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ORSTOM SOLIVIA

Octubre 1996

CONVENIO ORSTOM - SERGEOMIN

CURSO SOBRE
LA DINÁMICA DE LAS ERUPCIONES 'VOLCÁNICAS
EXPLOSIVAS

Por

Alain Demant, Laboratoire de Petrología Magmatique


Université Aix-Marseille III

Michel Fornari, Coordinador, ORSTOM UR13


Alain Demant,
Laboratoire de Pétrologie magmatique
Université de Aix-Marseille III
13397 MARSEILLE CEDEX 20
E-mail aaemant@cerege.fr
Michel Fornarí, ORSTOM
UMR Géosciences Azur
Faculté des Sciences
Pare Val rose
06108 NI CE CEDEX 02
E-mail fornari@orstom.fr o
fornari@unice.fr
LA DYNAMICA DE LAS ERUPCIONES EXPLOSIVAS.

Introducción : algunos datos generales sobre la génesis y la evolución de los magmas.

I. - DIVERSIDAD DE LOS BASALTOS.


II. - LOS PROCESOS DE FUSIÓN PARCIAL.

IIa. - Condiciones necesarias para la fusión.


IIb. - Procesos de fusión en las zonas de subducción.

III. - PROCESOS QUE OCURREN EN LAS CÁMARAS MAGMÁTICAS.

IIIa. - El proceso de cristalización fraccionada.


IIIb. - Reacción con las rocas encajantes : el proceso de asimilación.
IIIc.- Los fenómenos de mezcla de magmas.
Dinámica de las erupciones explosivas y sus productos.

I. - LAS ERUPCIONES PLINIANAS.

II. - LAS NUBES .ARDIENTES.

IIa.- Las nubes peleonas.


IIb.- Las nubes ardientes de tipo Merapi.
IIc.- Las nubes ardientes de tipo St Vincent.

III. - LAS COLADAS PIROCLÁSTICAS.

IV. - EXPLOSIONES DIRIGIDAS (BLAST) DE TIPO ST HELENS.

V. - OLEADAS RELACIONADAS CON ERUPCIONES FREATO-MAGMÁTICAS.

VI. - LOS LAHARES.

Las calderas.

I.- EVOLUCIÓN DE LAS CALDERAS ASOCIADAS A ERUPCIONES


IGNTMBRÍTICAS

II. - CALDERAS Y SISTEMAS GEOTÉRMICOS.

III. - MlNERALIZACIONES ASOCIADAS CON SISTEMAS DE TIPO CALDERA.

IIIa. - Yacimientos de uranio.


IIIb. - Yacimientos de tipo hidrotermal en las calderas.
Introducción : algunos datos generales sobre
la génesis y la evolución de los magmas.

Los volcanes están constituidos por lavas de diferentes composiciones : asociados a los
basaltos que predominan generalmente, aparecen lavas de composición intermedia o
acida. Basándose en esta observación se desarrollo el concepto de series de rocas
magmáticas, definido desde los años 1920. Rápidamente se llegó también a la
conclusión que los magmas basálticos derivaban de la fusión parcial del manto
(formado por peridotitas) y que los términos más diferenciados resultaban de procesos
de cristalización fraccionada y/o asimilación (Bailey et al., 1924 ; Fenner, 1926 ;
Lacroix, 1927 ; Bowen, 1928).

Estos problemas petrogenéticos siguen de moda y con el apoyo, en los últimos decenios,
de análisis mineralógicos y geoquímicos (trazas e isótopos), se pudo demostrar (1) que
la naturaleza de los basaltos primarios dependía principalmente de la composición de las
fuentes mantélicas, y por lo tanto del contexto geodinámico, y (2) que la variedad de los
productos diferenciados se relacionaba con los procesos que ocurrían en profundidad en
las cámaras magmáticas.

I. - DIVERSIDAD DE LOS BASALTOS.

Los magmas basálticos que se derraman en la superficie provienen del manto superior,
zona ubicada entre 20 y 650 km. de profundidad, y cuya composición se aproxima a las
peridotitas. La diversidad de los basaltos (toleítico. alcalino, calcoalcalino) resulta
primero del hecho que este manto no tiene una composición homogénea y por otro lado
de las condiciones físicas que inducen al fenómeno de fusión parcial.

Se sabe poco de la composición del manto sino a través de observaciones realizadas


sobre los complejos ofiolíticos e intrusiones ultrabásicas, o a partir de los nodulos que
se llevan los basaltos. Estas rocas ultrabásicas contienen principalmente minerales
magnesianos tales como olivino, orto y clinopiroxenos pero también fases aluminosas,
que dependen de la presión (plagioclasa, espinela y granate hacia mayor profundidad), y
a veces fases ricas en agua tal como flogopita o pargasita (anfibol magnesiano). Las
peridotitas ricas en olivino

corresponden a residuos refractarios, mientras que las rocas ultrabásicas ricas en


piroxenos o minerales hidratados se consideran como el manto fértil original que no
sufrió fenómenos de fusión. Las composiciones isotópicas de los basaltos (estroncio,
neodimio, y plomo) son fundamentales para el conocimiento de las fuentes mantélicas
puesto que las relaciones isotópicas de un elemento no están afectadas por el fenómeno
de fusión parcial. Las relaciones 87Sr/86Sr y l43Nd/144Nd muestran : (1) que los
basaltos de tipo MORB tienen una composición muy homogénea en relación con un
origen a partir de un manto empobrecido (manto residual después de la extracción de
basaltos en los tiempos geológicos) ; (2) que los demás magmas provienen de un manto
enriquecido : manto profundo en el caso de los puntos calientes, manto enriquecido por
los procesos de deshidratación relacionados con la subducción en el caso de los arcos
insulares.
II. - LOS PROCESOS DE FUSIÓN PARCIAL.

IIa. - Condiciones necesarias para la fusión.

Por lo general las condiciones de temperatura no son suficientes como para iniciar la
fusión del material peridotítico del manto tal como lo demuestra la posición de las
curvas de los geotermos en las zonas cratónicas o en los dominios oceánicos, con
respecto al solidus anhidro (línea E : Figura 1). Para fundir el material del manto se
necesita entonces un aporte de calor (flecha) que puede ser relacionado con una ascenso
rápido adiabático (sin pérdida de calor por interferencia con el material encajante) de
material profundo (en el caso de las cordilleras oceánicas) o con un punto caliente
(penacho de material caliente del manto inferior). La línea E corresponde a la primera
aparición de líquido a partir de una peridotita fértil, la línea A la primera aparición de
líquido a partir de una peridotita residual. En el primer caso se puede ver que la fusión
empieza a una temperatura de 1075° C a presión normal, y que la temperatura de fusión
aumenta con la presión. La línea marcada 20 % de líquido representa el porcentaje
máximo de líquido que se puede obtener en condiciones normales. El campo de color
gris corresponde a los líquidos alcalinos producidos a presión más elevada y porcentajes
de fusión parcial más bajos. Para que estos líquidos puedan subir hacia la superficie, por
diferencia de densidad, se necesitan tasas de fusión de por lo menos 3%. Las líneas
punteadas marcadas 15, 20, etc..indican los porcentajes de olivino que fundieron y
pasaron en el líquido.

Figura 1 : Condiciones físicas de la fusión parcial de las peridotitas del manto.

Si el material que funde es de tipo pendolita empobrecida (línea A) entonces la


temperatura de fusión es un poco más elevada y los basaltos producidos son de tipo
toleítico. Cuando hay agua que interviene en el sistema, como por ejemplo por
deshidratación de una placa en subducción, las condiciones cambian de una manera
drástica y los fenómenos de fusión parcial se producen a temperaturas mucho más bajas
(cercanas a los 1000° C) generando así los basaltos de arcos insulares. Vamos a ver más
en detalle lo que ocurre en este contexto particular.

Ilb. - Procesos de fusión en las zonas de subducción.

El magmatismo de las zonas de subducción se distingue por sus características


mineralógicas y geoquímicas. Las rocas volcánicas que se forman en este contexto son
variadas y pertenecen a series magmáticas distintas (toleítica, calcoalcalina o
shoshonítica), siendo la mas típica, sin embargo, la serie calcoalcalina. Esta comprende
basaltos saturados ricos en aluminio, andesitas - el término más abundante - dacitas y
riolitas. Los basaltos calcoalcalinos resultan de la fusión del manto ubicado sobre la
placa que se hunde, fusión favorecida por la presencia de fluidos que provienen de la
deshidratación de la placa oceánica, como consecuencia de la transformación de las
anfibolitas en eclogitas (Figura 2).

En ciertos casos, como en el arco de las Antillas, los sedimentos oceánicos parecen
intervenir también como lo demuestra la posición de las lavas, en el diagrama 87Sr/86
Sr -143Nd/144Nd, entre el polo MORB y el polo de los sedimentos oceánicos.
Recientemente, se atribuyó el origen de andesitas particulares ricas en magnesio, las
adakitas, a la fusión de la placa en subducción. Estas lavas, parecen relacionarse con la
subducción de una placa joven como es el caso cuando se acerca una cordillera oceánica
al continente (sur de Chile o noroeste de México durante el Terciario).

Figura 2 : Condiciones de la fusión parcial del manto en las zonas de subducción.

III. - PROCESOS QUE OCURREN EN LAS CÁMARAS MAGMÁTICAS.

Los líquidos primarios generados en el manto sufren generalmente, antes de su erupción


en la superficie, fenómenos de fraccionamiento que dependen de la velocidad de
ascenso de estos. Sin embargo no todas las lavas intermedias resultan de fenómenos de
cristalización fraccionada. Las adakitas se generan por fusión de la placa en subducción,
las boninitas por fusión del manto a baja profundidad y por fin algunos magmas resultan
de la fusión de la corteza continental como es el caso de las macusanitas en el Perú.
IIIa. - El proceso de cristalización fraccionada.

Fue Bowen quien demostró, en 1928, que la separación progresiva de fenocristales en


un basalto daba líquidos sucesivos cuyas composiciones podían asemejarse a lo
observado en las series magmáticas. Algunos elementos (los elementos compatibles) se
concentran en los minerales (Mg, Ni, Co en los olivinos ; Mg y Cr en los piroxenos ; Ca
en las plagioclasas) mientras que otros se quedan en el líquido (elementos incompatibles
tal como el Na y el K). Uno de los puntos más discutidos es de hecho el mecanismo que
lleva a la separación de los fenocristales y del líquido residual. Se consideró durante
mucho tiempo que ésta resultaba solamente de una segregación por gravedad, los
fenocristales siendo más densos caían en la base de la cámara magmática formando
rocas cumulativas con textura granular.

En realidad el mecanismo es un poco más complicado (modelo de McBirney et al.,


1985). En una cámara magmática el magma inicial basáltico empieza por enfriarse al
contacto de las paredes y eso genera fenómenos de convección (Figura 3a): el magma
caliente sube por la parte central (a) y se enfría al bajar cerca de las paredes. Es a este
nivel donde se produce la cristalización (b) y son de hecho las corrientes de convección
las que llevan los fenocristales hacia la base del reservorio donde se acumulan (c). Los
líquidos residuales, menos densos, se individualizan progresivamente en la parte alta lo
que lleva a una estratificación (d y e) de la parte alta del almacén. Eso es un modelo
simple en el cual se considera que la cámara magmática es un sistema cerrado lo que no
es el caso generalmente. La velocidad de enfriamiento de un sistema así depende de la
geometría de la cámara, así como de la profundidad a la cual se encuentra. Si no hay
recarga, un sistema cerrado no puede permanecer más de algunas decenas de miles de
años antes de ser completamente cristalizado.

Los estrato-volcanes, cuya vida alcanza a veces el millón de años, se edificaron


entonces a favor de diferentes ciclos eruptivos separados por fases de reposo.

Figura 3 : Procesos que ocurren en una cámara magmática.


a. - Proceso de cristalización fraccionada en un sistema cerrado.
b. - Procesos de asimilación y de mezcla de magmas en un sistema abierto.
IIIb. - Reacción con las rocas encajantes : el proceso de asimilación.

Las rocas volcánicas contienen a menudo fragmentos de rocas de la corteza


parcialmente fundidos o digeridos (granitos, gneis, esquistos...), algunos más
refractarios (como los carbonates) guardan un aspecto macizo pero sufrieron sin
embargo profundas modificaciones químicas. En realidad los procesos de asimilación
son muy variables y son aun más importantes cuando el contraste geoquímico entre el
magma y la roca encajante es mayor y cuando la temperatura de fusión de esta última es
baja. Los procesos de asimilación dependen también de la forma general de la cámara y
del grado de cohesión del material que la rodea. Estos fenómenos de asimilación se
localizan, como la cristalización fraccionada, cerca de las paredes (Figura 3b). La
importancia del proceso de asimilación puede ser cuantifícado por los estudios
isotópicos si es que la composición del magma y la del material de la corteza son muy
diferentes. Trabajos recientes han subrayado la importancia de este proceso en las series
calcoalcalinas : 20% de material de la corteza asimilado en el caso de la erupción del
Paricutín en México (McBimey et al., 1985), 35% en el caso de la erupción del
Medicine Lake en California (Grove et al., 1988). En las dacitas del altiplano boliviano
son frecuentes los fragmentos de esquistos o de gneis, y la presencia de cristales de
granate o silimanita, todo eso demuestra también la importancia de los fenómenos de
asimilación para estas rocas.

IIIc.- Los fenómenos de mezcla de magmas.

En los términos intermedios o ácidos de las series calcoalcalinas se encuentran


frecuentemente fragmentos de basaltos cuyas formas redondeadas o alargadas
atestiguan de su estado líquido al momento de su incorporación en el magma huésped.
Se pueden observar desde enclaves individualizados, enfriados rápidamente en el
contacto con el magma huésped, hasta fragmentos milimétricos que indican una
fragmentación mecánica importante del basalto (Figura 3b). A veces, los dos
componentes ya no se distinguen y se obtiene una lava híbrida con asociaciones
mineralógicas que no pueden corresponder a un sistema en equilibrio : plagioclasas
calcicas y sódicas, olivino y cuarzo, zonación inversa de los piroxenos etc.... Este
proceso interviene en el caso de realimentación de una cámara magmática en vía de
cristalización. Si el volumen de basalto es importante, éste asciende rápidamente hacia
la parte superior de la cámara donde se desagrega, creando perturbaciones en el estado
térmico (aumento de la temperatura y por lo tanto de la presión de los gases) que pueden
desencadenar en una erupción (Sparks et al., 1977). Eso fue claramente demostrado en
el caso de la erupción de La Soufriére de St Vincent, en las Antillas, en 1979 (Figura 4).

La cinética del proceso de mezcla depende del contraste de composición entre los dos
componentes, el cual determina las diferencias de propiedades físicas (temperatura,
densidad y viscosidad). Magmas de composiciones próximas se mezclan así más
fácilmente que magmas de composiciones muy diferentes. Los fenómenos de mezcla
pueden también ocurrir entre un líquido basáltico y un líquido ácido, resultando de la
fusión parcial de las rocas formando las paredes de la cámara magmática : eso
constituye una forma particular de contaminación.
Figura 4 : Evidencias petrográficas de la intervención de un fenómeno de mezcla de
magmas durante la erupción de La Soufriére de St Vincent, en las Antillas, en 1979.

Todos estos procesos petrogenéticos condicionan en gran parte la dinámica de las


erupciones volcánicas : por lo tanto es importante, cuando se pretende reconstituir la
evolución de un estratovolcan, disponer no solamente de una buena cartografía y
cronología de los eventos pero también de un estudio mineralógico detallado de los
diferentes productos eruptivos.

Dinámica de las erupciones explosivas y sus productos

Los volcanes emiten a la vez lavas y material fragmentado en forma de cenizas y


bombas. En el primer caso, la superficie cubierta es generalmente limitada y por lo tanto
los riesgos también. Los volcanes más explosivos se ubican, en su gran mayoría, a la
largo de lo que se llama el tinturan de fuego del Pacífico y están así relacionados con los
procesos de subducción. Las erupciones explosivas ocurren además durante el estado
maduro de los grandes estratovolcanes. El porcentaje de gas y la viscosidad de los
magmas basálticos son insuficientes como para producir tales erupciones. Lo más
violento que se conoce con los magmas basálticos son las fuentes de lava que, en
Hawai, proyectan durante algunas horas, al abrirse un nuevo conducto, una espuma de
vidrio basáltico de densidad muy baja (0.3), llamado retinita, que el viento se lleva
fácilmente y que pueden acumularse sobre metros alrededor del conducto. En la
mayoría de los casos los productos explosivos asociados con los volcanes basálticos o
andesíticos son bombas y cenizas que construyen spatter canes (cuando los fragmentos
caen calientes y se sueldan) o conos de escorias y cenizas, cuando caen fríos.
El grado de explosividad mayor de los productos dacíticos o riolíticos se debe ante todo
a concentraciones en agua más elevadas. Los elementos volátiles migran con los
líquidos más diferenciados en la parte alta la cámara magmática, pero debido a la
presión no hay separación de los gases del líquido. El fenómeno de vesiculación aparece
cuando baja la presión (al abrirse el conducto hacia la superficie) o cuando se produce
un aumento de la temperatura (realimentación de una cámara magmática). La
vesiculación disminuye la densidad del líquido y favorece por lo tanto su ascenso.
Mientras sube el magma hacia la superficie van creciendo las burbujas de gases,
aumentando de volumen hasta romperse y formar una verdadera espuma conocida como
pómez. La velocidad de subida y de crecimiento de las burbujas de gas, la profundidad a
la cual ocurre la vesiculación, así como la fuerza necesaria para destapar el conducto
magmático, van a determinar el tipo de dinamismo explosivo.

Se pueden distinguir dos grandes tipos de erupciones explosivas : las primeras emiten
verticalmente una gran cantidad de material fragmentado que luego va a caer en los
alrededores (de ahí su nombre de caídas o falls en ingles) ; las otras consisten en una
emisión violenta, en una cierta dirección, de una mezcla líquido-gas-sólido, y son
definidas como nubes ardientes o flujos piroclásticos (pyroclasticflows}.

I.- LAS ERUPCIONES PLINIANAS.

Atendiendo a la descripción que Plinio el Joven hizo de la erupción del Vesuvio en el


año 79, se ha acuñado el término de erupción pliniana para definir un paroxismo
explosivo asociado a la rápida y continuada emisión de un gran volumen de productos
fragmentarios (pómez, cenizas y pequeños Uticos arrastrados al nivel de fragmentación
del magma en el conducto). El material emitido sube primero verticalmente por la
fuerza de eyección de los gases (Figura 5), lo que implica un conducto de tamaño
reducido para mantener una descarga a presión durante varias horas (duración normal en
este tipo de erupción). Luego, arriba de algunas centenas de metros, la deceleración es
ya muy importante y son los fenómenos de convección que nacen en la nube caliente
que mantienen en la columna una densidad inferior a la del aire que la rodea. En la parte
alta, al enfriarse, la densidad de la columna tiende a equibrarse con la de la atmósfera, lo
que resulta en el ensanchamiento del chorro en forma de champiñón. Este material
puede subir hasta alturas de mas de 50 km, como en el caso de la erupción del Taupo, en
Nueva Zelandia, hace 1820 años (Walker, 1980). A estas alturas, los vientos
estratosféricos van a desviar el chorro condicionando la zona afectada por las caídas
aéreas.

Los depósitos plinianos se caracterizan por el hecho que cubren miles de km', tanto
valles como elevaciones, puesto que se trata de verdaderas lluvias de ceniza y pómez
que pueden tener una duración de algunas horas. Por otro lado, en una caída libre los
fragmentos densos bajan más rápidamente, lo que explica que el material esté bien
clasificado (tamaño de las pómez decreciendo hacia arriba). Estudiando los espesores, la
dispersión y la granulometría del depósito que mide el grado de fragmentación del
magma, se establecen curvas isopacas que permiten determinar el punto de emisión y la
dirección de los viento, así como la intensidad de la erupción. El material más fino
puede quedarse en la alta atmósfera varios meses y cubrir asi superficies muy
extendidas. Sin embargo, cenizas tan finas y de espesor tan reducido son preservadas
solamente en ambientes muy particulares tal como los fondos oceánicos (constituyendo
asi un marcador estratigráfico) o los casquetes glaciares. El volumen de material
emitido es del orden de algunos km3, por lo que estas erupciones se

columna eruptiva en forma de


sombrilla sede de violentas
tormentas

Figura 5 : Erupción pliniana con derrame piroclástico asociado.


La gran mayoría de los productos son relacionados con caídas aereas desde el penacho
lo que da productos bien estratificados y calibrados. Los derrames piroclásticos,
representados por depósitos canalizados en los valles, son eventos menores.

acaban generalmente con el hundimiento del techo de la cámara magmática y la


formación de una caldera. Las erupciones que rebasan 20 km3 fueron clasificadas por
Walker (1973) como ultra-plinianas. Entre las más conocidas se pueden citar la del Mt
Masama - Cráter Lake en Oregon, fechada de 5.000 años antes de JC, la del Santorin
(72 km3) en Grecia (1.500 antes de JC), y la del Tambora (150 kmj, récord para las
erupciones históricas) en Indonesia en el año 1815.

II. - LAS NUBES ARDIENTES.

El material piroclástico no sólo se proyecta verticalmente, sino que puede ser también
impulsado tangencialmente en direcciones oblicuas e incluso horizontales. Este tipo de
erupción que implica un material fragmentario desplazándose principalmente en una
masa gaseosa fue observado por vez primera por Lacroix (1902) en La Montagne Pelee,
en la Isla de La Martinique, en las Antillas, y denominado como nube ardiente. Se
reconocieron desde entonces diversos tipos de nubes ardientes, que corresponden a
mecanismos ligeramente diferentes, por lo cual es necesario precisar de que tipo se
trata.
IIa.-Las nubes peleonas.

Las nubes ardientes peleanas (Figura 6a) resultan de explosiones que se producen en la
base (2) de un domo de lava viscosa (1) en vía de crecimiento (dacítica en el caso de la
Montagne Pelee) y que esta tapando entonces el conducto. Están formadas por un lado
de una avalancha ardiente (3) que se dirige en una dirección que corresponde a la
impulsada por la explosión original y se canaliza después en un valle ; esta avalancha
bajaba a una velocidad estimada en 150 km/h en el caso de la Montagne Pelee, y
alcanzó siete kilómetros de extensión. El depósito producido por tales erupciones se
caracteriza por su aspecto caótico resultando de una mezcla de bloques de tamaños y
aspectos variados, que provienen de la destrucción de la base del domo de lava pero
también del material encajonante, fragmentos envueltos en una matriz de cenizas. Sobre
esta avalancha se desarrolla (4) una nube ardiente, formada principalmente por gases en
expansión y cenizas finas ; fue ésta nube la que destruyó la ciudad de St Fierre
ocasionando 28.000 muertos en pocos minutos. El espesor de cenizas no
Figura 6 : Dos tipos de nubes ardientes asociadas con el crecimiento de un domo de lava
viscosa.
Nubes ardientes de tipo peleanas (a), correspondiendo a explosiones en la base de un
tapón de lava. Nubes ardientes de tipo Merapi (b); ver explicaciones en el texto.

fue mayor de 50 centímetros en la ciudad de St Fierre pero la temperatura, suficiente


para empezar a fundir el vidrio, fue estimada en 700 °C.

Ilb.- Las nubes ardientes de tipo Merapí.

El volcán Merapí se ubica en Indonesia, en la isla de Java. Las nubes ardientes de este
tipo (Figura 6b) resultan de explosiones dirigidas (2) - de menor intensidad que las de
tipo peleanas puesto que aquí no hay que volar todo el tapón de lava - que se producen
en el flanco de un domo en crecimiento (1), y generan una avalancha ardiente que baja
por la pendiente del volcán (3) acompañada por una nube ardiente (4) formada de gases
en expansión y de cenizas finas. Los depósitos asociados son también caóticos, pero de
volumen y extensión más reducido que los asociados a las nubes peleanas. Por otro
lado, los fragmentos son de tamaño menor y únicamente de tipo juvenil puesto que las
explosiones afectan nada más al flanco del domo de lava (donde se observa una cicatriz
en forma de anfiteatro como resultado de la explosión). Avalanchas de tipo Merapí se
produjeron durante la actividad reciente del volcán de Colima, en México, y se pudo
averiguar que las explosiones debidas a los gases magmáticos se producen a veces como
consecuencia de un derrumbe de tipo gravitacional. Este se debe a la fuerte pendiente
sobre la cual se desarrolla el domo.

IIc.- Las nubes ardientes de tipo Saint-Vincent.

Estas nubes, observadas por primera vez en La Soufriére de St Vincent (1902), en las
Antillas, no se relacionan con las fases de crecimiento de un domo de lava viscosa como
en los caso anteriores, sino que se deben al colapso de una columna eruptiva producida
por violentas explosiones a partir de un conducto magmático abierto (Figura 7a). La
explosión inicial está dirigida verticalmente (1) y la columna eruptiva sube hasta los
2.000 - 3.000 m de altura. Pero, sobrecargada de líticos, se derrumba en el flanco del
volcán (2) para luego propagarse en forma de avalancha ardiente fluidizada (3) y,
encajonándose en los valles, se extiende hasta varios kilómetros del cráter. Sobre esta
avalancha se desarolla una nube turbulenta (6) (ground surge de los anglosajones)
debido al aire incorporado en el frente de la avalancha. Parte del material fino sube en
una nube que se extiende en forma de sombrilla al nivel atmosférico. Estas nubes Saint-
Vincent tienen el aspecto caóticos de los depósitos de nubes ardientes pero contienen
además numerosos fragmentos de tipo escoriáceo, que son
Figura 7 : Nubes ardientes de tipo St Vincent (a) y Katmai (b). Estas últimas son las que
generan los derrames ignimbríticos.

típicos de proyecciones a partir de un conducto magmático abierto. La presencia, a


veces, de bombas en coliflor en este tipo de nubes demuestra que el colapso de la
columna eruptiva puede resultar de un aumento de la densidad debido a la incorporación
de una gran cantidad de vapor de agua en el sistema (erupción freatomagmática). De
hecho, el colapso de una columna eruptiva depende de muchos factores, como son el
tamaño del conducto, la velocidad de eyección del material, el porcentaje de Uticos y la
cantidad de agua.
III. - LAS COLADAS PIROCLÁSTICAS.

Pese a la extraordinaria abundancia de ignimbritas en numerosas áreas volcánicas del


mundo, se conoce solamente una erupción histórica que dio lugar a depósitos de esta
naturaleza: la del Katmaí en Alaska, en 1912. No fue observada directamente, pero se
pudieron reconstruir las condiciones de emplazamiento de esta gran masa de material
piroclástico que inundó un valle ubicado al pie del Monte Katma'í. Éste fue nombrado, a
raíz del gran número de fumarolas que se escapaban en la superficie, el Valle de los
10.000 humos. A partir del estudio de los depósitos del Katma'í se pudo establecer que
las grandes mesas de material ácido (sobre todo riolítico) que cubren gran parte del
oeste de los Estados Unidos, de México, o de los Andes eran coladas piroclásticas.
La erupción del Katma'í empezó con fuertes terremotos que correspondieron a la
apertura de grandes fisuras. Por estas fisuras eruptivas subió una especie de espuma
piroclástica bajo presión, dando lugar a coladas piroclásticas que avanzaron a
velocidades de 100-150 km/h, llenando un valle de 3 hasta 12 km de ancho, por 30 km
de largo, con un espesor de más de 200 m de cenizas y pómez. El volumen total emitido
en menos de un día fue estimado entre 7 y 10 kmj. En estas erupciones ignimbriticas
(Figura 7b), puesto que se abren grandes fisuras, la descarga de gas no es a presión. Por
lo tanto, la espuma rica en gas que llega a la superficie (1) no sube en forma de columna
eruptiva sino que se desplaza horizontalmente en forma de manto fluidizado (2)
acompañado por una nube (ground surge ; 3). Las cenizas finas llevadas por el ground
surge están progresivamente incorporadas en el flujo piroclástico y solamente las
últimas estarán preservadas en la superficie del depósito. En este tipo de erupción, el
depósito final, que suele ser potente (decenas de metros) y extenso (miles de km"), es
muy uniforme, y presenta una escasa granoselección o estratificación.

Consiste en una gran cantidad de juveniles, pómez y fragmentos de vidrio, y de algunos


Uticos. Eso demuestra que el vaciado de la cámara magmática se hace de una manera
regular; a veces se observan cambios en la composición química y corresponden a
cámaras magmáticas estratificadas. En el valle de los 10.000 humos el depósito no está
muy compactado, pero donde está más soldado, aparece una cierta prismación, como en
el caso de un derrame de lava. El grado de soldadura y de compactación condiciona las
diferentes texturas que presentan estas rocas. A los términos bien compactados se aplica
más bien el nombre de ignimbrita. Al final de la erupción del Katmaí se produjeron
violentas explosiones que construyeron un anillo de piroclastitas, dentro del cual se
edificó un domo de lava riolítica, el Novarupta.

En este tipo de erupción, cuando el volumen de material emitido es suficiente, se tiene


como resultado la formación de una caldera. Este hundimiento final se debe a la
destabilización del techo como consecuencia del vaciado rápido de un reservorio
magmático de poca profundidad.

IV. - EXPLOSIONES DIRIGIDAS (BLAST) DE TIPO ST. HELENS.

La reciente actividad del St Helens, la erupción cataclísmica más violenta de los últimos
150 años, ilustró un peligro mayor, que no había sido observado hasta el momento, pero
que luego resultó ser bastante frecuente durante la fase madura de los grandes
estratovolcanes: el derrumbe brutal del flanco del volcán, llevando al desarrollo de
explosiones dirigidas (blast para los anglosajones). El inicio de una nueva fase de
actividad en el St Helens (2.950 m de altura), en calma durante más de 100 años, se
anunció con un terremoto de magnitud 4, el 20 de marzo 1980 y el desarrollo de
explosiones freáticas en la cumbre del volcán, cubierta por un glaciar. Como resultado
de esta actividad se abrió un cráter de unos 200 m de profundidad. A partir del 6 de abril
se empezó a inflar el flanco norte, atestiguando una acumulación magmática bajo el
domo de lava antiguo que obstruye el conducto. Se evacuó la zona y el 15 de mayo el
abultamiento del flanco norte alcanzó 150 m, existiendo evidencias de inestabilidad. El
18 de mayo 1980, a las 8h30, precedido por un sismo, se derrumbó casi todo el flanco
norte y en algunos segundos, una masa de 2.5 kmj de roca se puso en movimiento, a la
que hay que añadir 10 millones de mj de hielo. Esta masa rocosa fluidizada,
desplazándose a velocidades entre 100 y 400 km/h, llegó a distancias de casi 25 km del
cráter. El desplome del flanco disminuyó bruscamente la presión de carga en el
conducto, y favoreció la vaporización del agua y de la nieve, provocando una gigantesca
explosión dirigida (blast) que tumbó todos los árboles en un radio de 25 km (Figuras 8 y
9). Por último, el magma también sufrió un fenómeno de desgasificación explosivo y
coladas piroclásticas de cenizas y pómez de alta temperatura bajaron por las laderas. En
pocos minutos el volcán perdió 500 m de altura y los árboles que lo cubrían, y en lugar
de una cumbre cubierta de nieve apareció una caldera de avalancha en forma de
herradura. Desapareció casi por completo el Spirit Lake que estaba a su pié.

Figura 8 : 5/aí/ de tipo St Helens.


(1) intrusión magmática lateral (debido a la presencia de un domo de lava anterior
tapando el
conducto) debajo de la cumbre del volcán ; (2) el flanco norte del volcán se empieza en
inflar ;
(3) deslizamiento del flanco del volcán lo que induce la formación (4) de un derrame de
detritos: la decompresión brutal de la columna magmática induce una explosión dirigida
(5),
el blast : (6) penacho de ceniza y vapor que se forma como resultado de la apertura del
conducto.

Los lahares que acompañaron las diferentes etapas de la erupción ocasionaron


destrucciones importantes en las riberas de los ríos (Figura 9). Aparecieron después, en
el cráter, varios domos de lava, periódicamente destrozados por violentas explosiones.

Figura 9 : Depósitos relacionados con la erupción del Mt St Helens, el 18 de mayo


1980.

Fases eruptivas de este tipo, con avalancha de detritos, se descubrieron después en


varios edificios, tales como el volcán de Colima, en México, o la Soufriére de
Guadeloupe, en las Antillas. Se reconocen estos eventos por la morfología en herradura
del cráter y la presencia, al pie de éste, de un amplio abanico con una topografía muy
irregular (hummocks). De hecho, la inestabilidad de los flancos de los estratovolcanes
es un evento bastante común que se observa aún en los edificios basálticos. Se debe a la
heterogeneidad de su construcción,

Figura 10 : Fotografía de la cumbre de la Soufriére de Guadeloupe mostrando (1) en el


primer plano la caldera de avalancha de 11.500 años recortada por (2) otra caldera de
avalancha fechada en 3.100 años y (3) el domo del siglo XV, con los humos de vapor
que marcan la fase final de la actividad freática de 1976-1977.

con alternancias de material compacto (derrames de lava) y material fragmentado


(escorias, cenizas, nubes). Los procesos hidrotermales que alteran las rocas volcánicas
en minerales de tipo arcilla, favorecen, por otro lado, la formación de niveles de
desprendimiento (décollemení) sobre los cuales, con la ayuda de sismos, de lluvias
fuertes, etc., va a deslizarse

V. - OLEADAS RELACIONADAS CON ERUPCIONES FREATO-


MAGMÁTICAS.

Las explosiones freato-magmáticas tienen lugar cuando un magma, a alta temperatura,


alcanza durante su ascenso un nivel donde existe una cierta cantidad de agua a la que
puede vaporizar. En ciertos casos, el magma puede detenerse en su ascenso y transmitir
únicamente su calor a un acuífero que esté encima, cuya vaporización produce una
erupción puramente freática. Eso ocurrió, por ejemplo, durante la crisis de 1976-1977
de la Soufriére de Guadeloupe, en las Antillas, como consecuencia de la infiltración de
agua superficial en el interior de un domo dacítico no completamente enfriado (Figura
10). Fue difícil determinar si se trataba de un nuevo ciclo volcánico o si eran
explosiones freáticas. De hecho, la ausencia de vidrio volcánico « fresco » fue el
elemento determinante para caracterizar esta erupción.

El contacto agua - magma puede producirse o bien en la superficie, al llegar el magma a


un lago o al mar, o bien en profundidad, al encontrar el magma que asciende un nivel
freático. Aún si la dinámica de las erupciones es bastante similar, el tipo de edificio así
formado es diferente. En el primer caso, se construyen lo que se llama, desde la
aparición de la isla de Surtsey, al sur de Islandia en 1963, conos surtseyanos. En estas
erupciones, el fenómeno explosivo se encuentra reforzado por el hecho que a la propia
vesiculación del magma, se suma la vaporización del agua de mar cuando ésta invade
periódicamente el conducto. Lo típico de estas erupciones surtseyanas es el desarrollo,
en la base de la columna blanca de humo y ceniza, de nubes anulares densas (base
surge) de color más oscuro.

Estas explosiones se repiten en rápidas secuencias, lo que explica el carácter bien


estratificado de los depósitos. La característica de estos depósitos es el alto grado de
fragmentación de los piroclastos (la fragmentación inicial del magma por expansión de
los gases magmáticos favorece la interacción con el agua, cuya vaporización fracciona
nuevamente a los piroclastos) y el aspecto finamente estratificado del material. Formas
particulares de antidunas, figuras de carga bajo los bloques y erosión de los niveles
inferiores, subrayan un transporte a ras del suelo por nubes densas. Son frecuentes, por
otra parte, las bombas en coliflor que corresponden al enfriamiento brusco del magma al
contacto con agua. El mismo fenómeno se produce en el caso de erupciones
subglaciares. Este tipo de erupción es bastante común con magmas basálticos, aunque
se conoce también en magmas ácidos. En este caso, debido a una mayor cantidad de
gases en el magma, el material es aún más fragmentado y fino, y se edifica lo que se
llama un anillo de toba (tuffring).

Cuando el contacto agua-magma se produce en profundidad, al nivel de un acuífero, se


obtiene el mismo tipo de cono piroclástico bien estratificado y con pendientes suaves
que en el caso de los conos surtseyanos, pero aquí, además, abundan los fragmentos
angulosos de rocas del substrato (granito, gneis, esquistos, calizas...) que indican el
nivel de las explosiones.

Se obtiene al final un cráter de explosión de gran tamaño (200 m hasta 2 km), a menudo
ocupado por un lago, profundamente enraizado en el substrato (Figura 11), llamado
maar.
Figura 11 : Nubes básales (base surge} asociadas con erupciones freatomagmáticas de
tipo maar.

(1) explosión profunda y columna eruptiva mantenida a presión en un conducto


cilindrico ; (2) al llegar en la superficie, una parte de la columna sufre una
decompresión brutal dando lugar a una expansión lateral en forma de nubes anulares (3)
mientras que en la parte central el material sale a presión verticalmente formando un
penacho (4) ; proyecciones balisticas (5) ocurren en la base del penacho. Un obstáculo
(6) puede parar la progresión de las nubes anulares y la zona (7) esta así protegida.

La depresión central no se debe de hecho al ciclo de explosiones rítmicas que dieron el


anillo de piroclastitas. sino que es un evento tardío relacionado con el derrumbe del
techo de la "cámara de explosión". En los sistemas antiguos, está preservada únicamente
la raíz de estos sistemas explosivos, formando lo que se llama una diatrema. Los pipes
de África del Sur donde se encuentran los diamantes son aparatos de este tipo.
VI. - LOS LAHARES.

Este término fue definido por primera vez en Indonesia, donde estos derrames de lodo
provocan más daños que las erupciones volcánicas que los inician, porque afectan zonas
muy pobladas situadas en valles alejados del volcán. Esta mezcla de agua, cenizas y
bloques es muy fluidizada. y se canaliza en los valles destrozando todo por donde pasa.
Rellena los bajos topográficos cuando pierde su velocidad y se endurece muy
rápidamente, a la manera del yeso. Para que se forme un lahar se necesitan dos cosas :
una gran cantidad de ceniza no compactada en las pendientes de un volcán, y grandes
volúmenes de agua. Así pues, en la mayoría de las erupciones explosivas que acabamos
de ver, se producen cantidades de material fino que cubren grandes superficies y que se
encuentran de este modo disponibles. El agua puede tener un origen variado : pueden
ser las lluvias fuertes que acompañan muchas veces las erupciones cataclísmicas (caso
de la erupción del Chichonal, en México, en 1982), puede ser una capa de hielo que se
derrite en relación con una nueva actividad magmática (caso del derrame de lodo que
sumergió Armero en Colombia, el 13 de noviembre de 1985), o puede ser una erupción
freática que se produzce, en un cráter lleno de agua, como es el caso para muchos
volcanes de Indonesia.

El depósito presenta el aspecto de una formación conglomerática que tiene las


siguientes características : (1) bloques de tamaño (de centimétricos hasta métricos) y
naturaleza petrográfica muy variados y presencia de troncos que no están carbonizados ;
(2) un cemento fino que corresponde a la consolidación de la masa de lodo; (3) la
ausencia de todo tipo de clasificación, puesto que el flujo es de tipo turbulento. Los
lanares pueden alcanzar zonas situadas a más de 40 km de un volcán, y hasta 100 km, si
se encajonan en valles estrechos. Son, probablemente, dentro de los riesgos volcánicos,
los más peligrosos, puesto que afectan a grandes superficies y zonas generalmente muy
pobladas. Ponen en movimiento volúmenes enormes de material (¡27.000 m3/s al nivel
del abanico de Armero, localizado a 72 km del Nevado del Ruiz !), que no son
únicamente cenizas sino también material arrasado durante el transporte por la fuerza
erosiva del flujo. La velocidad de estos lahares decrece de manera exponencial al
alejarse del volcán (desde 40 m/s, en el flanco del volcán, hasta 10 m/s a una distancia
de 20 km).

CONCLUSIÓN

Se han descrito aquí los principales tipos de actividad volcánica explosiva. Como toda
clasificación tiende a dar la impresión que son fenómenos distintos que caracterizan tal
o cual volcán. De hecho durante una misma erupción, como consecuencia de ligeras
variaciones en las condiciones físicas en la cámara magmática, o durante el ascenso, se
puede pasar de una erupción pliniana a una erupción de tipo St Vincent, o de una fase
surtseyana a una fase aérea normal. Además, si hay que prever los efectos directos de tal
o cual tipo de erupción en función de la historia anterior del volcán, no hay que olvidar
los efectos secundarios relacionados, por ejemplo, con la remobilización de las grandes
cantidades de material fragmentado, fino y no soldado, que cubren las pendientes, y que
pueden llegar hasta muy lejos del cráter.
Las calderas.

Este término, empleado por los habitantes de las islas Canarias para designar
depresiones topográficas circulares,, fue introducido a partir de 1941 por H. Williams
para definir los hundimientos de forma circular que se observan en algunas estructuras
volcánicas. Desde el principio, H. Williams hizo la distinción entre (1) las calderas
relacionadas con la emisión rápida de grandes volúmenes de ignimbritas y (2) las
calderas asociadas con volcanes basálticos o andesíticos que no están en relación con
erupciones piroclásticas. Veinte años después Smith (1960) subraya que el tamaño de
una caldera es directamente proporcional al volumen de ignimbritas emitido y en 1968,
Bailey propone un modelo de evolución de las calderas.

En este capítulo nos vamos a interesar únicamente en las calderas asociadas con
erupciones acidas. Sin embargo, no hay que olvidar que el vaciado rápido de un
reservorio basáltico, debido a la emisión de volúmenes importantes de lavas muy
fluidas, como es el caso en las islas Hawaii, puede llegar también a hundimientos de
forma elipsoidal o circular en la parte alta de los escudos basálticos, formando lo que se
llama un pit cráter si el tamaño es reducido (< a 1 km.), o calderas. De este modo, la
caldera del Kilauea tiene 4,4 por 3,3 km. y una profundidad de 150 m, y la del Mauna
Loa 2,6 por 4,5 km. y 180 m de profundidad. Estas calderas corresponden a veces con
una sucesión de hundimientos parciales de tipo pit cráter.

L- EVOLUCIÓN DE LAS CALDERAS ASOCIADAS A ERUPCIONES


IGNIMBRÍTICAS

Las erupciones ignimbríticas son de un orden de magnitud muy superior a las nubes
ardientes de tipo peleana o Merapi. Para estas últimas el volumen de material emitido es
por lo general inferior a 1 km , mientras que los volúmenes implicados en los ciclos
ignimbríticos son, a veces, del orden de 100 o incluso 1.000 km3, lo que hace que estas
erupciones provoquen las catástrofes naturales más importantes. No hay que olvidar, sin
embargo, que el volumen de roca maciza es aproximadamente la décima parte del
volumen de ignimbrita. El modelo de evolución de las estructuras en caldera propuesto
por Smith y Bailey (1968), que en la actualidad sigue siendo válido, considera cinco
etapas principales (Figura 12).
Figure 12 : Esquema de evolución de las calderas según Smith and Bailey (1968).

1.- Fase de abombamiento regional. Esta fase de abombamiento afecta a todo el edificio
volcánico y se desarrolla sobre un periodo relativamente largo. Corresponde al aumento
de la presión de los gases en el reservorio, durante la diferenciación de los líquidos
magmáticos ácidos. Es lo que permite, por la deformación superficial que induce, la
fracturación de las rocas situadas encima de la cámara magmática y la apertura de las
fracturas anulares que van a permitir la erupción.

2.- Emisión de los derrames piroclásticos. Cuando la presión en el reservorio es


suficiente como para abrir las fisuras, empieza la extrusión de los voluminosos mantos
ignimbríticos. La erupción del Katma'í duró algunas horas, pero no se conoce de una
manera segura la duración de las grandes erupciones ignimbríticas (> 100 km en el
oeste de los Estados Unidos), que es probable que sea del orden de varios años.
3. - Formación de la caldera. El hundimiento en caldera se produce, de hecho, poco
tiempo después de la erupción ignimbrítica, como consecuencias del vaciado rápido del
reservorio. Esto puede ser un proceso lento que acompaña las erupciones, lo que explica
que el espesor de ignimbritas sea más importante en la depresión caldérica que en las
mesetas que la rodean (outflows units*), pero puede ser también un colapso brusco.

4. - Volcanismo intra-caldera. La fase posterior al hundimiento es una fase de


desequilibrio tanto en la cámara magmática como en la superficie. Esto se nota por el
desarrollo de brechas al pie de las paredes que limitan la caldera. En estas depresiones
topográficas se instalan por lo general lagos. La fase de volcanismo post-hundimiento
puede ser larga y se acaba con la edificación de domos de lavas riolíticas. En algunos
casos también aparecen basaltos, indicando así el papel que los fenómenos de mezcla de
magmas juegan en el comienzo de estas erupciones.

5. - Actividad fumarólica. Las fumarolas están seguramente presentes durante todo el


ciclo evolutivo de las calderas, pero son más activas aún durante la fase final. La
duración de este ciclo fumarólico sugiere la existencia, en profundidad, de un sistema
hidrotermal, favorecido por la concentración de agua en la depresión central, y la
existencia de un cuerpo magmático profundo que se está enfriando lentamente. La
presencia de granitos en las raíces de las calderas antiguas demuestra que una parte del
líquido magmático se queda en el reservorio después de las erupciones ignimbríticas. El
ejemplo de Yellowstone indica que en un millón de años un sistema magmático ácido
está completamente cristalizado.

Existe otro tipo de caldera ignimbrítica en la cual la parte central sufre, poco después de
su hundimiento, un levantamiento, ocasionando la formación de lo que se llama un
domo resurgente (resurgent doming). La causa de este fenómeno de levantamiento, que
ocurre entre 1.000 y 100.000 años después del hundimiento en caldera, parece
relacionarse con un fenómeno de reajuste de los bloques fracturados, y con el hecho de
que aumenta nuevamente la presión de gases en la cámara. Esto se acompaña de
erupciones riolíticas que se localizan en el graben central del domo resurgente, o cerca
de la fracturas anulares (Figura 12). La pendiente de las capas levantadas puede alcanzar
60° en las zonas externas del domo resurgente y el levantamiento central puede alcanzar
más de 600 metros, como en la caldera de La Reforma en Baja California (México). El
ejemplo más típico de caldera con domo resurgente es la de Valles, en Nuevo México
estudiada con mucho detalle.

Uno puede preguntarse por qué algunas calderas presentan este fenómeno de domo
resurgente y otras no. Al parecer, cuando toda la energía del sistema magmático fue
disipada durante la erupción inicial, y por lo tanto no se puede reiniciar un nuevo ciclo,
con la cantidad de magma que queda en la cámara no hay domo resurgente.

Calderas relacionadas con erupciones ignimbríticas están a veces imbricadas en un


sistema complejo de hundimientos. En el San Juan volcante field, al suroeste del
Colorado, fueron definidas unas 18 calderas relacionadas con erupciones ignimbríticas
que se sucedieron entre 22 y 30 millones de años. En Bolivia, en el sector de Los
Frailes, existen calderas relacionadas con importantes volúmenes de ignimbritas datadas
entre 25 y 8-5 Ma.
II. - CALDERAS Y SISTEMAS GEOTÉRMICOS.

Las calderas recientes constituyen posibles fuentes de energía geotérmica. Este


potencial existe mientras persiste una cierta actividad magmática en profundidad. La
cristalización de cuerpos magmáticos profundos puede prolongares sobre más de un
millón de años después de la última erupción. La importancia de un sistema geotérmico,
que consiste en el calentamiento de aguas superficiales por una fuente de calor de origen
magmático, generando circulaciones de agua de tipo convectivo, depende de varios
factores. Se necesita, en primer lugar, un reservorio de poca profundidad (entre 500 y
2.000 metros) y de alta permeabilidad, para que se pueda recargar fácilmente. Se
necesita también una cubierta impermeable que mantenga el fluido en condiciones de
temperatura y presión elevadas necesarias para ser explotado. En la mayoría de los
casos, esta cubierta impermeable se genera como resultado del mismo sistema
geotérmico, puesto que debido al metamorfismo de las rocas (las temperaturas
estimadas a partir de la composición de las cloritas en la base de un pozo en la caldera
de los Azufres en México son del orden de 350° C) y a la circulación de fluidos, las
fracturas tienden a taparse rápidamente. Por último, se necesita la presencia de un bed
rock fracturado que permita a la fuente de calor transmitir su energía térmica al
acuífero. Es obvio que las calderas presentan en general estas condiciones, por lo cual
son lugares ideales para alojar un campo geotérmico. Muchas de ellas, de hecho, han
sido objeto de prospección, y algunas están ya en la fase de explotación, tanto en los
Estados Unidos como en las Filipinas, México, Italia, Japón o Nueva Zelandia, por citar
únicamente paises que producen más de 200 MW con esta fuente de energía.

III. - MlNERALIZACIONES ASOCIADAS CON SISTEMAS DE TIPO


CALDERA.

Las tobas ignimbríticas asociadas con sistemas en caldera son líquidos que provienen de
la parte superior de una cámara magmática diferenciada, y que están, por tanto,
enriquecidos en elementos litófilos. Debería existir entonces un potencial minero-
económico en estas rocas. Sin embargo, por el mismo modo de emplazamiento en forma
de una nube rica en gases y líquido fragmentado, los elementos se encuentran muy
dispersos. Así, los yacimientos relacionados con rocas piroclásticas acidas o se deben a
procesos de concentraciones secundarios, o se relacionan con la actividad hidrotermal
tardía que afecta a los sistemas en caldera, y más particularmente, a las calderas con
domo resurgente. En este último caso, es evidente la presencia de un cuerpo plutónico
que juega el papel determinante en la mineralización.

IIIa. - Yacimientos de uranio.

En los años 70, debido a la crisis del petróleo, hubo una fuerte demanda de uranio para
las centrales nucleares y se empezó a considerar las rocas ignimbríticas como una
posible fuente. Existía en México un yacimiento conocido de uranio en ignimbritas, el
de Peña Blanca, y puesto que la superficie cubierta por las ignimbritas terciarias (35-20
Ma) en el noroeste de México alcanzaba los 250.000 km2 algunos pensaron que la
Sierra Madre Occidental (SMO) podía constituir una reserva importante de uranio. De
hecho nunca se confirmaron estas esperanzas y se demostró, por lo contrario, que el
yacimiento de Peña Blanca se debía en gran pane a fenómenos de alteración y
concentración secundarios puntuales. Estudios detallados demostraron que la
mineralización uranífera era el resultado de una sucesión de transformaciones que
afectaron a volcanitas acidas con tendencia alcalina. La primera etapa, post magmática,
corresponde a la desvitrificación de las tobas vitroclásticas, lo que favorece la liberación
del uranio, y a la circulación de gases con temperaturas elevadas (del orden de 400° C).
Bajo ciertas condiciones locales (baja de presión por apertura de fisuras) y en zonas
altamente brechificadas, el uranio puede precipitar a partir de estos fluidos. La segunda
fase hidrotermal reconocida, se caracteriza por fluidos esencialmente acuosos, y de más
baja temperatura (del orden de 250-150° C), provocando la caolinitización de las tobas
igmmbríticas y, al bajar la temperatura hasta 150-100° C, la aparición de una asociación
montmorillonita - ceolitas. En la zona mineralizada, debido a la presencia de azufre, los
óxidos de uranio se transforman en pechblenda (o uraninita). Posteriormente, durante
una fase de lateración supergénica, el stock mineralizado sufre un fenómeno de
oxidación, dando minerales de uranio hexavalente y óxidos de hierro. Por último, y en
relación con la tectónica regional (Basin and Range), se produce un ultimo reajuste a
baja temperatura (150° C) marcado por la aparición de ópalo. Esta historia compleja
demuestra que los procesos de concentración del uranio en las rocas piroclásticas acidas
es más bien un fenómeno aleatorio. El descenso en las necesidades en uranio, ayudó a
condenar definitivamente la exploración en este contexto.

IIb. - Yacimientos de tipo hidrotermal en las calderas.

Existen mineralizaciones económicas en sistemas en calderas, pero aparecen asociadas


con las circulaciones hidrotermales tardías ocasionadas por la presencia de un intrusivo,
representando el último pulso magmático después de las erupciones ignimbríticas y del
desarrollo de los domos de riolita. Además, el tipo de mineralización parece depender
de la composición química de estos cuerpos magmáticos. Las mineralizaciones
asociadas con magmas calcoalcalinos son más bien de tipo calcófilo (Cu, Zn, Pb),
mientras que las que se encuentran en las rocas acidas de composición alcalinas o
hiperalcalina están constituidas principalmente por metales litófilos (Mo, Sn, W, Be) y
vetas de minerales preciosos (Au, Ag). Estas vetas, localizadas por lo general en las
fracturas anulares de la caldera, se deben a la fase final de circulación de los fluidos
hidrotermales que provienen del cuerpo subvolcánico.

Cuando el nivel de erosión de estas estructuras es suficiente se puede ver que las rocas
encajantes pueden albergar mineralizaciones de tipo skarn. La última fase de esta etapa
hidrotermal está marcada por la abundancia de fuentes calientes y de depósitos tipo
travertino o geyserita, como es el caso en la famosa caldera de Yellowstone. En relación
con este mismo evento se pueden formar en profundidad una serie de vetas de fluorita.

En Bolivia, las mineralizaciones de estaño de la zona de Potosí, parecen estar


relacionadas con la circulación de fluidos ricos en boro, típicos de la fase final de
evolución de un sistema magmático. Sn, W, Ag, Zn, Pb y Sb están presentes en vetas o
diseminados en cuerpos subvolcánicos. La zonación que se observa en las vetas del
distrito de Karikari-Potosí es típica de una evolución de fluidos hidrotermales, desde
fluidos de alta salinidad y temperatura (con casiterita, wolframita, pirita y arsenopirita)
hasta fluidos de baja temperatura y salinidad, responsables de la precipitación de
paragénesis polimetálicas de sulfures de hierro, de plomo-zinc y, sobre todo, sulfosales
de Pb-Ag-Sb.

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Geother. Res. .41.
INTERPRETACIÓN DE LOS AFLORAMIENTOS
DE DEPÓSITOS VOLCÁNICOS

El trabajo de geólogo de campo, muchas veces se apoya sobre el mapeo y un buen


mapeo depende de una correcta identificación de los afloramientos y de las muestras.
Los terrenos volcánicos ofrecen mucho interés para la investigación científica o para la
exploración mineral. Pero también, debido a sus características particulares necesitan la
adopción de un método sistemático de descripción.

Los depósitos volcánicos deben ser examinados con referencia a tres puntos principales:

1. creación de las texturas originales primarias debidas a los mecanismos de explosión y


emplazamiento

2. modificación de las texturas originales por mecanismos sin-volcánicos (oxidación


salida de gas, alteración por fases de vapor, devidrificación,...)

3. modificación por mecanismos post-volcanicos (hidratación, alteración hidrotermal,


diagenésis, alteración meteórica, tectónica,...).

El tipo de erupción, es decir explosivo o efusivo, es de mayor importancia en la


creación de las texturas originales en los depósitos volcánicos. Las erupciones
explosivas producen una gran variedad de depósitos piroclásticos, mientras que las
erupciones efusivas producen coladas de lavas y domos de lavas (facies coherentes,
compactos y facies autoclásticos) (tabla 1).

En ambientes volcánicos algunos depósitos volcanoclásticos son producidos por


mecanismos no volcánicos en particular por resedimentación, sincrónica o
independiente de las erupciones.

Una preocupación debe ser de poder identificar los principales mecanismos al origen de
la génesis de las texturas primarias y sus modificaciones más frecuentes. El apoyo en el
conocimiento de los mecanismos en las erupciones actuales, permite un mejor
entendimiento de los depósitos mas antiguos.

La composición, texturas y estructuras de los depósitos volcánicos son la base para la


clasificación descriptiva de estos depósitos. Algunas pueden dar informaciones sobre la
interpretación genética pero muchas veces solo sugieren varias posibilidades; así que es
importante apuntar los datos que permiten de hacer la diferencia entre depósitos
volcanoclásticos o compactos, que permanecen en depósitos antiguos y que pueden
reconocerse a la escala de los afloramientos y de la muestra de mano.
Principales mecanismos actuando en la formación de los depósitos volcánicos

La correcta interpretación de estos depósitos se base en observaciones a diferentes


escalas. Necesita:

1) el uso de términos apropiados para una buena descripción de campo de los depósitos
volcánicos;

2) el levantamiento de los afloramientos y de los cortes mediante log y gráficos;

3) la identificación de las texturas volcánicas originales y la distinción de aquellas


debidas a la alteración;

4) el reconocimiento de las texturas y estructuras relacionadas con el modo de


emplazamiento en particular en facies coherentes (lavas y intrusiones) (tabla 2) versus
facies volcanoclásticos (autoclásticos, piroclásticos resedimentados y volcano-
sedimentarios) (tabla3);
5) el reconocimiento en el afloramiento de los hechos característicos de un marco
particular de deposición (aéreo versus subacuoso, o aguas relativamente profundas
versus aguas de poca profundidad).

Se toma en cuenta varias escalas desde una sola unidad eruptiva o sedimentaria hasta
centros volcánicos enteros.

Un afloramiento aislado o una muestra de mano de rocas volcánicas antiguas


generalmente no va ofrecer evidencias claras de su origen. Por esta razón, es mejor usar
al principio una terminología referida a litología y litofacies hasta conseguir suficientes
datos y pruebas para usar términos con implicaciones genéticas.

La terminología referida a la litología da informaciones sobre la composición, los


elementos, el tamaño del grano. La terminología referida a los litofacies da
informaciones sobre estructura, organización interna y geometría. La terminología
genética da informaciones sobre la erupción y los mecanismos de emplazamiento para
los depósitos volcánicos y volcanoclásticos primarios y sobre la redeposición, erosión y
transporte para los depósitos resedimentados y volcano-sedimentarios.

Hay de notar que las clasificaciones litológicas descriptivas actualmente utilizadas


implican la distinción entre depósitos con texturas compactas (lavas) y texturas
volcanoclásticas que también presenta una referencia genética.

Para los depósitos compactos la interpretación genética busca principalmente distinguir


entre coladas de lavas, intrusiones sinvolcánicas, intrusiones post-volcánicas y depósitos
piroclásticos fuertemente soldados (tabla 1).

Para los depósitos con texturas volcanoclásticas, generalmente, no existen términos que
se puedan usar para todo los depósitos que sean sin implicaciones genéticas; los
términos son en parte derivados de la sedimentologia y no son especificamente
adaptados. Para estos depósitos, la interpretación genética trata de determinar cuatro
categorías principales en base a los mecanismos de fragmentación y de transporte, es
decir autoclásticos, piroclásticos, volcanoclásticos sin-eruptivos y volcano-
sedimentarios epiclásticos. Para cada caso se puede llegar a interpretaciones más precisa
con referencia al tipo de erupción, mecanismos de transporte y deposición y ambiente
de deposición.
1: modelo de facies para un deposito piroclástico producido por una erupción explosiva
acida de amplitud mediana a grande, en ambiente aéreo (según Wright el al., 1981).
Corte esquemático mostrando la disposición de los depósitos: una capa de caída de
cenizas pliniana esta cubierta por un deposito de oleada; la capa basal de la unidad de
flujo piroclástico puede presentar gradación inversa, mientras que en la parte principal
del flujo los clastos líticos están concentrados en la base; los fragmentos de pómez, así
come los tubos de escape de gas (gaz pipe) están concentrados cerca del tope del flujo.
Una capa de cenizas finas cubre la unidad de flujo.

PRINCIPALES MECANISMOS ERUPTIVOS.

Tal como se ha visto en detalle en la parte anterior se clasifican básicamente en:

1. Las erupciones freáticas (vapor) se producen cuando agua meteórica es calentada y


vaporizada con una presión tal que pueda fracturar y eyectar las rocas encajantes; las
erupciones únicamente freáticas no botan material juvenil (magmático).

2. Las erupciones freato-magmáticas (surtseyan) son producidas por la interacción de


aguas con el magma y pueden proyectar muchos clastos Uticos así como material
juvenil.

3. Las erupciones magmaticas resultan de la eyección en superficie de magma fundido


sea de forma explosiva o efusiva. Estas erupciones se reparten en varios tipos, definidos
con referencia a los volcanes que las producen; en orden de mayor explosividad se
distingan: flujos basálticos, hawaian, strombolian, vulcanian, sub-plinian, plinian, ultra-
plinian.

El ambiente es un factor importante ya que, por ejemplo, la erupción de un magma que


da una colada andesítica en un ambiente aéreo va dar una colada con pillows, pillow-
brechas y hialoclástitas si se produce bajo aguas profundas.

También es importante considerar el concepto de unidad de flujo; esto porque en


muchos casos un flujo, sea de lava o piroclástico, puede estar conformado por varios
tipos de roca, pero todas estas rocas son el producto de un solo evento eruptivo.

Para la reconstitución de las unidades de flujo se puede usar el concepto de facies, que
permite diferenciar facies proximales, cercanos al punto de emisión y facies dístales. En
el caso de una erupción acida de gran magnitud, fuertes diferencias existen entre los
facies proximales y dístales (fig. 1).

DEPÓSITOS PIROCLÁSTICOS

Hemos visto que están debidos a las erupciones explosivas que se producen por una
rápida descompresión de gas, con fragmentación y eyección de magma y/o de las rocas
encajantes; estas erupciones dan abundantes piroclastos desde cenizas finas hasta
bloques métricos.

Los piroclastos se dispersen por el transporte:


- por inyección en la atmósfera, seguida por caída ("pyroclastic fall deposits"). Estos
depósitos cubren toda topografía y mantienen un espesor regular; generalmente son
granoclasificados. Pueden ser soldados o no soldados aun que generalmente no lo son.
- por explosiones dirigidas lateralmente cercana al suelo, con alta concentraciones de
piroclastos: flujos piroclásticos ("pyroclastic flows"). El emplazamiento es controlado
por gravedad en una dispersión de fragmentos y gas caliente. El emplazamiento es
influenciado por la topografía; generalmente rellenan los valles y las partes bajas de la
topografía y son ausentes, o eventualmente cubren en forma delgada los puntos altos de
la topográfica; dejan una superficie superior regularmente aplanada. (Fig.2)

Fig. 2. Tipos de depósitos piroclásticos según el mecanismo de deposición


A: depósitos de caída tapan la paleotopografía, con un espesor regular; son
relativamente bien sorteados y estratificados.
B: flujos piroclásticos: rellenan a los valles pero también pueden rebalsar sobre los
puntos altos; dejan una superficie aplanada.
C: oleadas piroclásticas; son mas potentes y mas gruesas en los puntos bajos de la
topografía; las capas son lenticulares, con figuras de transpone.

DEPÓSITOS DE FLUJOS PIROCLÁSTICOS

Características de los depósitos de flujos piroclásticos. - Composición.

Los flujos piroclásticos contienen principalmente piroclastos magnéticos juveniles,


producidos por la desintegración explosiva del magma, mezclados con piroclastos
litícos y ocasionales clastos líticos arrastrados por el flujo. Los elementos juveniles
incluyen pómez y escoria así como otros clastos juveniles menos vesiculares,
fragmentos de vidrio (shard) y, en el caso de magma porfiríticos, cristales o fragmentos
de cristales.

Algunos depósitos de flujos piroclásticos, en particular los producidos por erupciones


freato-magmáticas contienen lapillis acrecidos.
Los flujos piroclásticos pueden ser producidos por magmas con una amplia variación de
composición, y algunos depósitos son mezcla de dos o mas composiciones. En general
los depósitos mas voluminosos son dacíticos o riolítico mientras que los depósitos de
volumen pequeño son dacíticos o andesíticos, o raramente basálticos
- Tipos de depósitos.

En forma simplificada se puede considera que los piroclastos juveniles dominantes en


un deposito de flujo piroclástico reflejan el carácter de flujo y el probable mecanismo
eruptivo. Se distingan:

- Depósitos de flujo de cenizas y bloques, contienen lapillis y cenizas poco vesicular;


lapillis juveniles son frecuentemente angulares; los piroclastos de cenizas son
fragmentos angulosos de vidrio y, en caso de magmas porfiríticos, fragmentos de
cristales. Lapillis juveniles pueden estar térmicamente oxidados pero texturas de
soldaduras son muy escasas.

Estos depósitos están frecuentemente asociados con la extrusión de domos y coladas de


lavas andesíticas, dacíticas o rioliticas, en particular, en volcanes compositos y calderas.

- Depósitos de flujos de escorias y cenizas; contienen mayormente lapillis escoriáceos


de composición andesítica o basáltica. Estos depósitos son producidos principalmente
por erupciones explosivas de volumen reducido en volcanes compositos. Tratándose de
magma relativamente básico la temperatura de erupción y también de emplazamiento
pueden ser elevadas y los piroclastos son poco viscosos lo que hace que cierta soldadura
pueda ocurrir hasta en depósitos delgados (<10 m).

- Depósitos de flujos de pómez o ignimbritas; están formados principalmente por


bloques y lapillis de pómez y fragmentos de vidrio; magmas porfiríticos dan pómez
porfiríticas y cenizas que incluyen fragmentos de cristales tanto como fragmentos de
vidrio.

La mayoría de estos depósitos incluyen por lo menos algunos piroclastos líticos y


clastos líticos. Pueden mostrar una gran variedad en el grado de soldadura,
devidrificación y texturas de recristalización de fase vapor. Las ignimbritas
corresponden a composiciones magmaticas daciücas y rioliticas (Fig. 3).
Fig. 3. corte esquemático de los tres tipos de depósitos de flujos piroclásticos: A:
depósito de flujo de bloques y cenizas cubierto por oleada de cenizas cogenéticas y
caída de cenizas finas. B: depósito de flujo de escorias y cenizas.
C: depósito de flujo de pómez o ignimbrita sobre una oleada cogenéticas y cubierto por
un depósito de caída de cenizas finas.

- Texturas y organización de las unidades de deposición.

Generalmente los depósitos de flujos piroclásticos son muy poco sorteados, lapillis y
piroclastos del tamaño de bloques están soportados en una matriz de cenizas; la matriz
se caracteriza por su textura vidrioclastica. La elutriación de las cenizas finas produce
un enriquecimiento de la matiz en cristales, en relación con le contenido en fenocristales
del magma fuente tal como es indicado por los clastos de pómez y escorias. Los
cristales en la matriz son fragmentos de cristales automorfos; aunque los fragmentos de
vidrios y cristales en la matriz son angulares, los piroclastos más grandes pueden ser
sub-angulares o redondeados, debido a su abrasión durante el flujo.

- Facies de deposición: las unidades de deposición de flujos piroclásticos pueden ser


relativamente homogéneas y masivas, con gradación normal de los lapillis mas densos
(fragmentos líücos) y una gradación inversa de los lapillis de pómez y escorias. A veces
algunos depósitos presentan al tope una zona con más clastos grandes de pómez o
escorias. La base del deposito puede ser disminuida en clastos grandes, mejor sorteada,
y con gradación inversa (zona de transición entre el suelo y el flujo durante su
emplazamiento).
En otros casos, los depósitos están estratificados con varias alternancias de zonas
organizadas mas o menos como la unidad masiva pero mucho más delgadas, (fig. 4)

Estos depósitos pueden ser asociados al tope con un delgado deposito de cenizas , que
generalmente corresponde a una caída desde la nube de cenizas diluidas que acompaña
al flujo (cenizas co-ignimbriticas). Muchas veces este nivel de cenizas no esta
conservado, o solo forma pequeñas lentes.

A la base se encuentran depósitos resultados de fenómenos producidos durante el


avance del frente del flujo piroclástico; generalmente dan un nivel delgado (< Im) con
estratificaciones cruzadas y laminaciones ("ground surge"), compuesto de cenizas y
fragmentos juveniles vesiculares; están enriquecidos en elementos mas densos
(cristales, fragmentos juveniles poco vesiculares, líticos).

Fig. 4. cortes esquemático en depósitos de flujos piroclásticos no soldados: A: depósito


de flujo masivo B: depósito de flujo estratificado.

La relación entre el espesor y la superficie cubierta por un depósito de flujo piroclástico


("ratio aspect") se relaciona con la velocidad de emplazamiento del flujo y su energía.

- Variaciones texturales relacionadas con la distancia

La influencia de la topografía sobre el espesor de los depósitos de flujos piroclásticos


hace que el adelgazamiento no se relacione obligatoriamente con un incremento de la
distancia recorrida. Pero en zonas de relieve suave, el espesor de los depósitos
disminuye gradualmente con la distancia desde la fuente.
Los flujos piroclásticos pueden transportar grandes piroclastos, en particular pómez
livianas, hasta el final de su extensión y cambios en el tamaño de los clastos de pómez
no son fuertemente relacionados con la distancia de transporte.

El tamaño máximo de los piroclastos líticos derivados del conducto de emisión


disminuye mas sistemáticamente con la distancia de transporte. Los clastos ocasionales,
arrastrados de las rocas encajantes, no siempre cambian de tamaño en relación con la
distancia de transporte. Muy cerca al punto de emisión los piroclastos líticos pueden ser
muy abundantes y muy gruesos, resultando de la rápida deposición de los elementos
mas densos y pesados del flujo ( brechas litica proximal).

DEPÓSITOS PIROCLÁSTICOS DECAÍDA ("PYROCLASTIC FALL


DEPOSITS")

Son producidos por la caída, por gravedad de los piroclastos eyectados en la atmósfera
por le erupción volcánica explosiva. Los piroclastos mas grandes y más densos caen
cerca del punto de salida, formando depósitos de brechas líticas groseras ("co-
ignimbritic lag fall deposits").

Los depósitos de caída disminuyen de espesor y de tamaño de grano cuando su distancia


al punto de emisión aumenta; cubren los relieves con una espesor constante; presentan
un buen sorteo de los piroclastos que refleja tanto la densidad como el tamaño de los
clastos; las capas pueden presentar granoclasificación normal o inversa, en relación con
la densidad de los clastos. Piroclastos densos, poco vesiculares, con trayectorias
balísticas pueden dar figuras de impacto en las capas. Los piroclastos juveniles tienen
formas irregulares; el sorteo de las partículas en relación al peso y al tamaño produce
capas en las cuales un tipo de piroclastos (pómez, escoria, cristales, ...) es mucho más
abundante que lo demás.

En caso de depósitos soldados los piroclastos juveniles son pegados y aplastados y


logran formar una roca coherente.

Los depósitos de caída más voluminosos son producidos por erupciones plinianas de
magmas ácidos y asociados con el emplazamiento de depósitos de flujos.

LOS FLUJOS DE DETRITOS ("DEBRIS FLOW")

Los flujos de detritos corresponden a una mezcla muy concentrada de material con agua
(lodo) muy poco sorteados; los flujos de detritos volcanoclásticos son compuestos de
fragmentos volcánicos y en general son mas pobres en arcillas que los flujos de detritos
de origen no volcánica.

Los flujos de detritos son muy poco sorteados, incluyen elementos del tamaño de
bloques grandes y no son granoclasificados; presentan un contacto basal nítido pero
poco erosivo. Estos depósitos pueden cubrir distancias muy grandes (hasta 100 Km).

A veces la textura de estos depósitos de flujos de detritos puede asemejarse a aquella de


depósitos de flujos piroclásticos, tal como ignimbritas no soldadas o depósitos de flujos
de bloques y cenizas; esto dificulta la distinción entre los dos en depósitos antiguos
cuando hace falta evidencias de un emplazamiento caliente.
También la alteración hidrotermal de lavas compactas o de brechas autoclásticas puede
dar la apariencia de texturas con población de clastos poco sorteados, soportados por la
matriz, parecidas a los depósitos de flujos de detritos

Los lahares son flujos de partículas volcanoclásücas transportadas muy rápidamente por
aguas en los flancos de volcanes; se comportan como los flujos de detritos y presentan
las mismas características. Algunos lahares son sincrónicos de las erupciones, por
ejemplo en casos producidos por la interacción de lavas o piroclastos con nieves o
nevados; en estos casos los lahares incluyen clastos magmáticos juveniles calientes y
pueden dar depósitos con texturas parecidas a los depósitos piroclásticos primarios.

La relación de los lahares con la actividad volcánica no es directa y se inicien por


seísmos, fuertes lluvias sobre depósitos volcanoclásticos no consolidados o después de
rupturas de pendientes que producen deslizamientos y avalanchas de fragmentos en los
flancos de los edificios volcánicos.

EN FORMA DE CONCLUSIÓN

Para poder interpretar a los depósitos resultandos de la actividad volcánica,


principalmente explosiva, se debe de tratar de chequear por lo menos los puntos
siguientes:

- tamaño del grano


- naturaleza de los fragmentos
- forma de los fragmentos
- grado de soldadura (aplastamiento de las pómez)
- estratificación (masiva o laminada)
- granoclasificación
- fabrica (clastos soportado / matriz soportado), grado de sorteo
- matriz
- alteración - mineralogía (sericita, clorita, sílice, carbonates,...) - distribución
(diseminado, en manchas, nodular,...)
- facies y extensión del depósito
LAVAS Y INTRUSIONES SIN-VOLCANICAS

FACIES COMPACTAS

• textura porfiritica (con distribución regular de los cristales euhedrales) o atanitíca.


• aspecto masivo o con figuras de flujo.
• textura de devitrificación de alta temperatura en la matriz (esferolitas, litofisas)
• no vesicular o vesicular (escoriácea)

FACIES AUTOCLASTICOS

• monoclasticas
• clastos de textura porfiritica o afanitica
• abundantes texturas con fragmentos en puzzle

AUTOBRECHAS

• clastos en tablas con estructuras de foliación de flujo, y bordes fragmentados


• clastos masivos en bloques o destrozados
• clastos escoriáceos o pumiceos
• débil porcentaje de clastos de menor a 2mm.

BRECHAS HIALOCLASTICAS

• clastos en bloques con superficie redondeada


• clastos con bordes de matrix vidriosa, interior de los clastos vidrioso o recristalizado
• clastos en bloques con superficie redondeada
• pequeñas fracturas a lo largo de los bordes de los clastos
• A veces abundante matriz en la fracción arenosa gruesa (de 1 a 4 mm)
• A veces abundantes fragmentos de cristales aisolados
• clastos escoriáceos pueden estar presentes

Principales características de los facies compactos y autoclasticos de las lavas y


intrusiones

DEPÓSITOS SIN-ERUPTIVOS RESEDIMENTADOS

• numerosos clastos juveni/os no modificados


• poca variación del tipo de los clastos y de la composición
• rasgos de sedimentación rápida (depósitos en masa "mass-flow" común)

DEPÓSITOS AUTOCLASTICOS RESEDIMENTADOS

Ambientes de aguas pocas profundas

• mésela de fragmentos autoclasticos y p/roclasticos


• mésela de depósitos en masa y en canales
• abundantes clastos de mas de 2 mm
• soldados o no soldados
Ambientes de aguas profundas
• abundantes clastos lávicos templados ; poco vesicular
• depósitos en masa
• pueden presentar buzamientos originales de hasta 25 grados
• asociados con hialoclastitas y lavas compactas

DEPÓSITOS PIROCLASTICOS RESEDIMENTADOS

Ambientes de aguas pocas profundas

• alternadas de depósitos en masa, depósitos de corientes cargados y canales


• disminuidos en cenizas finas
Ambientes de aguas profundas
• cuerpos sedimentarios de depósitos en masa muy espesos, con una base masiva rica en
cristales y clastos Uticos y una parte superior granodecreciente, rica en pómez
• clastos "incluidos" (intraclast) en la base de las unidades de depósitos en masa
• unidades laminadas de fragmentos de vidrio ("shards"), depositadas por flotación

Características de los depósitos sin-eruptivos resedimentados

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