485. La falta temporal del tutor legítimo, se suplirá en


los términos establecidos en los dos artículos anteriores.

El a. 455 dispone que ningún incapaz puede tener al mismo tiempo más de un
tutor definitivo, pero el a. 449 establece que la tutela puede tener por objeto la
representación interina del incapaz en los casos especiales que señala la ley.

Estos casos especiales los señalan entre otros, los aa. 480, 512, 532 y el que
comentamos.

De acuerdo con lo establecido en el a. 485, en la tutela legítima de los menores,


si falta temporalmente el tutor definitivo, el nombramiento del tutor interino
debe recaer también en uno de los hermanos del pupilo o en alguno de sus
parientes colaterales, dentro del cuarto grado.

[322]
TITULO NOVENO/CAPITULO IV ARTS. 486 y 487

CAPITULO IV
De la tutela legítima de los mayores
de edad incapacitados*

ARTÍCULO 486. El marido es tutor legítimo y forzoso de su mu-


jer, y ésta lo es de su marido.

El capítulo IV del titulo IX del libro I se refiere a la tutela legítima del cónyuge, de
los hijos y de los padres, que hayan sido declarados en interdicción.
Los cónyuges están obligados a socorrerse y auxiliarse mutuamente. Entre
estos deberes recíprocos el a. 486, destaca uno de los más relevantes: el cónyuge
sano debe actuar corno tutor legítimo y forzoso del otro que haya sido declarado
en interdicción, obligación que se prolonga mientras conserve su situación de
cónyuge, por así disponerlo el a. 466.
Con respecto a los bienes de los cónyuges y de la sociedad conyugal el tutor
debe observar las normas que le señalan los aa. 568. 581 y 582.
El a. 904 fr. II, inciso b) del CPC del DF dispone, que como diligencias prepa-
ratorias en el juicio de interdicción, se deben poner los bienes del presunto inca-
pacitado bajo la administración de un tutor interino y los de la sociedad conyu-
gal si la hubiere. quedarán bajo la administración del otro cónyuge.
Tiene importancia esta disposición porque consagra la figura jurídica de la
"administración extraordinaria de la sociedad conyugal", que no prevé la legisla-
ción sustantiva y que en algunos códigos se describe como el traspaso de la admi-
nistración de la sociedad conyugal al otro cónyuge, cuando por circunstancias
especiales. como la ausencia o la incapacidad del cónyuge administrador, se hace
necesario ese traslado,
L.C.P.

ARTÍCULO 487. Los hijos mayores de edad son tutores de su


padre o madre viudos.

Sólo pueden desempeñar el cargo los hijos mayores de edad. No podría desem-
peñarlo un menor emancipado porque la ley exige que el tutor sea mayor de
edad, al igual que lo hace el a. 1551 con respecto al testamento ológrafo. Por lo
demás, en varias disposiciones del código se consideran como figuras jurídicas
distintas, la mayoría de edad y la emancipación, como ocurre en los aa. 438 fr. I,
442, 443, 605 y 731 fr. I.
Los hijos ejercerán la tutela sobre su padre o madre viudos. Si fueren casados
le correspondería preferentemente al cónyuge desempeñar la tutela.
* N.E.: Texto vigente del articulo modificado en virtud del articulo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.

[323]
ARTS. 4.117.4SS y 489 LIBRO PRIMERO

¿Pueden los hijos ser tutores de sus progenitores solteros o divorciados? Si no


pueden hacerlo no podrían los hijos nacidos fuera de matrimonio ejercer la tute-
la sobre sus padres solteros.
No especifica el legislador si el padre o madre deben ser viudos del otro proge-
nitor, o simplemente viudos.
¿Podría el hijo adoptivo desempeñar la tutela legítima de su padre o madre
adoptivos? No se desprende del artículo que comentamos esta facultad, sino que
por el contrario parece rechazarla, a pesar de lo establecido en los aa. 395 y 396
porque al referirse el legislador al "padre y a la madre", está señalando a los pro-
genitores. En cambio, podría el hijo adoptivo desempeñar la tutela legítima de su
padre o madre biológicos porque el a. 403 establece que por la adopción no se
extinguen los derechos y obligaciones que resultan del parentesco natural.

L.C.P.

ARTÍCULO 488. Cuando haya dos o más hijos, será preferido el


que viva en compañía del padre o de la madre; y siendo
varios los que estén en el mismo caso, el juez elegirá al
que le parezca más apto.

El legislador señala un orden de preferencias, no sólo en la selección de los fami-


liares de los incapacitados que pueden desempeñar 1a tutela legítima, sino tam-
bién entre los llamados a ejercerla. cuando varios de ellos se encuentren legal-
mente capacitados para hacerlo.
De acuerdo con el sistema empleado por el legislador en esta materia, el a. 488
establece un orden de precedencia entre los hijos que pueden ejercer la tutela
sobre el padre o madre incapacitados. Será preferido el que viva en compañía del
incapacitado y si son varios los que se encuentran en el mismo caso, el juez elegi-
rá entre ellos, al que considere más apto.

L.C.P.

ARTÍCULO 489. Los padres son de derecho tutores de sus hijos,


solteros o viudos, cuando éstos tengan hijos que puedan
desempeñar la tutela, debiéndose poner de acuerdo res-
pecto a quién de los dos ejercerá el cargo.

Este artículo fue modificado por medio de un decreto que aparece publicado en
el DO del 9 de enero de 1954. El texto anterior era el siguiente: "El padre, y
por muerte o incapacidad de éste, la madre, son de derecho tutores de sus hijos,
solteros o viudos, cuando ellos no tengan hijos que puedan desempeñar la tu-
tela".

1324]
TITULO NOVENO/CA.1,111_40 IV ARTS. 489, 490 y 491

Como puede observarse el texto originario decía: "...no tengan hijos...", la


reforma suprimió la palabra "no".
No parece lógica tal supresión; se trata, al parecer, de un simple error que no
ha sido corregido mediante una aclaración o una fe de erratas. Comentaremos
pues este artículo de acuerdo con el sentido que originariamente le diera el
legislador.
En la frase: "los padres son 'de derecho' tutores de sus hijos..." encontramos
una facultad y una obligación. Los padres pueden reclamar para si el ejercicio de
la tutela sobre sus hijos, pero al mismo tiempo el legislador les impone el deber
jurídico de asumir el cargo.
Debe tratarse de hijos mayores de edad, porque si fueren menores estarían
sujetos a patria potestad o a tutela de acuerdo a lo establecido en el a. 464.
La tutela legítima sólo puede ejercerse sobre los hijos solteros o viudos
porque si fueren casados, le correspondería a su cónyuge el ejercicio de la tutela.

L.C.P.

ARTICULO 490. A falta de tutor testamentario y de persona que


con arreglo a los artículos anteriores deba desempeñar la
tutela, serán llamados a ella sucesivamente: los abuelos,
los hermanos del incapacitado y los demás colaterales a
que se refiere la fracción II del artículo 483; observándose
en su caso lo que dispone el artículo 484.

Al disponer el a. 490 que serán llamados "sucesivamente" a ejercer la tutela


legítima los parientes que allí se indican, ha establecido un orden de precedencia
entre ellos, que el juez deberá respetar al hacer la designación de tutor substi-
tuto.

L.C.P.

ARTICULO 491. El tutor del incapacitado que tenga hijos menores


bajo su patria potestad, será también tutor de ellos, si no
hay otro ascendiente a quien la ley llame al ejercicio de
aquel derecho.

Es una disposición novedosa y útil, porque deja sujetos a una misma tutela al
incapacitado y a sus hijos menores, pero es oscura porque no especifica si el
tutor designado al interdicto, será también de pleno derecho tutor de sus hijos, o
si será necesario realizar de nuevo todos los trámites que establece la ley en la
designación de tutores. En nuestra opinión debe interpretarse que será ipso jure,
tutor de aquél y de éstos.

1325]
ARTS. 491 y492 LIBRO PRIMERO

Contiene también este articulo una excepción a lo establecido en el capítu-


lo III de este título IX, en lo referente al nombramiento de tutores legítimos de
los menores, puesto que el tutor del padre interdicto, no es necesariamente her-
mano de los hijos de éste.
Debe tenerse en cuenta que esta disposición debe interpretarse en concordan-
cia con lo dispuesto en el a. 465 que a la letra dice: "Los hijos menores de un
incapacitado quedarán bajo la patria potestad del ascendiente que corresponda
conforme a la ley, y no habiéndolo, se les proveerá de tutor".
Al parecer esta disposición es de aplicación general, en cambio el artículo 491
considera un caso de excepción, referido sólo a la tutela legítima.

L.C.P.

CAPITULO V
De la tutela legítima de los menores abandonados
y de los acogidos por alguna persona,
o depositados en establecimientos de beneficencia

ARTÍCULO 492. La ley coloca a los expósitos bajo la tutela de la


persona que los haya acogido, quien tendrá las obligacio-
nes, facultades y restricciones establecidas para los demás
tutores.

No existe en la legislación civil un concepto claro de lo que debe entenderse por


"expósito" ¿Se trata del niño abandonado a las puertas de un convento o de un
asilo, o de una casa? De los aa. 65, 67 y 68 parece desprenderse que el legislador
le da esa categoría legal al niño que carece de identidad y cuyo nacimiento no se
encuentra inscrito en el registro civil. Confirma esta idea el a. 55 de la LN que
dispone que se presume, mientras no exista prueba en contrario, que el niño
expósito hallado en territorio mexicano ha nacido en éste. Se desprende de esta
disposición que el niño debe carecer de identidad porque si la tuviere, se podría
determinar fácilmente su condición de nacional o de extranjero.
Sin embargo, existen varias disposiciones en la legislación nacional que no le
dan ese carácter, como ocurre con el a. 444 del CC que dispone que la patria
potestad se pierde: fr. IV, por la exposición que el padre o la madre hicieren de
sus hijos. Para que el Tribunal pueda sancionar a los padres con la pérdida de la
patria potestad sobre sus hijos, éstos deben ser identificables. Situaciones
parecidas contemplan los aa. 342 y 343 del CP.
Tutor legítimo del expósito será la persona que lo haya acogido. El a. 618
dispone que no se les designará curador.
Los aa. 378 y 397 fr. III contemplan casos de menores abandonados ¿podrían

1326]
MULO NOVENO;CAPH ULO V ART S 492, 493 y 494

las personas que los acogen desempeñar la tutela legítima de esos menores? La
respuesta será afirmativa si se les considera expósitos.
En cuanto a si es procedente la designación de un tutor a personas que carecen
de bienes, los aa. 500, 501, 502, 544 y 545, entre otros, disponen que es posible
hacerlo y los aa. 535 y 618, disponen que no habrá necesidad de designarles
curador.
Establece el a. 520 en su fr. IV que los tutores de los expósitos están
exceptuados de dar garantía, siempre que los hayan alimentado y educado
convenientemente por más de diez años, a no ser que hayan recibido pensión
para cuidar de él.
En suma les impone la ley mayores obligaciones que a los demás tutores no
obstante que deben desempeñar gratuitamente el cargo en la mayoría de las
veces.

L.C. P.

ARTÍCULO 493. Los directores de las inclusas, hospicios y demás


casas de beneficencia donde se reciban expósitos, desem-
peñarán la tutela de éstos, con arreglo a las leyes ya lo que
prevengan los estatutos del establecimiento.

Desempeñarán el cargo de tutores de los menores a que se refiere esta disposi-


ción, los directores de dichos organismos con arreglo a las leyes y a lo que
prevengan los estatutos de dichos establecimientos.

L.C. P.

ARTÍCULO 494. En el caso del artículo anterior, no es necesario el


discernimiento del cargo.

El discernimiento, según se desprende de los aa. 519 del CC y 905, fr. V, 908 y
909 del CPC, es la resolución judicial mediante la cual el juez otorga al tutor la
autorización necesaria para ejercer sus funciones, después que éste ha aceptado
el cargo y en su caso otorgado la caución de su manejo.
Sólo se exime de esta obligación a los tutores que señala el a. 493 y no a los que
contempla el a. 492.

L.C.P.

[327]
ARTS. 495 y496 LIBRO PRIMERO

CAPITULO VI
De la tutela dativa

ARTÍCULO 495. La tutela dativa tiene lugar:


1.—Cuando no hay tutor testamentario ni persona a
quien conforme a la ley corresponda la tutela legítima;
II.—Cuando el tutor testamentario esté impedido tem-
poralmente de ejercer su cargo, y no hay ningún pariente
de los designados en el artículo 483.

El término dativo indica "atribución" o "destinación". Dato, p.c., viene del latín
datum: "lo que se da". Una tutela dativa es, consecuencia, una tutela conferida,
que es atribuida. No obstante, ello de ninguna manera conforma un rasgo
distintivo para este tipo de tutela frente a las dos especies restantes. Una tutela
legítima es también, desde luego, una tutela conferida, desde el punto de vista
de que quien decide respecto a la persona que deba desempeñarla es el legisla-
dor, si bien es cierto que el nombramiento deberá recaer sólo en parientes, salvo
el caso de los expósitos. Esta es una diferencia importante con la tutela dativa,
donde es el juez quien nombra al tutor, precisamente de una lista general
proporcionada por el Consejo Local de Tutelas. Lista que, en principio, no tiene
nada que ver con los parientes del incapaz.
No obstante todo ello, el atributo distintivo de la institución se precisa en el
hecho de que supone la exclusión de las tutelas testamentaria y legítima, según
se desprende en forma muy clara de la fr. I del artículo en cíta. La disposición
específica consignada en la fr. II no hace más que confirmar tal cualidad,
aunque reduce la duración en el tiempo —para el caso de impedimento temporal—
es la misma idea de ausencia del tutor testamentario y de ausencia, también, de
parientes cercanos que puedan ejercer la tutela legítima conforme al a. 483.
La tutela dativa es, pues, un género extremo que no puede alcanzar relevancia
en tanto no resulten excluidas las hipótesis que dan lugar a las tutelas testa-
mentaria y legítima. Ello puede dar base a la opinión de que su utilidad resulte
escasa en la práctica. En realidad, no es así, no sólo porque su aplicación es
extendida en los casos de juicios sucesorios intestados (donde, p.e., suele invocar-
se como fundamento un discutible "interés contrario" con el cónyuge supérstite)
sino, además, porque la aplicación del fenómeno encuentra derivaciones más
prolíficas en los casos de asuntos judiciales del menor emancipado (a. 499).

J.A.M.G.

ARTÍCULO 496. El tutor dativo será designado por el menor si ha


cumplido dieciséis años. El Juez de lo Familiar confirma-

[3281
Tiris LO NOVENO. CAPITULO VI RTS 49t y 497

rá la designación si no tiene justa causa para reprobarla.


Para reprobar las ulteriores designaciones que haga el
menor, el Juez oirá el parecer del Consejo Local de
Tutelas. Si no se aprueba el nombramiento hecho por el
menor, el Juez nombrará tutor conforme a lo dispuesto
en el artículo siguiente.

Es desde luego saludable que la ley permita al propio menor el nombramiento


o la designación de su tutor. Un menor de dieciséis años es ya una persona que,
en la mayoría de los casos, puede dirigir con bastante prudencia sus asun-
tos. Por lo demás, nunca estará solo: el juez de lo familiar deberá confirmar la
designación efectuada y. para ello, será menester que se cerciore de que no
concurra en el caso una justa causa que pueda invalidar el nombramiento. Por
justa causa debe entenderse, aquí, la presencia de cualquiera de los impedi-
mentos previstos en el a. 503.
El precepto debe relacionarse con el a. 908 del CPC, que prevé la negación
del discernimiento del cargo.
Una sola vez posee el juez la facultad anterior: las designaciones que en
defecto de la primera haga nuevamente el menor ya no podrán ser rechazadas
en forma omnímoda por él, porque ahora deberá consultar —al menos en teo-
ría- al Consejo Local de Tutelas (aa. 631 y 632). La hipótesis es de improbable
realización práctica.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 497. Si el menor no ha cumplido dieciséis años, el


nombramiento de tutor lo hará el Juez de lo Familiar de
entre las personas que figuren en la lista formada cada
año por el Consejo Local de Tutelas oyendo al Ministerio
Público, quien debe cuidar de que quede comprobada la
honorabilidad de la persona elegida para tutor.

Caso distinto es, naturalmente, el del menor de dieciséis arios, en donde sí se


requiere, desde el inicio, la intervención judicial para la designación del tutor.
Esta intervención judicial también tiene lugar cuando el juez rechaza por
segunda ocasión el nombramiento efectuado por el menor de dieciséis años, y
ello a pesar de la defectuosa redacción del a. 496 que pluraliza indebidamente la
expresión "las ulteriores designaciones".
Esta designación se verifica sobre la lista proporcionada en forma anual por
el Consejo Local de Tutelas. La necesaria intervención del agente del MP parece
canalizarse específicamente al cuidado de la honorabilidad de la persona ele-
gida, pero es claro que ésta es una cualidad que ya debió haber sido tomada en

[329]
ARTS. 497. 498 y 499 I 1BRO PRIMERO

cuenta ab initio, por los integrantes del Consejo ("órgano de vigilancia y de


información", dice el a. 632, que selecciona a los futuros tutores "por su aptitud
legal y moral") y después, incluso, por el propio juez, quien en todo caso ejerce
una "sobrevigilancia" (a. 633) de los asuntos relacionados con la tutela.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 498. Si el juez no hace oportunamente el nombramien-


to de tutor, es responsable de los daños y perjuicios que se
sigan al menor por esa falta.

Esta oportuna designación de tutor supone, ineludiblemente, que ya se han


agregado al expediente todas las constancias relativas que deberán fundamen-
tar la decisión final del juez. Primero, como es obvio, habrá de declararse el
estado de minoridad. Luego deberá proveerse al nombramiento y, por último,
deberá necesariamente aceptare! cargo y prestar las garantías que la ley señala a
efecto de que, por fin, se le discierna el cargo. Todo ello suponiendo que no surja
ningún tipo de impedimento u oposición.
El procedimiento es, pues, más o menos largo, según el caso y, naturalmente,
el juez no podrá responsabilizarse del estado incompleto de las actuaciones para
la emisión de su juicio. El precepto, por tanto, sólo puede referirse precisamente
a la última etapa de discernimiento del cargo.

J.A. M.G.

ARTíCULO 499. Siempre será dativa la tutela para asuntos judicia-


les del menor de edad emancipado.

El menor de edad emancipado es aquel sujeto que se encuentra en el supuesto


del a. 641 del propio cuerpo legal, donde se afirma que el matrimonio del menor
de dieciocho años produce de derecho su emancipación, es decir, la extinción de
la patria potestad. Sin embargo, por disposición expresa de! a. 643, el emancipa-
do necesita de un tutor para negocios judiciales durante todo el tiempo que reste
para alcanzar la mayoría de edad.
Esta tutela, siempre será dativa, y ello sustenta, como es obvio, un notable
caso de excepción a la regla general de subsidariedad para este género de tutela.
En rigor, lo que este precepto quiere decir es que la tutela no puede ser legiti-
ma, porque es claro que no puede hablarse aquí de tutela testamentaria: según
el a. 470, ésta sólo puede conferirse por el ascendiente supérstite sobre quienes
ejercen la patria potestad. Y es el caso de que el menor emancipado ya no pue-
de volver a incurrir en ella, aunque el matrimonio se disuelva. La pregunta

1330]
.111111 O NOVENO CA1'11110 VI ARTS, 499, 500y 501

es, por tanto, porque el legislador ha creído conveniente en la hipótesis excluir


radicalmente a la tutela legítima, segunda forma jerárquica de esta institución,
sobre todo si consideramos que bien pueden existir, ene! caso del menor eman-
cipado, cualquiera de las personas que conforme al a. 483 podrían ejercer la
tutela Legítima.
Una respuesta probable reside en la intención del legislador de evitar la
inter.vención familiar en los asuntos del menor independizado. De esta forma se
asegura, entonces, que sea el propio menor quien decida respecto a su tutela
(especialmente dada la gran probabilidad de que ya haya alcanzado los dieciséis
años) o bien que ésta se discierna a alguna persona ajena que figure en la lista del
Consejo,

J. A. M. G.

ARTICULO 500. A los menores de edad que no estén sujetos a la


patria potestad, ni a tutela testamentaria o legítima, aun-
que no tengan bienes, se les nombrará tutor dativo.
La tutela en este caso tendrá por objeto el cuidado de la
persona del menor, a efecto de que reciba la educación
que corresponda a su posibilidad económica y a sus
aptitudes. El tutor será nombrado a petición del Consejo
Local de Tutelas, del. Ministerio Público, del mismo
menor, y aun de oficio por el Juez de lo Familiar.

Se reafirma, aquí, el carácter de exclusión que ostenta la tutela dativa. Con un


sistema riguroso, el precepto distingue con claridad la jerarquía de hipótesis que
finalmente culminan con la institución en estudio: ausencia de patria potestad
(presupuesto lógico de cualquier forma de tutela, según el a. 449) y ausencia de
los supuestos que asimismo dan lugar a las tutelas testamentaria y legítima.
Se insiste particularmente en el caso de la ausencia de bienes en el menor
tutelado. El cuidado de la persona no es, desde luego, menos importante que el
de sus propiedades materiales. Y la alimentación, en primer lugar, y su educa-
ción, en segundo, constituyen los dos aspectos fundamentales en este tipo de
tutela. Los aa. 537 y siguientes se ocupan con detalle del asunto.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 501. En el caso del artículo anterior, tienen obligación


de desempeñar la tutela mientras duran en los cargos que
a continuación se enumeran:

[3311
ARTS. 50 I y 502 LIBRO PRIMERO

I.—El Presidente Municipal del domicilio del menor;


II.—Los demás regidores del Ayuntamiento;
III.—Las personas que desempeñen la autoridad ad-
ministrativa en los lugares en donde no hubiere Ayunta-
miento;
IV.—Los profesores oficiales de instrucción primaria,
secundaria o profesional, del lugar donde vive el meñor;
V.—Los miembros de las juntas de beneficencia públi-
ca o privada que disfruten sueldo del Erario;
VI.—Los directores de establecimientos de beneficen-
cia pública.
Los Jueces de lo Familiar nombrarán de entre las
personas mencionadas las que en cada caso deban desem-
peñar la tutela, procurando que este cargo se reparta
equitativamente, sin perjuicio de que también puedan ser
nombrados tutores las personas que figuren en las listas
que deben formar los Consejos Locales de Tutela, con-
forme a lo dispuesto en el Capítulo XV de este título,
cuando estén conformes en desempeñar gratuitamente la
tutela de que se trata.

El articulo en cita dice que el nombramiento de todas estas personas se hará


'sin perjuicio de que también puedan ser nombrados tutores las personas que
figuren en las listas que deben formar los Consejos Locales de Tutela". Sin
embargo, aparece muy claro que la ley les otorga prioridad en el cargo, a pesar
de que es muy de la esencia de la tutela dativa el nombramiento de tutor a tra-
vés de las listas del Consejo.
Es claro que las tres primeras fracciones suponen un grave anacronismo en
la legislación actual.

J.A.M.G.

ARTICULO 502. Si el menor que se encuentre en el caso previsto


por el artículo 500, adquiere bienes, se le nombrará tutor
dativo de acuerdo con lo que disponen las reglas genera-
les para hacer esos nombramientos.

Las reglas generales a que se refiere el artículo en cita se encuentran consignadas


en los aa. 496 y 497. Lo importante del precepto es la evidencia con que hace
aparecer el distinto caso de la tutela sobre la persona —únicamente— respecto
de la tutela sobre la persona y los bienes, del menor.

[332]
1 IFtJi.0 NOVENO CAPI U OS VI y VI I AR FS 50'2 y 503

La designación, además, de un nuevo tutor para el menor —ya tutelado


respecto de su persona— que recién adquiere bienes, parece superflua: quien
puede lo más, puede lo menos, y la vigilancia sobre la persona supera natural-
mente la de sus bienes, aunque desde luego este sea un aspecto que tampoco
deba descuidarse.
Como, asimismo —por lo menos en teoría—, el tutor nombrado para cuidar
de la persona del menor será seguramente honorable ¿qué necesidad hay de
designar otro? aunque sea de conformidad con las reglas generales que ya vimos
que, en realidad, poco pueden diferir de las específicas para aquel caso, previsto
en el a. 500.

JAMO.

CAPITULO VII
De las personas inhábiles para el desempeño
de la tutela y de las que deben
ser separadas de ella

AR TíCU LO 503. No pueden ser tutores, aunque estén anuentes en


recibir el cargo:
1.—Los menores de edad;
II.— Los mayores de edad que se encuentren bajo tutela;
111. —Los que hayan sido removidos de otra tutela por
haberse conducido mal, ya respecto de la persona, ya
respecto de la administración de los bienes del incapaci-
tado;
1V.—Los que por sentencia que cauce ejecutoria hayan
sido condenados a la privación de este cargo o a la
inhabilitación para obtenerlo;
V.—El que haya sido condenado por robo, abuso de
confianza, estafa, fraude o por delitos contra la honesti-
dad;
VI.—Los que no tengan oficio o modo de vivir conoci-
do o sean notoriamente de mala conducta;
VIL—Los que al deferirse la tutela, tengan pleito pen-
diente con el incapacitado;
VIII.—Los deudores del incapacitado en cantidad con-
siderable, a juicio del juez, a no ser que el que nombre
tutor testamentario lo haya hecho con conocimiento de la

[3331
ARTS. 503 y 504 LIBRO PRIMERO

deuda, declarándolo así expresamente al hacer el nom-


bramiento;
1X. Los jueces, magistrados y demás funcionarios o

empleados de la administración de justicia;


X.—E1 que no esté domiciliado en el lugar en que deba
ejercer la tutela;
X1.—Los empleados públicos de Hacienda, que por
razón de su destino tengan responsabilidad pecuniaria
actual o la han tenido y no la hubieren cubierto;
XII.—El que padezca enfermedad crónica contagiosa;
XIII.—Los demás a quienes lo prohiba la ley.

El precepto es lo bastante detallado y claro como para no merecer ningún


comentario especial. Cabe destacar, no obstante, la indebida especificidad en
que incurrió el legislador en la fr. V, dejando de lado muchos otros delitos que,
sin ser estrictamente de índole patrimonial o contra la honestidad, suponen
necesariamente la ausencia de principios morales rígidos o pautas de conducta
socialmente adecuadas. La omisión, sin embargo, puede fácilmente subsanarse
por la aplicación analógica de la fr. VI, precisamente en lo relativo a las
personas "que sean notoriamente de mala conducta".

J. A. M.G.

ARTíCULO 504. Serán separados de la tutela:


I.--Los que sin haber caucionado su manejo conforme
a la ley, ejerzan la administración de la tutela;
II.—Los que se conduzcan mal en el desempeño de
la tutela, ya sea respecto de la persona, ya respecto de la
administración de los bienes del incapacitado;
111. Los tutores que no rindan sus cuentas dentro del

término fijado por el artículo 590;


IV.—Los comprendidos en el artículo anterior, desde
que sobrevenga o se averigue su incapacidad;
V.—E1 tutor que se encuentre en el caso previsto en el
artículo 159;
V1. El tutor que permanezca ausente por más de seis

meses, del lugar en que debe desempeñar la tutela.

De la caución o garantía del tutor se ocupan, con detalle, los aa. 519 y siguientes.
Realmente es improbable que pueda discernírseles el cargo sin que hayan

P341
TITULO NOVENO/CAPITULO VII ARTS. 504 y 505

prestado la necesaria garantía, porque el a. 906 del CPC exige que el juez se cer-
ciore previamente.
El tutor a que se refiere el a. 500 —que únicamente se ocupa de la persona del
menor— no tiene, conforme al a. 520. fr. II, obligación de prestar garantía.
En el caso de la fr. II de este artículo en cita, decir que una persona "se con-
duce mal" es hablar en forma vaga. En consecuencia. será necesario un buen
grado de discernimiento en el juzgador para la calificación de situaciones que
eventualmente pongan en peligro la permanencia del tutor en el puesto.
La fr. VI parece conceder un plazo demasiado largo para sancionar la ausen-
cia del tutor.
Pero, en fin, actualizada cualquiera de estas causales, tanto el MP (vigilante
del interés social) como los parientes del pupilo, tienen a su cargo la acción
correspondiente para proceder a la denuncia ante el juez de lo familiar (a. 633).
Es claro que debe incluirse aqui al curador, quien precisamente está obligado a
defender los derechos del incapacitado contra el tutor (a. 626, fr. I).
La ley no prevé especificamente el caso de remoción o separación de los
curadores, pero alguna disposición (a. 621) parece aludir al problema, aceptan-
do el nombramiento de curador interino en los casos de impedimento, "separa-
ción" o excusa del nombrado. Aunque tampoco decide sobre las causas que
pudieran dar origen a tal medida, el intérprete debe concluir que las disposicio-
nes sobre tutores son. mutatis =lunch', aplicables también a los curadores.
El a. 463 prescribe la necesidad de instaurar juicio para la remoción del car-
go. El proceso debe seguirse en la forma contenciosa, de conformidad con los
aa. 913 y 914 del CPC.
Finalmente, ¿es posible que la remoción del tutor o del curador tenga lugar
cuando no haya una causa concreta y se hubiere provocado de todas formas un
inadecuado comportamiento en el pupilo? Piénsese p.c. en el caso de que éste
haya cometido un delito no directamente propiciado por su tutor o curador,
pero de alguna manera ocasionado por la negligencia y el descuido en su edu-
cación. Es claro que. siempre que pueda probarse alguna irregularidad que
indirectamente pudiera haber ocasionado la comisión del hecho delictuoso, el
juez de lo familiar tendrá facultades para decretar la remoción del cargo con
fundamento en el a. 504, fr. II. o en el 626, frs. I y II del CC según el caso; estas
causales expresan una vaguedad e imprecisión enormes que suscitan continuas
dudas.

ARTÍCULO 505. No pueden ser tutores ni curadores de las perso-


nas comprendidas en la fracción II del artículo 450, quie-
nes hayan sido causa o fomentado directa o indirecta-
mente tales enfermedades o padecimientos.*
" N.E. Texto vigente del articulo modificado en virtud del artículo primero del
decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23 de
julio de 1992.

1335]
ARTS. 505. 506. 507 y 5011 LIBRO PRIMERO

En buena técnica legal. esta disposición no debería contenerse en un precep-


to aislado, sino formar parte del catálogo de hipótesis del a. 503 que configuran
los impedimentos legales para el desempeño del cargo. Aparte de ello, es claro
que en la mayoría de los casos representará un serio problema probar que la
persona en cuestión ha podido originar o fomentar [la demencia del inca-
paz].*

J.A.M.G.

ARTÍCULO 506. Derogado.**

ARTÍCULO 507. El Ministerio Público y los parientes del pupilo,


tienen derecho de promover la separación de los tutores
que se encuentren en alguno de los casos previstos en el
artículo 504.

Ya hemos hecho referencia a este precepto en líneas anteriores. Sólo cabría desta-
car la omisión respecto del curador (a. 626, fr. 1).
A pesar de la interpretación equivoca que, a contrario aman, pudiera propiciar
el texto del a. 913 del CPC, el juicio de separación se seguirá, siempre, en la forma
contenciosa (a. 914 CPC).

J.A.M.G.

ARTÍCULO 508. El tutor que fuere procesado por cualquier deli-


to, quedará suspenso en el ejercicio de su encargo desde
que se provea el auto motivado de prisión, hasta que se
pronuncie sentencia irrevocable.
En rigor, la suspensión de derechos civiles —ejercicio de una tutela— no pue-
de decretarse sino por sentencia ejecutoriada dictada con arreglo a derecho. No
obstante, las circunstancias, aquí, son especiales: el cargo de tutor implica una
grave responsabilidad que no puede soslayarse esperando que efectivamente se
compruebe la culpabilidad presunta del acusado. En consecuencia, la simple emi-

* N.E.: Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992, el tex-


to entre corchetes del comentario al a. 505 quedó afectado, por ello deberá modi-
ficarse conforme a la reforma de la fr. 11 del a. 450.
** N.E.: Artículo derogado en virtud del articulo segundo del decreto que
reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23 de julio de
1992.

[336]
TITULO NOV ENO/CAPITULOS VII y VIII ARTS. 509, 510 y 511

sión del auto de formal prisión basta para la separación —por lo demás tempo-
ral— del cargo.

JAM.G.

ARTÍCULO 509. En el caso de que trata el artículo anterior, se


proveerá a la tutela conforme a la ley.
Este es un tutor interino cuya temporalidad en el cargo queda lógicamente condi-
cionada a la sentencia que eventualmente se dicte en el juicio penal que se siga al
tutor anterior. El precepto debe relacionarse, desde este punto de vista, con el di-
verso a. 913 del CPC que prevé una hipótesis similar para el caso de irregularida-
des en la rendición de cuentas del tutor.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 510. Absuelto el tutor, volverá al ejercicio de su en-


cargo. Si es condenado a una pena que no lleve consigo
la inhabilitación para desempeñar la tutela, volverá a
esta al extinguir su condena, siempre que la pena im-
puesta no exceda de un año de prisión.
Una pena que no exceda de un año de prisión puede en realidad sancionar deli-
tos particularmente graves que, sin lesionar mayormente el interés público o a la
sociedad, signifiquen no obstante una dudosa guía para la conducta del menor.
Sea corno fuere, es claro que el posible error puede ser eficazmente reparado si se
acude a la aplicación analógica de la fr. II del a. 504 siempre que, claro, la irregu-
laridad pueda ser oportunamente advertida.

CAPITULO VIII
De las excusas para el desempeño de la tutela

ARTÍCULO 511. Pueden excusarse de ser tutores:


I.—Los empleados y funcionarios públicos;
II.—Los militares en servicio activo;
111.—Los que tengan bajo su patria potestad tres o
más descendientes;
1337]
ARTS, II y5I2 LIBRO PRIMERO

IV.—Los que fueren tan pobres, que no puedan aten-


der a la tutela sin menoscabo de su subsistencia;
V.—Los que por el mal estado habitual de su salud, o
por su rudeza e ignorancia, no puedan atender debida-
mente a la tutela;
VI.—Los que tengan setenta años cumplidos;
VIL—Los que tengan a su cargo otra tutela o curadu-
ría;
VI II.—Los que por su inexperiencia en los negocios o
por causa grave, a juicio del Juez, no estén en aptitud de
desempeñar convenientemente la tutela.

Aquí la ley prevé una serie de excusas que por lo demás resultan bastante
atendibles y fundadas, dada la naturaleza peculiar del cargo a asumir.
Aparentemente, la fr. 1 del precepto entra en contradicción con !o dispuesto
en el a. 501 respecto de la tutela dativa. Pero debe considerarse aquí que la regla
específica desplaza a la general, y que debe prevalecer aquella disposición, de
modo que no sería eficaz la excusa que los empleados o funcionarios públicos
esgrimieran invocando esta primera fracción.
La interposición de la excusa es potestativa. Nada impide que cualquiera de
las personas que se encuentre en alguno de los casos consignados en este
precepto desempeñe, efectivamente, la tutela de un incapacitado. Aunque
realmente la situación pueda superar sus deseos de ayuda al tutelado, como en el
caso de los que tengan numerosos hijos, pobres recursos económicos o mala
salud, en cuyo caso, si la situación llega a tornarse particularmente crítica,
siempre podrán manifestar ante el juez su deseo de renunciar. La ley no prevé tal
hipótesis en forma expresa, pero es claro que una sana y prudente decisión del
juez debe resolver en tal sentido.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 512. Si el que tendiendo excusa legítima para ser tutor


acepta el cargo, renuncia por el mismo hecho a la excusa
que le concede la ley.

El artículo es de un rigor que no puede corresponder a situaciones reales. Es


claro que la persona que acepta el desempeño de la tutela a pesar de la existencia
de la excusa asume un compromiso serio que deberá esforzarse en cumplir.
Pero tampoco puede oponerse en forma imprudente a situaciones que eventual-

13381
Iii 111.0 NOVFNO f Arll LO VIII MITS. 512. 513. 5I4y 511

mente puedan obstaculizar en forma definitiva su desempeño. Como bien dice


el adagio jurídico, nadie está obligado a lo imposible.

J.A.M.G.

ARTí CU LO 513. El tutor debe proponer sus impedimentos o excu-


sas dentro del término fijado por el Código de Procedi-
mientos Civiles y cuando transcurra el término sin ejerci-
tar el derecho, se entiende renunciada la excusa.

El término fijado por el a. 906 del CPC es de cinco días, contados a partir de la
notificación del nombramiento, más un día por cada cuarenta kilómetros de
d istancia.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 514. Si el tutor tuviere dos o más excusas las propon-


drá simultáneamente, dentro del plazo respectivo; y si
propone una sola se entenderán renunciadas las demás.

La proposición sucesiva o, mejor dicho, subsidiaria, de las excusas conforma


una práctica que sólo podría ocasionar la dilación de los procedimientos y el
exceso de trabajo en el tribunal, por lo cual el precepto atiende a los más
elementales principios de economía procesal exigiendo su alegación simultánea.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 515. Mientras que se califica el impedimento o la


excusa, el Juez nombrará un tutor interino.

Normalmente, la calificación del impedimento o de la excusa no puede llevar


mucho tiempo, dado el carácter generalmente simple de los hechos que moti-
van su actualización. A pesar de ello, la ley prefiere el nombramiento de un
tutor interino en cuyo proceso de selección, en realidad, poca diferencia puede
suponer —en el ahorro de tiempo— respecto de la decisión acerca de aquéllas,
ya que naturalmente no puede suponerse que, bajo el pretexto de la urgencia,
el interino deba nombrarse en forma precipitada o sin las seguridades que la
ley exige.

J. A.M.G.

13391
ARTS. 516.y 5E7 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 516. El tutor testamentario que se excuse de ejercer la


tutela, perderá todo derecho a lo que le hubiere dejado el
testador por este concepto.

El precepto se refiere al caso de que el testador haya instituido heredero al tutor,


como una forma de remuneración por el ejercicio del cargo. En ese caso la
excusa implica la renuncia a la herencia. El precepto es de improbable aplica-
ción en la práctica, lo cual no deja de ser conveniente si observamos que muy
bien el testador pudo haber efectuado una mala designación, no reparando en la
existencia de la legítima excusa que seguramente dificultaría —o imposibilitaría—
la labor del futuro tutor. Pero el legislador, no obstante, ha querido ver las cosas
desde el punto de vista de una condición testamentaria cuya realización, desde el
punto de vista del testador, merecería la sucesión en los bienes.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 517. El tutor que sin excusa o desechada la que hubiere


propuesto no desempeñe la tutela, pierde el derecho que
tenga para heredar al incapacitado que muera intestado,
y es responsable de los daños y perjuicios que por su
renuncia hayan sobrevenido al mismo incapacitado. En
igual pena incurre la persona a quien corresponda la
tutela legítima, si habiendo sido legalmente citada, no se
presenta al juez manifestando su parentesco con el in-
capaz.

Naturalmente, debe entenderse que éste es un tutor que además es pariente del
incapacitado, porque la simple tutoría no da derecho a heredar.
La sistemática legal ayuda a la comprensión de las diversas hipótesis: el a. 516
se refiere a la pérdida del derecho a heredar en el caso de la tutela testamentaria;
la parte final del a. 517, a la pérdida del mismo derecho en el caso de la tutela
legítima. La dativa conforma un caso aparte: ella no puede referirse a los
parientes porque, por hipótesis, se encuentran excluidos, ya que sólo pueden
asumir el cargo de tutor las personas comprendidas en el a. 501 (que por lo
general desempeñan funciones públicas o mantienen cargos idóneos), o los
precisamente nombrados por el consejo local.
Es de hacer notar, por otra parte, que la renuncia de que habla el artículo en
cita será, la mayoría de las veces, una renuncia tácita, por el incumplimiento de
hecho de las obligaciones tutelares ya que, insistiendo en el caso del artículo
anterior, bien puede aceptarse formalmente el cargo sin tener la menor in-
tención de proceder a su debido cumplimiento. Después de todo, cl artículo

[340]
HILA 0 NOVENO CAPITUI OS VIII IX AR.I X 517. 5j1ly 519

emplea la expresión "no desempeñe la tutela", cuando bien podría haber dicho
"no acepte el cargo".

J.A. M.G.

ARTÍCULO 518. Muerto el tutor que esté desempeñando la tutela,


sus herederos o ejecutores testamentarios están obligados
a dar aviso al juez, quien proveerá inmediatamente al
incapacitado del tutor que corresponda, según la ley.

Los herederos o ejecutores testamentarios se encuentran, según este artículo,


obligados a dar aviso del deceso al juez. Desde luego, nada impide que los
parientes del menor o los miembros del consejo lo hagan o, incluso, que el juez
actúe oficiosamente al respecto.

CAPITULO IX
De la garantía que deben prestar los
tutores para asegurar su manejo

ARTÍCULO 519. El tutor, antes de que se le discierna el cargo,


prestará caución para asegurar su manejo. Esta caución
consistirá:
1. En hipoteca o prenda;
II.- En fianza.
La garantía prendaria que preste el tutor se constituirá
depositando las cosas dadas en prenda en una institución
de crédito autorizada para recibir depósitos; a falta de
ella se depositarán en poder de persona de notoria solven-
cia y honorabilidad.

El capitulo IX del titulo noveno se intitula: "De la garantía que deben prestar los
tutores para asegurar su manejo". Empieza diciendo el a. 519 que el tutor antes
de que se le discierna el cargo debe prestar caución. ¿Qué es el discernimiento?
El CC no lo dice no obstante que los aa. 89, 91 fr. VI y 494 se refieren a él.
Tampoco el C PC del D T'es más explícito. Los aa. 904 fr. V, 905 fr. V, 906.908
y 909 se refieren al discernimiento pero no especifican ni aclaran su contenido.
Podemos afirmar que en el CPC, en la designación de tutores, se distinguen
dos etapas bien marcadas.

13411
TITULO NOVENO
De la tutela
CAPITULO IX
De la garantía que deben prestar los
tutores para asegurar su manejo
HILA 0 NOVENO CAPITUI OS VIII IX AR.I X 517. 5j1ly 519

emplea la expresión "no desempeñe la tutela", cuando bien podría haber dicho
"no acepte el cargo".

J.A. M.G.

ARTÍCULO 518. Muerto el tutor que esté desempeñando la tutela,


sus herederos o ejecutores testamentarios están obligados
a dar aviso al juez, quien proveerá inmediatamente al
incapacitado del tutor que corresponda, según la ley.

Los herederos o ejecutores testamentarios se encuentran, según este artículo,


obligados a dar aviso del deceso al juez. Desde luego, nada impide que los
parientes del menor o los miembros del consejo lo hagan o, incluso, que el juez
actúe oficiosamente al respecto.

CAPITULO IX
De la garantía que deben prestar los
tutores para asegurar su manejo

ARTÍCULO 519. El tutor, antes de que se le discierna el cargo,


prestará caución para asegurar su manejo. Esta caución
consistirá:
1. En hipoteca o prenda;
II.- En fianza.
La garantía prendaria que preste el tutor se constituirá
depositando las cosas dadas en prenda en una institución
de crédito autorizada para recibir depósitos; a falta de
ella se depositarán en poder de persona de notoria solven-
cia y honorabilidad.

El capitulo IX del titulo noveno se intitula: "De la garantía que deben prestar los
tutores para asegurar su manejo". Empieza diciendo el a. 519 que el tutor antes
de que se le discierna el cargo debe prestar caución. ¿Qué es el discernimiento?
El CC no lo dice no obstante que los aa. 89, 91 fr. VI y 494 se refieren a él.
Tampoco el C PC del D T'es más explícito. Los aa. 904 fr. V, 905 fr. V, 906.908
y 909 se refieren al discernimiento pero no especifican ni aclaran su contenido.
Podemos afirmar que en el CPC, en la designación de tutores, se distinguen
dos etapas bien marcadas.

13411
ARLS 520, 521 1, 522. LIBRO PRIMERO

petición del Consejo Local de Tutelas, del Ministerio Público del mismo
menor y aún de oficio por el juez de lo familiar.

El a. 501 enumera a las personas que tienen la obligación de desempeñar la


tutela.
Del contexto de los aa. 494 y 500 se desprende que ambos se refieren ala tutela
de los menores que carecen de bienes. Sería ilógico agregar a la obligación que
impone la ley a los tutores, la exigencia adicional de otorgar caución.
Sin embargo, el a. 502 expresa que al menor que no está sujeto a patria
potestad ni a tutela testamentaria, y adquiere bienes se le nombrará un tutor
dacio.
El a. 523 dispone que el juez con audiencia del curador y del consejo local de
tutelas puede disponer que los ascendientes, otorguen garantía.
No están obligados a otorgar caución, los que acojan a un expósito, lo
alimenten y eduquen convenientemente por más de diez años, a no ser que
hayan recibido pensión para cuidar de él.

L. C. P.

ARTÍCULO 521. Los comprendidos en la fracción 1 del artículo


anterior, sólo estarán obligados a dar garantía cuando
con posterioridad a su nombramiento haya sobrevenido
causa ignorada por el testador que, a juicio del juez y
previa audiencia del curador, haga necesaria aquélla.

El tutor testamentario a quien el testador relevó de la obligación de prestar


garantía, estará obligado a otorgarla para asegurar su gestión, si el juez así lo
ordena, cuando a su juicio se hace necesaria por haber sobrevenido con poste-
rioridad a la designación del tutor, una causa ignorada por el testador que
requiere el otorgamiento de una garantía.
El juez antes de resolver deberá oír la opinión del curador.

L.C.P.

ARTÍCULO 522. La garantía que presten los tutores no impedirá


que el Juez de lo Familiar, a moción del Ministerio
Público, del Consejo Local de Tutelas, de los parientes
próximos del incapacitado o de éste si ha cumplido dieci-
séis años, dicte las providencias que se estimen útiles para
la conservación de los bienes del pupilo.

De acuerdo con lo dispuesto en el a. 633 el juez es la autoridad encargada de

[344]
[11111_0 NOVENO cApi 11:1 O 1X AR 15 522 ■, 521

supervisar los actos del tutor y por lo tanto, podrá ordenar a éste, la ejecución o
abstención de actos o hechos que puedan causar perjuicio a los bienes del
pupilo.
De acuerdo con lo dispuesto en los aa. 529, 533, 534 y otros, los jueces podrán
ordenar el aumento de las garantías otorgadas por el tutor, cuando los bienes
del pupilo aumentan de valor. De oficio pueden promover información de
supervivencia de los fiadores y obligar a los tutores a que aseguren con otros
bienes los intereses que administran, cuando por el estado de las fincas hipoteca-
das o de los bienes dados en prenda, sea necesario hacerlo. Tales son algunasde
las medidas que puede ordenar el juez, para proteger los intereses del pupilo.
El articulo que se comenta se refiere a los parientes próximos, pero no seña-
la cuáles son quienes tienen ese carácter.
Sobre este punto es necesario considerar lo que dispone al efecto el a. 1300
que dice: "La disposición hecha en términos vagos en favor de los parientes
del testador, se entenderá que se refiere a los parientes más próximos, según
el orden de la sucesión legitima".

1..C.P.

ARTICULO 523. Cuando la tutela del incapacitado recaiga en el


cónyuge, en los ascendientes o en los hijos, no se dará
garantía; salvo el caso de que el juez, con audiencia de
(sic) curador y del Consejo de Tutelas, lo crea conve-
niente.

Reitera este articulo, con respecto a los ascendientes, la liberación ya estableci-


da en la fr. III del a, 520. Agrega que también quedarán libres de esta obligación,
las personas que desempeñen la tutela de sus cónyuges o de sus hijos.
No obstante esta liberación, el juez, previa audiencia del curador y del consejo
Local de tutelas podrá exigir el otorgamiento de las cauciones, cuando a su juicio
la constitución de estas garantías sea conveniente.
En el artículo que se comenta, considera en forma especial el legislador, la
tutela legal de los incapacitados declarados en estado de interdicción que
especifican los aa. 486, 487, 489 y 490.
Si el cónyuge sano ha sido designado administrador de la sociedad conyugal
en las capitulaciones matrimoniales, tendrá el doble carácter de tutor de su
cónyuge interdicto y de administrador de los bienes sociales. Por el contrario, si
e] interdicto fuera el administrador, ejercerá ambos cargos el otro cónyuge por
disponerlo así el a. 904 fr, III, inciso b.

L. C.P.

[345]
AR1 ti. 524. 525 !. 526 LIBRO PRIMERO

ARTICULO 524. Siempre que el tutor sea también coheredero del


incapaz, y éste no tenga más bienes que los hereditarios,
no se podrá exigir al tutor otra garantía que la de su
misma porción hereditaria a no ser que esta porción no
iguale a la mitad de la porción del incapaz, pues en tal
caso se integrará la garantía con bienes propios del tutor
o con fianza.

Dispone el artículo que se comenta que si el tutor y el incapaz son coherederos y


este último no tuviere más bienes que los que le han sido asignados en la
herencia, quedará garantizada la gestión del tutor con la porción que le corres-
ponda en la sucesión.
Pero si la porción del tutor no iguala a la mitad de la que corresponde al
incapaz, debe el tutor integrar la garantía con bienes propios o con fianza.
¿Esta caución suplementaria debe garantizar la totalidad de la porción asig-
nada al incapaz o sólo lo necesario para completar la diferencia entre la porción
del tutor y la mitad de la que ha correspondido al incapaz? Al parecer sólo hasta
completar dicha mitad, porque la ley no obliga a los tutores a garantizar la
totalidad de los bienes de los pupilos, sino una parte proporcional de ellos como
se demuestra claramente con lo dispuesto en el a. 528.
Una disposición semejante se encuentra en el a. 1709 con respecto a los
albaceas.

L.C. P.

ARTÍCULO 525. Siendo varios los incapacitados cuyo haber con-


sista en bienes procedentes de una herencia indivisa, si
son varios los tutores, sólo se exigirá a cada uno de ellos
garantía por la parte que corresponda a su representado.

Si en una herencia indivisa concurren varios incapacitados y tiene cada uno de


ellos como único haber la porción que le haya sido asignada en la sucesión, y hay
varios tutores, cada uno de éstos sólo deberá garantizar la parte que correspon-
da a sus respectivos representados.
Si incapacitados y tutores son coherederos, se aplicará la disposición conteni-
da en el artículo anterior.
L.C.P.

ARTICULO 526. El tutor no podrá dar fianza para caucionar su


manejo sino cuando no tenga bienes en qué constituir
hipoteca o prenda.

1346]
TITULO NOVENOICAMTLI O IX AS I 521, 527 N 52%

A diferencia de lo dispuesto en los aa. 1006 y 1708 respecto del usufructuario y


albacea, respectivamente, el legislador sólo permite que se ofrezca fianza para
garantizar la gestión del tutor, cuando éste no tiene bienes que pueda ofrecer en
prenda o hipoteca.
Si se acepta la fianza como garantía del ejercicio de la tutela, es necesario
recordar lo que establecen los aa. 533, 614 y 615 entre otros, a cuyos comenta-
rios nos remitimos.

L.C.P.

ARTÍCULO 527. Cuando los bienes que tenga no alcancen a cubrir


la cantidad que ha de asegurar conforme al artículo
siguiente, la garantía podrá consistir: parte en hipoteca o
prenda, parte en fianza, o solamente en fianza a juicio
del juez, y previa audiencia del curador y del Consejo
Local de Tutelas.

Este artículo establece la regla que debe seguirse cuando los bienes que tenga el
tutor, no basten para cubrir la cantidad que ha de asegurarse.
Se comprende que mientras el tutor tenga bienes, es conveniente para los
intereses del incapaz que la garantía se otorgue con ellos, y sólo cuando no
bastaren, ha de acudirse a la fianza, por ser ésta una garantía menos segura.
Nuestro legislador, admite que, en tal hipótesis, la garantía pueda consistir
parte en hipoteca o prenda, parte en fianza o solamente fianza. Esta posibilidad
de constituir cuando los bienes sean insuficientes, mediante fianza, sin duda,
obedece a la necesidad de favorecer el discernimiento y por consiguiente, el
ejercicio de la tutela por la persona elegida, en quien se suponen cualidades
idóneas para el ejercicio del cargo.
En todo caso, la calificación de la garantía queda al prudente arbitrio del
juez, pero éste deberá oír al curador y al consejo local de tutelas, órganos
encargados de velar por la persona y bienes del incapaz.

C.L.V.

ARTÍCULO 528. La hipoteca o prenda, y en su caso la fianza, se


darán:
I.—Por el importe de las rentas de los bienes raíces en
los dos últimos años, y por los réditos de los capitales
impuestos durante ese mismo tiempo;
II.—Por el valor de los bienes muebles;
[347]
ARTS. 528 y 529 LIBRO PRIMERO

111.—Por el de los productos de las fincas rústicas en


dos años, calculados por peritos, o por el término medio
en un quinquenio, a elección del juez;
IV.—En las negociaciones mercantiles e industriales,
por el veinte por ciento del importe de las mercancías y
demás efectos muebles, calculado por los libros si están
llevados en debida forma o a juicio de peritos.

Este artículo establece la manera de fijar la cuantía de la garantía que ha de


otorgar el tutor.
Seguramente se consideró que no será necesario que la garantía fuese por el
valor de todos los bienes del incapaz, porque la caución se refiere a la adminis-
tración del tutor y no a los bienes.
La fr. I preceptúa que la garantía será por el importe de las rentas de los bienes
raíces en los dos últimos años, y por los réditos de los capitales impuestos
durante ese mismo tiempo. Se tomó como base las rentas o los réditos del capital
durante dos años, pues por su propia naturaleza, los frutos civiles son una
medida de valor de seguro conocimiento.
La fr. II dispone que la garantía se dará por el valor de los bienes muebles.
Aquí sí se justifica la forma de estimación, porque tales bienes están expuestos,
más que otros, a extravíos u ocultación.
La fr. 111, se explica de la misma manera que la fr. I; pero hay que observar
que para las fincas rústicas se establecen dos criterios para que elija el juez el más
conveniente; la garantía se dará por el valor de los productos de las fincas
rústicas calculados en dos años, ajuicio de peritos, o por el término medio de un
quinquenio. El cálculo que se basa en el término medio de un quinquenio, es
razonable por las contingencias de cada ciclo agrícola, de ahí que la comisión
redactora del código lo haya considerado para los efectos de este articulo.
Por último, la fr. IV prevé la cantidad a que debe llegar la caución, cuando
el tutor ha de administrar negociaciones mercantiles e industriales. En este caso,
nuestro código, a diferencia de otros, p.c. el español, que atienden a las utilida-
des anuales, consagra un criterio que resulta más justo, el de un porcentaje sobre
el importe de las mercaderías y demás efectos muebles, según valor en libros.
Puede no haber utilidades en un determinado ejercicio, y hubiera sido injusto
eximir de la obligación de otorgar garantía al tutor, si se tomara como base la
utilidad de la empresa para fijar el importe de la garantía.

C. L.V.

ARTICULO 529. Si los bienes del incapacitado, enumerados en el


artículo que precede, aumentan o disminuyen durante la
tutela, podrán aumentarse o disminuirse proporcional-

1348]
TITULO NOVENO, CAPITULO IX ARTS 529. 539 y531

mente la hipoteca, prenda o la fianza, a pedimento del


tutor, del curador, del Ministerio Público o del Consejo
Local de Tutelas.

La garantía puede aumentar o disminuir durante el ejercicio de la tutela, según


las variaciones que experimente el caudal del pupilo y el valor de los bienes
sobre los que la garantía está constituida.
La ampliación o disminución de la garantía será apreciada y acordada por el
juez, correspondiendo al tutor, al curador, al consejo local de tutelas y al MP
solicitar esas modificaciones.

C.L.V.

ARTÍCULO 530. El Juez responde subsidiariamente con el tutor,


de los daños y perjuicios que sufra el incapacitado por no
haber exigido que se caucione el manejo de la tutela.

El efecto de la sanción que en este artículo se establece es apoyar y hacer eficaz


la obligación prevista en el a. 519.
El juez tiene el deber de exigir que el tutor caucione el manejo de la tutela. Si
no cumple será responsable de los daños y perjuicios que sufra el incapacitado
por esta causa. Pero tal responsabilidad es subsidiaria, y. por lo tanto, sólo
podrá hacerse efectiva contra el juez, cuando el tutor (que es el directamente
responsable), no tenga bienes, o los que tenga no sean suficientes para respon-
der del daño causado.
Para comprender mejor la responsabilidad del juez, no debe olvidarse que
el discernimiento es el acto judicial por medio del cual el juez inviste al tutor
de los poderes de representación y gestión y de la potestad para el cuidado del
incapaz, necesarios para el ejercicio de la tutela; y que si el juez, discierne
el cargo, sin cuidar que los intereses del incapaz queden debidamente protegi-
dos por medio de la caución, debe responder de los daños y perjuicios que
sufra el incapacitado por esa falta en el cumplimiento de sus funciones.

C.L. V.

ARTÍCULO 531. Si el tutor, dentro de tres meses después de


aceptado su nombramiento, no pudiere dar la garantía
por las cantidades que fija el artículo 528, se procederá al
nombramiento de nuevo tutor.

El tutor debe prestar la garantía exigida por la ley, para que se le discierna el

[349]

ARTS. 531, 532 y 533 LIBRO PRIMERO

cargo. Para ello la ley le concede un plazo de tres meses, contados desde su
aceptación.
Concluido ese término sin que el tutor haya otorgado la mencionada garan-
tía, no deberá discernir el cargo y proveerá el nombramiento de un nuevo tutor,
en la forma y términos prevenidos por el CC (véase a. 908 del CPC para el DF).

C.L.V.

Arcricuto 532. Durante los tres meses señalados en el artículo


precedente, desempeñará la administración de los bie-
nes un tutor interino, quien los recibirá por inventario
solemne, y no podrá ejecutar otros actos que los indis-
pensables para la conservación de los bienes y percep-
ción de los productos. Para cualquier otro acto de admi-
nistración requerirá la autorización judicial, la que se
concederá, si procede, oyendo al curador.

La regla es que el tutor no entre a administrar los bienes del incapaz sin haber
prestado la garantía a que se refiere el a. 528. Mientras ello ocurre, el juez, para
que los bienes dei incapaz no queden sin administración, designará un tutor
interino, cuya función se reducirá a la conservación de los bienes y percepción
de los frutos. El tutor interino necesita licencia judicial para cualquiera otro
acto de administración, la que en su caso se concederá por el juez, oyendo al
curador. La garantía que debe otorgar el tutor interino no • se cancelará, sino
hasta que las cuentas de la tutela hayan sido aprobadas. (Véase a. 604).
El tutor interino recibirá los bienes mediante inventario. Este es necesario
porque a través de él se fija la responsabilidad del tutor y las obligaciones de
custodia de los bienes determinados en el inventario que recibe al entrar en el
ejercicio de la tutela interina.

C. L. y.

ARTÍCULO 533. Al presentar el tutor su cuenta anual, el curador o


el Consejo Local de Tutelas deben promover informa-
ción de supervivencia e idoneidad de los fiadores dados
por aquél. Esta información también podrán promoverla
en cualquier tiempo que lo estimen conveniente. El Mi-
nisterio Público tiene igual facultad, y hasta de oficio el
juez puede exigir esa información.

Una vez que el tutor ha otorgado la garantía, la ley cuida de que quede en

13501
TITU I O NO'v'ENO CAPÍTULOS IX -y X ARTS. 533. 534 y 535

evidencia la subsistencia de la misma. El curador y el consejo local de tutelas al


presentare! tutor su cuenta anual, deben promover información de superviven-
cia e idoneidad de los fiadores. También se dispone que están facultados esos
órganos de la tutela y el MP, para promover esa información en cualquier
tiempo en que lo estimen conveniente. El juez, como autoridad encargada de
intervenir en los asuntos relativos a la tutela, puede dictar de oficio las medidas
necesarias para exigir al tutor la información en cuestión, como una de las
medidas para evitar que el pupilo pueda sufrir perjuicio en sus intereses, por
falta o insuficiencia de esa garantía.

C.L.V.

ARTÍCULO 534. Es también obligación del curador y del Consejo


Local de Tutelas, vigilar el estado de las fincas hipoteca-
das por el tutor o de los bienes entregados en prenda,
dando aviso al juez de los deterioros y menoscabo que en
ellos hubiere, para que si es notable la disminución del
precio, se exija al tutor que asegure con otros bienes los
intereses que administra.

Este artículo, lo mismo que el anterior, tiene como finalidad que se vigile la
subsistencia e idoneidad de la garantía otorgada por el tutor.
Si esa garantía devino insuficiente para ofrecer la debida protección de los
intereses del pupilo, una consecuencia lógica es que deba mejorarse.
El curador y el consejo local de tutelas, como encargados de cuidar el buen
desempeño del tutor y de velar por los intereses del pupilo, tienen la obligación
de vigilar el estado de los bienes hipotecados y el de los entregados en prenda, a
efecto de informar al juez de los deterioros o menoscabos que en ellos hubiere, o
de la disminución de su valor, para que el juez exija al tutor que mejore la
garantía, de manera que alcance las coberturas en la medida en que se establecen
(a. 528).

C. L. V.

CAPITULO X
Del desempeño de la tutela

ARTíCULO 535. Cuando el tutor tenga que administrar bienes, no


podrá entrar a la administración sin que antes se nombre
curador, excepto en el caso del artículo 492.

[3511
ARTS. 535 y 536 LIBRO PRIMERO

Se ha dicho en el a. 449 que el objeto de la tutela es la guarda de la persona y


bienes de los que no estando sujetos a patria potestad tienen incapacidad.
El capitulo que comentamos se denomina "Del desempeño de la tutela" y
supone, por consecuencia, que el tutor tiene una autoridad en la guarda de los
bienes del pupilo. Las Instituciones de Justiniano en el título XXI del libro
primero, hablaban de la autoridad de los tutores y explicaban que la autoridad
de los tutores en ciertos casos es necesaria a los pupilos y en otros no: no es
necesaria cuando estipulan que se les ha de dar alguna cosa, y es necesaria si los
pupilos prometen a otros. "Se ha establecido que pueden sin la autorización del
tutor mejorar su condición, aunque necesitan de aquélla para hacerla peor".
El articulo que comentamos supone que el tutor está facultado para admi-
nistrar biens del pupilo, pero añade que no podrá entrar en la administración
sin que antes se nombre curador. Siendo una de las funciones del curador la
vigilancia de la conducta del tutor, se supone que éste no podrá administrar los
bienes si su vigilante no ha sido nombrado.
Más para el cumplimeinto del primer objetivo de la tutela. esto es la guarda
de la persona del pupilo, no parece qu eel legislador exija el nombramiento del
curador, pues el cuidado de la persona no espera y, por esa razón, tratándose
de expósitos, la tutela que recae en la persona que los haya acogido no requiere
que previamente se proceda al nombramiento de un curador vigilante pues la
ley no puede condicionar el amor y la humanidad que supone que realizan los
que han acogido un abandonado, a términos o formalismos de nombramien-
tos de curadores.

J.J.L.M.

ARTICULO 536. El tutor que entre a la administración de los


bienes sin que se haya nombrado curador, será responsa-
ble de los daños y perjuicios que cause al incapacitado y,
además, separado de la tutela; más ningún extraño puede
rehusarse a tratar con él judicial o extrajudicialmente
alegando la falta de curador.

Hemos dicho en el comentario del artículo anterior que la ley exige que
previamente a la administración de los bienes del pupilo se designe un curador
porque éste está obligado, entre otras cosas "a vigilar la conducta del tutor ya
poner en conocimiento del juez todo aquello que considere que pueda ser
dañoso al incapacitado". (a. 626 fr. 11).
Si el tutor entrase en la administración de los bienes del pupilo sin que se
hubiese designado al curador, será responsable de la disminución patrimonial y
de la cesación de ganancias que se causen al pupilo y, además, será separado por
esta razón de la tutela.

[352]

TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS. 536 y 537

La circunstancia de que el tutor actúe en la administración de bienes sin que


previamente se designe al curador, no implica ni faculta a los terceros para
rehusarse a tratar con el tutor, judicial o extrajudicialmente, pues aquéllos
alargarían indefinidamente los juicios alegando la falta de curador y provocan-
do a la larga un mayor perjuicio a los bienes del pupilo.

J.J.L.M.

ARTICULO 537. El tutor está obligado:


I.—A alimentar y ayudar al incapacitado;
11.—A destinar de preferencia los recursos del incapa-
citado a la curación de sus enfermedades o a su regenera-
ción si es un ebrio consuetudinario o abusa habitualmen-
te de las drogas enervantes;
111.—A formar inventario solemne y circunstanciado
de cuanto constituya el patrimonio del incapacitado,
dentro del término que el juez designe, con intervención
del curador y del mismo incapacitado si goza de discerni-
miento y ha cumplido dieciséis arios de edad;
El término para formar el inventario no podrá ser
mayor de seis meses;
IV.—A administrar el caudal de los incapacitados. El
pupilo será consultado para los actos importantes de la
administración cuando es capaz de discernimiento y ma-
yor de dieciséis años;
La administración de los bienes que el pupilo ha adqui-
rido con su trabajo le corresponde a él y no al tutor;
V.—A representar al incapacitado en juicio y fuera de
él en todos los actos civiles, con excepción del matrimo-
nio, del reconocimiento de hijos, del testamento y de
otros estrictamente personales;
VI.—A solicitar oportunamente la autorización judi-
cial para todo lo que legalmente no pueda hacer sin ella.

Este articulo recoge sustancialmente las disposiciones más sobresalientes en la


administración de la tutela. De este modo se llamaba el capítulo respectivo del
proyecto del CC español de García Goyena.
Primeramente el tutor está obligado a alimentar y educar al incapacitado yes
de aplicarse en este caso lo dispuesto en el a. 308, esto es que los alimentos
comprenden la comida, el vestido, la habitación y la asistencia en casos de
enfermedades.

13531
ART. 337 LIBRO PRIMERO

Resulta discutible si al tutor se le ha de aplicar en su beneficio el principio de


reciprocidad de alimentos y es claro que si el tutor no está obligado a alimentar
a! pupilo con su propio caudal, sino con los productos de los bienes del
mencionado pupilo y si además el tutor tiene derecho a una retribución por el
desempeño de su cargo, no se justifica la reciprocidad de alimentos. Otra cosa
sería si el tutor fuese pariente del pupilo y no hubiese cargado con el ejercicio de
la tutela.
La educación del incapacitado debe tener los caracteres de la que proporcio-
nan los que ejercen la patria potestad y a los tutores sería aplicable lo dispuesto
en los aa. 422 y 423 de este código.
La tutela, sin embargo, tiene una variante, el tutor debe destinar de preferen-
cia los recursos del incapacitado a la curación de sus enfermedades o a su
regeneración, pues la tutela podría recaer en mayores de edad privados de
inteligencia o en sujetos víctimas de vicios o malos hábitos en la forma que
quedaron definidos al comentarse el a. 450.
La más importante de las obligaciones del tutor es la señalada en la fr. 111 del
artículo que se comenta.
El tutor está obligado a formar inventario solemne, lo que quiere decir que el
inventario debe hacerse en presencia de un funcionario que tenga fe pública,
no basta el inventario hecho privadamente aun cuando a ella den su anuencia
los pupilos, que malamente podrían darla. El inventario debe además ser cir-
cunstanciado de cuanto constituya el patrimonio del incapacitado.
El legislador mexicano señala un término claro para la elaboración de dicho
inventario pues precisa que el término será el que señala el juez, ya que habrá
casos en que el inventario pueda hacerse prontamente, pero aun suponiendo
que !a descripción de los bienes sea compleja, el término no podrá exceder de
seis meses.
Finalmente deberá hacerse el inventario con intervención del incapacitado si
goza de discernimiento y ha cumplido dieciséis años, pues en estas hipótesis la
intervención del pupilo redundaría en su propio beneficio.
El artículo que se comenta señala en la fr. IV como obligación ciel tutor la de
administrar el caudal de los incapacitados.
¿En qué consiste la administración? Los artículos posteriores nos precisarán
su alcance y desde luego podríamos mencionar que conforme a los aa. 561 al 577
el tutor no puede enajenar ni gravar los bienes inmuebles y los muebles preciosos
del pupilo, pues sólo podrá hacerlo por causa de absoluta necesidad o evidente
utilidad del menor, con inversión del productn de la venta, en subasta pública,
requiriéndose licencia judicial para transigir o comprometer en árbitros los
negocios del incapacitado y prohibiendo terminantemente, comprar o arrendar
los bienes del incapacitado, por sí o por interpósita persona, aceptar para sí la
cesión de algún derecho o crédito contra el incapacitado, dar en arrendamiento
los bienes del incapacitado por más de cinco años o hacer donaciones a nombre
del incapacitado, porque todos estos actos constituirían una disminución del

13541
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS. 537 y 538

capital del incapacitado. De todo esto se desprende que la administración


del caudal de los incapacitados ha de consistir en la conservación del valor del
capital, salvo las excepciones que expresamente consagra la ley.
Por último el tutor está obligado a consultar para los actos importantes de la
administración al propio pupilo cuando, como hemos dicho, el pupilo sea capaz
de discernimiento y mayor de dieciséis años.
En la fr. V del artículo que estamos comentando se impone al tutor la
obligación de representar al incapacitado en juicio y fuera de él en todos los
actos civiles, pues precisamente la tutela consagra una de las hipótesis de la
representación legal. El pupilo tiene incapacidad de ejercicio para actuar en
juicio y fuera de él en todos sus actos civiles pues se dijo que el objeto de la tutela
precisamente consiste en proporcionar representación, además de la asistencia,
a los que teniendo incapacidad no tienen quien ejerza sobre ellos la patria
potestad.
La representación no tiene caso y por eso no se requiere cuando el pupilo va a
efectuar actos que pueden considerarse como personalísimos, como son la
anuencia para contraer matrimonio, el reconocimiento de hijos o la elaboración
de testamento, actos que ejecutará el pupilo en las hipótesis en que la ley lo
faculte.
El legislador ha señalado una sexta obligación del tutor el cual requiere
solicitar oportunamente la autorización judicial para todo lo que legalmente no
pueda hacer sin ella y como veremos al comentar los artículos posteriores, todo
aquello que implique un acto de disposición o de administración extraordinaria
en los bienes del incapacitado, exigirá la autorización judicial.

L. M.

ARTÍCULO 538. Los gastos de alimentación y educación del me-


nor deben regularse de manera que nada necesario le
falte, según su condición y posibilidad económica.

El texto original del Digesto y el Código de Napoleón hablaban de regular la


alimentación según la clase social y facultades patrimoniales del pupilo. El
legislador mexicano de 1870, ordenó regular los gastos de alimentación y
educación, según la condición y posibilidades económicas, pues de acuerdo con
la C de 1857 y la actual de 1917, en los Estados Unidos Mexicanos no habrá
títulos de nobleza ni condición de clases.
El artículo que se comenta puede relacionarse con el a. 311 que ordena que los
alimentos han de ser proporcionados bajo las posibilidades patrimoniales del
que los da y conforme a las necesidades del que los recibe.

13551
ARTS. 539 y 540 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 539. Cuando el tutor entre en el ejercicio de su cargo, el


juez fijará, con audiencia de aquél, la cantidad que haya
de invertirse en los alimentos y educación del menor, sin
perjuicio de alterarla, según el aumento o disminución
del patrimonio y otras circunstancias. Por las mismas
razones podrá el juez alterar la cantidad que el que nom-
bró tutor hubiere señalado para dicho objeto.

De acuerdo con el a. 537 fr. I, que hemos comentado, el tutor está obligado a
alimentar y educar al incapacitado. Por esa razón inmediatamente que el tutor
entre en el ejercicio de su cargo el juez fijará con audiencia del propio tutor la
cantidad que haya de invertirse en los alimentos y educación del incapacitado;
se entiende que la cantidad debe ser resultado del producto de los bienes del
pupilo, pues en la hipótesis de que el incapacitado carezca de bienes, es de
aplicarse lo dispuesto en los aa. 543 al 545.
La cantidad que se ha señalado para alimentación y educación del incapacita-
do puede aumentarse o disminuirse según incremento o disminución que tenga
el patrimonio, pero estas alteraciones no son resultado de una actitud unilateral
del tutor, sino de una resolución del juez de lo familiar; es más, aun cuando el
que nombre tutor hubiese hecho la asignación de las cantidades para la alimen-
tación y educación del incapacitado el juez de lo familiar está facultado para
modificarlas.

J.J.L.M.

ARTÍCULO 540. El tutor destinará al menor a la carrera u oficio


que éste elija, según sus circunstancias. Si el tutor infringe
esta disposición, puede el menor, por conducto del cura-
dor, del Consejo Local de Tutelas o por sí mismo, poner-
lo en conocimiento del Juez de lo Familiar, para que dicte
las medidas convenientes.

Conforme al derecho romano el tutor debla destinar al menor al oficio que el


padre de familia le hubiere elegido; la disposición así concebida cuidaba el buen
nombre del padre y la voluntad de éste. El derecho moderno ve más por el
interés del hijo que el buen nombre del padre, por eso nuestro legislador señala
que el tutor debe destinar al menor a la carrera u oficio que el propio menor
elija, pero añade "según sus circunstancias" y conforme a esto se faculta al tutor
para informar al juez de lo familiar si la carrera u oficio elegido no es convenien-
te. De todas suertes el tutor no puede actuar arbitrariamente, sino que debe
respetar la voluntad del menor pues de no ser así el menor podrá pedir por

[3561
TITULO NOVENO/CAPiTULO X ARTS 540.541.542 y 542

conducto del curador. del consejo de tutelas o por sí mismo, ante el juez de lo
familiar para que éste dicte las medidas convenientes, las cuales no podrán ser
otras que lo más adecuado y razonable para el bien del incapacitado.

ARTÍCULO 541. Si el que tenía la patria potestad sobre el menor


lo había dedicado a alguna carrera, el tutor no variará
ésta, sin la aprobación del juez, quien decidirá este pun-
to prudentemente y oyendo en todo caso al mismo me-
nor, al curador y al Consejo Local de Tutelas.
La elección de la carrera u oficio que el artículo anterior dejó en manos del pro-
pio menor, quizá deba decir del incapacitado, tiene una excepción y es la señala-
da en el articulo que se comenta, pues, si el que tenía la patria potestad habia
dedicado al menor a alguna carrera el tutor no podrá hacerla variar. Para poder
cambiar la carrera u oficio del incapacitado se requerirá la expresa aprobación
del juez quien decidirá el punto con la prudencia humana que se requiera y que
resulte después de escuchar al propio menor, al vigilante del tutor y al consejo
local de tutelas.

ARTÍCULO 542. Si las rentas del menor no alcanzan a cubrir los


gastos de su alimentación y educación, el juez decidirá
si ha de ponérsele a aprender un oficio o adoptarse otro
medio para evitar la enajenación de los bienes, y, si fue-
re posible, sujetará a las rentas de éstos, los gastos de
alimentación.
El principio fundamental que domina la administración de los bienes del inca-
pacitado a cargo de los tutores, es que el capital debe conservarse y destinar úni-
camente los frutos o productos para la alimentación y educación del menor. De
este modo si los productos del capital no alcanzaran, el juez decidirá si ha de
ponérsele al menor a aprender un oficio o adoptarse otro medio para evitar la
enajenación de los bienes, limitándose en todo caso el tutor a utilizar los produc-
tos de los bienes para la alimentación del incapacitado.

ARTÍCULO 543. Si los menores o los mayores de edad, con algu-


nas de las incapacidades a que se refiere el artículo 450
[357]
ARTS. 5413 5414 LIBRO PRIMERO

fracción II, fuesen indigentes o careciesen de suficientes


medios para los gastos que demandan su alimentación
y educación, el tutor exigirá judicialmente la prestación
de esos gastos a los parientes que tienen obligación le-
gal de alimentar a los incapacitados. Las expensas que
esto origine, serán cubiertas por el deudor alimentario.
Cuando el mismo tutor sea obligado a dar alimentos,
por razón de su parentesco con su tutelado, el curador
ejercitará la acción a que este artículo se refiere.*
Podría darse la hipótesis, muy frecuente en nuestro ambiente, de que el [pupilo]
fuese indigente o careciese de suficientes medios para los gastos que demanden
su alimentación y educación. pues, salvo en la hipótesis que menciona el artículo
que se comenta en su parte final, en principio el tutor no está obligado a utilizar
su patrimonio para alimentar y educar a su [pupilo]. En esas circunstancias el
legislador legitima al tutor para exigir judicialmente la prestación de los gastos de
la alimentación a los parientes consanguíneos, incluyendo los colaterales hasta el
cuarto grado, pues cualesquiera de ellos estaría obligado a suministrar los ali-
mentos, conforme lo sefialan los aa. 305, 306 y 312 de este código, debiéndose
recordar que conforme a esta última disposición, si fueren varios los que deben
dar los alimentos y todos tuvieren posibilidad para hacerlo, el juez repartirá el
importe entre ellos en proporción a sus haberes."
Los gastos que origine la exigibilidad de los alimentos deberán ser cubiertos
por el propio deudor alimentario, lo que significa que siempre será condenado en
costas.
Por supuesto que si el propio tutor estuviese obligado a administrar los alimen-
tos en razón de parentesco con el [pupilo], el encargado de ejercitar la acción en
contra del tutor sería el curador, pues éste está obligado a defender los derechos
del incapacitado en juicio o fuera de él, en el caso de que estos derechos estén en
oposición con los del tutor."

ARTICULO 544. Si los menores o mayores de edad con incapaci-


dades como las que señala el artículo 450 en su fracción
II no tienen personas que estén obligadas a alimentar-

* N.E.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del artículo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.
" N.E.: Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992, el
texto entre corchetes del comentario al a. 543 quedó afectado, por ello deberá
modificarse conforme a la reforma del a. 543.

[358]
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS. 544 y 545

los, o si teniéndolas no pudieren hacerlo, el tutor con


autorización del juez de lo familiar, quien oirá el pare-
cer del curador y el Consejo Local de las Tutelas, pondrá
al tutelado en un establecimiento de beneficencia públi-
ca o privada en donde pueda educarse y habilitarse. En
su caso, si esto no fuera posible, el tutor procurará que
los particulares suministren trabajo al incapacitado,
compatible con su edad y circunstancias personales, con
la obligación de alimentarlo y educarlo. No por eso el tu-
tor queda eximido de su cargo, pues continuará vigilan-
do a su tutelado, a fin de que no sufra daño por lo exce-
sivo del trabajo, lo insuficiente de la alimentación o lo
defectuoso de la educación que se le imparta.*
La indigencia [del pupilo] y la carencia de vínculos familiares puede ser tan grave
que [el pupilo] indigente no tenga personas que estén obligadas a alimentarlo. En
esta hipótesis el tutor estará facultado para colocar [al pupilo] en un estableci-
miento de beneficencia donde pueda educarse y si aún esto no fuere posible el
tutor estará facultado para que empresas particulares contraten los servicios del
incapacitado, con la obligación de que en función de esos servicios se otorguen
alimentos y educación.**
Aun en esta hipótesis el tutor continuará obligado a vigilar al menor a efecto de
que no sufra daño por lo excesivo del trabajo, lo insuficiente de la alimentación o
lo defectuoso de la educación que se le imparta.

ARTÍCULO 545. Los incapacitados indigentes que no puedan ser


alimentados y educados por los medios previstos en los
dos artículos anteriores, lo serán a costa de las rentas
públicas del Distrito Federal; pero si se llega a tener co-
nocimiento de que existen parientes del incapacitado
que estén legalmente obligados a proporcionarle alimen-
tos, el Ministerio Público deducirá la acción correspon-
diente para que se reembolse al Gobierno de los gastos
que hubiere hecho en cumplimiento de lo dispuesto por
este artículo.
* N.E.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del articulo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.
** NL: Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992, el
texto entre corchetes del comentario al a. 544 quedó afectado, por ello deberá
modificarse conforme a la reforma del a. 544.

[359]
ARTS. 545 y 516 LIBRO PRIMERO

El articulo que se comenta resulta interesante; va precedido de la hipótesis de que


existen incapacitados indigentes que carecen de parientes a los cuales pueden exi-
girseles los créditos alimenticios, que no existen establecimientos de beneficencia
o habiéndolos no hubiera plazas para colocarlos, ni hubiera particulares que su-
ministrasen trabajos al incapacitado. En esta hipótesis el DDF estará obligado a
proporcionar las bases para la alimentación y educación, disponiendo de las rentas
públicas. A la luz del a. 309, el obligado a dar alimentos, en este caso el DDF, ten-
dría que cumplir la obligación asignando una pensión competente al incapacitado.
Por supuesto que si después de haberse cubierto alguna pensión o pensiones al
incapacitado por conducto de su tutor resultase que si hubiera parientes a los cua-
les podría exigírseles, entonces el MP estaría legitimado para ejercer la acción y
exigir se reembolsase al gobierno el importe de los gastos hechos.

ARTÍCULO 546. El tutor de los incapacitados a que se refiere la


fracción II del artículo 537, está obligado a presentar al
Juez de lo Familiar, en el mes de enero de cada año, un
certificado de dos médicos psiquiatras que declaren
acerca del estado del individuo sujeto a interdicción, a
quien para ese efecto reconocerán en presencia del
curador. El Juez se cerciorará del estado que guarda el
incapacitado y tomará todas las medidas que estime
convenientes para mejorar su condición.
El articulo que se comenta hace referencia a la tutela de mayores. Conforme al a.
450 de este código, la tutela puede recaer en menores o mayores de edad. Tratán-
dose de la tutela de mayores el a. 537 fr. II, obliga al tutor a destinar de preferencia
los recursos del incapacitado a la curación de sus enfermedades o a su regenera-
ción. En esta hipótesis el tutor está obligado a presentar al juez de lo familiar en
el primer mes de cada ario, un certificado de dos médicos psiquiatras que decla-
ren acerca del estado del individuo sujeto a interdicción. Esta obligación se impo-
ne aun cuando el tutor hubiera entrado en ejercicio en el mes de diciembre del
ano anterior.
El examen debe hacerse en presencia del curador a efecto de que la responsa-
bilidad sea conjunta con la del tutor y se efectuará, como ha quedado dicho, por
dos médicos psiquiatras. A la luz del a. 173 de la LOTIFC del DF los médicos
psiquiatras, a mi entender deben ser del servicio médico forense, quienes estarían
obligados a prestar su servicio gratuitamente.
No satisfecho el legislador con la intervención de estos cuatro funcionarios, agre-
ga que el juez personalmente se cerciorará del estado que guarda el incapacitado
y tomará todas las medidas que estime convenientes para mejorar su condición.
pues dada la gravedad que significa el sujetar a interdicción a una persona,

[360]
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS. 546, 547 y 348

el legislador se asegura del funcionamiento de la tutela exigiendo la intervención


del mayor número posible de responsables.
J.J.L.M.

ARTICULO 547. Para la seguridad, alivio y mejoría de las perso-


nas a que se refiere el artículo anterior, el tutor adoptará
las medidas que juzgue oportunas, previa la autorización
judicial que se otorgara con audiencia del curador. Las
medidas que fueren muy urgentes podrán ser ejecuta-
das por el tutor, quien dará cuenta inmediatamente al
juez para obtener la debida aprobación.
La tutela de mayores exige tomar medidas de seguridad en la persona del privado
de inteligencia o del enfermo por embriaguez o uso de drogas, pues la persona
misma del incapacitado corre riesgos por la situación que sufre; exige alivio del
enfermo, medidas inmediatas para la curación y mejoría del mismo como medi-
das remotas o mediatas. Todas estas medidas deben tomarse con autorización
judicial y escuchando la opinión del curador pero las medidas que fuesen urgen-
tes podrían ser tomadas directamente por el tutor, quien dará cuenta inmediata-
mente al juez para obtener la debida aprobación.
J.J.L.M.

ARTfCULO 548. La obligación de hacer inventarios no puede ser


dispensada ni aun por los que tienen derecho de nom-
brar tutor testamentario.
Hemos visto que conforme a la fr. 1I1 del a. 537 una de las principales obligacio-
nes del tutor es la (le hacer inventario solemne y circunstanciado. Solemne signi-
fica ante la presencia de un funcionario y circunstanciado para que no se omitan
las cosas valiosas y en su lugar se coloquen las de menos valor. Esta obligación
no puede ser dispensada.
Conforme al derecho romano, contenido en el código de Justiniano, el testador
podía eximir de esta obligación al tutor que designaba en su testamento a efecto
de no descubrir el estado del patrimonio "el menor pobre podía ser objeto de des-
precio, y el opulento de envidia". Esta distinción, se dice en derecho moderno, no
satisface porque "todo el que está obligado a la devolución de bienes, debe hacer
inventario. y el menor no puede ser de peor condición que el propietario mayor
de edad; la descripción privada no ofrece las garantías que el inventario público y
solemne: la dispensa de éste convidaría a delinquir..." (García Goyena, Concor-
dancias del código civil esprol, México, 1881, 1 I, p. 189).

[3611
ARTS. 549, 550y 551 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 549. Mientras que el inventario no estuviere formado,


la tutela debe limitarse a los actos de mera protección a la
persona y conservación de los bienes del incapacitado.
Tan grave es la obligación que tiene el tutor de formar un inventario que mien-
tras que éste no estuviese hecho, el legislador ordenará que la tutela se limite a los
actos de protección a la persona del pupilo, actos que no pueden esperar o dejar-
se para un momento posterior y a la conservación de los bienes del incapacitado
como los que realizaría el simple depositario.
En otros términos, mientras no se formule el inventario, dentro del término
legal. el tutor se limitaría a cuidar la persona del pupilo y los bienes de éste, sin
poder realizar ningún otro acto de administración.

ARTÍCULO 550. El tutor está obligado a inscribir en el inventario


el crédito que tenga contra el incapacitado; si no lo hace,
pierde el derecho de cobrarlo.
Conforme al a. 503 frs. VII y VIII tienen inhabilidad para desempeñar la tutela
los que al conferirse ésta, tengan pleito pendiente con el incapacitado o los deu-
dores del incapacitado en cantidad considerable, a juicio del juez. a no ser que el
que nombre tutor testamentario lo haya hecho con conocimiento de la verdad.
Conforme al derecho romano el acreedor del menor no podía ser tutor.
El legislador en et artículo que estamos comentando supone lo establecido
en el a. 503, es decir que si el nombrado tuviese pleito con el pupilo o un crédi-
to en cantidad considerable, estaría inhabilitado para ejercer el cargo de tutor.
Si el crédito del tutor no fuese en cantidad considerable o el nombramiento de
tutor le proviniera de un testamento en el que el testador declarase expresamente
que conocía el crédito y a pesar de eso designa como tutor al acreedor, la tutela
funcionaría y en este caso el tutor estaría obligado a inscribir en el inventario el
crédito que tenga contra el incapacitado.
Si hubiese omisión en la inscripción el tutor perdería el derecho de cobrar el
crédito.
Obsérvense dos cosas; primero que la disposición sólo se aplica al tutor y no al
curador y, segundo, que el crédito no puede ser el derecho a la retribución que tie-
ne el tutor por la administración de los bienes del incapacitado, conforme a los
aa. 585 al 588 de este código, puesto que la prohibición se refiere a un crédito
anterior a la tutela.

ARTICULO 551. Los bienes que el incapacitado adquiera después


de la formación del inventario, se incluirán inmediata-
[362]
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS, 551. 552 y 55:1

mente en él, con las mismas formalidades prescritas en la


fracción Hl del artículo 537.

¿Cuál es la razón por la que deben inventariarse en forma solemne y circunstan-


ciada los bienes que el incapacitado adquiera después de la formación del
inventario? La razón es que el tutor tiene respecto de ellos las mismas obligacio-
nes y responsabilidades.

J.J.L.M.

ARTÍCULO 552. Hecho el inventario no se admite al tutor rendir


prueba contra de él en perjuicio del incapacitado, ni antes
ni después de la mayor edad de éste, ya sea que litigue en
nombre propio o con la representación del incapacitado.
Se exceptúa de lo dispuesto en el párrafo anterior los
casos en que el error del inventario sea evidente o cuando
se trate de un derecho claramente establecido.

El inventario hace prueba- plena en contra del tutor mas no puede hacerla en
perjuicio del incapacitado. La plenitud de prueba que surge del inventario
formulado a favor del incapacitado no concluye ni está sujeto a la mayoría de
edad de éste, aplicándose el principio bien sea en la hipótesis en que el incapaci-
tado que dejó de serlo litigue en nombre propio o bien que el litigio lo efectúe
a través del representante o tutor.
Aun cuando el inventario formulado hace prueba plena en contra del tutor,
éste principio no se aplica cuando el error del inventario sea evidente, puet
en este caso el error sólo da lugar a que se rectifique.

ARTÍCULO 553. Si se hubiere omitido listar algunos bienes en el


inventario, el menor mismo, antes o después de la mayor
edad, y el curador o cualquier pariente, pueden ocurrir al
juez, pidiendo que los bienes omitidos se listen; y el juez,
oído el parecer del tutor, determinará en justicia.

Por la misma razón que hemos dicho al comentar el articulo anterior, que el
inventarío hace prueba plena en contra del tutor, pero no puede perjudicar al
pupilo, la omisión del listado de algunos bienes en el inventario puede suplirse a
petición del mismo menor antes o después de la mayoría de edad, a solicitud del
curador o de cualquier pariente del incapacitado.

1363]
ARTS, 553, 554 y 555 LIBRO PRIMERO

El juez, oído el parecer del tutor, resolverá en justicia lo que corresponda pues
la omisión al no inventariar algunos bienes del incapacitado, no puede perjudi-
carle a éste.

J.J.L.M.

ARTÍCULO 554. El tutor, dentro del primer mes de ejercer su cargo


fijará, con aprobación del juez, la cantidad que haya de
invertirse en gastos de administración y el número y
sueldos de los dependientes necesarios. Ni el número, ni
el sueldo de los empleados, podrá aumentarse después,
sino con aprobación judicial.

El articulo tiene su antecedente en el a. 454 del Código de Napoleón, que excluía


de esta obligación al padre o la madre en la tutela de mayores, facultando al
tutor en la designación de uno o varios administradores, sueldos y gestión a su
cargo bajo su responsabilidad.
El artículo que comentamos sujeta al tutor a la aprobación del juez para
delimitar la cantidad que haya de invertirse en gastos y administración y el
número y sueldos de los dependientes necesarios, señalando además que éstos no
podrán aumentarse después, sino con aprobación judicial. El aumento automá-
tico de sueldos a través de la Comisión de Salarios Mínimos, en la época actual
(1986). me parece que por razones de orden público facultarían al tutor para el
aumento de los salarios conforme a los principios que señale la comisión.

J.J.L.M.

ARTÍCULO 555. Lo dispuesto en el artículo anterior no liberta al


tutor de justificar, al rendir sus cuentas, que efectivamen-
te han sido gastadas dichas sumas en sus respectivos
objetos.

A efecto de garantizar el buen manejo del dinero del pupilo el legislador a más
de exigir la fijación con la aprobación del juez de las cantidades que hayan de
invertirse en gastos de administración, número y sueldos de empleados, exige al
rendir sus cuentas que el tutor justifique que efectivamente han sido aplicadas
las cantidades de dinero a los objetos aprobados, esto es, exige algo similar a un
cierre de auditoría.

J.J.L.M.

13641
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS, 556 y557

ARTÍCULO 556. Si el padre o la madre del menor ejercían algún


comercio o industria, el juez, con informe de dos peritos,
decidirá si ha de continuar o no la negociación; a no ser
que los padres hubieren dispuesto algo sobre este punto,
en cuyo caso se respetará su voluntad, en cuanto no
ofrezca grave inconveniente a juicio del juez.

Desde el derecho romano se ordenaba que el tutor continuara con la negocia-


ción que el padre ejercía, según se desprende de la ley 58, título 7, libro 26 del
Digesto: el derecho moderno, con razón, señala que si el padre o la madre
del menor ejercían algún comercio o industria, el juez. con informe de dos pe-
ritos decidirá si ha de continuar o no la negociación. Si los padres hubiesen
dispuesto algo sobre este punto, en principio el tutor se plegaría a las órdenes
de los padres. respetando su voluntad, pero aun así se faculta al juez para auto-
rizar un cambio si hubiere algún inconveniente.

J.J.L.M,

ARTÍCULO 557. El dinero que resulte sobrante después de cubier-


tas las cargas y atenciones de la tutela, el que proceda de
las redenciones de capitales y el que se adquiera de cual-
quier otro modo, será impuesto por el tutor, dentro de
tres meses contados desde que se hubieren reunido dos
mil pesos, sobre segura hipoteca, calificada bajo su res-
ponsabilidad, teniendo en cuenta el precio de la finca,
sus productos y la depreciación que puede sobrevenir al
realizarla.

La disposición obliga al tutor a mantener ocioso el dinero del pupilo puesto que
cuando éste fuera sobrante, cubiertas las cargas y atenciones de la tutela, será
impuesto por el tutor, dentro de tres meses contados desde que se hubieren
reunido dos mil pesos.
La imposición de las cantidades sobrantes, dice el legislador que debe hacerse
sobre segura hipoteca, calificada bajo su responsabilidad, teniendo en cuenta el
precio de la finca, sus productos y la depreciación que puede sobrevenir al
realizarla.
En atención a la devaluación constante de nuestra moneda (1986) y dado que
en el mercado se cubren intereses considerables, estimo que no sería violatorio
del artículo, el que el tutor, previa autorización judicial, impusiera las cantida-
des sobrantes del pupilo en inversiones bancarias que tienen seguridad y alto

13651
ARTS. 557. 558, 559 y 560 LIBRO PRIMERO

porcentaje de intereses, sin que se precise gasto de ninguna especie como el que
se requiere para constituir una hipoteca.

J.J.L.M.

ARTÍCULO 558. Si para hacer la imposición dentro del término


señalado en el artículo anterior, hubiere algún inconve-
niente grave, el tutor lo manifestará al juez, quien podrá
ampliar el plazo por otros tres meses.

Conforme a esta disposición se le otorga al tutor un plazo adicional, mencionado


en el articulo anterior y de tres meses, lo que constituiría un semestre.
Efectivamente son necesarios para el caso de constitución de una hipoteca,
mas no así si el tutor invirtiese el dinero sobrante en institución bancaria.
En resumen, un tutor honesto haría una inversión inmediata, al facultarle la
ley un semestre, mas los plazos que resultan del acuerdo respectivo ante el juez de
lo familiar, dan pie para que el tutor distraiga el dinero del pupilo.

ARTÍCULO 559. El tutor que no haga las imposiciones dentro de


los plazos señalados en los dos artículos anteriores,
pagará los réditos legales mientras que los capitales no
sean impuestos.

El artículo que se comenta impone al tutor la obligación de pagar los réditos lega-
les en las cantidades distraídas o no impuestas por éL
Este artículo debe relacionarse con el siguiente, pues conforme a éste, el tutor
no debe distraer cantidad alguna del pupilo sino invertirlas en los establecimien-
tos, destinados al efecto y que podrían ser, cuando las instituciones bancarias
reciben depósitos a plazo.

JJ.L.M.

ARTÍCULO 560. Mientras que se hacen las imposiciones a que se


refieren los artículos 557 y 558, el tutor depositará las
cantidades que perciba, en el establecimiento público
destinado al efecto.

La intención del legislador parece ser que se encuentra en la necesidad de evitar


la distracción del numerario del pupilo y por eso entretanto el tutor busca la
imposición del dinero en segura hipoteca, ordena que este deposite las cantidades
que perciba en el establecimiento público destinado al efecto.

13661
MULO NOVENO/CANTU LO X ARTS. 560 y 561

Estimo que el artículo podría interpretarse, a la luz de las prácticas bancarias


actuales, facultando y obligando al tutor para hacer inversión de los numerarios
del pupilo en instituciones bancarias que produzcan utilidad al incapacitado.
(Véanse los comentarios a los tres artículos anteriores.)

ARTÍCULO 561. Los bienes inmuebles, los derechos anexos a ellos


y los muebles preciosos, no pueden ser enajenados ni
gravados por el tutor, sino por causa de absoluta necesi-
dad o evidente utilidad del menor o del mayor con algu-
nas de las incapacidades a las que se refiere el artículo
450 fracción II debidamente justificada y previa a la con-
firmación del curador y la autorización judicial.*
La disposición es prohibitiva. Los actos de administración del tutor no pueden
comprender la enajenación ni gravamen de los bienes inmuebles, los derechos
anexos a ellos y los muebles preciosos. El legislador ha establecido una norma
prohibitiva: los bienes no pueden ser enajenados ni gravados por el tutor. Acto
continuo el legislador, siguiendo la tradición de las Siete Partidas, establece la
excepción: los bienes podrían ser vendidos por causa de absoluta necesidad o evi-
dente utilidad.
El legislador señala que estos bienes no pueden ser enajenados o gravados.
Enajenar significa, transmitir la propiedad o extinguir un derecho real. Gravar
significa. imponer un gravamen. El deudor con esta prohibición no podría cons-
tituir una servidumbre en las fincas [del menor ni otro derecho real sobre los bie-
nes del menor]."
La enajenación o gravamen son permitidos sólo por causa de absoluta necesidad,
es decir, sólo con la venta del inmueble puede salirse de la necesidad que se tiene.
La evidente utilidad significa una muy grande de tal modo que no bastaría una
pequeña.
En resumen, el legislador establece la prohibición de que puedan enajenarse o
gravarse los bienes del incapacitado y sólo lo permite cuando existe alguna necesi-
dad apremiante que no puede ser satisfecha de otro modo o alguna evidente utilidad.
En todo caso se requiere la autorización judicial, la cual no será otorgada si no
se prueba plenamente la necesidad absoluta o evidente beneficio que recibiría el
menor con la disposición o gravamen de sus bienes.

N.E.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del artículo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.
** N.E.: Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992, el
texto entre corchetes del comentario al a. 561 quedó afectado, por ello deberá
complementarse conforme al texto vigente del a. 561.

(367]
ARTS. 562 y 563 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 562. Cuando la enajenación se haya permitido para


cubrir con su producto algún objeto determinado, el juez
señalará al tutor un plazo dentro del cual deberá acredi-
tar que el producto de la enajenación se ha invertido en
su objeto. Mientras que no se haga la inversión se ob-
servará lo dispuesto en la parte final del artículo 437.

La absoluta necesidad o evidente utilidad que conforme al artículo anterior son


requisitos para la procedencia de la enajenación o gravamen de los bienes
inmuebles, sus derechos o los muebles preciosos del menor deben estar destina-
dos a un objetivo, es decir, se permite la enajenación a efecto de cubrir con su
producto algún objeto determinado.
Precisado el objeto o destino de los productos y realizada la enajenación de los
bienes, la ley ordena que el juez seftale al tutor un plazo dentro del cual deberá
acreditar que el producto de la enajenación se ha invertido en su objeto. De tal
manera es importante esta disposición que mientras no se haga la inversión, el
tutor está obligado a depositar el precio de la venta en una institución de crédito y
no podrá disponer de dicho precio sin orden judicial.

ARTÍCULO 563. La venta de bienes raíces de los menores y mayo-


res incapaces, es nula, si no se hace judicialmente en
subasta pública. En la enajenación de alhajas y mue-
bles preciosos, el juez decidirá si conviene o no la almo-
neda pudiendo dispensarla, acreditada la utilidad que
resulte al tutelado.
Los tutores no podrán vender valores comerciales,
industriales, títulos de renta, acciones, frutos y ganados
pertenecientes al incapacitado, por menor valor del que
se cotice en la plaza el día de la venta, ni dar fianza al
nombre del tutelado.*

LA» tutores no podrán vender valores comerciales, industriales, títulos de rentas,


acciones, frutos y ganados pertenecientes al incapacitado, por menor valor del
que se cotice en la plaza el día de la venta; ni dar fianza a nombre de su [pupilo]."

* NL.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del articulo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.
** N.E.: Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992. el
texto entre corchetes del comentario al a. 563 quedó afectado, por ello deberá
complementarse conforme al texto vigente del a. 563.

[368]
TITULO NOVENO/CAPITULO X ART 563

Las palabras "bienes raíces" significan las tierras, edificios, caminos, construc-
ciones y minas; y los accesorios o derechos a los cuales se atribuye igual condición
(véase Casares, J. Diccionario ideológico de la lengua española, Barcelona, 1951,
p. 138). No son los bienes raíces sinónimos de bienes inmuebles cuyo contenido
conceptual más amplio, quedaría contenido en el a. 750.
La venta de estos bienes, es decir, los inmuebles por naturaleza, si pertene-
cen al incapacitado y han de ser enajenados conforme a las disposiciones de los
ea. 561 y 562, debe hacerse judicialmente en subasta pública. Se desea que se
haga en subasta pública a efecto de que la oferta de varios postores aumente el
valor de la venta, pero habría que pensar si las expensas son elevadas en este
caso. de tal suerte que el producto de la venta se vea mermado en función de los
gastos preparatorios de la subasta. De todas suertes el legislador expresa que si la
venta de estos bienes inmuebles por naturaleza, propiedad [del menor], no se hace
judicialmente en subasta pública, es nula y puesto que la nulidad es resultado de
un ilícito, seria absoluta.*
Respecto de la enajenación de alhajas y muebles preciosos, el juez tendrá arbi-
trio para decidir si conviene o no la almoneda, pudiendo disponerla, acreditada
la utilidad que resulte [al menor].*
La segunda parte del artículo señala también una prohibición, a saber, los
tutores no podrán vender valores comerciales, industriales, títulos de rentas,
acciones, frutos y ganados pertenecientes al incapacitado por menor valor del
que se codee en la plaza el día de la venta. La norma prohibitiva no dice aquí qué
tipo de nulidad se produciría, pues el legislador sólo usa la expresión "no podrán
vender" dado que la propiedad de estos muebles puede con más facilidad tra os-
mitirse a tercero de buena fe, la violación de la prohibición sólo darla pie para
una exigencia de responsabilidad en contra del tutor. Si el tutor vendiese este tipo
de bienes a menor precio del que se cotice en la plaza del día de la venta, incurri-
rá en responsabilidad por el precio disminuido, pues la venta hecha a un tercero
de buena fe seria perfecta y obligatoria desde que hubiere convenido sobre la
cosa y su precio. En relación con los bienes raíces [del menor] debe tomarse en
cuenta lo dispuesto en el a. 3037 conforme al cual los tutores de los menores o
incapacitados, aunque habilitados para recibir pagos y dar recibos, sólo pueden
consentir la cancelación del registro inmobiliario hecho en favor de sus repre-
sentados, en el caso de pagos o por sentencia judicial y aunque el legislador usa
la disyuntiva "o", dado el contenido del artículo que se comenta y la nulidad
que establece, estimo que en la hipótesis se requerirá del pago y la resolución
judicial.*
Finalmente el artículo prohibe al tutor dar fianza a nombre de [su pupilo]. La
fianza es un contrato por el cual una persona se compromete con el acreedor a
pagar por el deudor si éste no lo hace. La fianza como consecuencia implica un

* N.E.: Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992, el tex-


to entre corchetes del comentario al a. 563 quedó afectado, por ello deberá com-
plementarse conforme al texto vigente del a, 563.

[369]
ARTS. 563 y 564 118R0 PRIMERO

acto o disposición de liberalidad. El tutor no podrá colocar [al pupilo] en el riesgo


de llegar a pagar por un tercero.*
JJ.L.M

ARTÍCULO 564. Cuando se trate de enajenar, gravar o hipotecar a


título oneroso, bienes que pertenezcan al incapacitado
como copropietario, se comenzará por mandar justipre-
ciar dichos bienes para fijar con toda precisión su valor
y la parte que en ellos represente el incapacitado, a fin de
que el juez resuelva si conviene o no que se dividan ma-
terialmente dichos bienes para que aquél reciba en plena
propiedad su porción; o si, por el contrario, es convenien-
te la enajenación. gravamen o hipoteca, fijando en este
caso las condiciones y seguridades con que deben hacerse,
pudiendo, si lo estimare conveniente, dispensar la almon-
neda, siempre que consientan en ello el tutor y el curador.
El legislador del CC de 1870 dice que este artículo es nuevo y

fue redactado en consideración a las graves dificultades que en la práctica


se presentan siempre que en un inmueble tiene alguna porción por peque-
ña que sea, un incapacitado, y que redundan en perjuicio de los demás
copartícipes, aun cuando su interés sea mucho.., y añade, en caso de con-
flicto, pareció conveniente hacer prevalecer el derecho del principal intere-
sado sobre el de los que representan un interés menor, como sucede en
casos análogos en los concursos y juicios de sucesión.

Ami entender, el juzgador debe tomar en cuenta la razón de la ley, o sea, la fina-
lidad es no obligar a los copropietarios a mantenerse en indivisión, aun cuando
dentro de la copropiedad exista el interés de un incapacitado.
Hecha esta observación procedamos al comentario propiamente, el artículo nos
presenta un caso de compra-venta necesaria, ya sea que necesite vender el bien
por causa de absoluta necesidad o evidente utilidad (a. 561) y, la segunda el re-
querimiento de venta forzosa para terminar con la copropiedad (a. 939).
En cualquiera de estas dos hipótesis, el legislador indica que el juez comenzará
por mandar justipreciar los bienes y resolverá enseguida si conviene o no que se
dividan éstos materialmente, para que el incapacitado reciba en plena propiedad
su porción. o si por el contrario es conveniente la enajenación, gravamen o hipo-
teca, fijando en este caso las condiciones y seguridades con que deben hacerse,

* N.E.: Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992, el tex-


to entre corchetes del comentario al a. 563 quedó afectado, por ello deberá com-
plementarse conforme al texto vigente del a. 563.

13701
TITULO NOVENO/CAPITI JLO X ARTS 64.56 y 566

pudiendo si lo estimare conveniente dispensar la almoneda, porque podría tra-


tarse de una pequeña porción de derechos en favor del incapacitado que harían
incosteable la venta en subasta pública.
En otros términos el artículo otorga arbitrio suficiente al juez, para terminar
con la copropiedad dividiendo materialmente los bienes u ordenando su venta,
en subasta pública, con almoneda o sin ella.

ARTÍCULO 565. Para todos los gastos extraordinarios que no


sean de conservación ni de reparación, necesita el tutor
ser autorizado por el juez.

Este articulo es una aplicación de los principios contenidos en el fundamental a.


537 que precede.
Entonces se dijo que el tutor está legitimado para que, después de hacer el
inventario de bienes del incapacitado, administre los mismos y que, la regla fun-
damental en la administración consiste en la conservación del capital fijo.
Es por eso que el legislador considera en este artículo como gastos extraordina-
rios —que no son propiamente de administración— todos aquellos que no sean
de conservación ni de reparación y para afectar aquellos, necesita el tutor ser
autorizado por el juez; el tutor podría con el pretexto de realizar estos gastos
extraordinarios, mermar el capital del pupilo.
A contrario sensu los gastos que sean de conservación de los bienes o de los
que se requieran para su reparación, no necesitan autorización judicial.
Cualquiera otro gasto o expensa, será un acto de disposición o de dominio, y
para realizarlo, el tutor carece de facultades. Requiere para ello de la autorización
judicial. que le será otorgada sólo cuando se hayan satisfecho los requisitos que
establecen los aa. 561 a 564 a cuyo comentario nos remitimos.
J.J.L.M.

ARTÍCULO 566. Se requiere licencia judicial para que el tutor


pueda transigir o comprometer en árbitros los negocios
del incapacitado.

Si conforme al a. 2944 de este código, la transacción es un contrato por el cual las


partes, haciéndose mutuas concesiones, terminan una controversia presente o pre-
vienen una futura, para que el tutor pueda transigir se requiere de licencia judicial.
Malamente podría el tutor transigir sobre los bienes de su pupilo, si tuviese en
esto una absoluta libertad pues podría encubrir la disposición de los bienes con
d pretexto de una transacción.
El juez no podrá autorizar la transacción salvo que ésta sea necesaria o útil
para los intereses de los incapacitados (a. 2946). Tampoco puede el tutor compro-
meter en arbitrio los negocios del incapacitado pues siendo el arbitraje el llama-

13711
ARTS. 566, 567, 568 y 569 LIBRO PRIMERO

miento de un juez privado para que decida una controversia, de esto se deduce
que al arbitraje nadie puede ser compelido, pero una vez aceptado se está en la
necesidad de sujetarse al mismo. Esta es la razón por la que para comprometer
en árbitro los negocios del incapacitado se requiere licencia judicial.

ARTÍCULO 567. El nombramiento de árbitros hecho por el tutor


deberá sujetarse a la aprobación del juez.

Siendo el arbitraje el llamamiento de un juez privado para la resolución de una


controversia y tomando en consideración que se requiere licencia judicial para
el compromiso en árbitros, también deberá sujetarse a la aprobación del juez el
nombramiento de árbitro, entendiendo por tal no sólo la elección del juez priva-
do sino también las normas procesales a que deben sujetarse los árbitros.

ARTÍCULO 568. Para que el tutor transija, cuando el objeto de la


reclamación consista en bienes inmuebles, muebles pre-
ciosos o bien en valores mercantiles o industriales cuya
cuantía exceda de mil pesos, necesita del consentimien-
to del curador y de la aprobación judicial otorgada con
audiencia de éste.

Si la transacción consiste en que las partes haciéndose mutuas concesiones


resuelven una controversia presente o prevén una futura, la transacción de los
negocios del incapacitado requiere licencia judicial pero si el objeto de la recla-
mación consiste en bienes inmuebles, muebles preciosos o bien en valores mer-
cantiles o industriales cuya cuantía exceda los mil pesos el tutor requiere del con-
sentimiento del curador y de la aprobación judicial de la transacción, con
audiencia del vigilante o curador.

ARTÍCULO 569. Ni con licencia judicial, ni en almoneda o fuera


de ella puede el tutor comprar o arrendar los bienes del
incapacitado, ni hacer contrato alguno respecto de ellos,
para sí, sus ascendientes, su mujer o marido, hijos o her-
manos por consanguinidad o afinidad. Si lo hiciere, ade-
más de la nulidad del contrato, el acto será suficiente
para que se le remueva.

La disposición es prohibitiva; el tutor no puede comprar o arrendar los bienes del


incapacitado, ni hacer contrato alguno respecto de ellos.

13721
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS. 569, 570,571 y 572

La prohibición por otro lado es absoluta; ni con licencia judicial ni en almone-


da o fuera de ella puede el tutor comprar, arrendar o hacer contrato alguno res-
pecto de los bienes de su pupilo.
Finalmente la prohibición se extiende incluso a las operaciones que llevan al
cabo otras personas, pues no pueden celebrar contrato alguno para sí, sus ascen-
dientes, su consorte, hijos o hermanos por consanguinidad o afinidad.
Como estamos frente a un ilícito, el legislador sanciona la violación de la nor-
ma con la nulidad del contrato, que puede hacer valer todo interesado, aun el MP
y el menor, o el incapacitado cuando haya cesado la causa que dio lugar a la tute-
la y además sirve de base para la remoción del tutor en aplicación de la parte
final del artículo que se comenta y de 1a fr. II del a. 504.

ARTICULO 570. Cesa la prohibición del artículo anterior, respec-


to de la venta de bienes, en el caso de que el tutor o sus
parientes allí mencionados sean coherederos, partíci-
pes o socios del incapacitado.
Este artículo consagra una excepción a la prohibición del articulo anterior. Efec-
tivamente, si el tutor es coheredero con su pupilo o partícipe o socio del incapaci-
tado. de todas suertes tendría el derecho del tanto en las hipótesis que la ley ordena
pero además, como señala García Goyena, en esta hipótesis la compra por el tutor
requiere de la autorización judicial conforme a los aa. 561 a 564.

ARTICULO. 571. El tutor no podrá hacerse pago de sus créditos


contra el incapacitado sin la conformidad del curador y
la aprobación judicial.
Para que el tutor pueda hacerse pago de sus créditos en contra del incapacitado el
legislador toma la precaución de exigir la conformidad del curador y la aproba-
ción judicial.
Este es un caso de aplicación de la fr. VI del a. 537 en el cual el tutor está obli-
gado a obtener autorización judicial. Asimismo tómese nota que el crédito contra
el incapacitado debe inscribirse en el inventario que formule el tutor y si no lo
hace pierde el derecho de cobrarlo (a. 550).

ARTICULO 572. El tutor no puede aceptar para sí a título gratuito u


oneroso, la cesión de algún derecho o crédito contra el
incapacitado. Sólo puede adquirir esos derechos por he-
rencia.
[373]
ARTS 572, 573 y 574 LIBRO PRIMERO

La prohibición establecida en el presente articulo es una extensión de la men-


cionada en el a. 569. El deudor no puede invocar que no ha celebrado contra-
to alguno con el incapacitado. Sin embargo, no le es permitido adquirir dere-
cho alguno contra su pupilo; el tutor no puede aceptar para sí a título gratuito
u oneroso, la cesión de derechos contra el incapacitado. Sólo se admite una
excepción a lo prohibido: que la adquisición de ese derecho o crédito provenga
de alguna herencia, entendiéndose que la herencia puede ser en su calidad de
heredero a titulo universal o en su calidad de legatario, a titulo particular. a tra-
vés de un legado de crédito.

J.J.L.M.

ARTICULO 573. El tutor no puede dar en arrendamiento los bienes


del incapacitado, por más de cinco años, sino en caso de
necesidad o utilidad, previos el consentimiento del cura-
dor y la autorización judicial observándose en su caso lo
dispuesto en el artículo 564.

La disposición que se comenta contiene una limitación a los actos de adminis-


tración del tutor.
Los antiguos textos españoles facultaban al tutor para realizar contratos de
arrendamiento hasta por nueve años; a partir de la Ley sobre Relaciones
Familiares el tutor no puede dar en arrendamiento los bienes del incapacitado
por más de cinco años, para ello se requiere que exista un caso de necesidad o
utilidad para el pupilo, del consentimiento del curador y la autorización judicial.
La disposición remite al a. 564 que se refiere a la hipótesis de la copropiedad
de los bienes del incapacitado. (Véase el comentario al artículo mencionado).

J.J.L.M.

ARTICULO 574. El arrendamiento hecho de conformidad con el


artículo anterior, subsistirá por el tiempo convenido, aun
cuando se acabe la tutela; pero será nula toda anticipa-
ción de renta o alquileres por más de dos años.

Si conforme al artículo anterior para que puedan darse en arrendamiento los


inmuebles del incapacitado por más de cinco años se requiere probar la necesi-
dad o utilidad que el contrato reporte al pupilo, previó el consentimiento del
curador y la autorización judicial, el contrato así celebrado o bien el que el tutor
celebre por menos de cinco años, subsiste por el tiempo convenido aun cuando
se acabe la tutela.

1374]
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS. 574, 575, 576 y 577

Mas lo que no puede el tutor realizar válidamente es un contrato en el que


reciba anticipadamente la renta o alquiler por más de dos arios. En este caso
dicha anticipación sería nula.

J.J.L.M.

ARTICULO 575. Sin autorización judicial no puede el tutor recibir


dinero prestado en nombre del incapacitado, ya sea que
se constituya o no hipoteca en el contrato.

Siendo el mutuo un contrato por el que el mutuante se obliga a transferir una


suma de dinero, generalmente acompañado de un derecho real de garantía que
puede ser una hipoteca. El tutor no puede a nombre de su pupilo recibir dinero
prestado en calidad de mutuario, aun cuando invoque que el préstamo de la
suma de dinero es útil para el incapacitado y aunque él indique que el mutuante
no está exigiendo la constitución de una garantía hipotecaria. Sólo puede
celebrar el contrato de préstamo con autorización judicial.

ARTICULO 576, El tutor no puede hacer donaciones a nombre del


incapacitado.

La prohibición es absoluta y deben tomarse en cuenta las siguientes observacio-


nes: la primera es una excepción a la prohibición contenida en este precepto, ya
que conforme al a. 229 de este código, los menores pueden hacer donaciones
antenupciales con intervención de sus padres o tutores o con aprobación
judicial. Recuérdese que se llaman antenupciales las donaciones que antes del
matrimonio hace un esposo al otro.
Por otra parte, el tutor no podrá efectuar cualquier acto de liberalidad con
los bienes o derechos del incapacitado, pues terminantemente se lo prohibe el
a. 2499 respecto del comodato. El intérprete debe entender la palabra donación
como sinónimo de acto de liberalidad, que es lo que el legislador trata dé impe-
dir, en protección de los intereses del pupilo.

J.J.L.M.

ARTÍCULO 577, El tutor tiene, respecto del menor, las mismas


facultades que a los ascendientes concede el artículo 423.

[3751
ARTS. 577, 578 y 579 LIBRO PRIMERO

Obediencia y respeto le debe el incapacitado al tutor según decía el Código


austriaco, porque hace las veces de padre.
El legislador actual confiere al tutor el derecho de corregir mesuradamente al
pupilo, éste es un menor de edad, y como necesaria consecuencia debe de
educarlo convenientemente, para lo cual debe entenderse que éste se halla sujeto
a la dirección del tutor. Podrá solicitar el auxilio de la autoridad administrativa
competente para cuando lo juzgue necesario para cumplir con este deber a su
cargo. Dicho recurso al apoyo de la autoridad procede también tratándose de
mayores de edad incapacitados sujetos a tutela.

J.J.L.M.

ARTÍCULO 578. Durante la tutela no corre la prescripción entre el


tutor y el incapacitado.

Conforme al a. 1166, la prescripción no puede comenzar ni correr contra los


incapacitados sino cuando se haya discernido su tutela conforme a las leyes, es
decir que los terceros no pueden alegar prescripción en contra de los incapacita-
dos sino a partir del momento e que el tutor entre en ejercicio de su cargo o deba
entrar al mismo; y por eso los incapacitados tienen el derecho de exigir respon-
sabilidad a sus tutores cuando por culpa de éstos no se hubiere interrumpido la
prescripción.
Esta regla se refiere a la prescripción de los terceros frente al incapacitado
pero respecto de las relaciones entre tutor y pupilo el artículo que estamos
comentando y que coincide con el a. 1167 fr. 111, es terminante, durante la tutela
no corre la prescripción entre el tutor y el incapacitado; es decir, se suspende la
prescripción mientras el tutor se encuentre en ejercicio de su cargo.

J.J.L.M.

ARTÍCULO 579. El tutor tiene obligación de admitir las donacio-


nes simples, legados y herencias que se dejen al incapaci-
tado.

Las donaciones simples, los legados y herencias que se dejen al incapacitado


aumentan el caudal o patrimonio de éste y por esa razón el legislador impone al
tutor la obligación de admitirlas; aumentan el activo, porque la donación es un
contrato por el que una persona trasmite a otra, gratuitamente una parte o la
universalidad de sus bienes presentes (aa. 2332, 2333 y 2347) y porque además
toda herencia o legado se entiende aceptado a beneficio de inventario, esto es,
sólo se responde de las cargas hasta donde alcanza la cuantía de los bienes (aa.
1284, 1285 y 1678).

[3761
TITULO NOVENO/CAPITULO X ARTS, 579, 580 y 581

El tutor no podrá repudiar la herencia o legado sino con autorización judicial,


previa audiencia del MP (a. 1654).

J.J.L.M.

ARTÍCULO 580. La expropiación por causa de utilidad pública de


bienes de incapacitados, no se sujetará a las reglas antes
establecidas, sino a lo que dispongan las leyes de la
materia.

Aun cuando para la realización de ciertos actos el tutor requiere autorización


judicial y otros más le están prohibidos, como son todos los que implican un
acto de liberalidad, estas reglas no se aplican cuando la enajenación se haga en
virtud de expropiación forzosa conforme a la ley, como decía la exposición de
motivos del CC de 1870, añadiendo que se sujeta la expropiación de bienes a
menores a las leyes de expropiación por causa de utilidad pública, de manera
que, en caso de conflicto éstas prevalezcan sobre el código.

J.J.L.M.

ARTícuLo 581. Cuando el tutor de un incapaz sea el cónyuge,


continuará ejerciendo los derechos conyugales con las
siguientes modificaciones:
1.—En los casos en que conforme a derecho se requiere
el consentimiento del cónyuge, se suplirá éste por el juez
con audiencia del curador;
II. —En los casos en que el cónyuge incapaz pueda
querellarse del otro, denunciarlo o demandarlo para ase-
gurar sus derechos violados o amenazados, será represen-
tado por un tutor interino que el juez le nombrará. Es
obligación del curador promover este nombramiento y si
no lo cumple, será responsable de los perjuicios que se
causen al incapacitado. También podrá promover este
nombramiento del Consejo Local de Tutelas.

Un caso de tutela de mayores abarca la del cónyuge que haya caído en incapaci-
dad por demencia, idiotismo, imbecilidad, sordomudez, embriaguez o droga-
dicción y en estos casos la tutela recae en el otro cónyuge, mientras subsista el
matrimonio (aa. 466,486 y 523). Si es el cónyuge sano el que ejerce la tutela y se
requiere el consentimiento del enfermo, que no puede darlo, lo dará en su lugar
el juez con audiencia del curador.

13771
ARTS. 551. 581 5113 y SU LIIIIRO PRIMERO

Podría acaecer que el cónyuge que ejerce la tutela realizare actos que amerita-
sen la presentación de una querella. de una denuncia o de una demanda. En este
caso, el incapacitado será representado por un tutor interino que el juez nombra-
rá siendo obligación del curador promover este nombramiento, si no cumple será
responsable de los daños patrimoniales que sufra el incapacitado; el legislador
añade que este nombramiento podrá ser promovido por el Consejo Local de
Tutelas.

ARTICULO 582. Cuando la tutela del incapaz recaiga en el cón-


yuge, sólo podrá gravar o enajenar los bienes mencio-
nados en el articulo 568, previa audiencia del curador y
autorización judicial, que se concederá de acuerdo con
lo dispuesto en el artículo 561.
Disposición inútil pues la tutela de mayores que recae en el cónyuge sano (ya sea
éste el varón o la mujer) deberá sujetarse a todas las disposiciones de este capítu-
lo. Parece que el legislador tuvo que redactarlo con motivo de las reformas del
artículo anterior, habidas en el año internacional de la mujer para no distinguir
la tutela ejercida por la mujer o por el marido.

ARTICULO 583. Cuando la tutela recaiga en cualquier otra perso-


na, se ejercerá conforme a las reglas establecidas para
la tutela de los menores.
Esto quiere decir que las reglas de la tutela de menores que son más enérgicas se
aplicarán a la tutela de mayores cuando el que ejerce la misma sea una persona
distinta del cónyuge, puesto que el artículo que comentamos supone y va precedi-
do de la hipótesis de los dos artículos anteriores que hablaban en su texto origi-
nal de la tutela a cargo del marido y la tutela a cargo de la mujer.

ARTÍCULO 584. En caso de maltratamiento, de negligencia en los


cuidados debidos al incapacitado o a la administración
de sus bienes, podrá el tutor ser removido de la tutela a
petición del curador, de los parientes del incapacitado,
del Consejo Local de Tutelas o del Ministerio Público.*
* N.E.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del artículo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del
23 de julio de 1992.

1378]
TITULO NOVENO/CAP/T[1LO X ARTS. 554y 55.5

La disposición contiene reglas relativas a la remoción del tutor. Conforme a los


aa. 463 y 504 fr. II los tutores no pueden ser removidos de su cargo sin que previa-
mente hayan sido oídos y vencidos en juicio y que la separación de tutela puede
acaecer en los que se conduzcan mal en el desempeño de la tutela, ya sea respecto
de la persona, ya respecto de la administración de los bienes del incapacitado.
La remoción puede ser pedida por el MP y los parientes del pupilo.
La tutela participa de los caracteres de la patria potestad porque es una potestad,
es decir un poder para la defensa de un interés ajeno: el del incapacitado. Siendo
un poder tiene los caracteres de una obligación y por eso, en caso de maltrato,
negligencia en los cuidados debidos al incapacitado o de mala administración de
las bienes, el tutor podrá ser removido de la tutela a petición del curador, de los
parientes del incapacitado [o del Consejo Local de Tutelas].*

ARTIICULO 585. El tutor tiene derecho a una retribución sobre


los bienes del incapacitado, que podrá fijar el ascen-
diente o extraño que conforme a derecho lo nombre en
su testamento y para los tutores legítimos y dativos la
fijará el juez.

El texto original del CC de 1870 decía: a. 682: "El tutor tiene derecho a una retri-
bución sobre los bienes del menor, que podrá fijar el ascendiente o extraño que
conforme a derecho le nombre en su testamento, y en defecto de éste para los
tutores legítimos y dativos, el juez", texto que repitió integro el CC de 1884.
El legislador actual en una redacción abreviada omite la hipótesis que puede
suceder cuando el ascendiente o extraño en su testamento no haya designado la
retribución.
En una correcta interpretación puede decirse que aun cuando la tutela es un
cargo de orden público, no se justifica que el tutor la desempeñe sin una retribu-
ción en la hipótesis en que exista un caudal suficiente.
Si el autor de la herencia ha señalado la retribución al tutor testamentario a
ella ha de atenerse. Si no hubiese designado retribución para los tutores legítimos
y dativos, la retribución la señalará el juez. Estos honorarios, como se verá en los
tres artículos siguientes dependen de la existencia de rentas liquidas, productos y
frutos, pues en caso de que no existan éstos, ni bienes de ninguna especie, la tute-
la será gratuita.

* N.E.: Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992. el tex-


to entre corchetes del comentario al a. 584 quedó afectado, por ello deberá com-
plementarse conforme al texto vigente del a. 584.

13791
AR 1 S. 586. 511-7 SMS LIBRO PRIMERO

ARTICULO 586 En ningún caso bajará la retribución del cinco ni


excederá del diez por ciento de las rentas líquidas de
dichos bienes.

Si conforme al a. 430, los padres tienen derecho a la mitad del usufructo de los
bienes que el hijo adquiera por cualquier circunstancia distinta a su trabajo, se
justifica que los tutores tengan también derecho a una retribución sobre las
rentas liquidas de los bienes_ El legislador ha usado literalmente las expresio-
nes "rentas líquidas", no parece que pueda esta retribución abarcar los productos
de los frutos naturales, a no ser que se dé a la palabra "renta" una interpreta-
ción extensiva. Garcia Goyena señala que el antecedente de este articulo se en-
cuentra en el Fuero Juzgo y que la palabra frutos equivale al de rentas liquidas.

J .J.L. M.

ARTICULO 587. Si los bienes del incapacitado tuvieren un aumen-


to en sus productos, debido exclusivamente a la industria
y diligencia del tutor, tendrá derecho a que se le aumente
la remuneración hasta un veinte por ciento de los produc-
tos líquidos. La calificación del aumento se hará por el
juez, con audiencia del curador.

La disposición que comentamos se refiere a los frutos civiles, o sea aquellos que
producen las heredades o fincas de cualquier especie, mediante el cultivo o
trabajo.
Si los bienes del incapacitado tuvieren un aumento de sus productos debido
exclusivamente a la industria y diligencia del tutor, éste tendrá derecho a que se
le aumente la remuneración hasta el veinte por ciento, lo que parece justo en
función del esfuerzo realizado.

J.J. L.M.

ARTÍCULO 588. Para que pueda hacerse en la retribución de los


tutores el aumento extraordinario que permite el artículo
anterior, será requisito indispensable que por lo menos en
dos años consecutivos haya obtenido el tutor la aproba-
ción absoluta de sus cuentas.

Este artículo tiene sus antecedentes en el a. 2114 del CPC de 1980.


Conforme el a. 590 de este código, el tutor está obligado a rendir al juez
cuenta detallada de su administración en el mes de enero de cada ario, pues bien,

[380]
TITULO N OVE NO/CAP:TU LOS Ny NI ARTS. 558. 559 y 590

para que pueda proceder la retribución de los tutores al aumento extraordinario a


que se refiere el artículo anterior es indispensable que por lo menos en dos años
consecutivos haya obtenido el tutor la aprobación absoluta de sus cuentas.

ARTÍCULO 589. El tutor no tendrá derecho a remuneración algu-


na, y restituirá lo que por este título hubiese recibido, si
contraviniese lo dispuesto en el artículo 159.
El tutor no puede contraer matrimonio con su pupila a no ser que obtenga dis-
pensa, la que no le será concedida sino hasta la aprobación de las cuentas. Si el
tutor violando la prohibición contrajera nupcias, el matrimonio seria ilícito pero
no nulo (a. 254 fr. II).
Una de las consecuencias de la ilicitud sería que el tutor no tenga derecho a
remuneración alguna y restituirá lo que por este concepto hubiere recibido.

CAPITULO XI
De las cuentas de la tutela

ARTICULO 590. El tutor está obligado a rendir al juez cuenta


detallada de su administración, en el mes de enero de
cada ario, sea cual fuere la fecha en que se le hubiere
discernido el cargo. La falta de presentación de la cuen-
ta en los tres meses siguientes al de enero, motivará la
remoción del tutor.
La importancia de la rendición de cuentas en el desempeño de la tutela es tal, que
la no presentación de ellas provoca la remoción del tutor.
Nuestro código considera fundamental para el cargo la buena administración
de los bienes del tutelado. La responsabilidad del tutor garantiza frente al pupilo
el manejo fidedigno de sus bienes.
La tutela tiene un doble aspecto. el cuidado de la persona del pupilo que es una
función de asistencia y la administración de sus bienes, en la cual el tutor actúa
como un representante.
Nuestro código, a diferencia de otras legislaciones que dan mayor importancia
a lo económico, regula cuidadosamente la atención a la persona del tutelado.
En cuanto a la administración de sus bienes, la rendición de cuentas se
considera la más eficaz medida para cerciorarse de la debida gestión del patrimo-
nio que pertenece a quien está sujeto a tutela.
M.F.B.

1381]
ARTS. 591 y 592 LIBRO PRIMERO

ARTICULO 591. También tiene obligación de rendir cuenta, cuan-


do por causas graves que calificará el juez, la exijan el
curador, el Consejo Local de Tutelas, el Ministerio Pú-
blico, los propios incapaces señaladas en la fracción II
del artículo 450, o los menores que hayan cumplido 16
arios de edad.*
Además de la obligación anual de rendición de cuentas, el tutor está sujeto a la
obligación de presentarlas cuando el curador o el consejo local de tutelas así lo
exijan ante el juez. quien determinará si hay causa suficientemente grave para
ello.
También el menor que haya cumplido dieciséis años está facultado para pedir
cuentas a su tutor. No aclara este artículo, como otros anteriores (537 frs. III y IV)
si el menor debe gozar de discernimiento, pero es obvio que debe reunir las dos
condiciones para estar facultado a exigir cuentas a su tutor.
Es tendencia general en las legislaciones actuales el dar al menor una interven-
ción en la gestión de administración, aun reconociendo su falta de capacidad o la
limitación de ésta. Frente a códigos que no otorgan ningún papel al tutelaclo, esta
participación, el derecho a ser oído en casos de su interés, cuando ya tiene edad
bastante para opinar sobre algunos actos referentes a su patrimonio, es recogida
por el nuestro.
No aclara el texto legal qué se entiende por causas graves, pero como la respon-
sabilidad del tutor se rige por las reglas del derecho común, se entiende que la
causa será grave cuando ponga en peligro la salud y la persona del pupilo o la in-
tegridad de su patrimonio; gravedad que calificará el juez a solicitud del curador
o del mismo menor.
M.F.B.

ARTÍCULO 592. La cuenta de administración comprenderá no


sólo las cantidades en numerario que hubiere recibida
el tutor por producto de los bienes y la aplicación que
les haya dado, sino en general todas las operaciones
que se hubieren practicado, e irá acompañada de los
documentos justificativos y de un balance del estado de
los bienes.
Se entiende que el tutor debe administrar los bienes del incapacitado con la dili-
gencia de un buen padre de familia, y en esto no se especifica concretamente
* NL: Texto vigente del artículo modificado en virtud del artículo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.

[382]
TITULO N_OVEN01 CAPITULO XI ARTS. 592, 593 y 594

qué obligaciones tendrá. El código enumera ciertas medidas que permitirán


valorar más eficazmente una correcta administración.
Esta reglamentación detallada de los documentos probatorios que debe
presentar el tutor acerca de su gestión como administrador, demuestra el cuida-
do que puso el legislador en el mantenimiento de los bienes del tutelado.
En otros sistemas legislativos la rendición de cuentas de la tutela no está
sometida a ninguna forma específica y se habla de ellas como de una obligación
a cumplir en forma amistosa.
Como veremos en artículos siguientes esto se reglamenta con todo detalle: se
mencionan los documentos justificativos y el balance de los bienes, que permiti-
rán observar si el tutor ha sido o no acertado y honesto en su gestión.
Al estar reglamentadas en forma detallada las funciones de administrar,
representar, y asistir al tutelado, la responsabilidad del tutor es grave. No
quedan a su libre voluntad las acciones a tomar, como si administrara su propio
patrimonio, sino que se exige una diligencia extrema en sus acciones.
Los actos de disposición o de riguroso dominio sólo pueden ser efectuados
previa autorización judicial.

M.F.B.

ARTÍCULO 593. El tutor es responsable del valor de los créditos


activos si dentro de sesenta días, contados desde el venci-
miento de su plazo, no ha obtenido su pago o garantía
que asegure éste, o no ha pedido judicialmente el uno o la
otra.

En este artículo se reglamenta la actividad del tutor respecto al pago de las


obligaciones personales a favor del tutelado.
En caso de que no haya podido obtener ni el pago ni su aseguramiento, debe
pedir la ejecución judicial dentro del plazo de 60 días a partir del vencimiento de
los mismos, o sea, desde que pueden hacerse efectivos. La omisión de estas
medidas es causa de responsabilidad civil del tutor.
La disposición es parte de la protección del incapacitado, que se acentúa con
la enumeración de acciones a tomar por el tutor como representante legal. Esta
representación incluye también la representación procesal, ya que debe deducir
ante los tribunales oportunamente, los derechos del incapaz.

M.F.B.

ARTÍCULO 594. Si el incapacitado no está en posesión de algunos


bienes a que tiene derecho, será responsable el tutor de la
pérdida de ellos, si dentro de dos meses contados desde
13831
ARTS. 594 y 595 LIBRO PRIMERO

que tuvo noticia del derecho del incapacitado, no enta-


bla a nombre de éste judicialmente, las acciones condu-
centes para recobrarlos.

En este artículo se refiere el legislador a los derechos reales que pertenecen al


tutelado.
Entendemos por derecho real "un poder jurídico que se ejerce en forma
directa e inmediata sobre un bien para su aprovechamiento total o parcial.
siendo este poder jurídico oponible a terceros". (Rojina Villegas, R., Derecho
civil mexicano. Bienes, derechos reales y posesión, México, Porrúa. 1981, t. III
p. 90).
Es decir, los derechos que se tienen sobre una cosa para reivindicarla de terce-
ros poseedores de manera que vuelva a posesión del titular.
Si el tutor no ejercita las acciones posesorias que competen al pupilo dentro del
plazo de 60 días, será responsable de los daños y perjuicios que se causen a éste
por su culpa o negligencia.
Se ordena al tutor iniciar acción judicial para recobrarlos. Se le otorga el men-
cionado plazo, que se contará desde que tuvo conocimiento de su existencia, mis-
mo que rige en el articulo anterior para el cobro de créditos.
M.F.B.

ARTÍCULO 595. Lo dispuesto en el artículo anterior se entiende


sin perjuicio de la responsabilidad que, después de in-
tentadas las acciones, puede resultar al tutor por culpa
o negligencia en el desempeño de su encargo.

En este artículo se establece la responsabilidad del tutor por las gestiones que
hizo o debió de haber hecho para la conservación del patrimonio del pupilo.
Es importante notar que el código prescribe acciones que están todas ellas
orientadas a la conservación y no al mejoramiento del patrimonio del pupilo.
Se regula la obligación genérica de defender y proteger los bienes y la persona
del pupilo. Los bienes sólo en cuanto a su activo, compuesto por créditos y dere-
chos reales. Nada especifica respecto al pasivo, o sea, gravámenes y deudas. Ante
éstos debe realizar actos de administración, que están referidos en forma genéri-
ca, es decir, rescate y pagos normales, que deberán ser incluidos en las cuentas de
la tutela.
Debemos definir si se trata de responsabilidad contractual o extracontractual,
para determinar la culpa en la cual, en caso de incumplimiento, incurre el tutor.
En la responsabilidad contractual hay una obligación que no ha sido cum-
plida, y es el obligado el que tiene la carga de la prueba a fin de demostrar su no
culpabilidad. En la culpa extracontractual (o culpa aquiliana) debe el deman-
dante probar la culpa de la cual derivará la responsabilidad.

[3841
TMJLO NOVENO/CAPITULO Xl ARTS. 595, 596, 597 y 595

Siguiendo a Lete del Rio opinamos que la responsabilidad del tutor es de una
cierta tipicidad, pues si bien tendría las características de la responsabilidad
extracontractual en tanto que se debe probar la culpa del demandado y no admi-
te cumplimiento forzoso, sino reparación de daño causado, son aplicables de
cualquier manera las normas de la culpa extracontractual en forma subsidiaria y
en cuanto no están reguladas totalmente las de la tutela.
MY.B.

ARTÍCULO 596. Las cuentas deben rendirse en el lugar en que se


desempeña la tutela.
Es lógico que se rindan las cuentas ante el juez de lo familiar del domicilio del
incapacitado, es decir, donde se desempeña la tutela.
Es en el lugar del domicilio del incapacitado donde supuestamente reside el
curador, se halla el consejo local de tutelas correspondiente y los terceros que han
tenido relación con la administración de los bienes.
M.F.B.

ARTÍCULO 597. Deben abonarse al tutor todos los gastos hechos


debida y legalmente aunque los haya anticipado de su
propio caudal, y aunque de ello no haya resultado utili-
dad a los menores y a los mayores de edad incapaces, si
esto ha sido sin culpa del primero.*
Es justo que si el tutor ha tenido que realizar gastos fuera de los previstos para el
debido desempeño de su gestión, éstos deben serle abonados en oportunidad de
cada rendición de cuentas. Más si tenemos en cuenta que el tutor, al serle discer-
nido el cargo, tuvo que prestar caución para asegurar los intereses del tutelado ya
sea con prenda, hipoteca o fianza, con lo cual comprometió parte de su patrimonio.
Si de estos gastos no ha resultado ventaja al menor, deben serle reintegrados al
tutor que actuó con diligencia media y los anticipó de sus propios fondos.
Estos gastos deben ser necesarios y probados en forma debida y legalmente
aprobados, siempre que hayan sido originados por el desempeño del cargo en la
preservación del patrimonio del incapacitado, o de su persona.
M.F.B.

ARTÍCULO 598. Ninguna anticipación ni crédito contra el inca-


pacitado se abonará al tutor, si excede de la mitad de la
NE.: Texto vigente del articulo modificado en virtud del artículo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.

[3851
ARTS. 59& 599 y 600 LIBRO PRIMERO

renta anual de los bienes de aquél, a menos que al efec-


to haya sido autorizado por el juez con audiencia del cu-
rador.
Como regla general en la administración, cualquiera que ésta sea, los gastos con-
siderados de mucha cuantía o excesivos, deben ser autorizados por el juez y en
este caso, con conocimiento y voz del curador.
Se fija la mitad de la renta anual como una suma considerable, por lo menos
para el caso concreto de ese patrimonio, por lo que amerita los mismos requisitos
que si se tratara de un acto de disposición.
M.F.B.

ARTÍCULO 599. El tutor será igualmente indemnizado, según el


prudente arbitrio del juez, del daño que haya sufrido
por causa de la tutela y en desempeño necesario de ella,
cuando no haya intervenido de su parte culpa o negli-
gencia.
Considerando que la tutela es de interés público y que no es posible eximirse de
ella sino por causa legítima (a. 452). siendo un desempeño cuidadoso y exigente
para el bienestar del incapacitado y el mantenimiento de sus bienes, puede el
tutor sufrir daño en su patrimonio por causa de su gestión.
Los gastos efectuados por el tutor y los menoscabos que haya sufrido en su
patrimonio por atender debidamente la tutela, deben ser resarcidos previa com-
probación ante el juez. de haber erogado aquéllos de su propio peculio y de haber
sufrido daños por la gestión. siempre que ésta haya sido adecuada a juicio del
juez.
M.F.B.

ARTÍCULO 600. La obligación de dar cuenta no puede ser dis-


pensada en contrato o en última voluntad, ni aún por el
mismo tutelado; y si esa dispensa se pusiere como con-
dición, en cualquier acto se tendrá como no puesta.*
Esta obligación es la más importante del aspecto material de la gestión del tutor y
no puede haber disposición particular que la derogue.
Su fundamento está en que siendo la tutela una función de interés público, lo
es también la preservación del patrimonio del Melado, por lo cual no pueden

* NE.: Texto vigente del artículo modificado en virtud del artículo primero
del decreto que reforma diversas disposiciones al CC publicado en el DO del 23
de julio de 1992.

[386]
TITULO NOVENO/CAPITULO XI ARTS 614, 601 y602

admitirse pactos ni disposiciones contrarias que eximan al tutor de dar cuenta de


su gestión.
El propio [menor] no puede relevar al tutor de esta obligación cuyo cumpli-
miento es inexcusable, porque como ya se dijo, se funda en la protección de su
interés y del buen desempeño de un cargo tutelar, impuesto por razones de inte-
rés público.*
La última voluntad del que hubiere ejercido la patria potestad del tutelaclo
tampoco puede eximir al tutor de la obligación de rendir cuentas, como garantía
de su buena gestión.
Hay dos tipos de rendición de cuentas, la anual, prescrita en el a. 590, y las
cuentas finales de la tutela, o cuentas generales. También existen las cuentas
cuando hay remoción o cambio de tutor.
M.F.B.

ARTÍCULO 601. El tutor que sea reemplazado por otro, estará


obligado, y lo mismo sus herederos, a rendir cuenta
general de la tutela al que le reemplaza. El nuevo tutor
responderá al incapacitado por los daños y perjuicios si
no pidiere y tomare las cuentas de su antecesor.
En esta expresión del código de que el tutor sea reemplazado por otro, caben los
supuestos de extinción por muerte, remoción por causa fundada, excusa. etc.
El tutor saliente debe rendir cuentas al subsiguiente, que asumirá en ese acto la
responsabilidad frente al menor por los da áos y perjuicios, en caso de no realizar
ese trámite.
Esta rendición de cuentas servirá de antecedente para la gestión del que entra.
que lo tomará como inventario de activos y pasivos, de los cuales será responsa-
ble en el futuro.
Si fuere negligente u omiso en exigir la rendición de cuentas del tutor cesante.
asumirá para si las responsabilidades que le correspondieren al otro.
M.F.B.

ARTÍCULO 602. El tutor, o en su falta quien lo represente, rendirá


las cuentas generales de la tutela en el término de tres
meses, contados desde el día en que fenezca la tutela. El
juez podrá prorrogar este plazo hasta por tres meses
más, si circunstancias extraordinarias así lo exigieren.

La rendición de cuentas generales de la tutela es el momento crucial en la


* N.E. Debido a la reforma publicada en el DO del 23 de julio de 1992, el tex-
to entre corchetes del comentario al a. 600 quedó afectado, por ello deberá modi-
ficarse conforme a la reforma del a. 600.

13871
ARTS. 602, MIL 604 y 605 LIBRO PRIMERO

actuación del tutor, el cual debe también disponerse a entregar los bienes del
incapacitado y probar la dignidad o infidelidad de su gestión.
El término de tres meses, prorrogable hasta por otros tres se otorga teniendo
en cuenta lo complicado del trámite, disponer los bienes para su entrega, poner
cuentas en orden, presentar comprobantes, realizar cobros, pagos, y demás
actos de administración que quedaren pendientes.
Si hubiera alguna circunstancia fuera de lo normal que no permitiera esta
rendición en la fecha fijada, el juez está facultado para otorgar otros 90 días más,
como máximo para su debida presentación.

M.F. B.

ARTICULO 603. La obligación de dar cuenta pasa a los herede-


ros del tutor; y si alguno de ellos sigue administrando los
bienes de la tutela, su responsabilidad será la misma que
la de aquél.
En caso de que el tutor fallezca sin haber finalizado la tutela, sus herederos
asumen la obligación de rendir las cuentas de la tutela.
La responsabilidad y los bienes que afianzaban la gestión pasan en iguales
condiciones y términos a sus herederos, si alguno de éstos siguiera administran-
do los bienes del tutelado.
La obligación de rendir cuentas, por ser tal vez la fundamental del cargo, no le
está dispensada y debe comportarse corno si le hubiera sido discernido a él
mismo.

M.F.B.

ARTÍCULO 604. La garantía dada por el tutor no se cancelará, sino


cuando las cuentas hayan sido aprobadas.

Esto parece obvio, ya que la caución dada por el tutor para cubrir su gestión,
sólo puede ser liberada cuando se hayan comprobado los términos correctos en
que ésta fue realizada.
Será cancelada la garantía cuando se aprueben las cuentas y, la ausencia de
daño en la persona e intereses del incapacitado; por lo tanto la falta de una
responsabilidad del tutor.

M.F.B.

ARTICULO 605. Hasta pasado un mes de la rendición de cuentas,


es nulo todo convenio entre el tutor y el pupilo, ya mayor
13881
TrI1110 NOVENO:CAPITULO XI y X11 ARTS. 505 y 606

o emancipado, relativo a la administración de la tutela o a


las cuentas mismas.

Teniendo en cuenta la influencia que ejerce el tutor sobre su pupilo, no es


prudente que en el momento de la rendición de cuentas, o aun antes de su
estudio y aprobación se realice ningún tipo de acuerdo entre ambos que verse
sobre la parte patrimonial.
La aprobación de las cuentas de la tutela es de la competencia exclusiva de la
autoridad judicial; en consecuencia, no está sujeta a convenio o transacción de
ninguna especie.
De este precepto se desprende con toda claridad que si bien la institución de la
tutela se establece para proteger a los menores e incapacitados, la comproba-
ción de su leal desempeño, es una función de interés público, reservada al juez de
lo familiar.

M.F.B.

CAPITULO XII
De la extinción de la tutela

ARTÍCULO 606. La tutela se extingue:


I.—Por la muerte del pupilo o porque desaparezca su
incapacidad;
II.—Cuando el incapacitado, sujeto a tutela entre a la
patria potestad por reconocimiento o por adopción.

La tutela se extingue cuando desaparece el supuesto de hecho de la misma, esto


es, la necesidad de proteger y representar a incapacitados mayores de edad o
menores no sujetos a patria potestad.
Las causas de extinción de la tutela a que se refiere la fr. 1, afectan a la condi-
ción personal del incapaz y son la muerte del pupilo o la desaparición de la inca-
pacidad. La primera se probará con el acta de defunción; la segunda con el acta
de nacimiento si se trata de un menor de edad, o con la sentencia que pronuncie
declarativa de que han desaparecido las causas que dieron origen al estado de
interdicción. .
La segunda fr. se refiere a los menores que entran a la patria potestad, por
reconocimiento que de ellos hagan sus ascendientes o por adopción.
Por las mismas razones antes expuestas, la tutela se extingue cuando la patria
potestad suspendida en los términos del a. 447, se recupera por los ascendientes.

[389]
A R TS. 606, 607 y606 LIBRO PRIMERO

También se extingue la tutela en el caso de emancipación del menor de edad


sujeto a tutela (a. 641).

B. S.

CAPITULO XIII
De la entrega de los bienes

ARTÍCULO 607. El tutor, concluida la tutela, está obligado a


entregar todos los bienes del incapacitado y todos los
documentos que le pertenezcan, conforme al balance que
se hubiere presentado en la última cuenta aprobada.

Los ascendientes que ejercen patria potestad deben entregar a sus hijos, cuando
éstos se emancipan o llegan a la mayor edad, los bienes y frutos que les
pertenecen y que ellos administraron. La misma obligación tienen los tutores
cuando termine su encargo, sea por renuncia, remoción o extinción de la tutela
en los términos del artículo anterior.
La obligación de rendir cuenta y por lo tanto de entregar al tutor que le suceda
en el cargo o en su caso al pupilo, los bienes que le pertenezcan aun antes de que
la cuenta sea aprobada por el juez, pasa a los herederos del tutor (aa. 603,608 y
613), quienes además, deben entregar los documentos justificativos de las
operaciones practicadas en relación a los bienes (relaciónese con el capítulo "de
las cuentas de la tutela").

1. B.S.

ARTICULO 608. La obligación de entregar los bienes no se suspen-


de por estar pendiente la rendición de cuentas. La entrega
debe ser hecha durante el mes siguiente a Ia terminación
de la tutela; cuando los bienes sean muy cuantiosos o
estuvieren ubicados en diversos lugares, el juez puede
fijar un término prudente para su conclusión, pero, en
todo caso, deberá comenzarse en el plazo antes señalado.

Hay obligación de rendir cuentas de la tutela en el término de tres meses


contados desde el día en que fenezca la tutela (a. 602 CC). La obligación de
entregar los bienes es de cumplimiento perentorio, debe ser cumplida de inme-
diato por el tutor, dentro del mes siguiente de haber dejado el cargo. Si requiere

1390]
TITULO NOVENO/CAP]] ULO XIII ARTS. 608 y609

de un plazo mayor para la entrega, deberá solicitarse oportunamente al juez (a.


537 fr. I CC), de manera que la prórroga del término comenzará a correr
precisamente al vencer el plazo de un mes al que se refiere este artículo.
En suma, la ley dispone que el tutor que deja de desempeñar el cargo o sus
herederos en caso de muerte de éste, debe hacer entrega dejos bienes del pupilo,
sin mayores dilaciones, precisamente dentro del término de un mes que señala
este artículo.
En consecuencia, fuera de los casos de excepción que por ello, en forma
limitativa señala el precepto, el juez no está facultado para conceder la prórroga
del plazo que el artículo establece.
Por tratarse de una excepción al principio que inspira a este artículo, o sea la
inmediata entrega de los bienes del pupilo, la norma no admite aplicación
extensiva o por analogía.

1.B.S.

ARTICULO 609. El tutor que entre al cargo sucediendo a otro, está


obligado a exigir la entrega de bienes y cuentas al que le
ha precedido. Si no la exige, es responsable de todos los
daños y perjuicios que por su omisión se siguieren al
incapacitado.

Cuando no se trate de la extinción de la tutela, sino de un cambio de tutor, el que


suceda en el cargo está obligado a exigir del anterior, la rendición de cuentas y la
entrega de bienes. Del incumplimiento de esta obligación responderá el nuevo
tutor frente al incapacitado.
Este precepto se encuentra en concordancia con la fr. III del a. 537 que
impone al tutor la obligación de formar inventario de los bienes del pupilo
que recibe en administración, obligación que no podrá de ninguna manera
cumplir mientras el tutor que le precedió no rinda cuentas ni entregue los bienes
del pupilo.
De ello se sigue que puesto que debe cumplir con la obligación antes dicha,
también le corresponde la de exigir a quien le antecedió en el cargo, que cumpla
a su vez con la que a éste le impone terminantemente eta. 607 a cuyo comentario
nos remitimos.
De manera que atendiendo a la innegable importancia que tiene la función
tutelar, las cuentas del tutor y la entrega de los bienes del pupilo, el código
legitima para hacer efectiva esta obligación del tutor: al curador, al Consejo
Local de Tutelas y al tutor que suceda a otros en el cargo.

1.B.S.

13911
ARTS. 610, 611 y612 LIBRO PRIMERO

AR TI CU LO 610. La entrega de los bienes y la cuenta de la tutela se


efectuarán a expensas del incapacitado. Si para realizarse
no hubiere fondos disponibles, el juez podrá autorizar al
tutor a fin de que se proporcionen los necesarios para la
primera, y éste adelantará los relativos a la segunda, los
cuales le serán reembolsados con los primeros fondos de
que se pueda disponer.

Nuevamente se pone de relieve que el legislador considera que la rendición de


cuentas de la tutela y la entrega de bienes del pupilo son impostergables. Ni aun
por falta de fondos pueden ser detenidas estas operaciones y para ello, dispone
que si no hubiere fondos del pupilo disponibles para ello, el tutor deberá ponerlo
en conocimiento del juez a fin de que este funcionario autorice al tutor para que
pueda obtener (se le proporcionen dice el precepto) con cargo al patrimonio del
pupilo, los que sean necesarios a cubrir los gastos de entrega de los bienes y para
que pueda adelantar de su propio peculio los que exija la cuenta de la tutela.
los que deberán ser pagados con cargo al patrimonio del pupilo. con preferen-
da, de los primeros ingresos que se reciban en 1a administración de la tutela y
de ellos se pueda disponer.

I.B.S.

AR-rteuva 611. Cuando intervenga dolo o culpa de parte del tutor,


serán de su cuenta todos los gastos.

El precepto debe interpretarse como una aplicación concreta en el caso de


conducta dolosa o culposa del tutor que cause daños al pupilo, del principio
general que enuncia eta. 1910 conforme al cual, todo aquel que cause daño a
otro obrando ilícitamente, está obligado a repararlo. Fundamental principio
que se halla contenido en la noción misma del derecho.
El articulo en comentario es un ejemplo claro de la restitutio in integrum de
ascendencia romana y comprende no sólo la devolución de lo percibido sino
además "todos los gastos", conforme al concepto reparatorio que envuelve el
precepto, "en la palabra restitución se comprende toda la utilidad del actor",
Verbo restitutionis omnis utilitatis actoris continetur (Paulo: 1.81, D., De
verborum significatione, 50, 17).

ARTICULO 612. El saldo que resulte en pro o en contra del tutor,


producirá interés legal. En el primer caso correrá desde
13921
TITULO NOVENCL,CAPITULO XIII ARTS. 612, 613 y 614

que previa entrega de los bienes se haga el requerimiento


legal para el pago; y en el segundo, desde la rendición de
cuentas, si hubiesen sido dadas dentro del término desig-
nado por la ley; y si no, desde que expire el mismo
término.

Deben abonarse al tutor todos los gastos hechos debida y legalmente (a. 597
CC) y será indemnizado por el daño que haya sufrido por causa de la tutela y en
desempeño necesario de ella, cuando no haya intervenido de su parte culpa o
negligencia (a. 599 CC), pero también es responsable de los daños y perjuicios
que haya causado al menor por su culpa o negligencia.
Si el saldo resulta en pro del tutor, producirá interés legal desde que se
requiera el pago del saldo, una vez enterados los bienes; si el saldo es en contra
del tutor, el interés se producirá desde que las cuentas se hayan rendido o
cuando expire el plazo para rendirlas (a. 602 CC).

1.B.S.

ARTÍCULO 613. Cuando en la cuenta resulte alcance contra el


tutor, aunque por un arreglo con el menor o sus represen-
tantes se otorguen plazos al responsable o a sus herederos
para satisfacerlo, quedarán vivas las hipotecas u otras
garantías dadas para la administración, hasta que se
verifique el pago, a menos que se haya pactado expresa-
mente lo contrario en el arreglo.

Las garantías otorgadas por el tutor se cancelarán cuando las cuentas hayan
sido aprobadas (a. 604 CC). Pero si de la cuenta resulta un saldo contra el tutor,
subsistirán mientras no se efectúe el pago, a menos que se haya pactado lo
contrario. Si el tutor ha muerto la obligación se transmite a sus herederos
quienes responderán hasta el monto de lo heredado (a. 603).
Si se han concedido plazos al tutor para pagar el saldo en su contra, las
garantías subsistirán hasta que se haga el pago, si no se ha convenido expresa-
mente en que sean canceladas.

I.B.S.

ARTICULO 614. Si la caución fuere de fianza, el convenio que


conceda nuevos plazos al tutor, se hará saber al fiador; si
éste consiente, permanecerá obligado hasta la solución;
si no consiente, no habrá espera, y se podrá exigir el pago

I331
ARTS. 614. 613 y 616 LIBRO PRIMERO

inmediato o la subrogación del fiador por otro igualmen-


te idóneo que acepte el convenio.

Si existe un saldo contra el tutor, se puede convenir un plazo para la satisfacción


del pago. Cuando la garantía otorgada por el tutor consista en fianza, el plazo se
debe notificar al fiador para que manifieste su voluntad de continuar obligado;
en caso de que no acepte, el fiador será subrogado por otro, o el plazo se dará
por cumplido. (Ver comentario al a. 615 CC).

1.B.S.

ARTICULO 615. Si no se hiciere saber el convenio al fiador, éste no


permanecerá obligado.

El a. 2846 expresa que la prórroga o espera concedida al deudor por el acreedor,


sin consentimiento del fiador extingue la fianza. El precepto en comentario
exige que el convenio de prórroga se haga saber al fiador, para que éste continúe
obligado. Hacer saber significa dar a conocer al fiador que se ha concedido
prórroga al tutor para el pago del saldo que resultó en su contra, de la cuenta de
administración.
En el caso de la tutela, el fiador debe conocer la prórroga de la fianza y
manifestar su voluntad de continuar obligado (a. 614) o en caso contrario, la
fianza se extingue.

I.B.S.

ARTICULO 616. Todas las acciones por hechos relativos a la


administración de la tutela, que el incapacitado pueda
ejercitar contra su tutor, o contra los fiadores y garantes
de éste, quedan extinguidas por el lapso de cuatro años,
contados desde el día er que se cumpla la mayor edad, o
desde el momento en que se hayan recibido los bienes y la
cuenta de tutela, o desde que haya cesado la incapacidad
en los demás casos previstos por la ley.

La prescripción no puede empezar a correr entre los incapacitados y sus tutores


o curadores mientras dure la tutela (a. 1167 fr. 111 CC).

1.B.S.

[394]
I Mi() NOVLNO [ 10 XIII Y XIV ARI'S 1,17

ARTiCULO 617. Si la tutela hubiera fenecido durante la minori-


dad, el menor podrá ejercitar las acciones correspondien-
tes contra el primer tutor y los que le hubieren sucedido
en el cargo, computándose entonces los términos desde el
día en que llegue a la mayor edad. Tratándose de los
demás incapacitados, los términos se computarán desde
que cese la incapacidad.

La tutela se extingue durante la minoridad cuando el pupilo entra bajo la patria


potestad de sus parientes consanguíneos o de un adoptante. En estos casos, el
menor a través de sus representantes, podrá ejercitar las acciones contra el tutor,
los fiadores y garantes, pero si aquellos no las ejercen, la ley protege al menor y
al incapacitado suspendiendo el plazo de la prescripción durante la tutela o
mientras dure la incapacidad si se trata de persona en estado de interdicción. Al
término de la misma, el mayor de edad o el interdicto que ha recobrado la salud,
podrán, por si mismos, ejercer sus derechos.

1. B.S.

CAPITULO XIV
Del curador

ARTÍCULO 618. Todos los individuos sujetos a tutela, ya sea


testamentaria, legítima o dativa, además del tutor ten-
drán un curador, excepto en los casos de tutela a que se
refieren los artículos 492 y 500.

Con este precepto el legislador establece la curatela como instituto de vigilancia


del tutor y protección del pupilo. Así pues todos los sujetos a tutela tendrán un
curador excepto cuando el tutor es la persona que acogió al expósito (a. 492) y
cuando la tutela dativa recae sobre un menor que no tiene bienes (a. 500).
La doctrina ha envuelto a esta institución desde su aparición en el derecho
romano. Se d ice, y así parece confirmarlo el legislador nacional, por las excep-
ciones que establece, que el curador cuida de los bienes del pupilo, mientras que
el tutor de su persona. Esta diferencia no fue exacta en Roma y tampoco lo es en
nuestros días.
A ciencia cierta se puede afirmar exclusivamente que la curatela es un
instituto creado para establecer una vigilancia especial sobre quienes tienen a su
cuidado la persona y los bienes de un incapacitado.

A.E.P.D. y N.

13951

ARTS. 619. 620, 621 y 622 LIBRO PRIMERO

ARTICULO 619. En todo caso en que se nombre al menor un tutor


interino, se le nombrará curador con el mismo carácter, si
no lo tuviere definitivo, o si teniéndolo se halla impedido.

Véase comentario al a. 621.

A.E.P.D. y N.

ARTICULO 620. También se nombrará un curador interino en el


caso de oposición de intereses a que se refiere el artícu-
lo 457.

Véase comentario al artículo siguiente.

A.E.P.D. y N.

ARTICULO 621. Igualmente se nombrará curador interino en los


casos de impedimento, separación o excusa del nombra-
do, mientras se decide el punto; luego que se decida se
nombrará nuevo curador conforme a derecho.

Es característica de la institución el ser unipersonal. Es decir cada pupilo sólo


puede tener un curador definitivo, sin embargo el legislador previó, en estos tres
preceptos la designación de un curador interino cuando' el tutor también sea
interino; cuando exista conflicto de intereses entre los pupilos sujetos a la misma
tutela y a alguno de ellos se le nombre tutor interino, y mientras se decide sobre
el impedimento, separación o excusa del curador definitivo.
La intención del legislador es evitar, siempre que sea posible, dejar sin
vigilancia al tutor y, por ende, sin esta protección al pupilo.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 622. Lo dispuesto sobre impedimentos o excusas de


los tutores regirá igualmente respecto de los curadores.

Véanse los aa. 458, 459, 503, 504, 505 y 511.

A.E.P.D. y N.

[3961
TITULO NOVENO•CAPITULO XIV ARTS 623. 624 y 625

ARTICULO 623. Los que tienen derecho a nombrar tutor, lo tienen


también de nombrar curador.

El nombramiento se realiza por testamento y lo hace el ascendiente que sobrevi-


va de los que, en cada grado, deben ejercer la patria potestad en los términos del
a. 470.

A.E.P.D. y N.

ARTÍCULO 624. Designarán por sí mismos al curador, con apro-


bación judicial:
I.—Los comprendidos, en el artículo 496, observándo-
se lo que allí se dispone respecto de esos nombramientos;
II.—Los menores de edad emancipados por razón del
matrimonio, en el caso previsto en la fracción II del artí-
culo 643.

La primera fracción se refiere a los menores de edad que han cumplido dieciséis
arios, quienes tienen derecho a nombrar su propio tutor y por lo tanto al
curador; en este caso, según lo dispone el a. 496 que se cita, el nombramiento
deberá ser confirmado por el juez.
La fracción segunda se refiere a la tutela para negocios judiciales que necesita
el menor de edad emancipado por razón de matrimonio. En estos casos es
designado el tutor y el curador respectivo exclusivamente para los asuntos
referidos al juicio de que se trate.

A.E.P.D. y N.

A RTicu LO 625. El curador de todos los demás individuos sujetos a


tutela será nombrado por el juez.

Se refiere el legislador a la tutela legítima ya la tutela dativa de los menores que


no han cumplido aún dieciséis años.
El nombramiento, en estos casos se hará conforme a las reglas establecidas en
el capítulo II del título XV del CPC y se deberán tomar en consideración los
impedimentos que el propio ordenamiento civil señala para el desempeño de la
curatela.

A.E. P.D. y N.

1397j
ARTS. 626 y 627 LIBRO PRIMERO

ARTICULO 626, El curador está obligado:


1.— A defender los derechos del incapacitado en juicio
o fuera de él, exclusivamente en el caso de que estén en
oposición con los del tutor;
11.— A vigilar la conducta del tutor y a poner en
conocimiento del juez todo aquello que considere que
puede ser dañoso al incapacitado;
III.— A dar aviso al juez para que se haga el nombra-
miento del tutor, cuando éste faltare o abandonare la
tutela;
1V.— A cumplir las demás obligaciones que la ley le
señale.

En este precepto se da fuerza a la curatela como institución de supervisión y


vigilancia del tutor y de protección del pupilo frente a actos u omisiones de
aquél.
Además de las obligaciones detalladas en las tres primeras fracciones de este
artículo el curador está obligado a intervenir en la formación de inventarios,
concesión de licencias judiciales y en general las demás obligaciones que le
imponga el autor del testamento que le confirió el cargo; conocer de las cuentas
de tutela frente a las cuales debe hacer valer sus obligaciones en caso de
inconformidad; vigilar el estado de los bienes dados en garantía por el tutor, así
como la supervivencia e idoneidad del fiador, en su caso.

A.E.P.D. y N.

ARTICULO 627. El curador que no llene los deberes prescritos en el


artículo precedente, será responsable de los daños y per-
juicios que resultaren al incapacitado.

Esta responsabilidad recae en el curador una vez aceptado el cargo y discernido


judicialmente; es otra de las previsiones tomadas por el legislador para proteger
a los incapacitados.
Se discute si, a pesar de ello, el instituto es inútil dado que las funciones de
control y vigilancia son también desempeñadas por el juzgador, el MP y los
consejos locales de tutela. Frente a este argumento se opone otro, en el sentido
que siempre es mejor el control individual realizado por el curador que el
institucional, en virtud de que éste debe atender a un gran número de pupilos y
el curador, a tres pupilas como máximo.
Independientemente de las razones que encierran, ambos argumentos fincan

1398]
TITULO NOVENO, CAPITULO XIV A R TS 627, 6211, 629 y630

responsabilidad por daños y perjuicios al curador que no cumpla con sus


obligaciones dándole eficacia a la institución.

A.E. P.D. y N.

ARTICULO 628. Las funciones del curador cesarán cuando el


incapacitado salga de la tutela; pero si sólo variaren las
personas de los tutores, el curador continuará en la cura-
duría.

Con este precepto el legislador establece que si bien es cierto que las funciones de
vigilancia del curador sobre el tutor son la razón de ser de la institución, éstas se
establecen a fin de proteger los intereses del pupilo, por tanto el curador está
ligado a este último y no al tutor. Con ello se busca dar estabilidad y, así, mayor
eficacia a la labor desarrollada por el curador.

A. E. P.D. y N.

ARTICULO 629. El curador tiene derecho a ser relevado de la


curaduría, pasados diez años desde que se encargó de
ella.

El ejercicio de este derecho deberá hacerse, en su caso, necesariamente a través


de la instancia judicial prevista en el capítulo II del título XV del CPC,
debiéndose nombrar un nuevo curador conforme a lo dispuesto en el a. 621 de
este ordenamiento.

A.E.P.D. y N.

ARTICULO 630. En los casos en que conforme a este Código tenga


que intervenir el curador, cobrará el honorario que seña-
la el arancel a los procuradores, sin que por ningún otro
motivo pueda pretender mayor retribución. Si hiciere
algunos gastos en el desempeño de su cargo se le pagarán.

Se pretende que a través del pago de honorarios, se retribuya al curador por los
servicios de apoyo, vigilancia y protección que presta al pupilo. Es sabido que
los trabajos honoríficos o que no reportan ningún beneficio económico son
desempeñados, en la mayoría de los casos, con negligencia, de ahí que el
legislador establezca el derecho de cobrar honorarios a favor del curador. Sin

1399]

ARTS. 630 y631 LIBRO PRIMERO

embargo, lo obsoleto de los aranceles hace totalmente ineficaz este precepto, o


la doble intención de retribución y control que tuvo el legislador.
Este derecho refuerza los argumentos en contra de esta institución ya que, se
dice, no sólo duplica las funciones de otros institutos como el consejo local de
tutelas o el MP sino que además, grava el patrimonio del pupilo.

A.E.P.D. y N.

CAPITULO XV
De los Consejos Locales de Tutela y de los
Jueces Pupilares

ARTÍCULO 631. En cada Delegación habrá un Consejo Local de


Tutelas compuesto de un Presidente y de dos vocales, que
durarán un año en el ejercicio de su cargo, serán nombra-
dos por el Jefe del Departamento del Distrito Federal o
por quien él autorice al efecto o por los Delegados, según
el caso, en el mes de enero de cada año, procurando que
los nombramientos recaigan en personas que sean de
notorias buenas costumbres y que tengan interés en pro-
teger a la infancia desvalida.
Los miembros del Consejo no cesarán en sus funciones
aun cuando haya transcurrido el término para el qae
fueron nombrados, hasta que tomen posesión las perso-
nas que hayan sido designadas para el siguiente período.

Los consejos locales de tutela, los jueces de lo familiar (actuando como jueces
pupilares) los tutores y los curadores, son los órganos de la institución de la tutela
(a. 454) cada uno con funciones especificas, pero ordenadas todas en forma
coordinada para lograr la eficaz protección de los menores no sujetos a la patria
potestad y a los mayores de edad incapacitados.
La autoridad administrativa tiene una participación importante en la función
tutelar, ya que a ella compete por medio del jefe del DDF o a través de los de-
legados políticos, en sus respectivas demarcaciones, designar cada año a los
miembros del consejo local de tutelas que en cada delegación debe estar consti-
tuido por tres personas de reconocida buena conducta y que haya demostrado
intereh por el cuidado y protección de los menores e incapacitados.
El precepto formula esta última parte como una recomendación y no como
un mandamiento, al disponer que en tales designaciones la autoridad adminis-
trativa debe "procurar" que el nombramiento recaiga en personas de "notoria

14001
TITULO NOVENO. CAPITU LO XV ARIS. 631 y 632

buena costumbre" y agrega el dispositivo "que tengan interés en proteger a la


infancia desvalida".
El articulo materia de esta nota, no parece haber tenido en cuenta que la
tutela es una institución jurídica cuya función es proteger a los menores que no
se encuentren sujetos a patria potestad y también en modo no menos importan-
te, a los mayores de edad quienes por su insanidad mental, sus hábitos viciosos o
por padecer defectos fisiológicos están impedidos para intervenir por sí mismos
en las relaciones jurídicas.
En ningún caso —tal parece ser el sentido del precepto— los consejos locales
de tutela deben estar vacantes. La importancia de su función exige que este
órgano de la tutela debe estar permanentemente integrado por las personas que
desempeñan el cargo. Por ello el segundo párrafo del artículo en comentario,
dispone que aun cuando sus miembros son designados por un año, no cesarán
en sus funciones hasta que tomen posesión las personas que deben sucederles en
sus puestos. Por la misma razón cuando por cualquier causa, en el transcurso
del período para el que fueron designados, vacare alguno de los puestos de que
se compone el consejo de tutelas, la autoridad administrativa competente debe
promover inmediatamente la designación de la persona que ha de integrarlo
(véanse comentarios a los aa. 459, 496, 497, 500 y 501).

1.G.G.

ARTí CU LO 632. El Consejo Local de Tutelas en un órgano de


vigilancia y de información, que, además de las funciones
que expresamente le asignan varios de los artículos que
preceden, tiene las obligaciones siguientes:
1.—Formar y remitir a los Jueces de lo Familiar una
lista de las personas de la localidad que, por su aptitud
legal o moral, puedan desempeñar la tutela, para que de
entre ellas se nombren los tutores y curadores, en los
casos que estos nombramientos correspondan al Juez;
11.—Velar porque los tutores cumplan sus deberes,
especialmente en lo que se refiere a la educación de los
menores; dando aviso al Juez de lo Familiar de las faltas u
omisiones que notare;
III.--Avisar al Juez de lo Familiar cuando tenga cono-
cimiento de que los bienes de un incapacitado están en
peligro, a fin de que dicte las medidas correspondientes;
1V.—Investigar y poner en conocimiento del Juez de lo
Familiar qué incapacitados carecen de tutor, con el obje-
to de que se hagan los respectivos nombramientos;

[401}

ARTS. 632 y831 I-/RRO PRIMERO

V.—Cuidar con especialidad de que los tutores cum-


plan la obligación que les impone la fracción II del artícu-
lo 537;
VI.—Vigilar el registro de tutelas, a fin de que sea
llevado en debida forma.

Las funciones que competen a los consejos no sólo comprenden las de informa-
ción y vigilancia del desempeño de los tutores y curadores, atendiendo a la letra
del precepto, sino también —esto en la práctica es de capital importancia— a
ellos está encomendada la formación de las listas de personas aptas para
desempeñar los cargos de tutores y curadores. Con ello cumplen quizá la más
delicada intervención en la administración en lo que se refiere a la protección de
menores e incapacitados al formar en manera adecuada las listas con los
nombres de esas personas.
Cuidar de que los tutores de menores y de incapacitados cumplan con la
obligación de atender preferentemente y de manera adecuada a la educación de
los primeros y a la rehabilitación y curación de los segundos, es propiamente la
labor de vigilancia que corresponde cumplir a ese órgano colegiado de la tutela.
En igual rango de importancia, el precepto impone a los consejos de tutela, la
obligación de denunciar ante los jueces de lo familiar de los casos en que por las
investigaciones que deben practicar, llegue a su conocimiento que algún menor
o incapacitado, carece de tutor, comunicándolo al juez competente a fin de que
gestione el nombramiento correspondiente.
De la lectura de este precepto, se puede concluir que un sano funcionamiento
de los consejos de tutela, requiere de que se les dote de los medios y del personal
necesario para el eficaz cumplimiento de los deberes que la ley impone.
Seguidamente y teniendo a la vista lo dispuesto en la fr. IV del artículo que se
comenta, el consejo local de tutelas debe considerarse legitimado para promo-
ver e intervenir en todas las fases e instancias del procedimiento para el nombra-
miento de tutor, en el supuesto previsto en la fracción últimamente citada del
precepto que se anota.
Finalmente este dispositivo legal pone el necesario énfasis en la institución de
la tutela, señala con toda claridad que esta institución tiende primordialmente a
cuidar de la persona y de la educación y salud del pupilo sin perjuicio, y cuando
éste tenga bienes, de lograr el ejercicio adecuado de los actos de administración
de su patrimonio (ver comentarios a los aa. 495, 500, 501 y 503).

IG.G.

ARTÍCULO 633. Los Jueces de lo Familiar son las autoridades


encargadas exclusivamente de intervenir en los asuntos
relativos a la tutela. Ejercerán una sobrevigilancia sobre

1402]
AR 15. 633 y 514 LIBRO PRIMERO

el conjunto de los actos del tutor, para impedir, por


medio de disposiciones apropiadas, la transgresión de sus
deberes.
La autoridad judicial competente para intervenir en todos los asuntos relativos
a la tutela, es el juez de lo familiar, según lo dispuesto por este precepto. Se
observa que en el rubro del capítulo XV del título noveno del código que se
comenta, dedicado a la tutela, se hace mención a los jueces pupilares y en el
conjunto de artículos que componen ese capítulo aparece que, el órgano judicial
encargado de ejercer una sobrevigilaneia acerca de la gestión del tutor es en
manera exclusiva el juez de lo familiar.
El precepto que se comenta, fue objeto de una reforma publicada en el DO de
24 de marzo de 1971 juntamente con otros preceptos relativos a la tutela, por
virtud de la cual se suprimieron los jueces pupilares, aunque no las funciones
que éstos desempeñaban, para atribuirlas exclusivamente a los jueces de lo
familiar, por lo que en materia de tutela, a estos funcionarios judiciales corres-
ponde ahora vigilar de manera inmediata el desempeño de los tutores y curado-
res, y en su caso, dictar las providencias a que se refiere el artículo siguiente,
cuando el incumplimiento de las obligaciones que la ley impone a las personas
designadas, tutores o curadores, así lo requiera.

I.G.G.

ARTICULO 634. Mientras que se nombra tutor, el Juez de lo


Familiar debe dictar las medidas necesarias para que el
incapacitado no sufra perjuicios en su persona o en sus
intereses.
La disposición contenida en este articulo se encuentra relacionada con lo
prevenido en el a. 468, conforme al cual en tanto se hace el nombramiento del
tutor, el menor de edad o el incapacitado, quedarán provisionalmente al cuida-
do del juez de lo familiar del domicilio del pupilo.
Debe tenerse en cuenta que el a. 519 ordena que no podrá discernirse el cargo
a la persona que ha sido designada tutor y por lo consiguiente, no podrá
éste entrar en el ejercicio de sus funciones, mientras no haya otorgado la
garantía para asegurar su manejo, para lo cual dispone del plazo de tres meses,
durante el cual desempeñará la administración de los bienes del pupilo un tutor
interino que deberá nombrar el juez de lo familiar. Todo ello conforme con lo
dispuesto por los aa. 531 y 532.
El juez de lo familiar incurre en responsabilidad por la transgresión de las
disposiciones antes mencionadas. (Véanse los comentarios a los aa. 469 y 498).

I.G.G.

[403]
ART. 635 LIBRO PRIMERO

CAPITULO X VI
Del estado de interdicción

ARTICULO 635. Son nulos todos los actos de administración


ejecutados y los contratos celebrados por los incapacita-
dos, sin la autorización del tutor, salvo lo dispuesto en la
fracción IV del articulo 537.

Conforme al texto literal del precepto el incapacitado puede celebrar por sí


mismo, toda clase de actos y contratos en los que el tutor concurrirá solamente
para otorgar su autorización. Sin embargo, el acto celebrado por el incapacita-
do es ineficaz, porque conforme con lo dispuesto por el a. 23, los menores de
edad y !os incapacitados por encontrarse en estado de interdicción, no pueden
ejercer sus derechos ni contraer obligaciones si no es por medio de sus represen-
tantes legales, los primeros (incapaces) podrán ejecutar actos y celebrar contra-
tos, por medio de quienes ejercen sobre ellos la patria potestad o la tutela y los
segundos (incapacitados) representados por su tutor (a. 537 frs. IV y V).
No es el caso en que debe concurrir la voluntad del incapacitado y la del tutor
como forma de integrar la capacidad de quien ha sido declarado en estado de
interdicción. Este último carece de aptitud para intervenir en el otorgamiento del
acto porque sufre incapacidad natural como consecuencia de su insuficiencia
psíquica, de su falta de discernimiento y de facultad de decisión. Se trata por
disposición de la ley y por una causa de perturbación anímico., de una substitu-
ción de voluntad (la voluntad del incapaz o interdicto) por la voluntad del tutor
que actúa como representante legal de aquél.
El precepto deberá entenderse en su recto sentido; es decir, los actos y
contratos en que fuere parte un incapacitado, serán nulos, si no han sido
celebrados por el tutor en representación de aquél El acto podrá ser convalida-
do si el tutor lo ratifica expresamente (el tutor no puede autorizar al menor para
celebrarlo, ni puede autorizar el acto nulo).
Conforme a !a fr. IV del a. 537, no serán nulos los actos de administración que
el incapacitado lleve al cabo respecto de los bienes que ha adquirido con su
trabajo.
La remisión al a. 537, no parece acertada por lo que se refiere a las facultades
de administración de los tutores de los incapacitados mayores de edad que
han caído en estado de interdicción. Primeramente, porque se trata de una
incapacidad natural que sufren los mayores de edad privados de la facultad de
entender y de querer por anomalías causadas por perturbaciones psíquicas que
no les permiten gobernarse por sí mismos, seguidamente, porque el mayor de
edad incapacitado ha sido sometido a pruebas médicas minuciosas y a exáme-
nes directos por el juez de lo familiar para comprobar que carece de cabal
lucidez mental o aptitud de determinación.

(404)
TI l'U LO NOVFNO!CA P:TU LO X Vi ARTS 635, 636 y 637

Por lo demás, de la cuidadosa lectura de la fr. IV del a. 537 se desprende que


en ella el legislador se refiere a los menores de edad (incapaces) que son quienes
tienen incapacidad legal, según se infiere de la mención que se hace en el párrafo
primero de la citada fracción, a los incapaces mayores de dieciséis arios y a la
expresa referencia a los bienes que el pupilo haya adquirido con su trabajo,
cuya administración conservan éstos por vía de excepción con exclusión del
ascendiente o ascendientes que sobre ellos ejercen la patria potestad (aa. 428
fr. 1, y a. 429).

I.G.G.

ARTÍCULO 636. Son también nulos los actos de administración y


los contratos celebrados por los menores emancipados, si
son contrarios a las restricciones establecidas por el ar-
tículo 643.

Este precepto se encuentra colocado —conforme a la sistemática del Código—


en un capítulo que no corresponde a la norma que enuncia.
En efecto, el capítulo XVI, se refiere como lo indica el rubro correspondiente,
al estado de interdicción; es decir, a la incapacidad natural y legal que impide a
los mayores de edad incapacitados por causas de enfermedad mental o por
hábitos viciosos, intervenir en toda clase de actos, contratar u obligarse a
cualquier cosa.
La emancipación en cambio, produce una capacidad anticipada que por
efecto del matrimonio y por disposición de la ley adquiere el menor de edad
(a. 641).
Aunque la capacidad del emancipado es una capacidad restringida, puesto
que para la celebración, de actos de disposición y gravamen de bienes raíces se
requiere de autorización judicial y de un tutor para negocios judiciales (a. 643)
se le ha otorgado capacidad de ejercicio, en tanto que al interdicto se le ha
privado de ella.
La nulidad de los actos ejecutados por el interdicto, procede de la falta de
capacidad (a. 1795, fr. I); en tanto que la ineficacia de los actos que celebre el
menor de edad emancipado, contraviniendo lo dispuesto en el a. 643, obedece a
la falta de autorización para integrar válidamente la declaración de voluntad en
el acto en que interviene directamente (fr. 1)0 a falta de legitimación para actuar
en el proceso judicial de que es parte como actor o como demandado.

I.G.G.

ARTICULO 637. La nulidad a que se refieren los artículos anterio-


res, sólo puede ser alegada, sea como acción, sea como
[4051
ARTS. 637 y 638 LIBRO PRIMERO

excepción, por el mismo incapacitado o por sus legítimos


representantes; pero no por las personas con quienes
contrató, ni por los fiadores que se hayan dado al consti-
tuirse la obligación, ni por los mancomunados en ella.
Los actos celebrados por el incapacitado están viciados de la nulidad relativa, ya
que la acción correspondiente sólo puede ser ejercida por el tutor, en representa-
ción del incapacitado. La acción puede hacerla valer el incapacitado cuando
haya cesado el estado de interdicción.
En este respecto Mateos Alarcón (Estudios sobre el Código Civil, 1885, t. I. p.
327) comentando los aa. 424 y 425 del CC de 1884 concordantes con el que es
objeto de este comentario, se expresa así: "Por consiguiente, la nulidad de estos
actos es de aquellas que los jurisconsultos llaman relativas y temporales, que
sólo pueden ser alegadas por ciertas personas y dentro de determinado tiempo".
Merlin propone esta cuestión en su repertorio ver nullité:

¿Por quién pueden alegarse las nulidades? Y fundándose en la autoridad


de Dunod agrega: .. se llama relativa, porque no interesa más que a
aquella persona en cuyo favor se ha establecido. .. Esta doctrina no es
más que el desarrollo del principio del derecho, que dice: el que contrata
con otro, debe conocer o está obligado a no ignorar la situación en que
éste se encuentra, ha servido de fundamento al Código Civil, que estable-
ce que las nulidades a que nos hemos referido sólo pueden ser alegadas,
ya como acción, ya como excepción, por el mismo incapacitado o en su
nombre por sus legítimos representantes; pero no por las personas con
quienes contrató, ni por los fiadores que haya dado al tiempo de otorgar
la obligación.

De estas consideraciones fácilmente se concluye que la acción de nulidad en


el caso de los incapacitados, y en el de los menores, ha sido establecida por el
legislador para privar de eficacia sólo a tos actos en cuya celebración hayan
intervenido y que además les hayan causado perjuicio; pero en ningún caso por
quien contrató con ellos, ni por sus fiadores si pretendieren invalidar un acto
que a la postre resultó perjudicial para éstos y no fue lesivo para el incapacitado.
En este caso, la acción de nulidad ejercida en contra de este último, le causaría
un menoscabo patrimonial, que no se habría producido de haber mantenido la
validez del acto (ver aa. 1799 y 2230).

ARTICULO 638. La acción para pedir la nulidad, prescribe en los


términos en que prescriben las acciones personales o
reales, según la naturaleza del acto cuya nulidad se pre-
tende.
f406 1
TITULO NOVENO/CAPITULO XVI ARTE. 638 y639

El precepto en comentario, contiene una norma de remisión, en lo que atañe a


los plazos de prescripción de la acción de nulidad del acto celebrado por una
persona en estado de interdicción.
El plazo de prescripción de la acción de nulidad por incapacidad del otorgan-
te (comprendida en este concepto la incapacidad de los menores de edad y de los
interdictos) es el plazo general de diez años, excepto que la ley establezca un
plazo menor, según la naturaleza del contrato (vid aa. 1162 y 2236).
El plazo de prescripción de la acción de nulidad para los menores de edad
sujetos a patria potestad o tutela comienza a correr cuando éstos llegan a la
mayoría de edad y por lo que se refiere a los incapacitados a partir del
discernimiento de la tutela (a. 1166). El tutor responderá de los daños y
perjuicios que se causen al incapacitado si no hace valer oportunamente la
nulidad.

1.G.G.

ARTÍCULO 639. Los menores de edad no pueden alegar la nulidad


de que hablan los artículos 635 y 636, en las obligaciones
que hubieren contraído sobre materias propias de la
profesión o arte en que sean peritos.
Sobre este articulo se hace el mismo comentario que se apuntó respecto del
a. 636. Se encuentra mal ubicado en la sistemática del código, puesto que se
refiere a la validez de los actos celebrados por menores de edad en relación con
el oficio o arte en que fueren expertos y se halla formado parte del capitulo
que se refiere a los actos y contratos celebrados por quienes pese a que son
mayores de edad se encuentran en estado de interdicción.
El precepto en nuestra opinión encuentra ubicación adecuada en el libro
cuarto, primera parte, título sexto del CC, dedicado a la inexistencia y nulidad,
en donde encontramos las normas aplicables a la invalidez de los actos jurídicos
por las diversas causas que allí se mencionan entre las cuales figura la incapa-
cidad.
El menor de edad no tiene capacidad de ejercicio por disposición de la ley
conforme a la cual se presume que antes de que una persona alcance la mayoría
de edad, carece de suficiente experiencia y madurez de criterio para gobernarse
por sí misma, independientemente de que por sí misma de hecho pueda gozar de
la aptitud intelectual necesaria para determinarse conscientemente en sus actos
(por ello se dice que tiene incapacidad legal). Pero como ocurre en el caso,
desaparece la razón para mantener esa invalidez, cuando el menor de edad
celebra actos relativos a las materias en que tiene conocimientos y experiencia
suficientes que le han permitido adquirir pericia en esos campos. No parece
razonable ni equitativo, que siendo experto en la materia sobre la que contrata
subsiste la incapacidad legal que se estableció para que por regla general

[407)
ARTS63964O IHRO PRIMERO

requiera de esa protección legal, pero que en el caso no sólo no tendrá razón de
ser, sino que se convertiría en un obstáculo para el desarrollo de las habilidades
y destrezas de quien ha demostrado, por poseerlas, tener capacidad para
contratar y obligarse en lo que a su pericia] actividad se refiere.

I.G.G.

ARTÍCULO 640. Tampoco pueden alegarla los menores, si han


presentado certificados falsos del Registro Civil, para
hacerse pasar como mayores o han manifestado dolosa-
mente que lo eran.

No es nulo el acto que ha celebrado un menor de edad, mediante artificios o


maliciosa omisión para inducir a error o mantener en él al otro contratante,
haciendo aparecer que tiene capacidad para obligarse.
Téngase por reproducido aquí el comentario del artículo anterior, respecto de
la inadecuada ubicación de este precepto en el lugar donde se encuentra coloca-
do en el cuerpo del código.
La disposición comprende un caso de dolo específico en la celebración del
contrato. En la hipótesis prevista, el menor de edad actúa maliciosamente
valiéndose de maquinaciones o presentando documentos falsos o valiéndose de
cualquier proceder engañoso para hacer creer a la persona con quien contrata
que tiene una capacidad de la que en realidad carece, logrando por este medio,
captar el consentimiento de aquél, para concluir así un contrato que no se
habría celebrado si no se hubiera valido de tales maquinaciones o artificios. En
circunstancias normales, el negocio podría ser invalidado por el menor o su
representante legal, mas no por el otro contratante. (Véase comentario al a. 637).
En general, en el caso de dolo in contrahendo (dolo en la celebración del
contrato) el contratante que obra maliciosamente recurriendo a engaños o a
maniobras engañosas, impone al otro la celebración del contrato desventajoso
para la víctima del dolo; en consecuencia es ésta quien tiene interés jurídico en
ejercer la acción de nulidad con el fin de destruir los efectos del acto que le
perjudica. Cuando ha mediado dolo del incapaz, el efecto que esto produce es
privar a éste de la acción de nulidad, que le correspondería en cualquiera otra
hipótesis. Se aplica aquí el principio según el cual nadie puede invocar en su
favor sus propias culpas.
La conducta maliciosa del menor es índice claro de que éste, pese a su minoría
de edad, goza de discernimiento suficiente y malicioso que lo hace consciente de
los medios reprobables que emplea para obtener la celebración del contrato. El
dolo que ha introducido en los preliminares del convenio para obtener la
celebración del acto, le es enteramente imputable y por lo tanto compromete su
responsabilidad civil frente a la persona a quien ha engañado en aquellos casos

[408j

TITULO DECIMO. CAPITULO I FS. (4O4

en que del contrato así celebrado se le siguen daños y perjuicios, este último
puede ejercer contra el menor la acción de reparación del daño que le ha
causado éste por la conducta ilícita que ha sido capaz de realizar (injuriae vel
dolo eapax).

TITULO DECIMO
De la emancipación y de la mayor edad
CAPITULO I
De la emancipación

ARTÍCULO 641. El matrimonio del menor de dieciocho años


produce de derecho la emancipación. Aunque el matri-
monio se disuelva, el cónyuge emancipado, que sea me-
nor, no recaerá en la patria potestad.

La patria potestad se extingue: por la muerte de quien la ejercía, cuando no hay


ascendiente a quien legalmente corresponda sucederlo en su ejercicio, por la
mayoría de edad del hijo y por la emancipación cuando el menor ha contraído
matrimonio (a. 443).
Las dos primeras causas de extinción de la patria potestad, son de orden
natural, en tanto que la emancipación es una consecuencia jurídica del matri-
monio del menor que se encuentra bajo ella.
Antes de la reforma al CC publicada en el DO de 28 de enero de 1970, la
emancipación podía ser otorgada por concesión de los padres o tutores del
menor, por propia iniciativa o a solicitud del hijo o del pupilo, cuando se
probaba la buena conducta y aptitud del menor para la administración de sus
bienes.
Estas dos formas de emancipación (que abarcan la extinción de la tutela)
fueron suprimidas acertadamente por la reforma mencionada, en virtud de que
no corresponden a la naturaleza de la patria potestad y de la tutela, cuyo
desempeño impone la ley como un deber, que tiene que cumplirse por causa de
interés público y por lo tanto, su ejercicio es obligatorio; la patria potestad como
consecuencia ineludible legalmente de la paternidad y de la maternidad y por lo
tanto sólo puede acabarse o suspenderse en los casos expresamente menciona-
dos en la ley y la tutela porque de su desempeño nadie puede eximirse sino por
causas de interés legítimo establecidas en la ley (a. 452).
El matrimonio produce emancipación de derecho. En efecto, el matrimonio es
el fundamento sólido de la familia y los cónyuges a la cabeza de ese nuevo grupo
familiar, asumiendo los derechos y obligaciones, deberes y facultades que la ley

14091
TITULO DECIMO
De la emancipación y de la mayor edad
CAPITULO
De la emancipación

ARTICULO 641. El matrimonio del menor de dieciocho años


produce de derecho la emancipación. Aunque el matri-
monio se disuelva, el cónyuge emancipado, que sea me-
nor, no recaerá en la patria potestad.

La patria potestad se extingue: por la muerte de quien la ejercía, cuando no hay


ascendiente a quien legalmente corresponda sucederlo en su ejercicio, por la
mayoría de edad del hijo y por la emancipación cuando el menor ha contraído
matrimonio (a, 443).
Las dos primeras causas de extinción de la patria potestad, son de orden
natural, en tanto que la emancipación es una consecuencia jurídica del matri-
monio del menor que se encuentra bajo ella.
Antes de la reforma al CC publicada en el DO de 28 de enero de 1970, la
emancipación podía ser otorgada por concesión de los padres o tutores del
menor, por propia iniciativa o a solicitud del hijo o del pupilo, cuando se
probaba la buena conducta y aptitud del menor para la administración de sus
bienes.
Estas dos formas de emancipación (que abarcan la extinción de la tutela)
fueron suprimidas acertadamente por la reforma mencionada, en virtud de que
no corresponden a la naturaleza de la patria potestad y de la tutela, cuyo
desempeño impone la ley como un deber, que tiene que cumplirse por causa de
interés público y por lo tanto, su ejercicio es obligatorio; la patria potestad como
consecuencia ineludible legalmente de la paternidad y de la maternidad y por lo
tanto sólo puede acabarse o suspenderse en !os casos expresamente menciona-
dos en la ley y la tutela porque de su desempeño nadie puede eximirse sino por
causas de interés legítimo establecidas en la ley (a. 452).
El matrimonio produce emancipación de derecho. En efecto, el matrimonio es
el fundamento sólido de la familia y los cónyuges a la cabeza de ese nuevo grupo
familiar, asumiendo los derechos y obligaciones, deberes y facultades que la ley

[4091
ART. 641 LIBRO PRIMERO

les confiere. Es pues jurídicamente necesario atribuir al menor la capacidad de


ejercicio en la medida que se requiera para los fines del matrimonio y de la
propia familia aunque se trate como en efecto ocurre, de una capacidad semi-
plena con ciertas limitaciones (ver comentario al a. 643). La vida conyugal
requiere por otra parte, de una independencia que exige como necesaria conse-
cuencia la libertad de determinación y la asunción de las responsabilidades que
entraña el ejercicio de esa libertad.
Desde el punto de vista histórico en el derecho germánico y en el antiguo
derecho español, la vida independiente y el matrimonio del menor daban lugar a
su emancipación.
En cuanto a la persona y a la administración, el emancipado puede gobernar-
se por sí mismo y realizar todos los actos de gestión ordinaria de su patrimonio,
sin la intervención de quienes sobre él ejercían la patria potestad. No así por lo
que se refiere a los actos de disposición o gravamen de bienes inmuebles ni de la
personería para intervenir en negocios judiciales. En este respecto la capacidad
del emancipado tiene las limitaciones a que alude el precepto siguiente, a cuyo
comentario nos remitimos.
No obstante esas limitaciones el matrimonio del menor confiere a éste una
capacidad, aunque restringida, de la que no gozaba ni en esa medida, mientras
permaneció bajo la patria potestad. Aquí se aparta nuestro código del sistema
germánico que concede plena capacidad al emancipado, el nuestro siguiendo en
ello las huellas del código español vigente, impone al menor de edad emancipa-
do una capacidad que no lo coloca enteramente en situación de igualdad con el
mayor de edad.
Así nuestro código distingue claramente la situación jurídica del menor de
edad emancipado de aquella en que se encuentra el que ha alcanzado la mayoría
de edad. Sale de la patria potestad pero continúa en una situación especial como
menor de edad.
Los casos en que el emancipado carece de capacidad de ejercicio se encuen-
tran expresamente previstos en este código ya ellos nos referiremos al comentar
el precepto siguiente (ver a. 451).
Aunque el CC no se refiere expresamente a la extinción de la tutela, la
emancipación por identidad de razón debe hacerla cesar, en la misma manera
que extingue la patria potestad. Por otra parte, el emancipado requiere de tutor
únicamente en el caso previsto en la fr. II del a. 642. Además, de la lectura del
a. 605 se desprende que la tutela cesa por emancipación del pupilo con quien
aquél no puede celebrar convenio sino después de los tres meses siguientes a la
extinción de la tutela que ha tenido lugar necesariamente por el matrimonio de
éste. El emancipado cuyo matrimonio se disuelve no recae en la minoridad y
por lo tanto no pierde la capacidad que adquirió por virtud de la emancipa-
ción. No recaerá ni en la patria potestad ni en la tutela de las que salió definiti-
vamente por la emancipación.

I.G.G.

1410]
TITULO DECIMOi CAPITULO 1 ARTS. 642 y 64:;

ARTÍCULO 642. Derogado.

ARTICULO 643. El emancipado tiene la libre administración de


sus bienes, pero siempre necesita durante su menor edad:
—De la autorización judicial para la enajenación,
gravamen o hipoteca de bienes raíces;
II.—De un tutor para negocios judiciales.

Es consecuencia de la emancipación capacitar al menor para disponer libremen-


te de su persona, administrar su patrimonio y enajenar y gravar sus bienes
muebles.
El juez de lo familiar deberá otorgar la autorización sólo por causa de
absoluta necesidad o evidente beneficio para el emancipado, aplicando por
analogía (identidad de razón) lo dispuesto en los aa. 436 y 561 que imponen ese
requisito para la disposición o gravamen de los bienes raíces y de los muebles
preciosos del menor sujeto a patria potestad o a tutela.
En el caso previsto en la fr. I del artículo que se comenta, parece claro que el
legislador, por tratarse de actos de disposición o gravamen de bienes inmuebles
del menor, ha considerado exigir esa autorización porque el emancipado que no
ha llegado aún a la mayor edad no debe ser equiparado en cuanto a capacidad a
la situación que tiene aquél.
La segunda restricción a que se halla sujeta la capacidad del emancipado es la
que deriva de la falta de legitimación procesal que le impide intervenir personal-
mente en toda clase de negocios judiciales, en los cuales debe ser representado
por un tutor dativo designado expresamente para el caso por el juez de lo
familiar. El precepto se encuentra en concordancia con lo dispuesto en el a. 499
conforme al cual, siempre será dativa la tutela del menor emancipado, para
asuntos judiciales.
Habrá de tenerse en cuenta que será el menor emancipado (que por hipótesis
ha cumplido dieciséis años) quien designe a su tutor; el juez de lo familiar
confirmará la designación, siempre que no tenga causa fundada para reprobarla
(a. 496).
Para que el emancipado pueda realizar actos de disposición o gravamen de un
bien inmueble requiere de autorización judicial, pues tiene una capacidad
restringida, o mejor, insuficiente; requiere de la voluntad de decisión del juez de
lo familiar para que se integre válidamente su propia voluntad a fin de ejecutar
el acto de dominio que pretende el menor.
El propio menor emancipado se encuentra legitimado para pedir la autoriza-
ción judicial que requiera, conforme a la fr. I del artículo que se comenta.

I.G.G.
ARTS. 644, 645 y 6441 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 644. Derogado.

ARTÍCULO 645. Derogado.

CAPITULO II
De la mayor edad

ARTÍCULO 646. La mayor edad comienza a los dieciocho años


cumplidos.

La disposición señala el día en que la persona llega a la mayor edad: los


dieciocho años cumplidos. El sentido de la norma es que la persona, por el
hecho jurídico de alcanzar esa edad deja de estar sometida a la patria potestad o
la tutela, si durante su minoría de edad estuvo bajo de ella.
Se considera que al llegar a esa edad, la persona ha adquirido la madurez
intelectual y el discernimiento necesario para determinarse por sí misma en la
vida jurídica. La fijación de una determinada edad (que varía según las diversas
legislaciones civiles) es el dato objetivo en que descansa la presunción de la
capacidad de la persona (presunción juris ~ruin), que admite prueba contra-
ria: la declaración de interdicción.
De allí que el a. 24 establezca que el mayor de edad, salvo las limitaciones que
establece la ley, tiene la facultad de disponer libremente de su persona y de sus
bienes y el a. 1798 confirma esta presunción, cuando ordena que son hábiles
para contratar todas las personas no exceptuadas por la ley.
Antes de una reforma publicada en el DO del 28 de enero de 1870, la mayor
edad empezaba a los veintiún años cumplidos.
La disposición que contiene este artículo es fundamental, como elemento
para determinar en qué momento la persona, como sujeto de relaciones jurídi-
cas puede actuar libremente, siempre dentro de las limitaciones que establece el
ámbito de lo lícito.
No obstante lo escueto y terminante del precepto, el menor de edad, después
de que ha salido de la infancia (en la adolescencia) conforme se acerca la
pubertad y a la mayor edad, va adquiriendo una capacidad que aunque limita-
da, le permite realizar ciertos actos expresamente señalados en la ley.
No obstante que como acertadamente apunta Clemente de Diego (Institu-
ciones de derecho civil, Madrid, 1959, t. I, p. 206) el sistema español como el de
casi todos los códigos modernos, entre ellos el nuestro, divide tajantemente el
curso de la vida jurídica de las personas en dos grandes partes: la mayor y la
menor edad, y no establece grados o periodos como ocurría en el derecho
romano que reconocía varias etapas de minoridad, así por ejemplo: infans,
infans mai«, infanti proximi, pubertati proximo, etc. (véase Arias Ramos y

[412]
TITULO DECIMO,ICAPITULO II ARTS. 646 y 647

Arias Bonet, Derecha romano, Madrid, 1979, t. I, p. 86). Sin embargo en el CC


se puede advertir que existe un elenco más o menos numeroso de actos que
puede realizar válidamente el menor antes de ser plenamente capaz: celebrar
matrimonio (aa. 148,149 y 150), otorgar testamento (a. 1306 fr. I), designar tutor
(aa. 470,496 y 624), administrar y disponer de los bienes que ha adquirido por su
trabajo, etc.

I.G.G.

AftnCULO 647. El mayor de edad dispone libremente de su perso-


na y de sus bienes.

Si bien el artículo anterior no contiene propiamente una norma jurídica (enten-


dida ésta en estricto rigor) sino el simple enunciado de un hecho de la vida
humana, a saber, la edad de dieciocho años como la mayoría de edad de la
persona, no encontramos que en ese dispositivo se declare cuáles son las
consecuencias que se desprenden de ese hecho.
Es en el artículo que ahora se comenta, en donde se establece que la mayoría de
edad tiene para el derecho la consecuencia de atribuir a la persona la plena
capacidad de ejercicio, puesto que conforme a lo que este precepto señala, el
mayor de edad dispone libremente de su persona y de sus bienes.
Este principio se encuentra enunciado en el a. 24, cuyo texto se encuentra
reproducido en el dispositivo que comentamos, con la importante salvedad que
aquel numeral agrega "con las limitaciones que la ley establece", con lo cual
enuncia de mejor manera la distinción conceptual entre mayoría de edad y
capacidad de ejercicio, ya que la edad de dieciocho años es el presupuesto
necesario de la capacidad completa de la persona física, más no siempre es
consecuencia forzosa y necesaria de la mayor edad. En efecto al comentar el
artículo anterior se mencionó que el mayor de edad puede encontrarse incapaci-
tado para ejercer por sí mismo sus derechos y cumplir sus obligaciones ene! caso
de que haya sido declarado en estado de interdicción y también, por otra parte
se hizo alusión a que el menor de edad goza de ciertas capacidades especiales
para realizar los actos que expresamente le permita el CC, algunos de los cua-
les se citan en el comentario al artículo anterior.
Así pues, la norma jurídica, propiamente dicha, está contenida en estos dos
preceptos, de los cuales el que se comenta en esta nota sirve de complemento al
inmediatamente anterior; pero aunque complementario, expresa el mandato o
disposición normativa propiamente dicha, elemento del que carece el artículo
anterior.
Por otra parte, a pesar de que tanto este dispositivo, como el a. 24 al que se ha
hecho mención, conforme a una interpretación literal, podría inducir que la
capacidad que se adquiere con la mayor edad es de tal naturaleza que sólo
encuentra sus límites en la noción de lo ilícito, debe tenerse presente que aparte

[4131
ARTS. 647 y 648 LIBRO PRIMERO

esa general y necesaria limitación a la libertad de disposición a que se refiere este


precepto legal (el orden público y las buenas costumbres), el a. 16 establece el
deber impuesto a toda persona física o moral de ejercer sus derechos y disponer
de sus bienes en forma que no perjudique a la colectividad. Otra importante
restricción a la capacidad del mayor de edad se encuentra en el a. 390, conforme
al cual, el mayor de edad no puede adoptar si no ha cumplido veinticinco años y
siempre que tenga diecisiete años más que el adoptado.

I.G.G.

TITULO UNDECIMO
De los ausentes e ignorados

CAPITULO I
De las medidas provisionales en caso
de ausencia

ARTICULO 648. El que se hubiere ausentado del lugar de su resi-


dencia ordinaria y tuviere apoderado constituido antes o
después de su partida, se tendrá como presente para
todos los efectos civiles, y sus negocios se podrán tratar
con el apoderado hasta donde alcance el poder.

En nuestro lenguaje cotidiano, ausente es el que no está presente en el lugar.


Jurídicamente, la figura de la ausencia tiene una connotación diferente. Ausente
es, para la legislación, la persona cuyo paradero se ignora, de quien no se han
tenido noticias y ha desaparecido de sus lugares habituales, sin dejar razón de
su actitud.
Legalmente, el ausente "no está vivo ni está muerto", al decir de Tronchet.
Esta situación provoca un sinnúmero de problemas referentes a su familia, sus
bienes, sus obligaciones y derechos. El legislador en este capítulo y los siguientes
ha tomado medidas para subsanarla, fijando un procedimiento escalonado,
para asegurarse del destino del ausente, a la vez que protege a su familia y
patrimonio.
En el derecho romano, tanto en doctrina como en la legislación en general
hay muy poco sobre ausencia, sin embargo aunque tardíamente, fue incluida en
la codificación y en la jurisprudencia. Esto explica la remisión a otras institucio-
nes que se encuentran en su reglamentación.
Este artículo, aunque se refiere al ausente, se sujeta a las reglas generales de la

14141
TITULO UNDEC1M0
De los ausentes e ignorados
ARTS. 647 y 648 LIBRO PRIMERO

esa general y necesaria limitación a la libertad de disposición a que se refiere este


precepto legal (el orden público y las buenas costumbres), el a. 16 establece el
deber impuesto a toda persona física o moral de ejercer sus derechos y disponer
de sus bienes en forma que no perjudique a la colectividad. Otra importante
restricción a la capacidad del mayor de edad se encuentra en el a. 390, conforme
al cual, el mayor de edad no puede adoptar si no ha cumplido veinticinco años y
siempre que tenga diecisiete años más que el adoptado.

I.G.G.

TITULO UNDECIMO
De los ausentes e ignorados

CAPITULO I
De las medidas provisionales en caso
de ausencia

ARTÍCULO 648. El que se hubiere ausentado del lugar de su resi-


dencia ordinaria y tuviere apoderado constituido antes o
después de su partida, se tendrá como presente para
todos los efectos civiles, y sus negocios se podrán tratar
con el apoderado hasta donde alcance el poder.

En nuestro lenguaje cotidiano, ausente es el que no está presente en el lugar.


Jurídicamente, la figura de la ausencia tiene una connotación diferente. Ausente
es, para la legislación, la persona cuyo paradero se ignora, de quien no se han
tenido noticias y ha desaparecido de sus lugares habituales, sin dejar razón de
su actitud.
Legalmente, el ausente "no está vivo ni está muerto", al decir de Tronchet.
Esta situación provoca un sinnúmero de problemas referentes a su familia, sus
bienes, sus obligaciones y derechos. El legislador en este capitulo y los siguientes
ha tomado medidas para subsanarla, fijando un procedimiento escalonado,
para asegurarse del destino del ausente, a la vez que protege a su familia y
patrimonio.
En el derecho romano, tanto en doctrina como en la legislación en general
hay muy poco sobre ausencia, sin embargo aunque tardíamente, fue incluida en
la codificación y en la jurisprudencia. Esto explica la remisión a otras institucio-
nes que se encuentran en su reglamentación.
Este articulo, aunque se refiere al ausente, se sujeta a las reglas generales de la

14141
TITULO 1..INDECIMQ, CAPITULO 1 ARTS. 648 y 649

representación, donde el apoderado puede realizar actos con consecuencias


jurídicas a nombre de otro hasta donde esté autorizado por el mandante.
Sus actos no pueden rebasar la órbita de los especificados en el poder para
que las consecuencias jurídicas recaigan en quien lo otorgó, como en el caso del
mandato normal. Las medidas que se toman son de carácter provisional cuando
son previas a una declaración judicial de ausencia que se pedirá y dictaminará
pasado cierto tiempo y cumplidas ciertas circunstancias (ver a. 669).
Una vez declarada la ausencia la situación jurídica cambia y puede llevar a
una declaración de muerte presunta si no se han tenido más noticias del ausente
a la vez que haya motivos razonables para suponerla.

M.F.B.

ARTICULO 649. Cuando una persona haya desaparecido y se


ignore el lugar donde se halle y quien la represente, el
juez, a petición de parte o de oficio, nombrará un deposi-
tario de sus bienes, la citará por edictos publicados en los
principales periódicos de su último domicilio, señalándo-
le para que se presente un término que no bajará de tres
meses, ni pasará de seis, y dictará las providencias necesa-
rias para asegurar los bienes.

En este artículo ya se determina la figura del ausente, como hemos dicho en el


comentario del artículo anterior. Se implementan las medidas que se tomarán
para no dejar en la inseguridad jurídica sus bienes, con bastante minuciosidad
en cuanto al procedimiento.
El depósito es un contrato que está reglamentado en los aa.2516 y siguientes y
consiste en la entrega a una persona (depositario) de un bien, mueble o inmue-
ble, con la obligación de su restitución al serle solicitada o al momento pactado.
Incluye cuidados pertinentes con la diligencia debida para su conservación.
Estas medidas serán tomadas de oficio por el juez, cuando advierta la situación
de ausencia del titular o a petición de parte interesada.
La ley no dice cuál es el juez competente, pero se entiende, de acuerdo a las
normas generales, que es el del último domicilio del ausente.
Otra de las medidas que debe tomar el juez es la de ordenar la publicación de
citatorios en forma de edictos en los principales periódicos del último domicilio,
como forma de publicidad para la localización de la persona. Teniendo en
cuenta que se trata de una situación anómala, se le otorgan plazos razonables
para su presentación.

M.F.B.

[415]

AR I S. 650. 651 y 652 LIBRO PRIMERO

ARTICULO 650. Al publicarse los edictos remitirá copia a los


cónsules mexicanos de aquellos lugares del extranjero en
que se puede presumir que se encuentra el ausente o que
se tengan noticias de él.

Como se trata de localizar al ausente, para disipar la incertidumbre moral y


jurídica que su situación produce, y la inseguridad de bienes y personas, hay que
agotar las medidas a fin de establecer su paradero.
Si hay alguna presunción sobre su posible destino, se deben librar copias de
los edictos a los cónsules del país en el exterior, en los sitios donde posiblemente
se halle.
En caso de que no resida en esos lugares, pero se tengan noticias de él, los
cónsules deberán informar, vía SRE al juez competente de los datos que se
hayan recabado.

M.F.B.

ARTÍCULO 651. Si el ausente tiene hijos menores, que estén bajo


su patria potestad, y no hay ascendiente que deba ejercer-
la conforme a la ley, ni tutor testamentario, ni legítimo, el
Ministerio Público pedirá que se nombre tutor, en los
términos prevenidos en los artículos 496 y 497.

Los artículos anteriores se refieren a la seguridad jurídica de los bienes del


ausente. En este artículo se reglamenta la situación de sus hijos menores de
edad, que no deben quedar privados de patria potestad, en todo lo que ésta
comprende: guarda de los menores, representación legitima de ellos y adminis-
tración legal de los bienes de los hijos.
La patria potestad la ejercen ambos padres, así que en orden de prioridad, el
otro queda ejerciéndola. Si no existiera o estuviera privado de ella, se le asignará
al ascendiente o ascendientes que de acuerdo a lo previsto por la ley le correspon-
da (a. 414 del CC).
A falta de estas personas y si no hay tutor designado en testamento (aa. 470 y
ss) o por mandato legal (aa. 482 y ss), el MP, que es parte obligada en los
asuntos de menores y ausentes, pedirá al juez que se nombre tutor dativo, como
lo indican los artículos citados (496 y 497), para no dejar a los hijos en la
desprotección jurídica y familiar.

M.F.B.

ARTICULO 652. Las obligaciones y facultades del depositario


serán las que la ley asigna a los depositarios judiciales.

[416]
TITULO UNDECINIO/CAPITULO 1 ARTS. 652.653 y 654

Ya hemos dicho que el juez debe nombrar de oficio o a petición de parte un


depositario de los bienes del ausente, mientras se le cita por edictos en territorio
nacional y en el extranjero. Este depositario será considerado no como deposi-
tario contractual, sino como depositario judicial, el cual se rige por las normas
del CPC.

M.F.B.

ARTICULO 653. Se nombrará depositario:


I.—Al cónyuge del ausente;
II.—A uno de los hijos mayores de edad que resida en
el lugar. Si hubiere varios, el juez elegirá al más apto;
111.—Al ascendiente más próximo en grado al ausente;
IV.—A falta de los anteriores o cuando sea inconve-
niente que éstos por su notoria mala conducta o por su
ineptitud, sean nombrados depositarios, el juez nombra-
rá al heredero presuntivo y si hubiere varios se observará
lo que dispone el artículo 659.

El juez debe nombrar depositario a alguna de las personas enumeradas, por


orden prioritario. Todas ellas son partes interesadas en la buena y diligente
administración de los bienes del ausente. En esta etapa del proceso, donde sólo
se trata de tomar medidas de mantenimiento y aseguramiento de los bienes del
ausente, las partes interesadas son las que lo están en la conservación del patri-
monio actual del mismo.
Es clara la diferencia con el a. 673 donde pueden pedir la declaración de
ausencia las personas cuyos derechos están subordinados al deceso del ausente,
al decir de Planiol, y se especifican los posibles herederos.
La remisión al a. 659 abunda en este concepto de interés en la conservación de
los bienes del ausente, al nombrar al heredero presuntivo o a uno de entre ellos,
como depositario de los bienes.

M.F.B.

ARTICULO 654. Si cumplido el término del llamamiento, el citado


no compareciere por sí, ni por apoderado legítimo, ni por
medio de tutor o de pariente que pueda representarlo, se
procederá al nombramiento de representante.

Pasados los plazos de llamamiento que especifiquen los edictos, y si el ausente


no se presenta por sí ni por apoderado, representante legal, o tutor, se le

[4171
ARTS. {34, 653, 656 y 6S7 LIBRO PRIMERO

nombrará un representante que intervenga en la celebración y ejecución de


actos jurídicos en nombre y por cuenta del ausente.

M.F.B.

ARTÍCULO 655. Lo mismo se hará cuando en iguales circunstan-


cias caduque el poder conferido por el ausente, o sea
insuficiente para el caso.

Si el ausente hubiere dejado un apoderado con fecha de caducidad para su


encargo, o con materia concreta para su desempeño y agotada ésta, cesa el
poder, debe el juez proceder al nombramiento de representante. También
cuando el poder conferido, aunque no esté caduco, sea insuficiente para la
buena y completa atención de todos los negocios dejados por el ausente, se
procederá por el juez a nombrar representante con poderes suficientes para su
desempeño eficiente.

M.F.B.

ARTÍCULO 656. Tienen acción para pedir el nombramiento de


depositario o de representante, el Ministerio Público, o
cualquiera a quien interese tratar o litigar con el ausente
o defender los intereses de éste.

En este artículo se amplía el concepto de "partes interesadas" expresado en


preceptos anteriores. Ya no se trata sólo de presuntos beneficiarios y herederos
del patrimonio del ausente, sino de cualquier persona que tenga una controver-
sia con el ausente, un negocio a dilucidar o simplemente que quiera defender los
intereses de éste, ya sea por amistad, interés, parentesco, etc.
Estas personas también tienen acción petitoria para el nombramiento de
depositario primero y representante después, ante el juez competente.
El MP como parte en los asuntos de los ausentes, está facultado también a
iniciar el trámite de nombramiento de quien maneje los bienes y asuntos del
ausente.

M.F.B.

ARTÍCULO 657. En el nombramiento de representante se seguirá


el orden establecido en el artículo 653.

En el caso de representante, que se estima debe realizar una función más

{4181
1 ITU LO LNDE.CLMO CAPM: LO 1 AM-S_ 657, 658 y 659

compleja que la de simple conservación y depósito de los bienes, también se


establece el orden anteriormente enumerado, de personas con intereses actuales
en el patrimonio del ausente. Para este artículo también es válida la remisión al
a. 659, en el caso de que ninguno de los nombrados en los tres primeros
apartados del a. 653, exista o pueda ejercer el encargo.

M. F. B.

ARTICULO 658. Si el cónyuge ausente fuere casado en segundas o


ulteriores nupcias, y hubiere hijos del matrimonio o ma-
trimonios anteriores, el juez dispondrá que el cónyuge
presente y los hijos del matrimonio o matrimonios ante-
riores, o sus legítimos representantes en su caso, nombren
de acuerdo el depositario representante; mas si no estu-
vieren conformes, el juez lo nombrará libremente, de
entre las personas designadas por el artículo anterior.

En caso de que el ausente hubiere sido casado una o más veces anteriormente a
su matrimonio actual, los hijos de ese o esos matrimonios, junto con el cónyuge
actual están facultados para elegir y nombrar al depositario representante que
velará por los intereses del ausente, y que son en definitiva los suyos propios.
En caso de imposibilidad de participar personalmente se admite por la ley que
sus legítimos representantes tengan las facultades de nombrar depositario de los
bienes.
Si el cónyuge y los hijos de matrimonios anteriores del ausente no se ponen de
acuerdo en la designación de la persona que ha de representarlo, el juez por sí
mismo, queda en libertad de nombrarlo de entre las personas mencionadas en el
artículo anterior.

M. E. B.

ARTICULO 659. A falta del cónyuge, de descendientes y de ascen-


dientes, será representante el heredero presuntivo. Si
hubiere varios con igual derecho, ellos mismos elegirán el
que debe representarlo. Si no se ponen de acuerdo en la
elección, la hará el juez, prefiriendo al que tenga más
interés en la conservación de los bienes del ausente.

En este caso los representantes serán elegidos de entre los que tienen expectati-
vas de derechos que surgirán con la muerte del ausente, es decir los herederos
presuntivos.

[419]
ARTS. 659.660 y 661 LIBRO PRIMERO

Si no existen cónyuge, descendientes o ascendientes, como lo especifica el


a. 653 para el caso de depositario, que se hace extensivo para el representante
por el a. 657, se procederá a nombrar al heredero presuntivo. Debe notarse que
.1..ste también fue citado en último término en los artículos mencionados.
Pero en este caso, pasa a ser protagonista en la defensa de los intereses del
ausente; si hubiere varios y no haya acuerdo, se nombrará al que más perjudica-
do sería en caso de una mala gestión de administración de los bienes y derechos
que tenía el ausente en su haber. Este nombramiento lo realizará el juez según su
leal saber y entender.

M.F.B.

ARTÍCULO 660. El representante del ausente es el legítimo admi-


nistrador de los bienes de éste y tiene respecto de ellos, las
mismas obligaciones, facultades y restricciones que los
tutores.
No entrará a la administración de los bienes sin que
previamente forme inventario y avalúo de ellos, y si
dentro del término de un mes no presta la caución corres-
pondiente, se nombrará otro representante.

La primera parte de este articulo parece superflua, porque el representante


nombrado según el procedimiento legal, tan minuciosamente establecido en los
artículos anteriores, es obviamente el legítimo administrador de los bienes del
ausente. También el representante que hubiere sido nombrado por el ausente
antes de su desaparición lo es con las facultades que éste le hubiere conferido.
Se le asimila con el tutor en sus obligaciones, facultades y restricciones, con lo
cual se le sujeta a las disposiciones del título noveno del libro I de este código,
aa. 449 y siguientes. Algunas de ellas, para citar las más importantes, son la
obligación de inventario, la autorización judicial para los casos que no sean
estrictamente de conservación o reparación, la obligación de rendir cuentas, etc.
Esta remisión hace que la función de representante quede exhaustivamente
reglamentada.

M.F.B.

ARTÍCULO 661. El representante del ausente disfrutará la misma


retribución que a los tutores señalan los artículos 585,586
y 587.

En la remisión de las facultades, obligaciones y restricciones del representante a

14201
11Ttl LO LIN DECI MOL CA PITU1.0 1 ARTS. 661. 662. 663 y 464

las del tutor, también se le asimila en la retribución a la cuantía de honorarios


que deben percibir estos últimos por el ejercicio de la tutela.
Las retribuciones que esos artículos asignan al tutor, son ene! primer caso, las
fijadas por el autor cuando es testamentario, y por el juez cuando la tutela es
legítima o dativa. Se marcan limites mínimos y máximos (5%y 10% respectiva-
mente de las rentas líquidas de los bienes administrados) que podrán ser
aumentados hasta un 20%, cuando por la diligencia del administrador los bienes
se vean notoriamente incrementados en sus productos, a criterio del juez.
El representante que observe una conducta semejante a la prescrita para el
tutor, se verá retribuido como éste, pero en los porcentajes establecidos por la
ley pertinente.

I.G.G.

ARTICULO 662. No pueden ser representantes de un ausente, los


que no pueden ser tutores.

Quienes no pueden ser tutores están mencionados en el a. 459 en la parte de


disposiciones generales, y en el a. 503 dentro del capítulo referente a las personas
que no pueden ser tutores, o cuando deben ser separados de sus cargos quienes
los estén desempeñando.

I.G.G.

ARTICULO 663. Pueden excusarse, los que puedan hacerlo de la


tutela.

Los motivos para poderse eximir del desempeño del cargo mediante excusa
válida están enumerados en los aa. 511 a 518. Las excusas serán aceptables
cuando no aseguren una correcta administración, por falta de aptitudes natura-
les, sociales, o cuando el desempeño del cargo cause un serio perjuicio a la
persona llamada para desempeñarlo.

1.0.0.

ARTICULO 664. Será removido del cargo de representante, el que


deba serlo del de tutor.

En el capítulo VII referente a las personas que no pueden desempeñar el cargo


de tutor y quienes deben ser separados de él (aa. 504 a 510) se exponen las
causales para la remoción de dicho cargo, que son aplicables también a los

¡421]
ARTS. 664 y 665 LIBRO PRIMERO

representantes del ausente. Con este artículo termina la remisión a la institución


tutelar, la cual confiere una gran relevancia jurídica al cargo de representante de
persona ausente.

AR-rícuLo 665, El cargo de representante acaba:


I.—Con el regreso del ausente;
II.—Con la presentación del apoderado legítimo;
III.—Con la muerte del ausente;
1V.—Con la posesión provisional.

Las formas de acabar la función del representante son las enumeradas en este
artículo. En la fr. I. el regreso del ausente, al probar la existencia de éste, se
vuelve al estado normal de relaciones jurídicas de un sujeto, "el derecho común
retorna su imperio" al decir de Planiol y la aparición del ausente con vida, aun
cuando no se presente en su domicilio, la certeza de su existencia, lugar y estado,
lo sitúa entre la categoría de "no presente" y ya no de ausente.
El representante nombrado por el juez debe cesar en sus funciones cuando el
apoderado legítimo del ausente se presenta y prueba su condición de tal. La
voluntad del ausente prevalece y su mandatario es el que llevará la administra-
ción de los bienes y custodia de valores, muebles e inmuebles.
La certeza de la muerte del ausente, también lo vuelve al derecho común. La
prueba de su deceso llevará a que "sus derechos y aquellos otros intereses sean
reglamentados como si él hubiera estado presente hasta el día de su muerte".
(Planiol, Tratado elemental de derecho civil, México, Cajica, p. 281).
Por ejemplo, su sucesión se abre realmente en beneficio de aquellos
que se encontraban en esa época como sus más próximos herederos, o,
aquellos que podían ser diferentes de las personas que tenían la calidad de
herederos presuntivos al día de su desaparición y que habían obtenido
provisoriamente la tenencia en posesión. Las variantes sobrevenidas en
la composición de la familia, pueden cambiar definitivamente la devolu-
ción de sus bienes, según que se coloque en la época de su desaparición o
la del deceso.
La fr. IV se refiere a la posesión provisional de los bienes que se otorga a los
herederos testamentarios o legítimos al tiempo de la desaparición, según lo
establece el a. 681, una vez que se ha declarado la ausencia. Se llama provisional
porque puede ser modificada en cualquier momento por hechos sobrevinientes,
debido a la misma incertidumbre de la situación.

I.G.G.

14221
THULOUNDECINIO CAPI111101 ARTS 666.667 y 661

ARTICULO 666. Cada año, en el día que corresponda a aquel en


que hubiere sido nombrado el representante, se publica-
rán nuevos edictos llamando al ausente. En ellos consta-
rán el nombre y domicilio del representante, y el tiempo
que falte para que se cumpla el plazo que señalan los
artículos 669 y 670 en su caso.

Este artículo dispone que debe tratarse de hacer al ausente el llamamiento, por
medio de la publicación de nuevos edictos cada año, en la fecha que hubiere sido
nombrado el representante y por el plazo establecido en los artículos menciona-
dos. Se refiere al caso de que el representante haya sido nombrado por el juez,
pues entonces pasados dos años ya se puede pedir que sea declarado judicialmen-
te ausente.
En el caso de que el ausente haya dejado apoderado con poder general para la
administración de su patrimonio, este plazo será de tres años, a contar desde que
se produjo el estado de ausencia sin tener posteriores noticias. Si se hubieran
recibido noticias de su paradero, los tres años se contarán desde la recepción de
las últimas que hubieren llegado.
Por lo tanto los edictos se publicarán durante dos años en el primer caso y
durante tres en el segundo, en las fechas indicadas en el texto, y deberá hacerse
constar, en la publicación, cuánto tiempo falta para la declaración de ausencia,
si no surgen hechos imprevistos.

I.G.G.

ARTICULO 667. Los edictos se publicarán por dos meses, con


intervalo de quince días, en los principales periódicos del
último domicilio del ausente, y se remitirán a los cónsu-
les, como previene el articulo 650.

Estas publicaciones serán cada quince días, durante dos meses, a partir de las
fechas indicadas. La publicación se hará en los principales periódicos del último
domicilio y se enviará copia de ellos a los cónsules mexicanos en el extranjero en
aquellos lugares donde se presuma que pueda encontrarse el ausente (aa. 649 y
650).

1.G.G.

ARTICULO 668. El representante está obligado a promover la


publicación de los edictos. La falta de cumplimiento de
esa obligación hace responsable al representante, de los

14231
ARTS. 668 y 669 LIBRO PRIMERO

daños y perjuicios que se sigan al ausente, y es causa


legítima de remoción.

Es el representante y no el juez o los presuntos herederos quien deberá ocuparse


de la publicación y remisión de edictos al exterior. En caso de incumplimiento,
aquel será responsable por daños y perjuicios que se causen al ausente, por la
omisión de cumplimiento de esta obligación.
También es causa de remoción del representante, ya que puede considerarse
que ha habido culpa o dolo en la no publicación de edictos, para seguir desem-
peñando el cargo y la administración de los bienes del ausente. Esta causal se
agrega a las mencionadas en los aa. 504a 510 (referentes a la tutela, pero que son
aplicables al representante en virtud del a. 664).

I.G.G.

CAPITULO II
De la declaración de ausencia

ARTICULO 669. Pasados dos años desde el día en que haya sido
nombrado el representante, habrá acción para pedir la
declaración de ausencia.

El término que fija este artículo para pedir la declaración de ausencia, revela
claramente que el procedimiento establecido con el carácter de medidas provi-
sionales, ordenadas durante el período que antecede a dicha declaración deben
mantenerse por un tiempo suficientemente amplio (dos años) para que la
persona que se ha ausentado de su domicilio, cuyo paradero se ignora, se pueda
enterar del procedimiento por las publicaciones que se han efectuado, y regrese
a su domicilio o nombre apoderado que lo represente.
La prudente amplitud del plazo que fija el precepto que se comenta, es signo
de la cautela con que en esta materia ha procedido el legislador. El representante
nombrado por el juez dentro del período que se denomina de medidas provisio-
nales, tiene facultades de administración, pero muy restringidas, como las
facultades de los tutores (a. 660) lo cual indica que su gestión debe circunscri-
birse a la conservación del patrimonio del representado. Esa situación debe
subsistir sólo por el tiempo que sea necesario y que justifique una situación que
es precaria por su misma naturaleza.
Se hace notar que el artículo que se comenta dispone que no se puede solicitar
la declaración de ausencia, antes de dos años del nombramiento de represen-
tante, lo cual indica que todas las medidas dictadas con anterioridad por el juez,

[4241
TITULO UNDECIMOICAPITULO II ARTS. 669, 670 y 671

deben subsistir mientras no se pronuncie la declaración a que este artículo se


refiere..

I.G.G.

ARTÍCULO 670. En caso de que el ausente haya dejado o nom-


brado apoderado general para la administración de sus
bienes, no podrá pedirse la declaración de ausencia sino
pasados tres años, que se contarán desde la desaparición
del ausente, si en este período no se tuvieren ningunas
noticias suyas, o desde la fecha en que se hayan tenido las
últimas.

Cuando el ausente ha dejado apoderado instituido, el plazo para pedir la


declaración de ausencia es de tres años. El precepto fundadamente distingue el
caso en que el ausente ha desaparecido abandonando sus negocios y aquel
supuesto en que se ignora su paradero, pero ha designado persona que lo
represente.
Ese plazo de tres años, se contará a partir del día en que desapareció el
representado, siempre que dentro de esos tres años, no se tuvieren noticias suyas
o desde la fecha en que se tuvieron las últimas.
De acuerdo con la norma contenida en esta disposición, cuando el ausente ha
dejado apoderado, se requiere para presentar la solicitud de declaración de
ausencia, que se hayan hecho las publicaciones de los avisos llamando al ausente
a que se refiere el período de medidas provisionales; no procede en este caso que
el juez nombre a otra persona como representante (a. 654).
El apoderado continuará en el ejercicio de las facultades que le ha conferido el
ausente, hasta que se pronuncie la declaración de ausencia. (Véase el comenta-
rio al a. 672).

I.G.G.

ARTÍCULO 671. Lo dispuesto en el artículo anterior se observará


aun cuando el poder se haya conferido por más de tres
años.

La declaración de ausencia podrá pedirse y se decretará, sin que para ello obste
que el mandato otorgado por el ausente antes de desaparecer de su domicilio
hubiere sido conferido con duración mayor a tres años.
De este dispositivo se concluye que la declaración de ausencia, es una causa de
terminación del contrato de mandato, en concordancia con lo dispuesto por la
fr. VI del a. 2595. Se trata de una causa de terminación anticipada del mandato,

[425]
ARTS. 671, 672 y 673 LIBRO PRIMERO

en otras palabras, del vencimiento anticipado del término del mandato, como
consecuencia de que los bienes del ausente serán entregados en posesión provi-
sional a los presuntos herederos de aquél, cuando el juez declare en forma la
ausencia.

I.G.G.

ARTICULO 672. Pasados dos años, que se contarán del modo


establecido en el artículo 670, el Ministerio Público y las
personas que designa el artículo siguiente, pueden pe-
dir que el apoderado garantice, en los mismos términos en
que debe hacerlo el representante. Si no lo hiciere se
nombrará representante de acuerdo con lo dispuesto en
los artículos 657, 658 y 659.

Este precepto integra, con los tres artículos anteriores el sistema relativo a los
plazos que los mismos dispositivos establecen, para pedir la declaración de
ausencia, y que son distintos, según que el ausente haya o no instituido un
apoderado, antes de desaparecer de su domicilio.
El apoderado a quien haya designado el ausente, deberá caucionar su manejo
cuando se hayan cumplido dos años de la desaparición de aquél o desde la fecha
en que se hayan tenido las últimas noticias suyas, mediante hipoteca, prenda o
fianza, en los mismos términos en que deben hacerlo los tutores (aa. 519 y 660).
Puesto que el plazo de dos años que fija el a. 669 ha sido prorrogado en un
año, es probable —dado el tiempo transcurrido— que lleguen los presuntos
herederos y entren en la posesión y administración de los bienes del ausente. Se
justifica la medida, porque asegura el interés de éstos que son terceros. El
mandato otorgado caducará y el juez nombrará representante del ausente para
administrar tos bienes de éste si el apoderado no otorga caución bastante, hasta
que se declare la ausencia o se presente el ausente.

ARTICULO 673. Pueden pedir la declaración de ausencia:


I.—Los presuntos herederos legítimos del ausente;
II.—Los herederos instituidos en testamento abierto;
111.—Los que tengan algún derecho u obligación que
dependa de la vida, muerte o presencia del ausente; y
IV.—El Ministerio Público.

Menciona este precepto, en forma taxativa, a las personas que están legitimadas

[4261
MULO LINDECIMO/CAPETUIO H ARTS. 673 y 674

con exclusión de cualesquiera otras, para ejercer la acción de declaración de


ausencia.
El criterio que sustenta la ennumeración contenida en las cuatro fraeciones
que integran el artículo, es por una parte, la protección del interés patrimonial
de los presuntos herederos (testamentarios o en su caso, legítimos) ya que. los
requisitos legales, tienen derecho a que se les ponga en posesión provisional de
la porción hereditaria que les correspondería la muerte del ausente (frs. I y II).
Por otra parte, también pueden hacer la petición los que tengan algún derecho
u obligación que dependa de la vida, muerte o presencia del ausente (fr. III).
No parece caber duda de que la fr. III se refiere únicamente a las personas que
son parte de aquellas relaciones jurídicas que como ocurre en el caso de los
legados, dependen de la muerte del autor del testamento, o al supuesto de
obligaciones que como la renta vitalicia, se extinguen con la muerte del benefi-
ciario.
Al legitimar al MP (fr. IV) para pedir la declaración de ausencia, el legislador
ha tenido en cuenta el interés general que exige no se prolongue innecesaria-
mente, una situación de incertidumbre creada por la desaparición del ausente, y
que por el tiempo transcurrido sin haber atendido a sus negocios no obstante los
reiterados requerimientos de la autoridad judicial, hace que se repute probable,
la muerte del ausente. Esta es la base de sustentación del procedimiento de
ausencia, cuya finalidad es poner término a esa situación de incertidumbre.

ARTICULO 674. Si el juez encuentra fundada la demanda, dispon-


drá que se publique durante tres meses, con intervalos
de quince días, en el Periódico Oficial que corresponda, y
en los principales del último domicilio del ausente, y la
remitirá a los cónsules, conforme al artículo 650.

El precepto ordena que el juez, al admitir la solicitud de declaración de ausencia,


proceda a darle publicidad como se hizo desde la iniciación de las medidas
provisionales, y manda ahora hacer pública la petición que se ha formulado
ante él.
En vista de que los llamamientos al ausente no han sido atendidos, nueva-
mente se trata de hacerle llegar noticia del procedimiento de ausencia que
continúa adelantando, por medio de esas publicaciones, que se harán durante el
plazo de tres meses y con intervalos que el mismo precepto señala.
Deberán hacerse publicaciones en el periódico oficial del lugar donde se
tramita el procedimiento yen los principales periódicos del último domicilio del
ausente. Se remitirá copia de la demanda, a los cónsules mexicanos en el

[4271
ARTS. 674, 675 y 676 LIBRO PRIMERO

extranjero en que se presuma que éste puede encontrarse o de aquellos lugares


donde se puedan obtener noticias de él.

I.G.G.

ARTICULO 675. Pasados cuatro meses desde la fecha de la última


publicación, si no hubiere noticias del ausente ni oposi-
ción de algún interesado, el juez declarará en forma la
ausencia.

Con el objeto de que el ausente disponga del tiempo necesario para presentarse
por si o por apoderado ante el juez que conoce del procedimiento de ausencia, el
precepto establece un plazo de cuatro meses a partir de la última publicación
mencionada en el articulo anterior, para que el juez declare la ausencia.
Antes de que se pronuncie esa resolución de ausencia, cualquier interesado
puede oponerse a que se dicte esa declaración. En este supuesto, si la oposición
es fundada, el juez deberá proceder de acuerdo con lo dispuesto en el articulo
siguiente.
Deben considerarse interesados legitimos para oponerse a la declaración de
ausencia, las demás personas que conforme al a. 673, están legitimadas para
pedir la declaración de ausencia.

I.G.G.

ARTICULO 676. Si hubiere algunas noticias u oposición, el juez no


declarará la ausencia sin repetir las publicaciones que esta-
blece el articulo 674, y hacer la averiguación por los
medios que el oponente proponga, y por los que el mismo
juez crea oportunos.

Las publicaciones a que se refiere este precepto deberán repetirse como lo


ordena el a. 674, cuando se tengan noticias del ausente o cuando algún intere-
sado se oponga a la declaración de ausencia.
No podrá hacerse la declaración de ausencia, sino después de vencido el plazo
de tres meses en que debe hacerse esta segunda serie de publicaciones y cuando
haya resultado infructuosa la averiguación que se practicó por los medios que
proponga el oponente o por los que el juez, de oficio, considere pertinentes para
averiguar el paradero del ausente y notificarle por ese medio la instauración del
procedimiento.

I.G.G.

1428]
TITULO UNDECINIO¡CAPITULO II ARTS. 677 y 678

ARTÍCULO 677. La declaración de ausencia se publicará tres veces


en los periódicos mencionados con intervalo de quince
días, remitiéndose a los cónsules como está prevenido
respecto de los edictos. Ambas publicaciones se repetirán
cada dos años, hasta que se declare la presunción de
muerte.

De la misma manera que se publicó el auto de citación del ausente al iniciar el


procedimiento, el del nombramiento de representante y la solicitud de declara-
ción de ausencia, la resolución del juez que la declare deberá publicarse por tres
veces con intervalo de quince días en el periódico oficial (DO o gaceta del
DDF) y en los periódicos del último domicilio del ausente. Se remitirá además
copia de esa resolución a los cónsules mexicanos en el extranjero donde se
presuma que puede encontrarse el ausente.
Estas publicaciones se repetirán cada dos años, mientras no concluya el
procedimiento de ausencia, con la declaración de presunción de muerte a que se
refiere el a. 705.

I.G.G.

ARTÍCULO 678. El fallo que se pronuncie en el juicio de declara-


ción de ausencia, tendrá los recursos que el Código de
Procedimientos asigne para los negocios de mayor inte-
rés.

La sentencia que declare la ausencia, admite el recurso de apelación en ambos


efectos, de acuerdo con lo dispuesto por los aa. 700, 701 y 702 del C PC y por lo
tanto, se suspenderán los efectos de la citada resolución, hasta que recaiga el
fallo del TSJ resolviendo el recurso interpuesto.

De allí la importancia, conforme a la naturaleza y a los fines del procedi-


miento de ausencia, de que el juez sea muy cuidadoso para admitir cualquier
oposición interpuesta por persona no legitimada y por quien no acompañe su
solicitud con la prueba de que se tienen noticias ciertas del lugar donde se
encuentra el ausente.

I.G.G.

[429]
ARTS. 679 y 680 LIBRO PRIMERO

CAPITULO III
De los efectos de la declaración de ausencia

ARTICULO 679. Declarada la ausencia, si hubiere testamento


público u ológrafo, la persona en cuyo poder se encuentre
lo presentará al juez, dentro de quince días contados
desde la última publicación de que habla el articulo 677.

Un testamento público puede ser abierto o cerrado. El primero, se otorga ante


notario público y tres testigos. El segundo, puede ser escrito por el propio
testador, pero asimismo deberá exhibirse ante el notario en sobre cerrado y
sellado con la asistencia de tres testigos. Un testamento ológrafo, en cambio,
prescinde de la actuación notarial y, en cambio, exige la intervención del
encargado del Archivo General de Notarías para hacer constar su depósito
formal en esta misma institución.
En cualquier caso, la persona que disponga de duplicado del documento tiene
el deber de presentarlo a la autoridad judicial dentro de los quince días siguien-
tes a la última publicación de la declaración de ausencia. En el caso del
testamento público abierto, se tratará del testimonio legalmente expedido por el
notario y que muy probablemente se encontraría en poder de los familiares; en
el caso del cerrado, el a. 1537 previene que el testador puede conservar el
original en su poder, entregarlo a persona de su confianza o depositarlo en el ar-
chivo judicial. El testamento ológrafo, por último, siempre debe hacerse por
duplicado (a. 1553), cuya copia se devuelve al testador o a persona de su
confianza, quien en todo caso tiene obligación de hacérselo saber al juez llegado
el caso del juicio sucesorio (a. 1560).

J. A. M.G.

ARTICULO 680. El juez, de oficio o a instancia de cualquiera que se


crea interesado en el testamento ológrafo, abrirá éste en
presencia del representante del ausente, con citación de
los que promovieron la declaración de ausencia, y con las
demás solemnidades prescritas para la apertura de esta
clase de testamento.

Esperar la intervención oficiosa del juez es pensar en lo improbable; por lo tanto,


será a petición de parte interesada en la sucesión que el juez deberá proceder a la
apertura del sobre en que se contenga el testamento precisamente en presencia

14301
TITULO UNDECIMG, CAPITULO 111 ARTS, 680, 681 y 682

del representante de la persona ausente y asimismo de aquellos que promovie-


ron la declaración de ausencia.
Las formalidades de que habla la parte final de este artículo están contenidas
en el a. 1561.

J. A. M.G.

ARTICULO 681. Los herederos testamentarios, y en su defecto, los


que fueren legítimos al tiempo de la desaparición de un
ausente, o al tiempo en que se hayan recibido las últimas
noticias, si tienen capacidad legal para administrar, serán
puestos en la posesión provisional de los bienes, dando
fianza que asegure las resultas de la administración. Si
estuvieren bajo la patria potestad o tutela, se procederá
conforme a derecho.

La posesión provisional de los bienes es un evento que, en la mayoría de los


casos, surgirá en forma natural y lógica tan pronto se advierta la desaparición
del dueño. En consecuencia, la labor del juez se reducirá tan sólo a constatar una
situación de hecho ya tomar las providencias necesarias para legalizarla. El juez
debe cerciorarse de la calidad de herederos y capacidad legal de aquellos que
asuman la posesión. Este estado provisional no se define sino hasta que se
declara la presunción de muerte del ausente, en cuyo caso se torna en definitiva,
según los términos del a. 706.
El "proceder conforme a derecho" de la parte final del artículo en cita se
refiere al desplazamiento de los menores por las figuras del padre, abuelo o
tutor.

J. A. M.G.

ARTICULO 682. Si son varios los herederos y los bienes admiten


cómoda división, cada uno administrará la parte que le
corresponda.

"La parte que le corresponda", dice el precepto. En los casos de testamentaria


esto no constituye problema alguno. La dificultad estriba en los intestados: aquí
será necesario, por tanto, el acuerdo provisional de los presuntos herederos en la
repartición de los bienes y, por supuesto, en el número mismo de los derechoha-
bientes. Como fuere, es claro que ello no prejuzga sobre los derechos sucesorios,
porque esta cuestión deberá en todo caso ventilarse en el juicio de intestado
correspondiente. En último caso, conforme ala. 707, los poseedores provisiona-

[431]
ARTS. 682, 681 684, 685 y 686 LIBRO PRIMERO

les e, incluso, definitivos, deberán restituir cumplidamente a los legítimos


herederos los bienes así poseídos.

J. A. M.G.

ARTICULO 683. Si los bienes no admiten cómoda división, los


herederos elegirán de entre ellos mismos un administra-
dor general, y si no se pusieren de acuerdo, el juez le
nombrará, escogiéndole de entre los mismos herederos.

Es ésta una salida práctica que habla bien del principio de sana economía
perseguido por el legislador. Incluso en caso de desavenencias entre los herede-
ros, el nombramiento judicial del administrador hace expedito el trámite.

J.A. M.G.

ARTICULO 684. Si una parte de los bienes fuere cómodamente


divisible y otra no, respecto de ésta, se nombrará el
administrador general.

Este artículo limita las facultades del administrador general a los bienes que no
son de cómoda división, abandonando la posesión y administración de los
bienes fácilmente repartibles a los herederos restantes.

J.A.M.G.

ARTICULO 685. Los herederos que no administren, podrán nom-


brar un interventor, que tendrá las facultades y obligacio-
nes sefialadas a los curadores. Su honorario será el que le
fijen los que le nombren y se pagará por éstos.

Habrá el caso de numerosos herederos o, más frecuentemente aún, de bienes


únicos y de dificultosa repartición que no requieran más de un solo administra-
dor. En este caso, habrá herederos que, no participando en la administración,
tendrán sin embargo, el derecho de nombrar a un interventor.

J.A.M.G.

ARTICULO 686. El que entre en la posesión provisional, tendrá,


respecto de los bienes, las mismas obligaciones, faculta-
des y restricciones que los tutores.
[432]
II Ui.() uNDEcimo O ¶11 A R I S. 656. 6117. 658 689

La posesión provisional de los bienes del ausente es una figura jurídica que,
siendo de dificil clasificación, es desplazada por el legislador, a la construcción
jurídica de la tutela. La disposición es acertada, porque es claro que esta
posesión es sólo un punto de transición hacia la definitiva (caso de la declara-
ción de presunción de muerte) adjudicación de los bienes (cuando se llega a
probar la muerte); la institución de la tutela recoge esta peculiar característica
de posesión derivada y administración directa. En el capítulo X del título
noveno aa. 535 y ss. se detallan algunas de las obligaciones y derechos de los
tutores en el desempeño de su función.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 687. En el caso del artículo 682, cada heredero dará la


garantía que corresponda a la parte de bienes que admi-
nistre.

Esta garantía es la misma fianza que deberá asegurar las resultas de la adminis-
tración mencionada en el diverso 681. Deberá ser fijada por el juez y, natural-
mente, es proporcional al valor de los bienes administrados. En el detalle, el
otorgamiento de la garantía sigue las reglas previstas en los aa. 519 y ss. para la
exigida a los tutores.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 688. En el caso del artículo 683, el administrador


general será quien dé la garantía legal.

La salida resulta lógica, porque es el administrador quien tendrá la responsabili-


dad del manejo de los bienes.

J.A. M.G.

ARTÍCULO 689. Los legatarios, los donatarios y todos los que


tengan sobre los bienes del ausente derechos que depen-
dan de la muerte o presencia de éste, podrán ejercitarlos,
dando la garantía que corresponda, según el artículo 528.

Los demandantes ejercitarán sus derechos precisamente en contra del adminis-


trador único o de los administradores, si es el caso del a. 682, haciendo recaer su
acción ya en un bien específicamente determinado, si dispone de un derecho
real, o bien en contra de todo el acervo, si su acción involucra un derecho personal

[433]

ARTS 689. 690, 691 y 692 LIBRO PRIMER()

cuyo resarcimiento desemboque en una indemnización o pago económico. Es


infinita la diversidad de derechos que pueden depender de la muerte o de la
presencia del deudor declarado ausente.
La parte medular del artículo se resume en el otorgamiento de fianza o
garantía simultánea al ejercicio de la acción respectiva, en los términos del a. 528
de la ley en cuestión.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 690. Los que tengan con relación al ausente, obligacio-


nes que deban cesar a la muerte de éste, podrán también
suspender su cumplimiento bajo la misma garantía.

Estas obligaciones cuyo cumplimiento puede suspenderse son desde luego


obligaciones que han nacido de una relación in tuitu personae y que natural-
mente se agotan con la ausencia, porque la ley no permite la sucesión en ellas. La
idea de suspensión es, desde luego, temporaria, porque no debe olvidarse que
nos encontramos en una situación jurídica de simple transición.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 691 Si no pudiere darse la garantía prevenida en los


cinco artículos anteriores, el juez, según las circunstan-
cias de las personas y de los bienes, y concediendo el plazo
fijado en el artículo 631, podrá disminuir el importe de
aquélla, pero de modo que no baje de la tercia parte de los
valores señalados en el articulo 528.

Es este un encomiable precepto que rescata la posibilidad del arbitrio judicial en


la frecuentemente excesiva regulación legal de estas materias. El envío de este
artículo al a. 631 es erróneo y es claro que el legislador quiso referirse al a. 531,
donde se establece un plazo de tres meses para dar la garantía.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 692. Mientras no se dé la expresada garantía, no


cesará la administración del representante.

Este representante, a su vez, ya habrá constituido su respectiva garantía aten-


diendo a los términos del a. 660. En todo caso es muy probable que, en la
práctica, él mismo se convierta ahora en el administrador general, por lo que,

[4341
TITULO UNDECIMOiCAPITULO III ARTS 692.693 y 694

con un sano criterio, el juez hará bien en considerar interpuesta la caución. De


hecho, si bien es cierto que cada una de las figuras representativas del ausente o
presunto muerto (depositario, representante, administrador en la posesión
provisional, poseedores definitivos y, finalmente, adjudicatarios) están cuida-
dosamente delimitadas, lo cierto es que en la práctica se desvanecen ante la
complejidad y lentitud del procedimiento y dada la evidente facilidad que
proporciona --salvo el caso de discrepancias— la sucesión de todos los cargos
en una sola persona.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 693. No están obligados a dar garantía:


I.—El cónyuge, los descendientes y los ascendientes
que como herederos entren en la posesión de los bienes
del ausente, por la parte que en ellos les corresponda;
II.—El ascendiente que en ejercicio de la patria potes-
tad administre bienes que como herederos del ausente
correspondan a sus descendientes.
Si hubiere legatarios, el cónyuge, los descendientes y
ascendientes darán la garantía legal por la parte de bienes
que correspondan a los legatarios, si no hubiere división,
ni administrador general.

Sí no hubiere división, debe haber un administrador legal, según el a. 683, salvo


que, desde luego, no haya podido aún concederse la garantía. Pero, en todo
caso, se aplicaría aquí lo dispuesto en el a. 692.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 694. Los que entren en la posesión provisional tienen


derecho de pedir cuentas al representante del ausente y
éste entregará los bienes y dará las cuentas en los térmi-
nos prevenidos en los capítulos XII y XIV del título IX de
este Libro. El plazo señalado en el artículo 602, se contará
desde el día en que el heredero haya sido declarado con
derecho a la referida posesión.

Este último plazo es de tres meses. Por otra parte, ya aludíamos antes a la
posibilidad que existe de que el propio representante sea uno de los herederos y
que con tal carácter se le conceda la posesión provisional y asimismo, conside-
rada su gestión, la administración general misma de los bienes. En este último

14351
ARTS. 694. 695. 696 y 697 LIBRO PRIMERO

caso, la rendición de cuentas se justificará sólo como medida ordinaria de


vigilancia.

J.A.M.G.

ARTICULO 695. Si hecha la declaración de ausencia no se presen-


taren herederos del ausente, el Ministerio Público pedirá,
o la continuación del representante, o la elección de otro
que en nombre de la Hacienda Pública, entre en la pose-
sión provisional, conforme a los artículos que anteceden.

El que no existan herederos —testamentarios o legítimos— es un caso real-


mente improbable, pero de todas formas existirá ineludiblemente un interés
económico en aquellos poseedores de un derecho u obligación hacia el ausente,
ya que éstos precisamente habrán solicitado la declaración (a. 673). El precepto,
por tanto, debe tomarse con las reservas que el ejercicio y prosperidad de estas
acciones produzcan vulnerando el acervo hereditario.

J.A.M.G.

ARTICULO 696. Muerto el que haya obtenido la posesión provi-


sional, le sucederán sus herederos en la parte que le haya
correspondido, bajo las mismas condiciones y con iguales
garantías.

Dado el prolongado trámite de la declaración de ausencia y muerte, la posibili-


dad de fallecimiento de los herederos que se encuentren en posesión provisional
de los bienes es real. El artículo en cita elimina esta posible fuente de retraso y
entorpecimiento del trámite permitiendo que los herederos del muerto asuman
la posesión provisional precisamente en las mismas condiciones.

J.A.M.G.

ARTICULO 697. Si el ausente se presenta o se prueba su existencia


antes de que sea declarada la presunción de muerte,
recobrará sus bienes. Los que han tenido la posesión
provisional, hacen suyos todos los frutos industriales que
hayan hecho producir a esos bienes y la mitad de los
frutos naturales y civiles.

Este artículo es de capital importancia en el conjunto de las disposiciones legales

1436]

JI 1111) I \In (I \i( Al'1111.11 11, 11 AS 1S h97!, 091.1

que se ocupan del ausente. Con simplicidad realmente digna de elogios se


establece el retorno a la situación precisamente anterior a todo este cúmulo de
medidas provisionales que exigió la ausencia. No es, desde luego, necesaria la
presencia física. Basta la simple noticia cierta de la existencia del considerado
ausente en un lugar distante o de difícil acceso para que, acreditada así la
supervivencia, las cosas vuelvan al estado anterior. No obstante ello, los frutos
pasan al poder de los poseedores, según las reglas consignadas en la parte final
del precepto.
Este artículo debe relacionarse con el a. 708, que consigna una situación
semejante para el caso de la declaración de presunción de muerte.

J.A. M.G.

CAPITULO IV
De la administración de los bienes del ausente casado

ARTiCULO 698. La declaración de ausencia interrumpe la socie-


dad conyugal, a menos de que en las capitulaciones matri-
moniales se haya estipulado que continúe.

De esta disposición se desprende, que mientras el tribunal no declara la ausen-


cia, la sociedad conyugal que hubieren pactado los cónyuges continuará subsis-
tente. Una vez ejecutoriada la declaración de ausencia, se interrumpirá la
sociedad conyugal, salvo que en las capitulaciones matrimoniales se hubiere
convenido que continúe. Durante ese extenso lapso, la administración de la
sociedad conyugal continuará a cargo del cónyuge presente, si en las capitula-
dones matrimoniales se le hubiere designado para tal efecto: pero si es el ausente
el titular del cargo ¿quién ejercerá estas funciones? Aunque la ley no señala la
forma de hacer el reemplazo, debe interpretarse que la administración recae en
el cónyuge del ausente.
En diversas legislaciones, en los casos de imposibilidad del titular, asume el
otro cónyuge la "administración extraordinaria" de la sociedad conyugal. El
CPC del DF en el a. 904, fr. III, inciso b, adopta el mismo criterio cuando se
declara en interdicción al cónyuge administrador.
Por estas razones, nos parece más lógico y equitativo el procedimiento, que
en un caso similar a este, adopta el a. 196 que hace cesar desde el día mismo del
abandono los efectos de la sociedad conyugal, en cuanto favorezcan al ausente.

L.C.P.

14371

A RIS. 699y 700 LIBRO PRIMERO

ARTICULO 699. Declarada la ausencia, se procederá, con citación


de los herederos presuntivos, al inventario de los bienes y
a la separación de los que deben corresponder al cónyuge
ausente.

Señala esta disposición un procedimiento similar al que establecen los aa. 203 y
204 respecto a la disolución y liquidación de la sociedad conyugal. Al igual que
en esas actuaciones legales, debe hacerse un inventario de los bienes sociales y
separar después los que correspondan a cada uno de los socios, para lo cual es
necesario liquidar previamente la sociedad conyugal de acuerdo con los proce-
dimientos ordinarios.
Cuando en una sucesión por causa de muerte los bienes distribuibles se
encuentran confundidos con los de la sociedad conyugal, es necesario proceder
primero a su liquidación con el fin de individualizar y singularizar conveniente-
mente los bienes sucesorios que en definitiva, constituirán el patrimonio partible.
Esta operación es aún más necesaria cuando en la sucesión no hay más
bienes que los provenientes de la sociedad conyugal.

L.C.P.

ARTICULO 700. El conyuge presente recibirá desde luego los


bienes que le correspondan hasta el dia en que la declara-
ción de ausencia haya causado ejecutoria. De esos bienes
podrá disponer libremente.

Confirma esta disposición lo expuesto en el comentario al articulo anterior, en


el sentido de que la interrupción acarrea la liquidación de la sociedad con-
yugal.
De acuerdo con lo establecido en los aa. 704 y 713, la sociedad conyugal
termina transitoria o definitivamente a contar de la fecha en que causa ejecuto-
ria la declaración de ausencia.
¿Qué régimen patrimonial viene a substituir a la sociedad conyugal desde esa
fecha? Al parecer se substituye desde ese mismo instante por el régimen de
separación de bienes. Ello se deduce del mecanismo de los sistemas patrimonia-
les creados por el legislador para el matrimonio y del texto del artículo que se
comenta, que en su parte final, faculta al cónyuge presente para recibir y
disponer libremente de los bienes que le correpondan en esa liquidación.

L.C.P.

14381

TITULO U1113E0100 CAPITULO IV ARTS, 701, 702 y 703

ARTÍCULO 701. Los bienes del ausente se entregarán a sus herede-


ros, en los términos prevenidos en el capítulo anterior.

Es obscura la redacción de este artículo, pero al parecer se refiere a los ganancia-


les conjuntamente con los demás bienes del ausente.

L.C.P.

ARTÍCULO 702. En el caso previsto en el artículo 697, si el cónyuge


presente entrare como heredero en la posesión provisio-
nal, se observará lo que ese artículo dispone.

Si se ha puesto a los herederos en posesión provisoria de los bienes del ausente y


éste regresa o se tienen noticias de su existencia y entre los herederos provisorios
se encuentra el cónyuge presente, deberá éste, conjuntamente con los demás
herederos provisorios, reintegrar esos bienes, conservando la totalidad o parte
de los frutos obtenidos durante ese lapso.

L.C. P.

ARTÍCULO 703. Si el cónyuge presente no fuere heredero, ni


tuviere bienes propios, tendrá derecho a alimentos.

Reitera este mismo principio el a. 714, con respecto a la posesión definitiva.


Ocurrirá lo que eta. 703 señala, cuando el ausente en su testamento omite a su
cónyuge y éste carece de bienes propios. (1368 fr. III).
Con respecto a la disposición que se comenta, es necesario puntualizar lo
siguiente: antes que el Tribunal declare la ausencia, existe sólo un conjunto de
bienes que pertenecen a una persona cuya existencia y paradero se ignoran.
Si el deudor se ausenta y deja bienes, su cónyuge, hijos y demás acreedores de
alimentos podrán exigir el pago de dichas prestaciones de acuerdo con las
normas generales sobre pago de pensiones alimenticias.
Al declararse la ausencia y la posterior entrega de los bienes a los poseedores
provisorios, el patrimonio del desaparecido pasa a ser administrado, ya sea por
el representante, o por los herederos presuntivos. Hasta ese instante, se supone
aún la supervivencia del desaparecido.
Parece lógico que al declararse la ausencia y la posterior entrega de los bienes
a los poseedores provisorios, los acreedores de alimentos sigan exigiendo su
pago sobre el patrimonio del ausente. En su representación actuarán las perso-
nas que señalan los aa. 660y 720, sin perjuicio de la intervención del MR Si no
fuere así, le bastaría al deudor para eludir el pago de los alimentos, ausentarse
del lugar de su residencia y ocultar su paradero.

1439]

AR I S. 703y. 704 LIBRO PRIMERO

En esta segunda etapa, no son aplicables aún las disposiciones sobre la


sucesión por causa de muerte (aa. 1291, 1655, 1656, 1826 y 2950 fr. 1), mientras
no fallezca el ausente o se le declare presuntivamen te muerto no existirá
derecho sucesorio alguno.
La disposición que permite al cónyuge exigir alimentos cuando no es herede-
ro y carece de bienes, no es de excepción, pues de acuerdo con las reglas
generales puede exigir el pago de alimentos durante esta etapa y sólo podrá
alterarse su derecho con la declaración de muerte del ausente, porque en tal caso
aplicarán las reglas especiales del derecho sucesorio.
Es necesario considerar que si el cónyuge y los acreedores de alimentos se
encuentran entre los herederos presuntivos, de acuerdo con lo establecido en el
a. 697, tendrán derecho a percibir los frutos que produzcan esos bienes, y si ellos
son iguales o superiores al monto de los alimentos a que tendrían derecho,
posiblemente ya no podrán exigirlos.
El a. 703 no otorga este mismo derecho a los concubínos, a quienes la ley de 27
de diciembre de 1983 equiparó a los cónyuges en la percepción de los beneficios
que consagran los aa. 302 y 1635.
¿Los habrá omitido el legislador? Para responder a esta pregunta es necesario
considerar que el a. 302 otorga derechos a alimentos a los eoncubinos, sólo
cuando se han cumplido los supuestos que señala el a. 1635; pero si antes de que
ello ocurra uno de los eoncubinos se ausenta en forma prolongada de su
domicilio y se ignora su paradero, el concubinato de hecho desaparece. Por lo
demás, la disposición que se comenta se encuentra ubicada en el capítulo IV del
título X1 que se refiere a la administración de los bienes del ausente casado.

L.C, P.

ARTÍCULO 704. Si el cónyuge ausente regresa o se probare su


existencia, quedará restaurada la sociedad conyugal.
Es necesario armonizar esta disposición con lo dispuesto en los aa. 697 y 702.
No dispone la ley la forma de restaurar la sociedad conyugal como lo hizo en
un caso similar en el a. 196 donde se exige la celebración de un convenio expreso
entre marido y mujer para restablecer sus efectos.
Tampoco dispone la ley si se produce de pleno derecho, de común acuerdo
entre los cónyuges o por orden o autorización judicial.
El artículo que se comenta dispone que la sociedad conyugal puede restable-
cerse cuando regresa el ausente o se prueba su existencia.
En el primer caso cuando regresa el ausente, podría tal vez aplicarse analógi-
camente lo dispuesto en el a. 196.
Con respecto a la restauración cuando se tienen noticias de la existencia del
ausente es necesario probar su posible existencia ante la autoridad judicial que
conoce del procedimiento de ausencia. En representación del ausente podrán

14401
11:1 II 1 M/111:1.10 1 !XI 11 () 11 1 111

intervenir las personas que señala el a. 720. Puede ocurrir que el ausente haya
sido designado administrador de la sociedad conyugal en las capitulaciones
matrimoniales, ¿podrá substituírsele por el cónyuge presente? La respuesta
afirmativa parece lógica, pues la sociedad conyugal no puede reconstituirse
mientras no exista un administrador.
No señala la ley cuál ha sido el régimen legal existente en el lapso comprendi-
do entre la interrupción y la restauración de la sociedad conyugal.
Una situación similar se produce en los casos que señalan los aa. 188 y 713. En
este último la sociedad conyugal se disuelve mas no el matrimonio el cual
continúa vigente según se desprende del a. 267, fr. X.
Creemos que en estos tres casos el régimen de sociedad conyugal queda
substituido por el de separación de bienes.

L.C,P.

CAPITULO V
De la presunción de muerte del ausente

ARTÍCULO 705. Cuando hayan transcurrido 6 años desde la decla-


ración de ausencia, el juez, a instancia de parte interesa-
da, declarará la presunción de muerte.
Respecto de los individuos que hayan desaparecido al
tomar parte en una guerra, o por encontrarse a bordo de
un buque que naufrague, o al verificarse una inundación
u otro siniestro semejante, bastará que hayan transcu-
rrido dos años, contados desde su desaparición, para que
pueda hacerse la declaración de presunción de muerte,
sin que en estos casos sea necesario que previamente se
declare su ausencia; pero sí se tomarán medidas provisio-
nales autorizadas por el capítulo I de este Título.
Cuando la desaparición sea consecuencia de incendio,
explosión, terremoto o catástrofe aérea o ferroviaria, y
exista fundada presunción de que el desaparecido se
encontraba en el lugar del siniestro o catástrofe, bastará
el transcurso de seis meses, contados a partir del trágico
acontecimiento, para que el juez de lo familiar declare
la presunción de muerte. En estos casos, el juez acorda-
rá la publicación de la solicitud de declaración de pre-
sunción de muerte, sin costo alguno y hasta por tres
veces durante el procedimiento, que en ningún caso
excederá de treinta días.

[441]
ARTS. 705 y 706 LIBRO PREMERO

Una vez efectuada la declaración de ausencia que prescribe el a. 675,1a situación


jurídica del ausente o del ignorado queda provisionalmente decidida aun con
todas las vicisitudes que pueda suponer la administración y conservación de los
bienes. Unicamente será cuestión de tiempo para arribar al siguiente status
jurídico que decidirá su muerte "legal" en forma presuntiva. Al efecto, deben
transcurrir seis años desde el momento en que se haya efectuado la declaración
de ausencia para que pueda solicitarse (es "a instancia de parte interesada"). La
ley no exige que dicha resolución cause ejecutoria para que pueda iniciarse el
cómputo.
Cuando haya sucedido la ausencia como resultado de una catástrofe natural
o humana, bastará que transcurran solamente dos años, o seis meses contados a
partir de la desaparición y no desde la declaración de ausencia que en este caso
no existe.
La presunción de la muerte guarda una evidente diferencia con la declaración
de ausencia. Esta última no hace sino constatar un hecho por sí mismo evidente,
que requiere simplemente de formalidades legales que nuevamente incorporen
al ámbito jurídico una situación fáctica que ha escapado a su atracción. Por su
parte, la declaración de presunción de muerte no constituye sino una suposición
más o menos fundada que de ninguna manera prejuzga sobre la desaparición
definitiva.

J. A. M.G.

ARTÍCULO 706. Declarada la presunción de muerte, se abrirá el


testamento del ausente, si no estuviere ya publicado,
conforme al artículo 680; los poseedores provisionales
darán cuenta de su administración en los términos preve-
nidos en el artículo 694, y los herederos y demás interesa-
dos entrarán en la posesión definitiva de los bienes, sin
garantía alguna. La que según la ley se hubiere dado
quedará cancelada.
Este precepto tiene especial aplicación en el caso del segundo párrafo del
artículo anterior, dado que no se presentó la necesidad de declarar previamente
la ausencia. Sin perjuicio de las medidas provisionales que se hayan tomado y
llegado el caso de declaración de presunción de la muerte, se abrirá el testamen-
to, los poseedores provisionales darán cuenta de su administración y los herede-
ros y demás interesados que resultaren entrarán en posesión de los bienes, ahora
de una manera definitiva.
En virtud de la presunción de definitividad que guarda la situación del
ausente, la ley exime del otorgamiento de garantía.
Esta posesión definitiva termina con un largo proceso que hubo de iniciarse
en el a. 648 con el apoderado, que siguió con el nombramiento de represen-
tante y posteriormente con el de poseedores con carácter provisional. Estos

[442]
f IITO UNDECEMO/ CAPE FU 1..0 V ARIS 706. 707 y 708

últimos se encuentran ahora en posibilidad de convertirse en poseedores defini-


tivos.

J.A.M.G.

ARTICULO 707. Si se llega a probar la muerte del ausente, la


herencia se defiere a los que debieran heredar al tiempo
de ella pero el poseedor o poseedores de los bienes heredi-
tarios, al restituirlos, se reservarán los frutos correspon-
dientes a la época de la posesión provisional, de acuerdo
con lo dispuesto en el artículo 697, y todos ellos, desde
que obtuvieron la posesión definitiva.

Una vez acreditada plenamente la presunción establecida formalmente por los


artículos que integran este capítulo, la cuestión asume un nuevo enfoque que
prescinde ya de los elementos excepcionales que integraban la situación ante-
rior. La herencia se refiere a los que deban heredar, conforme a las reglas
comunes del derecho sucesorio; los poseedores provisionales cuyo staiusjurídi-
co se transforma en el de herederos asumen ahora la definitiva propiedad de los
bienes, reservándose los frutos correspondientes a la época de la posesión
provisional, derecho éste que necesariamente comparten con los demás posee-
dores provisionales que resultaron desplazados por razón misma del término de
su encargo.
La última frase de este precepto no sólo resulta un poco confusa en el empleo
de la expresión "todos ellos", sino además evidentemente innecesaria dada la
natural facultad de accesión por parte del propietario.

J.A. M.G.

ARTÍCULO 708. Si el ausente se presentare o se probare su existen-


cia después de otorgada la posesión definitiva, recobrará
sus bienes en el estado en que se hallen, el precio de los
enajenados, o los que se hubieren adquirido con el mismo
precio; pero no podrá reclamar frutos ni rentas.

Este otro artículo conforma con el inmediato anterior una dualidad de disposi-
ciones que resumen el desenlace —en uno y en otro sentido— de los casos de
presunción de muerte, pues si el a. 707 no hace sino confirmar la presunción
lograda, este otro, por su parte, torna las cosas al estado anterior y asegura el
retorno del ausente a la plena disposición de sus bienes, incluso después de
otorgada la posesión en forma que parecía definitiva.

[443]
ARTS. 708, 709 y 710 LIBRO PRIMERO

La inexistencia del derecho al reclamo de frutos es desde luego una situación


de plena justicia en favor de los poseedores provisionales. En la práctica
seguramente se diluye por la cercanía o estrecho parentesco con el erróneamente
considerado ausente y muerto, salvo naturalmente en caso de una concurrencia
de acreedores.

J. A.M.G.

ARTÍCULO 709. Cuando hecha la declaración de ausencia o la


presunción de muerte de una persona, se hubieren aplica-
do sus bienes a los que por testamento o sin él se tuvieren
por heredados (sic.), y después se presentaren otros pre-
tendiendo que ellos deben ser preferidos en la herencia, y
así se declara por sentencia que cause ejecutoria, la entre-
ga de los bienes se hará a éstos en los mismos términos en
que, según los artículos 697 y 708 debieran hacerse al
ausente si se presentara.

Aun habiendo testamento —y con mayor frecuencia, en el caso de la herencia


legítima— es probable que alguna persona se crea con derecho a heredar al
ausente considerado muerto, habiendo resultado preferido en la sucesión.
Controvertido el asunto, no habrá dificultad alguna en que ocupe el lugar como
heredero tan pronto exista sentencia ejecutoriada que así lo declare. Si existen
situaciones de hecho irrevertibles, los bienes objeto de la sucesión pasarán a
poder del preterido en las condiciones en que se encontraren incluso dado el
caso de que se hubieren vendido, porque entonces se realizará la adjudicación
sobre el precio convenido.

J.A.M.G.

ARTICULO 710. Los poseedores definitivos darán cuenta al ausen-


te y a sus herederos. El plazo legal correrá desde el día en
que el primero se presente por si o por apoderado legíti-
mo, o desde aquel en que por sentencia que cause ejecuto-
ria se haya deferido la herencia.

El plazo legal de que habla este artículo es de tres meses, según lo establecido en
el a. 602.

J. A.M.G.

14441
TITULO UNDECIMCbCAPITULO V ARTS. 01 y 712

ARTÍCULO 711. La posesión definitiva termina:


I.— Con el regreso del ausente;
II.— Con la noticia cierta de su existencia;
III.— Con la certidumbre de su muerte;
IV.–Con la sentencia que cause ejecutoria, en el caso
del artículo 709.

Con elogiosa sistematización, el precepto en cita enumera las diversas hipótesis


en presencia de las cuales concluye la posesión definitiva, motivo de este
apartado. Si es el caso de certidumbre de la muerte del ausente, la posesión se
torna en propiedad por adjudicación hereditaria en el caso de los sucesores. Si
concurren acreedores bajo la forma de legatarios, donatarios, o cualquier otro
con un derecho a ejecutar en contra del ausente, podrán hacer efectivo su
derecho en virtud de sentencia ejecutoriada que así lo declare.
Si, por el contrario, es el caso de regreso del ausente o la noticia cierta de su
existencia aun en lugar lejano o inaccesible, las cosas retornan a la situación que
guardaban, salvo el caso de la modificación que se hubiere operado en los bienes
a resultas de la administración o necesidad de venta.
La hipótesis final de desplazamiento del heredero por el preterido que final-
mente resultó con mejor derecho es en principio ajena a la situación de ausencia,
y naturalmente depende del litigio que al respecto se establezca.

J.A.M.G.

ARTÍCULO 712. En el caso segundo del artículo anterior, los


poseedores definitivos serán considerados como provi-
sionales desde el día en que se tenga noticia cierta de la
existencia del ausente.

Como con la simple noticia de la existencia del considerado muerto no puede


ponerse fin a la posesión hasta entonces definitiva, la ley prolonga la posesión
ahora bajo la forma jurídica de provisional en tanto el ausente se presente al
lugar donde se sigue el trámite. Esto tiene importantes consecuencias; p.c., en
cuanto a los frutos de la cosa, en virtud de que bajo la posesión provisional el
poseedor hace suyos todos los frutos industriales, pero sólo la mitad de los
naturales y civiles, evento este último que no tiene lugar en el caso de la posesión
definitiva.

J.A.M.G.

[445]
ARTS 713, 714 y 715 LIBRO PRIMERO

ARTÍCULO 713. La sentencia que declare la presunción de muerte


de un ausente casado, pone término a la sociedad conyu-
gal.

El precepto debe relacionarse con el a. 197 y después, con el 205, que prevé la
posesión y administración del fondo social con intervención del representante
de la sucesión mientras no se verifique la participación de los bienes. En caso de
retorno del ausente, se aplicará lo dispuesto en el a. 704.

ARTÍCULO 714. En el caso previsto por el artículo 703, el cónyuge


sólo tendrá derecho a los alimentos.

Con innecesaria repetición, el código hace referencia a la misma hipótesis del


a. 703 para el caso del cónyuge presente que, sin tener bienes propios, o resultan-
do desplazado en la testamentaría, tendrá intacto su derecho a alimentos, que
podrá deducir del acervo hereditario.

JAMO.

CAPITULO VI
De los efectos de la ausencia respecto de
los derechos eventuales del ausente

ARTÍCULO 715. Cualquiera que reclame un derecho referente a


una persona cuya existencia no esté reconocida, deberá
probar que esta persona vivía en el tiempo en que era
necesaria su existencia para adquirir aquel derecho.

La existencia de la persona desde un punto de vista físico, es la base para su


existencia desde el punto de vista jurídico. Con la muerte se termina la persona-
lidad jurídica del sujeto. La personalidad es la cualidad del sujeto en virtud de la
cual se le considera centro de imputación de relaciones jurídicas, es el presupuesto
para ser sujeto de derechos y de obligaciones. En consecuencia, nadie puede
reclamar un derecho cuando la existencia misma del presunto obligado, sea
dudosa. La carga de la prueba de que esta persona existía al tiempo de quedar
concluido el negocio jurídico, corresponde al reclamante.

C.G. M.

1446]
TITULO UNDECIMO, CAPITULO VI ARTS 7)6. 717 y 718

ARTICULO 716. Si se defiere una herencia a la que sea llamado un


individuo declarado ausente o respecto del cual se haya
hecho la declaración de presunción de muerte, entrarán
sólo en ella los que debían ser coherederos de aquél o
suceder por su falta; pero deberán hacer inventario en
forma de los bienes que reciban.

La situación del ausente no es igual a la de una persona fallecida. Si alguien


fallece sin aceptar o repudiar una herencia, su derecho pasa a sus herederos;
igualmente, si alguien repudia la herencia, disfrutan de ella sus herederos, si no
hay substitutos testamentarios. Pero los herederos que acceden a la herencia en
lugar del fallecido o del repudiante, están obligados a realizar inventario de
lo que reciban. El inventario que dispone este precepto procura salvaguardar los
derechos del ausente (ver comentarios al a. 1659).

ARTÍCULO 717. En este caso, los coherederos o sucesores se consi-


derarán como poseedores provisionales o definitivos de
los bienes que por la herencia debían corresponder al
ausente, según la época en que la herencia se defiera.

Ver comentarios a los aa. 716, 718 y 719.

C.G. M.

ARTICULO 718. Lo dispuesto en los artículos anteriores, debe en-


tenderse sin perjuicio de las acciones de petición de heren-
cia y de otros derechos que podrán ejercitar el ausente, sus
representantes, acreedores o legatarios, y que no se extin-
guirán sino por el transcurso del tiempo fijado para la
prescripción.

La petición de herencia es una acción real que la ley concede al heredero


preterido, contra el que está en poder de la herencia, para hacer valer su
vocación hereditaria y obtener la entrega de lo que pudiere corresponderle ene!
acervo hereditario, con los frutos, acciones e indemnizaciones que correspon-
dan. Es necesario aclarar que quien esté en posesión de los bienes hereditarios
que correspondan al ausente según lo prevé el a.716, no ha procedido de mala fe;
por lo tanto, el ausente que comparezca no tendrá derecho a reclamar los frutos
(a. 719), ni los daños y perjuicios. Este precepto concede la legitimación activa

I447j

ARTS. 71!1. 719 y 720 1111RO PRIMERO

de la acción de petición de herencia al propio ausente, sus representantes (man-


datarios con poder en forma, quienes ejerzan la patria potestad o la tutela sobre
él), acreedores o legatarios; la acción de petición de herencia está legislada en los
aa. 13 y 14 del CPC.

C.G. M.

ARTÍCULO 719. Los que hayan entrado en la herencia harán suyos


los frutos percibidos de buena fe, mientras el ausente no
comparezca, sus acciones no sean ejercitadas por sus
representates, o por los que por contrato o cualquiera
otra causa tengan con él relaciones jurídicas.

Cuando se defiere una herencia a la que sea llamado un individuo declarado


ausente, o a cuyo respecto se haya hecho declaración de presunción de muerte,
quien acceda a la masa hereditaria que correspondería al ausente, de acuerdo a
lo prescrito por el a. 716, lo hace de buena fe; por lo tanto, tiene derecho a hacer
suyos los frutos de las cosas hereditarias. La percepción de los frutos para el
poseedor de la herencia queda suspendida cuando el ausente, sus respresentan-
tes o quienes tengan con él relaciones jurídicas, ejerzan las acciones legales
pertinentes, que pueden ser la de petición de herencia o, en caso de acreedores,
las que persigan el cobro de los créditos.

C.G. M.

CAPITULO VII
Disposiciones generales

ARTÍCULO 720. El representante y los poseedores provisionales y


definitivos, en sus respectivos casos, tienen la legítima
procuración del ausente en juicio y fuera de él.

Con respecto a los representantes, el a. 660 contiene una disposición similar.


Los aa. 681 y siguientes consideran en conjunto el mismo principio, con
respecto a los poseedores provisionales.
Es necesario hacer presente que el a. 2280 en su fr. V, prohibe a los represen-
tantes, administradores e interventores, en caso de ausencia, comprar los bienes
de cuya administración se hallen encargados y el a. 2282 sanciona con nulidad la
infracción a dicha disposición.
Debemos también recordar que los aa. 651, 656 y 673 fr. V, obligan al MP a

[448]
TITULO UNDECIMOICAPITULO VII ARTS, 720. 721 y 722

intervenir en los casos de ausencia en resguardo de los intereses del desaparecido


o de sus familiares.

L.C.P.

ARTÍCULO 721. Por causa de ausencia no se suspenden los térmi-


nos que fija la ley para la prescripción.

La disposición que se comenta reitera la regla general que consigna el a. 1165


según la cual la prescripción puede comenzar y correr contra cualquier persona,
salvo las excepciones que señala la ley.
El a. 1167 no contempla a los ausentes dentro de las excepciones que allí se
señalan. Es cierto que la fr. V de este artículo dice que la prescripción no puede
comenzar ni correr contra los ausentes del DF que se encuentren en servicio
público, pero la expresión "ausentes" que emplea esta disposición tiene un
sentido diverso de la ausencia que contempla el título X1 del libro primero, pues
se refiere a los servidores públicos que en razón de las funciones que deben
desempeñar, no pueden residir en el DF.

L.C. P.

ARTÍCULO 722. El Ministerio Público velará por los intereses del


ausente, será oído en todos los juicios que tengan relación
con él, y en las declaraciones de ausencia y presunción de
muerte.

Los aa. 651, 656 y 673 fr. IV ya se habían ocupado de esta materia.
La legislación civil adopta las medidas más adecuadas, para evitar que
mediante procedimientos ocultos puedan lesionarse los intereses del ausente.
Los aa. 35 y 131 son una demostración clara de lo dicho. Estas disposiciones
obligan a los jueces que declaran la ausencia o la presunción de muerte, a
remitir, dentro del término de ocho días al juez del registro civil correspondien-
te, copia certificada de las ejecutorias respectivas, las que deben anotarse en las
actas que señala el a. 132.
Tiene importancia extraordinaria la disposición que comentamos, en las
actuaciones procesales en que sea parte el ausente. El a. 637 del CPC del DF
dice:
En toda clase de juicios, cuando se constituye en rebeldía un litigante,
no compareciendo en el juicio después de citado en forma, no se volverá a
practicar diligencia alguna en su busca. Todas las resoluciones que de allí
en adelante recaigan en el pleito y cuantas citaciones deban hacérsele, se

[449]
ARTS. 722 y 723 LIBRO PRIMERO

notificarán por el Boletín Judicial, salvo en los casos en que otra cosa se
convenga.

Este artículo se encuentra ubicado en el título IX, capítulo I, que trata "del
procedimiento estando ausente el rebelde".
Sin perjuicio de lo establecido en el a. 720 que se refiere a la procuración, el
MP deberá velar por los intereses del ausente, para lo cual estará presente y será
oído en todos los litigios que tengan relación con el desaparecido.
En los juicios, según lo d ispone el a. 715, recae sobre el pretensor la carga de la
prueba de la existencia del ausente.
L.C.P.

TITULO DUODECIMO
del patrimonio de la familia
CAPITULO UNICO

ARTICULO 723. Son objeto del patrimonio de la familia:


1.—La casa habitación de la familia;
II.—En algunos casos, una parcela cultivable.

La fuente legislativa del patrimonio familiar se localiza, en la C que desde su


promulgación (5 de febrero de 1917) lo consagra, como institución para la
protección de la familia, tendente al fortalecimiento económico de este grupo,
célula primordial y básica de la sociedad. El inciso g fr. XVII del a. 27
constitucional, y la fr. XXVIII del a. 123 apartado "A" de la C expresan
respectivamente:

Las leyes locales organizarán el patrimonio de familia, determinando


los bienes que deben constituirlo, sobre la base de que será inalienable y
no estará sujeto a embargo ni a gravamen ninguno.
Las leyes determinarán los bienes que constituyan el patrimonio de la
familia, bienes que serán inalienables, no podrán sujetarse a gravámenes
reales ni embargo, y serán transmisibles a título de herencia, con simplifi-
cación de las formalidades de los juicios sucesorios.

Se establece en el primero de estos preceptos lo que se ha llamado patrimo-


nio familiar rural, y en el a. 123 el patrimonio familiar urbano.
El CC, de acuerdo con lo dispuesto en la C. fija en este artículo qué bienes
pueden constituir el patrimonio familiar, organizando su régimen sobre la base
de que sólo determinados inmuebles pueden ser objeto de él, a saber: la casa
habitación de la familia y, en algunos casos, la parcela cultivable. Se trata de
bienes considerados indispensables para la subsistencia del grupo familiar.

14501
TITULO DUODECIMO
del patrimonio de la familia
CAPITULO UNICO
ARTS. 722 y 723 LIBRO PRIMERO

notificarán por el Boletín Judicial, salvo en los casos en que otra cosa se
convenga.
Este articulo se encuentra ubicado en el título IX, capítulo I, que trata "del
procedimiento estando ausente el rebelde".
Sin perjuicio de lo establecido en el a. 720 que se refiere a la procuración, el
MP deberá velar por los intereses del ausente, para lo cual estará presente y será
oído en todos los litigios que tengan relación con el desaparecido.
En los juicios, según lo dispone el a. 715, recae sobre el pretensor la carga de la
prueba de la existencia del ausente.
L.C.P.

TITULO DUODECIMO
del patrimonio de la familia
CAPITULO UNICO

ARTÍCULO 723. Son objeto del patrimonio de la familia:


1.—La casa habitación de la familia;
II.—En algunos casos, una parcela cultivable.

La fuente legislativa del patrimonio familiar se localiza, en la C que desde su


promulgación (5 de febrero de 1917) lo consagra, como institución para la
protección de la familia, tendente al fortalecimiento económico de este grupo,
célula primordial y básica de la sociedad. El inciso g fr. XVII del a. 27
constitucional, y la fr. XXVIII del a. 123 apartado "A" de la C expresan
respectivamente:
Las leyes locales organizarán el patrimonio de familia, determinando
los bienes que deben constituirlo, sobre la base de que será inalienable y
no estará sujeto a embargo ni a gravamen ninguno.
Las leyes determinarán los bienes que constituyan el patrimonio de la
familia, bienes que serán inalienables, no podrán sujetarse a gravámenes
reales ni embargo, y serán transmisibles a titulo de herencia, con simplifi-
cación de las formalidades de los juicios sucesorios.
Se establece en el primero de estos preceptos lo que se ha llamado patrimo-
nio familiar rural, y en el a. 123 el patrimonio familiar urbano.
El CC. de acuerdo con lo dispuesto en la C. fija en este artículo qué bienes
pueden constituir el patrimonio familiar, organizando su régimen sobre la base
de que sólo determinados inmuebles pueden ser objeto de él, a saber: la casa
habitación de la familia y, en algunos casos, la parcela cultivable. Se trata de
bienes considerados indispensables para la subsistencia del grupo familiar,

[4501
TITULO DUODECIMO/CAPITULO UNICO ARTS. 723 y 724

necesarios para la paz doméstica, cuyo valor no debe ser mayor a la cantidad
que resulte de multiplicar por 3,650 el importe del salario mínimo general diario
vigente en el DE (véase comentario al a. 730); y que tienen como característica
ser inalienables y no estar sujetos a embargo ni a gravamen alguno (véase
comentario al a. 727).
En diferentes épocas y en los lugares más diversos se ha buscado fortalecer a
la familia con ciertos bienes destinados a darle solidez. En la época prehispánica
puede citarse a las parcelas que se adscribían a las familias que habitaban en los
barrios (Calpulli). El fuero viejo de Castilla instituyó el patrimonio familiar en
favor de los campesinos, y lo constituían la casa, la huerta y la era (Ley 10, título
lo., lib. IV). Nuestra LRF (9 de abril de 1917) dispuso como patrimonio de la
familia la casa en que estuviere establecida la morada conyugal y los muebles de
ella (a, 284). En la Unión Americana el Homestead u hogar seguro tiene por
objeto a una pequeña propiedad inmueble, urbana o rural e instrumentos de
trabajo. En Italia se prevé la constitución del patrimonio familiar sobre bienes
inmuebles o títulos de crédito. En Argentina la ley 14,394 declara que toda
persona puede constituir en bien de familia un inmueble urbano o rural de su
propiedad cuyo valor no exceda las necesidades del sustento y vivienda de
su familia (a. 34). En el Código familiar de Bolivia se determina como objeto
de patrimonio familiar un inmueble o una parte del mismo destinada a la
vivienda, pudiendo agregarse los muebles de uso ordinario (a. 31).
Con el fin de que el patrimonio de familia realmente constituya una garantía
para ésta y desempeñe el importante papel de dar la solidez y fortaleza necesaria
a la familia, algunos doctrinarios han estimado indispensable que además del
inmueble se comprenda al mobiliario de uso doméstico, e incluso a la unidad
económica de explotación familiar (pequeño comercio, industria, taller, etc.).
La LG1COA consideraba (a. 118) como patrimonio familiar, hasta la suma
de $50,000.00 por titular, las cantidades que tuvieran por lo menos un año de
depósito en cuenta de ahorro, y las amparadas por títulos de capitalización en
vigor por más de un ario, así como los bonos de ahorro transferibles y los bonos
de ahorro para la vivienda.
La LRSPBC en vigor (aa. 43 y 44) dispone que las cantidades que tengan por
lo menos un año en depósito en cuenta de ahorro, no estarán sujetas a embargo
hasta la suma equivalente a cinco veces el salario mínimo general diario vigente
en el DF elevado al año.

C.L.V.

ARTÍCULO 724. La constitución del patrimonio de la familia no


hace pasar la propiedad de los bienes que a él quedan
afectos, del que lo constituye a los miembros de la familia
beneficiaria. Estos sólo tienen derecho de disfrutar de
esos bienes, según lo dispuesto en el artículo siguiente.

14511

ARTS. 724 y 725 LIBRO PRIMERO

El sistema que establece el CC respecto del patrimonio de familia, está organiza-


do sobre la base de que no se transmite la propiedad de los bienes a ninguno de
los miembros de dicho grupo, ni a la familia misma considerada colectivamente.
Patrimonio de la familia no significa patrimonio perteneciente a la familia, a
la que no se le reconoce personalidad jurídica, ni significa patrimonio en
copropiedad o comunidad familiar; se trata de un conjunto de bienes que
forman parte del patrimonio de la persona que lo constituye, y al constituirse el
patrimonio familiar, se destina a un fin específico: la subsistencia y desarrollo de
la familia,
La doctrina moderna sobre el patrimonio, ha creado los llamados patrimo-
nios de destino o afectación, que se caracterizan como universalidades de hecho
que la ley regula de manera autónoma para la realización de fines jurídico-
económicos (Rojina Villegas, Rafael, Compendio de derecho civil, t. I. Méxi-
co, Porrúa, 1982, p. 222). Tal es el caso del patrimonio familiar, vinculado a la
satisfacción del bienestar económico familiar; y aunque la persona que lo
constituye no deja de ser propietaria, en razón de su destino especial, los bienes
que lo forman son intangibles a la acción de sus acreedores (véase comentario al
a, 727).
En cuanto a los miembros del grupo. éstos sólo adquieren el derecho de dis-
frutar la casa habitación y la parcela cultivable, en su caso, surgiendo. propia-
mente una comunidad de goce y disfrute (Galindo Garfias, Ignacio, Derecho
civil, México. Porrúa, 1982, pp. 715 y 721).

C.L. V.

ARTÍCULO 725. Tienen derecho de habitar la casa y de aprovechar


los frutos de la parcela afecta al patrimonio de la familia,
el cónyuge del que lo constituye y las personas a quienes
tiene obligación de dar alimentos. Ese derecho es intrans-
misible; pero debe tenerse en cuenta lo dispuesto en el
artículo 740.

El concepto de patrimonio familiar se halla íntimamente ligado con la obliga-


ción alimenticia que está a cargo de los miembros de la familia. Así la consti-
tución de este patrimonio crea el derecho, en favor del cónyuge o del concubi-
no o concubina del constituyente (véase comentario al a. 302) y de las personas
a quienes éste tiene obligación de dar alimentos, de habitar la casa común y de
aprovechar los frutos de la explotación agrícola de la parcela.
Parte de la doctrina juzga que los fines de afectación de esos bienes para el
sustento del grupo familiar se limitan a la familia considerada en sentido
restringido, o sea el padre, la madre y los hijos; otra parte piensa que se extiende
a todos los acreedores alimentarios. La exposición de motivos del CC es

[452]
TIT U LO [)IJODECIMO CAPUT LO UNICO ARTS. 725 y 726

favorable a la primera idea, que parece la más adecuada si se atiende a que se


trata de un patrimonio de la familia no de los parientes o acreedores alimenta-
rios en general. El a. 731 fr. Hl obliga a individualizar a los familiares benefi-
ciarios.
Por su vinculación con la obligación alimentaria, el derecho a habitar la
morada conyugal y aprovechar los frutos de la parcela es personalísimo, y por lo
tanto resulta intransmisible, de manera que nadie se puede colocar en lugar de
los beneficiarios para exigir el uso y disfrute que corresponde sólo a éstos.
Cuando lo exija un tercero será siempre en nombre de los beneficiarios. Por otra
parte, a ese derecho de los miembros de la familia también corresponde la
obligación de habitar la casa habitación y de cultivar la parcela (véase comenta-
rio al a. 740); en razón de esto, la autoridad delegacional del lugar en que esté
constituido el patrimonio familiar, puede, por justa causa, autorizar que los
bienes que lo forman se den en arrendamiento o aparcería hasta por un año.

C.L. V.

ARTf CULO 726. Los beneficiarios de los bienes afectos al patrimo-


nio de la familia serán representados en sus relaciones
con tercero, en todo lo que al patrimonio se refiere, por el
que lo constituyó, y, en su defecto, por el que nombre la
mayoría.
El representante tendrá también la administración de
dichos bienes.
Cada uno de los miembros del grupo familiar, en cuanto beneficiario del uso y
disfrute de la casa habitación y de la parcela afecta al patrimonio de la familia,
estará representado en sus relaciones jurídicas con terceros, en todo lo concer-
niente a esos bienes, por el propietario de los mismos, o sea por el que constituyó
el patrimonio familiar (que también es beneficiario), quien igualmente será
administrador de los bienes. Sin embargo, la mayoría de los beneficiarios podrá
decidir que sea otra persona quien los represente y administre, situación en la
que, en caso de conflicto, el juez resolverá con aplicación de lo establecido en el
C PC para el DF, en el capítulo de controversias del orden familiar (aa. del 940 al
956). Esta persona, nombrada por la mayoría. habrá de ser uno de los beneficia-
rios y no un tercero, pues no parece desprenderse lo contrario de este artículo.
ni de los fines y naturaleza misma del patrimonio familiar. Esto a diferencia,
p.c., de lo que ocurre en Italia donde el tribunal puede confiar la administración
de los bienes del patrimonio familiar a un tercero que habrá de escogerse, de
preferencia, entre los parientes más próximos (Rotondi, Mario, Instituciones
de derecho privado, Barcelona, Labor, 1955, p. 562).

C.L.V.

[453]

ART. 727 LIBRO PRIMERO

ARTICULO 727. Los bienes afectos al patrimonio de la familia son


inalienables y no estarán sujetos a embargo ni a grava-
men alguno.

Los bienes que constituyen el patrimonio de familia, por razón de su afectación


a ese fin especifico de cubrir las necesidades de habitación y subsistencia del
grupo familiar, quedan, por mandato de la ley, separados del poder de disposi-
ción del dueño de ellos y sustraídos de la acción de los acreedores de los
miembros de la familia para hacerse pago de sus créditos, constituyendo una
excepción a la regla de que el deudor responde del cumplimiento de sus
obligaciones con todos sus bienes (véase comentario al a. 2964). (Véase a. 544
fr. I del CPC del DF).
La finalidad altruista de solidaridad familiar que significa la constitución del
patrimonio de la familia justifica plenamente esta inembargabilidad e intrans-
misibilidad de los bienes con los que ha sido constituido; por encima de los in-
tereses del propietario de esos bienes y de los intereses de los acreedores de los
miembros del grupo familiar se encuentra la satisfacción de las necesidades de la
familia que como célula primaria natural y fundamento de la sociedad, se debe
poner al abrigo de los sobresaltos e incertidumbre económica, que necesaria-
mente encierra el porvenir, para garantizar su conservación y continuidad. Por
ello en este artículo del CC para el DF se dispone ese carácter inalienable e
inembargable, carácter que además reviste al patrimonio de familia regulado
por los códigos de los diferentes estados de la República mexicana, toda vez que
la C en el inciso g de la fr. XVII del a. 27 y en la fr. XXVIII del apartado "A" del
a. 123, establece que los bienes que constituyan el patrimonio de la familia serán
inalienables y no estarán sujetos a embargo ni gravamen. Nuestro máximo
tribunal sobre esto ha sostenido:

El artículo 123 constitucional, en su fracción XXVIII, prohibe de una


manera terminante que el patrimonio familiar pueda ser gravado o
rematado, puesto que lo considera inalienable; de lo que se infiere que los
actos ejecutados contra el tenor de esa disposición, son nulos de pleno
derecho y no pueden surtir efecto alguno, aun cuando se consientan por
el interesado". (SJF, 5a. época, t. XLI, p. 1141).

Al establecer el inciso g, fr. XVII del a. 27 constitucional, de una manera clara


y terminante, que el patrimonio de familia debe ser inalienable, y que no estará
sujeto a embargo ni a gravamen ninguno, es porque quiso excluir también los
gravámenes o embargos fiscales, pues habló en forma absoluta y sin distinción,
y es bien sabido que donde la ley no distingue, nadie puede distinguir; por otra
parte, si subsistiesen los embargos fiscales sobre el patrimonio de familia,
entonces éste ya estaría sujeto a algún embargo o gravamen y existirían éstos, a
pesar de que la C está usando la expresión concluyente y exclusiva, "ninguno";

[454]
rufo I11.10DECIMO CAPI11:1 O UNECO AR I S. 727, 728 y 729

es decir, existiría alguno, que es cosa enteramente contraria a la expresión


"ninguno" que usa la C. Ahora bien, aun suponiendo que no se pudiese hacer
efectivo un impuesto predial sobre el patrimonio de familia, tal cosa no signifi-
caría una exención de impuestos, prohibida por el a. 28 constitucional, desde el
momento en que todos los conceptos de la C deben entenderse relacionados o
limitados entre sí y, en último caso, el a. 27 constitucional contendría, en este
punto (si se supusiera que por no poderse hacer efectivos los impuestos prediales
en el patrimonio familiar, esto constituyera una exención), una limitación al
propio a. 28, ya que, como antes dijimos, no se trata de declarar la exención de
impuestos al patrimonio de familia, sino de declarar que éste no puede ser
embargado, rematado ni enajenado de ninguna manera por prescripción termi-
nante del a. 27 constitucional (S.1F, 5a. época, t. XLVI, p. 4034).
Empero, la inalienabilidad e inembargabilidad, sólo se tendrá frente a terce-
ros a partir de la inscripción de la constitución del patrimonio familiar en el
RPP. (Véase comentario a los aa. 732, 3007 y 3042, fr. II).
C. L.V.

ARTICULO 728. Sólo puede constituirse el patrimonio de la fami-


lia con bienes sitos en el lugar en que está domiciliado el
que lo constituya.
El patrimonio familiar debe constituirse con bienes ubicados precisamente en el
domicilio de quien lo constituye. Si quien pretende crearlo es uno de los
cónyuges, para los efectos de este artículo habrá que ceñirse al concepto de
domicilio conyugal (véase comentario al a. 163).
El a. 731, acorde con lo en este precepto establecido, prevé como una de las
condiciones para la constitución del patrimonio de familia, que el miembro de la
familia que quiera constituirlo deba acreditar al juez, que está domiciliado en el
lugar donde quiere constituir el patrimonio.
C.L.V.

ARTICULO 729. Cada familia sólo puede constituir un patrimo-


nio. Los que se constituyan subsistiendo el primero, no
producirán efecto legal alguno.

Con el patrimonio de familia se busca que los miembros de un grupo familiar


tengan la garantía de una casa habitación y, en algunos casos, de una parcela
cultivable que les proporcione cierta seguridad económica. A tal propósito, esos
bienes se afectan a un régimen de inalienabilidad e inembargabilidad que los
sustrae de la prenda general de los acreedores y de la libre disposición del
propietario. Pero este régimen es excepcional y por lo mismo limitado, pues
cada familia no puede tener sino un patrimonio familiar; lo contrario resultaría

1455]
ARTS. 729.730y 731 LIBRO PRIMERO

antieconómico, al generar problemas de amortización y de pérdida del crédito


personal, y sería además contrario a la razón de ser de la afectación, que no es
sino la de garantizar la subsistencia del grupo familiar, a través de la creación y
protección de un pequeño patrimonio familiar.
Todo patrimonio familiar que se pretenda constituir subsistiendo el primero,
dispone este artículo, no producirá efecto legal alguno. Esto significa que el acto
de constitución de más de un patrimonio familiar, por familia, será inexistente,
por imposibilidad jurídica del objeto.

C.L.V.

ARTICULO 730. El valor máximo de los bienes afectados al patri-


monio de familia, conforme al artículo 723, será la canti-
dad que resulte de multiplicar por 3650 el importe del
salario mínimo general diario vigente en el Distrito Fede-
ral, en la época en que se constituya el patrimonio.

Para evitar fraudes a acreedores y para limitar el patrimonio familiar a las


necesidades estrictas de la familia, cuida la ley de asignar un valor máximo a los
bienes afectados por él.
Al entrar en vigor el CC se precisaban las sumas, que hoy se nos antojan. con
toda razón, ridículas, de $6,000 para la municipalidad de México; $3,000 para el
resto del DF y para el Distrito Norte de la Baja California; $1,000 para el Dis-
trito Sur y Territorio de Quintana Roo. Sucesivamente se fueron aumentan-
do los valores a $25,000 (DO, 27 Feb. 1951), y luego, años después a $50,000. El
28 de mayo de 1976, último día del período extraordinario, la Cámara de
Diputados aprobó por unanimidad la reforma al a. 730, en el que a través de una
fórmula flexible se elevó el valor máximo de los bienes afectos al patrimonio de
familia (lbarrola, Antonio de, Derecho de familia. México, Porrúa), quedando
este precepto redactado, desde entonces, en la forma en que se encuentra.

C.L.V.

ARTÍCULO 731. El miembro de la familia que quiera constituir el


patrimonio, lo manifestará por escrito al Juez de su
domicilio, designando con toda precisión y de manera
que puedan ser inscritos en el Registro Público, los bie-
nes que van a quedar afectados, además comprobará lo
siguiente.
1.—Que es mayor de edad o que está emancipado;

1456]
TITULO DUODECIMO/ CA PULLO UNICO ART. 731

está domiciliado en el lugar donde se quiere


constituir el patrimonio;
111.—La existencia de la familia a cuyo favor se va
constituir el patrimonio. La comprobación de los víncu-
los familiares se hará con las copias certificadas de las
actas del Registro Civil;
IV.—Que son propiedad del constituyente los bienes
destinados al patrimonio, y que no reportan gravámenes
fuera de las servidumbres;
V.—Que el valor de los bienes que van a constituir el
patrimonio no excede del fijado en el artículo 730.

El CC dispone para la constitución del patrimonio de la familia tres sistemas: el


voluntario judicial, el forzoso (véase comentario al a. 734), y el voluntario
administrativo (véase comentarios a los aa. 735, 736 y 737). Al primero de estos
sistemas se refiere este artículo.
La constitución voluntaria del patrimonio familiar consiste en que un miem-
bro de la familia destine voluntariamente ciertos bienes inmuebles de su propie-
dad, para proporcionar a quienes dependen de él un hogar seguro y medios de
subsistencia. Pero, para que tal constitución tenga lugar, es indispensable que
este miembro de la familia manifieste por escrito al juez de su domicilio, en
jurisdicción voluntaria (véase aa. 893 a 901, del CPC para el DF), su deseo de
crear el patrimonio familiar, señalando con toda precisión y claridad los bienes
que pretende afectar, para que pueda ser inscrita tal afectación en el RPP (véase
comentarios a los aa. 732 y 3042). Además, es necesario que compruebe lo
siguiente:
I. Que es mayor de edad o que está emancipado.
Es natural que los menores de edad no emancipados, que están sujetos a
patria potestad o bajo tutela y que por razón de minoría de edad no están
obligados a proporcionar alimentos, sino a recibirlos, no puedan constituir el
patrimonio familiar.
II. Que tenga su domicilio en el lugar donde se quiere constituir el patrimonio.
El a. 728 establece que sólo puede constituirse el patrimonio de la familia con
bienes que se encuentren en el lugar en que tenga su domicilio el que lo
constituya.
III. La existencia de la familia en cuyo favor se va a constituir el patrimonio.
Puesto que se trata de constituir un patrimonio para garantizar la subsisten-
cia de la familia, es requisito sine qua non comprobar que esa familia exista,
pues sin ella no podría alcanzarse el fin perseguido por aquella institución. Esta
comprobación se hará con las copias certificadas del registro civil, dado que son
el medio idóneo para probar los actos del estado civil y familiar (véase el
comentario al a. 340).

1457]
ARTE. 731 y 732 LIBRO PRIMERO

IV.Que son propiedad del constituyente los bienes destinados al patrimonio.


y que no reportan gravámenes, fuera de las servidumbres.
Con el titulo de propiedad de los bienes que se pretende añadir al patrimonio
familiar, y con el certificado de gravámenes respecto a los mismos podrá
acreditarse este requisito.
Sobre este punto, la SCJN ha dicho: "es incuestionable que la propiedad no
da derecho a la constitución del patrimonio familiar, por ausencia del requisito
para su establecimiento, esto es, el de que el predio relativo sirva de habitación
familiar (SJF, 5a. época, t. LVII, p. 801).
V. Que el valor de los bienes que van a constituir el patrimonio no exceda del
fijado en el a. 730.
Esto deberá acreditarse mediante avalúo reciente practicado por institución o
peritos autorizados por la ley.

C.L.V.

ARTÍCULO 732. Si se llenan las condiciones exigidas en el artículo


anterior, el Juez, previos los trámites que fije el Código de
la materia, aprobará la constitución del patrimonio de la
familia y mandará que se hagan las inscripciones corres-
pondientes en el Registro Público.

Satisfechos los requisitos fijados en el a. 731, el juez deberá aprobar la constitu-


ción del patrimonio de familia y librará las órdenes necesarias para que se hagan
las inscripciones correspondientes en el RPP.
El trámite judicial para la constitución voluntaria del patrimonio de familia,
se llevará al cabo en jurisdicción voluntaria, de acuerdo con lo que sobre la
materia contiene el CPC (aa. 893 a 901). Es necesario recordar que según el
a. 893 del mencionado código, la jurisdicción voluntaria comprende únicamente
aquellos actos en los que, por disposición de la ley —como en el caso de la
constitución voluntaria del patrimonio familiar— o por solicitud de los intere-
sados, se requiere la intervención judicial sin que se halle promovida ni se
promueva cuestión alguna entre parte detérminada.
La inscripción de la constitución del patrimonio de familia en el RPP
producirá el efecto inmediato de sustraer los bienes patrimoniales afectados a
embargo. Esta inscripción, como todas en el RPP, desempeña una función
fundamental de publicidad, conforme a la que se llena la necesidad de que haya
una notificación pública y auténtica, a la sociedad, de la existencia de los
derechos que se inscriben. Ella evita fraudes y abusos pues pone de manifiesto la
condición de los inmuebles. El a. 3042 fr. II del CC dispone: "En el Registro
Público de la Propiedad inmueble se inscribirán:... II.- La constitución del
patrimonio familiar". El a. 3007, del mismo ordenamiento preceptúa: "Los

[4581
TITULO DUODECI MO,+ CAPITU LO U NICO ARTS, 732, 733y 734

documentos que conforme a este código sean registrables y no se registren, no


producirán efectos en perjuicio de tercero". El CPC establece: "Quedan excep-
tuados de embargo: .. Los bienes que constituyen el patrimonio de familia, des-
de su inscripción en el RPP, .." (a. 544, fr. I). El CFF declara: "El Patrimonio de
familia queda exceptuado de embargo, en los términos que establezcan las leyes,
desde su inscripción en el RPP". {a. 97, fr. X).
Por la inscripción de la constitución del patrimonio de familia se pagará por
concepto de derechos la cuota que al efecto fija la fr. II del a. 74 de la LHD DF.

C. L.V.

ARTICULO 733. Cuando el valor de los bienes afectos al patrimo-


nio de la familia sea inferior al máximum fijado en el
artículo 730, podrá ampliarse el patrimonio hasta llegar a
ese valor. La ampliación se sujetará al mismo procedi-
miento que para la constitución fije el Código de la
materia.

En este artículo se regula la posibilidad de ampliación del patrimonio familiar.


Esto podrá ocurrir cuando el valor de los bienes afectos sea menor a la cantidad
que resulte de multiplicar por 3 650 el importe del salario mínimo general diario
vigente en el DF en la época de la ampliación. El trámite se substanciará en
jurisdicción voluntaria, si no hay contienda (aa. 893 a 901 del CPC para el DF);
en caso de controversia entre los miembros de la familia, se estará a lo dispues-
to en el título sexto, capítulo único "De las controversias del orden familiar"
del CPC.

C. L. V.

ARTICULO 734. Las personas que tienen derecho a disfrutar el


patrimonio de familia señaladas en el _artículo 725, así
como el tutor de acreedores alimentarios incapaces, fami-
liares del deudor o el ministerio público, pueden exigir
judicialmente que se constituya el patrimonio de familia
hasta por los valores fijados en el artículo 730, sin necesi-
dad de invocar causa alguna. En la constitución de este
patrimonio se observará en lo conducente lo dispuesto en
los artículos 731 y 732.

Se refiere este artículo al sistema de constitución forzosa del patrimonio l'ami-

l459]
A RTS. 734 y 733 LIBRO PRIMERO

liar, en virtud del cual, contra la voluntad del miembro de la familia propietario
de bienes., éstos se afectan a la subsistencia del grupo familiar.
En su redacción original el precepto en comentario disponía que se podía
exigir judicialmente la constitución del patrimonio familiar, cuando hubiere
peligro de que el obligado a dar alimentos perdiera sus bienes por mala adminis-
tración o porque los estuviera dilapidando. Por reforma publicada en el DO el
27 de diciembre de 1983, se estableció el texto actual, de acuerdo con el cual las
personas que tienen derecho a disfrutar del patrimonio de familia, así como el
tutor de los acreedores alimentarios incapaces, familiares del deudor alimenta-
rio o el MP, pueden exigir judicialmente que se constituya ese patrimonio sin
necesidad de invocar causa alguna.
El trámite judicial para la constitución forzosa del patrimonio familiar se
substanciará de acuerdo con lo previsto en el título XVI capitulo único "De las
Controversias del orden familiar" de! CPC (u. 940 a 956.) Esto a partir de la
reforma publicada en el DOF el 26 de febrero de 1973, que abrogó el capítulo I
"De los juicios sumarios" del título VII "De los juicios sumarios y de la vía de
apremio" del CPC.
En la constitución forzosa se aplicará en lo conducente, lo previsto en los
aa. 731 y 732 relativos a la constitución voluntaria del patrimonio familiar
(véanse los comentarios a estos artículos).

C.L. V.

ARTÍCULO 735. Con el objeto de favorecer la formación del


patrimonio de la familia, se venderán a las personas que
tengan capacidad legal para constituirlo y que quieran
hacerlo, las propiedades raíces que a continuación se
expresan:
I.—Los terrenos pertenecientes al Gobierno Federal o
al Gobierno del Distrito Federal que no estén destinados
a un servicio público ni sean de uso común;
II.—Los terrenos que el Gobierno adquiera por expro-
piación, de acuerdo con el inciso (c) del párrafo undécimo
del Artículo 27 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos;
HL—Los terrenos que el Gobierno adquiera para dedi-
carlos a la formación del patrimonio de las familias que
cuenten con pocos recursos.

Este artículo se refiere a lo que en doctrina se llama patrimonio familiar


voluntario administrativo, que es el constituido ton bienes que el gobierno

1460]
TITULO DUODEGINO/CAPITULO UNICO ARTS. 735 v 736

vende a precios módicos, para proporcionar a familias de escasos recursos un


modesto, pero seguro hogar; familias a las que, por lo reducido de sus ingresos,
resultaría imposible adquirir una casa en las condiciones normales de venta.
Se pone de relieve, en este precepto, el interés público en la constitución del
patrimonio de familia y los fundamentos trascendentales que quiso el legislador
atribuir a la formación del patrimonio familiar con miras al bienestar social
(bien público) (Galindo Garfios, Ignacio, Derecho civil, México, Porrúa, 1982,
p. 723).

C.L.V.

ARTÍCULO 736. El precio de los terrenos a que se refiere la


fracción II del artículo anterior se pagará de la manera
prevenida ene! inciso (d) del párrafo undécimo del artícu-
lo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos.
En los casos previstos en las fracciones 1 y III del
artículo que precede, la autoridad vendedora fijará la
forma y el plazo en que debe pagarse el precio de los
bienes vendidos, teniendo en cuenta la capacidad econó-
mica del comprador.
Este artículo se refiere a la manera de pago de los terrenos que el gobierno ven-
da, a las familias de escasos recursos.
Si los terrenos son aquellos que el gobierno adquirió por expropiación, de
acuerdo con lo dispuesto en el inciso (d) del párrafo undécimo del a. 27 de la C
(corresponde al inciso (d) de la fr. XVII del a. 27 constitucional, en su texto
vigente), el precio será pagado por anualidades que amorticen capital y réditos,
a un tipo de interés que no exceda del 3% anual.
Tratándose de los bienes del dominio privado, sea de la Federación, sea del
DDF o de los terrenos que el gobierno adquiera precisamente con el fin de
destinarlos para la constitución del patrimonio familiar, a que se refieren,
respectivamente, las frs. I y III del a. 735,1a determinación del precio y la forma
en que éste ha de ser pagado será fijada por la autoridad vendedora, quien para
ello, tomará en cuenta la potencialidad económica del comprador.
El a. 66 de la LGBN dispone:

Toda enajenación onerosa de inmuebles que realice el gobierno federal


deberá ser de contado, a excepción de las enajenaciones que se efectúen
en beneficio de grupos o personas de escasos recursos y que tengan como
finalidad resolver necesidades de vivienda de interés social... Los adqui-
rientes disfrutarán de un plazo hasta de veinte aftos para pagar el precio
del inmueble, siempre y cuando entreguen en efectivo cuando menos el

1461]
ARTS. 738 y 737 LIBRO PRIMERO

10% de dicho precio. De estos beneficios no gozarán las personas que


adquieran inmuebles cuya extensión exceda la superficie máxima que se
establezca como lote tipo en cada zona, atendiendo las disposiciones
vigentes en materia de desarrollo urbano.
El gobierno federal se reservará el dominio de los bienes hasta el pago
total del precio, de los intereses pactados y de los moratorios, en su caso.

El a. 63, de la misma LGBN ordena:

En las distintas operaciones inmobiliarias en las que cualesquiera de las


dependencias y entidades de la administración pública federal sea parte,
corresponderá a la comisión de avalúos de bienes nacionales lo siguien-
te: ...En los casos de enajenaciones, permutas o arrendamientos de
inmuebles federales o de entidades paraestatales, el importe del precio o
de la renta, respectivamente, no podrá ser inferior al señalado en el dic-
tamen respectivo.
C.L.V.
ARTICULO 737. El que desee constituir el patrimonio de la familia
con la clase de bienes que menCiona el artículo 735,
además de cumplir los requisitos exigidos por las fraccio-
nes I, II y III del artículo 731, comprobará:
I.—Que es mexicano;
II.—Su aptitud o la de sus familiares para desempeñar
algún oficio, profesión, industria o comercio;
111.—Que él o sus familiares poseenlos instrumentos y
demás objetos indispensables para ejercer la ocupación a
que se dediquen;
IV.—E1 promedio de sus ingresos, a fin de que se pueda
calcular, con probabilidades de acierto, la posibilidad de
pagar el precio del terreno que se le vende;
V.—Que carece de bienes. Si el que tenga interés legíti-
mo demuestra que quien constituyó el patrimonio era
propietario de bienes raíces al constituirlo, se declarará
nula la constitución del patrimonio.

En este articulo se prevén una serie de requisitos que deberá cubrir la persona
que quiera constituir patrimonio familiar sobre terrenos que adquieran en
virtud de una compra-venta que celebre con el gobierno federal o el gobierno
del DF para ese fin. Tal persona habrá de acreditar que es mayor de edad o que
está emancipada, que tiene su domicilio en el lugar donde se quiere constituir el
patrimonio y la existencia de la familia en cuyo favor va a realizar esa afectación

1462)
ru Lo DUODECI MO,.. CAPITULO UN ICO ARTS. 737 y 735

(véase comentario al a. 731). Además de estas tres condiciones deberá com-


probar:
I. Que es Mexicano. En virtud, de que en nuestro sistema jurídico no existe un
registro del estado político de las personas, la situación relativa a la nacionali-
dad ofrece un matiz peculiar: sólo cabe deducirla a través de los datos de
inscripción del nacimiento. Esto, desde luego, por cuanto hace a los mexicanos
por nacimiento. Respecto de los mexicanos por naturalización, la carta de
naturalización o la declaratoria correspondiente de la SRE será el medio oficial
y exclusivo para acreditar la nacionalidad mexicana (ver capítulo II y III de
la UNN).
II. Su aptitud o la de sus familiares para desempeñar algún oficio, profesión,
industria o comercio. El gobierno a través de la venta de terrenos a precios
módicos pretende favorecer a familias pobres, pero laboriosas; en este sentido
la necesidad de este requisito es manifiesta.
111. Que él o sus familiares poseen los instrumentos y demás objetos indispen-
sables para ejercer la ocupación a que se dediquen. Este presupuesto está en
intima relación con el anterior.
IV. El promedio de ingresos, a fin de que se pueda calcular, con probabilida-
des de acierto, la posibilidad de pagar el precio del terreno que se le vende. Ya
que el gobierno celebrará un contrato de compra-venta y no uno de donación, y
puesto que, de acuerdo con lo previsto en las frs. 1 y 11 del a. 735, la autoridad
vendedora habrá de fijar en atención a la capacidad económica del adquirente,
el precio y la forma de pago, la exigencia de esta condición es plenamente
justificable.
V. Que carece de bienes. Si el que tenga interés legítimo demuestra que quien
constituyó el patrimonio era propietario de bienes raíces al constituirlo, se
declarará nula la constitución del patrimonio.
Puesto que la razón de ser de la constitución del patrimonio familiar a través
de venta de terrenos que haga el gobierno, es proporcionar un hogar modesto a
familias pobres, a las que por sus reducidos ingresos les es imposible adquirir
una casa en las condiciones normales de venta (véase exposición de motivos del
CC), resulta perfectamente entendible que se exija al adquirente carecer de bie-
nes. Sin embargo, no es comprensible el hecho de que el legislador en vez de
disponer "se declarará nula la venta", establezca "se declarará nula la constitu-
ción del patrimonio" si se demuestra que quien constituyó el patrimonio era
propietario de bienes raíces al obrar. Al declarar nulo el patrimonio lo único
que sucederá es que los bienes dejarán de estar afectados por la finalidad de
garantizar la subsistencia familiar.

C. L. V.

ARTÍCULO 738. La constitución del patrimonio de que trata el


artículo 735, se sujetará a la tramitación administrativa

(463]
ARTS. 739, 739 y 740 LIBRO PRIMERO

que fijen los reglamentos respectivos. Aprobada la cons-


titución del patrimonio, se cumplirá lo que dispone la
parte final del artículo 732.

El procedimiento para la constitución del patrimonio de que trata el a. 735


(véase el comentario a este artículo) se llevará en la vía administrativa (no
judicial) pues la propia autoridad administrativa será quien la apruebe en cada
caso y quien ordene la inscripción, de los bienes afectos a ese fin particular, en el
R PP.

C.L.V.

ARTÍCULO 739. La constitución del patrimonio de la familia no


puede hacerse en fraude de los derechos de los acreedo-
res.

La constitución del patrimonio de familia no es oponible a los acreedores del


constituyente, cuyo crédito haya nacido con anterioridad al acto constitutivo.
Lo contrario desvirtuaría la finalidad del patrimonio familiar como institución
protectora de la familia contra las eventualidades del porvenir, para convertirla
en un medio de perjuicio de la garantía de los acreedores del constituyente. Por
lo tanto, la inalienabilidad, inembargabilidad y no sujeción a gravamen alguno,
características del patrimonio familiar, sólo será oponible a aquellos acreedores
del constituyente cuyo derecho nazca con posterioridad al acto constitutivo;
esto sin perder de vista lo dispuesto en materia de registro público para aquellos
actos que siendo inscribibles no se registren (ver comentario ala. 727, 732, 3007
y 3042 fr. II).

La SCJN sobre este punto ha sostenido: Como la constitución en el


patrimonio familiar no puede establecerse en perjuicio de acreedores, es
indudable que sólo subsiste en la parte libre que queda del inmueble,
después de pagadas las cargas que soportaba antes de la constitución del
patrimonio y por las que responde puesto que el principio de la inaliena-
bilidad de los bienes de tal naturaleza, sólo tiene valor en cuanto se refiere
a los que no hayan sido efectuados con anterioridad, con alguna carga
legal. (SJF, 5a. época), t. LX111, p. 1171.

C.L.V.

ARTICULO 740. Constituido el patrimonio de la familia, ésta tiene


obligación de habitar la casa y de cultivar la parcela. La
primera autoridad municipal del lugar en que esté consti-

(4641
TI r111.0 13UODECIMO,CAPH Ul O UNICO A R 1. 740

tuido el patrimonio puede por justa causa, autorizar para


que se dé en arrendamiento o aparcería, hasta por un atto.

En este artículo se ponen de manifiesto dos ideas:


1. El patrimonio de familia tiene una función que llenar: la subsistencia de la
familia. Esta finalidad conduce a que los miembros del grupo familiar, además
del derecho personalísimo de habitar la casa y aprovecharse de los frutos de la
parcela cultivable, tengan la obligación de cultivar ésta y habitar aquélla.
2. La idea de solidaridad, que como otros de los grandes avances del CC
vigente, es contraria a todo cuanto favorece al interés individual en perjuicio de
la colectividad. En función de esta idea se sancionan las omisiones que perjudi-
quen el interés social. Los derechos tienen un fin social que deben llenar.
Contrario a este fin es el no aprovechamiento de la propiedad, derecho que debe
modelarse sobre la base de las necesidades sociales. Por ello, en este artículo se
manda que la familia habite la casa y cultive la parcela, y se faculta a la
autoridad del lugar (en el artículo debe leerse delegacional en vez de municipal,
pues el DF no se divide en municipios, sino en 16 delegaciones (véase el a. 114 de
la LODDF) para que dé en arrendamiento o aparcería los bienes en que está
constituido el patrimonio familiar, cuando hubiere justa causa para ello.
La SCJN respecto a este artículo ha declarado:

La Ley de Relaciones Familiares, no establecía la nulidad del patrimonio


de familia, por el hecho de que el inmueble respectivo se diera en arrenda-
miento, y aun cuando en tal punto podría aplicarse el Código Civil vigente,
sin que su aplicación se estimara retroactiva, si se admite que las disposicio-
nes de dicho ordenamiento, que se refieren al arrendamiento de los bienes
constitutivos del patrimonio de familia, son complementarios de la insti-
tución de dicho patrimonio, ni aún así seria procedente la nulidad del
patrimonio, por el hecho de que los interesados hubieran dado en alquiler
un departamento del inmueble respectivo, puesto que aunque el artículo 740
del Código Civil previene que la primera autoridad municipal del lugar,
puede autorizar, por justa causa, que dicho patrimonio se dé en arrenda-
miento o aparcería hasta por un año, el artículo 741, fr. II, del propio orde-
namiento sólo considera extinguido el patrimonio (no nulo), cuando sin
causa justificada la familia deja de habitar por un año, en la casa que debe
servirle de morada, por lo que cuando la familia vive en la casa que consti-
tuye su patrimonio y se ve obligada por la penuria, a rentar una de las piezas
del inmueble, sin perjuicio de continuar habitándola, tal hecho no puede
constituir una causa de nulidad o extinción del patrimonio de familia,
porque el mismo no está previsto expresamente en la ley. (SJF, 5a., época,
t. LIX, p. 2810).

C.L. V.

1465]
ART. 741 LIBRO PRIMERO

ARTICULO 741. El patrimonio de la familia se extingue:


I.—Cuando todos los beneficiarios cesen de tener dere-
cho de percibir alimentos;
II.—Cuando sin causa justificada la familia deje de
habitar por un año la casa que debe servirle de morada, o
de cultivar por su cuenta y por dos años consecutivos la
parcela que le esté anexa;
111.—Cuando se demuestre que hay gran necesidad o
notoria utilidad para la familia, de que el patrimonio
quede extinguido;
IV.—Cuando por causa de utilidad pública se expro-
pien los bienes que lo forman;
V.—Cuando tratándose del patrimonio formado con
los bienes vendidos por las autoridades mencionadas en el
artículo 735 se declare judicialmente nula o rescindida la
venta de esos bienes.

En este artículo se mencionan cinco supuestos que motivan la extinción del


patrimonio familiar, a los que podría agregarse uno más: la desaparición por
ruina o siniestro de los bienes que lo forman.
Veamos estas siete causas de extinción.
1. El patrimonio de familia se extingue cuando los beneficiarios cesen de tener
derecho a percibir alimentos. Esta causa de extinción está fundada en que el
patrimonio familiar ha dejado de llenar la función a que se le destinó (véase
comentario a los aa. 724 y 725).
2. El patrimonio de familia se extingue cuando sin causa justificada la familia
deja de habitar por un año la casa que debe de servirle de morada, o de cultivar
por su cuenta y por dos años consecutivos la parcela que le anexa. En esta
hipótesis la razón de la extinción se encuentra en que el patrimonio ha dejado de
llenar la función a que se le destinó. Desde otro punto de vista, la extinción se
produce como una sanción por la falta de cumplimiento de la obligación de
habitar la casa y de cultivar la parcela; la inactividad y falta de interés de los
beneficiarios en el cumplimiento de la obligación que les impone la ley (véase
comentario al a. 740) da lugar a que el patrimonio de la familia se extinga
(Galindo Garfios, Ignacio, Derecho civil. México, Porrúa, 1982, p. 725).
3. El patrimonio de familia se extingue cuando se demuestra que ello es de
gran necesidad o notoria utilidad para la familia. La afectación del patrimonio
de familia, haciéndolo inalienable, tiene su razón de ser en el beneficio que le
reporta a la familia, al protegerla contra la incertidumbre del porvenir. Pero esta
afectación no debe impedir el aprovechamiento de las condiciones del momento
para disponer de esos bienes, previa la extinción del patrimonio de familia, en
caso de evidente conveniencia, a fin de que se solvente esa evidente necesidad.

(4661
MULO DO0DECINIO/CAPITUI.0 UNICO ARTS. 741 y 742

Así esta causa de extinción se halla plenamente justificada; además, con ella se
disminuye el inconveniente económico que representa la constitución del patri-
monio.
4. El patrimonio de familia se extingue cuando por causa dé utilidad pública
se expropian los bienes que lo forman. Esta causa de extinción que se explica
por sí misma, se funda en la naturaleza del acto expropiatorio y la situación en
que quedan los bienes objeto de él.
5. El patrimonio de familia se extingue cuando, formado por los bienes
vendidos por las autoridades mencionadas en el a. 735, se declara judicialmente
nula o rescindida la venta de esos bienes. Esta causa de extinción se explica en
razón de las consecuencias que la nulidad y la rescisión traen consigo (ver
comentarios a los u. 2239 y 2311).
6. El patrimonio de familia se extingue por desaparición, por siniestro o por
ruina, de los bienes afectos a él.
Esta causa de extinción natural y evidente, aunque no prevista en este
articulo, se encuentra reconocida implícitamente en el a. 743.

C.L.V.

ARTICULO 742. La declaración de que queda extinguido el patri-


monio la hará el juez competente, mediante el procedi-
miento fijado en el Código respectivo y la comunicará al
Registro Público para que se hagan las cancelaciones
correspondientes.
Cuando el patrimonio se extinga por la causa prevista
en la fracción IV del artículo que precede, hecha la expro-
piación, el patrimonio queda extinguido sin necesidad de
declaración judicial, debiendo hacerse en el Registro la
cancelación que proceda.
La extinción del patrimonio de familia precisa intervención judicial, excepto
cuando la causa que la motive sea la expropiación de los bienes que lo forman.
No habiendo controversia la extinción se substanciará en jurisdicción volunta-
ria (893 a 901 del CPC), en caso contrario se tramitará de acuerdo con lo
dispuesto para las controversias del orden familiar (ver aa. 940 a 956 del CPC.
Una vez declarada la extinción, el juez hará la comunicación respectiva al RPP
para que se haga la cancelación de la inscripción correspondiente.
En el caso de expropiación de los bienes que forman el patrimonio de fami-
lia, la extinción opera ipso jure, por el solo acto expropiatorio, sin necesidad
de declaración judicial. La inscripción en el RPP deberá cancelarse con la
sola declaración de expropiación.

C.L.V.

1467]
ART 743 LIBRO PRIMERO

ARTICULO 743. El precio del patrimonio expropiado y la indem-


nización proveniente del pago del seguro a consecuencia
del siniestro sufrido por los bienes afectos al patrimonio
familiar, se depositarán en una institución de crédito y no
habiéndola en la localidad, en una casa de comercio de
notoria solvencia, a fin de dedicarlos a la constitución
de un nuevo patrimonio de la familia. Durante un año
son inembargables el precio depositado y el importe del
seguro.
Si el dueño de los bienes véndidos no lo constituye
dentro del plazo de seis meses, los miembros de la familia
a que se refiere el artículo 725, tienen derecho de exigir
judicialmente la constitución del patrimonio familiar.
Transcurrido un año desde que se hizo el depósito, sin
que se hubiere promovido la constitución del patrimonio,
la cantidad depositada se entregará al dueño de los bie-
nes.
En los casos de suma necesidad o de evidente utilidad,
puede el Juez autorizar al dueño del depósito, para dispo-
ner de él antes de que transcurra el año.

Este artículo muestra el interés del legislador en la subsistencia del patrimonio


familiar al disponer que en caso de extinción por expropiación de los bienes que
forman el patrimonio familiar o desaparición o destrucción de ellos por sinies-
tro, el monto de la indemnización correspondiente se depositará en una institu-
ción de crédito o en una casa de comercio de notoria solvencia, a fin de dedicarla
a la adquisición de bienes para la constitución de un nuevo patrimonio familiar.
Lo depositado gozará de los mismos beneficios del patrimonio familiar durante
un afio.
Si el miembro de la familia titular del dinero depositado no procede dentro
del plazo de seis meses, contados a partir del depósito, voluntariamente a la
constitución de un nuevo patrimonio familiar, los acreedores alimentarios,
miembros de la familia, podrán exigir, la constitución forzosa.
Las sumas depositadas se entregarán a su titular si transcurrido un afio no se
promovió la constitución del nuevo patrimonio familiar. Pero, aun antes de
transcurrido este plazo, la suma depositada puede ser entregada a su duefio, con
autorización judicial, si acredita la suma necesidad o la evidente utilidad que
tiene de disponer de ella.

C.L.V.

1468]
1.11 U LO DUODECI MOICAPI 1 1i1 UNICO R 1S 744. 745 y 741,

ARTICULO 744. Puede disminuirse el patrimonio de la familia:


1.— Cuando se demuestre que su disminución es de
gran necesidad o de notoria utilidad para la familia;
II.—Cuando el patrimonio familiar, por causas poste-
riores a su constitución, ha rebasado en más de un ciento
por ciento el valor máximo que puede tener conforme al
artículo 730.

Aun cuando el código no lo establece, la reducción del patrimonio familiar, ha


de ser decretada por un juez (el del lugar donde se encuentran ubicados los bienes);
si se requiere autorización del juez competente para constituir el patrimonio, es
lógico que se exija la intervención judicial en el caso de reducción. El a. 745 del
CC confirma este criterio, al ordenar que el MP sea oído en la extinción y
reducción del patrimonio familiar.
Ante el juez que autorice la reducción, deberán comprobarse las causas que
originan la necesidad de la familia o la notoria utilidad para ésta, a fin de excluir
determinados bienes del patrimonio familiar.
Cuando el valor de los bienes que constituyen el patrimonio familiar ha
excedido el cien por ciento del valor máximo que conforme a la ley deben tener
los bienes que lo constituyen, la reducción tendrá por objeto que éstos alcancen
la suma que resulte de multiplicar por 3,650 el importe del salario mínimo
general diario vigente en el DF (véase el comentario al a. 730).

C. L.V.

ARTICULO 745. El Ministerio Público será oído en la extinción y


en la reducción del patrimonio de la familia.

En las legislaciones modernas se nota una ingerencia constante del Estado que
interviene a través de sus órganos en diversos aspectos de las relaciones familia-
res, a fin de tutelar el conjunto de intereses de orden público que existen dentro
del seno de la familia. Un ejemplo claro lo constituye este artículo.
El MP, tiene entre sus funciones impedir que se realicen actos perjudiciales a
los intereses de los acreedores alimentarios, a este efecto, será oído tanto en los
casos de extinción, como en los de reducción del patrimonio familiar.

C.L.V.

ARTICULO 746. Extinguido el patrimonio de la familia, los bienes


que los formaban vuelven al pleno dominio del que lo
constituyó, o pasan a sus herederos sí aquél ha muerto.
14691
ART. 146 LIBRO PRIMERO

Extinguido el patrimonio de la familia cesa el régimen de afectación de los


bienes, de suerte que el dueño recobra la plena disponibilidad de los mismos. Si
el propietario de los bienes hubiese fallecido, éstos pasarán a sus herederos. El
a. 871 del CPC ordena que:
en todo lo relativo a la sucesión de los bienes del patrimonio familiar se
observarán las disposiciones de este título (decimocuarto "Juicios Suce-
sorios"), que no se opongan a las siguientes reglas:
I. Con la certificación de la defunción del autor de la herencia se
acompañarán los comprobantes de la constitución del patrimonio fami-
liar y su registro, así como el testamento o la denuncia del intestado;
11. El inventario y avalúo se harán por el cónyuge que sobreviva o el
albacea si estuviere designado y, en su defecto, por el heredero que sea de
más edad; el avalúo déberá ser firmado por un perito oficial o, en su
defecto, por cualquier comerciante de honorabilidad reconocida;
Hl. El juez convocará a junta a los interesados, nombrando en ella
tutores especiales a los menores que tuvieren representante legítimo, o
cuando el interés de éstos fuese opuesto al de aquéllos, y procurará po-
nerlos de acuerdo sobre la forma de hacer la partición. Si no logra
ponerlos de acuerdo, nombrará un partidor entre los contadores oficiales
a cargo del Erario, para que, en el término de cinco días, presente el
proyecto de partición, que dará a conocer a los interesados en una
nueva junta a que serán convocados por cédula o correo. En esa misma
audiencia oirá y decidirá las oposiciones, mandando hacer la adjudica-
ción;
IV. La transmisión de los bienes del patrimonio familiar está exenta de
contribuciones, cualquiera que sea su naturaleza.

El contenido de esta fracción quedó abrogado por la LHDDF, en vigor a


partir del día lo. de enero de 1983 que en su artículo transitorio dispone: "Al
entrar en vigor la presente ley, no se aplicarán las disposiciones que concedan
exenciones de impuestos contenidas en otras leyes, excepto las señaladas en
EL CFF.

C.L.V.
REFORMAS AL LIBRO PRIMERO
De las personas
Publicadas en el DO el 23 de julio de 1992

DECRETO que reforma diversas disposiciones


del Código Civil para el Distrito Federal en Materia Común
y para toda la República en Materia Federal
y cl Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal.

Al margen un sello con el Escudo Nacional, que dice: Estados


Unidos Mexicanos.- Presidencia de la República.
CARLOS SALINAS DE GORTARI, Presidente Constitucional
de los Estados Unidos Mexicanos, a sus hablantes, sabed:
Que el H. Congreso de la Unión se ha servido dirigirme el
siguiente
DECRETO

"EL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, DECRETA:

SE REFORMAN DIVERSAS DISPOSICIONES DEL CODIGO CIVIL


PARA EL DISTRITO FEDERAL EN MATERIA COMUN
Y PARA TODA LA REPUBLICA EN MATERIA FEDERAL
Y EL CODIGO DE PROCEDIMIENTOS CIVILES
PARA EL DISTRITO FEDERAL

ARTÍCULO PRIMERO. Se reforman la denominación del capítu-


lo IV, del Título Noveno, del Libro Primero y los Artículos 23,
156 fracciones VIII y IX, 331, 450 fracción II, 464 primer párra-
fo, 466, 505, 543, 544, 561, 563, 584, 591, 597 y 600 del Código
Civil para el Distrito Federal en Materia Común y para toda la
República en Materia Federal, para quedar corno sigue.

1471]
REFORMAS AL LABRO PRJMLRO: DI LAS PERSONAS

LIBRO PRIMERO
De las personas
TITULO NOVENO

CAPITULO IV
De la tutela legítima de los mayores de edad incapacitados

ARTÍCULO 23. La minoría de edad, el estado de interdicción y


demás incapacidades establecidas por la ley, son res-
tricciones a la personalidad jurídica que no deben
menoscabar la dignidad de la persona ni atentar contra
la integridad de la familia; pero los incapaces pueden
ejercitar sus derechos o contraer obligaciones por medio
de sus representantes.
ARTÍCULO 156. Son impedimentos para celebrar el contrato de
matrimonio:
I a VIL—...
VIII La impotencia incurable para la cópula; y las
- —

enfermedades crónicas e incurables, que sean, además,


contagiosas o hereditarias.
IX. —Padecer alguno de los estados de incapacidad a
que se refiere la fracción II del artículo 450.
X.— ...
ARTÍCULO 331. Si el marido está bajo tutela por cualquier causa
de las señaladas en la fracción II del artículo 450, este
derecho puede ser ejecutado por su tutor. Si éste no lo
ejercitare, podrá hacerlo el marido después de haber
salido de la tutela, pero siempre en el plazo antes desig-
nado que se contará desde el día en que legalmente se
declare haber cesado el impedimento.
ARTÍCULO 450. Tienen incapacidad natural y legal:
1.•
II. —Los mayores de edad disminuidos o perturbados
en su inteligencia, aunque tengan intervalos lúcidos; y
aquellos que padezcan alguna afección originada por
enfermedad o deficiencia persistente de carácter físico,
psicológico o sensorial o por la adicción a sustancias
tóxicas como el alcohol, los psicotrópicos o los estupe-
facientes; siempre que debido a la limitación, o la alte-
[472]
DIARIO OFICIAL: 23 DE JULIO DE 1992

ración en la inteligencia que esto les provoque no pue-


dan gobernarse y obligarse por sí mismos, o manifestar
su voluntad por algún medio.
ARTÍCULO 464. El menor de edad que se encuentre en cualquie-
ra de los casos a que se refiere la fracción II del artículo
450, estará sujeto a la tutela de los menores, mientras no
llegue a la mayoría de edad.
ARTÍCULO 466. El cargo de tutor respecto de las personas com-
prendidas en los casos a que se refiere la fracción II del
artículo 450, durante el tiempo que subsista la interdic-
ción cuando sea ejercitado por los descendientes o por
los ascendientes. El cónyuge tendrá obligaciones de des-
empeñar ese cargo mientras conserve su carácter de cón-
yuge. Los extraños que desempeñen la tutela de que se
trata tienen derecho de que se les releve de ella a los
diez años de ejercerla.
ARTÍCULO 505. No pueden ser tutores ni curadores de las perso-
nas comprendidas en la fracción II del artículo 450,
quienes hayan sido causa o fomentado directa o indi-
rectamente tales enfermedades o padecimientos.
ARTÍCULO 543. Si los menores o los mayores de edad, con algu-
nas de las incapacidades a que se refiere el artículo 450
fracción II, fuesen indigentes o careciesen de suficientes
medios para los gastos que demandan su alimentación
y educación, el tutor exigirá judicialmente la prestación
de esos gastos a los parientes que tienen obligación le-
gal de alimentar a los incapacitados. Las expensas que
esto origine, serán cubiertas por el deudor alimentario.
Cuando el mismo tutor sea obligado a dar alimentos,
por razón de su parentesco con su tutelado, el curador
ejercitará la acción a que este artículo se refiere.
ARTÍCULO 544. Si los menores o mayores de edad con incapaci-
dades como las que señala el artículo 450 en su fracción
II no tienen personas que estén obligadas a alimentar-
los, o si teniéndolas no pudieren hacerlo, el tutor con
autorización del juez de lo familiar, quien oirá el pare-
cer del curador y el Consejo Local de las Tutelas, pon-
drá al tutelado en un establecimiento de beneficencia
pública o privada en donde pueda educarse y habilitar-
se. En su caso, si esto no fuera posible, el tutor procurará
que los particulares suministren trabajo al incapacita-
[473]
REFORMAS AL LIBRO PRIMERO: DE LAS PERSONAS

do, compatible con su edad y circunstancias personales,


con la obligación de alimentarlo y educarlo. No por eso
el tutor queda eximido de su cargo, pues continuará
vigilando a su tutelado, a fin de que no sufra daño por
lo excesivo del trabajo, lo insuficiente de la alimenta-
ción o lo defectuoso de la educación que se le imparta.
ARTICULO 561. Los bienes inmuebles, los derechos anexos a ellos
y los muebles preciosos, no pueden ser enajenados ni
gravados por el tutor, sino por causa de absoluta necesi-
dad o evidente utilidad del menor o del mayor con algu-
nas de las incapacidades a las que se refiere el artículo
450 fracción II debidamente justificada y previa a la con-
firmación del curador y la autorización judicial.
ARTICULO 563. La venta de bienes raíces de los menores y mayo-
res incapaces, es nula, si no se hace judicialmente en
subasta pública. En la enajenación de alhajas y mue-
bles preciosos, el juez decidirá si conviene o no la almo-
neda pudiendo dispensarla, acreditada la utilidad que
resulte al tutelado.
Los tutores no podrán vender valores comerciales,
industriales, títulos de renta, acciones, frutos y ganados
pertenecientes al incapacitado, por menor valor del que
se cotice en la plaza el día de la venta, ni dar fianza al
nombre del tutelado.
ARTICULO 584. En caso de maltratamiento, de negligencia en los
cuidados debidos al incapacitado o a la administración
de sus bienes, podrá el tutor ser removido de la tutela a
petición del curador, de los parientes del incapacitado,
del Consejo Local de Tutelas o del Ministerio Público.
ARTICULO 591. También tiene obligación de rendir cuenta, cuan-
do por causas graves que calificará el juez, la exijan el
curador, el Consejo Local de Tutelas, el Ministerio Pú-
blico, los propios incapaces señalados en la fracción II
del artículo 450, o los menores que hayan cumplido 16
años de edad.
ARTICULO 597. Deben abonarse al tutor todos los gastos hechos
debida y legalmente aunque los haya anticipado de su
propio caudal, y aunque de ello no haya resultado utili-
dad a los menores y a los mayores de edad incapaces, si
esto ha sido sin culpa del primero.
[474)
DIARIO OFICIAL: 23 DE JULIO DE 1992

ARTICULO 600. La obligación de dar cuenta no puede ser dis-


pensada en contrato o en última voluntad, ni aún por el
mismo tutelado; y si esa dispensa se pusiere como condi-
ción, en cualquier acto se tendrá corno no puesta.
ARTÍCULO SEGUNDO. Se derogan las fracciones ¡uy rv del Ar-
tículo 450 y el Artículo 506 del Código Civil para el Distrito
Federal en Materia Común y para toda la República en Mate-
ria Federal.
ARTÍCULO TERCERO...

TRANSITORIOS

PRIMERO.El presente decreto entrará en vigor al día siguiente


de su publicación en el Diario Oficial de la Federación.
SEGUNDO. Las declaraciones de incapacidad o de nombra-
miento de tutor que actualmente se encuentra en trámi-
te ante los tribunales competentes, en sus resoluciones
que se dicten respecto de los motivos que les dieron ori-
gen y causa, deberán apegarse al texto de los artículos
reformados, debiendo declarar en sus puntos resoluti-
vos el tipo de incapacidad que padezca la persona.
México, D.F., a 10 de julio de 1992.- Dip. Jorge Calderón Salazar, Presidente.-
Sen. Manuel Aguilera Gómez, Presidente.- Dip. Felipe Muñoz Kapamas,
Secretario.- Sen. tjscar Ramírez Mijares, Secretario.- Rúbricas."
En cumplimiento de lo dispuesto por la fracción I del artículo 89 de la
Constitución Politica de los Estados Unidos Mexicanos y para su debida
publicación y observancia, expido el presente Decreto en la residencia del
Poder Ejecutivo Federal, en la Ciudad de México, Distrito Federal, a los
catorce días del mes de julio de mil novecientos noventa y dos.- Carlos Sali-
nas de Gortari.- Rúbrica.- El Secretario de Gobernación, Fernando Gutié-
rrez Barrios.- Rúbrica.

[47.5]

También podría gustarte