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La
Paz (1900-1948)
Laura Escobari de Querejazu
Ramón Santos
Presentación
Marta Irurozqui
Prólogo
Laura Escobari de Querejazu
Un largo gracias…
Introducción
p. 13-14
Texto Autor
Texto completo
1El libro Mentalidad social y niñez abandonada en La Paz 1900-1948 de Laura Escoban
cuya publicación auspicia la Embajada de España en Bolivia constituye un aporte más a la
colección de libros que la Embajada de España ya ha patrocinado sobre la Historia de
Bolivia.
2El interés del presente libro radica en que es un estudio de mentalidades entre dos
momentos de ruptura, de grandes cambios económicos, políticos y sociales del país: el
traslado de la sede del gobierno de Sucre a La Paz en 1899, y la Guerra del Chaco librada
contra el Paraguay entre 1933 y 1936. A principios del siglo XX estaban en boga las nuevas
ideas liberales en torno a la niñez y su educación, además de una nueva manera de atender
al pobre y al huérfano, a través de la caridad burguesa y sus Sociedades Privadas de
beneficencia. Hacia la década de los años cuarenta, la visión sobre el ámbito de niños a
atender se amplía por la dura experiencia de la Guerra del Chaco que obliga al país a
mirarse a sí mismo, para –por vez primera–, aceptar que en él existen en igualdad de
condiciones, indios, mestizos y blancos. De esa manera la necesidad de atender a niños
huérfanos de la Guerra del Chaco, ensancha el ámbito de trabajo de atención al menor en
general y al huérfano en especial, incluyendo huérfanos de todas las clases sociales. Estos
dos momentos históricos vividos en Bolivia marcaron una serie de cambios en la
mentalidad social boliviana, definitivos en muchos ámbitos de la historia, que se analizan
en este libro.
3A través del estudio estadístico de los niños que pasaron por los orfanatos, se dan a
conocer los cambios en la mentalidad de las personas dedicadas al voluntariado benéfico
que obedecían en última instancia a la mentalidad de la élite gobernante. Cuando se crean
las dos principales instituciones benéficas para niños huérfanos, que fueron la Sociedad
Católica de San José (1878) y el Hogar Villegas (1909), se aceptaba solamente a hijos de
católicos. Poco a poco, gracias a lentos cambios de mentalidad, la aceptación se va
abriendo a otros sectores sociales. La mentalidad social no solamente fue cambiando en
relación al niño huérfano y a los sectores empobrecidos, sino también en cuanto a la mujer.
La mujer empieza a encontrar espacios propios, aunque todavía subordinados al sector
masculino de la sociedad.
4Laura Escobari estudia el caso social boliviano en profundidad, recogiendo las variaciones
propias de la composición étnica de Bolivia de principios del siglo XX. Descubrimos así
que el abandono de menores no ocurría entre los indígenas, sino solamente entre los
mestizos y los blancos, y que de una visión restrictiva, se llega al reconocimiento del
derecho de todos los niños al bienestar, dejando de lado todo principio religioso para
centrarse en los derechos fundamentales del niño, iniciándose en 1948, con la creación del
Patronato Nacional del Menor.
5El valor del libro no reside simplemente en el estudio de la mentalidad social respecto a la
niñez abandonada, sino también en la metodología utilizada. Estudiar mentalidades es
complicado, porque las mentalidades no figuran en documentos concretos sino en la
sumatoria de todos, unidos a actitudes y sentimientos. Y es ese el aporte primordial del
trabajo, pues, por primera vez en la historiografía boliviana se estudian los sentimientos en
torno a la pobreza y la orfandad.
6Para la Embajada de España es una satisfacción presentar al público lector esta obra que
inicia un camino que, sin duda, invitará a emprender mayores estudios sobre la mujer, la
niñez y la pobreza en Bolivia.
© Institut français d’études andines, 2009
Mentalidad social y niñez abandonada. La Paz, 1900-1948 es un estudio sobre los niños
abandonados, la evolución del concepto de niño, el proceso de construcción de la
sensibilidad social y pública en torno a ellos y la creación de instituciones que los
salvaguarden. Esta temática no sólo resulta relevante en sí misma, sino también queda
revalorizada por las problemáticas colaterales que conlleva y que aluden a un conjunto de
aspectos que permiten ver el funcionamiento de una sociedad.
Consecuencia de ello es un texto complejo que hace girar en torno al niño abandonado y su
tutela un cuantioso número de problemas.
Marta Irurozqui
p. 19-21
Texto Autor
Texto completo
1Creo que los trabajos, como el presente, que son producto de Tesis de Grado, tienen una
historia paralela propia, en el plano académico, en el personal y en el familiar. Toman tanto
de la vida de una, que entre sus líneas se encuentran ilusiones y desalientos, retos y
cuestionamientos tan profundos que, verlos terminados, suponen un punto final con un
nudo en la garganta. En el plano académico, he pasado por tal cantidad de situaciones
difíciles, que muchas veces tuve que deliberar internamente, acerca de mis propias
capacidades y decisiones a futuro. Dar marcha atrás a principios y caminos ya andados y
tratar de refrescar la mente, para adaptarme a situaciones nuevas, ha sido agotador. Cuando
emprendí la presente tarea, la Historia para mí, se escribía con documentos y metodología,
aunque los primeros fueran una teja o una silla, pero nunca pensé que podía llegar a escribir
sobre sentimientos y pensamientos no expresados en ningún sustento material, como son
los expresados por los protagonistas de la presente Historia.
3Durante los seis años que duró mi gestión como Directora del Archivo de La Paz, (1994-
1999) tuve que suspender la empresa de la Tesis, pero me colaboraron con parte de la
investigación en Hemeroteca mis alumnas de entonces, Magda Mora y Rosmery Berríos.
Gracias queridas alumnas-amigas. La mayor parte de la redacción de este trabajo y sus tres
repetidas versiones y correcciones, han sido realizadas en Bogotá, durante los cuatro años
(2001-2005), que estuve allí acompañando a Pedro, en su trabajo con el Convenio Andrés
Bello. Gracias Pedro, Lu, Amayita y Minini por alentarme y soportar mis ausencias
intelectuales. En Bogotá, combiné la redacción de la Tesis, con la experiencia docente en
las Universidades Javeriana y Nacional de Colombia. Agradezco a Consuelo Ospina y
Pablo Rodríguez, que me abrieron las puertas universitarias y ampliaron mi horizonte
mientras escribía la Tesis.
4Mi hija Lucía, –historiadora y alumna mía en la Universidad Javeriana, en los años
bogotanos–, me orientó con amor y lucidez sobre las nuevas teorías de la Historia. Su
frescura e inteligencia, me ayudaron a salir de varias encrucijadas del trabajo. A ella no
solo un GRACIAS, sino que le dedico toda la Tesis. También mi agradecimiento a Amaya,
por sus correcciones de estilo y aliento cariñoso, y a Inés por la entereza y fuerza que me
transmite siempre. En el plano familiar, durante el transcurso del tiempo vivido en Bogotá,
Inés y Amaya tomaron rumbos amorosos y diferentes en Colombia y en Bélgica, países que
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5Un recuerdo a los consocios de la Sociedad Católica de San José, Antonio Péres Velasco,
Gonzalo Escobari, Gilda Dáttoli y Mónica Zalles, por invitarme a escribir la Historia del
Hospicio San José y haberme elegido su Presidenta en 1997. Con la Historia de la Sociedad
Católica de San José y del Hospicio, inicié un nuevo rumbo historiográfico, anterior a este
emprendimiento, pero totalmente diferente al que supuestamente iba a dedicar toda mi vida,
que era la Historia Colonial de Bolivia. Debo recordar asimismo, con un gracias que llegue
hasta donde esté, a la hermana Providencia Vara, ángel guardián del Hogar Villegas, que
partió un día sin previo aviso, privándome de volver a verla. A ella, a la hermana Rosario
Arnao, a Angélica Franco, a la presidenta Esther de Kieffer y a Elba de Tejerina, las debo el
haberme abierto el archivo del Hogar e invitado a formar parte del Directorio para tomar
decisiones sobre los huérfanos.
6Quiero recordar a las personas entrevistadas, aunque algunas ya no están entre nosotros,
como mi padre Jorge Escobari Cusicanqui, de quién escuché anécdotas graciosas, llenas de
picardía; a mi suegro Jorge Querejazu Calvo por sus recuerdos escolares infantiles, a María
Josefa (Pepita) Saavedra, a que me relató su paso, como activa benefactora de las
Sociedades de Beneficencia que se estudian en este libro. También agradezco por sus
recuerdos de niñez y ejemplo de trabajo, a mi madre Laura Cardozo de Escobari y a mis
tíos Armando y Carlos Cardozo Gonzáles. A Alberto Crespo, Cecilio Abela, Alicia
Quintanilla de Crespo y Clemencia Ernst de Montenegro, maestro y amigos que atendieron
mis llamadas desde Bogotá, relatándome hechos de su niñez y, en el caso de mi madre, del
doctor Abela y de Clemencia Ernst, su relación con los Orfanatos San José y Villegas. A
Alberto y Berta Vásquez por permitirme investigar la folletería de su biblioteca y por las
amenas sesiones de té. A Iviça Tadic por su solícita ayuda en la Biblioteca de la Casa de la
Cultura.
7A mis amigos españoles, correctores de idioma, puesto que originalmente el trabajo debía
estar escrito en “español de España”, por darme su tiempo y prestar atención a la redacción
de capítulos específicos, Francisco Sancho y Patricia Mariaca, Manuel Tena Dávila, Emilio
Estévez, Martín Almagro de la Real Academia Española de la Historia, quien no solo leyó
todo el trabajo sino que me representó ante la UNED y ante la Embajada de España en
Bolivia.
8A mis queridas amigas, Pilar Zúñiga por acogerme siempre con tanta amistad y cariño en
Madrid; Florencia Ballivián, Raquel Montenegro y Rosángela Conitzer, en La Paz, por
corregir partes del libro y por su amistad. A Elisa Requena, por leer todo el libro, corregirlo
en detalle y darme datos importantes del archivo de su padre, pero sobre todo por su cariño.
A Isabel Crespo, amiga entrañable y solidaria, quien desde la misma trinchera, me ayudó a
preparar la sustentación y defensa, que debía llevar a Madrid, último gran escollo de esta
empresa. A Inesita y Pedro José por enviarme libros de la Biblioteca de Bruselas y volar a
Madrid para ser, –junto a Pilar Zúñiga y Juan Ignacio Siles–, testigos del desenlace final. Y
a Juan Ignacio y Sonia, por su hospitalidad y cariño madrileños.
9A mis auspiciadores Jean Vacher, ex Director del IRD en Bolivia, a Georges Lomné,
Director del IFEA, por aceptar auspiciar este libro pero sobre todo por su amistad. A él, a
Anne Marie Brouguére y al Consejo Editorial del IFEA les agradezco también por sus
comentarios y sugerencias. Al amigo Ramón Santos, Embajador de España en Bolivia y al
Agregado Cultural Sergio Farré, por su apoyo contundente. A José Antonio Quiroga,
Director de Editorial Plural, por su trabajo minucioso y auspicio.
Texto Notas
Texto completo
1¿Por qué una historia de la mentalidad social y la niñez abandonada en La Paz a principios
del siglo XX? Me gustaría decir que fue por una preocupación personal en torno al menor
abandonado en extrema pobreza y que actualmente pulula en la ciudad de día y de noche,
aspirando clefa o gasolina, que se ocupa mayormente de lustrar zapatos o de limpiar vidrios
de los automóviles en las esquinas de las calles. Razón suficiente para un investigador
social, pero no fue así. Me acerqué al tema en 1989 cuando me propusieron escribir la
Historia de la Sociedad Católica de San José1, institución ampliamente conocida en La Paz
por su labor de atención por más de un siglo a niños huérfanos, habiendo pasado por
diferentes etapas de desarrollo hasta la actualidad. La intención de la directiva de la
Sociedad, era dar a conocer a la ciudad, al país y al mundo exterior la actividad centenaria
de una institución en permanente trabajo y renovación en proyectos de cuidado de menores
para –por un lado–, respaldar una amenaza de expropiación de los predios de la institución
por parte de la Alcaldía municipal, y por otro, para tener un instrumento que facilitara la
consecución de financiamiento del país y del exterior procedente de organizaciones no
gubernamentales con el fin de seguir perfilando y atendiendo a menores en peligro de
abandono en la ciudad.
2Cuando en 1993 decidí realizar el doctorado en la UNED, Alicia Alted impartía la materia
Historia de la Cultura. En mi primera visita a Madrid en pos de esta empresa le comenté del
libro sobre la Sociedad y el Orfanato San José, el tema le interesó y me sugirió realizar el
marco teórico para aquella investigación. A partir de entonces quedé prendada del tema,
por la importancia de conocer un mundo marginal totalmente desconocido e innovador en
la metodología para la Historia de La Paz y de Bolivia. Conocer los móviles internos que
indujeron a los actores de la sociedad paceña hacia diferentes actitudes, era una invitación
muy atractiva, además me ofrecía un acercamiento ideal para estudiar la representación del
imaginario social sobre los huérfanos y la mentalidad que movía a quienes se ocupaban de
ellos, tanto desde los cargos gubernamentales, como del ámbito privado de elite y de todos
los estamentos de la sociedad.
6En un seguimiento cercano de la vida cotidiana de esos cuarenta y ocho años, he querido
aproximarme a ese cúmulo de sentimientos albergados en la conciencia social, de quienes
rodeaban el mundo de la niñez abandonada. Y desde el momento en que los debates por el
conocimiento de la verdad, han revolucionado la historia, el acercamiento a los
sentimientos, será un ejemplo claro de lo ambiguo e incierto que resulta aquel mundo,
como planteara Le Goff. 5Quiero añadir además que como el seguimiento de una línea
teórica de trabajo es una opción personal y está íntimamente ligada a las convicciones y
creencias más profundas y arraigadas del investigador, lo que es la Historia y su propio
papel social, son resultado de una formación que no se puede improvisar. Pretender seguir
sin abrirme hacia nuevas metodologías de historia de la cultura, no era posible sobre todo
para trabajar la concepción de ideas en torno a lo social y cultural, que son impensados y de
representación ambigua. El desarrollo de la historiografía en torno al papel del historiador,
con principios subjetivos de los cuales no se puede despojar, para dar lugar a una historia
interpretativa, que consigue designar los residuos del análisis histórico, es
metodológicamente un aspecto crucial en el presente libro. En otras palabras, la presente, es
una historia de mentalidades, que busca una la mejor comprensión de las percepciones y
sentimientos que se descubren en los documentos. De acuerdo a lo planteado por Foucault,
en la comprensión de lo impensado, son las rupturas de las continuidades las que revelan
los escenarios de las mentalidades, de aquello que constituye el meollo mismo de una
discontinuidad. La presencia de fenómenos de ruptura es fundamental y reveladora para
nuestro tema. Se trata de “detectar la frecuencia de las interrupciones”, dando la espalda a
© Institut français d’études andines, 2009
8El libro es una historia cultural de las mentalidades, partiendo de la definición del
sociólogo Theodor Geiger quien en 1932 distinguió entre “ideología” y “mentalidad”,
entendiendo por ésta última un complejo de opiniones y creencias colectivas poco
deliberadas, reflexivas y a la vez más populares que las primeras.23 Los historiadores
viraron definitivamente hacia las ciencias sociales a finales de los
11Al iniciar la lectura del libro, el aspecto clave e importante a tener en cuenta, es que a
partir del año 1900, se inicia un momento en el que el interés por el desarrollo niño –como
un ser merecedor de atención especial y delicada–, empieza a ser un fenómeno nuevo del
mundo latinoamericano, porque –como dijimos– en algunos países europeos el interés
comenzó a mediados del siglo XIX.26 Hasta inicios del siglo XX, el niño era considerado un
ser irracional, que no llamaba mayormente la atención de los adultos, sino por cuanto algún
día llegaría a ser mayor. Ellen Key llamaba la atención sobre la preocupación que el
“mundo entero” debía tener hacia el niño. Sus reflexiones iban, en torno a la educación que
se le debía dar. Señalaba que debía cambiarse el sentimiento de miedo y dolor con el que se
educaba a los niños a través de castigos y torturas corporales, por una educación más
acorde a la sensibilidad infantil, en definitiva se debía trabajar con ellos con un nuevo
sentimiento de responsabilidad, de comprensión, de amor y de libertad.
12El presente libro establece el tema del interés hacia el niño en el propio marco social
boliviano, en el cual se inscribieron los primeros pasos hacia la protección y legislación del
menor. Cuando empecé a escribir sobre la Sociedad Católica de San José,27 me llamó la
atención que la elite se preocupara por establecer una Casa de Caridad, para los pobres y
mendigos de la ciudad, como parte de su política social de gobierno, cuando esa
sensibilidad hacia la pobreza y la marginación social, no iba acorde con la mentalidad que
primaba en el trato común hacia los niños en situación de abandono. De esa manera, el
trabajo, revela la mentalidad y los sentimientos no solamente del ámbito de las instituciones
de beneficencia, sino en torno a todo el panorama de la pobreza y la marginación existentes
en la ciudad y su repercusión en la conciencia de los ciudadanos.
13Al abordar el tema, parto de supuestos coyunturales del momento para encontrar sus
orígenes, “como si en los orígenes estuviera la explicación de todo”.28 Sin embargo, como
Bloch, no hay que confundir la filiación con la explicación, que es tan difícil como
establecer entre las diversas ramas del conocimiento una simultaneidad exacta. Todo se
daba en diferentes circunstancias y la unión de todo nos da el panorama concreto de la
mentalidad y el sentimiento hacia la niñez abandonada. La obra analiza quién era el
huérfano, quién el abandonado, cuál la situación del niño huérfano en todas las clases
sociales y si tenían acceso por igual a los orfanatos de las Sociedades benéficas. Pero sobre
todo cuál era el sentimiento que movía a quienes se dieron la tarea de crear instituciones
destinadas al menor. Por otro lado, se interesa en la incursión femenina en tareas destinadas
hasta entonces para hombres, así como también la concepción que se tenía sobre la mujer y
su papel en la sociedad, y la propia concepción femenina sobre sí misma. También se
establece la conciencia que existía en Bolivia acerca del niño a principios del siglo XX,
tarea para la cual he clasificado metodológicamente en tres clases sociales y desde la
perspectiva adulta y la del propio niño. La obra sostiene que la influencia hacia un mejor
tratamiento del menor, como un ser digno de atención y necesitado de una higiene y
cuidado especiales para su salud, llegó también junto con el interés por el niño, que ya se
practicaba desde principios del siglo XIX en Francia y España.29/30
14El libro va más allá de la historia las mentalidades, se trata de un libro de historia de los
sentimientos, pues desde el momento en que analiza las actitudes, que descubren las
inquietudes más íntimas y que movían a los protagonistas, estamos hablando de una
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15A lo largo de estas páginas el lector descubrirá los sentimientos que motivaron tanto a
quienes podían hacer algo por los niños como a los propios niños, a quienes recién a
principios del siglo XX, se les descubre como merecedores de interés especial. Por otro lado
el por qué de la irrumpción de las mujeres en acciones benéficas, la influencia del
sentimiento católico como elemento inspirador en medio del tema social tan presente
siempre en Bolivia, que en esos años fue tan dramáticamente discriminatorio. He recurrido
a la interpretación y en muchos casos a la imaginación, procurando no alejarme sino más
bien interiorizarme e interiorizar al lector cada vez más, del entorno real, del contexto, de
las ideas, las concepciones de vida y los sentimientos que debieron haber experimentado los
actores.
16Sería muy fácil decir que nada se ha escrito acerca de la niñez abandonada en Bolivia,
sobre todo en el ámbito de la Historia social y no estaría totalmente equivocada. Sin
embargo, existen algunos estudios sueltos de sociólogos, trabajadores sociales o
comunicadores sociales sobre la situación del menor abandonado en la actualidad que
llenan en cierta forma el vacío31. Estudios de historiadores sobre el tema no los hay. Dada
la poca existencia de bibliografía para Bolivia, es preciso que me refiera a estudios
publicados en la última década en Europa y en algunos países latinoamericanos, para así
poder contextualizar la situación de la historiografía boliviana respecto al tema.
17En Francia el tema ha sido muy desarrollado destacando las obras de Catherine Rollet y
Marie France Morel32, quienes se ocuparon de la historia de los niños en su país desde el
punto de vista de sus necesidades en siglo XIX. En el libro se puede apreciar el adelanto que
había en Francia en el tratamiento a la niñez. En España el interés por el niño se dio
también a fines del siglo XIX. En lo que se refiere a trabajos en Latinoamérica, existen
publicaciones oficiales argentinas de época, sobre Hogares e instituciones destinadas a
huérfanos, por ejemplo, para la ciudad de Buenos Aires Asistencia Social de menores33, en
el que destaca el vacío moral peligroso, que ostentaban los menores abandonados y las
políticas de trabajo estatal que debían aplicarse, el trabajo está acompañado por una serie de
consideraciones sobre el menor expósito, el vago, el mendigo y la influencia de la
organización familiar en la moralidad de los menores. Cinco años después se publicaba
también en Córdoba Los niños que sufren,34 donde se proponía salvar al niño “por puro
altruismo”, daba normas de asistencia no solamente al niño, sino a la madre que lo criaba,
haciéndoles un llamado a la conciencia, para acudir a los centros asistenciales de niños. El
libro Asistencia Social y protección a la infancia en la Provincia de Buenos Aires,
publicado en Buenos Aires en 1937, ofrece un plan orgánico de protección a la infancia
elaborado por el Patronato de Menores de La Plata35.
18El Patronato Nacional de Infancia de Costa Rica36, informa sobre la situación de los
orfanatos e instituciones del menor en el país. Protección a la Infancia en el Perú. Lima
1942, publicación oficial sobre medidas de puericultura y cuidados en centros especiales de
salud. En este mismo país en 1975 el historiador Raúl Porras Barrenechea, publicó Doña
Juana Alarco de Dammert,37 que trata de la biografía de la Fundadora de la Asistencia
Infantil en el Perú. En el Ecuador, Neftalí Zúñiga publicó en 1936, Los niños sin hogar38,
una historia de la institución estatal quiteña, destinada a los niños huérfanos, que llega hasta
fines de los años treinta, y da cuenta de las instituciones del menor con tratamiento
semejante a las medidas a medidas en torno a puericultura y cuidados del recién nacido en
los hospicios y Gota de Leche de La Paz.39
21Estos dos últimos libros, están muy emparentados con los informes anuales de la
Sociedad Protectora de la Infancia y Sociedad Católica de San José de La Paz, en lo que se
refiere a trabajos de puericultura y cuidados del recién nacido en centros de salud para
niños y Gotas de Leche. En Historia das crianças no Brasil47, Edson Passieti, relata que
existieron orfanatos controlados por el estado, que eran verdaderas cárceles donde lo que
primaba era una férrea disciplina. Sin embargo, en un país de tradición esclavista como
Brasil, los niños se mantuvieron sin escuela, con trabajo no reglamentado y leyes que no se
respetaban, en resumidas cuentas los niños vivieron y siguen viviendo en condiciones
inhumanas. El orfanato, era una prisión para los niños y jóvenes, por ello los reformadores
no se cansaban de constatar la ineficacia de los internados como instituciones capaces de
corregir comportamientos o reeducar a niños y jóvenes. Recién en la década de los sesenta,
con una política nacional de bienestar del menor, se introdujo una nueva metodología para
romper la práctica represiva anterior, en base a un complejo sistema asistencial con la
ayuda de psicólogos, sociólogos, asistentes sociales, médicos, dentistas, economistas y
educadores. Con todo, la reforma no impidió la aplicación de violencia interna dentro de los
albergues, pues los menores crecidos en la miseria, el abandono y la pobreza, fueron una
escuela para el crimen.
22En Chile se publicó Ser niño “guacho” en la historia de Chile (siglo XIX)48, sobre la
situación de los niños huérfanos en Chile, es una versión prácticamente dramatizada de la
vida de los huérfanos y que engloba la situación de los niños vagabundos, algunas veces
trabajadores, que vivían en el límite de la condena por estados pre-criminosos. Otras dos
publicaciones chilenas de los últimos años merecen ser mencionadas, la primera, Madres y
Guachos. Alegorías del mestizaje chileno49, escrita por Sonia Montecino, quien conjuga
tradición oral y escrita, rito y palabra, para proponer un estudio de bordes, en una narración
que como ella misma dice, “permite que las aventuras en el campo del saber, que
emprenden las mujeres tengan la libertad de asociar y hermanar teorías disímiles, que sean
reflexiones, muchas veces sobre citas que otros han aludido anteriormente, remendando,
hilvanando, uniendo la voz propia con las voces de otros y de otras”.
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24Las fuentes de este libro han sido básicamente tomadas de los Archivos de la Sociedad
Católica y de la Sociedad Protectora de la Infancia u Hogar Villegas. De ellos fueron de
especial interés los Libros de Actas de las reuniones de la Directiva, así como la poquísima
correspondencia que existe, informes de los presidentes con motivo de asumir o terminar
sus funciones en el cargo, y otros. Sin embargo, no existe ninguna correspondencia ni
informes de las religiosas que dirigieron las instituciones durante casi cien años, quedando
en la penumbra todo contacto directo con ellas. Por otro lado, en el Archivo de San José y
Hogar Villegas fue muy importante la revisión de las listas de ingreso y salida de los
huérfanos, que se registran todos con nombres apellidos y datos importantes. También
aparecen los nombres de todos los mendigos, locos y ancianos, así como los de las personas
que los internaron y recogieron, si se dio el caso, o la sección a la que pasaron a formar
parte. En el Archivo de la Sociedad Protectora de la Infancia, se contó con el mismo tipo de
documentos, siendo siempre el relativo a la correspondencia el más escaso. Al parecer, la
correspondencia era destruida al término de las gestiones, por lo tanto no hay papeles de la
administración de las cinco órdenes religiosas que dirigieron las instituciones.
25En temas de tratados sobre la caridad y la filantropía en torno a los niños expósitos, se
consultó el tratado sobre la Pobreza de Pedro Pérez Herrera del siglo XVII y algunos
estudios actuales en torno a la Historia de la Beneficencia en España, como los de
Florentina y Benicia Vidal y otros que se citan en el texto y en la Bibliografía. Estoy
consciente de que he dejado de lado, –por el momento–, documentos inéditos ocultos entre
los miles de expedientes judiciales que guarda el Archivo de La Paz, que quedan como un
reto importante. Pero se ha tomado en cuenta una colección de documentos del Patronato
Nacional del Menor,51 de los años 1947 a 1950 que corresponden al fin del período
estudiado y a la primera gestión presidida por María Josefa Saavedra. Allí se hallan
rendiciones de cuentas sobre vestuario, alimentos, subsidio escolar, certificados de egreso,
alimentación en los I logares, y certificados de egreso. En el mismo Archivo y en relación a
la época de estudio, existe alguno que otro documento en fondo Miscelánea, concretamente
en la Colección de la donación de Luis Ballivián Saracho relativos al Patronato Nacional
del Menor, así como también la colección donada por la misma Josefa Saavedra. También
revisé periódicos de la época, en todo lo relacionado a la niñez en general y la desvalida en
especial, así como artículos de editoriales y opiniones, para tener en cuenta el discurso que
se manejaba en torno a la acción social, la mujer, la beneficencia, el catolicismo, las
prácticas religiosas y las fiestas patrias y religiosas y en torno a todo aquello que podía, de
una u otra manera, situarnos en la “nebulosa” o la ambigüedad (Le Goff) donde se sitúan
las mentalidades.
26En periódicos, algunos de los cuales continúan circulando, como El Diario y La Razón,
se encontraron muchos artículos de interés así como también en otros que ya no existen
como El Tiempo y La República. Hay una interesante cantidad de revistas relativas al tema
de la mujer, como Eco Femenino, Feminiflor, Mujeres de América. Las fuentes oficiales
impresas fueron de especial interés en lo que se refiere a Anuarios Legislativos, Colección
de Leyes y Decretos, Colección de Leyes Sociales de Bolivia. Los Informes y Memorias de
los Ministros son escasos pero muy importantes. Tuve acceso a los informes y memorias
oficiales. de los Ministerios de Educación, Gobierno y Fomento, Instrucción Pública,
Justicia, Trabajo, Salubridad y Previsión Social, Prefectura del Departamento y Sociedad
Boliviana de Pediatría. Sin duda, esas fueron junto con las anteriores las fuentes de mayor
interés, puesto que están directamente relacionadas al pensamiento e imaginario colectivo
de la ciudad, en cuanto a crítica moral e interés hacia en temas del “otro”, que se ven en
actitudes y acciones desprendidas de sentimientos concretos.
27Los escritos de época, como crónicas de visitantes, como la de Ana Robinson Wright,
conforman el escenario donde se sitúa el tema. La Monografía de la ciudad de La Paz
(1909), el libro del Centenario de la República, las Bodas de oro de las Hijas de Santa Ana
en Bolivia (1879-1929) de Luis S. Crespo, describen –las primeras– relaciones más o
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28Siempre con el fichaje digital revisé folletos, libros y periódicos de época en las
Bibliotecas Nacional de Bolivia de la ciudad de Sucre y Biblioteca de la Universidad
Mayor de San Andrés. Así como Bibliotecas Nacional de Madrid, de Humanidades de la
UNED, Luis Angel Arango y Biblioteca Nacional de Colombia en Bogotá, en éstas últimas
para estudiar libros de época y actuales sobre el tema de la Historia de la niñez, el abandono
infantil y la literatura infantil de la época. En La Paz, recurrí a una de las bibliotecas
privadas más grandes e importantes, como es la de Alberto Vázquez, que guarda crónicas
de la época de estudio y que me fueron muy útiles. Escribí también capítulos sobre
antecedentes prehispánicos y coloniales de la niñez e de historias de la niñez de otros
países, que no se publican en este libro.52
30Para este trabajo he contado con la lectura detenida y paciente de Marta Irurozqui,
Florentina Vidal Galache y Alicia Alted. Sus comentarios duros y certeros me hicieron
replantear muchas veces el trabajo. Creo que he seguido todos sus consejos y espero haber
zanjado las expectativas de todas. El libro se articula en torno a ocho capítulos. Inicia una
orientación histórica de la ciudad de La Paz fundada en el siglo XVI, acompañada de su
desarrollo urbanístico y poblacional. A partir de ahí se centran los problemas políticos y
económicos de fines del siglo XIX, que definieron la política social de la clase gobernante y
elite del país constituida por una capa social de origen criollo, tema que es abordado en el
segundo capítulo. El capítulo dos amplía el desarrollo urbanístico de la ciudad, incidiendo
especialmente en las condiciones de pobreza y salubridad, existentes a principios del siglo
XX, y la forma en la que ambas determinaban la mortalidad general y la infantil en especial,
así como también las enfermedades que atacaban al sector de la niñez. Se ha tratado de
abordar todos los aspectos de la vida cotidiana de la ciudad, descrita a través de aspectos
que incitaban a periodistas, a escribir artículos sobre lo que debería hacerse a nivel
municipal para mejorar las condiciones de higiene y aspecto de la ciudad. Traslucen
imaginarios sociales racistas, cuando se escribía que los indios no debían acceder al centro
de la ciudad y menos quedarse en la plaza principal, pues la actitud “simiesca” adoptada al
sentarse en cuclillas, para comer o esperar (vagancia) era una muestra clara de falta de
orden y limpieza en la ciudad.
33Es interesante advertir, –por otro lado–, cómo el género actuó para que fuera diferente la
manera en la concepción de las necesidades de las instituciones. Mientras que el capítulo
cinco, centra su atención en el mundo femenino, que es el que lidera el trabajo de
beneficencia en varios sectores sociales, trata de perfilar paralelamente –a través de
actitudes y discursos femeninos dentro de las sociedades benéficas–, los intereses de
liberación femenina, que salen a relucir como evolución natural del "sexo débil".
Consecuentemente, se ha tratado de dejar claro que existen dos estilos en la actitud de las
mujeres que buscaban cierta singularidad e independencia como género en los años treinta
en La Paz, por un lado la militancia política femenina, y por otro, el trabajo solidario y
sensible nacido en el clima enardecido por la compasión provocado de la Guerra del Chaco.
La ruptura de la guerra, ocurrida entre los años 1933 y 1935, provocó diferentes
sentimientos y actitudes como resultado de móviles internos de responsabilidad moral, en
diferentes sectores de la población y puso en marcha todo un despliegue de acciones en
favor de las campañas de ayuda a los soldados y a los huérfanos que dejaba la contienda.
35El capítulo seis está dedicado a la Historia del Hospicio San José, institución nacida de la
Sociedad Católica de San José en 1878. A lo largo de sus páginas se ha tratado de calar en
las actitudes y mentalidades que primaban en el trabajo de atención al huérfano. Si bien
desde su fundación, hasta 1930 aproximadamente, la Sociedad Católica de San José acogió
no solamente a huérfanos, sino también a mendigos, ancianos y locos, la idea inicial y
permanente fue dedicarse exclusivamente a los huérfanos. El sentimiento que acompañó a
los primeros ciudadanos para formar la Casa de Caridad, –como se llamó en un primer
momento–, fue el de orientación liberal de altruismo o pseudo altruismo al querer acallar
sus conciencias y sentimientos de culpabilidad frente a los más desafortunados con
acciones a favor del otro. Para entonces el imaginario de los socios apuntaba hacia
instituciones religiosas para hacerse cargo de la atención de los más pobres. De esa manera,
en las dos instituciones que estudiamos, Sociedad Católica de San José y Sociedad
Protectora de la Infancia, se trajeron religiosas de San Vicente de Paul, de la Providencia y
de orden de Santa Ana para hacerse cargo de ellas.
Notas
1 El libro se publicó en 1990 bajo el título 113 años de Historia. Sociedad Católica de San
José.
4 Les enfants au XIX e siècle., 2001, 8-9. Según Rollet, los testimonios de los adultos son lo
único que tenemos muchas veces para saber el sentimiento infantil. Testimonios directos de
niños, son muy raros de encontrar. Para el caso boliviano, tenemos el testimonio de
Eduardo Diez de Medina De un siglo al otro. Memorias de un hombre público. La Paz.
Don Bosco y Alfonso Tejerina. 1955, que fue estudiado por Mario Castro “La Educación
escolar de la eélkite paceña y la vida de estudiante a fines del siglo XIX”. En: Historia.
Revista de la Carrera de Historia. Universidad Mayor de San Andrés. La Paz, 2008.
6 Corcuera de Mancera Sonia Voces y Silencios en la Historia. Siglos XIX y XX, pag. 214.
1997.
7 Foucault, Michel citado por Sonia Corcuera de Mancera Voces y silencios en la historia.
Siglos XX y XIX. 1997, 212-213.
9 Stone, Lawrence cita a Bill G. Edward University Reform in Nineteenth Century Oxford.
A Study of Нету Ahlford Vaughan, 1811-1875, 69-72.
10 “La Historia у las Ciencias Sociales en el siglo XX”. En: El pasado у с/ presente. 1986.
15-59.
11 “La política” En: Hacer Historia. Jacques Le Goff y Pierre Nora, Comps. Ed.
Laia/Barcelona, 1984, 237-257.
13 “Historiay Antropología” en: Revista de Occidente, Madrid 137, octubre, 1990, 54-74.
23 Citado por Moradiellos E. “Las Ciencias Históricas en el siglo XX” En: Las Caras de
Clío. Introducción a la Historia y a la Historiografía. 1992, 105-131.
27 Ver cita N. 1.
28 2001,33.
29 Rollet Catherine et Morel Marie France Des bebes et des bomes. Traditions et modernité
des soins auz tout-petits, 2000, 344. Francia e Inglaterra fueron las dos naciones en las que
la pediatría se conformó como un saber autónomo dentro de la medicina. La pediatría nació
cuando se introdujo el nuevo conepto de infancia, es decir cuando se asumió que la niña y
el niño no eran adultos en pequeño, sino seres “distintos”. Rodríguez Pablo “La pediatría en
Colombia 1880-1960”, En: Historia de la Infancia en América Latina. Rodríguez Pablo y
Mannarelli María Emma Coord. 2007,364. En México, en las últimas décadas del siglo
XVIII y los primeros años del siglo XIX, el aseo y la limpieza dejaron de vincularse con el
adorno y las apariencias... Desde entonces el aseo y la limpieza tomaron realce, pero no no
fue sino hasta el siglo XIX cuando estos conceptos se asociaron con el de la higiene y el de
la salud. Lorenzo, María Dolores “El Tecpam de Santiago. Una institución de asistencia
pública para los futuros trabajadores”. En: Historia de la Infancia en América Latina.
Rodríguez Pablo y Mannarelli María Emma Coord. 2007, 258.
30 Rollet Catherine et Morel Marie France Des bebes et des bomes. Traditions et modernité
des soins auz tout-petits, 2000, 344. Francia e Inglaterra fueron las dos naciones en las que
la pediatría se conformó como un saber autónomo dentro de la medicina. La pediatría nació
cuando se introdujo el nuevo conepto de infancia, es decir cuando se asumió que la niña y
el niño no eran adultos en pequeño, sino seres “distintos”. Rodríguez Pablo “La pediatría en
Colombia 1880-1960”, En: Historia de la Infancia en América Latina. Rodríguez Pablo y
Mannarelli María Emma Coord. 2007,364. En México, en las últimas décadas del siglo
XVIII y los primeros años del siglo XIX, el aseo y la limpieza dejaron de vincularse con el
adorno y las apariencias... Desde entonces el aseo y la limpieza tomaron realce, pero no no
fue sino hasta el siglo XIX cuando estos conceptos se asociaron con el de la higiene y el de
la salud. Lorenzo, María Dolores “El Tecpam de Santiago. Una institución de asistencia
© Institut français d’études andines, 2009
31 Molina Barrios, Ramiro, Rojas Rafael 1995; UNICEF, 1984; Sánchez Candelaria, Paz
Maruja. 1992, Inédito.
38 Quito, 1936.
40 ILANUD, 1990.
46 Quito, 1936.
51 8 libros que los recogí personalmente cuando fui Directora del Archivo de La Paz
(1994-1999).
53 Censo de 1909.
Texto NotasIlustraciones
Texto completo
1Esta investigación se centra en la ciudad de La Paz, por ello con objeto de proporcionar a
los lectores el escenario donde se sitúa el trabajo, en este primer capítulo se hará una
descripción preliminar de sus barrios, sus habitantes, la estructura socio-profesional y los
lugares donde estaban situados los establecimientos de beneficencia.
2La Paz, es la sede de gobierno de Bolivia54. Fue fundada en 1538 por Alonso de
Mendoza, como residencia de encomenderos españoles y como ciudad de paso del
comercio que iba desde las costas peruanas hasta Potosí, gran centro productor de la
riqueza aurífera que como colonia española nutrió España y Europa en los siglos XVI, XVII
y XVIII. Durante tres siglos de época colonial los indios fueron el sustento económico de la
ciudad, como del resto de la Audiencia de Charcas, debido a su gran densidad demográfica,
por lo que se considera que la mayor riqueza era la población, incluso mayor que la que
podía representar la plata de Potosí.55 Los indígenas en la ciudad, trabajaban como
yanaconas56, o mano de obra gratuita proveniente de las encomiendas agrícolas y
ganaderas otorgadas a españoles y criollos. También coexistieron desde la fundación en la
ciudad, indios originarios del lugar, quienes fueron reducidos en barrios desde el siglo XVI,
manteniendo así la separación habitacional obligada por las Leyes de Indias. Es por esa
razón, que la población de la ciudad, –a lo largo de su historia–, estaba constituida por una
mayoría de habitantes indígenas, dando lugar a que en sea imposible separar su presencia
en el problema del abandono de menores.
3La ciudad de La Paz, es la capital del departamento del mismo nombre, y fue erigida en tal
rango, por Decreto Supremo del 23 de enero de 1826. El gobierno superior en lo político,
administrativo, económico, minero y militar del departamento residía en un magistrado con
la denominación de Prefecto, Comandante General del Departamento y Superintendente de
Minas. En el orden judicial, La Paz era asiento de la Corte Superior del Departamento, con
jueces de partido, jueces instructores y alcaldes parroquiales. En lo administrativo, La Paz
era asiento de la Prefectura del Departamento y de la Intendencia de la Policía de seguridad.
Era el asiento del Consejo Municipal, compuesto de doce miembros, que formaban el
gobierno de la comuna paceña. En el año 1925, la ciudad estaba dividida en cuatro
parroquias, que son las siguientes: El Sagrario, San Sebastián, San Pedro y la Merced.
4Desde el año 1900, La Paz es la residencia del gobierno de la Bolivia, por lo tanto residen
en ella el Presidente de la República, los Ministerios de Estado, en sus diversas carteras de
Relaciones Exteriores, Gobierno y Justicia, Hacienda e Industria, Fomento y
Comunicaciones, Instrucción y Agricultura y Guerra y Colonización.
5El ordenamiento y administración del área urbana, era potestad de la Alcaldía Municipal,
presidida por un alcalde y un Concejo Municipal, que en 1910 estaba conformado por 12
miembros. El Concejo Municipal jugó un papel importante en la creación de la primera
Casa de Caridad de la ciudad en 187857, cediendo un predio que todavía ocupa la Sociedad
Católica de San José y que dio nombre a todo ese distrito urbano, como “El Hospicio”. Allí,
en la casa de Caridad, fueron recogidos por la policía de seguridad de la alcaldía todos los
mendigos y pobres que deambulaban por la ciudad en esos años.
6En el año 1925, las instituciones sociales y culturales más importantes y que se
relacionaban con la beneficencia privada, eran la Sociedad Geográfica de La Paz (1889),
primer núcleo intelectual dedicado a estudios de historia, geografía, ciencias y letras; el
Círculo de Bellas Artes (1909), que promovió escuelas de dibujo, de música, pintura y
7La crisis económica, a finales de la década de los años veinte, se hizo notoria en la ciudad
de manera por demás caótica, porque a lo largo de sus aceras, se vendía todo tipo de
mercadería, sobre todo comestibles, con vendedoras rodeadas de hijos. El comercio fue
activado también por la llegada de inmigrantes judíos y polacos desde 1928,59 quienes se
ubicaron en las calles del comercio de la ciudad, que eran las calles Comercio y Potosí. Lo
hicieron provocando el recelo de los comerciantes locales, que atendían sus puestos de
comercio en las mismas calles.
8En 1909, María Whright, dijo que cuando La Paz era visitada por un extranjero por
primera vez, sufría al principio el efecto de encontrarse a una altura sobre los 3.600 metros
sobre el nivel del mar. Relató que era imposible evitar el esfuerzo que requería respirar
hasta pasar de una calle a otra, pues casi todas se encontraban en ángulo hacia la
perpendicular, debido a su topografía llena de subidas y bajadas. Tuvo la impresión de que
era imposible dar vueltas y gozar de la vida, pues el simple esfuerzo de la respiración era
fatigante; sin embargo, una corta residencia curaba el soroche60. Según su descripción, las
más hermosas casas de la ciudad, eran viejos palacios del tiempo del Virreinato, los que a
pesar de la necesidad de modernizar sus interiores, para proveerlos con las comodidades del
siglo XX, todavía poseían el atractivo de la solidez y la peculiaridad de su decoración en sus
espaciosos salones, que se adaptaban especialmente al objeto de grandes reuniones y uno
podía imaginar los salones de baile, a los cuales se unían las tradiciones de brillantes
acontecimientos sociales.61 La descripción de la cronista, parece lejana a una ciudad
hispanoamericana donde la mayor parte de la población era indígena, pero era la realidad
para unos pocos, para aquellos que ostentaban el poder político y económico, y disfrutaban
de los privilegios de la vida que podían costearse.
11El Censo realizado en 190963 muestra que la ciudad contaba con 76.559 habitantes.
Como sucedía en muchas ciudades, el sector urbano propiamente dicho, estaba rodeado por
una sección rural, que en el caso de La Paz, correspondía a pueblos indígenas originarios y
agregados ubicados en solares desde la época colonial, que conformados en ayllus o
comunidades en relación étnica y de parentesco entre sí, se encontraban adscritos a
haciendas pertenecientes a población blanca y mestiza o criolla. De los 76.559 habitantes,
72.662 correspondían a la ciudad urbana, el resto constituido por 3.897 personas estaban
relacionados con la sección rural, y pertenecían a las parroquias de San Pedro y San
Sebastián.64
14El barrio de San Francisco, era tradicionalmente “de españoles”, pero al estar ubicado a
lado oeste del río Choqueyapu, –ladera destinada a los barrios “de indios” de las parroquias
San Sebastián y San Pedro–, se constituyó desde la época colonial en lugar habitacional de
los caciques principales de los pueblos del distrito de La Paz. Los caciques fueron pieza
importante del aparato jurisdiccional en la colonia y mantuvieron prerrogativas especiales
con los españoles, llegando a conformar lentamente el estamento social mestizo de la
sociedad paceña desde el siglo XVII. La afluencia de indios provenientes del altiplano,
también fue imparable desde entonces y acudían a la ciudad en busca de trabajo
independiente y huyendo de la carga fiscal que constituían el tributo.
15San Sebastián, San Pedro y Santa Bárbara, fueron los barrios de indios que rodeaban la
ciudad aunque ni en el siglo XVI, se pudo mantener la separación habitacional legislada. A
principios del siglo XX, habían fijado su residencia muchos mestizos o cholos
especialmente en el barrio de San Francisco y San Pedro. Acerca de la densidad de la
población por manzanas, tenemos que en 1909 en el barrio de San Francisco había dos
manzanas con 90 casas en total, que albergaban a más de mil habitantes.67 En el barrio de
indios de San Sebastián, una sola manzana tenía 61 casas. Las ocho casas que formaban la
manzana número diez, del mismo barrio de San Sebastián, tenía una densidad de ciento
siete habitantes cada una de ellas, siendo éstas las únicas casas, que, relacionadas unas con
otras, tenían una densidad mayor de cien habitantes. En cambio, las manzanas que tenían
menor número de habitantes estaban ubicadas en Sopocachi y Miraflores, que recién se
empezaban a poblar.
16El distrito de El Hospicio68, tenía como promedio treinta y cinco habitantes por casa,
población superada solamente por los distritos de San Francisco y San Sebastián. Casi diez
años después, se añadieron a la ciudad siete distritos más, manteniéndose como las zonas
más pobladas aquellas antiguas parroquias de indios de San Pedro y San Sebastián, además
de San Francisco, que como dijimos en su momento fue parroquia de españoles.
17Según los datos del censo de 1909, de las trece mil familias que vivían en La Paz, más de
diez mil no tenían casa propia contra 2.445 familias que sí tenían. El resto vivía en
conventillos de muchos inquilinos donde se acomodaban familias enteras en una sola
habitación. O también en casas con techos de teja y a dos aguas de un solo piso, donde
había tres o cuatro habitaciones, sin patio interior. El primer caso es el que prevalecía
mayormente en la ciudad, siendo que buena parte de la población, carecía de higiene
privada dando lugar a un alarmante hacinamiento humano.69 En esa situación de estrechez,
se daba el mayor número de nacimientos de niños no deseados, que eran objeto de
abandono o “pérdida”, provocada ésta última en los mercados u otros sitios públicos, como
se verá en el capítulo 6.
18Para los términos de este libro dividiremos las clases sociales existentes en La Paz en tres
niveles, basándonos en la riqueza, aunque las clases sociales en Bolivia, se diferenciaban,
incluso en la actualidad en base al grado del blanqueamiento u oscurecimiento de la piel.
No hay que perder de vista, sin embargo, la dificultad que significa una clasificación tan
excluyente y claramente diferenciada puesto que muchas veces las diferencias giran en
torno a la cultura y poder económico. De esa manera la clase alta, blanca, criolla,
compuesta por los descendientes de los españoles, poseedores de la mayor riqueza, a
principios del siglo XX tenían algún grado de sangre indígena en sus venas. De la misma
manera el mestizo, que fue quien desde los primeros años de la colonización, fue hijo de
uniones entre los españoles e indígenas, tiene muchas connotaciones, que van desde lo
étnico o racial hasta lo cultural. A principios del siglo XX, el término “racial” ya era
ambiguo, debido a la propia dinámica del proceso histórico que designaba tanto a mestizos
y criollos, como blancos; o sea muchos considerados blancos tenían sangre indígena en sus
venas.
20La clase media vivía en departamentos habilitados en casas e dos o tres pisos y dos o tres
patios, –propias o alquiladas. Los pisos eran habitados por familias, a veces numerosas y
también albergaban parientes, como era costumbre desde la época colonial. La falta de
higiene era un hecho evidente en la ciudad de La Paz a principios de siglo, sin embargo es
preciso recordar, que incluso en las ciudades europeas en ese entonces se carecía de lo que
hoy es considerado elemento imprescindible para el desarrollo de la persona y la salud, los
baños privados. El concepto de privacidad en el dormitorio y en el baño no era común,
sobre todo en las casas de clase media y baja. En avisos comerciales de los años veinte en
la ciudad de La Paz, se ofrecían “elegantes” departamentos en el centro de la ciudad, que
carecían de cuartos de baño propios. En las casas donde habitaban varias familias existía un
inodoro, compartido por dos o tres familias por piso. El cuarto de baño no incluía inodoro y
el agua era calentada por calefactores a leña. Los dormitorios tenían un tocador con
bañador y jarra de agua para el aseo personal.
22En los primeros años del siglo XX, la vialidad urbana estaba constituida por tranvías
eléctricos y por coches y carrozas tiradas por caballos, que hasta bastante entrado el siglo
XX, coincidieron como medio de transporte con hatos de llamas o de burros, que carganban
productos provenientes de las haciendas como taquia, carbón y productos agrícolas. En
1919, dada la creciente existencia de vehículos motorizados, la Municipalidad abrió un
libro de matrícula de chóferes, así como exámenes para obtener licencia de conducir. El
transporte en la ciudad era servido por autocamiones, camiones, carretas y carretillas. Los
tranvías, eran un medio de transporte cumplido y regular y los coches movidos por
caballos, tendían a desaparecer por esos años. Los tranvías tenían dos secciones
diferenciadas por el precio del pasaje. La sección “primera”, estaba destinada a damas y
caballeros de la ciudad y la “segunda”, era donde debían viajar los demás. Ambas secciones
estaban divididas por una plataforma, “donde se ubicaban los jóvenes para flirtear con el
sexo opuesto”.72 Esta plataforma era motivo para que los chiquillos hicieran piruetas
saltando desde ella hasta las veredas.73 Los tranvías recorrían la ciudad desde la Avenida
Montes al norte, pasaban por la Plaza Murillo, calle Loayza, El Prado, avenida 6 de Agosto
y San Jorge. Una rama se desviaba hacia el.Montículo, ubicado en el extremo suroeste del
barrio de Sopocachi. Otra vía llegaba desde Obrajes a cinco kilómetros de San Jorge,
ubicada en las afueras de la ciudad, 300 metros más bajo que el centro de la ciudad, con
mejor clima, donde solían acudir las familias de paseo y las personas mayores y enfermos a
pasar temporadas para curar algunas dolencias.74 Se vaticinaba que el autocamión sería el
único vehículo que sustituiría con ventaja a los demás, aunque dañaban el empedrado de las
calles. Para ese efecto debieron suprimir además las carreras entre vehículos, que trataban
de adelantar unos a otros. Decían las autoridades edilicias, que sus condiciones de pesadez
eran inapropiadas para las calles empinadas de la ciudad, además de que ofrecían
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23Las calles que rodeaban El Prado y las avenidas Villazón y 6 de Agosto eran de tierra, y
la transitaban tanto coches tirados por caballos, transportando a la pequeña cantidad de
gente considerada “elegante” de la ciudad, como también, como dijimos, pequeños rebaños
de llamas arreadas por indios, que traían a la ciudad productos del campo, procedentes de
fincas de particulares o de sus pequeños terruños. La ciudad tenía entonces un aspecto de
ciudad pequeña y provinciana. Al mismo tiempo era una ciudad llena de contrastes
sociales. Los dueños de las chacras y haciendas que paseaban elegantemente con bastón,
sombrero de copa, sombrillas y vestidos largos por el paseo del Prado,75 cuando salían de
él tenían que cruzarse con hatos de llamas que la cruzaban, con indios vestidos a su usanza
ancestral.
25Los años veinte del siglo XX, marcan una época de auge en el desarrollo urbano de la
ciudad. El traslado de la sede de gobierno a esta ciudad el año 1899, trajo la moda del
afrancesamiento ornamental, en los lugares más visibles y acomodados, tarea que no se dio
solamente en La Paz sino, sobre todo en la antigua sede de gobierno, Sucre. La Paz se vio
favorecida por rejería y postes decorativos en todo el largo y ancho del Paseo del Prado y
en la contigua avenida Villazón, avenida 6 de Agosto e incipiente avenida Arce. Se
construyeron casas de estilo del Beaux Arts francés, algunas de las cuales se conservan
hasta hoy, tales como la Casa del Conservatorio Nacional de Música, la Casa del Presidente
Ismael Montes, hoy Archivo Histórico Departamental de La Paz y en El Prado, antigua
Alameda la Casa del Club Libanés, la Academia de Ciencias y la Casa Machicado. El
Paseo del Prado, fue adornado con piletas de agua, bancos, árboles y flores, donde acudía
los domingos la gente de la alta sociedad. Entre 1918 y 1919, el Concejo Municipal
consiguió con mucha dificultad el pintado regular de las fachadas de la ciudad. Existían en
la ciudad más de trescientos propietarios, a los que se tuvo que sancionar, para que
cumplieran con el reglamento. Sin embargo, los mismos edificios municipales presentaban
un lamentable estado en sus fachadas, contrastando con el resto de la población.
26Las cuadrillas de limpieza de la ciudad, eran las encargadas de empedrar y adoquinar las
calles. En esos años se encontraban sin empedrar las calles Sucre, en su primera cuadra; dos
cuadras de la calle Rodríguez; toda la calle Murillo a partir de la esquina de la calle Litoral,
hacia Sopocachi; donde se encontraba el Hogar de Huérfanos Carlos de Villegas; la calle
Muñecas; la última cuadra de la calle Illimani, toda la región de la Nueva Paz y otras calles
de menor importancia o recientemente habilitadas para tráfico.77
28En 1902 había en la ciudad un total de 16.114 niños entre 0 y 7 años y en 1909 –14.445–,
por lo tanto hubo una disminución en la población infantil.78 Luis S. Crespo atribuía la
excesiva mortalidad en niños recién nacidos y enfermos, a la falta de higiene y buenos
cuidados. Decía, que por lo menos para la gente adulta existían hospitales, en cambio para
los niños solamente se contaba con el hogar.79
29De acuerdo al cuadro anterior, hubo mayor número de defunciones de niños menores de
seis años los años 1889 y 1904-05, años en los que se registran epidemias de viruela y
disentería y coqueluche. Estas enfermedades, se presentaban anualmente en época de
lluvias (noviembre a marzo), sin embargo en los años señalados, se constituyeron en fuertes
epidemias. En 1902, los niños varones de la ciudad de La Paz entre siete y catorce años,
eran 30.695, las niñas 29.750. Siete años después, –en 1909–, habían disminuido el primer
grupo a 20.746 y el segundo a 22.955.
32También hay que tener en cuenta, la inmigración indígena a la ciudad, quienes procedían
de haciendas y comunidades libres, los llamados ayllus. Acudían a la ciudad como
empleados domésticos o a ejercer algún oficio manual. Huían de las cargas fiscales que les
imponía el tributo y el servicio personal a los hacendados, que los hacían trabajar como
pongos80 en sus casas. En 1902, se contaron 3.282 migrantes, mientras que en 1909 había
22.901.81 La migración no era constante ni fija, sin embargo comparando el censo de 1902
con el de 1909 se notaba un extraordinario aumento. El censo de 1909 dio que la población
indígena residente en la ciudad era de 22.901 habitantes, de los cuales 11.436 eran varones
y 11.465 mujeres.
33La explicación oficial afirmaba que desde 187882 la raza indígena “había sido herida de
muerte”, pues en ese año la sequía y el hambre, habían traído la peste, que hizo estragos en
la raza indígena. Otra causa de la mortalidad, era el alcoholismo de los indios, que influía
de manera tal. que el número de nacimientos no cubría el de mortalidad. Se tenía entonces,
que sobre un total de 57.639 defunciones ocurridas en la ciudad de La Paz, en un período
de 28 años (1881 a 1908), 25.341 eran indígenas.
35En la descripción social de la ciudad que tratamos retratar, es importante referir también
la población extranjera. Por los datos del censo de Luis S. Crespo, se tiene que en 1909
había en La Paz 3.357 habitantes extranjeros, de los cuales 3.220 vivían en la sección
urbana y 137 en la rural. La apreciación oficial sobre la presencia de extranjeros en La Paz,
era que la ciudad iba “tomando el aspecto de una ciudad cosmopolita, como lo son los
grandes centros modernos”. La mayor parte de los extranjeros radicados en La Paz se
dedicaban al comercio.
36Los extranjeros europeos eran los dueños casi absolutos del comercio paceño, al punto
que, del año 1902 al 1909, la población dedicada al comercio se duplicó. En cuanto a los
productos que se comercializaban en las principales plazas del comercio, se tiene que los
Estados Unidos inundaban el mercado con abarrotes, compitiendo con los peruanos y
españoles. La producción europea, estaba relacionada con telas inglesas y francesas, y
manufacturas alemanas. Los franceses y alemanes se distinguían en las grandes
transacciones. Los peruanos comerciaban al por menor, y muchos de ellos eran
importadores y fabricantes de vinos y licores, los demás eran obreros. La mayoría de los
italianos y españoles y algunos ingleses eran industriales y obreros. Los turcos, árabes y
austríacos eran comerciantes ambulantes. La mayoría de chilenos, argentinos y
ecuatorianos eran empleados de casas de comercio.
37El censo proporciona datos acerca de las nacionalidades relacionadas con los oficios, así
se tiene que había sacerdotes españoles, italianos, franceses y peruanos. Las mujeres
extranjeras eran pocas, las más numerosas eran las peruanas, luego las chilenas, españolas,
francesas, turcas, alemanas, norteamericanas e inglesas. Las peruanas y españolas, en
general eran obreras. Una gran parte de las chilenas aparecen en los censos como
prostitutas, otras como profesoras, en general las francesas e italianas eran religiosas
pertenecientes a instituciones de beneficencia y educación.
38En la Casa de Caridad y Hospicio San José, había un promedio de diez a doce religiosas
francesas de la orden de San Francisco de Paul, las Hermanas de la Caridad. Otras
religiosas francesas de los Sagrados Corazones llegaron entre 1880 y 1890, para la
educación de niñas de la alta sociedad, fundaron el Colegio Sagrados Corazones.
39Siguiendo la clasificación de Crespo, tenemos que las turcas eran comerciantes, las
norteamericanas e inglesas, ejercían la profesión de profesoras. Las alemanas en general,
eran propietarias. Se decía que todo este elemento extranjero, cuya presencia en la ciudad
era señal de progreso y bienestar, se distinguía por sus hábitos de orden, amor al trabajo y
afecto al país. Por eso gozaban de “gran estimación y simpatía”, en medio de todas las
clases sociales de la ciudad.84 Cabe mencionar, que ni en las listas de huérfanos de la Casa
de Caridad, ni en las del Hogar Villegas aparece algún huérfano de origen extranjero. Los
niños abandonados eran mestizos.
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41El término medio de vida del hombre a nivel de varios países, estaba entre 50 y 55 años.
En Bolivia en 1909, dicho término medio era diez años menos, o sea, la esperanza de vida
era de 40 a 45 años.85 El descenso a partir de los 41 años era notable, a tal punto que el
número de habitantes cuya edad estaba entre 61 a 70 años, era apenas la mitad del grupo
inmediato anterior. El grupo de 40 a 45 años era el más frágil después del de cero a cinco
años. La relación entre mortandad y natalidad era de 5 a 686, de modo que la población
tendía a aumentar aunque dificultaban su incremento la escasez de subsistencias y la falta
de higiene pública, y aún privada.
42El censo de 1909, muestra que antes de cumplir el primer año de nacimiento, moría la
cuarta parte de los hombres y antes de cumplir los seis años habían muerto el 40% y a los
22 años llegaban solamente la mitad.
47Los que aparecen como “sirvientes”, eran los asistentes domésticos en general. Entre los
estudiantes estaban los juristas, teólogos, los escolares escolares. Los propietarios eran
quienes vivían de sus rentas sin ejercer oficio ni profesión alguna. Los mineros eran los
propietarios de minas, empresarios gerentes, mayordomos y obreros en minas e ingenios.
Los chicheros, los que fabricaban chicha. Los arrieros eran aquellos dedicados a cocheros,
carreteros, chalanes, jefes y peones de recuas, domadores.
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48Por músicos estaban anotados los autores y operarios. Los bayeteros se dedicaban a
fabricar telas de bayeta y todo género de tejidos de lana, algodón, vicuña. Por profesores; se
generalizó a todos los educadores, pedagogos y todos los maestros de enseñanza primaria,
secundaria, profesional y artística. Por ingenieros a quienes ejercían las profesiones de
arquitectos, agrimensores, topógrafos, agrónomos, geógrafos, de minas, civiles.88
Cuadro 1.12
51Con respecto a la religión, en Bolivia había libertad de cultos. De los 76. 559 habitantes
que tenía La Paz en 1909, 75.863 eran católicos y 696 eran disidentes, entre los cuales un
cincuenta por ciento pertenecían a la iglesia metodista.
52En relación al estado civil de la población, si comparamos las cifras de uno y otro censo,
es notable la disminución en las cifras de los casados, evidenciando una disminución de
3.428 personas desde 1902 hasta 1909. Los solteros aumentaron a casi el doble, debido a la
migración indígena, la migración nacional por cambio de sede de gobierno, y la afluencia
de población extranjera de principios de siglo. Estos últimos fueron en su mayor parte
musulmanes, llamados comúnmente árabes, que llegaban solteros solos o menores de edad
dependientes de sus padres. Por otra parte, las mujeres casadas eran las que más habían
disminuido con relación a los hombres. Los viudos también mermaron, pero no en
proporciones tan elevadas como los casados. Sobre 5.489 viudos que había en 1902, en
1909 solo aparecen 3.914. En cambio los solteros habían aumentado la población en
proporción bastante considerable. Este aumento fue, en cifras absolutas, de 21.369, y en
proporcionales del 100%.
Cuadro 1.14
55Como incipiente ciudad industrial, La Paz tenía fábricas de cerveza, licores, cigarrillos,
tejidos y jabón y establecimientos de peletería y otras manufacturas. Todo este movimiento
económico representaba tan solo millones de bolivianos como producción exclusiva de la
ciudad. El comercio estaba sostenido por la importación de artículos europeos de toda clase
y por la exportación de metales de estaño, cobre, plata, oro y productos agrícolas como la
coca, café, goma, quina, cacao, tabaco y otros. Tres bancos y varias agencias bancarias
facilitaban las transacciones. La población extranjera era mucho más numerosa que en
todas las otras ciudades del país.89
59Así como en Europa medieval, los artesanos coloniales constituyeron familias enteras
dedicadas a un oficio, en Bolivia, siguiendo patrones ancestrales, también el trabajo
artesanal fue de tradición familiar.93 Tan es así, que los inmigrantes pertenecientes a
familias de artesanos se arrimaban al trabajo de sus parientes en la ciudad de La Paz.
Documentos entre 1920 y 1930, muestran que era frecuente que la mujer y los hijos se
desempeñaran en el mismo oficio artesanal que el padre de familia, en costura o sastrería,
panadería, zapatería. Además, entre las mujeres hubo también plateras, hilanderas,
pollereras.94 Entre los hombres se dedicaban a la sombrerería, tintorería y carnicería.
Estaban ubicados en los antiguos barrios de indios que eran San Pedro y San Sebastián.
60Era también común, –y la práctica pervive hasta ahora–, que los artesanos desempeñasen
más de un oficio, así los panaderos eran también comerciantes, las dueñas de tiendas, eran
también curanderas y cocineras, al tiempo que tejían mantas y labraban sus chacras. En los
años 20 apareció también en la ciudad de La Paz, un pequeño sector fabril, con la
instalación de fábricas de cerveza, harina, telas, licores. En las fábricas trabajaban también
mujeres. Los niños ayudaban en los mercados y en el servicio doméstico, como hijos de
sirvientas o como pequeños sirvientes, entregados por sus propios padres, a familias para
que se valieran de ellos. A través de esos quehaceres y por la proximidad a la población
criolla blanca y costumbres occidentales, se produjo paulatinamente una ciudad mestiza.
61Las oportunidades ofrecidas para la mujer eran mayores, ya que eran muy requeridas en
el servicio doméstico,95 así como también en el comercio. La convivencia de las mujeres
indígenas en las casas de españoles, les hizo asimilar la nueva cultura, imprimiendo
también ellas sus propias costumbres sobre todo en los niños de las familias a las que
atendían, muchas atendieron a los hijos de los patrones desde el amamantamiento,
produciéndose de esta manera la interacción permanente de mestizaje cultural. Algunas
sirvientas domésticas trabajaban en el trabajo por obligación rotativa, ya que provenían de
la hacienda del patrón. Las sirvientas o cocineras de mayor categoría, mestizas, que tenían
casa aparte en la ciudad, cobraban salario, aunque, como las otras, vivían en la casa de sus
patrones. Muchas de ellas criaban junto a ellas a sus propios hijos, cargándolos en la
espalda con aguayos, o mantas autóctonas.
62El mestizaje no fue solo resultado de uniones de blancos e indios. A lo largo del período
colonial hubo importante modificaciones de los elementos de identificación de ciertos
grupos indígenas, algunos de los cuales comenzaron a adquirir vestimenta española, por
ejemplo los caciques posiblemente porque representaba un status social elevado en la
sociedad colonial, representando un mestizaje cultural, aunque previamente tenían que
darse ciertas condiciones como la adquisición de oficios y el aprendizaje de la lengua
castellana. Así también las transformaciones sociales fueron erosionando el sistema de
castas, siendo que muchas de ellas se consideraban españolas incluso si parecían “más
mezcladas que el chocolate”. En todo caso a principios del siglo XX, el censo mostró que la
ciudad tenía casi equitativamente la misma población indígena, mestiza y blanca (38% de
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63Ahora bien, a los mestizos se les ha llamado también cholos, connotación cultural de
diferenciación peyorativa de los blancos. A su vez los criollos eran en gran parte mestizos-
criollos a diferencia de los mestizos cholos.97 El cholo como tal, ha sido definido infinidad
de veces desde Gabriel René Moreno a fines del siglo XIX, quien lo llamó altoperuano
destacando su comportamiento como advenedizo, traicionero, de dos caras. En el sentido en
el que interesa para esta tesis el mestizo, el cholo es el mestizo descendiente de inmigrantes
indígenas que se asienta a vivir en La Paz y que como producto de la aculturación va
adquiriendo cada vez mayor semejanza con los criollos. Las familias mestizas o cholas
concertaban con amistades o compadres criollos, para encomendar el cuidado de los hijos
mediante diversos acuerdos. De esa manera, algunos niños al ser ahijados de los señores de
la casa, les servían en los quehaceres domésticos, a cambio de techo y comida.98
65Los miles de detalles de cada día eran los que marcaban las diferencias con los sectores
criollos, y en este punto, la versión mestiza femenina, era mucho más evidente que la
masculina. Quienes conseguían acomodarse mejor en la ciudad, eran los que tenían un
oficio como los albañiles, cargadores, comerciantes, quienes mantuvieron siempre lazos
con sus comunidades de origen.100 Las condiciones de vida de los mestizos –que eran
24.515 en 1909–, eran insuficientes en salud e higiene debido a la pobreza generalizada.
Una práctica común, que persiste hasta nuestros días era el dar a luz en sus propias casas,
tal como lo fue a principios del siglo XX en todas las capas sociales, pero los niveles se
diferenciaban en la higiene y la comodidad. Un médico boliviano que escribió un libro de
Puericultura a principios del siglo XX, decía que la mayor parte de la gente del pueblo vivía
en condiciones precarias, lo que imposibilitaba la atención médica y obstétrica más
elemental, por lo que la asistencia a domicilio era posible solamente en las familias
acomodadas que gozaban de una situación económica holgada, siendo la internación en la
Maternidad una necesidad urgente entre las madres obreras.101
66En lo que respecta a la relación entre la gente de clase alta y la de clase media baja
constituida por mestizos o cholos, ésta era de agresividad y menosprecio. Los documentos
de la época distinguen a una mujer de clase alta llamándola “señora” y a la chola e indígena
simplemente como “mujer”. Definiendo la clase obrera, Medinaceli hace una diferenciación
entre el sector asalariado y aquellos que realizan una labor artesanal. Dada la incipiente
industria nacional los obreros en los años 20, constituían un sector muy reducido, mientras
que el artesanal era mayoritario. Lo étnico marcaba fuertemente la estructura social,
distinguiéndose gradaciones donde los albañiles ocupaban el lugar más cercano a la cultura
india, carpinteros y sastres resultaban intermedios, mientras que los tipógrafos, se
encontraban como parte de los “blancos” de las ciudades.102
67Las mujeres también se diferenciaban en niveles, así las cocineras o culinarias como se
las llamaba, tenían un nivel mayor que las sirvientas. Hacia los años 30, tanto los
asalariados como los artesanos se organizaron en la Federación Obrera del Trabajo (FOT)
la Federación Obrera Local (FOL). Las mujeres en la Federación Obrera Femenina (FOF) y
el Sindicato Femenino de Oficios Varios, que formaban parte de la FOL. En este último se
agruparon mujeres empleadas de pensiones, hoteles y algunas domésticas. En la lucha por
la jornada de ocho horas las mujeres de estos grupos tuvieron participación activa. Tanto
los anarquistas, –llamados “libertarios”–, y los comunistas –conocidos como
“autoritarios”–, estaban insertos en estos grupos. Ambas tendencias se sucedieron una a
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69Con los párrafos anteriores he querido trazar el ambiente social de la ciudad de La Paz a
principios del siglo XX, porque no sería posible hablar de la pobreza, la marginación social,
de las condiciones precarias de salud e higiene en toda la ciudad, sin el análisis de la
población. La atención que se comenzó a dar al niño en la sociedad que acabamos de
describir, fue acorde al problema de la sociedad, que era contradictoria, pues una elite
minoritaria trataba de excluir e ignorar al mestizo y al indio como parte integrante de la
comunidad, siendo que eran las dos terceras partes de la población. Ese problema va a ser
arrastrado a lo largo de todo el siglo XX. Con la Revolución Nacional de 1952, los
indígenas y las mujeres alcanzaron el voto universal, los campesinos recuperaron sus
tierras, con muchísimas dificultades de trabajarlas para su mejoramiento vital, sin embargo
constituyó una revolución social importante, sin la cual hoy en día no habría llegado al
gobierno un Presidente indígena, como tenemos actualmente.
Notas
54 La capital es Sucre.
60 Mal de altura. La Paz se encuentra a 3.600 metros sobre el nivel del mar.
62 Luis S. Crespo fue Secretario de la Comisión Central del Censo efectuado en la ciudad
de La Paz el 15 de junio de 1909, trabajo que dio lugar a una publicación sobre los Censos
levantados de la ciudad el año 1910.
65 Las torres fueron construidas recién para en el año 1988, para la visita del Papa Juan
Pablo II a Bolivia.
67 San Francisco era una parroquia española pero que quedaba ubicada extramuros de la
primera fundación española. O sea que era considerado barrio de españoles y de indios.
72 Ibid., 86.
73 Alguna vez en el intento hubo quien se enganchó en la manta de una chola (mujer
mestiza vestida a la usanza española del s. XVIII), y mientras el joven corría detrás del
tranvía para devolver la manta a la chola, ésta le gritaba: “ladrón, ladrón”. Comunicación
verbal de Jorge Escobari.
75 Los indios y sus hatos de llamas, tenían prohibido el ingreso al Paseo del Prado y a la
plaza Murillo.
82 Año en que se inicia una hambruna en la ciudad que duró diez años.
84 Ibid., 55
85 Ibid., 57.
86 Ibid., 57.
87 Ibid., 66.
88 Ibid., 64.
93 Desde el siglo XVI fueron trasladados a la ciudad o acudieron por su propia voluntad los
indios yanaconas libres, o mano de obra especializada en oficios tales como sombrereros,
veleros, tintoreros, sastres, zapateros y otros, constituyendo el paso entre del yanacona pre-
hispánico al artesano colonial.
97 Ibid.
99 Mujer indígena vestida con pollera española del siglo XVIII, y que se mantuvo en
determinada clase social hasta nuestros días como muestra de su origen mestizo. Pero,
como dice Ximena Medinaceli, no es lo mismo una chola de tradición paceña que una
lechera de los barrios aledaños de Obrajes o Calacoto, aunque también fuera de pollera. La
primera tendrá un rango social superior.
102 Silvia Rivera y Lehm Zulema, citadas por Ximena Medinaceli, 1989,.94.
Índice de ilustraciones
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Leyenda Fuente: Luis S. Crespo. Censo Municipal de La Paz, 1909. La Paz, 1910.
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Título Cuadro 1.7 Inmigración del interior del país a La Paz 1910
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Texto NotasIlustraciones
Texto completo
1En una ciudad de aproximadamente setenta mil habitantes, de los cuales la mayor parte
eran indios y mestizos, –la mayor parte analfabetos, con escasas costumbres de higiene
personal y ciudadana y carencia absoluta de medios para proporcionársela–, la incidencia
de la mortalidad general y en especial de la niñez no era algo que debía extrañar. Este
capítulo trata de las condiciones de salud y pobreza en la ciudad, el imaginario colectivo
respecto a esas debilidades puesto en evidencia a través de las actitudes municipales y de
los artículos periodísticos que expresaban el sentir ciudadano.
2En definitiva, procuro mostrar esos elementos de salud y pobreza como causas
importantes del abandono de menores, puesto que la mayor parte de los expósitos traían
alguna enfermedad endémica o habían quedado huérfanos por aquellas causas. Eran pobres,
aquellos que no tenían lo mínimo para vivir, como ser techo propio, alimentación y vestido.
Sin embargo, en La Paz existía y existe lo que se llama “cultura de la pobreza”104, que no
es privación de algo, como se entendería en una sociedad de consumo, sino que la cultura
de la pobreza adopta normas de conducta especiales para combatir los sentimientos de
desesperación. El elemento básico de la cultura de la pobreza, es la despreocupación del
pobre respecto a las instituciones más importantes de la sociedad, hacia las cuales sience
suspicacia y apatía. Los pobres, en el caso de La Paz. eran mayormente indígenas, que
tenían otros parámetros y valores en la vida, como por ejemplo, el no abandono de niños
huérfanos, aunque la familia no fomentara la infancia como un estado temporal al que había
que proteger. Los indios que llegaban de inmigrantes a La Paz, que carecían de casa propia
y lo mínimo indispensable en una ciudad, pasaban a conformar el grupo de los pobres,
motivo por el cual fueron objeto de la beneficencia.
3En otras ciudades del mundo, en las primeras décadas del siglo XX, se comenzó a
relacionar cada vez más la higiene con la salud y esas noticias movieron al gobierno
municipal, que empezó a preocuparse por mejorar las condiciones sanitarias de la ciudad,
para evitar la repercusión en epidemias que era un permanente peligro.
4Las miserias de la ciudad, se dejaban sentir cuando se escribía, –haciendo eco del
imaginario ciudadano–, que tres mil defunciones de un total de setenta mil habitantes al año
era demasiado. Se consideraba urgente necesidad, realizar varias obras públicas tales como
la extensión del alcantarillado, el alejamiento de los hospitales del corazón de la ciudad, y
la vigilancia continua de los lugares de expendio de artículos de consumo, donde las
normas de higiene que debían ser estrictas eran prácticamente inexistentes.105
8En 1917 las ordenanzas de salubridad emanadas de una comisión médica especial,
recomendaban a los médicos poner en conocimiento del Instituto de Higiene cualquier caso
sospechoso de enfermedad epidémica. La ordenanza alcanzaba a propietarios de casas e
inquilinos, jefes de cuarteles, superiores de conventos, directores de establecimientos de
enseñanza, casas de beneficencia y penitenciarias, dueños de hotel y de fábricas.
9Alarmado por los resultados, el Concejo de la ciudad inició en 1917 una Visita
intempestiva a las casas de la ciudad. Empezó a revisar los servicios más rudimentarios de
higiene, constatando que muchas de ellas carecían de inodoro, hecho de singular
importancia para la propagación de la epidemia de fiebre tifoidea, que se vivía en esos
meses. Paralelamente reorganizó el servicio de carros basureros, clausurando y multando
con fuertes penas a quienes infringían el aseo de la ciudad dejando basura, debajo de los
diversos puentes y aumentaron las cuadrillas de limpieza, para destruir los basureros que
existían en los alrededores de la ciudad por medio de la incineración de residuos con
petróleo.106
10La comisión médica, que había recomendado la acción anterior, determinó que el agua
que abastecía la ciudad era impura, debido a que la toma del nevado de Milluni se
encontraba en su mayor parte descubierta existiendo habitantes en esa región que la
contaminaban continuamente.107 Como medida de urgencia, se empezó la construcción del
alcantarillado en la ciudad, así como la instalación de agua potable en las casas y el
establecimiento de filtros, para disminuir la mortalidad que en ese tiempo se equiparaba a
las más graves del mundo junto con Calcuta y Hong Kong.108 Se instalaron entonces, –
paralelamente–, doscientos cincuenta inodoros en casas de la zona del centro de la ciudad,
conforme a una muestra existente en la Oficina de Higiene, sin embargo, la falta de un
sistema adecuado de alcantarillas y aún la absoluta ausencia de ellas, hizo que no se pudiera
obligar a muchos propietarios a hacer las instalaciones correspondientes.109
12De la misma manera se hizo patente la manera de ser del populacho cuando raíz de la
epidemia de gripe en mayo y junio de 1918, que al parecer produjo estragos, –ya que se
tuvieron que cerrar casi todas las oficinas privadas y públicas de la ciudad–, se recargó el
trabajo intenso de la policía municipal, que constató la ausencia total de educación
higiénica de la población, que miraba con recelo y como acto de hostilidad toda medida
tendiente a mejorar el estado sanitario general.
13En una ocasión, para terminar con el problema de saneamiento ocasionado por la
epidemia de tifoidea,112 el concejo municipal realizó ventas directas de carne de res en los
mercados de San Agustín y San Francisco a un precio accesible113. El éxito fue total y la
afluencia de gente fue tal, que el Concejo Municipal tuvo que autorizar la ampliación del
local.114 Sin embargo, el problema no radicaba en la oferta de sanidad que se hacía a la
población sino en el desarraigo de costumbres anteriores.
14Con frecuencia fue preciso aumentar el personal de policía, con cuatro agentes y seis
gendarmes, así como organizar cuadrillas extraordinarias de limpieza, con las que se hizo
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15El mayor problema de aseo de la ciudad y que enfrentaba decididamente al pueblo que se
encontraba en los mercados. En esos años, existían los mercados de San Agustín y San
Francisco y como secundarios los de flores, delante de la iglesia del Carmen, en la calle
Comercio; de la Plaza España; de la Plaza Riosinho y de la Plazuela Alexander. La policía
tuvo que librar verdaderas batallas, para desarraigar las costumbres que tenían las mujeres
en los mercados, habiendo fracasado en muchas tentativas, por la tenaz y decidida
oposición de las vendedoras quienes cocinaban, comían, criaban a sus hijos y hacían vida
de familia en el mismo mercado. Tan era así, que la higiene en los mercados fue
denominada de exótica, o imposible de poder establecer, ya que era un foco de infección
permanente.115
16En 1919, la policía municipal contaba solamente con dos cuadrillas de aseo, para atender
la limpieza de toda la ciudad, contrastando con las cuatro que hubo dos años antes, pues las
anteriores fueron disueltas apenas se logró controlar la epidemia del año anterior. El aseo
diario de la ciudad, era atendido limpiando muladares, el arreglando calles, el lecho de los
ríos y otros trabajos secundarios igualmente necesarios. Se tuvo que añadir entonces otras
cuadrillas llamadas de vagos,116 o indígenas sin oficio a quienes se les obligaba a limpiar
la ciudad.
17Esta situación dio lugar a que se cometiesen infinidad de abusos contra ellos, y si bien el
sentir ciudadano se expresaba por voz de los concejales para que los vagos trabajaran, el
pueblo manifestaba su disconformidad con el atropello de quienes los capturaban sin su
consentimiento, cuando su “única desgracia era haber caído en manos de gendarmes al
pasar por las inmediaciones de la policía municipal”. Los agentes municipales continuaron
haciendo inspecciones domiciliarias diarias, recorriendo toda la población y dando cuenta
en parte escrito a la Intendencia, la lista de los infractores a la ordenanza de aseo.
18En los años veinte, el aspecto urbano no era mejor. Las páginas de los diarios dejaban
entrever sentimientos de asco y de indecencia, cuando en 1928 hablaban de un “corral con
moscas” al lado de una escuela municipal, ubicada en la misma avenida, al tiempo que
admitían pudorosamente, que “creaba pésimo ambiente para los niños que por allí
circulaban”.117 Se trataba de la avenida Ecuador, ubicada en un barrio que comenzaba a
ser residencial en la ciudad, que olía a putrefacción y además hacía resbalar al transeúnte en
el fango nauseabundo.
19Por si fuera poco, al final de la pintoresca avenida 16 de Julio, más conocida como El
Prado o La Alameda, se encontraban las calles Landaeta y Batallón Colorados, que
apestaban a estiércol y hedor tal que apenas han dejado huella en los escritos de la época.
La aglomeración de tierra y basuras, proporcionaban pasos resbaladizos, al punto que la
gente que debía cruzar las calles, no sabía si buscar lugares donde pisar, taparse la nariz,
levantarse la ropa para no ensuciarla o mantener las bolsas que llevaba.118 Tampoco
existían en la ciudad, depósitos de basura en las afueras de la población. No faltó quien en
un intento de dar soluciones al conflicto, encontró como único remedio encargar a una
comisión de ingenieros el estudio de la cremación de las basuras y su aprovechamiento
industrial, al igual que ocurría en la ciudad de Antofagasta.119 Hacia los años treinta, –
como en años anteriores–, la falta de agua potable era un mal latente, la red completa de
alcantarillado, era inexistente para las ciento veinte mil personas que habitaban la ciudad.
Para el suministro del líquido elemento, funcionaban solamente canales defectuosamente
trabajados.
20Ningún lugar más apropiado y elocuente para apreciar el grado de suciedad y abandono
en que se hallaban las calles y plazas, como la plaza principal de la ciudad. Allí tenían
cabida todos los desperdicios, cáscaras de fruta, papeles, basuras de toda variedad y para
remate, los enormes manchones que dejaban los llokallas120 lustrabotas con sus tinturas.
Todas las aceras, eran una continua mancha negra de tintura, el pedestal de héroe máximo
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21También como en años anteriores, la jefatura de la policía urbana culpaba del mal
aspecto de las principales calles a la ciudad contribuía la gran cantidad de indígenas,
hombres, mujeres y niños, que transitaban por la Plaza Murillo y la calle Comercio. La
policía haciendo eco del sentir de quienes querían que la ciudad tuviera otro aspecto les
prohibió el acceso a dichos lugares, indicándoles además el límite a que debían regirse para
su tránsito en las calles principales y sus adyacentes.
22La segregación racial era una norma, según ellas la policía y la municipalidad, podían
disponer de la reglamentación del tráfico, de la descongestión de los núcleos de mayor
actividad ciudadana, de la presencia de vendedores ambulantes y la marginación de
indígenas. Con ello trataban de dar una “mejor estética a los principales paseos” y mayor
facilidad de tránsito a los peatones, que no eran otros que la “gente bien”, la gente decente,
la que no era mestiza ni indígena.
23Como de todas maneras no había cómo deshacerse de los indios, que poblaban la ciudad,
el concejo instruyó al burgomaestre para que tomara medidas y a los periodistas para que
escribieran en los periódicos artículos que expresaran un deseo de progreso, copia del
mundo occidental que rodeaba al país y que les era imposible recrear. Creía el Concejo
Municipal, que la población en general estaba acostumbrada a la actividad urbana donde
predominaba la clase indígena y el verlos transitar las calles “no les causaba mayor
impresión, pero cuando un extranjero observaba esa inútil aglomeración de indios en la
Plaza Murillo”, ya sea sentados en cuclillas “en posturas un tanto simiescas”, o en las
aceras de palacio legislativo, o en las escalinatas del monumento a Murillo, el aspecto de la
plaza principal “adquiría contornos de aldea africana”, entonces nada más apropiado que
reglamentar el uso y abuso que hacían los indígenas de los más concurridos centros de
paseo, o simplemente de actividad urbana”.122 El imaginario de la época no creía que el
indígena pudiera algún día urbanizarse.
24Alcides Arguedas,123 escribió en esos años un libro que causó malestar en la sociedad
boliviana hasta hoy. Condenó a la elite gobernante, como incapaz de lidiar con la
heterogeneidad étnica. En los comienzos del siglo, que es cuando escribe su obra, Arguedas
calificaba ai indio y al mestizo, como heredero de alcoholismo, holgazanería y pereza.
Decía, que todo se había ido “acholando, aplebeyándose, ordinarizándose como todo se
achola y se ordinariza en Bolivia hace muchos lustros, o desde la colonia, el más
avasallador y el único que explica racionalmente y de manera satisfactoria su actual
retroceso”. Franz Tamayo, creador de la “Pedagogía Nacional”, escribió también en ese
tiempo, que el problema del indio era cuestión de educación. Se le debía educar para
progresar.124 Pero como la mentalidad es lo último que cambia, el Concejo Municipal
actuaba y tomaba medidas de acuerdo al imaginario decimonónico, que era tratar al indio y
al mestizo de manera segregacionista, como ser inferior y rudimentario.
26El municipio, como ejecutor del sentir ciudadano, se preocupó por procurar a la
población infantil espacios y parques recreativos, con el fin de que no invadieran el espacio
público. La queja principal era que a falta de parques los niños, incluso los ricos se
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27Uno de los sitios donde se veía jugar a los niños era el “óvalo”126, pero era invadido por
los niños huérfanos del Hospicio San José, quienes se amontonaban en el óvalo, por falta de
espacio. La Plaza Abaroa, que en ese entonces era un solar abandonado y cenizal, era
mencionada como futuro parque recreacional de niños. Sin embargo, el problema no fue
solucionado ni en los años treinta, cuando los menores ocupaban las calles, como canchas
de juego popular, con la consiguiente queja de las personas mayores.
31De todas maneras, existía la conciencia incipiente de crear espacios verdes en una
ciudad, donde hacer crecer un solo árbol, era toda una proeza, por la sequedad y aridez del
clima. Pero está visto que el ciudadano en general no velaba solamente por la salud física
de los niños, sino también, –al decir de la prensa–, por la salud mental, ya que también se
denunciaba que muchos niños no acudían a clases, por entrar a los cines a cualquier hora,
especialmente en horas de la noche. Una vez más, los agentes municipales eran quienes se
daban a la tarea de acudir a las salas de cine con objeto de controlar el ingreso de menores
de edad en horas inadecuadas. Asimismo, controlaban que en las noches no se dieran
funciones dobles, ya que peligraba la salud de los espectadores por el excesivo frío.130
33En los primeras décadas del siglo XX, se presentaron fuertes epidemias de gripe, viruela,
fiebre tifoidea, coqueluche y tos ferina en La Paz. Si bien es cierto que se producían por
contagio de virus, las condiciones sanitarias en las que vivía la ciudad, contribuían a su
propagación. Entre 1903 y 1912, la mortalidad infantil en la ciudad era muy alta respecto al
número de nacimientos.132 Entre 1903 y 1914, una epidemia de viruela presentó la mayor
cantidad de muertes en la población en general. La posta de salud municipal llamada
“Lazareto”, tuvo novecientos doce enfermos mayores y menores, de los cuales fallecieron
doscientos sesenta y dos. Los informes mostraban alarma, destacando que de nada servían
las vacunas que se producían en Sucre, para cubrir las necesidades de todo el país, pues
aparentemente tuvo resultados favorables solamente en esa ciudad.
Fuente: Ernesto Navarre. La Mortalidad infantil en la ciudad de La Paz. Esc. Tip. Colegio
Don Bosco. La Paz, 1914.
35A pesar de que el municipio dispuso que todos los casos de viruela, debían denunciarse a
la posta “Lazareto” bajo pena de una multa fijada por ordenanza, no se podía frenar los
decesos y en un solo día el cementerio General, registró 11 entierros de menores de dos
años, víctimas de ese mal.133 Los datos anotados en los libros del hospital “Lazareto”
sobre los casos de viruela entre 1903 y 1914 fueron los siguientes:
36El cuadro 2.1, muestra una aparente tendencia decreciente de muertes por viruela, sin
embargo, al Instituto de Bacteriología, le parecía que 823 decesos (Cuadro 2.2) por viruela
el año 1915, era una cifra demasiado elevada. Según el Informe del jefe de Bacteriología,
de la “aterradora” cifra de muertos por viruela, se debía a la falta de rigor en la aplicación
de la ley, que había declarado obligatoria la vacuna. Los 159 fallecidos el año 1915,
(Cuadro 2.3) en una ciudad de 100.000 habitantes, mostraba que la proporción era
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Cuadro 2.4. Dosis de vacuna contra la viruela repartida por departamentos 1916
38Un saber general, que fue refrendado con un escrito del médico Eduardo Navarre, era
que en los meses de septiembre, octubre y enero, cuando la temperatura de la ciudad era
más elevada, el clima descomponía los alimentos, ocasionando propagación de las
enfermedades gastro intestinales. En cambio, observaba mortandad mínima en los meses de
marzo, abril y mayo, y menos aún en la temporada de invierno de junio a agosto, aunque en
este mes se propagaban las enfermedades del aparato respiratorio.135 La relación entre
mortalidad y pobreza era directa. Solamente habría que añadir que incidía más en las clases
populares indígena y mestiza, donde el recién nacido estaba privado de cuidado especial,
criándosele en ambiente destemplado con ropas ásperas y sucias. Asimismo, prescindían de
médico o comadrona, que le atendiera y dictara reglas para su cuidado. Tan era así, que se
consideraba prácticamente un milagro que sobreviviera a tales condiciones.136
40Fue por esa razón, que Concejo Municipal Determinó, que la Oficina de Higiene y
laboratorio químico municipales, funcionaran todos los días de nueve a once de la mañana
y de una a cinco de la tarde. Además formó una cuadrilla de funcionarios, para que fueran a
vigilar y estudiar el estado de higiene de todos los establecimientos públicos, tales como
sanatorios, clínicas médicas y odontológicas, boticas, casas de beneficencia, hospitales,
asilos de inválidos, asilos de niños, colegios, conventos, cuarteles, restaurantes, posadas,
dulcerías, fábricas de bebidas y alimentos, mercados, mataderos, fábricas industriales,
curtiembres, jabonerías, velerías, teatros, cines, circos. En su visita, pasearon por las
cocinas, donde se elaboraban de las bebidas y alimentos, medicamentos y estado y vigencia
de los productos comerciales.
41En 1930, volvió la epidemia de viruela, que se expandió a las provincias del interior del
departamento de La Paz. En junio de 1930, cuando ocurría la revolución que derrocaría al
presidente Hernando Siles del gobierno del país, poniendo en su lugar una junta de
gobierno, el médico y escritor Jaime Mendoza, lamentaba por la prensa, que por entonces
nadie estaba con la calma suficiente, para ocuparse de asuntos sanitarios habiendo tanto que
hacer con la revolución, pero que así como en esos días, hubo muchas bajas con las balas,
también acaeció que en diversos puntos del departamento el azote de viruela era atroz.
43Al interior de la ciudad el Informe Municipal de 1930, (Ver cuadro superior) decía que
en años anteriores los índices de defunciones de niños correspondientes a las enfermedades
infecto contagiosas, como ser viruela, sarampión y coqueluche eran realmente altas,
llegando hasta un 80 y 85% de la mortalidad infantil total. En los tres últimos años se
46Cuatro años después, en 1919 se publicaba en la prensa, que la gripe había causado la
muerte entre mucha gente adulta, y que en los niños se presentaba en forma de coqueluche
y tos ferina. Solamente en un día, el 19 de junio de ese año, se enterraron dieciséis
personas. Dos días después se enterraron treinta y siete. Nueve murieron de neumonía, siete
de ellos fueron niños menores de un año. Comentaba la prensa que esa era la mitad del
promedio registrado una semana antes, y que los carros mortuorios municipales no daban
abasto con la traslación de cadáveres. Fuera de la viruela, que era el primer azote epidémico
en 1903, la alarma en la ciudad estaba centrada también en muchos barrios de la ciudad
donde había niños con mal de rabia, los llamados “rabiolosos”, que contraían la
enfermedad, por mordedura de canes callejeros con mal de rabia. Sin embargo, esas cifras
no registraban la población indígena, de la que se comentaba que había que habilitar otro
cementerio en la zona de Caiconi, Miraflores, ya que “morían a montones”.139
2.5 Tifoidea
47El 23 de agosto de 1917, el Concejo Municipal alertado por la existencia de gran número
de casos de fiebre tifoidea, que atacaba tanto a mayores como a niños, organizó una junta
de sanidad, quien demandó información a las autoridades médicas sobre las causas de la
epidemia. Otorgaron al proyecto cinco mil bolivianos para los gastos que fueren necesarios
y formaron grupos de inspección para analizar las aguas de la ciudad, el mercado público y
en especial las carnicerías y salchicherías, obligando a los dueños a acreditar la procedencia
de los artículos que vendían. Igualmente inspeccionaron diariamente las casas y sus letrinas
y cloacas. La consigna era desinfectar por completo la ciudad y especialmente las casas
donde había enfermos. A cada unidad familiar les dieron una cartilla con las prevenciones
higiénicas para que se resguarde de los peligros de infección. La comisión médica
determinó la necesidad inmediata de conferencias y charlas en los planteles de las
sociedades obreras y cuarteles para hacer tomar conciencia de los riesgos de contagio.140
48En el ámbito familiar, se recomendaba beber agua hervida, comer legumbres, fruta y
leche cocidas. En la habitación del enfermo, no debía encontrarse sino la persona encargada
de su atención, para esto debía ponerse un delantal antes de ingresar a la pieza. Al salir de
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49Según el cuadro anterior, era evidente que de todas maneras, la epidemia de fiebre
tifoidea iba siendo controlada en la población.
51Entre las causas inmediatas estaban la diarrea, la debilidad congenita, las afecciones
respiratorias, la diarrea que comprendía todo el conjunto de trastornos gastrointestinales
propios de la niñez, cuya alimentación se hacía sin un mínimo conocimiento nutricional.
Así los porcentajes de muerte infantil entre 1925 y 1927 se distribuyeron de la siguiente
manera: el 54% de niños por gastroenteritis, 30.9% por causantes congénitas y vicios de
conformación, 7.1% por meningitis simple, 1.4% a sarampión y el resto a otras
enfermedades.
54En 1927, volvió la temida viruela. Se anotaron 174 casos, de los cuales los niños
indígenas eran los que sufrían, y aunque en el ámbito nacional la vacunación era extensa,
sus beneficios no alcanzaban a los indios, que mantenían sus prejuicios contra la
vacunación. De todas maneras, ese año la viruela no fue la principal causa de muerte de
niños, sino primero estaba la coqueluche y sus complicaciones y trastornos nutritivos,
afecciones del aparato respiratorio, sarampión y recién la viruela. Ese mismo año se
calculaba que habían nacido vivos 2.786 niños, de estos correspondían 550 a la raza blanca,
a la mestiza 1.014 y a los indios 1.222. Estos datos acusaban mayor mortalidad en la raza
indígena que se encontraba diseminada y distante de las parroquias. Un año después, en
1928, murieron 2.133 niños, de los cuales 259 murieron el primer día de nacidos, de un día
a un año de edad murieron 1028 y de un año de edad a 7 años, 150. La cifra global de
fallecidos era de 3.330, correspondiendo al 64% a los niños de 0 a 7 años.
55En enero de 1928, se presentó una epidemia de fiebre tifoidea en la ciudad y un mes
después, hubo también un incremento alarmante de tuberculosis en la ciudad y varias
personas tuvieron la iniciativa de construir un nuevo pabellón en el Hospital de Miraflores.
El arquitecto elegido fue Emilio Villanueva, quien consideraba que lo primero que había
que prever, era el aislamiento del futuro hospital, cosa practicada “desde la época de las
leproserías medievales”. Sin embargo, el aislamiento interno, que servía eficazmente para
circunscribir ciertos virus epidémicos o esporádicos, tales como la viruela, el tifus, la
oftalmia purulenta, la difteria, tenía un valor relativo tratándose de tísicos. Según
Villanueva, había que seguir el ejemplo europeo, haciendo un refugio externo de tísicos,
por ejemplo sobre una terraza alta de alguna de las montañas que rodeaban la ciudad,
señalaba que esa sería una obra de higiene, altruista y humanitaria.144
56En 1928, los casos de viruela fueron encontrados en su etapa inicial, de manera que la
Oficina de Higiene Municipal, iba informando día a día el número de enfermos que se
encontraba y en qué casas de la ciudad. Como el pánico crecía en la ciudad, veintisiete
estudiantes de medicina empezaron un recorrido de los distintos barrios de la ciudad
vacunando a todos, hombres, mujeres, niños y ancianos; dueños de casa, inquilinos y
empleados de comercio.145 La enfermedad atacó como siempre principalmente a los niños,
y en muchos casos no fueron llevados al hospital. No había otra manera de expresar el
desasosiego general, que escribir en el periódico reclamando a la Oficina de Higiene por no
obligar a los padres a aislar a sus niños, conociendo la gravedad del caso.146
58Los años de la Guerra del Chaco (1933-35) trajeron varios elementos de conciencia de
corte socialista al pensamiento de la gente que escribía en los diarios respecto a la alta
mortalidad en infantil. Así se pensaba que la falta de higiene y buena alimentación en la
población menuda estaba relacionada con las bajas condiciones sociales de sus padres
pertenecientes a la clase asalariada que estaba mal remunerada. La insuficiente nutrición, la
vivienda malsana, la higiene precaria en barrios populares, el alcoholismo, la sífilis, la falta
de educación en puericultura de las madres eran causas directas para las afecciones
gastrointestinales y enfermedades de nutrición. La insuficiencia de hábitos de higiene,
constituía una verdadera catástrofe nacional y la causa residía totalmente, en el bajo nivel
de vida, que se podían dar los fabriles, los empleados públicos, los empleados del comercio
y obreros en general. Se empezó a discutir ideas, respecto a mejoras del salario, en directa
relación con nivel de vida y derecho a la vida. Un pensamiento mayoritario, era que la
mortalidad infantil, no disminuiría con creación de hospitales de niños, o dispensarios sino
con la elevación del nivel de vida del asalariado.148
60En La Paz, los meses de mayor frío son de mayo a agosto, en los cuales, al amanecer la
ciudad tiene un clima entre 2 y 5 grados C. La temperatura sube a mediodía hasta unos 15
grados C al sol y 9 grados C a la sombra. Entonces la vacación de invierno dispuesta
tradicionalmente por el Ministerio de Educación, era entre el 15 y el 30 de junio. Sin
embargo, todos los años, –hasta ahora–, los padres de familia, empezaban a tratar de
convencer a las autoridades escolares, –por medio de artículos en la prensa–, sobre la
necesidad de adelantar la vacación programada. De la misma manera, cuando llegaba la
fecha de reinicio de labores escolares, aparecían los artículos tendentes a retrasarlas. Como
las casas carecen de calefacción, el intenso frío constituía una causa –según muchos–, de
enfermedades y epidemias infantiles y escolares. Numerosos avisos de los padres de
familia, daban a conocer la cantidad ascendente de escolares enfermos de tos ferina y
afecciones gripales. Sin embargo, las autoridades se hacían rogar una semana para
prolongar la vacación invernal por una semana mas. Cumplida esta, prolongaban otra
adicional hasta completar el mes. Eso sucedía todos los años, pero nunca se programaba la
vacación por un mes directamente.150
2.7 Pobreza
61En los primeros años del siglo XX, se empezó a vivir en la ciudad una invasión de
hombres, mujeres y niños indígenas procedentes del altiplano, víctimas de las sequías y
consecuentes malas cosechas. Llegaron pobres y necesitados de amparo. Para atenderlos, el
Concejo Municipal contactaba con las instituciones de beneficencia, Iglesia y personas
particulares, para conseguir fondos y buena voluntad para procurar varias “ollas del
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63En esos años existía el “Certificado de Pobreza”, que era entregado a quienes se les
comprobaba su situación por la opinión de “alguna señora, señorita, o caballero de la
sociedad”. Sin él, los niños no podían recibir regalos de la Sociedad Protectora de la
Infancia que repartía a “todos los niños pobres de 2 a 6 años de edad”,152 ni atención
especial de emergencia de las sociedades de beneficencia, ni del Concejo Municipal que no
llegaban a ser recogidos por la municipalidad. Los mendigos que sobraban en la ciudad,
salían a las calles a determinadas horas, cuando la afluencia de gente era mayor, golpeando
las conciencias y la comodidad de los transeúntes. El Concejo se limitaba a llamar a los
ricos, para realizar labores altruistas y benéficas, moviendo sentimientos de culpa en torno
a compromisos de moral cristiana, para evitar el “bochornoso aspecto muy censurado por
propios y extraños, debido a la gran cantidad de mendigos, que ejercitaban los sentimientos
humanitarios de los transeúntes”.
107 Ibidem.
108 Ibidem.
109 Ibidem.
111 El “mundo al revés” es una expresión del cronista indio Felipe Guamán Poma de
Ayala, (1615), 1980, 215. La expresión también fue recogida por el mito Incarrí, que dice
que cuantío llegaron los españoles cortaron la cabeza al inca y la enterraron lejos de su
cuerpo. Cuando el cuerpo encuentre su cabeza y viceversa el mundo volverá a ser como
antes y no estará “al revés”. Lo cual quiere decir que los cambios ejercidos por los
españoles no son asimilados por el mundo indígena que se mantiene como en un letargo
esperando un cambio.
112 Memoria Municipal, 1917, 16. La carne fue vendida a 20 centavos la libra. Memoria
Municipal
1917.
116 La población indígena que estaba en la ciudad sin oficio fue llamada “vaga” desde
tiempos de la colonia. Estudios posteriores han comprobado que esa actitud “vaga” de los
indios obedece a una costumbre nativa de trabajo intermitente que les permite mantenerse
ajenos al quehacer occidental y muy cercanos a su propia actividad de subsistencia. Laura
Escoban, 2000, 122.
120 Llokalla, palabra aymara que designa al adolescente. Utilizada generalmente de manera
despectiva
123 En Pueblo Enfermo [1909], 1988, 85, describió de manera descarnada y realista la
inmundicia de que era presa la ciudadanía en La Paz. Su obra, máximo exponente del
138 Relata Mendoza que a penas su hija Martha pudo enviarle cuatro ampolletas de
vacunas
de modo clandestino, ya que no se contaba con ayuda oficial. Con ellas y con otras cuatro
que le envió el alcalde de Sorata, pueblo vecino, pudo vacunar algunas decenas de niños en
Índice de ilustraciones
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Título Cuadro 2.6. Total de defunciones por viruela Niños y Adultos. 1930
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Texto NotasIlustraciones
Texto completo
1El abandono de niños en La Paz, entre 1900 y 1948, se debía básicamente a la pobreza de
los sectores sociales de clase media y baja, y a los prejuicios morales imperantes en la
época. Como quedará establecido a lo largo de la exposición del presente capítulo, el
abandono al que nos referiremos, no se refiere solamente al hecho delictuoso de dejar a
criaturas recién nacidas debajo de los puentes, o en muladares, sino también al abandono
del cual eran objeto los niños de la calle y aquellos a quienes no les llegaba educación,
abrigo ni esperanza. El tema tiene mucho que ver con la falta de cuidados en higiene y
salud, como quedó establecido en el capítulo anterior.
2El presente capítulo comienza con la construcción del sentimiento social en torno al
concepto de niño, a principios del siglo XX en las diferentes clases sociales existentes en la
ciudad, luego construye el mundo marginal del abandono V orfandad de niños, para
finalmente aludir a las motivaciones políticas y sociales que tuvieron las instituciones
públicas y privadas en acciones concretas para su rescate, cuidado y reinserción social.
5La antítesis del sentimiento anterior sería la de un adulto que hubiera sido expósito y
criado en una institución de beneficencia. Sin ninguna prueba de que estuviéramos
equivocados, es aceptar como válido que la rememoración de su niñez le causaría hondo
dolor. Una entrevista a Cristina Alarcón,160 quien estuvo interna en el I logar desde sus
tres años, nos reveló todo lo contrario. Ella recuerda su paso por el Hospicio como la mejor
época de su vida, donde tuvo protección, alimentación y cuidado. Es decir un sentimiento
parecido al del poema de Alfaro, donde afloraba desde lo profundo del corazón, el recuerdo
de la ilusión infantil acompañada de canciones y felicidad íntima y pura. Algo que sólo deja
una infancia bien cuidada y cultivada.
6Otro acercamiento al sentimiento infantil, se tiene a través de cuentos para niños. Si bien
en su mayor parte, estuvieron destinados a imprimir en el niño enseñanzas morales, existe
un esfuerzo del adulto para representar su ingenuidad y sencillez.161 La mayor parte de los
cuentistas, fueron maestros de escuela como la escritora boliviana (1556-1928) Adela
Zamudio, quien no desaprovecha ninguna poesía ni cuento para reflexionar a los niños
sobre la piedad, la bondad, la solidaridad como en el cuento de Rendón y Rendín, donde va
reflejada la fidelidad del niño con su perro y viceversa o Violeta o la Princesa Azul y una
pieza para títeres titulada El Castillo Negro.162 Ambos autores dan a sus obras matices
regionales, haciendo referencia a juegos o lugares típicos de Bolivia, pero mientras Alfaro
clama fervientemente en muchos poemas publicados en textos escolares, el infortunio de
los niños indígenas, Zamudio insiste en la reflexión moral.
7Los niños de clase alta, pertenecían a familias criollas tradicionales y tenían un buen pasar
en la vida, por el bienestar que proporcionaba la riqueza proveniente de haciendas,
comercio o minas de sus padres. Eran niños sin penurias ni miseria, con sentimientos libres
de necesidades materiales, de hambre y de dolor:
8Los padres dirigían la sensibilidad de sus hijos hacia mundos etéreos, que nada tenían que
ver con la realidad en la que vivían. Las niñas, como todas las niñas del mundo occidental,
soñaban con ser las princesas y los niños con ser los héroes. Los relatos autobiográficos son
en este sentido, una fuente importante.163 Cuenta Alberto Crespo, que cuando tenía diez o
doce años,(l910-1920) su padre, le hizo leer todos los libros de Emilio Salgari y Julio
Verne, que eran muy leídos por los niños de su generación, al igual que en el resto del
mundo. Clemencia Ernst,164 recuerda que ella y sus hermanos, hacían concurso en las
noches para ver quién recordaba mejor los detalles de los libros de Salgari o Verne.
Imaginaban así al corsario negro, Sandokán y una serie de cuentos piratas y aventuras.
También leían los cuentos de los hermanos Grima, que venían en el Tesoro de la Juventud,
colección que llegó por ese entonces a La Paz, en edición de lujo de 12 tomos y estuvo en
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9Los libros de primeras letras eran traídos de España, especialmente el libro de lectura
ETB, en la década de los veinte.166 Luego las editoriales argentinas surtieron de textos
escolares a los colegios bolivianos.167 Es posible imaginar las emociones infantiles cuando
leemos:
Es un libro de colores
Salpicado de chiquillos.
De mariposas y grillos,
De flores y picaflores
En él hay genios terribles
Que, en las dulces horas mías,
Tocan nuevas sinfonías
Sobre pianos invisibles.
10Los niños ricos probablemente no se apiadaran tanto de los niños pobres como lo hacían
de los personajes, sobre quienes se hacía injusticia en los cuentos infantiles. En la década
de los veinte se hacían representaciones de títeres con cuentos moralistas donde se
identificaban claramente la bondad y maldad, la verdad y la mentira, la belleza y la fealdad
de los pequeños personajes. Al verlos intuirían algo así como
11El hilito de oro simbolizaría lo infinito, el sueño hecho realidad, lo imperecedero que
mencionaba Unamuno y que constituía un ámbito de fantasía imperceptible a los ojos de los
adultos.
13Los niños pobres y huérfanos, les eran presentados como “especiales”, y a quienes tenían
que regalarles los juguetes viejos y en Navidad repartirles juguetes nuevos, pero no tan
14Los niños de clase alta o decentes, tenían empleados domésticos de clase indígena o
mestiza que eran considerados inferiores. Ese sentimiento de superioridad en los niños, hizo
que muchas veces que utilizaran a los hijos de los sirvientes domésticos como chivos
expiatorios de sus travesuras y maldades infantiles.170 Las niñas no jugaban con las hijas
de las sirvientas domésticas, pero siempre tenían una muñeca de trapo que era la sirvienta
de sus muñecas.171 Jugaban con la “tienda” con todas las miniaturas que compraban en
Alasitas172. La fiesta de Alasitas homogeneizaba a los niños de todas las clases sociales.
Parecía un mundo de fantasía creado a la altura de ellos y como toda la producción era de
factura artesanal, estaba al alcance de todos. Las chocas, los carritos de madera, las
muñecas de trapo, la ropa para muñecas, los enseres de casa, en miniatura eran cambiados
por botones. Los hijos de los sirvientes domésticos eran llamados el llokalla o la imilla173
de la casa y se los utilizaba también como sirvientes gratuitos, mandaderos y ayudantes. En
muy pocos casos esos hijos de sirvientes fueron atendidos con educación por parte de sus
amos, a quienes les complacía marcar la diferencia social con sus hijos manteniéndolos
sucios y analfabetos y dejándoles mirar desde lejos el juego de sus hijos. En algunos casos
los niños de clase alta respetaban y esperaban con interés el momento de jugar con los hijos
de las cocineras o de las lavanderas, que quizá con alguna diferencia de edad, se mostraban
avezados en la improvisación de juguetes. Clemencia Ernst cuenta: “El Hugo, el hijo de la
Justina, la lavandera, nos enseñó a mis hermanos y a mí a construir nuestros propios zancos
con latas de conserva agujereadas, a las que se amarraban unas pitas, también traía de la
calle aros y otros juegos”.174
16Los niños mestizos pobres, crecían en las costumbres aymaras y blanco criollas al mismo
tiempo. Eran niños con algún grado de escolaridad, quienes compatibilizaban su tiempo en
ayudar en el trabajo a sus padres o en ir a clases. Los más díscolos evadían las clases con
picardía e intrepidez formando bandas de niños callejeros, como se verá en el acápite de la
policía de este capítulo. Sus padres con escasa cultura y educación, poco o nada podían
hacer para remediar su vagancia, ya que eran los primeros en oponerse a la instrucción
escolar. Según su modo de ver les eran más útiles ayudándoles en sus trabajos que
ausentándose a la escuela. Las niñas debían ayudar a vender o también a las labores
artesanales como por ejemplo la hechura de mantas o ropa para chola,175 consistente en
una falda amplia fruncida y blusas y mantas bordadas. Muchas de ellas mostraban tener
dotes especiales en el bordado y en el tejido.
17Los varones que trabajaban todo el día ayudando a sus progenitores, tenían poco tiempo
para juegos, pero se las ingeniaban para crear sus propios juguetes y entretenimientos.
Jugaban al fútbol con pelotas de trapo, fabricadas por ellos mismos llamadas tejetas.176
También se hacían zancos de lata, chocas, trompos y se conseguían aros para hacerlos
rodar. Las niñas jugaban a la “tienda” poniendo mesas pequeñas en la calle pegadas a la
pared, estiraban un pequeño mantel hasta alcanzar unos cincuenta centímetros del muro.
Luego con alfileres, prendían ropa para muñecas confeccionadas por ellas mismas y
efectivamente las vendían.
18A este sector social pertenecían los niños huérfanos que llegaban al Hospicio San José.
Pocas veces los niños abandonados pertenecían a la clase baja aymara como se verá más
adelante. Los niños abandonados en las calles, eran llevados a la Casa de Caridad, que era
el primer nombre que tuvo el Hospicio San José o al Hogar Villegas o Gota de Leche
después de 1914, año en que fue fundado. Los niños huérfanos de la clase media, podían
acceder al Hospicio San José cuando solicitaba alguno de los progenitores que había
quedado viudo. Los huérfanos eran admitidos, solamente cuando el progenitor viudo o un
familiar, presentaba papeles de bautizo y matrimonio católico, así como el certificado de
defunción del cónyuge y declaración de estado de pobreza.
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23Los niños de clase baja sufrían hambre, discriminación y postergación. No era necesario
que fuesen echados al río, o que fuesen huérfanos para vivir el abandono y olvido de la
sociedad en general.
25Algunos niños eran entregados como empleados domésticos para que los patrones se
hicieran cargo de su alimentación y cuidado. Fue el caso de dos niños indígenas huérfanos
entregados por sus abuelos José Alejo y Tomasa Condori a Epifanio v Rosa de Mendoza en
1905, para que les sirvan hasta la “mayoridad”, siendo que si no se cumplía el plazo, los
abuelos debían abonar a los Mendoza por alimentos a razón de 30 centavos diarios por cada
uno y 80 bolivianos por daños que los menores ocasionaren. Sin embargo, cuando después
de ocho años fueron los abuelos a recoger a los nietos se encontraron con que los
empleadores habían tomado medidas correccionales con los menores a raíz de haber robado
a Rosa Mendoza 800 bolivianos en joyas, “haciendo casar llaves falsas”. El joven José
Alejo, ya de 18 años fue ingresado al Escuadrón de Artillería de Montaña en calidad de
soldado y Nicolasa Alejo, fue pensionada por los Mendoza al Buen Pastor, donde se
acogían mujeres de “mala vida”.177
26Cuando los padres eran obreros comunes, la relación de los niños con sus padres era
estrecha, al punto que los niños sentían los problemas de vida de sus progenitores, como
podemos percibir en el siguiente poema de Alfaro:
27En la tarea que se dio la comuna, por tratar de reinsertar a los niños aymaras de clase
baja, a la vida dentro de los parámetros de la capa social gobernante, estuvo la creación de
escuelas para indígenas, de las que hablaremos más adelante.
29El abandono de niños, estaba relacionado con determinadas condiciones sociales como
ser la pobreza y los prejuicios morales. Los pobres en Bolivia, que eran quienes no
alcanzaban el rango mínimo de necesario para vivir, eran indígenas y mestizos,
encontrándose en la base de la pirámide social. En 1909, los indígenas eran 22.901 y
constituían un lastre para la elite gobernante, porque era un sector analfabeto, inculto y
rebelde por estar muy apegado a su propia cultura.
31Es difícil saber, qué porcentaje del sector mestizo o cholo se hallaba en la pobreza, ya
que muchos artesanos y empleados públicos y privados, surgieron económicamente,
pasando a constituir la clase media de la ciudad. El sector de clase media, –compuesto por
24.515 habitantes según el censo de 1909–,179 tenía por un lado, las costumbres de sus
antepasados indígenas, en lo que se refiere a resistencia a nuevos valores de costumbres
occidentales, y por otro, mostraban deseos de acceso a civilidad occidental, desde el
momento en que por su pensamiento pasaban ideas de riqueza, búsqueda del poder y
ascenso social. Como era un sector social de baja escolaridad, no constituyeron hasta
avanzado el siglo, una amenaza política para la clase gobernante, más bien, constituía un
sector aliado a todo nivel, desde conformar la masa de apoyo a los partidos políticos, hasta
acceder por medio de compadrazgos a instituciones públicas, creadas por el sector blanco
criollo que ostentaba el poder político. De ahí, que fuera de ese sector social, de donde
provino la mayoría de los huérfanos y niños abandonados, que accedían a los orfanatos. Las
32Volviendo al tema de las clases sociales de los niños de La Paz, a principios del siglo XX,
hasta ahora se han perfilado las clases sociales a las cuales pertenecían los niños que eran
susceptibles al abandono. Lo único que podía influir, para que una persona de clase alta
abandonara un niño, eran los prejuicios morales y sociales, –puesto que ser de raza blanca
en Bolivia, automáticamente suponía estar situado en la capa alta de la sociedad–, y
constituía una la vergüenza de tener hijos naturales fuera del matrimonio, producto del
adulterio, o de madres que habrían sido objeto de violación. La religión católica y la
sociedad civil, condenaban esa situación llamando “hijos naturales”, ilegítimos o bastardos
según las leyes civiles y sacrilegos si eran hijos de sacerdotes. Y como tales, estaban
marcados para toda la vida.
33Desde fines del siglo XIX, hasta las primeras décadas del siglo XX, –como en muchos
otros países–, ocurría que ser madre soltera de clase alta, era un deshonor para la familia y
por lo tanto había que esconder tanto a la madre como al niño. En tales casos los niños eran
preferentemente arrogados por los padres de la hija embarazada, pasando ella los meses de
embarazo en el retiro de su casa y criado el hijo, como de los propios padres antes pasar la
vergüenza de un hijo natural o bastardo.
34La opinión del entorno social, reflejado en artículos de prensa, condenaba con prejuicios
morales, sobre todo cuando se acusaba a las madres de raza blanca, que eran de bastante
menor proporción que entre mestizos. La prensa acusaba a las madres de querer ocultar el
“fruto de sus amores”, o querer borrar la “mancha de sus liviandades”. Siempre el pecado
residía en la madre “desnaturalizada”. En tales casos la prensa amenazaba con dar con ellas
y publicar su nombre.180
35Cuando los niños abandonados, eran de raza indígena, el comentario que acompañaban al
hecho, era de sorpresa ya que los indios no se deshacían a sus hijos en el campo, mientras
que en la ciudad se veían forzados a hacerlo por la pobreza. Las madres no encontraban
trabajo y las necesidades impuestas por nueva manera de vivir en la ciudad, les impedían
contar con el apoyo de familiares, o gente de su comunidad, así al verse incapacitadas de
sostenerlos materialmente, incurrían en el pecado del abandono de sus hijos.
37Otros sitios donde abandonaban criaturas eran el puente de la calle Bueno, el campo
circundante a la Caja de Agua, actual avenida Montes; la calle Tiquina, debajo del puente
conocido con el nombre de “El Ahorcado”, el riachuelo del Colegio el Buen Pastor, el
riachuelo denominado Chaqueri, el puente de la Bolivian Railway. Los lugares escogidos
eran los puentes y el río Choqueyapu, y casi siempre el primer puente de Obrajes. Era
frecuente que el hallazgo lo hicieran otros niños, al jugar por esos sitios, ellos daban parte a
sus mayores y se llamaba a la policía. Generalmente era muy tarde para poder salvar a las
criaturas.
39Cuando en algún caso se encontraba a la autora del abandono, pues generalmente eran
las propias madres las que abandonaban a sus criaturas, eran detenidas en la policía. Hubo
el caso de que a madres hospitalizadas, que no podían hacerse cargo de los niños y
encargaban el abandono de las criaturas a terceras personas.182 Como la ciudad de pocos
habitantes, era común que la gente se conociera mutuamente. Fue el caso de una criatura
hallada debajo de un puente, a la que alguna vecina reconoció y de esa manera se pudo dar
con los padres que eran amantes. Enseguida fueron arrestados por el crimen.183 En este
caso, la menor de dos meses y había sido abandonada en unos muros del barrio residencial
de Sopocachi. La encontró Isabel Quispe, indígena, y la vecina que identificó a la niña fue
María Andrade quien dijo que era hija de un tal Daniel Crespo. Llamado a declarar Crespo
reconoció que la criatura era suya y de Isabel Mercado.
40Hacia 1930, el juicio ciudadano en torno al abandono de menores recién nacidos, giraba
en torno a que debían hacerse indagatorias “en determinadas esferas de la sociedad”.184
Los casos de abandono en esta década, se seguían registrando casi cada semana en ríos,
calles desiertas y basurales. La policía llevaba a los recién nacidos a la morgue del hospital
de Miraflores, para hacer gestiones y descubrir en lo posible a los autores de los
infanticidios185
41Los casos más desgarradores, eran cuando se encontraban a las criaturas ya en poder de
perros y con señales de muerte brutal por estrangulamiento, asfixia o golpes.186 Algunos
cadáveres se encontraban todavía con el cordón umbilical y envueltos en ropas de
mujer.187 La ciudadanía se alarmaba por esta situación y solicitaba enfáticamente a través
de la prensa, que la policía colocara sus efectivos en los puentes y orillas de los ríos para
evitar el infanticidio.188 Casi siempre se suponía que era una mujer la autora del abandono.
42Por otro lado, también se dio la desaparición o extravío de niños, que en algunos casos
eran dados a conocer a la policía, quien procedía a hacer la publicación correspondiente.
Generalmente se extraviaban los niños mestizos e indígenas, por el poco cuidado que se
ponía en ellos. Los padres que denunciaban la desaparición, declaraban la edad y la ropa
con que vestían el momento de la desaparición. Se trataba normalmente de niños entre siete
y doce años. “Un niño de siete años llamado Carmelo, a quien lo tenga en su poder
presentarlo en la policía o en calle Bueno N.122.”189
43Era poco frecuente que se abandonara un menor de raza blanca, pero sucedía, como
vimos en el ejemplo de Daniel Crespo. Pero más raro aún, era que se extraviara, por ello
cuando ocurría un hecho así se publicaba, especialmente como cuando en 1925, el guardián
de servicio recogió a las 11 de la mañana aproximadamente una niña vestida con “trajecito
rojo” de raza blanca, con el cabello castaño claro y cortado en melena. La noticia estuvo
acompañada de un comentario que decía que era muy raro el abandono de la niña y que al
parecer era solamente un descuido y que los padres la estarían buscando con “ahínco”.190
44El abandono infantil en las calles, se notaba también cuando los policías de la ciudad
conducían a la policía a los niños de diez y once años, con toda clase de pretextos y por
hechos nimios como una bicicleta no tuviera la placa numerada,191 o que los niños eran
objeto de queja por parte de los transeúntes, quienes se veían molestados por sus juegos en
plena vía pública y apelaban a través de la prensa, a la necesidad de que policías escolares
que cuidaran que los niños y jóvenes jugaran en lugares adecuados.192 Estos hechos
muestran desorientación familiar y municipal. No se sabía qué hacer con los niños de la
calle.
45Un nivel de abandono, era la inasistencia de niños a clases, debido a la ignorancia de sus
padres, quienes creían que el mandarlos a la escuela era la causante de su mala crianza,
pero tampoco ellos mismos eran capaces de controlarlos. En esa emergencia, la policía de
seguridad realizaba captura de niños que vagaban por las calles dedicados a diferentes
diversiones. La batida recogía hasta cincuenta escolares, la mayor parte del colegio
46El abandono callejero de niños en la ciudad, daba lugar a que se produjeran secuestros de
menores a los que muchas veces se los llamaba “ocultamientos” de niños, especialmente de
raza indígena.194 Pero así como desaparecían, también se encontraban niños perdidos que
eran llevados por personas de la ciudad, o la misma policía, o a puestos policiales. Así
sucedió con una niña, que había huido de una hacienda llamada Cúcuta y fue llevada por
una señora a la policía, para que fuera devuelta a la hacienda.195
47Ese mismo año (1930), la policía de La Paz en una campaña realizada a raíz de una
alarmante desaparición de menores, consiguió dar con el paradero de ocho menores, que se
entregaron a sus respectivas familias. “Encarnación Mancilla de 7 años, fue encontrada en
la calle Evaristo Valle y fue entregada de vuelta a su madre Gregoria Mancilla; Jorge
Gonzáles de 9 años, encontrado en la avenida 16 de julio, fue entregado a su padre; René
Morales de 5 años, encontrado en la avenida 16 de Julio, fue devuelto a su madre. Miguel
Torrico, encontrado en la calle Evaristo Valle, fue entregado a su madre”. En esa campaña
también se encontró a Josefina Molina –que había desaparecido por siete días– en la
frontera con el Perú, pueblo de Puerto Acosta y fue entregada a su familia. Los niños
Pacífico, Tristán y Ricardo Suárez fueron encontrados en Cebollullo, población cercana a
Potosí. Por otra parte, las averiguaciones de la policía llegaron constatar, que en los días
anteriores, se había capturado a un traficante de menores. Generalmente los niños que eran
robados estaban destinados a trabajar.196
49Por otro lado a principios del siglo XX, Bolivia vivía un nuevo momento de conciencia
social. En el contexto tejido por la contienda bélica civil, la Guerra Federal, –entre norteños
y sureños en 1899–, grupos indígenas aliados de los liberales, hicieron sentir sus voces de
descontento social, mostrando fuerzas políticas hasta entonces nunca tomadas en cuenta, y
que amenazaban el poder criollo, –aunque sin opciones inmediatas, la capa social
gobernante y ostentadora de las acciones en torno a la educación de la población,
comenzaba a creer que había que educar al indio y a los sectores más deprimidos, para
conseguir que fueran aliados y no enemigos.
50El debate intelectual, giraba en torno a obras literarias de honda reflexión en torno al
problema que se conoce con el nombre de “redención del indio” en las que se ponía de
manifiesto la incapacidad del indio de responder ante el Estado, por inmadurez e
irresponsabilidad política y a los mestizos por su corrupción política y atraso cultural. En
los primeros años del siglo fueron publicados los libros de Alcides Arguedas Pueblo
Enfermo y Raza de Bronce, los cuales traían a discusión de las capas altas y cultas de la
sociedad, el papel del indio y el mestizo en la vida del país. En la mentalidad de quienes
actuaban en el gobierno, existía el pensamiento y la convicción de que al indio “tendía a
desaparecer”, y al mestizo había que educarlo para que pasara a formar parte de la nación.
52En ese contexto de pensamiento y de actitud política, si los indios y los mestizos se
situaban en esferas sociales discriminadas por las autoridades gobernantes, en el último
peldaño aún, se encontraba el mundo marginal de niños abandonados, los mendigos y los
ancianos. Constituían por lo tanto, solamente una incómoda carga moral y la única
prioridad que tenía la reinserción social de aquellos niños, era por un lado, mitigar el
sentimiento de culpa, que de todos modos producía la pobreza y la miseria del otro y, si en
algo podían pensar sobre el futuro de esos niños, era educarlos para que realizaran trabajos
que ellos no los iban a hacer.
54La Casa de Caridad, fundada por la Sociedad Católica de San José en 1878, que en un
primer momento se llamó “el Hospicio”, en la segunda década del siglo XX estaba
destinada a la crianza de niños huérfanos y abandonados cuando éstos eran dejados en sus
puertas198 y aquellos recogidos por la policía, hasta que en 1915 empezó a funcionar el
Hogar Villegas, con su sección cuna. Por primera vez en la ciudad, se contaba con un torno,
donde se podían dejar a los hijos no deseados o que por circunstancias especiales
incomodaba a sus progenitores.
55En ese contexto, se comprende que las acciones en torno a la educación, se siguieran
manteniendo en un tono clasista, que poco tenía que ver con el liberalismo, que sostenían
ideológicamente, sino con conceptos de clase y preponderancia social. La religión católica
y sus ordenes mendicantes, eran las llamadas a tranquilizar el desasosiego que producía en
los que lo tenían todo, el vacío que les producía ver a los que carecían de todo. En ese
orden de cosas, llegó a La Paz otra orden religiosa femenina, que unía la inquietud de
educar niños y asistir a enfermos, se trataba de las Hermanas de Santa Ana, (1912) Ellas se
ocuparon de atender el Hospital de Miraflores, como obra caritativa y fundaron el Colegio
de Santa Ana, en su misión educativa. Tanto ellas, como las Hermanas de los Sagrados
Corazones, y las del Buen Pastor, que llegaron al país en esa época, se dedicaron a la
educación de niñas de clase alta, fundando sendos colegios privados, aunque las hermanas
del Buen Pastor, que fundaron el Colegio Inglés Católico, tenían una sección para recoger
niñas conocidas comúnmente como “de mala vida”.199
56Es difícil imaginar el sentimiento de extrañeza y dolor del niño huérfano o recluido en
los Hogares San José o Villegas, especialmente en momentos cuando en las fiestas
especiales, como carnaval o Navidad, eran visitados por niños de clase alta, hijos de los
benefactores, quienes vestidos de manera diferente al uniforme a cuadros que ellos
llevaban, les entregaban dulces y golosinas y luego se iban. El pensamiento inmediato, es
que sería de dolor y extrañeza, sin embargo, entrevistada una mujer que fue huérfana del
Hospicio San José, en los años cuarenta, contó que en el Hospicio ella había recibido
cobijo, instrucción y alimentación, que nunca más nadie se había ocupado de ella y añoraba
los años pasados allí. La mujer, había ingresado a los tres años cuando fallecieron los
padres. Fue llevada por su abuela y salió cuando tenía 14 años. Cuando se la entrevistó, se
encontraba vendiendo dulces en una esquina de la calle, con dos de sus hijos haciendo
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57El tratamiento que recibían dentro de los recintos de beneficencia privada, por parte de
las religiosas extranjeras importadas, era rígido y duro. Tanto las religiosas de la
Providencia, responsables del Hogar Villegas, como las Hermanas de la Caridad del
Hospicio San José, impusieron reglas y costumbres muy austeras y castigos exagerados,
que iban de acuerdo a la concepción decimonónica de la educación, que educaba a los niños
a doblegándolos a la obediencia absoluta.
58La instrucción escolar, era dada por profesores del Ministerio de Instrucción y ellos se
dedicaban a organizar los tiempos libres, con trabajos en talleres y de alimentación. Si se
piensa en el tratamiento que empezaban a recibir los niños ricos de los años veinte, acorde
al momento mundial de atención con mayor interés a los niños, con incentivos para
aprender a leer y escribir, desarrollar la lectura y la imaginación, es muy posible, que el
mismo incentivo, alcanzara a los niños huérfanos, asilados en los Hogares Villegas y San
José. Probablemente también, se les contaría relatos en libros de texto escolar, pero no
estaba en los planes educativos, inculcarles el hábito de la lectura y el desarrollo de la
imaginación, al contrario, interesaba que estuviesen ocupados en trabajos de talleres de
sastrería o flores, según el sexo al que pertenecieran Los benefactores de los Hogares, se
imaginaban el futuro de los internos, solamente en oficios artesanales. Por ello, tuvieron
tanto éxito las Escuelas de Artes y Oficios para varones, –instaladas desde fines del siglo
XIX–, para que aprendieran sastrería y artes gráficas.201
59Los niños criados en Hospicios, que llegaban a los 12 o 14 años, a la instrucción formal,
hubo también escuelas externas privadas de beneficencia pública, como las de Obreros de
la Cruz y la escuela nocturna de la Sociedad Católica de San José, eran subvencionadas
también por el municipio202
60Una vez que llegaban a los 12 o 14 años, los niños criados en los Hospicios, eran
entregados a una familia conocida por algún miembro del Directorio de la Sociedad
Católica, o de la Sociedad Protectora de la Infancia, para servicio de la familia como
cocheros, cuidadores de haciendas, mayordomos. Las niñas salían a trabajar como
empleadas domésticas. Una vez en las casas de sus amos, como eran más calificadas que
las sirvientas indígenas, servían como eran amas de llaves, niñeras o costureras domésticas,
como destino irremediable.
62Sin embargo, fueron un mal latente toda la primera mitad del siglo. A partir de segunda
década, la inspección del municipio, tuvo que recurrir a la policía urbana, iniciando una
activa campaña contra la vagancia de los escolares, destacando dos patrullas por semana y
aún patrullas nocturnas. Como resultado de estas batidas frecuentes, se tuvo un aumento de
la población escolar en la ciudad, llegando a un mil ciento cuarenta alumnos concurrentes.
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63Por esa razón, la asistencia a las escuelas públicas era significativamente menor, que la
de los colegios privados, como puede verse en el siguiente cuadro, donde éstos últimos, en
el grado primario, aparecen con las letras A,B,C,D. Se nota mayor afluencia de niños a las
escuelas privadas, que a las públicas, que eran nocturnas y están identificadas en el cuadro
con las letras F,G. Por su parte, las escuelas de indígenas que figuran con los números 1 y 2
tenían poca convocatoria, por las razones anotadas. Todas ellas recibían por otro lado
subvención municipal.
64La policía escolar, notificaba a los padres de familia, la inasistencia de sus hijos a clases,
y aquellos estaban autorizados a imponer multas de acuerdo al Reglamento de Instrucción,
como única manera de combatir la indolencia de los progenitores. A pesar de haber
aumentado el número de asistentes a clases, no se pudo hacer crecer la población escolar,
de tal manera que ese mismo año, (1915) se suprimieron dos escuelas primarias,
dependientes de la municipalidad en la zona norte, porque tenían menos de veinte alumnos,
siendo que para la existencia de un curso, era necesario por lo menos una concurrencia de
cincuenta. Los preceptores de los cursos clausurados, fueron enviados a las escuelas de
indígenas. Las zonas de mayor población escolar, asistentes a estas escuelas eran las
ubicadas en San Pedro y Chocoata, zonas en las que “se ha diseminado el proletariado de la
ciudad”,204 así como también en las escuelas de San Pedro y las sostenidas por los padres
franciscanos.
68La pedagogía imperante en los primeros treinta años del siglo XX, para la educación
formal primaria y secundaria fue la misma del siglo anterior, aprendizaje memorístico y
repetitivo, ejercicios aritméticos interminables en una ausencia total de conocimientos de
psicología infantil. Los textos escolares, en materias como Gramática Castellana, Lenguaje,
Aritmética, Educación Cívica, eran comunes en colegios privados y escuelas públicas. Los
de Higiene, Moral y Urbanidad, se implementaban para las escuelas públicas. Los libros de
texto, eran sometidos a la aprobación del municipio. Los más difundidos, eran Lector
Boliviano de Etelvina del Solar y Formulario Didáctico y Ejercicios de Aritmética Práctica
de Daniel Navia. Aritmética de David Garzón, Higiene Popular de Marchandt, Instrucción
Cívica de J. Valdez, Moral y Urbanidad de A. Guzmán, Doctrina Cristiana de Asteta y
Gramática Castellana de Guzmán. En los primeros cursos, se estudiaban las primeras letras
con Silabarios de Piñeiro. Algunos libros, eran reeditados en Bolivia, pero la mayor parte
eran importados de la Argentina y de España.
69En la enseñanza escolar, era muy importante recordar los aniversarios patrióticos, con
conferencias dadas por los directores y profesores de los establecimientos, llegándose a
pensar incluso en recopilar en un libro dichos discursos, para que fuera una Cartilla Cívica
de los estudiantes. La organización del sistema educativo de la ciudad, estaba convencida
de que cursos infantiles, o Kindergarten no tenían ninguna razón de existir, ya que sólo
servían para entrabar el desenvolvimiento de las escuelas.205 No fue hasta 1929, que en La
Paz se fundó el primer Kindergarten, modelo de carácter estatal. No había una idea clara de
la función del Kindergarten, porque paralelamente había quejas de los padres de familia, en
razón de que en las escuelas fiscales no aceptaban niños al primer año de primaria, que no
supieran leer ni escribir.
70El material didáctico, constaba en cada aula de un mapa, un escudo de Bolivia, un tablero
de pizarra. Los niños aprendían escribiendo en cuadernos y en pizarrillas.206 Recién en
1915, se consideró necesario crear una biblioteca escolar, destinada sobre todo a los
educadores, ya que se enfatizaba que debía existir en ella una colección de los adelantos de
la pedagogía.
72En la década de los años veinte y treinta, la autoridad municipal, seguía ocupándose de
observar la instrucción en todos los establecimientos municipales, reprimiendo en algunos
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73Por otra parte, la apreciación que se tenía de la educación y comportamiento del niño en
los años 30, estaba teñida de discriminación racial. El informe municipal de 1931, decía
que la psicología de cada uno de los elementos sociales, que asistían a las escuelas
municipales, era diferente, así los indios, eran de espíritu observador, silencioso,
perseverante, tenaz; el mestizo díscolo, indisciplinado matón, ratero; el blanco que había en
pequeña cantidad, era obediente, moral con pensamiento de futura superación. En esa línea
de pensamiento, si algún niño faltaba a clases, el Concejo suponía que la ausencia de niños
indígenas a clases, se debía a que ayudaban a sus padres en trabajos agrícolas; los mestizos,
porque eran holgazanes y los blancos, porque tenían necesidad de ayudar al sustento de la
familia.208
75En síntesis, la niñez en La Paz a principios de siglo debe ser analizada en sus diferentes
clases sociales. Las clases sociales representan la distribución de la riqueza y ésta el nivel
de pobreza o riqueza, que no siempre era proporcional al grado de desarrollo cultural. La
referencia a un sistema cultural aymara, prevaleciente en la ciudad por lo menos en un
tercio de la población, hace pensar en la cultura del otro, con diferentes parámetros sobre
valores de vida. Sin embargo, al estar en manos de una administración política distinta, las
clases media y baja debían sujetarse al sistema de valores blanco criollo, que era liberal y
católico.
Notas
159 Este poema y todos los demás excepto alguno, que se señala, pertenecen al poeta Oscar
Alfaro.
160 Más adelante se volverá a sus declaraciones. La entrevista completa se encuentra en los
Anexos de esta Tesis.
162 En lo que se refiere a la educación de las niñas, rescata los atributos de la mujer de su
época que eran para ella vanos y frívolos, en cuentos y relatos con hondo tinte moralista. En
su poesía sobresale también el sentimiento de rebeldía ante la sociedad machista en la que
vivió.
164 Esto sucedía en los años 30. Comunicación verbal de Clemencia Ernst de Montenegro.
166 Ibidem.
168 (Martín, 12 años, Rosario, Santa Fe) En: Panorama Histórico de la literatura infantil
en América Latina y el Caribe. Ed. Cerlalc. Bogotá 1994.
170 Contaba mi padre que entre él y sus hermanos Jaime y Guillermo pegaban con
frecuencia al hijo de la cocinera y el martirizarlo era un juego común sobre el cual no
recibían ninguna reprimenda especial, más que un leve llamado de atención de su madre.
Comunicación verbal de Jorge Escobari Cusicanqui.
172 Comunicación verbal de Laura Cardozo de Escobari. Las “Alasitas” que quiere decir
las “compritas” es una Fiesta pagana paceña dedicada al “dios de la fortuna” el “Ekeko”.
173 Significa niño u hombre joven y niña o mujer joven en idioma aymara.
175 Traje típico de mujer paceña mestiza. Es el mismo traje español del siglo XVIII que ha
quedado como sello del mestizaje en Bolivia. Hoy en día se sigue usando y marca un status
especial, sobre todo en relación a las clases medias más pobres y a los aymaras recién
llegados del campo.
177 Expediente civil iniciado por José Alejo contra Epifanio Mendoza, 4. III. 1913. ALP/P-
E. C. 191, D. 18.
181 Las fuentes para este acápite y los siguientes provienen de notas periodísticas de la
ciudad en los primeros cincuenta años del siglo XX. Salvo la crónica de Nicolás Acosta que
trata de temas alejados de la niñez, no contamos con otras crónicas. Algunas referencias
proceden de los Archivos de los I logares para niños huérfanos como San José y Villegas y
otras proceden de comunicaciones verbales de personas que fueron niñas en ese entonces.
189 La Razón, 1930, 17 enero, 7; 1930,7 febrero, 12; 1930, 1 de junio, 12.
197 Como por ejemplo: Ernesto Nelson, 1929; Eduardo Bulrich 1919; Luis Felipe
Gonzáles 1929; Neptalí Zúñiga, 1927.
199 Comunicación verbal de Laura de Escoban, ex alumna del Colegio Inglés Católico.
esta Tesis.
208 Ibidem.
Índice de ilustraciones
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Texto NotasIlustraciones
Texto completo
1En capítulo, trata de la política estatal, en torno a la atención social a la pobreza, la niñez
abandonada y a la orfandad. En el análisis, se hará referencia a la conformación de las
clases sociales, que se organizaron de acuerdo al origen étnico de la población, porque en
Bolivia existía una marcada segregación racial que determinaba todas y cada una de las
acciones políticas de gobierno. Por lo tanto la acción benéfica y política en torno a la
pobreza, estuvo ligada a la clase social a la que pertenecían, tanto los benefactores y
gobernantes, como los niños abandonados. Por lo tanto, siendo que la política de gobierno
respondía a principios morales y racistas, toda su acción estuvo teñida de un rechazo íntimo
y no declarado hacia los indios y los mestizos. Desde esa perspectiva, el abandono de los
niños y su orfandad se dibujaba en la mente de los gobernantes con doble marginalidad, una
por pobre y otra por indio o mestizo. Sin embargo, y simultáneamente, en lo más íntimo de
sus conciencias, había un sentimiento social, legítimo o no, teñido de cristianismo propio
de la educación occidental recibida, o de convicciones políticas liberales, que les hizo
tomar acciones hacia ellos, como sector problema, que clamaba por atención, puesto que
entorpecía el desenvolvimiento deseado de un país próspero y respetado en la comunidad
de naciones.
2Por lo expuesto, y como el tema social desde las políticas estatales, supone el tratamiento
del pobre, como elemento participativo de la estructura política del país, en el presente
capítulo, se mencionará necesariamente el problema del indio y del mestizo como
generadores de escollos, en el desarrollo de la nación y más aún cuando hizo suyo el
problema de los niños abandonados y huérfanos de la Guerra (1933-35) de origen indígena,
mestizo y blanco.
5En el período del último tercio del siglo XIX, coinciden el advenimiento de los partidos
políticos liberal y conservador, y el repunte económico de la producción de plata. Ambos
grupos políticos, habían sellado un velado pacto oligárquico de gobierno, en la Asamblea
Constituyente de 1880, que daría el poder consecutivamente y cada cuatro años a uno y otro
partido. La profunda identidad de intereses de clase, de ambos partidos frente al resto del
país, constituido por la gran masa indígena y mestiza, de las clases media y baja, se mostró
claramente en un telegrama enviado por el jefe liberal Pando al presidente conservador
Fernández Alonso, en 1899, –después de la rebelión indígena de Mohoza en la Guerra
Federal–, cuando un escuadrón liberal fue victimado por los sublevados. En el telegrama, le
decía, que la indiada guerreaba de motu propio contra la raza blanca, y que aprovechando
despojos beligerantes, se haría poderosa. Ambas fuerzas políticas, debían unirse para
dominarla.210
6A principios del siglo XX, el triunfo del liberalismo se disfrazó con la causa del
federalismo, que no llegó a establecerse prevaleciendo el sistema unitario del siglo XIX. Sin
embargo, el general José Manuel Pando, líder del partido liberal paceño, trasladó la sede de
gobierno de Sucre a La Paz, e inició su gobierno (1899-1904) bajo los mejores auspicios
políticos, pues la mayor parte de la población votante era liberal.211 La mayor parte de los
militantes del partido conservador, pasó a sus filas. La ideología liberal imperante a
principios del siglo XX, ha sido interpretada por algunos historiadores como “darwinismo
social”, en el sentido en el que representaba un modo de pensamiento común, a la mayor
parte de los dirigentes, para los cuales, la lucha por la existencia dependía de la selección
natural, por la supervivencia del más apto.212 Segregaban así a toda la masa analfabeta, en
su mayor parte indígena. La ideología política de 1900, no difería del de la Convención de
1880, en sentido de la superioridad de clase, así los autores del censo de 1900, –al comentar
la sequía de 1878 que había cobrado muchas vidas–, interpretaban como que en breve
tiempo, se tendría a la raza indígena si no “borrada por completo del escenario de la vida, al
menos reducida a una mínima expresión”.213
7A principios del siglo XX, muchos escritores consideraron abiertamente inferior a la raza
indígena. Este pensamiento, se plasmó en medidas liberales tales como la reforma tributaria
y la abolición de la comunidad (ayllu), de manera tal, que en los veinte años en los que
imperó el liberalismo, (1900-1920) no hizo sino seguir un curso ascendente.214 El debate
sobre la inferioridad del indio, llegó a discusiones extremas como las de Alcides Arguedas,
Rigoberto Paredes o Antonio Díaz Villamil, quienes pensaban que la imagen externa que el
resto del mundo tenía de Bolivia, era la de un país indígena. Renegando de esta idea,
consideraron que era necesario demostrar, que Bolivia no era un país de indios, ya que un
país indígena automáticamente situaba a su elite, inferior a las de otros países y aquello les
era inadmisible. Sin embargo, esa concepción iba en franca contradicción con la propia
búsqueda de la identidad, en la que solamente consideraban como rescatable, la legendaria
herencia del imperio inca y los reinos aimaras, que estaban más cercanos a un ideal
intangible, que a los indios y mestizos reales, que tenían al lado. Es por esta inferioridad
admitida, que los gobernantes no consideraban dignos de elegir a personas que
pertenecieran a la masa indígena y chola. Se pensaba que era gente a la que había que
dejarla en “preparación”, recibiendo educación para llegar a ser pueblo en un futuro no muy
lejano.
8También les asaltaba el temor, de que si los indios y mestizos se lograban culturizar,
crecería necesariamente el odio contra los blancos, lo que suponía que había que encontrar
un punto intermedio, en el cual la gran población indígena permitiera una “democracia”, en
la que solamente unos cuantos, eligieran a sus representantes.215 Ese punto intermedio se
encontraba en el acceso a las urnas electorales, que estaban vedadas a quienes no sabían
leer y escribir. Renegar de la masa indígena, por parte de la clase alta o blanca, llegó
también a los mestizos, a quienes les atribuían la anarquía, la guerra civil y el militarismo.
En ambos casos, se pensaba que la única manera de superar el problema racial, era
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9El objetivo era entonces, evitar que los indios emigraran a la ciudad y para ello había que
eliminar los abusos que se cometían en el campo contra ellos, especialmente por los cholos
corregidores curas y hacendados.217 Sin embargo, era imposible impedir el mestizaje
constante y la inmigración a la ciudad, porque allí los indígenas encontraban trabajo
abundante, fácil y lucrativo. Las tareas que desempeñaban, no las hacían los blancos, como
ser servicio doméstico, construcción de casas y calles, industria, agricultura, y transporte.
El mestizo que vivía en la ciudad, estaba dedicado al trabajo artesanal, constituía el
clientelismo de los partidos gobernantes y significaban un factor de inestabilidad social, al
militar indistintamente en cualquiera de los partidos políticos existentes y tener, de esa
manera, acceso a los privilegios públicos. A sus hijos estaban destinadas las escuelas
gratuitas, que se comenzaban a fundar en las ciudades, los asilos de niños huérfanos e
instituciones femeninas dedicadas al pobre, a través de las cuales, el gobierno por brazo de
la Prefectura del Departamento de La Paz y del Concejo Municipal, hacía llegar sustento
económico y apoyo moral.
10El Censo de 1909, evoca cómo veían los gobernantes al indígena que habitaba en la
ciudad. Era de estatura mediana, rehecho, membrudo; “sus facciones, aunque no bellas,
nada tenían de desagradables”, el pelo negro, grueso, lacio, no tenían barba y la piel era
bronceada y morena. Su vestido, en la forma es el mismo que usaron en tiempo de los
incas: chaqueta y calzón de bayeta ordinaria, el poncho, gorro y ojotas.218 Su casa, era una
pequeña y miserable choza, situada en los alrededores de la población. Allí vivían
hacinados hombres, mujeres, niños y animales. Allí se recogían por la noche, recostándose
sobre la desnuda tierra o sobre carcomidos vellones de cordero. En sus fiestas y reuniones,
jamás se rozaban con los blancos, alguna vez con los cholos. La tradición que conservaban
en sus fiestas y regocijos públicos y privados, era de estar separados los hombres de las
mujeres y los niños con sus madres. Su música, así como todas las manifestaciones de su
espíritu, llevaban el sello de la melancolía, “de las razas decadentes”. “Su risa semejaba el
llanto y su alegrías parecía expresiones de dolor.219
11“El indio vivía en las ciudades sin inquietudes y sin remordimientos, manifestando una
energía y resistencia admirables ante el dolor y la fatiga. Parecía que no deseara nada, y
estuviera contento con su destino y su país, miraba con indiferencia el resto de la
tierra”.220 La mujer era desaliñada, pero tan trabajadora y sufrida como el hombre, a quien
ayudaba en las labores más fuertes y penosas con admirable fortaleza. Sus hijos niños y
adolescentes colaboraban en el trabajo. Los indios que habitaban en las ciudades, eran más
civilizados, iban con el cabello cortado a ras y hablaban castellano. En las fiestas se
presentaban vestidos de paño o casimir, calzado de charol y camisa almidonada. Su
habitación misma es ya más confortable, y algunas casas de indios situadas especialmente
en la región de Challapampa, estaban techadas con calamina.221 Ellos, a pesar de vivir en
las ciudades en pobreza extrema, vivían de acuerdo a sus costumbres ancestrales, no
abandonaban a sus hijos y arrogaban los hijos de otros que quedaran huérfanos aunque
fuera para que pasaran aún más necesidades. Por lo tanto ni participaban de la política, ni
de las instituciones benéficas creadas para los niños necesitados. Sin embargo, las políticas
de gobierno de inclusión a indígenas, en escuelas gratuitas de educación, se fundaban a
discreción pues los gobiernos trataban de asimilarlos.
12En la convicción de que si algo podía cambiar el comportamiento del indio era la
instrucción y educación de sus hijos, el Ministerio de Educación en los primeros veinte
años del siglo XX, se ocupó de fundar colegios fiscales, aunque éstos no fueron suficientes
para borrar sus principios y valores ancestrales y más bien, desde su perspectiva, intentaban
descifrar el mundo del “otro”, pues desconfiaban de un sistema que les apartaba de sus
hijos, que era para ellos ayuda en su trabajo. Suponía, que difícilmente pudieron haber
cifrado ellos, un mundo mejor para sus hijos en la educación colonial.
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15En el orden físico, la población blanco-criolla, no tenía notable diferencia con los
descendientes de los conquistadores españoles, aunque sus costumbres tuvieran importante
dosis de cultura vernácula traducida en creencias, alimentación, costumbres, construcción
gramatical y acento indígena en el idioma castellano. Una visitante inglesa en 1909,
invitada por el Presidente Montes, decía que las costumbres de la alta sociedad eran más o
menos las mismas en todas las tierras y los métodos de hospitalidad variaban muy poco
entre los países. Las funciones sociales, estaban a la orden del día. Los visitantes
extranjeros, eran invitados a disfrutar de bailes, banquetes y largos paseos a caballo al
campo alrededor de La Paz, que eran una forma favorita de diversión junto con frecuentes
excursiones. En la ciudad de La Paz, podía pasarse la vida muy agradablemente y como los
empleados del gobierno, con algunas excepciones y el cuerpo diplomático residían ahí, la
sociedad estaba representada por lo más notable. La Paz, tenía el prestigio que proporciona
la residencia del Ejecutivo y del Cuerpo Diplomático y Sucre era el centro del mundo
social, representado por algunas de las más ricas y aristocráticas familias de la República.
Existían varios clubs, con exposiciones y carreras de caballos. La cancha o pista de La Paz,
situada en el arrabal de Sopocachi, se usaba no solamente para carreras, sino para varias
otras fiestas y en muchas ocasiones se celebraban allí festejos para fines de beneficencia.
Los juegos de rocambor y tés a las cinco en punto de la tarde, estaban entre los
acontecimientos más modernos de la sociedad de La Paz.222
16La mayor parte del tiempo, las señoras de clase alta, se dedicaban a la beneficencia,
como en otras ciudades sudamericanas, estaban atentas a los deberes de la iglesia y de las
instituciones benéficas que mantenían. De acuerdo con la Constitución Nacional, las
instituciones de caridad, estaban a cargo de las municipalidades y del gobierno, destacando
la labor “patriótica” de los personajes que se dedicaban don benevolencia, a la “obligación”
de aliviar los sufrimientos de los pobres e inválidos. En tiempos de hambre o epidemia,
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17Los niños blanco-criollos de la ciudad, eran los mimados de la sociedad. Criados con
instrucción a la “europea”, en colegios privados crecieron en un sentimiento déspota, hacia
los indios a quienes trataban como veían que lo hacían sus padres, con desdén y
autoritarismo, creyéndose superiores por el simple hecho de ser quienes eran. Llegaban a
adultos, –algunos con estudios universitarios en el país o en el exterior–, pero en general,
acostumbrados al bien vivir a costa de las haciendas y bienes heredados de sus padres,
aunque muy conscientes de que la riqueza provenía de la explotación de los indios. La
mayor parte, se mezcló en las alianzas y luchas electorales, permaneciendo indiferentes a
todo el acontecer nacional. Marginaban a los indios y les era indiferente la miseria y el
abandono infantil. Era el problema de la iglesia y de las señoras.
18El gobierno liberal de Pando, fue relevado por el de Ismael Montes, (1904-1909; 1913-
1917), a quien se debe la laicización de la educación por espacio de cuatro años. La
campaña anticatólica del liberalismo, fue iniciada en 1901 con el diputado León M. Loza,
quien presentó el Proyecto de libertad de cultos. En 1913, se promulgó la ley fue por el
presidente Ismael Montesy fue implementada por el Ministro de Educación Manuel
Mariaca, del directorio de la Sociedad Católica de San José.224 Los liberales, mostraban
abiertamente su aversión a la iglesia, mientras militaban en sociedades católicas de
atención al menor. Específicamente, hostigaron a las religiosas encargadas de los Hogares
de Niños San José y Villegas.
19En ese lapso de tiempo, el Estado llegó a romper relaciones con la Santa Sede y por
algunos años los padres de familia, pudieron decidir si sus hijos serían instruidos en la
religión católica, o no. A pesar de esto Ismael Montes estuvo presente en la inauguración
del Hogar de Niños Huérfanos Villegas en 1914, su esposa Bethsabé de Montes, fue
Presidenta honoraria del Directorio. En general, todas las señoras del Directorio, eran
esposas de ministros y demás del poder estatal. La atención del menor abandonado y
huérfano era, como dije, cosa de la iglesia y de las mujeres.
20En lo político, hacia 1917 la oposición a los gobiernos liberales se fusionó en una sola
agrupación, la misma que al congregarse fue dispersada por persecuciones y destierros a la
sombra de un estado de sitio decretado por la guerra europea. Sólo después pudo
estructurarse como Partido Republicano que agrupó a viejos conservadores y a liberales
disidentes. En las elecciones de 1917, fue candidato por primera vez un republicano, José
María Escalier. Bautista Saavedra, (1921-1925) fue el primer presidente de ese partido,
quien desde el primer día de su gobierno, tuvo que luchar con la fuerte oposición,
compuesta por los liberales desplazados y un grupo disidente de su partido que se llamó
Partido Republicano “genuino”. Bautista Saavedra, restableció la “armonía” con la iglesia,
volviendo la enseñanza religiosa a los colegios, multiplicándose los colegios religiosos y
los asilos, así como la expansión del catolicismo. Las instituciones eclesiásticas, volvieron
a gozar de garantías y la religión católica volvió a ser protegida por el estado. En el ámbito
social, en 1923 se elaboró la primera legislación social boliviana, que prohibía el trabajo de
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24En 1920, se fundó un Partido Socialista local, que no tuvo muchos seguidores, puesto
que las ideas socialistas, no se afianzaron sólidamente en las primeras dos décadas del siglo
XX. En cambio, estuvo constituido por un pequeño grupo de intelectuales con apoyo
estudiantil y un mínimo apoyo obrero. Por primera vez, empezaron a discutir problemas de
clases. Confrontaron ideas, en torno al pongueaje229 del indio, el reconocimiento de los
derechos de las comunidades indígenas y de los obreros y las mujeres.230 Paralelamente, el
advenimiento del partido Republicano liderado por Bautista Saavedra en 1920, propugnaba
la primera ideología de corte nacional popular, que incorporaba al sector mestizo, aunque
fuera de manera clientelar, y contaba además, con el apoyo de los sectores dominantes de la
ciudad de La Paz.231 Era indudablemente, el momento de los mestizos y la clase media.
Sin embargo, esta agrupación política tuvo que luchar, –como dijimos líneas arriba–, con
una fuerte oposición, compuesta por los liberales desplazados y un grupo disidente de su
partido, que se llamó Partido Republicano “genuino”, representado por Daniel Salamanca y
José María Escalier, quienes querían incorporar en sus filas, a la elite paceña que gobernó
el país entre 1899 y 1920 y que había quedado en segundo plano, luego del golpe de estado
de 1920.
27Los emigrantes campesinos, que pasaban a formar parte de los artesanos, rompían el
monopolio ejercido por los gremios de mestizos, abaratando el producto, aunque bajando su
nivel de calidad. De esa manera, los artesanos mestizos, se dieron cuenta que para afianzar
su posición social en la ciudad, debían contar con el apoyo de algún partido político, por lo
que no tardaron en afiliarse. Tanto los artesanos como las agrupaciones obreras en la
ciudad, se distinguían por el partido político al que pertenecían y ciertamente aquella
filiación, marcaba el grado de aculturamiento que iban adquiriendo, así las agrupaciones
obreras liberales, desarrollaron criterio cívico estableciendo escuelas educativas para hijos
de mestizos y cholos, impidiendo de ese modo, que se les manipulara políticamente, con
prebendas como sucedía con los artesanos republicanos.
28¿En qué sentido la clase media mestiza vio mejores perspectivas en su relación con la
clase alta blanco-criolla, respecto al tratamiento político de los niños huérfanos y
abandonados? Habíamos referido, que en la aparición de sindicatos obreros y artesanos,
participaron activamente los “doctorcito”, de clase alta, quienes validaban con su presencia
las agrupaciones sindicales. A su vez, éstas conseguían de aquellos, diversas prebendas,
entre ellas, el acceso a orfanatos, los cuales eran vistos por ellos como internados
educativos, para cuyo ingreso, debían contar con el apadrinamiento de alguien de clase alta,
relacionado con alguna de las sociedades dedicadas a los niños. Además, de que uno de los
requisitos, era que los niños debían ser huérfanos de padre y madre y además, estar
bautizados en la fe católica.
29Por esa causa, los primeros asilados en el Hospicio de niños huérfanos de San José,
fueron los hijos de la Sociedad de Artesanos carpinteros de San José, vinculados
políticamente a los directores liberales de la Sociedad San José. Y aunque el fin de la
Sociedad de San José, era socorrer a los niños huérfanos y desvalidos, por influencias
políticas y con el pretexto de que los niños que se debían recoger en el Hogar, debían haber
sido bautizados en el catolicismo, el Hogar, se llenó de niños no huérfanos cuyos padres,
buscaban solamente un internado adecuado para su educación.
31La Guerra contra el Paraguay; que tuvo lugar entre los años 1933 y 1935, generó en el
país una convulsión en sus valores humanos más profundos. Acudieron al enfrentamiento
bélico, hombres de todas las condiciones sociales y aquella convivencia íntima, en
condiciones extremas de soledad, dolor, amargura y abandono, propuso al país un nuevo
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32Si hasta ese entonces, las instituciones benéficas de atención a los niños pobres y
desamparados, eran subvencionadas en alguna medida por el Estado, ahora, en la década de
los treinta, el imaginario político, fue tomando conciencia de la alteridad que constituía la
gran población pobre compuesta por indígenas y mestizos. Los gobernantes no podían
discriminar con ningún tipo de reacción racista y discriminatoria a sus gobernados. Las
instituciones benéficas privadas no abastecían, tampoco cubrían las necesidades más
importantes, como la educación y derechos ciudadanos de los más pobres. Pero lo que es
más importante, el grueso de la población, cayó en cuenta de que las instituciones
meramente benéficas no cubrían las expectativas del país en su conjunto. Es decir, fueron
aceptando la diferencia, aunque siempre de modo paternalista y altruista y no como un
derecho de igualdad social, como razonamiento inicial del planteamiento.
33La opinión que tenía la sociedad de sí misma, en esos años, fue reflejándose
paralelamente al enfrentamiento bélico, y el conflicto armado tuvo como resultado gran
cantidad de niños huérfanos y abandonados, que comenzaron a deambular por las ciudades
pidiendo limosna y asediando a los transeúntes en las calles, plazas, pastelerías,
restaurantes y hasta en lenocinios. La familia en general, sufrió una grave lesión en su
interior, siendo así, que ante la grave situación surgieron nuevamente voces femeninas, que
clamaban por los derechos del niño. La maestra de escuela Etelvina Villanueva, propuso
una movilización de sus colegas, para conseguir la ley del Niño, arengando por conseguir
derechos y no medios degradantes como aquellos ambientes carcelarios policiales, o de
asilos que carecían de amor a sus semejantes. Llamaba la atención, sobre la falta de
atención al alma del niño, haciendo énfasis en que debía educárseles en artes, en escuelas
talleres, sin dejar de lado su formación profesional.237 Las editoriales de 1936, en el
periódico La Razón, estaban dedicadas a la mortalidad infantil, debida principalmente la
falta de higiene en los medios populares, ya que esta favorecía el desarrollo de infecciones,
raquitismo y el peligro de contaminación tuberculosa; causas, que unidas al alcoholismo y
sífilis, daban por resultado la mortalidad infantil. Todo ello, en un medio donde existía
ignorancia de reglas elementales de puericultura en las madres.238
35A fines de la década de los treinta, había llegado el momento de que el Estado se hiciera
cargo de los niños abandonados, ya no por subvenciones mensuales, sino como ente rector
de todas las instituciones del Menor. Por otro lado, empezaron a llegar del exterior del país
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39La Guerra del Chaco, fue para la sociedad boliviana, una experiencia dolorosa que sirvió
para la concienciación de su identidad. Por primera vez, el país sintió a profundidad su
diversidad social y económica, e hizo carne de los problemas nacionales. La literatura
emanada de esa generación, es notable y proficua. El enfrentamiento bélico, dio lugar a
episodios históricos, movimientos sociales, políticos, que promovieron la conciencia de una
Bolivia nueva, revolucionaria que cristalizó de alguna manera el año 1952 con la
Revolución Nacional llevada a cabo por el partido Movimiento Nacionalista
Revolucionario. En la Guerra del Chaco, nacieron ideólogos, que empezaron a ver al indio
como igual al blanco, con las mismas necesidades y sentimientos. Así, al fin de la Guerra, y
al regresar a sus lugares de origen, algo muy profundo había enraizado en sus mentes, la
igualdad de derechos de los indios. Concebían ahora en sus mentes, una nueva Bolivia, más
solidaria y justa. Fue entonces, que nacieron nuevos partidos de izquierda, como el Partido
de Izquierda Revolucionaria, o Razón de Patria.
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45En La Paz, se sumaron a las donaciones del Prefecto del Departamento de La Paz, del
Presidente del Centro de Defensa Nacional y otras personalidades del mundo social y
administrativo. Hubo aportes puntuales, como el de la Superiora del Colegio Santa Ana,
quien donó ocho camas completas y asilo para diecinueve niños huérfanos en esa
institución.250 También el Colegio La Salle, que ofreció un programa novedoso con la
puesta en escena, del drama Crisol de Antonio Díaz Villamil, cuyo importe por las entradas
estuvo destinado al Patronato.251 El 23 de marzo de 1934, el Ministerio de Defensa
Nacional, comunicó por la prensa, la designación del Presidente del Patronato Nacional de
Huérfanos en la persona de Gerardo Velasco, conocido ciudadano de la localidad,
colaborado por Enrique Borda, representante del comercio en general. A pocos días de
haberse posesionado, Velasco y Borda, informaron que habían recibido setenta solicitudes,
de las cuales se atendieron solo ocho, internando a los niños en el Hospicio de San José y
en el Asilo de la Cruzada Pontificia.252 Poco después, se designaron nuevos delegados, de
parte de las Sociedades de Beneficencia, destinados a integrar el Comité Departamental,
ellos fueron Aniceto Solares y Vicente Mendoza López y Corsino Rodríguez,253 quienes
confeccionaron un proyecto de Reglamento interno, o estatuto orgánico. Aniceto Solares,
incluyó en el estatuto, la obligación del Patronato, de atender a los niños huérfanos, según
su condición social, moral y capacidad intelectual, para darles en el futuro una educación
vocacional, ramificándolos en colegios de artes y oficios, o en estudios secundarios, con
perspectiva a profesiones liberales.
47El Consejo Consultivo Central, estuvo destinado a asesorar al Ministerio del ramo y a la
dirección general del Patronato, en todo lo concerniente a la política de protección a la
infancia y particularmente, en lo relativo al desenvolvimiento de sus servicios. El cargo de
director general de Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra, era honorario, por lo tanto,
no percibía sueldo alguno. La Dirección General, comprendió todos los servicios, en
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50Como los niños huérfanos iban en aumento, las iniciativas eclesiásticas y privadas
continuaron y a fines de 1934, se abrió otro Hospicio llamado “Illimani”, ubicado en la
calle Pichincha y que estuvo al cuidado de las religiosas de la Cruzada Pontificia, quienes
fundaron dieron a los niños alimentación, educación y vestido. Por su parte, las religiosas
del colegio Santa Ana, ayudaron otorgando educación gratuita.257 El Rotary Club,
organizó una olla para niños huérfanos, con donaciones del exterior del país. Paralelamente,
se informaba diariamente la pérdida de menores y la creciente prostitución de niñas
andrajosas y mugrientas, que pedían caridad, un pan o cinco centavos.258
52de guerra. La carta del presidente del Patronato, refería que casi ningún Comité de la
República, que se encargaba de proteger a estos niños, y habían aparecido indias,
solicitando amparo para sus hijos. La falta de conocimiento de la existencia de organismos,
que podían ampararlas, hizo que muchas aceptaran con resignación, la muerte de los padres
de sus hijos. Sin embargo, en Huarisata se consolidó el sustento un presupuesto para 150
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55Por muy modesta que fuera la condición social de huérfano de guerra, se establecía que
debía considerársele con derecho al máximo respeto. No se trataba de dar al niño expósito
pan, ropa y techo, ni siquiera alfabetizarlos, para llenar el claustro universitario con ellos.
La orientación en su educación debía ser flexible, sin atarse a moldes rígidos ni sistemas
únicos. Y como la condición social de los expósitos era variada, según las peculiaridades
propias de cada región de la república, habría de hacerse de él un individuo útil, en el
engranaje de la colectividad y suficientemente apto para un trabajo que le permitiera ganar
su subsistencia. Se quería preparar a los niños como futuros elementos del engranaje social
del país. Todas estas consideraciones fueron elevadas por el Patronato al Honorable
Congreso Nacional a través del Ministerio de Defensa Nacional.
Cuadro 4.2. Presupuesto Nacional del Patronato Nacional de Guerra 1934 - 1935
Fuente: Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra. Informe del Sr. Ministro de Defensa
Nacional. La Paz, 1936.
Note262
57La organización interna del Patronato de Huérfanos de Guerra, instituyó una ficha única
de identificación en todas sus filiales, en la cual se consignaban datos antropométricos,
antecedentes del niño, pormenores de su estado y desarrollo orgánicos y en el reverso los
datos de orden sanitario. En cuanto a la situación de las filiales departamentales, el Comité
de La Paz realizó algunos viajes que permitieron estudiar las instituciones en Oruro,
Cochabamba, Sucre, Santa Cruz y Potosí.263 Con el convencimiento adicional de que nada
era mejor, que mantener al huérfano en el domicilio materno, se estableció una asignación
mensual, que iba a ser complementada con “visitadoras” de la Cruz Roja, que vigilaran la
educación y condición material, en que se desenvolvía la vida de los niños en sus propios
hogares. Por otro lado, se establecieron becas en diversos establecimientos de enseñanza
privada, con el fin de educar en las mejores condiciones. En total el número de huérfanos
atendidos en el todo el país, fue de seiscientos treinta y tres, de los cuales en La Paz se
encontraban ciento sesenta y cinco, en Cochabamba ciento cuarenta y seis, en Chuquisaca
sesenta y tres, en Oruro sesenta y ocho, en Potosí setenta y cinco, en Santa Cruz, cincuenta
y uno y finalmente en Tupiza cuarenta.
58El financiamiento del Patronato, en todas sus filiales, se hacía con cien mil setecientos
cuarenta y nueve bolivianos de activo y la misma suma en pasivo. Sin embargo, el
despacho de Previsión Social del Ministerio de Trabajo, Salubridad y Previsión Social,
informó en 1936, que no había podido llevar a cabo sus proyectos debido a la falta de
recursos económicos, escasez que fue atribuida a la poca conciencia de este despacho por
parte del ejecutivo del gobierno. En mayo de 1936, se dio el Informe anual del Patronato,
correspondiente al período de julio de 1934 a 10 de febrero de 1936. La información
contenía datos relevantes sobre la entidad en Chuquisaca, Potosí, Oruro, Cochabamba,
Santa Cruz, Tarija, Beni y La Paz. Acerca de las disposiciones futuras, el informe refería,
que la atención sanitaria requería disposiciones adecuadas, servicios médicos, dentistas
escolares, esperando que los profesionales brindaran sus servicios de manera gratuita. Se
pretendía también organizar un almacén escolar que permitiera facilitar material de
enseñanza a las escuelas-hogares. Se esperaba contar con la colaboración de maestros
fiscales, contándose para entonces con la ayuda del educador Corsino Rodríguez Quiroga.
60En la fecha del Informe anterior, estuvieron a cargo del Comité Departamental José
Gutiérrez Crespo y José Salmón. Quedó a su cargo, toda la propaganda utilizada para
inscribir a los huérfanos y presentarlos para su admisión al Tribunal Calificador, para ello
se solicitaba la colaboración de prelados, prefectos, subprefectos y corregidores para que
hicieran conocer la existencia de la institución. De ese modo, se consiguió incluso la ayuda
de las autoridades militares para levantar una estadística de los huérfanos, estableciéndose
que no solo recibirían ayuda del Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra los huérfanos,
cuya situación económica era mala, sino aquellos que tenían una situación “favorable”. De
ese modo, se atendieron no solo los huérfanos de la Guerra, sino también hijos de
prisioneros.265
Cuadro 4.3. Presupuesto de 1936 para subvención de becas escolares Para huérfanos de
Guerra
Fuente: Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra. Informe del Sr. Ministro de Defensa
Nacional. La Paz. 1936.
62Por otro lado, habría una contribución obligatoria, por parte de los padres de los niños
ricos, que se educaran en establecimientos particulares, para aligerar también de alguna
manera “la diferencia odiosa entre ricos y pobres” alimentándose ambos de la misma
instrucción, puesto que el proyecto de ley mismo, contemplaba que había que evitar un
falso concepto del sentido de la educación, al crear planteles exclusivamente destinados
para huérfanos, ya que ello era un error imperdonable, casi delictuoso. El huérfano debía
gozar de las mismas prerrogativas que el que no lo era.266 Como existía un gran número de
niños abandonados de toda condición social cuyas madres no los querían entregar en
ningún asilo, el Patronato Nacional de Menores, solicitó al Ministerio de Instrucción, la
concesión de becas para huérfanos. De ese modo, se consiguieron cinco becas, en cada uno
de los establecimientos privados tales como Colegio Alemán, Colegio La Salle, Colegio
San Calixto, Colegio Don Bosco, Colegio de los Sagrados Corazones, Colegio Católico
Inglés, Colegio Santa Ana e Instituto de María Auxiliadora. Una gran parte de los niños
favorecidos con becas, –en 1935–, eran hijos de oficiales, cuyas viudas pobres con
numerosa familia no tenían para pagar la beca en un internado. La viuda de un subteniente
por ejemplo, recibía 146.66 bolivianos mensuales de pensión, siendo que el monto a pagar
en cualquier colegio como mensualidad por alumno era de ochenta bolivianos.
65En febrero de 1936, se entregó el establecimiento El Paraíso, –en el barrio de San Jorge–,
al Patronato Nacional de Menores, bajo la dirección y administración de los educadores,
Ángel Chávez Ruiz y su esposa. La casa chacarilla, estaba ubicada a espaldas de la avenida
Arce y sobre el callejón García. Comprendía varios edificios, terrenos y piscina. El Comité
Departamental, a cargo del Patronato Nacional de Menores, estableció que la nueva Escuela
–Hogar, se denominaría en adelante Escuela Hogar “Teniente Méndez Arcos” y se
comprometió a levantar en el plazo de un mes, un dique en el río Choqueyapu, destinado a
resguardar la propiedad de las crecientes del río e instalar la Escuela –Hogar en el plazo de
dos meses. La administración, estaría a cargo de la Cruzada Pontificia u otra institución
apostólica. Recibieron la donación José Salmón Ballivián, Prefecto y Comandante General
del Departamento, Aniceto Solares, Presidente interino del ex Patronato Nacional de
Huérfanos de Guerra, Tomás Monje Gutiérrez, Fiscal de Gobierno y Primitivo Sánchez,
Administrador del Tesoro Departamental. La donación de la propiedad El Paraíso, venía a
constituir un segundo lote de terreno donado al Patronato Nacional de Menores.268
67En cuanto a las finanzas del Patronato Nacional de Guerra, que tanto dieron que hablar a
la prensa local, luego del Informe del Inspector General Enrique Borda, se estableció que el
monto recaudado por la Dirección Departamental de Consumos, en diferentes conceptos,
desde el inicio del Patronato, fue de mil quinientos treinta y cinco bolivianos, provenientes
entre otros de impuestos y multas, como por ejemplo la sanción impuesta al peso deficiente
del pan.271 Como la manutención del Patronato Nacional del Menor, era un dolor de
cabeza para el Ministerio de Hacienda, uno de sus directores Julio C. Patiño, escribió en
1939 una carta, que se publicó en los periódicos de la ciudad y de la República, solicitando
una limosna de las familias bolivianas. La solicitud era una cuota mensual y fue extensiva a
bancos, empresas mineras, fábricas, sociedades anónimas, industrias y comercio en general.
Denunciaba Patiño, que la mayoría de las familias de la ciudad, tenían mesa abundante o
por lo menos de sobra, existiendo alimentación hasta para los perros y los gatos, pero no
había para los “niños desvalidos que les cuidaban el coche”.272
68El Comité Central del Patronato Nacional de Menores, –recién constituido–, estuvo
conformado por diez vocales natos, nombrados por el Supremo Gobierno. Representarían a
las siguientes entidades: dos miembros de las sociedades privadas de beneficencia, hombre
y mujer, uno por el Concejo Nacional de Educación; uno por el cuerpo médico; uno del
Estado Mayor General, en representación del ejército; el Presidente de la Cruz Roja
Boliviana; uno por la Legión de excombatientes; uno por la Asociación de Periodistas; uno
por las instituciones bancarias; y uno por las instituciones comerciales. Este personal,
nombraría su Directorio por votación en simple mayoría, el cual estaría compuesto de
Presidente, Vicepresidente, Tesorero e Inspector General; todos ellos, durarían en sus
funciones dos años, pudiendo ser reelectos. Para la filiación de los niños en el Patronato de
La Paz, o en los subcomités departamentales y provinciales, se impuso una Ficha de
Filiación obligatoria, en los que se llenaban los datos generales del niño, nombre apellido,
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70En Oruro se atendía a 250 huérfanos de guerra, y menores abandonados, en dos escuelas-
hogares, la primera, que era para niñas, funcionaba en el Hospicio Penny, cedido
condicionalmente al Patronato, y la segunda de niños, funcionaba en un local alquilado. En
la ciudad de Cochabamba, el Patronato contaba con tres locales: La Providencia, donde se
albergaban niñas, a cargo de religiosas alemanas; la Cruzada Pontificia, perteneciente a la
congregación del mismo nombre, albergaba niños mientras se concluyeran las adaptaciones
y reparaciones del edificio, destinado para ellos. Atendía a 400 niños de ambos sexos. En la
ciudad de Potosí, se entregó un edificio a medio construir, motivo por el cual, los
doscientos niños de ambos sexos sufrieron incomodidades.
71En Santa Cruz se tenía el edificio “Asilo Mercado Aguado”, que fue entregado al
Patronato, por un contrato celebrado con la Municipalidad de esa ciudad. Albergaba cien
niños y fue construido por voluntad del filántropo cruceño José Mercado Aguado, cuyos
herederos, a su fallecimiento quisieron revertir el inmueble y el caso pasó a la Cámara de
Diputados de entonces. En Tarija, los huérfanos de guerra y menores abandonados, se
encontraban internos en el edificio de propiedad de las religiosas de Santa Ana, donde
había 60 niños. En Trinidad, el Patronato contaba con un edificio propio. A fines de 1940,
se invirtió una suma apreciable en reparaciones pues se encontraba en malas condiciones.
En 1941, albergaba 55 niños. En Tupiza, se contaba con un subcomité que tenía a cargo 40
niños, en su mayoría huérfanos de guerra.
72En Uyuni, el Patronato disponía de un amplio edificio cedido por la municipalidad para
escuela –hogar, donde el Patronato mandó construir un amplio dormitorio. El subcomité de
Vallegrande, contaba con un edificio propio construido especialmente, que tenía capacidad
para 200 niños, atendiendo en aquel entonces 80. En Camargo el Despacho de Previsión
Social, tenía un edificio donde se instaló la escuela-hogar que funcionaba normalmente con
40 niños, dándose preferencia a la enseñanza agrícola, ya que se trataba de una zona muy
fértil que vivía de la agricultura. En Roboré, ocurrió que el subcomité tenía a su cargo cerca
de 40 niños huérfanos de guerra, pero en vista de que sus madres y familiares preferían
recibir en sus casas las pensiones correspondientes a los niños, tanto por alimentación como
por vestuario, optó por suprimir la escuela –hogar de la población.274 El Patronato,
resolvió no aceptar a ningún menor en una escuela –hogar sin resolución del Ministerio del
Trabajo, Salubridad y Previsión Social.
73El Ministerio del Trabajo y Previsión Social, con sede en la ciudad de La Paz, quedó
encargado de supervisar hasta el 31 de diciembre de 1944, todos los expedientes de los
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74El recién creado Patronato de Menores, dependía en 1948 del despacho de Previsión
Social del Ministerio de Trabajo, Salubridad y Previsión Social y estuvo dirigido en sus
primeros años por María Josefa Saavedra276, quien había nacido en los primeros años del
siglo XX. Saavedra fue la primera mujer abogada en Bolivia, y desde su juventud, se dedicó
a tareas relacionadas con las clases marginadas especialmente los niños, fue miembro del
Directorio del Hogar San José, cuando aquél estaba dirigido solamente por hombres. A
María Josefa Saavedra se debe el Primer Código de Menores en Bolivia. Desde su
despacho, en el Ministerio de Trabajo, llevó cuidadosamente los libros relacionados con el
Patronato Nacional de Menores.277 En esos vigilaba todos los establecimientos estatales de
protección al menor, en las capitales de los nueve departamentos de Bolivia.
75Desde el despacho de Previsión Social, se hacían las compras a las fábricas nacionales
más competentes en precio y calidad para proveer a los orfanatos de vestuario y
alimentación. Se destacan en los documentos de compra, las incipientes fábricas de textiles
lideradas por emigrantes árabes e italianos a Bolivia como las fábricas de textiles Forno y
Said, o aquellas de mercería, como la “Casa Grace” y botonería como “La Española”, de
Francisco Asbún. Las de tejidos de lana, pertenecientes a la migración judía278, como “La
Polonesa”, de Elias Aizencang y Miguel Tobía. En los libros que existen en el Archivo de
La Paz, se lee que hubo compras al por mayor, especialmente de ropa confeccionada a la
firma Hauschild y Bauer, así como artículos de sastrería, calcetines por docenas, telas de
gabardina, diablo fuerte y piquet para la confección de ropa de niños de “toda la república”,
abarcas279, chompas o suéteres de lana de “La Polonesa”, tela “kaky” o gabardina color
beige, calzados, abrigos de invierno, muselina para pañuelos. Las compras, se efectuaban
para establecimientos concretos, es decir para el número exacto de alumnos que existían
oficialmente.
76Como colofón al presente capítulo, se debe mencionar que por gestión de la Directora
Nacional de Menores, Josefa Saavedra, por Decreto Supremo de fecha 9 de marzo de 1950,
el Patronato Nacional de Huérfanos de Guerra, pasó a llamarse Dirección Nacional del
Menor y Protección a la Infancia.280 Resumiendo, cabe señalar que la responsabilidad que
asumió el Estado en la supervisión del menor abandonado y huérfano, tuvo una gesta larga
y llena de escollos. Pareciera que de manera general, la sociedad entera, en todos sus
niveles, no llegaba a comprender la distancia entre la caridad católica y la solidaridad
social, un hecho fortuito como la Guerra del Chaco, hizo caer en cuenta, de la necesidad de
que el país contara con un organismo estatal, que se hiciera cargo de los niños desvalidos,
pero como el sentimiento desasosegador de la pérdida de la Guerra, con tanta desgracia en
recursos humanos y económicos también se fue enfriando, el Estado y la sociedad en
general fueron despreocupándose de los huérfanos y los niños abandonados, o en peligro de
serlo.
77Los Hogares Villegas y San José siguieron funcionando en la forma en que lo hicieron
hasta 1972, cuando San José se desintegró por expropiación de su local. Si bien esta les fue
indemnizada, la Sociedad Católica, tuvo que tomar nuevos rumbos, que desde el punto de
vista de la madurez y concordancia con los nuevos tiempos en los que las órdenes
religiosas, dedicadas a los pobres y desvalidos en general, comenzaron a cambiar métodos
de trabajo. Modernizaron el modo de encarar la pobreza y los niños sumidos en ella.281 En
la actualidad, el Estado tiene un Hospicio llamado Virgen de Fátima, para niños de cero a
siete años, pues a partir pues esa edad los varones pasan a la Ciudad del Niño y las niñas al
Hogar Villegas.
211 Hasta 1952 solamente votaban hombres alfabetizados, la cual constituía una capa
ínfima de la sociedad.
217 Ibídem.
220 Ibídem.
221 Ibídem.
223 Ibídem.
232 Ibídem.
233 Ibídem.
236 Ibídem.
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242 Ibídem.
243 Ibídem.
257 Ibídem.
258 Ibídem.
260 Se hace referencia a lo que sucedió una década antes en Chile, aunque en
circunstancias distintas. Illanes 1993, 141.
261 Ibídem
263 Ibídem.
267 Ibídem
271 Ibídem.
272 Carta de Julio C. Patiño, Director del Patronato Nacional del Menor dirigida a Luis
Balli-vián. ALP/BS 1939.
274 Ibídem.
276 María Josefa Saavedra nació en La Paz (1902-2000), fue la primera mujer que ingresó
a la Facultad de Derecho y la primera ahogada en graduarse como Ahogada en la
Universidad
Mayor de San Andrés y en Bolivia.
277 El Archivo de La Paz guarda varios tomos de libros empastados con documentos de
gastos efectuados en la gestión de María Josefa Saavedra como Directora del Patronato
Nacional del Menor entre los años 1948-1953.
279 Especie de sandalia hecha de cuero utilizada por los indígenas en el campo en Bolivia,
actualmente se fabrican en goma de llantas desechadas de automóviles. Las abarcas
estaban destinadas a niños asilados en el Reformatorio “P. Asín” del pueblo de Viacha a 25
kilómetros de la ciudad de La Paz.
281 Desde hace más de veinte años la Sociedad Católica de San José sostiene centros de
orientación a familias pobres en zonas marginales de la ciudad. A través de apoyo al
ciudadano, facilitándoles Certificados de Nacimiento; guarderías infantiles, bibliotecas,
centros de recreación para niños de 4 a 18 años; atención médica cubren las necesidades
mínimas de más de 800 niños con irradiación a 2.500 familiares quienes cuentan con
asistencia médica. La Sociedad Católica de San José tiene fondos propios provenientes de
un estacionamiento de vehículos en el predio que les quedó luego de la expropiación y que
se encuentra en una zona céntrica de la ciudad. De esa manera la Sociedad Católica de San
José ha ido acorde con los tiempos en una tarea ya no de atención a niños huérfanos y
abandonados sino de prevención a la aparición de ellos. Por su parte el I logar Villegas
funciona hasta hoy con los mismos parámetros iniciales. Sin embargo allí se cuenta con la
ayuda de religiosas del Amor de Dios. Ambas instituciones reciben aportes del Estado y
una que otra limosna esporádica de la ciudadanía en general.
Índice de ilustraciones
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Texto Notas
Texto completo
1La conciencia colectiva nacional y ciudadana de la presencia del otro, y la ayuda precisa
que había que dar en particular a los huérfanos del país, se manifestó a fines del siglo XIX,
coincidiendo con el sentimiento autonomista que muchas mujeres empezaban a
experimentar entre la clase alta de la sociedad de La Paz. Las asociaciones benéficas en
torno a los niños huérfanos y abandonados, eran una causa acorde al ideal femenino
decimonónico de bondad, generosidad, altruismo, caridad y demás virtudes cristianas
inculcadas por la iglesia católica y la sociedad282; virtudes que no iban en contra el nuevo
sentimiento de independencia femenino.
4En los años en que la mujer empezaba a dar los primeros pasos, autonómicos, campeaba
en el ambiente de las familias más tradicionales, el sentimiento de honra que se merecía la
familia. Para preservarlo, la familia debía mantenerse dentro del hogar, cualquier acción
fuera de él era una afrenta a la virtud más preciada por una mujer, que era su integridad
física y moral. Además que salir de su casa la vulgarizaba.
5El Director de Instrucción Pública José María Suárez,(1918) se hizo eco de los prejuicios
de la época, cuando escribió, que la mujer tenía un camino propio a seguir; la Universidad
no podía cerrarle sus puertas, pero corría el riesgo de masculinizarse, por ello había que
trazarle el verdadero camino, para ella orientado hacia el hogar287. Para ella, la familia no
era solamente un patrimonio, sino también un capital simbólico de honor288. Todo lo que
lastimara su reputación, o empeñara su honra, era una amenaza. Por ello, la percepción de
las nuevas tareas de trabajo social, hacia el menor abandonado, estaban movidos
íntimamente por las virtudes y valores arriba mencionados, pero también por lo que estaba
bien visto, lo que honraba a su esposo y a su familia. Sin duda, el nuevo movimiento
femenino de emancipación, que iba cobrando fuerza, desde principios de siglo, y entraba en
franca contradicción con el ideal de mujer decimonónico, enraizado en la sociedad y que en
el fondo, era un levantar las ataduras rígidas del poder masculino sobre ella. Toda su
actividad fuera del hogar, dedicado a las Sociedad de Señoras, o de la Sociedad Protectora
de la Infancia, debió ser por tanto tormentoso para su conciencia.
7La deshonra sobrevenía siempre, por causa de las mujeres, quienes eran las que estaban
siempre más expuestas al deshonor. Por ello preservar su integridad sexual, era una misión
del hogar. Ni qué decir de la bastardía, que era objeto de una reprobación particularmente
fuerte. Ello explica el abandono de menores, el infanticidio, o el alumbramiento
clandestino, practicado también en la clase alta. Y no es que la práctica del honor, se
relacionara solamente entre las familias más acomodadas, también se encontraba en
familias de clase media, que trataban por todos los medios enaltecer su familia, con
acciones de prestigio. Por esa razón, la deshonra de una hija embarazada, era tan grande
que era más probable, un abandono de la criatura, que el hecho de tener una hija madre
soltera en la casa.
10Con relación a la educación de la mujer de clase alta, hacia 1924, se le inculcaba que
tenía que tener sentimientos de solidaridad hacia los pobres, mendigos y desheredados. Se
lee a través de discursos femeninos, cuán solidaria debía ser la mujer con el niño indígena,
a quien consideraba que había que proteger, alfabetizar y educar. Y en lo concerniente a sí
misma, se consideraba de prestigio, tener por meta su escolarización en el ciclo
secundario293. Sin embargo, las mujeres de clase alta, ponían como el principal y más alto
deber el ser madres, y tener un hogar donde criar a los hijos. Los escritos recogidos en la
revista Eco Femenino, muestran el pensamiento, pero sobre todo, el sentimiento de mujeres
pujantes, muy emancipadas para la época, quienes clamaban por valores y virtudes, que
debían tener las madres, maestras, compañeras y novias. Ser tiernas, amorosas, sacrificadas,
buenas y dulces eran las virtudes que debían sobresalir294.
11Las mujeres solteras, las hijas de familias bien acomodadas, eran instruidas solamente en
las cosas domésticas. La literatura de la época, está llena de escritos, que pretendían
enaltecer a la mujer con estereotipos idealizados, tales como “reina de la creación”, “ángel
del hogar”, “diosa”. Su “ciencia”, debía mostrarse al llegar a ser esposas y madres modelos,
que hacían todo y enseñaban a los que dependían de ellas. Se consideraba que los estudios
debían ser limitados, pues era digno de censura sobrecargar a la mujer con estudios
“demasiado difíciles”, como geometría, ciencias naturales, literatura. Se ponía como
ejemplo a Bélgica, que había decretado la enseñanza de la economía doméstica, y de los
trabajos caseros en las escuelas públicas de jóvenes295. No hay que olvidar, que los moldes
belgas traídos a Bolivia en 1929, por el educador belga George Rouma, fueron inculcados
en las Escuelas Normales de Sucre y La Paz cuyas sociedades pacatas, eran caldo de cultivo
perfecto para asimilar esos valores.
12Sin embargo, el papel de la mujer fue cambiando. Así aquella mujer sumisa, que no
servía, sino para ser mártir de su casa, rompió esquemas y hacia 1920, los derechos
políticos de las mujeres, estuvieron en debate, aunque solamente en un reducido grupo de
mujeres. Las mujeres de clase alta, seguían manteniendo la imagen de ser débiles, sensibles
y pasivas, influidas por la imagen de la mujer católica. Algunas veces, estas mismas
mujeres, se preocupaban por las niñas de todas las clases sociales, pero sólo con un
sentimiento altruista, que las colmara de honor296. Es por esa razón que fueron las mujeres
de clase media, las que irrumpieron en la vida política, formando agrupaciones políticas y
sindicales.
13Entre 1920 y 1940, en países como Argentina o Chile, donde hubo fuerte inmigración
europea, las mujeres comenzaron a estudiar y a trabajar fuera de casa. En La Paz, unas
pocas lo hicieron. Lo que daba la nota diferente en esta ciudad, respecto a los demás países,
era el mestizaje cultural. La cantidad creciente de mano de obra doméstica femenina,
compuesta por indígenas recién emigradas del campo a la ciudad, se ubicaban en el estrato
más bajo de la sociedad, pero ellas fueron dando a la ciudad hijos e hijas que se iban
instalando en trabajos del comercio y en algunas fábricas. Surgía de esa manera, la
presencia de una mujer trabajadora y medianamente instruida. Este fue el cambio más
notorio de la mujer inmigrante, en lo que se refiere a su su reivindicación social. Sus hijos,
serían paceños, tal vez mestizos, y para ellos estaban destinadas las escuelas nacionales
gratuitas, creadas por los gobiernos liberales y republicanos.
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15En esa década, cuando el furor de la Guerra del Chaco hacía estragos con esposos,
hermanos y novios, algunas escribían por hacer de la mujer un ser como lo pedía el
momento:
“...Preciso será, que una muchacha se eduque dentro de la más estricta vigilancia. Que
desde temprana edad forme parte de sociedades de acción benéfica, para que así no piense
egoístamente que ha venido a la vida sólo para divertirse, y encerrarse en el castillo de
cristal de su indiferencia. Que pueda considerar que no sólo se debe a ella, sino también al
resto de la sociedad dentro de la cual vive y del seno de la cual se debe desterrar todo
parásito... Hacer que la juventud vele por la niñez, es otro de los deberes del momento.
Poder evitar y extirpar de raíz la mendicidad infantil, que con caracteres alarmantes va
presentándose...”298.
16El verdadero feminismo, –registraban los escritos–, suponía que mientras imperara en el
mundo la fuerza bruta, y los hombres resolvieran sus problemas internacionales o de
política local por la guerra, o la revolución, la mujer seguiría siendo la parte débil de la
humanidad, incapaz de nivelarse en resistencia física, y en furor bestial con el hombre. La
superioridad de la mujer, residía en su corazón, y por esta superioridad era la llamada a
cooperar en forma real y efectiva en la pacificación de los espíritus, “con sus enseñanzas en
el hogar, meciendo al niño y cantándole dulces canciones”299.
17La sociedad sentía que las mujeres, eran las llamadas a inculcar el pacifismo en sus
parejas, su misión no era más una abstracción utópica de las almas nobles, eminentemente
cristianas, era una obsesión atormentadora de las multitudes y minorías selectas, debían
conmocionar a los gobernantes. El hombre, que había hecho de la mujer un ser débil,
estereotipada, frente a toda circunstancia de la vida, recibía ahora, las primeras lecciones de
conciliación y pacifismo en el hogar. El sentimiento plasmado en la prensa, expresaba que
de muy poco serviría el desarme material, la equivalencia de las escuadras, los comités de
conciliación, los tribunales de justicia internacional y el gran instrumento de la civilización
actual, la Liga de las Naciones,si los hombres del futuro, no recibían las primeras lecciones
de condescendencia en el hogar. Lecciones, que después el maestro reafirmaba enriquecido
en la escuela300.
18Es muy significativo indagar sobre la sensibilidad social que tenían las mujeres de clase
alta. Esa cualidad es tangible en las revistas de época, como Feminiflor301, Aspiración302,
Eco Femenino303 e Indice304, que captan las inquietudes de las “almas sinceras, ansiosas
de luz, belleza y bondad”305. La revista Indice, estuvo dirigida por María Luisa Sánchez
Bustamante de Urioste, y mostraba un ánimo de mayor preocupación por temas sociales y
políticos. En el fondo, trataban de reflejar lo que entonces se llamaba feminismo, que era el
derecho a trabajar, a estudiar y a conseguir derechos civiles y políticos, sin abandonar su
hogar al que consideraban el centro de sus vidas.
20Los aspectos que más resaltan las revistas femeninas, de principios de siglo, son la
desventura en la que estaba sumido el indio, y su falta de educación. Los más eminentes
pensadores, como Franz Tamayo y Alcides Arguedas, se ocuparon del tema, e
indudablemente sus ideas llegaron al sentir femenino de la época. La clase alta, desdeñaba
la cuestión con menosprecio, y en algunos casos con lástima, vertiendo expresiones como,
“estos indómitos aymaras” con su “melancólica música incaica”. En una colaboración de
Arguedas, a la Revista Eco Femenino307, en 1924, decía “hablar del indio haría llorar al
mundo”. Es paradójico sin embargo, cómo algunos sectores obreros y mestizos en general,
simpatizaban con la élite blanca, con respecto a los indios, así las cholas y mestizas
arraigadas en las ciudades reproducían también muchos de esos esquemas discriminatorios,
tratando mal en los mercados a los indios, recién llegados del campo 308.
21El imaginario del sentir femenino, que podemos reconstruir a partir de artículos escritos
por mujeres escritoras de Eco Femenino, pertenecientes a la clase alta y media, fue en algún
momento silenciado por la clase social dominante, porque sencillamente era vergonzoso
para su clase, el reconocer que había pobreza, indios analfabetos y desaseados y mucho
más, niños abandonados. El reconocimiento de esta realidad, golpeaba el honor de los
acaudalados, pero al mismo tiempo sus propios intereses económicos y sociales, ya que
basaban su riqueza en la explotación del otro.
23Osorio, el autor del un folleto en el cual se culpaba a las mujeres de falta de cuidados al
dar a luz, decía que ni por altruismo, ni por caridad, se movía la conciencia de la gente
pudiente, para ayudar a las madres pobres a enfrentar su infortunio. Decía, que por lo
menos, por espíritu de egoísmo de casta, la humanidad debería cambiar de rumbos y
dedicarse con ahínco a proteger, a salvar a los suyos, cuando necesitaban de su ayuda.
Afirmaba, que en lugar de instituir tantas agrupaciones benéficas, la sociedad debería
dedicarse a prevenir la existencia de niños abandonados, degenerados, enfermos que
padecían enfermedades hereditarias y de infinidad de inválidos de nacimiento y niños
retardados. El autor atribuía el mal, al descuido absoluto de la acción social, sobre la
generación en sus tres fases, antes, durante y después del parto. El origen de todo, estaba en
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24No solamente la mujer de clase alta, se vio motivada a salir de su hogar en busca de su
realización personal, a través de obras benéficas, también las mujeres de la clase obrera
irrumpieron el ambiente de la ciudad, con reuniones propias de su sector. Así el Comité
Femenino del Partido Obrero, a la cabeza de Angélica Ascui Fernández, convocó a una
conferencia relacionada con el movimiento obrero nacional, y la educación de la mujer
obrera. Los periódicos locales, cubrieron la noticia alabando la función que cumplía la
Universidad Popular, en bien de la cultura que correspondía a la clase obrera313. Otro
número de esta revista, dio cobertura a una nueva sensibilidad, dedicando un número a la
escritora Adela Zamudio, poetisa boliviana de fines del siglo XIX, que aunque no dirigida al
sector obrero, trataba de mostrar una nueva perspectiva del sector selecto de la
sociedad314.
26Las clases pobres, los obreros, los artesanos, se unieron en sociedades de socorros
mutuos, que les asistiera con medios para curarse, o en su caso, para cubrir las necesidades
de un eventual entierro. Cualquier nacional o extranjero, podía pertenecer a esas
sociedades, con sólo el requisito de ser presentado por uno o más socios y el pago de
ingreso, por lo general de tres a cinco bolivianos y la cuota mensual de un boliviano. Las
sociedades de beneficencia “más serias”, en La Paz para el cronista de esta noticia fueron
Socorros Mutuos de San José, Sociedad Católica de Socorros Mutuos, Centro Comercial,
Unión Gráfica Nacional, Obreros de La Cruz, El Porvenir de Artesanos, El Buen Pastor318.
La euforia de las sociedades, también pasó a las colonias extranjeras francesa, española,
italiana, alemana y peruana, que estaban constituidas en sociedades de beneficencia, con
estatutos especiales, diferentes en cada uno de los casos. El gobierno nacional y las
municipalidades ciudadanas, subvencionaban a estos establecimientos con fuertes sumas de
dinero, al entender que era la forma de acudir a los pobres. En el fondo, era el nuevo estilo
liberal, de interesarse por el otro para acallar las necesidades ajenas de los pobres que les
inquietaban. Sin embargo, los políticos veían en algunas sociedades gremiales, –como la de
los zapateros, carpinteros, sastres–, un trampolín político electoral ideal, para conquistar
prosélitos a sus causas ofreciéndoles cargos públicos o prebendas temporales319.
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“A raíz de la visita general de cárcel que ha tenido lugar el sábado de la pasada semana, con
sentimiento que la mayor parte de los asilados del panóptico, debido a la falta de vestuario
y camas, se encontraban en un lamentable estado de abandono, pues muchos de ellos,
apenas si dormían sobre unos miserables harapos. Con objeto de remediar siquiera en parte,
esta miserable situación, se ha organizado una Junta compuesta por las siguientes personas:
Sres. Néstor Pérez Velasco, Manuel Ordóñez López, Luis E Valle, Carlos V. Lanza,
Augusto Iturralde y Sabino Ríos”326.
30Durante el conflicto de la Guerra del Pacífico, que se desarrolló entre 1878 y 1881, la
actividad de la Sociedad fue intensa, como lo fue también la Sociedad Católica de San José
fundada en 1878. Las Señoras de la Beneficencia, socorrieron a soldados heridos en la
guerra, llevando a sus casas “ricas panitelas327, vino generoso, suculentos caldos y hasta
confituras para recrear y embalsamar el paladar”. En ese primer momento, la Municipalidad
de la ciudad de La Paz, también socorrió a los héroes de guerra, incluyendo muchas veces,
a refugiados de los aliados peruanos. Las Señoras de la Beneficencia, se constituyeron en
una ayuda eficaz para reclamar apoyo para las víctimas de la guerra, consiguiendo para
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36En 1928, la Sociedad de señoras San Vicente de Paul, preparaba para fines filantrópicos
el Día de la Flor, en el que grupos de señoritas de los “mejores círculos sociales”, vendían
flores en canastillos a los transeúntes. Sus balances, demostraban en forma minuciosa y
documentada, la inversión de los fondos en pensiones a protegidos, socorros a enfermos,
servicio de botica, sepelio de indigentes, entregas al hospicio, comidas para los niños del
mismo, fiesta para los pobres, obsequio al hospicio de San José. También distribución de
prendas de vestir a los pobres, el día de San Vicente de Paul, conservación del asilo y otros
gastos. Esa vez reunieron la suma de “veinticuatro mil setecientos noventa y un bolivianos
ocho centavos.”340 Fue justamente en una de esas Fiestas Florales, en honor de las reinas,
celebrada en el Auditorio de la Feria Exposición, ubicado en la Avenida Arce y propiedad
de Rosa Agramonte de Cusicanqui, cuando se supo la noticia del estallido de la guerra del
Chaco el año 1932, que enfrentó a Bolivia y Paraguay. Toda la concurrencia, impresionada
con la noticia, se puso de pie y entonó el Himno Nacional, al paso que en las puertas del
recinto ferial se agolpaba una muchedumbre.
38Tres años después, en febrero de 1928, se inauguraron cursos en la Cruz Roja Boliviana.
Allí el Presidente del Comité Nacional de la Cruz Roja, se dirigió a las mujeres,
encomiando su actividad al dedicarse a las “más simpáticas y nobles actividades
femeninas”. Recalcaba, que no era que les moviera algún oscuro propósito de fomentar
ideas bélicas, sino impulsar la preparación de la mujer boliviana, en la “sublime misión de
aliviar los dolores del que sufre ya que sus naturales ”instintos de compasión, dulzura,
bondad y abnegación”, la impulsaban a ese género de actividades que apoyadas en una
conveniente instrucción harían de ella el ángel tutelar de los que sufrían343.
39Desde los primeros años del siglo XX, las sociedades de beneficencia se empezaron a
relacionar entre sí. El 11 de febrero de 1928, se realizó la tercera reunión de los directorios
de todas las Sociedades de Beneficencia, celebrada en casa de la presidenta de la Sociedad
de Señoras, Bethsabé Iturralde de Levy. En ella fueron presentados y discutidos con toda
amplitud, los proyectos de legislación sobre la creación de un Comité Nacional de
Beneficencia y el establecimiento de una Dirección General de Higiene en la República344.
Los principios de la Cruz Roja, según palabras de Bethsabé Iturralde, eran dedicar todo su
esfuerzo, para el progreso y derecho de la mujer en la humanidad, para lo cual era
importante, aunar esfuerzos de todas las mujeres suramericanas. Su pensamiento iba en
torno a la idea de que había que reunir en las mujeres, su don más valioso, que era la
inteligencia unida al corazón, lo que les haría encontrar el origen de los sentimientos más
puros y nobles de alma, los cuales debían ser educados mediante virtud y ciencia. La
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40Desde principios del siglo XX, se comenzó a asociar la beneficencia pública a la actividad
obligada de las esposas de los Presidentes del país, o Primeras Damas. Así se advierte, la
presencia de la hermana del Presidente Ismael Montes, Celina Montes entre las mujeres del
directorio de la Sociedad Protectora de la Infancia, fundada por Resolución municipal de 20
de febrero de 1909. En la década de 1920, la mujer se incorpora activamente en algunos
espacios, como el comercio y la administración pública y paralelamente, la beneficencia va
convirtiéndose en una acción social del Estado. A Luisa Salinas Vega Torrico de Siles,
esposa del presidente Hernando Siles, (19261930) se le atribuye una labor social y
caritativa muy importante, con la creación del Preventorio de Niños Débiles de Obrajes,
que llevó su nombre y que al principio funcionaba como escuela al aire libre. Luisa Salinas,
fue además presidenta de la Liga Nacional contra la tuberculosis, fundó la Asociación de
Canillitas y también fue presidenta honoraria de la primera Convención de Mujeres,
realizada el 1° de mayo de 1929 en La Paz.
41Durante la Guerra del Chaco, lideraron actividades benéficas las hijas del Presidente
Daniel Salamanca, Leonor y Raquel Salamanca, quienes fundaron la Sociedad Patriótica de
Señoras, conformando un directorio presidido por Leonor Salamanca de Guzmán, que
reunió en el Palacio de Gobierno, un grupo de mujeres de la sociedad paceña. A su vez, la
esposa del presidente Germán Busch, (1936-40), Matilde Carmona de Busch, se empeñó en
construir un dispensario, sostenido por la acción social del apostolado, con colectas
públicas y con la colaboración gratuita de médicos. También trabajó en la Liga Nacional
contra la Epilepsia, y fue vocal de la Mesa Redonda Panamericana, así como
vicepresidenta de la Comisión Internacional de Mujeres, con sede en Washington. Además,
hizo labor intelectual en el Ateneo Femenino346. La hermana del Presidente Hertzog,
(1948) María Teresa Hertzog de Pacheco Iturralde, se hizo cargo del Hogar Villegas y
posteriormente de la Sociedad Protectora de la Infancia, destacándose también en otras
actividades, en favor de la mujer y en 1948, cuando se creó en la ciudad de La Paz el
Patronato Nacional del Menor, María Teresa Hertzog, presidió al mismo tiempo el Hogar
Villegas y el Hogar de Huérfanos de Guerra “Méndez Arcos”.
44La liberación proletaria, estuvo liderada por Domitila Pareja, mujer del pueblo que
escribía para conseguir la ansiada liberación de los pueblos oprimidos. Sus escritos, se
publicaron en la Revista Bandera Roja. Otra escritora, fue Martha Mendoza, que escribió
tanto en la prensa oficial, como en la de denuncia y en un periódico femenino, llamado
Opinión Nacional. Sin duda, la motivación principal de las escritoras, era su relación con
los varones sindicalizados. Según Medinaceli, lo más destacable de estas escritoras, es que
provocaban la reacción masculina de la época, quien ante la alusión, atacaban a las mujeres
cuando escribían “... todavía la mayoría del pueblo proletario, tiene la conciencia
estacionada, en especial el sexo femenino”350.
45El semanario obrero Claridad, aparecido en 1921, contaba entre sus redactoras a Fidelia
Corral, quien escribió con ideas de cristianismo primitivo igualitario. Hubo otras revistas,
como La Vanguardia, La Antorcha, Nueva Era, que cubrían expresiones de mujeres del
sector de la clase media. En la Revista Bandera Roja, se presentaba una abierta crítica,
precisamente hacia las instituciones elitistas de damas burguesas, que componían la
Sociedad Protectora de la Infancia. La revista, sustentaba irónicamente, que las damas
burguesas, pretendían fundar una iglesia dentro del asilo de huérfanos. Criticaban a
aquellas, como “mujeres histéricas”, y a los hombres que las apoyaban, como “hombres
eunuquizados y atrofiados”, mientras que criticaba la sumisión en que se encontraban las
mujeres del común, lamentando su estado calamitoso en una ignorancia completa351.
46En 1928, la propaganda obrera, había logrado formar una opinión general acerca de la
situación de la mujer obrera, considerándola una realidad injusta, ya que el salario era
insuficiente, y sumirse en la prostitución transgrediendo las reglas conocidas por la moral
pública. Se las exigía candor y honestidad a todas las mujeres, sin embargo, aquella que por
una u otra circunstancia, se alejaba de las normas establecidas por la moral del común, era
condenada a la vergüenza y al oprobio público. La mujer obrera, empleada en una fábrica,
debía luchar rudamente debido a la esclavitud económica en que se debatía, perdiendo
muchas veces el control de sí misma, especialmente cuando adoptaban la vida fácil de la
prostitución352.
48Refería la presidenta, que la mujer debía buscar la paz del corazón y el alma en las
enseñanzas cristianas, para lograr consolar las miserias más dolorosas, entre las cuales se
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50A pesar de que las inquietudes y aspiraciones femeninas de aquel tiempo en Bolivia, no
son significativas para la mujer de fines del siglo XX, éstas no estaban tan alejadas de la
realidad, en la vivían las mujeres en Europa, concretamente Inglaterra, donde apenas si se
destacaba el trabajo de la mujer, fuera del hogar. En un artículo periodístico, publicado en
la prensa local paceña, se reproducía un artículo de un diario de Londres, que había sido de
interés general. Se sostenía, que el trabajo ennoblecía y dignificaba a la mujer, apartándola
de las escabrosidades de la vida. Una mujer era infeliz, cuando no se ocupaba en trabajos
manuales y en las ocupaciones de su casa. Se aseguraba también, que los médicos
modernos, afirmaban que la mayoría de las mujeres enfermizas, debían sus males a su
modo de vivir en la ociosidad, ya que en vez de ocuparse de las labores de su sexo, pasaban
soñando despiertas, apartándose de la realidad en su sueños fantásticos, aunque también
había mujeres que creían en la suprema aristocracia de no hacer nada358.
53La puesta en vigencia de la Ley, inquietó a Iglesia boliviana, que acordó el uso
obligatorio de un carné de profesión católica y dispuso que no se aceptara apadrinar a
divorciados, ni a los casados sólo por lo civil, se rehusaría todo servicio religioso a los
divorciados y a sus familias, se implementaría en contra del divorcio, una efectiva campaña
especialmente en los colegios católicos. Obviamente, en tiempo de guerra, no faltó la
expresión de la mentalidad machista de la época, cuando en editoriales periodísticos, se
escribía que aprovechando la ausencia de los maridos en el campo de batalla, las mujeres,
sobre todo “ricas”, llevaban vida indigna y vergonzante, mientras que las mujeres pobres y
de clase media se abstenían de este comportamiento362.
54Los comentarios de la prensa, en torno al divorcio, proliferaron, como aquél que predecía
el futuro, según lo que iba ocurriendo en Inglaterra. De acuerdo a esos comentarios, en el
futuro los hijos disminuirían en número, la promiscuidad sexual se haría más segura y, para
salvaguardar los intereses de los niños, habría que recurrir al sistema de pensiones a las
madres, convirtiéndose las mujeres, en la cabeza de la familia, volviéndose otra vez a la
sociedad matriarcal363. Las mujeres de la alta sociedad paceña, tenían otro tema para
preocuparse, el casar bien a las hijas, y en ese sentido se promovieron en la ciudad, charlas
para educarlas bien. Se decía que una muchacha, debía saber vestirse bien, bailar
graciosamente, practicar deportes con “cierta maestría” y tener algún oficio, en caso de que
la vida le deparase la soltería, o el quedarse sin el marido364. La mentalidad femenina se
modernizaba.
55El enfervorizado patriotismo, desatado con motivo de la guerra, hizo presa suya también
a las mujeres. Al mismo tiempo, hubo varios grupos de mujeres pacifistas, que se
manifestaron contra la guerra, organizándose en grupos, uno de los cuales fue la Asociación
Cristiana Femenina365, que agrupaba a mujeres de la Sociedad Protectora de la Infancia,
de las Damas de San Vicente de Paul, de la Beneficencia de Señoras, del Ateneo Femenino,
de la Liga de Damas Católicas y del Centro Hispano de Señoras. Apoco de conocerse el
inicio de la Guerra del Chaco, las organizaciones femeninas se pusieron en movimiento e
iniciaron actividades de apoyo a los soldados y sus familias. En un afán de coordinar el
trabajo buscaron a la Cruz Roja, el Rotary Club, autoridades del gobierno y el Prefecto del
Departamento. La Cruz Roja organizó el cuerpo de enfermeras que debía partir a la Guerra
del Chaco.
56El Ateneo Femenino se organizó donando uniformes para las enfermeras y escarapelas
con el corazón de Jesús, y el símbolo nacional para los soldados. Las enfermeras fueron
acompañads por el pueblo hasta la estación del tren que las llevaría al campo de batalla, las
señoras de San Vicente de Paul, impusieron a cada uno de los quinientos soldados sendas
escarapelas con el Corazón de Jesús y el símbolo nacional, que habían conseguido de las
monjas del Sagrado Corazón.
58Las madrinas de guerra, tenían por tarea escribir a los soldados animándoles, enviándoles
encomiendas y cuidando a sus familias. Las diferentes asociaciones femeninas, trabajaron
frenéticamente durante la Guerra del Chaco, recaudando fondos en kermeses, rifas, actos
literarios, veladas líricas, funciones cinematográficas y conferencias, fondos que iban a
atender huérfanos, viudas, y heridos. Durante los años de la Guerra 1933-1935, fue
creciendo en La Paz, la conciencia de las necesidades que pasaban los niños huérfanos, las
viudas y los heridos368. Con tal motivo, las organizaciones femeninas realizaron diferentes
actividades para reunir fondos. Cada día se realizaba una rifa, un acto literario, una puesta
en escena, una velada lírica, una función cinematográfica, una conferencia369. Las mujeres
del pueblo, las del mercado, las pulperas, también hicieron donaciones, a la par que la gente
particular, quienes donaban productos de sus fincas, como ser miles de libras de papas,
tuntas y chuño370, para ser repartidos entre los que llegaban de la guerra371.
59En 1937 la Sociedad Protectora de la Infancia recibió una donación, que permitió la
reconstrucción y ampliación del sector Cuna, destinado al albergue de niños de más corta
edad, “que son privados del cariño y cuidado necesarios a su delicada infancia”. Los
donativos fueron 4.000 bolivianos, de Mauricio Hochschild, 10.000 bolivianos de Simón I.
Patino372, ofrecidos por su representante señor Etchenique, y Camilo Gundlach,
contribuyó con un calentador eléctrico, evaluado en 4.600 bolivianos”. Además, la
Sociedad Protectora de la Infancia, recibió del presidente de la Compañía Eléctrica José A.
Inslee, el ofrecimiento de sufragar el consumo de energía eléctrica que necesitara durante
seis meses. También recibió de Bethsabé Sáenz de Sáenz, la suma de Bs. 2.500, destinados
a la compra de zapatos y vestuario para los niños373. Ese mismo año, varias asociaciones
de beneficencia de la ciudad, repartieron regalos en el Estadio de fútbol, con motivo de
Navidad y Reyes Magos. La noticia que trajo el periódico, era que los Reyes Magos habían
enviado los regalos, “a través de los niños ricos y personas filántropas de la ciudad”374.
“Considerando, que las autoridades públicas deben prestar su ayuda a los niños que carecen
de hogar, se resuelve
Art. 1. Instalar dormitorios para los niños que no tengan dónde dormir.
Art.2 Para tener derecho a ocupar una cama en dicho local, previamente los interesados
deben inscribirse en la Comisaría Sanitaria del Departamento Municipal de Higiene,
recabando su papeleta respectiva.
Art. 3 Todos los niños que sean sorprendidos durmiendo a la intemperie, serán recogidos
por la Policía urbana para ser internados en el Dormitorio.
Art. 4 Todo niño antes del ingreso al Dormitorio, pasará inspección médica, y en caso de
padecer alguna enfermedad infectocontagiosa, se le trasladará al hospital, admitiéndose por
tanto, solamente niños sanos.
Art. 5 Todos los niños ingresarán a horas 22 debiendo retirarse a horas 6:30 de la mañana
después de una inspección de aseo.
Art. 6 Periódicamente se admitirán a todas las personas que deseen dictar conferencias de
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61En la época en que sobrevino la Guerra del Chaco con el Paraguay, entre los años 1933 y
1935, mientras los conflictos se agudizaban, los extremistas intelectuales de clase media y
de clase obrera, se organizaron dando lugar a doctrinas radicales, que empezaban a dar a
conocer ideas sobre la injusticia y opresión del indio, del obrero y del artesano. El
Presidente Salamanca, no era ajeno a su influencia y estaba consciente, de que los
extremistas apoyaban un enfrentamiento armado. En realidad, la “mayoría de los
bolivianos, estaban convencidos de que Bolivia pisaría fuerte en el Chaco”, pensando que
una guerra duraría pocos días o meses.
62Otra organización femenina, la Cruz Roja, tenía como objetivos la ayuda a la comunidad
y en especial al Ejército Nacional. Dependiente de ésta, se creó la Escuela de Enfermeras.
Éstas, tras dos años de estudios, se graduaban con el título de Damas de la Cruz Roja
Boliviana. En enero de 1923, la Cruz Roja Boliviana entró a formar parte de la Cruz Roja
Internacional y en 1927, pasó a depender de la Sanidad Militar, bajo la dirección del
médico Andrés Valle376. Cuando se desató la Guerra, organizó el cuerpo de enfermeras,
que debía partir al frente. El Ateneo Femenino377, apoyó el trabajo de voluntariado de la
Cruz Roja, con dos legiones organizadas para el servicio militar en campaña, una de
señoritas de clase alta y otra de clase popular. También donó diez uniformes, para las diez
primeras enfermeras que se dirigieron al centro de operaciones en el Chaco378.
63Las señoras de San Vicente de Paul, consiguieron que las monjas del Sagrado Corazón,
donaran 500 escarapelas con el Corazón de Jesús y una inscripción patriótica, las que
prendieron en los pechos de los soldados, a la vez que les entregaban cigarrillos, galletas y
objetos de uso personal. Otro grupo de mujeres, realizó una procesión con la Virgen del
Carmen y la bandera boliviana. Los colegios femeninos religiosos, convocaron a sus
alumnas y ex alumnas para apoyar los movimientos de ayuda a los soldados. Fueron
convocadas a una reunión general la Cruz Roja, el Ateneo Femenino, las Damas de San
Vicente de Paul, la Liga Nacional Antituberculosa, las Hijas de Santa Ana, la Liga de
Damas Católica, la Liga de Madres Bolivianas, la Sociedad Protectora de la Infancia, la
Sociedad de Ex - alumnas del colegio de los Sagrados Corazones, el Liceo Profesional
Uruguay, la Escuela Vicenta Eguino y otras379. Las enfermeras, portaron un certificado
otorgado por la Liga Nacional Antituberculosa y un distintivo en el brazo izquierdo. Se
presentaban en campaña y levantaban una nómina de los soldados, indagándoles su
procedencia380. Por otro lado, seguían con su labor las madrinas de los soldados que iban a
la guerra. Se comprometían a visitar a sus familias y a enviarles a ellos, cartas y vituallas.
En los años de la Guerra, existían en La Paz las siguientes asociaciones femeninas: Liga de
Damas Católicas de Bolivia, Cruz Roja Boliviana, Asociación Femenina Pro defensores de
la Patria, Comité Patriótico de Señoras, Señoras de San Vicente de Paul, Madrinas de
Guerra, Liga Antitunberculosa, Beneficencia de Señoras, Sociedad Protectora de la
Infancia, Ateneo Femenino, Ex alumnas del colegio Sagrados Corazones, Ex alumnas del
colegio Santa Ana, Damas Católicas Bolivianas, Alumnas del Colegio Sagrados Corazones,
Sociedad Cultural del Colegio de Santa Ana381.
64Como la conciencia acerca de las necesidades sociales del país, crecía y no existía en La
Paz, un Instituto de Puericultura, ni una Escuela de Trabajadoras Sociales, que pudiera
guiar los trabajo de orientación de las instituciones fiscales o particulares, en 1936, el
Ministro de Trabajo, Salubridad y Previsión, Abelardo Ibáñez Benavente, creó la primera
Escuela, para la cual contrató de Chile una profesional especializada. Sin embargo, su
iniciativa no duró más que su propia gestión en el Ministerio. Solamente se contaba con
Visitadoras Sociales, que habían hecho pequeños cursos particulares, propiciados por
algunas instituciones de beneficencia, y a quienes se les habían extendido certificados de
validez transitoria. En la Memoria presentada por el Ministro, se recomendaba esta
necesidad, ya que llegando al seno de las familias, realizarían una labor educativa y de
protección social, que haría comprender al pueblo que el ideal del ciudadano y de su familia
era de bienestar.
66Haciendo un balance del presente capítulo, tenemos que si bien el honor era preservado
por sobre todas las cosas y era toda la familia la encargada de mantenerlo limpio e
incólume, las mujeres, sobre todo a fines del siglo XIX, y principios del XX hacían todo
cuanto fuera necesario, para mantener su figura en la discreción más absoluta, figurando
poco fuera de su casa. Las madres cuidaban al máximo el honor sexual de las hijas solteras,
procurando noviazgos cuidadosos y matrimonios concertados en lo posible, anunciados con
la debida anticipación. Sin embargo, la creciente inclusión de las mujeres en las actividades
benéficas, hizo que la élite gobernante delegara definitivamente las tareas a sus esposas,
para ocuparse, aunque no demasiado, de algo que les tenía siempre preocupados: el
despertar indígena contra la discriminación y postergación nacional. Así como también de
los mendigos, los pobres, los huérfanos que se encontraban en los estratos más bajos de la
sociedad. En relación a las mujeres, es importante resaltar, la conciencia que fueron
adquiriendo de sí mismas, y de su papel en la sociedad, de su papel frente a las
corporaciones de beneficencia y su papel en la guerra del Chaco. Con el fin de ocuparse y,
a la vez, no hacerlo, ejercieron acciones encubiertas como apoyar la fundación de
Sociedades de Beneficencia, que estarían destinadas a favorecer a los necesitados. Sus
discursos, estaban adornados con conceptos que encerraban virtudes femeninas, referentes a
los mejores y más desarrollados sentimientos de compasión. Fundaron así, con apoyo de la
Municipalidad, la Primera Sociedad Protectora de la Infancia y el Hogar de Niños
abandonados y Huérfanos Carlos de Villegas, para el que contrataron primero a las
Hermanas de La Providencia que llegaron de Santiago de Chile, y luego ante la salida de
ellas, contrataron a las hermanas de Santa Ana. Más adelante, emprendieron otras acciones
como la Cruz Roja, la ayuda a las voluntarias que iban a la Guerra del Chaco o se dedicaron
al envío de cartas y encomiendas a los soldados, que estaban en el frente de batalla. Hay,
sin embargo, algo que debe enfatizarse por encima de todo aquel movimiento benéfico, y es
que, aunque utilizando como pretexto la acción altruista y de entrega al otro, gracias a él,
las mujeres irrumpieron en la vida fuera de sus hogares, llegando a conformar sociedades, y
revistas femeninas. Estas últimas, especializadas en ellas mismas. Por último, llegaron a
conformar sindicatos y agrupaciones femeninas, al tiempo que participaron en asociaciones
de mujeres a nivel latinoamericano.
67En el interés de verificar la hipótesis inicial, de que era posible reconstruir la mentalidad
de las mujeres que hacían beneficencia y la de aquellas que querían emanciparse de su
hogar para mostrarse a sí mismas con valores modernos, a principios del siglo XX, en los
párrafos anteriores se demuestra que con una metodología apropiada, al estilo de los
antropólogos, de hacer muchas preguntas a las sociedades vivas383. Paralelamente el
método de leer entrelineas los artículos escritos por mujeres y por escritores renombrados
que escribieron en revistas femeninas, ha contribuidio a completar el imaginario del sentir y
de la mentalidad femeninos, teniendo en cuenta que las metodologías se complementan
unas a otras porque suponen juicios sobre el nexo que une los hechos entre sí.
Notas
287 Ibídem.
288 Michelle Perrot Michelle citada por Françoise Martínez 2000, 265-266.
289 El origen de su bienestar y riqueza provenía de los latifundios que a principios del siglo
XX estaban en gran expansión y que se iniciaron en el siglo anterior, con la transformación
de las comunidades indígenas que sufrieron la penetración capitalista propiciada por el
gobierno del presidente Melgarejo (1866)quien declaró por medio de una Ley que las
tierras que en 1842 habían sido declaradas del Estado, se ponían en venta forzada
eliminando la legalidad de los títulos de propiedad de los indios. De ese modo, el
latifundismo se extendió de manera alarmante permitiendo a blancos y mestizos acceder a
ellas. Herbert Herbert 1995, 165.
291 Con la Reforma Agraria ocurrida en 1952, consecuencia del acceso al poder del partido
político Movimiento Nacionalista Revolucionario.
296 lbidem.
299 Ibídem.
305 Ibídem.
311 Ibídem.
312 Ibidem
314 Ibídem.
318 Ibídem.
323 Todos los datos de la Sociedad de Beneficencia de Señoras provienen de la tesis citada
de Fernando Chuquimia.
324 La Guerra del Pacífico entre Chile, y Perú y Bolivia como aliados, tuvo lugar entre
1879 y 1881 debido a la apropiación por parte de Chile de las salitreras bolivianas. Como
resultado Bolivia perdió un inmenso y rico territorio de cobre y salitre, y lo que es más
importante la salida al mar, quedando desde entonces enclaustrada en sus montañas.
325 Carta de Sara García de Sáenz, Presidenta y Victoria de Pinedo, Secretaria a Néstor P.
Velasco, Prefecto del Departamento de La Paz. La Paz, 9 de abril de 1920. ALP/P-TD. Caja
213. Años 1913-1931.
328 Juan de Dios Bosque, fue un influyente personaje en el campo político y religioso,
nació el 12 de marzo de 1829, estudió en el Seminario de La Paz, en 1873 fue ordenado
Obispo de La Paz, ejerció funciones de diputado y ministro de Estado, falleció el 9 de
marzo de 1890. Nicanor Aranzaes, 1915, 124.
330 Bautista Saavedra Fue Presidente electo de Bolivia entre los años 1921 y 1925.
332 Hermano de Bautista Saavedra, fue Vicepresidente de Hernando Siles entre 1926 y
1930.
333 Tomás Monje Gutiérrez fue Presidente interino de Bolivia después de la caída del
Movimiento Nacionalista Revolucionario, por ser en ese momento Presidente de la Corte
Superior de Distrito. 1946-1947.
334 Estatutos de la Sociedad Católica de Socorros Mutuos de “San Vicente de Paul”, pág.
8.
336 Ibidem.
342 Ibídem.
348 Ibídem.
355 Ibidem.
362 lbídem.
363 lbídem.
364 lbídem.
365 Fundada en 1931 por María Luisa S. de Siles y Victoria v. de Tejada. Florencia Duran
y Ana María Seoane, 1997.
366 lbidem.
367 lbidem.
368 Liga de Damas Católicas de Bolivia, Cruz Roja Boliviana, Asociación Femenina Pro-
Defensores de la Patria, Comité Patriótico de Señoras, Señoras de San Vicente de Paul,
Madrinas de Guerra, Liga Antituberculosa, Beneficencia de Señoras, Protectora de la
Infancia, Ateneo Femenino, Exalumnas Colegio Sagrados Corazones, Fxalumnas del
Colegio Santa Ana, Damas Católicas Bolivianas, Alumnas del Colegio Sagrados
Corazones, Sociedad Cultural del Colegio Santa Ana. Duran Florencia y Ana María
Seoane, 1997, 82-86.
369 lbídem.
379 Ibidem.
380 lbídem.
381 lbídem.
383 Radding, Charles M. “Antropología e Historia o el Traje Nuevo del Emperador”. En:
Historia y Antropología, Historia Social, 3, Invierno de 1989, 103-113.
Texto NotasIlustraciones
Texto completo
2En este capítulo, me ocuparé de la Sociedad Católica de San José y del Hospicio que
fundó. Empezaré con una relación del momento y los acontecimientos políticas y sociales
que le dieron origen así como también su relación con otras Sociedades muy cercanas a
ella, como la de Socorros Mutuos San José y la Sociedad de Artesanos La Paz. Se hará
referencia, a las circunstancias en las cuales, se consideró que quienes mejor podían cuidar
y educar a los huérfanos, eran las religiosas de San Vicente de Paúl, a quienes acudieron
haciéndolas venir desde Francia; el régimen educativo y formativo que dieron a los niños,
en cuatro diferentes épocas; la temporal acogida a ancianos e inválidos, así como los
momentos de esparcimiento y recreo dados a los niños. Finalmente, se hará referencia al
destino que deparó a gran parte de los niños, después de haber dejado el Hospicio.
4El interés que movía a los socios en todas sus acciones, era el prestigio y honor que la
pertenencia a un grupo católico, les daba dentro de la sociedad paceña.
5Una sociedad con esos principios, con gente de clase alta movida por acciones a favor del
pobre, estaba “bien vista” por la colectividad, porque mostraban una dedicación
benevolente y patriótica, dedicándose a aliviar los sufrimientos de los pobres e
inválidos.385
6El objetivo de la Sociedad Católica, era instituir una Casa de Caridad, que amparara a
todos los mendigos, pobres, huérfanos, ancianos, inválidos y locos, que deambulaban por la
ciudad, para de esa manera, cumplir con el mandato de la iglesia, de ampararlo, pero al
mismo tiempo venía a ser un freno a la gente pobre y necesitada, que se podría volver
turbulenta y anárquica, si no estaba sujeta a principios morales de beneficencia. Por lo
tanto, la iglesia les servía para frenar cualquier atisbo de insurrección social.
7El Concejo Municipal, apoyó la iniciativa, donando un predio que había sido,
coincidentemente, Casa de Recogidas, o mujeres de mala vida en el siglo XVIII, y en la
época de la Independencia cuando ya no había rastros de aquella Casa, el sitio fue albergue
de los ejércitos realistas y luego hacia 1850, funcionó como la Casa de la Moneda.386
Directorio Sociedad Católica de San José, 1878. Presidente Rvdo. Juan de Dios Bosco.
Archivo SCSJ.
8La Sociedad, se constituyó con la participación de tres clases de socios, los activos, los
contribuyentes y los honorarios. Con diferencias en las obligaciones de asistencia y cuotas,
unos asistían a reuniones y a misas, y los otros solamente en el sostenimiento de la
Sociedad. Los socios honorarios, conformaban la Sociedad en mérito a sus buenas
costumbres morales, cumpliendo con la imagen que se quería dar de ella. Fueron socios
honorarios, los sacerdotes Bernardino Gonzáles y Rafael Sanz, así como los Presidentes de
la República. También hubo socios adscritos, como los pertenecientes a la Sociedad de
Artesanos La Paz, de la que hablaremos más adelante.
9Si bien en los estatutos de la Sociedad, se instituía como misión propagar el evangelio y
amparar al pobre, la Sociedad Católica de San José y las demás de su ramo, tenían también
una misión oculta: establecer lazos de poder social que ubicaran a quienes participaban de
ella, en una especie de red secreta de amistades que no debió estar excluida de la masonería
liberal a la que pretendían debilitar, por lo menos aparentemente y de cara a la sociedad.
Sin duda, fue uno de los intereses íntimos de las personas, al asociarse el hacer amistad, o
fortalecerla con personas cercanas y confiables, que les pudieran otorgar poder, en
cualquier circunstancia de la vida pública y privada. De esa manera, se entiende el que
muchas personas fueran sodas de varias instituciones al mismo tiempo, incluso aquellas que
prestaban servicio civil al poder político y al municipal.
11La “Sociedad de Beneficencia y Socorros Mutuos San José”, tenía por finalidad asistir a
hombres y mujeres necesitados, auxiliándoles con medicinas y atención profesional a
enfermos. También cubría otros gastos, como los funerarios y educativos. En la idea de
elevar el nivel cultural de la niñez y juventud, entre los años 1885 y 1886 fundaron una
escuela de niños, patrocinada por los socios de la institución y el gobierno. Su primer
director fue Agustín Aspiazu y Gregorio Pacheco colaboró en la formación preliminar
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12Todas estas personas eran muy conocidas en el ámbito nacional y ciudadano. Agustín
Aspiazu fue un afamado profesor de la escuela Secundaria y catedrático de la Facultad de
Derecho de la Universidad Mayor de San Andrés, fue también Rector de la Universidad,
diputado nacional y miembro de dos Asambleas Constituyentes en la década de los sesenta
del siglo XIX. Serapio Reyes Ortiz, fue abogado y profesor de Literatura en la Universidad
estatal paceña y Rector de la misma. También tuvo el cargo de Ministro de Gobierno, en la
presidencia de José María Achá, (1861-1864), además de Prefecto de La Paz y Ministro
Decano de la Corte Superior de Justicia.
13Contrastando con el prestigio que tenían los miembros de las Sociedades Católica de San
José y de Socorros Mutuos, de la misma advocación, fue relevante la creación de la
Sociedad de Artesanos de La Paz, como una parte que se integraba en la Sociedad Católica
de San José, pero cuyos miembros pertenecían a la clase media baja de la ciudad. Ellos
aportaban un real mensual.388 A los socios de San José, les interesaba la participación de
los artesanos por razones políticas. Ellos necesitaban socios de clase media, para justificar
un espíritu católico de igualdad. Por su parte, a la Sociedad de Artesanos le interesaba
relacionarse con los “doctorcitos”389 de clase alta, para poder acceder a situaciones que
mejoraran su condición social y económica, tales como el compadrazgo y la preferencia
para inscribir a sus hijos a las escuelas que fundaba la Sociedad Católica de San José y al
mismo Hospicio, donde recibían una mejor educación que en colegios públicos.
15La fundación de la Sociedad Católica de San José, tuvo pronta repercusión fuera del país.
Seis años después de su inicio, la Unión Católica de Chile, la invitó a asociarse a su
organización que comprendía círculos de obreros, escuelas nocturnas, algunos periódicos
católicos y un gran Círculo para la Juventud.391 En carta de octubre de 1885, el presidente
de la Unión Católica de Chile, invitó al Presidente de la Sociedad a desplazarse a Santiago,
para reunirse con ellos y las organizaciones citadas. La Unión Católica de Chile, estaba
asociada ya al Círculo Católico de Montevideo y a la Unión Católica Argentina. Todas ellas
se movían por principios católicos.
16De acuerdo con la Constitución de Bolivia, las instituciones de caridad, debían funcionar
bajo el auspicio material de las municipalidades y del gobierno local,392 sin embargo, los
establecimientos de beneficencia fundados en La Paz, fueron administrados por directorios
de asociaciones privadas y solamente recibían un sustento mensual del Concejo Municipal
de las ciudades.
6.3 Casa de Candad de la Sociedad Católica de San José. A la Izquierda Las torres de su
iglesia. Calle Recreo, hoy Palacio de Telecomunicaciones Av. Mariscal Santa Cruz esquina
calle Oruro.
Archivo SCSJ.
20El acto de inauguración, tuvo lugar en el templo de San Agustín y para honrar la
asistencia del Presidente de la República y demás autoridades, toda la Directiva fue al
Palacio de Gobierno, para acompañarlos en una caminata de tres cuadras hasta el templo de
San Agustín. Observaron el mismo protocolo, una vez terminado el acto de inauguración.
La misma cortesía, mostraron con las autoridades eclesiásticas invitadas. Todos los
miembros de la Sociedad, se presentaron en riguroso traje de etiqueta, con la medalla de
San José en el pecho, pendiente de una cinta blanca. Hubo discursos de los sacerdotes
Rafael Sanz y Bernardino Gonzáles. Luego del acto, se dirigieron a la escuela, donde el
Presidente de la Sociedad, dio por inaugurada la “Escuela Católica”. Todo el movimiento
ciudadano que se produjo en torno a una obra de filantropía, tenía un trasfondo más
complicado de lo que se podría apreciar a primera vista. Entre otras razones porque en
definitiva, no se trataba solamente de una cuestión de beneficencia, sino de fantasías
culturales colectivas, relacionadas con la cultura de la fiesta y el prestigio social.
21A la primera escuela, fundada con gran pompa, la siguió otra nombrada “San José”,
fundada en 1880, y que funcionó hasta el sexto grado en el local donado por la
Municipalidad.397 Las propias religiosas de San Vicente de Paul, llegadas para la atención
de la Casa de Caridad, fueron las primeras profesoras, contagiadas por el entusiasmo de la
ciudad. Empezaron enseñando lectura, escritura, aritmética, geografía, geometría y canto.
Para incentivar a los niños, el Concejo Departamental asignó cuatro premios para los
alumnos de la escuela y diez para los huérfanos más aprovechados, quienes llegaron a ser
250 en 1890. Ambas escuelas, la de “San José” y la “Escuela Católica”, funcionaron hasta
1897, fecha en la que debido a la “carestía de la vida”, pasaron a depender de los padres
mercedarios. Para entonces, el Hospicio consiguió una donación para construir una escuela
propia, tanto, para alumnos de ambos sexos, –internos y externos–, como para que se
pudiera mantener con recursos propios.398
22La casa donde se instaló el Hospicio San José tuvo antecedentes que merecen tenerse en
cuenta. Fue Casa de Recogidas o Beaterio de las Nazarenas fundado en 1692 por el obispo
Juan Queipo de Llano y Valdéz. En 1744, el obispo Gregorio Francisco de Campos asignó
la casa a Las Recogidas, que había sido adquirida por el obispo Urbano Mata y Haro en
1703 para recogimiento de sacerdotes. Las Recogidas la habitaron desde 1774 cuando el
obispo Francisco Campos les asignó como vivienda y retiro por atentar a la moral pública.
Se dedicaban a la vida religiosa y a trabajos manuales, con los que se proporcionaban los
medios de subsistencia. Vestían un sayal morado. Servía además como residencia para
mujeres a quienes no les quedaba más remedio que vivir lejos de sus cónyuges, previa
autorización eclesiástica.
25Antes de que el Concejo Municipal adjudicara la casa a la Sociedad Católica de San José
ésta había sido solicitada por Vicente Ascarrunz401 y Serapio Reyes Ortiz402
representantes de la Asociación de Padres de Familia de La Paz, para fundar allí un colegio
de niñas, bajo la dirección de las Hermanas de los Sagrados Corazones. Vicente Ascarrunz,
quien pertenecía a ambas Sociedades como activo participante, en carta dirigida al Concejo
Municipal desistió de la petición de la Casa cuando se enteró de la petición por parte de la
Sociedad de San José y apoyó la idea de que la Casa fuese cedida a San José para el
establecimiento del Hospicio y Asilo.403
26En 1882, la Municipalidad transfirió la Casa a la Sociedad Católica, para fundar allí el
Hospicio y Asilo para huérfanos y mendigos. La Sociedad tenía el derecho de propiedad,
gobierno y administración de la Casa de Caridad y Hospicio. Se establecía que ese derecho
no podía ser usurpado por ninguna sociedad ni autoridad.404 Para hacer efectiva la cesión,
el gobierno municipal nombró a los concejales Diego Monroy y Hermenegildo Simbrón,
para que juntamente con los miembros de la Sociedad Católica de San José, Serapio Reyes
Ortiz y Vicente Ascarrunz, presentaran el proyecto de la Institución. Reyes Ortiz y
Ascarrunz eran miembros también de la Sociedad de Socorros Mutuos San José, además
Vicente Ascarrunz era Presidente de la Asociación de Padres de Familia de la ciudad. Lo
mismo sucedió con José Rosendo Gutiérrez, destacado personaje boliviano, que fue
vicerrector de la Universidad paceña, diplomático, Prefecto del Departamento y
participante también en la Asamblea Constituyente de 1868. O sea que, como dijimos, eran
las mismas personas las que pertenecían a las sociedades de beneficencia, a las asociaciones
de socorros mutuos y a las instituciones municipales. Esa situación muestra de cuan
estrechas eran las redes de poder social y cuan pequeño era el ámbito social y comunal de
la ciudad.
27Si bien la población de la ciudad era mayor, no hay que olvidar que la mayor parte eran
mestizos e indígenas, y ellos no tenían acceso a esas entidades. Esta reflexión nos lleva a
establecer, que el deseo de reconocimiento social y la ostentación de poder le era
fácilmente accesible a la clase social alta.405 Por esa razón y así como estaba bien visto
que la señorita se identificara con la idea que simboliza la caridad, era también muy bien
acogida la palabra de los letrados, que hablaban al público para pedir limosna.406
28Pero volviendo a la fundación de la Sociedad Católica de San José, desde que les fue
asignada la casa, la Sociedad dio por iniciada y fundada en todas sus facultades la “Casa de
Caridad y Asilo de Huérfanos”. En realidad, el Concejo cedió la Casa para gente
menesterosa del pueblo en general, o sea para gente pobre, humilde v mendiga. A nivel
ciudadano, no estaba muy clara la idea sobre lo que realmente tenían en mente los
directores de la flamante Sociedad Católica de San José.
29El caso es que la Casa de Caridad, –como se llamó los primeros años–, ya tenía local
desde el 19 de julio de 1882. Para ello contaron con un apoyo económico de los mismos
comisionados del Concejo Municipal, quienes enviaron al presidente la suma de noventa y
cinco pesos, para aumentar los fondos destinados a la implementación de la obra.
Entretanto, las señoras esposas de los socios organizaron rifas y bazares, que nutrían con
trabajos manuales emprendidos por ellas mismas, con el fin de conseguir mayores recaudos
para la instalación de la Casa de Caridad.407 El 12 de julio de 1883, se supo que el terreno
conocido con el nombre de la “chacarilla de Venegas”, ubicado en la calle Litoral –hoy
Almirante Grau– y colindante con el Hospicio, se había expropiado a los hermanos
Venegas. En nombre de la Sociedad, actuó José Benigno Arce, vicepresidente del
Directorio, quien compró por 2.105 bolivianos.408 Como el terreno tenía una acequia de
agua, que pasaba por el terreno hacia el lavadero, se construyeron depósitos de agua y se
rellenó el piso.
30En 1885, se instalaron cañerías que permitieron llevar el agua de la acequia a la cocina y
al patio inmediato, continuándose hacia el patio principal, donde se acomodó una fuente de
agua, adquirida por padre Sanz, inspector de la casa. De ese modo, se consiguió ese terreno,
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31Así, poco a poco, debido principalmente a las personas que conformaban el grupo social
de la institución, que a ojos de la ciudad era gente honorable, la Sociedad fue cobrando
prestigio, al punto que empezó a recibir donaciones y legados en testamentos de gente
adinerada, con lo que se emprendieron obras y reformas que detallamos a continuación.
32El primer año, se hizo una ampliación construyendo un nuevo piso que daba al patio
central en un corredor rodeado de arquerías, para ello la Sociedad invirtió 28.958
bolivianos. A mediados de 1883, durante los primeros meses de la llegada de las Hermanas
de la Caridad al Hospicio, la Sociedad se dedicó a reformar las instalaciones para darles un
mejor alojamiento. Al año siguiente, se construyó una enfermería, y un pasadizo o galería
que iba desde el establecimiento de la zapatería, hasta la hojalatería. Los siguientes años, se
pintó todo el Hospicio por fuera haciendo uso de una donación específica y se construyó un
nuevo salón de actos, en base al que había antes.410 A fines de la década de los 80 del siglo
XIX, Modesta Sanjinés Uriarte, Matías Rabelo y Natalio Bernal, contribuyeron con
limosnas para la construcción del edificio principal.
33Pasados unos años de inaugurado el Hospicio y a medida que ingresaban más asilados,
las necesidades de reformas para dar mejor acogida a los hospicianos, fueron creciendo, de
esa manera en 1906, se reconstruyeron varios sectores del Hospicio como la sección Cuna y
la de los Ancianos, colocándoles claraboyas y nuevo piso de madera. El trabajo, también
comprendió la renovación de los tirantes con madera de pino y renovación del entresuelo
con tablas machihembradas. El piso de los corredores también fue renovado, e igualmente
se entablaron todos los dormitorios del Hospicio.411 Este trabajo estuvo a cargo del
arquitecto Adán Sánchez, quien donó sus honorarios al Hospicio.412
34Entre los años 1909 y 1911, en el interior de la casa se levantó un edificio de tres pisos
con fachada de balcones hacia la calle Litoral, hoy Almirante Grau. La planta baja, estaba
destinada al alquiler de tiendas. Por ese lado, se abrió otra entrada para evitar el trajín de la
gente por la puerta principal, que daba a la avenida del Recreo, hoy Mariscal Santa Cruz.
35Más adelante en 1925, la calle Recreo fue pavimentada y los almacenes quedaron bajo el
nivel de la calle, entonces hubo que subir los suelos. Los arreglos en la Casa no cesaron,
cuidando siempre su conservación. El Hospicio, finalmente constituía la cara del altruismo
y caridad que sus directores querían mostrar a la ciudad. En 1940 el presidente de la
Sociedad Eduardo Sáenz García, donó 80.000 bolivianos con los que se construyeron aulas
escolares y dormitorios nuevos para niños y niñas del Hospicio. El presidente siguiente
Nicasio Cardozo bautizó este pabellón con el nombre de su benefactor.
36El templo de las Recogidas, fue luego templo del Hospicio. Fue construido en 1753,
incendiado en la sublevación de indios de 1781 y reparado por el obispo Ochoa, quien
mandó reconstruir también la Casa de las Recogidas. Entre 1820 y 1822 el presbítero José
María Indaburo, hizo un mantenimiento general. La iglesia era de una sola nave, de
estructura sencilla, quedaba pegada al Hospicio y a las viviendas sobre la calle Recreo.
Estaba tan próxima a la vivienda vecina de propiedad de Benigno Fornero, que éste compró
los altos de la Sacristía por 500 bolivianos. Al trasladarse la parroquia de Santa Bárbara a
Obrajes, el templo quedó como auxiliar de esa parroquia. Tan es así, que cuando en junio
de 1884 se robó la custodia de la iglesia de Obrajes, se pidió al presidente de la Sociedad
Católica, el sacerdote Rafael Sanz que prestara la antigua custodia que guardaba el templo
del Hospicio y que había pertenecido a Santa Bárbara.413
Cuadro 6.1. Hospicio San José Ingreso por secciones 1907 1948
“sin datos Fuente: Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos. SCSJ 1878-
1948.
39El funcionamiento al interior del Hospicio, durante los primeros cuarenta años fue
complejo, debido a la heterogeneidad de la población por lo que hay que analizar varios
aspectos. En primer lugar había niños, ancianos, mendigos y discapacitados a quienes se los
llamaba inválidos y enfermos mentales. De acuerdo a los libros de Ingresos y Salidas,
pasaron por el Hospicio 3.148 personas, de las cuales 1.815 fueron niños, 1.204 niñas y 111
entre ancianos, mendigos e inválidos.
40Entre los años 1883 a 1948, que constituyen el primero el año de fundación de la
institución y el segundo el año tope de esta Tesis, se puede dividir la historia del Hospicio o
Casa de Caridad “San José” en cuatro épocas. La primera, que va desde el año 1883 hasta
1906, que se va a caracterizar porque todavía no había ancianos y el ingreso de niños
huérfanos, lo hacía uno de los progenitores que habían quedado viudos. La segunda época
desde el año 1907 al año 1916, en que se crearon diferentes secciones en el Hospicio,
ingresando niños de muy corta edad a la sección Cuna y ancianos e inválidos; la tercera
época, desde 1917 hasta 1934, identificada por una relativa estabilidad en la homogeneidad
de la población y la cuarta desde 1935 hasta 1948, que va a mostrar una verdadera eclosión
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41En general, lo que más llama la atención de la lista de algo más de 3.000 internos, en
todo el espacio de tiempo entre 1883 y 1948, es la poca permanencia de los niños en el
Hospicio. Existe un promedio de dos años y medio de estancia, siendo que los años en que
menos tiempo permanecieron internos fueron en 1903, 1915, 1935, pese a que el número de
ingresados fue mayor como en el año 1935, en que concluyó la Guerra del Chaco con el
Paraguay, con el consecuente ingreso de muchos niños huérfanos. Aún en estas situaciones
de avalancha de población al Hospicio, el promedio de estadía no creció, por el contrario,
permanecieron solamente entre tres y seis meses.417 Era notorio que se ingresaba a los
niños mientras duraba el nuevo acomodamiento de las viudas a una nueva vida, una vez
resuelto esto recogían a sus hijos del Hospicio. Más adelante cuando analicemos las cuatro
etapas de existencia del Hospicio que estudia esta Tesis, daremos algunas explicaciones
posibles de la situación.
43En otro orden de cosas, se determinó también que la edad de los niños, no debía ser
menos de dos años ni más de diez. El procedimiento de admisión, consistía en que una vez
aceptados los huérfanos por el Directorio, la madre Superiora, los inscribía en el Libro de
Recepciones con fecha de admisión, el nombre y apellido del niño así como de su padre y
madre, si los tuvo conocidos, la filiación legítima o ilegítima, la edad y el lugar de su
nacimiento. También las prendas que llevaba al momento de ingresar al Hospicio y si daba
alguna limosna, así como otras observaciones importantes. La persona que solicitaba la
admisión debía firmar junto con dos testigos, el compromiso de abonar los gastos que
ocasionare el huérfano, si acaso saliese antes de la edad de su emancipación, o sea los 18
años.
44Las disposiciones arriba señaladas, son las que aparecen en los Libros de Actas, sin
embargo, el libro de Ingresos del Hogar se encuentran datos escuetos, como el nombre del
menor, o del anciano, o del llamado inválido, la fecha de ingreso, la fecha de salida, el
nombre de la persona que internaba, el lugar de origen: ciudad o pueblo, dirección en la
ciudad de La Paz, y en Observaciones se lee en el caso de los “inválidos” los tipos de
invalidez, tales como sordo, mudo, ciego, idiota. Los nombres de los “internantes”, o
personas que aparecen responsables de la entrega, aparecen solamente hasta el año 1906. A
partir de 1907, se sustituye esta casilla por la de “sección”, donde se anotaba la unidad a la
que se destinaba al ingresado.419'
45En la primera época del Hospicio San José, ubicada entre 1883 y 1906, ingresaron niños
de corta edad, desde recién nacidos, hasta una edad promedio de diez años. Los niños
lactantes, hasta los dos años, ingresaban en la sección Nodriza, los de dos años a cinco en la
llamada Cuna, los demás en las secciones Niños o Niñas. Los pequeños de la sección
Nodriza, eran entregados a nodrizas o madres sustitutas, que por un salario mínimo las
llevaban a sus casas para amamantarlos, debiendo presentarlos cada quince días, para que el
Hospicio viera el estado en que se encontraban. La entrega a nodrizas indias o mestizas, dio
lugar a secuestros de niños, dado que las nodrizas entregaban a su vez la criatura a terceras
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46El ingreso y salida de menores, en todas las épocas estuvo bajo el estricto control del
Directorio. En el interior del Hospicio eran las madres las que ejercían la tutela. De todas
maneras, la seguridad de los niños dentro del Hospicio, no era total. Así lo evidencian
algunos apuntes periodísticos de denuncia, como juicios que se guardan de la Corte
Superior de Justicia en torno a algunas pérdidas o secuestros de niños. Atención especial
merece un juicio que encontré en el Archivo de La Paz.420 Se trata de un juicio iniciado en
1913 por Carmen Cornejo contra Asunta Betancur de Mercado por apropiación indebida de
su hijo.
47El caso dio lugar a una serie de largas indagaciones sobre los pasos que se debieron dar
para el rapto del menor en el que resultaron implicadas la persona encargada de la sección
Nodriza, la nodriza propiamente dicha, una intermediaria, la persona que se hizo cargo del
menor adoptándolo ante la policía y finalmente dos señoras pertenecientes a la Sociedad de
Damas Vicentinas, quienes con su palabra certificaron que el menor fue quitado de las
manos de su madre, por encontrarse ésta enajenada mentalmente, hasta llegar a querer
matar a la criatura. Una vez aclaradas las circunstancias, la Corte Superior de Distrito,
decidió dejar al menor en poder de su madre adoptiva Asunta Betancur de Mercado, al
haberse arrogado esta última la criatura previo consentimiento de la policía de la ciudad. El
juicio, pone en evidencia una serie de actitudes y sentimientos exacerbados en las mujeres
involucradas en el caso, que son ejemplo de la mentalidad de los sectores sociales a los que
pertenecían.
48En primer lugar, el sentimiento de la mujer culta, de clase alta, perteneciente a una se las
Sociedades de Beneficencia existentes, San Vicente de Paul. Dos de ellas Eduviges de
Herzog y Zoila Salmón se arrogaron el derecho que les acudía, de ser “honorables señoras”
reconocidas por la sociedad. Solamente con ese poder, acudieron al Hospital General,
donde estaba internada la madre de un niño y sin intervención de ninguna institución
estatal, deciden tomar a la criatura y entregarla al Hospicio. En realidad, ellas habían sido
llamadas desde Hospital en vista de que la madre había tratado de dañar a su hijo.
49Hay que decir, que Eduviges de Herzog, madre del Presidente de Bolivia, Enrique
Herzog (1947-1949) era una destacada dama de la sociedad paceña, muy conocida en el
medio, por sus trabajos sobre la mujer. Había asistido a varios congresos internacionales,
fue fundadora del Ateneo Femenino de La Paz en cuya representación viajó a la primera
Conferencia Interamericana de mujeres realizada en Lima en 1924. En una segunda
Conferencia celebrada también en Lima al año siguiente presentó un trabajo sobre “La
necesidad de la Instrucción Secundaria para la mujer”. Seguramente en 1913, cuando
Eduviges Herzog tuvo que actuar como jueza, salvadora e intercesora de menores, ya era
conocida por sus inquietudes sociales y religiosas, pues conocía de memoria los poemas de
© Institut français d’études andines, 2009
50Por otro lado, cabe preguntarse ¿cómo se podía sacar del Hospicio con tanta facilidad a
un niño asilado, si las religiosas imponían tanta disciplina? La pregunta nos traslada al
sentimiento de frágil moralidad de la nodriza encargada de amamantar al niño, quien era, –
como era usual habitual– una mujer indígena contratada por el Hospicio. Las nodrizas
entraban y salían de manera tan sencilla como se las conseguía. Como debían presentarse
cada quince días, para mostrar la salud del lactante, no extrañó la salida de ella y que el
menor desapareciese. La encargada de la sección Cuna, seguramente una religiosa, la que
encargó a la portera del Hospicio, quien por medio de personas conocidas, buscó una
nodriza para el niño. Fue cuando la portera y la nodriza, planearon la desaparición del niño
por un monto 15 bolivianos. En las declaraciones que acompañan el caso, se advierte, que
cuando la criatura fue entregada a la persona que la adoptó, se encontraba desnutrida y
enferma.
51Volviendo a los ingresos y egresos en general que hubo en el Hospicio San José, se tiene
que entre 1883 y 1906, ingresaron 526 menores huérfanos. De ellos, 308 o sea el 58.5%,
fueron menores internados por uno de los padres o un familiar cercano. Lamentablemente,
las listas no dicen el grado de parentesco entre los niños internados y la persona que lo deja.
Sin embargo, es muy posible, que fueran parientes en primer o segundo grado, debido a que
figuran con el mismo apellido. Fuera de ello, se advierte que en muchos casos, una sola
persona ingresaba a uno o varios niños. Este hecho, unido al que establece que la
permanencia no duraba más de dos o tres años, en promedio, demuestra que los niños que
se internaban, lo eran solo por el tiempo necesario para que su propia familia les buscara
dónde vivir, mientras se salía del aprieto temporal, al cual les habría llevado la muerte de
uno de sus progenitores. De los 526 ingresados, 120 niños, o sea el 38% fueron ingresados
por otras personas y solamente 17 niños, fueron abandonados en las puertas del Hospicio.
53Acerca de la proporción de género, de los 526, 258 eran niñosy 268 niñas. Sobre el
origen o procedencia de los menores, entre 1883 y 1906 el 87% de los internos venía de la
propia ciudad de La Paz el 12 % de otras provincias del Departamento y el 1 % restante de
otras ciudades del país. En el caso de procedencia de la propia ciudad de La Paz, en el libro
de Ingresos y salidas se guarda la dirección de la casa donde vivía el menor antes de
ingresar al Hospicio o de la persona que lo ingresaba.
Cuadro 6.2. Hospicio San José Ingreso primera época. 1883 -1906
Elaboración propia en base a Libro de Ingresos y Egresos. Hospicio San José. ASCSJ.
54El Hospicio mantenía a los huérfanos hasta los 18 años. En el caso de que alguna joven
se quería casar antes de los 18 años, se requería la presencia del pretendiente quien debía
presentarse ante el presidente de la Sociedad o la superiora del Hospicio, quienes debían
examinar las cualidades morales del candidato, que debían ser “aceptables”. No era
requisito “dotar” a la huérfana, lo único que se les pedía era que su matrimonio fuera
religioso. Si el pretendiente era otro huérfano del Hospicio, el establecimiento daba una
“dote” en la cantidad que permitían los recursos. Al llegar a los 18 años los hombres salían
a algún puesto de trabajo, logrado en lo posible gracias a las influencias sociales de los
miembros del Directorio. En el caso de las jóvenes éstas eran colocadas en casas de familia
donde servían, preferentemente en casas conocidas, para de ese modo hacerles un
seguimiento moral. A pesar de la existencia del Hospicio, la ciudadanía siguió practicando
la costumbre de tener en su casa criados, o niños entregados por sus progenitores, indígenas
del campo, quienes debían trabajar en el servicio doméstico, a cambio solamente de la
alimentación.423
55La segunda época del Hospicio, se caracteriza por la creación de Secciones. Entre 1906 y
1916, ante las necesidades de la ciudad, el Hospicio tuvo que ampliar su capacidad de
hospedaje a ancianos, inválidos y niños de cero a ocho años. Se crearon entonces nuevas
secciones, Nodriza, Cuna, Ancianos e Inválidos. Además, los niños entraban desde los 8
años, a diferentes secciones de trabajo, apareciendo en las listas de Ingreso a la casa, las
secciones de Lavadero y Cocina para niñas de catorce años en adelante; el Taller de Flores
para niñas de 8 a 14 años y los Talleres de carpintería, imprenta y sastrería para niños.424
Elaboración propia en base a Libro de Ingresos y Egresos. Hospicio San José. ASCSJ.
56La población total de 871 asilados, entre los años 1906 y 1916, estuvo dividida en las
secciones señaladas anteriormente, repartidas de la siguiente manera: las de mayor
población fueron Cuna y Lavadero, que tenían 145 asilados cada una. En la sección Cuna,
se encontraban ciento veinticinco internos niños pequeños, entre hombres y mujeres de dos
a cuatro años. La sección de Lavadero, recibía niñas de 14 años en adelante. Ellas se
dedicaban a realizar el trabajo de lavar la ropa del propio asilo y también de gente de fuera.
57La sección de Niños, tenía 110 menores de sexo masculino, ellos estaban divididos en
Taller de trabajos manuales para niños de 4 a 8 años y niños de 8 años en adelante, que
trabajaban en imprenta, carpintería y sastrería. La Sección Nodriza, tenía 52 lactantes, que
eran atendidos por amas de leche indígenas contratadas de afuera.
58El Taller de Niñas, tenía con 102 mujercitas de entre 2 y 7 años, estaban destinadas un
Taller de trabajos manuales. El Taller de Flores, con 65 niñas de entre 8 v 14 años se
dedicaban a hacer ramos de flores para vender fuera del Hospicio, así como también a
elaborar flores artificiales. En la sección Cocina se entrenaban tres niñas de más de 14 años,
ayudando a las cocineras contratadas. Las otras secciones de 24 ancianos, 52 ancianas, 15
inválidos varones y 36 inválidas mujeres, constituían una población sin tareas de
responsabilidad, entendiéndose por “inválidos”, los ciegos, mudos, niños o adultos con
retardo y también enfermos mentales.425
59La convivencia entre tanta variedad de internos, debió traer infinidad de problemas a las
religiosas. Durante algo más de siete años, desde 1909 hasta 1916, se recibieron 91
personas, entre ancianos e inválidos. Por eso, no es de extrañar, que las hermanas tuvieran
que recurrir a encerrar a algunos, no sólo a los enfermos mentales sino también los mismos
ancianos quienes desde su demencia senil las insultaban y maltrataban.426
60El año 1905, se fundó el Asilo San Ramón, destinado a ancianos, pero se creó con tan
poca capacidad de infraestructura, que muchas veces el Hospicio San José tuvo que acceder
a recibirlos cuando la Prefectura se lo pedía. En 1915, la hermana Ramona de los Angeles,
Directora del Asilo, solicitó al Directorio no recibir más ancianos, ya que su número había
sobrepasado al número de camas y muchos tenían que dormir en el suelo teniendo que
reducirse su atención.427
63Por ejemplo en 1907, a solicitud de la Superiora del Hospicio, sor Marta, el Directorio de
la Sociedad, añadió un artículo al Reglamento del Hospicio, el cual indicaba que si alguno
de los huérfanos se fugaba, el inspector daría inmediatamente aviso a la policía, para que
fuera en su búsqueda; si el delito se repetía por segunda vez, ya no se le recibiría en el
establecimiento, gestionándose ante las autoridades encargadas del orden público, su
colocación en un establecimiento correccional, para impedir su vagancia. Si tenía parientes,
éstos debían abonar al Hospicio, los gastos efectuados en el niño.428429
64El ingreso a la Sección Nodriza, desaparece en 1913, año en que se inicia la “Gota de
Leche”, perteneciente al Hogar de Niños Villegas, que a su vez dependía de la Sociedad
Protectora de la Infancia, que estaba especializada, en lactantes. Los niños que ingresaban a
la Sección Nodriza, eran siempre expósitos, algo que no sucedía con frecuencia, puesto
que, –como se dijo–, la mayor parte de ingresados eran niños cuyos padres recurrían por
presión, a internar a sus hijos pensando que allí recibirían mejor educación que las que ellos
les podían dar. La Sección Cuna recibió niños hasta 1927.
65Al llegar a los 17 o 18 años, los huérfanos eran destinados a otros sitios para adquirir un
oficio y poder vivir de ellos. En 1913, dos huérfanos entraron al servicio militar, otros
hicieron estudios de encuademación, en el Colegio Salesiano. Solamente los huérfanos que
optaban por la carrera religiosa, recibían becas de estudio por parte de la Sociedad, con el
fondo establecido por el legado Méndez. El resto de los huérfanos salía del Hogar con
algún oficio, así por ejemplo en 1919, se tuvo a Víctor Belaúnde como carpintero; Lucio de
la Riva, zapatero; Darío Laviño, sastre; Juan Rojas, zapatero; Andrés Pacheco, sastre; Abel
Mercado, capintero. Según la Madre Superiora, todos fueron bien colocados. Entre las
mujeres, dos entraron a la vida religiosa, una a la orden del Buen Pastor y otra al
Monasterio del Carmen.
66Entre 1915 y 1918, aunque no se sabe la fecha exacta, los ancianos que tenían entre 45 y
90 años de edad, fueron trasladados al Asilo San Ramón, creado en 1915.430 Para
entonces, la directora del Hospicio, sor Ramona de los Angeles pidió al Concejo Municipal,
expresamente que no enviaran más ancianos, ya que habían sobrepasado su capacidad
haciendo que la atención fuera deficiente al punto que muchos dormían en el suelo.431 Los
inválidos, por su parte, eran de toda edad, y convivieron con los ancianos. En 1927, –según
datos de las Actas– se encontraban todavía asilados tres enfermos mentales, pero ese mismo
año se los envió a Sucre al recientemente creado hospital mental Gregorio Pacheco.432
67En la tercera época del Hospicio, entre 1916 y 1930, hubo cierta estabilidad en lo que se
refiere al ingreso y salida de menores, y en todo el desarrollo de la vida del Hospicio. Un
documento detallado en una de las páginas de las Actas de la Sociedad San José, refiere que
en 1918, había 92 huérfanos varones, 92 huérfanas, 23 niños entre 0 y 2 años, 28 señoritas
lavanderas, 9 señoritas floristas, 18 ancianos, 28 ancianas, 8 religiosas y 5 cocineras. O sea,
que en total había 290 personas en el Hospicio.433
68La importancia de los datos anteriores, radica especialmente en que es la única noticia
que se tiene del total de la población existente en un momento dado, ya que el Libro de
Ingresos proporciona el ingreso, pero no la población estable, aunque, evidentemente se
puede construir la población anual, sobre la base de cada uno de los más de 3.000 ingresos
que da el libro entre los años estudiados.
Cuadro 6.6. Hogar San José Ingreso tercera época 1917 -1930
Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos del Hogar San José.
70En esta época, a los trabajos ejercidos por los niños de S años en adelante, se añaden,
además de sus tareas de estudio, labores de zapatería, hojalatería y las niñas de la misma
edad seguían con el taller de llores artificiales y lavandería, trabajos de costura, bordado, e
hilado.436
71El año 1925, muestra una eclosión de ingreso de menores, pues hubo 103 menores
ingresados. La explicación más aceptable, sería que lúe un año especial de eclosión en
todas las instituciones estatales debido a la conmemoración de los 100 años de
Independencia, o nacimiento de la República. Ese la Sociedad Protectora de la Infancia,
organizó un evento de carácter nacional en torno al niño, al niño huérfano, a la salud del
niño, en fin, a todo el ámbito de la niñez, lo que dio una importancia especial al tema, y
sensibilizó, en cierta forma, de una mejor atención a los niños.437
72Dentro del lapso de tiempo,que llamamos estable dentro del 1 lospicio, hubo denuncias
en semanarios izquierdistas de la ciudad que se publicaban en revistas como Bandera Roja,
y en las que se consideraba,que el trato que se daba a los niños dentro del Hospicio no era
aceptable. En 1926, se lee una pequeña noticia en la que se da cuenta de la ausencia de
atención hacia un niño de 13 años, quien por una caída por las escaleras, tuvo una lesión en
el pie y que la Superiora, una “monja italiana”,438 había hecho caso omiso, y no le prestó
atención, obligándolo por el contrario a seguir trabajando en la sastrería. También delataba
el redactor, que los niños eran castigados con dureza y arbitrariedad, al sufrir por ejemplo,
el castigo de privación de recreo, vacación y recarga de trabajo, cuando había desaparición
de casimires.439
73Otra denuncia de la misma revista, decía que en el Hospicio se alimentaba a los niños de
mala manera, ya que el arroz lo daban crudo y que olía a gas carbónico. Que
74habiendo preguntado a la cocinera, por qué se les daba la comida cruda, ella había
respondido que era orden del Presidente de la Municipalidad, porque aseguraba que así era
más alimenticio. Comentaba el columnista, que sería preciso averiguar si el Presidente de la
Comuna, daba también a sus hijos el arroz crudo. La denuncia también aludía a las
religiosas del Fíospicio, que hacían trabajar a los niños en los talleres para vender los
“artefactos” (sic) en la calle. Era como decir que el Hospicio de San José, que
aparentemente era una casa de caridad, era una empresa industrial como también lo era el
Colegio de los salesianos y que el Departamento Nacional del trabajo debía tomar cartas en
el asunto.440 Cuando les llegaba el tiempo de salir fuera del Hospicio, excepcionalmente se
decidían por la vida religiosa, sin embargo en 1921 hubo dos huérfanos que ingresaron al
Seminario para seguir la carrera del Sacerdocio y en 1922 otro exalumno del Hospicio se
consagró como sacerdote celebrando su primera misa en el Hospicio. Su padrino fue el
Presidente de la República y se preparó un agasajo para festejarlo.
75Además denunciaba que los niños rogaban a sus parientes los sacaran de allí porque las
monjas les imponían trabajos abrumadores, superiores a sus fuerzas. Aseguraba el autor del
artículo, que las monjas del Hospicio explotaban a los asilados con el único fin de hacerse
ricas. Solo así se explicaba, que hubiera dinero suficiente para llevar a cabo la construcción
de ese local “que no costaba cuatro reales”.441
76La cuarta etapa de vida que estudiamos del Hospicio se vivió entre 1930 y 1948 está
relacionada con la aparición y primeros años del Patronato Nacional de Huérfanos de
Guerra y el Patronato Nacional del Menor.442 Estos años se caracterizaron por el mayor
número de ingreso de huérfanos. Sobre todo en los años 1935, 1936 y 1937 cuando
ingresan los huérfanos de los combatientes caídos en la Guerra del Chaco, librada contra el
Paraguay. La Guerra del Chaco, que tuvo innumerables repercusiones económicas, políticas
y sociales en Bolivia, dejó sentir sus efectos en el tratamiento del menor de una manera
contundente.
Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos del Hospicio San José. ASCSJ
77A raíz de la gran cantidad de niños que perdieron a sus padres en el campo de batalla, el
Hospicio tuvo que abrir sus puertas ilimitadamente, con las consecuencias
infraestructurales correspondientes. Sin embargo, el clima de sentimentalismo patriótico
creciente en la ciudadanía, hizo que se desataran las más diversas manifestaciones de
solidaridad. Todas las familias enviaron, ropa, frazadas, camas y alimentos, costumbre que
pervivió por muchos años más.443
78Entre 1930 y 1937, el promedio de ingresos al Hospicio, fue de 79 niños anuales, siendo
los años de mayor afluencia el año 1935, –primer año de la Guerra–, en el que ingresaron
164 niños y el año 1936, cuando ingresaron 155 niños. Cabe mencionar, sin embargo, que
los niños ingresados en esta ocasión, no llegaron a cumplir siquiera un año de permanencia
en el Hospicio, pues al no disponerse de espacio físico suficiente, fueron transferidos al
cabo de pocos meses a otras instituciones. En otro orden de cosas, la situación vivida en los
años de la Guerra, con tanta afluencia de niños huérfanos, marca un hito importante en la
vida del Hospicio, iniciándose una época en la que la institución se especializa en atención
a huérfanos reales, y no en colegio de instrucción primaria con estudiantes internos.
79Por otro lado, la Guerra, también propició la toma de conciencia del estado, en torno al
sostenimiento de los huérfanos, con la creación en 1938, del Patronato de Huérfanos de
Guerra, institución estatal, dependiente del Ministerio de Defensa, que tenía como fin, velar
por el sostenimiento de los huérfanos de la guerra con una cuota o asistencia especial,
beneficio que indirectamente llegó también a los antiguos asilados. El patrocinio de la
nueva institución, no solamente dio un respiro material a San José, sino que creó sus
propias instituciones, tales como el Hogar Soria, el Hogar Méndez Arcos y una sección de
niños huérfanos indígenas en la Escuela Indigenal de Huarisata.444
80Luego de la gran eclosión de niños ingresados al Hogar, entre los años mencionados
viene una paulatina disminución y nueva estabilidad. Los ingresos de niños huérfanos no
cesaron, hasta 1972, –año en que se cerró el Hospicio por expropiación de su Casa, pero el
promedio de ingresos entre 1938 y 1948 se estabilizó en 44 niños al año, con una estadía de
menos de un año al interior del mismo. El Libro de Ingresos y Egresos, no proporciona la
razón del abandono de la institución como tampoco el nombre de la persona que los
recogía. Sin embargo, una carta encontrada en el mismo Libro dice:
81Como se puede observar, la carta no especifica la razón del abandono del Hospicio, sino
la evidencia de que el Hospicio era un buen internado para niños con los dos padres vivos.
Maria Josefa Saavedra, personaje ilustre de la ciudad por sus múltiples creaciones en torno
a la niñez abandonada, entre los cuales se destaca el primer Código del Menor, fue socia y
primera mujer en el Directorio de la Sociedad San José desde 1925 y refiriéndose a la
situación del Orfanato a principios de los años 40 del siglo XX, me dijo:
“...no todos los internos eran huérfanos. Mucha gente criaba sus hijos allá”. “Los
comedores tenían unas mesas largas. Se comía en silencio. Entonces yo modifiqué eso
porque era muy triste no poder hablar. Introduje mesas para cuatro personas, pero eran
cambios que las monjas resistían. Me acuerdo que había cuadros de faisanes, manzanas,
cosas que los niños jamás veían, los sacamos. ... Cuando yo entré al Patronato, [1925]
mandamos ropa de color uniforme para sustimir aquella cuadriculada, para que no fuera tan
típica de un orfanato.446
82Maria Josefa Saavedra, instaló en 1944 una importante sección para ciegas, bajo el
control su primera alumna no vidente, Maria Luisa Monasterio, quien con apoyo de la
Sociedad San José, se preparó en Buenos Aires. La sección contó con un telar, máquinas de
escribir y música clásica.
84Los gastos de traslado de las religiosas y todo su ajuar corrieron por parte de la Sociedad,
así como su manutención futura, que consistía en combustible, alumbrado, lavado de ropa
de trabajo, como delantales, servilletas, sábanas, sería por cuenta de la Sociedad así como
también sus gastos de salud y eventuales sepelios. También cubrieron el gasto de visita de
las superioras que llegaron con ellas desde Lima, para dejarlas instaladas.
85Fuera de ello, a cada hermana se le abonaron, en los primeros años, el equivalente a 600
francos franceses, sin rendición de cuentas. Estaba concertado, asimismo una asignación
mensual extra por cada hermana, si es que por edad o enfermedad se veían impedidas de
trabajar. También les ofrecieron un cambio de clima a otra población o ciudad, si alguna
necesitaba por algún tiempo. La Sociedad también aceptó la condición de mantener
novicias dentro del Hospicio, para así continuar la labor de nuevas vocaciones dentro de la
institución. Si por alguna razón alguna de las religiosas quería abandonar el Hospicio,
estaban obligadas a hacer conocer al Directorio de la Sociedad, con ocho meses de
anticipación.
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87La primera Superiora sor Estefanía Boucher, dirigió el Hospicio hasta 1906, año en que
fue reemplazada por sor Maria Luisa Charase, quien estuvo hasta 1927. La vida que
llevaban al interior del Hospicio debió ser difícil. Mantuvieron celosamente su vida
religiosa, así como sus problemas. La única noticia que tenemos es el trato con el
Directorio de la Sociedad, con el cual hubo algunos malos entendidos. Es de suponer que
cualquier incomodidad, incomprensión o trabajo exagerado, habrá sido superado por su
propia vocación de humildad, generosidad y altruismo cristianos.
89A pesar de que el hermetismo entre las religiosas era inquebrantable, hubo un hecho en
1928, que muestra la disciplina férrea que las regía y los móviles internos de las personas
relacionadas con la beneficencia. El caso relatado a continuación, proporciona detalles que
traslucen los sentimientos y actitudes de resentimiento y suspicacia con que actuaron todas
las involucradas.
90En mayo de 1928 la hermana Vicenta, a cargo de los niños y niñas, fue expulsada del
Hospicio por una falta de disciplina. El hecho tuvo repercusión en toda la ciudad. La
Superiora sor Juana, tenía recelo de la hermana Vicenta, quien según la Superiora, se
tomaba libertades, en la distribución de las donaciones a los niños y las quejas por ciertos
abusos cometidos contra ellos. No estando satisfecha con su proceder, la Superiora decidié)
transferir a la hermana Vicenta a Lima. A su despedida, en la estación de tren, acudieron
muchas mujeres del pueblo que lloraban y pedían que no se fuera, incluso un fiscal de
apellido Uría, intervino en representación de la sociedad paceña, para impedir el viaje, o
por lo menos tratar de que se procediera con más humanidad con la religiosa, pero no hubo
nada que hacer.
92Otros reporteros se habían introducido días antes en el Hospicio, para oír la versión de
los huérfanos, circunstancia por la cual fueron expulsadas cuatro huérfanas, ”sin ropa, ni
cama, hasta que fueron recogidas por unas señoras por caridad”, decían los periódicos.447
Toda la ciudadanía paceña, estuvo alarmada y curiosa por la expulsión de la monja y de las
huérfanas. Cualquier escándalo relacionado con el funcionamiento interior del Hospicio y
de las religiosas, cuya vida privada era totalmente reservada, fue abierta de un momento a
otro, para la prensa local y la población en general, pasando a ser la habladuría y comidilla
del momento.
93El suceso dio pie para que la ciudadanía diera rienda suelta a la desconfianza que
despertaba en muchos, el uso que se daba a los donativos y dinero que recibía la Sociedad y
las monjas. Las denuncias sobre la mala utilización de las haciendas agrícolas que se
donaron por esos años, hacían crecer aún más, la curiosidad de la población. Dos
ciudadanos, Pinilla y Montes, denunciaron que hacía poco había sido donada al Asilo una
rica propiedad, pero que los productos nunca ingresaron al Asilo, ya que su valor estaba
siendo utilizado para adquirir letras hipotecarias en los bancos. Incluso se publicaron
comentarios, como aquel que cuando se practicaban visitas de supervisión al Asilo, las
monjas ponían sábanas en las camas, vestían a los niños muy bien y les hacían jugar para
que no se quejaran, de manera que siempre conseguían felicitaciones de las visitas, aún
cuando se sabía que la alimentación de los huérfanos era distinta a la de ellas.
95Según los datos que se consiguen a través de las Actas del Directorio, el asunto fue más
grave con relación a las cuentas, que se habían presentado al Directorio, que hizo que se
reclamaran algunas cantidades. Ante este hecho, las religiosas, molestas por la ignominia,
decidieron retirarse. El Directorio tuvo que apelar a través del Nuncio hasta Roma, para
pedirles disculpas y rogarles que se quedaran. Parece ser que las convencieron, pues las
religiosas estuvieron en la dirección del Hospicio hasta fines de los años 40 del siglo
XX.449
97Una crónica de 1906, escrita por una visitante inglesa invitada especialmente por el
Presidente Ismael Montes, refería que el Asilo de Huérfanos de La Paz451 era ”otra notable
institución benéfica“, que hizo mucho bien, bajo la dirección de las monjas de San Vicente
de Paul. “La vivienda de los muchachos incluye un refectorio, escuela, taller de sastrería,
taller de imprenta y departamentos de zapatería y carpintería y abarca a planta baja con un
espacioso patio de recreo. Las muchacha tienen cuartos de lavar, coser, bordar, de
panadería y de cocina. El costo anual de este Instituto es de cincuenta mil bolivianos y el
número de empleados está cerca de 300 personas.”452
98A principios de siglo, se pretendía dar instrucción sólo hasta cuarto y quinto grado,
básicamente para educarlos bien y darles oficio. No se pretendía sacar bachilleres, aunque
posteriormente a los alumnos varones aventajados se los inscribió en el Colegio de los
Salesianos, San Calixto o en el Seminario. Las calificaciones que obtenían los alumnos
becados en otras instituciones, debían ser revisadas por el Directorio para ver si convenía
seguir manteniéndolos. Un legado especial, el “legado Méndez”, estuvo destinado a la
educación secundaria de alumnos aventajados. Tres alumnos se destacaron, y se los envié)
al Seminario de La Serena en Chile. Un cuarto alumno, estudió en Roma y regresó a La
Paz, para celebrar su primera misa en el Hospicio.
99Hacia 1928, la instrucción de los varones, estaba bien atendida, sobre todo en lo
concerniente lo que se enseñaba en primaria. Para las niñas, se contrataron dos profesoras
más, de manera que tenían cuatro preceptoras, fuera de la profesora de educación física. Se
aumentaron aulas, para las secciones de taller de flores, taller de bordado, taller de lavado y
planchado, que eran conocidos por la ciudadanía ya que su trabajo salía al exterior del
Hospicio.
100La creación y desarrollo de los Talleres, se encontraban entre los estatutos de creación
del Hospicio, donde se establecía que anualmente, los alumnos debían exponer sus trabajos
y venderlos. La mitad del producto de sus obras, se les entregaba el día de su emancipación.
En el año 1912, se empezó también con el taller de dactilografía, y más adelante entre 1925
y 1930, se crearon talleres de corte y confección para niñas y encuademación para varones.
El régimen educativo, impartido por las hermanas de la Caridad, fue severo, en los años en
los que actuaron. En el taller de Lavandería, utilizaban agua fría y cuando alguna vez se les
propuso a las religiosas que proporcionaran agua templada a las huérfanas y que les
repartieran un porcentaje de las ganancias, aquellas se negaron, aduciendo que esas
actitudes eran “comunistas”453
102Los niños, tenían también días de fiesta campestre, auspiciados por la prefectura e
instituciones estatales. Otras veces algunas personas los invitaban a pasar vacaciones a
otros sitios, como el caso de Mauricio Hochschild que envió a algunos niños a Cochabamba
de vacaciones. La propia Sociedad, poseía una hacienda productora de papas, habas, quinua
y productos de tierra fría, era la hacienda Chiviraya, ubicada cerca del Lago Titicaca, donde
los huérfanos pasaban vacaciones. En 1940, una firma conocida de la ciudad, regaló tres
receptores de radio al Hospicio, uno destinado a los niños, otro a las niñas y el tercero a las
religiosas. Se trataba de llevar “instrucción y alegría a los niños”.454 De hecho, seguía
vigente una Resolución Suprema que dictaminaba que todas las donaciones que recibía la
Sociedad, así como todas las instituciones benéficas, que recibían legados y donaciones o
cualquier transmisión eran totalmente gratuitas.455
103Hay que recordar que todas las acciones educativas fueron tomadas para formar a los
niños de manera conservadora, pues sus directores luchaban “el liberalismo impío”, fruto
de la masonería. Sus primeras acciones fueron fundar escuelas gratuitas para gente
necesitada. La inscripción de los primeros alumnos se realizó en el “Seminario Católico”,
cuyo requerimiento básico era que los niños debían tener “padres con vida morar. La
educación férrea que recibían, era bien vista por el colectivo social. A principios de los
años 1950 las Hermanas francesas de la Caridad fueron llamadas por su Orden en Lima y
abandonaron el Hospicio. Fueron reemplazadas por religiosas canadienses de Fe y Alegría.
El Hospicio funcionó hasta 1972 en que fue expropiado para construir el Palacio de
Comunicaciones. La Sociedad Católica de San José sigue existiendo con Proyectos de
prevención al abandono de menores en barrios marginales de la ciudad.
104La ciudad recuerda a las Hermanas de la Caridad, con las enormes tocas blancas de gran
ala. Sin embargo, más allá de su aspecto externo, se las entendió poco o nada. Ellas
actuaron de acuerdo a sus preceptos muy bien vistos en los primeros años del siglo, pero
hacia los años 40 empezaron a ser duramente criticadas.
“Lo que no se dice aquí es que el tipo de política de las monjas era muy cerrado. En
vacaciones llevábamos a las ciegas por ejemplo al I logar Soria y ahí gozaban de libertad,
andaban sin zapatos, comían doble, pisaban barro, se caían, se bañaban, hacían siesta.
Las monjas consideraban la siesta de la tarde como un pecado...”456
386 Escobari de Querejazu, Laura 113 años de Historia. Sociedad Católica de San José. Ed.
Cyma. 1990.
392 María Robinson Wright 1906, 219. Esta autora afirma que además de las aportaciones
del estado dedicados a la beneficencia existían las aportaciones particulares. De acuerdo a
esta investigación absolutamente todas las aportaciones de beneficencia vinieron de
instituciones particulares y solamente recibieron apoyo del estado a través de las
municipalidades.
394 Ibídem.
395 Ibídem.
397 El primer director fue Hermenegildo Valle. ASCSJ Libro de Actas 1878-1940, N. 1,
24.
398 Felipe López Menéndez, 1965, 277. El donativo fue de Maria Paz Salazar v. de
Clavijo.
399 Ibídem y Mesa José, Baptista Mariano y Crespo Alberto 1984, 417.
401 Vicente Ascarrunz era un rico hacendado, al momento de morir deja una hacienda a
cada uno de sus ocho hijos. ALP/PN. 1893, 28 de julio,335.
402 Serapio Reyes Ortiz, citado en páginas anteriores, era un diplomático respetable, pues
años antes, en 1872 fue enviado a Lima como plenipotenciario especial del presidente para
conseguir apoyo del Perú ante la crisis que se vivía por la invasión chilena a las costas
bolivianas y que darían origen a la Guerra del Pacífico (1879) por la cual Bolivia perdió
definitivamente su salida al mar.
404 Testimonio de la Escritura de cesión y donación otorgada por los señores José Rosendo
Gutiérrez, presidente el Consejo Departamental y Carlos Bravo, Secretario a favor de
Benigno Arce, Vicepresidente de la Sociedad Católica de San José y el secretario Natalio
Bernal. ASCSJ-AA, 18, 38.
408 Escritura ejecutoria librada por el Juez Cuarto de Partido, a favor de Benigno Arce.
ASCSJ-AA,N. 17, 25.
409 Ibídem.
414 Carta del presidente del Concejo Departamental de La Paz al presidente de la Sociedad
padre Rafael Sanz. ASCSJ 1883, Carta N. 16.
416 Libro de Ingresos y Egresos de asilados al Hospicio o Casa de Caridad San José.
ASCSJ. La presente Tesis Doctoral incluye en sus Anexos una Lista parcial de los asilados
entre 1883 y 1948, tal como aparecen en el libro original.
417 Ibídem.
418 Como cuando sor Estefanía Boucher en 1894 hizo que se aclara en el Reglamento del
Hospicio el detalle de que cuando los huérfanos huyeran del Hospicio, éstos debían ser
internados en la correccional de la policía. ASCSJ. Libro de Actas, 1878-1940.
419 Ibídem.
427 Carta del Presidente de la Sociedad Católica de San José al Prefecto del Departamento.
24 de Mayo de 1915. ALP/P-E. 1915.
432 Ibídem.
441 Ibídem.
445 ASCSJ. Carta suelta encontrada en el Libro de Ingresos y Egresos del Hogar San José.
446 Comunicación verbal de Maria Josefa Saavedra a la autora de esta Tesis. MJ. Saavedra
talleció en La Paz el 18 de octubre de 2000. Antes de morir dejó todos los libros de su
Presidencia en el Patronato Nacional del Menor al Archivo de La Paz entre los años 1948-
1951.
Índice de ilustraciones
Frontis del Hospicio San José. 1900. Calle RecreoFuente: Archivo Sociedad
Leyenda
Católica de San José
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Título Cuadro 6.1. Hospicio San José Ingreso por secciones 1907 1948
URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-6.jpg
Título Gráfico 6.3. Ingreso de niños al Hogar San José 1886 - 1948
URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-7.jpg
Título Cuadro 6.2. Hospicio San José Ingreso primera época. 1883 -1906
URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-8.jpg
URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-9.jpg
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Título Cuadro 6.6. Hogar San José Ingreso tercera época 1917 -1930
Leyenda Elaboración propia en base al Libro de Ingresos y Egresos del Hogar San José.
URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6170/img-12.jpg
Título Cuadro 6.7. Hogar San José Ingreso cuarta época 1930 -1947
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Texto NotasIlustraciones
Texto completo
1Las mismas inquietudes que tuvieron las personas que crearon la Sociedad Católica de
San José, con algunas variables, son las que se tomarán en cuenta en el presente capítulo
para considerar en primer lugar el tiempo que pasó de la fundación de aquella Sociedad
Católica de San José a la creación de la Sociedad Protectora de la Infancia, donde lo más
relevante será la presencia de mujeres. La mentalidad de principios del siglo XX, calificaba
a la mujer diferente del hombre porque poseía “nervios más delicados y sensibles”, por lo
tanto era la indicada para ocuparse de los pobres y los niños. Sin embargo, ellas mismas no
se podían hacer muchas tareas porque “carecían de voluntad, para controlar sus propios
2El problema es más complicado de lo aparente, entre otras razones porque no es una
cuestión vinculada a un género particular sino a un conjunto de obsesiones y fantasías
culturales colectivas. El estereotipo de mujer de principios de siglo, le asignaba valores que
no tenía, pero que sus parejas o progenitores, consideraban que debía tenerlos.
5Con esas virtudes atribuidas a las mujeres y que les eran inculcadas desde niñas, la
iniciativa del Concejo Municipal, de involucrarlas en la creación de una Sociedad que
protegiera a los niños desvalidos, encontró eco en sus cónyuges, padres y hermanos,
quienes las apoyaron e incentivaron a formar parte de la Sociedad Protectora de la Infancia.
¿Cuán a gusto se habrían sentido ellas en la nueva tarea? Es difícil saber, seguramente,
muchas veces, a pesar suyo y con cierto desagrado, habrían ingresado a la asociación. Sin
duda, obedecían una vez más la voluntad de quienes las tuvieron relegadas el siglo anterior.
No hay posibilidad de exageraciones, cuando se destaca la misoginia del siglo XIX, ni
tampoco al decir que nunca antes se había hablado tanto de la mujer, de manera abstracta e
ideal, con alegorías, idealizaciones, siempre ligadas a la vida privada, a los sentimientos, al
hogar, a la patria y al mismo tiempo, tampoco ahora como antes, se las consideraba capaces
de llevar adelante el proyecto. Lo mismo vale, para la ya constituida desde el siglo anterior
Sociedad de Beneficencia de Señoras.
12La sección Casa de Expósitos tenía una portería provista de un torno en comunicación
con el exterior del recinto, destinado a la recepción de expósitos. Un taller de costura y
ropería; depósito de prendas y señas que llevaran consigo los expósitos; departamento de
administración habitaciones para la servidumbre y un terreno extenso y un depósito. El piso
alto tenía tres amplios e higiénicos dormitorios, uno de ellos tenía veinte cunas y el otro
veinte catrecitos para niños de más de un año. Fuera de ello estaban las casas para las
nodrizas que vigilaban a los niños durante la noche.463
14Continuaba la crítica feroz, en sentido de que el dinero donado, no era para construir
“ermitas en las que se endiose fetiches de yeso, que solo sirven para satisfacer el fanatismo
de mujeres histéricas u hombres eunuquizados” y atrofiados. Que los fondos, debían
destinarse a ampliar las instalaciones, ya que muchas veces las monjas debían rechazar
niños arrojados por la burguesía, que en su afán de ocultar el fruto de encuentros felices en
fiestas, bailes, bacanales y orgías, tenían que arrojar al fruto de sus entrañas, cuando no en
un inmundo riachuelo en el citado asilo.465 La crítica anterior, sin lugar a dudas, está
cargada de tinta irreverente y de principios marxistas recalcitrantes, sin embargo, expresa
un sentir de la sociedad, y que constituyen los móviles internos de los benefactores,
impulsados por la comodidad y segregacionismo social. Pero, ¿cuál es el verdadero
altruismo, si el ser humano a lo largo de los siglos, se ha movido más por intereses, que por
principios morales?
18Cuando el fundador del Asilo, don Carlos de Villegas murió el 7 de diciembre de 1927,
el Directorio hizo las gestiones para que se le velara en la Municipalidad. Se envió una
corona fúnebre de parte de los niños del Asilo y otra de parte de las socias. A su muerte la
SPI469, pidió a la familia los papeles que concernían a la fundación de la Sociedad y el
Asilo y para sustituirlo se nombró Adolfo Flores, quien tuvo muchas desavenencias con las
religiosas de Santa Ana, hasta el punto de querer renunciar al cargo. La razón que él ponía,
era que las hermanas se negaban a rendir cuentas de los gastos. El Consejero Alberto
Villegas, hijo de Carlos de Villegas, entró al Directorio para aplacar los roces, así como
otros señores por “ser más eficiente su labor que la de las señoras”. Sin embargo, la
presidencia siempre estuvo a cargo de mujeres. Algunas socias, pertenecían a varias
Sociedades de Beneficencia y en algún caso tuvieron que escoger responsabilidades. En
1925, se constituyó un Comité de Honor conformado por todas las damas de las legaciones
diplomáticas. La Sociedad Protectora de la Infancia, sintió el deber de irradiar su tarea a
personas de su clase social de todas las edades. En 1915, se aprobó la idea de distribuir
entre los niños económicamente pudientes de la ciudad, unos cuadros que constaban de 20
pequeños recuadros, en los cuales había que pegar unas estampillas especiales de la
Sociedad Protectora de la Infancia, de valor de 5 centavos, costando el total de Bs.1. El
niño que a fin de año entregaba por lo menos cuatro 4 cuadros, recibía un Diploma de
Benefactor Infantil. Los cuadros eran repartidos cada año en Navidad. De esa manera, los
niños ricos eran también socios y sus nombres figuraban en las Listas oficiales. Ellos
concurrían a los actos benéficos mirando con altanería infantil, a sus contemporáneos
pobres.
19La imagen que trataba de reflejar la SPI ante la sociedad, la leemos en palabras de su
presidenta Candelaria de Molina Campero, quien decía que “la tarea que se había impuesto
la Sociedad era noble, en la medida en que los recursos eran escasos y era sagrada
obligación” y que su atención no se reducía solamente a los niños asilados sino que llegaba
a los niños desamparados que andaban por la ciudad, privados de recibir atención de la
sociedad en el plano material y moral. Las actividades que se realizaban en torno a eventos
benéficos, giraban en torno a las aficiones, entretenimientos de la época. Era siempre digno,
realizarlos en torno a fechas históricas, tales como el Día de la Raza, Día de la Paz de
Ayacucho470. En 1917, la fiesta estuvo dedicada al Libertador Antonio José de Sucre. De
esa manera, se destacaba no solo el trabajo benéfico sino los altos valores patrios. En
homenaje a esas y otras fechas, se organizaban veladas literario-musicales, como los
“torneos de juegos florales” no olvidando desde luego, que todo ello era “para la niñez
desvalida”.
22Otras asociaciones culturales, hacían gala de hacer entrega del producto de sus eventos a
la Sociedad. De esa manera, en agosto de 1919, la Sociedad Casimiro Olañeta, puso en
escena una obra teatral, cuyas ganancias en ventas de localidades fueron donadas a la SPI.
La primera sala de proyección de cine el Biógrafo de Paris, ubicado en la plaza principal de
la ciudad, ofrecía frecuentemente funciones en su beneficio. La proyección de películas, iba
antecedida de la actuación de una orquesta y en una misma sesión se proyectaban hasta
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23Una vez que se conseguía fondos con los eventos culturales, la Sociedad pedía
cooperación a instituciones bancarias, comerciales e industriales con el fin de conseguir
prendas de vestir y otros objetos para los niños. Luego, los niños pobres de toda la ciudad,
eran convocados a través de alisos escritos, que distribuidos por toda la ciudad, para
hacerles entrega de regalos y ropa, quienes para recibirlos, debían presentar un “certificado
de pobreza”, firmado por algún sacerdote o algún miembro del directorio. Para el día del
reparto, invitaban a todas las personas e instituciones. En diciembre de 1919, se pidió al
ministro de Guerra, cediera cuarenta frazadas de la Intendencia para niños pobres, que
habían sido dejados por sus padres en la Casa de Expósitos. Para el mismo fin, se
solicitaron al Concejo Municipal diez catres y tres puertas de rejas, del “antiguo hospital de
hombres”.
25Otra de las fiestas de beneficencia, que se realizaba comúnmente era la Fiesta de las
Flores, consistente en un desfile de señoritas, que llevaban flores por las avenidas laterales
al Paseo del Prado, acompañadas por el fondo musical de conciertos de música popular
europea, ejecutada por bandas del ejército. Esta fiesta, se llevaba a cabo a las dos y media
de la tarde. Como el Paseo del Prado, tenía dos puertas de acceso, una en lo que hoy es la
Plaza del Estudiante y otra en la Plaza Venezuela, se cobraba una entrada que costaba un
boliviano. Esta fiesta, conmemoraba generalmente el aniversario de fundación de la ciudad
con prohibición del ingreso de indígenas al Paseo. En el ámbito de la vida social de la elite
paceña, la SPI se constituyó en el centro organizador de actividades sociales. Los eventos
no cesaban, ya que todo aludía al deber moral y patriótico en pro de la niñez desamparada.
De ese modo, nadie se negaba a prestar ayuda, ya sea por conciencia misma, por figuración
social, o por otras razones aludidas al inicio del presente capítulo. Las legaciones
diplomáticas, entraban directamente en las actividades sociales bolivianas, como señalamos
líneas arriba. En 1921, la legación americana, consiguió en una fiesta 1.921.75 bolivianos,
dinero con el cual se compraron 102 pares de zapatos y se mandó construir la balaustrada
del oratorio. El saldo se entregó al Asilo, para confección de ropa para los
“pequeñuelos”.481
27La Sociedad, organizaba bailes, kermeses matinales, corridas de toros, todo para
recaudar fondos para el Hogar. En 1928, se organizó un “Minueto” en el Círculo de las
Bellas Artes y en septiembre, de ese mismo año, se realizó una kermés en el Club de Tenis.
A todos los eventos invitaban al Presidente de la República y a todos sus ministros.484 Al
ser la ciudad muy pequeña, la damas del Directorio caminaban las calles tocando puertas a
“casas conocidas privadas y empresariales”, para conseguir fondos. En 1930, partieron siete
comisiones para igual número de zonas de la ciudad.485 El evento más sonado a nivel de
comidilla social era el tradicional Baile Anual de Año Nuevo. El de 1930 se llevó a cabo en
el Club de Extranjeros. Aquél sería el último baile tranquilo antes de los rumores de una
Guerra contra el Paraguay y la debacle económica que sobrevendría después, pues en
marzo de 1931 el Directorio lamentaba “una crisis económica” que había afectado las
ganancias acostumbradas para el Hogar. Los bailes ya no daban las ganancias de antes, los
bailes de carnaval, quedaron deslucidos y se conseguía muy poco recaudo. El club
Ferroviario ya no dio la fiesta acostumbrada y la presidenta de la SPI pidió “a cambio de la
fiesta ropa para los niños.”
29Pero aquellos varones, estaban lejos de reconocer las auténticas capacidades femeninas.
Ellos buscaban una “imagen” de mujer, al estilo ideal del siglo XIX, es decir que no
abandonara totalmente ser buena madre, buena mujer, buena esposa. La participación
femenina en sociedades, creadas sobre todo a principios del siglo XX, era en esencia dar
cumplimiento a los ideales liberales de modernización del sexo masculino, padres, esposos,
hermanos. Además simbolizaban y encarnaban lo que ellos deseaban hacer, pero se veía
mejor en ellas, porque las labores de caridad y beneficencia, eran imágenes asociadas con
cosas de mujeres. El tender a idealizarla, era una estrategia para que no abandonara su rol
tradicional. Los festejos y eventos organizados, los entretenimientos, las expresiones
artísticas, lucían mejor cuando eran organizados por las señoritas de sociedad, porque ellas
representaban el grado de civilización alcanzada con “delicadeza, dulzura” y todas las
virtudes que las acompañaba. En el fondo, era una sociedad que se preciaba a sí misma
acudía al teatro, escribía, amaba la música, se erigía monumentos en el cementerio, que
hacía obras de caridad, organizaba hospitales, publicaba obras científicas, viajaba a Europa.
“Es una sociedad que le gusta posar para la posteridad, muy segura de que la historia
también los aplaudirá”.486
34El Comité de La Paz, acordó el estudio de un plan para mejorar la contribución de cada
entidad social en el Congreso de Lima, donde se llevarían trabajos femeninos referentes a
ciencias morales y pedagógicas.491 La reunión, que tuvo lugar en Lima en diciembre de
1924, aprobó por unanimidad la constitución de una nueva entidad de beneficencia iniciada
por el Secretario del Comité cooperativo en Bolivia, Julio Téllez Reyes, que a la vez era
Consejero de la SPI. La nueva entidad, estaría constituida por una agrupación de
“delegados” –entiéndase hombres y mujeres– de todas las instituciones principales de
beneficencia de La Paz. La beneficencia era femenina, pero conducida por varones. Sin
embargo, y para seguir guardando la imagen zalamera de la beneficencia femenina, la
nueva entidad sería el “Centro Social Señoras de La Paz”, que unificaría la SPI con la
Conferencia de San Vicente de Paul y la Cruz Roja Boliviana, y se convertiría en “Junta
Impulsora de Beneficencia de La Paz”, el acuerdo no se concretó, pero la Protectora de la
Infancia, que había encontrado ser un lazo de unión y acercamiento para todas las
instituciones femeninas paceñas, tomó la iniciativa la dirección de Julio Téllez Reyes. Se
partía de la idea de que las instituciones existentes, debían extender su diligencia
humanitaria, en pro de muchos más niños desamparados. La asociación no llegó a trabajar.
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35Por su parte la Cruz Roja, era una organización internacional neutral, fundada
originalmente para ayudar a militares heridos y enfermos de la guerra, sin tener en cuenta
su procedencia. Posteriormente, su actuación abarcó no solo la atención y auxilio a heridos
y prisioneros de guerra, sino también la protección de ayuda a las víctimas de cualquier
catástrofe. Consecuentemente, no habrá podido ser posible una coordinación entre las tres.
Sin embargo, el carácter de supervisora, tutora de asociaciones u organismos estatales o
particulares, propia de la Sociedad Protectora de la Infancia, no cesó allí, pues se constituyó
en la verdadera rectora de las instituciones dedicadas a los menores abandonados. Así en
1930, apoyó el funcionamiento de una Escuela de Niños Débiles en Obrajes, promoviendo
el nombramiento de Raquel de Adriázola como directora.
37Las diferentes mesas de trabajo, se organizaron con diez miembros cada una, en total
hubo noventa y ocho congresistas de La Paz, sin contar con los delegados del interior del
país, cuya cifra no conocemos. El Congreso, se reunió bajo seis temas principales:
legislación civil y penal, legislación social infantil, orden médico, asistencia a la madre y al
niño, educación e instrucción, protección a la infancia en su primera y en su segunda edad.
Pese a que el Congreso, fue convocado por la Sociedad Protectora de la Infancia, entidad
femenina, la mayor parte de los participantes fueron hombres.
38Todo cuanto rodeó al Congreso, era un dentro del mismo círculo social cerrado de la
ciudad, participaron en él las “conocidas” personas que iban al teatro, las mismas que
ayudaban a obras de caridad, al baile de fin de año, a la conmemoración de efemérides
patrias. Es decir, se movían las mismas imágenes en distintos escenarios. Presidió el
Congreso, el Rector de Universidad Mayor de San Andrés, el renombrado Benjamín
Gallardo. En la mesa de legislación infantil, participó Daniel Sánchez Bustamante,
conocido Ministro de Educación; en la mesa en la que se trataron temas médicos, los
reconocidos doctores Luis Villegas, Félix Veintemillas y Néstor Orihuela. Estuvieron
también presentes, la directora del principal colegio de señoritas Liceo La Paz, Elena
Schmidt y Ana Rosa Tornero, delegada del Ateneo Femenino.
39Tres meses antes de la realización del Congreso, hubo varias reuniones preparatorias,
quedando señalados los temas a tratarse por cada sección. Trataron los temas
exhaustivamente, de modo que los acuerdos quedaron establecidos antes de la realización
del evento. Entre el 16 y el 22 de agosto de 1925, se llevó a cabo el Congreso. La
convocatoria mostraba el ánimo que motivaba a los congresistas, que era básicamente,
“extender por todos los ámbitos del país los sentimientos de humanidad y patriotismo que
alentaba ala SPI, de manera que todos tomaran parte en la gran obra, que perseguía de velar
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40El espíritu del evento se inscribía dentro de lo que se venía analizando sobre la actitud
liberal de civilidad, con el que se trataba de estar a la par de los avances sociales de los
países vecinos. Sin embargo, fueron hombres quienes trataron temas referidos a la mujer y
al niño. Ellos privilegiaron la Sociedad y la participación femenina, en un Congreso para
apoyar su participación en la vida pública, con el fin de promover una imagen que apoyara
el proyecto liberal de modernización social. En el Congreso, se mencionaron una serie de
problemas de orden sociológico, educativo, de legislación y de medidas protectoras del
niño y de la madre, que requerían amplio intercambio de ideas. La idea central, era estudiar
los medios de “remediar a situación de la madre desgraciada, del niño indigente o
extraviado, para contribuir a su bienestar y cimentar el provenir de las nuevas
generaciones”, para “ennoblecer al ministerio de amor y a la bondad de la maternidad”.494
Se trataba de “hacer el bien por el bien mismo”, de “proteger a la madre y al niño, a la
joven viuda a la mujer abandonada”.495
41Se quería dar un mensaje, pero más se quería impresionar con la parte literaria de las
mismas. Demostrar su sensibilidad ante la pobreza, y las necesidades de los desamparados,
poner en el tapete, que en Bolivia se trataban temas de relevancia internacional, como crear
medios, para favorecer a las clases desposeídas, eso sí, sin perder de vista que eran
diferentes, eran los otros, así se habló de fundar escuelas elementales, “para las clases
desvalidas, de los niños abandonados del pueblo, instrucción especial para niños
abandonados”, así como también prever para que no existiera “la explotación del niño
trabajador”. Una buena parte de las disertaciones, estuvieron a cargo de mujeres, pero otro
tanto, lo fueron por el sector masculino.496
43Ni la prensa, ni las Memorias de la Sociedad Protectora de la Infancia, así como tampoco
las Memorias de la Prefectura y Municipalidad, registraron el contenido de las ponencias
expuestas en aquella ocasión. Los artículos periodísticos son escuetos y mencionan
solamente la actuación de las encargadas del acto, dando a entender a la sociedad en
general, que aquello era un acto más destinado a realzar sus cualidades. Al fin y al cabo el
tema era “cosa de mujeres”. Sin embargo, en el Archivo de la SPI, se han conservado dos
ponencias, una “La peste blanca” o tuberculosis, y “Protección a la madre y al niño”.
Ambas ponencias, resaltan la pobreza, como generadora de la poca educación de las clases
humildes, especialmente de la mujer, y de la expansión de las enfermedades especialmente
en niños y en mendigos en las calles.
44La ponencia sobre la tuberculosis, preparada por el médico Luis Villegas, sostiene que
era el mal generalizado en la población boliviana, que originaba un 40 o 50% del total de
defunciones infantiles, y que estaba desarrollado especialmente en el departamento de La
Paz. Puntualizaba, que las instituciones de beneficencia, nada podían hacer aisladamente y
se requería de amplias medidas de carácter social, nacidas de los poderes públicos, guiados
por los principios de medicina social, para lograr frenar el mal. La ponencia de Villegas,
tocaba también el tema de vivienda y barrios pobres, mostrando las pésimas condiciones en
que vivía la inmensa mayoría de los habitantes del país. Según Luis Villegas, había que
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45La segunda ponencia, titulada “Protección a la madre y al niño”, fue presentada por
Antonia M. de Alcázar, representante de las señoras de San Vicente de Paúl, daba
testimonio de la vida en pobreza de una madre con tres hijos, joven, viuda, y abandonada.
La ponencia hacía al mismo tiempo, un análisis de las causas de ese abandono y
precariedad de vida. Hay en el trabajo, una denuncia a las autoridades gubernamentales,
sobre la poca responsabilidad que se había tomado hasta entonces en la educación de la
mujer, y sobre todo en su poca valoración como fuerza de trabajo. Una mujer pobre en
1925, casi siempre tenía que mantener a sus hijos. La mayoría, ganaba la miserable y
ridicula suma de 20 centavos, por coser una camisa, pudiendo hacer en el día apenas cinco.
En algunas fábricas, ganaban un boliviano al día. Resultado de ese desequilibrio
económico, era el que los niños salieran a las calles a mendigar. Hacía una reflexión
especial, sobre la falta de educación sexual impartida a los jóvenes en general, de tal suerte
que muy jóvenes se veían con hijos, a los cuales no podían mantener, concluyendo que el
estado debía crear más escuelas fiscales gratuitas, que impartieran educación global a los
estudiantes.498
46Las Conclusiones del Congreso giraron en torno a la injusticia que existía con relación a
la existencia de hijos naturales, sin reconocimiento de paternidad. El mal trato a menores,
por parte de la propia familia y de extraños. Que los hijos ilegítimos pudieran requerir
alimentación obligada de sus padres. Estas conclusiones, eran de temperamento moderado,
en medio de tendencias extremas, que existían sobre la materia, ya que la legislación de ese
entonces, prohibía la indagación de la paternidad, y constituyen la piedra fundamental de
futuros Códigos del Menor, y sobre todo para la creación del Patronato Nacional del
Menor.
47Al margen de las repercusiones periodísticas, las cuales hacen pensar que todo habría
quedado en el efímero lucimiento social, existe un mensaje muy fuerte y veraz sobre el
estado de la cuestión. Ambas reflexiones, caben en el análisis que hicimos tanto sobre la
salud de la ciudad, como de la pobreza, en la que vivía sumida. En verdad, los trabajos
tuvieron más repercusión de lo esperado, aunque tuvo que darse la Guerra del Chaco, para
que el poder público, madurara la necesidad de crear una institución estatal de Protección
del Menor. La importancia del Congreso, dio lugar a que un año después el Congreso
Legislativo, aprobara las conclusiones del Congreso sobre la Niñez.
50Es importante destacar que el Congreso en 1924, tocó otros temas importantes
relacionados con los niños abandonados, como ser un asilo correccional de menores, que en
ese entonces se recluían en el panóptico general. Se puso de manifiesto también la
necesidad de que existiera un local donde pasasen la noche los niños lustrabotas y
suplementeros que andaban por las calles, además de que existiera allí un empleado formal
que controlara el salir y entrar de estos niños, ya que se comportaban en manera tal que
“atacaban la moral y las buenas costumbres del pueblo”. Se concluyó que la vagancia de los
niños se debía al abandono de sus padres y a la explotación del trabajo que quienes no los
habían abandonado hacían de sus hijos. Pero el tema de fondo relativo a la pobreza, por
marginación y exclusión va a ser un problema latente a todo lo largo del siglo XX, y será
motivo de lucha política y de fundación de partidos políticos revolucionarios e izquierdistas
que no llegarán a tomar el poder hasta el siglo XXI. Hasta ese entonces los niños fueron
atendidos a medias por el Patronato, el Consejo Nacional del Menor (CONAME), la
Dirección del Menor (Dirme) y otros nombres con los que se denominó a la institución
estatal del menor en Bolivia además de instituciones no gubernamentales (ONG) que
proliferaron desde la década de los ochenta.
Notas
458 María Robinson Wriht 1906, 129 y 132. Cita el caso de Modesta Sanjinés Uriarte, que
habiendo vivido en el siglo XIX su fama llegó hasta la cronista el siglo XX. Mujer de vasta
cultura Modesta Sanjinés Uriarte, se destacó no solo por sus dotes musicales para piano,
componiendo más de 50 obras, sino por haber sido mujer de corazón humanitario
dedicando parte de su tiempo a la beneficencia, atendiendo hospitales, asilos y hospicios.
Elsa Paredes de Salazar 1965, 245.
463 Todos los datos proceden de los Libros de Actas de la Sociedad Protectora de la
Infancia.
466 Eran Consejeras: Isolina de Solruco, Enriqueta de Sanjinés, Rosa Elena v. De Zalles,
Sara de Calvo, Ernestina de Adrián, Angélica de Aramayo, Carmen e Gutiérrez, Angela de
Chavaneix, Irene de Castillo, Maria Carmen de Sanjinés, Betsabé de Aguirre, Carmen
Capriles, Alaría Saracho, Alicia D Arlach, Josefina Prudencio, Consejeros: Benedicto
Goitia, Fermín Prudencio, David Ascarrunz, José Antezana, Héctor Ormachea, Víctor
Muñoz Reyes, Ezequiel de Romecín, César Salinas, Alberto Diez de Medina, Heriberto
Gutiérrez, José Salmón, Isaac Eduardo, Néstor Morales, Juan M. Medina y Carlos de
Villegas. El Acta de Fundación del I logar Villegas donde se encuentran todas estas firmas
se encuentra enmarcado en el salón principal del Hogar.
467 A principios de siglo y hasta muy entrado el siglo XX, los duelos eran llevados
estrictamente hasta por años.
468 Informe Sociedad Protectora de la Infancia, 1924, 1-34. Era presidenta Irene Nava de
Castillo.
471 El Programa de 1916 consistió en lo siguiente: Primera Parte: Cuadro alegórico de las
Naciones de América en Homenaje a España, representada por la señorita Elena Montes M.
Luego cada país iba representado por una señorita. N.2 Himno Nacional de Bolivia, por la
Orquesta. N. 3 Discurso Inaugural, a cargo del señor Eduardo Diez de Medina, Presidente
del H. Concejo Municipal. N. 4. Himno a América por la señorita Alicia Contreras Ruiz. N.
5 Marche Real Española, por la Orquesta. Segunda Parte: N. 1 Rubinstein (Romance) y
Haydn “Gipsy”, Rondo por un Quinteto, N. 2 Cristóbal Colón, poesía. N. 3 Chopin, Ballata
insol minor piano a cargo de Pietro Bruno. N. 4 El Ensueño de Cipango. Poesía del señor
Armanco Chirveches, declamada por la señorita Blanca Colorado. N. 5 Wagner,Liszt,
476 Un estudio detallado de las veladas literario musicales que tuvieron lugar en el siglo
XIX, en la ciudad de La Paz se encuentra en la tesis de Licenciatura (inédita) de María
Eugenia Soux Muñoz.
480 ASPI Libros de Actas 1914, 1919. Libro de Correspondencia 1921, 33 y 113.
485 En Obrajes, la zona más alejada, recaudarían Antonia Zalles de Cariaga y Raquel de
Adriázola; en la calle Ingavi, la plaza Murillo y la Avenida Tarapacá, Enriqueta V. De
Sanjinés e Irene de Velasco. La calle Ayacucho, Mercado y Bancos, Dora de Cusicanqui,
Emma de Carpio, y Victoria de Tejada. Las calles Comercio, Genaro Sanjinés, Plaza de San
Francisco, Figueroa, Contraloría, Bolivian Railway, las señoras Teresa de Pacheco, María
Cristina Téllez y Cristina Campero. Las calles Loayza, Recreo y avenida 16 de Julio las
señoras Elia RUC de Otero y Otilia W. De Murray. Finalmente las calles Potosí, Socabaya
y Yanacocha, Carmela de Gutiérrez, Teresa M. De Gutiérrez y Esther de Dorado. A las
Fábricas irían las Cristina de Ibáñez y Ester de Benavides.
491 Informe presentado a la Junta General del 15 de Julio de 1924, por la Presidenta Irene
Nava de Castillo. La Paz, 1924
496 Edificación escolar. ¿Cuál sería en Bolivia la edificación escolar más apropiada a
nuestro ambiente? Relator Manuel Ernesto Mariaca. 2. Obligación Escolar. Como medio de
impedir la explotación del trabajo del niño, ¿se debe buscar la obligación escolar? ¿En qué
forma? 3. Escuelas elementales. Siendo necesario el fomento de escuelas elementales para
las clases desvalidas ¿Cuál sería la forma de obtenerla? 4. Utilidad de las Escuelas
Primarias. ¿Qué medios se pueden consultar para que las Escuelas primarias de Bolivia
respondan a la vida práctica ulterior del niño? 5. Servicios Domésticos. Considerando de
utilidad general lo el establecimiento de una escuela para la enseñanza de servicios y artes
domésticas ¿cuáles serían los medios mas eficaces para realizarlas? 6. Instrucción para
niños abandonados. ¿Cuál sería la calidad de instrucción apropiada para las clases
desvalidas y los niños del pueblo abandonados los que, si bien, reciben alimentos
materiales por las personas que los cobijan es solo en retribución de los trabajos a los que
se les reduce, sin educación, ni instrucción. Relatores Isabel de Haillot, Daniel Canedo,
Alfredo Guillén. 7. Cambios en la enseñanza. Concepto moderno de la naturaleza mental
del niño y cambios que imponen en las prácticas corrientes de la enseñanza. Elena Schmidt.
8. Educación del Obrero. Educación profesional, familiar, y económico-social del hijo del
obrero. Relator... Leonor Guerrero, Corsino Rodríguez. 9. Escuela y taller. Necesidad de
aproximar la escuela al taller de suerte que los obreros junto con el aprendizaje de su arte y
oficio reciban fundamentales nociones de moral y vida practica. Relator... 10. La
Puericultura en los Colegios. Manera de obtener en el país la educación e instrucción de la
Puericultura y su enseñanza en todas las escuelas superiores de instrucción. Relatora.
Eduvijes v. de Herzog. La República 26 de agosto de 1925, 1.
497 Ponencia presentada por el Dr. Luis Villegas al Primer Congreso Nacional de la
Infancia, llevado a cabo en agosto de 1925, a iniciativa de la ASPI N. 2.
499 Ver Laura Escobari 113 anos de Historia. La Sociedad Católica de San José, 1990. El
libro analiza las políticas nuevas que adoptó la propia Sociedad y otras organizaciones no
gubernamentales para atender a los niños en riesgo de abandono, acordes al avance de los
tiempos.
Índice de ilustraciones
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Texto NotasIlustraciones
Texto completo
1La Sociedad Protectora de la Infancia tuvo dos campos de acción, uno hacia el interior de
sí misma, con el Asilo u Hogar Villegas, también llamado la “Gota de Leche”; y hacia el
exterior expandiendo su acción de liderazgo sobre todas las instituciones benefactoras de la
ciudad que tenían como consigna la atención a los pobres general y la niñez abandonada en
especial. En este último aspecto vimos, en el capítulo anterior, cómo su labor llevó su
trabajo hasta alcanzar proyectos sociales de largo aliento, empezando por llevar al poder
legislativo en agosto de 1926, para su promulgación los acuerdos del Primer Congreso
Nacional de la Infancia, llevado a cabo un año antes y que recogía a su vez los resultados
de la Segunda Conferencia Panamericana de Mujeres llevada a cabo en Lima en diciembre
de 1924.
2El Proyecto dio lugar a la aprobación del primer Decreto Supremo, destinado a
salvaguardar a la niñez desvalida, a través de la fundación del Patronato Nacional de la
Infancia, con sede en La Paz y filiales en todo el país. Si bien el Patronato no fue creado
hasta 1948, no cabe duda que era el primer paso para su creación. Pero dejando de lado la
labor de extensión social, que llevó a cabo la Sociedad Protectora de la Infancia, en este
capítulo me ocuparé del funcionamiento de la primera “Casa de la Infancia”, la cual a
través del torno, empezó a recoger niños expósitos desde días de nacidos, hasta niños
huérfanos o abandonados hasta los 18 años.
5El estado liberal llegó hasta a romper relaciones con la Santa Sede en 1907, las mismas
que fueron restablecidas con el advenimiento del partido republicano en 1920. Lo único que
quedó fue la prédica incesante de los clérigos, de quienes incluso las autoridades
eclesiásticas se quejaban de que su prédica era insuficiente y su desempeño no daba buenos
ejemplos a la sociedad cristiana, quien a su vez veía a sus párrocos no como a benefactores
sino como a mercedarios advenedizos e interesados. La consecuencia global, es que la
religión católica quedó profundamente debilitada, de manera que en los 20 años de
liberalismo, la sociedad vio venirse al suelo el cristianismo heredado de la colonización
española.506
7Carlos de Villegas fue el mentor, fundador y gestor principal de la Casa, fue Director
Principal de la Casa desde su fundación hasta su muerte acaecida en 1927. El directorio de
la Sociedad siempre fue femenino, aunque, como vimos en el capítulo anterior contó con la
ayuda de benefactores varones, que las guiaban y un administrador.508 En 1919, hicieron
presidente Honorario al Nuncio Apostólico en Bolivia Monseñor Rodolfo Cañoli. La Casa
de Expósitos, llamada comúnmente “Asilo de la Infancia” fue luego conocida como “Hogar
Villegas” en honor a su benefactor principal. La Casa fue construida por orden del
Presidente de la República Ismael Montes, en la Avenida 20 de Octubre en el barrio de
Sopocachi, el barrio residencial más moderno de los años treinta, con casas del estilo Beaux
Arts francés, de las cuales se conservan todavía algunas. La Casa constaba de dormitorios
para niños y niñas; una repartición especial para la crianza de niños pequeños expósitos,
“con torno libre para las criaturas que fueran arrojadas del regazo materno”. También puso
en funcionamiento un consultorio de Puericultura, para atender a La crianza, curación y
alimentación de las criaturas pobres. Y por otro lado, empezó la escuela para indígenas, con
el fin de “instruir a los niños de esta raza, procurando su ilustración e ingreso en la
civilización”.
9La Casa tuvo varios nombres que se superpusieron. Desde su fundación hasta los años
treinta del siglo XX, fue conocida como Casa de Expósitos. Muy poco tiempo se la conoció
como Asilo, encontramos ese apelativo solamente entre 1927 y 1930. Sin embargo, tres a
cinco años antes, el 4 de julio de 1925 el Directorio decidió nombrarla “Hogar Carlos de
Villegas”, en honor a su fundador. Respecto al nombre de “La Gota de Leche”, la primera
vez que se lee en las Actas de la Sociedad, es en 1920, cuando en una carta de
agradecimiento, dirigida al Concejo Municipal, la presidenta Irene Nava de Castillo,
agradeció una donación extraordinaria de 200 bolivianos.510 El Directorio tenía una
presidenta, una vicepresidenta, una tesorera, y varios consejeros. El núcleo del directorio,
estaba constituido por unas 15 señoras. A pesar de que en las listas de socios, aparecen
nombres de fundadores varones, ellos prestaban servicio de apoyo moral, ayudando muchas
veces en manejos económicos y sobre todo en trámites legales. Muy pocos de ellos, eran
parientes cercanos de las socias, sin embargo su tutela era significativa, por tratarse de un
Hogar regido internamente por religiosas católicas y ser ellos anticlericales. Fuera del
Directorio, hubo siempre una larga lista de socios, gente “conocida” y prominente de la
sociedad paceña, quienes daban una cuota mensual o anual. La cuota mensual, era de dos
bolivianos y la anual de veinticinco. También había una cuota de un boliviano mensual para
los “cooperadores”.
11Al interior de la Sociedad, se supo que todo el problema había sido suscitado por su
fundador y Director Carlos de Villegas. Desde el principio las hermanas no quisieron
aceptar ningún reglamento que rigiera el Asilo. Ellas sostenían, que Carlos de Villegas
tenía una “tenaz hostilidad” hacia ellas, argumento que fastidió al fundador ya que él
atribuía la causa de su malestar a que él “simplemente había mandado a hacer unos
desagües en la casa sin consultar a la Superiora”, y otro día había llevado a un pintor para
que levantase un presupuesto para hacer repintar la casa, y que en una tercera oportunidad
pidió la lista de domicilios de las nodrizas para visitar a los niños, ya que había muchos
informes de que los niños no eran bien cuidados. Villegas atribuyó también el malestar de
las hermanas al disgusto que él les mostró por la elevada mortalidad de los niños de la casa.
Ya que de los primeros 30 niños llegados a la casa habían fallecido 23 y entre ellos no
solamente habían recién nacidos sino niños de más de un año. A raíz de aquel
inconveniente, Carlos de Villegas renunció a su cargo. Sin embargo, la asamblea de socios
rechazó la renuncia por unanimidad, quedando el señor Villegas, a partir de entonces como
Director permanente de la Sociedad.
12El Directorio, decidió aceptar la salida de las hermanas y reiteró al fundador su voto de
confianza concediéndole el título de Fundador de la Sociedad Protectora, Director y
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13A mediados de 1916, el arzobispo solicitó a la Provinciala de las religiosas de Santa Ana,
que administraran el Asilo Villegas y el Directorio aprobó el contrato de 15 artículos, que
estuvo vigente por diez años. Las hermanas de Santa Ana, se hicieron cargo del Hogar el 28
de septiembre de 1916, por cinco años. Renovaron su contrato en 1922, con un nuevo
contrato con el Concejo Municipal, comprometiéndose al “perfecto funcionamiento de las
casas de beneficencia que corrían a su cargo, siendo sujetas a intervenciones municipales o
privadas, si la situación lo exigía”.515 Empezaron atendiendo la crianza y la educación de
los niños. Sus pasos eran vigilados diariamente por las Consejeras de la Sociedad, porque el
Director Carlos de Villegas, encontraba que no ponían suficiente cuidado en la preparación
de los alimentos, hecho que se manifestaba en el excesivo número de enfermedades del
sistema digestivo de los niños. En vista de ello, se resolvió duplicar el número de visitas de
las señoras del Directorio y aumentar la servidumbre. Dos meses más tarde, se nombraba
una comisión para la reglamentación de la alimentación de los niños, compuesta por cuatro
consejeras.516 Se decidió no aumentar el número de religiosas para el Asilo, pero sí
reemplazar las de entonces por otras, que convinieran más y que una de ellas, se hiciera
cargo personalmente del torno. Adicional a esta medida, se decidió que todas las empleadas
estuvieran uniformadas.
14Transcurridos doce años del trabajo de las religiosas de Santa Ana, el Visitador de la
orden, dirigió una carta a la Provinciala ordenándole que “no aceptaran el nuevo
reglamento, que había sido aprobado por el Sr. Obispo y la Superiora del Asilo, de acuerdo
con el Directorio y declarando que si las cosas no volvían al estado en que se hallaban a la
fecha de firmarse el contrato, en el término de 30 días rescindirían su contrato y
abandonarían el Asilo”. Leída la nota, el director Adolfo Flores, propuso que se les
conteste, que si ellas no respetaban el nuevo reglamento, que había sido aceptado ya, la
Sociedad lamentaría verse privada de su concurso, pero que no aceptaría ninguna
discrepancia en la orientación que se había dado al Asilo Carlos de Villegas. El 7 de marzo
de 1929, se dio lectura a la renuncia presentada por las Hermanas de Santa Ana y las notas
cambiadas entre ellas y la Presidenta de la Sociedad. Adolfo Flores, leyó el informe que a
pedido de la Presidenta, había hecho sobre el estado del Asilo, sus deficiencias y la
hostilidad de las hermanas con los niños, que eran castigados como se hacía antiguamente
en las escuelas, además de las desavenencias que se suscitaban a cada momento entre ellas
y el Director. Luego de discutir estos puntos, se decidió aceptar la renuncia de las
hermanas, encargándose al Director Adolfo Flores escribir a Buenos Aires pidiendo una
“Nurse Directora” de la misma orden, para hacerse cargo del Asilo. Se pidió que el nuevo
contrato, fuera estudiado detenidamente antes de firmarse.
18A partir de la fecha de inauguración del Hogar, que fue el 25 de marzo de 1914, la casa
continuó en permanente trabajo de ampliación e inauguraciones de diferentes salas e
instalaciones, cada vez mejor instaladas y adecuadas a las circunstancias que se iban
viviendo. No les faltó nunca los medios ni recursos para lo que quisieron, les donaron
solares adyacentes a la casa inicial, compraron otros, edificaron el oratorio, pese a las
opiniones contrarias a la religión y al fomento del beaterío de las señoras del
vecindario.519 Aún así, construyeron y ampliaron lo que quisieron, en los tiempos que se
propusieron. Algunas cosas no les salieron del todo bien, como la donación del reloj para la
casa, pero el empeño llevó a la Sociedad a tener una Casa muy moderna para la época y que
se conserva muy bien hasta hoy.
19A los pocos años de la inauguración, circulaba un volante por la ciudad mediante el cual
Directorio de la Sociedad anunciaba que mediante la generosidad pública, se habían
terminado de construir los dormitorios para los niños expósitos en la “Casa de la Infancia”.
El local, estaba ubicado en la Avenida 20 de Octubre, valle de Sopocachi, barrio que con la
edificación del Hogar empezaba a crecer y a presentar las casas más modernas y
acomodadas de la ciudad. Tres años después, en 1917 era preocupación de la Presidenta de
la Sociedad, construir un pabellón, donde se instalaran dos dormitorios para los niños
mayores, pues era necesario separarlos de los pequeños. Asimismo había que construir
ambientes para el comedor y cocina. El local fue construido con diferentes donaciones, una
de las cuales fue la de la Prefectura consistente en 2.000 bolivianos destinados a la compra
de madera.520
22De esa manera, se fueron edificando cada vez nuevos pabellones e instalaciones, los
cuales no se realizaron sin contratiempos, sobre todo si se piensa que todos los trabajos se
realizaban con las religiosas y los niños ya viviendo en él. Además, como dijimos, las
religiosas se mostraban incómodas por la constante intromisión en su desempeño sobre
todo por la animadversión que percibían contra ellas y el evidente rechazo a su presencia
por parte de los directores Villegas y luego Flores. También las mismas señoras del
Directorio, recelaban su trabajo porque si bien eran beatas, las hermanas no las dejaban
entrometerse en su trabajo, manteniéndolas lejanas sus principios y motivaciones internas,
de modo que no lograron tener un trato cercano que limara cualquier aspereza y eran
superiores a cualquier sentimiento de solidaridad y respeto mutuo. Dicho esto, no extraña
que en 1928, un entredicho entre la madre superiora y el Director técnico del Hogar Adolfo
Flores, terminara con la presencia de las religiosas en el Hogar. Sucedió que la Superiora
no estuvo de acuerdo en algunos arreglos a la casa, como ser espacios para enfermería y
guardería, un nuevo pabellón para niños e instalación eléctrica para la lavandería. Todo ello
incomodó a las religiosas no por las construcciones mismas, sino porque se llevaban
adelante sin consulta previa.
24En cuanto al ingreso y salida de niños del Hogar, algo que llama la atención entre los
años 1915 y 193 1,524 es el gran número de niños fallecidos, hecho que dio lugar a muchos
malos entendidos y finalmente la salida de las hermanas de Santa Ana. Pasado un año de la
presencia de las Hermanas de la Providencia, en el Hogar ellas mismas denunciaron la
desaparición de 37 niños, el año 1916. El hecho conmocionó a la institución y se reaccionó
violentamente, –como no podía ser de otra manera–, se culpó a las hermanas de esas
muertes, por la mala alimentación que daban a los niños y ello tuvo consecuencias en la
conducción del Hogar. Sin embargo, revisados los números de ingresos y egresos de niños
en los primeros quince años de existencia del Hogar, el número de niños fallecidos el año
1916, año del escándalo fue de treinta y cuatro, o sea que la desaparición, a la que aludían
las hermanas, podía haberse referido a su desaparición por muerte y no por otro motivo.
25En el fondo es una muestra más de la falta de comunicación y mala relación entre las
religiosas y el Directorio, pues éste último, armó un escándalo ante el hecho sin evaluar las
posibles causas, como que llegaban con enfermedades congénitas o malos tratos imposibles
de subsanar, huellas de castigo e incluso señales de intento criminal sobre ellos. El
Directorio estableció, que las culpables eran las religiosas, que no les proporcionaban
alimentación adecuada. De todas maneras, el incidente de 1916 fue aislado, pues los años
siguientes los decesos infantiles siguieron siendo notablemente altos ya que moría la mitad
de los ingresados.
26El cuadro de ingresos y egresos de niños, en los primeros dos años muestra también un
elevado número de niños que era reclamados por las personas que los ingresaban apenas
pasados unos meses de haberlos internado. En total sumaban una cuarta parte del total de
niños que estaban ingresados. Esto quiere decir que el Hogar era visto por la ciudadanía
como un albergue pasajero, y no como Hogar sustituto a niños abandonados, que era el
motivo de su fundación. Sin embargo, esta situación cambió al año siguiente porque a partir
de 1917 los niños ingresados, lo eran definitivamente hasta que llegaban a los 10 u 11 años,
cuando el director Carlos de Villegas consideraba que debían pasar al Hogar San José, al
igual que los niños ciegos. Estaba claro que el Directorio debía actuar contra las causas de
la mortandad. Ya lo decía la Encíclica referida, había que luchar abiertamente contra la
mortalidad infantil para salvaguardar la raza, la riqueza de la República y de la misma
ciencia. Al mismo tiempo había que sustituir de alguna manera la carencia de la familia,
como núcleo de la sociedad del orden y de los valores cristianos. Al carecer de ésta, los
Hogares para huérfanos debían cumplir una especie de resistencia pacífica a la revolución
social que empezaba a ocupar la mente de los políticos y pensadores de la época más allá
de las fronteras y dentro de éstas.525
27Analizamos, por tanto a continuación una de las causas más sospechosas de las
enfermedades que se advertían dentro del Hogar, cual era la alimentación, para ver desde la
ciencia, la atención que merecía la alimentación que recibían los niños en el Hogar. Hasta
los años cuarenta los niños de pecho eran entregados a nodrizas indígenas o mestizas para
que los amamantaran. Así por ejemplo en 1920 de los noventa y ocho niños internos,
cincuenta eran criados por nodrizas, quienes eran matriculadas en un Libro y recibían el
pago mensual de 14 bolivianos. Ellas debían presentar a los niños cada semana, para
mostrar que se encontraban bien cuidados y sanos. Era su obligación además devolver los
niños, apenas advertían que el niño sufría alguna enfermedad. El sistema de pago por su
trabajo, fue pensado de modo de poderlas controlar ante posibles incumplimientos. En ese
sentido, depositaban sus ganancias en la tesorería de la Casa, para luego retirar la suma
ahorrada. Muchas de ellas, debían pagar multas cuando faltaban al cuidado de las criaturas.
Sobre el tema del cuidado de parte de las amas de leche, el Asilo debía estar siempre alerta,
ya que ellas mismas los hacían desaparecer, ya sea porque les tomaban afecto y los
adoptaban naturalmente, o porque los entregaban inescrupulosamente a otras personas. En
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28En 1916, la alimentación básica de los niños de un año en adelan, consistía en carne,
verduras, fruta, mantequilla, papas, manteca, huevos, pan, leche, azúcar, arroz, tapioca,
harina de maíz, galletas, chocolate, té, sal, pimentón, lentejas.526 Se consumía seis litros de
leche diarios. La cocina donde se preparaban los alimentos, funcionaba a leña y se utilizaba
la jaret527 como combustible. Se cocinaba una sopa o puchero con carne, a la que se
añadían legumbres y granos como quinua, garbanzos, trigo entero o papas, papalisas,
chuño, tunta528, yuca. En 1919, se autorizó para que se aumentara un plato más a la
alimentación de los niños y empleadas. Las epidemias de enfermedades contagiosas hacían
estragos en el Hogar, el Directorio solo atinaba por reclamar atención económica a la
Prefectura. En 1919, con motivo de una epidemia de viruela, eran numerosos los niños que
a diario se remitían al Hogar, el cual se veía en serias dificultades para enfrentar los gastos
que suponían además, la compra de ropa de cama para los pequeños que llegaban remitidos
de los hospitales donde sus madres estaban en curación y otros cuyas madres fallecían. “La
Protectora, como lo ha comprobado últimamente, recibe sin requisito ninguno a los niños
que se le remiten, tanto de esta ciudad como de las Provincias.”529
29El año 1928, el Director técnico ad honorem doctor Flores, presentó renuncia a su cargo
al no poder hacer frente a la subida de los gastos de la planilla, pues éstos habían subido de
Bs. 2.000 a Bs. 2.300 mensuales. A sugerencia del Obispo de la ciudad las socias
convinieron en fijar a cincuenta centavos diarios el gasto de alimentos por persona a todas
las personas de Hogar. Los niños llegaban por el torno con muchas enfermedades. Entre los
papeles del Archivo de la Sociedad, se encuentran algunas recetas con las cuales se trataban
las enfermedades. Así por ejemplo se utilizaba el aceite de resino, para purgante, o para
quitar la llamada “costra de leche”, común en la cabeza de los niños. Sal de frutas “Paina”,
para indigestiones; glicerofosfatos de soda y glicerofosfatos de magnesia, que eran jarabes
tónicos para la anemia; tintura de Kola, que era utilizada como jarabe para ocultar el mal
sabor del remedio. Lo mismo que la tintura de canela; la glicerina pura, utilizada para el
dolor de oídos, para manchas blancas ocasionadas por el sol o por el escupitajo de llama.
Codeína pura, utilizada junto con el Benzonaftol como antiséptico; la goma arábiga, como
jarabe; el glicerofosfato de hierro, como tónico.
31El médico recibía 25 bolivianos como honorarios, aunque era común que los
profesionales prestaran servicios al Asilo “ad honorem”. Era un prestigio para los doctores
hacerlo. Es posible, como se practicaba en esa época, que los médicos tuvieran ingresos
familiares por fincas u otros bienes. El hecho es que los médicos que atendieron el Hogar
Villegas, casi siempre trabajaron sin cobrar honorarios. Entre 1918 y 1919, el doctor Néstor
Morales Villazón atendió a los niños por un “compromiso personal” con la ex presidenta de
la Sociedad Hortensia de Zalles. En 1920, fue médico del Asilo Leocadio Trigo que atendió
una epidemia de enfermedad de los ojos desarrollada entre los niños y la servidumbre,
habiendo sanado todos los enfermos. El doctor Gallo Poppe fue médico del Hogar en 1927.
En casos excepcionales de accidentes y guerras el Asilo recibió niños, como por ejemplo el
4 de marzo de 1923, día en el que se registró en La Paz un accidente de tranvía, con saldo
de muchas víctimas. Ante esa situación la Sociedad abrió sus puertas para albergar a todos
los niños huérfanos que tuvieran hasta 5 años de edad.531
34Los niños, que eran entregados por la puerta, también vestían pobremente. Por ello, junto
con la salud y la alimentación, una preocupación constante de la Sociedad, fue el conseguir
ropa para los niños. La mayor parte de las obras de beneficencia, destinaban sus fondos a la
adquisición de telas y lanas para mandar a confeccionar ropa. Por otra parte, las personas
del Directorio permanentemente se ponían en campaña, para conseguir personalmente
fondos de compañías comerciales privadas, para la adquisición de los materiales necesarios,
para la confección de ropa. ¿Cómo recibía la población infantil la ropa que les era
entregada? Eran muy pequeños para aquilatar todo el sentimiento confuso que se colocaba
detrás de esas acciones. Cuando pregunté una vez a una integrante de un grupo de señoras
de la Sociedad, cómo recibían los niños la ropa que se les daba. Ella me contestó, que con
un vacío en los ojos, pues las señoras que prodigaban esa ropa a cuadros iban vestidas con
pieles y joyas.533
36En 1928, se resolvió contratar la fabricación de zapatos para los niños.535 En esa época,
los zapatos se mandaban a hacer con artesanos zapateros, las fábricas de zapatos nacionales
aparecieron después. A fines de ese mismo año, las religiosas del Hogar pidieron ropa
interior, ropa de cama y nuevos colchones para los huérfanos. En 1931, se encargaron 81
ternos de tejido a una fábrica, cuyo costo era de cuatro a cinco bolivianos por cada uno,
para ello se pidió una cuota extraordinaria de diez bolivianos a cada socia.536 También se
pidió a las socias, donar piezas de género blanco para las sábanas.
37En las primeras décadas del siglo XX, el Directorio entregaba a niños en adopción a
señoras del propio Directorio, o en casas que se creía buenas para criarlos. Los niños eran
tratados como “criados” o sirvientes. En caso de que algún “criado” fuera reclamado por
sus familiares, éste debía ser devuelto. El año 1923, debido a penurias económicas del
Hogar, se entregaron niños a familias de “toda garantía”, quienes los devolvieron cuando
mejoró la situación.
39Es por esa razón que desde 1910, antes de que la Sociedad Protectora de la Infancia
fundara una escuela de educación primaria dentro del Hogar, se ocupó de impartir el
catecismo “religioso y patriótico” a niños entre 8 y 15 años. Para ello, se repartía un volante
invitando a todos los niños de la ciudad a acudir al Colegio Nacional Ayacucho, los
domingos a la una de la tarde. Allí se les fomentaba el amor a Dios, a la patria y al trabajo.
En estas reuniones se sorteaban “entre los pobres” algunos objetos obsequiados por la
Sociedad.
41La instrucción era impartida con asistencia del Ministerio de Instrucción, quien envió en
alguna ocasión 50 ejemplares de silabarios bolivianos, 13 cuadros para “enseñanza
objetiva”, 50 pizarrillas, tres yardas de tela para pizarrón, una colección de letras movibles,
dos ejemplares de mapas de Bolivia, dos ejemplares de escudos de armas, dos cuadros
conteniendo fotografías del Gran Mariscal de Ayacucho, protomártir de la Independencia
de Bolivia, cuadernos de caligrafía, dos gruesas de plumas de acero, 50 mangos para
plumas, una gruesa de tizas. El Concejo Municipal donó 20 pupitres bipersonales usados,
dos mesas para preceptores y un cuadro histórico de Bolivia.539 A fines del año 1928, se
trató la conveniencia de mandar a los niños mayores a una escuela fiscal, para que
recibieran instrucción, pero con intercesión del obispo se transfirió a los niños de 7 u 8 años
al Hospicio de niños San José, tal como se venía haciendo desde hacía algunos años. Para el
mantenimiento de esos niños, en el Hospicio San José recurría a la Prefectura o al gobierno
municipal En otros casos, los mismos socios, ofrecían hacer efectiva de parte de las
Cámaras Legislativas, la subvención de dos mil bolivianos, para que fueran asilados en San
José. Desde el año 1929, las niñas de entre 7 y 8 años, se quedaban en el Hogar Villegas,
con tres o cuatro profesoras, que trabajaban por cuenta de las socias. Las profesoras les
impartirían clases de Labores y Economía Doméstica.
44“un juguete literario ejecutado por los pequeños asilados y.distribución de ropa, juguetes
y dulces a los niños pobres inscritos en el Patronato (Parque Murillo).”541
46Durante los años de la Guerra y aún después, la Sociedad se encontraba en una crisis
económica muy fuerte, tan es así que se pensaba que debía cerrarse. En esos años, la buena
voluntad de las socias se vio disminuida, habiéndose pensado incluso que cerrándose, se
podrían vender los bienes y con eso poder pagar las deudas. Por otro lado, la crisis del país,
había absorbido toda la atención pública y se hizo más difícil el sostenimiento de las casas
de beneficencia. Maria Teresa Herzog de Pacheco, se hizo cargo de la Dirección del Hogar
en circunstancias tan anecdóticas como especiales. Por los papeles no se sabe quién fue la
presidenta electa antes de su posesión, lo cierto es que la presidenta electa no pudo arribar a
su cargo, porque en plena sesión de nombramiento de su esposo, que era asesor legal de la
Sociedad, irrumpió la sesión vociferando que no permitiría que su esposa se hiciera cargo
de una organización “en falencia”. Que la situación económica del Hogar, estaba en aguda
crisis desde hacía tiempo, así como también su capacidad de solventar los problemas. Dijo
que no quedaba otro camino, que cerrar el Hogar y vender todas sus pertenencias para
pagar deudas y que los niños debían ser repartidos.
47En esa situación de resquebrajamiento moral y material Teresa Herzog de Pacheco, junto
a Esther Villalobos de Carrasco, tomaron las riendas de la Sociedad Protectora de la
Infancia, consiguiendo contribuciones y organizando todo género de actuaciones que
pudieran reportar ayuda.543 Teresa Herzog, fue presidenta por espacio de ocho años y se
destacó tanto en su labor de presidenta, como en su representación del Consejo de Mujeres
de la República en Argentina en 1941, para fundar en Bolivia el Consejo de Mujeres, plan
aprobado en una Conferencia Interamericana de Mujeres en Lima. Lo primero que hicieron
para sacar de la crisis económica al Hogar, fue acudir a la prensa para conseguir ayuda. Los
periódicos hicieron un llamado a los sentimientos del pueblo de La Paz. El periódico
Ultima Hora, se constituyó en paladín de los niños huérfanos, llamando a todos los niños
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49La Guerra del Chaco, trajo consigo también quiebra moral en el Hogar, que se tradujo
también en falta de atención médica a los huérfanos. El doctor Pacheco Iturralde, médico de
la institución se había ausentado a la guerra, por esa razón no se pudo efectuar la estadística
y diagnóstico de los niños enfermos en 1933. Ese año atendieron la salud de los niños, a
pedido del Directorio, los doctores Amelia Chopitea y Claudio Calderón Mendoza, como
era de costumbre “ad honorem”. Pese al cambio de nombre del Asilo a Hogar, éste estaba
muy lejos de la idea de calor e individualidad. En esa época se pensaba en internados de
disciplina férrea, baste pensar que para ayudar a la directora entre los años 1932 y 1933 se
contrató a Cristina Sáenz, como encargada de la disciplina de los niños. Además, se
designó una Inspectora de Educación que fue Marta Flor. Por su parte, las niñas mayores
ayudaban como maestras de sus compañeras.544 Todos los huérfanos debían llevar
uniforme, para dar la impresión de mayor disciplina y orden. En la Navidad de 1933, fue
muy elogiado el agasajo a los545 niños al darles un nuevo uniforme, aunque también
juguetes, golosinas y algunas otras prendas de vestir. En cuanto a la educación de las niñas
mayores, se notaba un esmero en su capacitación. A algunas se las internó en 1933, en el
Instituto de Maria Auxiliadora, dirigido por las madres salesianas, otras dos ingresaron al
Colegio del Buen Pastor y dos fueron a estudiar a la Escuela Profesional Uruguay. Se
trataba de perfeccionar a todas ellas, en quehaceres domésticos, como lavado, planchado,
cocina y costura. La Sociedad pagaba las pensiones y cuidaba de su ropa.
50Entre los años 1933 y 1936, se consiguió que el gobierno diera mensualmente Bs. 180.-,
aunque durante la presidencia de Abdón Saavedra en 1934, se aumentó la partida del
presupuesto departamental para el Hogar a 11.599,96, suma que fue pagada puntualmente
hasta el año 1938, en virtud de Bs. 6.000 de asignación anual y de una deuda de 15.000
desde el año 1928. Años más tarde, en 1943, el Ministro de Salubridad y Previsión Social,
hizo construir en el Hogar, una escuela para los huérfanos de Guerra, por la esmerada
atención que recibían por parte de la Sociedad Protectora dela Infancia.
52Entre los años 1941 y 1949, se mantuvo la población de huérfanos, con un promedio de
134 niños ingresados.546 Tal como en los primeros quince años de existencia del Hogar, en
los años 1941 y 1942, la mortandad llegaba casi a la mitad de la población ingresada, quiere
decir que por ejemplo en 1941, ingresaron 98 nuevos niños de los cuales murieron 39; el
año siguiente en 1942, la cifra fue aún mayor, de 96 ingresados fallecieron 52, o sea más de
la mitad. Los años siguientes, la mortalidad fue mejor controlada notándose una baja del en
27% en 1943; 21% 1947; 21% también en 1948 y 16% en 1949.
53Acerca de los niños que eran reclamados, se puede concluir que más o menos la mitad
eran reclamados en el mismo año de internación.547 Se trataba de niños que llegaban por
medio de vecinos o conocidos, o por miembros de la Sociedad, hasta encontrarles un lugar
para vivir. El Ministerio de Previsión Social, derivaba niños que habían ido a dar a sus
oficinas. La Policía también recogía de la calle o basurales a niños abandonados y los
llevaba al Hogar. Cuando llegaban infantes al torno, sin ninguna señal, el Hogar procedía a
bautizarlo en la capilla, poniéndole cualquier nombre con el apellido “Villegas”. Este hecho
marcó a muchos ciudadanos posteriormente, quienes se sintieron humillados por ello. Para
el ingreso por la puerta, se estableció una oficina atendida directamente por la Directora. A
las personas que dejaban a los niños, se les exigía declarar la necesidad de orden moral que
tenían para hacerlo. En un libro secreto, eran anotados la fecha de nacimiento, el sexo, raza,
si era indígena, mestiza o blanca, si estaba bautizado, si había alcohólicos en la familia, si
los padres padecían alguna enfermedad. No todos los datos eran declarados con veracidad.
Paralelamente, existía otra oficina, no secreta, también a cargo de la Directora, donde eran
admitidos niños de cualquier edad con partida de bautizo, certificado de muerte de los
padres o de alguno de ellos, certificado de dos personas conocidas, que acreditaran la
pobreza de la madre, o del padre sobreviviente y en caso de invalidez de la madre, debía
acompañarse un certificado médico. Esta modalidad hacía que el Hogar prestara servicio a
familias pobres, sin privarles del derecho de poder visitarles una vez por semana y poder
recogerlos cuando su situación mejoraba. Constituye asimismo,, la explicación para las
considerables cifras de niños que se retiraban del Hogar. Cuando los niños eran dados a
nodrizas externas, se les indicaba el día en que podrían ver a sus niños en el Hogar. Sin
embargo, las más de las veces los padres olvidaban a sus hijos, sobre todo cuando los
dejaban de días o meses de nacidos.548
54Acerca de la causa de mortandad de los niños en la década de los cuarenta, los datos que
se tienen muestran que los niños ingresados fallecían comúnmente por bronconeumonía,
por cambio de alimentación, afecciones cardíacas, meningitis, catarro capilar, gripe
infecciosa, atrepsia, Tosicosis, ictericia grave, debilidad congénita, asfixia pulmonar,
descomposición, cólera infantil, bronquitis coqueluchosa, biodermis bariselosa,
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56En resumen, durante los primeros 15 años el Hogar estuvo regentado por religiosas de la
Providencia de Chile y luego por las Hijas de Santa Ana, que administraron también el
Hospital General de Miradores desde 1912. El Hogar Villegas, fue conocido con ese
nombre desde la década de los años cuarenta pues antes se llamó el Asilo de Huérfanos. A
principios de los años 30 y para honrar la memoria de su fundador comenzó a llevar su
nombre y más tarde hacia 1950 se conoció como “Gota de Leche”, –nombre con el que se
lo conoce actualmente–, aunque el servicio de “Gota de Leche empezó en los cuarenta.”553
58Actualmente el Hogar Villegas, presta servicio bajo los mismos principios, aunque a lo
largo de su historia, se ha ido adecuando en el trato a menores acorde al avance del
conocimiento en lo que toca a la salud, educación y tratamiento a los niños sin hogar. Es el
Hogar de niños más antiguo de la ciudad, ya que el Hogar San José cambió su forma de
tratamiento a la niñez desvalida, en programas de prevención al abandono y no al abandono
mismo. El Hogar Villegas y su institución generadora, la Sociedad Protectora de la
Infancia, sigue trabajando desde los años cincuenta con la ayuda de las religiosas del Amor
de Dios. Su labor ha sido continua y contiene a través del tiempo la historia de la niñez, de
las mujeres paceñas de familias acomodadas, de las acciones sociales de la Prefectura y el
estado y de la ciudadanía en general. A partir de la ruptura marcada con el año 1948 que
significa la creación del Patronato Nacional del Menor. A partir de entonces, (1950) se
fundó lel Instituto de Legislación de Menores que funcionó hasta 1954. Entre 1940 y 60 la
misma Josefa Saavedra que fundó las instituciones anteriores fundó la Liga de Defensa de
Menores, integrada por alumnos de Derecho de la Universidad Mayor de San Andrés. En
años sucesivos el Patronato Nacional del Menor recibió diferentes nombres, como DIRME
(Dirección Nacional del Menor) y otros. Sin embargo, la suerte de los niños abandonados
en la ciudad se acentuó desde mediados del siglo XX, debido a la migración continua del
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Notas
500 Este capítulo toma en cuenta los primeros 40 años de la Historia del Hogar. La Historia
hasta la década de los 70 del siglo XX fue presentada como Trabajo de Investigación en
Historia de la Cultura al Programa de Doctorado.
502 Ibidem.
503 Ibidem.
507 Eran Consejeros: Isolina de Soruco, Enriqueta de Sanjinés, Rosa Elena v. De Zalles,
Sara de Calvo, Ernestina de Adrián, Angélica de Aramayo, Carmen e Gutiérrez, Angela de
Chavaneix, Irene de Castillo, María Carmen de Sanjinés, Betsabé de Aguirre, Carmen
Capriles, María Saracho, Alicia D Arlach, Josefina Prudencio, Consejeros: Benedicto
Goitia, Fermín Prudencio, David Ascarrunz, José Antezana, Héctor Ormachea, Víctor
Muñoz Reyes, Ezequiel de Romecín, César Salinas, Alberto Diez de Medina, Heriberto
Gutiérrez, José Salmón, Isaac Eduardo, Néstor Morales, Juan M. Medina y Carlos de
Villegas. El Acta de Fundación del Hogar Villegas donde se encuentran todas estas firmas
se encuentra hasta hoy enmarcado en el salón principal del Hogar.
508 En la nota anterior se lee los nombres de los Consejeros que integraron el primer
Directorio. Casi todos ellos eran liberales.
512 Seguramente se trataba de 37 niños a lo largo de los años que ya llevaba existiendo el
Asilo.
521 El muro previsto era de 85 metros de largo por 1,70 m de altura, con un costo de Bs.
800. ASPI Correspondencia 1919-1930, 287.
527 Especie de paja que crece en el altiplano boliviano, utilizada comúnmente como
combustible.
543 La noticia viene de un recorte de periódico de El Diario entre los años 1976-78. El
recorte ha sido guardado entre los papeles del Archivo de la SPI en ocasión de rendir
homenaje a Teresa Herzog de Pacheco.
545 Ibídem.
547 Ibidem.
550 Agradezco al doctor Cecilio Abela, amigo y pediatra de mis hijas por la generosa y
cariñosa información que me dio sobre las enfermedades y la aplicación de los remedios
que se daba a los niños en el Hogar Villegas, en los años que trabajó en él.
552 Ibídem.
Índice de ilustraciones
URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6172/img-1.jpg
URL http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6172/img-2.jpg
Texto Notas
Texto completo
4Desde la perspectiva planteada, también percibimos que el hombre rodea su vida de una
serie de símbolos y rituales que le dan sentido, y que obedecen a marcos o mundos
culturales. En ese sentido me he detenido en analizar las fiestas, las actividades, las visitas a
los orfanatos, las publicaciones en revistas femeninas y también las de carácter
contestatario. La presente es una historia que analiza mucho, se pregunta el por qué más
que el cómo y el qué, como son las historias tradicionales. He tomado en cuenta el estado
de opinión, de preocupación, de alarma ante los pobres, así como su presencia social. Se
analiza en profundidad la aparición de instituciones tales como la Sociedad Católica de San
José, o la Sociedad Protectora de la Infancia como ejemplos visibles de una nueva
concepción de la atención al niño en estado de abandono, surgidos como resultado de una
ruptura en el tiempo recién a partir del siglo XX en Bolivia.
5El análisis tiene tres perspectivas fundamentales de interpretación, una desde la visión de
la clase dominante, otra desde la visión de los pobres, y oprimidos y la tercera, desde la
mirada sutil de los propios niños, todas ellas en la línea de recrear las acciones y
sentimientos más íntimos para sacar de la infelicidad a los huérfanos. La ruptura del año
1900, coincide con un aspecto clave e importante que es el interés mundial, que llega hasta
Bolivia y es el interés por el desarrollo niño –como un ser merecedor de atención especial y
delicada. El desarrollo del niño empieza a ser un fenómeno nuevo del mundo
latinoamericano. En ese sentido, a fines del siglo XIX, el niño en La Paz, a diferencia de los
niños burgueses en Inglaterra o en Francia, vivía en condiciones muy diferentes. Mientras
en Europa a raíz del avance de la medicina y sobre todo a partir del nacimiento de la
Pediatría a mediados del siglo XIX, se cambió la forma de vestir a los infantes y a rodearlos
de medidas higiénicas y de confort.559 Después de un estudio lo más pormenorizado
posible de la situación de higiene y salud en la ciudad, es de esperar una mejora importante,
de manera que después de la segunda ruptura marcada con la Guerra del Chaco y más aún
con la Ley de Protección al menor dada 1948, la atención al niño es notable, con la
masificación de vacunas, de la moda en la vestimenta de los niños en la ciudad. Los niños
huérfanos no solo tienen hogares creados por la beneficencia, si no que por Ley el estado se
hace cargo de ellos, aportándoles alimentos, vestuario y atención. El niño cambió pero
sobre todo cambió la mentalidad de enfrentar su abandono y pobreza.
6La hipótesis inicial queda refrendada y el libro da a luz una historia cultural de las
mentalidades y de los sentimientos, que en Bolivia no se había escrito hasta ahora. Abre, de
esa manera un abanico de posibilidades en torno a la historia de la niñez, de los pobres, de
la marginalidad política y social, de la inmigración, que son un desafío para los
historiadores jóvenes.
Notas
555 Corcuera de Mancera Sonia Voces y Silencios en la Historia. Siglos XIX y XX, pag. 214.
1997.
557 Stone, Lawrence cita a Bill G. Edward University Reform in Nineteenth Century
Oxford. A Study of Henry Ahlford Vaughan, 1811-1875, 69-72.
558 Radding, Charles M. “Antropología e Historia o el Traje Nuevo del Emperador”. En:
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p. 267-281
Texto
Texto completo
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