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Mentalidad social y niñez abandonada.

La
Paz (1900-1948)
Laura Escobari de Querejazu

Ramón Santos
Presentación
Marta Irurozqui
Prólogo
Laura Escobari de Querejazu
Un largo gracias…
Introducción

Capítulo I. La Paz. Escenario de la niñez


abandonada a principios del siglo XX
1.1 Demografía y desarrollo urbano
1.2 Crecimiento general de la población
1.3 Inmigración del interior del país a principios del siglo XX
1.4 Oficios y profesiones en la ciudad
1.5 Población instruida con respecto a la población general
1.6 Mestizaje

Capítulo II. La Paz, salud pública, niñez y pobreza


2.1 Higiene urbana y salud de los niños
2.2 Salud Infantil
2.3 Propagación de enfermedades infecto contagiosas
2.4 Enfermedades infecciosas en niños menores de un año
2.5 Tifoidea
2.6 Causas de la mortalidad infantil. 1925-1940
2.7 Pobreza

Capítulo III. Niñez, abandono y reinserción social


3.1 La niñez paceña a principios del siglo XX. El niño de clase alta
3.2 Sentimiento de superioridad de los niños de clase alta respecto a los huérfanos
indígenas
3.3 Niños de clase media
3.4 Niños de clase baja
3.5 El abandono de niños. Condiciones sociales: pobreza y clase
3.6 Abandono y rescate por las instituciones públicas. La policía
3.7 Políticas públicas y privadas y acciones en torno a la reinserción social del niño
abandonado
3.8 Instituciones privadas dedicadas a evitar el abandono infantil
3.9 Instituciones públicas. El municipio
3.10 Reinserción social y educación formal. Ministerio de Instrucción

Capítulo IV. Política estatal, orfandad y abandono


infantil
4.1 Políticas liberales, conservadoras y republicanas en torno al abandono y la orfandad
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4. 2 Poder estatal, marginación y beneficencia
4.3 Política estatal hacia la clase media: los mestizos, la mutualidad, el clientelismo y la
atención al menor
4.4 Políticas gubernamentales de solidaridad social 1930 - 1948
4.5 Entre la beneficencia y la asistencia social estatal. En pos del Patronato estatal de
Menores
4.6 Creación del Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra
4.7 De Patronato de Huérfanos de Guerra a Patronato Nacional del Menor
4.8 Filiales en el país

Capítulo V. El imaginario social femenino sobre la


pobreza y la beneficencia
5.1 El imaginario social femenino
5.2 Las sociedades de beneficencia y las mujeres de clase alta
5.3 Las clases obrera y media femenina: asociaciones sindicales y culturales
5.4 Participación de la mujer boliviana en asociaciones femeninas latinoamericanas
5.5 Ley del Divorcio y movilización femenina por la Guerra del Chaco

Capítulo VI. Beneficencia privada Sociedad


Católica de San José
6.1 Sociedad Católica de San José y redes de poder local
6.2 Antecedentes del Hogar San José. El edificio del Hospicio
6.3 Tres épocas del Casa de Caridad u Hospicio San José
6.4 Las religiosas de San Vicente de Paul
6.5 Educación de los huérfanos

Capítulo VII. Sociedad Protectora de la Infancia


Mujeres en la vanguardia de las fantasías
culturales de la ciudad
7.1 Mujer, pobreza y niñez abandonada
7.2 Dotación de instalaciones para el funcionamiento de un Hogar para niños huérfanos
7.3 La “Casa de la Infancia”. Creación y obras de beneficencia promovidas
7.4 En la vanguardia de las asociaciones femeninas
7.5 Primer Congreso Nacional de Protección a la Infancia en la ciudad de La Paz
7.6 Creación del Patronato Nacional de la Infancia

Capítulo VIII. El Hogar Villegas de la Sociedad


Protectora de la Infancia o Gota de Leche
8.1 Encubrimiento del anticlericalismo: el liberalismo, la iglesia Católica y el Hogar
Villegas
8.2 Fundación de La Casa de la Infancia
8.3 Las Hermanas de la Providencia y de Santa Ana
8.4 La casa del Hogar Villegas
8.5 Ingreso de niños, salud y alimentación
8.6 Vestido. Damas aristocráticas y misión lejana
8.7 Educación. Entre la caridad y la irritante desigualdad de la fortuna
8.8 De Asilo a Hogar. 1930-1945
8.9 Ingreso y Salida de niños. 1941-1949

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Conclusiones
Fuentes y bibliografía
Archivos
Hemeroteca (Diarios y revistas)
Revistas
Fuentes oficiales impresas
Crónicas y escritos de época
Bibliografía

 Editor : Institut français d’études andines, Plural editores


 Colección : Travaux de l'IFEA | 276
 Lugar de edición : La Paz
 Año de edición : 2009
 Publicación en OpenEdition Books : 03 junio 2015
 ISBN (publicación papel) : 9789995412418
 ISBN electrónico : 9782821844346
 DOI : 10.4000/books.ifea.6156
 Número de páginas : 281 p.

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Presentación
Ramón Santos

p. 13-14

Texto Autor

Texto completo

1El libro Mentalidad social y niñez abandonada en La Paz 1900-1948 de Laura Escoban
cuya publicación auspicia la Embajada de España en Bolivia constituye un aporte más a la
colección de libros que la Embajada de España ya ha patrocinado sobre la Historia de
Bolivia.

2El interés del presente libro radica en que es un estudio de mentalidades entre dos
momentos de ruptura, de grandes cambios económicos, políticos y sociales del país: el
traslado de la sede del gobierno de Sucre a La Paz en 1899, y la Guerra del Chaco librada
contra el Paraguay entre 1933 y 1936. A principios del siglo XX estaban en boga las nuevas
ideas liberales en torno a la niñez y su educación, además de una nueva manera de atender
al pobre y al huérfano, a través de la caridad burguesa y sus Sociedades Privadas de
beneficencia. Hacia la década de los años cuarenta, la visión sobre el ámbito de niños a
atender se amplía por la dura experiencia de la Guerra del Chaco que obliga al país a
mirarse a sí mismo, para –por vez primera–, aceptar que en él existen en igualdad de
condiciones, indios, mestizos y blancos. De esa manera la necesidad de atender a niños
huérfanos de la Guerra del Chaco, ensancha el ámbito de trabajo de atención al menor en
general y al huérfano en especial, incluyendo huérfanos de todas las clases sociales. Estos
dos momentos históricos vividos en Bolivia marcaron una serie de cambios en la
mentalidad social boliviana, definitivos en muchos ámbitos de la historia, que se analizan
en este libro.

3A través del estudio estadístico de los niños que pasaron por los orfanatos, se dan a
conocer los cambios en la mentalidad de las personas dedicadas al voluntariado benéfico
que obedecían en última instancia a la mentalidad de la élite gobernante. Cuando se crean
las dos principales instituciones benéficas para niños huérfanos, que fueron la Sociedad
Católica de San José (1878) y el Hogar Villegas (1909), se aceptaba solamente a hijos de
católicos. Poco a poco, gracias a lentos cambios de mentalidad, la aceptación se va
abriendo a otros sectores sociales. La mentalidad social no solamente fue cambiando en
relación al niño huérfano y a los sectores empobrecidos, sino también en cuanto a la mujer.
La mujer empieza a encontrar espacios propios, aunque todavía subordinados al sector
masculino de la sociedad.

4Laura Escobari estudia el caso social boliviano en profundidad, recogiendo las variaciones
propias de la composición étnica de Bolivia de principios del siglo XX. Descubrimos así
que el abandono de menores no ocurría entre los indígenas, sino solamente entre los
mestizos y los blancos, y que de una visión restrictiva, se llega al reconocimiento del
derecho de todos los niños al bienestar, dejando de lado todo principio religioso para
centrarse en los derechos fundamentales del niño, iniciándose en 1948, con la creación del
Patronato Nacional del Menor.

5El valor del libro no reside simplemente en el estudio de la mentalidad social respecto a la
niñez abandonada, sino también en la metodología utilizada. Estudiar mentalidades es
complicado, porque las mentalidades no figuran en documentos concretos sino en la
sumatoria de todos, unidos a actitudes y sentimientos. Y es ese el aporte primordial del
trabajo, pues, por primera vez en la historiografía boliviana se estudian los sentimientos en
torno a la pobreza y la orfandad.

6Para la Embajada de España es una satisfacción presentar al público lector esta obra que
inicia un camino que, sin duda, invitará a emprender mayores estudios sobre la mujer, la
niñez y la pobreza en Bolivia.
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Autor
Ramón Santos

Embajador de España en Bolivia

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Presentación

Mentalidad social y niñez abandonada. La Paz, 1900-1948 es un estudio sobre los niños
abandonados, la evolución del concepto de niño, el proceso de construcción de la
sensibilidad social y pública en torno a ellos y la creación de instituciones que los
salvaguarden. Esta temática no sólo resulta relevante en sí misma, sino también queda
revalorizada por las problemáticas colaterales que conlleva y que aluden a un conjunto de
aspectos que permiten ver el funcionamiento de una sociedad.

De ahí que el libro no se limite únicamente a estudiar la trayectoria de instituciones y


asociaciones ligadas a los menores como la Sociedad Católica de San José (1878), el
Hospicio de San José, la Sociedad Protectora de la Infancia (1909) —el Asilo u Hogar
Villegas—, el Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra y el Patronato Nacional del
Menor. Tampoco se centra en exclusiva en los sectores sociales/étnicos más afectados
como serían los niños de origen blanco y mestizo. Además de ofrecer el entramado
asociativo e institucional mencionado y de caracterizar el tipo de niño sujeto de la
beneficencia, para responder a la pregunta central acerca de "cómo las casas de acogida de
huérfanos que existían en La Paz recogieron la nueva concepción del menor en general y
del abandonado en especial" (p. 303), Laura Escobari de Querejazu ha ampliado su margen
de acción historiográfica.

Consecuencia de ello es un texto complejo que hace girar en torno al niño abandonado y su
tutela un cuantioso número de problemas.

Marta Irurozqui

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Sobre el autor

Laura Escobari de Querejazu

Laura Escobari de Querejazu, boliviana. Licenciada en Historia por la Universidad Mayor


de San Andrés y Doctora en Historia y Geografía por la UNED de Madrid, España. 24 años
catedrática de Historia de Bolivia Colonial en la Universidad Mayor de San Andrés y
catedrática invitada (4 años) de Etnohistoria Andina e Historia de Colombia Colonial en las
Universidades Javeriana y Nacional de Colombia. Fue seis años Directora del Archivo
Histórico de La Paz. Presidenta de la Sociedad Boliviana de Historia 2000-2001 y
Presidenta de la Academia Boliviana de la Historia 2006-2009. Miembro correspondiente
de las Academias de la Historia de España, Argentina, Colombia, República Dominicana y
Puerto Rico. Miembro Fundadora de la Sociedad Boliviana de Genealogía.

Es autora de: Producción y comercio en el espacio surandino s. XVII (1985); Historia de la


industria molinera boliviana (1987); 113 años de historia. Sociedad Católica y Hospicio de
Niños San José (1990); Etnicidad, economía y simbolismo en los Andes (1991). Coautora
de: Colonización agrícola y ganadera en América. S. XVI-XVIII (1997); Caciques,
yanaconas y extravagantes (2000 y 2005). En prensa: De caciques nobles a gobernantes
de Bolivia (Los Cusicanqui).

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Un largo gracias…
Laura Escobari de Querejazu

p. 19-21

Texto Autor

Texto completo

1Creo que los trabajos, como el presente, que son producto de Tesis de Grado, tienen una
historia paralela propia, en el plano académico, en el personal y en el familiar. Toman tanto
de la vida de una, que entre sus líneas se encuentran ilusiones y desalientos, retos y
cuestionamientos tan profundos que, verlos terminados, suponen un punto final con un
nudo en la garganta. En el plano académico, he pasado por tal cantidad de situaciones
difíciles, que muchas veces tuve que deliberar internamente, acerca de mis propias
capacidades y decisiones a futuro. Dar marcha atrás a principios y caminos ya andados y
tratar de refrescar la mente, para adaptarme a situaciones nuevas, ha sido agotador. Cuando
emprendí la presente tarea, la Historia para mí, se escribía con documentos y metodología,
aunque los primeros fueran una teja o una silla, pero nunca pensé que podía llegar a escribir
sobre sentimientos y pensamientos no expresados en ningún sustento material, como son
los expresados por los protagonistas de la presente Historia.

2Empezaré agradeciendo a Julio Marrero, amigo y alumno, misionero en la selva peruana


quien en 1993, me comentó sobre la posibilidad de hacer estudios de doctorado a distancia
en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED, de Madrid. Como lo último
que quería hacer en mi vida profesional, era dejar a mi esposo e hijas, para hacer un
Doctorado, –pues ya antes me habían propuesto hacer el doctorado en Nueva York, Buenos
Aires y Lima–, inmediatamente averigüé esta posibilidad y me puse en campaña. Entonces,
dirigí una primera carta a mi amigo Carlos Malamud de la UNED de Madrid, y a quien
había conocido en un Congreso en Lima años antes, –cuando ambos estudiábamos temas
del comercio colonial. Me respondió con tanta gentileza, que no puedo dejar de recordar y
agradecer. También recuerdo y agradezco al desaparecido Javier Tusell, quien desde la
dirección del Departamento de Historia Contemporánea, me animó a estudiar allí; a Alicia
Alted, quien en una primera visita a Madrid en 1994 me acogió con calidez. Los tres,
terminaron por arraigarme en la UNED. Alicia junto a Florentina Vidal, pilotearon sin
desmayo esta empresa, desde el otro lado del Atlántico, (1993-2007). Ellas exigieron y
exigieron al máximo mis capacidades. Con mucha fe, sostuvieron mi perseverancia. Mil
gracias Alicia y Florentina. A Marta Irurozqui le debo la última y más importante presente
versión. Un ¡GRACIAS! gigantesco, Marta.

3Durante los seis años que duró mi gestión como Directora del Archivo de La Paz, (1994-
1999) tuve que suspender la empresa de la Tesis, pero me colaboraron con parte de la
investigación en Hemeroteca mis alumnas de entonces, Magda Mora y Rosmery Berríos.
Gracias queridas alumnas-amigas. La mayor parte de la redacción de este trabajo y sus tres
repetidas versiones y correcciones, han sido realizadas en Bogotá, durante los cuatro años
(2001-2005), que estuve allí acompañando a Pedro, en su trabajo con el Convenio Andrés
Bello. Gracias Pedro, Lu, Amayita y Minini por alentarme y soportar mis ausencias
intelectuales. En Bogotá, combiné la redacción de la Tesis, con la experiencia docente en
las Universidades Javeriana y Nacional de Colombia. Agradezco a Consuelo Ospina y
Pablo Rodríguez, que me abrieron las puertas universitarias y ampliaron mi horizonte
mientras escribía la Tesis.

4Mi hija Lucía, –historiadora y alumna mía en la Universidad Javeriana, en los años
bogotanos–, me orientó con amor y lucidez sobre las nuevas teorías de la Historia. Su
frescura e inteligencia, me ayudaron a salir de varias encrucijadas del trabajo. A ella no
solo un GRACIAS, sino que le dedico toda la Tesis. También mi agradecimiento a Amaya,
por sus correcciones de estilo y aliento cariñoso, y a Inés por la entereza y fuerza que me
transmite siempre. En el plano familiar, durante el transcurso del tiempo vivido en Bogotá,
Inés y Amaya tomaron rumbos amorosos y diferentes en Colombia y en Bélgica, países que
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se las llevaron para siempre de mi lado. Es parte de mi historia familiar, arrancada a
jalones, de las líneas de este trabajo. Mis tres hijas junto con mi hermana Marthu y mi
amiga Patricia Martínez en Bogotá, han sido fundamentales en mi vida, ellas saben por qué.
También mi hermano Gonzalo, callado e incondicional, aquí y allá.

5Un recuerdo a los consocios de la Sociedad Católica de San José, Antonio Péres Velasco,
Gonzalo Escobari, Gilda Dáttoli y Mónica Zalles, por invitarme a escribir la Historia del
Hospicio San José y haberme elegido su Presidenta en 1997. Con la Historia de la Sociedad
Católica de San José y del Hospicio, inicié un nuevo rumbo historiográfico, anterior a este
emprendimiento, pero totalmente diferente al que supuestamente iba a dedicar toda mi vida,
que era la Historia Colonial de Bolivia. Debo recordar asimismo, con un gracias que llegue
hasta donde esté, a la hermana Providencia Vara, ángel guardián del Hogar Villegas, que
partió un día sin previo aviso, privándome de volver a verla. A ella, a la hermana Rosario
Arnao, a Angélica Franco, a la presidenta Esther de Kieffer y a Elba de Tejerina, las debo el
haberme abierto el archivo del Hogar e invitado a formar parte del Directorio para tomar
decisiones sobre los huérfanos.

6Quiero recordar a las personas entrevistadas, aunque algunas ya no están entre nosotros,
como mi padre Jorge Escobari Cusicanqui, de quién escuché anécdotas graciosas, llenas de
picardía; a mi suegro Jorge Querejazu Calvo por sus recuerdos escolares infantiles, a María
Josefa (Pepita) Saavedra, a que me relató su paso, como activa benefactora de las
Sociedades de Beneficencia que se estudian en este libro. También agradezco por sus
recuerdos de niñez y ejemplo de trabajo, a mi madre Laura Cardozo de Escobari y a mis
tíos Armando y Carlos Cardozo Gonzáles. A Alberto Crespo, Cecilio Abela, Alicia
Quintanilla de Crespo y Clemencia Ernst de Montenegro, maestro y amigos que atendieron
mis llamadas desde Bogotá, relatándome hechos de su niñez y, en el caso de mi madre, del
doctor Abela y de Clemencia Ernst, su relación con los Orfanatos San José y Villegas. A
Alberto y Berta Vásquez por permitirme investigar la folletería de su biblioteca y por las
amenas sesiones de té. A Iviça Tadic por su solícita ayuda en la Biblioteca de la Casa de la
Cultura.

7A mis amigos españoles, correctores de idioma, puesto que originalmente el trabajo debía
estar escrito en “español de España”, por darme su tiempo y prestar atención a la redacción
de capítulos específicos, Francisco Sancho y Patricia Mariaca, Manuel Tena Dávila, Emilio
Estévez, Martín Almagro de la Real Academia Española de la Historia, quien no solo leyó
todo el trabajo sino que me representó ante la UNED y ante la Embajada de España en
Bolivia.

8A mis queridas amigas, Pilar Zúñiga por acogerme siempre con tanta amistad y cariño en
Madrid; Florencia Ballivián, Raquel Montenegro y Rosángela Conitzer, en La Paz, por
corregir partes del libro y por su amistad. A Elisa Requena, por leer todo el libro, corregirlo
en detalle y darme datos importantes del archivo de su padre, pero sobre todo por su cariño.
A Isabel Crespo, amiga entrañable y solidaria, quien desde la misma trinchera, me ayudó a
preparar la sustentación y defensa, que debía llevar a Madrid, último gran escollo de esta
empresa. A Inesita y Pedro José por enviarme libros de la Biblioteca de Bruselas y volar a
Madrid para ser, –junto a Pilar Zúñiga y Juan Ignacio Siles–, testigos del desenlace final. Y
a Juan Ignacio y Sonia, por su hospitalidad y cariño madrileños.

9A mis auspiciadores Jean Vacher, ex Director del IRD en Bolivia, a Georges Lomné,
Director del IFEA, por aceptar auspiciar este libro pero sobre todo por su amistad. A él, a
Anne Marie Brouguére y al Consejo Editorial del IFEA les agradezco también por sus
comentarios y sugerencias. Al amigo Ramón Santos, Embajador de España en Bolivia y al
Agregado Cultural Sergio Farré, por su apoyo contundente. A José Antonio Quiroga,
Director de Editorial Plural, por su trabajo minucioso y auspicio.

10Finalmente un reconocimiento, tan silencioso como fue su trabajo, a Miriam Hernández


y Elena Paucara, por hacerse cargo de mis tareas domésticas por años en Bogotá y en La
Paz.

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Autor
Laura Escobari de Querejazu

La Paz, enero de 2009

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Introducción
p. 23-38

Texto Notas

Texto completo

1¿Por qué una historia de la mentalidad social y la niñez abandonada en La Paz a principios
del siglo XX? Me gustaría decir que fue por una preocupación personal en torno al menor
abandonado en extrema pobreza y que actualmente pulula en la ciudad de día y de noche,
aspirando clefa o gasolina, que se ocupa mayormente de lustrar zapatos o de limpiar vidrios
de los automóviles en las esquinas de las calles. Razón suficiente para un investigador
social, pero no fue así. Me acerqué al tema en 1989 cuando me propusieron escribir la
Historia de la Sociedad Católica de San José1, institución ampliamente conocida en La Paz
por su labor de atención por más de un siglo a niños huérfanos, habiendo pasado por
diferentes etapas de desarrollo hasta la actualidad. La intención de la directiva de la
Sociedad, era dar a conocer a la ciudad, al país y al mundo exterior la actividad centenaria
de una institución en permanente trabajo y renovación en proyectos de cuidado de menores
para –por un lado–, respaldar una amenaza de expropiación de los predios de la institución
por parte de la Alcaldía municipal, y por otro, para tener un instrumento que facilitara la
consecución de financiamiento del país y del exterior procedente de organizaciones no
gubernamentales con el fin de seguir perfilando y atendiendo a menores en peligro de
abandono en la ciudad.

2Cuando en 1993 decidí realizar el doctorado en la UNED, Alicia Alted impartía la materia
Historia de la Cultura. En mi primera visita a Madrid en pos de esta empresa le comenté del
libro sobre la Sociedad y el Orfanato San José, el tema le interesó y me sugirió realizar el
marco teórico para aquella investigación. A partir de entonces quedé prendada del tema,
por la importancia de conocer un mundo marginal totalmente desconocido e innovador en
la metodología para la Historia de La Paz y de Bolivia. Conocer los móviles internos que
indujeron a los actores de la sociedad paceña hacia diferentes actitudes, era una invitación
muy atractiva, además me ofrecía un acercamiento ideal para estudiar la representación del
imaginario social sobre los huérfanos y la mentalidad que movía a quienes se ocupaban de
ellos, tanto desde los cargos gubernamentales, como del ámbito privado de elite y de todos
los estamentos de la sociedad.

3“Mentalidad social y niñez abandonada en La Paz 1900-1948”, trata de representar el


imaginario social que dirigió las acciones de la clase alta de la sociedad paceña, tanto en las
esferas de las acciones particulares de beneficencia, como en el ámbito público en el
cuidado de niños huérfanos y en estado de abandono en la ciudad entre los años 1900 y
1948. El año 1900 coincide con el fin de la Guerra Federal de 1899, la misma que por
razones económicas y segregacionistas norte-sur en Bolivia, traslada la sede de gobierno de
la sureña Sucre a La Paz, al ñor occidente del país. El año 1948 corresponde a la creación
del Patronato Nacional del Menor, cuando los derechos de los niños a nivel mundial y la
madurez y conciencia general al interior del país, hicieron que el Estado asumiera las
primeras acciones a favor del menor en general y del niño abandonado en especial. De
todas maneras, para un estudio de mentalidades y sentimientos sociales las fechas resultan
aleatorias y obedecen exclusivamente a fines metodológicos.

4Es preciso, en un primer momento, profundizar y delimitar el alcance de la ruptura de la


continuidad, que supuso el traslado de la sede de gobierno de Sucre a La Paz, puesto que va
a ser uno de los aspectos claves de desarrollo de la Tesis. En primer lugar, ahondando en el
quiebre del poder que supuso el traslado de la sede de gobierno es necesario decir que la
oligarquía chuquisaqueñas o sucrense, que se habían enriquecido con la minería de Potosí,
se vio desfavorecida y, en lugar de abrirse a nuevas formas de pensamiento político, se
mantuvo en su conservadurismo y se quedó anquilosada en el tiempo. En contrapartida, el
traslado de la sede de gobierno a La Paz deteiminó que el poder político y económico,
pasara de manos de los conservadores a las de los liberales, a la clase alta paceña, cuya

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riqueza estaba adscrita al latifundio y al bienestar económico que le brindaba el estar
situada en un lugar clave para el desarrollo comercial del país. Un segundo momento de
ruptura es el que se dio como consecuencia de la Guerra del Chaco (1933-36), cuyas
repercusiones movieron al país a tomar conciencia de la existencia de muchos sectores
sociales subalternos y excluidos. Una de las cuales fue la creación del Patronato Nacional
de Fluérfanos de Guerra, del cual surgió luego el Patronato Nacional del Menor en 1948.

5Algunas preguntas son clave para entender el cambio de mentalidad en la sociedad


paceña, entre 1900 y 1948 respecto a la niñez abandonada. He procurado establecer en qué
medida la disrupción del orden político dio origen a una nueva mentalidad y nuevos
sentimientos hacia la niñez abandonada, cómo el nuevo sentimiento hacia la niñez influyó
en la mentalidad y actitudes para mejorar el trato a los niños en general y de los
desposeídos en especial. En ese sentido pretendo dejar muy claro que las preocupaciones
sobre la circunstancia social del niño en Bolivia, –como en el resto de América Latina a
fines del siglo XIX– fueron tardías, sólo hacia 1910 se empezaron a gestar en varios países
expresiones que clamaban por resolver sus problemas.2 En ese sentido se quiere ir más allá,
satisfaciendo la curiosidad de los historiadores de conocer los móviles internos y las
profundidades de la historia, allí donde radican los sentimientos, la moral, el honor, la
generosidad, la cortesía, residentes todos ellos en el imaginario colectivo de la sociedad.
También abarca aspectos históricos de índole popular, social y cultural de “las masas” que
son tomadas en cuenta por los “nuevos historiadores”, como fuentes de estudio de las
instituciones, como leyes, costumbres, gustos, tradiciones creencias, convicciones,
magistraturas, festivales, pasatiempos, al igual que ritos y ceremonias que se dan dentro de
cierta unidad nacional.3 Analiza también el entorno de la mujer, su propia incursión en la
acción benéfica, desde dos puntos de vista, el propio y el de la sociedad a la que pertenecía.
Procura introducirse en el sentimiento del propio niño, en torno a su situación de abandono
y orfandad, en base a testimonios y escritos de poetas que fueron niños a principios del
siglo XX, como lo hizo a su vez Catherine Rollet para estudiar a los niños de Francia a fines
del siglo XIX,4 así como establecer diferencias entre aquellos que no lo eran. Incursiona así
en la historia de los sentimientos, que determinaban el comportamiento de unos y otros. La
introducción de una serie de opiniones y creencias colectivas sobre el concepto de niño, su
educación, su fortuna o penuria son introducidas a través del análisis de trozos literarios,
que en los últimos tiempos también sirven de fuentes para la historia. Pero los temas
centrales giran en torno a la beneficencia como acción moral de los actores es el hilo
conductor del trabajo, aunque otros también los acompañan, como la caridad burguesa, la
indiferencia y hosquedad de las órdenes religiosas, junto con el honor, el prestigio social, el
anticlericalismo, el feminismo, la masonería católica, la miseria, el choque cultural
europeo e indígena y las redes de poder local.

6En un seguimiento cercano de la vida cotidiana de esos cuarenta y ocho años, he querido
aproximarme a ese cúmulo de sentimientos albergados en la conciencia social, de quienes
rodeaban el mundo de la niñez abandonada. Y desde el momento en que los debates por el
conocimiento de la verdad, han revolucionado la historia, el acercamiento a los
sentimientos, será un ejemplo claro de lo ambiguo e incierto que resulta aquel mundo,
como planteara Le Goff. 5Quiero añadir además que como el seguimiento de una línea
teórica de trabajo es una opción personal y está íntimamente ligada a las convicciones y
creencias más profundas y arraigadas del investigador, lo que es la Historia y su propio
papel social, son resultado de una formación que no se puede improvisar. Pretender seguir
sin abrirme hacia nuevas metodologías de historia de la cultura, no era posible sobre todo
para trabajar la concepción de ideas en torno a lo social y cultural, que son impensados y de
representación ambigua. El desarrollo de la historiografía en torno al papel del historiador,
con principios subjetivos de los cuales no se puede despojar, para dar lugar a una historia
interpretativa, que consigue designar los residuos del análisis histórico, es
metodológicamente un aspecto crucial en el presente libro. En otras palabras, la presente, es
una historia de mentalidades, que busca una la mejor comprensión de las percepciones y
sentimientos que se descubren en los documentos. De acuerdo a lo planteado por Foucault,
en la comprensión de lo impensado, son las rupturas de las continuidades las que revelan
los escenarios de las mentalidades, de aquello que constituye el meollo mismo de una
discontinuidad. La presencia de fenómenos de ruptura es fundamental y reveladora para
nuestro tema. Se trata de “detectar la frecuencia de las interrupciones”, dando la espalda a
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los procesos de lenta evolución de los conocimientos.6 Tendremos en cuenta nociones
ruptura de continuidades tales como el traslado de la capital de Sucre a La Paz o la Guerra
del Chaco, como transformaciones visibles que nos pueden mostrar lo “impensado”.7

7Para sustentar el bagaje teórico y metodológico en el que me apoyo, he tomado en cuenta


el viraje del interés de los historiadores hacia las ciencias sociales a finales de los años
sesenta,8 cuando la historia empezó a ocuparse de un vasto campo de historia social,
estudiando toda una gama de instituciones subyacentes por debajo del nivel de aquellas
encontradas en el estado-nación. Entonces, hizo su aparición una nueva clase de historia
sociocultural, que analizaba la opinión pública a través de medios de comunicación, de
divulgación de literatura censurada, de interacción entre la alta cultura y la cultura popular
y finalmente la cultura de las masas semialfabetas, como un campo de estudio autónomo.
De esa manera aspectos históricos de índole popular, social y cultural de “las masas” fueron
considerados fuentes de estudio, así como también las instituciones, las leyes, las
costumbres, gustos, tradiciones, creencias, convicciones, magistraturas, festivales,
pasatiempos, al igual que ritos y ceremonias.9 En los últimos años del siglo XX, varios
historiadores y antropólogos han orientado teórica y metodológicamente este libro, ellos
son Lawrence Stone10, Le Goff, Julliard11, Behls, R.L. y Holjen12, Geertz 13Ginzburg14,
Zemon Davis15, Wickmann16, Thomas17, Thompson18, Guglielmi19,Chartier20, Rossi I.
y O Higgins E.21 A partir de ellos he tratado de acercarme al estudio de la mentalidad
social y de la niñez abandonada a principios del siglo XX en La Paz, como tema central,
consciente de que es un problema nuevo que tiene necesidad de utilizar metodologías de
otras ciencias sociales como la psicología, sociología o antropología. Las principales
revistas especializadas en Historia, como la norteamericana American Historical Review y
la Revue Historique, francesa, iniciaron una concepción coherente de la cultura que el sólo
estudio de la mentalité no podía darle y fue posible gracias a las metodologías que los
historiadores adoptaron de los antropólogos, como ser las formas de proceder en la recogida
de datos, o las preguntas que pueden plantearse sociedades vivas como las que tratan los
antropólogos, teniendo en cuenta siempre que las metodologías no son simplemente eso
sino que suponen juicios sobre el nexo que une a los hechos entre sí, que derivan de una
concepción de cómo funcionan las sociedades y de cómo piensa la gente en determinado
tiempo.22

8El libro es una historia cultural de las mentalidades, partiendo de la definición del
sociólogo Theodor Geiger quien en 1932 distinguió entre “ideología” y “mentalidad”,
entendiendo por ésta última un complejo de opiniones y creencias colectivas poco
deliberadas, reflexivas y a la vez más populares que las primeras.23 Los historiadores
viraron definitivamente hacia las ciencias sociales a finales de los

9Faltaría añadir que el mayor aporte de la antropología a la historia es la percepción, en el


sentido de que hay sociedades que no son como las nuestras, sin embargo percibimos que
funcionan.24 Desde esa perspectiva también percibimos que el hombre rodea su vida de
una serie de símbolos y rituales que le dan sentido, y que obedecen a marcos o mundos
culturales y no necesariamente tienen una significación funcional. La “nueva historia” que
ha surgido durante los últimos cuarenta años, presenta las características especiales que la
diferencian de las formas historiográficas del pasado. En primer lugar, organiza su material
de una manera analítica, no narrativa. En segundo lugar, plantea nuevas preguntas, como
por ejemplo, por qué las cosas ocurrieron de la manera en que lo hicieron y cuáles fueron
las consecuencias, más bien que las viejas preguntas acerca de qué y el cómo. De esa
manera abarcando aspectos históricos de índole popular, social y cultural de “las masas”
que son tomados en cuenta hoy en día por los “nuevos historiadores”, se considera como
fuentes de estudio las instituciones, las leyes, costumbres, gustos, tradiciones, creencias,
convicciones, magistraturas, festivales, pasatiempos, al igual que ritos y ceremonias que se
dan dentro de cierta unidad nacional.25 Se toma en cuenta el estado de opinión, de
preocupación, de alarma ante los pobres, así como su presencia social. El presente libro
parte de la aparición de instituciones tales como la Sociedad Católica de San José, o la
Sociedad Protectora de la Infancia como ejemplos visibles de una nueva concepción de la
atención al niño en estado de abandono, surgidos como resultado de una ruptura en el
tiempo.

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10En ese marco teórico, el libro empieza por describir el mundo cultural de la ciudad de La
Paz. Las creencias, los principios morales, costumbres que guiaban las acciones de las
personas y grupos sociales marginados como eran los mestizos, en cierta forma y la masa
indígena en general y paceña de clase alta. Se analiza también en entorno de la mujer, desde
el punto de vista de la sociedad, de ella misma, y desde el mundo del niño necesitado,
tratando de perfilar su mentalidad y la mentalidad colectiva que la rodeaba y que definía su
comportamiento. Se introduce finalmente una serie de opiniones y creencias colectivas
acerca del concepto del niño, de su educación, así como de su fortuna y penuria como un
ejemplo de métodos posmodernos según los cuales los actores hablan en primera persona.
A través de una narración coherente y compacta pretendo dibujar percepciones cercanas al
cómo, dónde, de quién, de cuándo vienen los móviles o inquietudes de conciencia móviles,
cuál el sentimiento, la esperanza que animaba acciones destinadas a sacar de la infelicidad a
los huérfanos.

11Al iniciar la lectura del libro, el aspecto clave e importante a tener en cuenta, es que a
partir del año 1900, se inicia un momento en el que el interés por el desarrollo niño –como
un ser merecedor de atención especial y delicada–, empieza a ser un fenómeno nuevo del
mundo latinoamericano, porque –como dijimos– en algunos países europeos el interés
comenzó a mediados del siglo XIX.26 Hasta inicios del siglo XX, el niño era considerado un
ser irracional, que no llamaba mayormente la atención de los adultos, sino por cuanto algún
día llegaría a ser mayor. Ellen Key llamaba la atención sobre la preocupación que el
“mundo entero” debía tener hacia el niño. Sus reflexiones iban, en torno a la educación que
se le debía dar. Señalaba que debía cambiarse el sentimiento de miedo y dolor con el que se
educaba a los niños a través de castigos y torturas corporales, por una educación más
acorde a la sensibilidad infantil, en definitiva se debía trabajar con ellos con un nuevo
sentimiento de responsabilidad, de comprensión, de amor y de libertad.

12El presente libro establece el tema del interés hacia el niño en el propio marco social
boliviano, en el cual se inscribieron los primeros pasos hacia la protección y legislación del
menor. Cuando empecé a escribir sobre la Sociedad Católica de San José,27 me llamó la
atención que la elite se preocupara por establecer una Casa de Caridad, para los pobres y
mendigos de la ciudad, como parte de su política social de gobierno, cuando esa
sensibilidad hacia la pobreza y la marginación social, no iba acorde con la mentalidad que
primaba en el trato común hacia los niños en situación de abandono. De esa manera, el
trabajo, revela la mentalidad y los sentimientos no solamente del ámbito de las instituciones
de beneficencia, sino en torno a todo el panorama de la pobreza y la marginación existentes
en la ciudad y su repercusión en la conciencia de los ciudadanos.

13Al abordar el tema, parto de supuestos coyunturales del momento para encontrar sus
orígenes, “como si en los orígenes estuviera la explicación de todo”.28 Sin embargo, como
Bloch, no hay que confundir la filiación con la explicación, que es tan difícil como
establecer entre las diversas ramas del conocimiento una simultaneidad exacta. Todo se
daba en diferentes circunstancias y la unión de todo nos da el panorama concreto de la
mentalidad y el sentimiento hacia la niñez abandonada. La obra analiza quién era el
huérfano, quién el abandonado, cuál la situación del niño huérfano en todas las clases
sociales y si tenían acceso por igual a los orfanatos de las Sociedades benéficas. Pero sobre
todo cuál era el sentimiento que movía a quienes se dieron la tarea de crear instituciones
destinadas al menor. Por otro lado, se interesa en la incursión femenina en tareas destinadas
hasta entonces para hombres, así como también la concepción que se tenía sobre la mujer y
su papel en la sociedad, y la propia concepción femenina sobre sí misma. También se
establece la conciencia que existía en Bolivia acerca del niño a principios del siglo XX,
tarea para la cual he clasificado metodológicamente en tres clases sociales y desde la
perspectiva adulta y la del propio niño. La obra sostiene que la influencia hacia un mejor
tratamiento del menor, como un ser digno de atención y necesitado de una higiene y
cuidado especiales para su salud, llegó también junto con el interés por el niño, que ya se
practicaba desde principios del siglo XIX en Francia y España.29/30

14El libro va más allá de la historia las mentalidades, se trata de un libro de historia de los
sentimientos, pues desde el momento en que analiza las actitudes, que descubren las
inquietudes más íntimas y que movían a los protagonistas, estamos hablando de una
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historia de los sentimientos hacia la niñez abandonada. Los sentimientos, como las
mentalidades, también coexisten y muchas veces lo hacen contradictoriamente, en función
de otros elementos capitales como el honor o la dignidad por ejemplo, los cuales muestran
la mentalidad abigarrada de los actores, quienes en definitiva respondían a su propio interés
y no al de los niños abandonados, ni mucho menos. Las categorías teóricas por lo tanto son
la conciencia, el afecto, el sentimiento en general, el sentimiento social, las actitudes y los
sentimientos que fueron plasmados en representaciones culturales.

15A lo largo de estas páginas el lector descubrirá los sentimientos que motivaron tanto a
quienes podían hacer algo por los niños como a los propios niños, a quienes recién a
principios del siglo XX, se les descubre como merecedores de interés especial. Por otro lado
el por qué de la irrumpción de las mujeres en acciones benéficas, la influencia del
sentimiento católico como elemento inspirador en medio del tema social tan presente
siempre en Bolivia, que en esos años fue tan dramáticamente discriminatorio. He recurrido
a la interpretación y en muchos casos a la imaginación, procurando no alejarme sino más
bien interiorizarme e interiorizar al lector cada vez más, del entorno real, del contexto, de
las ideas, las concepciones de vida y los sentimientos que debieron haber experimentado los
actores.

16Sería muy fácil decir que nada se ha escrito acerca de la niñez abandonada en Bolivia,
sobre todo en el ámbito de la Historia social y no estaría totalmente equivocada. Sin
embargo, existen algunos estudios sueltos de sociólogos, trabajadores sociales o
comunicadores sociales sobre la situación del menor abandonado en la actualidad que
llenan en cierta forma el vacío31. Estudios de historiadores sobre el tema no los hay. Dada
la poca existencia de bibliografía para Bolivia, es preciso que me refiera a estudios
publicados en la última década en Europa y en algunos países latinoamericanos, para así
poder contextualizar la situación de la historiografía boliviana respecto al tema.

17En Francia el tema ha sido muy desarrollado destacando las obras de Catherine Rollet y
Marie France Morel32, quienes se ocuparon de la historia de los niños en su país desde el
punto de vista de sus necesidades en siglo XIX. En el libro se puede apreciar el adelanto que
había en Francia en el tratamiento a la niñez. En España el interés por el niño se dio
también a fines del siglo XIX. En lo que se refiere a trabajos en Latinoamérica, existen
publicaciones oficiales argentinas de época, sobre Hogares e instituciones destinadas a
huérfanos, por ejemplo, para la ciudad de Buenos Aires Asistencia Social de menores33, en
el que destaca el vacío moral peligroso, que ostentaban los menores abandonados y las
políticas de trabajo estatal que debían aplicarse, el trabajo está acompañado por una serie de
consideraciones sobre el menor expósito, el vago, el mendigo y la influencia de la
organización familiar en la moralidad de los menores. Cinco años después se publicaba
también en Córdoba Los niños que sufren,34 donde se proponía salvar al niño “por puro
altruismo”, daba normas de asistencia no solamente al niño, sino a la madre que lo criaba,
haciéndoles un llamado a la conciencia, para acudir a los centros asistenciales de niños. El
libro Asistencia Social y protección a la infancia en la Provincia de Buenos Aires,
publicado en Buenos Aires en 1937, ofrece un plan orgánico de protección a la infancia
elaborado por el Patronato de Menores de La Plata35.

18El Patronato Nacional de Infancia de Costa Rica36, informa sobre la situación de los
orfanatos e instituciones del menor en el país. Protección a la Infancia en el Perú. Lima
1942, publicación oficial sobre medidas de puericultura y cuidados en centros especiales de
salud. En este mismo país en 1975 el historiador Raúl Porras Barrenechea, publicó Doña
Juana Alarco de Dammert,37 que trata de la biografía de la Fundadora de la Asistencia
Infantil en el Perú. En el Ecuador, Neftalí Zúñiga publicó en 1936, Los niños sin hogar38,
una historia de la institución estatal quiteña, destinada a los niños huérfanos, que llega hasta
fines de los años treinta, y da cuenta de las instituciones del menor con tratamiento
semejante a las medidas a medidas en torno a puericultura y cuidados del recién nacido en
los hospicios y Gota de Leche de La Paz.39

19Argentina ha trabajado bastante el tema de la niñez abandonada desde la perspectiva de


la nueva historia social, el trabajo que compilan María Silvia Di Lisia y Ernesto
Bohoslavsky Instituciones y formas de control social en América Latina 1840.1940 (2005),
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trata no solamente de la historia de las instituciones olvidadas por la anterior historia, sino
que se introduce a las instituciones de los sectores “controlados” y hace énfasis en las
contradicciones de las instituciones estatales y el funcionamiento de los “aparatos de
control”. En 1990 se publicó en Buenos Aires, Infancia, Adolescencia y control social en
América Latina40, que es un informe muy completo, porque incluye leyes, proyectos de
protección de menores y reseñas de las principales instituciones destinadas al menor. El
libro fue presentado en San José de Costa Rica en 1989, y trata sobre Argentina, Colombia,
Costa Rica, Uruguay y Venezuela. Otra obra es Los niños en la ciudad de Buenos Aires
(1890-1910),41 publicado en 1992. Es un trabajo pionero en historia de la niñez
iberoamericana, que relata aspectos claves de la vida burguesa en el Río de la Plata, desde
una perspectiva moderna. Trata de la vida de los niños, sus juegos, actividades, ocios y
estudios. Se trata de un estudio muy bien documentado, con periódicos y amplia
bibliografía, sobre menores abandonados en una época contemporánea a este trabajo.

20Sobre la historia de la niñez abandonada en Buenos Aires, se publicó en 2000, La


política social antes de la política social (Caridad, beneficencia y política social en Buenos
Aires, siglos XVII a XX)42. Es una publicación del trabajo de alumnos y profesores de la
Universidad de Luján y La Plata como resultado de la ordenación y clasificación de los
documentos de la Sociedad de Beneficencia. El él se puede estudiar las políticas de estado
hacia los niños abandonados, discursos acerca de la mujer, y el prestigio y brillo, que daban
las sociedades a los benefactores. Asistencia Social y protección a la infancia en la
Provincia de Buenos Aires, publicado en 1937, ofrece un plan orgánico de protección a la
infancia, elaborado por el Patronato de Menores de La Plata43. El Patronato Nacional de
Infancia de Costa Rica44, informa sobre la situación de los orfanatos e instituciones del
menor en el país. Protección a la Infancia en el Perú. Lima 1942, es una publicación oficial
sobre medidas de puericultura y cuidados en centros especiales de salud. En ese mismo
país, en 1975, el historiador Raúl Porras Barrenechea publicó Doña Juana Alarco de
Dammert,45 biografía sobre la Fundadora de la Asistencia Infantil en el Perú. En el
Ecuador, Neftalí Zúñiga publicó en 1936 Los niños sin hogar46, una historia de la
institución estatal quiteña destinada a los niños huérfanos.

21Estos dos últimos libros, están muy emparentados con los informes anuales de la
Sociedad Protectora de la Infancia y Sociedad Católica de San José de La Paz, en lo que se
refiere a trabajos de puericultura y cuidados del recién nacido en centros de salud para
niños y Gotas de Leche. En Historia das crianças no Brasil47, Edson Passieti, relata que
existieron orfanatos controlados por el estado, que eran verdaderas cárceles donde lo que
primaba era una férrea disciplina. Sin embargo, en un país de tradición esclavista como
Brasil, los niños se mantuvieron sin escuela, con trabajo no reglamentado y leyes que no se
respetaban, en resumidas cuentas los niños vivieron y siguen viviendo en condiciones
inhumanas. El orfanato, era una prisión para los niños y jóvenes, por ello los reformadores
no se cansaban de constatar la ineficacia de los internados como instituciones capaces de
corregir comportamientos o reeducar a niños y jóvenes. Recién en la década de los sesenta,
con una política nacional de bienestar del menor, se introdujo una nueva metodología para
romper la práctica represiva anterior, en base a un complejo sistema asistencial con la
ayuda de psicólogos, sociólogos, asistentes sociales, médicos, dentistas, economistas y
educadores. Con todo, la reforma no impidió la aplicación de violencia interna dentro de los
albergues, pues los menores crecidos en la miseria, el abandono y la pobreza, fueron una
escuela para el crimen.

22En Chile se publicó Ser niño “guacho” en la historia de Chile (siglo XIX)48, sobre la
situación de los niños huérfanos en Chile, es una versión prácticamente dramatizada de la
vida de los huérfanos y que engloba la situación de los niños vagabundos, algunas veces
trabajadores, que vivían en el límite de la condena por estados pre-criminosos. Otras dos
publicaciones chilenas de los últimos años merecen ser mencionadas, la primera, Madres y
Guachos. Alegorías del mestizaje chileno49, escrita por Sonia Montecino, quien conjuga
tradición oral y escrita, rito y palabra, para proponer un estudio de bordes, en una narración
que como ella misma dice, “permite que las aventuras en el campo del saber, que
emprenden las mujeres tengan la libertad de asociar y hermanar teorías disímiles, que sean
reflexiones, muchas veces sobre citas que otros han aludido anteriormente, remendando,
hilvanando, uniendo la voz propia con las voces de otros y de otras”.
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23La otra publicación es “La Sociedad de los hospicianos chilenos en la segunda mitad del
siglo XVIII”50, que trata de un proyecto de reforma social, abordado desde los lineamientos
de la problemática del sujeto del discurso, tarea que le sirve para definir la lectura de un
decir americano.

24Las fuentes de este libro han sido básicamente tomadas de los Archivos de la Sociedad
Católica y de la Sociedad Protectora de la Infancia u Hogar Villegas. De ellos fueron de
especial interés los Libros de Actas de las reuniones de la Directiva, así como la poquísima
correspondencia que existe, informes de los presidentes con motivo de asumir o terminar
sus funciones en el cargo, y otros. Sin embargo, no existe ninguna correspondencia ni
informes de las religiosas que dirigieron las instituciones durante casi cien años, quedando
en la penumbra todo contacto directo con ellas. Por otro lado, en el Archivo de San José y
Hogar Villegas fue muy importante la revisión de las listas de ingreso y salida de los
huérfanos, que se registran todos con nombres apellidos y datos importantes. También
aparecen los nombres de todos los mendigos, locos y ancianos, así como los de las personas
que los internaron y recogieron, si se dio el caso, o la sección a la que pasaron a formar
parte. En el Archivo de la Sociedad Protectora de la Infancia, se contó con el mismo tipo de
documentos, siendo siempre el relativo a la correspondencia el más escaso. Al parecer, la
correspondencia era destruida al término de las gestiones, por lo tanto no hay papeles de la
administración de las cinco órdenes religiosas que dirigieron las instituciones.

25En temas de tratados sobre la caridad y la filantropía en torno a los niños expósitos, se
consultó el tratado sobre la Pobreza de Pedro Pérez Herrera del siglo XVII y algunos
estudios actuales en torno a la Historia de la Beneficencia en España, como los de
Florentina y Benicia Vidal y otros que se citan en el texto y en la Bibliografía. Estoy
consciente de que he dejado de lado, –por el momento–, documentos inéditos ocultos entre
los miles de expedientes judiciales que guarda el Archivo de La Paz, que quedan como un
reto importante. Pero se ha tomado en cuenta una colección de documentos del Patronato
Nacional del Menor,51 de los años 1947 a 1950 que corresponden al fin del período
estudiado y a la primera gestión presidida por María Josefa Saavedra. Allí se hallan
rendiciones de cuentas sobre vestuario, alimentos, subsidio escolar, certificados de egreso,
alimentación en los I logares, y certificados de egreso. En el mismo Archivo y en relación a
la época de estudio, existe alguno que otro documento en fondo Miscelánea, concretamente
en la Colección de la donación de Luis Ballivián Saracho relativos al Patronato Nacional
del Menor, así como también la colección donada por la misma Josefa Saavedra. También
revisé periódicos de la época, en todo lo relacionado a la niñez en general y la desvalida en
especial, así como artículos de editoriales y opiniones, para tener en cuenta el discurso que
se manejaba en torno a la acción social, la mujer, la beneficencia, el catolicismo, las
prácticas religiosas y las fiestas patrias y religiosas y en torno a todo aquello que podía, de
una u otra manera, situarnos en la “nebulosa” o la ambigüedad (Le Goff) donde se sitúan
las mentalidades.

26En periódicos, algunos de los cuales continúan circulando, como El Diario y La Razón,
se encontraron muchos artículos de interés así como también en otros que ya no existen
como El Tiempo y La República. Hay una interesante cantidad de revistas relativas al tema
de la mujer, como Eco Femenino, Feminiflor, Mujeres de América. Las fuentes oficiales
impresas fueron de especial interés en lo que se refiere a Anuarios Legislativos, Colección
de Leyes y Decretos, Colección de Leyes Sociales de Bolivia. Los Informes y Memorias de
los Ministros son escasos pero muy importantes. Tuve acceso a los informes y memorias
oficiales. de los Ministerios de Educación, Gobierno y Fomento, Instrucción Pública,
Justicia, Trabajo, Salubridad y Previsión Social, Prefectura del Departamento y Sociedad
Boliviana de Pediatría. Sin duda, esas fueron junto con las anteriores las fuentes de mayor
interés, puesto que están directamente relacionadas al pensamiento e imaginario colectivo
de la ciudad, en cuanto a crítica moral e interés hacia en temas del “otro”, que se ven en
actitudes y acciones desprendidas de sentimientos concretos.

27Los escritos de época, como crónicas de visitantes, como la de Ana Robinson Wright,
conforman el escenario donde se sitúa el tema. La Monografía de la ciudad de La Paz
(1909), el libro del Centenario de la República, las Bodas de oro de las Hijas de Santa Ana
en Bolivia (1879-1929) de Luis S. Crespo, describen –las primeras– relaciones más o
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menos “objetivas”, del panorama civil de la ciudad en cuanto a su situación física y
desarrollo urbanístico, así como el funcionamiento de instituciones civiles y privadas. El
libro referente a las religiosas de Santa Ana, refiere algo de su vida y obra en la ciudad,
puesto que, como se dijo anteriormente, no hay correspondencia ni documentos sobre su
permanencia en la ciudad, siendo que fueron ellas quienes se hicieron cargo del Hogar
Villegas durante diez años.

28Siempre con el fichaje digital revisé folletos, libros y periódicos de época en las
Bibliotecas Nacional de Bolivia de la ciudad de Sucre y Biblioteca de la Universidad
Mayor de San Andrés. Así como Bibliotecas Nacional de Madrid, de Humanidades de la
UNED, Luis Angel Arango y Biblioteca Nacional de Colombia en Bogotá, en éstas últimas
para estudiar libros de época y actuales sobre el tema de la Historia de la niñez, el abandono
infantil y la literatura infantil de la época. En La Paz, recurrí a una de las bibliotecas
privadas más grandes e importantes, como es la de Alberto Vázquez, que guarda crónicas
de la época de estudio y que me fueron muy útiles. Escribí también capítulos sobre
antecedentes prehispánicos y coloniales de la niñez e de historias de la niñez de otros
países, que no se publican en este libro.52

29La búsqueda de documentación y la redacción sobre la misma, no significó mayor


esfuerzo, en cambio sí lo fue el escribir sobre los sentimientos, actitudes y mentalidades
con las que los actores afrontaron los problemas relativos a los niños abandonados a
principios del siglo XX. Desde el momento en que las emociones, pasiones o
estremecimientos morales, –que pudieron haber sentido los actores en determinados
momentos–, no están en las palabras con las que se escriben las actitudes, sino más allá de
ellas, es decir, están en lo no escrito, en las mentes y almas de los actores, tuve que recurrir
a la imaginación en el más completo sentido de la palabra, para poder compenetrarme con
los protagonistas de la historia, basándome, –en algunos casos– en otros trabajos parecidos.
Para ello tuve que involucrarme totalmente en la época.

30Para este trabajo he contado con la lectura detenida y paciente de Marta Irurozqui,
Florentina Vidal Galache y Alicia Alted. Sus comentarios duros y certeros me hicieron
replantear muchas veces el trabajo. Creo que he seguido todos sus consejos y espero haber
zanjado las expectativas de todas. El libro se articula en torno a ocho capítulos. Inicia una
orientación histórica de la ciudad de La Paz fundada en el siglo XVI, acompañada de su
desarrollo urbanístico y poblacional. A partir de ahí se centran los problemas políticos y
económicos de fines del siglo XIX, que definieron la política social de la clase gobernante y
elite del país constituida por una capa social de origen criollo, tema que es abordado en el
segundo capítulo. El capítulo dos amplía el desarrollo urbanístico de la ciudad, incidiendo
especialmente en las condiciones de pobreza y salubridad, existentes a principios del siglo
XX, y la forma en la que ambas determinaban la mortalidad general y la infantil en especial,
así como también las enfermedades que atacaban al sector de la niñez. Se ha tratado de
abordar todos los aspectos de la vida cotidiana de la ciudad, descrita a través de aspectos
que incitaban a periodistas, a escribir artículos sobre lo que debería hacerse a nivel
municipal para mejorar las condiciones de higiene y aspecto de la ciudad. Traslucen
imaginarios sociales racistas, cuando se escribía que los indios no debían acceder al centro
de la ciudad y menos quedarse en la plaza principal, pues la actitud “simiesca” adoptada al
sentarse en cuclillas, para comer o esperar (vagancia) era una muestra clara de falta de
orden y limpieza en la ciudad.

31La inusitada atención hacia la niñez de principios de siglo en el mundo occidental, y su


influencia en la ciudad de La Paz, vino mezclada con la emancipación de la mujer, su
derecho al trabajo, al sufragio, hacia un deseo largamente acariciado de salir del hogar, a
buscar otro tipo de entretenimiento para su vida lejos del hogar. En ese sentimiento
vehemente por hacer algo por sí misma, se mezcló la necesidad que tenía la sociedad de
que alguien se ocupara de la gente pobre, de los menesterosos, de los mendigos, de los
huérfanos. En el capítulo tres, amplío este tema, afrontando otro aspecto importante, el de
la educación del niño en los diferentes sectores sociales de la población. Se resaltan en este
aspecto tres niveles, el primero la incursión del sector femenino en los colegios públicos y
privados, el segundo la incorporación del niño indígena en la educación general del país y
tercero la educación del niño huérfano de clase media. Fue esta capa social, la que en un
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momento dado, y por influencia mundial del liberalismo, adoptó medidas inspiradas en un
sentimiento social nuevo, que ubicaba al otro con un protagonismo inusual hasta ese
entonces, dándole –aunque solo fuera ideológicamente–, un lugar en los derechos
fundamentales del hombre, tales como el derecho a la vida, y a la educación, aunque lejos
aún de aplicar aquellos principios fundamentales en medidas sociales. El sentimiento
político liberal de los años 80, del siglo XIX, traspasó el imaginario social, hacia la
fundación de sociedades de socorros mutuos y de beneficencia social. Seguramente, –
también por influencias externas–, ya que por ese entonces se empezaban a fundar en Chile
y en el Perú, las Sociedades de socorros mutuos y de beneficencia social.

32La beneficencia fue hasta 1948 netamente un trabajo de instituciones privadas. La


explicación está en que era prácticamente la misma gente de un entorno social definido, la
que gobernaba el país, y la que optó por fundar sociedades de beneficencia social en una
pequeña ciudad, de 76.599 habitantes53. Es así como se explica, que no hubiera
instituciones de beneficencia estatales y que las únicas sociedades de beneficencia que se
fundaron, fueron las privadas hasta fines de los años 40 del siglo XX. Estos temas son
analizados en los capítulos dos y tres. El capítulo cuatro analiza el contexto político en
relación con la creación del primer centro estatal de atención al huérfano y como es
insoslayable tratar el tema indígena, en una ciudad con 80% de la población de ese origen,
el capítulo trata la conciencia política con la que el sector gobernante incluye al indio en sus
políticas de gobierno, sobre todo en el tema educativo y de abandono. Termina el capítulo
con el gran tema de la fundación del primer centro estatal de atención al niño huérfano el
Patronato Nacional del Menor.

33Es interesante advertir, –por otro lado–, cómo el género actuó para que fuera diferente la
manera en la concepción de las necesidades de las instituciones. Mientras que el capítulo
cinco, centra su atención en el mundo femenino, que es el que lidera el trabajo de
beneficencia en varios sectores sociales, trata de perfilar paralelamente –a través de
actitudes y discursos femeninos dentro de las sociedades benéficas–, los intereses de
liberación femenina, que salen a relucir como evolución natural del "sexo débil".
Consecuentemente, se ha tratado de dejar claro que existen dos estilos en la actitud de las
mujeres que buscaban cierta singularidad e independencia como género en los años treinta
en La Paz, por un lado la militancia política femenina, y por otro, el trabajo solidario y
sensible nacido en el clima enardecido por la compasión provocado de la Guerra del Chaco.
La ruptura de la guerra, ocurrida entre los años 1933 y 1935, provocó diferentes
sentimientos y actitudes como resultado de móviles internos de responsabilidad moral, en
diferentes sectores de la población y puso en marcha todo un despliegue de acciones en
favor de las campañas de ayuda a los soldados y a los huérfanos que dejaba la contienda.

34La protección al menor a principios de siglo en La Paz, corresponde por un lado, a la


puesta en práctica de los principios liberales, que hacían su aparición en la tribuna política
del país. Se ha podido constatar que la Sociedad Católica de San José estuvo además ligada
a los movimientos masónicos de Chile, que se dedicaban a promocionar instituciones
benéficas y de caridad social.

35El capítulo seis está dedicado a la Historia del Hospicio San José, institución nacida de la
Sociedad Católica de San José en 1878. A lo largo de sus páginas se ha tratado de calar en
las actitudes y mentalidades que primaban en el trabajo de atención al huérfano. Si bien
desde su fundación, hasta 1930 aproximadamente, la Sociedad Católica de San José acogió
no solamente a huérfanos, sino también a mendigos, ancianos y locos, la idea inicial y
permanente fue dedicarse exclusivamente a los huérfanos. El sentimiento que acompañó a
los primeros ciudadanos para formar la Casa de Caridad, –como se llamó en un primer
momento–, fue el de orientación liberal de altruismo o pseudo altruismo al querer acallar
sus conciencias y sentimientos de culpabilidad frente a los más desafortunados con
acciones a favor del otro. Para entonces el imaginario de los socios apuntaba hacia
instituciones religiosas para hacerse cargo de la atención de los más pobres. De esa manera,
en las dos instituciones que estudiamos, Sociedad Católica de San José y Sociedad
Protectora de la Infancia, se trajeron religiosas de San Vicente de Paul, de la Providencia y
de orden de Santa Ana para hacerse cargo de ellas.

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36La Sociedad Católica de San José no tuvo, por casi cincuenta años, participación
femenina en su interior, a diferencia de la Sociedad de Señoras y Sociedad Protectora de la
Infancia, que estaban regentadas por mujeres, y que se trata en el capítulo siete. Sin
embargo, las esposas y hermanas de los socios apoyaron siempre la labor fomentando los
bazares y actividades lírico-musicales, con el fin de conseguir fondos para los asilados. La
actitud decidida de las mujeres, que se conjugaba, –aunque incipientemente todavía, en los
primeros años del siglo XX–, con su deseo de salir del hogar para tomar parte en actividades
civiles, tuvo un papel decisivo en el desarrollo y posterior funcionamiento de las
instituciones de beneficencia. Por su parte, el sector masculino, encontraba en las mujeres
el vehículo ideal para poner en práctica las tareas que consideraba útiles para complementar
sus tareas sociales en el gobierno de la ciudad. Ambas instituciones fueron promovidas por
la Alcaldía Municipal de La Paz y muestra hasta qué punto las autoridades edilicias se
apoyaban tanto en la sociedad civil, como en el trabajo femenino. El capítulo ocho trata del
sentir de las señoras que tomaron animosamente la nueva idea de trabajo social. Y si
aquella era una actitud auténtica, o simplemente un medio para irrumpir en la vida fuera del
hogar, hasta entonces frecuentado solamente por varones.

Notas

1 El libro se publicó en 1990 bajo el título 113 años de Historia. Sociedad Católica de San
José.

2 Rodríguez Pablo, Mannarelli María Emma, 2207,13.

3 Lawrence Stone, 1973, 69-72.

4 Les enfants au XIX e siècle., 2001, 8-9. Según Rollet, los testimonios de los adultos son lo
único que tenemos muchas veces para saber el sentimiento infantil. Testimonios directos de
niños, son muy raros de encontrar. Para el caso boliviano, tenemos el testimonio de
Eduardo Diez de Medina De un siglo al otro. Memorias de un hombre público. La Paz.
Don Bosco y Alfonso Tejerina. 1955, que fue estudiado por Mario Castro “La Educación
escolar de la eélkite paceña y la vida de estudiante a fines del siglo XIX”. En: Historia.
Revista de la Carrera de Historia. Universidad Mayor de San Andrés. La Paz, 2008.

5 Jacques Le Goff, 1984, 87.

6 Corcuera de Mancera Sonia Voces y Silencios en la Historia. Siglos XIX y XX, pag. 214.
1997.

7 Foucault, Michel citado por Sonia Corcuera de Mancera Voces y silencios en la historia.
Siglos XX y XIX. 1997, 212-213.

8 En las páginas de las principales revistas oficiales, la American Historical Review y la


Revue Historique. Otro hecho importante, –señalado por Stone,– es la gran afluencia en los
departamentos norteamericanos de historiadores pertenecientes a la gran escuela francesa
de historiadores conocida como la escuela de los Anales.

9 Stone, Lawrence cita a Bill G. Edward University Reform in Nineteenth Century Oxford.
A Study of Нету Ahlford Vaughan, 1811-1875, 69-72.

10 “La Historia у las Ciencias Sociales en el siglo XX”. En: El pasado у с/ presente. 1986.
15-59.

11 “La política” En: Hacer Historia. Jacques Le Goff y Pierre Nora, Comps. Ed.
Laia/Barcelona, 1984, 237-257.

12 Naturaleza de la cultura” En Introducción a la Antropologia”. 1974, 260-284.

13 “Historiay Antropología” en: Revista de Occidente, Madrid 137, octubre, 1990, 54-74.

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14 El queso y los gusanos. Barcelona 1981.

15 “Las formas de la Historia Social” En. Historia Social, 1991.

16 “Comprender lo cotidiano:.Antropología social e Historia social”. En: Quaderna


Storici 60, 115-128.

17 “Historia y Antropología” En: Historia Social 3, 1989, 62-80.

18 “Folklore, Antropología e Historia Social”. En: Historia Social 3, 1989, 81-102.

19 Sobre Historia de las Mentalidades e Imaginario. Madrid. 1991.

20 “El mundo como representación” En: Historia Social., 1991, 163-175.

21 “La Antropología cultural y el concepto de cultura”. Teorías de la Cultura y Métodos


antropológicos. 1981, 37-61.

22 Radding, Charles M. "Antropología e Historia o el Traje Nuevo del Emperador". En:


Historia y Antropología, Historia Social, 3, Invierno de 1989, 103-113.

23 Citado por Moradiellos E. “Las Ciencias Históricas en el siglo XX” En: Las Caras de
Clío. Introducción a la Historia y a la Historiografía. 1992, 105-131.

24 Wickman Chris “Comprender lo cotidiano: Antropología Social e Historia Sacial”. En


Historia y Antropología. 1989. 105-128.

25 Stone, Lawrence cita a Bill G. Edward. 1913, 69-72.

26 Ellen Key, 1906.

27 Ver cita N. 1.

28 2001,33.

29 Rollet Catherine et Morel Marie France Des bebes et des bomes. Traditions et modernité
des soins auz tout-petits, 2000, 344. Francia e Inglaterra fueron las dos naciones en las que
la pediatría se conformó como un saber autónomo dentro de la medicina. La pediatría nació
cuando se introdujo el nuevo conepto de infancia, es decir cuando se asumió que la niña y
el niño no eran adultos en pequeño, sino seres “distintos”. Rodríguez Pablo “La pediatría en
Colombia 1880-1960”, En: Historia de la Infancia en América Latina. Rodríguez Pablo y
Mannarelli María Emma Coord. 2007,364. En México, en las últimas décadas del siglo
XVIII y los primeros años del siglo XIX, el aseo y la limpieza dejaron de vincularse con el
adorno y las apariencias... Desde entonces el aseo y la limpieza tomaron realce, pero no no
fue sino hasta el siglo XIX cuando estos conceptos se asociaron con el de la higiene y el de
la salud. Lorenzo, María Dolores “El Tecpam de Santiago. Una institución de asistencia
pública para los futuros trabajadores”. En: Historia de la Infancia en América Latina.
Rodríguez Pablo y Mannarelli María Emma Coord. 2007, 258.

30 Rollet Catherine et Morel Marie France Des bebes et des bomes. Traditions et modernité
des soins auz tout-petits, 2000, 344. Francia e Inglaterra fueron las dos naciones en las que
la pediatría se conformó como un saber autónomo dentro de la medicina. La pediatría nació
cuando se introdujo el nuevo conepto de infancia, es decir cuando se asumió que la niña y
el niño no eran adultos en pequeño, sino seres “distintos”. Rodríguez Pablo “La pediatría en
Colombia 1880-1960”, En: Historia de la Infancia en América Latina. Rodríguez Pablo y
Mannarelli María Emma Coord. 2007,364. En México, en las últimas décadas del siglo
XVIII y los primeros años del siglo XIX, el aseo y la limpieza dejaron de vincularse con el
adorno y las apariencias... Desde entonces el aseo y la limpieza tomaron realce, pero no no
fue sino hasta el siglo XIX cuando estos conceptos se asociaron con el de la higiene y el de
la salud. Lorenzo, María Dolores “El Tecpam de Santiago. Una institución de asistencia
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pública para los futuros trabajadores”. En: Historia de la Infancia en América Latina.
Rodríguez Pablo y Mannarelli María Emma Coord. 2007, 258.

31 Molina Barrios, Ramiro, Rojas Rafael 1995; UNICEF, 1984; Sánchez Candelaria, Paz
Maruja. 1992, Inédito.

32 Citadas en citas 3 y 29.

33 Eduardo Bulrich, 1919.

34 Gregorio Aráoz, 1924

35 Buenos Aires 1937.

36 San José de Costa Rica, 1929.

37 Conferencia sustentada el 27 de mayo y publicada por la Sociedad “Entre Nous”,


conmemorando el centenario del nacimiento de doña Juana Alarco. Lima, 1975.

38 Quito, 1936.

39 Sociedad Protectora de la Infancia y Sociedad Católica de San José.

40 ILANUD, 1990.

41 Eduardo Ciafardo 1992.

42 Moreno José Luis (Comp.), 2000.

43 Buenos Aires 1937.

44 San José de Costa Rica 1929.

45 Conferencia sustentada el 27 de mayo y publicaa por la Sociedad “Entre Nous”,


conmemorando el centenario del nacimiento de doña Juana Alarco. Lima, 1975.

46 Quito, 1936.

47 Mary Priore (organizaçao), 2000.

48 Salazar Gabriel, en: Revista Proposiciones N.19, Santiago 1990.

49 Montecino Sonia, Ed. Sudamericana, Santiago de Chile 1996.

50 Licata Rosa, en Revista Interamericana, Vol XLIV, 1994.

51 8 libros que los recogí personalmente cuando fui Directora del Archivo de La Paz
(1994-1999).

52 Historia de la Educación en Bolivia. Época Colonia. Ed. Instituto de Estudios


Bolivianos. Facultad de Humanidades, UMSA. La Paz 2009.

53 Censo de 1909.

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Capítulo I. La Paz. Escenario de la niñez
abandonada a principios del siglo XX
p. 39-65

Texto NotasIlustraciones

Texto completo

1Esta investigación se centra en la ciudad de La Paz, por ello con objeto de proporcionar a
los lectores el escenario donde se sitúa el trabajo, en este primer capítulo se hará una
descripción preliminar de sus barrios, sus habitantes, la estructura socio-profesional y los
lugares donde estaban situados los establecimientos de beneficencia.

2La Paz, es la sede de gobierno de Bolivia54. Fue fundada en 1538 por Alonso de
Mendoza, como residencia de encomenderos españoles y como ciudad de paso del
comercio que iba desde las costas peruanas hasta Potosí, gran centro productor de la
riqueza aurífera que como colonia española nutrió España y Europa en los siglos XVI, XVII
y XVIII. Durante tres siglos de época colonial los indios fueron el sustento económico de la
ciudad, como del resto de la Audiencia de Charcas, debido a su gran densidad demográfica,
por lo que se considera que la mayor riqueza era la población, incluso mayor que la que
podía representar la plata de Potosí.55 Los indígenas en la ciudad, trabajaban como
yanaconas56, o mano de obra gratuita proveniente de las encomiendas agrícolas y
ganaderas otorgadas a españoles y criollos. También coexistieron desde la fundación en la
ciudad, indios originarios del lugar, quienes fueron reducidos en barrios desde el siglo XVI,
manteniendo así la separación habitacional obligada por las Leyes de Indias. Es por esa
razón, que la población de la ciudad, –a lo largo de su historia–, estaba constituida por una
mayoría de habitantes indígenas, dando lugar a que en sea imposible separar su presencia
en el problema del abandono de menores.

3La ciudad de La Paz, es la capital del departamento del mismo nombre, y fue erigida en tal
rango, por Decreto Supremo del 23 de enero de 1826. El gobierno superior en lo político,
administrativo, económico, minero y militar del departamento residía en un magistrado con
la denominación de Prefecto, Comandante General del Departamento y Superintendente de
Minas. En el orden judicial, La Paz era asiento de la Corte Superior del Departamento, con
jueces de partido, jueces instructores y alcaldes parroquiales. En lo administrativo, La Paz
era asiento de la Prefectura del Departamento y de la Intendencia de la Policía de seguridad.
Era el asiento del Consejo Municipal, compuesto de doce miembros, que formaban el
gobierno de la comuna paceña. En el año 1925, la ciudad estaba dividida en cuatro
parroquias, que son las siguientes: El Sagrario, San Sebastián, San Pedro y la Merced.

4Desde el año 1900, La Paz es la residencia del gobierno de la Bolivia, por lo tanto residen
en ella el Presidente de la República, los Ministerios de Estado, en sus diversas carteras de
Relaciones Exteriores, Gobierno y Justicia, Hacienda e Industria, Fomento y
Comunicaciones, Instrucción y Agricultura y Guerra y Colonización.

5El ordenamiento y administración del área urbana, era potestad de la Alcaldía Municipal,
presidida por un alcalde y un Concejo Municipal, que en 1910 estaba conformado por 12
miembros. El Concejo Municipal jugó un papel importante en la creación de la primera
Casa de Caridad de la ciudad en 187857, cediendo un predio que todavía ocupa la Sociedad
Católica de San José y que dio nombre a todo ese distrito urbano, como “El Hospicio”. Allí,
en la casa de Caridad, fueron recogidos por la policía de seguridad de la alcaldía todos los
mendigos y pobres que deambulaban por la ciudad en esos años.

6En el año 1925, las instituciones sociales y culturales más importantes y que se
relacionaban con la beneficencia privada, eran la Sociedad Geográfica de La Paz (1889),
primer núcleo intelectual dedicado a estudios de historia, geografía, ciencias y letras; el
Círculo de Bellas Artes (1909), que promovió escuelas de dibujo, de música, pintura y

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declamación; la Academia Boliviana de Historia, Geografía y Letras(1920), que tenía por
objeto el estudio de Bolivia en sus múltiples aspectos y de elaborar obras de investigación
histórica. El Ateneo de la Juventud, primera sociedad feminista, el Círculo Artístico Helios
que era el Círculo Artístico Infantil, el Club de La Paz, y algunas sociedades de
beneficencia, que son estudiadas en el capítulo cinco del presente libro.58

7La crisis económica, a finales de la década de los años veinte, se hizo notoria en la ciudad
de manera por demás caótica, porque a lo largo de sus aceras, se vendía todo tipo de
mercadería, sobre todo comestibles, con vendedoras rodeadas de hijos. El comercio fue
activado también por la llegada de inmigrantes judíos y polacos desde 1928,59 quienes se
ubicaron en las calles del comercio de la ciudad, que eran las calles Comercio y Potosí. Lo
hicieron provocando el recelo de los comerciantes locales, que atendían sus puestos de
comercio en las mismas calles.

8En 1909, María Whright, dijo que cuando La Paz era visitada por un extranjero por
primera vez, sufría al principio el efecto de encontrarse a una altura sobre los 3.600 metros
sobre el nivel del mar. Relató que era imposible evitar el esfuerzo que requería respirar
hasta pasar de una calle a otra, pues casi todas se encontraban en ángulo hacia la
perpendicular, debido a su topografía llena de subidas y bajadas. Tuvo la impresión de que
era imposible dar vueltas y gozar de la vida, pues el simple esfuerzo de la respiración era
fatigante; sin embargo, una corta residencia curaba el soroche60. Según su descripción, las
más hermosas casas de la ciudad, eran viejos palacios del tiempo del Virreinato, los que a
pesar de la necesidad de modernizar sus interiores, para proveerlos con las comodidades del
siglo XX, todavía poseían el atractivo de la solidez y la peculiaridad de su decoración en sus
espaciosos salones, que se adaptaban especialmente al objeto de grandes reuniones y uno
podía imaginar los salones de baile, a los cuales se unían las tradiciones de brillantes
acontecimientos sociales.61 La descripción de la cronista, parece lejana a una ciudad
hispanoamericana donde la mayor parte de la población era indígena, pero era la realidad
para unos pocos, para aquellos que ostentaban el poder político y económico, y disfrutaban
de los privilegios de la vida que podían costearse.

Aumentar Original (jpeg, 949k)

I.1.1 Vista panorámica de la ciudad de La Paz 1930.


Fuente: Archivo de La Paz.

1.1 Demografía y desarrollo urbano

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9Los primeros pobladores de la recién fundada ciudad de Nuestra Señora de La Paz en
1538 fueron 42. Todos eran poseedores de ricas encomiendas con importante cantidad de
indígenas. No es posible determinar cuántos eran los indígenas, pero las crónicas dicen que
el valle estaba poblado. En 1586, cuarenta y dos años después el Corregidor y Justicia
Mayor de la ciudad, Diego Cabeza de Vaca, levantó una Información Oficial en la cual
reportaba que el número de indios era de 5.820 y la población española llegaba a 260
habitantes. En 1675, el Corregidor Luis Enríquez hizo levantar un censo que dio como
resultado 12.600 habitantes, entre españoles, criollos e indígenas. Luego el Censo oficial
levantado en el Alto Perú (hoy Bolivia) en 1796, dio que la población de la ciudad de La
Paz constaba de 21.120 habitantes mientras que todo el Alto Perú tenía 552.700
pobladores62 Una vez constituida la República de Bolivia en 1825, el general Sucre intentó
levantar el censo de la población del nuevo Estado. Sin embargo este deseo solo se realizó
en 1831, cuando se tuvo que la ciudad de La Paz tenía 30.463 habitantes. Cincuenta y cinco
años después, en 1886 la ciudad contaba con 56.849 pobladores y en 1910, 76.856.

10En el cuadro siguiente se puede apreciar el crecimiento poblacional de la ciudad de La


Paz entre 1886 y 1902.

Cuadro 1.1. Crecimiento Poblacional de la ciudad. De La Paz 1586-1902

Aumentar Original (jpeg, 281k)

Fuente: Luis S. Crespo. Censo de La Paz. La Paz, 1909.

11El Censo realizado en 190963 muestra que la ciudad contaba con 76.559 habitantes.
Como sucedía en muchas ciudades, el sector urbano propiamente dicho, estaba rodeado por
una sección rural, que en el caso de La Paz, correspondía a pueblos indígenas originarios y
agregados ubicados en solares desde la época colonial, que conformados en ayllus o
comunidades en relación étnica y de parentesco entre sí, se encontraban adscritos a
haciendas pertenecientes a población blanca y mestiza o criolla. De los 76.559 habitantes,
72.662 correspondían a la ciudad urbana, el resto constituido por 3.897 personas estaban
relacionados con la sección rural, y pertenecían a las parroquias de San Pedro y San
Sebastián.64

Cuadro 1.2. División de distritos urbanos y rurales pertenecientes a la ciudad de La Paz.


1910

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Aumentar Original (jpeg, 446k)

Fuente: Luis S. Crespo. Censo Municipal de La Paz. La Paz, 1910.

12En el cuadro siguiente vemos la distribución de la población por género y edades.

Cuadro 1.3. Cuadro de la población de La Paz por género y edades

Aumentar Original (jpeg, 354k)

Fuente: Luis S. Crespo. Censo Municipal de La Paz. 1910.

13En cuanto a edificaciones eclesiásticas, existían en la ciudad cuatro conventos, tres


monasterios y veinte iglesias y capillas públicas. La antigua catedral colonial fue sustituida
por una nueva, trabajo que tomó prácticamente un siglo inaugurándose finalmente en
1925.65 La distribución de casas, su conformación urbanística y características
habitacionales de las mismas, influyen directamente en las condiciones específicas en las
que vivían los niños. Aquellas, a las que se refiere el censo de 1909, que eran 2.445, –
contándose como tales los grandes edificios y establecimientos con patios y varios
departamentos, públicos o particulares–, eran propiedades que tenían un solo departamento,
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una habitación y muchas veces solamente una tienda. El historiador y cronista Nicolás
Acosta en dijo en 1880, que en la ciudad habían 1.206 casas, o sea que treinta años después,
habían aumentado a casi al doble.66

14El barrio de San Francisco, era tradicionalmente “de españoles”, pero al estar ubicado a
lado oeste del río Choqueyapu, –ladera destinada a los barrios “de indios” de las parroquias
San Sebastián y San Pedro–, se constituyó desde la época colonial en lugar habitacional de
los caciques principales de los pueblos del distrito de La Paz. Los caciques fueron pieza
importante del aparato jurisdiccional en la colonia y mantuvieron prerrogativas especiales
con los españoles, llegando a conformar lentamente el estamento social mestizo de la
sociedad paceña desde el siglo XVII. La afluencia de indios provenientes del altiplano,
también fue imparable desde entonces y acudían a la ciudad en busca de trabajo
independiente y huyendo de la carga fiscal que constituían el tributo.

15San Sebastián, San Pedro y Santa Bárbara, fueron los barrios de indios que rodeaban la
ciudad aunque ni en el siglo XVI, se pudo mantener la separación habitacional legislada. A
principios del siglo XX, habían fijado su residencia muchos mestizos o cholos
especialmente en el barrio de San Francisco y San Pedro. Acerca de la densidad de la
población por manzanas, tenemos que en 1909 en el barrio de San Francisco había dos
manzanas con 90 casas en total, que albergaban a más de mil habitantes.67 En el barrio de
indios de San Sebastián, una sola manzana tenía 61 casas. Las ocho casas que formaban la
manzana número diez, del mismo barrio de San Sebastián, tenía una densidad de ciento
siete habitantes cada una de ellas, siendo éstas las únicas casas, que, relacionadas unas con
otras, tenían una densidad mayor de cien habitantes. En cambio, las manzanas que tenían
menor número de habitantes estaban ubicadas en Sopocachi y Miraflores, que recién se
empezaban a poblar.

16El distrito de El Hospicio68, tenía como promedio treinta y cinco habitantes por casa,
población superada solamente por los distritos de San Francisco y San Sebastián. Casi diez
años después, se añadieron a la ciudad siete distritos más, manteniéndose como las zonas
más pobladas aquellas antiguas parroquias de indios de San Pedro y San Sebastián, además
de San Francisco, que como dijimos en su momento fue parroquia de españoles.

17Según los datos del censo de 1909, de las trece mil familias que vivían en La Paz, más de
diez mil no tenían casa propia contra 2.445 familias que sí tenían. El resto vivía en
conventillos de muchos inquilinos donde se acomodaban familias enteras en una sola
habitación. O también en casas con techos de teja y a dos aguas de un solo piso, donde
había tres o cuatro habitaciones, sin patio interior. El primer caso es el que prevalecía
mayormente en la ciudad, siendo que buena parte de la población, carecía de higiene
privada dando lugar a un alarmante hacinamiento humano.69 En esa situación de estrechez,
se daba el mayor número de nacimientos de niños no deseados, que eran objeto de
abandono o “pérdida”, provocada ésta última en los mercados u otros sitios públicos, como
se verá en el capítulo 6.

18Para los términos de este libro dividiremos las clases sociales existentes en La Paz en tres
niveles, basándonos en la riqueza, aunque las clases sociales en Bolivia, se diferenciaban,
incluso en la actualidad en base al grado del blanqueamiento u oscurecimiento de la piel.
No hay que perder de vista, sin embargo, la dificultad que significa una clasificación tan
excluyente y claramente diferenciada puesto que muchas veces las diferencias giran en
torno a la cultura y poder económico. De esa manera la clase alta, blanca, criolla,
compuesta por los descendientes de los españoles, poseedores de la mayor riqueza, a
principios del siglo XX tenían algún grado de sangre indígena en sus venas. De la misma
manera el mestizo, que fue quien desde los primeros años de la colonización, fue hijo de
uniones entre los españoles e indígenas, tiene muchas connotaciones, que van desde lo
étnico o racial hasta lo cultural. A principios del siglo XX, el término “racial” ya era
ambiguo, debido a la propia dinámica del proceso histórico que designaba tanto a mestizos
y criollos, como blancos; o sea muchos considerados blancos tenían sangre indígena en sus
venas.

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19De acuerdo a la división tripartita aleatoria en este trabajo, la clase alta vivía en casas de
dos o tres patios, donde la familia ocupaba el primer patio en altos y bajos, en el segundo
patio vivían parientes, amigos o ahijados, pues era una cuestión de honor y prestigio entre
la clase alta, darles techo. La convivencia cercana propiciaba los juegos infantiles en los
patios y más adelante los cortejos y matrimonios entre familiares y relaciones cercanas. En
el tercer patio vivía la servidumbre. La planta baja tenía habitaciones separadas a las que se
accedía por puertas individuales desde el patio central. Las galerías del segundo piso, que
en la época colonial estaban abiertas, a principios del siglo XX, estaban normalmente
cerradas por vidrieras que daban al patio central. El último patio o trasero, estaba destinado
a la servidumbre. Todavía existen en la ciudad algunas de esas casas, aunque muy
intervenidas arquitectónicamente.70

20La clase media vivía en departamentos habilitados en casas e dos o tres pisos y dos o tres
patios, –propias o alquiladas. Los pisos eran habitados por familias, a veces numerosas y
también albergaban parientes, como era costumbre desde la época colonial. La falta de
higiene era un hecho evidente en la ciudad de La Paz a principios de siglo, sin embargo es
preciso recordar, que incluso en las ciudades europeas en ese entonces se carecía de lo que
hoy es considerado elemento imprescindible para el desarrollo de la persona y la salud, los
baños privados. El concepto de privacidad en el dormitorio y en el baño no era común,
sobre todo en las casas de clase media y baja. En avisos comerciales de los años veinte en
la ciudad de La Paz, se ofrecían “elegantes” departamentos en el centro de la ciudad, que
carecían de cuartos de baño propios. En las casas donde habitaban varias familias existía un
inodoro, compartido por dos o tres familias por piso. El cuarto de baño no incluía inodoro y
el agua era calentada por calefactores a leña. Los dormitorios tenían un tocador con
bañador y jarra de agua para el aseo personal.

21Volviendo al urbanismo de la ciudad, ésta estaba rodeada por diecisiete haciendas


pertenecientes a las jurisdicciones de las parroquias de San Pedro y San Sebastián. El censo
de 1919 muestra que el número de habitantes fluctuaba entre 52 y 273 personas por casa de
hacienda. Por lo tanto, aspecto urbano mostraba características rurales con haciendas y
chacras de sembradíos de maíz a su alrededor y aún se mantenían algunos rasgos coloniales
como las calles especializadas en producción y venta de determinada artesanía como
sombreros, telares, loza y mercados con productos tradicionales, como el mercado de
cueros, el de flores, ubicado entre las calles Recreo y Ayacucho, hoy Plaza del Obelisco.
Los barrios de indios se siguieron manteniendo aunque ya no como comunidad.71

22En los primeros años del siglo XX, la vialidad urbana estaba constituida por tranvías
eléctricos y por coches y carrozas tiradas por caballos, que hasta bastante entrado el siglo
XX, coincidieron como medio de transporte con hatos de llamas o de burros, que carganban
productos provenientes de las haciendas como taquia, carbón y productos agrícolas. En
1919, dada la creciente existencia de vehículos motorizados, la Municipalidad abrió un
libro de matrícula de chóferes, así como exámenes para obtener licencia de conducir. El
transporte en la ciudad era servido por autocamiones, camiones, carretas y carretillas. Los
tranvías, eran un medio de transporte cumplido y regular y los coches movidos por
caballos, tendían a desaparecer por esos años. Los tranvías tenían dos secciones
diferenciadas por el precio del pasaje. La sección “primera”, estaba destinada a damas y
caballeros de la ciudad y la “segunda”, era donde debían viajar los demás. Ambas secciones
estaban divididas por una plataforma, “donde se ubicaban los jóvenes para flirtear con el
sexo opuesto”.72 Esta plataforma era motivo para que los chiquillos hicieran piruetas
saltando desde ella hasta las veredas.73 Los tranvías recorrían la ciudad desde la Avenida
Montes al norte, pasaban por la Plaza Murillo, calle Loayza, El Prado, avenida 6 de Agosto
y San Jorge. Una rama se desviaba hacia el.Montículo, ubicado en el extremo suroeste del
barrio de Sopocachi. Otra vía llegaba desde Obrajes a cinco kilómetros de San Jorge,
ubicada en las afueras de la ciudad, 300 metros más bajo que el centro de la ciudad, con
mejor clima, donde solían acudir las familias de paseo y las personas mayores y enfermos a
pasar temporadas para curar algunas dolencias.74 Se vaticinaba que el autocamión sería el
único vehículo que sustituiría con ventaja a los demás, aunque dañaban el empedrado de las
calles. Para ese efecto debieron suprimir además las carreras entre vehículos, que trataban
de adelantar unos a otros. Decían las autoridades edilicias, que sus condiciones de pesadez
eran inapropiadas para las calles empinadas de la ciudad, además de que ofrecían
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espectáculos tristes con el maltrato que recibían los animales de tiro. con pocos vehículos a
motor, pocas calles empedradas, la mayor parte de ellas de tierra, muy poca vegetación,
aunque evidentemente algunos bellos ejemplos arquitectónicos y un bonito paseo del Prado.

23Las calles que rodeaban El Prado y las avenidas Villazón y 6 de Agosto eran de tierra, y
la transitaban tanto coches tirados por caballos, transportando a la pequeña cantidad de
gente considerada “elegante” de la ciudad, como también, como dijimos, pequeños rebaños
de llamas arreadas por indios, que traían a la ciudad productos del campo, procedentes de
fincas de particulares o de sus pequeños terruños. La ciudad tenía entonces un aspecto de
ciudad pequeña y provinciana. Al mismo tiempo era una ciudad llena de contrastes
sociales. Los dueños de las chacras y haciendas que paseaban elegantemente con bastón,
sombrero de copa, sombrillas y vestidos largos por el paseo del Prado,75 cuando salían de
él tenían que cruzarse con hatos de llamas que la cruzaban, con indios vestidos a su usanza
ancestral.

24Hacia 1920, la seguridad ciudadana la realizaban empleados que rondaban a caballo la


ciudad, tocando silbato para anunciar su presencia. En los años veinte, empezaron a llegar
los primeros automóviles, ante la mirada atónita de curiosos. Hasta ese entonces, como en
todas las ciudades del mundo los niños jugaban en la calle. En la Avenida Perú, al norte de
la ciudad, en un lugar donde la ciudad presenta una pequeña planicie los niños alquilaban
bicicletas y triciclos para jugar.76 Los niños huérfanos de los hogares, eran llevados de
excursión en tranvía, hasta la zona de Obrajes, donde los Hogares de niños San José y
Villegas tenían casas de veraneo.

25Los años veinte del siglo XX, marcan una época de auge en el desarrollo urbano de la
ciudad. El traslado de la sede de gobierno a esta ciudad el año 1899, trajo la moda del
afrancesamiento ornamental, en los lugares más visibles y acomodados, tarea que no se dio
solamente en La Paz sino, sobre todo en la antigua sede de gobierno, Sucre. La Paz se vio
favorecida por rejería y postes decorativos en todo el largo y ancho del Paseo del Prado y
en la contigua avenida Villazón, avenida 6 de Agosto e incipiente avenida Arce. Se
construyeron casas de estilo del Beaux Arts francés, algunas de las cuales se conservan
hasta hoy, tales como la Casa del Conservatorio Nacional de Música, la Casa del Presidente
Ismael Montes, hoy Archivo Histórico Departamental de La Paz y en El Prado, antigua
Alameda la Casa del Club Libanés, la Academia de Ciencias y la Casa Machicado. El
Paseo del Prado, fue adornado con piletas de agua, bancos, árboles y flores, donde acudía
los domingos la gente de la alta sociedad. Entre 1918 y 1919, el Concejo Municipal
consiguió con mucha dificultad el pintado regular de las fachadas de la ciudad. Existían en
la ciudad más de trescientos propietarios, a los que se tuvo que sancionar, para que
cumplieran con el reglamento. Sin embargo, los mismos edificios municipales presentaban
un lamentable estado en sus fachadas, contrastando con el resto de la población.

26Las cuadrillas de limpieza de la ciudad, eran las encargadas de empedrar y adoquinar las
calles. En esos años se encontraban sin empedrar las calles Sucre, en su primera cuadra; dos
cuadras de la calle Rodríguez; toda la calle Murillo a partir de la esquina de la calle Litoral,
hacia Sopocachi; donde se encontraba el Hogar de Huérfanos Carlos de Villegas; la calle
Muñecas; la última cuadra de la calle Illimani, toda la región de la Nueva Paz y otras calles
de menor importancia o recientemente habilitadas para tráfico.77

1.2 Crecimiento general de la población


27Una de las causas por las cuales el Concejo Municipal instó a un grupo de señoras a
fundar la Sociedad Protectora de la Infancia, fue el crecimiento general de la ciudad. Según
el cuadro que sigue el promedio de crecimiento anual general iba en directa relación a la
supervivencia de la población infantil. Aunque no consigna las criaturas abandonadas que
no llegaron a instituciones públicas o privadas y tampoco aquellas que no fueron enterradas
en el Cementerio General, es una referencia confiable del crecimiento de la población. De
esa manera, se advierte un aumento ininterrumpido excepto el año 1899, año de la Guerra
Federal.

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Cuadro 1.4. Nacimientos y Defunciones 1890 – 1908

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Fuente: Luis S. Crespo. Censo Municipal de La Paz. 1910.

28En 1902 había en la ciudad un total de 16.114 niños entre 0 y 7 años y en 1909 –14.445–,
por lo tanto hubo una disminución en la población infantil.78 Luis S. Crespo atribuía la
excesiva mortalidad en niños recién nacidos y enfermos, a la falta de higiene y buenos
cuidados. Decía, que por lo menos para la gente adulta existían hospitales, en cambio para
los niños solamente se contaba con el hogar.79

Cuadro 1.5 Número de niños de 0 a 14 años 1902-1909

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Fuente: Luis S. Crespo. Censo de la ciudad de La Paz 1910.

Cuadro 1.6 Mortalidad Menores de 6 años

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Fuente: Luis S. Crespo. Censo Municipal de La Paz, 1909. La Paz, 1910.

29De acuerdo al cuadro anterior, hubo mayor número de defunciones de niños menores de
seis años los años 1889 y 1904-05, años en los que se registran epidemias de viruela y
disentería y coqueluche. Estas enfermedades, se presentaban anualmente en época de
lluvias (noviembre a marzo), sin embargo en los años señalados, se constituyeron en fuertes
epidemias. En 1902, los niños varones de la ciudad de La Paz entre siete y catorce años,
eran 30.695, las niñas 29.750. Siete años después, –en 1909–, habían disminuido el primer
grupo a 20.746 y el segundo a 22.955.

1.3 Inmigración del interior del país a


principios del siglo XX
30Debido al traslado de la sede de gobierno de Sucre a La Paz y al creciente desarrollo
industrial y comercial de la ciudad, hubo una considerable migración de gente que vino a
La Paz en busca de trabajo y mejores oportunidades de vida.

31El cuadro siguiente muestra la proporción de esa masa migratoria a la ciudad.

Cuadro 1.7 Inmigración del interior del país a La Paz 1910

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Fuente: Luis S. Crespo. Censo Municipal de La Paz

32También hay que tener en cuenta, la inmigración indígena a la ciudad, quienes procedían
de haciendas y comunidades libres, los llamados ayllus. Acudían a la ciudad como
empleados domésticos o a ejercer algún oficio manual. Huían de las cargas fiscales que les
imponía el tributo y el servicio personal a los hacendados, que los hacían trabajar como
pongos80 en sus casas. En 1902, se contaron 3.282 migrantes, mientras que en 1909 había
22.901.81 La migración no era constante ni fija, sin embargo comparando el censo de 1902
con el de 1909 se notaba un extraordinario aumento. El censo de 1909 dio que la población
indígena residente en la ciudad era de 22.901 habitantes, de los cuales 11.436 eran varones
y 11.465 mujeres.

33La explicación oficial afirmaba que desde 187882 la raza indígena “había sido herida de
muerte”, pues en ese año la sequía y el hambre, habían traído la peste, que hizo estragos en
la raza indígena. Otra causa de la mortalidad, era el alcoholismo de los indios, que influía
de manera tal. que el número de nacimientos no cubría el de mortalidad. Se tenía entonces,
que sobre un total de 57.639 defunciones ocurridas en la ciudad de La Paz, en un período
de 28 años (1881 a 1908), 25.341 eran indígenas.

34La mortalidad indígena de la ciudad reducida a cifras proporcionales, representaba un


44% siendo que la proporción de indígenas con el total de habitantes de la ciudad fue –en
1902– del 43% y en 1909 solo 29%. Según estos datos, se pensaba que la raza indígena iba
a ser reducida a una mínima expresión.83

Cuadro 1.8. Mortalidad General de la población de La Paz 1911

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Fuente: Ernesto Navarre La mortalidad en la ciudad de La Paz. 1914.

35En la descripción social de la ciudad que tratamos retratar, es importante referir también
la población extranjera. Por los datos del censo de Luis S. Crespo, se tiene que en 1909
había en La Paz 3.357 habitantes extranjeros, de los cuales 3.220 vivían en la sección
urbana y 137 en la rural. La apreciación oficial sobre la presencia de extranjeros en La Paz,
era que la ciudad iba “tomando el aspecto de una ciudad cosmopolita, como lo son los
grandes centros modernos”. La mayor parte de los extranjeros radicados en La Paz se
dedicaban al comercio.

36Los extranjeros europeos eran los dueños casi absolutos del comercio paceño, al punto
que, del año 1902 al 1909, la población dedicada al comercio se duplicó. En cuanto a los
productos que se comercializaban en las principales plazas del comercio, se tiene que los
Estados Unidos inundaban el mercado con abarrotes, compitiendo con los peruanos y
españoles. La producción europea, estaba relacionada con telas inglesas y francesas, y
manufacturas alemanas. Los franceses y alemanes se distinguían en las grandes
transacciones. Los peruanos comerciaban al por menor, y muchos de ellos eran
importadores y fabricantes de vinos y licores, los demás eran obreros. La mayoría de los
italianos y españoles y algunos ingleses eran industriales y obreros. Los turcos, árabes y
austríacos eran comerciantes ambulantes. La mayoría de chilenos, argentinos y
ecuatorianos eran empleados de casas de comercio.

Cuadro 1.9. Censo de Extranjeros 1909

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Fuente: Luis S. Crespo Censo Municipal de la ciudad de La Paz. 1909.

37El censo proporciona datos acerca de las nacionalidades relacionadas con los oficios, así
se tiene que había sacerdotes españoles, italianos, franceses y peruanos. Las mujeres
extranjeras eran pocas, las más numerosas eran las peruanas, luego las chilenas, españolas,
francesas, turcas, alemanas, norteamericanas e inglesas. Las peruanas y españolas, en
general eran obreras. Una gran parte de las chilenas aparecen en los censos como
prostitutas, otras como profesoras, en general las francesas e italianas eran religiosas
pertenecientes a instituciones de beneficencia y educación.

38En la Casa de Caridad y Hospicio San José, había un promedio de diez a doce religiosas
francesas de la orden de San Francisco de Paul, las Hermanas de la Caridad. Otras
religiosas francesas de los Sagrados Corazones llegaron entre 1880 y 1890, para la
educación de niñas de la alta sociedad, fundaron el Colegio Sagrados Corazones.

39Siguiendo la clasificación de Crespo, tenemos que las turcas eran comerciantes, las
norteamericanas e inglesas, ejercían la profesión de profesoras. Las alemanas en general,
eran propietarias. Se decía que todo este elemento extranjero, cuya presencia en la ciudad
era señal de progreso y bienestar, se distinguía por sus hábitos de orden, amor al trabajo y
afecto al país. Por eso gozaban de “gran estimación y simpatía”, en medio de todas las
clases sociales de la ciudad.84 Cabe mencionar, que ni en las listas de huérfanos de la Casa
de Caridad, ni en las del Hogar Villegas aparece algún huérfano de origen extranjero. Los
niños abandonados eran mestizos.
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40Respecto al promedio de edades de la población de La Paz, se tiene que el grupo más
numeroso de todos era el correspondiente al segundo período o sea el comprendido entre
los 11 y 20 años, cuyo coeficiente era de 19.79%. Aquí cabe llamar la atención ya que una
pirámide normal de población, registra siempre el mayor porcentaje de la población en la
etapa de crecimiento de cero a cinco años, y va disminuyendo paulatinamente. La
explicación estaba en la inmigración, que daba más habitantes en el segundo y tercer
período de edad correspondientes a los grupos desde 11 y 40 años.

41El término medio de vida del hombre a nivel de varios países, estaba entre 50 y 55 años.
En Bolivia en 1909, dicho término medio era diez años menos, o sea, la esperanza de vida
era de 40 a 45 años.85 El descenso a partir de los 41 años era notable, a tal punto que el
número de habitantes cuya edad estaba entre 61 a 70 años, era apenas la mitad del grupo
inmediato anterior. El grupo de 40 a 45 años era el más frágil después del de cero a cinco
años. La relación entre mortandad y natalidad era de 5 a 686, de modo que la población
tendía a aumentar aunque dificultaban su incremento la escasez de subsistencias y la falta
de higiene pública, y aún privada.

42El censo de 1909, muestra que antes de cumplir el primer año de nacimiento, moría la
cuarta parte de los hombres y antes de cumplir los seis años habían muerto el 40% y a los
22 años llegaban solamente la mitad.

43Este hecho, incide notablemente en la suerte del aumento de la población en el primer


período de edad. De todas maneras, las causas de tan alta mortalidad de niños se debían no
solamente a la falta de higiene pública y privada, producto del poco conocimiento que se
tenía de la incidencia directa de la higiene con las condiciones de salud, –que eran
contundentes–, sino también a la pobreza extendida en la capa más baja y aún media de la
sociedad paceña, que a su vez eran causales del abandono de la niñez. Además de que en
esos años los niños recién nacidos en las familias pobres, representaban más pobreza y
penurias que buen augurio y felicidad.

1.4 Oficios y profesiones en la ciudad


44Fijando la edad de siete años, como la base para la inscripción de oficios y profesiones,
el censo de 1909, refirió que de los 78.856 habitantes de la ciudad, los dedicados a la
agricultura eran 21.229, o sea el 26.7% de la población total. Este resultado guardaba
conformidad con la composición étnica de la población de La Paz, cuya tercera parte,
pertenecía a la raza indígena y eran agricultores de las haciendas aledañas a la ciudad casi
en su totalidad.

45Además, muchos propietarios de haciendas rurales, que no eran indígenas, aparecen


anotados también como agricultores. Los profesionales industriales aumentaron en 1.940
desde 1902 hasta 1909. Los dedicados a profesiones liberales, aumentaron en 4.506
habitantes. Los comerciantes casi doblaron su número, de 5.039 en 1900 a 5.090 en
1909.87 Dato que coincidía con la afirmación de que la mayor parte de los extranjeros
inmigrantes, estaban dedicados al comercio.

46En La Paz, la mayor parte de la población estaba dedicada a la agricultura entendiendo


por ella a jardineros, labradores, segadores, horticultores y todos aquellos dedicados con la
tierra. Entre la gente dedicada a la industria, estaban los tejedores que eran fabricantes de
frazadas, ponchos, abrigos, gorros, de hilo, lana y algodón. Entre los comerciantes estaban
comprendidos los almaceneros, corredores, viajeros, agentes de consignatarios,
expendedores, dependientes y pulperos.

47Los que aparecen como “sirvientes”, eran los asistentes domésticos en general. Entre los
estudiantes estaban los juristas, teólogos, los escolares escolares. Los propietarios eran
quienes vivían de sus rentas sin ejercer oficio ni profesión alguna. Los mineros eran los
propietarios de minas, empresarios gerentes, mayordomos y obreros en minas e ingenios.
Los chicheros, los que fabricaban chicha. Los arrieros eran aquellos dedicados a cocheros,
carreteros, chalanes, jefes y peones de recuas, domadores.
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Cuadro 1.10 Oficios y Profesiones. La Paz 1902-1909

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Fuente: Luis S. Crespo. Censo de la ciudad de La Paz. 1910.

48Por músicos estaban anotados los autores y operarios. Los bayeteros se dedicaban a
fabricar telas de bayeta y todo género de tejidos de lana, algodón, vicuña. Por profesores; se
generalizó a todos los educadores, pedagogos y todos los maestros de enseñanza primaria,
secundaria, profesional y artística. Por ingenieros a quienes ejercían las profesiones de
arquitectos, agrimensores, topógrafos, agrónomos, geógrafos, de minas, civiles.88

1.5 Población instruida con respecto a la


población general
49La instrucción elemental se censó desestimando toda la población menor de 7 años y
considerando como instruido elementalmente, a todo individuo que supiera leer y escribir o
leer únicamente.

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Cuadro 1.11

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Fuente: Luis S. Crespo. Censo de la ciudad de La Paz. 1910.

Cuadro 1.12

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50La diferencia numérica entre el censo de 1902 y el de 1909, se debe a la migración


extranjera y a la mortandad indígena. Si miramos la población infantil, hay que remarcar,
que el censo de 1909, dio como resultado que diez mil ciento cincuenta niños de siete y
menos años se encontraban sin instrucción, lo cual no debería llamar la atención de nadie.
Sin embargo, nos interesa advertir que, por contraste los niños a partir de los siete años,
fueron tomados en cuenta junto con la población instruida. Al margen de considerar que
pudo haber diferentes grados de instrucción en los niños, lo que llama la atención es que el
concepto de niño o adolescente, como sector especial de la población, contaba muy poco en
esa época.

51Con respecto a la religión, en Bolivia había libertad de cultos. De los 76. 559 habitantes
que tenía La Paz en 1909, 75.863 eran católicos y 696 eran disidentes, entre los cuales un
cincuenta por ciento pertenecían a la iglesia metodista.

52En relación al estado civil de la población, si comparamos las cifras de uno y otro censo,
es notable la disminución en las cifras de los casados, evidenciando una disminución de
3.428 personas desde 1902 hasta 1909. Los solteros aumentaron a casi el doble, debido a la
migración indígena, la migración nacional por cambio de sede de gobierno, y la afluencia
de población extranjera de principios de siglo. Estos últimos fueron en su mayor parte
musulmanes, llamados comúnmente árabes, que llegaban solteros solos o menores de edad
dependientes de sus padres. Por otra parte, las mujeres casadas eran las que más habían
disminuido con relación a los hombres. Los viudos también mermaron, pero no en
proporciones tan elevadas como los casados. Sobre 5.489 viudos que había en 1902, en
1909 solo aparecen 3.914. En cambio los solteros habían aumentado la población en
proporción bastante considerable. Este aumento fue, en cifras absolutas, de 21.369, y en
proporcionales del 100%.

53El número de matrimonios no estaba en relación con el crecimiento de la población de la


ciudad, tan es así que había 5.66 matrimonios, por cada 1.000 habitantes solteros, o lo que
es lo mismo, se necesitaban 176 solteros para que se verificara un matrimonio en el espacio
de un año. Esta situación fue calificada de alarmante por el autor del censo Luis S. Crespo,
quien suponía que la mala costumbre de los solteros, de casarse muy mayores, se debía
entre otras cosas, a las exigencias sociales de las ceremonias y fiestas de matrimonios, a los
costosos ajuares de las mujeres, al egoísmo de los solteros por temor a las cargas familiares.

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La situación anterior se producía comúnmente en la clase media, puesto que en las capas
inferiores de la sociedad, se practicabas el sirwiñacuy o convivencia de la pareja antes de
casarse, que podía durar muchos años y a veces toda la vida.

Cuadro 1.13. Número de Solteros y Casados

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Fuente: Luis S. Crespo. Censo de la ciudad de La Paz. 1910.

54En cifras proporcionales los totales eran:

Cuadro 1.14

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Fuente: Luis S. Crespo. Censo de la ciudad de La Paz. 1910.

55Como incipiente ciudad industrial, La Paz tenía fábricas de cerveza, licores, cigarrillos,
tejidos y jabón y establecimientos de peletería y otras manufacturas. Todo este movimiento
económico representaba tan solo millones de bolivianos como producción exclusiva de la
ciudad. El comercio estaba sostenido por la importación de artículos europeos de toda clase
y por la exportación de metales de estaño, cobre, plata, oro y productos agrícolas como la
coca, café, goma, quina, cacao, tabaco y otros. Tres bancos y varias agencias bancarias
facilitaban las transacciones. La población extranjera era mucho más numerosa que en
todas las otras ciudades del país.89

56La población de la ciudad de La Paz aumentó considerablemente de 76.559 en 1900 a


984.446 en 1950.90 Del examen de los índices de crecimiento departamental, se desprende
que, mientras la población del país creció en 1.16%, anualmente, la población de los
departamentos del Beni, Oruro, Pando y La Paz creció a un ritmo más acelerado, con
2.66%, 1,80%, 1,59% y 1,52%, respectivamente. En el resto del país aumentó más
lentamente. Tres factores contribuyeron a un mayor desarrollo demográfico en la ciudad de
La Paz, en primer lugar el crecimiento la administración pública con motivo del traslado de
la sede de gobierno de la ciudad de Sucre a La Paz. En segundo lugar, el consecuente
incremento del comercio, y tercero la aparición de nuevas industrias. Todo ello ofertó
mejores condiciones económicas a la ciudad y al país, hecho que contribuyó a afluencia de
inmigrantes y desplazamiento población nacional a la sede de gobierno. Más tarde, como
consecuencia de la Guerra del Chaco, muchos campesinos prefirieron concentrarse en la
ciudad más activa del país, atraídos por los mejores medios de vida, por esta última razón,
la población aumentó también considerablemente entre los años 1940 a 1950.91
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1.6 Mestizaje
57Hubo causas de origen político, como la Independencia ocurrida en 1825, que desató en
el país una franca migración del campo a la ciudad, ocasionada inicialmente por el abuso de
las autoridades mestizas en el campo, provocando que familias acaudaladas y personas
“inteligentes” de los pueblos, se trasladaran a las ciudades en busca de mejor situación
social.

58La masa campesina inmigratoria a la ciudad de La Paz, encontraba en la ciudad trabajo


más fácil y lucrativo que en el campo, porque allí eran víctimas de las vicisitudes climáticas
y los abusos de poder de mestizos independientes, quienes en esa época de expansión del
latifundio compraban ganado de los indios, en precios ínfimos y les usurpaban sus tierras
fácilmente.92 La migración, se inició desde la época colonial, pero aquellos que habían
cambiado de residencia tiempo atrás, a principios del siglo XX, conformaban el eslabón
social del mestizo, ejerciendo diferentes labores en la ciudad. En la ciudad ejercieron
trabajos artesanales y también el comercio, el mercado y el servicio doméstico.

59Así como en Europa medieval, los artesanos coloniales constituyeron familias enteras
dedicadas a un oficio, en Bolivia, siguiendo patrones ancestrales, también el trabajo
artesanal fue de tradición familiar.93 Tan es así, que los inmigrantes pertenecientes a
familias de artesanos se arrimaban al trabajo de sus parientes en la ciudad de La Paz.
Documentos entre 1920 y 1930, muestran que era frecuente que la mujer y los hijos se
desempeñaran en el mismo oficio artesanal que el padre de familia, en costura o sastrería,
panadería, zapatería. Además, entre las mujeres hubo también plateras, hilanderas,
pollereras.94 Entre los hombres se dedicaban a la sombrerería, tintorería y carnicería.
Estaban ubicados en los antiguos barrios de indios que eran San Pedro y San Sebastián.

60Era también común, –y la práctica pervive hasta ahora–, que los artesanos desempeñasen
más de un oficio, así los panaderos eran también comerciantes, las dueñas de tiendas, eran
también curanderas y cocineras, al tiempo que tejían mantas y labraban sus chacras. En los
años 20 apareció también en la ciudad de La Paz, un pequeño sector fabril, con la
instalación de fábricas de cerveza, harina, telas, licores. En las fábricas trabajaban también
mujeres. Los niños ayudaban en los mercados y en el servicio doméstico, como hijos de
sirvientas o como pequeños sirvientes, entregados por sus propios padres, a familias para
que se valieran de ellos. A través de esos quehaceres y por la proximidad a la población
criolla blanca y costumbres occidentales, se produjo paulatinamente una ciudad mestiza.

61Las oportunidades ofrecidas para la mujer eran mayores, ya que eran muy requeridas en
el servicio doméstico,95 así como también en el comercio. La convivencia de las mujeres
indígenas en las casas de españoles, les hizo asimilar la nueva cultura, imprimiendo
también ellas sus propias costumbres sobre todo en los niños de las familias a las que
atendían, muchas atendieron a los hijos de los patrones desde el amamantamiento,
produciéndose de esta manera la interacción permanente de mestizaje cultural. Algunas
sirvientas domésticas trabajaban en el trabajo por obligación rotativa, ya que provenían de
la hacienda del patrón. Las sirvientas o cocineras de mayor categoría, mestizas, que tenían
casa aparte en la ciudad, cobraban salario, aunque, como las otras, vivían en la casa de sus
patrones. Muchas de ellas criaban junto a ellas a sus propios hijos, cargándolos en la
espalda con aguayos, o mantas autóctonas.

62El mestizaje no fue solo resultado de uniones de blancos e indios. A lo largo del período
colonial hubo importante modificaciones de los elementos de identificación de ciertos
grupos indígenas, algunos de los cuales comenzaron a adquirir vestimenta española, por
ejemplo los caciques posiblemente porque representaba un status social elevado en la
sociedad colonial, representando un mestizaje cultural, aunque previamente tenían que
darse ciertas condiciones como la adquisición de oficios y el aprendizaje de la lengua
castellana. Así también las transformaciones sociales fueron erosionando el sistema de
castas, siendo que muchas de ellas se consideraban españolas incluso si parecían “más
mezcladas que el chocolate”. En todo caso a principios del siglo XX, el censo mostró que la
ciudad tenía casi equitativamente la misma población indígena, mestiza y blanca (38% de
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españoles, 28% mestizos y 30% indígenas). Los mestizos se vestían a la manera occidental,
mientras que las mujeres mantuvieron su identidad visible hasta nuestros días, vistiendo
polleras con influencia de la moda española del siglo XVIII.96

63Ahora bien, a los mestizos se les ha llamado también cholos, connotación cultural de
diferenciación peyorativa de los blancos. A su vez los criollos eran en gran parte mestizos-
criollos a diferencia de los mestizos cholos.97 El cholo como tal, ha sido definido infinidad
de veces desde Gabriel René Moreno a fines del siglo XIX, quien lo llamó altoperuano
destacando su comportamiento como advenedizo, traicionero, de dos caras. En el sentido en
el que interesa para esta tesis el mestizo, el cholo es el mestizo descendiente de inmigrantes
indígenas que se asienta a vivir en La Paz y que como producto de la aculturación va
adquiriendo cada vez mayor semejanza con los criollos. Las familias mestizas o cholas
concertaban con amistades o compadres criollos, para encomendar el cuidado de los hijos
mediante diversos acuerdos. De esa manera, algunos niños al ser ahijados de los señores de
la casa, les servían en los quehaceres domésticos, a cambio de techo y comida.98

64Los barrios de indios, mantuvieron vigencia en sus nombres y en su población desde la


época colonial, aunque ya no como comunidad, sino como barrios cada vez más
numerosos. Se hacían sentir en la propia ciudad a nivel político con organizaciones de
trabajadores y publicaciones periódicas, pero sobre todo con sus festejos y celebraciones
religiosas que se realizaban con bailes y disfraces de vistosa creación mestiza. La presencia
de la chola99, el idioma hablado en mercados y calles, fue parte de esa constante influencia
andina sobre la ciudad. Y aunque el aspecto racial es importante, el mestizaje fue una
interrelación constante entre el trabajo, fiestas y modos de vida.

65Los miles de detalles de cada día eran los que marcaban las diferencias con los sectores
criollos, y en este punto, la versión mestiza femenina, era mucho más evidente que la
masculina. Quienes conseguían acomodarse mejor en la ciudad, eran los que tenían un
oficio como los albañiles, cargadores, comerciantes, quienes mantuvieron siempre lazos
con sus comunidades de origen.100 Las condiciones de vida de los mestizos –que eran
24.515 en 1909–, eran insuficientes en salud e higiene debido a la pobreza generalizada.
Una práctica común, que persiste hasta nuestros días era el dar a luz en sus propias casas,
tal como lo fue a principios del siglo XX en todas las capas sociales, pero los niveles se
diferenciaban en la higiene y la comodidad. Un médico boliviano que escribió un libro de
Puericultura a principios del siglo XX, decía que la mayor parte de la gente del pueblo vivía
en condiciones precarias, lo que imposibilitaba la atención médica y obstétrica más
elemental, por lo que la asistencia a domicilio era posible solamente en las familias
acomodadas que gozaban de una situación económica holgada, siendo la internación en la
Maternidad una necesidad urgente entre las madres obreras.101

66En lo que respecta a la relación entre la gente de clase alta y la de clase media baja
constituida por mestizos o cholos, ésta era de agresividad y menosprecio. Los documentos
de la época distinguen a una mujer de clase alta llamándola “señora” y a la chola e indígena
simplemente como “mujer”. Definiendo la clase obrera, Medinaceli hace una diferenciación
entre el sector asalariado y aquellos que realizan una labor artesanal. Dada la incipiente
industria nacional los obreros en los años 20, constituían un sector muy reducido, mientras
que el artesanal era mayoritario. Lo étnico marcaba fuertemente la estructura social,
distinguiéndose gradaciones donde los albañiles ocupaban el lugar más cercano a la cultura
india, carpinteros y sastres resultaban intermedios, mientras que los tipógrafos, se
encontraban como parte de los “blancos” de las ciudades.102

67Las mujeres también se diferenciaban en niveles, así las cocineras o culinarias como se
las llamaba, tenían un nivel mayor que las sirvientas. Hacia los años 30, tanto los
asalariados como los artesanos se organizaron en la Federación Obrera del Trabajo (FOT)
la Federación Obrera Local (FOL). Las mujeres en la Federación Obrera Femenina (FOF) y
el Sindicato Femenino de Oficios Varios, que formaban parte de la FOL. En este último se
agruparon mujeres empleadas de pensiones, hoteles y algunas domésticas. En la lucha por
la jornada de ocho horas las mujeres de estos grupos tuvieron participación activa. Tanto
los anarquistas, –llamados “libertarios”–, y los comunistas –conocidos como
“autoritarios”–, estaban insertos en estos grupos. Ambas tendencias se sucedieron una a
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otra, aunque después de la Guerra del Chaco (1936) los anarquistas se replegaron, siendo
las organizaciones femeninas más constantes hasta la etapa previa a la revolución de
1952.103 Las ideas socialistas y anarquistas prosperaron dando lugar a la creación de
diversos “centros culturales” donde se difundían las ideas. Un ejemplo es el Centro de
Estudios Sociales de La Paz fundado en 1914 e impulsado por varios trabajadores entre
ellos Ricardo Perales y la infatigable Angélica Ascui.

68También hubo otros centros de “propaganda libertaria”, como La Antorcha o el Centro


Obrero Internacional. Circulaban entre los obreros y artesanos algunas publicaciones
extranjeras, especialmente argentinas, de ese modo entraron nuevas ideas acerca del
divorcio, que fueron publicados en la Revista la Bandera Roja. La interrelación social de
los mestizos con la clase dominante produjo reacción negativa. Los cholos fueron objeto de
reflexiones sociológico-políticas importantes, como las de Alcides Arguedas en Pueblo
Enfermo,, quien señaló los más aberrantes vicios de la población mestiza boliviana.

69Con los párrafos anteriores he querido trazar el ambiente social de la ciudad de La Paz a
principios del siglo XX, porque no sería posible hablar de la pobreza, la marginación social,
de las condiciones precarias de salud e higiene en toda la ciudad, sin el análisis de la
población. La atención que se comenzó a dar al niño en la sociedad que acabamos de
describir, fue acorde al problema de la sociedad, que era contradictoria, pues una elite
minoritaria trataba de excluir e ignorar al mestizo y al indio como parte integrante de la
comunidad, siendo que eran las dos terceras partes de la población. Ese problema va a ser
arrastrado a lo largo de todo el siglo XX. Con la Revolución Nacional de 1952, los
indígenas y las mujeres alcanzaron el voto universal, los campesinos recuperaron sus
tierras, con muchísimas dificultades de trabajarlas para su mejoramiento vital, sin embargo
constituyó una revolución social importante, sin la cual hoy en día no habría llegado al
gobierno un Presidente indígena, como tenemos actualmente.

Notas

54 La capital es Sucre.

55 Herbert Klein, 1982.

56 Sirvientes domésticos y urbanos encargados de servir en las casas de los españoles y


criollos y también como trabajadores obligados en la construcción de iglesias, calles,
puentes.

57 La Casa de Caridad y Hospicio de Niños de “San José”.

58 Bolivia en el primer Centenario de su Independencia, 1925, 717-718.

59 Florencia Durán y Ana María Seoane, 1997, 39.

60 Mal de altura. La Paz se encuentra a 3.600 metros sobre el nivel del mar.

61 María Robinson Whright, 1909, 26.

62 Luis S. Crespo fue Secretario de la Comisión Central del Censo efectuado en la ciudad
de La Paz el 15 de junio de 1909, trabajo que dio lugar a una publicación sobre los Censos
levantados de la ciudad el año 1910.

63 Ver Cuadro 1.2.

64 Luis S. Crespo, 1910.

65 Las torres fueron construidas recién para en el año 1988, para la visita del Papa Juan
Pablo II a Bolivia.

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66 Nicolás Acosta, 1880, 23.

67 San Francisco era una parroquia española pero que quedaba ubicada extramuros de la
primera fundación española. O sea que era considerado barrio de españoles y de indios.

68 Llamado así porque en él se encontraba la casa del Hospicio San José.

69 Luis S. Crespo, 1910, 38.

70 Por ejemplo en la plaza Murillo, donde se encuentra el Palacio de Gobierno, la Catedral


y el Palacio legislativo, se encuentra la casa que fue de la familia de Tadeo Diez de Medina
y hoy es Museo Nacional de Arte; la casa de Jorge Cusicanqui y Rosa Agramante, en la
esquina de la Ingavi, frente al Ministerio de Relaciones Exteriores, hoy propiedad del
Ministerio de Educación y Culturas, sede del Repositorio Nacional y Depósito legal.
Igualmente.la casa que se encuentra frente a la Librería Gisbert, en la calle Comercio, a
espaldas del Palacio Legislativo, que hoy es propiedad de la Sociedad Protectora de la
Infancia.

71 Ximena Medinaceli, 1989, 82-85.

72 Ibid., 86.

73 Alguna vez en el intento hubo quien se enganchó en la manta de una chola (mujer
mestiza vestida a la usanza española del s. XVIII), y mientras el joven corría detrás del
tranvía para devolver la manta a la chola, ésta le gritaba: “ladrón, ladrón”. Comunicación
verbal de Jorge Escobari.

74 Jorge Escobari. Comunicación verbal.

75 Los indios y sus hatos de llamas, tenían prohibido el ingreso al Paseo del Prado y a la
plaza Murillo.

76 Laura Cardozo. Comunicación verbal.

77 Memoria Municipal de La Paz, 1909, 100-101.

78 Ver cuadro 1.4.

79 Luis S. Crespo, 1910, 28.

80 Servicio obligatorio rotativo de los comunarios que pertenecían a las haciendas.

81 Comparativamente había 29.007 blancos y 24.515 mestizos.

82 Año en que se inicia una hambruna en la ciudad que duró diez años.

83 Luis S. Crespo Luis S. 1910, 44.

84 Ibid., 55

85 Ibid., 57.

86 Ibid., 57.

87 Ibid., 66.

88 Ibid., 64.

89 Sinopsis Estadística y Geográfica de la República de Bolivia. 1910.

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90 Luis S. Crespo, 1910.

91 Astenio Averanga 1975, 133-140.

92 Marta Irurozqui, 1995, 367-363.

93 Desde el siglo XVI fueron trasladados a la ciudad o acudieron por su propia voluntad los
indios yanaconas libres, o mano de obra especializada en oficios tales como sombrereros,
veleros, tintoreros, sastres, zapateros y otros, constituyendo el paso entre del yanacona pre-
hispánico al artesano colonial.

94 Ximena Medinaceli, 1989, 87.

95 Luis Miguel Glave, 1987, 35-36.

96 Rossana Barragán 1994, 85-120.

97 Ibid.

98 Ximena Medinaceli, 1989, 76-77.

99 Mujer indígena vestida con pollera española del siglo XVIII, y que se mantuvo en
determinada clase social hasta nuestros días como muestra de su origen mestizo. Pero,
como dice Ximena Medinaceli, no es lo mismo una chola de tradición paceña que una
lechera de los barrios aledaños de Obrajes o Calacoto, aunque también fuera de pollera. La
primera tendrá un rango social superior.

100 Ximena Medinaceli 1989,62-68.

101 E.L.Osorio, 1925, 72.

102 Silvia Rivera y Lehm Zulema, citadas por Ximena Medinaceli, 1989,.94.

103 Ximena Medinaceli, 1989, 96.

Índice de ilustraciones

Leyenda I.1.1 Vista panorámica de la ciudad de La Paz 1930.Fuente: Archivo de La Paz.

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Archivo image/jpeg, 949k

Título Cuadro 1.1. Crecimiento Poblacional de la ciudad. De La Paz 1586-1902

Leyenda Fuente: Luis S. Crespo. Censo de La Paz. La Paz, 1909.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6165/img-2.jpg

Archivo image/jpeg, 281k

Cuadro 1.2. División de distritos urbanos y rurales pertenecientes a la ciudad


Título
de La Paz. 1910

Leyenda Fuente: Luis S. Crespo. Censo Municipal de La Paz. La Paz, 1910.

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URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6165/img-3.jpg

Archivo image/jpeg, 446k

Título Cuadro 1.3. Cuadro de la población de La Paz por género y edades

Leyenda Fuente: Luis S. Crespo. Censo Municipal de La Paz. 1910.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6165/img-4.jpg

Archivo image/jpeg, 354k

Título Cuadro 1.4. Nacimientos y Defunciones 1890 – 1908

Leyenda Fuente: Luis S. Crespo. Censo Municipal de La Paz. 1910.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6165/img-5.jpg

Archivo image/jpeg, 465k

Título Cuadro 1.5 Número de niños de 0 a 14 años 1902-1909

Leyenda Fuente: Luis S. Crespo. Censo de la ciudad de La Paz 1910.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6165/img-6.jpg

Archivo image/jpeg, 126k

Título Cuadro 1.6 Mortalidad Menores de 6 años

Leyenda Fuente: Luis S. Crespo. Censo Municipal de La Paz, 1909. La Paz, 1910.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6165/img-7.jpg

Archivo image/jpeg, 410k

Título Cuadro 1.7 Inmigración del interior del país a La Paz 1910

Leyenda Fuente: Luis S. Crespo. Censo Municipal de La Paz

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6165/img-8.jpg

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Título Cuadro 1.8. Mortalidad General de la población de La Paz 1911

Leyenda Fuente: Ernesto Navarre La mortalidad en la ciudad de La Paz. 1914.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6165/img-9.jpg

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Título Cuadro 1.9. Censo de Extranjeros 1909

Leyenda Fuente: Luis S. Crespo Censo Municipal de la ciudad de La Paz. 1909.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6165/img-10.jpg

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Título Cuadro 1.10 Oficios y Profesiones. La Paz 1902-1909

Leyenda Fuente: Luis S. Crespo. Censo de la ciudad de La Paz. 1910.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6165/img-11.jpg

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Título Cuadro 1.11

Leyenda Fuente: Luis S. Crespo. Censo de la ciudad de La Paz. 1910.

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Título Cuadro 1.12

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Título Cuadro 1.13. Número de Solteros y Casados

Leyenda Fuente: Luis S. Crespo. Censo de la ciudad de La Paz. 1910.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6165/img-14.jpg

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Título Cuadro 1.14

Leyenda Fuente: Luis S. Crespo. Censo de la ciudad de La Paz. 1910.

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Capítulo II. La Paz, salud pública, niñez y
pobreza
p. 67-88

Texto NotasIlustraciones

Texto completo

1En una ciudad de aproximadamente setenta mil habitantes, de los cuales la mayor parte
eran indios y mestizos, –la mayor parte analfabetos, con escasas costumbres de higiene
personal y ciudadana y carencia absoluta de medios para proporcionársela–, la incidencia
de la mortalidad general y en especial de la niñez no era algo que debía extrañar. Este
capítulo trata de las condiciones de salud y pobreza en la ciudad, el imaginario colectivo
respecto a esas debilidades puesto en evidencia a través de las actitudes municipales y de
los artículos periodísticos que expresaban el sentir ciudadano.

2En definitiva, procuro mostrar esos elementos de salud y pobreza como causas
importantes del abandono de menores, puesto que la mayor parte de los expósitos traían
alguna enfermedad endémica o habían quedado huérfanos por aquellas causas. Eran pobres,
aquellos que no tenían lo mínimo para vivir, como ser techo propio, alimentación y vestido.
Sin embargo, en La Paz existía y existe lo que se llama “cultura de la pobreza”104, que no
es privación de algo, como se entendería en una sociedad de consumo, sino que la cultura
de la pobreza adopta normas de conducta especiales para combatir los sentimientos de
desesperación. El elemento básico de la cultura de la pobreza, es la despreocupación del
pobre respecto a las instituciones más importantes de la sociedad, hacia las cuales sience
suspicacia y apatía. Los pobres, en el caso de La Paz. eran mayormente indígenas, que
tenían otros parámetros y valores en la vida, como por ejemplo, el no abandono de niños
huérfanos, aunque la familia no fomentara la infancia como un estado temporal al que había
que proteger. Los indios que llegaban de inmigrantes a La Paz, que carecían de casa propia
y lo mínimo indispensable en una ciudad, pasaban a conformar el grupo de los pobres,
motivo por el cual fueron objeto de la beneficencia.

3En otras ciudades del mundo, en las primeras décadas del siglo XX, se comenzó a
relacionar cada vez más la higiene con la salud y esas noticias movieron al gobierno
municipal, que empezó a preocuparse por mejorar las condiciones sanitarias de la ciudad,
para evitar la repercusión en epidemias que era un permanente peligro.

4Las miserias de la ciudad, se dejaban sentir cuando se escribía, –haciendo eco del
imaginario ciudadano–, que tres mil defunciones de un total de setenta mil habitantes al año
era demasiado. Se consideraba urgente necesidad, realizar varias obras públicas tales como
la extensión del alcantarillado, el alejamiento de los hospitales del corazón de la ciudad, y
la vigilancia continua de los lugares de expendio de artículos de consumo, donde las
normas de higiene que debían ser estrictas eran prácticamente inexistentes.105

5Los sitios de propagación de enfermedades se relacionaban directamente con los niños


pobres, que estaba lejos de pasar sus días de juegos en sitios adecuados y por el contrario
jugaban en calles sucias, llenas de tierra, cerca de muladares, cenizales y basurales donde
compartían espacio con canes sueltos. En muchos casos, el abandono de menores se
producía precisamente en esos lugares y eran ellos niños quienes descubrían niños
abandonados envueltos en trapos en los cenizales.

2.1 Higiene urbana y salud de los niños


6La expresión del colectivo a través de la prensa, era que el municipio debía encargarse de
trasladar los depósitos de basura fuera de los suburbios de la ciudad, donde alcanzaban
verdaderas montañas de focos de infección.
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7Debido a la poca cantidad de ciudadanos inscritos en los registros catastrales, el impuesto
recaudado destinado al saneamiento municipal, era insuficiente para las necesidades. Así a
principios de siglo, la ciudad todavía no contaba con agua potable y alcantarillado, así
como tampoco mantenimiento y cuidado de avenidas, calles, callejuelas, parques, ríos,
riachuelos y basurales, que contribuían a la propagación de epidemias y enfermedades de
contagio.

8En 1917 las ordenanzas de salubridad emanadas de una comisión médica especial,
recomendaban a los médicos poner en conocimiento del Instituto de Higiene cualquier caso
sospechoso de enfermedad epidémica. La ordenanza alcanzaba a propietarios de casas e
inquilinos, jefes de cuarteles, superiores de conventos, directores de establecimientos de
enseñanza, casas de beneficencia y penitenciarias, dueños de hotel y de fábricas.

9Alarmado por los resultados, el Concejo de la ciudad inició en 1917 una Visita
intempestiva a las casas de la ciudad. Empezó a revisar los servicios más rudimentarios de
higiene, constatando que muchas de ellas carecían de inodoro, hecho de singular
importancia para la propagación de la epidemia de fiebre tifoidea, que se vivía en esos
meses. Paralelamente reorganizó el servicio de carros basureros, clausurando y multando
con fuertes penas a quienes infringían el aseo de la ciudad dejando basura, debajo de los
diversos puentes y aumentaron las cuadrillas de limpieza, para destruir los basureros que
existían en los alrededores de la ciudad por medio de la incineración de residuos con
petróleo.106

10La comisión médica, que había recomendado la acción anterior, determinó que el agua
que abastecía la ciudad era impura, debido a que la toma del nevado de Milluni se
encontraba en su mayor parte descubierta existiendo habitantes en esa región que la
contaminaban continuamente.107 Como medida de urgencia, se empezó la construcción del
alcantarillado en la ciudad, así como la instalación de agua potable en las casas y el
establecimiento de filtros, para disminuir la mortalidad que en ese tiempo se equiparaba a
las más graves del mundo junto con Calcuta y Hong Kong.108 Se instalaron entonces, –
paralelamente–, doscientos cincuenta inodoros en casas de la zona del centro de la ciudad,
conforme a una muestra existente en la Oficina de Higiene, sin embargo, la falta de un
sistema adecuado de alcantarillas y aún la absoluta ausencia de ellas, hizo que no se pudiera
obligar a muchos propietarios a hacer las instalaciones correspondientes.109

11Las medidas anteriores fueron consideradas intimidantes por la población y lejos de


apoyarlas hicieron eco de la mayoría étnica de la ciudad, que consideraba como “abusos de
la policía”, “injusticias”, y “odios políticos y personales”.110 Calificativos que muestran el
imaginario general una ciudad, cargada de resentimientos hacia actitudes que pretendían
cambiar sus costumbres. Un imaginario cargado de hábitos ancestrales diferentes a lo que el
mundo occidental llamaba progreso, traducido en higiene, cuadrillas de limpieza, o
cualquier acción que les supiese a cambio, porque en la mentalidad indio-mestizo todo
cambio tiene que ver con el mundo “al revés”. Su actitud era de resistencia al cambio.111

12De la misma manera se hizo patente la manera de ser del populacho cuando raíz de la
epidemia de gripe en mayo y junio de 1918, que al parecer produjo estragos, –ya que se
tuvieron que cerrar casi todas las oficinas privadas y públicas de la ciudad–, se recargó el
trabajo intenso de la policía municipal, que constató la ausencia total de educación
higiénica de la población, que miraba con recelo y como acto de hostilidad toda medida
tendiente a mejorar el estado sanitario general.

13En una ocasión, para terminar con el problema de saneamiento ocasionado por la
epidemia de tifoidea,112 el concejo municipal realizó ventas directas de carne de res en los
mercados de San Agustín y San Francisco a un precio accesible113. El éxito fue total y la
afluencia de gente fue tal, que el Concejo Municipal tuvo que autorizar la ampliación del
local.114 Sin embargo, el problema no radicaba en la oferta de sanidad que se hacía a la
población sino en el desarraigo de costumbres anteriores.

14Con frecuencia fue preciso aumentar el personal de policía, con cuatro agentes y seis
gendarmes, así como organizar cuadrillas extraordinarias de limpieza, con las que se hizo
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limpiar el lecho del río Choqueyapu, que atravesaba la ciudad en toda su extensión.
Asimismo, se hizo construir represas de agua en la parte alta de la urbe, –caracterizada por
su emplazamiento en una quebrada abrupta–, para poder arrojar un caudal relativamente
crecido y de ese modo barrer con todas las inmundicias removidas.

15El mayor problema de aseo de la ciudad y que enfrentaba decididamente al pueblo que se
encontraba en los mercados. En esos años, existían los mercados de San Agustín y San
Francisco y como secundarios los de flores, delante de la iglesia del Carmen, en la calle
Comercio; de la Plaza España; de la Plaza Riosinho y de la Plazuela Alexander. La policía
tuvo que librar verdaderas batallas, para desarraigar las costumbres que tenían las mujeres
en los mercados, habiendo fracasado en muchas tentativas, por la tenaz y decidida
oposición de las vendedoras quienes cocinaban, comían, criaban a sus hijos y hacían vida
de familia en el mismo mercado. Tan era así, que la higiene en los mercados fue
denominada de exótica, o imposible de poder establecer, ya que era un foco de infección
permanente.115

16En 1919, la policía municipal contaba solamente con dos cuadrillas de aseo, para atender
la limpieza de toda la ciudad, contrastando con las cuatro que hubo dos años antes, pues las
anteriores fueron disueltas apenas se logró controlar la epidemia del año anterior. El aseo
diario de la ciudad, era atendido limpiando muladares, el arreglando calles, el lecho de los
ríos y otros trabajos secundarios igualmente necesarios. Se tuvo que añadir entonces otras
cuadrillas llamadas de vagos,116 o indígenas sin oficio a quienes se les obligaba a limpiar
la ciudad.

17Esta situación dio lugar a que se cometiesen infinidad de abusos contra ellos, y si bien el
sentir ciudadano se expresaba por voz de los concejales para que los vagos trabajaran, el
pueblo manifestaba su disconformidad con el atropello de quienes los capturaban sin su
consentimiento, cuando su “única desgracia era haber caído en manos de gendarmes al
pasar por las inmediaciones de la policía municipal”. Los agentes municipales continuaron
haciendo inspecciones domiciliarias diarias, recorriendo toda la población y dando cuenta
en parte escrito a la Intendencia, la lista de los infractores a la ordenanza de aseo.

18En los años veinte, el aspecto urbano no era mejor. Las páginas de los diarios dejaban
entrever sentimientos de asco y de indecencia, cuando en 1928 hablaban de un “corral con
moscas” al lado de una escuela municipal, ubicada en la misma avenida, al tiempo que
admitían pudorosamente, que “creaba pésimo ambiente para los niños que por allí
circulaban”.117 Se trataba de la avenida Ecuador, ubicada en un barrio que comenzaba a
ser residencial en la ciudad, que olía a putrefacción y además hacía resbalar al transeúnte en
el fango nauseabundo.

19Por si fuera poco, al final de la pintoresca avenida 16 de Julio, más conocida como El
Prado o La Alameda, se encontraban las calles Landaeta y Batallón Colorados, que
apestaban a estiércol y hedor tal que apenas han dejado huella en los escritos de la época.
La aglomeración de tierra y basuras, proporcionaban pasos resbaladizos, al punto que la
gente que debía cruzar las calles, no sabía si buscar lugares donde pisar, taparse la nariz,
levantarse la ropa para no ensuciarla o mantener las bolsas que llevaba.118 Tampoco
existían en la ciudad, depósitos de basura en las afueras de la población. No faltó quien en
un intento de dar soluciones al conflicto, encontró como único remedio encargar a una
comisión de ingenieros el estudio de la cremación de las basuras y su aprovechamiento
industrial, al igual que ocurría en la ciudad de Antofagasta.119 Hacia los años treinta, –
como en años anteriores–, la falta de agua potable era un mal latente, la red completa de
alcantarillado, era inexistente para las ciento veinte mil personas que habitaban la ciudad.
Para el suministro del líquido elemento, funcionaban solamente canales defectuosamente
trabajados.

20Ningún lugar más apropiado y elocuente para apreciar el grado de suciedad y abandono
en que se hallaban las calles y plazas, como la plaza principal de la ciudad. Allí tenían
cabida todos los desperdicios, cáscaras de fruta, papeles, basuras de toda variedad y para
remate, los enormes manchones que dejaban los llokallas120 lustrabotas con sus tinturas.
Todas las aceras, eran una continua mancha negra de tintura, el pedestal de héroe máximo
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de La Paz era una sucesión de manchones, todo a merced de los llokallas, que eran los
dueños de la plaza, sin que ningún guardián tuviera la ocurrencia de hacerles respetar la
plaza.121

21También como en años anteriores, la jefatura de la policía urbana culpaba del mal
aspecto de las principales calles a la ciudad contribuía la gran cantidad de indígenas,
hombres, mujeres y niños, que transitaban por la Plaza Murillo y la calle Comercio. La
policía haciendo eco del sentir de quienes querían que la ciudad tuviera otro aspecto les
prohibió el acceso a dichos lugares, indicándoles además el límite a que debían regirse para
su tránsito en las calles principales y sus adyacentes.

22La segregación racial era una norma, según ellas la policía y la municipalidad, podían
disponer de la reglamentación del tráfico, de la descongestión de los núcleos de mayor
actividad ciudadana, de la presencia de vendedores ambulantes y la marginación de
indígenas. Con ello trataban de dar una “mejor estética a los principales paseos” y mayor
facilidad de tránsito a los peatones, que no eran otros que la “gente bien”, la gente decente,
la que no era mestiza ni indígena.

23Como de todas maneras no había cómo deshacerse de los indios, que poblaban la ciudad,
el concejo instruyó al burgomaestre para que tomara medidas y a los periodistas para que
escribieran en los periódicos artículos que expresaran un deseo de progreso, copia del
mundo occidental que rodeaba al país y que les era imposible recrear. Creía el Concejo
Municipal, que la población en general estaba acostumbrada a la actividad urbana donde
predominaba la clase indígena y el verlos transitar las calles “no les causaba mayor
impresión, pero cuando un extranjero observaba esa inútil aglomeración de indios en la
Plaza Murillo”, ya sea sentados en cuclillas “en posturas un tanto simiescas”, o en las
aceras de palacio legislativo, o en las escalinatas del monumento a Murillo, el aspecto de la
plaza principal “adquiría contornos de aldea africana”, entonces nada más apropiado que
reglamentar el uso y abuso que hacían los indígenas de los más concurridos centros de
paseo, o simplemente de actividad urbana”.122 El imaginario de la época no creía que el
indígena pudiera algún día urbanizarse.

24Alcides Arguedas,123 escribió en esos años un libro que causó malestar en la sociedad
boliviana hasta hoy. Condenó a la elite gobernante, como incapaz de lidiar con la
heterogeneidad étnica. En los comienzos del siglo, que es cuando escribe su obra, Arguedas
calificaba ai indio y al mestizo, como heredero de alcoholismo, holgazanería y pereza.
Decía, que todo se había ido “acholando, aplebeyándose, ordinarizándose como todo se
achola y se ordinariza en Bolivia hace muchos lustros, o desde la colonia, el más
avasallador y el único que explica racionalmente y de manera satisfactoria su actual
retroceso”. Franz Tamayo, creador de la “Pedagogía Nacional”, escribió también en ese
tiempo, que el problema del indio era cuestión de educación. Se le debía educar para
progresar.124 Pero como la mentalidad es lo último que cambia, el Concejo Municipal
actuaba y tomaba medidas de acuerdo al imaginario decimonónico, que era tratar al indio y
al mestizo de manera segregacionista, como ser inferior y rudimentario.

2.2 Salud Infantil


25Las afecciones de salud en la ciudad, estaban relacionadas en gran medida, con
epidemias producidas por falta de higiene en las calles. La preocupación por atenderlas en
relación a los niños fue una de las características de los movimientos de reforma social, en
todos los países a principios del siglo XX, Bolivia no fue la excepción. Todos los esfuerzos
y políticas sociales estuvieron dedicados a reducir la enorme mortalidad infantil. El énfasis
fue dirigido hacia las enfermedades infecciosas infantiles más frecuentes desde el punto de
vista estadístico, tales como la escarlatina, difteria y viruela, enfermedades que azotaban
periódicamente Europa y América.

26El municipio, como ejecutor del sentir ciudadano, se preocupó por procurar a la
población infantil espacios y parques recreativos, con el fin de que no invadieran el espacio
público. La queja principal era que a falta de parques los niños, incluso los ricos se
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encontraban “acuartelados” en los llamados “Kindergarten”, que eran poco menos que
“calabozos”. “No hay ciudad moderna que estime un sitio en la civilización, que no se
hubiera afanado por rodear a la infancia de todos los medios de higiene necesarios para
formar hombres sanos y alegres, pero en La Paz no se ha pensado seriamente en ofrecer ese
recurso saludable a los niños pobres y aún a los ricos”.125

27Uno de los sitios donde se veía jugar a los niños era el “óvalo”126, pero era invadido por
los niños huérfanos del Hospicio San José, quienes se amontonaban en el óvalo, por falta de
espacio. La Plaza Abaroa, que en ese entonces era un solar abandonado y cenizal, era
mencionada como futuro parque recreacional de niños. Sin embargo, el problema no fue
solucionado ni en los años treinta, cuando los menores ocupaban las calles, como canchas
de juego popular, con la consiguiente queja de las personas mayores.

28Los niños de varias generaciones, habían adquirido la costumbre de invadir la avenida


Camacho, el parque Riosinho, la plaza Alexander, la avenida Montes, la calle Murillo, casi
toda la zona de Sopocachi y la Avenida Perú. A toda hora del día, se encontraban grupos
compactos de niños, que organizando juegos de “pelota quemada, bicicleta, aros...”127,
obstaculizando el tránsito del público. Se consideraba entonces de toda urgencia, que las
autoridades de la policía urbana y de seguridad, debían cortar de raíz aquella pésima y
peligrosa costumbre de los menores sin educación, que jugaban en las calles y paseos
públicos. Estos últimos, se convertían en canchas de juegos, en los que el alboroto se unía a
la torpeza, para molestar e incluso causar daño a personas y edificios, ya que quebraban
vidrios de puertas y ventanas o arrojaban tierra, piedras, cáscaras de fruta y montones de
basura sobre quienes menos lo esperaban.128

29La gente “culta” escribía en la prensa haciendo llamados permanentes a padres de


familia, para que realizaran acciones de cuidado sobre los menores, evitando aquellos actos
censurables. Decía, que aquellos hábitos, daban a la ciudad un odioso color de aldea y
debían ser modificados de inmediato, ya que fuera de molestar a las personas adultas que
transitaban las calles, esterilizaban las inedias de higiene, que tomaban las autoridades
escolares, precisamente para evitar que ellos mismos adquiriesen enfermedades que se
presentaban periódicamente.

30En el aniversario de la ciudad en el año 1925, cuando se conmemoraba también el primer


siglo de la Independencia, fueron inaugurados por la Alcaldía, cuatro parques para niños en
los barrios de Miraflores, San Pedro, Caja del Agua y Chijini,129 que mostraban el
esfuerzo de la comuna para lograr una ciudad más ordenada y progresista Los jardines eran
construidos, pero no eran mantenidos y sobre todo preservados de la gente del pueblo, que
se recostaba en ellos o se sentaban a comer, dejando cáscaras y restos de alimentos.

31De todas maneras, existía la conciencia incipiente de crear espacios verdes en una
ciudad, donde hacer crecer un solo árbol, era toda una proeza, por la sequedad y aridez del
clima. Pero está visto que el ciudadano en general no velaba solamente por la salud física
de los niños, sino también, –al decir de la prensa–, por la salud mental, ya que también se
denunciaba que muchos niños no acudían a clases, por entrar a los cines a cualquier hora,
especialmente en horas de la noche. Una vez más, los agentes municipales eran quienes se
daban a la tarea de acudir a las salas de cine con objeto de controlar el ingreso de menores
de edad en horas inadecuadas. Asimismo, controlaban que en las noches no se dieran
funciones dobles, ya que peligraba la salud de los espectadores por el excesivo frío.130

2.3 Propagación de enfermedades infecto


contagiosas
32Las condiciones sanitarias de la ciudad y el clima frío, eran el campo propicio para la
profusión de epidemias, de enfermedades respiratorias e infecto contagiosas. En 1906, se
registraron en la Clínica de Niños de la ciudad, noventa enfermos de los cuales murieron
setenta y dos, con el siguiente diagnóstico: dos de paraplegia, dos de gastritis, ocho de
disentería, dieciséis de infecciones gastro-intestinales, tres de neumonía doble, cinco de
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paludismo, tres de tifoidea, dos de pleuresía, uno de flemón en el pie derecho, uno de
miocarditis, siete de neumonía, dos de enteritis, uno de cistitis, uno de corea, tres de
neuropatía, siete de bronquitis, uno de cólico, uno de malaria, dos operados de reumatismo
articular agudo, uno de angina hepática, uno de amigdalitis, uno de heridas contusas del
cuero cabelludo y brazo derecho, uno de excema.131

33En los primeras décadas del siglo XX, se presentaron fuertes epidemias de gripe, viruela,
fiebre tifoidea, coqueluche y tos ferina en La Paz. Si bien es cierto que se producían por
contagio de virus, las condiciones sanitarias en las que vivía la ciudad, contribuían a su
propagación. Entre 1903 y 1912, la mortalidad infantil en la ciudad era muy alta respecto al
número de nacimientos.132 Entre 1903 y 1914, una epidemia de viruela presentó la mayor
cantidad de muertes en la población en general. La posta de salud municipal llamada
“Lazareto”, tuvo novecientos doce enfermos mayores y menores, de los cuales fallecieron
doscientos sesenta y dos. Los informes mostraban alarma, destacando que de nada servían
las vacunas que se producían en Sucre, para cubrir las necesidades de todo el país, pues
aparentemente tuvo resultados favorables solamente en esa ciudad.

34Sin considerar especialmente los problemas sociales de la ciudad, los médicos


comparaban las condiciones de salud con Estados Unidos y Europa mostrando el alza
creciente de la mortandad infantil de la ciudad se debía al descuido de los padres.

Cuadro 2.1. Mortalidad infantil en La Paz Quinquenio 1906-1912

Aumentar Original (jpeg, 207k)

Fuente: Ernesto Navarre. La Mortalidad infantil en la ciudad de La Paz. Esc. Tip. Colegio
Don Bosco. La Paz, 1914.

35A pesar de que el municipio dispuso que todos los casos de viruela, debían denunciarse a
la posta “Lazareto” bajo pena de una multa fijada por ordenanza, no se podía frenar los
decesos y en un solo día el cementerio General, registró 11 entierros de menores de dos
años, víctimas de ese mal.133 Los datos anotados en los libros del hospital “Lazareto”
sobre los casos de viruela entre 1903 y 1914 fueron los siguientes:

Cuadro 2.2. Casos de viruela 1903-1914

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Fuente: “El Tiempo”, La Paz 27 de Agosto de 1914.

Cuadro 2.3. Mortalidad por viruela. La Paz 1911-1915

Aumentar Original (jpeg, 109k)

Fuente Informe del Instituto de Bacteriología al Ministerio de Gobierno y Fomento.


Gestión 1916-1917. La Paz 1917.

36El cuadro 2.1, muestra una aparente tendencia decreciente de muertes por viruela, sin
embargo, al Instituto de Bacteriología, le parecía que 823 decesos (Cuadro 2.2) por viruela
el año 1915, era una cifra demasiado elevada. Según el Informe del jefe de Bacteriología,
de la “aterradora” cifra de muertos por viruela, se debía a la falta de rigor en la aplicación
de la ley, que había declarado obligatoria la vacuna. Los 159 fallecidos el año 1915,
(Cuadro 2.3) en una ciudad de 100.000 habitantes, mostraba que la proporción era
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equiparable a Río de Janeiro, que en ese año tenía nueve veces más habitantes, mientras
que ciudades con una población equiparable a La Paz, como era Asunción, se había
erradicado la mortandad por esa enfermedad. Las dosis repartidas en los diferentes
departamentos de Bolivia el año 1916, se pueden determinar en el cuadro que sigue a
continuación. El mayor número de vacunados se dio en La Paz con 94.936, seguida por
Potosí con 68.700 vacunados, siendo estas dos las ciudades y departamentos más poblados
del país por la afluencia de trabajadores a las minas.

Cuadro 2.4. Dosis de vacuna contra la viruela repartida por departamentos 1916

Aumentar Original (jpeg, 118k)

Fuente Informe del Instituto de Bacteriología al Ministerio de Gobierno y Fomento.


Gestión 1916-1917 La Paz 1917.

37La relación que existe entre enfermedades epidémicas e infecto contagiosas y el


abandono de menores, es evidente cuando se advierte en los munícipes la preocupación por
crear centros maternales, que procuraban precautelar asistencialmente a las madres, a su
vez, se veían tan desamparadas que no encontraban más remedio que abandonar a sus hijos
en la calle. Ese sentir protector, tuvo como consecuencia la creación de la Sociedad
Protectora de la Infancia en 1909, destinada no solo a acoger niños huérfanos, sino de dar
educación de higiene a todas las madres de la ciudad.134

38Un saber general, que fue refrendado con un escrito del médico Eduardo Navarre, era
que en los meses de septiembre, octubre y enero, cuando la temperatura de la ciudad era
más elevada, el clima descomponía los alimentos, ocasionando propagación de las
enfermedades gastro intestinales. En cambio, observaba mortandad mínima en los meses de
marzo, abril y mayo, y menos aún en la temporada de invierno de junio a agosto, aunque en
este mes se propagaban las enfermedades del aparato respiratorio.135 La relación entre
mortalidad y pobreza era directa. Solamente habría que añadir que incidía más en las clases
populares indígena y mestiza, donde el recién nacido estaba privado de cuidado especial,
criándosele en ambiente destemplado con ropas ásperas y sucias. Asimismo, prescindían de
médico o comadrona, que le atendiera y dictara reglas para su cuidado. Tan era así, que se
consideraba prácticamente un milagro que sobreviviera a tales condiciones.136

39En épocas de epidemias, crecía el número de niños abandonados en las calles y


expuestos en el torno del Hogar Villegas. El abandono de niños, era consiguientemente en
estas clases. Niños abandonados por falta de recursos de los padres, para poder atenderlos o
huérfanos de mujeres fallecidas a raíz de las epidemias y enfermedades contagiosas. En
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1916, sobre un total de dos mil ochocientos setenta y ocho fallecimientos, mil ochocientos
uno eran niños menores de 5 años.137

Cuadro 2.5. Mortalidad general por edades. Año 1916

Aumentar Original (jpeg, 74k)

Fuente: Memoria Municipal, 1916, 7

40Fue por esa razón, que Concejo Municipal Determinó, que la Oficina de Higiene y
laboratorio químico municipales, funcionaran todos los días de nueve a once de la mañana
y de una a cinco de la tarde. Además formó una cuadrilla de funcionarios, para que fueran a
vigilar y estudiar el estado de higiene de todos los establecimientos públicos, tales como
sanatorios, clínicas médicas y odontológicas, boticas, casas de beneficencia, hospitales,
asilos de inválidos, asilos de niños, colegios, conventos, cuarteles, restaurantes, posadas,
dulcerías, fábricas de bebidas y alimentos, mercados, mataderos, fábricas industriales,
curtiembres, jabonerías, velerías, teatros, cines, circos. En su visita, pasearon por las
cocinas, donde se elaboraban de las bebidas y alimentos, medicamentos y estado y vigencia
de los productos comerciales.

41En 1930, volvió la epidemia de viruela, que se expandió a las provincias del interior del
departamento de La Paz. En junio de 1930, cuando ocurría la revolución que derrocaría al
presidente Hernando Siles del gobierno del país, poniendo en su lugar una junta de
gobierno, el médico y escritor Jaime Mendoza, lamentaba por la prensa, que por entonces
nadie estaba con la calma suficiente, para ocuparse de asuntos sanitarios habiendo tanto que
hacer con la revolución, pero que así como en esos días, hubo muchas bajas con las balas,
también acaeció que en diversos puntos del departamento el azote de viruela era atroz.

42Desde el pueblo de Quiabaya, de la provincia Larecaja, donde se encontraba Mendoza en


esos meses, solicitó con urgencia se le enviaran vacunas para aplicar en la población, pero
su pedido no fue atendido.138 Apenas consiguió algunas ampolletas, quedando miles de
niños indígenas sin vacunar, en las extensas provincias de Larecaja, Muñecas, Caupolicán,.
Mendoza lamentó la indolencia, puesto que juzgaba inaudito el descuido de las autoridades
sanitarias. En el mismo pueblo de Quiabaya, algunas personas decidieron vacunarse por sus
propios medios, como una india que vacunó a los hijos del corregidor, del telegrafista y
otros notables del pueblo con costras de otros enfermos.

Cuadro 2.6. Total de defunciones por viruela Niños y Adultos. 1930

Aumentar Original (jpeg, 93k)

Fuente: Memoria Municipal, 1930, 30.

43Al interior de la ciudad el Informe Municipal de 1930, (Ver cuadro superior) decía que
en años anteriores los índices de defunciones de niños correspondientes a las enfermedades
infecto contagiosas, como ser viruela, sarampión y coqueluche eran realmente altas,
llegando hasta un 80 y 85% de la mortalidad infantil total. En los tres últimos años se

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advertía que la viruela había dejado de ser una enfermedad extremadamente frecuente,
siendo treinta el número de defunciones por esa causa en 1930.

2.4 Enfermedades infecciosas en niños


menores de un año
44La prensa de 1914, haciendo referencia al censo realizado ese año, comentaba que de
3.860 nacimientos y 3.207 defunciones, 1.194 y cuatro fueron niños menores de un año,
mortandad que se explicaba por la epidemia de enfermedades infecciosas que padeciera la
ciudad en el último trimestre del año. Las peores fueron sarampión, viruela, disentería y
difteria. Los niños menores de un año eran presa segura de esas enfermedades, sin
embargo, la muerte de niños tan pequeños era casi natural para la población. Estaba dentro
de las probabilidades y aún de las expectativas en las familias pobres servía para aliviarse
de una carga económica, de manera que combatir las enfermedades y más aún el riesgo a
contraerlas se tornaba una verdadera campaña.

Cuadro 2.7. La Paz. Nacimientos y defunciones por enfermedades infecciosas. S 1914

Aumentar Original (jpeg, 73k)

Fuente: Memoria Municipal, 1914, 21.

Cuadro 2.8. Mortandad infantil en el primer trimestre de 1915

Aumentar Original (jpeg, 111k)

Fuente: Memoria Municipal, 1915, 11.

Cuadro 2.9. Distribución de la mortandad infantil por edades 1915

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Aumentar Original (jpeg, 65k)

Fuente: Memoria Municipal, 1915, 12.

45Fuera de la impresionante cantidad de defunciones, que se observa en el cuadro anterior,


el primer semestre del año siguiente, en 1915, hubo ochocientos ochenta y un niños
fallecidos de diferentes enfermedades infecciosas. La prensa se hacía eco del sentir
ciudadano, en torno a las epidemias, que daban fin con los niños. Comentaba, que la
coqueluche predominó casi todo el primer semestre del año 1915, con un promedio de
cuarenta defunciones mensuales, siguiendo en segundo término las afecciones del aparato
respiratorio o bronquitis. En los hospitales de la ciudad, tales como el hospital Landaeta, se
asistieron a mil seiscientos noventa y cuatro niños enfermos, en el hospital Loayza mil
noventa y ocho, en el Lazareto cuatrocientos cincuenta y ocho y en el hospital militar
cuatrocientos treinta y tres.

46Cuatro años después, en 1919 se publicaba en la prensa, que la gripe había causado la
muerte entre mucha gente adulta, y que en los niños se presentaba en forma de coqueluche
y tos ferina. Solamente en un día, el 19 de junio de ese año, se enterraron dieciséis
personas. Dos días después se enterraron treinta y siete. Nueve murieron de neumonía, siete
de ellos fueron niños menores de un año. Comentaba la prensa que esa era la mitad del
promedio registrado una semana antes, y que los carros mortuorios municipales no daban
abasto con la traslación de cadáveres. Fuera de la viruela, que era el primer azote epidémico
en 1903, la alarma en la ciudad estaba centrada también en muchos barrios de la ciudad
donde había niños con mal de rabia, los llamados “rabiolosos”, que contraían la
enfermedad, por mordedura de canes callejeros con mal de rabia. Sin embargo, esas cifras
no registraban la población indígena, de la que se comentaba que había que habilitar otro
cementerio en la zona de Caiconi, Miraflores, ya que “morían a montones”.139

2.5 Tifoidea
47El 23 de agosto de 1917, el Concejo Municipal alertado por la existencia de gran número
de casos de fiebre tifoidea, que atacaba tanto a mayores como a niños, organizó una junta
de sanidad, quien demandó información a las autoridades médicas sobre las causas de la
epidemia. Otorgaron al proyecto cinco mil bolivianos para los gastos que fueren necesarios
y formaron grupos de inspección para analizar las aguas de la ciudad, el mercado público y
en especial las carnicerías y salchicherías, obligando a los dueños a acreditar la procedencia
de los artículos que vendían. Igualmente inspeccionaron diariamente las casas y sus letrinas
y cloacas. La consigna era desinfectar por completo la ciudad y especialmente las casas
donde había enfermos. A cada unidad familiar les dieron una cartilla con las prevenciones
higiénicas para que se resguarde de los peligros de infección. La comisión médica
determinó la necesidad inmediata de conferencias y charlas en los planteles de las
sociedades obreras y cuarteles para hacer tomar conciencia de los riesgos de contagio.140

48En el ámbito familiar, se recomendaba beber agua hervida, comer legumbres, fruta y
leche cocidas. En la habitación del enfermo, no debía encontrarse sino la persona encargada
de su atención, para esto debía ponerse un delantal antes de ingresar a la pieza. Al salir de
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la habitación debía quitarse el delantal, lavarse las manos con agua jabonosa y una solución
de oxianuro de mercurio al diez por ciento.141 Preferiblemente la habitación el enfermo
debía ser grande y bien ventilada, colocando al enfermo al centro de la habitación sin
admitir mueble ni cortina alguna. Las personas que tuvieran que vigilar al enfermo, serían
las únicas que podían permanecer en la habitación, evitando comer ni beber en el cuarto del
enfermo. Era imprescindible el aseo diario de las habitaciones con desinfectantes, depositar
la ropa de vestir y de cama que hubiera usado el enfermo en vasijas especiales y hacerla
hervir con sulfato de cobre al cincuenta por ciento y lechada de cal. Los convalecientes
debían mantenerse aislados durante un mes. Se prohibió arrojar a la calle, deyecciones y
objetos del enfermo. Las deposiciones y orina, se debían recibir en recipientes que
contuvieran soluciones desinfectantes.142 La cartilla también recomendaba evitar
trasnochar, hacer uso inmoderado de bebidas alcohólicas y el excederse en el trabajo. Se
insistía también en el aseo minucioso y diario en todos los compartimientos de la casa.

Cuadro 2.10. Mortalidad por fiebre tifoidea. Años 1911-1915

Aumentar Original (jpeg, 71k)

Fuente Informe del Instituto de Bacteriología al Ministerio de Gobierno y Fomento.


Gestión 1916-1917 La Paz 1917.

49Según el cuadro anterior, era evidente que de todas maneras, la epidemia de fiebre
tifoidea iba siendo controlada en la población.

2.6 Causas de la mortalidad infantil. 1925-


1940
50En 1925, la mortalidad infantil se atribuía a varias causas, como la salud de la madre
durante el embarazo, la pobreza, la tuberculosis, los partos prematuros y difíciles, la
ilegitimidad y el abandono.

51Entre las causas inmediatas estaban la diarrea, la debilidad congenita, las afecciones
respiratorias, la diarrea que comprendía todo el conjunto de trastornos gastrointestinales
propios de la niñez, cuya alimentación se hacía sin un mínimo conocimiento nutricional.
Así los porcentajes de muerte infantil entre 1925 y 1927 se distribuyeron de la siguiente
manera: el 54% de niños por gastroenteritis, 30.9% por causantes congénitas y vicios de
conformación, 7.1% por meningitis simple, 1.4% a sarampión y el resto a otras
enfermedades.

52Como de todas estas causas, la mortalidad por gastroenteritis se consideraba


esencialmente evitable, observando prácticas de higiene infantil y cuidado de la
alimentación, se consideraba oportuna la educación de las madres en principios básicos de
puericultura como la higiene con el biberón, cuidado de los objetos que el niño llevaba a la
boca y la alimentación de la madre, para que su leche fuera adecuada para el niño.

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53La debilidad congénita estaba atribuida a la “anormalidad” de los progenitores, tales
como el alcoholismo y la tisis y de las circunstancias desfavorables, que acompañaban al
embarazo. Por ello, las campañas para el cuidado a los niños débiles y prematuros, era una
cruzada emprendida con gran esmero por la Sociedad Protectora de la Infancia. En un afán
de preservar a los niños de las enfermedades mencionadas, a nivel de familias pobres, se
propagó información, para que las madres tuvieran mayor cuidado en su propia higiene
alimenticia, ya que eran por lo general los niños que fallecían en los primeros días de vida,
eran los más afectados debido a que sus vías digestivas, no se encontraban todavía lo
suficientemente fuertes para soportar la transformación nutritiva de la leche materna,
considerada muy tuerte para estómagos tan delicados. A estos niños, se prefería
alimentarlos con leches más aguanosas como la leche de burra. De esa manera, también se
trataba de hacer tomar conciencia a las madres, para que cuidaran a los niños del clima frío
de la ciudad, que hacía estragos entre la población infantil, resquebrajando la mucosa del
sistema respiratorio. Para combatir este mal, se creía necesario advertir a las progenitoras
de las precauciones que debían tomar con los cambios bruscos de temperatura.143

54En 1927, volvió la temida viruela. Se anotaron 174 casos, de los cuales los niños
indígenas eran los que sufrían, y aunque en el ámbito nacional la vacunación era extensa,
sus beneficios no alcanzaban a los indios, que mantenían sus prejuicios contra la
vacunación. De todas maneras, ese año la viruela no fue la principal causa de muerte de
niños, sino primero estaba la coqueluche y sus complicaciones y trastornos nutritivos,
afecciones del aparato respiratorio, sarampión y recién la viruela. Ese mismo año se
calculaba que habían nacido vivos 2.786 niños, de estos correspondían 550 a la raza blanca,
a la mestiza 1.014 y a los indios 1.222. Estos datos acusaban mayor mortalidad en la raza
indígena que se encontraba diseminada y distante de las parroquias. Un año después, en
1928, murieron 2.133 niños, de los cuales 259 murieron el primer día de nacidos, de un día
a un año de edad murieron 1028 y de un año de edad a 7 años, 150. La cifra global de
fallecidos era de 3.330, correspondiendo al 64% a los niños de 0 a 7 años.

55En enero de 1928, se presentó una epidemia de fiebre tifoidea en la ciudad y un mes
después, hubo también un incremento alarmante de tuberculosis en la ciudad y varias
personas tuvieron la iniciativa de construir un nuevo pabellón en el Hospital de Miraflores.
El arquitecto elegido fue Emilio Villanueva, quien consideraba que lo primero que había
que prever, era el aislamiento del futuro hospital, cosa practicada “desde la época de las
leproserías medievales”. Sin embargo, el aislamiento interno, que servía eficazmente para
circunscribir ciertos virus epidémicos o esporádicos, tales como la viruela, el tifus, la
oftalmia purulenta, la difteria, tenía un valor relativo tratándose de tísicos. Según
Villanueva, había que seguir el ejemplo europeo, haciendo un refugio externo de tísicos,
por ejemplo sobre una terraza alta de alguna de las montañas que rodeaban la ciudad,
señalaba que esa sería una obra de higiene, altruista y humanitaria.144

56En 1928, los casos de viruela fueron encontrados en su etapa inicial, de manera que la
Oficina de Higiene Municipal, iba informando día a día el número de enfermos que se
encontraba y en qué casas de la ciudad. Como el pánico crecía en la ciudad, veintisiete
estudiantes de medicina empezaron un recorrido de los distintos barrios de la ciudad
vacunando a todos, hombres, mujeres, niños y ancianos; dueños de casa, inquilinos y
empleados de comercio.145 La enfermedad atacó como siempre principalmente a los niños,
y en muchos casos no fueron llevados al hospital. No había otra manera de expresar el
desasosiego general, que escribir en el periódico reclamando a la Oficina de Higiene por no
obligar a los padres a aislar a sus niños, conociendo la gravedad del caso.146

57En 1930, la población de la ciudad de La Paz era de 120.000 habitantes, tomando en


cuenta el censo de 1909 y aumentándole un 3% de crecimiento vegetativo. La mortalidad
infantil, era proporcionalmente mayor en la raza mestiza, siguiéndole en frecuencia la
blanca y por último la indígena. La causa atribuida era que las madres indígenas
amamantaban a sus hijos por más de un año, no así las madres mestizas, la que además de
reducir el período de alimentación natural, cometía faltas “groseras de higiene” y
presentaba muchos casos de alcoholismo.147 El mayor peligro para la infancia, era las
enfermedades gastrointestinales. El número de defunciones que ocasionaban, alcanzaba a
216 en el año, de ellas noventa y tres eran de indígenas, noventa mestizos y treinta y tres
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blancos. Los decesos se debían a la falta de higiene en el manejo de los alimentos. Las
mujeres indígenas llamadas “lecheras” que distribuían la leche desde los establos hasta las
casas, manipulaban el alimento sin tener ninguna medida de higiene y la leche que llegaba
sucia, no estaba en condiciones incluso después de ser hervida. Tanto el Hogar Villegas,
como el Hospicio San José eran abastecidos también por lecheras, quienes traían la leche
desde Obrajes, donde la Sociedad Protectora de la Infancia, –encargada de la “Gota de
Leche” u Hogar Villegas–, tenían tierras donde criaban las vacas. La leche también era
traída desde Río Abajo, donde el Hospicio San José tenía tierras y vacas destinadas a
proporcionar el alimento a su población infantil.

58Los años de la Guerra del Chaco (1933-35) trajeron varios elementos de conciencia de
corte socialista al pensamiento de la gente que escribía en los diarios respecto a la alta
mortalidad en infantil. Así se pensaba que la falta de higiene y buena alimentación en la
población menuda estaba relacionada con las bajas condiciones sociales de sus padres
pertenecientes a la clase asalariada que estaba mal remunerada. La insuficiente nutrición, la
vivienda malsana, la higiene precaria en barrios populares, el alcoholismo, la sífilis, la falta
de educación en puericultura de las madres eran causas directas para las afecciones
gastrointestinales y enfermedades de nutrición. La insuficiencia de hábitos de higiene,
constituía una verdadera catástrofe nacional y la causa residía totalmente, en el bajo nivel
de vida, que se podían dar los fabriles, los empleados públicos, los empleados del comercio
y obreros en general. Se empezó a discutir ideas, respecto a mejoras del salario, en directa
relación con nivel de vida y derecho a la vida. Un pensamiento mayoritario, era que la
mortalidad infantil, no disminuiría con creación de hospitales de niños, o dispensarios sino
con la elevación del nivel de vida del asalariado.148

59Asimismo los dispensarios de puericultura, empezaron a trabajar suministrando consejos


adecuados a las madres, respecto a la crianza y vacunación de sus hijos debían traspasar los
límites de la caridad haciendo labor humana social y patriótica. Sin embargo, el único
camino que se hallaba para mover a las conciencias, era la beneficencia, pues tampoco se
hablaba abiertamente de una revolución social. Las Ligas de beneficencia, eran las llamadas
a hacer llegar a los puericultorios la ayuda que debían dispensar a los más necesitados. En
ese momento la existencia de una sola Liga, era la de la tuberculosis y no era suficiente,
porque al atender a toda la población, no se había preocupado suficientemente de la
infancia. Para el sentir ciudadano, solo era necesario seguir el ejemplo de los países cultos,
sin tener que inventar nada nuevo, simplemente adaptarlas al ambiente y a las “razas”.149

60En La Paz, los meses de mayor frío son de mayo a agosto, en los cuales, al amanecer la
ciudad tiene un clima entre 2 y 5 grados C. La temperatura sube a mediodía hasta unos 15
grados C al sol y 9 grados C a la sombra. Entonces la vacación de invierno dispuesta
tradicionalmente por el Ministerio de Educación, era entre el 15 y el 30 de junio. Sin
embargo, todos los años, –hasta ahora–, los padres de familia, empezaban a tratar de
convencer a las autoridades escolares, –por medio de artículos en la prensa–, sobre la
necesidad de adelantar la vacación programada. De la misma manera, cuando llegaba la
fecha de reinicio de labores escolares, aparecían los artículos tendentes a retrasarlas. Como
las casas carecen de calefacción, el intenso frío constituía una causa –según muchos–, de
enfermedades y epidemias infantiles y escolares. Numerosos avisos de los padres de
familia, daban a conocer la cantidad ascendente de escolares enfermos de tos ferina y
afecciones gripales. Sin embargo, las autoridades se hacían rogar una semana para
prolongar la vacación invernal por una semana mas. Cumplida esta, prolongaban otra
adicional hasta completar el mes. Eso sucedía todos los años, pero nunca se programaba la
vacación por un mes directamente.150

2.7 Pobreza
61En los primeros años del siglo XX, se empezó a vivir en la ciudad una invasión de
hombres, mujeres y niños indígenas procedentes del altiplano, víctimas de las sequías y
consecuentes malas cosechas. Llegaron pobres y necesitados de amparo. Para atenderlos, el
Concejo Municipal contactaba con las instituciones de beneficencia, Iglesia y personas
particulares, para conseguir fondos y buena voluntad para procurar varias “ollas del
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pobre”.151 La mendicidad fue la consecuencia de la pobreza de los inmigrantes. Desde
fines del siglo XIX, el Concejo Municipal tenía ingerencia en la Sociedad San José, que
había fundado una Casa de Caridad en un predio cedido por ellos. En reciprocidad la
Sociedad, debía recibir a todos los mendigos de las calles. De esa manera, la Casa de
Caridad, recibía diariamente gente pobre y enferma de todas las edades y condiciones.

62Naturalmente la capacidad de la Casa tuvo un límite, y no todos fueron asilados,


creciendo la incomodidad del Concejo.

63En esos años existía el “Certificado de Pobreza”, que era entregado a quienes se les
comprobaba su situación por la opinión de “alguna señora, señorita, o caballero de la
sociedad”. Sin él, los niños no podían recibir regalos de la Sociedad Protectora de la
Infancia que repartía a “todos los niños pobres de 2 a 6 años de edad”,152 ni atención
especial de emergencia de las sociedades de beneficencia, ni del Concejo Municipal que no
llegaban a ser recogidos por la municipalidad. Los mendigos que sobraban en la ciudad,
salían a las calles a determinadas horas, cuando la afluencia de gente era mayor, golpeando
las conciencias y la comodidad de los transeúntes. El Concejo se limitaba a llamar a los
ricos, para realizar labores altruistas y benéficas, moviendo sentimientos de culpa en torno
a compromisos de moral cristiana, para evitar el “bochornoso aspecto muy censurado por
propios y extraños, debido a la gran cantidad de mendigos, que ejercitaban los sentimientos
humanitarios de los transeúntes”.

64En 1930, las decenas de mendigos recogidos por la municipalidad, sobrepasaron la


capacidad del Asilo de San Ramón, fundado para recogerlos junto a los ancianos que no
tenían donde ir y que fueron trasladados de la Casa de Caridad, su antiguo recinto. Sin
embargo, la cabida en el Asilo San Ramón, también llegó a su límite de capacidad el mismo
año de fundarse. La solución propuesta por el Concejo era conseguir más fondos para
ampliarlo153 Como consecuencia de la pobreza, empezaron a deambular niños
abandonados por sus padres, sin embargo como se verá en los capítulos referentes a los
orfanatos, no todos los niños huérfanos podían acceder a los orfanatos, hacía falta que
fueran huérfanos de padres casados por la iglesia, o referidos por alguna persona
“conocida” de la ciudad. Como resultado, comenzaron a extenderse pequeños grupos o
bandas de niños callejeros, que pedían limosna en las calles.154 Los niños callejeros,
incurrían en robos en calles y mercados de tal manera que la policía tenía que hacer
periódicamente batidas de “chiquillos maleantes”. También realizaban robos a señoras en el
mercado, cuando eran contratados para que les llevaran las compras, y ellos vez que se
hacía la compra escapaban llevándosela consigo.155 La policía urbana, recogía algunos de
estos niños, a quienes la prensa en tono de benevolencia llamaba “picaruelos”, muchas
veces llegaron a ser hasta veintiocho, todos ellos con antecedentes de pillaje en la policía y
muy acostumbrados a entrar v salir de ella. Para el sentir ciudadano, eran niños que
“caminaban felices en busca de aventuras que aprovechar”, y la única preocupación era que
si la situación continuaba La Paz sería la primera ciudad en rateríos, si no lo era ya.156

65Resumiendo, se tiene que la conciencia ciudadana sobre la relación entre la pobreza, la


salud pública y las condiciones de higiene urbanas, llegó a principios del siglo XX. Los
importantes descubrimientos en torno a la asepsia, la vacuna contra la viruela y
tratamientos contra enfermedades infecto-contagiosas con la práctica de la higiene y el aseo
especialmente dirigidas a los niños y a la atención de su nacimiento, que supuestamente
debían practicarse en Europa, desde principios del siglo XIX, no fueron aplicados a los
partos sino recién a principios del siglo XX en Francia.157 Si se conocían en algunos
sectores sociales de clase alta en Bolivia, se practicaba con dificultad debido a precarios
sistemas de higiene instalados en las casas, me refiero a los sistemas de alcantarillado, agua
corriente y escasa presencia de profesionales médicos. Sin embargo, el avance de la
mortalidad y abandono infantil por enfermedades y por la pobreza en general no se pudo
controlar. Recién después de la Revolución Nacional de 1952, se comenzaron a difundir
vacunas contra el sarampión, viruela, tuberculosis y poliomelitis a nivel de todo el país y se
aprobó el código de Seguridad Social de Bolivia, una legislación muy avanzada en materia
de derechos y beneficios para los trabajadores, cuyos primeros pasos se dieron en la década
de los años veinte. ¿Cómo repercutieron la pobreza y las enfermedades infectocontagiosas
en La Paz, en el tema de la niñez abandonada? Ese será el tema del próximo capítulo.
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Notas

104 Oscar Lewis “Cultura de la pobreza”, en: Introducción a la Antropología Biológica y


social.

105 El Tiempo, 1912, 5.

106 Memoria Municipal, 1917, 14-15; 1919, 97-98.

107 Ibidem.

108 Ibidem.

109 Ibidem.

110 Ibid., 104-107.

111 El “mundo al revés” es una expresión del cronista indio Felipe Guamán Poma de
Ayala, (1615), 1980, 215. La expresión también fue recogida por el mito Incarrí, que dice
que cuantío llegaron los españoles cortaron la cabeza al inca y la enterraron lejos de su
cuerpo. Cuando el cuerpo encuentre su cabeza y viceversa el mundo volverá a ser como
antes y no estará “al revés”. Lo cual quiere decir que los cambios ejercidos por los
españoles no son asimilados por el mundo indígena que se mantiene como en un letargo
esperando un cambio.

112 Memoria Municipal, 1917, 16. La carne fue vendida a 20 centavos la libra. Memoria
Municipal

1917.

113 Precio de veinte centavos la libra.

114 Memoria Municipal, 1919, 22.

115 Ibid. La costumbre sigue arraigada hasta hoy.

116 La población indígena que estaba en la ciudad sin oficio fue llamada “vaga” desde
tiempos de la colonia. Estudios posteriores han comprobado que esa actitud “vaga” de los
indios obedece a una costumbre nativa de trabajo intermitente que les permite mantenerse
ajenos al quehacer occidental y muy cercanos a su propia actividad de subsistencia. Laura
Escoban, 2000, 122.

117 La Razón, 1928, 28 de febrero, 7.

118 La Razón, 1928, 14 de julio, 5.

119 El Tiempo, 1919, 20 de junio, 9.

120 Llokalla, palabra aymara que designa al adolescente. Utilizada generalmente de manera
despectiva

para designar a muchachos indígenas.

121 La Razón, 1930, 12 de agosto, 12.

122 La Razón, 1930, 14 de agosto. 4.

123 En Pueblo Enfermo [1909], 1988, 85, describió de manera descarnada y realista la
inmundicia de que era presa la ciudadanía en La Paz. Su obra, máximo exponente del

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realismo literario en Bolivia, despertó controversias debido al instinto feroz y sanguinario
hacia el cholo o mestizo boliviano. Arguedas sostenía que como consecuencia de la
ubicación geográfica de Bolivia, el factor étnico no se había renovado, en cambio los
elementos dominantes de la raza, indios y cholos fueron desalojando paulatinamente a los
blanco-criollos.

124 Creación de la Pedagogía Nacional.[1910] 1986, 56.

125 El Diario, 1920 4 de septiembre, 4.

126 Actual Plaza del Venezuela.

127 Laura Cardozo. Información verbal.

128 La República, 1934, 8 junio de 1934, 8.

129 Ibid., 107.

130 La Razón, 1934, 17 de junio, 7.

131 Memoria Municipal, 1907, 29-30.

132 Ver Cuadro 2.1

133 El Comercio, 1903, 23 de junio, 5.

134 Ernesto Navarre, 1914, 19.

135 Ver Anexo. Cuadro N. 4.

136 E. Navarre, E. 1914, 20.

137 El Diario, 1917, 18 de enero, 8.

138 Relata Mendoza que a penas su hija Martha pudo enviarle cuatro ampolletas de
vacunas

de modo clandestino, ya que no se contaba con ayuda oficial. Con ellas y con otras cuatro

que le envió el alcalde de Sorata, pueblo vecino, pudo vacunar algunas decenas de niños en

Quiabaya y Kantutani. La Razón, 10 de junio, 8.

139 El Tiempo, 1919, 20, 21, 22 de junio, 5.

140 Ordenanza Municipal, 1917.

141 Memoria Municipal, 1917, 17

142 La Razón, 1928, 13 de enero, 5.

143 Osorio, E. 1925, 19.

144 La Razón, 1928, 29 de febrero de 1928, 6.

145 La Razón, 1928, 24 de julio, 7.

146 La Razón 1928, 13 de agosto, 5.

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147 Flores, Adolfo, 1928, 167-171.

148 Ibáñez, Abelardo, 1941, 1-122.

149 La Razón, 1936, 15 de agosto, 2.

150 La Razón, 1934, 30 de mayo, 5.

151 La Razón, 1930, 14 de agosto, 12.

152 El Diario, 1920, 16 de diciembre, 6.

153 La Razón, 1930, 24 de junio de 1930, 1.

154 El Diario, 1925, 28 de marzo, 8.

155 Solían llamar “secretario” al sirviente doméstico indígena.

156 La Razón, 28 de enero, 8.

157 Rollet y Morel 2000, 354.

Índice de ilustraciones

Título Cuadro 2.1. Mortalidad infantil en La Paz Quinquenio 1906-1912

Fuente: Ernesto Navarre. La Mortalidad infantil en la ciudad de La Paz. Esc.


Leyenda
Tip. Colegio Don Bosco. La Paz, 1914.

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Título Cuadro 2.2. Casos de viruela 1903-1914

Leyenda Fuente: “El Tiempo”, La Paz 27 de Agosto de 1914.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6166/img-2.jpg

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Título Cuadro 2.3. Mortalidad por viruela. La Paz 1911-1915

Fuente Informe del Instituto de Bacteriología al Ministerio de Gobierno y


Leyenda
Fomento. Gestión 1916-1917. La Paz 1917.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6166/img-3.jpg

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Cuadro 2.4. Dosis de vacuna contra la viruela repartida por departamentos


Título
1916

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Fuente Informe del Instituto de Bacteriología al Ministerio de Gobierno y
Leyenda
Fomento. Gestión 1916-1917 La Paz 1917.

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Título Cuadro 2.5. Mortalidad general por edades. Año 1916

Leyenda Fuente: Memoria Municipal, 1916, 7

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6166/img-5.jpg

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Título Cuadro 2.6. Total de defunciones por viruela Niños y Adultos. 1930

Leyenda Fuente: Memoria Municipal, 1930, 30.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6166/img-6.jpg

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Cuadro 2.7. La Paz. Nacimientos y defunciones por enfermedades


Título
infecciosas. S 1914

Leyenda Fuente: Memoria Municipal, 1914, 21.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6166/img-7.jpg

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Título Cuadro 2.8. Mortandad infantil en el primer trimestre de 1915

Leyenda Fuente: Memoria Municipal, 1915, 11.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6166/img-8.jpg

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Título Cuadro 2.9. Distribución de la mortandad infantil por edades 1915

Leyenda Fuente: Memoria Municipal, 1915, 12.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6166/img-9.jpg

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Título Cuadro 2.10. Mortalidad por fiebre tifoidea. Años 1911-1915

Fuente Informe del Instituto de Bacteriología al Ministerio de Gobierno y


Leyenda
Fomento. Gestión 1916-1917 La Paz 1917.

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Capítulo III. Niñez, abandono y
reinserción social
p. 89-114

Texto NotasIlustraciones

Texto completo

1El abandono de niños en La Paz, entre 1900 y 1948, se debía básicamente a la pobreza de
los sectores sociales de clase media y baja, y a los prejuicios morales imperantes en la
época. Como quedará establecido a lo largo de la exposición del presente capítulo, el
abandono al que nos referiremos, no se refiere solamente al hecho delictuoso de dejar a
criaturas recién nacidas debajo de los puentes, o en muladares, sino también al abandono
del cual eran objeto los niños de la calle y aquellos a quienes no les llegaba educación,
abrigo ni esperanza. El tema tiene mucho que ver con la falta de cuidados en higiene y
salud, como quedó establecido en el capítulo anterior.

2El presente capítulo comienza con la construcción del sentimiento social en torno al
concepto de niño, a principios del siglo XX en las diferentes clases sociales existentes en la
ciudad, luego construye el mundo marginal del abandono V orfandad de niños, para
finalmente aludir a las motivaciones políticas y sociales que tuvieron las instituciones
públicas y privadas en acciones concretas para su rescate, cuidado y reinserción social.

3Reconstruir la niñez en clases sociales es un aspecto clave en el proceso de conformar la


otredad, así como también la aprehensión del estado de soledad, desamparo, hambre,
ausencia de pertenencia y desorientación en la comparación con aquellos que lo tenían
todo.

3.1 La niñez paceña a principios del siglo


XX. El niño de clase alta
4Unamuno decía, que el niño en su soledad creadora, mientras está haciendo su mundo,
soñándolo, entre otros niños, no vive ni sueña atado a un lugar y tiempo. Vive en infinidad
y en eternidad.158 Es difícil imaginar la sensibilidad del niño desde su propia perspectiva,
para ello contamos solo con testimonios personales o poemas como los de Oscar Alfaro
(1922-1963), cuando escribe sobre su propia niñez. Recuerda el autor el regazo materno,
sus juegos, amigos y colegio. El poema revela un sentimiento de amor eterno por su madre,
en un estremecimiento ensimismado, como es todo lo que le rodea al niño y desde donde
solo existe él y el amparo maternal.

Desde adentro, desde adentro,


Desde el fondo de un abismo
viene corriendo a mi encuentro.
Un niño que soy yo mismo.
Iluminando el olvido
Con este niño en los brazos
Yo voy haciendo pedazos
Los años que ya he vivido.
En el fondo del pasado
Hallo mi casa materna
Donde está mi madre eterna
Frente a un dios crucificado.
Junto al molino coplero,
Lleno de antigua fragancia,
Sigue jugando mi infancia

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Con la hija del molinero.
En los vientos pastoriles
Desgranan su florilegio
De canciones infantiles
Las campanas del colegio.
Y, perforando los años,
Desde el abismo profundo
Salgo de nuevo a este mundo
Lleno de niños extraños.

Oscar Alfaro. Viaje al Pasado.159

5La antítesis del sentimiento anterior sería la de un adulto que hubiera sido expósito y
criado en una institución de beneficencia. Sin ninguna prueba de que estuviéramos
equivocados, es aceptar como válido que la rememoración de su niñez le causaría hondo
dolor. Una entrevista a Cristina Alarcón,160 quien estuvo interna en el I logar desde sus
tres años, nos reveló todo lo contrario. Ella recuerda su paso por el Hospicio como la mejor
época de su vida, donde tuvo protección, alimentación y cuidado. Es decir un sentimiento
parecido al del poema de Alfaro, donde afloraba desde lo profundo del corazón, el recuerdo
de la ilusión infantil acompañada de canciones y felicidad íntima y pura. Algo que sólo deja
una infancia bien cuidada y cultivada.

6Otro acercamiento al sentimiento infantil, se tiene a través de cuentos para niños. Si bien
en su mayor parte, estuvieron destinados a imprimir en el niño enseñanzas morales, existe
un esfuerzo del adulto para representar su ingenuidad y sencillez.161 La mayor parte de los
cuentistas, fueron maestros de escuela como la escritora boliviana (1556-1928) Adela
Zamudio, quien no desaprovecha ninguna poesía ni cuento para reflexionar a los niños
sobre la piedad, la bondad, la solidaridad como en el cuento de Rendón y Rendín, donde va
reflejada la fidelidad del niño con su perro y viceversa o Violeta o la Princesa Azul y una
pieza para títeres titulada El Castillo Negro.162 Ambos autores dan a sus obras matices
regionales, haciendo referencia a juegos o lugares típicos de Bolivia, pero mientras Alfaro
clama fervientemente en muchos poemas publicados en textos escolares, el infortunio de
los niños indígenas, Zamudio insiste en la reflexión moral.

7Los niños de clase alta, pertenecían a familias criollas tradicionales y tenían un buen pasar
en la vida, por el bienestar que proporcionaba la riqueza proveniente de haciendas,
comercio o minas de sus padres. Eran niños sin penurias ni miseria, con sentimientos libres
de necesidades materiales, de hambre y de dolor:

¡Hoy que he dejado mi dulce


escuela
Siento que vuela
Mi corazón
¡Y que enloquezco con la alegría
Del primer día
de vacación!...

Oscar Alfaro (La Escuela)

8Los padres dirigían la sensibilidad de sus hijos hacia mundos etéreos, que nada tenían que
ver con la realidad en la que vivían. Las niñas, como todas las niñas del mundo occidental,
soñaban con ser las princesas y los niños con ser los héroes. Los relatos autobiográficos son
en este sentido, una fuente importante.163 Cuenta Alberto Crespo, que cuando tenía diez o
doce años,(l910-1920) su padre, le hizo leer todos los libros de Emilio Salgari y Julio
Verne, que eran muy leídos por los niños de su generación, al igual que en el resto del
mundo. Clemencia Ernst,164 recuerda que ella y sus hermanos, hacían concurso en las
noches para ver quién recordaba mejor los detalles de los libros de Salgari o Verne.
Imaginaban así al corsario negro, Sandokán y una serie de cuentos piratas y aventuras.
También leían los cuentos de los hermanos Grima, que venían en el Tesoro de la Juventud,
colección que llegó por ese entonces a La Paz, en edición de lujo de 12 tomos y estuvo en
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poder de las familias que podían comprarla. Empezaron a circular también revistas
educativas como Billiken, El Gráfico, Leopán, de aventuras del oeste de los Estados Unidos
y pieles rojas, o “Geroním”, que eran historietas de Juan de Austria cuando era niño. Estas
revistas venían de la Argentina o Uruguay, junto con otras como El Tony, Piurete, Pil Bits,
historietas de aventuras y El Peneca, historieta cómica.165

9Los libros de primeras letras eran traídos de España, especialmente el libro de lectura
ETB, en la década de los veinte.166 Luego las editoriales argentinas surtieron de textos
escolares a los colegios bolivianos.167 Es posible imaginar las emociones infantiles cuando
leemos:

Es un libro de colores
Salpicado de chiquillos.
De mariposas y grillos,
De flores y picaflores
En él hay genios terribles
Que, en las dulces horas mías,
Tocan nuevas sinfonías
Sobre pianos invisibles.

Oscar Alfaro (Mi libro)

10Los niños ricos probablemente no se apiadaran tanto de los niños pobres como lo hacían
de los personajes, sobre quienes se hacía injusticia en los cuentos infantiles. En la década
de los veinte se hacían representaciones de títeres con cuentos moralistas donde se
identificaban claramente la bondad y maldad, la verdad y la mentira, la belleza y la fealdad
de los pequeños personajes. Al verlos intuirían algo así como

“Cuando veo títeres pasa por mi alma como un hilito de oro”.168

11El hilito de oro simbolizaría lo infinito, el sueño hecho realidad, lo imperecedero que
mencionaba Unamuno y que constituía un ámbito de fantasía imperceptible a los ojos de los
adultos.

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3.1 Niño de clase alta. La Paz c. 1925


Archivo de La Paz

3.2 Sentimiento de superioridad de los


niños de clase alta respecto a los huérfanos
indígenas
12¿Sentían los niños ricos como los niños huérfanos? ¿Cómo manifestaban los niños sus
sentimientos más íntimos con relación a su propia condición y a la pobreza y abandono de
otros niños a principios del siglo XX? Los niños de clase alta, vibraban con el infortunio de
los pobres de los cuentos sin relacionarlos con los pesares de aquellos de carne y hueso, que
veían en las calles o en los orfanatos. Muchos ni siquiera conocían la existencia los
orfanatos.169 De todas maneras, la realidad de los niños pobres, les era incomprensible y
poco o nada se les explicaba de ello. Al final de cuentas su ingenuidad no llegaba a
comprender una situación tan lejana a ellos.

13Los niños pobres y huérfanos, les eran presentados como “especiales”, y a quienes tenían
que regalarles los juguetes viejos y en Navidad repartirles juguetes nuevos, pero no tan

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finos como los que a ellos les llegaba desde Europa, o les eran adquiridos por sus padres en
la Casa Bueno, o la Casa de Alfredo Sáenz. A los niños visitantes de los orfanatos, no se les
hacía jugar con los niños huérfanos. Solamente presenciaban algún acto con discursos de
los benefactores, quienes hacían alusión a la fiesta que se celebraba e invitaban a los niños
huérfanos a sentirse muy agradecidos por la vida que llevaban dentro del Hospicio y por la
bondad de sus benefactores. Muchos de los niños visitantes, aparecen con nombre y
apellido en el Libro de Benefactores del Hogar Villegas, como “Niños benefactores”.
Clemencia Ernst, hija y nieta de presidentas de la Sociedad Protectora de la Infancia,
recuerda que muchas veces ella fue madrina de Primera Comunión de una niña huérfana del
Hogar Villegas. “Había que comprarle el vestido, libro, rosario, estampitas y además le
regalábamos una muñeca”, luego “nunca más sabía de ella, mi relación solamente llegaba
hasta allí”.

14Los niños de clase alta o decentes, tenían empleados domésticos de clase indígena o
mestiza que eran considerados inferiores. Ese sentimiento de superioridad en los niños, hizo
que muchas veces que utilizaran a los hijos de los sirvientes domésticos como chivos
expiatorios de sus travesuras y maldades infantiles.170 Las niñas no jugaban con las hijas
de las sirvientas domésticas, pero siempre tenían una muñeca de trapo que era la sirvienta
de sus muñecas.171 Jugaban con la “tienda” con todas las miniaturas que compraban en
Alasitas172. La fiesta de Alasitas homogeneizaba a los niños de todas las clases sociales.
Parecía un mundo de fantasía creado a la altura de ellos y como toda la producción era de
factura artesanal, estaba al alcance de todos. Las chocas, los carritos de madera, las
muñecas de trapo, la ropa para muñecas, los enseres de casa, en miniatura eran cambiados
por botones. Los hijos de los sirvientes domésticos eran llamados el llokalla o la imilla173
de la casa y se los utilizaba también como sirvientes gratuitos, mandaderos y ayudantes. En
muy pocos casos esos hijos de sirvientes fueron atendidos con educación por parte de sus
amos, a quienes les complacía marcar la diferencia social con sus hijos manteniéndolos
sucios y analfabetos y dejándoles mirar desde lejos el juego de sus hijos. En algunos casos
los niños de clase alta respetaban y esperaban con interés el momento de jugar con los hijos
de las cocineras o de las lavanderas, que quizá con alguna diferencia de edad, se mostraban
avezados en la improvisación de juguetes. Clemencia Ernst cuenta: “El Hugo, el hijo de la
Justina, la lavandera, nos enseñó a mis hermanos y a mí a construir nuestros propios zancos
con latas de conserva agujereadas, a las que se amarraban unas pitas, también traía de la
calle aros y otros juegos”.174

3.3 Niños de clase media


15Los niños de clase media, mayormente mestizos, vivían del trabajo de sus padres que
eran empleados del estado o de empresas particulares, fabriles, artesanos y comerciantes
simples como vendedoras del mercado. Sin embargo, no a todas las familias les alcanzaban
los medios, ya que la pobreza estaba repartida indiscriminadamente entre ellos y las
familias de clase baja o aymaras inmigrantes del campo y establecidos en la ciudad.

16Los niños mestizos pobres, crecían en las costumbres aymaras y blanco criollas al mismo
tiempo. Eran niños con algún grado de escolaridad, quienes compatibilizaban su tiempo en
ayudar en el trabajo a sus padres o en ir a clases. Los más díscolos evadían las clases con
picardía e intrepidez formando bandas de niños callejeros, como se verá en el acápite de la
policía de este capítulo. Sus padres con escasa cultura y educación, poco o nada podían
hacer para remediar su vagancia, ya que eran los primeros en oponerse a la instrucción
escolar. Según su modo de ver les eran más útiles ayudándoles en sus trabajos que
ausentándose a la escuela. Las niñas debían ayudar a vender o también a las labores
artesanales como por ejemplo la hechura de mantas o ropa para chola,175 consistente en
una falda amplia fruncida y blusas y mantas bordadas. Muchas de ellas mostraban tener
dotes especiales en el bordado y en el tejido.

Haciendo mantas para cholas


La primorosa niña obrera
Borda azucenas que se estampan
Al agua blanca de la tela
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Oscar Alfaro (La Bordadora)

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3.2 Niños de clase media 1910


Foto Archivo de La Paz.

17Los varones que trabajaban todo el día ayudando a sus progenitores, tenían poco tiempo
para juegos, pero se las ingeniaban para crear sus propios juguetes y entretenimientos.
Jugaban al fútbol con pelotas de trapo, fabricadas por ellos mismos llamadas tejetas.176
También se hacían zancos de lata, chocas, trompos y se conseguían aros para hacerlos
rodar. Las niñas jugaban a la “tienda” poniendo mesas pequeñas en la calle pegadas a la
pared, estiraban un pequeño mantel hasta alcanzar unos cincuenta centímetros del muro.
Luego con alfileres, prendían ropa para muñecas confeccionadas por ellas mismas y
efectivamente las vendían.

18A este sector social pertenecían los niños huérfanos que llegaban al Hospicio San José.
Pocas veces los niños abandonados pertenecían a la clase baja aymara como se verá más
adelante. Los niños abandonados en las calles, eran llevados a la Casa de Caridad, que era
el primer nombre que tuvo el Hospicio San José o al Hogar Villegas o Gota de Leche
después de 1914, año en que fue fundado. Los niños huérfanos de la clase media, podían
acceder al Hospicio San José cuando solicitaba alguno de los progenitores que había
quedado viudo. Los huérfanos eran admitidos, solamente cuando el progenitor viudo o un
familiar, presentaba papeles de bautizo y matrimonio católico, así como el certificado de
defunción del cónyuge y declaración de estado de pobreza.
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19El Hospicio San José constituyó para este sector una salvación, cuando no podían con el
peso de una familia numerosa. Aunque con el tiempo los padres se dieron cuenta que era el
remedio para hijos díscolos, pues la reclusión y sometimiento interno del Hospicio acababa
por enderezarlos, entonces con alguna recomendación escrita o verbal de algún miembro
del Directorio lograban hacer ingresar a niños no huérfanos como a un internado
correccional. De ese modo, el Hospicio no cumplía con el fin específico con el que fue
fundado y estaba lleno de niños de todo origen El Hospicio tenía además fama de buen
educador, de niños debido a la férrea disciplina impartida por las religiosas Hermanas de la
Caridad.

3.4 Niños de clase baja


20La clase baja estaba conformada por los aymaras procedentes del campo avecindados en
la ciudad. Si bien una de las características de los niños aymaras de clase baja era la
pobreza entendida como ausencia de bienes mínimos para su supervivencia. El concepto
aymara de pobreza no se ubicaba en la ausencia de bienes, sino en la ausencia de lazos de
parentesco y consecuente ausencia de reciprocidad social entre miembros de sus
comunidades de origen.

21Existía en La Paz comunidades prehispánicas que se quedaron asentadas en el sitio desde


la época prehispánica, que luego pasaron a formar parte de barrios de la ciudad. Otros
recién llegados, o con algunas generaciones ya viviendo en ella, no perdían sus lazos con su
comunidad en el campo, desde donde traían papas, habas y queso para intercambiar en la
ciudad, cuando en las temporadas de siembra y cosecha en el campo, se ausentaban para
ayudar en el trabajo de su comunidad de origen. Sin embargo, dentro de los cánones de
pobreza que concebía la elite blanca-criolla, ellos eran los pobres y su situación era
dramáticamente pobre y sin esperanza de mejora.

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3.3 Hermanos Terán. 1938


Archivo de La Paz

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22Las niñas de clase baja, permanecían cerca de la madre, aprendiendo oficios propios de
su sexo como cocinar, hilar, tejer y también participaban de la siembra y la cosecha de su
propio pequeño terreno, si es que lo tenían. Una vez en la ciudad, las mujeres procuraban
emplear a sus hijas de sirvientas domésticas en las casas de clase alta o media. En la
convivencia con otros sectores sociales, aprendían a hablar castellano y a comer otros
alimentos no cotidianos en su vida anterior como pasteles y platos sin ají, pan de trigo y
arroz. Cuando las mujeres no lograban encontrar trabajo debido a la carga de los hijos, su
suerte era lamentable:

Tras la luna de esmeralda


Por el camino va sola
La silueta de la chola,
Con su guagüita a la espalda.
El niño que quiere tanto,
Y no comió todo el día,
Va empapando con su llanto
Las flores de la agonía
Con toda el alma partida
Ofrece de casa en casa
Las flores de nuestra raza
Para salvar una vida...
Pero no vende ninguna
Y el grito del niño hambriento
Hiere su pecho sangriento

Oscar Alfaro (Vendedora de Kantutas)

23Los niños de clase baja sufrían hambre, discriminación y postergación. No era necesario
que fuesen echados al río, o que fuesen huérfanos para vivir el abandono y olvido de la
sociedad en general.

24Los varones mayores aymaras trabajaban de albañiles, empleados de limpieza de la


alcaldía o simplemente se dedicaban a la labranza de sus terruños en las afueras de la
ciudad. Otros pasaban a formar parte de la mano de obra en las haciendas y chacras, que
existían en las afueras de la ciudad. En este último contexto, sus mujeres, o ellos mismos,
prestaban servicio gratuito a las casas de los hacendados como pongos. Los niños eran
criados en la casa del patrón sin tener acceso ni siquiera a educación escolar, como vimos
en el acápite anterior.

25Algunos niños eran entregados como empleados domésticos para que los patrones se
hicieran cargo de su alimentación y cuidado. Fue el caso de dos niños indígenas huérfanos
entregados por sus abuelos José Alejo y Tomasa Condori a Epifanio v Rosa de Mendoza en
1905, para que les sirvan hasta la “mayoridad”, siendo que si no se cumplía el plazo, los
abuelos debían abonar a los Mendoza por alimentos a razón de 30 centavos diarios por cada
uno y 80 bolivianos por daños que los menores ocasionaren. Sin embargo, cuando después
de ocho años fueron los abuelos a recoger a los nietos se encontraron con que los
empleadores habían tomado medidas correccionales con los menores a raíz de haber robado
a Rosa Mendoza 800 bolivianos en joyas, “haciendo casar llaves falsas”. El joven José
Alejo, ya de 18 años fue ingresado al Escuadrón de Artillería de Montaña en calidad de
soldado y Nicolasa Alejo, fue pensionada por los Mendoza al Buen Pastor, donde se
acogían mujeres de “mala vida”.177

26Cuando los padres eran obreros comunes, la relación de los niños con sus padres era
estrecha, al punto que los niños sentían los problemas de vida de sus progenitores, como
podemos percibir en el siguiente poema de Alfaro:

Niño que cantas a diario,


Con tus rojas herramientas,
Que tienen voces sangrientas,
El himno del proletario.
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Zumba en tu pecho el enjambre
Rugiente de los dolores,
Que tus amigos mejores
Son la miseria y el hambre.

Oscar Alfaro (Niño Proletario)

27En la tarea que se dio la comuna, por tratar de reinsertar a los niños aymaras de clase
baja, a la vida dentro de los parámetros de la capa social gobernante, estuvo la creación de
escuelas para indígenas, de las que hablaremos más adelante.

3.5 El abandono de niños. Condiciones


sociales: pobreza y clase
28¿En qué consistía el abandono de niños a principios del siglo XX? Abandonar un niño era
el acto de dejar a un niño de pocos días o meses expensas del medio ambiente, sin
protección alguna como si fuera un deshecho en basurales y lugares apartados. En un nivel
intermedio y menos dramático, también entendemos por abandono la falta de cuidado que
hacía que los niños se pierdan o desaparezcan de la protección adulta. Y en un tercer nivel,
–para los términos de esta tesis–, abandono también supone la ausencia de atención
adecuada a los niños del “otro” considerado con menos educación y nivel cultural, desde la
perspectiva subjetiva de la autora.

29El abandono de niños, estaba relacionado con determinadas condiciones sociales como
ser la pobreza y los prejuicios morales. Los pobres en Bolivia, que eran quienes no
alcanzaban el rango mínimo de necesario para vivir, eran indígenas y mestizos,
encontrándose en la base de la pirámide social. En 1909, los indígenas eran 22.901 y
constituían un lastre para la elite gobernante, porque era un sector analfabeto, inculto y
rebelde por estar muy apegado a su propia cultura.

30La cultura de la pobreza, en la que estaba sumida más de la mitad de la población en La


Paz, hacía de la gente despreocupada y consciente de la imposibilidad de acceder a las
instituciones de la sociedad, porque combinaba al mismo tiempo segregación,
discriminación, suspicacia y apatía. Esta definición de cultura de la pobreza dada por
Lewis, se aplica en La Paz, a principios del siglo XX más a la población mestiza, que a la
gente más pobre, ya que la gente pobre de origen aymara, no llegaba siquiera a conocer que
las instituciones les pertenecían, su ignorancia era tan fuerte que no llegaba a comprender el
concepto de país y quién sabe si su propia miseria. La beneficencia, les era tan desconocida
e inexplicable, como los principios de igualdad cristiana pregonados por la religión, por
más de que llevaban cuatro siglos de evangelización. Sus principios morales y religiosos,
estaban más unidos a su propia costumbre y creencia ancestral, que a las de los blancos
criollos y mestizos. En la población pobre mestiza, cabría la desesperanza antes que la
ilusión de vivir.178 Sin duda, era el estrato social que más sentía la pobreza.

31Es difícil saber, qué porcentaje del sector mestizo o cholo se hallaba en la pobreza, ya
que muchos artesanos y empleados públicos y privados, surgieron económicamente,
pasando a constituir la clase media de la ciudad. El sector de clase media, –compuesto por
24.515 habitantes según el censo de 1909–,179 tenía por un lado, las costumbres de sus
antepasados indígenas, en lo que se refiere a resistencia a nuevos valores de costumbres
occidentales, y por otro, mostraban deseos de acceso a civilidad occidental, desde el
momento en que por su pensamiento pasaban ideas de riqueza, búsqueda del poder y
ascenso social. Como era un sector social de baja escolaridad, no constituyeron hasta
avanzado el siglo, una amenaza política para la clase gobernante, más bien, constituía un
sector aliado a todo nivel, desde conformar la masa de apoyo a los partidos políticos, hasta
acceder por medio de compadrazgos a instituciones públicas, creadas por el sector blanco
criollo que ostentaba el poder político. De ahí, que fuera de ese sector social, de donde
provino la mayoría de los huérfanos y niños abandonados, que accedían a los orfanatos. Las

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presiones de pobreza, unidas a los prejuicios morales, en el caso de la población
culturalmente mestiza, obligaban a las madres a desprenderse de sus hijos.

32Volviendo al tema de las clases sociales de los niños de La Paz, a principios del siglo XX,
hasta ahora se han perfilado las clases sociales a las cuales pertenecían los niños que eran
susceptibles al abandono. Lo único que podía influir, para que una persona de clase alta
abandonara un niño, eran los prejuicios morales y sociales, –puesto que ser de raza blanca
en Bolivia, automáticamente suponía estar situado en la capa alta de la sociedad–, y
constituía una la vergüenza de tener hijos naturales fuera del matrimonio, producto del
adulterio, o de madres que habrían sido objeto de violación. La religión católica y la
sociedad civil, condenaban esa situación llamando “hijos naturales”, ilegítimos o bastardos
según las leyes civiles y sacrilegos si eran hijos de sacerdotes. Y como tales, estaban
marcados para toda la vida.

33Desde fines del siglo XIX, hasta las primeras décadas del siglo XX, –como en muchos
otros países–, ocurría que ser madre soltera de clase alta, era un deshonor para la familia y
por lo tanto había que esconder tanto a la madre como al niño. En tales casos los niños eran
preferentemente arrogados por los padres de la hija embarazada, pasando ella los meses de
embarazo en el retiro de su casa y criado el hijo, como de los propios padres antes pasar la
vergüenza de un hijo natural o bastardo.

34La opinión del entorno social, reflejado en artículos de prensa, condenaba con prejuicios
morales, sobre todo cuando se acusaba a las madres de raza blanca, que eran de bastante
menor proporción que entre mestizos. La prensa acusaba a las madres de querer ocultar el
“fruto de sus amores”, o querer borrar la “mancha de sus liviandades”. Siempre el pecado
residía en la madre “desnaturalizada”. En tales casos la prensa amenazaba con dar con ellas
y publicar su nombre.180

35Cuando los niños abandonados, eran de raza indígena, el comentario que acompañaban al
hecho, era de sorpresa ya que los indios no se deshacían a sus hijos en el campo, mientras
que en la ciudad se veían forzados a hacerlo por la pobreza. Las madres no encontraban
trabajo y las necesidades impuestas por nueva manera de vivir en la ciudad, les impedían
contar con el apoyo de familiares, o gente de su comunidad, así al verse incapacitadas de
sostenerlos materialmente, incurrían en el pecado del abandono de sus hijos.

3.6 Abandono y rescate por las


instituciones públicas. La policía181
36¿En qué lugares se abandonaba los niños recién nacidos? En 1912, existía un cenizal al
final de la calle Max Paredes donde se encontraban con frecuencia cadáveres de criaturas
recién nacidas, envueltas en trapos y papeles de periódicos. Las noticias de estos hechos
aparecían en la prensa cargadas de juicios morales, como que normalmente esas criaturas
eran del bajo pueblo y eran arrojadas de ese modo cuando nacían muertas, para evitar la
censura de dejarles morir sin bautismo.

37Otros sitios donde abandonaban criaturas eran el puente de la calle Bueno, el campo
circundante a la Caja de Agua, actual avenida Montes; la calle Tiquina, debajo del puente
conocido con el nombre de “El Ahorcado”, el riachuelo del Colegio el Buen Pastor, el
riachuelo denominado Chaqueri, el puente de la Bolivian Railway. Los lugares escogidos
eran los puentes y el río Choqueyapu, y casi siempre el primer puente de Obrajes. Era
frecuente que el hallazgo lo hicieran otros niños, al jugar por esos sitios, ellos daban parte a
sus mayores y se llamaba a la policía. Generalmente era muy tarde para poder salvar a las
criaturas.

38También se registran casos de abandono, en puertas de casas de gente de mejores


recursos económicos. En 1912, una editorial del periódico El Tiempo, llamaba a la
reflexión sobre el delito que representaba el abandono. La policía no podía dar con los

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autores, pero según la prensa, el único medio para evitar se sucedieran tales hechos, era que
toda la sociedad estuviera en guardia y vigilando en la medida de sus posibilidades.

39Cuando en algún caso se encontraba a la autora del abandono, pues generalmente eran
las propias madres las que abandonaban a sus criaturas, eran detenidas en la policía. Hubo
el caso de que a madres hospitalizadas, que no podían hacerse cargo de los niños y
encargaban el abandono de las criaturas a terceras personas.182 Como la ciudad de pocos
habitantes, era común que la gente se conociera mutuamente. Fue el caso de una criatura
hallada debajo de un puente, a la que alguna vecina reconoció y de esa manera se pudo dar
con los padres que eran amantes. Enseguida fueron arrestados por el crimen.183 En este
caso, la menor de dos meses y había sido abandonada en unos muros del barrio residencial
de Sopocachi. La encontró Isabel Quispe, indígena, y la vecina que identificó a la niña fue
María Andrade quien dijo que era hija de un tal Daniel Crespo. Llamado a declarar Crespo
reconoció que la criatura era suya y de Isabel Mercado.

40Hacia 1930, el juicio ciudadano en torno al abandono de menores recién nacidos, giraba
en torno a que debían hacerse indagatorias “en determinadas esferas de la sociedad”.184
Los casos de abandono en esta década, se seguían registrando casi cada semana en ríos,
calles desiertas y basurales. La policía llevaba a los recién nacidos a la morgue del hospital
de Miraflores, para hacer gestiones y descubrir en lo posible a los autores de los
infanticidios185

41Los casos más desgarradores, eran cuando se encontraban a las criaturas ya en poder de
perros y con señales de muerte brutal por estrangulamiento, asfixia o golpes.186 Algunos
cadáveres se encontraban todavía con el cordón umbilical y envueltos en ropas de
mujer.187 La ciudadanía se alarmaba por esta situación y solicitaba enfáticamente a través
de la prensa, que la policía colocara sus efectivos en los puentes y orillas de los ríos para
evitar el infanticidio.188 Casi siempre se suponía que era una mujer la autora del abandono.

42Por otro lado, también se dio la desaparición o extravío de niños, que en algunos casos
eran dados a conocer a la policía, quien procedía a hacer la publicación correspondiente.
Generalmente se extraviaban los niños mestizos e indígenas, por el poco cuidado que se
ponía en ellos. Los padres que denunciaban la desaparición, declaraban la edad y la ropa
con que vestían el momento de la desaparición. Se trataba normalmente de niños entre siete
y doce años. “Un niño de siete años llamado Carmelo, a quien lo tenga en su poder
presentarlo en la policía o en calle Bueno N.122.”189

43Era poco frecuente que se abandonara un menor de raza blanca, pero sucedía, como
vimos en el ejemplo de Daniel Crespo. Pero más raro aún, era que se extraviara, por ello
cuando ocurría un hecho así se publicaba, especialmente como cuando en 1925, el guardián
de servicio recogió a las 11 de la mañana aproximadamente una niña vestida con “trajecito
rojo” de raza blanca, con el cabello castaño claro y cortado en melena. La noticia estuvo
acompañada de un comentario que decía que era muy raro el abandono de la niña y que al
parecer era solamente un descuido y que los padres la estarían buscando con “ahínco”.190

44El abandono infantil en las calles, se notaba también cuando los policías de la ciudad
conducían a la policía a los niños de diez y once años, con toda clase de pretextos y por
hechos nimios como una bicicleta no tuviera la placa numerada,191 o que los niños eran
objeto de queja por parte de los transeúntes, quienes se veían molestados por sus juegos en
plena vía pública y apelaban a través de la prensa, a la necesidad de que policías escolares
que cuidaran que los niños y jóvenes jugaran en lugares adecuados.192 Estos hechos
muestran desorientación familiar y municipal. No se sabía qué hacer con los niños de la
calle.

45Un nivel de abandono, era la inasistencia de niños a clases, debido a la ignorancia de sus
padres, quienes creían que el mandarlos a la escuela era la causante de su mala crianza,
pero tampoco ellos mismos eran capaces de controlarlos. En esa emergencia, la policía de
seguridad realizaba captura de niños que vagaban por las calles dedicados a diferentes
diversiones. La batida recogía hasta cincuenta escolares, la mayor parte del colegio

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Ayacucho.193 Los niños eran capturados y después de una amonestación eran devueltos a
sus casas.

46El abandono callejero de niños en la ciudad, daba lugar a que se produjeran secuestros de
menores a los que muchas veces se los llamaba “ocultamientos” de niños, especialmente de
raza indígena.194 Pero así como desaparecían, también se encontraban niños perdidos que
eran llevados por personas de la ciudad, o la misma policía, o a puestos policiales. Así
sucedió con una niña, que había huido de una hacienda llamada Cúcuta y fue llevada por
una señora a la policía, para que fuera devuelta a la hacienda.195

47Ese mismo año (1930), la policía de La Paz en una campaña realizada a raíz de una
alarmante desaparición de menores, consiguió dar con el paradero de ocho menores, que se
entregaron a sus respectivas familias. “Encarnación Mancilla de 7 años, fue encontrada en
la calle Evaristo Valle y fue entregada de vuelta a su madre Gregoria Mancilla; Jorge
Gonzáles de 9 años, encontrado en la avenida 16 de julio, fue entregado a su padre; René
Morales de 5 años, encontrado en la avenida 16 de Julio, fue devuelto a su madre. Miguel
Torrico, encontrado en la calle Evaristo Valle, fue entregado a su madre”. En esa campaña
también se encontró a Josefina Molina –que había desaparecido por siete días– en la
frontera con el Perú, pueblo de Puerto Acosta y fue entregada a su familia. Los niños
Pacífico, Tristán y Ricardo Suárez fueron encontrados en Cebollullo, población cercana a
Potosí. Por otra parte, las averiguaciones de la policía llegaron constatar, que en los días
anteriores, se había capturado a un traficante de menores. Generalmente los niños que eran
robados estaban destinados a trabajar.196

3.7 Políticas públicas y privadas y acciones


en torno a la reinserción social del niño
abandonado
48La nueva preocupación por el niño, llegó a La Paz, recién a principios del siglo XX,
extendiéndose desde Europa y Estados Unidos a toda América Latina. Comenzaron a
circular libros y artículos periodísticos, en torno al abandono de niños, a los la creación de
casas cuna y patronatos nacionales de la infancia, como algo primordial en las
sociedades.197

49Por otro lado a principios del siglo XX, Bolivia vivía un nuevo momento de conciencia
social. En el contexto tejido por la contienda bélica civil, la Guerra Federal, –entre norteños
y sureños en 1899–, grupos indígenas aliados de los liberales, hicieron sentir sus voces de
descontento social, mostrando fuerzas políticas hasta entonces nunca tomadas en cuenta, y
que amenazaban el poder criollo, –aunque sin opciones inmediatas, la capa social
gobernante y ostentadora de las acciones en torno a la educación de la población,
comenzaba a creer que había que educar al indio y a los sectores más deprimidos, para
conseguir que fueran aliados y no enemigos.

50El debate intelectual, giraba en torno a obras literarias de honda reflexión en torno al
problema que se conoce con el nombre de “redención del indio” en las que se ponía de
manifiesto la incapacidad del indio de responder ante el Estado, por inmadurez e
irresponsabilidad política y a los mestizos por su corrupción política y atraso cultural. En
los primeros años del siglo fueron publicados los libros de Alcides Arguedas Pueblo
Enfermo y Raza de Bronce, los cuales traían a discusión de las capas altas y cultas de la
sociedad, el papel del indio y el mestizo en la vida del país. En la mentalidad de quienes
actuaban en el gobierno, existía el pensamiento y la convicción de que al indio “tendía a
desaparecer”, y al mestizo había que educarlo para que pasara a formar parte de la nación.

51Paralelamente, en la segunda década del siglo, se publicaba la obra de Franz Tamayo


Creación de la Pedagogía Nacional, que acertaba en proponer una educación adecuada al
perfil de la idiosincrasia indígena del área andina, fuertemente resistida por las capas altas
de la sociedad, quienes negaban la capacidad del indio de educarse. Ellos consideraban, que
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el indio debía trabajar y servir a la nación, desde las minas, desde las haciendas y desde el
trabajo doméstico.

52En ese contexto de pensamiento y de actitud política, si los indios y los mestizos se
situaban en esferas sociales discriminadas por las autoridades gobernantes, en el último
peldaño aún, se encontraba el mundo marginal de niños abandonados, los mendigos y los
ancianos. Constituían por lo tanto, solamente una incómoda carga moral y la única
prioridad que tenía la reinserción social de aquellos niños, era por un lado, mitigar el
sentimiento de culpa, que de todos modos producía la pobreza y la miseria del otro y, si en
algo podían pensar sobre el futuro de esos niños, era educarlos para que realizaran trabajos
que ellos no los iban a hacer.

3.8 Instituciones privadas dedicadas a


evitar el abandono infantil
53A principios del siglo XX, quienes organizaban las acciones en torno a los niños
huérfanos y abandonados y en general de falta de la educación de los pobres, creían que se
debía atender esos males con la filantropía y la educación gratuita. En atención a estas
necesidades, a fines del siglo anterior, los directores de la Sociedad Católica de San José
recurrieron, –a fines de la década de los setenta,– a contratar órdenes religiosas que
profesaran en su apostolado, el ejercicio de la caridad y educación a los menos favorecidos.
Fueron elegidas las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, quienes llegaron de
París en 1878 y se hicieron cargo del Hospicio San José, llamado por ese entonces Casa de
la Caridad, porque se hacía cargo de niños huérfanos mendigos, locos y ancianos.

54La Casa de Caridad, fundada por la Sociedad Católica de San José en 1878, que en un
primer momento se llamó “el Hospicio”, en la segunda década del siglo XX estaba
destinada a la crianza de niños huérfanos y abandonados cuando éstos eran dejados en sus
puertas198 y aquellos recogidos por la policía, hasta que en 1915 empezó a funcionar el
Hogar Villegas, con su sección cuna. Por primera vez en la ciudad, se contaba con un torno,
donde se podían dejar a los hijos no deseados o que por circunstancias especiales
incomodaba a sus progenitores.

55En ese contexto, se comprende que las acciones en torno a la educación, se siguieran
manteniendo en un tono clasista, que poco tenía que ver con el liberalismo, que sostenían
ideológicamente, sino con conceptos de clase y preponderancia social. La religión católica
y sus ordenes mendicantes, eran las llamadas a tranquilizar el desasosiego que producía en
los que lo tenían todo, el vacío que les producía ver a los que carecían de todo. En ese
orden de cosas, llegó a La Paz otra orden religiosa femenina, que unía la inquietud de
educar niños y asistir a enfermos, se trataba de las Hermanas de Santa Ana, (1912) Ellas se
ocuparon de atender el Hospital de Miraflores, como obra caritativa y fundaron el Colegio
de Santa Ana, en su misión educativa. Tanto ellas, como las Hermanas de los Sagrados
Corazones, y las del Buen Pastor, que llegaron al país en esa época, se dedicaron a la
educación de niñas de clase alta, fundando sendos colegios privados, aunque las hermanas
del Buen Pastor, que fundaron el Colegio Inglés Católico, tenían una sección para recoger
niñas conocidas comúnmente como “de mala vida”.199

56Es difícil imaginar el sentimiento de extrañeza y dolor del niño huérfano o recluido en
los Hogares San José o Villegas, especialmente en momentos cuando en las fiestas
especiales, como carnaval o Navidad, eran visitados por niños de clase alta, hijos de los
benefactores, quienes vestidos de manera diferente al uniforme a cuadros que ellos
llevaban, les entregaban dulces y golosinas y luego se iban. El pensamiento inmediato, es
que sería de dolor y extrañeza, sin embargo, entrevistada una mujer que fue huérfana del
Hospicio San José, en los años cuarenta, contó que en el Hospicio ella había recibido
cobijo, instrucción y alimentación, que nunca más nadie se había ocupado de ella y añoraba
los años pasados allí. La mujer, había ingresado a los tres años cuando fallecieron los
padres. Fue llevada por su abuela y salió cuando tenía 14 años. Cuando se la entrevistó, se
encontraba vendiendo dulces en una esquina de la calle, con dos de sus hijos haciendo
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deberes escolares en el suelo. Según su declaración, a ella le había ido mal en la vida. Sus
compañeras habían tenido mejor suerte, una llegó a estudiar enfermería y luego se fue a
Italia; otras, –según dijo–, tuvieron mejor suerte que ella.200

57El tratamiento que recibían dentro de los recintos de beneficencia privada, por parte de
las religiosas extranjeras importadas, era rígido y duro. Tanto las religiosas de la
Providencia, responsables del Hogar Villegas, como las Hermanas de la Caridad del
Hospicio San José, impusieron reglas y costumbres muy austeras y castigos exagerados,
que iban de acuerdo a la concepción decimonónica de la educación, que educaba a los niños
a doblegándolos a la obediencia absoluta.

58La instrucción escolar, era dada por profesores del Ministerio de Instrucción y ellos se
dedicaban a organizar los tiempos libres, con trabajos en talleres y de alimentación. Si se
piensa en el tratamiento que empezaban a recibir los niños ricos de los años veinte, acorde
al momento mundial de atención con mayor interés a los niños, con incentivos para
aprender a leer y escribir, desarrollar la lectura y la imaginación, es muy posible, que el
mismo incentivo, alcanzara a los niños huérfanos, asilados en los Hogares Villegas y San
José. Probablemente también, se les contaría relatos en libros de texto escolar, pero no
estaba en los planes educativos, inculcarles el hábito de la lectura y el desarrollo de la
imaginación, al contrario, interesaba que estuviesen ocupados en trabajos de talleres de
sastrería o flores, según el sexo al que pertenecieran Los benefactores de los Hogares, se
imaginaban el futuro de los internos, solamente en oficios artesanales. Por ello, tuvieron
tanto éxito las Escuelas de Artes y Oficios para varones, –instaladas desde fines del siglo
XIX–, para que aprendieran sastrería y artes gráficas.201

59Los niños criados en Hospicios, que llegaban a los 12 o 14 años, a la instrucción formal,
hubo también escuelas externas privadas de beneficencia pública, como las de Obreros de
la Cruz y la escuela nocturna de la Sociedad Católica de San José, eran subvencionadas
también por el municipio202

60Una vez que llegaban a los 12 o 14 años, los niños criados en los Hospicios, eran
entregados a una familia conocida por algún miembro del Directorio de la Sociedad
Católica, o de la Sociedad Protectora de la Infancia, para servicio de la familia como
cocheros, cuidadores de haciendas, mayordomos. Las niñas salían a trabajar como
empleadas domésticas. Una vez en las casas de sus amos, como eran más calificadas que
las sirvientas indígenas, servían como eran amas de llaves, niñeras o costureras domésticas,
como destino irremediable.

3.9 Instituciones públicas. El municipio


61Las instituciones públicas, que se ocuparon de la reinserción del menor abandonado,
fueron el municipio y la prefectura del departamento. Ellos aportaban económicamente a
las instituciones privadas, para tener el derecho de colocar en ellos, cincuenta alumnos
gratuitos cada año.203 La prefectura y el municipio, se ocupaban de la infraestructura, de
las escuelas fiscales gratuitas, dotándolas de recintos apropiados, aunque la mayor parte de
las veces, fueran improvisadas casas viejas sin servicios higiénicos. Las escuelas
municipales, llamadas así por recibir el apoyo financiero del municipio, eran las encargadas
de velar por la escolaridad de los niños de la calle, procedentes de familias pobres, con
escasa instrucción, por lo que el abandono moral, al que estaban sujetos aquellos niños, los
hacía presa fácil de la vagancia. Pese a ello, las bandas de niños callejeros, de entre once y
catorce años de edad, no llegaron a propiciar ni ser protagonistas de peleas entre bandas,
como ocurría en Buenos Aires, por la misma época. Las bandas de niños callejeros en La
Paz, a principios de siglo solo llegaban a la travesura y rebeldía.

62Sin embargo, fueron un mal latente toda la primera mitad del siglo. A partir de segunda
década, la inspección del municipio, tuvo que recurrir a la policía urbana, iniciando una
activa campaña contra la vagancia de los escolares, destacando dos patrullas por semana y
aún patrullas nocturnas. Como resultado de estas batidas frecuentes, se tuvo un aumento de
la población escolar en la ciudad, llegando a un mil ciento cuarenta alumnos concurrentes.
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Sin embargo, y a pesar las campañas de la policía, la asistencia de los niños a las escuelas
municipales, iba mermando conforme avanzaba el año escolar. La vigilancia bajaba su
intensidad, dejando a los niños en completa libertad de asistir o no a las escuelas el resto del
año.

63Por esa razón, la asistencia a las escuelas públicas era significativamente menor, que la
de los colegios privados, como puede verse en el siguiente cuadro, donde éstos últimos, en
el grado primario, aparecen con las letras A,B,C,D. Se nota mayor afluencia de niños a las
escuelas privadas, que a las públicas, que eran nocturnas y están identificadas en el cuadro
con las letras F,G. Por su parte, las escuelas de indígenas que figuran con los números 1 y 2
tenían poca convocatoria, por las razones anotadas. Todas ellas recibían por otro lado
subvención municipal.

Cuadro 3.1. Alumnos concurrentes a clases. La Paz 1915

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Fuente: Resumen Municipalidad 1915.

64La policía escolar, notificaba a los padres de familia, la inasistencia de sus hijos a clases,
y aquellos estaban autorizados a imponer multas de acuerdo al Reglamento de Instrucción,
como única manera de combatir la indolencia de los progenitores. A pesar de haber
aumentado el número de asistentes a clases, no se pudo hacer crecer la población escolar,
de tal manera que ese mismo año, (1915) se suprimieron dos escuelas primarias,
dependientes de la municipalidad en la zona norte, porque tenían menos de veinte alumnos,
siendo que para la existencia de un curso, era necesario por lo menos una concurrencia de
cincuenta. Los preceptores de los cursos clausurados, fueron enviados a las escuelas de
indígenas. Las zonas de mayor población escolar, asistentes a estas escuelas eran las
ubicadas en San Pedro y Chocoata, zonas en las que “se ha diseminado el proletariado de la
ciudad”,204 así como también en las escuelas de San Pedro y las sostenidas por los padres
franciscanos.

3.10 Reinserción social y educación formal.


Ministerio de Instrucción
65Aunque el sentimiento respecto al indio, era de desconfianza hacia su rendimiento e
interés por la educación, el Ministerio de Instrucción, hizo pública la idea de considerar al
indio un factor de progreso para el país, como lo hizo constar en el Resumen Municipal de
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1915, cuando instauró escuelas para indígenas. El número de inscritos pasó de ochenta. Una
de las escuelas para indígenas, funcionó en un local de la calle Catacora, a unas cinco
cuadras al noreste de la plaza principal de la ciudad, con una asistencia normal de cincuenta
alumnos. Se consideraba, que aun cuando la educación del indio era todavía un verdadero
problema de educación nacional, era deber de alto patriotismo trabajar por su
alfabetización. Las escuelas nocturnas, fueron limitadas a dos por noche, en razón de que
durante el día los alumnos trabajaban duramente y no se encontraban en condiciones de
soportar un trabajo intelectual prolongado.

66Cuando en 1915, los colegios públicos presentaron examen ante el Rector de la


Universidad, como jefe de la instrucción del Departamento de La Paz, se demostró la
bondad del sistema de “llevar la cultura al indígena, valiéndose de su propia lengua y
enseñándole poco a poco el español”.

67El sistema educativo y la pedagogía empleada en las instituciones privadas de reinserción


social y educativa del menor abandonado, era el mismo que se utilizaba para colegios
privados o públicos. Analizaremos primero el estado de desarrollo de la educación
primaria, en los colegios privados y públicos, como muestra del grado de adelanto
pedagógico que se tenía.

68La pedagogía imperante en los primeros treinta años del siglo XX, para la educación
formal primaria y secundaria fue la misma del siglo anterior, aprendizaje memorístico y
repetitivo, ejercicios aritméticos interminables en una ausencia total de conocimientos de
psicología infantil. Los textos escolares, en materias como Gramática Castellana, Lenguaje,
Aritmética, Educación Cívica, eran comunes en colegios privados y escuelas públicas. Los
de Higiene, Moral y Urbanidad, se implementaban para las escuelas públicas. Los libros de
texto, eran sometidos a la aprobación del municipio. Los más difundidos, eran Lector
Boliviano de Etelvina del Solar y Formulario Didáctico y Ejercicios de Aritmética Práctica
de Daniel Navia. Aritmética de David Garzón, Higiene Popular de Marchandt, Instrucción
Cívica de J. Valdez, Moral y Urbanidad de A. Guzmán, Doctrina Cristiana de Asteta y
Gramática Castellana de Guzmán. En los primeros cursos, se estudiaban las primeras letras
con Silabarios de Piñeiro. Algunos libros, eran reeditados en Bolivia, pero la mayor parte
eran importados de la Argentina y de España.

69En la enseñanza escolar, era muy importante recordar los aniversarios patrióticos, con
conferencias dadas por los directores y profesores de los establecimientos, llegándose a
pensar incluso en recopilar en un libro dichos discursos, para que fuera una Cartilla Cívica
de los estudiantes. La organización del sistema educativo de la ciudad, estaba convencida
de que cursos infantiles, o Kindergarten no tenían ninguna razón de existir, ya que sólo
servían para entrabar el desenvolvimiento de las escuelas.205 No fue hasta 1929, que en La
Paz se fundó el primer Kindergarten, modelo de carácter estatal. No había una idea clara de
la función del Kindergarten, porque paralelamente había quejas de los padres de familia, en
razón de que en las escuelas fiscales no aceptaban niños al primer año de primaria, que no
supieran leer ni escribir.

70El material didáctico, constaba en cada aula de un mapa, un escudo de Bolivia, un tablero
de pizarra. Los niños aprendían escribiendo en cuadernos y en pizarrillas.206 Recién en
1915, se consideró necesario crear una biblioteca escolar, destinada sobre todo a los
educadores, ya que se enfatizaba que debía existir en ella una colección de los adelantos de
la pedagogía.

71Las discusiones del Concejo Municipal, en lo que se refiere a la educación en el


municipio de La Paz, eran no tanto en torno a la pedagogía y la didáctica, sino en dotar
materialmente a los niños, para que tuvieran material para trabajar, como el caso de labores
manuales o economía doméstica. En ese mismo contexto, se pensaba que a los alumnos,
debía dárseles una buena educación física, ya que el ramo de trabajo que les esperaba era el
de obreros manuales.207

72En la década de los años veinte y treinta, la autoridad municipal, seguía ocupándose de
observar la instrucción en todos los establecimientos municipales, reprimiendo en algunos
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casos la indisciplina y resistencia a órdenes superiores y procurando mantener la armonía
en todo el cuerpo docente, ya que con frecuencia, se presentaban desacuerdos entre los
profesores y por denuncias de malos tratos de maestros a alumnos.

73Por otra parte, la apreciación que se tenía de la educación y comportamiento del niño en
los años 30, estaba teñida de discriminación racial. El informe municipal de 1931, decía
que la psicología de cada uno de los elementos sociales, que asistían a las escuelas
municipales, era diferente, así los indios, eran de espíritu observador, silencioso,
perseverante, tenaz; el mestizo díscolo, indisciplinado matón, ratero; el blanco que había en
pequeña cantidad, era obediente, moral con pensamiento de futura superación. En esa línea
de pensamiento, si algún niño faltaba a clases, el Concejo suponía que la ausencia de niños
indígenas a clases, se debía a que ayudaban a sus padres en trabajos agrícolas; los mestizos,
porque eran holgazanes y los blancos, porque tenían necesidad de ayudar al sustento de la
familia.208

74En 1930, con el nombre de “Escuela de Trabajo” el Municipio, introdujo a la Instrucción


Popular una escuela de Artes y Oficios, la cual, contaba con cuatro secciones para varones:
mecánica, herrería y forja; carpintería, obra blanca; ebanistería e imprenta y
encuademación. Una sección femenina de corte y confección y otra sección mixta de
dibujo, pintura y pirograbado. Se planeaba, crear para el siguiente año, una escuela de
sastrería, sin más costo que el sueldo del jefe de sección y otra sección femenina de flores,
lencería o economía doméstica para alumnas que vinieran de provincia o de otros
departamentos. Una década después, se estableció una casa-hogar del canillita, en el que se
fundó un curso de enseñanza primaria nocturna. Un maestro normalista, era el encargado de
dar clases con carácter gratuito, pero se hizo el pedido oficial al Ministerio de Educación,
para el suministro de material escolar, consistente en cuadernos, pizarras y otros muebles y
útiles más.209 La educación impartida en las escuelas de niños, que hubo al interior tanto
del Hogar Villegas como del Hospicio San José, en secciones de varones y mujeres, seguía
los mismos programas educativos del Ministerio de Instrucción arriba mencionados. Sin
embargo, se hacía menos énfasis en la creatividad y desarrollo intelectual de los educandos,
enfatizando más bien el desarrollo de las labores manuales y artesanales.

75En síntesis, la niñez en La Paz a principios de siglo debe ser analizada en sus diferentes
clases sociales. Las clases sociales representan la distribución de la riqueza y ésta el nivel
de pobreza o riqueza, que no siempre era proporcional al grado de desarrollo cultural. La
referencia a un sistema cultural aymara, prevaleciente en la ciudad por lo menos en un
tercio de la población, hace pensar en la cultura del otro, con diferentes parámetros sobre
valores de vida. Sin embargo, al estar en manos de una administración política distinta, las
clases media y baja debían sujetarse al sistema de valores blanco criollo, que era liberal y
católico.

76Con esos valores prevalecientes en el imaginario de la sociedad, la pobreza y los


prejuicios morales, dieron lugar al abandono de menores. La vergüenza de tener hijos
ilegítimos en la sociedad blanco criolla, era fuertemente repudiada y hasta descubierta aún
cuando los niños eran abandonados en basurales, por el color de la piel y porque al ser una
población relativamente pequeña la gente conocía la vida íntima de sus vecinos.

77¿Cuál era la política de reinserción de los menores abandonados y huérfanos? En forma


resumida se podría responder que, al ser un lastre de la sociedad como lo eran los mendigos
y ancianos, las instituciones públicas una vez recogidos los niños, éstos eran llevados
Hospicio San José o al Hogar Villegas. Una vez dentro, se pretendía que se educaran para
luego, al salir, pasaran a formar parte de la clase artesanal, o de servicio público o
doméstico. La suerte de los menores, una vez dentro de las instituciones era predecible.
Como se ha señalado, los niños huérfanos que se encontraban en los Hospicios y Hogares,
recibían la misma educación primaria, que en los colegios públicos, excepto que se les daba
la instrucción en su propia casa. Educar al niño pobre, era problemático por las
obligaciones que sus padres tenían pensadas para ellos. Consideraban, que los males que
adquirían en las escuelas, eran mayores a los beneficios, argumentando que yendo a la
escuela, sus hijos aprendían la vagancia en compañía de otros niños.

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78Para finalizar el presente capítulo, quiero retomar la hipótesis desafiante de reconstruir la
mentalidad y el sentimiento sobre la niñez en general y de la abandonada en especial, en la
idea planteada por Le Goff, de que las mentalidades son “nebulosas” que se dibujan en base
a muchos elementos de representación del mundo de los actores. En el caso presente he
recurrido a la entrevista, a la poesía, a los discursos, a las listas de libros que existían en el
Hogar Villegas, a artículos en los periódicos y a la imaginación, tratando de mantenerme lo
más cercana a los escasos documentos que tenía. Las nebulosas que plantea Le Goff, son
difíciles de aprehender, más aún, si como en el presente caso, he tratado de los sentimientos
de los niños. En los capítulos siguientes se expondré en detalle las sociedades de
beneficencia, que aparecieron en el ámbito de la filantropía. En ellos no fue tan difícil
utilizar discursos y publicaciones periódicas que me sirvieran de base para dibujar la
mentalidad. Las sociedades benéficas fueron el antecedente de la solidaridad social que
propondría el Estado a partir de la Revolución Nacional de 1952 con el Código de
Seguridad Social de Bolivia.

Notas

158 Antonio Orlando Rodríguez, 1994, 58.

159 Este poema y todos los demás excepto alguno, que se señala, pertenecen al poeta Oscar
Alfaro.

160 Más adelante se volverá a sus declaraciones. La entrevista completa se encuentra en los
Anexos de esta Tesis.

161 En el ámbito hispanoamericano destacan los versos de la chilena Gabriela Mistral,


Javier Villafañe en Argentina, Carmen Lyra en Costa Rica, Nicolás Guillen en Cuba.
Antonio Orlando Rodríguez, 1994, 85.

162 En lo que se refiere a la educación de las niñas, rescata los atributos de la mujer de su
época que eran para ella vanos y frívolos, en cuentos y relatos con hondo tinte moralista. En
su poesía sobresale también el sentimiento de rebeldía ante la sociedad machista en la que
vivió.

163 Eduardo O. Ciafardo, 1992. Se valió de autobiografías para reconstituir el mundo


infantil de los primeros años del siglo XX en Buenos Aires.

164 Esto sucedía en los años 30. Comunicación verbal de Clemencia Ernst de Montenegro.

165 Comunicación verbal de Jorge Querejazu Calvo.

166 Ibidem.

167 Comunicación verbal de Raquel Montenegro de Von Vacano.

168 (Martín, 12 años, Rosario, Santa Fe) En: Panorama Histórico de la literatura infantil
en América Latina y el Caribe. Ed. Cerlalc. Bogotá 1994.

169 Comunicación de Jorge Querejazu Calvo.

170 Contaba mi padre que entre él y sus hermanos Jaime y Guillermo pegaban con
frecuencia al hijo de la cocinera y el martirizarlo era un juego común sobre el cual no
recibían ninguna reprimenda especial, más que un leve llamado de atención de su madre.
Comunicación verbal de Jorge Escobari Cusicanqui.

171 Comunicación verbal de Alicia Quintanilla de Crespo.

172 Comunicación verbal de Laura Cardozo de Escobari. Las “Alasitas” que quiere decir
las “compritas” es una Fiesta pagana paceña dedicada al “dios de la fortuna” el “Ekeko”.

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En esta fiesta, que se celebra el 24 de enero todos los años, la gente acude a las doce del
mediodía a comprar las cosas que quisieran tener o aquellas que quieren que no les falte
durante todo el año. Se venden todas las cosas en miniatura. Desde alimentos hasta títulos
de propiedades de casas, apartamentos, autos, aviones, etc. Todas las miniaturas son
realizadas por artesanos. Las miniaturas de Alasitas muchas veces son verdaderas obras de
arte por la destreza y finura de su fábrica.

173 Significa niño u hombre joven y niña o mujer joven en idioma aymara.

174 Comunicación verbal de Clemencia Ernst de Montenegro.

175 Traje típico de mujer paceña mestiza. Es el mismo traje español del siglo XVIII que ha
quedado como sello del mestizaje en Bolivia. Hoy en día se sigue usando y marca un status
especial, sobre todo en relación a las clases medias más pobres y a los aymaras recién
llegados del campo.

176 Pelota de trapo en aymara.

177 Expediente civil iniciado por José Alejo contra Epifanio Mendoza, 4. III. 1913. ALP/P-
E. C. 191, D. 18.

178 Oscar Lewis, 1975,447,.

179 Los blancos eran 29.007, según el Censo de 1909.

180 El Tiempo, 1914, 22 de Agosto, 6.

181 Las fuentes para este acápite y los siguientes provienen de notas periodísticas de la
ciudad en los primeros cincuenta años del siglo XX. Salvo la crónica de Nicolás Acosta que
trata de temas alejados de la niñez, no contamos con otras crónicas. Algunas referencias
proceden de los Archivos de los I logares para niños huérfanos como San José y Villegas y
otras proceden de comunicaciones verbales de personas que fueron niñas en ese entonces.

182 El Tiempo, 1912, 9 de febrero, 5; 28 de febrero 4; 3 de marzo,7; 23 de marzo, 5; 17 de


abril, 7; 15 de junio, 6; 2 de agosto, 5; 22 de agosto, 5; 24 de octubre, 7; 1914,4 de
noviembre, 7.

183 El Diario 10 de noviembre de 1916.

184 La Razón, 1930, 11 de enero, 10.

185 La Razón, 1928, 11 de abril, 8.

186 La Razón, 1928, 13 de abril, 7.

187 La Razón, 1930, 21 de enero, 7.

188 La Razón, 1930, 7 de febrero, 5.

189 La Razón, 1930, 17 enero, 7; 1930,7 febrero, 12; 1930, 1 de junio, 12.

190 La Razón 1925, 2 junio, 5.

191 El Diario, 1925, 2 de abril, 9.

192 El Diario, 1925, 8 de mayo, 8.

193 La Razón, 1940, 21 de junio, 5.

194 El Diario, 1920, 8 de septiembre, 6.


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195 La Razón, 1930, 9 de mayo, 12.

196 La Razón, 1930, 29 de julio, 12.

197 Como por ejemplo: Ernesto Nelson, 1929; Eduardo Bulrich 1919; Luis Felipe
Gonzáles 1929; Neptalí Zúñiga, 1927.

198 Ver capítulo 6.

199 Comunicación verbal de Laura de Escoban, ex alumna del Colegio Inglés Católico.

200 Entrevista a Cristina Alarcón, vendedora ambulante. Ver entrevista completa en


Anexos de

esta Tesis.

201 Adolphe Lambert, 1914, 5-29.

202 Memoria Municipal de 1912, 97.

203 Memoria del Concejo Municipal 1922, 129.

204 Informe Municipal 1915, 45.

205 Memoria Municipal, 1929, 38.

206 Resumen Municipal, 1915, 15-17.

207 Memoria Municipal 1929, 24.

208 Ibidem.

209 La Razón, 1940, 23 de junio, 5.

Índice de ilustraciones

Leyenda 3.1 Niño de clase alta. La Paz c. 1925Archivo de La Paz

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6167/img-1.jpg

Archivo image/jpeg, 712k

Leyenda 3.2 Niños de clase media 1910Foto Archivo de La Paz.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6167/img-2.jpg

Archivo image/jpeg, 816k

Leyenda 3.3 Hermanos Terán. 1938Archivo de La Paz

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6167/img-3.jpg

Archivo image/jpeg, 608k

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Título Cuadro 3.1. Alumnos concurrentes a clases. La Paz 1915

Leyenda Fuente: Resumen Municipalidad 1915.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6167/img-4.jpg

Archivo image/jpeg, 238k

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Capítulo IV. Política estatal, orfandad y
abandono infantil
p. 115-145

Texto NotasIlustraciones

Texto completo

1En capítulo, trata de la política estatal, en torno a la atención social a la pobreza, la niñez
abandonada y a la orfandad. En el análisis, se hará referencia a la conformación de las
clases sociales, que se organizaron de acuerdo al origen étnico de la población, porque en
Bolivia existía una marcada segregación racial que determinaba todas y cada una de las
acciones políticas de gobierno. Por lo tanto la acción benéfica y política en torno a la
pobreza, estuvo ligada a la clase social a la que pertenecían, tanto los benefactores y
gobernantes, como los niños abandonados. Por lo tanto, siendo que la política de gobierno
respondía a principios morales y racistas, toda su acción estuvo teñida de un rechazo íntimo
y no declarado hacia los indios y los mestizos. Desde esa perspectiva, el abandono de los
niños y su orfandad se dibujaba en la mente de los gobernantes con doble marginalidad, una
por pobre y otra por indio o mestizo. Sin embargo, y simultáneamente, en lo más íntimo de
sus conciencias, había un sentimiento social, legítimo o no, teñido de cristianismo propio
de la educación occidental recibida, o de convicciones políticas liberales, que les hizo
tomar acciones hacia ellos, como sector problema, que clamaba por atención, puesto que
entorpecía el desenvolvimiento deseado de un país próspero y respetado en la comunidad
de naciones.

2Por lo expuesto, y como el tema social desde las políticas estatales, supone el tratamiento
del pobre, como elemento participativo de la estructura política del país, en el presente
capítulo, se mencionará necesariamente el problema del indio y del mestizo como
generadores de escollos, en el desarrollo de la nación y más aún cuando hizo suyo el
problema de los niños abandonados y huérfanos de la Guerra (1933-35) de origen indígena,
mestizo y blanco.

4.1 Políticas liberales, conservadoras y


republicanas en torno al abandono y la
orfandad
3Todas las medidas políticas que se tomaron entre 1900 y 1948, en torno a la niñez
desvalida, respondieron a su visión de clase social alta de los gobernantes. Educada en
principios liberales y católicos, –que se practicaba por lo menos aparentemente a la par que
la masonería,– la clase alta ofertó al país disposiciones sociales hacia la familia y hacia los
niños abandonados y huérfanos desde un punto de partida, que difícilmente podía adecuarse
y responder a las necesidades de las clases media y baja cuyos principios de familia y de
relación laboral, diferían notablemente con los de gobernantes. Sin embargo, al estar estas
dos últimas sujetas a la primera, no les quedó más remedio que acogerse a ellas, con las
dificultades que vimos en el capítulo anterior, relacionadas con una resistencia ancestral a
medidas de reinserción social. Aunque en el fondo, tampoco les tocaba en lo sustancial,
desde el momento en que los orfanatos creados en las primeras dos décadas del siglo XX, no
incluían en ellos a la población indígena propiamente dicha, sino solo a los mestizos de
clase media, quienes participaban de alguna manera, en el sentimiento altruista que rodeaba
el funcionamiento de las instituciones privadas, creadas para amparar al niño desvalido.

4Para iniciar el análisis del pensamiento político, ligado a la niñez abandonada, se ha


dividido su desarrollo en dos etapas cronológicas, la primera la primera, desde 1900 hasta
1935, en la cual se dio paso a la fundación y proceso de afianzamiento de sociedades de

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beneficencia, encargadas de orfanatos, por medio de las cuales el Estado canalizaba su
apoyo indirecto y la segunda entre 1935 y 1948, avivada por un sentimiento de solidaridad
social, por presión de la sociedad entera fuertemente convulsionada por los estragos de la
Guerra del Chaco acaecida entre 1933 y 1935.

5En el período del último tercio del siglo XIX, coinciden el advenimiento de los partidos
políticos liberal y conservador, y el repunte económico de la producción de plata. Ambos
grupos políticos, habían sellado un velado pacto oligárquico de gobierno, en la Asamblea
Constituyente de 1880, que daría el poder consecutivamente y cada cuatro años a uno y otro
partido. La profunda identidad de intereses de clase, de ambos partidos frente al resto del
país, constituido por la gran masa indígena y mestiza, de las clases media y baja, se mostró
claramente en un telegrama enviado por el jefe liberal Pando al presidente conservador
Fernández Alonso, en 1899, –después de la rebelión indígena de Mohoza en la Guerra
Federal–, cuando un escuadrón liberal fue victimado por los sublevados. En el telegrama, le
decía, que la indiada guerreaba de motu propio contra la raza blanca, y que aprovechando
despojos beligerantes, se haría poderosa. Ambas fuerzas políticas, debían unirse para
dominarla.210

6A principios del siglo XX, el triunfo del liberalismo se disfrazó con la causa del
federalismo, que no llegó a establecerse prevaleciendo el sistema unitario del siglo XIX. Sin
embargo, el general José Manuel Pando, líder del partido liberal paceño, trasladó la sede de
gobierno de Sucre a La Paz, e inició su gobierno (1899-1904) bajo los mejores auspicios
políticos, pues la mayor parte de la población votante era liberal.211 La mayor parte de los
militantes del partido conservador, pasó a sus filas. La ideología liberal imperante a
principios del siglo XX, ha sido interpretada por algunos historiadores como “darwinismo
social”, en el sentido en el que representaba un modo de pensamiento común, a la mayor
parte de los dirigentes, para los cuales, la lucha por la existencia dependía de la selección
natural, por la supervivencia del más apto.212 Segregaban así a toda la masa analfabeta, en
su mayor parte indígena. La ideología política de 1900, no difería del de la Convención de
1880, en sentido de la superioridad de clase, así los autores del censo de 1900, –al comentar
la sequía de 1878 que había cobrado muchas vidas–, interpretaban como que en breve
tiempo, se tendría a la raza indígena si no “borrada por completo del escenario de la vida, al
menos reducida a una mínima expresión”.213

7A principios del siglo XX, muchos escritores consideraron abiertamente inferior a la raza
indígena. Este pensamiento, se plasmó en medidas liberales tales como la reforma tributaria
y la abolición de la comunidad (ayllu), de manera tal, que en los veinte años en los que
imperó el liberalismo, (1900-1920) no hizo sino seguir un curso ascendente.214 El debate
sobre la inferioridad del indio, llegó a discusiones extremas como las de Alcides Arguedas,
Rigoberto Paredes o Antonio Díaz Villamil, quienes pensaban que la imagen externa que el
resto del mundo tenía de Bolivia, era la de un país indígena. Renegando de esta idea,
consideraron que era necesario demostrar, que Bolivia no era un país de indios, ya que un
país indígena automáticamente situaba a su elite, inferior a las de otros países y aquello les
era inadmisible. Sin embargo, esa concepción iba en franca contradicción con la propia
búsqueda de la identidad, en la que solamente consideraban como rescatable, la legendaria
herencia del imperio inca y los reinos aimaras, que estaban más cercanos a un ideal
intangible, que a los indios y mestizos reales, que tenían al lado. Es por esta inferioridad
admitida, que los gobernantes no consideraban dignos de elegir a personas que
pertenecieran a la masa indígena y chola. Se pensaba que era gente a la que había que
dejarla en “preparación”, recibiendo educación para llegar a ser pueblo en un futuro no muy
lejano.

8También les asaltaba el temor, de que si los indios y mestizos se lograban culturizar,
crecería necesariamente el odio contra los blancos, lo que suponía que había que encontrar
un punto intermedio, en el cual la gran población indígena permitiera una “democracia”, en
la que solamente unos cuantos, eligieran a sus representantes.215 Ese punto intermedio se
encontraba en el acceso a las urnas electorales, que estaban vedadas a quienes no sabían
leer y escribir. Renegar de la masa indígena, por parte de la clase alta o blanca, llegó
también a los mestizos, a quienes les atribuían la anarquía, la guerra civil y el militarismo.
En ambos casos, se pensaba que la única manera de superar el problema racial, era
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mediante precisamente con la importación de nuevos “elementos raciales”, a través de la
inmigración europea y mediante la educación y medios benéficos. Lo popular, cholo e indio
era percibido, –sobre todo en las ciudades–, como inquietante y amenazador, por eso se les
abusaba e incapacitaba, para que no pudieran desenvolverse como ciudadanos. El discurso
intelectual de la época, era demoledor respecto a la presencia del indio y del cholo en las
ciudades.216

9El objetivo era entonces, evitar que los indios emigraran a la ciudad y para ello había que
eliminar los abusos que se cometían en el campo contra ellos, especialmente por los cholos
corregidores curas y hacendados.217 Sin embargo, era imposible impedir el mestizaje
constante y la inmigración a la ciudad, porque allí los indígenas encontraban trabajo
abundante, fácil y lucrativo. Las tareas que desempeñaban, no las hacían los blancos, como
ser servicio doméstico, construcción de casas y calles, industria, agricultura, y transporte.
El mestizo que vivía en la ciudad, estaba dedicado al trabajo artesanal, constituía el
clientelismo de los partidos gobernantes y significaban un factor de inestabilidad social, al
militar indistintamente en cualquiera de los partidos políticos existentes y tener, de esa
manera, acceso a los privilegios públicos. A sus hijos estaban destinadas las escuelas
gratuitas, que se comenzaban a fundar en las ciudades, los asilos de niños huérfanos e
instituciones femeninas dedicadas al pobre, a través de las cuales, el gobierno por brazo de
la Prefectura del Departamento de La Paz y del Concejo Municipal, hacía llegar sustento
económico y apoyo moral.

10El Censo de 1909, evoca cómo veían los gobernantes al indígena que habitaba en la
ciudad. Era de estatura mediana, rehecho, membrudo; “sus facciones, aunque no bellas,
nada tenían de desagradables”, el pelo negro, grueso, lacio, no tenían barba y la piel era
bronceada y morena. Su vestido, en la forma es el mismo que usaron en tiempo de los
incas: chaqueta y calzón de bayeta ordinaria, el poncho, gorro y ojotas.218 Su casa, era una
pequeña y miserable choza, situada en los alrededores de la población. Allí vivían
hacinados hombres, mujeres, niños y animales. Allí se recogían por la noche, recostándose
sobre la desnuda tierra o sobre carcomidos vellones de cordero. En sus fiestas y reuniones,
jamás se rozaban con los blancos, alguna vez con los cholos. La tradición que conservaban
en sus fiestas y regocijos públicos y privados, era de estar separados los hombres de las
mujeres y los niños con sus madres. Su música, así como todas las manifestaciones de su
espíritu, llevaban el sello de la melancolía, “de las razas decadentes”. “Su risa semejaba el
llanto y su alegrías parecía expresiones de dolor.219

11“El indio vivía en las ciudades sin inquietudes y sin remordimientos, manifestando una
energía y resistencia admirables ante el dolor y la fatiga. Parecía que no deseara nada, y
estuviera contento con su destino y su país, miraba con indiferencia el resto de la
tierra”.220 La mujer era desaliñada, pero tan trabajadora y sufrida como el hombre, a quien
ayudaba en las labores más fuertes y penosas con admirable fortaleza. Sus hijos niños y
adolescentes colaboraban en el trabajo. Los indios que habitaban en las ciudades, eran más
civilizados, iban con el cabello cortado a ras y hablaban castellano. En las fiestas se
presentaban vestidos de paño o casimir, calzado de charol y camisa almidonada. Su
habitación misma es ya más confortable, y algunas casas de indios situadas especialmente
en la región de Challapampa, estaban techadas con calamina.221 Ellos, a pesar de vivir en
las ciudades en pobreza extrema, vivían de acuerdo a sus costumbres ancestrales, no
abandonaban a sus hijos y arrogaban los hijos de otros que quedaran huérfanos aunque
fuera para que pasaran aún más necesidades. Por lo tanto ni participaban de la política, ni
de las instituciones benéficas creadas para los niños necesitados. Sin embargo, las políticas
de gobierno de inclusión a indígenas, en escuelas gratuitas de educación, se fundaban a
discreción pues los gobiernos trataban de asimilarlos.

12En la convicción de que si algo podía cambiar el comportamiento del indio era la
instrucción y educación de sus hijos, el Ministerio de Educación en los primeros veinte
años del siglo XX, se ocupó de fundar colegios fiscales, aunque éstos no fueron suficientes
para borrar sus principios y valores ancestrales y más bien, desde su perspectiva, intentaban
descifrar el mundo del “otro”, pues desconfiaban de un sistema que les apartaba de sus
hijos, que era para ellos ayuda en su trabajo. Suponía, que difícilmente pudieron haber
cifrado ellos, un mundo mejor para sus hijos en la educación colonial.
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13Los gobernantes por su parte, tenían un doble discurso respecto a la inclusión de los
indios al “mundo civilizado”. No cabía en sus mentes, un indio letrado, que aparte de torpe
y rudo les fuera a mentar a ellos sus propios derechos y necesidades. Por lo tanto, en lo más
profundo de su sentir, no querían a los indios en las ciudades pues los preferían como
peones en sus fincas. Entonces, es fácil imaginar la situación de la mayor parte de la
población infantil de la ciudad, perteneciente a los indios inmigrados. Su poco o casi nulo
acceso a los medios de subsistencia, como consecuencia de la marginación social de sus
padres, sumidos en la pobreza, hizo que crecieran abandonados pese a que tuvieran familia.
Dentro del sistema del ayllu, o comunidad campesina de origen aymara como dijimos
líneas arriba, se practicaba la costumbre de arrogarse a los niños huérfanos, por lo que no
eran abandonados. Pero una vez en un nuevo contexto, algunas costumbres dejaron de
funcionar bajo la influencia del sistema de vida occidental, dando lugar a la aparición del
abandono infantil, como producto de la aculturación. Ambos sectores de niños, los hijos de
los indios inmigrantes y los de los mestizos nacidos en la ciudad, acudían a las escuelas
públicas donde recibían educación formal occidental. De esa manera, a través de la niñez,
permeable por naturaleza a nuevas influencias culturales, se produjo la apropiación de una
de una nueva forma de pensar, sin dejar de lado la propia cultura ancestral.

4. 2 Poder estatal, marginación y


beneficencia
14Según los datos del Censo de 1910, la raza blanca, o española, constaba de 29.007
habitantes, siendo que los mestizos eran 24.414 y los indios 3.324. La raza blanca podía ser
dividida en dos fracciones la boliviana o criolla y la extranjera. La fracción boliviana se
componía por descendientes de españoles, –aunque en la mayor parte de ellos corría algún
grado sangre indígena por sus venas–, y de otros europeos y americanos, en segundo. Los
“blancos” bolivianos habían sido educados bajo el régimen occidental republicano
calculado para prolongarse indefinidamente. Contaba con escasa instrucción, y la poca que
ostentaba, procedía del movimiento intelectual europeo. Sin embargo, se encontraba
privada del comercio y del contacto que da la relación con el exterior, por el emplazamiento
de la ciudad y del país ubicado en el corazón de la Cordillera de los Andes.

15En el orden físico, la población blanco-criolla, no tenía notable diferencia con los
descendientes de los conquistadores españoles, aunque sus costumbres tuvieran importante
dosis de cultura vernácula traducida en creencias, alimentación, costumbres, construcción
gramatical y acento indígena en el idioma castellano. Una visitante inglesa en 1909,
invitada por el Presidente Montes, decía que las costumbres de la alta sociedad eran más o
menos las mismas en todas las tierras y los métodos de hospitalidad variaban muy poco
entre los países. Las funciones sociales, estaban a la orden del día. Los visitantes
extranjeros, eran invitados a disfrutar de bailes, banquetes y largos paseos a caballo al
campo alrededor de La Paz, que eran una forma favorita de diversión junto con frecuentes
excursiones. En la ciudad de La Paz, podía pasarse la vida muy agradablemente y como los
empleados del gobierno, con algunas excepciones y el cuerpo diplomático residían ahí, la
sociedad estaba representada por lo más notable. La Paz, tenía el prestigio que proporciona
la residencia del Ejecutivo y del Cuerpo Diplomático y Sucre era el centro del mundo
social, representado por algunas de las más ricas y aristocráticas familias de la República.
Existían varios clubs, con exposiciones y carreras de caballos. La cancha o pista de La Paz,
situada en el arrabal de Sopocachi, se usaba no solamente para carreras, sino para varias
otras fiestas y en muchas ocasiones se celebraban allí festejos para fines de beneficencia.
Los juegos de rocambor y tés a las cinco en punto de la tarde, estaban entre los
acontecimientos más modernos de la sociedad de La Paz.222

16La mayor parte del tiempo, las señoras de clase alta, se dedicaban a la beneficencia,
como en otras ciudades sudamericanas, estaban atentas a los deberes de la iglesia y de las
instituciones benéficas que mantenían. De acuerdo con la Constitución Nacional, las
instituciones de caridad, estaban a cargo de las municipalidades y del gobierno, destacando
la labor “patriótica” de los personajes que se dedicaban don benevolencia, a la “obligación”
de aliviar los sufrimientos de los pobres e inválidos. En tiempos de hambre o epidemia,
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ocurridas a consecuencia de las cosechas en el interior de los distritos, las sociedades
benéficas ayudaban al gobierno en la distribución de socorros a las comunidades azotadas.
La pobreza, en la extrema condición, que se veía en las ciudades populosas de Europa y
Norteamérica, era completamente desconocida en Bolivia. Tal como existe, es
generalmente el resultado de indolencia o imprevisión que a menudo provenía de la
indiferencia por las comodidades, o por las más comunes exigencias de bienestar. El indio,
era a este respecto la más seria carga del Estado, porque sus hábitos, eran los de un hijo de
la naturaleza, que no piensa en el mañana sintiéndose satisfecho, cuando su puñado de maíz
tostado y su bebida de chicha estaban asegurados para el día. Cuando esto faltaba, por
razones de enfermedad o ancianidad, se convertía en un objeto de caridad y dependía del
patrón o de alguna sociedad benéfica para lo necesario a la vida. Muchos de los propietarios
ricos, tenían un ejército completo de antiguos criados, que vivían de su generosidad y casi
todas las personas adineradas contribuían a la Beneficencia.223 La mayor parte, se
caracterizaba por tener limitadas inclinaciones al trabajo material, solo aspiraban a los
empleos públicos o comerciales y a todas aquellas ocupaciones, que no demandaban gran
fatiga corporal, al fin y al cabo, ellos ocupaban las altas dignidades del Estado y del foro,
del clero y la diplomacia.

17Los niños blanco-criollos de la ciudad, eran los mimados de la sociedad. Criados con
instrucción a la “europea”, en colegios privados crecieron en un sentimiento déspota, hacia
los indios a quienes trataban como veían que lo hacían sus padres, con desdén y
autoritarismo, creyéndose superiores por el simple hecho de ser quienes eran. Llegaban a
adultos, –algunos con estudios universitarios en el país o en el exterior–, pero en general,
acostumbrados al bien vivir a costa de las haciendas y bienes heredados de sus padres,
aunque muy conscientes de que la riqueza provenía de la explotación de los indios. La
mayor parte, se mezcló en las alianzas y luchas electorales, permaneciendo indiferentes a
todo el acontecer nacional. Marginaban a los indios y les era indiferente la miseria y el
abandono infantil. Era el problema de la iglesia y de las señoras.

18El gobierno liberal de Pando, fue relevado por el de Ismael Montes, (1904-1909; 1913-
1917), a quien se debe la laicización de la educación por espacio de cuatro años. La
campaña anticatólica del liberalismo, fue iniciada en 1901 con el diputado León M. Loza,
quien presentó el Proyecto de libertad de cultos. En 1913, se promulgó la ley fue por el
presidente Ismael Montesy fue implementada por el Ministro de Educación Manuel
Mariaca, del directorio de la Sociedad Católica de San José.224 Los liberales, mostraban
abiertamente su aversión a la iglesia, mientras militaban en sociedades católicas de
atención al menor. Específicamente, hostigaron a las religiosas encargadas de los Hogares
de Niños San José y Villegas.

19En ese lapso de tiempo, el Estado llegó a romper relaciones con la Santa Sede y por
algunos años los padres de familia, pudieron decidir si sus hijos serían instruidos en la
religión católica, o no. A pesar de esto Ismael Montes estuvo presente en la inauguración
del Hogar de Niños Huérfanos Villegas en 1914, su esposa Bethsabé de Montes, fue
Presidenta honoraria del Directorio. En general, todas las señoras del Directorio, eran
esposas de ministros y demás del poder estatal. La atención del menor abandonado y
huérfano era, como dije, cosa de la iglesia y de las mujeres.

20En lo político, hacia 1917 la oposición a los gobiernos liberales se fusionó en una sola
agrupación, la misma que al congregarse fue dispersada por persecuciones y destierros a la
sombra de un estado de sitio decretado por la guerra europea. Sólo después pudo
estructurarse como Partido Republicano que agrupó a viejos conservadores y a liberales
disidentes. En las elecciones de 1917, fue candidato por primera vez un republicano, José
María Escalier. Bautista Saavedra, (1921-1925) fue el primer presidente de ese partido,
quien desde el primer día de su gobierno, tuvo que luchar con la fuerte oposición,
compuesta por los liberales desplazados y un grupo disidente de su partido que se llamó
Partido Republicano “genuino”. Bautista Saavedra, restableció la “armonía” con la iglesia,
volviendo la enseñanza religiosa a los colegios, multiplicándose los colegios religiosos y
los asilos, así como la expansión del catolicismo. Las instituciones eclesiásticas, volvieron
a gozar de garantías y la religión católica volvió a ser protegida por el estado. En el ámbito
social, en 1923 se elaboró la primera legislación social boliviana, que prohibía el trabajo de
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mujeres y niños menores de 16 años desde las 6 p.m. La jornada nocturna para el
trabajador, no debía pasar de ocho horas.225

21A poco de posesionarse el presidente Saavedra, sobrevino la masacre de Jesús de


Machaca, donde fueron muertos centenares de indios y docenas de blancos y cholos.
Saavedra reprimió fuertemente, atacando las comunidades indígenas por reaccionarias. Sin
embargo, su gobierno que duró hasta 1925 se caracterizó por tener mayor apertura hacia los
obreros, pero esta actitud no subsistió mucho tiempo porque él y sus seguidores no habían
abandonado el pensamiento liberal.226 El partido republicano, gobernó el país bajo esos
“principios sociales”, hasta la finalización del gobierno de Hernando Siles en 1930.

4.3 Política estatal hacia la clase media: los


mestizos, la mutualidad, el clientelismo y la
atención al menor
22El grupo social de los mestizos, –que en 1910 era de 24.515 habitantes227–, era
ampliamente apetecido por los políticos ya que podía apoyarlos a acceder al poder. Sin
embargo esa participación electoral, sirvió para que la elite le responsabilizara de los
problemas nacionales. Según el historiador Rigoberto Paredes, quienes elegían a los
gobiernos, se dividían en tres grupos, uno culto que se abstenía de ir a votar [los blancos];
el segundo, lleno de resentidos sociales [los mestizos] y un tercero, compuesto por sectores
subalternos, incapaces de asimilar conceptos de patria, progreso y libertad, [los indios].228

23Aquella situación, daba como resultado la presencia de elect0ores sin conciencia, y lo


único que quedaba demostrado, era que no había una objeción sobre la democracia en sí,
sino sobre la raza. En los hechos, tanto la Guerra Federal de 1899, como el golpe de Estado
de 1920, fueron acontecimientos que obedecieron a necesidades de perpetuación y
supervivencia de la elite, como grupo social, aunque en el segundo caso, supuso la
incorporación de sectores subalternos, puesto que el triunfo del Partido Liberal, frente al
Conservador en la Guerra Federal, mostró que la continua negociación entre conservadores
y liberales,para mantener el poder en la elite practicada por cuarenta años, se había
desgastado.

24En 1920, se fundó un Partido Socialista local, que no tuvo muchos seguidores, puesto
que las ideas socialistas, no se afianzaron sólidamente en las primeras dos décadas del siglo
XX. En cambio, estuvo constituido por un pequeño grupo de intelectuales con apoyo
estudiantil y un mínimo apoyo obrero. Por primera vez, empezaron a discutir problemas de
clases. Confrontaron ideas, en torno al pongueaje229 del indio, el reconocimiento de los
derechos de las comunidades indígenas y de los obreros y las mujeres.230 Paralelamente, el
advenimiento del partido Republicano liderado por Bautista Saavedra en 1920, propugnaba
la primera ideología de corte nacional popular, que incorporaba al sector mestizo, aunque
fuera de manera clientelar, y contaba además, con el apoyo de los sectores dominantes de la
ciudad de La Paz.231 Era indudablemente, el momento de los mestizos y la clase media.
Sin embargo, esta agrupación política tuvo que luchar, –como dijimos líneas arriba–, con
una fuerte oposición, compuesta por los liberales desplazados y un grupo disidente de su
partido, que se llamó Partido Republicano “genuino”, representado por Daniel Salamanca y
José María Escalier, quienes querían incorporar en sus filas, a la elite paceña que gobernó
el país entre 1899 y 1920 y que había quedado en segundo plano, luego del golpe de estado
de 1920.

25La ascensión de Bautista Saavedra al gobierno –permitió la irrupción de grupos


populares bajo un discurso cooperativista, que contrastaba con el liberal del individualismo,
concertando la idea de solidaridad y cooperación en la participación “intra-élites” y capas
populares.232 El apoyo directo, logrado en las milicias republicanas de base social urbana
popular, fue conseguido mediante compadrazgos y padrinazgos. Sin embargo, la validez de
su proyecto, vio sus frutos recién en 1935, después del desastre de la Guerra del Chaco.

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26La irrupción de los mestizos y artesanos, en la política nacional, obedeció también en
gran medida a que a partir de 1900, La Paz se constituyó en el centro industrial más
importante del país, debido a la existencia de trabajadores urbanos, que ya no estaban
relacionados con las comunidades rurales indígenas.233 Desde el punto de vista de su
propia supervivencia social, la conciencia de clase de obreros y artesanos, empezó a
manifestarse a fines del siglo XIX, cuando fundaron las sociedades de socorros mutuos, para
hacer frente a problemas de salud, viudez, orfandad y entierros, ya que los gobiernos no
preveían ninguna política de gobierno para ello. Entre 1900 y 1930, la mutualidad suplió la
falta de atención estatal, con relación a la atención médica, financiera y funeraria de las
asociaciones.234 Desde la perspectiva política, los grupos organizados de obreros y
artesanos, pasaron a constituir fuerzas políticas. En ese sentido, se producía un proceso de
mestizaje y aculturación en la ciudad, aunque su comportamiento, seguía estando ligado a
sus ancestros comunitarios aymaras.235

27Los emigrantes campesinos, que pasaban a formar parte de los artesanos, rompían el
monopolio ejercido por los gremios de mestizos, abaratando el producto, aunque bajando su
nivel de calidad. De esa manera, los artesanos mestizos, se dieron cuenta que para afianzar
su posición social en la ciudad, debían contar con el apoyo de algún partido político, por lo
que no tardaron en afiliarse. Tanto los artesanos como las agrupaciones obreras en la
ciudad, se distinguían por el partido político al que pertenecían y ciertamente aquella
filiación, marcaba el grado de aculturamiento que iban adquiriendo, así las agrupaciones
obreras liberales, desarrollaron criterio cívico estableciendo escuelas educativas para hijos
de mestizos y cholos, impidiendo de ese modo, que se les manipulara políticamente, con
prebendas como sucedía con los artesanos republicanos.

28¿En qué sentido la clase media mestiza vio mejores perspectivas en su relación con la
clase alta blanco-criolla, respecto al tratamiento político de los niños huérfanos y
abandonados? Habíamos referido, que en la aparición de sindicatos obreros y artesanos,
participaron activamente los “doctorcito”, de clase alta, quienes validaban con su presencia
las agrupaciones sindicales. A su vez, éstas conseguían de aquellos, diversas prebendas,
entre ellas, el acceso a orfanatos, los cuales eran vistos por ellos como internados
educativos, para cuyo ingreso, debían contar con el apadrinamiento de alguien de clase alta,
relacionado con alguna de las sociedades dedicadas a los niños. Además, de que uno de los
requisitos, era que los niños debían ser huérfanos de padre y madre y además, estar
bautizados en la fe católica.

29Por esa causa, los primeros asilados en el Hospicio de niños huérfanos de San José,
fueron los hijos de la Sociedad de Artesanos carpinteros de San José, vinculados
políticamente a los directores liberales de la Sociedad San José. Y aunque el fin de la
Sociedad de San José, era socorrer a los niños huérfanos y desvalidos, por influencias
políticas y con el pretexto de que los niños que se debían recoger en el Hogar, debían haber
sido bautizados en el catolicismo, el Hogar, se llenó de niños no huérfanos cuyos padres,
buscaban solamente un internado adecuado para su educación.

4.4 Políticas gubernamentales de


solidaridad social 1930 - 1948
30Fue la Guerra del Chaco, la que finalmente concienció a la clase política de la existencia
real de los indios en la vida nacional. Que los indios, al igual que ellos sentían, sufrían y
tenían necesidades. Los partidos socialistas nacidos después de la Guerra del Chaco,
marcaron la nueva conciencia política boliviana. El blanco, hizo conciencia de las
necesidades y derechos de los marginados, sin embargo, este cambio no fue fácil ni rápido
fue gradual y se fue dando durante todo el siglo XX.

31La Guerra contra el Paraguay; que tuvo lugar entre los años 1933 y 1935, generó en el
país una convulsión en sus valores humanos más profundos. Acudieron al enfrentamiento
bélico, hombres de todas las condiciones sociales y aquella convivencia íntima, en
condiciones extremas de soledad, dolor, amargura y abandono, propuso al país un nuevo
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descubrimiento del “otro”. Las consecuencias del conflicto, fueron más importantes que sus
causas. La Guerra destruyó el sistema político, que había funcionado en Bolivia desde
1880. Con ella, el país se vio a sí mismo por primera vez y la solidaridad de todo el país,
pesó fuertemente en el sentir nacional. Después de la Guerra del Chaco, surgieron en
Bolivia los verdaderos partidos de izquierda. “La cuestión india, la cuestión obrera, la
cuestión agraria y la dependencia económica de los mineros privados, fueron los nuevos
temas del debate nacional”.236 “La amenaza india, fue sustituida por la amenaza proletaria-
mestiza y la “guerra de razas” se convirtió en “lucha de clases”.

32Si hasta ese entonces, las instituciones benéficas de atención a los niños pobres y
desamparados, eran subvencionadas en alguna medida por el Estado, ahora, en la década de
los treinta, el imaginario político, fue tomando conciencia de la alteridad que constituía la
gran población pobre compuesta por indígenas y mestizos. Los gobernantes no podían
discriminar con ningún tipo de reacción racista y discriminatoria a sus gobernados. Las
instituciones benéficas privadas no abastecían, tampoco cubrían las necesidades más
importantes, como la educación y derechos ciudadanos de los más pobres. Pero lo que es
más importante, el grueso de la población, cayó en cuenta de que las instituciones
meramente benéficas no cubrían las expectativas del país en su conjunto. Es decir, fueron
aceptando la diferencia, aunque siempre de modo paternalista y altruista y no como un
derecho de igualdad social, como razonamiento inicial del planteamiento.

33La opinión que tenía la sociedad de sí misma, en esos años, fue reflejándose
paralelamente al enfrentamiento bélico, y el conflicto armado tuvo como resultado gran
cantidad de niños huérfanos y abandonados, que comenzaron a deambular por las ciudades
pidiendo limosna y asediando a los transeúntes en las calles, plazas, pastelerías,
restaurantes y hasta en lenocinios. La familia en general, sufrió una grave lesión en su
interior, siendo así, que ante la grave situación surgieron nuevamente voces femeninas, que
clamaban por los derechos del niño. La maestra de escuela Etelvina Villanueva, propuso
una movilización de sus colegas, para conseguir la ley del Niño, arengando por conseguir
derechos y no medios degradantes como aquellos ambientes carcelarios policiales, o de
asilos que carecían de amor a sus semejantes. Llamaba la atención, sobre la falta de
atención al alma del niño, haciendo énfasis en que debía educárseles en artes, en escuelas
talleres, sin dejar de lado su formación profesional.237 Las editoriales de 1936, en el
periódico La Razón, estaban dedicadas a la mortalidad infantil, debida principalmente la
falta de higiene en los medios populares, ya que esta favorecía el desarrollo de infecciones,
raquitismo y el peligro de contaminación tuberculosa; causas, que unidas al alcoholismo y
sífilis, daban por resultado la mortalidad infantil. Todo ello, en un medio donde existía
ignorancia de reglas elementales de puericultura en las madres.238

4.5 Entre la beneficencia y la asistencia


social estatal. En pos del Patronato estatal
de Menores
34En el desarrollo de los capítulos que vienen a continuación, se estudia la beneficencia,
como el medio a través del cual, actuaba tanto el estado como la sociedad, la cual se
desenvolvía bajo un manto de “caridad” católica, en oposición a “solidaridad social” en sí
misma. El estado, trató de atender el efecto de la miseria, a través de la caridad, más que
apuntar a las verdaderas causas de la misma. Fue de esa manera,cómo las Sociedades
Católica de San José y Protectora de la Infancia, a través de sus instituciones Hospicio de
San José y Hogar Villegas, atendieron el abandono y la orfandad desde la caridad. A lo
largo del siglo XX, la situación no cambió sustancialmente. Ambas instituciones, –que
existen hasta hoy,– se ajustan de acuerdo al avance de los derechos sociales y el cambio de
mentalidad de los gobernantes y de la sociedad entera.

35A fines de la década de los treinta, había llegado el momento de que el Estado se hiciera
cargo de los niños abandonados, ya no por subvenciones mensuales, sino como ente rector
de todas las instituciones del Menor. Por otro lado, empezaron a llegar del exterior del país
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influencias para que los niños necesitados de techo, educación y salud además de familia,
dejaran de depender de “damas y caballeros distinguidos” quienes, estaba visto, solamente
rendían tributo a la miseria, al hambre y el dolor de la niñez que deambulaba por la ciudad.
Había llegado el momento, de que los niños abandonados dependieran directamente del
Estado, con administradores profesionales, para lograr una administración “con los
principios de la ciencia”, como se venía postulando en los países vecinos. Del sentimiento
de caridad, se transitaba al del deber, de la voluntad a la necesidad.239 Apareció así, la
necesidad de formar una institución, que rigiera los destinos de los huérfanos y niños
abandonados en general, creándose el Patronato Nacional de Guerra (1935) en primera
instancia y luego, como resultado de éste, una vez que llegó la paz, el Patronato Nacional
de la Infancia.

36A continuación, trataremos de la constitución de ambas instituciones estatales. Se


comenzará, analizando cómo la Guerra del Chaco, llamó la atención de la sociedad
boliviana, en muchos aspectos sociales, pues había caos político y económico y se hacía
necesario confeccionar presupuestos estatales para la atención de los huérfanos, así como
las bases legales, para que los niños tuvieran tutela, meramente en instituciones estatales
propias. El compromiso debía emanar del Ministerio de Hacienda y del de Instrucción
Pública y se debían establecer competencias, a partir de conocimientos técnicos y prácticos,
para los servicios destinados a los niños desvalidos.

37En la discusión de la ausencia de compromiso estatal hacia la niñez, debemos remitirnos


necesariamente hacia la legislación infantil. En Bolivia, existía una ley del año 1906, que
prohibía el trabajo de niños y mujeres. Sin embargo, en 1917 la pregunta era “¿Por qué las
legislaturas bolivianas, no habían dictado hasta hoy entonces algunas leyes protectoras de la
niñez? ¿Por qué, la misma legislatura no lo hizo? ¿Por qué?” Así iniciaba una columna
periodística en 1917. Sin embargo, recién en 1929, durante la presidencia de Hernando
Siles, se aprobó un Decreto Supremo por el que se reglamentaba el trabajo de mujeres y
niños, determinándose que no era admitido el trabajo de niños menores de diez años,
igualmente el de aquellos de diez años de edad que no habían completado la instrucción
primaria, salvo que de su trabajo dependiera el sustento de sus padres o hermanos.
Asimismo, no se podía emplear a menores de diez años, en trabajos nocturnos, en horas
destinadas al sueño, ni en horas que pudieran dañar la salud, su instrucción o moralidad, no
pudiendo ser empleados como mozos, o muchachos en las cantinas o despachos de bebidas.
La dirección General de Sanidad, quedaba autorizada para ordenar en cualquier momento,
el examen médico de los menores, ocupados en establecimientos industriales o comerciales
y el retiro de aquellos cuya salud y desarrollo normal, resultaran perjudicados por la clase
de trabajos que hubieran hecho.

38Las reflexiones en torno a la necesidad de atender a la niñez, estaban respaldadas por la


constatación de la excesiva mortalidad infantil, el abandono de los hijos de los mestizos-
cholos, de los indios e inclusive de los blancos en las calles de la ciudad, de los niños que
debían ir a la escuela, de los niños de la primera infancia y aún de los niños no nacidos, de
las mujeres embarazadas que trabajaban, sobre todo en las clases obreras.240 En ese estado
de la cuestión, se presentó el desastre de la Guerra que levantó nuevamente la polémica
sobre el desamparo de la niñez.

39La Guerra del Chaco, fue para la sociedad boliviana, una experiencia dolorosa que sirvió
para la concienciación de su identidad. Por primera vez, el país sintió a profundidad su
diversidad social y económica, e hizo carne de los problemas nacionales. La literatura
emanada de esa generación, es notable y proficua. El enfrentamiento bélico, dio lugar a
episodios históricos, movimientos sociales, políticos, que promovieron la conciencia de una
Bolivia nueva, revolucionaria que cristalizó de alguna manera el año 1952 con la
Revolución Nacional llevada a cabo por el partido Movimiento Nacionalista
Revolucionario. En la Guerra del Chaco, nacieron ideólogos, que empezaron a ver al indio
como igual al blanco, con las mismas necesidades y sentimientos. Así, al fin de la Guerra, y
al regresar a sus lugares de origen, algo muy profundo había enraizado en sus mentes, la
igualdad de derechos de los indios. Concebían ahora en sus mentes, una nueva Bolivia, más
solidaria y justa. Fue entonces, que nacieron nuevos partidos de izquierda, como el Partido
de Izquierda Revolucionaria, o Razón de Patria.
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40El conflicto armado, tuvo importantes repercusiones y de diferente índole. El país en
general, se vio sumido en sufrimiento y angustia. Las familias soportaron una grave lesión
en su interior, algunas madres, se quejaban de no conseguir controlar a sus hijos como antes
de que se iniciara la guerra, declarando que habían ingresado en actividades
delincuenciales, y que en otros casos empezaban a adoptar prácticas, no propias de su edad,
como fumar y beber, hecho que alarmó a los vecinos por lo que se solicitó a las autoridades
hacer batidas de control.241 Toda la ciudadanía paceña, se puso en campaña para solventar
las consecuencias de la guerra, que para la niñez se presentaba catastrófica. Había gran
cantidad de niños huérfanos y abandonados, que deambulaban por las ciudades, pidiendo
limosna y asediando a los transeúntes en las calles, plazas, pastelerías, restaurantes y hasta
en lenocinios. Las madres de los niños huérfanos, de padre por la Guerra, –pese a la
acogida del Club Internacional, en cuyos amplios y adecuados salones se les daba además
de instrucción, tres comidas diarias, ropa y uniformes–, viéndose sumidas en la pobreza, no
lograban controlar a sus hijos, algunos de los cuales se volvieron delincuentes, dando lugar
a la aparición de niños precozmente alcohólicos.242 Entonces, surgieron nuevamente voces
femeninas, que clamaban por los derechos del niño. La maestra de escuela Etelvina
Villanueva, propuso una movilización de sus colegas para conseguir la Ley del Niño,
arengando por conseguir derechos y no medios degradantes, como aquellos ambientes
carcelarios policiales o de asilos que carecían de amor a sus semejantes. Llamaba la
atención sobre la falta de atención al alma del niño, haciendo énfasis en que debía
educárseles en artes, en escuelas talleres, sin dejar de lado su formación profesional.243

41Un año antes de la Guerra, en 1932, la Sociedad Protectora de la Infancia había


anunciado la imposibilidad de seguir solventando los gastos de los 122 niños, que
albergaba. Ante la inminente contienda bélica, la Sociedad Católica de San José comunicó
al gobierno, que albergaría a los niños con padres en el frente de guerra. Como primera
medida de emergencia e independencia de las Sociedades privadas, el Estado, a través del
Concejo Municipal fundó el primer centro para la educación y sostenimiento de huérfanos
de guerra, en la calle Nicolás Acosta, de la zona de San Pedro, donde al principio
comenzaron atendiendo veinticinco niños.

4.6 Creación del Patronato Nacional de


Huérfanos de Guerra
42Antes continuar con el relato de la creación del Patronato Nacional de Huérfanos de
Guerra, es preciso deslindar el apelativo de Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra, del
de Patronato Nacional de Menores y el Patronato Nacional a secas. El Patronato Nacional
de Huérfanos de Guerra, se crea por iniciativa particular mediante un Comité
Departamental, pero recibía aportes del Estado. El Patronato Nacional de Menores, fue una
denominación asumida por el Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra, a partir de 1934,
que no llegó a desplazar al denominativo de Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra y
dependía del Estade. El Patronato Nacional, a secas era la institución mayor que se
desprendió del Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra y dependía del Estado.

43Apenas se conoció la intención del Estado, de crear el Patronato Nacional de Huérfanos


de Guerra, muchas instituciones públicas y privadas apoyaron la iniciativa solidariamente
desde todo el ámbito del país. La primera manifestación, en pro de los huérfanos de la
Guerra del Chaco, estuvo a cargo de la Sociedad Juventud Patriótica Femenina, que desde
hacía tiempo, venía reuniendo con todo entusiasmo fondos destinados a cubrir las
necesidades de los defensores de la patria. Dedicaron el primer domingo del mes de febrero
de 1934, para a la venta de escarapelas, cuyo producto estuvo destinado íntegramente a
ayudar a las instituciones encargadas del cuidado y la educación de los niños, que hubieran
tenido la desgracia de perder a sus padres en el campo de batalla. Se confió en que el
Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra, compuesto por “lo más saliente de la
sociedad”, tuviera buena acogida por el “público” de La Paz, adquiriese escarapelas y
depositara su óbolo en las alcancías, que para el efecto llevaron todas las señoritas
encargadas de su venta.244

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44Otra institución, la Unión Femenina, organizó una velada cultural y patriótica realizada
en el Teatro Municipal, con la ayuda intelectual del poeta chileno Víctor Domingo Silva,
cuya simpatía por la causa de Bolivia, según la prensa local, no era un secreto para nadie.
En la fiesta, Silva dio una conferencia sobre temas relacionados con la actualidad boliviana,
bajo el título de “La hora de angustia y de gloria de un gran pueblo”, la cual tuvo por objeto
recaudar fondos para el Patronato.245 Asimismo, la Asociación Femenina Pro-defensores
de la Patria, realizó un bazar con el propósito de recaudar algunos fondos, para atender a los
huérfanos de guerra.246 En el ámbito nacional, se manifestaron otras instituciones, para
apoyar la creación del Patronato Nacional a través de filiales en ciudades del interior del
país. La Asociación Departamental de Minería de Potosí, se dispuso a fundar un asilo para
huérfanos de guerra, con la colaboración de las religiosas de la Cruzada Pontificia, y la
compra de un local apropiado y la implementación necesaria. Los pequeños empresarios
mineros, iniciadores de aquella obra benéfica, apoyados por toda la ciudadanía,
consiguieron la solidaridad de la Municipalidad y Prefectura de Potosí.247 A nivel
nacional, la Unión de Militares jubilados, acordó también contribuir a la caja del Patronato
Nacional de Huérfanos de Guerra, con el descuento voluntario de 1%, sobre las pensiones y
jubilaciones de cada uno de los asociados, recaudo que suponía cuatrocientos bolivianos
mensuales.248 En la ciudad de Oruro, la Cámara Nacional de Comercio, compró 200
camas y ajuares respectivos, muebles y menaje para el asilo invirtiendo la suma de
veintiséis mil bolivianos más una pensión para huérfanos.249

45En La Paz, se sumaron a las donaciones del Prefecto del Departamento de La Paz, del
Presidente del Centro de Defensa Nacional y otras personalidades del mundo social y
administrativo. Hubo aportes puntuales, como el de la Superiora del Colegio Santa Ana,
quien donó ocho camas completas y asilo para diecinueve niños huérfanos en esa
institución.250 También el Colegio La Salle, que ofreció un programa novedoso con la
puesta en escena, del drama Crisol de Antonio Díaz Villamil, cuyo importe por las entradas
estuvo destinado al Patronato.251 El 23 de marzo de 1934, el Ministerio de Defensa
Nacional, comunicó por la prensa, la designación del Presidente del Patronato Nacional de
Huérfanos en la persona de Gerardo Velasco, conocido ciudadano de la localidad,
colaborado por Enrique Borda, representante del comercio en general. A pocos días de
haberse posesionado, Velasco y Borda, informaron que habían recibido setenta solicitudes,
de las cuales se atendieron solo ocho, internando a los niños en el Hospicio de San José y
en el Asilo de la Cruzada Pontificia.252 Poco después, se designaron nuevos delegados, de
parte de las Sociedades de Beneficencia, destinados a integrar el Comité Departamental,
ellos fueron Aniceto Solares y Vicente Mendoza López y Corsino Rodríguez,253 quienes
confeccionaron un proyecto de Reglamento interno, o estatuto orgánico. Aniceto Solares,
incluyó en el estatuto, la obligación del Patronato, de atender a los niños huérfanos, según
su condición social, moral y capacidad intelectual, para darles en el futuro una educación
vocacional, ramificándolos en colegios de artes y oficios, o en estudios secundarios, con
perspectiva a profesiones liberales.

46Finalmente, el Decreto de Creación, estableció en sus estatutos que el Patronato Nacional


de Menores y Huérfanos de Guerra, se denominaba simplemente “Patronato Nacional de
Menores”, lo que dio lugar a múltiples confusiones tanto en el nivel ciudadano como
gubernamental. Para tener mayor claridad, se mantendrá el nombre de Patronato Nacional
de Huérfanos de Guerra, para aludir a la institución nacida al calor de la Guerra, cuyo
Concejo Consultivo Central del Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra, estuvo
constituido por un representante del Supremo Gobierno, designado por el Ministro del
Trabajo, Salubridad y Previsión Social, que ejerció las funciones de Presidente; un Fiscal
del Distrito de La Paz; un representante del Consejo Nacional de Educación; un
representante e la Dirección General de Sanidad; un representante de la Contraloría General
de la República y un representante de los familiares de los menores protegidos en el
Patronato.

47El Consejo Consultivo Central, estuvo destinado a asesorar al Ministerio del ramo y a la
dirección general del Patronato, en todo lo concerniente a la política de protección a la
infancia y particularmente, en lo relativo al desenvolvimiento de sus servicios. El cargo de
director general de Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra, era honorario, por lo tanto,
no percibía sueldo alguno. La Dirección General, comprendió todos los servicios, en
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relación a las secciones creadas, como ser inspección, secretaría, archivo y estadística, de
contabilidad, almacenes, registro de huérfanos, asuntos legales, asuntos médicos,
pedagógicos y visitadoras sociales. En los primeros meses de existencia, se consolidaron
algunos comités, en las principales ciudades del país y se fundaron otros. Desde julio de
1935, la presidencia del Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra, estuvo ocupada por
Gerardo Velasco, pero por una enfermedad, tuvo que dejarla a Aniceto Solares. A poco de
fundado el Patronato, se recibió un oficio de los hijos de los movilizados, solicitando se les
extendieran las becas a ellos y a los huérfanos de madre. Sin embargo, el Ministerio de
Defensa, hizo conocer una negativa rotunda. Los primeros cien huérfanos, albergados por
el Patronato en la ciudad de La Paz, fueron ubicados en un departamento, construido para la
Cruzada Pontificia. Los subcomités de las principales ciudades del país, y de poblaciones
importantes, enviaron a La Paz, dos delegados departamentales para la discusión del
reglamento.254

48Dos años antes, el 28 de junio de 1933, el Arzobispado de La Plata, Sucre, había


aprobado una Resolución, que luego fue Resolución Suprema, a través de la cual se
autorizaba a la Iglesia, a poner a la venta algunos objetos innecesarios para el servicio del
culto, a efectuarse a través del Cabildo Metropolitano, para contribuir con dichos fondos a
las comunidades religiosas y a las parroquias al sostenimiento de la Casa de Huérfanos de
la Guerra. que se estaba construyendo en esa ciudad. La Resolución Suprema del gobierno
de Daniel Salamanca, puso en sus consideraciones, que la necesidad era “humanitaria y
patriótica”. Los objetos eclesiásticos fueron adquiridos por el Banco Central y los recursos
conseguidos, se invirtieron en Casa de Huérfanos.255

49Mientras se buscaba una casa definitiva en la ciudad de La Paz, el inspector general


Enrique Borda, ingresó a los primeros huérfanos de Guerra en diferentes instituciones. De
esa manera, fueron doce al asilo de San José, veintiocho en el Hogar de la Cruzada
Pontificia, y dos al Carlos de Villegas. Era una situación pasajera, hasta que se consiguiera
mayor presupuesto, para cubrir a cincuenta niños en total, quienes debían tramitar sus
solicitudes ante el Tribunal Calificador. Sin embargo, en septiembre de 1934, al no haber
conseguido el presupuesto esperado, el Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra, no
pudo arrancar, y tuvo que ofrecer a los niños a familias pudientes, para que se hicieran
cargo de ellos alojándolos en sus casas. La presión social llegó a extremos, como lo fue la
amenaza hecha por la Cruz Roja, de publicar los nombres de las señoras, que no quisieran
aceptar niños pobres en sus mesas.256

50Como los niños huérfanos iban en aumento, las iniciativas eclesiásticas y privadas
continuaron y a fines de 1934, se abrió otro Hospicio llamado “Illimani”, ubicado en la
calle Pichincha y que estuvo al cuidado de las religiosas de la Cruzada Pontificia, quienes
fundaron dieron a los niños alimentación, educación y vestido. Por su parte, las religiosas
del colegio Santa Ana, ayudaron otorgando educación gratuita.257 El Rotary Club,
organizó una olla para niños huérfanos, con donaciones del exterior del país. Paralelamente,
se informaba diariamente la pérdida de menores y la creciente prostitución de niñas
andrajosas y mugrientas, que pedían caridad, un pan o cinco centavos.258

51Cabe mencionar que el 15 de octubre de 1935, el Patronato Nacional de Huérfanos de


Guerra, solo recogía niños de raza blanca y mestiza, no así los indígenas que eran la mayor
parte. De igual manera, la reciente Ley que protegía a las madres solteras, solamente lo
hacía a las de raza blanca, dando lugar a gran cantidad de huérfanos indígenas. A este
propósito, en abril de 1935, en la idea de “crear el nuevo indio”, el Patronato Nacional de
Huérfanos de Guerra, bajo la presidencia de Gerardo Velasco, hizo gestiones ante el
Ministro de Educación Indigenal, Juvenal Mariaca, para que en la Escuela Indigenal de
Huarizata, cercana al pueblo de Achacachi, se creara una sección de niños indígenas,
huérfanos

52de guerra. La carta del presidente del Patronato, refería que casi ningún Comité de la
República, que se encargaba de proteger a estos niños, y habían aparecido indias,
solicitando amparo para sus hijos. La falta de conocimiento de la existencia de organismos,
que podían ampararlas, hizo que muchas aceptaran con resignación, la muerte de los padres
de sus hijos. Sin embargo, en Huarisata se consolidó el sustento un presupuesto para 150
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niños indígenas huérfanos, el mismo que consistía en veinte mil quinientos bolivianos,
determinación tomada por el Ministro de Educación Juvenal Mariaca. Se calculó treinta
bolivianos anuales para cada uno, más cuarenta para gastos de instalación, seis mil para
gastos de ropa para todos y cuatro mil, para la adquisición de herramientas de trabajo.

Cuadro 4.1. Presupuesto para 150 niños indígenas huérfanos

Aumentar Original (jpeg, 119k)

Fuente Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra. Informe del Sr Ministro de Defensa


Nacional. La Paz. 1936.

53Atendiendo a la reciente creación de otras escuelas para indígenas, en el Departamento


de La Paz, se resolvió que también, que las escuelas de indígenas denominadas Caiza y
Utama, ubicadas en el pueblo de Caquiaviri, atendieran niños huérfanos. De esa manera, se
tuvo que la primera recibió treinta y cinco niños y la segunda otro tanto. El 19 de
septiembre de 1935, se aprobó la disposición que fue publicada en un Informe del Patronato
de Huérfanos de Guerra, la cual especificaba, que serían tratados como alumnos comunes o
regulares. Finalmente, se aprobó el presupuesto solicitado por la Dirección General de
Educación, por un monto de setenta mil bolivianos, de los cuales cincuenta y cuatro mil,
serían para el sostenimiento anual de 150 niños; seis mil para gastos de instalación; otros
seis mil para ropa, y cuatro mil para herramientas de trabajo. El presupuesto cubría los “tres
núcleos de ensayo” de protección de indígenas, ubicados en los pueblos mencionados. Cada
escuela, calificaría las solicitudes de los huérfanos, a través de su director.259

54Al margen de la creación de albergues y escuelas para huérfanos de Guerra, de manera


general iba gestándose en las mentes, de quienes dirigían el Patronato Nacional de
Huérfanos de Guerra, la idea de que el gobierno debía tener la obligación moral del
sustento de los huérfanos del país, no como algo pasajero, sino como institución estable. Se
pensaba, en un nuevo concepto de asistencia social moderno, que no tuviera nada que ver
con el concepto de caridad.260 Se trataba, –decían– no de un acto de filantropía, ni una
demostración de seriedad, sino un deber de índole superior, que por lo demás no debía ser
depresivo a la personalidad del huérfano. No era una obra de conmiseración, ni un gesto de
piedad al desvalido, lo que regía la organización era algo que tenía que ver con la justicia
social, que al mismo tiempo cumplía uno de sus más altos y honrosos deberes del Estado.
Sustentaban, que la conciencia social, debía discernir claramente y que era así como se
tributaba honores máximos a los héroes, que daban brillo a la historia patria, También debía
rodeárseles de las más altas y delicadas consideraciones, a los hijos de ellos.

55Por muy modesta que fuera la condición social de huérfano de guerra, se establecía que
debía considerársele con derecho al máximo respeto. No se trataba de dar al niño expósito
pan, ropa y techo, ni siquiera alfabetizarlos, para llenar el claustro universitario con ellos.
La orientación en su educación debía ser flexible, sin atarse a moldes rígidos ni sistemas
únicos. Y como la condición social de los expósitos era variada, según las peculiaridades
propias de cada región de la república, habría de hacerse de él un individuo útil, en el
engranaje de la colectividad y suficientemente apto para un trabajo que le permitiera ganar
su subsistencia. Se quería preparar a los niños como futuros elementos del engranaje social
del país. Todas estas consideraciones fueron elevadas por el Patronato al Honorable
Congreso Nacional a través del Ministerio de Defensa Nacional.

56El 11 de septiembre de 1935, se emitió un Decreto por el cual el Ministerio de Hacienda,


otorgaba al Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra, la suma de trescientos mil
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bolivianos, de los cuales cien mil, se destinaban a la edificación de la Escuela Hogar en la
zona de San Pedro. Los restantes doscientos mil bolivianos, fueron distribuidos entre las
ciudades de Sucre, Oruro, Potosí y Cochabamba a treinta mil bolivianos, para Tarija Santa
Cruz y Trinidad. Los fondos se ejecutaron a través del Ministerio de Defensa Nacional.
Además, se contó con la cooperación financiera de personas particulares y de algunas
sociedades y empresas industriales. El Comité Departamental de La Paz, recibió hasta el 31
de diciembre de 1935, cincuenta y siete mil doscientos setenta y tres bolivianos y el
Patronato Nacional catorce mil doscientos quince bolivianos. Ambas sumas, se depositaron
en los Bancos Central y Mercantil, respectivamente.261

Cuadro 4.2. Presupuesto Nacional del Patronato Nacional de Guerra 1934 - 1935

Aumentar Original (jpeg, 221k)

Fuente: Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra. Informe del Sr. Ministro de Defensa
Nacional. La Paz, 1936.
Note262

57La organización interna del Patronato de Huérfanos de Guerra, instituyó una ficha única
de identificación en todas sus filiales, en la cual se consignaban datos antropométricos,
antecedentes del niño, pormenores de su estado y desarrollo orgánicos y en el reverso los
datos de orden sanitario. En cuanto a la situación de las filiales departamentales, el Comité
de La Paz realizó algunos viajes que permitieron estudiar las instituciones en Oruro,
Cochabamba, Sucre, Santa Cruz y Potosí.263 Con el convencimiento adicional de que nada
era mejor, que mantener al huérfano en el domicilio materno, se estableció una asignación
mensual, que iba a ser complementada con “visitadoras” de la Cruz Roja, que vigilaran la
educación y condición material, en que se desenvolvía la vida de los niños en sus propios
hogares. Por otro lado, se establecieron becas en diversos establecimientos de enseñanza
privada, con el fin de educar en las mejores condiciones. En total el número de huérfanos
atendidos en el todo el país, fue de seiscientos treinta y tres, de los cuales en La Paz se
encontraban ciento sesenta y cinco, en Cochabamba ciento cuarenta y seis, en Chuquisaca
sesenta y tres, en Oruro sesenta y ocho, en Potosí setenta y cinco, en Santa Cruz, cincuenta
y uno y finalmente en Tupiza cuarenta.

58El financiamiento del Patronato, en todas sus filiales, se hacía con cien mil setecientos
cuarenta y nueve bolivianos de activo y la misma suma en pasivo. Sin embargo, el
despacho de Previsión Social del Ministerio de Trabajo, Salubridad y Previsión Social,
informó en 1936, que no había podido llevar a cabo sus proyectos debido a la falta de
recursos económicos, escasez que fue atribuida a la poca conciencia de este despacho por
parte del ejecutivo del gobierno. En mayo de 1936, se dio el Informe anual del Patronato,
correspondiente al período de julio de 1934 a 10 de febrero de 1936. La información
contenía datos relevantes sobre la entidad en Chuquisaca, Potosí, Oruro, Cochabamba,
Santa Cruz, Tarija, Beni y La Paz. Acerca de las disposiciones futuras, el informe refería,
que la atención sanitaria requería disposiciones adecuadas, servicios médicos, dentistas
escolares, esperando que los profesionales brindaran sus servicios de manera gratuita. Se
pretendía también organizar un almacén escolar que permitiera facilitar material de
enseñanza a las escuelas-hogares. Se esperaba contar con la colaboración de maestros
fiscales, contándose para entonces con la ayuda del educador Corsino Rodríguez Quiroga.

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59Respecto a las filiales del Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra, en el interior del
país, se solicitaba permanentemente el trabajo voluntario, de iniciativa y concurso material
para la creación de subcomités, que recogieran al vasto número de huérfanos y pudieran
ampliar el personal directivo del Patronato puesto que éste trabajaba con carácter
honorario.264 La prensa de ese año, publicó sin embargo críticas al Patronato calificándolo
de “obra estéril”, y que “sus resultados [eran] ineficaces”, con “gastos de ingentes caudales
sin beneficio del pueblo”. Se preguntaba también “¿Qué hace tal corporación en bien del
país?” La respuesta del Patronato, refirió que la atención de los huérfanos del departamento
de La Paz, era de plena incumbencia del Comité Departamental, e iniciativas privadas, cuyo
presidente no era el Prefecto, al igual que en los otros departamentos y por determinación
expresa del Decreto Supremo de 8 de mayo de 1934, por lo tanto el recojo de huérfanos, la
vigilancia de su alimentación y todos los demás cuidados no eran pertinentes al Patronato
Nacional sino al Comité Departamental sujeto a cambios políticos y de gobierno. Se
comenzaba a deslindar el Patronato Nacional, del Patronato Nacional de Huérfanos de
Guerra.

60En la fecha del Informe anterior, estuvieron a cargo del Comité Departamental José
Gutiérrez Crespo y José Salmón. Quedó a su cargo, toda la propaganda utilizada para
inscribir a los huérfanos y presentarlos para su admisión al Tribunal Calificador, para ello
se solicitaba la colaboración de prelados, prefectos, subprefectos y corregidores para que
hicieran conocer la existencia de la institución. De ese modo, se consiguió incluso la ayuda
de las autoridades militares para levantar una estadística de los huérfanos, estableciéndose
que no solo recibirían ayuda del Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra los huérfanos,
cuya situación económica era mala, sino aquellos que tenían una situación “favorable”. De
ese modo, se atendieron no solo los huérfanos de la Guerra, sino también hijos de
prisioneros.265

4.7 De Patronato de Huérfanos de Guerra


a Patronato Nacional del Menor
61Las consideraciones mencionadas en el acápite anterior, sobre la necesidad de crear un
Patronato, que no solo albergara huérfanos de guerra, sino a toda la población infantil
abandonada y huérfana, sirvieron para que Aniceto Solares presentara en agosto de 1935, el
proyecto de estatuto orgánico del Patronato Nacional del Menor, que fue aprobado. El
Patronato, asumía la tuición de los huérfanos, como función del Estado, tomando en cuenta
en primer lugar, que el Estado asumía la tutela de los huérfanos que hubieran quedado
privados de la patria potestad. El Estado, los denominaba a partir de entonces, “pupilos de
la nación” hasta que alcanzaran los 18 años de edad. Para conseguir fínanciamiento para su
sustento, se pensó en un sobre-salario, de cuatro bolivianos a todos los obreros, así con un
promedio de veinte mil obreros, se tendría un rendimiento anual, por concepto de sobre
salario 864.000 bolivianos. La suma total de la cual se dispondría anualmente, para la
atención de los huérfanos de guerra sería de 1.740.000 bolivianos, con los cuales el
Patronato podría sostener 5.800 niños, erogando mensualmente treinta mil bolivianos por
cada uno de ellos, es decir se podría cubrir los gastos de cinco mil huérfanos.

Cuadro 4.3. Presupuesto de 1936 para subvención de becas escolares Para huérfanos de
Guerra

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Fuente: Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra. Informe del Sr. Ministro de Defensa
Nacional. La Paz. 1936.

62Por otro lado, habría una contribución obligatoria, por parte de los padres de los niños
ricos, que se educaran en establecimientos particulares, para aligerar también de alguna
manera “la diferencia odiosa entre ricos y pobres” alimentándose ambos de la misma
instrucción, puesto que el proyecto de ley mismo, contemplaba que había que evitar un
falso concepto del sentido de la educación, al crear planteles exclusivamente destinados
para huérfanos, ya que ello era un error imperdonable, casi delictuoso. El huérfano debía
gozar de las mismas prerrogativas que el que no lo era.266 Como existía un gran número de
niños abandonados de toda condición social cuyas madres no los querían entregar en
ningún asilo, el Patronato Nacional de Menores, solicitó al Ministerio de Instrucción, la
concesión de becas para huérfanos. De ese modo, se consiguieron cinco becas, en cada uno
de los establecimientos privados tales como Colegio Alemán, Colegio La Salle, Colegio
San Calixto, Colegio Don Bosco, Colegio de los Sagrados Corazones, Colegio Católico
Inglés, Colegio Santa Ana e Instituto de María Auxiliadora. Una gran parte de los niños
favorecidos con becas, –en 1935–, eran hijos de oficiales, cuyas viudas pobres con
numerosa familia no tenían para pagar la beca en un internado. La viuda de un subteniente
por ejemplo, recibía 146.66 bolivianos mensuales de pensión, siendo que el monto a pagar
en cualquier colegio como mensualidad por alumno era de ochenta bolivianos.

63Con el antecedente anterior, el Patronato Nacional de Menores, solicitó al Gobierno que


en el presupuesto de 1936, se incluyera el rubro de becas para los huérfanos de guerra. La
idea, era lograr becar entre doscientos y trescientos niños huérfanos, incluso trayendo a la
ciudad de La Paz los niños que por su condición social, o su capacidad merecieran tal
preferencia. Ese mismo, año el Ministro de Instrucción, respondió al Patronato dando
cuenta detallada de la subvención que daría a los pupilos en diferentes instituciones de
instrucción. La subvención estatal para alumnos becados era de cuatro mil bolivianos, por
cada diez niños.

64Hasta el mes de febrero de 1936 el Comité Departamental de La Paz continuó sus


funciones regularmente, pese a que los cambios políticos renovaron prefectos varias veces.
Como fuera imposible contar con una casa propia para el Patronato y como se dijo
anteriormente, los niños tuvieron que ser alojados en el Hospicio San José y el Hogar
Villegas, incluyendo los que eran atendidos por la Cruzada Pontificia, que fueron
desalojados, por haberse convertido esa casa en hospital militar. Finalmente, por gestiones
del mismo Patronato Nacional y del Comité Departamental a cargo del Patronato Nacional
de Menores, se consiguió un amplio lote de terreno, entre las calles Mamoré y Bravo,
habiéndose encomendado los planos para la edificación al arquitecto José Manuel
Villavicencio. El terreno, fue cedido por el Ministerio de Guerra, estaba ubicado en el

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barrio de San Pedro y tenía una superficie de 5.389 metros cuadrados.267 Para la obra, se
disponía de cien mil bolivianos, provenientes del Tesoro Nacional, cifra que unida a otros
recursos, hizo subir el monto a doscientos ochenta mil bolivianos. Sin embargo, el costo
estimado era de medio millón, que se consiguieron gracias a un generoso donativo de José
Soria, quien paralelamente, donó la propiedad denominada El Paraíso destinada a una
Escuela –Hogar que llevaría el nombre de “Teniente Méndez Arcos”.

65En febrero de 1936, se entregó el establecimiento El Paraíso, –en el barrio de San Jorge–,
al Patronato Nacional de Menores, bajo la dirección y administración de los educadores,
Ángel Chávez Ruiz y su esposa. La casa chacarilla, estaba ubicada a espaldas de la avenida
Arce y sobre el callejón García. Comprendía varios edificios, terrenos y piscina. El Comité
Departamental, a cargo del Patronato Nacional de Menores, estableció que la nueva Escuela
–Hogar, se denominaría en adelante Escuela Hogar “Teniente Méndez Arcos” y se
comprometió a levantar en el plazo de un mes, un dique en el río Choqueyapu, destinado a
resguardar la propiedad de las crecientes del río e instalar la Escuela –Hogar en el plazo de
dos meses. La administración, estaría a cargo de la Cruzada Pontificia u otra institución
apostólica. Recibieron la donación José Salmón Ballivián, Prefecto y Comandante General
del Departamento, Aniceto Solares, Presidente interino del ex Patronato Nacional de
Huérfanos de Guerra, Tomás Monje Gutiérrez, Fiscal de Gobierno y Primitivo Sánchez,
Administrador del Tesoro Departamental. La donación de la propiedad El Paraíso, venía a
constituir un segundo lote de terreno donado al Patronato Nacional de Menores.268

4.8 Filiales en el país


66En marzo de 1938, el presidente del Patronato Nacional de Menores, Enrique Borda
fundó la filial de Uyuni, denominada Comité Provincial del Patronato de Huérfanos de
Guerra, –mantenían el nombre original–, que según información local venía funcionando
dos años antes, por iniciativa de señoras del Rotary Club de la localidad. Ese año, el
orfanato funcionó con cien niños, dándoles albergue, alimentación y vestuario por cuenta
del Estado,269 así como también el Patronato de Huérfanos de Tarija con fondos de la
liquidación realizada al Ferrocarril Villazón Atocha, por The South American Mining. La
suma destinada para ello fue 32.132 bolivianos y fue depositada en el Banco Central.270

67En cuanto a las finanzas del Patronato Nacional de Guerra, que tanto dieron que hablar a
la prensa local, luego del Informe del Inspector General Enrique Borda, se estableció que el
monto recaudado por la Dirección Departamental de Consumos, en diferentes conceptos,
desde el inicio del Patronato, fue de mil quinientos treinta y cinco bolivianos, provenientes
entre otros de impuestos y multas, como por ejemplo la sanción impuesta al peso deficiente
del pan.271 Como la manutención del Patronato Nacional del Menor, era un dolor de
cabeza para el Ministerio de Hacienda, uno de sus directores Julio C. Patiño, escribió en
1939 una carta, que se publicó en los periódicos de la ciudad y de la República, solicitando
una limosna de las familias bolivianas. La solicitud era una cuota mensual y fue extensiva a
bancos, empresas mineras, fábricas, sociedades anónimas, industrias y comercio en general.
Denunciaba Patiño, que la mayoría de las familias de la ciudad, tenían mesa abundante o
por lo menos de sobra, existiendo alimentación hasta para los perros y los gatos, pero no
había para los “niños desvalidos que les cuidaban el coche”.272

68El Comité Central del Patronato Nacional de Menores, –recién constituido–, estuvo
conformado por diez vocales natos, nombrados por el Supremo Gobierno. Representarían a
las siguientes entidades: dos miembros de las sociedades privadas de beneficencia, hombre
y mujer, uno por el Concejo Nacional de Educación; uno por el cuerpo médico; uno del
Estado Mayor General, en representación del ejército; el Presidente de la Cruz Roja
Boliviana; uno por la Legión de excombatientes; uno por la Asociación de Periodistas; uno
por las instituciones bancarias; y uno por las instituciones comerciales. Este personal,
nombraría su Directorio por votación en simple mayoría, el cual estaría compuesto de
Presidente, Vicepresidente, Tesorero e Inspector General; todos ellos, durarían en sus
funciones dos años, pudiendo ser reelectos. Para la filiación de los niños en el Patronato de
La Paz, o en los subcomités departamentales y provinciales, se impuso una Ficha de
Filiación obligatoria, en los que se llenaban los datos generales del niño, nombre apellido,
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hijo legítimo o natural, fecha de nacimiento, lugar y nombre y apellido del padre y acción o
enfermedad de que hubiese fallecido, unidad o repartición militar, en que hubiera prestado
sus servicios, nombre de la madre o tutor encargado, dirección domiciliaria, número de
expediente de admisión, fecha de calificación y admisión, la forma de protección acordada,
curso a que pertenece, observaciones, en cuanto a su conducta general y escolar. También
se llenaba una ficha de salud pormenorizada.

69El Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra, creado por Decreto de 8 de marzo de


1934, pasó a depender del Patronato Nacional de Menores, bajo el régimen de un solo
director y por el decreto de 30 de enero de 1941, se estatuyó el Reglamento General del
Patronato Nacional de Menores y de Huérfanos de Guerra. Sin embargo, hasta principios de
1939, el Patronato Nacional de Menores no había iniciado aún su organización. En vista de
la situación económica de entonces, comenzó a funcionar en forma bastante deficiente,
anexado al de Huérfanos de Guerra. El año 1941, tampoco contaba con suficientes recursos.
Por ese entonces, en la ciudad de La Paz se atendía a más de un mil niños de ambos sexos,
huérfanos de guerra y menores abandonados.273 En mayo de ese año se entregó el servicio
de un nuevo edificio, destinado para escuela-hogar, con capacidad para 700 a 800 niños, al
cual fueron trasladados todos los menores huérfanos de guerra. En todo el país, la situación
de huérfanos de guerra era la siguiente: en Sucre se atendía a 150 menores, sin contarse con
local propio, los niños se encontraban internos en el local del colegio Salesiano y las niñas
en el Buen Pastor, que en ese año habían sufrido efectos de desnutrición, debida a una mala
administración, mal que fue asistido con el nombramiento de dos interventores, que
constantemente vigilaban la alimentación y el trato que se daba a los niños.

70En Oruro se atendía a 250 huérfanos de guerra, y menores abandonados, en dos escuelas-
hogares, la primera, que era para niñas, funcionaba en el Hospicio Penny, cedido
condicionalmente al Patronato, y la segunda de niños, funcionaba en un local alquilado. En
la ciudad de Cochabamba, el Patronato contaba con tres locales: La Providencia, donde se
albergaban niñas, a cargo de religiosas alemanas; la Cruzada Pontificia, perteneciente a la
congregación del mismo nombre, albergaba niños mientras se concluyeran las adaptaciones
y reparaciones del edificio, destinado para ellos. Atendía a 400 niños de ambos sexos. En la
ciudad de Potosí, se entregó un edificio a medio construir, motivo por el cual, los
doscientos niños de ambos sexos sufrieron incomodidades.

71En Santa Cruz se tenía el edificio “Asilo Mercado Aguado”, que fue entregado al
Patronato, por un contrato celebrado con la Municipalidad de esa ciudad. Albergaba cien
niños y fue construido por voluntad del filántropo cruceño José Mercado Aguado, cuyos
herederos, a su fallecimiento quisieron revertir el inmueble y el caso pasó a la Cámara de
Diputados de entonces. En Tarija, los huérfanos de guerra y menores abandonados, se
encontraban internos en el edificio de propiedad de las religiosas de Santa Ana, donde
había 60 niños. En Trinidad, el Patronato contaba con un edificio propio. A fines de 1940,
se invirtió una suma apreciable en reparaciones pues se encontraba en malas condiciones.
En 1941, albergaba 55 niños. En Tupiza, se contaba con un subcomité que tenía a cargo 40
niños, en su mayoría huérfanos de guerra.

72En Uyuni, el Patronato disponía de un amplio edificio cedido por la municipalidad para
escuela –hogar, donde el Patronato mandó construir un amplio dormitorio. El subcomité de
Vallegrande, contaba con un edificio propio construido especialmente, que tenía capacidad
para 200 niños, atendiendo en aquel entonces 80. En Camargo el Despacho de Previsión
Social, tenía un edificio donde se instaló la escuela-hogar que funcionaba normalmente con
40 niños, dándose preferencia a la enseñanza agrícola, ya que se trataba de una zona muy
fértil que vivía de la agricultura. En Roboré, ocurrió que el subcomité tenía a su cargo cerca
de 40 niños huérfanos de guerra, pero en vista de que sus madres y familiares preferían
recibir en sus casas las pensiones correspondientes a los niños, tanto por alimentación como
por vestuario, optó por suprimir la escuela –hogar de la población.274 El Patronato,
resolvió no aceptar a ningún menor en una escuela –hogar sin resolución del Ministerio del
Trabajo, Salubridad y Previsión Social.

73El Ministerio del Trabajo y Previsión Social, con sede en la ciudad de La Paz, quedó
encargado de supervisar hasta el 31 de diciembre de 1944, todos los expedientes de los
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menores colocados bajo la protección del Patronato. El Ministerio del Trabajo, Salubridad y
Previsión Social y la Contraloría General de la República organizaron una comisión
especial, para revisar el movimiento económico del Patronato Nacional de Menores, así
como para estudiar los métodos de contabilidad y contar con un contralor fiscal, que dicha
institución debía observar en el futuro. El Patronato Nacional de Menores, centralizó
también el pago de pensiones a los huérfanos de la Guerra del Chaco, debiendo traspasarse
a su Presupuesto, la cantidad fijada en la dirección de listas pasivas de la clase de tropa por
el mismo concepto.275

74El recién creado Patronato de Menores, dependía en 1948 del despacho de Previsión
Social del Ministerio de Trabajo, Salubridad y Previsión Social y estuvo dirigido en sus
primeros años por María Josefa Saavedra276, quien había nacido en los primeros años del
siglo XX. Saavedra fue la primera mujer abogada en Bolivia, y desde su juventud, se dedicó
a tareas relacionadas con las clases marginadas especialmente los niños, fue miembro del
Directorio del Hogar San José, cuando aquél estaba dirigido solamente por hombres. A
María Josefa Saavedra se debe el Primer Código de Menores en Bolivia. Desde su
despacho, en el Ministerio de Trabajo, llevó cuidadosamente los libros relacionados con el
Patronato Nacional de Menores.277 En esos vigilaba todos los establecimientos estatales de
protección al menor, en las capitales de los nueve departamentos de Bolivia.

75Desde el despacho de Previsión Social, se hacían las compras a las fábricas nacionales
más competentes en precio y calidad para proveer a los orfanatos de vestuario y
alimentación. Se destacan en los documentos de compra, las incipientes fábricas de textiles
lideradas por emigrantes árabes e italianos a Bolivia como las fábricas de textiles Forno y
Said, o aquellas de mercería, como la “Casa Grace” y botonería como “La Española”, de
Francisco Asbún. Las de tejidos de lana, pertenecientes a la migración judía278, como “La
Polonesa”, de Elias Aizencang y Miguel Tobía. En los libros que existen en el Archivo de
La Paz, se lee que hubo compras al por mayor, especialmente de ropa confeccionada a la
firma Hauschild y Bauer, así como artículos de sastrería, calcetines por docenas, telas de
gabardina, diablo fuerte y piquet para la confección de ropa de niños de “toda la república”,
abarcas279, chompas o suéteres de lana de “La Polonesa”, tela “kaky” o gabardina color
beige, calzados, abrigos de invierno, muselina para pañuelos. Las compras, se efectuaban
para establecimientos concretos, es decir para el número exacto de alumnos que existían
oficialmente.

76Como colofón al presente capítulo, se debe mencionar que por gestión de la Directora
Nacional de Menores, Josefa Saavedra, por Decreto Supremo de fecha 9 de marzo de 1950,
el Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra, pasó a llamarse Dirección Nacional del
Menor y Protección a la Infancia.280 Resumiendo, cabe señalar que la responsabilidad que
asumió el Estado en la supervisión del menor abandonado y huérfano, tuvo una gesta larga
y llena de escollos. Pareciera que de manera general, la sociedad entera, en todos sus
niveles, no llegaba a comprender la distancia entre la caridad católica y la solidaridad
social, un hecho fortuito como la Guerra del Chaco, hizo caer en cuenta, de la necesidad de
que el país contara con un organismo estatal, que se hiciera cargo de los niños desvalidos,
pero como el sentimiento desasosegador de la pérdida de la Guerra, con tanta desgracia en
recursos humanos y económicos también se fue enfriando, el Estado y la sociedad en
general fueron despreocupándose de los huérfanos y los niños abandonados, o en peligro de
serlo.

77Los Hogares Villegas y San José siguieron funcionando en la forma en que lo hicieron
hasta 1972, cuando San José se desintegró por expropiación de su local. Si bien esta les fue
indemnizada, la Sociedad Católica, tuvo que tomar nuevos rumbos, que desde el punto de
vista de la madurez y concordancia con los nuevos tiempos en los que las órdenes
religiosas, dedicadas a los pobres y desvalidos en general, comenzaron a cambiar métodos
de trabajo. Modernizaron el modo de encarar la pobreza y los niños sumidos en ella.281 En
la actualidad, el Estado tiene un Hospicio llamado Virgen de Fátima, para niños de cero a
siete años, pues a partir pues esa edad los varones pasan a la Ciudad del Niño y las niñas al
Hogar Villegas.

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Notas

210 Silvia Rivera 1984,29.

211 Hasta 1952 solamente votaban hombres alfabetizados, la cual constituía una capa
ínfima de la sociedad.

212 Marie Danièlle Demèlas 1981, 56.

213 Luis S.Crespo 1909, 19.

214 Silvia Rivera 1980, 30-31.

215 Marta Irurozqui 1995, 361.

216 Marta Irurozqui 1995, 13.

217 Ibídem.

218 Sandalias a utóctonas hechas de pita.

219 Luis S. Crespo 1909, 44-47.

220 Ibídem.

221 Ibídem.

222 María Robinson Whrigt 1909, 124-129.

223 Ibídem.

224 Felipe López Menéndez, 1965, 208.

225 Irma Lorini 1994, 72.

226 Herbert Klein 1972, 215.

227 Luis S. Crespo 1909, 18.

228 Rigoberto Paredes, citado por Irurozqui, 1995, 363-369.

229 Servicio doméstico obligatorio de indios provenientes de fincas.

230 Herbert Klein 1972, 215-216.

231 Marta Irurozqui 1994b, 139-154.

232 Ibídem.

233 Ibídem.

234 El 4 de febrero de 1860 se organizó en La Paz la “Junta de Artesanos” con personería


jurídica.

Marcos Valenzuela y Fernando Chuquimia 1999,27.

235 Rossana Barragán 1990, 69-71.

236 Ibídem.
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237 Ibídem.

238 La Razón 1936,11 de agosto, 12.

239 Angélica Illanes 1993, 27.

240 El Diario 1917, 12 de octubre, 5.

241 Ana María Seoane y Florencia Duran 1997, 1930.

242 Ibídem.

243 Ibídem.

244 La Razón 1934, 24 de enero, 6.

245 La Razón 1934, 11 de agosto, 5

246 La Razón 1934, 14 de septiembre, 12.

247 La Razón 1934, 2 de marzo, 4.

248 La Razón 1934, 4 de marzo, 8.

249 La Razón 1934, 23 de agosto, 3.

250 La Razón 1934, 20 de marzo, 8.

251 La Razón 1934, 11 de septiembre, 5.

252 La Razón 1934, 12 de mayo, 4.

253 La Razón 1934, 27 de mayo, 7.

254 La Razón, 1934, 3 de junio, 3.

255 Anuario Administrativo 1933, 849.

256 Ana María Seoane y Florencia Durán 1997, 130-133.

257 Ibídem.

258 Ibídem.

259 Informe Ministerio de Defensa Nacional, 1936, 5-10.

260 Se hace referencia a lo que sucedió una década antes en Chile, aunque en
circunstancias distintas. Illanes 1993, 141.

261 Ibídem

262 Aniceto Solares 1936, 1-32

263 Ibídem.

264 La Razón 1936, 5 de mayo, 6.

265 La Razón 1936, 6 de mayo, 10.

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266 Ibídem

267 Ibídem

268 El otro fue el que quedaba en la calle Mamoré.

269 La Razón 1938, 15 de marzo, 7.

270 La Razón 1938, 18 de marzo,6.

271 Ibídem.

272 Carta de Julio C. Patiño, Director del Patronato Nacional del Menor dirigida a Luis
Balli-vián. ALP/BS 1939.

273 Abelardo Ibáñez Benavente 1941,27-30.

274 Ibídem.

275 Leyes Sociales de Bolivia 1944, 38-41.

276 María Josefa Saavedra nació en La Paz (1902-2000), fue la primera mujer que ingresó
a la Facultad de Derecho y la primera ahogada en graduarse como Ahogada en la
Universidad
Mayor de San Andrés y en Bolivia.

277 El Archivo de La Paz guarda varios tomos de libros empastados con documentos de
gastos efectuados en la gestión de María Josefa Saavedra como Directora del Patronato
Nacional del Menor entre los años 1948-1953.

278 Por efecto de las dos Guerras Mundiales.

279 Especie de sandalia hecha de cuero utilizada por los indígenas en el campo en Bolivia,
actualmente se fabrican en goma de llantas desechadas de automóviles. Las abarcas
estaban destinadas a niños asilados en el Reformatorio “P. Asín” del pueblo de Viacha a 25
kilómetros de la ciudad de La Paz.

280 María Josefa Saavedra. Información verbal.

281 Desde hace más de veinte años la Sociedad Católica de San José sostiene centros de
orientación a familias pobres en zonas marginales de la ciudad. A través de apoyo al
ciudadano, facilitándoles Certificados de Nacimiento; guarderías infantiles, bibliotecas,
centros de recreación para niños de 4 a 18 años; atención médica cubren las necesidades
mínimas de más de 800 niños con irradiación a 2.500 familiares quienes cuentan con
asistencia médica. La Sociedad Católica de San José tiene fondos propios provenientes de
un estacionamiento de vehículos en el predio que les quedó luego de la expropiación y que
se encuentra en una zona céntrica de la ciudad. De esa manera la Sociedad Católica de San
José ha ido acorde con los tiempos en una tarea ya no de atención a niños huérfanos y
abandonados sino de prevención a la aparición de ellos. Por su parte el I logar Villegas
funciona hasta hoy con los mismos parámetros iniciales. Sin embargo allí se cuenta con la
ayuda de religiosas del Amor de Dios. Ambas instituciones reciben aportes del Estado y
una que otra limosna esporádica de la ciudadanía en general.

Índice de ilustraciones

Título Cuadro 4.1. Presupuesto para 150 niños indígenas huérfanos

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Fuente Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra. Informe del Sr Ministro
Leyenda
de Defensa Nacional. La Paz. 1936.

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Cuadro 4.2. Presupuesto Nacional del Patronato Nacional de Guerra 1934 -


Título
1935

Fuente: Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra. Informe del Sr. Ministro


Leyenda
de Defensa Nacional. La Paz, 1936.Note262

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6168/img-2.jpg

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Cuadro 4.3. Presupuesto de 1936 para subvención de becas escolares Para


Título
huérfanos de Guerra

Fuente: Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra. Informe del Sr. Ministro


Leyenda
de Defensa Nacional. La Paz. 1936.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6168/img-3.jpg

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Capítulo V. El imaginario social femenino
sobre la pobreza y la beneficencia
p. 147-174

Texto Notas

Texto completo

1La conciencia colectiva nacional y ciudadana de la presencia del otro, y la ayuda precisa
que había que dar en particular a los huérfanos del país, se manifestó a fines del siglo XIX,
coincidiendo con el sentimiento autonomista que muchas mujeres empezaban a
experimentar entre la clase alta de la sociedad de La Paz. Las asociaciones benéficas en
torno a los niños huérfanos y abandonados, eran una causa acorde al ideal femenino
decimonónico de bondad, generosidad, altruismo, caridad y demás virtudes cristianas
inculcadas por la iglesia católica y la sociedad282; virtudes que no iban en contra el nuevo
sentimiento de independencia femenino.

2El sentimiento altruista en el segundo sentido que le dio Rouma283, el meramente


emocional, que surge más de las masas de la sociedad, dominado por impulsos o
sugestiones del sentimiento, fue el empuje que guió a las señoras que se dedicaron a la
beneficencia de niños necesitados. De carácter marcadamente inferior al primero, el
altruismo emocional, es menos sólido y durable que el primero. A las mujeres paceñas de
clase alta, de fines del siglo XIX, les desasosegaba tanto la pobreza del otro, como el peligro
que ésta representaba en la clase indígena urbana, –que era la más pobre–, pues ello traería
consigo malas condiciones de salud para toda la ciudad. En el ámbito político, ese
sentimiento se manifestaba como el miedo ante el “peligro indio”284, el peligro de que se
rebele y reclame derechos. Toda acción “benéfica”, constituía un cordón para controlarlo y
todas las que se desplegaban no respondían solamente a un sentimiento. Formaban parte de
un movimiento local, que se venía dando en casi todos los países latinoamericanos. En la
década de los veinte, hubo varios Congresos Panamericanos, de dirigentes de instituciones
relacionadas con la “cultura o la beneficencia social”. De esa manera, el ocuparse de los
niños huérfanos y desamparados, y de las actividades literario-musicales fueron el mejor
pretexto para la emancipación femenina285. El sentimiento social, del sector de la
población paceña que se dedicaba a atender al niño pobre, al huérfano y abandonado a
través de la beneficencia, se vio exaltado por efecto de la Guerra del Chaco entre Bolivia y
Paraguay a mediados de la década de los treinta, porque tuvo como consecuencia la
aparición de un amplio sector de niños que perdieron a sus padres en el campo de batalla.
Las mujeres, –como toda la población del país–, se pusieron en campaña para socorrer tanto
a los soldados que partieron al frente como a los niños que iban quedando huérfanos. Como
vimos en el capítulo anterior el sector político gobernante, las autoridades edilicias y de la
Prefectura del departamento de La Paz, vieron como una necesidad imperiosa la creación
del Patronato de Huérfanos de Guerra, que daría lugar pocos años más tarde a la aparición
del Patronato Nacional del Menor. En la nueva coyuntura el sector femenino, –que había
empezado un franco movimiento de emancipación desde principios del siglo XX–, contrajo
un nuevo compromiso con la niñez.

5.1 El imaginario social femenino


3El imaginario cultural de la mujer de clase alta, a principios del siglo XX, era un
conglomerado de principios morales y sensibilidades que tejían en torno a sí costumbres,
tradiciones, creencias y todo aquello que conformaba la corona de honor que enaltecía a su
familia. El honor era algo moral y sentimental y depositaría de esos valores dentro de la
familia, era la mujer quien además de practicarlos debía educar en ellos a sus hijos.

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El rol de la mujer no puede ser sino el hogar.
Y para el hogar debemos educarla, sin
descuidar por supuesto su ilustración.”286

4En los años en que la mujer empezaba a dar los primeros pasos, autonómicos, campeaba
en el ambiente de las familias más tradicionales, el sentimiento de honra que se merecía la
familia. Para preservarlo, la familia debía mantenerse dentro del hogar, cualquier acción
fuera de él era una afrenta a la virtud más preciada por una mujer, que era su integridad
física y moral. Además que salir de su casa la vulgarizaba.

5El Director de Instrucción Pública José María Suárez,(1918) se hizo eco de los prejuicios
de la época, cuando escribió, que la mujer tenía un camino propio a seguir; la Universidad
no podía cerrarle sus puertas, pero corría el riesgo de masculinizarse, por ello había que
trazarle el verdadero camino, para ella orientado hacia el hogar287. Para ella, la familia no
era solamente un patrimonio, sino también un capital simbólico de honor288. Todo lo que
lastimara su reputación, o empeñara su honra, era una amenaza. Por ello, la percepción de
las nuevas tareas de trabajo social, hacia el menor abandonado, estaban movidos
íntimamente por las virtudes y valores arriba mencionados, pero también por lo que estaba
bien visto, lo que honraba a su esposo y a su familia. Sin duda, el nuevo movimiento
femenino de emancipación, que iba cobrando fuerza, desde principios de siglo, y entraba en
franca contradicción con el ideal de mujer decimonónico, enraizado en la sociedad y que en
el fondo, era un levantar las ataduras rígidas del poder masculino sobre ella. Toda su
actividad fuera del hogar, dedicado a las Sociedad de Señoras, o de la Sociedad Protectora
de la Infancia, debió ser por tanto tormentoso para su conciencia.

6Sin embargo, en un plano distinto, desde la perspectiva de la sociedad, la salida de la


mujer fuera del hogar, cuando realizaba trabajo social en favor del pobre y del menor
abandonado, prodigaba distinción a su familia. De ese modo, se lograba zanjar el
sentimiento contradictorio, que podía haber en mujeres que practicaban la labor social
como emancipación femenina. En ese sentido, accederían al llamado de munícipes y
autoridades de la Prefectura, para hacerse cargo de la dirección de esas y otras instituciones
destinadas al menor abandonado, o en vías de serlo. En el ámbito del honor, en el que debía
crecer la mujer, debía morar la honradez, el respeto de los demás, la riqueza, las buenas
costumbres, la educación, la cultura, el altruismo, la apariencia de hacer el bien. En todo
ámbito, la mujer tenía un rol importante, debía rodear a su cónyuge, de “comprensión”, ante
cualquier actitud o desacierto, porque lo más importante, era practicar la buena educación,
en decoro, honestidad y dignidad y todo lo que significara “honor” para la familia. El papel
del hombre, era representar ese hogar en el trabajo y en la sociedad, demostrando que sus
actitudes caballerosas, eran fruto de aquella utópica armonía.

7La deshonra sobrevenía siempre, por causa de las mujeres, quienes eran las que estaban
siempre más expuestas al deshonor. Por ello preservar su integridad sexual, era una misión
del hogar. Ni qué decir de la bastardía, que era objeto de una reprobación particularmente
fuerte. Ello explica el abandono de menores, el infanticidio, o el alumbramiento
clandestino, practicado también en la clase alta. Y no es que la práctica del honor, se
relacionara solamente entre las familias más acomodadas, también se encontraba en
familias de clase media, que trataban por todos los medios enaltecer su familia, con
acciones de prestigio. Por esa razón, la deshonra de una hija embarazada, era tan grande
que era más probable, un abandono de la criatura, que el hecho de tener una hija madre
soltera en la casa.

8Por honor, atendían los médicos gratuitamente en instituciones públicas o de beneficencia.


Por distinguirse, cedían su sueldo a actos benéficos. El honor era financiado por sus propias
rentas, por fincas y haciendas. En la cúspide del honor, se unían el poder político, el poder
económico y la preeminencia social. Una forma de proporcionarse honor, era el poder
prodigar dinero para acciones benéficas privadas, para lo que era necesario, tener un buen
capital o formar parte del poder político, además de proceder de familias antiguas
renombradas289.

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9Aunque la mujer desde fines del siglo XIX, era muchas veces quien hacía que se trabajaran
las fincas, que propiciaban la riqueza de las familias, su trabajo debía pasar desapercibido.
Era el alma de la casa, y su paso debía ser así, tenue y perfecto. La capacidad para mantener
las dos actividades, era la base para la estabilidad económica y la armonía familiar.
Finalmente, las familias vivían de sus haciendas y fincas y el honor, que el marido
demostraba, debía ser sustentado por alguien detrás de él290. Era costumbre entre las
familias amigas, el regalo o donación de canastas de productos, así como también a
conventos y hospicios como actos de beneficencia y renombre. Eran acciones que
acreditaban su honor y prestigio social. Por ello la pérdida del patrimonio, fue dramática
para las generaciones posteriores a 1952291, que se habían acostumbrado a vivir con lujo y
sin otro tipo de ingreso292. Cuando perdieron sus haciendas, tuvieron que empezar a
vender objetos de valor como cuadros, platería, porcelanas, con el fin de mantener su status
social.

10Con relación a la educación de la mujer de clase alta, hacia 1924, se le inculcaba que
tenía que tener sentimientos de solidaridad hacia los pobres, mendigos y desheredados. Se
lee a través de discursos femeninos, cuán solidaria debía ser la mujer con el niño indígena,
a quien consideraba que había que proteger, alfabetizar y educar. Y en lo concerniente a sí
misma, se consideraba de prestigio, tener por meta su escolarización en el ciclo
secundario293. Sin embargo, las mujeres de clase alta, ponían como el principal y más alto
deber el ser madres, y tener un hogar donde criar a los hijos. Los escritos recogidos en la
revista Eco Femenino, muestran el pensamiento, pero sobre todo, el sentimiento de mujeres
pujantes, muy emancipadas para la época, quienes clamaban por valores y virtudes, que
debían tener las madres, maestras, compañeras y novias. Ser tiernas, amorosas, sacrificadas,
buenas y dulces eran las virtudes que debían sobresalir294.

11Las mujeres solteras, las hijas de familias bien acomodadas, eran instruidas solamente en
las cosas domésticas. La literatura de la época, está llena de escritos, que pretendían
enaltecer a la mujer con estereotipos idealizados, tales como “reina de la creación”, “ángel
del hogar”, “diosa”. Su “ciencia”, debía mostrarse al llegar a ser esposas y madres modelos,
que hacían todo y enseñaban a los que dependían de ellas. Se consideraba que los estudios
debían ser limitados, pues era digno de censura sobrecargar a la mujer con estudios
“demasiado difíciles”, como geometría, ciencias naturales, literatura. Se ponía como
ejemplo a Bélgica, que había decretado la enseñanza de la economía doméstica, y de los
trabajos caseros en las escuelas públicas de jóvenes295. No hay que olvidar, que los moldes
belgas traídos a Bolivia en 1929, por el educador belga George Rouma, fueron inculcados
en las Escuelas Normales de Sucre y La Paz cuyas sociedades pacatas, eran caldo de cultivo
perfecto para asimilar esos valores.

12Sin embargo, el papel de la mujer fue cambiando. Así aquella mujer sumisa, que no
servía, sino para ser mártir de su casa, rompió esquemas y hacia 1920, los derechos
políticos de las mujeres, estuvieron en debate, aunque solamente en un reducido grupo de
mujeres. Las mujeres de clase alta, seguían manteniendo la imagen de ser débiles, sensibles
y pasivas, influidas por la imagen de la mujer católica. Algunas veces, estas mismas
mujeres, se preocupaban por las niñas de todas las clases sociales, pero sólo con un
sentimiento altruista, que las colmara de honor296. Es por esa razón que fueron las mujeres
de clase media, las que irrumpieron en la vida política, formando agrupaciones políticas y
sindicales.

13Entre 1920 y 1940, en países como Argentina o Chile, donde hubo fuerte inmigración
europea, las mujeres comenzaron a estudiar y a trabajar fuera de casa. En La Paz, unas
pocas lo hicieron. Lo que daba la nota diferente en esta ciudad, respecto a los demás países,
era el mestizaje cultural. La cantidad creciente de mano de obra doméstica femenina,
compuesta por indígenas recién emigradas del campo a la ciudad, se ubicaban en el estrato
más bajo de la sociedad, pero ellas fueron dando a la ciudad hijos e hijas que se iban
instalando en trabajos del comercio y en algunas fábricas. Surgía de esa manera, la
presencia de una mujer trabajadora y medianamente instruida. Este fue el cambio más
notorio de la mujer inmigrante, en lo que se refiere a su su reivindicación social. Sus hijos,
serían paceños, tal vez mestizos, y para ellos estaban destinadas las escuelas nacionales
gratuitas, creadas por los gobiernos liberales y republicanos.
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14Hacia los años 30, algunos discursos feministas, empezaron a aparecer en los periódicos.
Así leemos, que se relacionaba a la mujer con el maestro al ser ambos los “grandes factores
del moderno pacifismo”. La mujer, era especial, por “la delicadeza de sus sentimientos, y
su grande e incomparable intuición, sobre los estragos de la guerra”. Por naturaleza, era
enemiga de la violencia, porque era víctima directa al arrancársele de sus brazos a esposos e
hijos. Las reflexiones periodísticas, apuntaban que esa era la razón del por qué, cuando las
banderas nacionales se teñían con el rojo de la sangre, la mujer “temblaba sobrecogida,
llena de angustia, anudada la garganta y húmedos los ojos”, mientras el hombre, iba a la
pelea, borracho de himnos patrióticos, de furor, sin discutir el motivo que lo empujaba a
matar a sus semejantes”297.

15En esa década, cuando el furor de la Guerra del Chaco hacía estragos con esposos,
hermanos y novios, algunas escribían por hacer de la mujer un ser como lo pedía el
momento:

“...Preciso será, que una muchacha se eduque dentro de la más estricta vigilancia. Que
desde temprana edad forme parte de sociedades de acción benéfica, para que así no piense
egoístamente que ha venido a la vida sólo para divertirse, y encerrarse en el castillo de
cristal de su indiferencia. Que pueda considerar que no sólo se debe a ella, sino también al
resto de la sociedad dentro de la cual vive y del seno de la cual se debe desterrar todo
parásito... Hacer que la juventud vele por la niñez, es otro de los deberes del momento.
Poder evitar y extirpar de raíz la mendicidad infantil, que con caracteres alarmantes va
presentándose...”298.

16El verdadero feminismo, –registraban los escritos–, suponía que mientras imperara en el
mundo la fuerza bruta, y los hombres resolvieran sus problemas internacionales o de
política local por la guerra, o la revolución, la mujer seguiría siendo la parte débil de la
humanidad, incapaz de nivelarse en resistencia física, y en furor bestial con el hombre. La
superioridad de la mujer, residía en su corazón, y por esta superioridad era la llamada a
cooperar en forma real y efectiva en la pacificación de los espíritus, “con sus enseñanzas en
el hogar, meciendo al niño y cantándole dulces canciones”299.

17La sociedad sentía que las mujeres, eran las llamadas a inculcar el pacifismo en sus
parejas, su misión no era más una abstracción utópica de las almas nobles, eminentemente
cristianas, era una obsesión atormentadora de las multitudes y minorías selectas, debían
conmocionar a los gobernantes. El hombre, que había hecho de la mujer un ser débil,
estereotipada, frente a toda circunstancia de la vida, recibía ahora, las primeras lecciones de
conciliación y pacifismo en el hogar. El sentimiento plasmado en la prensa, expresaba que
de muy poco serviría el desarme material, la equivalencia de las escuadras, los comités de
conciliación, los tribunales de justicia internacional y el gran instrumento de la civilización
actual, la Liga de las Naciones,si los hombres del futuro, no recibían las primeras lecciones
de condescendencia en el hogar. Lecciones, que después el maestro reafirmaba enriquecido
en la escuela300.

18Es muy significativo indagar sobre la sensibilidad social que tenían las mujeres de clase
alta. Esa cualidad es tangible en las revistas de época, como Feminiflor301, Aspiración302,
Eco Femenino303 e Indice304, que captan las inquietudes de las “almas sinceras, ansiosas
de luz, belleza y bondad”305. La revista Indice, estuvo dirigida por María Luisa Sánchez
Bustamante de Urioste, y mostraba un ánimo de mayor preocupación por temas sociales y
políticos. En el fondo, trataban de reflejar lo que entonces se llamaba feminismo, que era el
derecho a trabajar, a estudiar y a conseguir derechos civiles y políticos, sin abandonar su
hogar al que consideraban el centro de sus vidas.

19Algunas agrupaciones, como el Ateneo Femenino, publicaba sus inquietudes, en revistas


como la mencionada índice, donde buscaban participar totalmente en acciones, tanto
benéficas como culturales. Dirigidas por María Luisa Sánchez Bustamante, las jóvenes
ingresaban a la agrupación con un trabajo literario, o una interpretación musical. Se quería
agrupar a mujeres “ilustradas” en las que cupieran sentimientos altruistas y también
patrióticos. Estaban seguras que era la mejor manera de contribuir al progreso del país y del
mundo, desde el momento en que se contactaban con agrupaciones similares de países
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vecinos como Argentina, Chile y Perú. Hacia fines de los años veinte, las mujeres de clase
alta, no solamente querían liberarse del encierro de sus hogares, sino también de la curia
eclesiástica. A María Luisa Sánchez Bustamante de Urioste, nombrada Secretaria de la
Beneficencia de Señoras, le parecía inaceptable el hecho de que las mujeres de alta
sociedad estuvieran supeditadas a los curas. De ese modo, en 1929 se realizó la Primera
Convención de Mujeres, en la que dicha mujer mostró su total independencia de la curia
eclesial306.

20Los aspectos que más resaltan las revistas femeninas, de principios de siglo, son la
desventura en la que estaba sumido el indio, y su falta de educación. Los más eminentes
pensadores, como Franz Tamayo y Alcides Arguedas, se ocuparon del tema, e
indudablemente sus ideas llegaron al sentir femenino de la época. La clase alta, desdeñaba
la cuestión con menosprecio, y en algunos casos con lástima, vertiendo expresiones como,
“estos indómitos aymaras” con su “melancólica música incaica”. En una colaboración de
Arguedas, a la Revista Eco Femenino307, en 1924, decía “hablar del indio haría llorar al
mundo”. Es paradójico sin embargo, cómo algunos sectores obreros y mestizos en general,
simpatizaban con la élite blanca, con respecto a los indios, así las cholas y mestizas
arraigadas en las ciudades reproducían también muchos de esos esquemas discriminatorios,
tratando mal en los mercados a los indios, recién llegados del campo 308.

21El imaginario del sentir femenino, que podemos reconstruir a partir de artículos escritos
por mujeres escritoras de Eco Femenino, pertenecientes a la clase alta y media, fue en algún
momento silenciado por la clase social dominante, porque sencillamente era vergonzoso
para su clase, el reconocer que había pobreza, indios analfabetos y desaseados y mucho
más, niños abandonados. El reconocimiento de esta realidad, golpeaba el honor de los
acaudalados, pero al mismo tiempo sus propios intereses económicos y sociales, ya que
basaban su riqueza en la explotación del otro.

22Hubo mujeres de clase alta, –que aunque excepcionales–, criticaron y denunciaron la


hipocresía de las esferas altas de la sociedad, frente a los hechos lacerantes de la guerra,
desde la tribuna de revistas como “La Gaceta de Bolivia” o “El Perfil de las Semanas”.
María Virginia Estensoro, escribió bajo el seudónimo de Maud d'Avril, el poco interés que
tenían las mujeres de clase alta, de romper con la situación de dependencia de los hombres,
y que más bien mostraban conformidad309. Hay sin embargo discursos valientes, que
denuncian el comportamiento hipócrita e interesado de la sociedad. Un folleto publicado en
Sucre en 1925 denunciaba a la sociedad los motivos ocultos que tenía la filantropía.
Sostenía, que la indigencia era un peligro para el bolsillo de la sociedad; la niñez
abandonada, era el semillero del crimen; el alcoholismo, un espectáculo repugnante; el
crimen, algo muy grave; la locura, una cosa muy temible; las enfermedades, origen de
contagios310. Toda actitud favorecedora, o de beneficencia social hacia las clases
desposeídas, y hacia las penurias señaladas, era simple y llanamente para ocultar el simple
y miserable sentimiento de egoísmo. Así como el egoísmo personal, primaba en la alta
sociedad, el egoísmo religioso, se traducía en la caridad, la cual no era más que un
préstamo de favores a largo plazo, y con interés usurero. El bien, era para sí mismo no para
el necesitado. Eran muy raras las personas que practicaban el altruismo verdadero. De ese
modo, en la práctica de la caridad interesada, aunque fuera un motor ignorado, se crearon
hospitales, manicomios, asilos, orfanatos, lazaretos, sifilicomios, penitenciarías modernas,
así como también servicios de beneficencia, e higiene, para amparo de la maternidad y el
recién nacido311.

23Osorio, el autor del un folleto en el cual se culpaba a las mujeres de falta de cuidados al
dar a luz, decía que ni por altruismo, ni por caridad, se movía la conciencia de la gente
pudiente, para ayudar a las madres pobres a enfrentar su infortunio. Decía, que por lo
menos, por espíritu de egoísmo de casta, la humanidad debería cambiar de rumbos y
dedicarse con ahínco a proteger, a salvar a los suyos, cuando necesitaban de su ayuda.
Afirmaba, que en lugar de instituir tantas agrupaciones benéficas, la sociedad debería
dedicarse a prevenir la existencia de niños abandonados, degenerados, enfermos que
padecían enfermedades hereditarias y de infinidad de inválidos de nacimiento y niños
retardados. El autor atribuía el mal, al descuido absoluto de la acción social, sobre la
generación en sus tres fases, antes, durante y después del parto. El origen de todo, estaba en
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que una mujer, concebía más o menos en circunstancias normales, pero nadie la aconsejaba,
nadie la guiaba durante su preñez. Podía ser tuberculosa, o cardíaca o nefrítica, podía ser
sifilítica, o haber sido fecundada por un sifilítico, podía tener malas configuraciones óseas,
estrechez pélvica, padecer de enfermedades anémicas y debilitantes. De ese modo, el hijo
nacía en malas condiciones. La sociedad, tan presta a dar su colaboración a las obras de
beneficencia inútiles, le negaba su concurso. Se criaba entonces, el hijo sin protección,
amparo ni defensa. Por esa razón, cualquier tarea preventiva, debía estar dirigida a la
atención a la madre y al recién nacido312.

24No solamente la mujer de clase alta, se vio motivada a salir de su hogar en busca de su
realización personal, a través de obras benéficas, también las mujeres de la clase obrera
irrumpieron el ambiente de la ciudad, con reuniones propias de su sector. Así el Comité
Femenino del Partido Obrero, a la cabeza de Angélica Ascui Fernández, convocó a una
conferencia relacionada con el movimiento obrero nacional, y la educación de la mujer
obrera. Los periódicos locales, cubrieron la noticia alabando la función que cumplía la
Universidad Popular, en bien de la cultura que correspondía a la clase obrera313. Otro
número de esta revista, dio cobertura a una nueva sensibilidad, dedicando un número a la
escritora Adela Zamudio, poetisa boliviana de fines del siglo XIX, que aunque no dirigida al
sector obrero, trataba de mostrar una nueva perspectiva del sector selecto de la
sociedad314.

5.2 Las sociedades de beneficencia y las


mujeres de clase alta
25Las actitudes altruistas de las mujeres de clase alta, de la ciudad de La Paz, –nacidas la
mayor parte de las veces del sentimiento de culpa católica–, se pusieron en evidencia en las
sociedades de beneficencia. La crónica de una visitante inglesa en 1910, –invitada por el
Presidente Montes, para que escribiera sobre Bolivia–, decía que la mayor parte del tiempo,
las señoras de Bolivia estaban dedicadas a la beneficencia. Como todas sus “hermanas sur
americanas”, estaban atentas a los deberes de la Iglesia y a las diversas instituciones de
beneficencia que sostenían315. La Sociedad de Señoras de La Paz, fue la primera en
fundarse en el tercer tercio del siglo XIX. Las Sociedades de Socorros Mutuos y las
Sociedades de Beneficencia, nacieron casi simultáneamente y fueron el antecedente de las
Sociedades San José y Protectora de la Infancia, destinadas a acudir a los pobres faltos de
atención316. De hecho, hubo una eclosión de sociedades de beneficencia y socorros
mutuos, en el último tercio del siglo XIX en todo el país por influencia de los países vecinos.
Las sociedades de socorros mutuos, proponían sacar de la inseguridad a sus asociados
socorriéndoles de dificultades, a causa del temor al desamparo familiar, la enfermedad y la
muerte. Nacidas precisamente a la sombra del olvido de la élite gobernante, practicaron una
política social de ayuda mutua, ante los graves problemas que vivían317.

26Las clases pobres, los obreros, los artesanos, se unieron en sociedades de socorros
mutuos, que les asistiera con medios para curarse, o en su caso, para cubrir las necesidades
de un eventual entierro. Cualquier nacional o extranjero, podía pertenecer a esas
sociedades, con sólo el requisito de ser presentado por uno o más socios y el pago de
ingreso, por lo general de tres a cinco bolivianos y la cuota mensual de un boliviano. Las
sociedades de beneficencia “más serias”, en La Paz para el cronista de esta noticia fueron
Socorros Mutuos de San José, Sociedad Católica de Socorros Mutuos, Centro Comercial,
Unión Gráfica Nacional, Obreros de La Cruz, El Porvenir de Artesanos, El Buen Pastor318.
La euforia de las sociedades, también pasó a las colonias extranjeras francesa, española,
italiana, alemana y peruana, que estaban constituidas en sociedades de beneficencia, con
estatutos especiales, diferentes en cada uno de los casos. El gobierno nacional y las
municipalidades ciudadanas, subvencionaban a estos establecimientos con fuertes sumas de
dinero, al entender que era la forma de acudir a los pobres. En el fondo, era el nuevo estilo
liberal, de interesarse por el otro para acallar las necesidades ajenas de los pobres que les
inquietaban. Sin embargo, los políticos veían en algunas sociedades gremiales, –como la de
los zapateros, carpinteros, sastres–, un trampolín político electoral ideal, para conquistar
prosélitos a sus causas ofreciéndoles cargos públicos o prebendas temporales319.
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27Desde mediados del siglo XIX, las Sociedades de Beneficencia, buscaron solucionar la
pobreza y la falta de asistencia médica y educativa en la población de la ciudad. Las
primeras Sociedades, incluían en su atención a todos los huérfanos y gente desamparada,
que deambulaba por la ciudad. La separación entre la beneficencia en general y la
beneficencia dedicada a los niños huérfanos, apareció en la ciudad de La Paz con la
fundación de la Sociedad Protectora de la Infancia en 1909320. La propia Sociedad
Católica de San José, fundada en 1878321 y conocida posteriormente exclusivamente por
su dedicación a niños huérfanos, –que había iniciado su actividad en 1879, creando una
“Casa de Caridad”, donde al inicio se recogieron pordioseros, huérfanos, mendigos,
enfermos, ancianos, “locos” y toda la gente “menesterosa” que deambulaba por la ciudad–,
a partir de la segunda década del siglo XX, enfatizó su dedicación a los niños y envió a los
“locos” a Sucre, al nuevo hospital de enfermedades mentales, Gregorio Pacheco322.

28Las primeras Sociedades de Beneficencia, fueron la Sociedad de Beneficencia de


Señoras, la Sociedad Católica de San José, la Sociedad de Socorros Mutuos “San José” y la
Sociedad de Beneficencia “San Vicente de Paul”. La Sociedad de Beneficencia de
Señoras323 fue fundada en 1871. Estaba conformada por damas de la élite paceña, quienes
se unieron, para trabajar por los pobres, ante el abandono en que vivía, una gran cantidad de
gente en la ciudad, ante la falta de solidaridad v comprensión, por parte de la sociedad
paceña, hacia los pobre s en general. Con el apoyo de la caridad pública, las señoras de la
Sociedad de Beneficencia, se encargaron de organizar una botica y una despensa caseras,
en las cuales guardaban remedios y víveres, de toda clase destinados a socorrer a enfermos,
en otros hospitales y en las propias viviendas de la gente pobre. Llegó así su socorro a
ancianos, huérfanos, menesterosos y presos.

29La Beneficencia de Señoras, también se ocupó de entierros de pobres. Su funcionamiento


fue sin ayuda alguna del Estado, solamente con cuotas personales que iban desde uno hasta
40 pesos mensuales. En un año, lograron reunir 1.792,6 pesos, con lo que alcanzaban a
pagar324 médicos y conseguir las medicinas requeridas. Algunas mujeres, conocidas por
sus aficiones literarias, formaron parte de la Sociedad de Beneficencia de Señoras. Iniciaron
su misión, dando subsidios económicos al hospital de mujeres, queriendo lograr con ello,
un poco más de “humanidad en las sirvientas”, que acudían a las enfermas y mayor
prolijidad en la distribución de las medicinas, que ellas mismas conseguían. Es el caso de
Modesta Sanjinés y Natalia Palacios, quienes consiguieron con su prestigio personal, –de
escritora la primera y de educadora la segunda–, avalar las acciones de la Sociedad, tales
como recaudar recursos, apelando a la limosna de personas acomodadas de la ciudad y del
gobierno local y nacional. Entre la gente que prodigaba recursos en la década de los años de
1880, aparecen estadistas importantes como los presidentes de la República Aniceto Arce y
Gregorio Pacheco. Las socias de la Beneficencia de Señoras, hacían visitas anuales al
panóptico de la ciudad y les prodigaban alimentos y regalos especiales, como cuando, en
1920, se destinó una función de cine del “Biógrafo de París”325. La inspección se hizo
aquel año, a raíz de una carta recibida de parte de M. Ordóñez López y Augusto Iturralde,
quienes acababan de visitar el panóptico y hacían constar su mal estado:

“A raíz de la visita general de cárcel que ha tenido lugar el sábado de la pasada semana, con
sentimiento que la mayor parte de los asilados del panóptico, debido a la falta de vestuario
y camas, se encontraban en un lamentable estado de abandono, pues muchos de ellos,
apenas si dormían sobre unos miserables harapos. Con objeto de remediar siquiera en parte,
esta miserable situación, se ha organizado una Junta compuesta por las siguientes personas:
Sres. Néstor Pérez Velasco, Manuel Ordóñez López, Luis E Valle, Carlos V. Lanza,
Augusto Iturralde y Sabino Ríos”326.

30Durante el conflicto de la Guerra del Pacífico, que se desarrolló entre 1878 y 1881, la
actividad de la Sociedad fue intensa, como lo fue también la Sociedad Católica de San José
fundada en 1878. Las Señoras de la Beneficencia, socorrieron a soldados heridos en la
guerra, llevando a sus casas “ricas panitelas327, vino generoso, suculentos caldos y hasta
confituras para recrear y embalsamar el paladar”. En ese primer momento, la Municipalidad
de la ciudad de La Paz, también socorrió a los héroes de guerra, incluyendo muchas veces,
a refugiados de los aliados peruanos. Las Señoras de la Beneficencia, se constituyeron en
una ayuda eficaz para reclamar apoyo para las víctimas de la guerra, consiguiendo para
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ellos, el pago de sus sueldos devengados, quincenas, cédulas de invalidez y pasaportes
recomendatorios, para que los mutilados regresaran a sus hogares.

31Otra Sociedad de Beneficencia, fue la “Sociedad Católica y de Socorros Mutuos, ”San


Vicente de Paul”, cuya fundación en 1885, se debe al obispo Juan de Dios Bosque328,
quien encomendó a un grupo de personas, organizar una entidad benéfica y religiosa.
Estableció sus principios en la protección recíproca de sus miembros, especialmente en los
casos de enfermedad y de muerte, en la creación un Instituto donde se educara a los hijos de
los socios. El primer presidente de la Sociedad fue Ignacio L. Zapata, por entonces
Presidente del Consejo del Municipio329. Podían ser socios de la entidad, individuos de
todas las clases sociales, que fueran católicos y cumplieran fielmente las labores de la
Sociedad. La Sociedad, se fundó con 112 socios varones y 5 mujeres. Al año siguiente de
su fundación, ya se contaba con 295 socios. La Sociedad, estableció la formación de
inspectores de barrios, que conocieran las distintas condiciones de la población y rebasó su
función benéfica y llegó al sector educativo, fundando un Instituto de instrucción primaria y
secundaria con el mismo nombre.

32En nueve años de funcionamiento, de 1893 a 1901, se educaron aproximadamente entre


60 y 140 alumnos. Conocidos personajes de la ciudad, se educaron en él como Bautista
Saavedra330, Juan Francisco Bedregal331, Abdón Saavedra332, Tomás Monje
Gutiérrez333 y otros. La Sociedad, tenía nombrado un Vocal de Instrucción encargado de
representarla en todas las actividades educativas de la ciudad, como en la inauguración del
año escolar. Internamente, debía velar por la administración económica del Instituto. Entre
los estatutos de la Sociedad, estaba el de elevarla moral de sus asociados, convocando a
concursos históricos y cultivando el teatro.

33La Comisión de Beneficencia de la Sociedad de “San Vicente de Paul”, debía velar en


primer lugar, por la salud de todos los socios, comunicando inmediatamente al médico de la
institución, si algún miembro enfermaba. Y si sucedía su deceso, debía ocuparse de todos
los gastos funerarios. La Comisión, se encargaba también de entender la ciudad por zonas,
para llegar con su ayuda, a todas las personas necesitadas. En nueve años, de 1893 a 1901,
la Sociedad de “San Vicente de Paul” asistió a 3.007 personas, gastando un total de 2.124
bolivianos en dinero, y 4.291.62 en medicinas y vituallas. Asimismo, atendió 72 entierros.
La Sociedad de San Vicente de Paul, se constituyó en una institución importante de socorro
a niños y desvalidos. En 1920, cuando realizaba su reparto anual de juguetes a los niños
pobres, instituyó en el país del “Día del Niño”. En 1933, tema por sede una casa en la calle
Sucre, otra casa en la Avenida Frías, –actual calle Illimani–, donde funcionaba el Instituto,
y un Mausoleo en el Cementerio General. Ese año tenía 135 socios334.

34Otra Sociedad de Beneficencia, fue la “Sociedad de Socorros Mutuos de San José”,


fundada en 1882, por el mismo obispo Bosque y que estaba conformada originalmente por
personas de diferentes clases sociales335. Si se comparan las cifras de gastos y atención a
necesitados, entre las Sociedades de Socorros Mutuos “San José” y la Sociedad de “San
Vicente de Paul”, se constata que, en esos mismos años, “San José” atendió a 1.482
personas, gastando un total de 9.185,91 pesos. Podría pensarse, que existía cierta
competencia asistencial entre ambas sociedades336. En 1925, se estudiaban las bases de
una fusión entre la Conferencia de San Vicente de Paul y la Sociedad de Beneficencia de
Señoras, ya que según un articulista del periódico El Diario, ambas instituciones tenían
fines “idénticos en la práctica del bien”, y el fin último que las animaba no se había
practicado por falta de unión337. Finalmente la Sociedad de Beneficencia de Señoras se
constituía en coordinadora de las diferentes sociedades de Beneficencia cuando se trataba
de trabajar en conjunto para socorrer a gente necesitada, como sucedió en 1916 cuando
hubo un derrumbe de tierra sobre un barrio de la ciudad338.

35Las Sociedades Católica de San José y Protectora de la Infancia, fueron fundadas en


1878 y 1909, respectivamente y se ocuparon mayormente de niños huérfanos. A ellas van
dedicados los siguientes dos capítulos. En 1920, la Municipalidad de La Paz aprobó el
reglamento de la institución religiosa de las Hermanitas de Los Desamparados, que entre
otras cosas, obligaba a la superiora de esa comunidad religiosa y de beneficencia, a pasar la
nómina de los asilados cada tres meses al Concejo Superior Municipal339. Las
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asociaciones femeninas, especialmente las de beneficencia, tenían como pretexto los
“nobles” fines por los cuales fueron fundadas, aunque les sirviera como trampolín social y
de esparcimiento. Organizaban con frecuencia, bailes, desfiles, veladas literarias y
musicales, fiestas de las flores y otras actividades. Entre 1920 y 1932, la beneficencia pasó
a ser un pretexto ideal para la organización de festejos y fiestas sociales. Las asociaciones
femeninas, se vieron sumidas en un frenético trabajo desde la celebración del centenario de
la Independencia, ocurrida en 1925, hasta concursos de belleza y bailes de beneficencia, en
1932. La crónica social, registra todo ese trajín social. El Ateneo Femenino, instituido para
promover el trabajo intelectual de la mujer, convocaba anualmente los Juegos Florales con
fines benéficos, donde las mujeres de sociedad, podían presentar poemas, números
musicales y diferentes interpretaciones artísticas.

36En 1928, la Sociedad de señoras San Vicente de Paul, preparaba para fines filantrópicos
el Día de la Flor, en el que grupos de señoritas de los “mejores círculos sociales”, vendían
flores en canastillos a los transeúntes. Sus balances, demostraban en forma minuciosa y
documentada, la inversión de los fondos en pensiones a protegidos, socorros a enfermos,
servicio de botica, sepelio de indigentes, entregas al hospicio, comidas para los niños del
mismo, fiesta para los pobres, obsequio al hospicio de San José. También distribución de
prendas de vestir a los pobres, el día de San Vicente de Paul, conservación del asilo y otros
gastos. Esa vez reunieron la suma de “veinticuatro mil setecientos noventa y un bolivianos
ocho centavos.”340 Fue justamente en una de esas Fiestas Florales, en honor de las reinas,
celebrada en el Auditorio de la Feria Exposición, ubicado en la Avenida Arce y propiedad
de Rosa Agramonte de Cusicanqui, cuando se supo la noticia del estallido de la guerra del
Chaco el año 1932, que enfrentó a Bolivia y Paraguay. Toda la concurrencia, impresionada
con la noticia, se puso de pie y entonó el Himno Nacional, al paso que en las puertas del
recinto ferial se agolpaba una muchedumbre.

37Con motivo del anuncio de la próxima Guerra con el Paraguay, la Sociedad de


Beneficencia de Señoras, ofreció sus servicios al Comité de Defensa Nacional,
manifestando su solidaridad ante el peligro patrio y que se hallaba dispuesta a brindar
ayuda “en todo sentido”, a los fines del Comité341. Otra institución femenina de
beneficencia, fue la Cruz Roja, que fue fundada en 1925 y se puso por tarea ocuparse de los
niños indigentes a través de enfermeras. Fundó para ello una Escuela de Enfermeras y su
fin fue mantenerla. Las enfermeras se ocuparían de los niños pobres, raquíticos, de los
obreros tuberculosos, de las madres que trabajan y que no tenían donde dejar sus niños, de
los escolares enfermizos, gt los soldados pobres. Todos ellos, contaban con la inmensa
garantía de la Cruz Roja, que se preocupaba en todas partes del mundo, por mejorar la
condición de los menesterosos342.

38Tres años después, en febrero de 1928, se inauguraron cursos en la Cruz Roja Boliviana.
Allí el Presidente del Comité Nacional de la Cruz Roja, se dirigió a las mujeres,
encomiando su actividad al dedicarse a las “más simpáticas y nobles actividades
femeninas”. Recalcaba, que no era que les moviera algún oscuro propósito de fomentar
ideas bélicas, sino impulsar la preparación de la mujer boliviana, en la “sublime misión de
aliviar los dolores del que sufre ya que sus naturales ”instintos de compasión, dulzura,
bondad y abnegación”, la impulsaban a ese género de actividades que apoyadas en una
conveniente instrucción harían de ella el ángel tutelar de los que sufrían343.

39Desde los primeros años del siglo XX, las sociedades de beneficencia se empezaron a
relacionar entre sí. El 11 de febrero de 1928, se realizó la tercera reunión de los directorios
de todas las Sociedades de Beneficencia, celebrada en casa de la presidenta de la Sociedad
de Señoras, Bethsabé Iturralde de Levy. En ella fueron presentados y discutidos con toda
amplitud, los proyectos de legislación sobre la creación de un Comité Nacional de
Beneficencia y el establecimiento de una Dirección General de Higiene en la República344.
Los principios de la Cruz Roja, según palabras de Bethsabé Iturralde, eran dedicar todo su
esfuerzo, para el progreso y derecho de la mujer en la humanidad, para lo cual era
importante, aunar esfuerzos de todas las mujeres suramericanas. Su pensamiento iba en
torno a la idea de que había que reunir en las mujeres, su don más valioso, que era la
inteligencia unida al corazón, lo que les haría encontrar el origen de los sentimientos más
puros y nobles de alma, los cuales debían ser educados mediante virtud y ciencia. La
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principal virtud, era la caridad, encargada de dar felicidad a los huérfanos, que eran quienes
sufrían el mayor de los ostracismos. La caridad, era el principio de los goces, que permitían
encontrar paz en el corazón345.

40Desde principios del siglo XX, se comenzó a asociar la beneficencia pública a la actividad
obligada de las esposas de los Presidentes del país, o Primeras Damas. Así se advierte, la
presencia de la hermana del Presidente Ismael Montes, Celina Montes entre las mujeres del
directorio de la Sociedad Protectora de la Infancia, fundada por Resolución municipal de 20
de febrero de 1909. En la década de 1920, la mujer se incorpora activamente en algunos
espacios, como el comercio y la administración pública y paralelamente, la beneficencia va
convirtiéndose en una acción social del Estado. A Luisa Salinas Vega Torrico de Siles,
esposa del presidente Hernando Siles, (19261930) se le atribuye una labor social y
caritativa muy importante, con la creación del Preventorio de Niños Débiles de Obrajes,
que llevó su nombre y que al principio funcionaba como escuela al aire libre. Luisa Salinas,
fue además presidenta de la Liga Nacional contra la tuberculosis, fundó la Asociación de
Canillitas y también fue presidenta honoraria de la primera Convención de Mujeres,
realizada el 1° de mayo de 1929 en La Paz.

41Durante la Guerra del Chaco, lideraron actividades benéficas las hijas del Presidente
Daniel Salamanca, Leonor y Raquel Salamanca, quienes fundaron la Sociedad Patriótica de
Señoras, conformando un directorio presidido por Leonor Salamanca de Guzmán, que
reunió en el Palacio de Gobierno, un grupo de mujeres de la sociedad paceña. A su vez, la
esposa del presidente Germán Busch, (1936-40), Matilde Carmona de Busch, se empeñó en
construir un dispensario, sostenido por la acción social del apostolado, con colectas
públicas y con la colaboración gratuita de médicos. También trabajó en la Liga Nacional
contra la Epilepsia, y fue vocal de la Mesa Redonda Panamericana, así como
vicepresidenta de la Comisión Internacional de Mujeres, con sede en Washington. Además,
hizo labor intelectual en el Ateneo Femenino346. La hermana del Presidente Hertzog,
(1948) María Teresa Hertzog de Pacheco Iturralde, se hizo cargo del Hogar Villegas y
posteriormente de la Sociedad Protectora de la Infancia, destacándose también en otras
actividades, en favor de la mujer y en 1948, cuando se creó en la ciudad de La Paz el
Patronato Nacional del Menor, María Teresa Hertzog, presidió al mismo tiempo el Hogar
Villegas y el Hogar de Huérfanos de Guerra “Méndez Arcos”.

5.3 Las clases obrera y media femenina:


asociaciones sindicales y culturales
42Si por un lado, las mujeres de clase alta, se dedicaron a las actividades benéficas y
literarias, las de clase media, se asociaron en agrupaciones feministas y sindicales347, éstas
últimas, nacieron a partir del tercer decenio del siglo XX. En su origen, se destacó Angélica
Ascui, quien entre 1920 y 1945, escribía en la Revista Cultural del Centro Social
Educativo. Hacia 1935, las mujeres de las asociaciones, extendieron su campo de acción a
la educación de los indios, a la cabeza de Angélica Ascui, del Ateneo Femenino.
Consiguieron la donación de un terreno de cinco mil metros, en el barrio de Calacoto, con
el fin de destinarlo a la construcción de un Colegio Indígena Urbano. Ese mismo año,
Etelvina Villanueva, organizó la Legión Femenina de Educación Popular América, que fue
el antecedente de los subsidios de la Caja Nacional de Seguridad Social, tales como la
semana del libro, bibliotecas populares y leyes de amparo a la mujer, que contempla el
Código de familia348.

43Con la aparición de partidos obreros de izquierda, nacieron algunos pasquines


femeninos, entre ellos Arte y Trabajo, de Cochabamba, dirigido por Cesáreo Capriles, que
entre 1921 y 1934, publicaron 300 números. De uno de los números, Medinaceli destaca un
soneto popular que refleja una nueva perspectiva del sentir femenino de la clase obrera que
decía:

“De soltera nos reprimen


de viuda nos oprimen
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de casada nos exprimen
y de vieja nos suprimen”349.

44La liberación proletaria, estuvo liderada por Domitila Pareja, mujer del pueblo que
escribía para conseguir la ansiada liberación de los pueblos oprimidos. Sus escritos, se
publicaron en la Revista Bandera Roja. Otra escritora, fue Martha Mendoza, que escribió
tanto en la prensa oficial, como en la de denuncia y en un periódico femenino, llamado
Opinión Nacional. Sin duda, la motivación principal de las escritoras, era su relación con
los varones sindicalizados. Según Medinaceli, lo más destacable de estas escritoras, es que
provocaban la reacción masculina de la época, quien ante la alusión, atacaban a las mujeres
cuando escribían “... todavía la mayoría del pueblo proletario, tiene la conciencia
estacionada, en especial el sexo femenino”350.

45El semanario obrero Claridad, aparecido en 1921, contaba entre sus redactoras a Fidelia
Corral, quien escribió con ideas de cristianismo primitivo igualitario. Hubo otras revistas,
como La Vanguardia, La Antorcha, Nueva Era, que cubrían expresiones de mujeres del
sector de la clase media. En la Revista Bandera Roja, se presentaba una abierta crítica,
precisamente hacia las instituciones elitistas de damas burguesas, que componían la
Sociedad Protectora de la Infancia. La revista, sustentaba irónicamente, que las damas
burguesas, pretendían fundar una iglesia dentro del asilo de huérfanos. Criticaban a
aquellas, como “mujeres histéricas”, y a los hombres que las apoyaban, como “hombres
eunuquizados y atrofiados”, mientras que criticaba la sumisión en que se encontraban las
mujeres del común, lamentando su estado calamitoso en una ignorancia completa351.

46En 1928, la propaganda obrera, había logrado formar una opinión general acerca de la
situación de la mujer obrera, considerándola una realidad injusta, ya que el salario era
insuficiente, y sumirse en la prostitución transgrediendo las reglas conocidas por la moral
pública. Se las exigía candor y honestidad a todas las mujeres, sin embargo, aquella que por
una u otra circunstancia, se alejaba de las normas establecidas por la moral del común, era
condenada a la vergüenza y al oprobio público. La mujer obrera, empleada en una fábrica,
debía luchar rudamente debido a la esclavitud económica en que se debatía, perdiendo
muchas veces el control de sí misma, especialmente cuando adoptaban la vida fácil de la
prostitución352.

5.4 Participación de la mujer boliviana en


asociaciones femeninas latinoamericanas
47El año 1925, marca una época singular en la independencia de la mujer latinoamericana.
Las Asociaciones Femeninas Internacionales, como la Liga Internacional de Mujeres
Ibéricas e Hispanoamericanas”, empezaban a realizar reuniones, en las que se proponían
integrar a las “mujeres intelectuales y progresistas de la raza”. Hubo una reunión, realizada
en México a mediados de 1925, que estuvo patrocinada por los gobiernos de México,
España y varios países de Sur y Centroamérica353. Otro encuentro, se dio en diciembre de
1925, cuando tuvo lugar en Lima la Segunda Conferencia Pan-Americana de Mujeres,
donde la delegada de Bolivia Elena Schmidt, sustentó en su discurso que el campo de
acción de la mujer en la sociedad paceña y boliviana, era allá donde “su misión humana”, lo
requería, especialmente en los centros filantrópicos y de beneficencia, tradicionalmente
encargados a “nobilísimas” damas. También debía salir a centros culturales, e, incluso, a la
universidad para estudiar carreras liberales, comercio y otras carreras de especialización
profesional354. En la misma conferencia, la delegada del Comité Panamericano de
Mujeres de Bolivia y presidenta de las Sociedades de Beneficencia, Bethsabé Iturralde
Levy, se refirió a que la caridad era la “primicia” entre las virtudes y era la bienhechora
sobre los pueblos, cuyos huérfanos sufrían el más aterrador ostracismo y que se debía
buscar la fuente de riqueza espiritual, en la paz del corazón dada por la fe en la religión
católica.

48Refería la presidenta, que la mujer debía buscar la paz del corazón y el alma en las
enseñanzas cristianas, para lograr consolar las miserias más dolorosas, entre las cuales se
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encontraba la del huérfano, el anciano y el moribundo. La generosidad, despojaría el
egoísmo protegiendo y amparando a los semejantes y haciendo felices a sus familias, que
conocían solamente las vicisitudes y amarguras de la vida. Escribía, que era una
satisfacción socorrer el hambre de los niños. Respecto a los ricos, decía que ricos eran
aquellos a quienes el pueblo bendice y agradece. Ese tipo de discursos, que parecían
copiados de libros de versos y de rezos, eran los que proliferaban en las reuniones
femeninas benéficas y filantrópicas355. Para Elena Schmidt, –que expresaba el sentimiento
de las mujeres bolivianas de clase alta en ese momento,– el progreso, la vida, la verdad, el
saber, el perfeccionamiento intelectual, residía asimismo en la práctica de la caridad, en
gran escala, haciendo que las naciones más poderosas, protegieran a las más débiles, lo que
se podía conseguir con la unión de los pueblos.

49Por su parte, Bethsabé Iturralde, presidenta de la delegación del Comité Panamericano de


Mujeres de Bolivia, y delegada de las Sociedades de Beneficencia, expuso vagas ideas,
sobre una supuesta colaboración de la “mujer ilustrada, que en esa Conferencia
Panamericana, marcaría un hito histórico en la mujer sudamericana, sobre todo en la
realización de ideales patrióticos y desinteresados, llevados a cabo por mujeres a quienes
guiaban los ”sentimientos más puros y nobles de alma y que se educan mediante los grados
de virtud y ciencia que han adquirido, verdad que unos más perfectos que otros”356. Sin
duda, más importantes que las palabras emitidas por Bethsabé Iturralde fue el evento
mismo de la Conferencia Panamericana, a la que asistió no por la importancia y fuerza de
las determinaciones tomadas, sino precisamente por lo contrario, por la limitación de sus
aspiraciones. En primer lugar, se consideraban de gran utilidad las escuelas al aire libre o la
asistencia de los niños a plazas públicas. Además, seguir fomentando el arte del tejido de
tapices y alfombras y también la apertura de escuelas talleres, anexas a las escuelas. Por
último, otorgar diploma de la Escuela de Medicina a las enfermeras, a fin de elevar su
rango y reconocer su eficacia357.

50A pesar de que las inquietudes y aspiraciones femeninas de aquel tiempo en Bolivia, no
son significativas para la mujer de fines del siglo XX, éstas no estaban tan alejadas de la
realidad, en la vivían las mujeres en Europa, concretamente Inglaterra, donde apenas si se
destacaba el trabajo de la mujer, fuera del hogar. En un artículo periodístico, publicado en
la prensa local paceña, se reproducía un artículo de un diario de Londres, que había sido de
interés general. Se sostenía, que el trabajo ennoblecía y dignificaba a la mujer, apartándola
de las escabrosidades de la vida. Una mujer era infeliz, cuando no se ocupaba en trabajos
manuales y en las ocupaciones de su casa. Se aseguraba también, que los médicos
modernos, afirmaban que la mayoría de las mujeres enfermizas, debían sus males a su
modo de vivir en la ociosidad, ya que en vez de ocuparse de las labores de su sexo, pasaban
soñando despiertas, apartándose de la realidad en su sueños fantásticos, aunque también
había mujeres que creían en la suprema aristocracia de no hacer nada358.

5.5 Ley del Divorcio y movilización


femenina por la Guerra del Chaco
51En los años 30 del siglo XX, sucedió la Guerra del Chaco contra el Paraguay359 que
desencadenó una fuerte crisis económica, e influyó en numerosos casos de abandono de
niños e infantes. Aparecieron delincuentes juveniles y pequeños malhechores. Proliferaron
las casas de prostitución y los casos de desintegración familiar fueron cada vez más
frecuentes. En 1932, el municipio inició la distribución de un plato de sopa al día, destinado
a los pobres, para el cual debían llevar plato y cuchara. Este consistía, en un cuarto de litro
de caldo con carne y chuño360, acompañado de un pan, que costaba diez centavos. Cuando
se desató el conflicto, las mujeres, haciendo alarde de su papel en las diferentes
asociaciones femeninas, llevaron a cabo una serie de charlas, en contra de la guerra y a
favor de la paz. En esta línea, se fueron pronunciando la Asociación Cristiana Femenina, el
Comité Boliviano de la Confederación Femenina de la Paz Americana, la Sociedad
Protectora de la Infancia, las Damas de San Vicente de Paul, Beneficencia de Señoras,
Ateneo Femenino, Liga de Damas Católicas y el Centro Hispano de Señoras.

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52Sin embargo, ante el hecho de que la guerra era inminente, asumieron el papel de apoyo
logístico y moral361. Las mujeres del Ateneo Femenino, vanguardista en promover la
intelectualidad de la mujer en la ciudad de La Paz, habían propuesto en 1926 la Ley del
Divorcio Absoluto y, a pesar de las duras críticas que ello provocó contra ellas por parte de
mujeres católicas, a través de cartas llegadas al Parlamento, la Ley se puso en vigencia el
15 de abril de 1932, en vísperas de la Guerra. Las causales acordadas para su aplicación,
fueron el adulterio de cualquiera de los cónyuges, la tentativa contra la vida del otro, el
abuso sexual, por parte del hombre a la mujer o a los hijos, el abandono del hogar, de uno
de los cónyuges por más de un año, embriaguez habitual, locura o enfermedades crónicas y
contagiosas, injurias graves por mutuo consentimiento. A dos meses de su promulgación se
atendieron 157 demandas de divorcio en los cinco juzgados de La Paz, 88 de parte de los
esposos y 69 de las esposas.

53La puesta en vigencia de la Ley, inquietó a Iglesia boliviana, que acordó el uso
obligatorio de un carné de profesión católica y dispuso que no se aceptara apadrinar a
divorciados, ni a los casados sólo por lo civil, se rehusaría todo servicio religioso a los
divorciados y a sus familias, se implementaría en contra del divorcio, una efectiva campaña
especialmente en los colegios católicos. Obviamente, en tiempo de guerra, no faltó la
expresión de la mentalidad machista de la época, cuando en editoriales periodísticos, se
escribía que aprovechando la ausencia de los maridos en el campo de batalla, las mujeres,
sobre todo “ricas”, llevaban vida indigna y vergonzante, mientras que las mujeres pobres y
de clase media se abstenían de este comportamiento362.

54Los comentarios de la prensa, en torno al divorcio, proliferaron, como aquél que predecía
el futuro, según lo que iba ocurriendo en Inglaterra. De acuerdo a esos comentarios, en el
futuro los hijos disminuirían en número, la promiscuidad sexual se haría más segura y, para
salvaguardar los intereses de los niños, habría que recurrir al sistema de pensiones a las
madres, convirtiéndose las mujeres, en la cabeza de la familia, volviéndose otra vez a la
sociedad matriarcal363. Las mujeres de la alta sociedad paceña, tenían otro tema para
preocuparse, el casar bien a las hijas, y en ese sentido se promovieron en la ciudad, charlas
para educarlas bien. Se decía que una muchacha, debía saber vestirse bien, bailar
graciosamente, practicar deportes con “cierta maestría” y tener algún oficio, en caso de que
la vida le deparase la soltería, o el quedarse sin el marido364. La mentalidad femenina se
modernizaba.

55El enfervorizado patriotismo, desatado con motivo de la guerra, hizo presa suya también
a las mujeres. Al mismo tiempo, hubo varios grupos de mujeres pacifistas, que se
manifestaron contra la guerra, organizándose en grupos, uno de los cuales fue la Asociación
Cristiana Femenina365, que agrupaba a mujeres de la Sociedad Protectora de la Infancia,
de las Damas de San Vicente de Paul, de la Beneficencia de Señoras, del Ateneo Femenino,
de la Liga de Damas Católicas y del Centro Hispano de Señoras. Apoco de conocerse el
inicio de la Guerra del Chaco, las organizaciones femeninas se pusieron en movimiento e
iniciaron actividades de apoyo a los soldados y sus familias. En un afán de coordinar el
trabajo buscaron a la Cruz Roja, el Rotary Club, autoridades del gobierno y el Prefecto del
Departamento. La Cruz Roja organizó el cuerpo de enfermeras que debía partir a la Guerra
del Chaco.

56El Ateneo Femenino se organizó donando uniformes para las enfermeras y escarapelas
con el corazón de Jesús, y el símbolo nacional para los soldados. Las enfermeras fueron
acompañads por el pueblo hasta la estación del tren que las llevaría al campo de batalla, las
señoras de San Vicente de Paul, impusieron a cada uno de los quinientos soldados sendas
escarapelas con el Corazón de Jesús y el símbolo nacional, que habían conseguido de las
monjas del Sagrado Corazón.

57Las asociaciones se dedicaron a dar una serie de charlas, en contra de la guerra y el


armamentismo mundial, llegando incluso a emitir un Manifiesto ante el Congreso de la
República, y ante la Liga de Naciones. Sin embargo, ante la prolongación de las
hostilidades, estos mismos centros femeninos, se dedicaron a dar apoyo moral y material a
los soldados366. Esos “altos y nobilísimos” modelos de actuación femenina, estaban
restringidos a las mujeres de clase alta, ya que las mujeres obreras estaban destinadas a
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sufrir y además a ser condenadas al menosprecio de la sociedad, debido a su pobreza. Los
colegios femeninos convocaron a sus alumnas y ex-alumnas para aunar esfuerzos, así los
Colegios Sagrados Corazones y Santa Ana, iniciaron campaña de recolección de remedios
y ropa, confeccionaron uniformes, ropa interior, sábanas y mosquiteros, además informaron
al Jefe del Estado Mayor del Ejército, que estaban dispuestas a colaborar con las monjas,
que atendían el hospital y los colegios. El Ministerio de Guerra, oficializó el programa de
“Madrinas de Guerra”, con sede en la ciudad de La Paz, existiendo una responsable en cada
departamento del país367.

58Las madrinas de guerra, tenían por tarea escribir a los soldados animándoles, enviándoles
encomiendas y cuidando a sus familias. Las diferentes asociaciones femeninas, trabajaron
frenéticamente durante la Guerra del Chaco, recaudando fondos en kermeses, rifas, actos
literarios, veladas líricas, funciones cinematográficas y conferencias, fondos que iban a
atender huérfanos, viudas, y heridos. Durante los años de la Guerra 1933-1935, fue
creciendo en La Paz, la conciencia de las necesidades que pasaban los niños huérfanos, las
viudas y los heridos368. Con tal motivo, las organizaciones femeninas realizaron diferentes
actividades para reunir fondos. Cada día se realizaba una rifa, un acto literario, una puesta
en escena, una velada lírica, una función cinematográfica, una conferencia369. Las mujeres
del pueblo, las del mercado, las pulperas, también hicieron donaciones, a la par que la gente
particular, quienes donaban productos de sus fincas, como ser miles de libras de papas,
tuntas y chuño370, para ser repartidos entre los que llegaban de la guerra371.

59En 1937 la Sociedad Protectora de la Infancia recibió una donación, que permitió la
reconstrucción y ampliación del sector Cuna, destinado al albergue de niños de más corta
edad, “que son privados del cariño y cuidado necesarios a su delicada infancia”. Los
donativos fueron 4.000 bolivianos, de Mauricio Hochschild, 10.000 bolivianos de Simón I.
Patino372, ofrecidos por su representante señor Etchenique, y Camilo Gundlach,
contribuyó con un calentador eléctrico, evaluado en 4.600 bolivianos”. Además, la
Sociedad Protectora de la Infancia, recibió del presidente de la Compañía Eléctrica José A.
Inslee, el ofrecimiento de sufragar el consumo de energía eléctrica que necesitara durante
seis meses. También recibió de Bethsabé Sáenz de Sáenz, la suma de Bs. 2.500, destinados
a la compra de zapatos y vestuario para los niños373. Ese mismo año, varias asociaciones
de beneficencia de la ciudad, repartieron regalos en el Estadio de fútbol, con motivo de
Navidad y Reyes Magos. La noticia que trajo el periódico, era que los Reyes Magos habían
enviado los regalos, “a través de los niños ricos y personas filántropas de la ciudad”374.

60En diciembre de 1938, el Alcalde Municipal de La Paz Humberto Muñoz Cornejo,


emitió una Ordenanza Municipal, para organizar el “Primer dormitorio para niños sin
Hogar” y solucionar así un delicado problema social. Realizó diversas gestiones,
consiguiendo sábanas de la fábrica Said, toallas y 50 frazadas de la Casa Forno, otras 50
frazadas de la Firma Soligno y 25 peines y 25 cepillos de dientes de la Casa Komori.
Consiguió asimismo, el préstamo de 25 catres, de la Dirección de Sanidad Militar. Se tenía
pensado instalar el “Dormitorio”, anexo a la Sección de Higiene y Policía Urbana de la
Municipalidad, bajo la inmediata supervigilancia de estas reparticiones. Para la adaptación
del “Dormitorio”, se utilizaría el antiguo laboratorio químico municipal.

“Considerando, que las autoridades públicas deben prestar su ayuda a los niños que carecen
de hogar, se resuelve
Art. 1. Instalar dormitorios para los niños que no tengan dónde dormir.
Art.2 Para tener derecho a ocupar una cama en dicho local, previamente los interesados
deben inscribirse en la Comisaría Sanitaria del Departamento Municipal de Higiene,
recabando su papeleta respectiva.
Art. 3 Todos los niños que sean sorprendidos durmiendo a la intemperie, serán recogidos
por la Policía urbana para ser internados en el Dormitorio.
Art. 4 Todo niño antes del ingreso al Dormitorio, pasará inspección médica, y en caso de
padecer alguna enfermedad infectocontagiosa, se le trasladará al hospital, admitiéndose por
tanto, solamente niños sanos.
Art. 5 Todos los niños ingresarán a horas 22 debiendo retirarse a horas 6:30 de la mañana
después de una inspección de aseo.
Art. 6 Periódicamente se admitirán a todas las personas que deseen dictar conferencias de
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carácter educacional, cultural y moral en el establecimiento. Es dado en el Palacio
Consistorial de La Paz, a los doce días del mes de noviembre de 1938. Firmado el Alcalde
Municipal375.

61En la época en que sobrevino la Guerra del Chaco con el Paraguay, entre los años 1933 y
1935, mientras los conflictos se agudizaban, los extremistas intelectuales de clase media y
de clase obrera, se organizaron dando lugar a doctrinas radicales, que empezaban a dar a
conocer ideas sobre la injusticia y opresión del indio, del obrero y del artesano. El
Presidente Salamanca, no era ajeno a su influencia y estaba consciente, de que los
extremistas apoyaban un enfrentamiento armado. En realidad, la “mayoría de los
bolivianos, estaban convencidos de que Bolivia pisaría fuerte en el Chaco”, pensando que
una guerra duraría pocos días o meses.

62Otra organización femenina, la Cruz Roja, tenía como objetivos la ayuda a la comunidad
y en especial al Ejército Nacional. Dependiente de ésta, se creó la Escuela de Enfermeras.
Éstas, tras dos años de estudios, se graduaban con el título de Damas de la Cruz Roja
Boliviana. En enero de 1923, la Cruz Roja Boliviana entró a formar parte de la Cruz Roja
Internacional y en 1927, pasó a depender de la Sanidad Militar, bajo la dirección del
médico Andrés Valle376. Cuando se desató la Guerra, organizó el cuerpo de enfermeras,
que debía partir al frente. El Ateneo Femenino377, apoyó el trabajo de voluntariado de la
Cruz Roja, con dos legiones organizadas para el servicio militar en campaña, una de
señoritas de clase alta y otra de clase popular. También donó diez uniformes, para las diez
primeras enfermeras que se dirigieron al centro de operaciones en el Chaco378.

63Las señoras de San Vicente de Paul, consiguieron que las monjas del Sagrado Corazón,
donaran 500 escarapelas con el Corazón de Jesús y una inscripción patriótica, las que
prendieron en los pechos de los soldados, a la vez que les entregaban cigarrillos, galletas y
objetos de uso personal. Otro grupo de mujeres, realizó una procesión con la Virgen del
Carmen y la bandera boliviana. Los colegios femeninos religiosos, convocaron a sus
alumnas y ex alumnas para apoyar los movimientos de ayuda a los soldados. Fueron
convocadas a una reunión general la Cruz Roja, el Ateneo Femenino, las Damas de San
Vicente de Paul, la Liga Nacional Antituberculosa, las Hijas de Santa Ana, la Liga de
Damas Católica, la Liga de Madres Bolivianas, la Sociedad Protectora de la Infancia, la
Sociedad de Ex - alumnas del colegio de los Sagrados Corazones, el Liceo Profesional
Uruguay, la Escuela Vicenta Eguino y otras379. Las enfermeras, portaron un certificado
otorgado por la Liga Nacional Antituberculosa y un distintivo en el brazo izquierdo. Se
presentaban en campaña y levantaban una nómina de los soldados, indagándoles su
procedencia380. Por otro lado, seguían con su labor las madrinas de los soldados que iban a
la guerra. Se comprometían a visitar a sus familias y a enviarles a ellos, cartas y vituallas.
En los años de la Guerra, existían en La Paz las siguientes asociaciones femeninas: Liga de
Damas Católicas de Bolivia, Cruz Roja Boliviana, Asociación Femenina Pro defensores de
la Patria, Comité Patriótico de Señoras, Señoras de San Vicente de Paul, Madrinas de
Guerra, Liga Antitunberculosa, Beneficencia de Señoras, Sociedad Protectora de la
Infancia, Ateneo Femenino, Ex alumnas del colegio Sagrados Corazones, Ex alumnas del
colegio Santa Ana, Damas Católicas Bolivianas, Alumnas del Colegio Sagrados Corazones,
Sociedad Cultural del Colegio de Santa Ana381.

64Como la conciencia acerca de las necesidades sociales del país, crecía y no existía en La
Paz, un Instituto de Puericultura, ni una Escuela de Trabajadoras Sociales, que pudiera
guiar los trabajo de orientación de las instituciones fiscales o particulares, en 1936, el
Ministro de Trabajo, Salubridad y Previsión, Abelardo Ibáñez Benavente, creó la primera
Escuela, para la cual contrató de Chile una profesional especializada. Sin embargo, su
iniciativa no duró más que su propia gestión en el Ministerio. Solamente se contaba con
Visitadoras Sociales, que habían hecho pequeños cursos particulares, propiciados por
algunas instituciones de beneficencia, y a quienes se les habían extendido certificados de
validez transitoria. En la Memoria presentada por el Ministro, se recomendaba esta
necesidad, ya que llegando al seno de las familias, realizarían una labor educativa y de
protección social, que haría comprender al pueblo que el ideal del ciudadano y de su familia
era de bienestar.

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65Por otro lado, aquella escuela, daría un conocimiento cada vez mayor de los problemas
sanitarios, higiénicos y económicos de cada distrito, dando ventajas a la medicina
social382. Con respecto a la protección materno - infantil, el citado ministro de Previsión
Social y Salud Pública de 1936 Abelardo Ibáñez Benavente, recomendaba protegerlos,
porque era la parte más débil de la población. En ese sentido, el gobierno del general
Enrique Peñaranda, (1940-1943) en su proyecto de Plan Cuatrienal de Acción Higiénico-
Sanitaria, presentado en 2 de septiembre de 1940, sostuvo en primer lugar, la necesidad de
crear Centros de Medicina Preventiva, y en segundo lugar, la de organizar las siguientes
entidades de protección materno-infantil en todos los centros del país: Centros de
Eugenesia y Cultura prenupcial, servicios de cantinas maternales; refugios de embarazadas;
centros de divulgación de conocimientos de puericultura; consultorios de lactantes-gotas de
leche; servicio de nodrizas; casas cunas; escuelas maternales; centros de colocación;
hogares infantiles; casas-hogares; hogares-talleres; escuelas de anormales y policlínicas
infantiles. Sin embargo, la Memoria ministerial, culpaba al Ministerio de Hacienda y al
Parlamento, de la falta de recursos para crear esos centros.

66Haciendo un balance del presente capítulo, tenemos que si bien el honor era preservado
por sobre todas las cosas y era toda la familia la encargada de mantenerlo limpio e
incólume, las mujeres, sobre todo a fines del siglo XIX, y principios del XX hacían todo
cuanto fuera necesario, para mantener su figura en la discreción más absoluta, figurando
poco fuera de su casa. Las madres cuidaban al máximo el honor sexual de las hijas solteras,
procurando noviazgos cuidadosos y matrimonios concertados en lo posible, anunciados con
la debida anticipación. Sin embargo, la creciente inclusión de las mujeres en las actividades
benéficas, hizo que la élite gobernante delegara definitivamente las tareas a sus esposas,
para ocuparse, aunque no demasiado, de algo que les tenía siempre preocupados: el
despertar indígena contra la discriminación y postergación nacional. Así como también de
los mendigos, los pobres, los huérfanos que se encontraban en los estratos más bajos de la
sociedad. En relación a las mujeres, es importante resaltar, la conciencia que fueron
adquiriendo de sí mismas, y de su papel en la sociedad, de su papel frente a las
corporaciones de beneficencia y su papel en la guerra del Chaco. Con el fin de ocuparse y,
a la vez, no hacerlo, ejercieron acciones encubiertas como apoyar la fundación de
Sociedades de Beneficencia, que estarían destinadas a favorecer a los necesitados. Sus
discursos, estaban adornados con conceptos que encerraban virtudes femeninas, referentes a
los mejores y más desarrollados sentimientos de compasión. Fundaron así, con apoyo de la
Municipalidad, la Primera Sociedad Protectora de la Infancia y el Hogar de Niños
abandonados y Huérfanos Carlos de Villegas, para el que contrataron primero a las
Hermanas de La Providencia que llegaron de Santiago de Chile, y luego ante la salida de
ellas, contrataron a las hermanas de Santa Ana. Más adelante, emprendieron otras acciones
como la Cruz Roja, la ayuda a las voluntarias que iban a la Guerra del Chaco o se dedicaron
al envío de cartas y encomiendas a los soldados, que estaban en el frente de batalla. Hay,
sin embargo, algo que debe enfatizarse por encima de todo aquel movimiento benéfico, y es
que, aunque utilizando como pretexto la acción altruista y de entrega al otro, gracias a él,
las mujeres irrumpieron en la vida fuera de sus hogares, llegando a conformar sociedades, y
revistas femeninas. Estas últimas, especializadas en ellas mismas. Por último, llegaron a
conformar sindicatos y agrupaciones femeninas, al tiempo que participaron en asociaciones
de mujeres a nivel latinoamericano.

67En el interés de verificar la hipótesis inicial, de que era posible reconstruir la mentalidad
de las mujeres que hacían beneficencia y la de aquellas que querían emanciparse de su
hogar para mostrarse a sí mismas con valores modernos, a principios del siglo XX, en los
párrafos anteriores se demuestra que con una metodología apropiada, al estilo de los
antropólogos, de hacer muchas preguntas a las sociedades vivas383. Paralelamente el
método de leer entrelineas los artículos escritos por mujeres y por escritores renombrados
que escribieron en revistas femeninas, ha contribuidio a completar el imaginario del sentir y
de la mentalidad femeninos, teniendo en cuenta que las metodologías se complementan
unas a otras porque suponen juicios sobre el nexo que une los hechos entre sí.

Notas

282 Manuel Lobo, Ramón López, Elisa Torres 1993, 32-35.


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283 El primero, es el altruismo intelectual que resultaba de la comprensión amplia de la
vida en sociedad y que necesitaban una forma cultural determinada, que sería en el presente
estudio la política social aplicada por los gobernantes.

284 Françoise Martínez Françoise 1998, 265-283.

285 En 1924 se reunió en Lima el II Congreso Panamericano de Mujeres donde asisteron


dos delegadas bolivianas Ana Rosa Tornero y Eduviges de Herzog, miembros del Ateneo
Femenino de La Paz. Medinaceli, 1989, 127.

286 Françoise Martínez 2000, 377.

287 Ibídem.

288 Michelle Perrot Michelle citada por Françoise Martínez 2000, 265-266.

289 El origen de su bienestar y riqueza provenía de los latifundios que a principios del siglo
XX estaban en gran expansión y que se iniciaron en el siglo anterior, con la transformación
de las comunidades indígenas que sufrieron la penetración capitalista propiciada por el
gobierno del presidente Melgarejo (1866)quien declaró por medio de una Ley que las
tierras que en 1842 habían sido declaradas del Estado, se ponían en venta forzada
eliminando la legalidad de los títulos de propiedad de los indios. De ese modo, el
latifundismo se extendió de manera alarmante permitiendo a blancos y mestizos acceder a
ellas. Herbert Herbert 1995, 165.

290 Comunicación verbal de Laura de Escobari.

291 Con la Reforma Agraria ocurrida en 1952, consecuencia del acceso al poder del partido
político Movimiento Nacionalista Revolucionario.

292 Quayum, Soux, Barragán 1988, 34.

293 Eco Femenino 1924, 5.

294 Eco Femenino 1926, 10.

295 El Diario 1925, 29 de marzo, 2.

296 lbidem.

297 La Razón 1928, 4 de febrero, 5.

298 La Gaceta de Bolivia 1934, 15.

299 Ibídem.

300 Ibídem. Ver además ver George Rouma 1914, 232-242.

301 Revista Mensual del Centro Artístico e intelectual de Señoritas de Oruro.

302 Publicación Femenina de La Paz.

303 Revista del Femenino de La Paz.

304 Publicación de Cultura y Acción Social Femenina.

305 Ibídem.

306 Huber, Hans 1997, 34-36.

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307 Revista femenina editada en Oruro, Bolivia.

308 Medinaceli, Ximena 1989,146.

309 Miriam Quiroga 1997, 28.

310 E. Osorio 1925, 15.

311 Ibídem.

312 Ibidem

313 El Diario 1925, 7 y 8 de mayo, 5.

314 Ibídem.

315 María Robinson Whrigt, 1906,129.

316 En Chile lo hicieron abiertamente perteneciendo a partidos políticos, donde expresaban


sus opiniones. Su objetivo primordial era darse y dar protección ante la enfermedad, la
muerte y el desamparo familiar en base a la creación de sistemas de seguridad social, a
través de tareas de iniciativas educativas, culturales y económicas, así como cooperativas
de consumo. Ibídem.

317 Illanes, María Angélica 1993, 36, 37.

318 Ibídem.

319 Fernando Chuquimia 1998,222

320 ASPI, Libro de Actas 1909-1920, 4.

321 ASCSJ, Libro de Actas 1878, 3.

322 ASCSJ, Libro de Actas, 1909, 25.

323 Todos los datos de la Sociedad de Beneficencia de Señoras provienen de la tesis citada
de Fernando Chuquimia.

324 La Guerra del Pacífico entre Chile, y Perú y Bolivia como aliados, tuvo lugar entre
1879 y 1881 debido a la apropiación por parte de Chile de las salitreras bolivianas. Como
resultado Bolivia perdió un inmenso y rico territorio de cobre y salitre, y lo que es más
importante la salida al mar, quedando desde entonces enclaustrada en sus montañas.

325 Carta de Sara García de Sáenz, Presidenta y Victoria de Pinedo, Secretaria a Néstor P.
Velasco, Prefecto del Departamento de La Paz. La Paz, 9 de abril de 1920. ALP/P-TD. Caja
213. Años 1913-1931.

326 Carta de M. Ordóñez López y Augusto Iturralde a Sara G. de Saenz, Presidenta de la


Sociedad de Beneficencia de Señoras. ALP/P-TD 1913-1931, C. 213, sf.

327 Colación hecha con harina de maíz y canela.

328 Juan de Dios Bosque, fue un influyente personaje en el campo político y religioso,
nació el 12 de marzo de 1829, estudió en el Seminario de La Paz, en 1873 fue ordenado
Obispo de La Paz, ejerció funciones de diputado y ministro de Estado, falleció el 9 de
marzo de 1890. Nicanor Aranzaes, 1915, 124.

329 Conformaban la Sociedad Católica y de Beneficencia “San Vicente de Paul”:


Monseñor Obispo Juan de Dios Bosque, Ignacio L. Zapata, José Carlos Asín, José Santos
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Machicado, Belisario Saenz, Elias Zalles B., Gerardo Alvarez, Barnardino Sanjinés, Zanón
Iturralde, Melquíades Loayza, Fermín Prudencio, quienes pertenecían a la élite paceña.
Fueron presidentes y ocuparon cargos directivos los expresidentes Aniceto Arce y José
Gutiérrez Guerra, también Abel Iturralde, Claudio Quintín Barrios, Isaac B. Careaga,
Crispín Andrade y Portugal, Néstor Morales Villazón, Maximiliano Rodríguez, el mayor
benefactor de la Sociedad, Manuel T. Sanjinés, Natalio Aramayo, Teobaldo Velasco.
Fernando Chuquimia 1998, 222.

330 Bautista Saavedra Fue Presidente electo de Bolivia entre los años 1921 y 1925.

331 Juan Francisco Bedregal fue Fundador y Presidente de la Academia Boliviana de la


Historia y Rector de la Universidad Mayor de San Andrés.

332 Hermano de Bautista Saavedra, fue Vicepresidente de Hernando Siles entre 1926 y
1930.

333 Tomás Monje Gutiérrez fue Presidente interino de Bolivia después de la caída del
Movimiento Nacionalista Revolucionario, por ser en ese momento Presidente de la Corte
Superior de Distrito. 1946-1947.

334 Estatutos de la Sociedad Católica de Socorros Mutuos de “San Vicente de Paul”, pág.
8.

335 Fernando Chuquimia, 1998, 228-229.

336 Ibidem.

337 El Diario 1925, 3 de abril,6.

338 Aunque en el presente caso la coordinación no se pudo llevar a efecto, y la Sociedad


solamente pudo enviar un cheque por Bs. 100,00. Carta de la Presidenta de la Sociedad de
Beneficencia de Señoras Sara García de Sáenz al señor Prefecto y Comandante General del
Departamento.ALP/P-TD. 1913-1931,213.

339 El Diario 1920, 8 de abril, 12.

340 La Razón 1928, 7 de noviembre, 5.

341 La Razón 1928, 15 de diciembre, 5.

342 Ibídem.

343 La Razón 1828, 7 de febrero, 4.

344 La Razón, 1828, 11 de febrero, 5.

345 Discurso de Bethsabé Iturralde Levy, Presidenta de la Delegación del Comité


Panamericano de Mujeres de Bolivia y delegada de las Sociedades de Beneficencia de
Bolivia. La República 1925 20 de enero, 1.

346 Hans Huber y Eugenia Bridikhina 1997, 6.

347 Ximena Medinaceli 1989, 126-129.

348 Ibídem.

349 Ximena Medinaceli 1989, 103

350 Citada por Medinaceli 1989, 109.

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351 Bandera Roja citadas por Medinaceli 1989, 105.

352 La Razón, 1928, 21 de abril, 7.

353 El Diario 1925, 14 de abril, 4.

354 La República 1925, 7 de enero, 1.

355 Ibidem.

356 La República 1925, H de enero, 1 y 9.

357 La República 1925, 20 de enero, 1.

358 La República 1925, 8 de lebrero, 3.

359 Las causas de la Guerra se analizan en el capítulo 2 de la presente Tesis.

360 Patata deshidratada, típica de Los Andes.

361 Florencia Durán y Ana María 1997, 31-32.

362 lbídem.

363 lbídem.

364 lbídem.

365 Fundada en 1931 por María Luisa S. de Siles y Victoria v. de Tejada. Florencia Duran
y Ana María Seoane, 1997.

366 lbidem.

367 lbidem.

368 Liga de Damas Católicas de Bolivia, Cruz Roja Boliviana, Asociación Femenina Pro-
Defensores de la Patria, Comité Patriótico de Señoras, Señoras de San Vicente de Paul,
Madrinas de Guerra, Liga Antituberculosa, Beneficencia de Señoras, Protectora de la
Infancia, Ateneo Femenino, Exalumnas Colegio Sagrados Corazones, Fxalumnas del
Colegio Santa Ana, Damas Católicas Bolivianas, Alumnas del Colegio Sagrados
Corazones, Sociedad Cultural del Colegio Santa Ana. Duran Florencia y Ana María
Seoane, 1997, 82-86.

369 lbídem.

370 Patatas sometidas a diferentes procesos de deshidratación (chuño) y enfriamiento


(tunta), por medio de los cuales es posible conservarlas mucho tiempo.

371 Florencia Duran y Ana María Seoane 1997, 88.

372 Conocidos mineros del estaño.

373 La Razón, La Paz 15 de abril de 1938, pag. 6.

374 La Razón, La Paz 8 de enero de 1938.

375 La Razón, La Paz 16 de Noviembre de 1938, pag. 6.

376 El Diario, Suplemento Femenino 1916, 6 de Agosto, 18.

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377 El Ateneo Femenino funcionaba en la casa de Maria Luisa Sánchez Bustamante de
Urioste, en la Av. 16 de Julio o Paseo del Prado, estaba presidido entonces por Emma de
Carvajal.

378 Florencia Florencia y Ana María Seoane 1997, 62.

379 Ibidem.

380 lbídem.

381 lbídem.

382 Memoria Ministerio Previsión Social y Salud Pública 1936, 25-39.

383 Radding, Charles M. “Antropología e Historia o el Traje Nuevo del Emperador”. En:
Historia y Antropología, Historia Social, 3, Invierno de 1989, 103-113.

Capítulo VI. Beneficencia privada


Sociedad Católica de San José
p. 175-211

Texto NotasIlustraciones

Texto completo

1Como vimos en el capítulo anterior, como influencia de la nueva corriente femenina de


salir de sus hogares, a ocuparse de los pobres, las mujeres encontraron una forma de
figuración social. Ellas, como los gobernantes del país, incursionaron en la acción benéfica,
movidos por la inquietud y el desasosiego que les producía la pobreza, la orfandad y el
abandono de los niños. Inquietud, que estaba más cerca a la incomodidad social, que les
producía la presencia del pobre y necesitado, que al altruismo puro y católico, como
pretendían demostrar. Con el fin de hacer algo, que no les involucrara emocionalmente en
exceso, apoyaron la fundación de Sociedades de Beneficencia, porque en lo más recóndito
de sus conciencias residía una concepción de injusticia, en relación con los más
desafortunados.

2En este capítulo, me ocuparé de la Sociedad Católica de San José y del Hospicio que
fundó. Empezaré con una relación del momento y los acontecimientos políticas y sociales
que le dieron origen así como también su relación con otras Sociedades muy cercanas a
ella, como la de Socorros Mutuos San José y la Sociedad de Artesanos La Paz. Se hará
referencia, a las circunstancias en las cuales, se consideró que quienes mejor podían cuidar
y educar a los huérfanos, eran las religiosas de San Vicente de Paúl, a quienes acudieron
haciéndolas venir desde Francia; el régimen educativo y formativo que dieron a los niños,
en cuatro diferentes épocas; la temporal acogida a ancianos e inválidos, así como los
momentos de esparcimiento y recreo dados a los niños. Finalmente, se hará referencia al
destino que deparó a gran parte de los niños, después de haber dejado el Hospicio.

6.1 Sociedad Católica de San José y redes


de poder local
3A instancias de los padres franciscanos de La Paz, Bernardino Gonzáles, Guardián del
Convento de la Recoleta y del padre Rafael Sanz, el 4 de agosto de 1878, se reunió un
grupo de ciudadanos paceños católicos, con el fin de poner en marcha la “Sociedad
Católica de San José”. Esta primera Sociedad, nacía en torno al sentimiento paternalista de
un grupo de élite de la sociedad, a la sombra de las ideas conservadoras de la época. El
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amparar a los desvalidos y huérfanos, y sobre todo la de educar a esos niños en escuelas
gratuitas, con el fin de encauzar sus ideas e inclinaciones dentro del catolicismo, era una
manera de “no sólo de magnificar los sentimientos altruistas, [de los socios] sino de
otorgarles valores morales”.384 Con su creación, pretendían también responder de manera
airada, a la masonería liberal, que cobraba cada vez más adeptos en las clases altas de la
sociedad. La masonería, venía dándose en los países vecinos, cuestionando el sentimiento
liberal de cambiar las tradiciones, especialmente en la libertad de creencias religiosas,
motivo por el cual eran muy cuestionados por los conservadores.

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Frontis del Hospicio San José. 1900. Calle Recreo


Fuente: Archivo Sociedad Católica de San José

4El interés que movía a los socios en todas sus acciones, era el prestigio y honor que la
pertenencia a un grupo católico, les daba dentro de la sociedad paceña.

5Una sociedad con esos principios, con gente de clase alta movida por acciones a favor del
pobre, estaba “bien vista” por la colectividad, porque mostraban una dedicación
benevolente y patriótica, dedicándose a aliviar los sufrimientos de los pobres e
inválidos.385

6El objetivo de la Sociedad Católica, era instituir una Casa de Caridad, que amparara a
todos los mendigos, pobres, huérfanos, ancianos, inválidos y locos, que deambulaban por la
ciudad, para de esa manera, cumplir con el mandato de la iglesia, de ampararlo, pero al
mismo tiempo venía a ser un freno a la gente pobre y necesitada, que se podría volver
turbulenta y anárquica, si no estaba sujeta a principios morales de beneficencia. Por lo
tanto, la iglesia les servía para frenar cualquier atisbo de insurrección social.

7El Concejo Municipal, apoyó la iniciativa, donando un predio que había sido,
coincidentemente, Casa de Recogidas, o mujeres de mala vida en el siglo XVIII, y en la
época de la Independencia cuando ya no había rastros de aquella Casa, el sitio fue albergue
de los ejércitos realistas y luego hacia 1850, funcionó como la Casa de la Moneda.386

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Directorio Sociedad Católica de San José, 1878. Presidente Rvdo. Juan de Dios Bosco.
Archivo SCSJ.

8La Sociedad, se constituyó con la participación de tres clases de socios, los activos, los
contribuyentes y los honorarios. Con diferencias en las obligaciones de asistencia y cuotas,
unos asistían a reuniones y a misas, y los otros solamente en el sostenimiento de la
Sociedad. Los socios honorarios, conformaban la Sociedad en mérito a sus buenas
costumbres morales, cumpliendo con la imagen que se quería dar de ella. Fueron socios
honorarios, los sacerdotes Bernardino Gonzáles y Rafael Sanz, así como los Presidentes de
la República. También hubo socios adscritos, como los pertenecientes a la Sociedad de
Artesanos La Paz, de la que hablaremos más adelante.

9Si bien en los estatutos de la Sociedad, se instituía como misión propagar el evangelio y
amparar al pobre, la Sociedad Católica de San José y las demás de su ramo, tenían también
una misión oculta: establecer lazos de poder social que ubicaran a quienes participaban de
ella, en una especie de red secreta de amistades que no debió estar excluida de la masonería
liberal a la que pretendían debilitar, por lo menos aparentemente y de cara a la sociedad.
Sin duda, fue uno de los intereses íntimos de las personas, al asociarse el hacer amistad, o
fortalecerla con personas cercanas y confiables, que les pudieran otorgar poder, en
cualquier circunstancia de la vida pública y privada. De esa manera, se entiende el que
muchas personas fueran sodas de varias instituciones al mismo tiempo, incluso aquellas que
prestaban servicio civil al poder político y al municipal.

10No otro fue el interés de los miembros de la Sociedad de Socorros Mutuos y


Beneficencia “San José”, de la cual salieron algunos miembros a fundar la Sociedad
Católica, de la misma advocación como el caso de Hermenegildo Simbrón, que pertenecía a
la “Sociedad de Beneficencia y Socorros Mutuos San José”,387 cuando se asoció a la
Sociedad Católica de San José.

11La “Sociedad de Beneficencia y Socorros Mutuos San José”, tenía por finalidad asistir a
hombres y mujeres necesitados, auxiliándoles con medicinas y atención profesional a
enfermos. También cubría otros gastos, como los funerarios y educativos. En la idea de
elevar el nivel cultural de la niñez y juventud, entre los años 1885 y 1886 fundaron una
escuela de niños, patrocinada por los socios de la institución y el gobierno. Su primer
director fue Agustín Aspiazu y Gregorio Pacheco colaboró en la formación preliminar
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infantil; mientras que Serapio Reyes Ortiz, importante personaje político de la época, donó
uniformes y fusiles de instrucción. El senador de la República Luis F. Gemio, enseñó en la
escuela y el ex-prefecto y comerciante de la ciudad, Adolfo Gonzáles donó algunos
recursos a la Sociedad para solventar algunos gastos. También fue socio y colaboró con la
Sociedad, el sacerdote Tomás de los Lagos Molina.

12Todas estas personas eran muy conocidas en el ámbito nacional y ciudadano. Agustín
Aspiazu fue un afamado profesor de la escuela Secundaria y catedrático de la Facultad de
Derecho de la Universidad Mayor de San Andrés, fue también Rector de la Universidad,
diputado nacional y miembro de dos Asambleas Constituyentes en la década de los sesenta
del siglo XIX. Serapio Reyes Ortiz, fue abogado y profesor de Literatura en la Universidad
estatal paceña y Rector de la misma. También tuvo el cargo de Ministro de Gobierno, en la
presidencia de José María Achá, (1861-1864), además de Prefecto de La Paz y Ministro
Decano de la Corte Superior de Justicia.

13Contrastando con el prestigio que tenían los miembros de las Sociedades Católica de San
José y de Socorros Mutuos, de la misma advocación, fue relevante la creación de la
Sociedad de Artesanos de La Paz, como una parte que se integraba en la Sociedad Católica
de San José, pero cuyos miembros pertenecían a la clase media baja de la ciudad. Ellos
aportaban un real mensual.388 A los socios de San José, les interesaba la participación de
los artesanos por razones políticas. Ellos necesitaban socios de clase media, para justificar
un espíritu católico de igualdad. Por su parte, a la Sociedad de Artesanos le interesaba
relacionarse con los “doctorcitos”389 de clase alta, para poder acceder a situaciones que
mejoraran su condición social y económica, tales como el compadrazgo y la preferencia
para inscribir a sus hijos a las escuelas que fundaba la Sociedad Católica de San José y al
mismo Hospicio, donde recibían una mejor educación que en colegios públicos.

14La administración del Hospicio, corría a cargo del Directorio, en conformidad al


Reglamento y Estatutos aprobados por el Supremo Gobierno. El Directorio se componía de
doce miembros, que se elegían cada año, entre los numerosos socios que componían la
Sociedad. De entre estos, se nombraba un Presidente, dos vicepresidentes, un secretario, un
tesorero y un inspector. A partir de la fecha de fundación, los socios se reunieron en
asambleas periódicas en el Colegio Apostólico Misionero, alternando con la casa del
presidente de la institución. Los primeros socios fueron “distinguidos caballeros” de esta
localidad, como Zenón Iturralde, Juan de la Cruz Cisneros, José y Julián Cisneros, Manuel
B. Mariaca, Monseñor Facundo Castro, José Santos Machicado, Bernardino Sanjinés,
Diego Monroy. Todos ellos recibieron medallas de San José, al ingresar a la institución y
debían usarlas en las ceremonias especiales. El primer presidente, tuvo que ausentarse de la
ciudad al año y medio de fundación, por lo que fue sustituido por el padre Rafael Sanz,
quien ostentó el cargo hasta su muerte 16 años después.390

15La fundación de la Sociedad Católica de San José, tuvo pronta repercusión fuera del país.
Seis años después de su inicio, la Unión Católica de Chile, la invitó a asociarse a su
organización que comprendía círculos de obreros, escuelas nocturnas, algunos periódicos
católicos y un gran Círculo para la Juventud.391 En carta de octubre de 1885, el presidente
de la Unión Católica de Chile, invitó al Presidente de la Sociedad a desplazarse a Santiago,
para reunirse con ellos y las organizaciones citadas. La Unión Católica de Chile, estaba
asociada ya al Círculo Católico de Montevideo y a la Unión Católica Argentina. Todas ellas
se movían por principios católicos.

16De acuerdo con la Constitución de Bolivia, las instituciones de caridad, debían funcionar
bajo el auspicio material de las municipalidades y del gobierno local,392 sin embargo, los
establecimientos de beneficencia fundados en La Paz, fueron administrados por directorios
de asociaciones privadas y solamente recibían un sustento mensual del Concejo Municipal
de las ciudades.

17Financieramente la Sociedad Católica de San José de La Paz, necesitaba entre 5.500 y


6.000 bolivianos anuales para funcionar. Al principio, contó con el apoyo del Concejo
Municipal, presidido por Ignacio Zapata, quien cedió a la sociedad la casa cuyo predio
conserva hasta hoy, además de asignarle anualmente 30.000 bolivianos.393 En 1882, la
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Sociedad logró realizar uno de sus más anhelados fines sociales, cual era la creación de un
Asilo y Hospicio de huérfanos y ancianos, de los cuales la ciudad de La Paz carecía.
Contribuyeron con generosos donativos los señores Pacheco, Arce, Ascarrunz, Méndez
Llano, esposos Monroy, España, Torres Belmonte, Benigno Clavijo, Genaro Soliz, Maria
Paz Salazar v. de Clavijo, Josefa Lucero y otros, de los cuales la Sociedad conservaba
retratos en el “salón de secciones” en señal de gratitud. Modesta Sanjinés Uriarte, Matías
Rabelo y Natalio Bernal apoyaron con pingues limosnas para la construcción del edificio.
Benigno Clavijo obsequió una cocina de metal, con todos sus accesorios y Genaro Siles
legó una valiosa imprenta en la que se editaron obras de importancia, sirviendo a la vez
para la instrucción y perfeccionamiento de los niños en el arte gráfico.394

18Además, contó también con fondos procedentes de donaciones y legados testamentarios.


El legado más importante fue el Méndez Llano, uno de los principales benefactores del
establecimiento. Dejó en su testamento, una cuantiosa suma con el exclusivo fin de
proporcionar una carrera profesional a los seis mejores alumnos, en virtud de lo cual, se
enviaron varios niños fuera del país a continuar estudios eclesiásticos. También se contó
con la contribución de la población a través de limosnas en cajas colocadas en la Catedral,
San Agustín y La Recoleta, donde en la plática dominical se instaba a los feligreses a
contribuir con la recaudación, explicándoles los nobles fines que se proponían.395 Hubo
críticas airadas a este método de recaudación, expresada por corrientes de izquierda, a
través de escritos en revistas mensuales, donde se hacían criticas con alusiones a la
ostentosa riqueza de quienes conformaban la Sociedad y la Iglesia Católica en general.396

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6.3 Casa de Candad de la Sociedad Católica de San José. A la Izquierda Las torres de su
iglesia. Calle Recreo, hoy Palacio de Telecomunicaciones Av. Mariscal Santa Cruz esquina
calle Oruro.
Archivo SCSJ.

6.2 Antecedentes del Hogar San José. El


edificio del Hospicio
19La primera acción de la Sociedad fue poner en marcha una escuela gratuita para niños
pobres. A los cuatro meses de su fundación, en diciembre de 1878 se consiguió alquilar un
modesto local, que era en realidad un piso de una vivienda, al que dividieron en cinco
secciones, con la posibilidad de acceso y uso de un patio, por la suma de veinte bolivianos
anuales, como arriendo. La enseñanza y regencia estuvo a cargo del presbítero Juan Manuel
Machicado. El 20 de enero de 1878, se tenían inscritos veinte niños pobres, hijos de
artesanos, “siendo otros decentes...”. La Municipalidad les regaló los primeros cuadernos y
libros de lectura. La inauguración de la escuela, se hizo con gran pompa, repartiendo
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invitaciones a todas las autoridades civiles, eclesiásticas y militares, al fin y al cabo lo que
más interesaba era el figurar.

20El acto de inauguración, tuvo lugar en el templo de San Agustín y para honrar la
asistencia del Presidente de la República y demás autoridades, toda la Directiva fue al
Palacio de Gobierno, para acompañarlos en una caminata de tres cuadras hasta el templo de
San Agustín. Observaron el mismo protocolo, una vez terminado el acto de inauguración.
La misma cortesía, mostraron con las autoridades eclesiásticas invitadas. Todos los
miembros de la Sociedad, se presentaron en riguroso traje de etiqueta, con la medalla de
San José en el pecho, pendiente de una cinta blanca. Hubo discursos de los sacerdotes
Rafael Sanz y Bernardino Gonzáles. Luego del acto, se dirigieron a la escuela, donde el
Presidente de la Sociedad, dio por inaugurada la “Escuela Católica”. Todo el movimiento
ciudadano que se produjo en torno a una obra de filantropía, tenía un trasfondo más
complicado de lo que se podría apreciar a primera vista. Entre otras razones porque en
definitiva, no se trataba solamente de una cuestión de beneficencia, sino de fantasías
culturales colectivas, relacionadas con la cultura de la fiesta y el prestigio social.

21A la primera escuela, fundada con gran pompa, la siguió otra nombrada “San José”,
fundada en 1880, y que funcionó hasta el sexto grado en el local donado por la
Municipalidad.397 Las propias religiosas de San Vicente de Paul, llegadas para la atención
de la Casa de Caridad, fueron las primeras profesoras, contagiadas por el entusiasmo de la
ciudad. Empezaron enseñando lectura, escritura, aritmética, geografía, geometría y canto.
Para incentivar a los niños, el Concejo Departamental asignó cuatro premios para los
alumnos de la escuela y diez para los huérfanos más aprovechados, quienes llegaron a ser
250 en 1890. Ambas escuelas, la de “San José” y la “Escuela Católica”, funcionaron hasta
1897, fecha en la que debido a la “carestía de la vida”, pasaron a depender de los padres
mercedarios. Para entonces, el Hospicio consiguió una donación para construir una escuela
propia, tanto, para alumnos de ambos sexos, –internos y externos–, como para que se
pudiera mantener con recursos propios.398

22La casa donde se instaló el Hospicio San José tuvo antecedentes que merecen tenerse en
cuenta. Fue Casa de Recogidas o Beaterio de las Nazarenas fundado en 1692 por el obispo
Juan Queipo de Llano y Valdéz. En 1744, el obispo Gregorio Francisco de Campos asignó
la casa a Las Recogidas, que había sido adquirida por el obispo Urbano Mata y Haro en
1703 para recogimiento de sacerdotes. Las Recogidas la habitaron desde 1774 cuando el
obispo Francisco Campos les asignó como vivienda y retiro por atentar a la moral pública.
Se dedicaban a la vida religiosa y a trabajos manuales, con los que se proporcionaban los
medios de subsistencia. Vestían un sayal morado. Servía además como residencia para
mujeres a quienes no les quedaba más remedio que vivir lejos de sus cónyuges, previa
autorización eclesiástica.

23Durante la Sublevación indígena de Tupac Catari (1781), se cercó la ciudad de La Paz, y


la Casa fue incendiada. El obispo Alejandro Ochoa en 1808 reparó la Casa con un costo de
4.000 bolivianos. Después del incendio, la ciudad fue amurallada, dando una de las puertas
de la muralla a la Casa de las Recogidas, por lo que se llamó “Puerta de las Recogidas”, y
estuvo, al igual que las otras, resguardada por cañones.399

24En 1808 el Beaterio se suprimió y el obispo proyectó entonces la fundación de un


colegio de niñas de instrucción primaria. En los primeros años de la República se estableció
en dicha casa el Colegio de Educandas, del que fue Director y capellán José María Indaburo
y luego Juan de la Cruz Cisneros. Durante la Guerra de la Independencia (1825) la casa fue
ocupada como albergue de los ejércitos realistas y más adelante, durante el gobierno del
general Manuel Isidoro Belzu, (1848-1855) se destinó para “Casa de la Moneda” en la que
se acuñaron monedas de plata para todo el territorio de la República. En 1858 funcionó allí
el Colegio Nacional Ayacucho, juntamente con la Facultad de Derecho, la Academia de
Práctica Forense y el Colegio Universitario. En 1865 el general Mariano Melgarejo,
trasladó este último a otro local, quedando el edificio como cuartel militar para las guardias
nacionales. Después de la Guerra del Pacífico 1879, se estableció allí la Maestranza de
Guerra, que permaneció allí por tres años. Pasada esa época de infortunios y calamidades,

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quedó el local completamente deteriorado, por cuya razón fue transferido al Concejo
Municipal de La Paz.400

25Antes de que el Concejo Municipal adjudicara la casa a la Sociedad Católica de San José
ésta había sido solicitada por Vicente Ascarrunz401 y Serapio Reyes Ortiz402
representantes de la Asociación de Padres de Familia de La Paz, para fundar allí un colegio
de niñas, bajo la dirección de las Hermanas de los Sagrados Corazones. Vicente Ascarrunz,
quien pertenecía a ambas Sociedades como activo participante, en carta dirigida al Concejo
Municipal desistió de la petición de la Casa cuando se enteró de la petición por parte de la
Sociedad de San José y apoyó la idea de que la Casa fuese cedida a San José para el
establecimiento del Hospicio y Asilo.403

26En 1882, la Municipalidad transfirió la Casa a la Sociedad Católica, para fundar allí el
Hospicio y Asilo para huérfanos y mendigos. La Sociedad tenía el derecho de propiedad,
gobierno y administración de la Casa de Caridad y Hospicio. Se establecía que ese derecho
no podía ser usurpado por ninguna sociedad ni autoridad.404 Para hacer efectiva la cesión,
el gobierno municipal nombró a los concejales Diego Monroy y Hermenegildo Simbrón,
para que juntamente con los miembros de la Sociedad Católica de San José, Serapio Reyes
Ortiz y Vicente Ascarrunz, presentaran el proyecto de la Institución. Reyes Ortiz y
Ascarrunz eran miembros también de la Sociedad de Socorros Mutuos San José, además
Vicente Ascarrunz era Presidente de la Asociación de Padres de Familia de la ciudad. Lo
mismo sucedió con José Rosendo Gutiérrez, destacado personaje boliviano, que fue
vicerrector de la Universidad paceña, diplomático, Prefecto del Departamento y
participante también en la Asamblea Constituyente de 1868. O sea que, como dijimos, eran
las mismas personas las que pertenecían a las sociedades de beneficencia, a las asociaciones
de socorros mutuos y a las instituciones municipales. Esa situación muestra de cuan
estrechas eran las redes de poder social y cuan pequeño era el ámbito social y comunal de
la ciudad.

27Si bien la población de la ciudad era mayor, no hay que olvidar que la mayor parte eran
mestizos e indígenas, y ellos no tenían acceso a esas entidades. Esta reflexión nos lleva a
establecer, que el deseo de reconocimiento social y la ostentación de poder le era
fácilmente accesible a la clase social alta.405 Por esa razón y así como estaba bien visto
que la señorita se identificara con la idea que simboliza la caridad, era también muy bien
acogida la palabra de los letrados, que hablaban al público para pedir limosna.406

28Pero volviendo a la fundación de la Sociedad Católica de San José, desde que les fue
asignada la casa, la Sociedad dio por iniciada y fundada en todas sus facultades la “Casa de
Caridad y Asilo de Huérfanos”. En realidad, el Concejo cedió la Casa para gente
menesterosa del pueblo en general, o sea para gente pobre, humilde v mendiga. A nivel
ciudadano, no estaba muy clara la idea sobre lo que realmente tenían en mente los
directores de la flamante Sociedad Católica de San José.

29El caso es que la Casa de Caridad, –como se llamó los primeros años–, ya tenía local
desde el 19 de julio de 1882. Para ello contaron con un apoyo económico de los mismos
comisionados del Concejo Municipal, quienes enviaron al presidente la suma de noventa y
cinco pesos, para aumentar los fondos destinados a la implementación de la obra.
Entretanto, las señoras esposas de los socios organizaron rifas y bazares, que nutrían con
trabajos manuales emprendidos por ellas mismas, con el fin de conseguir mayores recaudos
para la instalación de la Casa de Caridad.407 El 12 de julio de 1883, se supo que el terreno
conocido con el nombre de la “chacarilla de Venegas”, ubicado en la calle Litoral –hoy
Almirante Grau– y colindante con el Hospicio, se había expropiado a los hermanos
Venegas. En nombre de la Sociedad, actuó José Benigno Arce, vicepresidente del
Directorio, quien compró por 2.105 bolivianos.408 Como el terreno tenía una acequia de
agua, que pasaba por el terreno hacia el lavadero, se construyeron depósitos de agua y se
rellenó el piso.

30En 1885, se instalaron cañerías que permitieron llevar el agua de la acequia a la cocina y
al patio inmediato, continuándose hacia el patio principal, donde se acomodó una fuente de
agua, adquirida por padre Sanz, inspector de la casa. De ese modo, se consiguió ese terreno,
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el primero de octubre de ese año. En junio de ese mismo año, la Sociedad, representada
nuevamente por José Benigno Arce, compró a favor del Hospicio, un solar situado en la
calle Murillo, que colindaba con el terreno Venegas y con la parte posterior del templo de
las Recogidas. También compró otras dos propiedades ubicadas cruzando la calle Murillo,
un terreno, que pertenecía a Rosendo Chávez y una casa que era propiedad de Francisco
Coronel Vidaurre. Este último, era un terreno de 800 metros cuadrados, se compró en 332
mil bolivianos. En febrero del siguiente año, se levantaron las paredes de estos dos terrenos.
De esa manera,el Hospicio llegó a ocupar un gran espacio en un lugar céntrico de la ciudad,
en plena avenida Mariscal Santa Cruz, prolongación del paseo de la Alameda.409

31Así, poco a poco, debido principalmente a las personas que conformaban el grupo social
de la institución, que a ojos de la ciudad era gente honorable, la Sociedad fue cobrando
prestigio, al punto que empezó a recibir donaciones y legados en testamentos de gente
adinerada, con lo que se emprendieron obras y reformas que detallamos a continuación.

32El primer año, se hizo una ampliación construyendo un nuevo piso que daba al patio
central en un corredor rodeado de arquerías, para ello la Sociedad invirtió 28.958
bolivianos. A mediados de 1883, durante los primeros meses de la llegada de las Hermanas
de la Caridad al Hospicio, la Sociedad se dedicó a reformar las instalaciones para darles un
mejor alojamiento. Al año siguiente, se construyó una enfermería, y un pasadizo o galería
que iba desde el establecimiento de la zapatería, hasta la hojalatería. Los siguientes años, se
pintó todo el Hospicio por fuera haciendo uso de una donación específica y se construyó un
nuevo salón de actos, en base al que había antes.410 A fines de la década de los 80 del siglo
XIX, Modesta Sanjinés Uriarte, Matías Rabelo y Natalio Bernal, contribuyeron con
limosnas para la construcción del edificio principal.

33Pasados unos años de inaugurado el Hospicio y a medida que ingresaban más asilados,
las necesidades de reformas para dar mejor acogida a los hospicianos, fueron creciendo, de
esa manera en 1906, se reconstruyeron varios sectores del Hospicio como la sección Cuna y
la de los Ancianos, colocándoles claraboyas y nuevo piso de madera. El trabajo, también
comprendió la renovación de los tirantes con madera de pino y renovación del entresuelo
con tablas machihembradas. El piso de los corredores también fue renovado, e igualmente
se entablaron todos los dormitorios del Hospicio.411 Este trabajo estuvo a cargo del
arquitecto Adán Sánchez, quien donó sus honorarios al Hospicio.412

34Entre los años 1909 y 1911, en el interior de la casa se levantó un edificio de tres pisos
con fachada de balcones hacia la calle Litoral, hoy Almirante Grau. La planta baja, estaba
destinada al alquiler de tiendas. Por ese lado, se abrió otra entrada para evitar el trajín de la
gente por la puerta principal, que daba a la avenida del Recreo, hoy Mariscal Santa Cruz.

35Más adelante en 1925, la calle Recreo fue pavimentada y los almacenes quedaron bajo el
nivel de la calle, entonces hubo que subir los suelos. Los arreglos en la Casa no cesaron,
cuidando siempre su conservación. El Hospicio, finalmente constituía la cara del altruismo
y caridad que sus directores querían mostrar a la ciudad. En 1940 el presidente de la
Sociedad Eduardo Sáenz García, donó 80.000 bolivianos con los que se construyeron aulas
escolares y dormitorios nuevos para niños y niñas del Hospicio. El presidente siguiente
Nicasio Cardozo bautizó este pabellón con el nombre de su benefactor.

36El templo de las Recogidas, fue luego templo del Hospicio. Fue construido en 1753,
incendiado en la sublevación de indios de 1781 y reparado por el obispo Ochoa, quien
mandó reconstruir también la Casa de las Recogidas. Entre 1820 y 1822 el presbítero José
María Indaburo, hizo un mantenimiento general. La iglesia era de una sola nave, de
estructura sencilla, quedaba pegada al Hospicio y a las viviendas sobre la calle Recreo.
Estaba tan próxima a la vivienda vecina de propiedad de Benigno Fornero, que éste compró
los altos de la Sacristía por 500 bolivianos. Al trasladarse la parroquia de Santa Bárbara a
Obrajes, el templo quedó como auxiliar de esa parroquia. Tan es así, que cuando en junio
de 1884 se robó la custodia de la iglesia de Obrajes, se pidió al presidente de la Sociedad
Católica, el sacerdote Rafael Sanz que prestara la antigua custodia que guardaba el templo
del Hospicio y que había pertenecido a Santa Bárbara.413

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37Cuando la Sociedad en 1883, decidió inaugurar el templo para el Hospicio, encargó la
reparación del arco toral y la pintura al temple de la bóveda y del altar mayor. Esta
reparación, la hizo el arquitecto Miguel Torres por 3.000 bolivianos. La reforma duró tres
años. En 1883 el presidente del Concejo Departamental de La Paz, Ignacio de Zapata,
autorizó el traslado de cuadros de las imágenes sagradas, que existían en la capilla del
Panteón del cementerio General, a la Casa de Caridad, porque, –decía–, las imágenes
sagradas que existían en aquella capilla estaban en mal estado y expuestas a destruirse.414
La cercanía del templo a las casas vecinas, siempre trajo inconvenientes, porque el agua de
la lluvia caía del techo del templo sobre los tejados vecinos. En 1903, por ejemplo, cayó un
machón de adobes del templo sobre la habitación del vecino Oblitas, quien además se quejó
de filtraciones provenientes de una de las torres. Para aquellos arreglos, se llamó al
arquitecto Antonio Camponovo, que hizo el trabajo conservando solo uno de los
campanarios y construyó adicionalmente un enverjado de hierro, sustituyendo dos puertas
metálicas que había en el atrio. En 1925, cuando se canalizó el río Choqueyapu y se
pavimentó la calle Recreo, hubo que reducir el espacio, quedando el templo sin atrio y sin
enrejado.415

6.3 Tres épocas del Casa de Caridad u


Hospicio San José
38El mismo día en que llegaron las Hermanas de la Caridad a la ciudad, a hacerse cargo del
Hospicio, la “Casa de la Caridad” así conocida en esos cinco años (1878-1883), recibió el
nombre de “Hospicio de Mendigos y Huérfanos”, nombre que fue puesto en el frontis de la
Casa. Muchos años más tarde, en 1943, en reunión de Directorio se acordó sustituir la
palabra Hospicio, por la de Hogar, como muestra de una nueva actitud y mentalidad hacia
los huérfanos. Sin embargo, la comunidad paceña siguió llamando Hospicio, a la antigua
Casa de Caridad fundada por la Sociedad Católica de San José.

Gráfico 6.1. Población Hospicio San José 1883-1948

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Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos SCSJ 1883-1948

Gráfico 6.2. Hogar San José Secciones 1900- 1910

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Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos SCSJ 1883-1948.

Cuadro 6.1. Hospicio San José Ingreso por secciones 1907 1948

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“sin datos Fuente: Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos. SCSJ 1878-
1948.

39El funcionamiento al interior del Hospicio, durante los primeros cuarenta años fue
complejo, debido a la heterogeneidad de la población por lo que hay que analizar varios
aspectos. En primer lugar había niños, ancianos, mendigos y discapacitados a quienes se los
llamaba inválidos y enfermos mentales. De acuerdo a los libros de Ingresos y Salidas,
pasaron por el Hospicio 3.148 personas, de las cuales 1.815 fueron niños, 1.204 niñas y 111
entre ancianos, mendigos e inválidos.

40Entre los años 1883 a 1948, que constituyen el primero el año de fundación de la
institución y el segundo el año tope de esta Tesis, se puede dividir la historia del Hospicio o
Casa de Caridad “San José” en cuatro épocas. La primera, que va desde el año 1883 hasta
1906, que se va a caracterizar porque todavía no había ancianos y el ingreso de niños
huérfanos, lo hacía uno de los progenitores que habían quedado viudos. La segunda época
desde el año 1907 al año 1916, en que se crearon diferentes secciones en el Hospicio,
ingresando niños de muy corta edad a la sección Cuna y ancianos e inválidos; la tercera
época, desde 1917 hasta 1934, identificada por una relativa estabilidad en la homogeneidad
de la población y la cuarta desde 1935 hasta 1948, que va a mostrar una verdadera eclosión
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de huérfanos, asilados en los primeros años hasta los años cuarenta, en que se va perfilando
la asistencia estatal a los huérfanos y la vuelta a la normalidad, en cuanto a volumen de la
población hospiciana.416

41En general, lo que más llama la atención de la lista de algo más de 3.000 internos, en
todo el espacio de tiempo entre 1883 y 1948, es la poca permanencia de los niños en el
Hospicio. Existe un promedio de dos años y medio de estancia, siendo que los años en que
menos tiempo permanecieron internos fueron en 1903, 1915, 1935, pese a que el número de
ingresados fue mayor como en el año 1935, en que concluyó la Guerra del Chaco con el
Paraguay, con el consecuente ingreso de muchos niños huérfanos. Aún en estas situaciones
de avalancha de población al Hospicio, el promedio de estadía no creció, por el contrario,
permanecieron solamente entre tres y seis meses.417 Era notorio que se ingresaba a los
niños mientras duraba el nuevo acomodamiento de las viudas a una nueva vida, una vez
resuelto esto recogían a sus hijos del Hospicio. Más adelante cuando analicemos las cuatro
etapas de existencia del Hospicio que estudia esta Tesis, daremos algunas explicaciones
posibles de la situación.

42Al iniciarse el Hospicio, los miembros del Directorio legislaron detalladamente la


admisión de los huérfanos. Recibían cartas de solicitud de ingreso y determinaban su
admisión o rechazo. El Directorio asumió esta función ya que se pensaba que las Hermanas
eran mucho más propensas a ser engañadas admitiendo niños cuyos padres desaparecían
cuando les convenía. Sin embargo, se conoce que la voz de la Priora o Superiora tuvo un
peso importante en las decisiones de admisión.418 Desde el primer momento de su
creación, a sugerencia del Reverendo Rafael Sanz, se determinó que serían admitidos en el
Hospicio, no sólo huérfanos de ambos padres, sino también aquellos que habiendo perdido
solamente a uno de sus progenitores, se hallaran en la miseria. Sin embargo, una razón que
condicionó fuertemente su internamiento fue su condición de ilegitimidad, respecto al
matrimonio católico de sus padres. Algo que marginaba duramente a gran parte de la
población indígena y mestiza de la ciudad, quienes practicaban la tradición ancestral del
sirwiñacuy o concubinato.

43En otro orden de cosas, se determinó también que la edad de los niños, no debía ser
menos de dos años ni más de diez. El procedimiento de admisión, consistía en que una vez
aceptados los huérfanos por el Directorio, la madre Superiora, los inscribía en el Libro de
Recepciones con fecha de admisión, el nombre y apellido del niño así como de su padre y
madre, si los tuvo conocidos, la filiación legítima o ilegítima, la edad y el lugar de su
nacimiento. También las prendas que llevaba al momento de ingresar al Hospicio y si daba
alguna limosna, así como otras observaciones importantes. La persona que solicitaba la
admisión debía firmar junto con dos testigos, el compromiso de abonar los gastos que
ocasionare el huérfano, si acaso saliese antes de la edad de su emancipación, o sea los 18
años.

44Las disposiciones arriba señaladas, son las que aparecen en los Libros de Actas, sin
embargo, el libro de Ingresos del Hogar se encuentran datos escuetos, como el nombre del
menor, o del anciano, o del llamado inválido, la fecha de ingreso, la fecha de salida, el
nombre de la persona que internaba, el lugar de origen: ciudad o pueblo, dirección en la
ciudad de La Paz, y en Observaciones se lee en el caso de los “inválidos” los tipos de
invalidez, tales como sordo, mudo, ciego, idiota. Los nombres de los “internantes”, o
personas que aparecen responsables de la entrega, aparecen solamente hasta el año 1906. A
partir de 1907, se sustituye esta casilla por la de “sección”, donde se anotaba la unidad a la
que se destinaba al ingresado.419'

45En la primera época del Hospicio San José, ubicada entre 1883 y 1906, ingresaron niños
de corta edad, desde recién nacidos, hasta una edad promedio de diez años. Los niños
lactantes, hasta los dos años, ingresaban en la sección Nodriza, los de dos años a cinco en la
llamada Cuna, los demás en las secciones Niños o Niñas. Los pequeños de la sección
Nodriza, eran entregados a nodrizas o madres sustitutas, que por un salario mínimo las
llevaban a sus casas para amamantarlos, debiendo presentarlos cada quince días, para que el
Hospicio viera el estado en que se encontraban. La entrega a nodrizas indias o mestizas, dio
lugar a secuestros de niños, dado que las nodrizas entregaban a su vez la criatura a terceras
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personas. Era deber de las nodrizas, devolver a los niños al Hospicio, una vez que pasaba el
tiempo de amamantamiento.

Gráfico 6.3. Ingreso de niños al Hogar San José 1886 - 1948

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Fuente: Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos. SCSJ. 1983-1948

46El ingreso y salida de menores, en todas las épocas estuvo bajo el estricto control del
Directorio. En el interior del Hospicio eran las madres las que ejercían la tutela. De todas
maneras, la seguridad de los niños dentro del Hospicio, no era total. Así lo evidencian
algunos apuntes periodísticos de denuncia, como juicios que se guardan de la Corte
Superior de Justicia en torno a algunas pérdidas o secuestros de niños. Atención especial
merece un juicio que encontré en el Archivo de La Paz.420 Se trata de un juicio iniciado en
1913 por Carmen Cornejo contra Asunta Betancur de Mercado por apropiación indebida de
su hijo.

47El caso dio lugar a una serie de largas indagaciones sobre los pasos que se debieron dar
para el rapto del menor en el que resultaron implicadas la persona encargada de la sección
Nodriza, la nodriza propiamente dicha, una intermediaria, la persona que se hizo cargo del
menor adoptándolo ante la policía y finalmente dos señoras pertenecientes a la Sociedad de
Damas Vicentinas, quienes con su palabra certificaron que el menor fue quitado de las
manos de su madre, por encontrarse ésta enajenada mentalmente, hasta llegar a querer
matar a la criatura. Una vez aclaradas las circunstancias, la Corte Superior de Distrito,
decidió dejar al menor en poder de su madre adoptiva Asunta Betancur de Mercado, al
haberse arrogado esta última la criatura previo consentimiento de la policía de la ciudad. El
juicio, pone en evidencia una serie de actitudes y sentimientos exacerbados en las mujeres
involucradas en el caso, que son ejemplo de la mentalidad de los sectores sociales a los que
pertenecían.

48En primer lugar, el sentimiento de la mujer culta, de clase alta, perteneciente a una se las
Sociedades de Beneficencia existentes, San Vicente de Paul. Dos de ellas Eduviges de
Herzog y Zoila Salmón se arrogaron el derecho que les acudía, de ser “honorables señoras”
reconocidas por la sociedad. Solamente con ese poder, acudieron al Hospital General,
donde estaba internada la madre de un niño y sin intervención de ninguna institución
estatal, deciden tomar a la criatura y entregarla al Hospicio. En realidad, ellas habían sido
llamadas desde Hospital en vista de que la madre había tratado de dañar a su hijo.

49Hay que decir, que Eduviges de Herzog, madre del Presidente de Bolivia, Enrique
Herzog (1947-1949) era una destacada dama de la sociedad paceña, muy conocida en el
medio, por sus trabajos sobre la mujer. Había asistido a varios congresos internacionales,
fue fundadora del Ateneo Femenino de La Paz en cuya representación viajó a la primera
Conferencia Interamericana de mujeres realizada en Lima en 1924. En una segunda
Conferencia celebrada también en Lima al año siguiente presentó un trabajo sobre “La
necesidad de la Instrucción Secundaria para la mujer”. Seguramente en 1913, cuando
Eduviges Herzog tuvo que actuar como jueza, salvadora e intercesora de menores, ya era
conocida por sus inquietudes sociales y religiosas, pues conocía de memoria los poemas de
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Santa Teresa421 y tenía escritos sobre la educación que había que dar a la mujer. Es
factible entonces, que a un requerimiento del hospital, donde se encontraba el menor, objeto
del juicio, ella acudiera acompañada de Zoila Salmón y, con aplomo y decisión, tomaran la
criatura y la entregaran al Hospicio. Cuando en el juicio, se llegó al punto de solicitarles
declaración sobre el niño robado, ellas expusieron tranquila y con toda seguridad, que
habían salvado al niño de su madre. Con esa declaración, el juicio llegó a su fin, pues eran
las palabras de dos señoras de probada honorabilidad para los jueces.

50Por otro lado, cabe preguntarse ¿cómo se podía sacar del Hospicio con tanta facilidad a
un niño asilado, si las religiosas imponían tanta disciplina? La pregunta nos traslada al
sentimiento de frágil moralidad de la nodriza encargada de amamantar al niño, quien era, –
como era usual habitual– una mujer indígena contratada por el Hospicio. Las nodrizas
entraban y salían de manera tan sencilla como se las conseguía. Como debían presentarse
cada quince días, para mostrar la salud del lactante, no extrañó la salida de ella y que el
menor desapareciese. La encargada de la sección Cuna, seguramente una religiosa, la que
encargó a la portera del Hospicio, quien por medio de personas conocidas, buscó una
nodriza para el niño. Fue cuando la portera y la nodriza, planearon la desaparición del niño
por un monto 15 bolivianos. En las declaraciones que acompañan el caso, se advierte, que
cuando la criatura fue entregada a la persona que la adoptó, se encontraba desnutrida y
enferma.

51Volviendo a los ingresos y egresos en general que hubo en el Hospicio San José, se tiene
que entre 1883 y 1906, ingresaron 526 menores huérfanos. De ellos, 308 o sea el 58.5%,
fueron menores internados por uno de los padres o un familiar cercano. Lamentablemente,
las listas no dicen el grado de parentesco entre los niños internados y la persona que lo deja.
Sin embargo, es muy posible, que fueran parientes en primer o segundo grado, debido a que
figuran con el mismo apellido. Fuera de ello, se advierte que en muchos casos, una sola
persona ingresaba a uno o varios niños. Este hecho, unido al que establece que la
permanencia no duraba más de dos o tres años, en promedio, demuestra que los niños que
se internaban, lo eran solo por el tiempo necesario para que su propia familia les buscara
dónde vivir, mientras se salía del aprieto temporal, al cual les habría llevado la muerte de
uno de sus progenitores. De los 526 ingresados, 120 niños, o sea el 38% fueron ingresados
por otras personas y solamente 17 niños, fueron abandonados en las puertas del Hospicio.

52El tiempo de permanencia promedio en el establecimiento, en la primera mitad del siglo


XX, fue de tres años y cuatro meses. Este hecho demuestra que, las personas que internaban
a los niños, tenían claro que el Hospicio era un internado de educación primaria o
secundaria, antes que un Hospicio propiamente dicho. En las Actas de reuniones se
constata, que muchos de los ingresos de menores, fueron por hacer un favor a sus padres
viudos, a personas honorables conocidas, o algún miembro respetable del Directorio o por
último a compadres. Muchos niños no eran huérfanos, simplemente ingresaban porque sus
padres rogaban a algún miembro del Directorio, que los recibiera para su educación con
monjas francesas.422 Es así, que se nota el mayor ingreso de niños de entre 10 y 14 años,
aunque en las disposiciones se decía que la admisión era desde los dos hasta los diez. Es
decir que en la primera época del Hospicio, éste tuvo un prestigio muy bueno en educación,
y se aceptaron niños más mayores, que lactantes.

53Acerca de la proporción de género, de los 526, 258 eran niñosy 268 niñas. Sobre el
origen o procedencia de los menores, entre 1883 y 1906 el 87% de los internos venía de la
propia ciudad de La Paz el 12 % de otras provincias del Departamento y el 1 % restante de
otras ciudades del país. En el caso de procedencia de la propia ciudad de La Paz, en el libro
de Ingresos y salidas se guarda la dirección de la casa donde vivía el menor antes de
ingresar al Hospicio o de la persona que lo ingresaba.

Cuadro 6.2. Hospicio San José Ingreso primera época. 1883 -1906

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Elaboración propia en base a Libro de Ingresos y Egresos. Hospicio San José. ASCSJ.

54El Hospicio mantenía a los huérfanos hasta los 18 años. En el caso de que alguna joven
se quería casar antes de los 18 años, se requería la presencia del pretendiente quien debía
presentarse ante el presidente de la Sociedad o la superiora del Hospicio, quienes debían
examinar las cualidades morales del candidato, que debían ser “aceptables”. No era
requisito “dotar” a la huérfana, lo único que se les pedía era que su matrimonio fuera
religioso. Si el pretendiente era otro huérfano del Hospicio, el establecimiento daba una
“dote” en la cantidad que permitían los recursos. Al llegar a los 18 años los hombres salían
a algún puesto de trabajo, logrado en lo posible gracias a las influencias sociales de los
miembros del Directorio. En el caso de las jóvenes éstas eran colocadas en casas de familia
donde servían, preferentemente en casas conocidas, para de ese modo hacerles un
seguimiento moral. A pesar de la existencia del Hospicio, la ciudadanía siguió practicando
la costumbre de tener en su casa criados, o niños entregados por sus progenitores, indígenas
del campo, quienes debían trabajar en el servicio doméstico, a cambio solamente de la
alimentación.423

55La segunda época del Hospicio, se caracteriza por la creación de Secciones. Entre 1906 y
1916, ante las necesidades de la ciudad, el Hospicio tuvo que ampliar su capacidad de
hospedaje a ancianos, inválidos y niños de cero a ocho años. Se crearon entonces nuevas
secciones, Nodriza, Cuna, Ancianos e Inválidos. Además, los niños entraban desde los 8
años, a diferentes secciones de trabajo, apareciendo en las listas de Ingreso a la casa, las
secciones de Lavadero y Cocina para niñas de catorce años en adelante; el Taller de Flores
para niñas de 8 a 14 años y los Talleres de carpintería, imprenta y sastrería para niños.424

Cuadro 6.3. Promedio Anual de permanencia en el Hospicio

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Elaboración propia en base a Libro de Ingresos y Egresos. Hospicio San José. ASCSJ.

56La población total de 871 asilados, entre los años 1906 y 1916, estuvo dividida en las
secciones señaladas anteriormente, repartidas de la siguiente manera: las de mayor
población fueron Cuna y Lavadero, que tenían 145 asilados cada una. En la sección Cuna,
se encontraban ciento veinticinco internos niños pequeños, entre hombres y mujeres de dos
a cuatro años. La sección de Lavadero, recibía niñas de 14 años en adelante. Ellas se
dedicaban a realizar el trabajo de lavar la ropa del propio asilo y también de gente de fuera.

57La sección de Niños, tenía 110 menores de sexo masculino, ellos estaban divididos en
Taller de trabajos manuales para niños de 4 a 8 años y niños de 8 años en adelante, que
trabajaban en imprenta, carpintería y sastrería. La Sección Nodriza, tenía 52 lactantes, que
eran atendidos por amas de leche indígenas contratadas de afuera.

Cuadro 6.4. HogSan José

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Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos de Huérfanos. ASCSJ.

58El Taller de Niñas, tenía con 102 mujercitas de entre 2 y 7 años, estaban destinadas un
Taller de trabajos manuales. El Taller de Flores, con 65 niñas de entre 8 v 14 años se
dedicaban a hacer ramos de flores para vender fuera del Hospicio, así como también a
elaborar flores artificiales. En la sección Cocina se entrenaban tres niñas de más de 14 años,
ayudando a las cocineras contratadas. Las otras secciones de 24 ancianos, 52 ancianas, 15
inválidos varones y 36 inválidas mujeres, constituían una población sin tareas de
responsabilidad, entendiéndose por “inválidos”, los ciegos, mudos, niños o adultos con
retardo y también enfermos mentales.425

59La convivencia entre tanta variedad de internos, debió traer infinidad de problemas a las
religiosas. Durante algo más de siete años, desde 1909 hasta 1916, se recibieron 91
personas, entre ancianos e inválidos. Por eso, no es de extrañar, que las hermanas tuvieran
que recurrir a encerrar a algunos, no sólo a los enfermos mentales sino también los mismos
ancianos quienes desde su demencia senil las insultaban y maltrataban.426

60El año 1905, se fundó el Asilo San Ramón, destinado a ancianos, pero se creó con tan
poca capacidad de infraestructura, que muchas veces el Hospicio San José tuvo que acceder
a recibirlos cuando la Prefectura se lo pedía. En 1915, la hermana Ramona de los Angeles,
Directora del Asilo, solicitó al Directorio no recibir más ancianos, ya que su número había
sobrepasado al número de camas y muchos tenían que dormir en el suelo teniendo que
reducirse su atención.427

61El promedio de permanencia de los internos, calculado en la primera época, como


dijimos, fue de 3 años y cuatro meses. Solamente se ha podido calcular la estadía de la
primera época, puesto que a partir de la segunda no se guarda registro del año en que fueron
sacados del asilo. Sin embargo, vistos los Libros de Ingreso y Salida de los internos y dado
el carácter de Escuela-Internado, que tuvo la mayor parte del tiempo de su existencia, por lo
menos hasta los años 20 del siglo XX, los internos no permanecían como promedio general
más de dos años y medio en el Hospicio, siendo retirados en diferentes edades, antes de los
18 años. En general todos eran emancipados a los 18 años, quedando en el Hospicio en
casos excepcionales algunas mujeres en el Lavadero, Cocina o algún varón por ser inválido.

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62En el caso de las mujeres que cumplían 18 años e iban a emanciparse, antes de hacerlo
debían declarar a la Superiora, dónde iban a vivir, como garantía de su moral posterior. Las
Hermanas, sin embargo, se quejaban de que algunas y algunos internos fueron díscolos y se
mostraran incorregibles tanto dentro del internado, como después, una vez emancipados.

63Por ejemplo en 1907, a solicitud de la Superiora del Hospicio, sor Marta, el Directorio de
la Sociedad, añadió un artículo al Reglamento del Hospicio, el cual indicaba que si alguno
de los huérfanos se fugaba, el inspector daría inmediatamente aviso a la policía, para que
fuera en su búsqueda; si el delito se repetía por segunda vez, ya no se le recibiría en el
establecimiento, gestionándose ante las autoridades encargadas del orden público, su
colocación en un establecimiento correccional, para impedir su vagancia. Si tenía parientes,
éstos debían abonar al Hospicio, los gastos efectuados en el niño.428429

64El ingreso a la Sección Nodriza, desaparece en 1913, año en que se inicia la “Gota de
Leche”, perteneciente al Hogar de Niños Villegas, que a su vez dependía de la Sociedad
Protectora de la Infancia, que estaba especializada, en lactantes. Los niños que ingresaban a
la Sección Nodriza, eran siempre expósitos, algo que no sucedía con frecuencia, puesto
que, –como se dijo–, la mayor parte de ingresados eran niños cuyos padres recurrían por
presión, a internar a sus hijos pensando que allí recibirían mejor educación que las que ellos
les podían dar. La Sección Cuna recibió niños hasta 1927.

65Al llegar a los 17 o 18 años, los huérfanos eran destinados a otros sitios para adquirir un
oficio y poder vivir de ellos. En 1913, dos huérfanos entraron al servicio militar, otros
hicieron estudios de encuademación, en el Colegio Salesiano. Solamente los huérfanos que
optaban por la carrera religiosa, recibían becas de estudio por parte de la Sociedad, con el
fondo establecido por el legado Méndez. El resto de los huérfanos salía del Hogar con
algún oficio, así por ejemplo en 1919, se tuvo a Víctor Belaúnde como carpintero; Lucio de
la Riva, zapatero; Darío Laviño, sastre; Juan Rojas, zapatero; Andrés Pacheco, sastre; Abel
Mercado, capintero. Según la Madre Superiora, todos fueron bien colocados. Entre las
mujeres, dos entraron a la vida religiosa, una a la orden del Buen Pastor y otra al
Monasterio del Carmen.

66Entre 1915 y 1918, aunque no se sabe la fecha exacta, los ancianos que tenían entre 45 y
90 años de edad, fueron trasladados al Asilo San Ramón, creado en 1915.430 Para
entonces, la directora del Hospicio, sor Ramona de los Angeles pidió al Concejo Municipal,
expresamente que no enviaran más ancianos, ya que habían sobrepasado su capacidad
haciendo que la atención fuera deficiente al punto que muchos dormían en el suelo.431 Los
inválidos, por su parte, eran de toda edad, y convivieron con los ancianos. En 1927, –según
datos de las Actas– se encontraban todavía asilados tres enfermos mentales, pero ese mismo
año se los envió a Sucre al recientemente creado hospital mental Gregorio Pacheco.432

67En la tercera época del Hospicio, entre 1916 y 1930, hubo cierta estabilidad en lo que se
refiere al ingreso y salida de menores, y en todo el desarrollo de la vida del Hospicio. Un
documento detallado en una de las páginas de las Actas de la Sociedad San José, refiere que
en 1918, había 92 huérfanos varones, 92 huérfanas, 23 niños entre 0 y 2 años, 28 señoritas
lavanderas, 9 señoritas floristas, 18 ancianos, 28 ancianas, 8 religiosas y 5 cocineras. O sea,
que en total había 290 personas en el Hospicio.433

68La importancia de los datos anteriores, radica especialmente en que es la única noticia
que se tiene del total de la población existente en un momento dado, ya que el Libro de
Ingresos proporciona el ingreso, pero no la población estable, aunque, evidentemente se
puede construir la población anual, sobre la base de cada uno de los más de 3.000 ingresos
que da el libro entre los años estudiados.

Cuadro 6.5. Hospicio San José -1918 Segunda época

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Elaboración propia en base a Libro de Actas 1918.

69En la tercera época, –1916 a 1930–, se advierte cierta estabilidad en la población


hospiciana, con un ingreso promedio de 62 niños y niñas al año, y una permanencia en el
Hospicio de tres años, ocurriendo que en algunos años los ingresados estuvieron un
promedio de cinco años y cinco meses.434 Lo que muestra la gran reputación y eficiencia
del Hospicio, y que, la necesidad de albergar más y más niños en el Hospicio, fue creciendo
cada vez más. Hacia la década de los años veinte, las solicitudes de ingreso superaban las
expectativas y no había vacantes.435 El problema fundamental, era la carencia de espacio.
Para solucionar el problema, el Directorio de la Sociedad, solicitó al Tesoro Departamental,
que asignara una cantidad mayor o un impuesto especial, a semejanza del que se había
establecido para la construcción de la Catedral, pero no se conoce ninguna respuesta
favorable.

Cuadro 6.6. Hogar San José Ingreso tercera época 1917 -1930

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Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos del Hogar San José.

70En esta época, a los trabajos ejercidos por los niños de S años en adelante, se añaden,
además de sus tareas de estudio, labores de zapatería, hojalatería y las niñas de la misma
edad seguían con el taller de llores artificiales y lavandería, trabajos de costura, bordado, e
hilado.436

71El año 1925, muestra una eclosión de ingreso de menores, pues hubo 103 menores
ingresados. La explicación más aceptable, sería que lúe un año especial de eclosión en
todas las instituciones estatales debido a la conmemoración de los 100 años de
Independencia, o nacimiento de la República. Ese la Sociedad Protectora de la Infancia,
organizó un evento de carácter nacional en torno al niño, al niño huérfano, a la salud del
niño, en fin, a todo el ámbito de la niñez, lo que dio una importancia especial al tema, y
sensibilizó, en cierta forma, de una mejor atención a los niños.437

72Dentro del lapso de tiempo,que llamamos estable dentro del 1 lospicio, hubo denuncias
en semanarios izquierdistas de la ciudad que se publicaban en revistas como Bandera Roja,
y en las que se consideraba,que el trato que se daba a los niños dentro del Hospicio no era
aceptable. En 1926, se lee una pequeña noticia en la que se da cuenta de la ausencia de
atención hacia un niño de 13 años, quien por una caída por las escaleras, tuvo una lesión en
el pie y que la Superiora, una “monja italiana”,438 había hecho caso omiso, y no le prestó
atención, obligándolo por el contrario a seguir trabajando en la sastrería. También delataba
el redactor, que los niños eran castigados con dureza y arbitrariedad, al sufrir por ejemplo,
el castigo de privación de recreo, vacación y recarga de trabajo, cuando había desaparición
de casimires.439

73Otra denuncia de la misma revista, decía que en el Hospicio se alimentaba a los niños de
mala manera, ya que el arroz lo daban crudo y que olía a gas carbónico. Que

74habiendo preguntado a la cocinera, por qué se les daba la comida cruda, ella había
respondido que era orden del Presidente de la Municipalidad, porque aseguraba que así era
más alimenticio. Comentaba el columnista, que sería preciso averiguar si el Presidente de la
Comuna, daba también a sus hijos el arroz crudo. La denuncia también aludía a las
religiosas del Fíospicio, que hacían trabajar a los niños en los talleres para vender los
“artefactos” (sic) en la calle. Era como decir que el Hospicio de San José, que
aparentemente era una casa de caridad, era una empresa industrial como también lo era el
Colegio de los salesianos y que el Departamento Nacional del trabajo debía tomar cartas en
el asunto.440 Cuando les llegaba el tiempo de salir fuera del Hospicio, excepcionalmente se
decidían por la vida religiosa, sin embargo en 1921 hubo dos huérfanos que ingresaron al
Seminario para seguir la carrera del Sacerdocio y en 1922 otro exalumno del Hospicio se
consagró como sacerdote celebrando su primera misa en el Hospicio. Su padrino fue el
Presidente de la República y se preparó un agasajo para festejarlo.

75Además denunciaba que los niños rogaban a sus parientes los sacaran de allí porque las
monjas les imponían trabajos abrumadores, superiores a sus fuerzas. Aseguraba el autor del
artículo, que las monjas del Hospicio explotaban a los asilados con el único fin de hacerse
ricas. Solo así se explicaba, que hubiera dinero suficiente para llevar a cabo la construcción
de ese local “que no costaba cuatro reales”.441

76La cuarta etapa de vida que estudiamos del Hospicio se vivió entre 1930 y 1948 está
relacionada con la aparición y primeros años del Patronato Nacional de Huérfanos de
Guerra y el Patronato Nacional del Menor.442 Estos años se caracterizaron por el mayor
número de ingreso de huérfanos. Sobre todo en los años 1935, 1936 y 1937 cuando
ingresan los huérfanos de los combatientes caídos en la Guerra del Chaco, librada contra el
Paraguay. La Guerra del Chaco, que tuvo innumerables repercusiones económicas, políticas
y sociales en Bolivia, dejó sentir sus efectos en el tratamiento del menor de una manera
contundente.

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Cuadro 6.7. Hogar San José Ingreso cuarta época 1930 -1947

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Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos del Hospicio San José. ASCSJ

77A raíz de la gran cantidad de niños que perdieron a sus padres en el campo de batalla, el
Hospicio tuvo que abrir sus puertas ilimitadamente, con las consecuencias
infraestructurales correspondientes. Sin embargo, el clima de sentimentalismo patriótico
creciente en la ciudadanía, hizo que se desataran las más diversas manifestaciones de
solidaridad. Todas las familias enviaron, ropa, frazadas, camas y alimentos, costumbre que
pervivió por muchos años más.443

78Entre 1930 y 1937, el promedio de ingresos al Hospicio, fue de 79 niños anuales, siendo
los años de mayor afluencia el año 1935, –primer año de la Guerra–, en el que ingresaron
164 niños y el año 1936, cuando ingresaron 155 niños. Cabe mencionar, sin embargo, que
los niños ingresados en esta ocasión, no llegaron a cumplir siquiera un año de permanencia
en el Hospicio, pues al no disponerse de espacio físico suficiente, fueron transferidos al
cabo de pocos meses a otras instituciones. En otro orden de cosas, la situación vivida en los
años de la Guerra, con tanta afluencia de niños huérfanos, marca un hito importante en la
vida del Hospicio, iniciándose una época en la que la institución se especializa en atención
a huérfanos reales, y no en colegio de instrucción primaria con estudiantes internos.

79Por otro lado, la Guerra, también propició la toma de conciencia del estado, en torno al
sostenimiento de los huérfanos, con la creación en 1938, del Patronato de Huérfanos de
Guerra, institución estatal, dependiente del Ministerio de Defensa, que tenía como fin, velar
por el sostenimiento de los huérfanos de la guerra con una cuota o asistencia especial,
beneficio que indirectamente llegó también a los antiguos asilados. El patrocinio de la
nueva institución, no solamente dio un respiro material a San José, sino que creó sus
propias instituciones, tales como el Hogar Soria, el Hogar Méndez Arcos y una sección de
niños huérfanos indígenas en la Escuela Indigenal de Huarisata.444

80Luego de la gran eclosión de niños ingresados al Hogar, entre los años mencionados
viene una paulatina disminución y nueva estabilidad. Los ingresos de niños huérfanos no
cesaron, hasta 1972, –año en que se cerró el Hospicio por expropiación de su Casa, pero el
promedio de ingresos entre 1938 y 1948 se estabilizó en 44 niños al año, con una estadía de
menos de un año al interior del mismo. El Libro de Ingresos y Egresos, no proporciona la
razón del abandono de la institución como tampoco el nombre de la persona que los
recogía. Sin embargo, una carta encontrada en el mismo Libro dice:

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“La Paz, (Bolivia) 19 de marzo de 1942
Reverenda Madre Superiora del Hospicio de San José
Presente.
Reverenda Madre:
De conformidad con el acuerdo verbal que tuve con la Reverenda Madre Elena hoy ruego a
Ud. Tenga a bien concederle la salida a mi hija Moraima, para lo cual comisiono como
acordamos, a mi esposo Francisco Valdivia, quien recogerá a mi citada hija, por las razones
ya expuestas por mí personalmente. Antes de terminar muy Rvda. Madre quiero dejar
constancia de mis agradecimientos, para Ud. en primer lugar y para la madre Elena y
cuerpo de profesoras de esa institución muy particularmente.
Respetuosamente quedo de Ud. Su atenta y segura servidora Leonor de Valdivia
(Firmado)”445

81Como se puede observar, la carta no especifica la razón del abandono del Hospicio, sino
la evidencia de que el Hospicio era un buen internado para niños con los dos padres vivos.
Maria Josefa Saavedra, personaje ilustre de la ciudad por sus múltiples creaciones en torno
a la niñez abandonada, entre los cuales se destaca el primer Código del Menor, fue socia y
primera mujer en el Directorio de la Sociedad San José desde 1925 y refiriéndose a la
situación del Orfanato a principios de los años 40 del siglo XX, me dijo:

“...no todos los internos eran huérfanos. Mucha gente criaba sus hijos allá”. “Los
comedores tenían unas mesas largas. Se comía en silencio. Entonces yo modifiqué eso
porque era muy triste no poder hablar. Introduje mesas para cuatro personas, pero eran
cambios que las monjas resistían. Me acuerdo que había cuadros de faisanes, manzanas,
cosas que los niños jamás veían, los sacamos. ... Cuando yo entré al Patronato, [1925]
mandamos ropa de color uniforme para sustimir aquella cuadriculada, para que no fuera tan
típica de un orfanato.446

82Maria Josefa Saavedra, instaló en 1944 una importante sección para ciegas, bajo el
control su primera alumna no vidente, Maria Luisa Monasterio, quien con apoyo de la
Sociedad San José, se preparó en Buenos Aires. La sección contó con un telar, máquinas de
escribir y música clásica.

6.4 Las religiosas de San Vicente de Paul


83La Sociedad Católica de San José, estuvo organizada sólidamente en todos los aspectos.
Tratándose de una institución destinada a los pobres en general, hizo traer de Francia,
religiosas de la orden de San Vicente de Paul, especializadas en la atención a enfermos y
ancianos. Las religiosas, llegaron en marzo de 1883 a La Paz. Su recibimiento fue todo un
acontecimiento para la ciudad, acudieron a la estación para darles la bienvenida, todas las
autoridades municipales y el Ministro de Guerra en persona, junto con todos los socios, sus
esposas y público en general. El arribo fue solemnizado con la banda de música del
Ministerio.

84Los gastos de traslado de las religiosas y todo su ajuar corrieron por parte de la Sociedad,
así como su manutención futura, que consistía en combustible, alumbrado, lavado de ropa
de trabajo, como delantales, servilletas, sábanas, sería por cuenta de la Sociedad así como
también sus gastos de salud y eventuales sepelios. También cubrieron el gasto de visita de
las superioras que llegaron con ellas desde Lima, para dejarlas instaladas.

85Fuera de ello, a cada hermana se le abonaron, en los primeros años, el equivalente a 600
francos franceses, sin rendición de cuentas. Estaba concertado, asimismo una asignación
mensual extra por cada hermana, si es que por edad o enfermedad se veían impedidas de
trabajar. También les ofrecieron un cambio de clima a otra población o ciudad, si alguna
necesitaba por algún tiempo. La Sociedad también aceptó la condición de mantener
novicias dentro del Hospicio, para así continuar la labor de nuevas vocaciones dentro de la
institución. Si por alguna razón alguna de las religiosas quería abandonar el Hospicio,
estaban obligadas a hacer conocer al Directorio de la Sociedad, con ocho meses de
anticipación.
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86Las hermanas de la Caridad, fueron instaladas en un departamento especialmente
preparado para ellas, que tenía dormitorios, refectorio, sala de comunidad, locutorio, un
cuarto con armario, roperos y cocina. Las religiosas se hicieron cargo de todo lo
concerniente a la inspección y servicio de la Casa, de esa manera, la Superiora podía
contratar y despedir empleados y pagarles los sueldos convenidos. Las demás hermanas, se
encargaban de la despensa. Sobre los gastos propios de la Casa, sí debían llevar un libro,
con el detalle para ser presentado al Directorio de la Sociedad.

87La primera Superiora sor Estefanía Boucher, dirigió el Hospicio hasta 1906, año en que
fue reemplazada por sor Maria Luisa Charase, quien estuvo hasta 1927. La vida que
llevaban al interior del Hospicio debió ser difícil. Mantuvieron celosamente su vida
religiosa, así como sus problemas. La única noticia que tenemos es el trato con el
Directorio de la Sociedad, con el cual hubo algunos malos entendidos. Es de suponer que
cualquier incomodidad, incomprensión o trabajo exagerado, habrá sido superado por su
propia vocación de humildad, generosidad y altruismo cristianos.

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Hermanas de la Caridad en el Hospicio de San José Principios del siglo XX.


Archivo SCSJ.

88Las hermanas organizaron el interior de la Casa, dividiendo en dos secciones, la sección


Hospicio, que estaba a cargo de la Directora y la de Ancianos y Mendigos a cargo de la
Madre Superiora. Solamente esta última, podía dar órdenes a las hermanas, quienes no
tenían relación alguna con el Directorio de la Sociedad, dejando esa tarea para la Directora,
quien se reunía con ellos cada mes. Otra persona importante dentro del Hospicio era el
capellán, que no tenía ninguna potestad sobre el funcionamiento del Hospicio y mucho
menos en el trato interno de las religiosas. Habitaba una vivienda independiente, siendo su

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obligación oficiar misa diariamente a las 5:30 de la mañana y confesar a los huérfanos y
demás internos.

89A pesar de que el hermetismo entre las religiosas era inquebrantable, hubo un hecho en
1928, que muestra la disciplina férrea que las regía y los móviles internos de las personas
relacionadas con la beneficencia. El caso relatado a continuación, proporciona detalles que
traslucen los sentimientos y actitudes de resentimiento y suspicacia con que actuaron todas
las involucradas.

90En mayo de 1928 la hermana Vicenta, a cargo de los niños y niñas, fue expulsada del
Hospicio por una falta de disciplina. El hecho tuvo repercusión en toda la ciudad. La
Superiora sor Juana, tenía recelo de la hermana Vicenta, quien según la Superiora, se
tomaba libertades, en la distribución de las donaciones a los niños y las quejas por ciertos
abusos cometidos contra ellos. No estando satisfecha con su proceder, la Superiora decidié)
transferir a la hermana Vicenta a Lima. A su despedida, en la estación de tren, acudieron
muchas mujeres del pueblo que lloraban y pedían que no se fuera, incluso un fiscal de
apellido Uría, intervino en representación de la sociedad paceña, para impedir el viaje, o
por lo menos tratar de que se procediera con más humanidad con la religiosa, pero no hubo
nada que hacer.

91Para despedirla en la estación estuvo también el Obispo de la ciudad, quien acompañó a


la Superiora, en la tarea de hacer cumplir la orden. A la pregunta de, por qué se producía el
retiro, ella respondió fríamente que eran órdenes de la institución y reglas inapelables de la
comunidad. En todo el incidente, los reporteros hicieron su agosto, viajando en el tren y
entrevistando a la religiosa que partía. A través de muchas preguntas los reporteros que se
lograron subir al tren, que conducía a la hermana Vicenta hacia el Perú, contaron que la
religiosa entre sollozos contó que la Superiora la castigó por una indisciplina cometida al
repartir una donación de golosinas a los niños, sin autorización de la Superiora, quien
decidió por esa razón retirarla del Hospicio.

92Otros reporteros se habían introducido días antes en el Hospicio, para oír la versión de
los huérfanos, circunstancia por la cual fueron expulsadas cuatro huérfanas, ”sin ropa, ni
cama, hasta que fueron recogidas por unas señoras por caridad”, decían los periódicos.447
Toda la ciudadanía paceña, estuvo alarmada y curiosa por la expulsión de la monja y de las
huérfanas. Cualquier escándalo relacionado con el funcionamiento interior del Hospicio y
de las religiosas, cuya vida privada era totalmente reservada, fue abierta de un momento a
otro, para la prensa local y la población en general, pasando a ser la habladuría y comidilla
del momento.

93El suceso dio pie para que la ciudadanía diera rienda suelta a la desconfianza que
despertaba en muchos, el uso que se daba a los donativos y dinero que recibía la Sociedad y
las monjas. Las denuncias sobre la mala utilización de las haciendas agrícolas que se
donaron por esos años, hacían crecer aún más, la curiosidad de la población. Dos
ciudadanos, Pinilla y Montes, denunciaron que hacía poco había sido donada al Asilo una
rica propiedad, pero que los productos nunca ingresaron al Asilo, ya que su valor estaba
siendo utilizado para adquirir letras hipotecarias en los bancos. Incluso se publicaron
comentarios, como aquel que cuando se practicaban visitas de supervisión al Asilo, las
monjas ponían sábanas en las camas, vestían a los niños muy bien y les hacían jugar para
que no se quejaran, de manera que siempre conseguían felicitaciones de las visitas, aún
cuando se sabía que la alimentación de los huérfanos era distinta a la de ellas.

94El escándalo llegó incluso a tratarse en el Concejo Municipal el 18 de mayo de 1928. El


munícipe Claudio Pinilla, aludiendo a denuncias formuladas por la prensa local,
especialmente por el periódico La Razón, condenó los medios violentos empleados por la
Superiora del establecimiento, sor Juana y la necesidad de que el Concejo en ejercicio de
sus atribuciones, interviniese en el esclarecimiento del problema, que tocaba íntimamente el
ámbito reservado de disciplina religiosa y acatamiento a las disposiciones internas entre
ellas. La prensa, se arrogó también el derecho de llamar la atención del Concejo, pidiendo
la organización de un proceso, buscando la reincorporación de las alumnas expulsadas.
Finalmente se acordó designar a los señores Claudio Pinilla y Hugo Montes para que
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formasen la comisión solicitada. Finalmente, el Concejo resolvió, a solicitud del mismo
munícipe, que se hiciera un control del estado económico del asilo.448

95Según los datos que se consiguen a través de las Actas del Directorio, el asunto fue más
grave con relación a las cuentas, que se habían presentado al Directorio, que hizo que se
reclamaran algunas cantidades. Ante este hecho, las religiosas, molestas por la ignominia,
decidieron retirarse. El Directorio tuvo que apelar a través del Nuncio hasta Roma, para
pedirles disculpas y rogarles que se quedaran. Parece ser que las convencieron, pues las
religiosas estuvieron en la dirección del Hospicio hasta fines de los años 40 del siglo
XX.449

6.5 Educación de los huérfanos


96En los primeros años del Hospicio450, a todos los menores se les enseñaba gramática,
aritmética, geografía, religión, historia sagrada y de Bolivia, urbanidad, canto, orden y
economía. A las niñas, además se les enseñaba a coser, bordar, hacer arreglos de flores,
lavar, planchar, cocinar. A los niños, se les daba además clases de álgebra y dibujo, pero
también aprendían a coser y tejer. Ellos mismos cosían su ropa en el taller de sastrería y
tejían sus calcetas. Los muchachos mayores, aprendían carpintería y zapatería, en sus
respectivos talleres. También trabajaban en la panadería del Hospicio.

97Una crónica de 1906, escrita por una visitante inglesa invitada especialmente por el
Presidente Ismael Montes, refería que el Asilo de Huérfanos de La Paz451 era ”otra notable
institución benéfica“, que hizo mucho bien, bajo la dirección de las monjas de San Vicente
de Paul. “La vivienda de los muchachos incluye un refectorio, escuela, taller de sastrería,
taller de imprenta y departamentos de zapatería y carpintería y abarca a planta baja con un
espacioso patio de recreo. Las muchacha tienen cuartos de lavar, coser, bordar, de
panadería y de cocina. El costo anual de este Instituto es de cincuenta mil bolivianos y el
número de empleados está cerca de 300 personas.”452

98A principios de siglo, se pretendía dar instrucción sólo hasta cuarto y quinto grado,
básicamente para educarlos bien y darles oficio. No se pretendía sacar bachilleres, aunque
posteriormente a los alumnos varones aventajados se los inscribió en el Colegio de los
Salesianos, San Calixto o en el Seminario. Las calificaciones que obtenían los alumnos
becados en otras instituciones, debían ser revisadas por el Directorio para ver si convenía
seguir manteniéndolos. Un legado especial, el “legado Méndez”, estuvo destinado a la
educación secundaria de alumnos aventajados. Tres alumnos se destacaron, y se los envié)
al Seminario de La Serena en Chile. Un cuarto alumno, estudió en Roma y regresó a La
Paz, para celebrar su primera misa en el Hospicio.

99Hacia 1928, la instrucción de los varones, estaba bien atendida, sobre todo en lo
concerniente lo que se enseñaba en primaria. Para las niñas, se contrataron dos profesoras
más, de manera que tenían cuatro preceptoras, fuera de la profesora de educación física. Se
aumentaron aulas, para las secciones de taller de flores, taller de bordado, taller de lavado y
planchado, que eran conocidos por la ciudadanía ya que su trabajo salía al exterior del
Hospicio.

100La creación y desarrollo de los Talleres, se encontraban entre los estatutos de creación
del Hospicio, donde se establecía que anualmente, los alumnos debían exponer sus trabajos
y venderlos. La mitad del producto de sus obras, se les entregaba el día de su emancipación.
En el año 1912, se empezó también con el taller de dactilografía, y más adelante entre 1925
y 1930, se crearon talleres de corte y confección para niñas y encuademación para varones.
El régimen educativo, impartido por las hermanas de la Caridad, fue severo, en los años en
los que actuaron. En el taller de Lavandería, utilizaban agua fría y cuando alguna vez se les
propuso a las religiosas que proporcionaran agua templada a las huérfanas y que les
repartieran un porcentaje de las ganancias, aquellas se negaron, aduciendo que esas
actitudes eran “comunistas”453

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101Los huérfanos suscitaban todo tipo de acción social, de parte de la ciudadanía paceña.
En primer lugar recibían visitas de sus padres, de quienes los tenían. A todas las visitas se
les decomisaba la comida y golosinas que llevaban debiendo entregarlas a las Hermanas. Se
decía que era para prever accidentes con los niños que comían en exceso. Para las fiestas de
Navidad y Carnaval, la Sociedad recolectaba donaciones de las principales casas bancarias,
instituciones fabriles y casas comerciales. Los niños recibían regalos adquiridos por la
Sociedad que consistían muchas veces en juguetes traídos de Paris, algo extraordinario en
la época. En Carnaval, la Sociedad los llenaba de confites, fruta y mixtura. A partir de la
década de 1930, una distracción muy apreciada por los huérfanos, era ir al “cine parlante”.
Una vez, la legación norteamericana les regaló entradas de cine para todos los sábados por
la tarde.

102Los niños, tenían también días de fiesta campestre, auspiciados por la prefectura e
instituciones estatales. Otras veces algunas personas los invitaban a pasar vacaciones a
otros sitios, como el caso de Mauricio Hochschild que envió a algunos niños a Cochabamba
de vacaciones. La propia Sociedad, poseía una hacienda productora de papas, habas, quinua
y productos de tierra fría, era la hacienda Chiviraya, ubicada cerca del Lago Titicaca, donde
los huérfanos pasaban vacaciones. En 1940, una firma conocida de la ciudad, regaló tres
receptores de radio al Hospicio, uno destinado a los niños, otro a las niñas y el tercero a las
religiosas. Se trataba de llevar “instrucción y alegría a los niños”.454 De hecho, seguía
vigente una Resolución Suprema que dictaminaba que todas las donaciones que recibía la
Sociedad, así como todas las instituciones benéficas, que recibían legados y donaciones o
cualquier transmisión eran totalmente gratuitas.455

103Hay que recordar que todas las acciones educativas fueron tomadas para formar a los
niños de manera conservadora, pues sus directores luchaban “el liberalismo impío”, fruto
de la masonería. Sus primeras acciones fueron fundar escuelas gratuitas para gente
necesitada. La inscripción de los primeros alumnos se realizó en el “Seminario Católico”,
cuyo requerimiento básico era que los niños debían tener “padres con vida morar. La
educación férrea que recibían, era bien vista por el colectivo social. A principios de los
años 1950 las Hermanas francesas de la Caridad fueron llamadas por su Orden en Lima y
abandonaron el Hospicio. Fueron reemplazadas por religiosas canadienses de Fe y Alegría.
El Hospicio funcionó hasta 1972 en que fue expropiado para construir el Palacio de
Comunicaciones. La Sociedad Católica de San José sigue existiendo con Proyectos de
prevención al abandono de menores en barrios marginales de la ciudad.

104La ciudad recuerda a las Hermanas de la Caridad, con las enormes tocas blancas de gran
ala. Sin embargo, más allá de su aspecto externo, se las entendió poco o nada. Ellas
actuaron de acuerdo a sus preceptos muy bien vistos en los primeros años del siglo, pero
hacia los años 40 empezaron a ser duramente criticadas.

“Lo que no se dice aquí es que el tipo de política de las monjas era muy cerrado. En
vacaciones llevábamos a las ciegas por ejemplo al I logar Soria y ahí gozaban de libertad,
andaban sin zapatos, comían doble, pisaban barro, se caían, se bañaban, hacían siesta.
Las monjas consideraban la siesta de la tarde como un pecado...”456

105En resumen el análisis de la Sociedad Católica, como ejemplo de asociación masculina,


representante del poder local, católico, de clase alta, portadora de una mentalidad
determinada en un lugar y tiempo también definidos, nos muestra lo que habíamos
entendido por “mentalidad social”, que es el sistema de ideas, valores, acciones, ritos, el
sistema de ideas de un determinado grupo social respecto a su propia comunidad, en el
entendido de que ésta última está constituida por diferentes clases sociales, que tienen a su
vez valores y concepciones de vida diferentes. Es preciso por el momento tener en cuenta,
que esta era la mentalidad de un sector masculino de la sociedad paceña, en el siguiente
capítulo veremos la mentalidad de las mujeres, todos ellos socapando con la beneficencia
católica un mal disimulado interés personal de figuración y conservación del poder político
y económico.

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Notas

384 Paulette Cécilc Silva Beauregard 2000, 32. 32.

385 María Robinson Wright 1906, 219.

386 Escobari de Querejazu, Laura 113 años de Historia. Sociedad Católica de San José. Ed.
Cyma. 1990.

387 Fernando Chuquimia, 1998, 18. Conformaban la lista de socios en el momento de


fundación de la Sociedad Católica San José, Rosendo Mallo, Hermenegildo Simbrón,
Santos Eyzaguirre, Juan de Dios Medina, general Villamil, coronel Murguía, comandante
del ejército Lorenzo Delgado, Vicente Calderón, Ricardo Guillarte, Clemente de la
Quintana, Antonio Morris, Daniel Bailón, Vicente López, Eusebio Monroy, Víctor Bustillo,
Manuel Nuñez del Prado, Néstor Aramayo y otros.

388 ASCSJ. Libro de Actas 1878, N. 1, 11.

389 Fernando Chuquimia 1998, 128.

390 Bolivia en el Primer Centenario de su Independencia 1925, 744.

391 ASCSJ Libro de Actas 1883, N. 2, 8.

392 María Robinson Wright 1906, 219. Esta autora afirma que además de las aportaciones
del estado dedicados a la beneficencia existían las aportaciones particulares. De acuerdo a
esta investigación absolutamente todas las aportaciones de beneficencia vinieron de
instituciones particulares y solamente recibieron apoyo del estado a través de las
municipalidades.

393 Bolivia. Primer Centenario de su Independencia 1925, 744.

394 Ibídem.

395 Ibídem.

396 Bandera Roja 1918, Año I N° 18, 14.

397 El primer director fue Hermenegildo Valle. ASCSJ Libro de Actas 1878-1940, N. 1,
24.

398 Felipe López Menéndez, 1965, 277. El donativo fue de Maria Paz Salazar v. de
Clavijo.

399 Ibídem y Mesa José, Baptista Mariano y Crespo Alberto 1984, 417.

400 Bolivia en el Primer Centenario de la Independencia 1925, 255 y Nicolás Acosta


1880, 37.

401 Vicente Ascarrunz era un rico hacendado, al momento de morir deja una hacienda a
cada uno de sus ocho hijos. ALP/PN. 1893, 28 de julio,335.

402 Serapio Reyes Ortiz, citado en páginas anteriores, era un diplomático respetable, pues
años antes, en 1872 fue enviado a Lima como plenipotenciario especial del presidente para
conseguir apoyo del Perú ante la crisis que se vivía por la invasión chilena a las costas
bolivianas y que darían origen a la Guerra del Pacífico (1879) por la cual Bolivia perdió
definitivamente su salida al mar.

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403 Años más tarde el Concejo Municipal dio a la Asociación de Padres de Familia del
colegio de niñas Sagrados Corazones un predio a 30 metros de la Casa Hospicio San José.

404 Testimonio de la Escritura de cesión y donación otorgada por los señores José Rosendo
Gutiérrez, presidente el Consejo Departamental y Carlos Bravo, Secretario a favor de
Benigno Arce, Vicepresidente de la Sociedad Católica de San José y el secretario Natalio
Bernal. ASCSJ-AA, 18, 38.

405 De la misma manera, quien presidió el Concejo Municipal redactando el Acta de


cesión e la Casa para la Sociedad Católica de San José fue José Rosendo Gutiérrez, quien
fuera Ministro de Relaciones Exteriores, cuando se inició la Guerra contra Chile en 1879.

406 Paulette Cecilia Silva Beauregard, 2000, 97.

407 Todas las cartas y resoluciones se encuentran en el Archivo Histórico de la Sociedad


Católica de San José. ASCSJ.

408 Escritura ejecutoria librada por el Juez Cuarto de Partido, a favor de Benigno Arce.
ASCSJ-AA,N. 17, 25.

409 Ibídem.

410 ASCSJ. Libro de Actas. 1878-1940.

411 En 1906 se utilizó la donación Torres de 59.361 bolivianos. Ibídem.

412 Adán Sánchez es un arquitecto de renombre. A él se debe también el proyecto y


construcción del palacio de justicia de la Corte Superior de la ciudad que existe hasta hoy.
No así la casa del Hospicio que el año 1973 fue vendido al Ministerio de Transportes y
Telecomunicaciones.

413 Felipe López Menéndez 1965, 276-277.

414 Carta del presidente del Concejo Departamental de La Paz al presidente de la Sociedad
padre Rafael Sanz. ASCSJ 1883, Carta N. 16.

415 ASCSJ. Libro de Actas. 1878-1940.

416 Libro de Ingresos y Egresos de asilados al Hospicio o Casa de Caridad San José.
ASCSJ. La presente Tesis Doctoral incluye en sus Anexos una Lista parcial de los asilados
entre 1883 y 1948, tal como aparecen en el libro original.

417 Ibídem.

418 Como cuando sor Estefanía Boucher en 1894 hizo que se aclara en el Reglamento del
Hospicio el detalle de que cuando los huérfanos huyeran del Hospicio, éstos debían ser
internados en la correccional de la policía. ASCSJ. Libro de Actas, 1878-1940.

419 Ibídem.

420 ALP/CSD 1913, s/n.

421 Alfonso Crespo y Lara Mario, 1977,472.

422 ASCSJ. Libro de Ingresos y Egresos de I Huérfanos y Libros de Actas. El considerar el


Hospicio como un centro de educación correctiva de hijos difíciles me fue comunicado por
Josefa Saavedra cuando fui Presidenta de la SCSJ (1998). Ella formó parte de la Sociedad
desde 1925 hasta el año 2000 en el que falleció, dejando un legado de 40.000 dólares para
la capacitación de jóvenes en oficios técnicos.

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423 Juicio seguido por un par de abuelos indígenas procedentes del campo que entregaron a
sus dos nietos de siete y nueve años a un conocido de la ciudad para que los tuviera en su
casa como sirvientes solamente con el pago de su alimentación. ALP-P-TD. 1913.

424 Ver Gráfico 6.3 y Cuadro 6.2 y 6.4.

425 Ver Cuadro 6.7 de Anexos al Capítulo 6.

426 ASCSJ. Libros de Actas 1906-1916.

427 Carta del Presidente de la Sociedad Católica de San José al Prefecto del Departamento.
24 de Mayo de 1915. ALP/P-E. 1915.

428 ASCSJ Libro de Actas año 1907.

429 ASCSJ. Libro de Ingresos y Egresos. 1883-1948.

430 Pese a la determinación de traslado en 1915, hay noticia de la presencia de ancianos en


el Asilo hasta 1928, se trató de un menor “idiota” que ingresó a los 18 años y estuvo en el
Hospicio hasta 1941, fecha en la que aparece en la sección Ancianos con la
observación:“idiota” con ese año de salida o tal vez defunción a la edad de 45 años. Libro
de Ingresos. ASCSJ.

431 ASCSJ Libros de Actas 1915-1919.

432 Ibídem.

433 ASCSJ 1918, Libro de Actas, 35.

434 Se trata del año 1916.

435 SCSJ. Libros de Actas.

436 Bolivia en el Primer Centenario de su Independencia 1925, 474.

437 Se trató de un Congreso Nacional sobre el Menor, realizado a instancias de la Sociedad


Protectora de la Infancia. Ver capítulo siguiente.

438 Nótese el error.

439 Bandera Roja 1926, 12 de noviembre, 25.

440 Bandera Roja. 1926, 11 de diciembre, 11.

441 Ibídem.

442 Ver capítulo 4.

443 Comunicación verbal de Laura Carduzo tic Kscobari.

444 Ver capítulo 3.

445 ASCSJ. Carta suelta encontrada en el Libro de Ingresos y Egresos del Hogar San José.

446 Comunicación verbal de Maria Josefa Saavedra a la autora de esta Tesis. MJ. Saavedra
talleció en La Paz el 18 de octubre de 2000. Antes de morir dejó todos los libros de su
Presidencia en el Patronato Nacional del Menor al Archivo de La Paz entre los años 1948-
1951.

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447 La Razón 1928, 18 de mayo, 4.

448 La Razón, 18 de mayo de 1928, 7.

449 ASCSJ. Libros de Actas 1928-1929.

450 A fines del siglo XIX.

451 Se refería al Hospicio San José.

452 María Robinson White 1906, 129.

453 Comunicación verbal de Alaría Josefa Saavedra.

454 Se trataba de la Compañía Estañífera Aramayo. Laura Escobari 1990, 58.

455 Resolución Suprema de 20 de agosto de 1881. ALP/P-E. C. 191, 150.

456 Comunicación verbal de María Josefa Saavedra

Índice de ilustraciones

Frontis del Hospicio San José. 1900. Calle RecreoFuente: Archivo Sociedad
Leyenda
Católica de San José

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-1.jpg

Archivo image/jpeg, 228k

Directorio Sociedad Católica de San José, 1878. Presidente Rvdo. Juan de


Leyenda
Dios Bosco.Archivo SCSJ.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-2.jpg

Archivo image/jpeg, 214k

6.3 Casa de Candad de la Sociedad Católica de San José. A la Izquierda Las


Leyenda torres de su iglesia. Calle Recreo, hoy Palacio de Telecomunicaciones Av.
Mariscal Santa Cruz esquina calle Oruro.Archivo SCSJ.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-3.jpg

Archivo image/jpeg, 185k

Título Gráfico 6.1. Población Hospicio San José 1883-1948

Leyenda Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos SCSJ 1883-1948

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-4.jpg

Archivo image/jpeg, 50k

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Título Gráfico 6.2. Hogar San José Secciones 1900- 1910

Leyenda Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos SCSJ 1883-1948.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-5.jpg

Archivo image/jpeg, 102k

Título Cuadro 6.1. Hospicio San José Ingreso por secciones 1907 1948

“sin datos Fuente: Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos.


Leyenda
SCSJ 1878-1948.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-6.jpg

Archivo image/jpeg, 253k

Título Gráfico 6.3. Ingreso de niños al Hogar San José 1886 - 1948

Fuente: Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos. SCSJ.


Leyenda
1983-1948

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-7.jpg

Archivo image/jpeg, 74k

Título Cuadro 6.2. Hospicio San José Ingreso primera época. 1883 -1906

Elaboración propia en base a Libro de Ingresos y Egresos. Hospicio San José.


Leyenda
ASCSJ.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-8.jpg

Archivo image/jpeg, 146k

Título Cuadro 6.3. Promedio Anual de permanencia en el Hospicio

Elaboración propia en base a Libro de Ingresos y Egresos. Hospicio San José.


Leyenda
ASCSJ.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-9.jpg

Archivo image/jpeg, 102k

Título Cuadro 6.4. HogSan José

Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos de Huérfanos.


Leyenda
ASCSJ.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-10.jpg

Archivo image/jpeg, 76k

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Título Cuadro 6.5. Hospicio San José -1918 Segunda época

Leyenda Elaboración propia en base a Libro de Actas 1918.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-11.jpg

Archivo image/jpeg, 41k

Título Cuadro 6.6. Hogar San José Ingreso tercera época 1917 -1930

Leyenda Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos del Hogar San José.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-12.jpg

Archivo image/jpeg, 93k

Título Cuadro 6.7. Hogar San José Ingreso cuarta época 1930 -1947

Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos del Hospicio San


Leyenda
José. ASCSJ

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-13.jpg

Archivo image/jpeg, 107k

Hermanas de la Caridad en el Hospicio de San José Principios del siglo


Leyenda
xx.Archivo SCSJ.

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-14.jpg

Archivo image/jpeg, 158k

Capítulo VII. Sociedad Protectora de la


Infancia Mujeres en la vanguardia de las
fantasías culturales de la ciudad
p. 213-237

Texto NotasIlustraciones

Texto completo

1Las mismas inquietudes que tuvieron las personas que crearon la Sociedad Católica de
San José, con algunas variables, son las que se tomarán en cuenta en el presente capítulo
para considerar en primer lugar el tiempo que pasó de la fundación de aquella Sociedad
Católica de San José a la creación de la Sociedad Protectora de la Infancia, donde lo más
relevante será la presencia de mujeres. La mentalidad de principios del siglo XX, calificaba
a la mujer diferente del hombre porque poseía “nervios más delicados y sensibles”, por lo
tanto era la indicada para ocuparse de los pobres y los niños. Sin embargo, ellas mismas no
se podían hacer muchas tareas porque “carecían de voluntad, para controlar sus propios

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impulsos.457 Es por ello que, los gobernantes vieron que sus mujeres eran las llamadas a
hacerse cargo de un nuevo Hogar para niños huérfanos y desvalidos. Sin embargo, a pesar
de que ellas tenían mayor sensibilidad para los pobres, en las actas de la Sociedad
Protectora de la Infancia, se lee que el trabajo de los hombres “era más eficiente que el de
las mujeres”. ¿Por qué entonces el sector masculino, les endilgó el trabajo en la nueva
Sociedad de Beneficencia? Para el discurso moderno de principios de siglo, la mujer debía
ser la nueva protagonista de tareas siempre encaradas por el sexo opuesto, y desde la
perspectiva del hombre, el que las mujeres se dedicaran a labores benéficas, les daba a ellos
mayor prestigio social.

2El problema es más complicado de lo aparente, entre otras razones porque no es una
cuestión vinculada a un género particular sino a un conjunto de obsesiones y fantasías
culturales colectivas. El estereotipo de mujer de principios de siglo, le asignaba valores que
no tenía, pero que sus parejas o progenitores, consideraban que debía tenerlos.

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1.7.1 Directorio de la Sociedad Protectora de la Infancia 1925.


Archivo Sociedad Protectora de la Infancia. La Paz

7.1 Mujer, pobreza y niñez abandonada


3La crónica de la inglesa Maria Robinson Wright, citada en el capítulo anterior y escrita en
1906, refiere que la mayor parte del tiempo las señoras de Bolivia estaban dedicadas a la
beneficencia como “sus hermanas sudamericanas [quienes] estaban siempre muy atentas a
los deberes de la Iglesia católica y a las instituciones que sostenían”. Refería también, que
muchos de los propietarios ricos, tenían un ejército completo de antiguos criados, que
vivían de su generosidad y casi todas las personas adineradas contribuían a la Beneficencia.
También advirtió que la gente caritativa de Bolivia, consideraba importante construir
mejores asilos para los enfermos e inválidos. Además que muchas de las más distinguidas
personas de la sociedad, habían contribuido al sostenimiento de esta valiosa institución.458

4Repitiendo alegorías comúnmente atribuidas a la mujer, Robinson Wright encontraba que


la mujer era “la sacerdotisa del hogar, en todos los sentidos que se diera a esa palabra,
“dulce, amable tierna y cariñosa, y cumplía la misión impuesta por la naturaleza y por el
corazón con fervor religioso y con una sencillez admirable”. “He tenido relaciones en
Lima, con familias bolivianas y he observado a la mujer en la clase elevada y en la que se
llama media pudiendo juzgarla y conocerla a fondo. Hay en ella una bondad exquisita,
hermanada con todos lo generosos y nobles sentimientos que encierran las almas grandes y
enérgicas. La dulzura de la mujer boliviana no desmentida jamás, su carácter apacible y
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lleno de encantos para el trato social, no excluye que sean sin par compañera del
hombre”.459

5Con esas virtudes atribuidas a las mujeres y que les eran inculcadas desde niñas, la
iniciativa del Concejo Municipal, de involucrarlas en la creación de una Sociedad que
protegiera a los niños desvalidos, encontró eco en sus cónyuges, padres y hermanos,
quienes las apoyaron e incentivaron a formar parte de la Sociedad Protectora de la Infancia.
¿Cuán a gusto se habrían sentido ellas en la nueva tarea? Es difícil saber, seguramente,
muchas veces, a pesar suyo y con cierto desagrado, habrían ingresado a la asociación. Sin
duda, obedecían una vez más la voluntad de quienes las tuvieron relegadas el siglo anterior.
No hay posibilidad de exageraciones, cuando se destaca la misoginia del siglo XIX, ni
tampoco al decir que nunca antes se había hablado tanto de la mujer, de manera abstracta e
ideal, con alegorías, idealizaciones, siempre ligadas a la vida privada, a los sentimientos, al
hogar, a la patria y al mismo tiempo, tampoco ahora como antes, se las consideraba capaces
de llevar adelante el proyecto. Lo mismo vale, para la ya constituida desde el siglo anterior
Sociedad de Beneficencia de Señoras.

6En los sentimientos de comunidad de la alta sociedad, de identidad social, primaba la


exclusión de los otros, para resaltar aún más, si cabe su condición “superior”. El sujeto
burgués, se define constantemente a través de la exclusión, de lo que esta marcado como
“bajo”, como sucio, repulsivo, ruidoso, contaminante. Era clamor de la población, la
necesidad de crear una institución dedicada al menor abandonado. Y como quienes
necesitaban de ella eran los pobres, no había más remedio que las mujeres, haciendo
“honor” a las virtudes que les atribuían, se ocuparan de crear la institución. De entre la
gente pobre más necesitada, destacaban las indias de los alrededores de la ciudad, que no
sabían dónde acudir ni a quién pedir consejo ni protección, dejando morir a sus hijos,
víctimas de la viruela, de tos ferina, pero sobre todo de la miseria y de la ignorancia. Los
periódicos decían que los niños morían por docenas, centenas y millares cada año.

7Y en la misma idea de encargar a las mujeres de clase alta, la tarea de la creación de la


Sociedad Protectora de la Infancia, Maria Robinson comentaba que la pobreza, en la
extrema condición en que se veía en esos años, en las ciudades populosas de Europa y
Norteamérica, era completamente desconocida en Bolivia. En este lado del mundo, la
pobreza era generalmente el resultado de la indolencia e imprevisión, que a menudo
provenía de la indiferencia por las comodidades, o por las más comunes exigencias de
bienestar. El indio habitante de la ciudad, era la carga más seria de la ciudad y del Estado,
porque sus hábitos eran los de un hijo de la naturaleza, que no pensaba en el mañana,
sintiéndose satisfecho, cuando su puñado de maíz tostado y su bebida de chicha estaban
asegurados para el día. Cuando esto faltaba, por razones de enfermedad o ancianidad, que
le impedían ganarlo, se convertía en un objeto de caridad y dependía del patrón o de alguna
Sociedad benéfica, para obtener lo necesario para la vida.460

8Quienes estaban llamadas a hacer frente a la pobreza y la desdicha, según la elite


masculina, eran las mujeres, aquellas que encarnaban el estereotipo de lo femenino,
aquellas que se dedicaban con fervor simbólico a las labores eminentemente femeninas
como eran el altruismo y la beneficencia. ¿A qué se debía esa división entre hechos y
ficción? La respuesta residiría en que era el colectivo letrado y no letrado, pero católico de
principios de siglo, consideraba de manera general, que eran las mujeres eran quienes mejor
podían encarnar la bondad y el altruismo, a través de las obras benéficas. La misión de
cuidar la vida de los indios pobres, se inspiraba por un lado, en la utilidad que podría
representar para el país, el que alguien les prestara atención, pues su ignorancia e
indolencia, les volvía reacios a cualquier medida de gobierno; y por otro, en quitarse ellos
mismos, la molestia de la miseria indígena que les golpeaba la conciencia. Sin embargo, no
toda la población atribuía la tarea de salvamento solamente a las mujeres, algunos
editorialistas de los periódicos locales, llamaban la atención al patriotismo que todos debían
sentir y actuar, por la comparación irremediable que venía del contraste entre la realidad
boliviana y la de otros países, pues se constataba que Bolivia se encontraba entre los países
más atrasados en proteger a su niñez.461 Otras reflexiones, resaltaban que según los datos
del censo de 1909, el 42.8 por mil de la población boliviana, moría por falta de cuidados a
la infancia.
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“¿Te parece lector, que es una bicoca este número? ¿Has pensado que esa cifra quiere decir
que cada día hay entre nosotros, seis ciudadanos sentenciados a muerte, cuando en realidad
no deberían haber sino tres, a lo sumo concediéndonos las peores condiciones climáticas?
¿No te indigna, al reflexionar que todos los países del globo disminuyan año por año su
mortalidad mientras nosotros no damos paso para imitarlos y en tanto que ellos gritan
“salvémoslos” nosotros exclamamos “Está de Dios que se mueran?... ¿Por qué aquí la
higiene no se conoce sino en las cátedras de la facultad de medicina y en libros que nadie
lee, por qué no tenemos baños, y si los hacemos son para las bestias antes que para las
personas, ¿Por qué nuestros hospitales son focos de infección y teatro de desordenes?, ¿por
qué nadie se cree obligado a prestar su concurso para evitar enfermedades infecciosas?,
antes bien las ocultamos y hasta guardamos los cadáveres en casa...”462

9Ante la inminente inauguración de la Sociedad Protectora de la Infancia, otros periodistas


también se hacían eco del sentir de la población, con relación a la forma en que debía
actuar. Señalaban además, que la nueva institución a crearse, debía volver a dotar con un
torno al nuevo Hogar de niños desamparados, a la usanza de los antiguos conventos de
religiosas, que el “hipócrita pudor” de los pueblos había clausurado, sin tener en cuenta que
la supresión de tornos, no había disminuido la inmoralidad social, sino que más bien la
aumentaba considerablemente. Esa era la causa, –según algunos,– del aumento de los
infanticidios.

7.2 Dotación de instalaciones para el


funcionamiento de un Hogar para niños
huérfanos
10Fue en esas circunstancias que el Concejo Municipal decidió crear la Sociedad Protectora
de la Infancia, que fue fundada el 20 de julio de 1909. La nueva institución recibió del
Concejo un terreno ubicado de la Avenida 20 de Octubre, para que allí se construyese el
Asilo de Niños, facilitando para ello un crédito de Bs. 30.000, contraído en el Banco de la
Nación Boliviana, quien posteriormente se arrogó toda la deuda.

Aumentar Original (jpeg, 162k)

I.7.2 Hogar Villegas. Dormitorio de niños. 1916


Fuente: Centenario de Independencia de Bolivia

11El 12 de abrd de 1914 se inauguró el Asilo de niños en sus secciones de Puericultura y


Expósitos. Cada una de las secciones ocupó un ala del edificio respectivamente. La sección
de Puericultura constó de un consultorio de puericultura, constituido por dos salas de
espera, una para niños sanos, en la cual se instruía a las madres sobre el cuidado que debían
prodigar a sus hijos, además de proporcionarles leche de manera gratuita. La otra sección
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estaba destinada a niños que padecían enfermedades infecciosas. Había un gabinete para el
médico, comunicado con ambas salas, un laboratorio para la sala de esterilización de leche
en comunicación con la sala de distribución y ropería para los empleados.

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I. 7.3 Frontis del Hogar Villegas. Sección Puericultura. C.1925


Fuente: Centenario de la República de Bolivia

12La sección Casa de Expósitos tenía una portería provista de un torno en comunicación
con el exterior del recinto, destinado a la recepción de expósitos. Un taller de costura y
ropería; depósito de prendas y señas que llevaran consigo los expósitos; departamento de
administración habitaciones para la servidumbre y un terreno extenso y un depósito. El piso
alto tenía tres amplios e higiénicos dormitorios, uno de ellos tenía veinte cunas y el otro
veinte catrecitos para niños de más de un año. Fuera de ello estaban las casas para las
nodrizas que vigilaban a los niños durante la noche.463

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I.7.4 Sala Cuna. Hogar Villegas. 1916


Fuente: Centenario de la Independencia de Bolivia

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13La casa contaba con una tercera sección destinada a vivienda de las religiosas y un
amplio salón para las reuniones de la Sociedad. Y como complemento un oratorio público,
que serviría al numeroso vecindario de la zona de Sopocachi. Quedaban todavía por
construirse cuatro dormitorios, dos salas de baños, enfermería, botica, lavanderías, depósito
de cadáveres, comedores. Cuando se terminó la obra, calculaba que el Asilo podría albergar
cómodamente quinientos niños.464 El oratorio, que en origen estaba destinado a las
religiosas y niños internos, pronto se constituyó en lugar de oración, para las señoras del
barrio, quienes en 1926 decidieron construir una capilla más amplia, acorde a las
necesidades de la Casa y del vecindario. El hecho dio pie para que la prensa izquierdista de
la ciudad, atacara en forma directa a las señoras de la Sociedad. Decía un articulista de
prensa, que era de no creer que por un lado las “damas burguesas”, que componían la
Sociedad Protectora de la Infancia, siempre tenían un “lamento plañidero”, con relación a la
carestía e fondos, sin embargo construían una iglesia “sólo para satisfacer el fanatismo de
las encopetadas damas de Sopocachi, para evitarlas a éstas la molestia de venir hasta una de
las iglesias de la ciudad”.

14Continuaba la crítica feroz, en sentido de que el dinero donado, no era para construir
“ermitas en las que se endiose fetiches de yeso, que solo sirven para satisfacer el fanatismo
de mujeres histéricas u hombres eunuquizados” y atrofiados. Que los fondos, debían
destinarse a ampliar las instalaciones, ya que muchas veces las monjas debían rechazar
niños arrojados por la burguesía, que en su afán de ocultar el fruto de encuentros felices en
fiestas, bailes, bacanales y orgías, tenían que arrojar al fruto de sus entrañas, cuando no en
un inmundo riachuelo en el citado asilo.465 La crítica anterior, sin lugar a dudas, está
cargada de tinta irreverente y de principios marxistas recalcitrantes, sin embargo, expresa
un sentir de la sociedad, y que constituyen los móviles internos de los benefactores,
impulsados por la comodidad y segregacionismo social. Pero, ¿cuál es el verdadero
altruismo, si el ser humano a lo largo de los siglos, se ha movido más por intereses, que por
principios morales?

15Volviendo a las primeras acciones, que llevó a cabo la Sociedad Protectora de la


Infancia, tenemos que al mes de fundada, se hizo un llamado a todos los niños pobres de la
ciudad, –inscritos en la Intendencia–, por medio de volantes impresos, para que se
reunieran en el Colegio Ayacucho, contiguo a la Catedral, con objeto del sorteo entre los
“verdaderamente desvalidos “para la distribución de los donativos preparados por la
Sociedad. Por otra parte y con fines de difusión de la entidad, la Sociedad envió una
circular a todas las instituciones y personas de sociedad civil, anunciando su fundación, así
como los fines que la motivaban y la lista de socios. Respecto a las reuniones de socias,
antes de que se les otorgara el salón de reuniones dentro del nuevo Hogar, el Directorio
realizaba sus juntas en el Salón de Honor del Ayuntamiento de la ciudad, con la asistencia
el Presidente del Concejo Municipal y en ocasión de sesiones solemnes, como por ejemplo
un cambio de Directorio, se invitaba a los Ministros de Estado y miembros del Cuerpo
Diplomático. Era, desde todo punto de vista, una asociación que pretendía dar prestigio a
quienes actuaban y otorgarles prestancia, ante las legaciones extranjeras.

7.3 La “Casa de la Infancia”. Creación y


obras de beneficencia promovidas
16El 12 de abril de 1914, a las 3 de la tarde se inauguró la “Casa de la Infancia”. Estuvieron
presentes el Presidente de la República Ismael Montes, el Obispo Monseñor Manuel José
Peña, el Prefecto Néstor Cueto, el Presidente del Concejo Municipal, Luis Zalles. Era
presidenta de la Sociedad en ese entonces, Sara Minchín de Moreira, Vicepresidenta Ester
Chinel de Iturralde y Tesorera, Claudia Pérez de Villegas.466 En 1919, se nombró
presidente Honorario de la Sociedad al Nuncio Apostólico, Monseñor Rodolfo Cañoli,
porque las socias dela SPI realizaba su obra en nombre del catolicismo. En 1924, se
asociaron con la Confederación Latinoamericana de Damas Católicas, iniciada en Bogotá y
México. En las reuniones, además se puso de manifiesto la importancia de conformar una
Junta Consultiva, según los Estatutos de la Sociedad. Dicha Junta debía estar conformada
por las presidentas anteriores, ya que la asistencia de las socias, siempre era irregular.
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Estaban disculpadas de asistir a las reuniones, por viajes, enfermedades o por duelos que
duraban meses y años.467

17Entonces se decidió que la Junta Consultiva estuviera conformada por suplentes. La


sociedad, quedó constituida por socios honorarios, benefactores, activos, cooperadores,
colaboradores y corresponsales. Los socios cooperadores, –entre los que se incluían
varones–, eran aquellos que daban una cuota de Bs. 10, para acrecentar el fondo social y
otra trimestral de Bs. 5, para contribuir a los fuertes gastos de la conservación del asilo y el
sostenimiento de los niños. Por su parte, los socios colaboradores estaban obligados a
prestar su concurso personal, cada vez que la Sociedad así lo requería. Las socias
corresponsales, tenían la obligación de informar, todo lo que conocían referente a la
protección de la Infancia, así como hacer propaganda de la institución en la ciudad y
procurar ponerla en comunicación con asociaciones de fines análogos.468 En 1925 se
hicieron varias reformas al Código que regía la Sociedad Protectora de la Infancia
formulado en 1909, la primera decía que el tiempo mínimo de permanencia en el Directorio
era de 3 años para Presidenta o Vicepresidencia.

18Cuando el fundador del Asilo, don Carlos de Villegas murió el 7 de diciembre de 1927,
el Directorio hizo las gestiones para que se le velara en la Municipalidad. Se envió una
corona fúnebre de parte de los niños del Asilo y otra de parte de las socias. A su muerte la
SPI469, pidió a la familia los papeles que concernían a la fundación de la Sociedad y el
Asilo y para sustituirlo se nombró Adolfo Flores, quien tuvo muchas desavenencias con las
religiosas de Santa Ana, hasta el punto de querer renunciar al cargo. La razón que él ponía,
era que las hermanas se negaban a rendir cuentas de los gastos. El Consejero Alberto
Villegas, hijo de Carlos de Villegas, entró al Directorio para aplacar los roces, así como
otros señores por “ser más eficiente su labor que la de las señoras”. Sin embargo, la
presidencia siempre estuvo a cargo de mujeres. Algunas socias, pertenecían a varias
Sociedades de Beneficencia y en algún caso tuvieron que escoger responsabilidades. En
1925, se constituyó un Comité de Honor conformado por todas las damas de las legaciones
diplomáticas. La Sociedad Protectora de la Infancia, sintió el deber de irradiar su tarea a
personas de su clase social de todas las edades. En 1915, se aprobó la idea de distribuir
entre los niños económicamente pudientes de la ciudad, unos cuadros que constaban de 20
pequeños recuadros, en los cuales había que pegar unas estampillas especiales de la
Sociedad Protectora de la Infancia, de valor de 5 centavos, costando el total de Bs.1. El
niño que a fin de año entregaba por lo menos cuatro 4 cuadros, recibía un Diploma de
Benefactor Infantil. Los cuadros eran repartidos cada año en Navidad. De esa manera, los
niños ricos eran también socios y sus nombres figuraban en las Listas oficiales. Ellos
concurrían a los actos benéficos mirando con altanería infantil, a sus contemporáneos
pobres.

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Sala de sesiones del Directorio de la Sociedad Protectora de la Infancia, c. 1925
Fuente: Centenario de la República de Bolivia

19La imagen que trataba de reflejar la SPI ante la sociedad, la leemos en palabras de su
presidenta Candelaria de Molina Campero, quien decía que “la tarea que se había impuesto
la Sociedad era noble, en la medida en que los recursos eran escasos y era sagrada
obligación” y que su atención no se reducía solamente a los niños asilados sino que llegaba
a los niños desamparados que andaban por la ciudad, privados de recibir atención de la
sociedad en el plano material y moral. Las actividades que se realizaban en torno a eventos
benéficos, giraban en torno a las aficiones, entretenimientos de la época. Era siempre digno,
realizarlos en torno a fechas históricas, tales como el Día de la Raza, Día de la Paz de
Ayacucho470. En 1917, la fiesta estuvo dedicada al Libertador Antonio José de Sucre. De
esa manera, se destacaba no solo el trabajo benéfico sino los altos valores patrios. En
homenaje a esas y otras fechas, se organizaban veladas literario-musicales, como los
“torneos de juegos florales” no olvidando desde luego, que todo ello era “para la niñez
desvalida”.

20La “Fiesta de la Raza” en homenaje al Descubrimiento de América, fue organizada desde


el año 1910, por la Sociedad Protectora de la Infancia, a la cabeza de todas las instituciones
benéficas de la ciudad.471 La SPI, recibía la cooperación del Ministerio de Instrucción, el
Concejo Municipal, la colonia Española y diversas agrupaciones literarias y juntos
conmemoraban el “glorioso aniversario del descubrimiento de América y a su vez aunarlas
relaciones con la Madre Patria”. Con ese motivo, dos meses antes de la celebración, el
Directorio enviaba cartas a todas las asociaciones cívicas y culturales de la ciudad,
solicitando su participación con el envío de delegados a las reuniones del Comité.472 A
tiempo de celebrar el Día de la Raza, la fiesta servía para “arbitrar fondos para el
sostenimiento y progreso de los humanitarios y patrióticos fines” que perseguía. Dado el
alcance social de los actos que realizaba la Sociedad, éstos gozaban del mejor
reconocimiento cultural, ofreciéndose espontáneamente los mejores concertistas en pro de
eventos “filantrópicos”.473 Recién seis años después, –en 1916–, se constituyó el Comité
Pro-Colón, encargado e organizar la fiesta durante muchos años más.

21Los Juegos Florales, convocaban a poetas nacionales y extranjeros residentes en Bolivia


y era organizado normalmente por el Círculo de Bellas Artes, –asociación de literatos y
hombres de letras de la ciudad–, quien auspiciaba los concursos que se llevaban a cabo en
el Teatro Municipal, siendo la recaudación para la Sociedad Protectora de la Infancia. Fuera
del evento, en algunas ocasiones, como en 1915, el Círculo de Bellas Artes envió de
obsequio a la Sociedad, unos álbumes de los Juegos Florales de ese año, para que se
vendieran destinando las ganancias para los niños del Hogar. El pensamiento de las mujeres
que llevaban a cabo estos eventos, estaba cargado una retórica “patriótica” y “humanitaria”.
Dentro del imaginario de principios de siglo, a la par de considerar simbólicamente a la
mujer, como la encarnación de todas las virtudes, y que por esa razón eran las llamadas
para las obras benéficas; era natural para el colectivo, escuchar que “endulzaran” sus
palabras con virtudes de la República. La señorita, se identificaba con la idea que
simbolizaba la caridad para que el letrado hablara al público474 o la señora leyera un
discurso –preparado por su marido– para pedir limosna. La Directora del Asilo escribió a la
Convención Nacional:

“(este es un deber) patriótico y humanitario... en bien de nuestra patria y de nuestros


semejantes, pues el propender a la salvación de todas las criaturas es un deber de
patriotismo para el porvenir de Bolivia...creemos que los poderes públicos de la nación
están, como lo hacen en todas partes, obligados a por lo menos cooperar su labor en bien de
la patria y de la humanidad”.475

22Otras asociaciones culturales, hacían gala de hacer entrega del producto de sus eventos a
la Sociedad. De esa manera, en agosto de 1919, la Sociedad Casimiro Olañeta, puso en
escena una obra teatral, cuyas ganancias en ventas de localidades fueron donadas a la SPI.
La primera sala de proyección de cine el Biógrafo de Paris, ubicado en la plaza principal de
la ciudad, ofrecía frecuentemente funciones en su beneficio. La proyección de películas, iba
antecedida de la actuación de una orquesta y en una misma sesión se proyectaban hasta
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siete películas cortas, entre las que se daban semanarios de informaciones y actualidades
mundiales, desfiles de modas, dramas conmovedores, vistas de paisajes y otros. Al igual
que en el siglo XIX476, eran frecuentes las veladas literario musical para las cuales, se
recurría a invitar a reconocidas personas con dotes artísticas. En abril de 1921, actuó la
Deutschverein, conjunto de cámara alemán, que ofreció un concierto para el Hogar. Ese
mismo mes, el Directorio del Conservatorio Nacional de Música, preparó una velada
literaria musical, en homenaje a la Fiesta del Trabajo y en beneficio de los niños del Hogar
Villegas. Aparte de los eventos artísticos y culturales, la Sociedad organizaba también
reuniones meramente sociales, como los Tea Parties, en los que se ofrecían bocadillos y
dulces franceses, presentados con un menú escrito en ese idioma.477 La costumbre inglesa
de la hora del té, quedó instituida en La Paz, acompañada de pasteles y galletas de recetas
francesas y alemanas.478 “Los juegos de rocambor, acompañados por tés a las cinco de la
tarde, eran los acontecimientos más modernos de la sociedad de La Paz”.479

23Una vez que se conseguía fondos con los eventos culturales, la Sociedad pedía
cooperación a instituciones bancarias, comerciales e industriales con el fin de conseguir
prendas de vestir y otros objetos para los niños. Luego, los niños pobres de toda la ciudad,
eran convocados a través de alisos escritos, que distribuidos por toda la ciudad, para
hacerles entrega de regalos y ropa, quienes para recibirlos, debían presentar un “certificado
de pobreza”, firmado por algún sacerdote o algún miembro del directorio. Para el día del
reparto, invitaban a todas las personas e instituciones. En diciembre de 1919, se pidió al
ministro de Guerra, cediera cuarenta frazadas de la Intendencia para niños pobres, que
habían sido dejados por sus padres en la Casa de Expósitos. Para el mismo fin, se
solicitaron al Concejo Municipal diez catres y tres puertas de rejas, del “antiguo hospital de
hombres”.

24A fines de 1916, en el afán de liderar a las organizaciones de Beneficencia de la ciudad,


la SPI invitó a todas, a formar una Junta Central de Beneficencia, compuesta por
delegaciones de cada una de las Sociedades. Concurrieron a ese acto, las señoras de la
Sociedad de Beneficencia, las de la Conferencia de San Vicente de Paul y la Liga Social a
favor de los pobres. De esa manera la Sociedad Protectora de la Infancia, se convirtió en
organizadora oficial de las obras benéficas a favor de los niños pobres y huérfanos. El
trabajo de búsqueda de donaciones era infatigable. En febrero de 1920, se solicitó al
Presidente de la República, un lote de telas, que había sido abandonado por su propietario
en el puerto de Moliendo. En octubre del mismo año, se organizó un festival en la sede de
la legación americana, a realizarse en la noche del 9 de octubre. Para ello la Junta de
Gobierno, envió dos bandas de música para amenizar la fiesta. Las socias de la SPI, eran en
su mayoría socias del Club de La Paz, máxima asociación de relaciones sociales, de la
ciudad, de modo casi siempre el Club era la sede de sus actividades benéficas.480

25Otra de las fiestas de beneficencia, que se realizaba comúnmente era la Fiesta de las
Flores, consistente en un desfile de señoritas, que llevaban flores por las avenidas laterales
al Paseo del Prado, acompañadas por el fondo musical de conciertos de música popular
europea, ejecutada por bandas del ejército. Esta fiesta, se llevaba a cabo a las dos y media
de la tarde. Como el Paseo del Prado, tenía dos puertas de acceso, una en lo que hoy es la
Plaza del Estudiante y otra en la Plaza Venezuela, se cobraba una entrada que costaba un
boliviano. Esta fiesta, conmemoraba generalmente el aniversario de fundación de la ciudad
con prohibición del ingreso de indígenas al Paseo. En el ámbito de la vida social de la elite
paceña, la SPI se constituyó en el centro organizador de actividades sociales. Los eventos
no cesaban, ya que todo aludía al deber moral y patriótico en pro de la niñez desamparada.
De ese modo, nadie se negaba a prestar ayuda, ya sea por conciencia misma, por figuración
social, o por otras razones aludidas al inicio del presente capítulo. Las legaciones
diplomáticas, entraban directamente en las actividades sociales bolivianas, como señalamos
líneas arriba. En 1921, la legación americana, consiguió en una fiesta 1.921.75 bolivianos,
dinero con el cual se compraron 102 pares de zapatos y se mandó construir la balaustrada
del oratorio. El saldo se entregó al Asilo, para confección de ropa para los
“pequeñuelos”.481

26En 1924, ya era tradicional la actuación de Juegos Florales en el Teatro Municipal en


homenaje al Gran Mariscal de Ayacucho, héroe de la Independencia de la nación. En la
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organización, la SPI se preocupaba en conseguir del Concejo Municipal sillones dorados,
tapete y campañilla. Cuando las funciones se realizaban en el Teatro Municipal, la SPI
solicitaba expresamente a la empresa de energía eléctrica llamada de “Luz y Fuerza” que
les proporcionaran el alumbrado extraordinario de gala para el acto organizado y “un
pequeño alumbrado” los días de ensayo.482 A partir de 192 5, se organizaron partidos de
fútbol a beneficio del los niños del Hogar. De ese modo, sectores sociales que no eran de
elite, pasaban a figurar como benefactores.483

27La Sociedad, organizaba bailes, kermeses matinales, corridas de toros, todo para
recaudar fondos para el Hogar. En 1928, se organizó un “Minueto” en el Círculo de las
Bellas Artes y en septiembre, de ese mismo año, se realizó una kermés en el Club de Tenis.
A todos los eventos invitaban al Presidente de la República y a todos sus ministros.484 Al
ser la ciudad muy pequeña, la damas del Directorio caminaban las calles tocando puertas a
“casas conocidas privadas y empresariales”, para conseguir fondos. En 1930, partieron siete
comisiones para igual número de zonas de la ciudad.485 El evento más sonado a nivel de
comidilla social era el tradicional Baile Anual de Año Nuevo. El de 1930 se llevó a cabo en
el Club de Extranjeros. Aquél sería el último baile tranquilo antes de los rumores de una
Guerra contra el Paraguay y la debacle económica que sobrevendría después, pues en
marzo de 1931 el Directorio lamentaba “una crisis económica” que había afectado las
ganancias acostumbradas para el Hogar. Los bailes ya no daban las ganancias de antes, los
bailes de carnaval, quedaron deslucidos y se conseguía muy poco recaudo. El club
Ferroviario ya no dio la fiesta acostumbrada y la presidenta de la SPI pidió “a cambio de la
fiesta ropa para los niños.”

7.4 En la vanguardia de las asociaciones


femeninas
28La Sociedad Protectora de la Infancia, se constituyó en la década de los años 20, en la
primera institución femenina de beneficencia de la ciudad de La Paz, junto con la Cruz
Roja y la Asociación de Señoras de San Vicente de Paul, que en esos años, se unió a todas
las instituciones nacionales y extranjeras para liderar en el país acciones en pro de la niñez.
Se convirtió así en la idealización de la tarea que le delegaban a la mujer. Pero ese
sentimiento vanguardista era impulsado por el proyecto liberal de los hombres. Exhibir a
sus mujeres en tareas filantrópicas, era mostrar un alto grado de civilidad y adelanto social
occidental. Los maridos, explotaban la idea de hacer participar a las mujeres en Congresos,
porque así mostraban que estaban atentos al avance de los pueblos.

29Pero aquellos varones, estaban lejos de reconocer las auténticas capacidades femeninas.
Ellos buscaban una “imagen” de mujer, al estilo ideal del siglo XIX, es decir que no
abandonara totalmente ser buena madre, buena mujer, buena esposa. La participación
femenina en sociedades, creadas sobre todo a principios del siglo XX, era en esencia dar
cumplimiento a los ideales liberales de modernización del sexo masculino, padres, esposos,
hermanos. Además simbolizaban y encarnaban lo que ellos deseaban hacer, pero se veía
mejor en ellas, porque las labores de caridad y beneficencia, eran imágenes asociadas con
cosas de mujeres. El tender a idealizarla, era una estrategia para que no abandonara su rol
tradicional. Los festejos y eventos organizados, los entretenimientos, las expresiones
artísticas, lucían mejor cuando eran organizados por las señoritas de sociedad, porque ellas
representaban el grado de civilización alcanzada con “delicadeza, dulzura” y todas las
virtudes que las acompañaba. En el fondo, era una sociedad que se preciaba a sí misma
acudía al teatro, escribía, amaba la música, se erigía monumentos en el cementerio, que
hacía obras de caridad, organizaba hospitales, publicaba obras científicas, viajaba a Europa.
“Es una sociedad que le gusta posar para la posteridad, muy segura de que la historia
también los aplaudirá”.486

30Desde esta perspectiva, la asociación más reconocida era la Sociedad Protectora de la


Infancia, pues sus socias contaban con el apoyo de sus cónyuges, de sus autoridades locales
y nacionales, de la iglesia, de la sociedad. En 1924, se asoció con la Cruz Roja Boliviana y
ambas, junto con la Asociación Internacional de Protección a la Infancia de Bruselas, con
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sus estatutos y boletines y a la Unión Internacional de Socorro a los niños de Ginebra,
adoptada por la Liga de las Naciones, un año antes. Fue a moción de la Secretaria General
de la Unión Internacional de Socorros a la Infancia en Ginebra y Delegada del Comité
Internacional de la Cruz Roja a la Conferencia de Buenos Aires, Susana de Ferriére, quien
propuso la asociación mixta, entre la Cruz Roja Boliviana y la SPI, bajo premisas
relacionadas con el bienestar del niño, para que este fuera puesto en condiciones normales
para su desarrollo físico y espiritual. El niño hambriento, debía ser alimentado, el enfermo
asistido, el retrasado en su educación, el desviado de la buena senda, debía ser vuelto a ella,
el huérfano y el abandonado debía ser recogido y socorrido.

31Ambas instituciones, se ocuparon de hacer conocer la declaración a las demás


instituciones de beneficencia y a la ciudadanía en general. El acuerdo suscribía que todas
las acciones, en conjunto estarían dedicadas a hacer el bien de la patria y de la
humanidad.487 No hay que olvidar, que las mujeres encarnaban las virtudes de la
república, de una república moderna, en la que se debían distinguir ideas humanitarias y
sentimentales, representadas por el sexo bello. Pero el Directorio femenino, era guiado por
su fundador y benefactor Carlos de Villegas, quien no la abandonó nunca, sino el día de su
muerte, siendo sustituido por un administrador y luego por su propio hijo Alberto de
Villegas.

32El ingreso a la Unión Internacional de Socorros a la Infancia, impulsó a la Sociedad


Protectora, a formar un Comité de Honor, formado por mujeres pertenecientes al cuerpo
diplomático acreditado en Bolivia. El Comité, constituía un poderoso progreso, para los
fines que se proponía desarrollar en bien de sus protegidos, por cuanto necesitaban todo el
apoyo moral y efectivo de todas las personas de buena voluntad,488 aunque también
cumplían un velado deseo de relacionarse con extranjeros, de la alta sociedad. Este va a ser
un rasgo característico de la elite paceña, la cordialidad y hospitalidad con que se dedican a
atender a los diplomáticos, quienes de hecho pasan a conformar parte de la elite. Esto
último a diferencia de otros países latinoamericanos, donde las elites de familias
tradicionales, se mantienen al margen de las legaciones extranjeras.489

33En 1924, se asociaron con la Confederación Latinoamericana de Damas Católicas,


iniciada en Bogotá y México. En las reuniones, además se puso de manifiesto la
importancia de conformar una Junta Consultiva, según los Estatutos de la Sociedad. Un año
después en 1925, la SPI estuvo invitada a concurrir a la Segunda Conferencia
Sudamericana de Mujeres, que tuvo lugar en la ciudad de Lima, con motivo de las fiestas
del Centenario de la Batalla de Ayacucho.490 Para preparar dicho encuentro, el Comité
Cooperativo en Bolivia, invitó a la Sociedad a una reunión constituida sobre la base de la
participación de esposas e hijas de los miembros varones del Comité panamericano, que se
reunirían en Lima. Se trataba de una conferencia femenina, reunida paralela a la de los
hombres del Congreso Científico panamericano. Esta conferencia, trataría de atender la
unificación de las instituciones de beneficencia social. Los países se modernizaban en
conjunto.

34El Comité de La Paz, acordó el estudio de un plan para mejorar la contribución de cada
entidad social en el Congreso de Lima, donde se llevarían trabajos femeninos referentes a
ciencias morales y pedagógicas.491 La reunión, que tuvo lugar en Lima en diciembre de
1924, aprobó por unanimidad la constitución de una nueva entidad de beneficencia iniciada
por el Secretario del Comité cooperativo en Bolivia, Julio Téllez Reyes, que a la vez era
Consejero de la SPI. La nueva entidad, estaría constituida por una agrupación de
“delegados” –entiéndase hombres y mujeres– de todas las instituciones principales de
beneficencia de La Paz. La beneficencia era femenina, pero conducida por varones. Sin
embargo, y para seguir guardando la imagen zalamera de la beneficencia femenina, la
nueva entidad sería el “Centro Social Señoras de La Paz”, que unificaría la SPI con la
Conferencia de San Vicente de Paul y la Cruz Roja Boliviana, y se convertiría en “Junta
Impulsora de Beneficencia de La Paz”, el acuerdo no se concretó, pero la Protectora de la
Infancia, que había encontrado ser un lazo de unión y acercamiento para todas las
instituciones femeninas paceñas, tomó la iniciativa la dirección de Julio Téllez Reyes. Se
partía de la idea de que las instituciones existentes, debían extender su diligencia
humanitaria, en pro de muchos más niños desamparados. La asociación no llegó a trabajar.
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Es posible que las instituciones asociadas, tuvieran por un lado tenían diferentes fines en su
constitución individual que no les permitieran diversificar esfuerzos. La Conferencia de San
Vicente de Paúl, por ejemplo, era una sociedad mixta, de socorros mutuos, mixta, de
hombres y mujeres y con un espectro de aplicación, mucho más amplio que solamente la
niñez desvalida. Estaba destinada a combatir “las malas costumbres, los vicios y la
inmoralidad sociales” además de ejercitar la caridad en general, pero ante todo, socorrerse
entre ellos mismos en atención a jubilados, a enfermos y sepelios.492

35Por su parte la Cruz Roja, era una organización internacional neutral, fundada
originalmente para ayudar a militares heridos y enfermos de la guerra, sin tener en cuenta
su procedencia. Posteriormente, su actuación abarcó no solo la atención y auxilio a heridos
y prisioneros de guerra, sino también la protección de ayuda a las víctimas de cualquier
catástrofe. Consecuentemente, no habrá podido ser posible una coordinación entre las tres.
Sin embargo, el carácter de supervisora, tutora de asociaciones u organismos estatales o
particulares, propia de la Sociedad Protectora de la Infancia, no cesó allí, pues se constituyó
en la verdadera rectora de las instituciones dedicadas a los menores abandonados. Así en
1930, apoyó el funcionamiento de una Escuela de Niños Débiles en Obrajes, promoviendo
el nombramiento de Raquel de Adriázola como directora.

7.5 Primer Congreso Nacional de


Protección a la Infancia en la ciudad de La
Paz
36Como supervisora de las instituciones dedicadas a la Infancia, y con motivo de la
celebración del centenario de la República de Bolivia, en 1925 la Sociedad organizó el
Primer Congreso Nacional de Protección a la Infancia, auspiciado por el gobierno. La idea,
era procurar mejoras en la suerte de los niños y las madres indigentes, divulgando también,
útiles conocimientos en todas las clases sociales sobre puericultura e higiene en general.
Pocos días después del 6 de agosto, fecha de la efeméride, se instaló el Congreso que duró
ocho días, del 23 al 30 de agosto.493

37Las diferentes mesas de trabajo, se organizaron con diez miembros cada una, en total
hubo noventa y ocho congresistas de La Paz, sin contar con los delegados del interior del
país, cuya cifra no conocemos. El Congreso, se reunió bajo seis temas principales:
legislación civil y penal, legislación social infantil, orden médico, asistencia a la madre y al
niño, educación e instrucción, protección a la infancia en su primera y en su segunda edad.
Pese a que el Congreso, fue convocado por la Sociedad Protectora de la Infancia, entidad
femenina, la mayor parte de los participantes fueron hombres.

38Todo cuanto rodeó al Congreso, era un dentro del mismo círculo social cerrado de la
ciudad, participaron en él las “conocidas” personas que iban al teatro, las mismas que
ayudaban a obras de caridad, al baile de fin de año, a la conmemoración de efemérides
patrias. Es decir, se movían las mismas imágenes en distintos escenarios. Presidió el
Congreso, el Rector de Universidad Mayor de San Andrés, el renombrado Benjamín
Gallardo. En la mesa de legislación infantil, participó Daniel Sánchez Bustamante,
conocido Ministro de Educación; en la mesa en la que se trataron temas médicos, los
reconocidos doctores Luis Villegas, Félix Veintemillas y Néstor Orihuela. Estuvieron
también presentes, la directora del principal colegio de señoritas Liceo La Paz, Elena
Schmidt y Ana Rosa Tornero, delegada del Ateneo Femenino.

39Tres meses antes de la realización del Congreso, hubo varias reuniones preparatorias,
quedando señalados los temas a tratarse por cada sección. Trataron los temas
exhaustivamente, de modo que los acuerdos quedaron establecidos antes de la realización
del evento. Entre el 16 y el 22 de agosto de 1925, se llevó a cabo el Congreso. La
convocatoria mostraba el ánimo que motivaba a los congresistas, que era básicamente,
“extender por todos los ámbitos del país los sentimientos de humanidad y patriotismo que
alentaba ala SPI, de manera que todos tomaran parte en la gran obra, que perseguía de velar
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por la niñez desamparada”. Según datos estadísticos de la época, era alarmante la cifra de la
mortalidad en Bolivia, y debía combatírsela por todos los medios científicos y servicios
sociales.

40El espíritu del evento se inscribía dentro de lo que se venía analizando sobre la actitud
liberal de civilidad, con el que se trataba de estar a la par de los avances sociales de los
países vecinos. Sin embargo, fueron hombres quienes trataron temas referidos a la mujer y
al niño. Ellos privilegiaron la Sociedad y la participación femenina, en un Congreso para
apoyar su participación en la vida pública, con el fin de promover una imagen que apoyara
el proyecto liberal de modernización social. En el Congreso, se mencionaron una serie de
problemas de orden sociológico, educativo, de legislación y de medidas protectoras del
niño y de la madre, que requerían amplio intercambio de ideas. La idea central, era estudiar
los medios de “remediar a situación de la madre desgraciada, del niño indigente o
extraviado, para contribuir a su bienestar y cimentar el provenir de las nuevas
generaciones”, para “ennoblecer al ministerio de amor y a la bondad de la maternidad”.494
Se trataba de “hacer el bien por el bien mismo”, de “proteger a la madre y al niño, a la
joven viuda a la mujer abandonada”.495

41Se quería dar un mensaje, pero más se quería impresionar con la parte literaria de las
mismas. Demostrar su sensibilidad ante la pobreza, y las necesidades de los desamparados,
poner en el tapete, que en Bolivia se trataban temas de relevancia internacional, como crear
medios, para favorecer a las clases desposeídas, eso sí, sin perder de vista que eran
diferentes, eran los otros, así se habló de fundar escuelas elementales, “para las clases
desvalidas, de los niños abandonados del pueblo, instrucción especial para niños
abandonados”, así como también prever para que no existiera “la explotación del niño
trabajador”. Una buena parte de las disertaciones, estuvieron a cargo de mujeres, pero otro
tanto, lo fueron por el sector masculino.496

42El Congreso, que se llevó a cabo en el salón de honor de la Universidad, con la


concurrencia de 38 congresistas. Aquella primera sesión ordinaria, fue calificada por la
prensa como éxito brillante. Lo que la prensa resaltó, fue que los trabajos que se leyeron
habían manifestado ampliamente que existía “gran preparación en las damas de la ciudad
para el cultivo de esa clase de actuaciones”. Según los relatores, Rosa Nava de Mendoza
López, fue aplaudida calurosamente al desarrollar su tema informativo sobre la Protección
a la Infancia. Asimismo Leticia Antezana de Alberdi, leyó un trabajo sobre la Ley de
Protección a la Obrera “La extensa y bien meditada disertación sobre el tema cautivó al
auditorio”, “que entusiasmado con los tópicos tan acertadamente expuestos por la actuante,
le prodigó nutridos aplausos y congratulaciones”. Lo importante era el evento por el evento
mismo, el aplauso caluroso, las congratulaciones, el cautivar al auditorio. Lo demás era un
pretexto.

43Ni la prensa, ni las Memorias de la Sociedad Protectora de la Infancia, así como tampoco
las Memorias de la Prefectura y Municipalidad, registraron el contenido de las ponencias
expuestas en aquella ocasión. Los artículos periodísticos son escuetos y mencionan
solamente la actuación de las encargadas del acto, dando a entender a la sociedad en
general, que aquello era un acto más destinado a realzar sus cualidades. Al fin y al cabo el
tema era “cosa de mujeres”. Sin embargo, en el Archivo de la SPI, se han conservado dos
ponencias, una “La peste blanca” o tuberculosis, y “Protección a la madre y al niño”.
Ambas ponencias, resaltan la pobreza, como generadora de la poca educación de las clases
humildes, especialmente de la mujer, y de la expansión de las enfermedades especialmente
en niños y en mendigos en las calles.

44La ponencia sobre la tuberculosis, preparada por el médico Luis Villegas, sostiene que
era el mal generalizado en la población boliviana, que originaba un 40 o 50% del total de
defunciones infantiles, y que estaba desarrollado especialmente en el departamento de La
Paz. Puntualizaba, que las instituciones de beneficencia, nada podían hacer aisladamente y
se requería de amplias medidas de carácter social, nacidas de los poderes públicos, guiados
por los principios de medicina social, para lograr frenar el mal. La ponencia de Villegas,
tocaba también el tema de vivienda y barrios pobres, mostrando las pésimas condiciones en
que vivía la inmensa mayoría de los habitantes del país. Según Luis Villegas, había que
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evitar el hacinamiento en que vivía la gente, ya que un solo tuberculoso, podía contagiar
una ciudad entera y de nada le servía “al político encumbrado, al rico poderoso”, cuidar
escrupulosamente su casa y su familia, con todos los recursos higiénicos, si el peligro
acechaba por todo lado. Terminaba afirmando que la casa limpia, era la mejor barrera
contra la tuberculosis y el alcoholismo. Instaba además al gobierno, a destinar Bs. 200.000,
para la lucha contra la tuberculosis y alertaba sobre las fronteras del país, que debían ser
controladas pues incluso existía la enfermedad entre la gente del cuerpo diplomático.
Recomendaba, construir un hospital para tuberculosos, hacer campaña diaria en los
periódicos, para dar a conocer los conocimientos más elementales, para combatir la
tuberculosis especialmente en las fábricas, colegios y escuelas y en toda la colectividad en
general.497

45La segunda ponencia, titulada “Protección a la madre y al niño”, fue presentada por
Antonia M. de Alcázar, representante de las señoras de San Vicente de Paúl, daba
testimonio de la vida en pobreza de una madre con tres hijos, joven, viuda, y abandonada.
La ponencia hacía al mismo tiempo, un análisis de las causas de ese abandono y
precariedad de vida. Hay en el trabajo, una denuncia a las autoridades gubernamentales,
sobre la poca responsabilidad que se había tomado hasta entonces en la educación de la
mujer, y sobre todo en su poca valoración como fuerza de trabajo. Una mujer pobre en
1925, casi siempre tenía que mantener a sus hijos. La mayoría, ganaba la miserable y
ridicula suma de 20 centavos, por coser una camisa, pudiendo hacer en el día apenas cinco.
En algunas fábricas, ganaban un boliviano al día. Resultado de ese desequilibrio
económico, era el que los niños salieran a las calles a mendigar. Hacía una reflexión
especial, sobre la falta de educación sexual impartida a los jóvenes en general, de tal suerte
que muy jóvenes se veían con hijos, a los cuales no podían mantener, concluyendo que el
estado debía crear más escuelas fiscales gratuitas, que impartieran educación global a los
estudiantes.498

46Las Conclusiones del Congreso giraron en torno a la injusticia que existía con relación a
la existencia de hijos naturales, sin reconocimiento de paternidad. El mal trato a menores,
por parte de la propia familia y de extraños. Que los hijos ilegítimos pudieran requerir
alimentación obligada de sus padres. Estas conclusiones, eran de temperamento moderado,
en medio de tendencias extremas, que existían sobre la materia, ya que la legislación de ese
entonces, prohibía la indagación de la paternidad, y constituyen la piedra fundamental de
futuros Códigos del Menor, y sobre todo para la creación del Patronato Nacional del
Menor.

47Al margen de las repercusiones periodísticas, las cuales hacen pensar que todo habría
quedado en el efímero lucimiento social, existe un mensaje muy fuerte y veraz sobre el
estado de la cuestión. Ambas reflexiones, caben en el análisis que hicimos tanto sobre la
salud de la ciudad, como de la pobreza, en la que vivía sumida. En verdad, los trabajos
tuvieron más repercusión de lo esperado, aunque tuvo que darse la Guerra del Chaco, para
que el poder público, madurara la necesidad de crear una institución estatal de Protección
del Menor. La importancia del Congreso, dio lugar a que un año después el Congreso
Legislativo, aprobara las conclusiones del Congreso sobre la Niñez.

7.6 Creación del Patronato Nacional de la


Infancia
48Estando en la cúspide de su liderazgo, viendo que sus esfuerzos por la niñez no eran
suficientes y la labor a desarrollarse en todo el país era inmensa, en la propagación de
instituciones de protección al menor, la Sociedad Protectora de la Infancia presentó un
Proyecto para la creación del Patronato Nacional de la Infancia. El Proyecto era también
resultado de los acuerdos de la Conferencia Panamericana, llevada a cabo en Lima en
diciembre de 1924 y fue presentado al Congreso al cual me acabo de referir en el acápite
anterior. De ese modo la Sociedad Protectora de la Infancia, se constituyó en la directa
impulsora del Patronato Nacional del Menor, institución que ineludiblemente debía estar
bajo la tuición del Estado. El encargado de presentar el Proyecto al Congreso fue el Rector
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de la Universidad Mayor de San Andrés, el cual fue aprobado por la Cámara Legislativa
dando lugar a un Decreto Supremo que destacaba que a pesar de la abnegación y diligencia
de señoras, señoritas y caballeros que desde 1909. Ponía énfasis en que la creación de un
Patronato Nacional del Menor era asimismo un acuerdo Panamericano realizado en Lima.
El trabajo debía ser llevado adelante por mujeres. El Patronato que se iba a crear debía
tener como sede la ciudad de La Paz, por ser como asiento del gobierno, pero tendría
filiales en todo el país. El Estado sería el encargado de mejorar la condición y el estado
físico y moral de los niños pobres y de sus madres, así como de estudiar y poner en práctica
los problemas relacionados con la protección a la infancia desvalida. También tendría la
misión de enseñar las nociones de higiene y puericultura a las clases pobres.

49Con el Decreto aprobado, la Sociedad Protectora de la Infancia había extendido su labor


más allá de la tarea inmediata que se había trazado que era la del funcionamiento del Hogar
Villegas o Gota de Leche. Y aunque el Patronato recién se materializaría veinticuatro años
después, la SPI había expandido su liderazgo sobre todas las instituciones benefactoras
contra la pobreza y la niñez abandonada y había tomado la representación de las acciones
benéficas y de representación institucional como ente ejecutor de instituciones afines. En
un nivel de mayor influencia, sus acciones llegaron a influir en la conciencia ciudadana
sobre la niñez desvalida, sobre sus derechos en general y sobre su situación subalterna, algo
totalmente nuevo y visionario para la época, aunque el Patronato llegaría a constituirse
independiente recién diez años después de la Guerra del Chaco, o sea en 1948, que es el
límite cronológico superior de este libro.

50Es importante destacar que el Congreso en 1924, tocó otros temas importantes
relacionados con los niños abandonados, como ser un asilo correccional de menores, que en
ese entonces se recluían en el panóptico general. Se puso de manifiesto también la
necesidad de que existiera un local donde pasasen la noche los niños lustrabotas y
suplementeros que andaban por las calles, además de que existiera allí un empleado formal
que controlara el salir y entrar de estos niños, ya que se comportaban en manera tal que
“atacaban la moral y las buenas costumbres del pueblo”. Se concluyó que la vagancia de los
niños se debía al abandono de sus padres y a la explotación del trabajo que quienes no los
habían abandonado hacían de sus hijos. Pero el tema de fondo relativo a la pobreza, por
marginación y exclusión va a ser un problema latente a todo lo largo del siglo XX, y será
motivo de lucha política y de fundación de partidos políticos revolucionarios e izquierdistas
que no llegarán a tomar el poder hasta el siglo XXI. Hasta ese entonces los niños fueron
atendidos a medias por el Patronato, el Consejo Nacional del Menor (CONAME), la
Dirección del Menor (Dirme) y otros nombres con los que se denominó a la institución
estatal del menor en Bolivia además de instituciones no gubernamentales (ONG) que
proliferaron desde la década de los ochenta.

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Señoras de la Sociedad Protectora de la Infancia, c. 1948


Fuente: Libro dedicado a la conmemoración Centenario de la República de Bolivia

51Para finalizar el presente capítulo y retomando como protagonista a la Sociedad


Protectora de la Infancia, quiero concluir que al margen de todas las consideraciones sobre
los móviles que dieron lugar a su creación y que incidieron en la imagen social que
proyectaron a la sociedad en acciones benéficas llevadas a cabo por mujeres de la alta
sociedad, la SPI tuvo alcances insospechados por sus propios benefactores. Y aunque ellos
fueron quienes alimentaron la idea de que la mujer era la llamada a encargarse de los niños
desvalidos, no pudieron cederles todo el protagonismo, ya sea porque a su modo de ver
ellas necesitaban de su capacidad para organizar y tomar decisiones prácticas, o por propio
deseo de destacarse públicamente. Lo más destacable en todo caso fue la influencia que
tuvo la Sociedad tanto en la conciencia estatal como en la de los ciudadanos en el problema
de la niñez abandonada. La influencia fue tan trascendente que a partir de las Conclusiones
del Primer Congreso para la Infancia llevado a cabo en 1925, la sociedad paceña y
boliviana marcó un objetivo y trazó el camino a seguir para conseguir mejores condiciones
para los niños huérfanos, empeño que se vio favorecido con la gran cantidad de huérfanos
que arrojó la Guerra del Chaco (1933-1936), que cargó por primera vez sobre los hombros
del Estado la responsabilidad de hacerse cargo de ellos. Pero como el Patronato Nacional
de Huérfanos carecía de una Ley que amparara a los niños en general y a los niños en
abandono y orfandad, no fue hasta 1948, cuando se creo el Patronato Nacional del Menor
en Bolivia, que la niñez vio finalmente una luz en el camino para la conservación y defensa

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de sus derechos, como vivimos hoy día y se encara hoy día la situación de los niños
desvalidos.499

Notas

457 Paulette Cecile Silva Beauregard 2000, 31.

458 María Robinson Wriht 1906, 129 y 132. Cita el caso de Modesta Sanjinés Uriarte, que
habiendo vivido en el siglo XIX su fama llegó hasta la cronista el siglo XX. Mujer de vasta
cultura Modesta Sanjinés Uriarte, se destacó no solo por sus dotes musicales para piano,
componiendo más de 50 obras, sino por haber sido mujer de corazón humanitario
dedicando parte de su tiempo a la beneficencia, atendiendo hospitales, asilos y hospicios.
Elsa Paredes de Salazar 1965, 245.

459 Baronesa de Wilson 1880, 215.

460 María Robinson Wright 1906, 245.

461 La Razón 1909,7 de abril, 7.

462 Mitchen Gift 1909 en El Tiempo 1909, 30 de junio, 4.

463 Todos los datos proceden de los Libros de Actas de la Sociedad Protectora de la
Infancia.

464 Memoria del Concejo Municipal 1913, 37-44.

465 Bandera Roja “Persiste el fanatismo en Bolivia? 1926, Año I, N. 18, 3.

466 Eran Consejeras: Isolina de Solruco, Enriqueta de Sanjinés, Rosa Elena v. De Zalles,
Sara de Calvo, Ernestina de Adrián, Angélica de Aramayo, Carmen e Gutiérrez, Angela de
Chavaneix, Irene de Castillo, Maria Carmen de Sanjinés, Betsabé de Aguirre, Carmen
Capriles, Alaría Saracho, Alicia D Arlach, Josefina Prudencio, Consejeros: Benedicto
Goitia, Fermín Prudencio, David Ascarrunz, José Antezana, Héctor Ormachea, Víctor
Muñoz Reyes, Ezequiel de Romecín, César Salinas, Alberto Diez de Medina, Heriberto
Gutiérrez, José Salmón, Isaac Eduardo, Néstor Morales, Juan M. Medina y Carlos de
Villegas. El Acta de Fundación del I logar Villegas donde se encuentran todas estas firmas
se encuentra enmarcado en el salón principal del Hogar.

467 A principios de siglo y hasta muy entrado el siglo XX, los duelos eran llevados
estrictamente hasta por años.

468 Informe Sociedad Protectora de la Infancia, 1924, 1-34. Era presidenta Irene Nava de
Castillo.

469 Sociedad Protectora de la Infancia, en adelante SPI.

470 Con la que se estableció definitivamente la Independencia de Bolivia del coloniaje


español.

471 El Programa de 1916 consistió en lo siguiente: Primera Parte: Cuadro alegórico de las
Naciones de América en Homenaje a España, representada por la señorita Elena Montes M.
Luego cada país iba representado por una señorita. N.2 Himno Nacional de Bolivia, por la
Orquesta. N. 3 Discurso Inaugural, a cargo del señor Eduardo Diez de Medina, Presidente
del H. Concejo Municipal. N. 4. Himno a América por la señorita Alicia Contreras Ruiz. N.
5 Marche Real Española, por la Orquesta. Segunda Parte: N. 1 Rubinstein (Romance) y
Haydn “Gipsy”, Rondo por un Quinteto, N. 2 Cristóbal Colón, poesía. N. 3 Chopin, Ballata
insol minor piano a cargo de Pietro Bruno. N. 4 El Ensueño de Cipango. Poesía del señor
Armanco Chirveches, declamada por la señorita Blanca Colorado. N. 5 Wagner,Liszt,

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Marcha de Tanhauser ejecutada al piano por Adela Reyes Ortiz. N. 6 Verdi, la Forza del
Destino, Granconcertado para solos, coro a cuatro voces y orquesta. Soprano solista Luz E.
De Ponce dirigido por el Sr. E Molina y Prieto. N. 7 Discurso de clausura por el delegado
de la colonia española. N. 8 Marcha Final.

472 Citaban a la Sociedad Sucre, al Círculo de Bellas Artes, al Ateneo de la Juventud, al


Ateneo Femenino, al Concejo Municipal de La Paz, al Ministro de Instrucción, al Ministro
de Guerra, al Ministro de Hacienda. Asistían a la velada las más importantes personalidades
de Estado v público selecto.

473 SPI. Correspondencia 1919-1931, 142.

474 Paulette Cecile Silva Beauregad 2000, 97.

475 SPI. Correspondencia 1919-1931, 142.

476 Un estudio detallado de las veladas literario musicales que tuvieron lugar en el siglo
XIX, en la ciudad de La Paz se encuentra en la tesis de Licenciatura (inédita) de María
Eugenia Soux Muñoz.

477 El menú decía: Refraichissement Marquise au Cordón Rouge, Glacé imperial a la


Napolitaine, glace à chirimoya, gèlatine, bonbons, biscuits, gatezux assortis, Praline au
chocolat, fondants-Palmer, sandwichs, Caviar, Anchois, Jambon, Fruits de la saison, thé,
café. ASPI.N. 5, 34.

478 Curiosamente la costumbre de tomar el té a las cinco de la tarde se enraizó totalmente


en toda la zona centro oeste de Bolivia. No así en el oriente boliviano, ni en otras ciudades
latinoamericanas, donde acorde a la usanza española se toma la merienda, llamándose el
“lonche” en el Perú, las “onces” en Colombia, donde no toman té, necesariamente.

479 María Robinson Wright 1906, 126.

480 ASPI Libros de Actas 1914, 1919. Libro de Correspondencia 1921, 33 y 113.

481 ASPI Libro de Correspondencia 1925, 128.

482 ASPI Libro de Correspondencia 1919-1930, 217

483 La recaudación del926 fue de 1.127,50 bolivianos. Cuando la Sociedad necesitaba


3.000 bolivianos anuales para el mantenimiento del Hogar.

484 Se comisionó a Irene de Velasco y Esther de Dorado para invitar a la corrida al


Presidente de la República Hernando Siles. Para este evento Esther de Carrasco e Irene de
Velasco visitaron al Presidente de la Municipalidad para obtener las rebajas del 10% y el
impuesto de Bs. 50 sobre la corrida y además Dora de Cusicanqui y Neftalí de Aramayo
consiguieron de Néstor Palazuelos, dueño de la plaza de toros, la concediera gratuitamente
para la Sociedad. Otras cuatro personas del Directorio, Esther de Carrasco, Neftalí de
Aramayo, Manuel Cusicanqui y Modesto Velasco se encargaron de vigilar las Boleterías.

485 En Obrajes, la zona más alejada, recaudarían Antonia Zalles de Cariaga y Raquel de
Adriázola; en la calle Ingavi, la plaza Murillo y la Avenida Tarapacá, Enriqueta V. De
Sanjinés e Irene de Velasco. La calle Ayacucho, Mercado y Bancos, Dora de Cusicanqui,
Emma de Carpio, y Victoria de Tejada. Las calles Comercio, Genaro Sanjinés, Plaza de San
Francisco, Figueroa, Contraloría, Bolivian Railway, las señoras Teresa de Pacheco, María
Cristina Téllez y Cristina Campero. Las calles Loayza, Recreo y avenida 16 de Julio las
señoras Elia RUC de Otero y Otilia W. De Murray. Finalmente las calles Potosí, Socabaya
y Yanacocha, Carmela de Gutiérrez, Teresa M. De Gutiérrez y Esther de Dorado. A las
Fábricas irían las Cristina de Ibáñez y Ester de Benavides.

486 Paulette Cecilia Silva Beauregard 2000, 156.


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487 El acuerdo fue firmado por Carlos Villegas, Director, Irene Nava de Castillo,
Presidenta y M. Laura García L., Secretaria. En: Informe presentado a la Junta General de
la Sociedad Protectora de la Infancia por la Presidenta Irene Nava de Castillo. 1924

488 La mesa directiva quedó organizada de la siguiente manera:


Presidenta Elena Peña de Carrillo, esposa del Ministro de la República argentina; Vice-
presidenta, Luisa de Barros Castañón, esposa de el Ministro de Chile; Secretaria Paulina de
Bonnemaison, esposa del Ministro del Perú; Vocales del directorio: Lucía de Cotrell,
esposa del Ministro de los Estados Unidos y Baronesa Lina de Stengel, esposa del Ministro
de Alemania; Lily Lakermance de Bouseaux, esposa del Encargado de Negocios de
Bélgica, Carmen Iturralde de Gárlan Roel, esposa del secretario de la Legación del Perú,
Teresa Bustamante de Azocar, esposa del secretario de la Legación de Chile

489 ASPI Libro de Actas 1919-1930, 35

490 Que dio la Independencia a Bolivia de la corona española.

491 Informe presentado a la Junta General del 15 de Julio de 1924, por la Presidenta Irene
Nava de Castillo. La Paz, 1924

492 Estatutos de la Sociedad Católica de Socorros Mutuos de “San Vicente de Paul”, La


Paz, 1910.

493 La República 1925, 26 de abril, 3.

494 El Diario, La Paz, 12 de abril de 1925.

495 Proteger a la joven viuda y la mujer abandonada”. A cargo de Antonia Ampuero de


Alcázar. El tema de “lactancia materna” lo presentó Victoria Velasco de Tejada. El de
“Impulsar la protección del escolar rico hacia el escolar pobre y en general del niño
pudiente al desgraciado” a cargo de Angela Machicado de Estensoro, “Protección amplia a
la infancia y necesidad de fundar instituciones de protección a la infancia en todo el
territorio dela República” presentado por Manuel Ernesto Mariaca.

496 Edificación escolar. ¿Cuál sería en Bolivia la edificación escolar más apropiada a
nuestro ambiente? Relator Manuel Ernesto Mariaca. 2. Obligación Escolar. Como medio de
impedir la explotación del trabajo del niño, ¿se debe buscar la obligación escolar? ¿En qué
forma? 3. Escuelas elementales. Siendo necesario el fomento de escuelas elementales para
las clases desvalidas ¿Cuál sería la forma de obtenerla? 4. Utilidad de las Escuelas
Primarias. ¿Qué medios se pueden consultar para que las Escuelas primarias de Bolivia
respondan a la vida práctica ulterior del niño? 5. Servicios Domésticos. Considerando de
utilidad general lo el establecimiento de una escuela para la enseñanza de servicios y artes
domésticas ¿cuáles serían los medios mas eficaces para realizarlas? 6. Instrucción para
niños abandonados. ¿Cuál sería la calidad de instrucción apropiada para las clases
desvalidas y los niños del pueblo abandonados los que, si bien, reciben alimentos
materiales por las personas que los cobijan es solo en retribución de los trabajos a los que
se les reduce, sin educación, ni instrucción. Relatores Isabel de Haillot, Daniel Canedo,
Alfredo Guillén. 7. Cambios en la enseñanza. Concepto moderno de la naturaleza mental
del niño y cambios que imponen en las prácticas corrientes de la enseñanza. Elena Schmidt.
8. Educación del Obrero. Educación profesional, familiar, y económico-social del hijo del
obrero. Relator... Leonor Guerrero, Corsino Rodríguez. 9. Escuela y taller. Necesidad de
aproximar la escuela al taller de suerte que los obreros junto con el aprendizaje de su arte y
oficio reciban fundamentales nociones de moral y vida practica. Relator... 10. La
Puericultura en los Colegios. Manera de obtener en el país la educación e instrucción de la
Puericultura y su enseñanza en todas las escuelas superiores de instrucción. Relatora.
Eduvijes v. de Herzog. La República 26 de agosto de 1925, 1.

497 Ponencia presentada por el Dr. Luis Villegas al Primer Congreso Nacional de la
Infancia, llevado a cabo en agosto de 1925, a iniciativa de la ASPI N. 2.

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498 Ibidem.

499 Ver Laura Escobari 113 anos de Historia. La Sociedad Católica de San José, 1990. El
libro analiza las políticas nuevas que adoptó la propia Sociedad y otras organizaciones no
gubernamentales para atender a los niños en riesgo de abandono, acordes al avance de los
tiempos.

Índice de ilustraciones

1.7.1 Directorio de la Sociedad Protectora de la Infancia 1925.Archivo


Leyenda
Sociedad Protectora de la Infancia. La Paz

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6171/img-1.jpg

Archivo image/jpeg, 205k

I.7.2 Hogar Villegas. Dormitorio de niños. 1916Fuente: Centenario de


Leyenda
Independencia de Bolivia

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6171/img-2.jpg

Archivo image/jpeg, 162k

I. 7.3 Frontis del Hogar Villegas. Sección Puericultura. C.1925Fuente:


Leyenda
Centenario de la República de Bolivia

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6171/img-3.jpg

Archivo image/jpeg, 198k

I.7.4 Sala Cuna. Hogar Villegas. 1916Fuente: Centenario de la Independencia


Leyenda
de Bolivia

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6171/img-4.jpg

Archivo image/jpeg, 208k

Sala de sesiones del Directorio de la Sociedad Protectora de la Infancia, c.


Leyenda
1925Fuente: Centenario de la República de Bolivia

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6171/img-5.jpg

Archivo image/jpeg, 180k

Señoras de la Sociedad Protectora de la Infancia, c. 1948Fuente: Libro


Leyenda
dedicado a la conmemoración Centenario de la República de Bolivia

URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6171/img-6.jpg

Archivo image/jpeg, 206k

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Capítulo VIII. El Hogar Villegas de la
Sociedad Protectora de la Infancia o Gota
de Leche500
p. 239-262

Texto NotasIlustraciones

Texto completo

1La Sociedad Protectora de la Infancia tuvo dos campos de acción, uno hacia el interior de
sí misma, con el Asilo u Hogar Villegas, también llamado la “Gota de Leche”; y hacia el
exterior expandiendo su acción de liderazgo sobre todas las instituciones benefactoras de la
ciudad que tenían como consigna la atención a los pobres general y la niñez abandonada en
especial. En este último aspecto vimos, en el capítulo anterior, cómo su labor llevó su
trabajo hasta alcanzar proyectos sociales de largo aliento, empezando por llevar al poder
legislativo en agosto de 1926, para su promulgación los acuerdos del Primer Congreso
Nacional de la Infancia, llevado a cabo un año antes y que recogía a su vez los resultados
de la Segunda Conferencia Panamericana de Mujeres llevada a cabo en Lima en diciembre
de 1924.

2El Proyecto dio lugar a la aprobación del primer Decreto Supremo, destinado a
salvaguardar a la niñez desvalida, a través de la fundación del Patronato Nacional de la
Infancia, con sede en La Paz y filiales en todo el país. Si bien el Patronato no fue creado
hasta 1948, no cabe duda que era el primer paso para su creación. Pero dejando de lado la
labor de extensión social, que llevó a cabo la Sociedad Protectora de la Infancia, en este
capítulo me ocuparé del funcionamiento de la primera “Casa de la Infancia”, la cual a
través del torno, empezó a recoger niños expósitos desde días de nacidos, hasta niños
huérfanos o abandonados hasta los 18 años.

8.1 Encubrimiento del anticlericalismo: el


liberalismo, la iglesia Católica y el Hogar
Villegas
3Como llevamos sustentado, en el segundo capítulo de esta Tesis, el liberalismo fue la
ideología imperante en las primeras décadas del siglo XX. Como tal, nació en Bolivia a
fines del siglo anterior y fue cobrando fuerza, a medida que se acercaba el nuevo siglo.
Copaba la prensa, las Fuerzas Armadas, las asociaciones secretas y también la mente de
católicos laicos y sacerdotes, dando paso a ese “producto híbrido del católico liberal”501,
aquel que iba a inspirar y llevar adelante, la fundación de Sociedades de Beneficencia y el
mismo que traería personal religioso, para que se hiciera cargo de sus propias obras
caritativas. ¿Por qué? ¿Por qué si la gente que fundó instituciones benéficas y detestaba al
clero, recurría a él para que le hicieran el trabajo que ella no podía hacer? Al parecer “era
una estrategia para crear confusión, tratando de engañar de que no había ninguna
contradicción entre masonería y catolicismo, al punto que había católicos masones”.502 En
contrapartida, la posición contrapuesta, la de las ordenes religiosas, que aceptaban hacerse
cargo de los asilos y hospicios de beneficencia, dirigidos por católicos liberales masones
era más comprensible. La iglesia, había declarado la guerra a la masonería y una manera de
llevarla a cabo, era haciéndose cargo de instituciones benéficas y o educativas. No aceptaba
que los liberales, calificaran las prácticas religiosas de farsas histriónicas, que ridiculizaran
las indulgencias y calumniaran a los obispos, con la “hipocresía y el furor propios de la
secta masónica, tantas veces reprobada y condenada por la Iglesia”.503

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4Esta introducción era necesaria, para comprender algunas actitudes hoscas de los
benefactores hombres y mujeres del Hogar Villegas y la necedad de las actitudes de las
Hermanas de la Caridad y de Santa Ana, en temas que trataban del funcionamiento del
Hogar, y de dos órdenes religiosas que se hicieron cargo del Hogar Villegas, las hermanas
de la Providencia y las Hijas de Santa Ana. El anticlericalismo de los liberales, se vio en el
parlamento a través de muchos Decretos en contra de la iglesia católica. En general
ministros de estado, legisladores y todas las autoridades liberales del tiempo en que este
partido político estuvo gobernando (1999-1920), –aunque desde el punto de vista político e
ideológico el ciclo liberal llega hasta la Revolución Nacional de 1952–, hicieron de la
iglesia blanco de su animadversión. Atacaron la iglesia con todo, en primer lugar
determinaron la libertad de cultos instaurando la educación laica en los colegios, o en algún
caso cada padre de familia debía instruir específicamente que quería educación católica
para su hijo.504 Los liberales declararon abiertamente el desafuero del clero suprimiendo
las procesiones religiosas, expropiación de los conventos, atacaron los derechos monásticos
y limitaron el presupuesto estatal del culto y la acción misionera como vimos en el caso del
Hospicio San José, cuando recortaban el presupuesto de las Hermanas de la Caridad y las
obligaban a presentar facturas por todo, hasta por el arreglo de la correa de un zapato y
ahora veremos su hostilidad en el Hogar Villegas.505

5El estado liberal llegó hasta a romper relaciones con la Santa Sede en 1907, las mismas
que fueron restablecidas con el advenimiento del partido republicano en 1920. Lo único que
quedó fue la prédica incesante de los clérigos, de quienes incluso las autoridades
eclesiásticas se quejaban de que su prédica era insuficiente y su desempeño no daba buenos
ejemplos a la sociedad cristiana, quien a su vez veía a sus párrocos no como a benefactores
sino como a mercedarios advenedizos e interesados. La consecuencia global, es que la
religión católica quedó profundamente debilitada, de manera que en los 20 años de
liberalismo, la sociedad vio venirse al suelo el cristianismo heredado de la colonización
española.506

8.2 Fundación de La Casa de la Infancia


6Después de cinco años, de que a instancias del Concejo Municipal, un grupo de mujeres
fundara la Sociedad Protectora de la Infancia, el 12 de abril de 1914 a las tres de la tarde
fundaron la “Casa de la Infancia”. Estuvieron invitados al acto el Presidente de la
República Ismael Montes, su esposa Bethsabé de Montes, al Obispo Monseñor Manuel
José Peña, estuvieron también presentes el Prefecto Néstor Cueto y el Presidente del
Concejo Municipal, Luis Zalles. Era presidenta de la Sociedad en ese entonces, Sara
Minchín de Moreira, Vicepresidenta Esther Chinel de Iturralde y Tesorera, Claudia Pérez
de Villegas.507

7Carlos de Villegas fue el mentor, fundador y gestor principal de la Casa, fue Director
Principal de la Casa desde su fundación hasta su muerte acaecida en 1927. El directorio de
la Sociedad siempre fue femenino, aunque, como vimos en el capítulo anterior contó con la
ayuda de benefactores varones, que las guiaban y un administrador.508 En 1919, hicieron
presidente Honorario al Nuncio Apostólico en Bolivia Monseñor Rodolfo Cañoli. La Casa
de Expósitos, llamada comúnmente “Asilo de la Infancia” fue luego conocida como “Hogar
Villegas” en honor a su benefactor principal. La Casa fue construida por orden del
Presidente de la República Ismael Montes, en la Avenida 20 de Octubre en el barrio de
Sopocachi, el barrio residencial más moderno de los años treinta, con casas del estilo Beaux
Arts francés, de las cuales se conservan todavía algunas. La Casa constaba de dormitorios
para niños y niñas; una repartición especial para la crianza de niños pequeños expósitos,
“con torno libre para las criaturas que fueran arrojadas del regazo materno”. También puso
en funcionamiento un consultorio de Puericultura, para atender a La crianza, curación y
alimentación de las criaturas pobres. Y por otro lado, empezó la escuela para indígenas, con
el fin de “instruir a los niños de esta raza, procurando su ilustración e ingreso en la
civilización”.

8La dirección estuvo encomendada a las Hermanas de la Congregación de la Providencia


de Chile, quienes llegaron a hacerse cargo de la Dirección del Hogar, a solicitud de la
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Sociedad Protectora de la Infancia, por la práctica que la Congregación tenía en obras de
ese tipo. Financieramente, se organizó con un depósito anual procedente del Tesoro
Departamental de la Prefectura.509

9La Casa tuvo varios nombres que se superpusieron. Desde su fundación hasta los años
treinta del siglo XX, fue conocida como Casa de Expósitos. Muy poco tiempo se la conoció
como Asilo, encontramos ese apelativo solamente entre 1927 y 1930. Sin embargo, tres a
cinco años antes, el 4 de julio de 1925 el Directorio decidió nombrarla “Hogar Carlos de
Villegas”, en honor a su fundador. Respecto al nombre de “La Gota de Leche”, la primera
vez que se lee en las Actas de la Sociedad, es en 1920, cuando en una carta de
agradecimiento, dirigida al Concejo Municipal, la presidenta Irene Nava de Castillo,
agradeció una donación extraordinaria de 200 bolivianos.510 El Directorio tenía una
presidenta, una vicepresidenta, una tesorera, y varios consejeros. El núcleo del directorio,
estaba constituido por unas 15 señoras. A pesar de que en las listas de socios, aparecen
nombres de fundadores varones, ellos prestaban servicio de apoyo moral, ayudando muchas
veces en manejos económicos y sobre todo en trámites legales. Muy pocos de ellos, eran
parientes cercanos de las socias, sin embargo su tutela era significativa, por tratarse de un
Hogar regido internamente por religiosas católicas y ser ellos anticlericales. Fuera del
Directorio, hubo siempre una larga lista de socios, gente “conocida” y prominente de la
sociedad paceña, quienes daban una cuota mensual o anual. La cuota mensual, era de dos
bolivianos y la anual de veinticinco. También había una cuota de un boliviano mensual para
los “cooperadores”.

8.3 Las Hermanas de la Providencia y de


Santa Ana
10La administración del Asilo, estuvo a cargo de las religiosas “Hermanas de la
Providencia”, venidas de Chile, donde llevaban 50 años dedicadas a ese tipo de
establecimientos. Las hermanas trajeron de Chile varias empleadas, con práctica en la obra.
Durante su permanencia, llevaron a cabo además de la dirección interna de los niños, todo
lo que se refería a su salud y educación. Se ocuparon también de todas las compras de
alimentos, útiles, botica, combustible y vestuario, así como los contratos del personal de
servicio. En octubre de 1916, se decidió contratar a las religiosas de Santa Ana, para la
dirección y administración del Asilo, en vista de que la Superiora sor Ana María de Jesús
Campuzano, anunciara su retiro el 12 de septiembre de ese año. Inmediatamente, se hizo un
telegrama a la Superiora de la Casa en Santiago de Chile, quien ese mismo mes, contestó
que la renuncia de las hermanas era indeclinable. Las consejeras Enriqueta de Sanjinés y
Carmen de Gutiérrez visitaron al Arzobispo de La Paz, para que intercediera evitando el
retiro de las religiosas.

11Al interior de la Sociedad, se supo que todo el problema había sido suscitado por su
fundador y Director Carlos de Villegas. Desde el principio las hermanas no quisieron
aceptar ningún reglamento que rigiera el Asilo. Ellas sostenían, que Carlos de Villegas
tenía una “tenaz hostilidad” hacia ellas, argumento que fastidió al fundador ya que él
atribuía la causa de su malestar a que él “simplemente había mandado a hacer unos
desagües en la casa sin consultar a la Superiora”, y otro día había llevado a un pintor para
que levantase un presupuesto para hacer repintar la casa, y que en una tercera oportunidad
pidió la lista de domicilios de las nodrizas para visitar a los niños, ya que había muchos
informes de que los niños no eran bien cuidados. Villegas atribuyó también el malestar de
las hermanas al disgusto que él les mostró por la elevada mortalidad de los niños de la casa.
Ya que de los primeros 30 niños llegados a la casa habían fallecido 23 y entre ellos no
solamente habían recién nacidos sino niños de más de un año. A raíz de aquel
inconveniente, Carlos de Villegas renunció a su cargo. Sin embargo, la asamblea de socios
rechazó la renuncia por unanimidad, quedando el señor Villegas, a partir de entonces como
Director permanente de la Sociedad.

12El Directorio, decidió aceptar la salida de las hermanas y reiteró al fundador su voto de
confianza concediéndole el título de Fundador de la Sociedad Protectora, Director y
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Consejero.511 Por su parte, las hermanas de la Providencia, aceptaron quedarse en el Asilo,
hasta que viniera la nueva administración. Tal como habíamos señalado en las primeras
páginas de este capítulo, tanto el Directorio como Carlos de Villegas, miraban con sospecha
todas las tareas de las religiosas, por el anticlericalismo que se respiraba en todas las casas
de familia y círculos sociales de la ciudad, especialmente en el sector masculino, ya que
endilgaban a las mujeres todo lo concerniente a la religión, para ellos la práctica religiosa
como algo “de mujeres”. La relación entre las hermanas y las señoras del Directorio, en los
meses siguientes fue fría y protocolar. Se comunicaban por oficios, mostrando lo poco
interiorizadas que estaban unas de otras, procurando además no interferirse mutuamente. El
22 de octubre de 1916, sor Ana Agustina participó al Directorio la desaparición de 37 niños
cuyo ingreso constaba en los libros.512 En el mismo oficio, daba a conocer además la falta
de vestidos, calzados y otras prendas de necesidad urgente para los expósitos. El Directorio,
además de decidir atender esas necesidades, vio por conveniente involucrarse más en la
marcha interna del Asilo, con una inspección diaria por parte de las Consejeras. Respecto a
la desaparición de los niños, resolvió dar parte a la policía, y al mismo tiempo la Presidenta,
quedó en dirigirse a las Madres de la Providencia para saber con certeza, si existían o no los
referidos niños.513 No se conoce el detalle del contratiempo, pudiendo ser que los niños no
hubieran desaparecido, sino que su registro no hubiera sido realizado debidamente. La
percepción general era que las hermanas exigían mucho más de lo que el Directorio les
podía dar, incluso en vituallas destinadas a su uso personal, lo cual era considerado
impropio por el Directorio,514 así y todo, antes de que partieran, definitivamente se les
hizo entrega de tela para ropa de cama para su uso personal.

13A mediados de 1916, el arzobispo solicitó a la Provinciala de las religiosas de Santa Ana,
que administraran el Asilo Villegas y el Directorio aprobó el contrato de 15 artículos, que
estuvo vigente por diez años. Las hermanas de Santa Ana, se hicieron cargo del Hogar el 28
de septiembre de 1916, por cinco años. Renovaron su contrato en 1922, con un nuevo
contrato con el Concejo Municipal, comprometiéndose al “perfecto funcionamiento de las
casas de beneficencia que corrían a su cargo, siendo sujetas a intervenciones municipales o
privadas, si la situación lo exigía”.515 Empezaron atendiendo la crianza y la educación de
los niños. Sus pasos eran vigilados diariamente por las Consejeras de la Sociedad, porque el
Director Carlos de Villegas, encontraba que no ponían suficiente cuidado en la preparación
de los alimentos, hecho que se manifestaba en el excesivo número de enfermedades del
sistema digestivo de los niños. En vista de ello, se resolvió duplicar el número de visitas de
las señoras del Directorio y aumentar la servidumbre. Dos meses más tarde, se nombraba
una comisión para la reglamentación de la alimentación de los niños, compuesta por cuatro
consejeras.516 Se decidió no aumentar el número de religiosas para el Asilo, pero sí
reemplazar las de entonces por otras, que convinieran más y que una de ellas, se hiciera
cargo personalmente del torno. Adicional a esta medida, se decidió que todas las empleadas
estuvieran uniformadas.

14Transcurridos doce años del trabajo de las religiosas de Santa Ana, el Visitador de la
orden, dirigió una carta a la Provinciala ordenándole que “no aceptaran el nuevo
reglamento, que había sido aprobado por el Sr. Obispo y la Superiora del Asilo, de acuerdo
con el Directorio y declarando que si las cosas no volvían al estado en que se hallaban a la
fecha de firmarse el contrato, en el término de 30 días rescindirían su contrato y
abandonarían el Asilo”. Leída la nota, el director Adolfo Flores, propuso que se les
conteste, que si ellas no respetaban el nuevo reglamento, que había sido aceptado ya, la
Sociedad lamentaría verse privada de su concurso, pero que no aceptaría ninguna
discrepancia en la orientación que se había dado al Asilo Carlos de Villegas. El 7 de marzo
de 1929, se dio lectura a la renuncia presentada por las Hermanas de Santa Ana y las notas
cambiadas entre ellas y la Presidenta de la Sociedad. Adolfo Flores, leyó el informe que a
pedido de la Presidenta, había hecho sobre el estado del Asilo, sus deficiencias y la
hostilidad de las hermanas con los niños, que eran castigados como se hacía antiguamente
en las escuelas, además de las desavenencias que se suscitaban a cada momento entre ellas
y el Director. Luego de discutir estos puntos, se decidió aceptar la renuncia de las
hermanas, encargándose al Director Adolfo Flores escribir a Buenos Aires pidiendo una
“Nurse Directora” de la misma orden, para hacerse cargo del Asilo. Se pidió que el nuevo
contrato, fuera estudiado detenidamente antes de firmarse.

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15Cuando salieron las hermanas de Santa Ana, la Sociedad constató que la Superiora había
destruido todo el archivo de documentos, entregado a ellas por Gerardo y Modesto Velasco,
quienes a su vez lo habían recibido del hijo de Carlos Villegas, Alberto de Villegas. La
Sociedad, notó una vez más la actitud hostil de las religiosas hacia las socias. Ante la
acefalía de una directora, se designó a María E.v. de Montes para que se hiciera cargo de la
Dirección interna del Hogar; a Palmira de Alcérreca como administradora y a Anny Zappen
como delegada ad honorem. La enfermería, quedó a cargo de un cuerpo médico y dos
enfermeras.

16Los niños de kindergarten y primaria, quedaron a cargo de profesoras especializadas.517


En 1933, se hicieron cargo de la dirección María Estrada, Judith Pastor y Cristina Sáenz. La
dirección interna, la tenía Francisca Barrenechea. A partir de entonces hasta 1951, en que
se hicieron cargo del Hogar las religiosas del Amor de Dios, la Casa fue administrada por
civiles.

8.4 La casa del Hogar Villegas


17Todo el trabajo de la Sociedad Protectora de la Infancia, estuvo movido por un
sentimiento general que aunaba el religioso con el patriótico. Anteriormente, hasta el tercer
tercio del siglo XIX, la clase aristocrática entregaba donativos a las instituciones religiosas
para que éstas se encargaran de mantener asilos y orfanatos. Al llegar el siglo XX la caridad
debía llegar más lejos, hasta las casas de donde emanaba la pobreza que arrojaba niños a los
Hospicios y Hogares. A pesar de que en Bolivia hubieron Decretos para desterrar el
clericalismo, como vimos en el capítulo anterior, en el momento de velar por los pobres, el
ideal que regía los ánimos de los directores era de manera general “salvaguardar la
humanidad a través de la justicia y la caridad para con los pobres del Mundo”, tal como
dictaminaba la encíclica Rerum Novarum. Era el medio más suave de mantener el “cordón
de la pobreza” lejos de las clases acomodadas. El Directorio hizo entonces, caso omiso a su
crítica clerical y utilizó la caridad cristiana para llegar al pobre, en este caso por medio de
Hogares para niños huérfanos o Gotas de Leche.518

18A partir de la fecha de inauguración del Hogar, que fue el 25 de marzo de 1914, la casa
continuó en permanente trabajo de ampliación e inauguraciones de diferentes salas e
instalaciones, cada vez mejor instaladas y adecuadas a las circunstancias que se iban
viviendo. No les faltó nunca los medios ni recursos para lo que quisieron, les donaron
solares adyacentes a la casa inicial, compraron otros, edificaron el oratorio, pese a las
opiniones contrarias a la religión y al fomento del beaterío de las señoras del
vecindario.519 Aún así, construyeron y ampliaron lo que quisieron, en los tiempos que se
propusieron. Algunas cosas no les salieron del todo bien, como la donación del reloj para la
casa, pero el empeño llevó a la Sociedad a tener una Casa muy moderna para la época y que
se conserva muy bien hasta hoy.

19A los pocos años de la inauguración, circulaba un volante por la ciudad mediante el cual
Directorio de la Sociedad anunciaba que mediante la generosidad pública, se habían
terminado de construir los dormitorios para los niños expósitos en la “Casa de la Infancia”.
El local, estaba ubicado en la Avenida 20 de Octubre, valle de Sopocachi, barrio que con la
edificación del Hogar empezaba a crecer y a presentar las casas más modernas y
acomodadas de la ciudad. Tres años después, en 1917 era preocupación de la Presidenta de
la Sociedad, construir un pabellón, donde se instalaran dos dormitorios para los niños
mayores, pues era necesario separarlos de los pequeños. Asimismo había que construir
ambientes para el comedor y cocina. El local fue construido con diferentes donaciones, una
de las cuales fue la de la Prefectura consistente en 2.000 bolivianos destinados a la compra
de madera.520

20En 1919, se logró la adjudicación de un lote adyacente y la expropiación e una casa


particular, previa indemnización. En documentos de correspondencia, que guarda el archivo
de la Sociedad, se encuentran varias referencias a solicitudes presentadas insistentemente al
Concejo Municipal se ocupara de arreglar la avenida 20 de Octubre, porque al ser de tierra,
sufría permanentes daños con zanjas profundas que dejaban ver la alcantarilla. En febrero
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de 1920, se terminaron algunos trabajos, como un dormitorio para las niñas mayores, un
comedor general, un comedor para las religiosas, una cocina amplia y dotada de útiles
necesarios para atender al servicio, un comedor para la servidumbre, un extenso almacén
para víveres, una despensa para las cosas de diario uso, además de una pequeña sala de
descanso, para las señoras de Sociedad que diariamente visitaban la Casa. El 24 de junio de
ese año, se inauguró el Oratorio, para el rezo diario de los niños y los deberes católicos de
los vecinos de la zona de Sopocachi. En el acto de inauguración, se entregó simbólicamente
una llave a la presidenta Enriqueta de Sanjinés como reconocimiento a su labor.521 En
enero de 1921, se inauguró un nuevo pabellón para niñas, donado por testamento de
Francisco Barriga.

21Cuando en abril de 1925, el Concejo Municipal se aprestaba a demoler su recinto, la


presidenta de la SPI, Irene de Velasco, solicitó la donación de un reloj para la fachada de la
Casa, en una torre apropiada, para prestar servicio al numeroso vecindario de la floreciente
zona, pero no obtuvo ningún resultado.522 Un año después, la Junta de Señoras de
Sopocachi solicitó a la Sociedad la cesión de un terreno sobre la plaza Abaroa, para la
construcción de una Iglesia parroquial, pero se rechazó la idea aduciendo que en ese lugar
se había pensado en construir precisamente una capilla, pero para el Hogar.523

22De esa manera, se fueron edificando cada vez nuevos pabellones e instalaciones, los
cuales no se realizaron sin contratiempos, sobre todo si se piensa que todos los trabajos se
realizaban con las religiosas y los niños ya viviendo en él. Además, como dijimos, las
religiosas se mostraban incómodas por la constante intromisión en su desempeño sobre
todo por la animadversión que percibían contra ellas y el evidente rechazo a su presencia
por parte de los directores Villegas y luego Flores. También las mismas señoras del
Directorio, recelaban su trabajo porque si bien eran beatas, las hermanas no las dejaban
entrometerse en su trabajo, manteniéndolas lejanas sus principios y motivaciones internas,
de modo que no lograron tener un trato cercano que limara cualquier aspereza y eran
superiores a cualquier sentimiento de solidaridad y respeto mutuo. Dicho esto, no extraña
que en 1928, un entredicho entre la madre superiora y el Director técnico del Hogar Adolfo
Flores, terminara con la presencia de las religiosas en el Hogar. Sucedió que la Superiora
no estuvo de acuerdo en algunos arreglos a la casa, como ser espacios para enfermería y
guardería, un nuevo pabellón para niños e instalación eléctrica para la lavandería. Todo ello
incomodó a las religiosas no por las construcciones mismas, sino porque se llevaban
adelante sin consulta previa.

8.5 Ingreso de niños, salud y alimentación


23A partir de 1914, todos los días y a toda hora, el Hogar recibió expósitos desde recién
nacidos, hasta la edad de tres años, pudiendo ser entregados directamente a la persona
encargada de su recepción, quien estaba totalmente prohibida, de hacer ninguna pregunta
sobre su procedencia. También se podía dejar a la criatura en el torno, en el patio o jardín
de entrada. Y así como se los depositaba, podían ser reclamados por sus padres o parientes
en cualquier momento, sin que ninguna persona del Hogar, tampoco hiciera indagación
alguna. No en vano, el asilo u Hogar se preciaba de impartir caridad, recibiendo niños sin
límite y de todas partes del país.

24En cuanto al ingreso y salida de niños del Hogar, algo que llama la atención entre los
años 1915 y 193 1,524 es el gran número de niños fallecidos, hecho que dio lugar a muchos
malos entendidos y finalmente la salida de las hermanas de Santa Ana. Pasado un año de la
presencia de las Hermanas de la Providencia, en el Hogar ellas mismas denunciaron la
desaparición de 37 niños, el año 1916. El hecho conmocionó a la institución y se reaccionó
violentamente, –como no podía ser de otra manera–, se culpó a las hermanas de esas
muertes, por la mala alimentación que daban a los niños y ello tuvo consecuencias en la
conducción del Hogar. Sin embargo, revisados los números de ingresos y egresos de niños
en los primeros quince años de existencia del Hogar, el número de niños fallecidos el año
1916, año del escándalo fue de treinta y cuatro, o sea que la desaparición, a la que aludían
las hermanas, podía haberse referido a su desaparición por muerte y no por otro motivo.

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Cuadro 8.1. Ingreso y Salida de Niños Hogar Villegas 1915-1931

Aumentar Original (jpeg, 127k)

Fuente: Elaboración propia sobre Informes Anuales de las Directoras salientes.

25En el fondo es una muestra más de la falta de comunicación y mala relación entre las
religiosas y el Directorio, pues éste último, armó un escándalo ante el hecho sin evaluar las
posibles causas, como que llegaban con enfermedades congénitas o malos tratos imposibles
de subsanar, huellas de castigo e incluso señales de intento criminal sobre ellos. El
Directorio estableció, que las culpables eran las religiosas, que no les proporcionaban
alimentación adecuada. De todas maneras, el incidente de 1916 fue aislado, pues los años
siguientes los decesos infantiles siguieron siendo notablemente altos ya que moría la mitad
de los ingresados.

26El cuadro de ingresos y egresos de niños, en los primeros dos años muestra también un
elevado número de niños que era reclamados por las personas que los ingresaban apenas
pasados unos meses de haberlos internado. En total sumaban una cuarta parte del total de
niños que estaban ingresados. Esto quiere decir que el Hogar era visto por la ciudadanía
como un albergue pasajero, y no como Hogar sustituto a niños abandonados, que era el
motivo de su fundación. Sin embargo, esta situación cambió al año siguiente porque a partir
de 1917 los niños ingresados, lo eran definitivamente hasta que llegaban a los 10 u 11 años,
cuando el director Carlos de Villegas consideraba que debían pasar al Hogar San José, al
igual que los niños ciegos. Estaba claro que el Directorio debía actuar contra las causas de
la mortandad. Ya lo decía la Encíclica referida, había que luchar abiertamente contra la
mortalidad infantil para salvaguardar la raza, la riqueza de la República y de la misma
ciencia. Al mismo tiempo había que sustituir de alguna manera la carencia de la familia,
como núcleo de la sociedad del orden y de los valores cristianos. Al carecer de ésta, los
Hogares para huérfanos debían cumplir una especie de resistencia pacífica a la revolución
social que empezaba a ocupar la mente de los políticos y pensadores de la época más allá
de las fronteras y dentro de éstas.525

27Analizamos, por tanto a continuación una de las causas más sospechosas de las
enfermedades que se advertían dentro del Hogar, cual era la alimentación, para ver desde la
ciencia, la atención que merecía la alimentación que recibían los niños en el Hogar. Hasta
los años cuarenta los niños de pecho eran entregados a nodrizas indígenas o mestizas para
que los amamantaran. Así por ejemplo en 1920 de los noventa y ocho niños internos,
cincuenta eran criados por nodrizas, quienes eran matriculadas en un Libro y recibían el
pago mensual de 14 bolivianos. Ellas debían presentar a los niños cada semana, para
mostrar que se encontraban bien cuidados y sanos. Era su obligación además devolver los
niños, apenas advertían que el niño sufría alguna enfermedad. El sistema de pago por su
trabajo, fue pensado de modo de poderlas controlar ante posibles incumplimientos. En ese
sentido, depositaban sus ganancias en la tesorería de la Casa, para luego retirar la suma
ahorrada. Muchas de ellas, debían pagar multas cuando faltaban al cuidado de las criaturas.
Sobre el tema del cuidado de parte de las amas de leche, el Asilo debía estar siempre alerta,
ya que ellas mismas los hacían desaparecer, ya sea porque les tomaban afecto y los
adoptaban naturalmente, o porque los entregaban inescrupulosamente a otras personas. En
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1919 por ejemplo, se resolvió buscar “a los ocho niños que se habían entregado a nodrizas
y personas particulares, en el año anterior sin acuerdo del Directorio”. Para mejorar esta
situación, el Directorio intentó con algún resultado, hacer que algunas amas permanecieran
dentro de la Casa.

28En 1916, la alimentación básica de los niños de un año en adelan, consistía en carne,
verduras, fruta, mantequilla, papas, manteca, huevos, pan, leche, azúcar, arroz, tapioca,
harina de maíz, galletas, chocolate, té, sal, pimentón, lentejas.526 Se consumía seis litros de
leche diarios. La cocina donde se preparaban los alimentos, funcionaba a leña y se utilizaba
la jaret527 como combustible. Se cocinaba una sopa o puchero con carne, a la que se
añadían legumbres y granos como quinua, garbanzos, trigo entero o papas, papalisas,
chuño, tunta528, yuca. En 1919, se autorizó para que se aumentara un plato más a la
alimentación de los niños y empleadas. Las epidemias de enfermedades contagiosas hacían
estragos en el Hogar, el Directorio solo atinaba por reclamar atención económica a la
Prefectura. En 1919, con motivo de una epidemia de viruela, eran numerosos los niños que
a diario se remitían al Hogar, el cual se veía en serias dificultades para enfrentar los gastos
que suponían además, la compra de ropa de cama para los pequeños que llegaban remitidos
de los hospitales donde sus madres estaban en curación y otros cuyas madres fallecían. “La
Protectora, como lo ha comprobado últimamente, recibe sin requisito ninguno a los niños
que se le remiten, tanto de esta ciudad como de las Provincias.”529

29El año 1928, el Director técnico ad honorem doctor Flores, presentó renuncia a su cargo
al no poder hacer frente a la subida de los gastos de la planilla, pues éstos habían subido de
Bs. 2.000 a Bs. 2.300 mensuales. A sugerencia del Obispo de la ciudad las socias
convinieron en fijar a cincuenta centavos diarios el gasto de alimentos por persona a todas
las personas de Hogar. Los niños llegaban por el torno con muchas enfermedades. Entre los
papeles del Archivo de la Sociedad, se encuentran algunas recetas con las cuales se trataban
las enfermedades. Así por ejemplo se utilizaba el aceite de resino, para purgante, o para
quitar la llamada “costra de leche”, común en la cabeza de los niños. Sal de frutas “Paina”,
para indigestiones; glicerofosfatos de soda y glicerofosfatos de magnesia, que eran jarabes
tónicos para la anemia; tintura de Kola, que era utilizada como jarabe para ocultar el mal
sabor del remedio. Lo mismo que la tintura de canela; la glicerina pura, utilizada para el
dolor de oídos, para manchas blancas ocasionadas por el sol o por el escupitajo de llama.
Codeína pura, utilizada junto con el Benzonaftol como antiséptico; la goma arábiga, como
jarabe; el glicerofosfato de hierro, como tónico.

30También se utilizaba el licor amoníaco anisado, para cólicos infantiles en forma de


infusión de anís. El óxido de zinc, era utilizado contra la sarna. Otros remedios eran la
lactosa, que era azúcar de leche. El láudano, utilizado para cólicos intestinales. El aceite de
alcanfor, para contusiones, utilizado en fricciones. El aceite de almendras. El hipofosfito de
cal, utilizado como tónico. Los tabloides de cafeína, que servían como tranquilizantes y
finalmente el salicilato de soda, para golpes y contusiones.530

31El médico recibía 25 bolivianos como honorarios, aunque era común que los
profesionales prestaran servicios al Asilo “ad honorem”. Era un prestigio para los doctores
hacerlo. Es posible, como se practicaba en esa época, que los médicos tuvieran ingresos
familiares por fincas u otros bienes. El hecho es que los médicos que atendieron el Hogar
Villegas, casi siempre trabajaron sin cobrar honorarios. Entre 1918 y 1919, el doctor Néstor
Morales Villazón atendió a los niños por un “compromiso personal” con la ex presidenta de
la Sociedad Hortensia de Zalles. En 1920, fue médico del Asilo Leocadio Trigo que atendió
una epidemia de enfermedad de los ojos desarrollada entre los niños y la servidumbre,
habiendo sanado todos los enfermos. El doctor Gallo Poppe fue médico del Hogar en 1927.
En casos excepcionales de accidentes y guerras el Asilo recibió niños, como por ejemplo el
4 de marzo de 1923, día en el que se registró en La Paz un accidente de tranvía, con saldo
de muchas víctimas. Ante esa situación la Sociedad abrió sus puertas para albergar a todos
los niños huérfanos que tuvieran hasta 5 años de edad.531

32De igual modo, la Sociedad recibió a hijos y descendientes de excombatientes de la


Guerra del Pacífico (1979) y del Acre (1904). De esa manera, se apoyaba de diferente
manera a los damnificados. Los familiares podían solicitar ayuda en ropa o uguetes, o bien
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internarlos en el Hogar, por el tiempo que quisieren. En el caso de solicitar solamente
donaciones por Navidad, los excombatientes debían inscribir a sus hijos o descendientes, en
un Padrón de Niños Pobres, dispuesto en el Hogar, para así recibir ordenadamente la
donación.532

8.6 Vestido. Damas aristocráticas y misión


lejana
33En la misma línea de atención, que merecían los niños desvalidos a la Sociedad, desde el
punto de vista de poner en práctica la caridad cristiana, está el tema del vestido y todo lo
que ello trae consigo. Era preciso dar abrigo al pobre, cubrir su miseria, aunque como se
verá en el transcurso de la vida del Hogar, el vestido nunca fue suficiente, siempre se
necesitaba más. Pero dar vestido a los niños no era suficiente. Al llegar al Hospicio por el
torno llegaban envueltos en trapos sucios, denuncia desgarradora de la miseria del pueblo
que los arrojaba.

34Los niños, que eran entregados por la puerta, también vestían pobremente. Por ello, junto
con la salud y la alimentación, una preocupación constante de la Sociedad, fue el conseguir
ropa para los niños. La mayor parte de las obras de beneficencia, destinaban sus fondos a la
adquisición de telas y lanas para mandar a confeccionar ropa. Por otra parte, las personas
del Directorio permanentemente se ponían en campaña, para conseguir personalmente
fondos de compañías comerciales privadas, para la adquisición de los materiales necesarios,
para la confección de ropa. ¿Cómo recibía la población infantil la ropa que les era
entregada? Eran muy pequeños para aquilatar todo el sentimiento confuso que se colocaba
detrás de esas acciones. Cuando pregunté una vez a una integrante de un grupo de señoras
de la Sociedad, cómo recibían los niños la ropa que se les daba. Ella me contestó, que con
un vacío en los ojos, pues las señoras que prodigaban esa ropa a cuadros iban vestidas con
pieles y joyas.533

35En abril de 1921, el Hogar recibió un lote de mercaderías de la Compañía Nacional de


Seguros. Constaba de 13 cobijas, una pieza de 40 yardas de tocuyo, destinado a la
confección de sábanas, una pieza de 24 metros de piqué blanco, para camisas de niños o
cuellos, una pieza de 26 yardas de “vichi”, y una docena de pañuelos blancos. En
noviembre de 1922, la dirección de la Sociedad solicitó al Ministro de Guerra Hernando
Siles, ordenara a la Intendencia de Guerra, la donación de la cantidad necesaria de tela para
la confección e 300 camisas para niños y niñas y alguna cantidad de telas apropiadas para
ternos de 100 niños. Este último pedido, estaba destinado a repartirse en el parque Murillo,
el 24 de diciembre, como un acto más de extensión social practicado por la Sociedad. Al
acto de entrega, fue invitado el Ministro de Guerra. La donación de telas del Ministerio de
Guerra, se convirtió en una donación anual.534

36En 1928, se resolvió contratar la fabricación de zapatos para los niños.535 En esa época,
los zapatos se mandaban a hacer con artesanos zapateros, las fábricas de zapatos nacionales
aparecieron después. A fines de ese mismo año, las religiosas del Hogar pidieron ropa
interior, ropa de cama y nuevos colchones para los huérfanos. En 1931, se encargaron 81
ternos de tejido a una fábrica, cuyo costo era de cuatro a cinco bolivianos por cada uno,
para ello se pidió una cuota extraordinaria de diez bolivianos a cada socia.536 También se
pidió a las socias, donar piezas de género blanco para las sábanas.

37En las primeras décadas del siglo XX, el Directorio entregaba a niños en adopción a
señoras del propio Directorio, o en casas que se creía buenas para criarlos. Los niños eran
tratados como “criados” o sirvientes. En caso de que algún “criado” fuera reclamado por
sus familiares, éste debía ser devuelto. El año 1923, debido a penurias económicas del
Hogar, se entregaron niños a familias de “toda garantía”, quienes los devolvieron cuando
mejoró la situación.

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8.7 Educación. Entre la caridad y la
irritante desigualdad de la fortuna
38En el tema de la educación al interior del asilo, tenemos que referirnos también a los
móviles que tuvo el Directorio para pensar en una escuela. Desde luego el sentimiento
caritativo cristiano, culparía en parte a la poca educación de los padres, como causa del
abandono de sus hijos. Pero desde el punto de vista de la Sociedad, la educación era otro
deber que le imponía la iglesia católica. Los “ricos” debían educar a los “pobres”. La
educación, les permitiría salir de la miseria, aquella que padecían sus padres y los arrojaba
allí, por no tener trabajo y no poder cumplir con las necesidades de sus hijos. Educar era un
deber social, y la caridad, a través de la educación, era una manera de entablar relación de
fraternidad y amor entre el rico y el pobre.537

39Es por esa razón que desde 1910, antes de que la Sociedad Protectora de la Infancia
fundara una escuela de educación primaria dentro del Hogar, se ocupó de impartir el
catecismo “religioso y patriótico” a niños entre 8 y 15 años. Para ello, se repartía un volante
invitando a todos los niños de la ciudad a acudir al Colegio Nacional Ayacucho, los
domingos a la una de la tarde. Allí se les fomentaba el amor a Dios, a la patria y al trabajo.
En estas reuniones se sorteaban “entre los pobres” algunos objetos obsequiados por la
Sociedad.

40Las religiosas de la Providencia, todavía en la estrechez de la casa, fundaron un


Kindergarten, dirigido por una de las hermanas. Allí acudían los niños del Hogar así como
también niños de la zona de Sopocachi. La instrucción era completamente gratuita,
mediante una pequeña asignación del Ayuntamiento y del Ministerio de Instrucción. Una
vez fundado el Hogar en 1914, se inauguró oficialmente una escuela primaria, llamada
Escuela Popular, ubicada en la Casa de la Infancia y en la que se deseaba instruir sobre todo
a la “raza indígena”. Como alumna aplicada del sistema de gobierno, la Sociedad escribía al
Comandante General del Departamento de La Paz, solicitando colaboración para poder
instruir al indio. De esa manera, “haciendo que a las autoridades de su dependencia
enviaran a sus hijos de las regiones de San Pedro y Sopocachi a la escuela, donde eran
admitidos desde la edad de cuatro años”, se les proporcionaba enseñanza gratuita y además
los útiles necesarios de aprendizaje.538

41La instrucción era impartida con asistencia del Ministerio de Instrucción, quien envió en
alguna ocasión 50 ejemplares de silabarios bolivianos, 13 cuadros para “enseñanza
objetiva”, 50 pizarrillas, tres yardas de tela para pizarrón, una colección de letras movibles,
dos ejemplares de mapas de Bolivia, dos ejemplares de escudos de armas, dos cuadros
conteniendo fotografías del Gran Mariscal de Ayacucho, protomártir de la Independencia
de Bolivia, cuadernos de caligrafía, dos gruesas de plumas de acero, 50 mangos para
plumas, una gruesa de tizas. El Concejo Municipal donó 20 pupitres bipersonales usados,
dos mesas para preceptores y un cuadro histórico de Bolivia.539 A fines del año 1928, se
trató la conveniencia de mandar a los niños mayores a una escuela fiscal, para que
recibieran instrucción, pero con intercesión del obispo se transfirió a los niños de 7 u 8 años
al Hospicio de niños San José, tal como se venía haciendo desde hacía algunos años. Para el
mantenimiento de esos niños, en el Hospicio San José recurría a la Prefectura o al gobierno
municipal En otros casos, los mismos socios, ofrecían hacer efectiva de parte de las
Cámaras Legislativas, la subvención de dos mil bolivianos, para que fueran asilados en San
José. Desde el año 1929, las niñas de entre 7 y 8 años, se quedaban en el Hogar Villegas,
con tres o cuatro profesoras, que trabajaban por cuenta de las socias. Las profesoras les
impartirían clases de Labores y Economía Doméstica.

42Paralelamente el médico Néstor Morales trajo de Francia el ejemplo de implantar en La


Paz “la goutte de lait”, donde no solo se alimentaba a los párvulos huérfanos, sino que
existía un facultativo especialista, para aconsejar a todas madres, sobre la crianza de sus
infantes. Con ello se podría evitar, en parte la excesiva mortalidad de los niños por la falta
de cuidado y conocimientos higiénicos.540

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43La manera fácil de ejercer la beneficencia a los niños era por medio de agasajos y
regalos. El Hogar, conocido entonces como la Casa de la Infancia, era visitado
frecuentemente por familias de la ciudad y del interior del país, quienes agasajaban a los
niños con dulces, frutas y otras golosinas. Las religiosas carmelitas, enviaban
periódicamente gran cantidad de galletas fabricadas en su monasterio. Algunos otros
sectores, como por ejemplo los miembros de la Unión de Pintores, les daban regalos
especiales. Desde 1920, el Gremio de Choferes, paseaba en automóviles a los niños de los
diferentes Asilos de la ciudad. Las fiestas al interior del Hogar, eran celebradas con
invitados de la talla del Prefecto o del Alcalde, tal como ocurrió en ocasión de la fiesta de
Pascua de 1918, cuando se distribuyeron obsequios a los niños de su Casa de Expósitos,
precedida de

44“un juguete literario ejecutado por los pequeños asilados y.distribución de ropa, juguetes
y dulces a los niños pobres inscritos en el Patronato (Parque Murillo).”541

8.8 De Asilo a Hogar. 1930-1945


45Desde los años 1914 hasta 1930 aproximadamente, el Hogar se llamó Asilo
indistintamente. En 1933 se hizo cargo de la dirección interna Francisca Barrenechea, quien
ejerció el cargo durante 18 años. En ese período de tiempo, el Directorio viendo por un
mejor porvenir y acorde a lo que en ese momento se pensaba de una casa que albergara
niños huérfanos o expuestos, se cambió el nombre de Asilo por el de Hogar. Pensaban que
con ello se entendería mejor la misión que tenían. Entre 1933 y 1936, Bolivia vivió una
crítica situación económica y social debido a la Guerra del Chaco. Las consecuencias del
conflicto, fueron más importantes que sus causas, originadas por la posesión de pozos
petrolíferos en la región sureste del país, limítrofe entre Bolivia y Paraguay. Entre las
consecuencias tenemos que la guerra destruyó el sistema político que había funcionado en
Bolivia desde 1880. Con la guerra el país se vio a sí mismo. Soldados de todas las clases
sociales, por primera vez, convivieron en soledad, dolor y amargura. La solidaridad de todo
el país, pesó fuertemente en el sentir nacional. Después de la Guerra del Chaco, surgieron
en Bolivia los verdaderos partidos de izquierda. La cuestión india, la cuestión obrera, la
cuestión agraria y la dependencia económica de los mineros privados, fueron los nuevos
temas del debate nacional.542

46Durante los años de la Guerra y aún después, la Sociedad se encontraba en una crisis
económica muy fuerte, tan es así que se pensaba que debía cerrarse. En esos años, la buena
voluntad de las socias se vio disminuida, habiéndose pensado incluso que cerrándose, se
podrían vender los bienes y con eso poder pagar las deudas. Por otro lado, la crisis del país,
había absorbido toda la atención pública y se hizo más difícil el sostenimiento de las casas
de beneficencia. Maria Teresa Herzog de Pacheco, se hizo cargo de la Dirección del Hogar
en circunstancias tan anecdóticas como especiales. Por los papeles no se sabe quién fue la
presidenta electa antes de su posesión, lo cierto es que la presidenta electa no pudo arribar a
su cargo, porque en plena sesión de nombramiento de su esposo, que era asesor legal de la
Sociedad, irrumpió la sesión vociferando que no permitiría que su esposa se hiciera cargo
de una organización “en falencia”. Que la situación económica del Hogar, estaba en aguda
crisis desde hacía tiempo, así como también su capacidad de solventar los problemas. Dijo
que no quedaba otro camino, que cerrar el Hogar y vender todas sus pertenencias para
pagar deudas y que los niños debían ser repartidos.

47En esa situación de resquebrajamiento moral y material Teresa Herzog de Pacheco, junto
a Esther Villalobos de Carrasco, tomaron las riendas de la Sociedad Protectora de la
Infancia, consiguiendo contribuciones y organizando todo género de actuaciones que
pudieran reportar ayuda.543 Teresa Herzog, fue presidenta por espacio de ocho años y se
destacó tanto en su labor de presidenta, como en su representación del Consejo de Mujeres
de la República en Argentina en 1941, para fundar en Bolivia el Consejo de Mujeres, plan
aprobado en una Conferencia Interamericana de Mujeres en Lima. Lo primero que hicieron
para sacar de la crisis económica al Hogar, fue acudir a la prensa para conseguir ayuda. Los
periódicos hicieron un llamado a los sentimientos del pueblo de La Paz. El periódico
Ultima Hora, se constituyó en paladín de los niños huérfanos, llamando a todos los niños
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que quisiesen ser socios contribuyentes. Con esa entrada, se comenzó a cubrir algunas
deudas. Al interior de la Sociedad, se pidió una cuota extraordinaria de diez bolivianos. El
Prefecto del Departamento, elevó un proyecto que fue aprobado y promulgado por el poder
ejecutivo en fecha 22 de septiembre de 1932, por el que se autorizaba al poder ejecutivo
destinar Bs. 4.699,45 al Hogar Carlos de Villegas. La Sociedad adeudaba al Banco Central,
la cantidad de Bs. 4.700 garantizada por letras hipotecarias del 10%. Se consiguió un
subsidio extraordinario del propio Banco de Bs. 3.000.

48Para conseguir fondos, se hicieron algunas obras de beneficencia compatibles con el


estado de guerra, como un tea-bridge, realizado en conjunto con la Sociedad de
Beneficencia, que dio un resultado de Bs. 294.-, que se distribuyó a medias entre ambas
Sociedades. Se hizo también una tarde de carreras en el canódromo. Otra tarde se hizo una
Fiesta de la Poesía, una matinée en circo y pequeñas funciones de biógrafo, ofrecidas por
los empresarios del Cine Paris y Mignon. En el mes de diciembre, se realizó otro tea-brige
que se ofreció en conjunto con la Liga antituberculosa. Por su parte el Ministro de la
legación de Chile, ofreció un bridge en la sede del Club de Tenis La Paz, a beneficio de la
Cruz Roja y de la Protectora de la Infancia, el monto obtenido de Bs. 857 se destinó a
refaccionar el comedor del Hogar que se encontraba en malas condiciones. A los seis meses
de iniciada la gestión de Teresa de Pacheco, se habían saldado todas las deudas y se tenía
un superávit de Bs. 8.000.-, como fondo de reserva. De ese fondo, se amplió la Sala Cuna y
se construyó un solario para mantener el calor en época de invierno. Se cambió el muro
derecho de la Casa, que amenazaba con desplomarse y se cambió íntegramente el piso del
dormitorio de las niñas mayores, pues éste se había hundido. Además se pudo pintar el
edificio.

49La Guerra del Chaco, trajo consigo también quiebra moral en el Hogar, que se tradujo
también en falta de atención médica a los huérfanos. El doctor Pacheco Iturralde, médico de
la institución se había ausentado a la guerra, por esa razón no se pudo efectuar la estadística
y diagnóstico de los niños enfermos en 1933. Ese año atendieron la salud de los niños, a
pedido del Directorio, los doctores Amelia Chopitea y Claudio Calderón Mendoza, como
era de costumbre “ad honorem”. Pese al cambio de nombre del Asilo a Hogar, éste estaba
muy lejos de la idea de calor e individualidad. En esa época se pensaba en internados de
disciplina férrea, baste pensar que para ayudar a la directora entre los años 1932 y 1933 se
contrató a Cristina Sáenz, como encargada de la disciplina de los niños. Además, se
designó una Inspectora de Educación que fue Marta Flor. Por su parte, las niñas mayores
ayudaban como maestras de sus compañeras.544 Todos los huérfanos debían llevar
uniforme, para dar la impresión de mayor disciplina y orden. En la Navidad de 1933, fue
muy elogiado el agasajo a los545 niños al darles un nuevo uniforme, aunque también
juguetes, golosinas y algunas otras prendas de vestir. En cuanto a la educación de las niñas
mayores, se notaba un esmero en su capacitación. A algunas se las internó en 1933, en el
Instituto de Maria Auxiliadora, dirigido por las madres salesianas, otras dos ingresaron al
Colegio del Buen Pastor y dos fueron a estudiar a la Escuela Profesional Uruguay. Se
trataba de perfeccionar a todas ellas, en quehaceres domésticos, como lavado, planchado,
cocina y costura. La Sociedad pagaba las pensiones y cuidaba de su ropa.

50Entre los años 1933 y 1936, se consiguió que el gobierno diera mensualmente Bs. 180.-,
aunque durante la presidencia de Abdón Saavedra en 1934, se aumentó la partida del
presupuesto departamental para el Hogar a 11.599,96, suma que fue pagada puntualmente
hasta el año 1938, en virtud de Bs. 6.000 de asignación anual y de una deuda de 15.000
desde el año 1928. Años más tarde, en 1943, el Ministro de Salubridad y Previsión Social,
hizo construir en el Hogar, una escuela para los huérfanos de Guerra, por la esmerada
atención que recibían por parte de la Sociedad Protectora dela Infancia.

8.9 Ingreso y Salida de niños. 1941-1949


51Al igual que en años anteriores, los niños eran internados llegaban al Hogar traídos por
su propia madre, cuando ésta tenía que ingresar al hospital o a algún trabajo que no le
permitía tenerlo consigo. También llegaban con el padre, cuando la esposa había muerto;
con un tío o pariente. Otros infantes, llegaban del Hospital General por muerte de la madre.
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Algunos ingresaban directamente por el torno, siendo depositados algunas veces con algún
dinero y algunas veces con alguna tarjeta que indicaba estar bautizado o no y con el nombre
que se quería tuviera la criatura, para tener alguna señal futura para un eventual
reconocimiento.

52Entre los años 1941 y 1949, se mantuvo la población de huérfanos, con un promedio de
134 niños ingresados.546 Tal como en los primeros quince años de existencia del Hogar, en
los años 1941 y 1942, la mortandad llegaba casi a la mitad de la población ingresada, quiere
decir que por ejemplo en 1941, ingresaron 98 nuevos niños de los cuales murieron 39; el
año siguiente en 1942, la cifra fue aún mayor, de 96 ingresados fallecieron 52, o sea más de
la mitad. Los años siguientes, la mortalidad fue mejor controlada notándose una baja del en
27% en 1943; 21% 1947; 21% también en 1948 y 16% en 1949.

Cuadro 8.2. Ingreso de niños 1941 - 1949 Hogar Villegas

Aumentar Original (jpeg, 96k)

Fuente: Elaboración propia en base a la Memoria de Elena Sagárnaga de Ernst. ASPI.


* Los totales con asterisco son nuestros.

53Acerca de los niños que eran reclamados, se puede concluir que más o menos la mitad
eran reclamados en el mismo año de internación.547 Se trataba de niños que llegaban por
medio de vecinos o conocidos, o por miembros de la Sociedad, hasta encontrarles un lugar
para vivir. El Ministerio de Previsión Social, derivaba niños que habían ido a dar a sus
oficinas. La Policía también recogía de la calle o basurales a niños abandonados y los
llevaba al Hogar. Cuando llegaban infantes al torno, sin ninguna señal, el Hogar procedía a
bautizarlo en la capilla, poniéndole cualquier nombre con el apellido “Villegas”. Este hecho
marcó a muchos ciudadanos posteriormente, quienes se sintieron humillados por ello. Para
el ingreso por la puerta, se estableció una oficina atendida directamente por la Directora. A
las personas que dejaban a los niños, se les exigía declarar la necesidad de orden moral que
tenían para hacerlo. En un libro secreto, eran anotados la fecha de nacimiento, el sexo, raza,
si era indígena, mestiza o blanca, si estaba bautizado, si había alcohólicos en la familia, si
los padres padecían alguna enfermedad. No todos los datos eran declarados con veracidad.
Paralelamente, existía otra oficina, no secreta, también a cargo de la Directora, donde eran
admitidos niños de cualquier edad con partida de bautizo, certificado de muerte de los
padres o de alguno de ellos, certificado de dos personas conocidas, que acreditaran la
pobreza de la madre, o del padre sobreviviente y en caso de invalidez de la madre, debía
acompañarse un certificado médico. Esta modalidad hacía que el Hogar prestara servicio a
familias pobres, sin privarles del derecho de poder visitarles una vez por semana y poder
recogerlos cuando su situación mejoraba. Constituye asimismo,, la explicación para las
considerables cifras de niños que se retiraban del Hogar. Cuando los niños eran dados a
nodrizas externas, se les indicaba el día en que podrían ver a sus niños en el Hogar. Sin
embargo, las más de las veces los padres olvidaban a sus hijos, sobre todo cuando los
dejaban de días o meses de nacidos.548

54Acerca de la causa de mortandad de los niños en la década de los cuarenta, los datos que
se tienen muestran que los niños ingresados fallecían comúnmente por bronconeumonía,
por cambio de alimentación, afecciones cardíacas, meningitis, catarro capilar, gripe
infecciosa, atrepsia, Tosicosis, ictericia grave, debilidad congénita, asfixia pulmonar,
descomposición, cólera infantil, bronquitis coqueluchosa, biodermis bariselosa,
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tuberculosis, bronquiolitis, raquitismo, septicemia, sarampión.549 En 1945, el doctor
Cecilio Abela, informaba que era espeluznante el déficit en el peso de los niños de la
sección Cuna. Recomendaba más alimentación para estos niños ya que atribuía a ese hecho
el que presentaran tantas enfermedades que derivaban indefectiblemente en mortandad
infantil. Entre 1945 y 1947, el doctor Abela550, médico del Hogar viajó a Estados Unidos
y fue sustituido por el doctor Daza Meruvia. La presidenta señora Elena Sagárnaga de
Ernst, destacó entre los papeles de su gestión el desinterés y abnegación con que trabajaron
ambos médicos.

55Acerca de las adopciones, la Sociedad Protectora de la Infancia, entregaba niños a


personas que acreditaban no tener hijos y disponer de regulares recursos económicos,
adoptándolos como hijos legítimos, comprometiéndose a educarlos y atenderlos en todas
sus necesidades. Algunos papeles de adopción se hicieron en el bufete de Mendoza
López.551 El Directorio de la Sociedad Protectora de la Infancia, fiel al espíritu seguía no
descuidó la educación religiosa de los niños. Anualmente y con gran solemnidad hicieron la
primera Comunión 30 niños del Hogar. La ceremonia estaba encabezada por el Arzobispo
de la Paz, apadrinaban “distinguidas damas y caballeros y algunos miembros del gobierno”.
Realzaban el acto diferentes grupos musicales como el Centro Juvenil de Arte dirigido por
su director don Adrián Patino.552

56En resumen, durante los primeros 15 años el Hogar estuvo regentado por religiosas de la
Providencia de Chile y luego por las Hijas de Santa Ana, que administraron también el
Hospital General de Miradores desde 1912. El Hogar Villegas, fue conocido con ese
nombre desde la década de los años cuarenta pues antes se llamó el Asilo de Huérfanos. A
principios de los años 30 y para honrar la memoria de su fundador comenzó a llevar su
nombre y más tarde hacia 1950 se conoció como “Gota de Leche”, –nombre con el que se
lo conoce actualmente–, aunque el servicio de “Gota de Leche empezó en los cuarenta.”553

57En el desarrollo del presente capítulo del Hogar Villegas, se ha introducido la


participación de la iglesia católica a través de religiosas y socias de la Sociedad Protectora
de la Infancia con la importancia que tenía. La religión católica era la doctrina que regía las
acciones de la Sociedad Protectora de la Infancia, por lo menos así ella quería que se la
viera. En este sentido se ha podido analizar la doble moral, de sus regidores, especialmente
varones, quienes por un lado no querían aparecer en el Directorio pero sí actuaban como
consejeros ejerciendo su influencia anticlerical en sus esposas, hermanas e hijas. Al fin y al
cabo era necesario tener una pantalla aceptable para lograr la educación de las masas y
favorecer a la niñez desvalida, pues se daban cuenta del peligro que significaba, si su poder
crecía para la clase capitalista del país. Bajo un manto de “caridad burguesa” en oposición a
la “solidaridad social” que ya empezaba a hacerse sentir a través de nacientes partidos de
izquierda, la Sociedad Protectora de la Infancia a través del Hogar Villegas, trataba de
remediar el efecto de la miseria que había en la ciudad, más que apuntar a las verdaderas
causas de la misma.

58Actualmente el Hogar Villegas, presta servicio bajo los mismos principios, aunque a lo
largo de su historia, se ha ido adecuando en el trato a menores acorde al avance del
conocimiento en lo que toca a la salud, educación y tratamiento a los niños sin hogar. Es el
Hogar de niños más antiguo de la ciudad, ya que el Hogar San José cambió su forma de
tratamiento a la niñez desvalida, en programas de prevención al abandono y no al abandono
mismo. El Hogar Villegas y su institución generadora, la Sociedad Protectora de la
Infancia, sigue trabajando desde los años cincuenta con la ayuda de las religiosas del Amor
de Dios. Su labor ha sido continua y contiene a través del tiempo la historia de la niñez, de
las mujeres paceñas de familias acomodadas, de las acciones sociales de la Prefectura y el
estado y de la ciudadanía en general. A partir de la ruptura marcada con el año 1948 que
significa la creación del Patronato Nacional del Menor. A partir de entonces, (1950) se
fundó lel Instituto de Legislación de Menores que funcionó hasta 1954. Entre 1940 y 60 la
misma Josefa Saavedra que fundó las instituciones anteriores fundó la Liga de Defensa de
Menores, integrada por alumnos de Derecho de la Universidad Mayor de San Andrés. En
años sucesivos el Patronato Nacional del Menor recibió diferentes nombres, como DIRME
(Dirección Nacional del Menor) y otros. Sin embargo, la suerte de los niños abandonados
en la ciudad se acentuó desde mediados del siglo XX, debido a la migración continua del
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campo a la ciudad en busca de mejores condiciones de vida, lo cual dio lugar a la aparición
un estamento social infantil callejero, que no existía hasta la Revolución Nacional de 1952.

Notas

500 Este capítulo toma en cuenta los primeros 40 años de la Historia del Hogar. La Historia
hasta la década de los 70 del siglo XX fue presentada como Trabajo de Investigación en
Historia de la Cultura al Programa de Doctorado.

501 Roberto Valda Palma 1995,152.

502 Ibidem.

503 Ibidem.

504 El 27 de agosto de 1906 se aprobó la Ley de libertad de cultos promulgada por el


Presidente Ismael Montes. En 1913, a través del Ministro de Educación Manuel Mariaca, se
declara que los padres de familia debían expresar su fe religiosa y deseo de instrucción para
sus hijos al momento de inscribirlos a los colegios públicos y privados. Felipe López
Menéndez 1965,208.

505 ASCSJ-AA. Varios recibos.

506 Valda Palma Roberto 1995, 187.

507 Eran Consejeros: Isolina de Soruco, Enriqueta de Sanjinés, Rosa Elena v. De Zalles,
Sara de Calvo, Ernestina de Adrián, Angélica de Aramayo, Carmen e Gutiérrez, Angela de
Chavaneix, Irene de Castillo, María Carmen de Sanjinés, Betsabé de Aguirre, Carmen
Capriles, María Saracho, Alicia D Arlach, Josefina Prudencio, Consejeros: Benedicto
Goitia, Fermín Prudencio, David Ascarrunz, José Antezana, Héctor Ormachea, Víctor
Muñoz Reyes, Ezequiel de Romecín, César Salinas, Alberto Diez de Medina, Heriberto
Gutiérrez, José Salmón, Isaac Eduardo, Néstor Morales, Juan M. Medina y Carlos de
Villegas. El Acta de Fundación del Hogar Villegas donde se encuentran todas estas firmas
se encuentra hasta hoy enmarcado en el salón principal del Hogar.

508 En la nota anterior se lee los nombres de los Consejeros que integraron el primer
Directorio. Casi todos ellos eran liberales.

509 Carta de la Presidenta de la Sociedad Protectora de la Infancia Enriqueta de Sanjinés al


Prefecto del Departamento Néstor Velasco. 23 de julio de 1919. ALP/TD. C. 213.

510 ASPI, Libro Correspondencia 1919-1930,117

511 ASPI Libro de Aactas 1914-1920, 35.

512 Seguramente se trataba de 37 niños a lo largo de los años que ya llevaba existiendo el
Asilo.

513 ASPI Libro de Actas, 1914-1919,39.

514 Percepción personal de la autora a través de entrevistas a personas mayores que


tuvieron mucho que ver con la institución.

515 Memoria Concejo Municipal 1922, 320.

516 ASPI Libro de Actas 1914-1919, 65.

517 Elia Jiménez Melgar 1952, 87-89.

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518 Illanes Angélica 1993, 138.

519 Tema que se trató en el capítulo anterior.

520 ALP/P-TD 1912, C. 213, 34.

521 El muro previsto era de 85 metros de largo por 1,70 m de altura, con un costo de Bs.
800. ASPI Correspondencia 1919-1930, 287.

522 ASPI Libro de Correspondencia, 1919-1930, 293.

523 ASPI Libro de Ccorrespondencia 1919-1930, 436.

524 Ver Cuadro 8.1.

525 Angélica Illanes 1993,159.

526 ASPI Planillas de Gastos, 1916, 24.

527 Especie de paja que crece en el altiplano boliviano, utilizada comúnmente como
combustible.

528 Variedades de papa propias de las culturas andinas.

529 ASPI Correspondencia 1919, 38.

530 Información tomada de facturas de la Botica y Droguería Boliviana, guardadas en el


Archivo de la SPI, Libro de Planillas del año 1916. Agradezco al doctor Cecilio Abela
Deheza, –médico pediatra del Hogar Villegas entre los años 1945 y 1949, y prestigioso
pediatra boliviano–, por la información verbal sobre la utilización de los diferentes
productos en la salud de los niños.

531 ASPI Libro de Correspondencia 1919-1930, 191.

532 Ibídem, 198.

533 Comunicación verbal de Josefa Saavedra a la autora.

534 ASPI. Libro de Correspondencia 1919-1931, 270.

535 ASPI. Libro de Actas. 1928, 22.

536 Las fábricas de textiles “Forno” y “Soligno” de inmigrantes italianos aparecieron en La


Paz en la década de los 20. Trabajaban con materia prima subvencionada por el Estado.
Laura Escobari 1990b, 16-22.

537 Angélica Illanes, ob. cit. 161-162.

538 Carta de la Presidenta de la Sociedad Protectora de la Infancia Antonia G. v. De Zalles


al Prefecto y Comandante General del Departamento de La Paz. 14 de enero de 1915. ALP/
TD. 1913-31. C. 213, 43.

539 ASPI, Libro de Actas 1914, 23

540 La creación de la Gota de Leche no se efectivizó hasta 1919 en que se empezó a


constatar el apoyo que se debía dar a la mujer que trabajaba en fábricas y talleres. Se hacía
un llamado a Concitando la conciencia ciudadana hacia el aporte económico que
significaba el trabajo de las mujeres, la prensa hacía un llamado a darles facilidades para
criar a sus hijos y no abandonarlos, como ocurría en los barrios alejados de la ciudad donde

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quedaban totalmente abandonados. El Tiempo 1909, 1 de julio,12; El Tiempo, 1919 18 de
noviembre, 8.

541 Carta de la Presidenta de la Sociedad Protectora de la Infancia Carmen Ch. De


Gutiérrez al Prefecto de La Paz Néstor P. Velasco. ALP/TD 1918, Correspondencia, 213.

542 Herbert Klein 1972, 89.

543 La noticia viene de un recorte de periódico de El Diario entre los años 1976-78. El
recorte ha sido guardado entre los papeles del Archivo de la SPI en ocasión de rendir
homenaje a Teresa Herzog de Pacheco.

544 ASPI. Informe 1932-33. 1-22.

545 Ibídem.

546 Ver Cuadro 8.2 al final del capítulo.

547 Ibidem.

548 Jiménez Melgar, 1952, 63.

549 ASPI. Libro de Ingresos y Egresos de niños. 1941-1944.

550 Agradezco al doctor Cecilio Abela, amigo y pediatra de mis hijas por la generosa y
cariñosa información que me dio sobre las enfermedades y la aplicación de los remedios
que se daba a los niños en el Hogar Villegas, en los años que trabajó en él.

551 ASPI. Papeles en borrador de la Presidenta Elena de Ernst.

552 Ibídem.

553 El Hogar Villegas o “Gota de Leche” guarda en perfecto estado su documentación,


desde su inicio hasta nuestros días.

Índice de ilustraciones

Título Cuadro 8.1. Ingreso y Salida de Niños Hogar Villegas 1915-1931

Fuente: Elaboración propia sobre Informes Anuales de las Directoras


Leyenda
salientes.

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Título Cuadro 8.2. Ingreso de niños 1941 - 1949 Hogar Villegas

Fuente: Elaboración propia en base a la Memoria de Elena Sagárnaga de


Leyenda
Ernst. ASPI.* Los totales con asterisco son nuestros.

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Conclusiones
p. 263-266

Texto Notas

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1Como muchas veces ocurre, la investigación sobre la mentalidad social y niñez


abandonada en los años que abarca este libro, ha dado más alcances y certidumbres de las
que pensé al iniciar el trabajo. El problema fue más complicado de lo que aparentaba, entre
otras razones, porque no era una cuestión vinculada a un género particular, sino a un
conjunto de obsesiones y fantasías culturales colectivas. Tal como me propuse, el libro
reconstruye la mentalidad social respecto a la niñez abandonada entre 1900 y 1948, para
lograrlo, se ha hecho un seguimiento lo más cercano posible, a la vida cotidiana de esos
cuarenta y ocho años. A lo largo de las páginas de la obra, se llega a comprender los
sentimientos albergados en la conciencia social de los actores mayores, a través de una
descripción inmediata y clara. En ese camino, el libro, originalmente concebido para tejer el
entramado de la mentalidad social, llega más allá. Desde el momento en que analiza las
actitudes, se descubre una historia de los sentimientos que las movían. En base a categorías
teóricas, como la conciencia, el afecto, el sentimiento en general, el sentimiento social,
plasmados en representaciones culturales, éstas nos han sido visibles y fueron, junto con el
cúmulo de ideas, principios morales, políticos y de supervivencia de clase, elementos
capitales, coexistentes que han dado lugar a luchas sociales al interior de las conciencias
reflejadas en accciones, muchas veces contradictorias.

2Y desde el momento en que los debates por el conocimiento de la verdad, han


revolucionado la historia, el acercamiento a los sentimientos, es un ejemplo claro de lo
ambiguo e incierto que resulta aquel mundo, como planteara Le Goff.554 Como de todas
maneras, el seguimiento de una línea teórica de trabajo, es una opción personal y está
íntimamente ligada a las convicciones y creencias, el conocimiento que trae consigo el
historiador, no pude sustraerme a las nuevas teorías sobre la historia de la cultura en torno a
lo social. Los principios subjetivos, fueron mi carta más valiosa, sin olvidar la
interpretación, mucha interpretación, tomando en cuenta los residuos del análisis histórico,
como método base. En otras palabras, la presente, es una historia de mentalidades, que
busca una la mejor comprensión de las percepciones y sentimientos que se descubren en los
documentos, como me propuse al plantear la hipótesis. Para lograrlo, tomé como punto de
partida lo planteado por Foucault, de comprender lo impensado, desde la perspectiva de las
rupturas de las continuidades, para conseguir el esclarecimiento del escenario de las
mentalidades, de aquello que constituye el meollo mismo de una discontinuidad. La
presencia de fenómenos de ruptura es fundamental y reveladora para nuestro tema. Se trató
de “detectar la frecuencia de las interrupciones”, dando la espalda a los procesos de lenta
evolución de los conocimientos.555 Por ejemplo, en los sentimientos la alta sociedad
paceña, primaba la exclusión de los otros, su condición “superior”, por cuanto el sujeto se
define constantemente a través de la exclusión, de lo que esta marcado como “bajo”, como
sucio, repulsivo, ruidoso, contaminante.

3Se ha descrito la “mentalidad social”, el sistema de ideas, valores, acciones, ritos, de un la


elite gobernante en sus sectores de género, de su propia clase y respecto a las otras, con
valores y concepciones de vida diferentes, pero que la elite socapó con la beneficencia
católica un mal disimulado interés hacia esos otros sectores pobres y necesitados. Prosperó
más la ventaja atesorada de figuración y conservación del poder político y económico, que
una verdadera acción y sentimiento social. Para sustentar el bagaje teórico y metodológico
en el que me apoyo, he tomado en cuenta el viraje del interés de los historiadores hacia las
ciencias sociales a finales de los años sesenta,556 cuando la historia empezó a ocuparse de
un vasto campo de historia social, estudiando toda una gama de instituciones subyacentes
por debajo del nivel de aquellas encontradas en el estado-nación. Cuando hizo su aparición
un nuevo tipo de historia sociocultural, que analizaba la opinión pública a través de medios
de comunicación, de divulgación de literatura censurada, de interacción entre la alta cultura

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y la cultura popular y finalmente la cultura de las masas semialfabetas, como un campo de
estudio autónomo. De esa manera aspectos históricos de índole popular, social y cultural de
“las masas” fueron considerados fuentes de estudio, así como también las instituciones, las
leyes, las costumbres, gustos, tradiciones, creencias, convicciones, magistraturas, festivales,
pasatiempos, al igual que ritos y ceremonias.557 En la Introducción cité los autores que me
inspiraron, a partir de los cuales he tratado de acercarme al estudio de la mentalidad social
y de la niñez abandonada a principios del siglo XX en La Paz. Me ha enriquecido tomar en
cuenta metodologías que unen los hechos entre sí, como las preguntas que se hacen los
antropólogos, aunque éstas ya la había utilizado en mis trabajos de etnohistoria. Las nuevas
metodologías las utilicé en nuevas formas de proceder en la recogida de datos, con mucha
interpretación subjetiva de mi parte, teniendo en cuenta que cualquier metodología de este
tipo me daría necesariamente la concepción de cómo funcionan las sociedades y de cómo
piensa la gente en determinado tiempo.558

4Desde la perspectiva planteada, también percibimos que el hombre rodea su vida de una
serie de símbolos y rituales que le dan sentido, y que obedecen a marcos o mundos
culturales. En ese sentido me he detenido en analizar las fiestas, las actividades, las visitas a
los orfanatos, las publicaciones en revistas femeninas y también las de carácter
contestatario. La presente es una historia que analiza mucho, se pregunta el por qué más
que el cómo y el qué, como son las historias tradicionales. He tomado en cuenta el estado
de opinión, de preocupación, de alarma ante los pobres, así como su presencia social. Se
analiza en profundidad la aparición de instituciones tales como la Sociedad Católica de San
José, o la Sociedad Protectora de la Infancia como ejemplos visibles de una nueva
concepción de la atención al niño en estado de abandono, surgidos como resultado de una
ruptura en el tiempo recién a partir del siglo XX en Bolivia.

5El análisis tiene tres perspectivas fundamentales de interpretación, una desde la visión de
la clase dominante, otra desde la visión de los pobres, y oprimidos y la tercera, desde la
mirada sutil de los propios niños, todas ellas en la línea de recrear las acciones y
sentimientos más íntimos para sacar de la infelicidad a los huérfanos. La ruptura del año
1900, coincide con un aspecto clave e importante que es el interés mundial, que llega hasta
Bolivia y es el interés por el desarrollo niño –como un ser merecedor de atención especial y
delicada. El desarrollo del niño empieza a ser un fenómeno nuevo del mundo
latinoamericano. En ese sentido, a fines del siglo XIX, el niño en La Paz, a diferencia de los
niños burgueses en Inglaterra o en Francia, vivía en condiciones muy diferentes. Mientras
en Europa a raíz del avance de la medicina y sobre todo a partir del nacimiento de la
Pediatría a mediados del siglo XIX, se cambió la forma de vestir a los infantes y a rodearlos
de medidas higiénicas y de confort.559 Después de un estudio lo más pormenorizado
posible de la situación de higiene y salud en la ciudad, es de esperar una mejora importante,
de manera que después de la segunda ruptura marcada con la Guerra del Chaco y más aún
con la Ley de Protección al menor dada 1948, la atención al niño es notable, con la
masificación de vacunas, de la moda en la vestimenta de los niños en la ciudad. Los niños
huérfanos no solo tienen hogares creados por la beneficencia, si no que por Ley el estado se
hace cargo de ellos, aportándoles alimentos, vestuario y atención. El niño cambió pero
sobre todo cambió la mentalidad de enfrentar su abandono y pobreza.

6La hipótesis inicial queda refrendada y el libro da a luz una historia cultural de las
mentalidades y de los sentimientos, que en Bolivia no se había escrito hasta ahora. Abre, de
esa manera un abanico de posibilidades en torno a la historia de la niñez, de los pobres, de
la marginalidad política y social, de la inmigración, que son un desafío para los
historiadores jóvenes.

Notas

554 Jacques Le Goff, 1984, 87.

555 Corcuera de Mancera Sonia Voces y Silencios en la Historia. Siglos XIX y XX, pag. 214.
1997.

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556 En las páginas de las principales revistas oficiales, la American Historical Review y la
Revue Historique. Otro hecho importante, -señalado por Stone,- es la gran afluencia en los
departamentos norteamericanos de historiadores pertenecientes a la gran escuela francesa
de historiadores conocida como la escuela de los Anales.

557 Stone, Lawrence cita a Bill G. Edward University Reform in Nineteenth Century
Oxford. A Study of Henry Ahlford Vaughan, 1811-1875, 69-72.

558 Radding, Charles M. “Antropología e Historia o el Traje Nuevo del Emperador”. En:
Historia y Antropología, Historia Social, 3, Invierno de 1989, 103-113.

559 De vestidos encartonados y duros cambiaron a la utilización de ropa especialmente


preparada para ellos, como por ejemplo chambras pequeñas pequeños guantes, pequeños
zapatos de tela, vestidos en muselina, bordados con seda. En el ámbito de la higiene y el
confort los niños burgueses tenían habitaciones con muros pintados con colores suaves que
les permitieran un descanso dulce y tranquilo, (Rollet y Morel, 2000) en La Paz, a
principios del siglo XX, los niños no usaban escarpines, ni mucho menos guantes, lo que
recuerdan las personas mayores es que se los envolvía en pañales a los muy pequeños,
fajados fuertemente, a los mayores se les ponía un vestido abrigado largo para evitar el uso
de pañales. Los niños huérfanos vivían en el dolor y los mayores, les recalcaban su
infortunio. Maluska, 1909.

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p. 267-281

Texto

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Certificados de Egreso 1949

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Estatutos de la Sociedad Protectora de la Infancia y Documentos relativos a la Fundación.


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Libro Copiador de Correspondencia 1919 – 1927

Libro de Actas 1909 – 1920

Libro de Actas 1919 – 1931

Libro de Actas 1967

Libro de Actas 1969 – 1972

Libro de Actas 1973 – 1975

Libro de Actas 1977 – 1978

Libro de Limosnas 1919-1941

Libro de Convocatorias a Juntas Generales. 1933

Informes anuales de las Presidentas de la SPI

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1916 Sara M. de Moreira

1916 - 1917 Candelaria P. de Molina Campero

1920 Enriqueta de Sanjinés

1922 - 1923 Irene Cordero de Velasco

1924 Irene Nava de Castillo

1925 Irene Cordero de Velasco

1937 Nephtalí Bedregal de Aramayo

1938 Julia B. de Saavedra

1940 Maria Luisa Ernst de Rivera

Hemeroteca (Diarios y revistas)


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Paz (1900-1948). La Paz: Institut français d’études andines. doi:10.4000/books.ifea.6174

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Escobari de Querejazu, L. 2009. Mentalidad social y niñez abandonada. La Paz (1900-1948). La Paz:
Institut français d’études andines. doi:10.4000/books.ifea.6156

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