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ËëPRÑLINGAS

Él era normal. Todos lo habían pensado y creído así, eso es importante. Lo otro es la
incredulidad, que trece años después nos hayamos enterado de esa inocencia, por un
miserable dedo, que inclusive fue confundido, resulta, como todo esto, poco creíble.

La credibilidad es un elemento considerado como clave, ellos, siempre existe un ellos, habían
difundido la doble historia, la del asesino y la de la fuga de gas. La última fue la más antigua y
por lo tanto aquella más creíble. El tiempo borró las heridas y a las siete víctimas.

La locura del sujeto en cuestión fue obviamente relacionada con “la obediencia”; el “mano
derecha” decían. Es increíble cuánto respecto a la mente pudimos ignorar. Era un arrepentido,
¡ojo!, con el diario del lunes. Como todos huyó, coqueteo un poco con la tradición familiar y la
“costumbre” de su generación; más y más se iban sumando a las filas de “ellos” “¿Qué es lo
peor que puede pasar?”.

Los amigos, clásico, rebeldes. Rebeldes demasiado cinematográficos, (caracteres dirían), desde
la humillación del más débil, pasando por el típico grupo sobresaliente, llegando al momento
en el que le salvó la vida. Cuánto se puede escribir de él, inclusive, atiendan a la confidencia, se
me empieza a confundir con el amigo. Pero continuemos con él.

De la huida a la captura y el encierro. A diferencia de su breve período de exilio, este no fue


imaginario; y lo curioso era la espacialidad de esta nueva prisión. Lo especial, los guardias.
Resulta casi fantástico imaginar cómo se consumían, la falta de todo y el exceso de poco los
llevaba a una lucidez casi peligrosa. ¿Lo que lo salvó?, pensar. Pensar que todavía le quedaba
algo, afuera y adentro, y alguien que, también confundido por el dedo, lo había creído
asesino.

Como habrán supuesto se escapó, cuando me enteré fui víctima de una de mis
“transformaciones”; una vez recuperado decidí obviamente hacer contacto. El régimen había
caído hace no más de diez años, se vivía una felicidad que, por la eventual ficcionalidad de
algunos hechos, se sabía temporal. En un lugar infantilmente anacrónico nos juntamos,
desertores, traidores, informantes y futuros compañeros, todos acudieron. Un año movido y él
se fue volando, la desaparición de un traidor animalmente travestido es la causa de la
“continuidad” de nuestra historia.

Existen teorías que plantean que cualquier persona, a través de otras cinco, puede estar
relacionada con todo el mundo. En su caso lo que lo mató no fue alguien tan lejano, sino su
prima. En un abrazo bastante gris el arco se lo llevó, ninguna piedra lo pudo traer, es obvio, sí.
Estaba muerto.

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