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DE LA IMAGEN FEMENINA
RESUMEN
Las subculturas se han caracterizado por ser movimientos promovidos por adolescentes,
propios grupos con ideales y creencias semejantes. A pesar de ser grupos juveniles, no
dentro de estos movimientos. Poco a poco, la situación fue cambiando y las adolescentes
tuvieron la oportunidad de crear y luchar por sus propios espacios comunes y tener una
mayor representación a través de los clubs, revistas y grupos musicales femeninos. Sin
principalmente se promueve la sexualización entre las adolescentes a través de imágenes de
encontrar sus espacios dentro de la cultura popular, estos son más representativos del
imaginario sexual masculino que de la representación en sí de las adolescentes.
ABSTRACT
Subcultures are mainly characterised as youthbased movements that aim to distinguish
themselves from the cultural mainstream, creating their own groups with similar ideas and
beliefs. Nevertheless, even if they are youth groups, historically speaking, not all young
people could participate equally; that is, girls had a less visible role in these subcultural
movements. As time went by, their situation changed and young girls had the chance to
create and fight for their own common spaces and managed to achieve more noticeable
representation by means of clubs, magazines and female music groups. However, these
subcultural spaces (dominated by powerful marketing tools) are contradictory since, under
feminist and protest slogans, girls’ sexualization is promoted with women represented as
representation of girls as such.
María Reyes Ferrer
Universidad de Murcia
1. INTRODUCCIÓN
personas con una serie de comportamientos y creencias distintos de la cultura dominante de la que
forman parte. Este término viene generalmente ligado a los adolescentes, ya que tienden a
asociarse a pequeños grupos de personas con ideales y creencias semejantes que, se distinguen a su
vez, de las corrientes culturales mayoritarias. En Europa, la mayor parte de subculturas juveniles
obstante, no todos los adolescentes tuvieron la misma participación y la capacidad de acción en la
creación de grupos culturales: mientras que muchos chicos participaron activamente y fueron los
grandes protagonistas de los movimientos juveniles de mediados del siglo XX, las chicas quedaron
relegadas a un segundo plano, actuando principalmente como entes pasivos y secundarios. Como
Frith (1978) argumentó, este hecho se debe a que, tradicionalmente, el campo de acción principal
de las chicas ha sido el hogar (la esfera privada) y, por lo tanto, la participación femenina ha sido
menos visible. Basta analizar algunos grupos subculturales como los Mods, Rockers o Skins para
observar el escaso protagonismo y la participación femenina (Walton, 2006).
A pesar de esto, en la década de los 70 y 80, las mujeres tienen una mayor visibilidad en las
subculturas juveniles, especialmente a través de la música, creando iconos juveniles como Roxette
o la indiscutible presencia de Madonna. Este protagonismo musical de mujeres alcanza su máximo
apogeo en la década de los 90, con la creación de grupos musicales femeninos y el movimiento
musical feminista del “Riot Girl”. Pero, sin lugar a dudas, el panorama musical femenino
adolescente de los 90 estuvo marcado por la gran repercusión, no sólo mediática sino también
cultural, de las Spice Girls y su slogan “Girl Power”, basado en el “Riot Girl” estadounidense.
Pero, ¿qué hay detrás del Girl Power? ¿Qué especie de modelo de mujer se ha creado, alimentado
por los diversos medios de comunicación como mujer moderna, independiente y fuerte?
En primer lugar me centraré en el espacio subcultural simbólico de las adolescentes hasta la
analizaré el fenómeno de las Spice Girls y su contradictorio slogan del “Girl Power”, creado como
fuerza de liberación de las adolescentes. Finalmente, comentaré la influencia de los iconos del pop
en la sexualización de las adolescentes y la creación de imágenes artificiales femeninas.
2. DESDE LA HABITACIÓN DE CHICAS HASTA LAS CHICAS DE LA HABITACIÓN
JUVENILES.
Como se ha dicho en la introducción, el papel de los y las adolescentes en la interacción y la
creación de las subculturas juveniles fue muy diferente. Por un lado, mientras que los chicos eran
sujetos activos y participativos de sus propias subculturas, las chicas, según McRobbie y Garber
(1976), eran consideradas sujetos pasivos más valorados por su apariencia física, reforzando así el
relación entre la escasa participación en las subculturas y el dominio que la sociedad ejercía sobre
la vida de las adolescentes, limitando su visibilidad, autonomía y espacio. Es decir, las chicas
solían estar relegadas al ámbito del hogar (la esfera privada) ya que la perspectiva de futuro era
escasa, y la figura de los padres, en especial la figura paterna, podían controlar más las
actividades de tiempo libre de las hijas y evitar conductas “inapropiadas” femeninas. Por ejemplo,
en el caso de una adolescente, pasar mucho tiempo fuera de casa y en compañía de chicos podría
dañar gravemente su imagen e incluso sus perspectivas de matrimonio.
A pesar de estas limitaciones, como indican McRobbie y Garber, muchas de estas adolescentes
encontraron sus propios espacios culturales dentro del hogar, y la forma de participar en la cultura
juvenil: la cultura de la habitación. La habitación se ha considerado siempre el espacio privado de
las chicas donde pueden reunirse con amigas, mantener conversaciones privadas, compartir
música, ropa, maquillaje…y típicamente decorada con los pósters de los ídolos (muchas veces
masculinos) juveniles.
La cultura de la habitación siguió (y sigue) teniendo fuerza entre las adolescentes como
espacio de interacción con la cultura pero, a partir del año 1990, varios críticos culturales
empezaron a llamar la atención sobre el protagonismo de las chicas en la vida pública y su activa
aportación a la subcultura juvenil (Zaslow, 2009). Algunas de las formas de participación más
evidentes fueron: 1) los clubs de fans, formados en su mayoría por chicas, como símbolo de poder
colectivo y una oportunidad para compartir esa cultura de la habitación en la esfera pública,
creando nuevas amistades; 2) la moda y la apariencia física han sido siempre un reto en la
identidad sexual y una manera de proclamar públicamente una identidad cultural y 3) la formación
de grupos musicales femeninos. Por un lado, estos grupos no dejan de ser otro producto
convencional del mercado masivo de la industria de la música pop (lo que la escuela de Frankfurt
llamó ‘The Culture Industry”). Pero, por otro lado, estos grupos femeninos, en especial las Spice
Girls, dieron a conocer un nuevo grito cultural, el Girl Power (el poder de las chicas), que desafía
directamente al Lad culture (la cultura de los chicos) e introduce a chicas preadolescentes y
adolescentes en una lengua de independencia, aportando una imagen estridente y de seguridad.
En los últimos años, estos grupos de música femeninos han sido promovidos por los distintos
femenina basada en la diversión, autonomía y confianza en sí mismas, invitando a las mujeres a
disfrutar de la propia sexualidad. Sin embargo, existe un desequilibrio entre la construcción de la
liberación de la mujer, al mismo tiempo, se diseña una imagen femenina sensual y provocativa que
convierte a las mujeres en objeto de la habitación de los chicos, satisfaciendo el imaginario sexual
masculino. Y, para algunas criticas feministas, este proceso llegó a la preocupante ‘sexualización
de las niñas o chicas preadolescentes (Oppliger, 2008). Un ejemplo de este fenómeno son las
Spice Girls que, por un lado, defendieron la idea de mujeres liberales e independientes con el
famoso “Girl Power” y, por otro, promovieron la belleza artificial de la mujer como objeto sexual:
la mujer “picante”.
3. EL FENÓMENO DE LAS SPICE GIRLS: ¿“GRRRL POWER” O PODER DE LA
IMAGEN?
El panorama musical de la década de los 90 estuvo principalmente marcado por la revolución
que supuso la banda británica del Pop por excelencia, las Spice Girls. El grupo musical estaba
formado por cinco chicas, todas ellas menores de veinticinco años. Consiguieron el éxito con su
primer single “Wannabe” y llegaron a lo más alto de las listas musicales de la época. Sin embargo,
mientras que muchos críticos y medios de comunicación pusieron en duda el talento musical de la
banda, su poderosa influencia en miles de fans adolescentes fue indiscutible. La fama de las Spice
Girls no sólo llegó por su música, sino por el poder de la imagen; todas las chicas gozaban de
buena presencia, eran jóvenes y tenían una imagen comercial bien definida: Ginger Spice (Geri
Halliwell), Sporty Spice (Melanie C), Posh Spice (Victoria Adams), Scary Spice (Melanie B) y
Baby Spice (Emma Bunton). Además, a toda esta puesta en escena de imágenes femeninas hay
que añadirle un lema: el “Girl Power” o “las chicas al poder” que promueve unas ideas de
autosuficiencia e independencia femenina, con una actitud positiva hacia la vida.
Sin embargo, como planteé en la introducción, me gustaría analizar la imagen de la mujer, en
este caso de las Spice Girls, y que hay detrás de los mensajes de mujeres independientes, seguras y
fuertes. Aunque las Spice Girls y el “Girl Power” tuvieron una gran acogida por los medios de
comunicación y por el público, no hay que olvidar que nació como una forma de marketing
consumista, basándose en las ideas del movimiento musical feminista “Riot Girl”. En ocasiones,
ambos términos se pueden escribir como “Riot grrrl” o “Grrrl Power”, ya que se identifica como
un gruñido, con un lado más salvaje. Según la definición del Oxford English Dictionary, (2001), el
“Girl Power” es:
Poder ejercido por las chicas; una actitud independiente entre las adolescentes
que se manifiesta a través de la ambición, la asertividad y el individualismo.
Aunque también se utiliza más ampliamente (en especial, como un lema), el
término ha sido particularmente y en varias ocasiones asociado con la música
popular, sobre todo en la década de 1990 con el destacado movimiento del “Riot
Girl” en Estados Unidos y, más tarde, a finales de 1990, con el grupo británico
femenino de las Spice Girls.
chicas: uno, como una forma de marketing consumista y otro, basado en el movimiento musical
feminista “Riot Girl”.La gran contradicción de todo esto es que, precisamente, el movimiento de
las “Riot Girl”, que defendían el propio espacio femenino en las subculturas y sus formas de
medios de comunicación, proyectando las tópicas imágenes de mujeres feministas como lesbianas,
masculinas, amargadas y violentas, según McClure (2004). Por el contrario, el “Girl Power” que
nació como un producto capitalista y consumista, fue interpretado como una ideología basada en
la independencia femenina y tuvo una buena recepción. Entonces, ¿qué es lo que diferencia a las
Spice Girls de otros grupos femeninos del manipulados por los medios de comunicación? El poder
de la imagen femenina. Las Spice Girls tenían una imagen muy cuidada, de mujeres liberales que
seguían la moda y vestían de manera explosiva, sensual y glamurosa.
proyectaron una imagen que antes se consideraba parte de la esclavitud cultural de la mujer, es
decir, mujeres valoradas por su cuerpo como objetos sexuales. Son varias las ocasiones en las que
han usado vestidos de cuero que recuerdan a la imagen de la “dominatrix” (portada de la revista
Rolling Stones, 1997) o han posado en ropa interior. De esta manera, las Spice Girls promovieron
más el poder del físico femenino que el poder femenino en sí. Por lo tanto, mientras que el “Girl
power” parece enfatizar la capacidad de las chicas a la hora de hacer casi todo lo que hacen los
chicos, al mismo tiempo, refuerza la dicotomía entre masculinidad y feminidad (Schor, 2005). Un
ejemplo sería el caso de Mel C, la deportista de las Spice Girls, que presumió de poder realizar
actividades tradicionalmente asociadas al género masculino, como jugar al fútbol, con tacones,
brillo de labios y vestida de manera muy femenina. ¿Es el sueño masculino hecho realidad o es la
femenino, artificial y sensual, principalmente consumido como un producto comercial feminista y
femenino.
No obstante, las Spice Girls no han sido el único grupo femenino en representar esta imagen
artificial de la mujer. Solistas como Britney Spears, Miley Cyrus o la más reciente y polémica
Lady Gaga, han alcanzado la fama con una imagen de “niña mala”, usando sus cuerpos
(semi)desnudos como fuerza de poder y, a su vez, vendiendo temas como “mujeriego” o “no
puedo ser domada”. Probablemente, lo más alarmante de esta estrategia de marketing comercial
sea el impacto que estos nuevos ídolos tienen en sus principales consumidoras, las adolescentes.
4. LOS ÍDOLOS DEL POP Y LA SEXUALIZACIÓN DE LAS ADOLESCENTES.
Hopkins (2002) expone que, tanto los medios de comunicación como la cultura popular están
alentando a las adolescentes a ser consumistas, sumisas a la moda y exaltar su propia sexualidad.
Actualmente, la belleza y el poder sexual femenino no están (sólo) centrados en seducir al hombre,
sino en construir fácilmente una personalidad y un estilo simulando una estrella del pop y, a su
vez, llamando la atención. Preadolescentes y adolescentes sexys y provocativas se dejan llevar por
sus ídolos como Miley Cyrus que, a la edad de 15 años, posaba semidesnuda para Vanity Fair o
Lady Gaga, que según diversas webs de emisoras de radio (principalmente de música pop), como
los 40 principales o Europa FM, anunciaron el estado de embriaguez de la cantante durante una
actuación, resaltando la forma de vestir con apenas su ropa interior. Eso sí, se especificó que Lady
Gaga llevaba un sujetador de latex y braguitas de Strass, con medias de red, gafas de sol y labios y
uñas pintadas de morado. De salud, estará bien.
Llegados a este punto, se podría interpretar que el cuerpo de la mujer es algo negativo al igual
que la sexualidad femenina. Sin embargo, coincido con el argumento propuesto por Durham
(2008) sobre la importancia de marcar una diferencia entre la sexualización y promover actitudes
positivas hacia el sexo de las adolescentes. Es decir, un argumento sería la curiosidad que sienten
las (pre)adolescentes por el sexo y la naturaleza del cuerpo y otro, la manipulación del cuerpo y el
sexo para convertirse en algo productivo y en un objeto sexual de adolescentes y adultos.
Si realmente se quiere educar y ayudar a las chicas para que luchen por la igualdad y tengan su
organización y, sobre todo, una causa legítima y justificada (Levin, 2009). Por ejemplo, la
ideología del “Riot Girl” luchó para que las mujeres tuvieran su propio espacio y poder expresarse
o compartir su talento fuera de cualquier dominio masculino. Es decir, no es suficiente lanzar
mensajes descontextualizados a una generación de chicas, como la de los 90, que nacieron con
bastantes logros conseguidos en una sociedad donde prevalece la imagen. Hay que dar una
educación para que pueda haber elección o capacidad de crítica.
4. CONCLUSIÓN
Con los años, las adolescentes han conseguido su propio espacio en las subculturas juveniles
como miembros activos y participando en ellas. El espacio simbólico y privado de la habitación se
ha visto representado y materializado en diversas revistas juveniles, de moda, de música…que
forman parte de la esfera pública. Esto ha dado la posibilidad de que se crearan diversos grupos
femeninos con ideas y gustos afines, dándoles la capacidad de compartir su espacio y su talento.
Aprovechando esta situación, diversas estrategias de marketing vieron rentable la idea de crear
grupos musicales femeninos que transmitieran ideas de independencia y fuerza entre las
adolescentes. Sin embargo, estos mensajes van unidos a una imagen femenina artificial y
provocativa; es decir, promueven ideas de una mujer independiente al hombre, capaz de sentirse
bien consigo misma y de disfrutar del sexo, no como algo exclusivamente masculino. Pero, a su
vez, estas chicas son víctimas de la imagen tradicional de la mujer como objeto sexual, cayendo en
la esclavitud cultural del cuerpo y la sexualidad femenina como máximas en la cultura popular de
las adolescentes. Por lo tanto, la estrategia de marketing funciona: las chicas se identifican con sus
ídolos que, no sólo quieren lo mejor para ellas sino que también van a la moda, tienen glamour y
su físico es inmejorable. De esta manera, la sexualización de las adolescentes, la belleza artificial,
dar un concierto en ropa interior o posar desnuda (incluidas menores de edad) en una revista queda
justificado: es el Girl Power. Como consecuencia, las protagonistas de las subculturas juveniles,
no sólo ocupan una gran parte de la esfera pública, sino que llenan las paredes de las habitaciones
pero, esta vez, de los chicos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Durham, M.G., The Lolita Effect: The Media Sexualization of Young Girls and What We Can Do
About it, Nueva York, The Overlook press, 2008.
Frith, S., The sociology of rock, Londres, Constable, 1978.
Gaber, J. y McRobbie, A., “Girls and subculturas”, en Hall, S. y Jefferson, T. (eds), Resistance
through rituals, Londres, Hutchinson, 1983, pp. 209221.
Hopkins, S., Girl heroes: The New Force in Popular Culture, Annandale, Pluto press, 2002.
McClure, A.I., “Girl Power Ideology: A Sociological Analysis of PostFeminist and Individualist
Visions for Girls”, All Academic. 290910.
http://www.allacademic.com/meta/p_mla_apa_research_citation/1/0/8/5/6/p108568_index.html
Oppliger, A.P., GIRLS GONE SKANK: The Sexualization of Girls in American Culture, Jefferson,
McFarland, 2008.
Schor, J.B., Born to Buy: The Commercialized Child and the New Consumer Culture, Nueva
York, Scribner, 2005.
Walton, D., Introducing Cultural Studies: Learning through practice, Londres, Sage, 2006.
Walton, D., Doing Cultural Studies: Adventures in Theory, Sage, en prensa.
Zaslow, E., Feminism, Inc: Coming of Age in Girl Power Media Culture, Londres, Macmillan,
2009