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Introducción al sistema inmune

Nuestro organismo se ve expuesto a microorganismos patogénicos que intentan colonizarnos, causan enfermedades
e incluso comprometen nuestra supervivencia. El sistema inmune es la herramienta fisiológica formada por un
conjunto de moléculas, células y tejidos que nos defienden de las agresiones causadas por los patógenos o los
tumores. En esta actualización se aborda la relevancia del sistema inmune para asegurar nuestra supervivencia.
El sistema inmune innato
Representa la primera línea de defensa y es el encargado de realizar respuestas rápidas y eficientes frente a los
patógenos. Proporciona al sistema adaptativo el tiempo necesario para activarse, expandirse y seleccionar la mejor
defensa para terminar con ellos.
Componentes celulares del sistema inmune innato
Para realizar su función defensiva, el sistema inmune innato se ayuda de un conjunto de células especializadas: los
granulocitos, incluyen a los neutrófilos, principales defensores frente a patógenos fagocitables, bacterias y hongos, y
a los eosinófilos y basófilos, que nos protegen de parásitos no fagocitables y helmintos. Los monocitos, macrófagos y
células dendríticas destruyen microorganismos y los procesan presentándoselos al sistema adaptativo. Las
células natural killer son las encargadas de eliminar células infectadas por virus o tumorales.
Sistema inmune o inmunológico
Nuestro cuerpo esta compuesto de distintos órganos, cada uno con funciones especiales.
Por ejemplo, el corazón, las arterias y las venas son parte del sistema cardiovascular que tiene la función de
bombear la sangre a todo el cuerpo. El estómago, hígado, páncreas e intestinos son parte del sistema digestivo que
tiene la función de digerir alimentos, absorberlos en el cuerpo, y transformarlos en energía. La nariz, garganta y
pulmones son parte del sistema respiratorio que tiene la función de llevar oxígeno a la sangre y al cuerpo.
Como estos órganos y sistemas, el Sistema Inmunológico tiene una variedad de tejidos y órganos, cada uno
contribuye en alguna manera a las funciones especializadas del Sistema Inmunológico.
Funciones del Sistema Inmunológico:
El Sistema Inmunológico tiene 2 principales funciones: 1) reconocer sustancias (también llamadas antígenos)
extrañas al cuerpo y 2) reaccionar en contra de ellas. Estas sustancias (o antígenos) pueden ser micro-organismos
que causan enfermedades infecciosas, órganos o tejidos transplantados de otro individuo, o hasta tumores en
nuestro cuerpo. El adecuado funcionamiento del Sistema Inmunológico provee protección contra enfermedades
infecciosas, es responsable de rechazar órganos transplantados, y puede proteger a una persona del cáncer.
Una de las funciones más importantes del Sistema Inmunológico es la protección contra enfermedades infecciosas.
El cuerpo está en constante reto por una gran variedad de micro-organismos infecciosos como bacterias, virus y
hongos. Estos micro-organismos pueden provocar una variedad de infecciones, algunas relativamente comunes y
normalmente no muy serias, y otras menos comunes y más serias.
Por ejemplo, una persona en promedio tiene algunas infecciones de "gripe" cada año provocadas por una gran
variedad de virus respiratorios. Otros virus pueden provocar infecciones más serias en el hígado (hepatitis) o
infecciones en el cerebro (encefalitis).
Las infecciones por bacterias más comunes son entre otras, "streptococo" en la garganta, infecciones de la piel
(impetigo) e infecciones en el oído (otitis). En algunas ocasiones una infección por una bacteria puede ser muy seria
como cuando afecta la cubierta del cerebro (meningitis) o cuando afecta los huesos (osteomelitis).
Cualquiera que sea la infección, ya sea causada por una bacteria, virus u hongo, si es relativamente inofensiva o
relativamente seria, si es en la piel, en la garganta, en los pulmones o en el cerebro, el Sistema Inmunológico es el
responsable de defender a esta persona contra el micro-organismo invasor.
Un Sistema Inmunológico normal brinda la habilidad de matar al micro-organismo invasor, limitar el área afectada y
por último brindar la recuperación.
Un Sistema Inmunológico anormal no puede matar a los micro-organismos. La infección se puede distribuir y si no es
tratado puede morir. Por lo tanto pacientes con un Sistema Inmunológico defectuoso comúnmente son susceptibles
a infecciones y esto se convierte en su mayor problema.
En algunas personas las infecciones pueden ocurrir no muy seguido y sin consecuencia. En otros, las infecciones
pueden ser muy seguidas, y con consecuencias, o provocadas por un micro-organismo inusual.
Localización del Sistema Inmunológico
Como todas las partes del cuerpo tienen que estar protegidas contra micro-organismos u otros materiales extraños,
el Sistema Inmunológico se encuentra y tiene acceso en todas las partes del cuerpo. Sin embargo los componentes
más importantes del Sistema Inmunológico están concentrados en la sangre, timo, huesos, anginas, ganglios,
médula ósea, baso, pulmones, hígado y los intestinos.
Cuando una infección empieza en un lugar que solamente tiene unos cuantos componentes del Sistema
Inmunológico, como la piel, se mandan señales por el cuerpo para llamar a grandes cantidades de células al sitio de
la infección.
Componentes del Sistema Inmunológico
El Sistema Inmunológico está compuesto de distintos tipos de células y proteínas. Cada componente tiene una tarea
especial enfocada a reconocer el material extraño (antígenos) y/o reaccionar en contra de los materiales extraños.
Algunos componentes tienen como función única y principal el reconocer el material extraño. Otros componentes
tienen la función principal de reaccionar contra el material extraño. Y algunos otros componentes funcionan para
ambos, reconocer y reaccionar en contra de materiales extraños.
Como las funciones del Sistema Inmunológico son tan importantes para sobrevivir, existen mecanismos de respaldo.
Si un componente del sistema faltara o no funcionara correctamente, otro componente puede hacer por lo menos
algunas de sus funciones.
Los componentes del Sistema Inmunológico son:
Linfocitos B
Linfocitos T
Fagocitos
Complemento
Linfocitos B: Son células especializadas del Sistema Inmunológico (también conocidas como células B) que tienen
como función principal producir anticuerpos (también llamados inmunoglobulinas o gamaglobulinas). Los linfocitos
B se desarrollan de células primitivas (células madre) en la médula ósea. Cuando maduran, los linfocitos B se
encuentran en la médula ósea, nodos linfáticos, baso, ciertas áreas del intestino, y en menos extensión en el fluido
sanguíneo.
Cuando las células B se estimulan con un material extraño (antígenos), responden madurando en otros tipos de
células llamadas células plasmáticas. Las células plasmáticas producenanticuerpos . Los anticuerpos encuentran su
camino hacia el fluido sanguíneo, secreciones respiratorias, secreciones intestinales, y hasta en las lágrimas.
Los anticuerpos son moléculas de proteína altamente especializadas. Para cada antígeno existen anticuerpos
moleculares con diseños específicos. Por lo tanto, hay anticuerpos moleculares que embonan, como llave y chapa, al
virus del polio, otros que específicamente apuntan a la bacteria que causa la difteria, y otros que son compatibles
con el virus de paperas.
La variedad de anticuerpos moleculares es tan extensa que las células B tienen la habilidad de producirlos contra
virtualmente todos los micro-organismos en el medio ambiente.
Cuando las moléculas de los anticuerpos reconocen a los micro-organismos extraños, se unen físicamente al micro-
organismo e inician una compleja cadena de reacciones involucrando a otros componentes del Sistema
Inmunológico que eventualmente destruyen al micro-organismo.
Los nombres químicos para las proteínas de los anticuerpos es inmunoglobulinas o gamaglobulinas. Así como los
anticuerpos pueden cambiar de molécula a molécula con respecto a el micro-organismo al que se unen, también
pueden variar con respecto a sus funciones especializadas en el cuerpo. Este tipo de variación en función
especializada es determinada por la estructura química del anticuerpo, que a su vez determina el tipo de anticuerpo
(inmunoglobulina).
Hay 5 grandes clases de anticuerpos o gamaglobulinas:
Inmunoglobulinas G (IgG)
Inmunoglobulinas A (IgA)
Inmunoglobulinas M (IgM)
Inmunoglobulinas E (IgE)
Inmunoglobulinas D (IgD)
Cada clase de inmunoglobulina tiene una característica química especial que le brinda ciertas ventajas. Por ejemplo,
los anticuerpos en la fracción IgG se forman en grandes cantidades y pueden viajar del fluido sanguíneo a los tejidos.
Estas inmunoglobulinas (anticuerpos) son la única clase que cruza la placenta y le pasa inmunidad de la madre al
recién nacido. Los anticuerpos en la fracción IgA se producen cerca de las membranas mucosas y llegan hasta
secreciones como las lágrimas, bilis, saliva, mucosa, donde protegen contra infecciones en el tracto respiratorio y los
intestinos.
Los anticuerpos de la clase IgM son los primeros anticuerpos que se forman en respuesta a las infecciones y por lo
tanto son importantes para proteger durante los primeros días de una infección. Los anticuerpos en la clase IgE se
encargan de reacciones alérgicas. La función especializada de IgD todavía no se entiende por completo.
Los anticuerpos nos protegen contra las infecciones de distintas maneras. Por ejemplo, algunos micro-organismos se
tienen que pegar a células del cuerpo para poder causar una infección, pero anticuerpos en la superficie pueden
interferir con la habilidad del micro-organismo de adherirse a la célula. Y además, los anticuerpos sujetados en la
superficie de algún micro-organismo pueden activar a un grupo de proteínas llamadas el Sistema del Complemento
que pueden matar directamente a las bacterias y virus.
Bacterias cubiertas por anticuerpos también son mucho más fáciles de ingerir y matar por los fagocitos, que las
bacterias que no están cubiertas por anticuerpos. Todos estas acciones de los anticuerpos previenen que los micro-
organismos invadan tejidos del cuerpo donde pueden causar infecciones serias.
Linfocitos T: Los linfocitos T (algunas veces llamadas células T) son otro tipo de células inmunológicas. Los linfocitos
T no producen anticuerpos moleculares. Las funciones especializadas de los linfocitos T son 1) atacar directamente
antígenos extraños como virus, hongos, tejidos transplantados y 2) para actuar como reguladores del Sistema
Inmunológico.
Los linfocitos T se desarrollan de células madre en la médula ósea. Temprano en la vida del feto, células inmaduras
migran al timo, un órgano especializado del Sistema Inmunológico en el pecho.
En el timo, los linfocitos inmaduros se desarrollan a linfocitos T maduros ("T" por el Timo). El Timo es esencial para
este proceso, y los linfocitos T no se pueden desarrollar en el feto si no tiene Timo. Linfocitos T maduros dejan el
Timo y se van a otros organos del Sistema Inmunológico, como el baso, nodos linfáticos, médula ósea y la sangre.
Cada linfocito T reacciona con un antígeno específico, así como cada anticuerpo reacciona con un antígeno
específico. De hecho, los linfocitos T tienen moléculas en la superficie que son como anticuerpos que reconocen
antígenos.
La variedad de linfocitos T es tan grande que el cuerpo tiene linfocitos T que pueden reaccionar contra virtualmente
cualquier antígeno. Los linfocitos T también varían con respecto a su función. Hay 1) linfocitos T destructores ("killer"
o "effector"), 2) linfocitos T de ayuda ("helper"), y 3) linfocitos T supresores ("suppressor"). Cada uno juega distintas
partes en el Sistema Inmunológico.
Los linfocitos T destructores son los linfocitos que destruyen al micro-organismo invasor. Estos linfocitos T protegen
al cuerpo de bacterias especificas y virus que tienen la habilidad de sobrevivir y reproducirse en las células del
cuerpo. Los linfocitos T destructores también responden a tejidos extraños en el cuerpo, como por ejemplo un
hígado transplantado. Los linfocitos T destructores migran al sitio de la infección o al tejido transplantado. Cuando
llegan, los linfocitos T destructores se fijan a su blanco y lo destruyen.
Los linfocitos T de ayuda, ayudan a los linfocitos B a producir anticuerpos y ayudan a los linfocitos T destructores en
el ataque a sustancias extrañas. Los linfocitos T de ayuda hacen mas efectiva la función de los linfocitos B,
provocando una mejor y mas rápida producción de anticuerpos. Los linfocitos T de ayuda también hacen mas
efectiva la función de destrucción de los linfocitos T destructores.
Por otra parte los linfocitos T supresores, suprimen o apagan a los linfocitos T de ayuda. Sin esta supresión, el
Sistema Inmunológico seguiría trabajando después de la infección. Juntos los linfocitos T de ayuda y supresores
actuan como el termostato de todo el sistema de linfocitos y los dejan prendidos el tiempo suficiente - no mucho
tiempo y no muy poco tiempo.
Fagocitos: Los fagocitos son células especializadas de el sistema inmunológico cuya función primaria es ingerir o
matar micro-organismos. Estas células, como otras en el sistema inmunológico, se desarrollan de células madre en la
médula osea. Cuando maduran, migran a todos los tejidos del cuerpo pero especialmente en la sangre, baso,
hígado, nódulos linfáticos y pulmones.
Hay diferentes tipos de fagocitos. Leucocitos Polimorfonucleares (neutrófilos o granulocitos) son comunmente
localizados en la sangre y pueden migrar a sitios de infección en minutos. Son estos fagocitos los que se incrementan
en la sangre durante una infección y es responsable en gran parte de las cuentas grandes en las biometrías
hemáticas.
Los fagocitos son también los que dejan el fluido sanguíneo y se acumula en los tejidos durante las primeras horas
de la infección y es responsable de la formación de pus. Los monocitos son otro tipo de fagocitos en la sangre.
También cubren las paredes de las venas en órganos como el hígado y el baso. Aquí actúan para capturar micro-
organismos que pasan por la sangre. Cuando los monocitos salen del fluido sanguíneo y entran en los tejidos,
cambian de forma y tamaño para convertirse en macrófagos .
Los fagocitos sirven distintas funciones críticas en el cuerpo contra infecciones. Tienen la habilidad de salir del fluido
sanguíneo y moverse hacia los tejidos al sitio de la infección. Cuando llegan al sitio de la infección, se comen al
micro-organismo invasor. La ingestión de los micro-organismos es mucho mas fácil cuanto están cubiertos de
anticuerpos o complemento o ambos. Una vez que el fagocito se come al micro-organismo, inicia una serie de
reacciones químicas dentro de la célula que resultan en la muerte del micro-organismo.
Complemento: El sistema del complemento tiene 18 proteínas que funcionan de manera ordenada e integrada para
ayudar en la defensa contra infecciones y producen inflamación. Algunas de las proteínas del complemento las
produce el hígado, y otras las producen ciertos fagocitos, los macrófagos.
Para realizar sus funciones de protección, los componentes del complemento deben convertirse de formas inactivas
a formas activas. en algunos casos, los micro-organismos primero tienen que combinarse con anticuerpos para
poder activar el complemento. En Otros casos los micro-organismos pueden activar el complemento sin la ayuda de
los anticuerpos.
Ya activado, el complemento puede realizar funciones de defensa contra infecciones. Como mencionamos una de las
proteínas del complemento cubre a los micro-organismos para que puedan ser ingeridas con mayor facilidad por los
fagocitos. Otros componentes del complemento mandan señales químicas para atraer fagocitos a los lugares de
infección. Cuando todo el sistema se encuentra en la superficie de algunos micro-organismos, puede romper la
membrana de la célula, y matarla.
Las 10 señales de Deficiencias Inmunológicas Primarias:
1) Ocho o más infecciones de oído distintas en un año.
2) Dos o más infecciones serias de sinusitis en un año.
3) Dos o más meses con antibióticos y con poco efecto.
4) Dos o más neumonías en un año.
5) Un niño que no sube de peso o que no crezca adecuadamente.
6) Abscesos recurrentes profundos en la piel o en otros órganos.
7) Infecciones por hongo en la boca o en la piel después del año de edad.
8) Que necesite antibióticos intravenosos para eliminar la infección.
9) Dos o más infecciones graves como meningitis, osteomelitis, o sepsis.
10) Historia en la familia de deficiencias inmunológicas primarias.
RELACIÓN ENTRE EL SISTEMA NERVIOSO, SISTEMA INMUNOLÓGICO Y SISTEMA ENDOCRINO
Miguel Angel Pascual Almeida 12 enero, 2017Sin comentarios
El equipo perfecto: el SN, SE y SI
La psiconeuroinmunologìa estudia y analiza los mecanismos de interacción y comunicación de las funciones
mentales con los tres sistemas responsables de mantener la homeostasis del organismo: el Sistema Nervioso, el
Endocrino y el Inmune.
De esta manera también permite la adaptabilidad del medio donde el hombre se relaciona. La comunicación tiene
un lenguaje bioquímico que se da en tres formas: neurotransmisores, hormonas y citoquinas (coordinan y regulan
casi todos los procesos fisiológicos).
Estudios recientes afirman que los sistemas (inmunológico, endocrino y nervioso) no trabajan de forma
independiente sino de forma conjunta, ya que el SN y SE pueden modular al SI y éste también puede actuar de
forma inversa.
El Sistema Nervioso y el Sistema Endocrino como moduladores de la función inmune
El sistema neuroendocrino regula al SI través de pequeñas descargas de neurotransmisores (SNA), de hormonas (SE)
y neuropéptidos (SN).
Se ha descubierto la existencia de fibras nerviosas en los órganos linfoides (médula ósea, timo, bazo, ganglios
linfáticos, …), que conectan la comunicación entre el SN y el SI a través del SNA. Así mismo el neuroendocrino regula
el SI mediante la liberación de las hormonas producidas por el SNC (hipotálamo) y las diferentes glándulas que
llegan al torrente sanguíneo.
La activación del Sistema Endocrino puede modular la actividad inmune de diversas formas:
Mediante neurohormonas liberadas a la sangre a través de la hipófisis posterior.
Mediante las hormonas liberadas por las glándulas que se encuentran bajo control de la hipófisis
Mediante las hormonas liberadas por la hipófisis anterior
El Sistema Inmune como modulador de la actividad del SN y del SE
Las respuestas que desencadenan el SI son conocidas como citoquinas cuya función es modular la actividad nerviosa
y hormonal, las vías de comunicación se activan mediante la activación del nervio vago o por la estimulación de ellas
a través de la serotonina, catecolaminas, la noradrenalina, la acetilcolina las prostaglandinas o el óxido nítrico.
Las citosinas establecen contacto con el cerebro mediante el sistema vascular, debido a que pueden cruzar la barrera
hematoencefálica y penetrar el SNA por las estructuras circunventriculares, las estructuras nerviosas que más
rápidamente se activan con la presencia de las citoquinas para comunicarse con el cerebro son la activación de
segundos mensajeros y sus respectivas enzimas, entre ellos el dióxido nítrico y su sintasa y la prostaglandina y su
enzima, la cicloxigenasa.
Las citoquinas son capaces de generar cambios conductuales importantes, dirigidos específicamente a la adaptación
de la homeostasis, como el aumento de sueño, la fatiga, la disminución del apetito sexual
istema nervioso y sistema inmune: ¿una relación más estrecha de lo que pensábamos?
5 mayo, 2016 Deja un comentario
Hace ya un cierto tiempo que sabemos que existe una conexión entre nuestro sistema nervioso y nuestro sistema
inmunitario. Desde el descubrimiento de la acción antiinflamatoria de algunas hormonas, cada vez ha habido
mayores avances en el terreno de la psiconeuroinmunología. Entre ellos, algunos estudios han revelado la presencia
de terminaciones nerviosas cerca de células inmunitarias, como linfocitos T o B, en órganos del sistema
inmunológico, como el timo, los ganglios linfáticos o el bazo. Estas conexiones permitirían transmitir información
entre el sistema nervioso y las células T, por ejemplo, que secretarían a su vez señales para activar otras células de la
inmunidad, como macrófagos y otros linfocitos. Éstos podrían producir después ciertas citoquinas, regulando así la
respuesta inmunitaria.
Precisamente, los autores de un artículo publicado en la revista The Journal of Experimental Medicine1, explican
como señales nerviosas transmitidas a través del nervio vago podrían formar parte de un “reflejo inflamatorio”. Esto
significa que existe un circuito neuronal que es capaz de modular respuestas inmunitarias. Estos reflejos
inflamatorios se encargarían de mantener la homeostasis inmunológica, es decir, de mantener el equilibrio de la
respuesta inmune, pues un exceso o una falta de actividad puede provocar enfermedades. De hecho, hay evidencias
que demuestran que la “no resolución” de la inflamación puede llevar a enfermedades como aterosclerosis,
obesidad, cáncer, enfermedad inflamatoria intestinal, neurodegeneración, esclerosis múltiple, artritis reumatoide,
etc.
Hay varios estudios que corroboran estas hipótesis. Por ejemplo, parece ser que en ratones “nude”, en los que no
funciona correctamente el timo, y por tanto no funcionan como toca los linfocitos T, el reflejo inflamatorio no
funciona de la misma manera. Además, lesiones anatómicas, funcionales o moleculares a nivel del nervio vago
aumentan la producción de citoquinas asociadas con la “no resolución” de la inflamación. Incluso se ha visto que, en
pacientes con enfermedades autoinmunes con importante componente inflamatorio, no funciona correctamente la
señalización a nivel del nervio vago.
Esta comunicación es también importante porque permite al Sistema Nervioso Central (SNC) saber lo que ocurre a
nivel de varios órganos. Cambios en los niveles de citoquinas u otras moléculas o cambios de pH pueden ser
comunicados de esta forma al sistema nervioso. De hecho, se ha visto que estos reflejos neurales conectan con
circuitos responsables de comportamientos y respuestas fisiológicas asociadas a inflamaciones agudas y crónicas,
como la fiebre, anorexia, depresión, caquexia…
Por último, también es importante destacar que nuestro intestino tiene muchas fibras nerviosas, lo que aporta
constantemente información al sistema nervioso. En esta línea, parece incluso que el consumo de grasa en la dieta
activa el reflejo inflamatorio.
Psiconeuroinmunología. Interrelación entre los sistemas nervioso, endocrino e inmunitario.
ENCARNACIÓN AYALAa
a
Doctora en Farmacia
Resumen
La enfermedad es, a menudo, el resultado de la interacción de múltiples factores, interacción que tiene lugar
principalmente a través de los sistemas nervioso, endocrino e inmunitario. En el presente artículo se aborda la
denominada psiconeuroinmunología, como rama de la ciencia que estudia las complejas interrelaciones entre el
sistema nervioso central y el sistema inmunitario.
Desde tiempos inmemoriales se ha observado la asociación existente entre situaciones de estrés físico y psicológico
con la génesis de enfermedades, sobre todo infecciones. No en vano ya en el año 400 a.C. Hipócrates hizo popular el
tándem «Mente sana en cuerpo sano».
Durante las últimas décadas se ha ido acumulando bastante información que apoyaba la hipótesis según la cual los
sistemas nervioso y endocrino desempeñan un importante papel en la fisiopatología de enfermedades que afectan
al sistema inmunitario, incluyendo procesos infecciosos, cáncer y enfermedades autoinmunitarias. Inicialmente se
pensaba que los factores relacionados con el sistema nervioso (incluyendo los factores psicosociales)
desempeñaban un destacado papel en la etiología de los procesos autoinmunitarios, sin embargo, estudios más
recientes indican que dichos factores interaccionan con otros determinantes clínicamente importantes, entre los
que se incluyen los factores genéticos y la exposición a patógenos, que determinan el curso y el pronóstico de la
enfermedad.
Actualmente se admite que la interacción entre el sistema nervioso central y el organismo es mucho más dinámica
de lo que se creyó en un principio, puesto que hay una serie de sustancias que, partiendo del sistema inmunitario,
son capaces de alterar las funciones psicológicas y neurológicas, actuando tanto a nivel central como periférico, lo
que hace pensar que la comunicación entre ambos sistemas tiene un carácter bidireccional.
TODO SER VIVO EXPERIMENTA Y REQUIERE ESTRÉS, YA QUE ÉSTE LE PERMITE ADAPTARSE A NUEVAS
CONDICIONES, EN OCASIONES LESIONANTES.
Finalmente, no puede obviarse la ya mencionada interacción existente entre el sistema inmunitario y el sistema
nervioso, ya que las células del primero son influenciadas por el sistema nervioso, tanto central como periférico,
dando lugar a la producción por parte del sistema inmunitario de las denominadas citoquinas, que tienen capacidad
para alterar la actividad neuronal, influyendo en los distintos procesos bio-psicológicos. Surge así el apasionante
campo de la psiconeuroinmunología, aunque sería más apropiado hablar de psiconeuroendocrinoinmunología,
como se verá seguidamente.
DISCIPLINA INTEGRADORA
La psiconeuroinmunología es una disciplina que aglutina a investigadores de numerosas especialidades médicas,
tales como neurociencias, inmunología, fisiología, farmacología, psiquiatría, psicología, ciencias de la conducta,
reumatología y enfermedades infecciosas. Se encarga de estudiar las interacciones entre el sistema inmunitario, la
conducta, el sistema nervioso central y el sistema endocrino.
Como parcela de conocimiento presenta un desarrollo bastante reciente, ya que durante mucho tiempo se creyó
que el sistema inmunitario era un sistema exclusivamente autorregulado.
Los diferentes trabajos de investigación realizados en el campo de la psiconeuroinmunología permiten sacar las
siguientes conclusiones:
Las células del sistema inmunitario expresan receptores para numerosas moléculas reguladas mayoritariamente por
el sistema nervioso central: receptores adrenérgicos (a y b), receptores dopaminérgicos, receptores serotonérgicos y
receptores histaminérgicos, entre otros.
La identificación de fibras del sistema nervioso central en los tejidos linfáticos muestra la existencia de una
comunicación directa entre sistema nervioso central y sistema inmunitario.
Los estudios en animales de experimentación han evidenciado mediante lesiones en regiones del sistema nervioso
central que la regulación del sistema inmunitario corresponde al cerebro.
La interconexión entre sistema inmunitario y sistema nervioso central se evidencia también en que los procesos de
aprendizaje influyen sobre el sistema inmunitario, condicionándolo, bien potenciándolo o reduciéndolo.
Las conclusiones que se acaban de exponer apoyan la existencia de complejos mecanismos de interacción y
comunicación entre los sistemas nervioso, endocrino e inmunitario. Esta comunicación utiliza un lenguaje
bioquímico en el que intervienen sustancias producidas por los propios sistemas: neurotransmisores, hormonas y
citoquinas, respectivamente.
PSICONEUROINMUNOLOGíA Y ENFERMEDAD
Las creencias y el sistema de valores de cada individuo permiten que éste pueda procesar situaciones generadoras
de estrés, que en función de esas creencias y de esos valores pueden traducirse en sentimientos diversos (miedo,
cólera, depresión, indefensión, desesperanza??), inputs negativos que actúan bioquímicamente, activando diversos
mecanismos, entre ellos el eje formado por el hipotálamo, la hipófisis y las glándulas suprarrenales. La activación de
los citados mecanismos puede suprimir o reducir la respuesta del sistema inmunitario, lo que a su vez permite que
se desarrollen cuadros patológicos de naturaleza diversa, uno de los cuales es el cáncer.
Los resultados procedentes de estudios experimentales y de observaciones clínicas permiten concluir que las
enfermedades son el resultado de la interacción entre múltiples factores, que dependen tanto del agente agresor
(bacterias, virus, agentes carcinógenos), como del organismo agredido (características genéticas, nerviosas,
endocrinas, emocionales, inmunológicas, cognoscitivas y comportamentales, edad, género, experiencias vitales y
factores psicosociales). Todos estos datos ofrecen grandes posibilidades desde la perspectiva clínica, pues ofrecen la
posibilidad de plantear el tratamiento psicológico como apoyo al tratamiento farmacológico, o incluso como
tratamiento preventivo de la enfermedad.
ESTRÉS
El estrés puede definirse como cualquier estímulo que se perciba como amenaza para la homeostasis y seguridad
del individuo. Cuando el estímulo persiste se desarrolla tolerancia, mientras que si es muy intenso, descompensa al
sujeto (puede incluso llegar a causarle la muerte).
Puesto que constituye un mecanismo de adaptación psicológica y orgánica a cambios del ambiente interno y
externo, el estrés es universal e inherente a los seres vivos. Existen diversos tipos de estrés:
Físico (trauma, cirugía, quemaduras, infección).
Psicológico (problemas interpersonales, disgustos, exámenes).
Metabólico (hemorragias, deshidratación, hipoglucemia, cetoacidosis).
Farmacológico (anfetaminas, cocaína).
Todo ser vivo experimenta y requiere estrés, ya que éste le permite adaptarse a nuevas condiciones, en ocasiones
lesionantes. El estrés también afecta a virus y bacterias.
En la respuesta al estrés se distinguen tres fases: alarma o reacción, adaptación y descompensación. Las dos
primeras fases entran dentro de lo cotidiano y beneficioso para la vida, produciéndose un leve aumento de las
hormonas de estrés, al mismo tiempo que mejoran las funciones orgánicas para conseguir adaptarse o triunfar
sobre retos estresantes. La fase de descompensación se caracteriza por su negatividad, favoreciendo el desarrollo de
patologías agudas, crónicas y mortales. Factores tales como la genética y las experiencias traumáticas previas del
individuo influyen en la tolerancia y adaptación al estrés (fig. 1)
RESPUESTA INMUNITARIA
La inmunidad innata o inespecífica y la inmunidad específica o adquirida son los dos componentes que,
convenientemente comunicados, constituyen el sistema inmunitario. A su vez, la inmunidad específica incluye dos
subtipos: la inmunidad humoral, representada por los anticuerpos producidos por los linfocitos B, y la inmunidad
celular, mediada por los linfocitos T (fig. 2).

La respuesta inmunitaria la inician las células del sistema inespecífico (neutrófilos, macrófagos y células dendríticas),
que fagocitan los gérmenes y presentan seguidamente los antígenos a los linfocitos T ayudadores (T CD4). Estos
linfocitos deciden si actuará la inmunidad específica humoral o bien la inmunidad específica celular.
El contacto intercelular y las denominadas citoquinas permiten la comunicación entre los distintos componentes del
sistema inmunitario, así como la modulación de su respuesta.
Las citoquinas son glicoproteínas de bajo peso molecular, generadas por activación del sistema inmunitario, capaces
de unirse a receptores específicos presentes en la superficie celular, con la finalidad de modificar el patrón de
expresión genética de las células diana. Actualmente se conocen casi unas 200 citoquinas cuyas acciones biológicas
y orígenes son muy variados. En general, las citoquinas actúan en cascada, regulando procesos tales como la
hematopoyesis, la proliferación, la diferenciación celular y la apoptosis.
ESTRÉS E INMUNIDAD
Los estudios sobre los efectos del estrés sugieren que éste puede alterar el sistema inmunitario, dando lugar a la
aparición de procesos infecciosos, oncológicos o autoinmunitarios, procesos que son debidos a una inhibición de la
respuesta inmunitaria. La capacidad de adaptación del organismo frente al estímulo afecta a la respuesta
inmunitaria, condicionando de este modo la respuesta individual frente a la infección, el cáncer, etc. Conviene
recordar que en determinadas etapas de la vida (fetal, perinatal y senescencia), la interacción estrés-inmunidad
adquiere una mayor importancia.
Por otra parte, durante el estrés se liberan neurotransmisores y hormonas que en su mayoría tienen receptores y
actividad sobre las células inmunitarias. Así por ejemplo, los corticoides inhiben a un gran número de citoquinas
proinflamatorias.
En general puede decirse que un hecho estresante afecta al sistema inmunitario de dos formas:
Causando cambios en la distribución de células en el organismo, lo que influye en la respuesta local frente a un
agente patógeno.
Alterando la propia respuesta celular.
IMPACTO CLÍNICO DE LAS ALTERACIONES INMUNITARIAS GENERADAS POR ESTRÉS
El estrés grave, tanto si es agudo como si es crónico, influye profundamente en la susceptibilidad y en la evolución
de patologías agudas y crónicas, ya que induce desórdenes en la inmunorregulación, y específicamente, en las
cadenas de citoquinas inmunorreguladoras.
Entre los cuadros clínicos que se asocian al estrés se incluyen infecciones, trauma, cáncer, alergia, autoinmunidad y
enfermedades psiquiátricas.
Como ya se ha mencionado, la comunicación entre sistema inmunitario y sistema nervioso central es de carácter
bidireccional y comienza ya en el propio embrión, en el que aparecen gran cantidad de moléculas
inmunorreguladoras, tales como el factor de necrosis tumoral a. Esta comunicación se mantiene durante toda la
vida, con lo que se demuestran los efectos neuropsicológicos de las citoquinas, la activación inmunitaria y los
efectos inmunomoduladores del sistema neuroendocrino. Ésta es la razón por la que actualmente existen
numerosas investigaciones en curso sobre los efectos que ejercen las citoquinas en enfermedades inflamatorias,
neuropsicológicas y degenerativas, de modo que el estudio del efecto del estrés en patologías como la depresión, la
esquizofrenia, la enfermedad de Alzheimer o el propio proceso de envejecimiento es una disciplina de máxima
actualidad.
TRAUMA
Se ha comprobado que los pacientes politraumatizados y en estado crítico suelen presentar cuadros anérgicos
(caracterizados por cansancio o fatiga que se presentan de forma brusca, a menudo relacionados con una bajada de
defensas), e incluso son más susceptibles a procesos infecciosos de tipo bacteriano y fúngico oportunistas, lo cual es
debido a defectos en la inmunidad innata, celular y humoral.
En relación con la piel y las mucosas, sobre todo en lo que respecta a la mucosa gastrointestinal, la inmunidad se ve
afectada por la reducción en el número de linfocitos B y en la producción de inmunoglobulina A (IgA), lo que se
traduce en un retraso en la cicatrización de heridas quirúrgicas y traumáticas.
Actualmente se sabe que en pacientes politraumatizados y críticos, la secreción de citoquinas fluctúa enormemente,
pasando de un estado con predominio proinflamatorio en el que destaca la producción de interleucina 1, factor de
necrosis tumoral a, interleuquina 2 e interferón g, a otro de carácter antiinflamatorio con predominio de las
interleuquinas 4 y 10. Se admite que la interacción entre citoquinas proinflamatorias y citoquinas antiinflamatorias
condiciona las disfunciones inmunitarias, así como el pronóstico del paciente.
El exceso de citoquinas proinflamatorias ocasiona las complicaciones más frecuentes y letales en enfermos
politraumatizados y críticos: insuficiencia respiratoria aguda y fallo multisistémico orgánico. Por el contrario, las
deficiencias de las citadas citoquinas, junto con un exceso de las citoquinas antiinflamatorias, se asocia con un
estado de anergia a antígenos cutáneos, lo que conlleva una situación de inmunodeficiencia celular grave.
Los resultados de algunos estudios experimentales indican que el interferón g y los agonistas adrenérgicos b
merman la formación de interleuquina 10, lo que se traduce en un aumento de la inmunidad celular, mejorando así
el pronóstico de humanos y animales críticamente enfermos.
CONCLUSIONES
Actualmente se cree que el sistema inmunitario es un órgano sensorial que explora el medio interno para descubrir
infección y traumas e informar al sistema nervioso central. Es entonces cuando este último elabora mensajes
endocrinos y neurotransmisores que regulan la respuesta inmunitaria, evitando así la hiperactividad inmunitaria
inflamatoria que puede lesionar al huésped. Así pues, el estrés intenso, tanto físico como psíquico, altera el sistema
inmunitario de varias formas:
Favoreciendo el desarrollo de infecciones oportunistas por inmunodeficiencia celular cuantitativa y funcional o
cualitativa.
Participando en o favoreciendo el desarrollo de cuadros de origen inflamatorio agudo, por alteración de las cadenas
de citoquinas.
Favoreciendo el desarrollo de enfermedades tan diversas como el Alzheimer y las patologías autoinmunitarias, en
cuya etiología se cree que podrían influir los trastornos de las citoquinas inducidos por el estrés.
Produciendo reactivación viral, que podría ser consecuencia de un estrés intenso crónico y agudo.
ENTRE LOS CUADROS CLÍNICOS QUE SE ASOCIAN AL ESTRÉS SE INCLUYEN INFECCIONES, TRAUMA, CÁNCER,
ALERGIA, AUTOINMUNIDAD Y ENFERMEDADES PSIQUIÁTRICAS
PROCESOS INFECCIOSOS
El estrés induce una inmunodesviación de las citoquinas, proceso que parece influir poderosamente en la evolución
de las enfermedades infecciosas, especialmente en aquellas producidas por gérmenes intracelulares combatidas
mediante inmunidad celular Th1, células citotóxicas natural killer, CD4 y CD8. Se incluyen aquí procesos virales,
tuberculosis, lepra, sífilis, infecciones fúngicas, enfermedades parasitarias y tumores, especialmente los asociados a
infecciones. Se sabe que las infecciones virales, y especialmente las de virus persistentes como los del grupo herpes,
muestran reactivación durante el estrés, junto o simultáneamente con alteraciones inmunitarias funcionales y
cuantitativas. También ha sido demostrada una ineficiente respuesta inmunitaria a vacunas virales administradas a
personas en situación de estrés.
Mención especial merece la infección por el VIH, en la que se ha demostrado que las citoquinas están involucradas,
por ejemplo, en la progresión de la infección desde el estado asintomático al síndrome de inmunodeficiencia
adquirida (SIDA), caquexia, síndrome de desgaste metabólico y génesis de tumores. Los pocos enfermos que
experimentan una mejora espontánea en la infección por VIH la deben a distintos factores que favorecen el
desarrollo de inmunidad específica anti-VIH con células CD8.
Actualmente se dispone de evidencias, tanto biológicas como clínicas, que corroboran las sospechas existentes
acerca de la importancia de los factores estresantes de tipo psicosocial, emocional y traumático, en la aceleración de
la progresión hacia el sida.
ENFERMEDADES AUTOINMUNITARIAS Y ALERGIA
El efecto del estrés en los procesos autoinmunitarios es sumamente complejo. Puede exacerbar en unos casos y
mejorar en otros los síntomas de los diversos cuadros autoinmunitarios.
Por otra parte, deben tenerse muy en cuenta los estados hipo e hiperactivos del eje del estrés (eje
hipotálamo/hipófisis/adrenal), que son abundantes en la clínica humana. Se consideran estados hipoactivos la
supresión de la corticoterapia, el posparto inmediato, el síndrome de fatiga crónica, la enfermedad de Addison y la
tensión premenstrual, entre otros. Los sistemas de estrés hiperactivos se aprecian en estrés crónico, alcoholismo y
síndrome de abstinencia, depresión, desnutrición, ejercicio exagerado y primer trimestre del embarazo, entre otros.
CÁNCER
Determinados estados anímicos como la depresión se han asociado con la génesis y evolución de procesos malignos.
Se ha observado que la respuesta inmunitaria se ha correlacionado con la supervivencia al cáncer.
Se sabe que el estrés favorece el desarrollo de neoplasias, debido fundamentalmente a alteraciones en la
inmunorregulación y en el ADN que afectan a los mecanismos de reparación de éste. Hay evidencias que
demuestran que los sujetos estresados son más vulnerables a los tóxicos ambientales, tanto a nivel inmunitario
como genético.
ENFERMEDADES PSIQUIÁTRICAS
En relación con los trastornos psiquiátricos, las citoquinas parecen desempeñar un importante papel en patologías
tales como la esquizofrenia y la enfermedad de Alzheimer. Respecto a esta última, se ha observado un aumento de
las interleuquinas 1 y 6, que a su vez se han correlacionado con incrementos en la síntesis de proteínas amiloides,
por lo que pueden considerarse uno de los factores determinantes de esta enfermedad.
Al abordar la relación entre trastornos psiquiátricos y sistema inmunitario, se observa que la depresión ha sido la
enfermedad más estudiada en este ámbito, habiéndose observado en su desarrollo una disminución en la actividad
de las células natural killer y en la respuesta a mitógenos. Por otra parte, la severidad de la depresión, la edad y el
sexo del afectado también influyen en el funcionamiento del sistema inmunitario. Las alteraciones encontradas en
los enfermos deprimidos podrían explicarse a partir de la alteración en la secreción de cortisol, sustancia que
desempeña un importante papel en el funcionamiento del sistema inmunitario.

En otro orden de cosas, está ampliamente aceptado que el marcador biológico más consistente en la depresión es la
alteración del sueño, y especialmente el despertar precoz. Además, los problemas relacionados con el sueño están
muy presentes en los síntomas de enfermedades como la fibromialgia y la fatiga crónica, a lo que hay que unir el
actual ritmo de vida, que modifica de forma sustancial la calidad y la cantidad total de sueño. Precisamente otro de
los factores que también inciden en la función inmunitaria es el ritmo vigilia/sueño. Of

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