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TEMA
6
LOS
DERECHOS
REALES
DE
GOCE
(USUFRUCTO,
USO,
HABITACIÓN.
LA
SERVIDUMBRE.EL
CENSO.
LA
SUPERFICIE.LOS
DERECHOS
DE
APROVECHAMIENTO
POR
TURNOS).
Carmen
Pérez
de
Ontiveros
Baquero
El usufructo: Concepto.
La
definición
del
usufructo
se
encuentra
contenida
en
el
art.
467
del
CC.
Conforme
a
este
precepto:
“El
usufructo
da
derecho
a
disfrutar
los
bienes
ajenos
con
la
obligación
de
conservar
su
forma
y
su
sustancia,
a
no
ser
que
el
título
de
su
constitución
o
la
ley
autoricen
otra
cosa”
De
su
definición
y
construcción
legal
pueden
determinarse
cuáles
son
los
elementos
que
delimitan
el
derecho
de
usufructo;
éstos
serán:
-‐
Su
carácter
de
derecho
real,
en
tanto
que
suponen
una
relación
directa
del
titular
con
el
bien
que
constituye
su
objeto.
-‐
Es
un
derecho
real
que
limita
el
derecho
del
propietario,
y
que,
por
tanto,
se
extingue
por
consolidación.
-‐
Es
un
derecho
esencialmente
temporal.
-‐
Es
un
derecho
transmisible.
El usufructo: constitución.
Conforme
a
lo
dispuesto
en
el
art.
468
del
CC,
el
usufructo
se
constituye
por
la
ley,
por
la
voluntad
de
los
particulares
manifestada
en
acto
inter
vivos
o
por
disposiciones
de
última
voluntad,
y
por
prescripción.
A
su
vez,
el
art.
469
del
CC
establece
que
el
usufructo
puede
constituirse
desde
y
hasta
cierto
día
o
bajo
condición.
La
constitución
por
ley
comprende
los
llamados
usufructos
legales,
en
los
que
en
la
actualidad
se
incluye
el
usufructo
del
cónyuge
viudo,
al
que
se
refiere
el
art.
834
del
CC.
La
voluntad
de
los
particulares
se
puede
manifestar
en
acto
inter
vivos.
1
Al
constituir
un
gravamen
se
trata
de
un
acto
dispositivo,
por
lo
que
la
capacidad
para
constituirlo
estará
en
función
del
negocio
concreto
por
el
que
se
constituya
y
de
la
naturaleza
del
objeto
sobre
el
que
recae.
Puede
ser
oneroso
o
gratuito.
El
usufructo
puede
constituirse
también
mortis
causa,
lo
que
constituye
algo
habitual
en
la
práctica.
En
estos
casos,
el
instrumento
jurídico
que
le
sirve
de
cauce
es,
casi
siempre,
el
testamento.
La
jurisprudencia
viene
entendiendo
que
en
este
caso
el
usufructuario
adquiere
el
derecho
a
título
de
legatario.
En
cuanto
a
la
adquisición
del
usufructo
por
usucapión,
se
aplican
las
reglas
que
con
carácter
general
se
establecen
en
el
CC
para
la
adquisición
de
la
propiedad
y
demás
derechos
reales.
Por
ello,
habrá
de
atenderse
a
la
naturaleza
del
bien
sobre
el
que
recae
el
usufructo
(mueble
o
inmueble),
y
las
condiciones
que
acompañen
a
la
prescripción
según
sea
ordinaria
o
extraordinaria
en
relación
a
la
buena
fe
y
el
justo
título.
El
usufructo,
además,
puede
constituirse
bajo
condición
o
término.
En
este
caso,
el
término
o
la
condición
han
de
señalarse
expresamente,
puesto
que
en
caso
contrario
el
usufructo
se
entiende
puro.
Aun
cuando
el
CC
no
diga
nada,
el
usufructo
puede
también
constituirse
bajo
modo.
Éste
será
aquél
que
imponga
una
carga
al
usufructuario.
El usufructo: objeto.
Puede
ser
objeto
de
usufructo
cualquier
cosa
respecto
de
la
que
el
titular
pueda
adquirir
el
derecho
de
uso
y
disfrute.
Por
tanto,
el
usufructo
podrá
constituirse
tanto
sobre
bienes
muebles
como
inmuebles,
incluso
sobre
un
conjunto
de
éstos
(patrimonio
o
herencia).
Puede
también
constituirse
sobre
un
derecho,
siempre
que
éste
no
sea
personalísimo
Tal
como
establece
el
art.
469
del
CC,
el
usufructo
puede
recaer
sobre
la
totalidad
de
la
cosa
o
sobre
parte
de
ella
(ya
sobre
una
cuota,
o
sobre
una
porción
concreta
o
determinada).
El
usufructo
se
extiende
a
las
accesiones
de
la
cosa
usufructuada
y
a
las
accesiones
que
tenga
a
su
favor,
y,
en
general,
a
todos
los
beneficios
inherentes
a
la
misma
(art.
479
CC).
El usufructo: sujetos.
2
El
usufructo
se
regirá
en
este
caso
por
lo
dispuesto
en
el
título
constitutivo
y,
en
su
defecto,
por
las
normas
del
CC
relativas
a
la
comunidad
de
bienes
(arts.
392
y
ss.
del
CC).
El
art.
521
del
CC
señala
expresamente
que
el
usufructo
constituido
en
provecho
de
varias
personas
no
se
extinguirá
hasta
la
muerte
de
la
última
que
sobreviviere.
Se
habla
de
usufructo
sucesivo
cuando
varias
personas
son
designadas
usufructuarias,
sucediéndose
unas
a
otras,
de
forma
que
haya
un
primer
llamado
que
será
sustituido
sucesivamente
por
los
designados
con
posterioridad.
Si
todas
las
personas
viven
al
tiempo
de
la
constitución,
no
existe
ningún
límite
en
el
número
de
llamamientos
que
pueden
efectuarse.
En
este
caso
hay
tantos
usufructos
conexos
como
personas,
y
un
solo
usufructo
en
cada
momento.
El
usufructo
se
extinguirá
a
la
muerte
del
último
de
los
designados.
Cuando
el
usufructo
se
constituye
a
favor
de
varias
personas
que
no
viven
al
tiempo
de
su
constitución,
no
cabe
un
número
ilimitado
de
titulares.
En
este
caso,
solo
podrá
constituirse
a
favor
de
un
número
ilimitado
de
personas
que
vivan
al
tiempo
de
la
constitución
y
dos
que
aun
no
vivan
(art.
781,
en
relación
con
los
arts.
640
y
787
del
CC).
Cuando
el
usufructuario
es
una
persona
jurídica,
la
norma
a
aplicar
es
el
art.
515
del
CC.
Este
precepto
limita
el
usufructo
al
plazo
de
30
años.
Aunque
el
CC
no
lo
diga
expresamente,
la
extinción
de
la
persona
jurídica
determinará
la
extinción
del
usufructo.
En
este
caso,
también
cabe
constituir
el
usufructo
a
favor
de
varias
personas
jurídicas
de
forma
simultánea
y
de
forma
sucesiva.
No
existe
ningún
inconveniente
en
constituir
el
usufructo
a
favor
de
varias
personas
físicas
y
jurídicas
de
forma
combinada.
4
En
cuanto
a
las
obligaciones
que
alcanzan
al
usufructuario,
el
CC
regula
algunas
previas
a
la
entrega
de
la
posesión
del
objeto.
Así,
art.
491.1
del
CC
impone
la
obligación
de
realizar
inventario.
Éste
habrá
de
realizarse
en
la
forma
señalada
en
la
norma
y
puede
realizarse
judicial
o
extrajudicialmente,
en
documento
público
o
privado.
Los
gastos
serán
a
cuenta
del
usufructuario,
salvo
que
se
acuerde
otra
cosa.
El
art.
491.2
del
CC
establece
que
el
usufructuario
estará
obligado
a
prestar
fianza
en
garantía
del
cumplimiento
de
las
obligaciones
que
le
corresponden.
No
obstante,
el
art.
492
del
CC
establece
algunas
excepciones
a
la
citada
obligación,
estando
legalmente
exentos
el
vendedor
o
donante
que
se
hubiere
reservado
el
usufructo,
el
cónyuge
viudo,
o
los
padres
usufructuarios
de
los
bienes
de
sus
hijos,
si
no
contrajesen
posterior
matrimonio,
ni
los
padres,
ni
el
cónyuge.
El
art.
493
del
CC
establece
que
el
usufructuario,
cualquiera
que
sea
su
título,
podrá
ser
dispensado
de
esta
obligación
de
prestar
fianza
cuando
de
ello
no
resultare
perjuicio
para
nadie.
Si
no
se
presta
garantía,
las
consecuencias
se
regulan
en
los
arts.
494
a
496
del
CC.
Las
medidas
reguladas
y
entre
las
que
puede
optar
el
propietario,
comportan
que
el
usufructuario
no
entre
en
posesión
del
objeto,
garantizándole,
no
obstante,
la
obtención
de
los
frutos
de
la
cosa.
Compete
también
al
usufructuario
la
obligación
de
conservar
el
bien
que
constituye
su
objeto.
A
tal
efecto,
la
de
cuidar
la
cosa
con
la
diligencia
de
un
buen
padre
de
familia
(art.
497
CC).
Si
así
lo
hace,
no
responde
del
deterioro
natural
que
derive
de
su
uso
(art.
481
CC).
En
cuanto
poseedor
de
la
cosa,
ha
de
informar
al
nudo
propietario,
por
un
lado,
de
la
necesidad
de
realizar
las
reparaciones
urgentes
que
sean
a
cuenta
de
éste
(art.
501
CC),
y
también
de
cualquier
otro
acto
de
tercero
del
que
tenga
conocimiento
que
pudiera
lesionar
el
derecho
de
propiedad.
El
usufructuario
habrá
de
realizar
las
reparaciones
ordinarias,
que
procedan
del
uso
natural
de
la
cosa
y
que
sean
indispensables
para
su
conservación
(art.
500
CC).
Si
no
las
realiza
después
de
haber
sido
requerido
por
el
propietario,
éste
las
hará
a
consta
del
usufructuario.
Tiene
el
deber
de
pagar
las
cargas
e
impuestos
(art.
504
CC).
El usufructo: extinción.
6
El
usufructo:
usufructos
especiales.
Art.
524
CC:
“El
uso
da
derecho
a
percibir
de
los
frutos
de
la
cosa
ajena
los
que
basten
a
las
necesidades
del
usuario
y
de
su
familia,
aunque
ésta
aumente.
La
habitación
da
a
quien
tiene
este
derecho
la
facultad
de
ocupar
en
una
casa
ajena
las
piezas
necesarias
para
sí
y
para
las
personas
de
su
familia”.
Tal
como
señala
el
art.
523
CC,
las
facultades
y
obligaciones
del
usuario
y
de
titular
del
derecho
de
habitación
se
regularán
por
lo
establecido
en
el
titulo
constitutivo,
y
en
su
defecto,
por
las
disposiciones
siguientes.
No
obstante,
tal
como
establece
el
art.
528
CC,
las
disposiciones
establecidas
para
el
usufructo
serán
aplicables
a
estos
derechos
en
cuanto
no
se
opongan
a
lo
dispuesto
en
las
disposiciones
que
los
regulan
expresamente.
Estos
son
también
derechos
reales
de
goce
en
cosa
ajena.
El
derecho
de
uso
permite
a
su
titular
obtener
de
la
cosa
cuantos
servicios
se
requieran
para
sus
7
necesidades
personales
y
familiares,
incluso
haciendo
suyos
los
frutos,
pero
limitando
esta
apropiación
de
los
frutos
a
las
necesidades
que
se
formulan.
La
habitación
es
también
un
derecho
real
de
goce,
pero
con
la
finalidad
exclusiva
de
alojamiento
del
titular
y
de
su
familia.
Titular
del
derecho
de
uso
parece
que
solo
puede
ser
la
persona
física,
aun
cuando
se
ha
cuestionado
que
al
amparo
de
la
autonomía
de
la
voluntad
pueda
constituirse
este
derecho
a
favor
de
persona
jurídica,
lo
que
resulta
dudoso.
Titular
del
derecho
de
habitación,
no
obstante,
solo
podrá
ser
una
persona
física.
Estos
derechos
se
configuran
con
carácter
estrictamente
personal,
como
así
lo
establece
el
art.
525
CC;
por
ello
no
se
pueden
arrendar,
ni
traspasar
a
otro
por
cualquier
clase
de
título.
Puesto
que
uno
y
otro
derecho
se
configuran
en
atención
a
la
satisfacción
de
necesidades
personales
y
familiares,
por
familia
ha
de
entenderse
en
este
caso,
no
solo
al
cónyuge
o
pareja
estable
y
a
los
hijos
sujetos
a
patria
potestad,
sino
también
a
cualquier
persona
que
conviva
con
el
usuario
o
habitacionista,
aun
cuando
no
sea
pariente.
Las
necesidades
a
las
que
alude
el
CC
habrán
de
calibrarse
en
función
de
la
condición
social,
profesión,
estado
personal
y
cualquier
condición
que
concurra
en
la
persona.
Respecto
a
los
derechos
y
obligaciones
de
los
titulares
de
estos
derechos
y
a
su
relación
con
el
propietario
del
objeto
gravado,
el
art.
527
CC
se
limita
a
establecer
la
distribución
entre
ellos
de
ciertos
gastos
y
cargas
en
función
de
la
extensión
concreta
de
las
facultades.
Estos
derechos
podrán
constituirse
por
las
formas
establecidas
en
el
art.
468
CC
para
el
usufructo.
Por
lo
que
se
refiere
a
su
constitución
por
Ley,
no
se
incluía
en
el
CC
ningún
supuesto
de
constitución
legal,
sin
embargo,
la
Ley
41/2003,
de
Protección
Patrimonial
de
las
Personas
con
Discapacidad,
modificó
el
art.
822
del
CC,
en
donde
se
ha
venido
a
incluir
un
verdadero
derecho
de
habitación
de
origen
legal
a
favor
del
los
legitimarios
discapacitados
para
que
sigan
manteniendo
el
uso
que
hasta
la
fecha
venían
haciendo
de
la
vivienda
habitual.
Por
lo
que
se
refiere
a
su
extinción,
estos
derechos
se
extinguen
por
las
mismas
causas
que
el
usufructo;
incluyendo
el
art.
529
CC
como
causa
de
extinción
el
abuso
grave
de
la
cosa
o
de
la
habitación
por
parte
del
titular.
Las
servidumbres
se
regulan
en
los
arts.
530
a
604
del
CC.
El
art.
530
las
define
como
un
gravamen
impuesto
sobre
un
inmueble
en
beneficio
de
otro
perteneciente
a
distinto
dueño.
La
definición
legal
se
refiere
a
las
llamadas
servidumbres
prediales,
pero
no
a
las
servidumbres
personales,
en
donde
el
gravamen
se
establece
en
beneficio
de
una
persona,
de
varias
o
de
una
comunidad
(art.
531
CC).
Por
lo
que
respecta
a
las
servidumbres
prediales,
el
art.
530
CC
habla
de
gravamen
sobre
un
inmueble
en
beneficio
de
otro
perteneciente
a
distinto
dueño,
señalando
que
el
inmueble
a
cuyo
favor
se
constituye
la
servidumbre
se
llama
predio
dominante,
mientras
que
el
que
la
sufre
se
llama
predio
sirviente.
8
Por
tanto,
de
su
definición
legal
podemos
considerar
que
la
servidumbre
es
un
derecho
real
limitado
en
cosa
ajena
que
permite
a
su
titular
utilizar
un
predio
ajeno
de
una
manera
limitada,
atendiendo
a
la
modalidad
de
que
se
trate,
o
impedir
al
propietario
de
un
precio
determinadas
utilidades
que
le
competen
en
virtud
de
su
derecho,
si
éste
no
estuviera
limitado
por
el
gravamen
real.
En
cuanto
a
sus
caracteres
más
significativos:
o La
servidumbre
es
un
derecho
real,
y
como
tal
goza
de
las
notas
de
inmediatividad
y
oponibilidad.
o Es
un
derecho
real
limitativo
de
la
propiedad;
su
existencia,
por
tanto,
ha
de
ser
probada.
Al
ser
un
gravamen,
ha
de
interpretarse
de
forma
restrictiva.
o Requiere
la
existencia
de
dos
predios:
dominante
y
sirviente.
Aun
cuando
la
titularidad
de
estos
predios
pertenece
necesariamente
a
una
persona
física
o
jurídica,
la
servidumbre
se
caracteriza
por
estar
ligada
a
las
fincas
y
no
a
sus
titulares.
Por
ello,
la
servidumbre
es
inseparables
de
la
propiedad
de
las
fincas
a
las
que
afecta
(art.
534
CC).
Por
ello,
también
la
servidumbre
es
indivisible,
de
modo
que
si
el
predio
sirviente
se
divide,
todos
los
predios
resultantes
han
de
seguir
soportando
la
servidumbre
y
si
la
división
afecta
al
dominante
cada
porcionero
podrá
usar
por
entero
la
servidumbre
(art.
535
CC).
o Estos
predios
han
de
pertenecer
a
distinto
dueño,
por
lo
que,
como
veremos,
la
servidumbre
se
extingue
por
consolidación.
Por
tanto,
esta
nota
condiciona
su
constitución
y
su
extinción.
o Junto
a
estas
notas,
la
servidumbre
se
caracteriza
por
la
utilidad
que
reporta,
que
podrá
ser
actual
o
futura,
pero
que
siempre
ha
de
concurrir.
Utilidad
que
ha
ser,
además,
posible
y
lícita
(art.
594
CC).
o Finalmente,
el
derecho
real
de
servidumbre
se
caracteriza
por
atribuir
en
provecho
del
predio
dominante
un
goce
parcial
o
limitado
del
sirviente.
Esta
nota
suele
calificar
doctrinalmente
como
“especialidad”
de
las
servidumbres,
por
lo
que
no
cabe
una
servidumbre
que
comporte
un
goce
general
o
ilimitado
del
predio
sirviente.
9
servidumbres
forzosas,
que
son
aquéllas
a
las
que
el
dueño
del
predio
sirviente
no
puede
oponerse,
de
aquéllas
constituidas
al
amparo
de
la
autonomía
de
la
voluntad
de
los
propietarios
de
los
fundos.
Las
servidumbres
forzosas
son
siempre
típicas
y
su
contenido
está
preestablecido
en
la
Ley,
puesto
que
responden
a
una
necesidad
socio-‐
económica
concreta
que
el
legislador
considera
digna
de
tutela.
El
art.
549
CC
señala
que
las
servidumbres
impuestas
por
la
Ley
tienen
por
objeto
la
utilidad
pública
o
el
interés
de
los
particulares.
Servidumbres
continuas
o
discontinuas
(art.
532
CC).
Servidumbres
continuas
son
aquéllas
cuyo
uso
es
o
puede
ser
incesante
sin
la
intervención
de
ningún
hecho
del
hombre
(por
ejemplo,
la
servidumbre
de
no
elevar
el
edificio
existente
en
el
predio
dominante,
o
la
servidumbre
de
luces
y
vistas).
Servidumbres
discontinuas
son
aquéllas
que
se
usan
a
intervalos
más
o
menos
largos
y
dependen
de
actos
del
hombre
(ejemplo
clásico
es
la
servidumbre
de
paso).
La
jurisprudencia
ha
precisado
que
el
hecho
de
que
en
ocasiones
sea
necesaria
una
labor
preparatoria
del
hombre
para
el
goce
que
representa
la
servidumbre
no
convierte
la
servidumbre
continua
en
discontinua
(por
ejemplo,
hay
que
abrir
una
ventana
para
mirar
a
través
del
fundo
vecino).
Servidumbres
aparentes
y
no
aparentes
(art.
532
CC).
Son
servidumbres
aparentes
las
que
se
anuncian
y
están
continuamente
a
la
vista
por
medio
de
signos
externos
que
revelan
el
uso
y
aprovechamiento
de
las
mismas.
El
signo
externo
al
que
se
refiere
el
CC
ha
de
manifestar
el
gravamen
objetivamente
y
por
su
propia
función
y
no
como
consecuencia
de
hechos
creados
directamente
para
su
percepción
(así,
por
ejemplo,
en
la
servidumbre
de
paso,
la
existencia
de
un
camino,
y
no
la
de
un
cartel
que
lo
anuncia).
Este
signo
externo
debe
ser
permanente
y
no
meramente
ocasional.
El
art.
561
CC
considera
la
servidumbre
de
acueducto
como
aparente,
aun
cuando
no
sea
viable
el
cauce
que
conduce
el
agua.
Servidumbres
no
aparentes
serán
las
que
no
presentan
indicio
exterior
de
su
existencia
(por
ejemplo,
la
de
no
construir
a
menos
de
cierta
altura
o
a
menos
de
cierta
distancia).
Esta
distinción
entre
servidumbres
aparentes
o
no
aparentes
tiene
enorme
relevancia
práctica,
ya
que
solo
pueden
adquirirse
por
usucapión
las
servidumbres
continuas
y
aparentes
(art.
539
CC).
Servidumbres
positivas
y
negativas
(art.
533
CC).
Conforme
a
este
precepto:
“Se
llama
positiva
a
la
servidumbre
que
impone
al
dueño
del
predio
sirviente
la
obligación
de
dejar
hacer
alguna
cosa
o
de
hacerla
por
sí
mismo,
y
negativa
la
que
prohíbe
al
dueño
del
predio
sirviente
hacer
algo
que
le
sería
lícito
sin
la
servidumbre”.
10
Así,
sería
positiva
la
servidumbre
de
paso
por
la
que
se
permite
al
propietario
del
predio
dominante
transitar
por
el
predio
sirviente.
Y
negativa
sería
la
que
impide
al
propietario
del
predio
sirviente
levantar
una
construcción
a
la
que
tendría
derecho
sin
la
servidumbre.
En
la
práctica
ha
suscitado
muchos
problemas
esta
distinción
en
relación
a
la
servidumbre
de
luces
y
vistas,
existiendo
una
jurisprudencia
consolidada
conforme
a
la
cual,
si
el
hueco,
ventana
o
balcón
se
sitúa
en
pared
medianera
o
ajena
la
servidumbre
es
positiva,
pero
si
se
abre
en
pared
propiedad
exclusiva
del
propietario
del
fundo
dominante,
ésta
será
negativa.
No
obstante,
en
estos
casos
siempre
se
trata
de
servidumbres
continuas
y
aparentes.
Art.
536
CC.
Esta
norma
dispone
que
las
servidumbres
se
constituyen
por
la
ley
o
por
la
voluntad
de
los
particulares.
A
veces
es
la
ley
la
que
crea
directamente
la
servidumbre
(art.
552
CC);
en
otras,
como
es
lo
normal,
la
ley
lo
que
hace
es
facultar
al
propietario
del
predio
dominante
a
pedir
su
constitución.
Las
servidumbres
también
se
adquieren
por
prescripción,
esto
es,
por
su
uso
o
disfrute
en
las
condiciones
que
la
ley
determina
(arts.
537
y
538
CC).
Finalmente,
las
servidumbres
pueden
adquirirse
por
signo
aparente
(art.
541
CC).
En
primer
lugar,
los
particulares
pueden
constituir
en
el
ejercicio
de
la
autonomía
de
la
voluntad,
cuantas
servidumbres
quieran,
con
los
límites
que
establece
el
art.
594
CC.
Ello
se
llevará
a
cabo
por
medio
de
negocio
jurídico
que
será
el
titulo
constitutivo
de
la
misma.
La
constitución
voluntaria
puede
ser
a
titulo
oneroso
o
gratuito,
por
acto
inter
vivos
o
mortis
causa.
Es
evidente
que
el
constituyente
habrá
de
tener
la
capacidad
y
la
legitimación
necesaria.
Ver
arts.
594
y
595
CC.
Pueden
constituir
servidumbres
no
solo
el
propietario,
sino
también
quien
sea
titular
de
un
derecho
real
limitado
del
dominio
que
implique
el
goce
del
predio
sirviente.
Si
son
varios
los
propietarios,
se
requerirá
el
consentimiento
de
todos
(art.
597
CC).
La
constitución
por
usucapión:
La
adquisición
de
las
servidumbres
por
usucapión
está
sometida
a
determinadas
reglas
especiales,
contenidas
en
los
arts.
537
a
540
CC.
Solo
pueden
adquirirse
por
usucapión
las
servidumbres
continuas
y
las
aparentes,
con
el
plazo
especial
del
20
años
(art.
537
CC).
Este
plazo
de
20
años
ha
de
contarse:
en
las
positivas,
desde
el
día
en
que
el
dueño
predio
dominante
o
del
que
haya
aprovechado
la
servidumbre
hubiera
empezado
a
ejercerla
sobre
el
sirviente
(por
ejemplo,
comenzó
a
pasar
por
su
fundo;
en
las
negativas,
desde
el
día
en
que
el
propietario
del
predio
dominante
hubiere
prohibido
por
un
acto
formal,
al
del
sirviente,
la
ejecución
del
hecho
que
sería
lícito
sin
la
servidumbre
(art.
538
CC).
11
Constitución
por
signo
aparente,
o
“por
destino
del
padre
de
familia”
(art.
541
CC):
De
lo
establecido
en
este
precepto,
el
CC
permite
que
cuando
existan
dos
fundos
pertenecientes
a
un
mismo
propietario,
y
concurra
una
situación
fáctica
en
virtud
de
la
cual
uno
de
los
predios
presta
servicio
al
otro,
en
el
caso
de
que
alguno
cambiara
de
titularidad,
dicha
apariencia
fáctica
se
mantenga
y
continúe
afectando
a
ambas
fincas.
Este
precepto
ha
sido
interpretado
de
forma
amplia
por
la
jurisprudencia,
de
forma
que
se
aplica
no
solo
cuando
la
situación
fáctica
concurra
respecto
de
dos
fincas,
sino
también
cuando
se
trata
de
una
única
finca
en
la
que
el
signo
aparente
se
aprecie
respecto
a
partes
individualizadas
de
la
misma.
Para
evitar
la
inaplicación
de
esta
norma,
el
art.
541
del
CC
establece
que
ello
será
así,
salvo
que
se
exprese
lo
contrario
en
el
titulo
de
enajenación
de
cualquiera
de
ellas,
o
se
haga
desparecer
el
signo
antes
del
otorgamiento
de
la
escritura.
Éstos
derivan
del
titulo
constitutivo
o
de
la
prescripción
adquirida,
o,
en
su
defecto,
de
lo
dispuesto
en
el
CC
(art.
598),
y
pueden
tener
muy
diverso
alcance,
dependiendo
del
goce
o
utilidad
concreta
que
constituya
cada
particular
derecho
de
servidumbre.
Tal
como
dispone
el
art.
542
CC,
al
establecerse
la
servidumbre
se
entienden
concedidos
todos
los
derechos
necesarios
para
su
uso.
Por
otro
lado,
el
art.
543
CC
señala
que
el
propietario
del
predio
dominante
podrá
hacer
a
su
costa
en
el
predio
sirviente
las
obras
necesarias
para
el
uso
y
conservación
de
la
servidumbre,
pero
sin
alterarla
o
hacerla
más
gravosa.
Para
lo
que
deberá
elegir
el
tiempo
y
la
forma
conveniente
a
fin
de
ocasionar
la
menor
incomodidad
posible.
Hay
ocasiones
en
las
que
convencionalmente
se
determina
que
el
propietario
del
predio
sirviente
sea
el
que
realice
tales
obras,
en
cuyo
caso,
el
art.
599
CC
señala
que
podrá
librarse
de
ellas
abandonando
su
predio
al
dueño
del
dominante.
Si
fueren
varios
los
predios
dominantes,
todos
ellos
estarán
obligados
proporcionalmente
al
beneficio
que
obtengan
a
contribuir
a
tales
gastos,
pudiendo
eximirse
de
los
mismos
renunciando
a
la
servidumbre
en
provecho
de
los
demás
(art.
544
CC).
El
art.
545
del
CC
establece
que
el
dueño
del
predio
sirviente
no
puede
menoscabar
en
modo
alguno
el
uso
de
la
servidumbre
constituida.
No
obstante,
esta
misma
norma
señala
que,
si
por
razón
del
lugar
asignado
inicialmente
o
de
la
forma
establecida
para
el
uso
de
la
servidumbre,
ésta
llega
a
ser
muy
incómoda
para
el
propietario
del
predio
sirviente,
o
le
privase
de
hacer
en
él
obras,
reparaciones
o
mejoras,
ésta
podrá
variarse
a
su
costa,
siempre
que
ofrezca
otro
lugar
o
forma
igualmente
cómodos,
cuando
no
resulte
perjuicio
al
dueño
del
predio
dominante.
12
El
derecho
de
servidumbre:
Modificación.
Las
servidumbres
pueden
ser
objeto
de
modificación;
ya
hemos
visto
que
dicha
modificación
puede
tener
lugar
por
el
hecho
de
resultar
la
misma
excesivamente
gravosa
para
el
propietario
del
predio
sirviente
art.
545.2
CC).
Esta
modificación
puede
también
tener
su
causa
en
la
variación
del
estado
de
los
predios;
modificación
que
puede
ser
fáctica
o
jurídica.
Por
ejemplo,
una
servidumbre
puede
modificarse
por
la
entrada
en
vigor
de
un
plan
de
ordenación
urbana.
En
relación
a
la
modificación
fáctica
de
los
predios,
el
art.
546
CC
solo
la
contempla
como
causa
de
extinción,
pero
este
cambio
puede
implicar
también
la
necesidad
de
modificación
de
la
misma,
con
una
ampliación
o
disminución
del
goce
del
dueño
del
predio
dominante.
Las
servidumbres
también
pueden
modificarse
convencionalmente.
Los
modos
de
extinción
de
la
servidumbre
se
regulan
en
el
art.
546
del
CC;
éstos
son:
1-‐ Por
consolidación,
esto
es,
por
reunirse
en
una
misma
persona
la
propiedad
del
predio
dominante
y
sirviente.
Ha
de
tenerse
en
cuenta
que
en
ningún
caso
la
extinción
de
la
servidumbre
por
consolidación
podrá
tener
lugar
en
perjuicio
de
tercero,
como
ocurrirá
si
el
predio
dominante
hubiera
sido
objeto
de
hipoteca,
en
cuyo
caso
la
servidumbre
se
debe
mantener,
en
cuando
puede
repercutir
en
su
valor.
2-‐ Por
el
no
uso
durante
20
años.
En
este
caso,
el
uso
de
uno
solo
de
los
comuneros
es
suficiente
para
evitar
la
extinción
(art.
548
CC).
Este
plazo
comenzará
a
contarse
desde
el
día
en
que
hubiere
dejado
de
ejercitarse
la
servidumbre
respecto
a
las
discontinuas,
y
desde
el
día
en
que
haya
tenido
lugar
el
acto
contrario
en
las
servidumbres
continuas.
3-‐ Cuando
los
predios
vengan
a
tal
estado
que
no
pueda
usarse
la
servidumbre;
pero
éste
revive
si
después
el
estado
de
los
predios
permite
usarla
nuevamente,
a
no
ser
que
cuando
resulte
posible
el
uso
se
deje
transcurrir
el
tiempo
de
prescripción.
4-‐ Por
llegar
el
término
o
realizarse
la
condición.
5-‐ Por
la
renuncia
del
propietario
del
predio
dominante.
6-‐ Por
redención
convenida
entre
el
propietario
del
predio
dominante
y
el
sirviente,
a
través
de
negocio
jurídico
extintivo
de
la
misma.
Servidumbres forzosas.
13
Puesto
que
su
constitución
aparece
avalada
legalmente,
es
frecuente
que
estas
servidumbres
se
constituyan
por
acuerdo
entre
los
interesados.
Es
excepcional
el
supuesto
en
que
la
misma
ley
establece
su
constitución
(art.
522
CC).
Estas
servidumbres
se
rigen
por
lo
expresamente
pactado
y,
en
su
defecto,
por
las
normas
del
CC.
No
obstante,
el
propio
CC
remite
expresamente
para
las
servidumbres
de
utilidad
pública
o
comunal
a
las
leyes,
reglamentos
y
ordenanzas
generales
sobre
policía
urbana
o
rural
(art.
551).
Estas
servidumbres
son
siempre
típicas
y
su
contenido
viene
preestablecido
legalmente.
En
este
caso
resulta
difícil
ver
el
límite
entre
el
derecho
de
servidumbre
y
lo
que
constituyen
limites
al
dominio.
En
las
servidumbres
en
materia
de
aguas
se
incluyen
la
servidumbre
de
acueducto
(arts.
557
a
561
CC),
las
de
saca
de
aguas
y
abrevadero
y
la
de
estribo
de
presa,
parada
y
partidor.
La
más
importante
de
ellas
es
la
servidumbre
de
acueducto;
a
ella
se
refiere
el
art.
48.1
del
TR
de
la
Ley
de
Aguas
de
20
de
julio
de
2001,
al
señalar
que
los
organismos
de
cuenca
podrán
imponer,
con
arreglo
a
lo
dispuesto
en
el
Código
Civil
y
en
el
Reglamento
de
esta
Ley,
la
servidumbre
forzosa
de
acueducto,
si
el
aprovechamiento
del
recurso
o
su
evacuación
lo
exigiera.
De
conformidad
a
lo
dispuesto
en
el
art.
557
CC:
“Todo
el
que
quiera
servirse
del
agua
de
que
pueda
disponer
para
una
finca
suya,
tiene
derecho
a
hacerla
pasar
por
los
predios
intermedios,
con
la
obligación
de
indemnizar
a
sus
dueños,
como
también
a
los
de
los
predios
inferiores
sobre
los
que
se
filtren
o
caigan
las
aguas”.
Sobre
ello,
el
art.
48.
5
de
la
Ley
de
Aguas
señala
igualmente
que:
“El
beneficiario
de
una
servidumbre
forzosa
deberá
indemnizar
los
daños
y
perjuicios
ocasionados
al
predio
sirviente
de
conformidad
con
la
legislación
vigente”.
?
Tal
como
dispone
el
art.
558
CC,
el
que
pretenda
usar
este
derecho
está
obligado:
Ø A
justificar
que
puede
disponer
del
agua
y
que
ésta
es
suficiente
al
uso
al
que
se
la
destina.
Ø A
demostrar
que
el
paso
que
solicita
es
el
más
conveniente
y
menos
oneroso
para
terceros.
Ø A
indemnizar
al
dueño
del
predio
sirviente
en
la
forma
que
determinan
las
leyes
y
reglamentos.
No
obstante,
como
señala
el
art.
559
CC,
esta
servidumbre
no
puede
imponerse
para
objeto
de
interés
privado
sobre
edificios,
ni
sus
patios
o
dependencias,
ni
sobre
jardines
o
huertos
ya
existentes.
La
servidumbre
de
estribo
de
presa
se
regula
en
el
art.
554
CC
y
la
de
parada
y
partidor
en
el
art.
562
del
mismo
Código
Civil.
14
El
párrafo
primero
del
art.
564
del
CC:
“El
propietario
de
una
finca
o
heredad,
enclavada
entre
otras
ajenas
y
sin
salida
a
camino
público,
tiene
derecho
a
exigir
paso
por
las
heredades
vecinas,
previa
la
correspondiente
indemnización”.
Su
regulación
responde
a
la
finalidad
de
dar
salida
física
a
finca,
rústica
o
urbana,
cuando
esta
imposibilidad
es
absoluta,
o
es
extremadamente
dificultosa
o
gravosa.
El
CC
prevé
la
correspondiente
indemnización,
que
será
la
pactada
por
las
partes.
No
obstante,
el
párrafo
segundo
del
art.
564
dispone
que:
“Si
esta
servidumbre
se
constituye
de
manera
que
pueda
ser
continuo
su
uso
para
todas
las
necesidades
del
predio
dominante
estableciendo
una
vía
permanente,
la
indemnización
consistirá
en
el
valor
del
terreno
que
se
ocupe
y
en
el
importe
de
los
perjuicios
que
se
causen
en
el
predio
sirviente”.
Si
el
paso
no
es
permanente,
se
aplica
lo
dispuesto
en
el
último
párrafo
de
este
artículo,
conforme
al
cual:
“Cuando
se
limite
al
paso
necesario
para
el
cultivo
de
la
finca
enclavada
entre
otras
y
para
la
extracción
de
sus
cosechas
a
través
del
predio
sirviente
sin
vía
permanente,
la
indemnización
consistirá
en
el
abono
del
perjuicio
que
ocasione
este
gravamen”.
Esta
servidumbre
habrá
de
darse
por
el
punto
que
sea
menos
perjudicial
para
el
predio
sirviente
y,
en
cuanto
sea
conciliable
con
esta
regla,
por
donde
sea
menor
la
distancia
del
predio
dominante
al
camino
público
(art.
565
CC).
La
anchura
de
la
servidumbre
será
la
que
baste
a
las
necesidades
del
predio
dominante
(art.
566
CC).
Las
servidumbre
se
extingue
cuando
el
paso
deja
de
ser
necesario
por
haberla
reunido
con
otra
con
salida
a
camino
público,
devolviéndose
lo
cobrado
por
el
valor
del
terreno
(art.
570
CC).
Esta
es
una
servidumbre
de
carácter
transitorio
y
a
ella
de
refiere
el
art.
569
CC,
al
señalar
que:
“Si
fuere
indispensable
para
construir
o
reparar
algún
edificio
pasar
materiales
por
predio
ajeno,
o
colocar
en
él
andamios
u
otros
objetos
para
la
obra,
el
dueño
de
este
predio
está
obligado
a
consentirlo,
recibiendo
la
indemnización
correspondiente
al
perjuicio
que
se
le
irrogue”.
La medianería.
Aun
cuando
el
CC
regula
la
medianería
en
los
arts.
571
a
579,
no
nos
encontramos
ante
una
auténtica
servidumbre,
sino
ante
una
especial
situación
de
comunidad
de
bienes,
que
se
produce
como
consecuencia
de
la
separación
entre
dos
fincas
o
edificios
por
medio
de
una
pared,
seto,
valla,
zanja
o
muro)
que
es
propiedad
de
los
colindantes.
Son
frecuentes
en
la
práctica
los
problemas
que
derivan
de
esta
específica
situación,
suscitándose
en
muchas
ocasiones
el
de
la
titularidad
del
elemento
medianero.
Por
ello,
el
art.
571
del
CC
señala
que:
“Se
presume
la
servidumbre
de
medianería
mientras
no
haya
un
título
o
signo
exterior,
o
prueba
en
contrario:
15
1-‐ En
las
paredes
divisorias
de
los
edificios
contiguos
hasta
el
punto
común
de
elevación.
2-‐ En
las
paredes
divisorias
de
los
jardines
o
corrales
sitos
en
poblado
o
en
el
campo.
3-‐ En
las
cercas,
vallados
y
setos
vivos
que
dividen
los
predios
rústicos”.
Por
otro
lado,
el
art.
573
del
CC
refiere
también
cuándo
cabe
entender
que
hay
signo
exterior
contrario
a
la
medianería.
Esta
especial
comunidad
determina
una
serie
de
obligaciones
para
los
colindantes.
En
primer
lugar,
cada
uno
de
los
titulares
está
obligado
al
mantenimiento
y
reparación
del
elemento
medianero,
en
proporción
a
la
titularidad
que
ostente
sobre
el
mismo
(art.
575.1).
Si
no
quiere
hacer
frente
a
dichos
gastos
podrá
renunciar
a
la
medianería,
salvo
cuando
la
pared
medianera
sostenga
un
edificio
del
que
no
pretenda
renunciar
(art.
575.2).
En
las
paredes
medianeras
no
pueden
abrirse
huecos
o
ventanas
sin
consentimiento
de
los
afectados
(art.
580).
Todo
propietario
puede
elevar
la
pared
medianera,
corriendo
con
los
gastos
e
indemnizando
a
los
demás
por
los
perjuicios
que
les
pueda
causar
(art.
577.1).
Si
la
pared
medianera
no
pudiese
resistir
la
mayor
elevación,
el
propietario
que
quiera
levantarla
tendrá
obligación
de
reconstruirla
a
su
costa,
y
si
para
ello
fuere
necesario
darle
mayor
espesor,
deberá
darlo
de
su
propio
suelo.
Serán
de
cuenta
de
éste
los
gastos
de
conservación
de
la
pared,
en
lo
que
ésta
se
haya
levantado
o
profundizado
sus
cimientos
respecto
de
como
estaba
antes,
y
además
la
indemnización
de
los
mayores
gastos
que
haya
que
hacer
para
la
conservación
de
la
pared
medianera
por
razón
de
la
mayor
altura
o
profundidad
que
se
le
haya
dado.
No
obstante,
los
demás
propietarios
que
no
hayan
contribuido
a
dar
más
elevación,
profundidad
o
espesor
a
la
pared,
podrán,
sin
embargo,
adquirir
en
ella
los
derechos
de
medianería,
pagando
proporcionalmente
el
importe
de
la
obra
y
la
mitad
del
valor
del
terreno
sobre
el
que
le
hubiese
dado
mayor
espesor
(art.
578).
De
conformidad
a
lo
dispuesto
en
el
art.
579
del
CC:
“Cada
propietario
de
una
pared
medianera
podrá
usar
de
ella
en
proporción
al
derecho
que
tenga
en
la
mancomunidad;
podrá,
por
lo
tanto,
edificar
apoyando
su
obra
en
la
pared
medianera,
o
introduciendo
vigas
hasta
la
mitad
de
su
espesor,
pero
sin
impedir
el
uso
común
y
respectivo
de
los
demás
medianeros.
Para
usar
el
medianero
de
este
derecho
ha
de
obtener
previamente
el
consentimiento
de
los
demás
interesados
en
la
medianería;
y,
si
no
lo
obtuviere,
se
fijarán
por
peritos
las
condiciones
necesarias
para
que
la
nueva
obra
no
perjudique
a
los
derechos
de
aquéllos”.
De
los
setos
y
arbustos
medianeros
se
ocupa
el
art.
593
del
CC.
Ha
de
señalarse
que:
“Si
las
ramas
de
algunos
árboles
se
extendieren
sobre
una
heredad,
jardines
o
patios
vecinos,
tendrá
el
dueño
de
éstos
derecho
a
reclamar
que
se
corten
en
cuanto
se
extiendan
sobre
su
propiedad,
y,
si
fueren
las
raíces
de
los
árboles
vecinos
las
que
se
extendiesen
en
suelo
de
otro,
el
dueño
del
suelo
en
que
se
introduzcan
podrá
cortarlas
por
sí
mismo
dentro
de
su
heredad”
(art.
592
CC).
16
Servidumbres
en
materia
de
luces
y
vistas.
Se
regulan
en
los
arts.
581
a
584
del
CC.
En
realidad
más
que
ante
servidumbres
nos
encontramos
ante
verdaderas
limitaciones
al
dominio,
que
vienen
impuestas
por
la
cercanía
entre
los
fundos.
Esta
cercanía
comporta
limitaciones
a
los
derechos
de
los
propietarios,
que
no
podrán
abrir
huecos
o
ventanas
sin
observar
las
distancias
expresamente
establecidas.
La
regla
general
en
esta
materia
es
la
establecida
en
el
art.
582
del
CC,
conforme
al
cual:
“No
se
puede
abrir
ventanas
con
vistas
rectas,
ni
balcones
u
otros
voladizos
semejantes,
sobre
la
finca
del
vecino,
si
no
hay
dos
metros
de
distancia
entre
la
pared
en
que
se
construyan
y
dicha
propiedad.
Tampoco
pueden
tenerse
vistas
de
costado
u
oblicuas
sobre
la
misma
propiedad,
si
no
hay
60
centímetros
de
distancia”.
Para
medir
estas
distancias,
ha
de
tenerse
en
cuenta
lo
dispuesto
en
el
art.
583.
Esta
prohibición
cesa
cuando
los
edificios
están
separados
por
la
vía
pública
(art.
584
CC).
No
obstante
esta
prohibición,
el
art.
581.1
dispone
que:
“El
dueño
de
una
pared
no
medianera,
contigua
a
finca
ajena,
puede
abrir
en
ella
ventanas
o
huecos
para
recibir
luces
a
la
altura
de
las
carreras,
o
inmediatos
a
los
techos,
y
de
las
dimensiones
de
30
centímetros
en
cuadro,
y,
en
todo
caso,
con
reja
de
hierro
remetida
en
la
pared
y
con
red
de
alambre”.
Finalmente,
el
derecho
a
tener
mejores
vistas
puede
garantizarse
en
las
condiciones
establecidas
en
el
art.
585
del
CC,
conforme
al
cual:
“Cuando
por
cualquier
título
se
hubiere
adquirido
derecho
a
tener
vistas
directas,
balcones
o
miradores
sobre
la
propiedad
colindante,
el
dueño
del
predio
sirviente
no
podrá
edificar
a
menos
de
tres
metros
de
distancia,
tomándose
la
medida
de
la
manera
indicada
en
el
artículo
583”.
El
derecho
de
superficie
es
también
un
derecho
real
limitado
del
domino,
consiste
en
la
facultad
que
ostenta
su
titular
de
realizar,
tener
o
mantener
una
edificación
o
plantación
sobre
la
que
se
ostentará
un
derecho
de
propiedad
separada
de
la
del
suelo
en
la
que
se
ubica.
La
superficie
supone
una
derogación
del
principio
latino
superficies
solo
cedit,
que
consagra
el
art.
358
del
CC
y,
en
virtud
del
cual,
lo
edificado,
plantado
o
sembrado
en
predios
ajenos
pertenece
al
dueño
de
los
mismos,
con
sujeción
a
lo
que
se
dispone
en
las
normas
siguientes.
Pues
bien,
el
derecho
de
superficie
implica
que,
apartándose
de
la
regla
general,
la
propiedad
de
lo
edificado,
sembrado
o
plantado
se
atribuya
al
titular
de
este
derecho
real.
La
superficie
se
caracteriza
por
la
existencia
de
una
propiedad
separada,
respecto
de
la
cual
el
derecho
a
edificar,
plantar
o
sembrar
se
considera
accesorio,
puesto
que
la
superficie
puede
instituirse
sobre
edificaciones
o
plantaciones
preexistentes
que,
tras
la
constitución
del
derecho
pasarán
a
ser
titularidad
del
superficiario.
17
Distinto
al
derecho
de
superficie,
aunque
cercano
a
él,
es
el
llamado
derecho
de
sobreedificación
o
subedificación.
En
este
caso,
el
derecho
permite
a
su
titular
edificar
sobre
o
bajo
una
edificación
ya
existente,
atribuyéndole
los
derechos
sobre
la
misma.
El
CC
no
regula
el
derecho
de
superficie,
aludiendo
de
forma
aislada
al
mismo
(art.
1611);
su
regulación
se
encuentra
contenida
en
el
Texto
Refundido
de
la
Ley
del
Suelo,
aprobado
por
Real
Decreto
Legislativo
2/2008,
de
20
de
junio,
en
el
art.
107.
5
de
la
Ley
Hipotecaria
y
en
los
arts.
16
y
30
del
Reglamento
Hipotecario.
Para
su
estudio
debemos
distinguir
entre
la
superficie
urbana
y
la
superficie
rústica.
El
derecho
de
superficie
urbana
es
el
que
se
constituye
sobre
el
suelo
de
esta
categoría
y
permite
a
su
titular
realizar
construcciones
o
edificaciones
sobre
suelo
ajeno
manteniendo
la
propiedad
separada
de
la
misma.
Respecto
a
la
superficie
urbana,
se
ha
pretendido
establecer
la
distinción
entre
dos
modalidades
de
este
derecho:
la
superficie
urbanística
y
la
superficie
urbana
común,
según
este
derecho
se
ejercite
o
no
en
el
marco
de
los
Planes
de
la
ordenación
urbana.
Desde
esta
distinción,
la
llamada
superficie
urbanística
estaría
sometida
a
la
legislación
del
suelo,
mientras
que
a
la
superficie
urbana
común
se
aplicarían
algunos
de
los
preceptos
que
el
CC
dedica
a
la
regulación
de
los
censos.
No
creo
que
esta
distinción
sea
adecuada,
siendo
más
correcta
la
tesis
de
que
el
derecho
de
superficie
es
único
y
el
régimen
jurídico
aplicable
es
el
de
la
Ley
del
Suelo
y
la
establecida
en
la
Legislación
Hipotecaria.
De
conformidad
a
lo
dispuesto
en
el
art.
40.1
de
la
Ley
del
Suelo:
“El
derecho
real
de
superficie
atribuye
al
superficiario
la
facultad
de
realizar
construcciones
o
edificaciones
en
la
rasante
y
en
el
vuelo
y
el
subsuelo
de
una
finca
ajena,
manteniendo
la
propiedad
temporal
de
las
construcciones
o
edificaciones
realizadas”.
Conforme
a
lo
dispuesto
en
el
párrafo
4
de
esta
misma
norma,
el
derecho
de
superficie
se
rige
por
las
disposiciones
de
este
Capítulo,
por
la
legislación
civil
en
lo
no
previsto
por
él
y
por
el
título
constitutivo
del
derecho.
Para
su
constitución
se
requiere
escritura
pública,
y
como
requisito
constitutivo
para
su
eficacia,
este
derecho
debe
inscribirse
en
el
Registro
de
la
Propiedad.
La
superficie
solo
puede
constituirse
por
el
propietario
del
suelo.
Puede
constituirse
a
título
oneroso
o
gratuito.
Si
se
constituye
de
forma
onerosa,
la
contraprestación
del
superficiario
podrá
consistir
en
el
pago
de
una
suma
alzada
o
de
un
canon
periódico,
o
en
la
adjudicación
de
viviendas
o
locales
o
derechos
de
arrendamiento
de
unos
u
otros
a
favor
del
propietario
del
suelo,
o
en
varias
de
estas
modalidades
a
la
vez,
sin
perjuicio
de
la
reversión
total
de
lo
edificado
al
finalizar
el
plazo
pactado
al
constituir
el
derecho
de
superficie.
En
la
escritura
deberá
fijarse
necesariamente
el
plazo
de
duración
del
derecho
de
superficie,
que
no
podrá
exceder
de
noventa
y
nueve
años.
18
Durante
el
plazo
de
duración,
el
superficiario
ostenta
un
derecho
de
propiedad
separada
sobre
lo
edificado,
tal
como
dispone
el
propio
art.
40
de
la
Ley
del
Suelo.
Conforme
a
lo
dispuesto
en
el
art.
41
de
la
LS,
el
derecho
se
superficie
es
susceptible
de
transmisión
y
gravamen,
con
las
limitaciones
fijadas
al
constituirlo.
La
regulación
legal
consiente
también
al
superficiario
que,
cuando
las
características
de
la
construcción
o
edificación
lo
permitan,
éste
pueda
constituir
la
propiedad
superficiaria
en
régimen
de
propiedad
horizontal
con
separación
del
terreno
correspondiente
al
propietario,
pudiendo
transmitir
y
gravar
como
fincas
independientes
las
viviendas,
los
locales
y
los
elementos
privativos
de
la
propiedad
horizontal,
durante
el
plazo
del
derecho
de
superficie,
sin
necesidad
del
consentimiento
del
propietario
del
suelo.
También
permite
la
Ley
que
en
la
constitución
del
derecho
de
superficie
se
puedan
incluir
cláusulas
y
pactos
relativos
a
derechos
de
tanteo,
retracto
y
retroventa
a
favor
del
propietario
del
suelo,
para
los
casos
de
las
transmisiones
del
derecho
o
de
los
elementos
resultantes
de
la
división
en
PH.
Vigente
un
derecho
de
superficie,
el
propietario
del
suelo
podrá
transmitir
y
gravar
su
derecho
con
separación
del
derecho
del
superficiario
y
sin
necesidad
del
consentimiento
de
éste,
correspondiéndole
la
propiedad
del
subsuelo,
salvo
que
haya
sido
incluido
en
el
derecho
de
superficie.
El
derecho
de
superficie
se
extingue
si
no
se
edifica
de
conformidad
con
la
ordenación
territorial
y
urbanística
en
el
plazo
previsto
en
el
título
de
constitución
y,
en
todo
caso,
por
el
transcurso
del
plazo
de
duración
del
derecho.
A
la
extinción
del
derecho
de
superficie
por
el
transcurso
de
su
plazo
de
duración,
el
propietario
del
suelo
hace
suya
la
propiedad
de
lo
edificado,
sin
que
deba
satisfacer
indemnización
alguna,
cualquiera
que
sea
el
título
en
virtud
del
cual
se
hubiera
constituido
el
derecho.
No
obstante,
podrán
pactarse
normas
sobre
la
liquidación
del
régimen
del
derecho
de
superficie.
La
extinción
del
derecho
de
superficie
por
el
transcurso
de
su
plazo
de
duración
determina
la
de
toda
clase
de
derechos
reales
o
personales
impuestos
por
el
superficiario.
Si
por
cualquier
otra
causa
se
reunieran
los
derechos
de
propiedad
del
suelo
y
los
del
superficiario,
las
cargas
que
recayeren
sobre
uno
y
otro
derecho
continuarán
gravándolos
separadamente
hasta
el
transcurso
del
plazo
del
derecho
de
superficie.
El
art.
107
de
la
L.H
declara
este
derecho
susceptible
de
hipoteca.
El
art.
40
de
la
Ley
del
Suelo
dispone,
igualmente,
que
este
derecho
pueda
constituirse
sobre
construcciones
o
edificaciones
ya
realizadas,
o
sobre
viviendas,
locales
o
elementos
privativos
de
construcciones
o
edificaciones.
Si
ello
es
así,
se
atribuirá,
igualmente
al
superficiario
la
propiedad
temporal
de
las
citadas
construcciones,
sin
perjuicio
de
la
propiedad
separada
del
titular
del
suelo.
Este
derecho
a
edificar
sobre
o
bajo
edificaciones
ya
existentes
se
denomina
derecho
de
sobreedificación
o
subedificación.
Si
se
edifica
sobre
o
bajo
un
edificio
constituido
en
Propiedad
Horizontal,
ha
de
estarse
a
las
normas
especiales
que
regulan
esta
especial
comunidad.
19
El
art.
16
del
RH
contempla
también
el
derecho
de
elevar
una
o
más
plantas
sobre
un
edificio
o
el
de
realizar
construcciones
bajo
su
suelo,
haciendo
suyas
las
edificaciones
resultantes
que,
sin
constituir
derecho
de
superficie,
se
reserve
el
propietario
en
caso
de
enajenación
de
todo
o
parte
de
la
finca
o
transmita
a
un
tercero,
declarando
que
este
derecho
será
inscribible.
En
la
inscripción
se
hará
constar:
a) Las
cuotas
que
hayan
de
corresponder
a
las
nuevas
plantas
en
los
elementos
y
gastos
comunes
o
las
normas
para
su
establecimiento.
b) Determinación
concreta
del
número
máximo
de
plantas
a
construir.
c)
El
plazo
máximo
para
el
ejercicio
del
derecho
de
vuelo,
que
no
c) podrá
exceder
de
diez
años.
d) Las
normas
de
régimen
de
comunidad,
si
se
señalaren,
para
el
caso
de
hacer
la
construcción.
Respecto
al
derecho
de
superficie
rústica,
también
el
Reglamento
Hipotecario,
en
su
art.
30.3,
declara
su
carácter
inscribible,
estableciendo
que
se
hará
consta
en
el
folio
de
la
finca
sobre
la
que
se
constituya.
En
la
inscripción
ha
de
constar:
su
duración,
la
plantación
o
siembra
en
que
consista,
así
como
el
destino
de
éstas
y
el
de
las
mejoras
en
el
momento
de
la
extinción
del
derecho,
los
convenios
y
prestaciones
estipulados,
y,
si
las
hubiere,
las
garantías
pactadas
con
carácter
real.
Por
otro
lado,
el
art.
1656
CC
establece
las
reglas
por
las
que
se
regirá
este
derecho.
En
derecho
español,
la
primera
de
las
normas
jurídicas
en
las
que
con
carácter
general
se
regula
esta
figura
es
la
Ley
42/1998,
de
15
de
diciembre,
sobre
derechos
de
aprovechamiento
por
turno
de
bienes
inmuebles
de
uso
turístico
y
normas
tributarias.
Esta
norma
jurídica
vino
a
cubrir
un
vacío
legal
respecto
a
una
forma
de
explotación
de
los
inmuebles
para
fines
vacacionales,
poniendo
fin
a
una
situación
de
incertidumbre
y
conflictividad
constante
hasta
el
momento
de
su
ordenación.
Esta
norma
crea
un
nuevo
derecho
real
de
goce
en
cosa
ajena,
que
le
permitirá
utilizar
un
determinado
alojamiento
durante
una
franja
temporal
y
con
carácter
exclusivo
y
oponible
erga
omnes.
Norma
en
la
actualidad
derogada,
siendo
la
legislación
vigente
la
comprendida
en
la
Ley
4/2012,
de
6
de
julio,
de
contratos
de
aprovechamiento
por
turno
de
bienes
de
uso
turístico,
de
adquisición
de
productos
vacacionales
de
larga
duración,
de
reventa
y
de
intercambio
y
normas
tributarias.
La
norma
actualmente
vigente
recoge
la
definición
de
las
cuatro
figuras
contractuales,
reguladas
en
los
mismos
términos
en
la
Directiva
2008/122/CE,
que
son
los
contratos
de
aprovechamiento
por
turno
de
bienes
de
uso
turístico,
de
adquisición
de
productos
vacacionales
de
larga
duración,
de
reventa
e
intercambio.
En
lo
que
ahora
nos
interesa,
el
art.
2
de
esta
Ley
señala
que
el
contrato
de
aprovechamiento
por
turno
de
bienes
de
uso
turístico
será
aquel
de
duración
superior
a
un
año
en
virtud
del
cual
un
consumidor
adquiere,
a
título
oneroso,
el
derecho
a
utilizar
uno
o
varios
alojamientos
para
pernoctar
durante
más
de
un
período
de
ocupación.
20
De
conformidad
a
su
art.
23:
“El
derecho
de
aprovechamiento
por
turno
de
inmuebles
atribuye
a
su
titular
la
facultad
de
disfrutar,
con
carácter
exclusivo,
durante
un
período
específico
de
cada
año,
consecutivo
o
alterno,
un
alojamiento
susceptible
de
utilización
independiente
por
tener
salida
propia
a
la
vía
pública
o
a
un
elemento
común
del
edificio
en
el
que
estuviera
integrado
y
que
esté
dotado,
de
modo
permanente,
con
el
mobiliario
adecuado
al
efecto,
así
como
del
derecho
a
la
prestación
de
los
servicios
complementarios.
La
facultad
de
disfrute
no
comprende
las
alteraciones
del
alojamiento
ni
de
su
mobiliario.
El
derecho
de
aprovechamiento
por
turno
podrá
constituirse
como
derecho
real
limitado
o
con
carácter
obligacional,
de
conformidad
con
lo
dispuesto
en
este
artículo”.
En
su
configuración
como
derecho
real
limitado,
no
cabe
duda
que
ha
de
incluirse
entre
los
derechos
reales
de
goce,
en
cuanto
que
permite
a
su
titular
disfrutar
con
carácter
exclusivo
de
este
tipo
de
alojamientos.
La
ley
dispone
expresamente
que
el
derecho
real
de
aprovechamiento
por
turno
no
podrá
en
ningún
caso
vincularse
a
una
cuota
indivisa
de
la
propiedad,
ni
denominarse
multipropiedad,
ni
de
cualquier
otra
manera
que
contenga
la
palabra
propiedad.
El
régimen
de
aprovechamiento
por
turno
solo
podrá
recaer
sobre
un
edificio,
conjunto
inmobiliario
o
sector
de
ellos
arquitectónicamente
diferenciado.
Será
necesario
que
el
conjunto
tenga,
al
menos,
diez
alojamientos,
y
todos
ellos,
a
excepción
de
los
locales,
deben
integrarse
en
el
régimen.
No
obstante,
se
permite
que
un
mismo
conjunto
inmobiliario
esté
sujeto,
al
tiempo,
a
un
régimen
de
derechos
de
aprovechamiento
por
turno
y
a
otro
tipo
de
explotación
turística,
siempre
que
los
derechos
de
aprovechamiento
por
turno
recaigan
sobre
alojamientos
concretos
y
para
períodos
determinados.
Conforme
a
su
regulación
legal,
cada
uno
de
los
derechos
reales
de
aprovechamiento
por
turno
gravará,
en
conjunto,
la
total
propiedad
del
alojamiento
o
del
inmueble,
según
esté
previamente
constituida
o
no
una
propiedad
horizontal
sobre
el
mismo.
La
reunión
de
un
derecho
real
de
aprovechamiento
y
la
propiedad,
o
una
cuota
de
ella,
en
una
misma
persona,
no
implica
extinción
del
derecho
real
limitado,
que
subsistirá
durante
toda
la
vida
del
régimen.
El
propietario
del
inmueble,
sin
perjuicio
de
las
limitaciones
que
resultan
del
régimen
y
de
las
facultades
de
los
titulares
de
los
derechos
de
aprovechamiento
por
turno,
podrá
libremente
disponer
de
todo
o
parte
de
su
derecho
de
propiedad
con
arreglo
a
las
normas
del
Derecho
privado.
El
período
anual
de
aprovechamiento
no
podrá
ser
nunca
inferior
a
siete
días
seguidos
y,
dentro
de
un
mismo
régimen,
los
turnos
podrán
tener
o
no
la
misma
duración.
Deberá,
además,
quedar
reservado
para
reparaciones,
limpieza
u
otros
fines
comunes
un
período
de
tiempo
que
no
podrá
ser
inferior
a
siete
días
por
cada
uno
de
los
alojamientos
sujetos
al
régimen.
El
régimen
de
aprovechamiento
por
turno
deberá
constituirse
por
el
propietario
registral
del
inmueble
mediante
su
formalización
en
escritura
pública,
debiendo
inscribirse
en
el
Registro
de
la
Propiedad.
21
La
escritura
pública
reguladora
del
régimen
de
aprovechamiento
por
turno
deberá
expresar,
al
menos,
las
siguientes
circunstancias:
1. La
descripción
de
la
finca
sobre
la
que
se
constituye
el
régimen
de
aprovechamiento
por
turno
y
del
edificio
o
edificios
que
en
ella
existan,
con
reseña
de
los
servicios
comunes
a
que
tengan
derecho
los
titulares
de
los
aprovechamientos.
2. La
descripción
de
cada
uno
de
los
alojamientos
que
integren
cada
edificación,
a
los
que
se
dará
una
numeración
correlativa
con
referencia
a
la
finca.
Si
el
inmueble
se
ha
de
destinar
a
explotación
turística,
al
tiempo
que
se
constituye
sobre
él
un
régimen
de
aprovechamiento
por
turno,
se
determinará
cuáles
de
los
alojamientos
son
susceptibles
de
ser
gravados
con
derechos
de
aprovechamiento
por
turno
y
para
qué
períodos
al
año.
3. En
cada
alojamiento
destinado
a
aprovechamiento
por
turnos
se
expresará
el
número
de
éstos,
su
duración,
indicando
el
día
y
la
hora
inicial
y
final,
la
cuota
que
corresponda
a
cada
turno
con
relación
al
alojamiento,
si
está
previamente
constituida
la
división
horizontal,
o
con
relación
al
total
del
inmueble,
si
no
lo
está,
el
mobiliario
que
tenga
destinado,
así
como
su
valor,
y
los
días
del
año
no
configurados
como
turnos
de
aprovechamiento
por
estar
reservados,
en
ese
alojamiento,
a
reparaciones
y
mantenimiento.
4. Referencia
a
los
servicios
que
se
han
de
prestar
y
que
son
inherentes
a
los
derechos
de
aprovechamiento
por
turno,
expresando
que
éstos
se
asumen
directamente
por
el
propietario
o
por
una
empresa
de
servicios.
5. Los
estatutos
a
los
que
se
somete
el
régimen
de
aprovechamiento
por
turnos,
si
se
hubiesen
establecido.
6. La
situación
registral,
catastral,
urbanística
y,
en
su
caso,
turística
del
inmueble.
7. La
retribución
de
los
servicios
y,
en
su
caso,
los
gastos
de
comunidad.
8. Duración
del
régimen.
El
titular
de
un
derecho
de
aprovechamiento
por
turno
puede
libremente
disponer
de
su
derecho,
sin
más
limitaciones
que
las
que
resultan
de
las
leyes
y
sin
que
la
transmisión
del
mismo
afecte
a
las
obligaciones
derivadas
del
régimen.
El
propietario
o
promotor
es
responsable,
frente
a
los
titulares
de
derechos
de
aprovechamiento
por
turno,
de
la
efectiva
prestación
de
los
servicios.
La
duración
del
régimen
será
superior
a
un
año
y
no
excederá
de
cincuenta
años,
a
contar
desde
la
inscripción
del
mismo
o
desde
la
inscripción
de
la
terminación
de
la
obra
cuando
el
régimen
se
haya
constituido
sobre
un
inmueble
en
construcción.
Extinguido
el
régimen
por
transcurso
del
plazo
de
duración,
los
titulares
no
tendrán
derecho
a
compensación
alguna.
22