Antes
de
abordar
este
tema
hay
que
recordar
que,
basándonos
en
los
datos
históricos
contrastados
hasta
el
presente,
quienes
primero
utilizaron
la
beca
fueron
los
Colegiales
medievales
a
modo
de
una
banda
que
se
colocaba
sobre
el
pecho
y,
desde
ambos
hombros
colgaba
por
la
espalda
con
longitud
variable.
Posteriormente
el
uso
de
la
beca
se
extendió
también
a
los
estudiantes
de
los
Colegios
Mayores,
los
Colegios
Reales
o
Imperiales
e
incluso
a
Colegios
Menores
(seculares,
regulares
y
de
órdenes
militares
y
otra
suerte
de
instituciones
universitarias
vinculadas
en
Alcalá,
Salamanca
y
Valladolid
durante
los
siglos
XVI
y
XVII)
(1)
e
identificaba
a
los
internos
Colegiales
(hijos
de
nobles,
hidalgos
y
terratenientes)
ante
los
Manteístas,
que
no
la
llevaban.
Los
Manteístas
eran
llamados
así
porque
usaban
el
“manteo”
(del
francés
manteau)
que
era
una
capa
larga
con
cuello
que
llevaban
los
eclesiásticos
sobre
la
sotana
y
que
también
usaban
los
estudiantes
que
no
habían
sido
admitidos
como
Colegiales,
quienes
sí
tenían
su
propia
vestimenta:
la
beca
(2).
Por
todo
ello
no
falta
a
la
verdad
afirmar
que,
en
la
Edad
Media,
la
comunidad
universitaria
estaba
integrada
por
los
Colegiales
(llevaban
beca)
y
los
externos,
no
becarios,
que
eran
conocidos
vulgarmente
como
Manteístas
por
usar
el
manteo.
Hasta
el
siglo
XIX
toda
la
documentación
consultada
señala
que
la
beca
sólo
fue
utilizada
por
los
estudiantes
Colegiales.
La
cuádriga
de
estudiantes
que
formaba
las
bigornias
“corría
la
tuna”
para
desplazarse
de
sus
casas
a
las
Universidades
(y
viceversa)
o
para
acudir
a
las
fiestas
populares
o
de
Nochebuena
de
las
poblaciones
o
ciudades
vecinas
donde
pedían
limosna
para
costearse
los
libros
y
cubrir
otras
necesidades
básicas
(como
hacen
los
actuales
“grupos
de
parche”).
Con
todo
ello
cabe
deducir
que
quienes
“corrían
la
tuna”
eran
Manteístas,
escolares
que
NO
USABAN
la
beca
colegial.
Si,
además
había
entre
ellos
sopistas
o
“panza-‐al-‐trote”
(pobres
como
los
sopistas
pero
no
lo
reconocían
públicamente
al
no
acudir
a
recibir
la
“sopa
boba”
de
los
conventos)(3),
¡mucho
menor
posibilidad
de
que
en
las
Bigornias
se
usara
beca!
En
1835,
bajo
la
regencia
de
María
Cristina,
se
suprimió
el
fuero
académico,
desapareciendo
la
condición
privilegiada
disfrutada
hasta
entonces
que
eximía
a
los
universitarios
de
la
justicia
ordinaria
y
su
sometimiento
al
juicio
del
Rector
(4)
y
prohibió
a
los
estudiantes
(excepto
a
los
que
estuviesen
ordenados)
el
uso
del
uniforme
escolar
(formado
por
tricornio,
manteo
y
sotana)
por
no
estar
“en
armonía
con
las
costumbres
del
siglo”
(5).
La
vigencia
del
“Fuero
Académico”
había
desaparecido
por
completo
legalmente
en
el
año
1837
(6).
Igualmente
fue
la
regenta
María
Cristina
quién
permitió
la
libre
asociación,
gracias
a
lo
cual
se
crearon
asociaciones
de
músicos
y
artistas,
con
lo
que,
a
finales
de
esa
década,
nace
en
el
carnaval
madrileño
una
nueva
especie
del
género
de
comparsa
que
se
caracteriza
por
que:
1-‐
sus
miembros
visten
al
uso
de
los
antiguos
estudiantes;
2-‐
interpretaban
aires
nacionales
(algunos
tradicionalmente
ligados
a
los
estudiantes
como
la
jota
estudiantina)
con
una
orquesta
compuesta
principalmente
por
guitarras,
instrumentos
de
plectro
y
panderetas
u
otros
instrumentos
diversos;
y
3-‐
por
pedir
monedas
(postular)
a
los
viandantes
que
se
cruzan
en
su
paso.
(7)
“Este
modelo
se
populariza
tremendamente
y
en
la
década
de
1840-‐1850
se
les
denomina
habitualmente
estudiantinas
(hasta
entonces
ese
término
definía
a
la
generalidad
de
los
estudiantes).
Tal
es
el
éxito
de
estas
comparsas
de
estudiantes
que
la
especie
se
sustrae
de
uno
de
sus
elementos
esenciales,
las
vestimentas,
pasando
a
conocerse
como
“estudiantina”
a
toda
comparsa
postulante
que
interprete
música,
siempre
que
no
pueda
incluirse
en
otros
tipos
de
comparsa
de
definición
obvia,
como
las
“comparsas
de
ciegos”
o
las
“de
impedidos
(7).
Abundan
entonces
las
estudiantinas
que
visten
manteo
y
tricornio,
pero
también
las
que
visten
con
traje
de
zuavos
(cuerpo
argelino
del
ejército
francés)
o
con
camisa
garibaldina
(roja),
de
hecho,
estos
atuendos
se
ponen
de
moda
en
las
décadas
de
1850
y
1860,
decayendo
en
la
de
1870,
momento
en
el
que
las
estudiantinas,
especialmente
las
compuestas
por
verdaderos
estudiantes
comienzan
a
recuperar
el
manteo
y
tricornio
como
seña
de
identidad”
(7,
8)
y
denominarse
“Tuna”
(4).
Así
se
inició
la
progresiva
distinción
entre
Estudiantinas
y
Tunas,
diferenciándose
las
segundas
por
ser
integradas
únicamente
por
estudiantes
universitarios,
y
de
las
que
desciende
directamente
la
Tuna
actual
(9).
Es
en
1878
cuando
nace
el
traje
completo
de
Estudiantina
al
adoptarse
el
popularizado
por
la
“Estudiantina
Española”
que
viajó
a
París
durante
la
Exposición
Universal
del
año
1878
gracias
a
que
fue
retratadísima
en
la
prensa
ilustrada
del
mundo
entero.
(7).
Aquél
traje
diseñado,
confeccionado
e
ideado
ex
profeso
por
el
sastre
de
la
sastrería
del
Teatro
Real,
sirvió
de
modelo
al
resto
de
estudiantinas
que
se
formaron
a
partir
de
entonces
y
estaba
compuesto
por:
1-‐
jubón
de
terciopelo
negro,
abotonado
y
sin
faroles,
con
golilla
y
puños
rizados;
2-‐
lazo
en
la
manga
(generalmente
la
izquierda),
su
color
identificaba
la
Facultad
de
procedencia
como
las
actuales
becas:
amarillo
para
Medicina,
rojo
para
Derecho,
verde
para
Veterinaria...);
3-‐
cinturón
negro;
4-‐
calzón
de
terciopelo
de
igual
color
hasta
las
rodillas;
5-‐
medias
de
seda
negras;
6-‐
zapatos
con
hebilla
de
plata
o
escarapela
en
el
empeine;
7-‐
guantes
gris
perla;
8-‐
manteo
(cruzado
por
delante,
en
el
que
prácticamente
se
envolvían,
pasando
uno
de
los
extremos
que
caía
suelto
por
bajo
de
la
axila
y
lanzándolo,
mediado
el
hombro
contrario,
dejándolo
caer
por
la
espalda;
es
el
precursor
de
la
capa
actual);
y
9-‐
tricornio
quebrado
con
una
cuchara
de
marfil
(los
postulantes
llevaban
gorra
adornada
con
una
pluma
y
capa
corta).
Llevaban
además
los
instrumentos
adornados
con
lazos
de
los
colores
nacionales
y
antifaces
con
los
que
cubrían
su
rostro
como
complemento
carnavalesco.
Según
Juan
Comba
se
trataba
de
un
desdichado
patrón
sin
sentido
histórico
que
mezclaba
prendas
de
diversas
épocas
embellecidas
por
su
confección
esmerada
recurriendo
a
ricos
materiales
(10).
La
Guerra
Civil
española
(1936-‐1939)
truncó
la
evolución
de
las
Tunas,
volviendo
a
constituirse
tras
ella.
El
resurgir
fue
primero
dentro
del
marco
universitario,
las
Tunas,
y
posteriormente
también
fuera
de
este:
Estudiantinas,
Rondallas
y
demás
agrupaciones
carentes
de
relación
con
la
Universidad
(11,12).
En
cuanto
al
uso
de
la
beca
hay
igualmente
constancia
a
mediados
del
siglo
XIX
las
primeras
Tunas,
aquellas
“Estudiantinas
Verdaderas”,
utilizaron
un
lazo
a
la
altura
del
hombro
de
la
manga
izquierda
del
color
asignado
a
la
Facultad
en
la
que
realizaba
sus
estudios.
Según
Darias
Príncipe,
“la
adjudicación
de
colores
como
distintivo
para
los
distintos
estudios
universitarios
es
tan
antigua
como
la
misma
universidad”.
Es
cuestión
de
contemplar
algunas
pinturas
de
los
siglos
XV
al
XVII
con
escenas
de
la
vida
académica
para
observar
esta
clasificación
cromática
(13).
Esos
colores
tradicionales
fueron
recogidos
en
la
normativa
legal
del
siglo
XIX.
En
el
primero
de
los
Decretos
de
1850
se
especificaba
que
“Los
colores
de
las
Facultades
serán:
Teología,
blanco;
Jurisprudencia,
rojo;
Medicina,
amarillo;
Farmacia,
violado;
Ciencias,
verde;
Letras,
azul.”
(art.
14).
En
1859
se
modificó
el
color
de
ciencias
que
pasó
a
ser
azul
turquí
(13).
La
evolución
de
los
estudios
universitarios
con
el
incremento
de
titulaciones,
la
creación
de
nuevas
facultades
y
de
las
universidades
politécnicas
obligaron
a
la
elección
de
nuevos
colores
distintivos
que
fueron
apareciendo
en
los
Decretos
del
7
de
julio
de
1944
y
en
las
Órdenes
de
30
de
noviembre
de
1967,
a
los
que
habría
que
añadir
otras
normativas
ulteriores,
algunas
muy
específicas
o
emanadas
de
disposiciones
adoptadas
por
los
mismos
centros
docentes.
En
la
actualidad,
para
Hernández
Albaladejo
(14),
la
clasificación
cromática
más
generalizada
sería:
-‐
Derecho,
rojo,
-‐
Filosofía
y
Letras:
Filosofía,
Geografía
e
Historia,
Filología
y
Ciencias
de
la
Educación,
azul
celeste,
-‐
Ciencias:
Física,
Geología,
Matemáticas,
Química,
Biología
e
Informática,
azul
turquí.
-‐
Medicina,
amarillo
oro,
-‐
Farmacia,
morado,
-‐
Veterinaria,
verde,
-‐
Ciencias
Políticas,
Sociología,
Económicas
y
Empresariales,
anaranjado,
-‐
Psicología,
violeta,
-‐
Bellas
Artes,
blanco,
-‐
Ciencias
de
la
Información,
gris
azulado,
-‐
Odontología,
fucsia,
-‐
Ciencias
de
la
Actividad
Física
y
el
Deporte,
verde
claro,
-‐
Escuelas
Técnicas
Superiores
de
Arquitectura
e
Ingeniería,
marrón,
-‐
Escuela
Universitaria
de
Enfermería,
gris
medio.
En
la
historia
más
reciente
continúa
siendo
muy
difícil
datar
ciertos
sucesos
en
cuanto
a
la
vestimenta
y
tradición
de
las
Tunas
se
refiere.
Según
conversación
personal
mantenida
a
finales
de
noviembre
de
2011
con
Rafael
Asencio
González,
la
primera
Tuna
que
hasta
el
presente
haya
constancia
documental
que
portó
beca
es
la
Tuna
Universitaria
de
Sevilla,
en
1939,
pero
este
dato
debe
tomarse
(como
todos)
con
la
debida
cautela
pues
en
cualquier
momento
puede
surgir
un
nuevo
hallazgo
investigador
que
lo
pueda
modificar.
Actualmente
se
tiene
en
España
a
la
beca
como
signo
distintivo
del
universitario
(usado
en
actos
protocolarios
de
licenciatura
y
especialidades
universitarias)
y
del
Tuno,
siendo
cada
vez
más
frecuente
que
se
le
imponga
al
alumno
que
finaliza
sus
estudios
preuniversitarios
(15)
y
existiendo,
posiblemente
amparada
en
su
origen
colegial,
alguna
estudiantina
de
centro
docente
preuniversitario
que
porta
beca
(16).
También
se
puede
ver
la
beca
en
los
integrantes
de
coros,
orfeones
y
orquestas
de
plectro
que
representen
a
una
Universidad.
Félix
Martín
Sárraga
Última
revisión
hecha
el
04/12/2011
Imágenes:
1. Museo
Internacional
del
Estudiante.
Reproducida
con
autorización
de
su
director,
D.
Roberto
Martínez
del
Río.
2. Museo
Internacional
del
Estudiante.
Reproducida
con
autorización
de
su
director,
D.
Roberto
Martínez
del
Río.
3. Estudiantina
Española
en
París.
La
Ilustracion
Española
y
Americana,
nº
10.
1878.
4. Tuna
de
la
Facultad
de
Medicina
de
la
Universidad
de
Murcia.
“Tuno
perfecto”,
en
http://www.murcia.com/tunamedicina/curriculum.asp
Visto
el
04/12/2011.
Bibliografía
utilizada:
1. Manuel
Casado
Arboniés
y
Pedro
Manuel
Alonso
Marañón.
Alcalá
de
Henares
y
América:
Un
nexo
universitario.
En:
Gutiérrez
Escudero,
Antonio,
María
Luisa
Laviana
Cuetos
(coords.):
Estudios
sobre
América:
siglos
XVI-‐XX;
pags.
255-‐288.
Sevilla,2005.
2. Luis
I.
Gordillo
Pérez,
Revista
Deusto
nº
99,
pags.
32
y
33
y
disponible
el
07/01/11
en
http://archivodelapromociondel77.blogspot.com/
3. El
Periodico
para
Todos,
semanario
ilustrado,
nº
1;
pag
6,
1876.
4. Karla
Vomelová.
“El
fenómeno
de
la
Tuna,
su
historia
y
presente”.
Tesis
doctoral.
Universidad
Comenius.
Facultad
de
Filosofía,
Cátedra
de
Románico.
Bratislava,
Eslovaquia.
2008.
5. Real
Orden,
de
3
de
octubre
de
1835,
sancionada
por
Isabel
II.
6. Rafael
Asensio
González,
conversación
personal
en
noviembre
de
2011.
7. Rafael
Asensio
González.
"Los
Medicinantes".
En:
http://www.tunacordoba.es/node/321
Consultado
el
08/01/2011.
8. Rafael
Asencio
González,
“Las
Estudiantinas
del
Antiguo
Carnaval
Alicantino.
Origen,
contenido
lírico
y
actividad
benéfica
(1860-‐1936)”.
Original
facilitado
personalmente
por
el
autor
en
2011.
9. Asensio
González,
R.
Historia
y
orígenes
de
la
Tuna.
En:
http://www.tunaempresariales.uji.es/historia2.htm
Consultado
el
08/01/2011.
10. Juan
Comba.
“El
carnaval
y
las
estudiantinas:
el
traje
de
los
estudiantes
antaño
y
hogaño”,
publicado
en
“La
Correspondencia
de
España”
el
15
de
febrero
de
1910.
11. Rafael
Asensio
González.
Historia
y
orígenes
de
la
Tuna.
En:
http://www.tunaempresariales.uji.es/historia2.htm
Consultado
el
08/01/2011.
12. Rafael
Asensio
González.
La
Tuna
en
España
durante
la
dictadura
del
General
Franco:
I.
Especial
atención
a
su
regulación
legal.
Original
facilitado
personalmente
por
el
autor
en
2011.
13. Darías
Príncipe,
A.,
“Los
colores
en
la
indumentaria
académica:
pasado
y
futuro”,
en
II
Encuentro
de
Responsables
de
Protocolo
y
Relaciones
Institucionales
de
las
Universidades
Españolas,
Logroño,
1999,
pp.
64-‐66.
14. Elías
Hernández
Albaladejo.
De
Universitatis
Splendore.
Revista
Electrónica
de
Estudios
Filológicos.
Vista
el
13/11/11
en
http://www.um.es/tonosdigital/znum4/protocolo/Protocolouniversitario.htm
15. Félix
Martín
Sárraga.
Acto
de
graduación
de
escolares
del
Instituto
Nacional
“Miguel
de
Cervantes”,
de
Murcia.
2004.
16. Félix
Martín
Sárraga.
Censo
de
Estudiantinas.
2011.
Bibliografía
de
apoyo:
1-‐
Rodríguez
Cruz,
Águeda
M.A.
“El
simbolismo
de
los
colores
académicos
tradicionales
y
las
leyendas
de
las
antiguas
cátedras
salmantinas”,
en
Hernández
Díaz,
José
María
(coordinador):
Cuestiones
actuales
de
filosofía
y
pedagogía.
Liber
amicorum
de
Serafín
M.
Tabernero
del
Río.
Salamanca,
2001,
págs.
147-‐152.
2-‐
Rodríguez-‐San
Pedro
Bezares,
Luis
Enrique:
“Vida
estudiantil
cotidiana
en
la
Salamanca
de
la
Edad
Moderna”,
Miscelánea
Alfonso
IX
[Sección
monográfica:
Vida
estudiantil
en
el
Antiguo
Régimen],
2001,
págs.
69-‐96.
3-‐
Rodríguez-‐San
Pedro
Bezares,
Luis
Enrique.
“La
‘nación
de
Vizcaya’
en
las
Universidades
de
Castilla
ss.
XVI-‐XVIII”,
Revista
de
Historia
Moderna.
Anales
de
la
Universidad
de
Alicante
[Número
monográfico
sobre
Enseñanza
y
Vida
Académica
en
la
España
Moderna],
20,
2002,
págs.
11-‐46.