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Julio Cesar PDF
Julio Cesar PDF
JULIO CÉSAR
por José Manuel Gil Sánchez
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Dedico esta biografía a Samuel, de quien tengo la suerte de ser
padrino. Él, ganó la primera edición, allá por el año 2004, del Concurso
“El Gran Julio César”. ¡Ave Samuel!
ÍNDICE
0. Prefacio……………………………………… III
4. Bibliografía…………………………………. XCVI
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0.- PREFACIO
La presente biografía está escrita por mi, José Manuel Gil Sánchez, profesor
de Ciencias Sociales del Colegio Sagrada Familia P.J.O. de Valencia, como base
teórica para todos mis alumnos/as, con la que participan en el Concurso Anual EL
GRAN JULIO CÉSAR, un concurso de preguntas y respuestas realizado desde el
curso 2003 – 2004, cuando vi una película (Emperor’s Club) donde se hacía un
concurso parecido. Me encantó la idea y la llevé a efecto, personalizando el
funcionamiento y por supuesto creando esta base teórica por propia iniciativa, tras
comprobar en la primera edición del mismo, que si daba libertad en el estudio de la
biografía de César, algunos datos y fechas se cruzaban, teniendo problemas de
funcionamiento del concurso.
Esta era la finalidad, que ha supuesto un trabajo personal de más de dos años.
He tratado de hacer una biografía sencilla, sin grandes alardes históricos ni
documentales, basándome en la anécdota más que en el análisis profundo de los
acontecimientos. En resumen, unos apuntes destinados a alumnos de Enseñanza
Secundaria Obligatoria (E.S.O.) de edades comprendidas entre los doce y los
dieciséis años.
Txema Gil.
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1.- FAMILIA
GAIUS IULIUS CAESAR o Cayo Julio César nació en Roma el día 13 del
mes que los romanos llamaban quintilis, que a su muerte tomó su nombre y pasó a
ser el día 13 de julio del año 100 a.C.
Moneda de César.
Su madre era Aurelia Cota, hija de Lucio Aurelio Cota (cónsul en el 118 a. C. )
y Lucilia, los abuelos maternos de César, una familia patricia que destacaba en
Roma por su sabiduría y gran visión política, lo que unido a la discreción que les
caracterizaba, hicieron de la madre de César una de las más grandes matronas
romanas y una gran influencia en la vida de nuestro protagonista. La mujer que tuvo
en su vientre al Gran Julio César, le enseñó a ser clemente y magnánimo, generoso,
dulce en el trato y fiel a sus amigos. Fue un gran apoyo durante toda su vida. César
la adoraba y reverenciaba.
Aurelia Cota.
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Aurelia se casó mediante el rito de la confarreatio con Cayo Julio César,
padre de César, pasando a formar parte de la gens Iulia, lo que significaba que
todos los bienes de la esposa pasaban a las manos del marido, que se convertía en el
pater familias, dueño y señor del patrimonio familiar. Entre estos bienes había una
insulae o edificio de varias plantas con un patio interior que ocupaba una manzana,
en el barrio romano del Subura, lugar al que se trasladaron a vivir la joven pareja y
donde nació César.
El padre de César, que tenía su mismo nombre, era un militar que falleció muy
pronto (en el 85 a.C.) teniendo escasa o nula influencia en la vida y en la
personalidad de su hijo, pero que le transmitió una herencia familiar de la que
César se sentía tremendamente orgulloso y que le capacitaba para tratar de
alcanzar las más altas dignidades de la Roma Republicana.
Los IULIUS eran uno de las de más puros linajes de Roma, que se remontaba
a un ilustre personaje, Iulius Ascanius, el hijo del legendario héroe troyano Eneas,
que a su vez era hijo de la mismísima diosa Venus. Eneas había defendido Troya de
los ataques de los aqueos y había escapado en el último momento para viajar hasta
la península Itálica y fundar la dinastía más pura de los romanos y que se
autodenominaban patricios, miembros del Senado, directores de los designios de la
urbe que dominó el mundo durante más de cinco siglos.
El ojo que tuvo el abuelo de César para emparentar a sus hijas fue
espectacular, pues tanto Cayo Mario como Lucio Cornelio Sila, dirigieron los
designios de la urbe y entraron a formar parte de la historia de Roma de forma
imperecedera.
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El padre de César siempre estaba sirviendo en el ejército y acudía en muy
pocas ocasiones a casa. Un buen día, sirviendo en Pisae, se agachó a atarse una
bota y cayó fulminantemente muerto. La autopsia dictaminó que había muerto por
la ruptura de un vaso sanguíneo.
De la unión entre Cayo Julio César y Aurelia Cota nacieron dos niñas y un niño:
• Iulia, llamada Lía, 6 años mayor que César.
• Iulia Minor, llamada Ju-Ju, 3 años mayor que César.
• GAIUS IULIUS CAESAR, el romano más grande de todos los tiempos.
Cayo Mario era un rico terrateniente romano que había escalado todos los
peldaños del ejército romano con grandes esfuerzos y sobrados méritos militares.
Precisamente su validez y su ambición hicieron que buscara un sitio en el Senatus
Populusque Romanus (SPQR ), feudo de los optimates y lugar donde se decidían los
destinos de Roma. Para ello necesitaba el apoyo de parte de la aristocracia y buscó
un matrimonio con una familia patricia necesitada de su dinero que le diera esa
posibilidad. Y, en una apurada situación económica estaban los Iulius, uno de los
más altos linajes de la tierra de Rómulo y Remo, descendientes directos de la
mismísima diosa Venus.
Cayo Mario.
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por Roma, los privilegios y derechos que daba la ciudadanía romana, que finalmente
les otorgó en el año 89 a. C.
Pero os preguntareis por qué Cayo Mario tuvo tanta influencia en la vida de
César. En su sexto consulado, Cayo Mario sufrió dos ataques seguidos al corazón y
una apoplejía, enfermedad que consiste en que una mitad de tu cuerpo queda
paralizada. Las dificultades para caminar y valerse por si mismo y la necesidad de
seguir acudiendo al Senado, hicieron que solicitara los servicios de su joven sobrino
Cayo Julio César, un niño muy despierto y avispado. Pronto se estableció una
relación paterno-filial entre ambos. Cayo Mario transmitió sus conocimientos
políticos y militares al chaval, que actuaba como una esponja. Se empapaba de la
experiencia de su famoso tío, lo que le vendría muy bien en sus posteriores
campañas.
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2.- LAS MUJERES DE CÉSAR
La Venus de Boticelli.
Cossutia.
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• Su segundo matrimonio fue en el año 84 a.C., con la joven Cornelia
Cinna. Tuvo mucha importancia en la vida del joven Julio César. Un
matrimonio que duró catorce años, donde existió el amor y el respeto.
Un matrimonio que dio como fruto la única hija reconocida de César, su
hija Julia. El matrimonio fue una maniobra política que emparentaba a
César con la facción de los populares que lideraba su tío Cayo Mario.
Pero este matrimonio se convirtió en una bonita historia de amor. El
dictador Lucio Cornelio Sila, que marchó sobre Roma y se hizo con el
poder, obligó a César a deshacer ese matrimonio. César se negó en
rotundo y no dudó en contestarle al mensajero:
“Decidle a Sila que sobre César, sólo manda César”
Esta frase, una de las más célebres de César, le supuso la perdida de
su cargo religioso, que la dote de Cornelia pasará a engrosar los
fondos del estado y tener que huir de Roma, pero César jamás repudió
a su mujer. Sólo la muerte de Cornelia en el año 68 a.C. puso fin a este
matrimonio.
Cornelia
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• El tercer matrimonio de César, en el año 67 a.C., fue con Pompeya
Sila. Era la hija de Quinto Pompeyo Rufo y nieta del dictador Sila.
Notablemente hermosa, pero de sobresaliente estupidez. Este
matrimonio duró cinco años, poniéndole fin un hecho que demuestra la
preocupación de César por su dignitas o dignidad política, que para
César era lo más importante de su vida y que queda demostrado por la
frase célebre que César pronunció en esta ocasión:
Pompeya Sila.
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ceremonia no se hacía con corrección, la desgracia caería sobre las
mujeres romanas. Pero la mujer de César, Pompeya, que ya percibía que
su matrimonio era sólo una cuestión política para su marido, comenzó a
tontear con uno de los jóvenes más transgresores de la Roma de la
época, Publio Clodio Pulcher (hay que decir que, si le hubiera conseguido
“poner los cuernos” a César, su hazaña se habría comentado en toda
Roma, siendo una especie de gran aventura y desafío el hecho de ganarle
a César en ese aspecto, y más teniendo en cuenta que, una de las armas
más utilizadas de César con sus adversarios políticos era, precisamente,
acostarse con las mujeres de sus rivales, únicamente para apuntarse un
tanto a favor suyo en la disputa) A Cloido no se le ocurrió otra cosa que
visitar a Pompeya disfrazado de mujer el día de la fiesta de la Bona
Dea. Pero fueron sorprendidos por la madre de César, Aurelia. Clodio
logró escapar, pero Pompeya fue repudiada inmediatamente por César, lo
que le permitió librarse de tan aburrido matrimonio.
Calpurnia.
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Estas fueron las esposas de César, pero no las únicas mujeres que influyeron
en la vida de César. Hay que destacar tres mujeres más en su vida: su hija Julia, y
dos amantes de las muchas que tuvo César, Servilia y Cleopatra.
Servilia.
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que detallaba todas las cosas que luego le haría en la intimidad de la
habitación. Catón, tras leer la misiva, rojo de ira y humillado por la
conducta de su hermanastra, arrojó la nota a César, mientras
exclamaba: “¡toma, miserable!”.
César jamás amó a Servilia, pero ésta así lo creía. Sólo se dio cuenta
cuando César, al repudiar a su tercera esposa Pompeya, no se casó con
ella, que ya era viuda y era lo que más deseaba en este mundo. Pero
César eligió a otra, Calpurnia, la dejó de lado y bebió de otras fuentes
dijéramos, más jóvenes y frescas. El berrinche de Servilia fue tal que
influyó sobremanera en la conjura política que acabó con la vida de
César, instigando a su hijo Bruto a liderarla y protagonizarla. Cuando
César sintió las primera puñaladas que acabaron con su vida, levantó la
vista, vio a Bruto y exclamó la famosa frase:
“Tu quoque, Brute, fili mi?” (¿Tú también Bruto, hijo mío?)
César no se esperaba semejante traición de un hombre al que había
tratado como a su propio hijo.
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Cleopatra y.
César.
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• Pero a la mujer que más quería César era a la hija que tuvo con
Cornelia, su adorada Iul¡a Minor .
Julia.
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La diferencia de edad (23 años) era considerable, pero Pompeyo y
Julia se enamoraron perdidamente y aquello fue un matrimonio feliz.
Julia quedó embarazada, pero después de un primer aborto, murió al
dar a luz a su primogénito, que también murió pocos días después.
César se enteró de tan terrible pérdida mientras combatía contra los
galos. Años después, al volver a Roma, organizó unos juegos funerarios
en honor de su hija fallecida dignos de una reina, con luchas de
gladiadores y naumaquias, como era costumbre en Grecia y Roma.
Así que la conclusión es bien clara: Hubo muchas mujeres que influyeron en la
vida de César. Algunas nos dejaremos en el camino, pero he querido hacer constar
las más importantes e influyentes en la vida del Gran Julio César.
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3.- BIOGRAFÍA CRONOLÓGICA DE CÉSAR
3.1.- INFANCIA
Aunque existen dudas entre el año 100 y el 101 a.C., se establece la fecha del
nacimiento de GAIUS IULIUS CAESAR o Cayo Julio César, en Roma, el día 13
del mes que los romanos llamaban quintilis, que a su muerte tomó su nombre y pasó
a ser el día 13 de julio del año 100 a.C.
Vista Este de Roma desde el Tíber. Al fondo a la izquierda, el templo de la Triada Capitolina.
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Vista de Roma desde el Oeste
La Roma del siglo I a.C. era una ciudad enorme, mal planificada, sin el modelo
hipodámico inventado por los griegos. Como en todas las ciudades había una parte
buena, el Palatino, de casas de patricios, con sistema de alcantarillado incluido. El
centro de la urbe por supuesto, era el forum, el lugar donde se realizaban los
negocios, la sede de las instituciones públicas, lugar de juicios, mítines y discursos.
Presidiendo el Foro, la colina del Capitolio, lugar de los templos de la triada
capitolina, las tres divinidades más importantes para los romanos: Iupiter Optimus
Maximus ( Júpiter el dios supremo, el Zeus de los griegos) Juno, su esposa y diosa
de la maternidad ( Hera en la mitología griega ) y Minerva ( Atenea ), la diosa de la
artesanía y la sabiduría. Así era el Foro Romano.
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Los barrios pobres eran de calles estrechas con edificios de tres a seis
plantas aproximadamente llamados insulae.
Nació César en una insulae, un edificio de pisos de alquiler que ocupaba más o
menos lo que hoy entendemos como una manzana, en uno de los peores barrios de
Roma, el barrio del Subura. La ínsula la regentaba su madre Aurelia, que debido a
su pronta viudedad y pese a ser patricia, alquilaba esos pisos a gente de distinta
procedencia. Esa fue la fuente de ingresos de la familia durante muchos años. En
los bajos del edificio, las llamadas tabernae, se establecían negocios de compra y
venta de alimentos, alfarería o cualquier otra cosa. Y en un barrio como el Subura,
los negocios eran, por decirlo de una forma que lo entendáis, un poco “mafiosos”. Es
decir, a cambio de la protección de una viuda y sus hijos, el “capo” del barrio, por
así decirlo, tenía muy buena relación con Aurelia, que le permitía utilizar sus
tabernae como local comercial.
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del más rancio abolengo y al mismo tiempo, había salido del barrio más
problemático y popular de Roma. Él, se ganaba a la gente, se los metía en el bolsillo
con una sonrisa o un gesto. Esto precisamente es lo más importante para un
político. Y César fue el mejor político de la Historia.
Con tan sólo diez años, el marido de su tía Julia, Cayo Mario, el que sería
siete veces cónsul, sufrió un ataque al corazón y una posterior apoplejía. Esta
secuela del fallo cardiaco supone la paralización parcial de una mitad de tu cuerpo.
Con reposo y rehabilitación mejoró poco a poco, pero cojeaba, no podía mover un
brazo, necesitaba dar largos paseos, etcétera. Su madre Aurelia, envió al pequeño
César a cuidar a su tío, a servirle de apoyo, a acompañarle en sus paseos. Mario
pronto se dio cuenta de la vivacidad del chaval y poco a poco, fue depositando en él
su confianza. Hablaban de las campañas militares de Mario, uno de los mejores
estrategas de la historia antigua y un auténtico fenómeno en la organización
militar, tanto humana como técnica. También acompañaba César a su tío Mario a las
sesiones del Senado.
Toga Virilis
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3.2.- PERIODO DE FORMACIÓN
Sila.
Cayo Mario murió durante ese año 86 a.C. debido a un nuevo ataque cardio-
vascular, pero antes hizo un regalo a César, le nombró flamen dialis, es decir,
sacerdote de Júpiter. El sacerdote en Roma era un personaje sagrado y no se le
podía hacer prácticamente nada. Es decir, que Mario, lo que hizo en última
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instancia, fue proteger a César otorgándole ese cargo, porque preveía que el baño
de sangre que había comenzado él mismo y Cinna, continuaría de forma incluso más
virulenta cuando Sila volviera a Roma. Y no se equivocó.
El hecho de que Cornelio Cinna fuera el suegro de César hizo que Sila le
llamase a su presencia. Le exigía que antes de acudir, anulara su matrimonio con
Cornelia, la hija del traidor Cinna. Si no lo hacía, César sería proscrito.
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El joven y refinado aristócrata, sorprendió a todo el mundo por su valor y
determinación. Ganó la corona cívica, hecha de hojas y madera de roble, la
segunda condecoración más alta al valor del ejército romano ( la primera era la
corona de hierba que se otorgaba al realizar una acción heroica por la que se
salvaba una legión entera y se hacía con las mismas hierbas del campo de batalla ).
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El Rey Nicomedes de Bitinia quedó prendado del joven César. Mucho se ha
hablado de la relación entre ambos, unos dicen que fue una relación homosexual,
otros que simplemente fue amistad. El caso es que a César, sus rivales políticos le
llamaban despectivamente la “reina de Bitinia” e incluso a veces, recordando la
afición que tenía a acostarse con las mujeres de sus rivales políticos, estos mismos
rivales como venganza, tratando de mancillar su honor, decían que en su juventud
César había sido:
César, ya con 18 años era alto, fibroso, de blanca piel, con los miembros bien
conformados, de cara redonda y ojos negros. Lo que más le atormentaba de su
aspecto físico, que cuidaba extremadamente, era la incipiente calvicie (este
aspecto, unido a su fama como conquistador de mujeres, hicieron que sus
legionarios le pusieran el mote de “el seductor calvo”)
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César era muy culto, en parte autodidacta. Su idioma favorito era el griego
que dominaba perfectamente. Es más, el griego se consideraba la lengua culta por
excelencia, y todo aquel que no supiera griego era despreciado por sus rivales,
como por ejemplo Cayo Mario, al que le llamaban paleto por no saber griego. Cayo
Julio César, en su afán de ser un gran político, al mismo tiempo que participaba en
sus obligaciones militares como tribuno en Oriente y luchaba junto a Servilio
contra los piratas cilicios del Mediterráneo, estudió, entre los años 78 y 74 a.C.,
derecho, retórica y oratoria en Rodas, en la escuela del profesor más famoso de
Grecia, el sabio Molón.
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César ya se sentía preparado para comenzar su cursus honorum (su carrera
política). En el año 74 a.C. partió desde Rodas hacia Roma, pero en el trayecto, su
barco fue apresado por unos piratas cilicios.
Piratas cilicios.
Y mientras sus sirvientes partían hacia Roma, él se quedó en aquella isla con
sólo un esclavo causando la admiración entre los piratas por su valor. Por la noche,
les recitaba discursos y si los piratas no los entendían les acusaba de ser unos
patanes e incultos criminales. Mientras, la madre de César, Aurelia, consiguió no sin
dificultad, la enorme suma y pagó el rescate. Cuando César fue puesto en libertad
fue a ver al gobernador romano para pedirle que actuara de inmediato contra los
piratas, pero éste no le hizo caso (César aseguró durante el resto de su vida que
aquel hombre estaba evidentemente sobornado por ellos), así que se fue a ver a los
armadores de la zona, a los que convenció para que alistaran una flota de
trirremes.
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Él mismo guió los barcos hasta la guarida de los piratas a los que sorprendió.
Tras vencerles, ordenó que todos fueran crucificados. A partir de entonces, nadie
volvió a poner en duda la palabra de Cayo Julio César, patricio de Roma, destinado
a gobernar el mundo.
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3.3.- CURSUS HONORUM
En esta época, Cneo Pompeyo Magno, militar mejor valorado en Roma, había
realizado una campaña contra Quinto Sartorio, un romano rebelde refugiado en
Hispania que estaba poniendo en grandes dificultades las posesiones romanas en la
península. Le venció y retornó a Roma, donde le nombraron el Primer Hombre de
Roma, un cargo honorífico que le reportaba dignidad e importancia.
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hombre más rico de Roma, Marco Licinio Craso, un ex-cónsul que había conseguido
derrotar una revuelta de gladiadores liderados por un tal Espartaco. Además,
César consigue ascender en su cursus honorum en esta época y en el año 65 a.C.
es elegido edil curul (los ediles eran los "alcaldes" de Roma, los encargados de la
planificación urbana, de las fiestas, los juegos, del reparto de trigo público, etc.).
Durante este año, César se gana, aún más si cabe, al populacho de Roma,
organizando y pagando de su bolsillo, gracias a los préstamos que le hace Craso,
constantes juegos circenses (luchas de gladiadores y fieras) y festivales de
teatro, las dos diversiones favoritas del pueblo romano al que según los políticos
romanos tenías que tener contento dándoles panem et circus, o sea, pan y circo.
Toga Picta.
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Al ser elegido, se trasladó a vivir junto con su madre Aurelia, con su esposa
Cornelio y con su hija Julia a la domus publica, la casa oficial para el cargo
religioso de más importancia de Roma.
Domus patricia.
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Marco Tulio Cicerón.
César se opuso, siendo el único que exigió un juicio justo para los acusados.
César, una vez más, encarnó aquí la pureza de la Ley frente al abuso de poder
constante de los optimates. Catilina huyó, pero el resto de conjurados fueron
apresados y estrangulados. La facción de los bonii en el Senado, encabezados por
el enemigo número uno de César en el Senado, que se llamaba Marco Porcio Catón,
aplaudió la resolución de Cicerón y le nombró pater patriae, padre de la patria, un
cargo honorífico del que Cicerón se vanaglorió hasta el final de sus días.
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Este cargo le supone a César a continuación, un mando militar (llamado
propretor) de un año en Hispania Ulterior, donde lleva a cabo una brillante
campaña en las costas de Galicia y el norte de Portugal contra los bárbaros
lusitanos y celtíberos, combinando los ataques por tierra con los desembarcos
anfibios y mostrando una pequeña parte de su gran genio militar, que años después
demostraría en las Galias.
Consigue un gran triunfo. Cuando un mando militar romano ganaba una gran
batalla, como recompensa recibía el título de imperator, y eso le daba derecho a
celebrar un desfile con sus tropas por las calles de Roma, haciendo una gran
entrada triunfal por el Foro hasta llegar al Senado. Pero los senadores
optimates le niegan ese triunfo y César no puede celebrar su desfile triunfal.
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3.4.- EL TRIUNVIRATO
(haz de vergajos con una hacha, atado con una cinta roja; eran insignias de las altas
dignidades del Estado - dictadores, cónsules, pretores – y que llevaban los lictores
y simbolizaban el derecho de vida o muerte sobre los ciudadanos). Los días impares
era el otro el que ostentaba estas fasces. Uno, el de más edad, era llamado el
cónsul senior y el más joven era conocido como cónsul júnior.
Cayo Julio César fue elegido cónsul por una amplísima mayoría, en el año 59
a.C. Sus rivales políticos, los bonii u optimates temieron que César abusara de su
poder e influencia y decidieron contrarrestar este nombramiento. Ejercieron toda
su influencia sobre los electores y pudieron conseguir que fuese elegido como
cónsul junior uno de los suyos, Marco Calpurnio Bíbulo, uno de los miembros más
destacados del grupo patricio y conservador de los optimates, del que ya hemos
hablado.
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Los romanos conocían los años, no por su número, sino por el nombre de sus
cónsules. Por tanto el año 59 a.C. hubiera sido conocido como el año de César y
Bíbulo, pero fue conocido como el año de Julio y César. Veamos por qué:
El primer gran apoyo que necesitaba César y sin el cual no hubiera podido
realizar su campaña electoral previa a la elección de cónsul, lo buscó en la figura de
uno de sus “amigos”, Marco Licinio Craso (115 a.C.- 53 a.C.), el miembro más
rico e influyente de los equites, los caballeros de Roma, el segundo escalafón social
en la República después de los patricios o nobles. Los equites eran los comerciantes
y hombres de negocios, gente que no tenía un origen noble, pero que poseía una
gran influencia económica. Esta gente ansiaba acceder al poder, pero los optimates
no les dejaban. Desde el año 367 a.C. la ley permitía a cualquier ciudadano romano
presentarse a cualquier cargo de la República y esa ley, permitió a gente
influyente como Craso acceder al Senado. Pero a pesar de ello, los patricios
conservadores les seguían mirando mal y le pusieron el sobrenombre con el que ha
pasado a la historia: Crassus que significa gordo o grueso.
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la historia. Aunque estos bomberos tenían una particularidad, sólo apagaban el
fuego si el propietario vendía la casa a precio de saldo en ese mismo momento. ¡Así
se las gastaba nuestro Craso!
Pero Craso no era simplemente el hombre más rico de Roma. Formaba parte
del Senado desde hacía años. A Craso no le gustaba estar en primer plano político y
se solía manejar más en la sombra. Prefería apoyar a alguien y que ese alguien le
debiera un favor, antes que ponerse en primera línea del frente político. Tenía
buen ojo para apostar por la gente y por uno de los que apostó, en el que más
dinero se gastó financiando su campaña electoral, fue en César.
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El Senado, asustado, se volvió entonces hacia el hombre más rico para que
financiara a las legiones que derrotaran al cada vez más numeroso ejército de
Espartaco, lo que consiguió en Lucania en el año 71 a.C. Marco Licinio Craso fue
implacable con Espartaco, que murió en el campo de batalla, y con sus hombres, de
los que al menos sesenta mil murieron en la batalla. Los esclavos que no murieron
fueron hechos prisioneros y crucificados cada pocos metros, de camino hasta las
mismas puertas de Roma.
Fueron seis mil los que agonizaron durante días a lo largo de la vía Apia. Os
recomiendo la película de Stanley Kubrick Spartacus. No es muy rigurosa
históricamente hablando, pero te da una amplia idea de este tema.
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El segundo gran apoyo que necesitaba César era el militar. Para ello buscó el
apoyo del hombre más laureado de Roma hasta ese momento, Cneo Pompeyo
Magno (106 a.C. – 48 a.C.)
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Asia Menor y el Ponto Euxino (nombre antiguo del Mar Negro)
Cayo Julio César, Cneo Pompeyo Magno y Marco Licinio Craso formaron el
núcleo de poder más fuerte de la época, que fue conocido como Triunvirato (de
trium que en latín significa tres y viris que significa hombres)
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3.5.- EL CONSULADO DE CÉSAR
El gran legado de César como cónsul fue el cuerpo de leyes que inició. Las
llamadas Lex Iulia, fueron varias:
Discurso en el Senado.
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la Curia Hostilia. Bíbulo, al protestar contra esta medida tomada por
César, fue literalmente pateado por los partidarios de César e incluso
le tiraron encima un cubo de estiércol. Bíbulo, recurrió entonces a una
argucia religiosa para impedir la labor legislativa de César. Se retiró a
su casa durante lo que quedaba de año para contemplar el cielo en
busca de presagios. César se quedó con las manos libres para seguir
legislando a su antojo.
Lex iulia de pecuniis repetundis: Con esta ley, César trataba de
controlar las funciones de los gobernadores provinciales, que eran
tremendamente corruptos y que exprimían hasta la extenuación a las
provincias romanas por el cobro de los impuestos. La pena que se
imponía a los gobernadores corruptos era devolver cuatro veces la
cantidad robada y el exilio. Con esto, se agilizó el cobro de impuestos
y aumentó el dinero que entraba en las arcas de la República.
Cayo Julio César hizo otras muchas cosas en su consulado, pero hemos
destacado estas como las más importantes. La conclusión final es que César legisló
a favor de los intereses de su bando, de los populares y evidentemente en
contra de los optimates, que se opusieron a él con mucha furia y argucias políticas
varias, como el ejemplo que antes he contado de Bíbulo y Catón, además de la frase
que pronunció Cicerón refiriéndose a la labor legislativa de César en aquel año:
Pero Catón aún le tenía reservada una pequeña sorpresa a César. Cuando un
cónsul acababa su mandato, era enviado a una provincia para gobernarla. Esto le
repercutía normalmente grandes beneficios económicos y la posibilidad de buscar
gloria a través de la guerra. Eso exactamente era lo que perseguía César. Sus
enemigos lo sabían y trataron de arrebatárselo. Presionado por Catón, el Senado
decidió que en el año 59 a.C., los cónsules no gobernarían provincias, sino que
desempeñarían las funciones de inspectores de los bosques y caminos públicos,
velando por su reparación y puesta a punto.
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Esto era un golpe bajo para el afán de gloria y enriquecimiento de César y se
movió para anular esta propuesta del Senado. Finalmente lo consiguió con el apoyo
del Triunvirato y se le otorgó el gobierno de las provincias de la Galia Cisalpina y
la Iliria, con el mando de tres legiones. Después se le añadieron la Galia
Transalpina y la Galia Narbonense. Es decir, cuatro provincias y cuatro legiones.
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Publio Clodio había servido en el ejército en Asia con más pena que gloria y al
volver a Roma, se dedicó a hacer lo que mejor sabía: Intrigar, espiar, sabotear y
acercarse a las clases bajas de Roma. Con estas clases bajas, formó una auténtica
red de bandas muy violentas, que no dudaba en hacer intervenir con gran
violencia en el Foro cuando no se iban a aprobar las leyes que el quería o cuando una
ley que él no quería se fuera a aprobar. Es decir, un auténtico extorsionador, que
hizo que Roma entrara en uno de los periodos de mayor anarquía jamás conocidos.
Desde su cargo de tribuno, favoreció a esas clases bajas, y entre otras muchas
cosas, la que más destaca es que les otorgó grano gratuito una vez al mes. Cuando
César abandonó Roma, la ciudad quedó en manos de Clodio y sus secuaces.
César con la capa escarlata que denota su mando militar, monta a Genitor, su
caballo favorito, y marcha hacia la Galia.
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3.6.- LA GUERRA DE LAS GALIAS
¿Como era ese territorio? Para los romanos existían tres Galias:
Galia Cisalpina: Desde los Alpes hasta el río Rubicón. Hoy en día forma
parte de Italia y es la zona que llamamos los Alpes italianos.
Galia Narbonense (llamada Galia Togata, o la Galia con gente togada.
Es decir que vestían como los romanos y por tanto estaban
romanizados ya). Era una provincia habitada por romanos y celtas.
Habían ciudades como Narbona o Marsella.
Galia Transalpina (llamada Galia Cabelluda) Esta Galia se dividía a su
vez en tres partes: la Bélgica al norte, la Céltica al centro y la
Aquitania al sur.
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3.6.2.- ¿Como eran los habitantes de la Galia?
Los galos reales, no tenían una poción mágica que les hacia invencibles, pero
eran muy fieros y temidos por los romanos. Cuatro siglos antes de que César
existiera, se habían atrevido a saquear la mismísima Roma. En el año 399 a.C. un
grupo de guerreros galos comandados por su jefe, de la tribu de los sennones y
llamado Brennos, llegaron de noche amparados por la oscuridad a la urbe.
Cuenta la leyenda romana que fueron las ocas del templo de Juno, las ocas
sagradas de la diosa que forma parte de la Triada Capitolina, las que avisaron con
sus graznidos a los habitantes de Roma que pudieron refugiarse en la fortificada y
sagrada colina del Capitolio. Lo malo fue que, con las prisas, dejaron abiertas las
puertas de sus casas para que los galos saquearan la ciudad, dándose un buen
44
festín de riquezas romanas. Desde entonces en Roma, se les temía y respetaba a
partes iguales.
Estos guerreros eran de tez clara y solían llevar el cabello largo con
trenzas. Lucían amplios bigotes y/o barbas. Se agrupaban en clanes o tribus que
combatían a menudo entre si: los éduos, los belovacos, los carpetanos, los
turdetanos, los carducos, los arvernos, los senones, los cardutos, los nervios, los
eburones, etc.
45
3.6.3.- Economía.
Su dedicación fundamental era la guerra, bien entre ellos o bien contra otras
tribus. En invierno se dedicaban a recoger las cosechas y cuidar su ganado.
Estaban bastante avanzados en la industria tradicional. Disponían de buenas armas,
buenos barcos e instrumentos agrarios de calidad. La Galia era un país muy rico en
recursos. Pero en primavera se lanzaban a su afición favorita, la guerra.
3.6.4.- Cultura.
El vínculo común entre todos los galos era la cultura, a pesar de que la
práctica totalidad de los galos eran analfabetos y su transmisión cultural era de
tradición oral (historias que pasaban de padres a hijos). Aquello que los unía era el
Druidismo, una especie de religión basada en la inmortalidad del alma, el honor y la
piedad. El protagonista fundamental de esta religión y verdadero transmisor
cultural de los galos era el druida. El druida, que vivía en el bosque lejos de los
poblados, era a un tiempo juez, médico y maestro de los nobles, entre otras
muchas cosas. Vestía de blanco y deambulaba por caminos y poblados difundiendo
sus sabios mensaje.
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3.6.6.- La conquista de la Galia.
Rey Ariovisto.
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Mapa del territorio que ocupaban los helvecios.
La batalla de Bibracte (ver mapa) fue el primer triunfo de Cayo Julio César
en esta guerra. Con tan sólo cuatro legiones consiguió, a los pies de la ciudad,
derrotar a los helvecios gracias a la mejor calidad de sus espadas (las gladius
romanas eran más cortas y manejables que las largas espadas galas).
Gladius romanas.
Cuando la batalla se decantó a favor de los romanos, se produjo un auténtico
genocidio, pues entre los muertos en batalla, los saqueos y las violaciones
posteriores protagonizados por los legionarios, más de 390.000 helvecios
perdieron la vida. Los aproximadamente 110.000 helvecios que sobrevivieron,
fueron invitados a volver a sus tierras. Y fundaron un pueblo que hoy en día
llamamos Confederación Helvética o Suiza.
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El eco de la victoria del Gran Julio César, hizo llegar al campamento romano
un aluvión de peticiones de ayuda de diferentes tribus galas que se veían
amenazadas por Ariovisto. César, le pidió una entrevista, tratándole con sumo
miramiento y delicadeza, pues los optimates, para evitar que César se enfrentara a
él y adquiriera aún más gloria, declararon al germano Ariovisto amigo y aliado del
Senado de Roma. Este nombramiento hizo de Ariovisto un personaje intocable
para César si no quería ser procesado al volver a Roma por desobedecer al Senado.
Pero Ariovisto renunció a esa entrevista aludiendo que si César quería algo de él,
que fuera a donde él estaba, que no quería ni necesitaba nada de los romanos.
César, a pesar de la soberbia del germano, solicitó por emisarios que le enviaba,
que no trajera más guerreros germanos a la Galia y que devolviera los rehenes que
había tomado. La respuesta de Ariovisto fue un rechazo en toda regla y le invitó a
atacarle si se atrevía:
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Les convenció de que los germanos eran batibles y les preparó para la batalla.
En siete días se presentó en la orilla del Rhin, frente a las tropas de Ariovisto.
Entonces sí que se produjo la entrevista entre ambos líderes, en la que ni siquiera
llegaron a descabalgar de sus monturas (el caballo de César se llamaba Genitor que
significa “el creador”) y en la que no se llegó a ningún acuerdo. Era evidente que las
armas decidirían ese conflicto.
Acabadas estas campañas del año 58 a.C., César acuarteló sus legiones para
pasar el invierno en el país de los eduos y las dejó al mando de su mejor
lugarteniente, Tito Labieno. Mientras él, regresaba a la Galia Cisalpina para
controlar lo que pasaba en Roma, esperando la llegada del buen tiempo y poder
seguir con sus campañas.
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Llegado el año 57 a.C., y gracias a las cartas que recibía de Labieno, César se
enteró de la nueva rebelión que azotaba la Galia: La rebelión de los belgas.
La Galia Belga
Los belgas eran un pueblo que ocupaba una tercera parte de la Galia y
estaban situados al norte de la misma, separados de los germanos únicamente por
el río Rhin. Las tribus que vivían allí, eran descendientes de los germanos y muy
belicosas. Estas tribus hicieron una asamblea y decidieron conjurarse, rebelándose
contra el poder de Roma por una serie de razones:
¡Silencio! Esta información es, en efecto, preocupante. Ahora mismo me voy a Bélgica.
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Reclutó dos nuevas legiones y en cuanto el tiempo mejoró, marchó contra los
belgas con unos 60.000 hombres. Al llegar a la frontera del país de los belgas,
recibió una embajada de una tribu belga, los Remos, que no querían participar de la
conjura masiva de las tribus vecinas y que se pusieron a disposición de los romanos.
César se aseguró su fidelidad tomando como rehenes a los hijos de las familias más
poderosas de la tribu.
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Derrotados los nervios, César decide acabar con las tribus cercanas que aún
le resistían y ataca a los Aduatucos. Estos se rinden, pero sufren la ira romana por
resistir a su dominio: Los hombres son exterminados, las mujeres y los niños son
vendidos como esclavos.
“De todos los pueblos de la Galia, los belgas son los más inteligentes”
53
procónsul de Siria durante cinco años y así poder hacer la guerra contra los
partos. Pompeyo se adjudica, por el mismo periodo de tiempo, el proconsulado de
Hispania y África.
En tan solo diez días, tiende dicho puente y traspasa con sus legiones el río.
Es la primera vez que las legiones romanas pisan territorio germano. Las tribus allí
concentradas, huyen despavoridas y se ocultan en los bosques, desistiendo de
nuevas tentativas. Tras la demostración de fuerza de César y algunas escaramuzas,
dieciocho días después, las legiones romanas se retiran de nuevo a la Galia,
destruyendo el puente a sus espaldas.
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Esta hazaña, junto con la masacre de los germanos protagonizada por César,
al llegar a oídos del Senado, hace que Catón le acuse de hacer una guerra
innecesaria y genocida, pidiendo que se le apresara y se le entregara a los
germanos, pues de no ser así, la cólera de los dioses caería sobre el pueblo romano.
Pero el Senado, que tiene como cónsules a dos triunviros (Craso y Pompeyo)
rechaza la moción y decreta más días de acción de gracias a los dioses por la
gran hazaña de César, el primer general romano que ha entrado en Germania.
Ese mismo año, el 55 a.C., César y sus tropas realizaran otra gran gesta. Más
o menos pacificada la zona norte de la Galia, a César le llegan noticias de un gran
territorio, donde los guerreros se pintan la cara de azul, llamado por los belgas
la isla de Mona, situado más allá del mar, atravesando el Canal de la Manica. Un
lugar donde los druidas tienen su templo sagrado e iniciático (el Stonehenge) y
donde habitan hombres con los mismos orígenes y cultura que los galos.
Ese misterioso lugar se llama Britania y era una gran isla, la que hoy
conocemos con el nombre de Gran Bretaña. Pero poco o nada conocía César y los
romanos de ese territorio y de sus gentes. Sin pensárselo dos veces, en agosto del
55 a.C., César prepara una flota de 80 naves para transportar a dos legiones
desde Itio, la actual Calais. Las tribus britanas, avisadas por sus hermanos galos,
se preparan para rechazar a los romanos con una lluvia de flechas, dardos y
piedras.
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Desembarco romano en Britania.
Guerrero britano.
Y así ocurrió. En junio del año 54 a.C., César volvió con cinco legiones y 400
caballeros. Los britanos no opusieron resistencia al desembarco esta vez y se
retiraron hacia el norte para organizar sus tropas. César llegó hasta el río
Támesis, estableció allí un campamento que, mucho después, se convertiría en una
pequeña ciudad llamada Londinium (la actual Londres).
56
Pero una fuerte tormenta destruyó las tropas de refuerzo que venían desde
el continente y César se limitó a firmar acuerdos de paz con los britanos,
intercambió rehenes y se aseguró así que, si en un futuro volvían a haber
rebeliones de los galos, no recibieran ayuda de los britanos. Vuelve César al
continente y ante la escasez de víveres, no tiene más remedio que diseminar sus
legiones en ocho campamentos para pasar el invierno.
César suponía que los galos no se conformarían con el statu quo vigente y se
rebelarían contra el dominio de Roma. Y no se equivocaba. A finales del año 54
a.C. estalló una nueva insurrección en la Galia belga. Pero la peor noticia le viene
a César desde Roma. Su amada hija Julia ha muerto desangrada como
consecuencia de un mal parto. El niño también ha fallecido. Durante días llora la
perdida de su hija. Además, teme perder el apoyo de su yerno Pompeyo Magno,
uno de los tres triunviros. A pesar de ello, Pompeyo le concede dos legiones más
para la guerra de las Galias. Ese invierno César no puede retornar a la Galia
Cisalpina para atender los asuntos de Roma, dejándolos en manos de Pompeyo.
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Está finalizando el año 53 a.C. y la situación en Roma es muy complicada. El
Triunvirato se ha deshecho. Pompeyo Magno, celoso de la gloria militar que esta
alcanzando César, se inclina hacia el bando optimate atraído por Catón. Julia, el
vínculo que unía a César y a Pompeyo, ha desaparecido y César es incapaz de
retener en su bando a Pompeyo. Además, el otro miembro del Triunvirato, Craso,
acaba de fracasar en su campaña contra los partos y a muerto en combate en
la batalla de Carras. El tribuno de la plebe que César tenía de su bando, Publio
Clodio Pulcher, está enfrascado en una batalla campal en las calles de Roma
contra otra banda rival liderada por Milón, que ha financiado y apoyado el bando
optimate. La anarquía domina las calles de Roma. César ve como pierde el control de
los acontecimientos en la urbe. César acuartela sus diez legiones, escribe al
Senado diciendo que la Galia está casi pacificada (aunque es más un panfleto
propagandístico que la realidad) y regresa a la Cisalpina para invernar.
Legionarios acampados.
Durante el invierno, al comienzo del año 52 a.C., se inicia una nueva rebelión
gala. Esta vez son las tribus de la Galia Celta, la parte central de la actual
Francia.
58
Convocados por los druidas en el sagrado Bosque de los Carnutos, se
reúnen los principales jefes de la Galia Céltica y se da la señal para la rebelión
masiva contra el invasor romano. Las principales tribus participantes serán los
carnutos, turones, parisienses, arvernos y cadurcos. Allí, en el bosque, se fijan
los primeros pasos a seguir. El primero y más cruel, es que se fija una hora y un día
concreto que marcará el inicio de la rebelión. Y para iniciarla se elige la ciudad bajo
dominio romano más próxima al Bosque de los Carnutos, Cenabum (la actual
Orleáns) y “se pasa a cuchillo” a todos los residentes romanos de la ciudad. El
segundo paso es fijar un líder único para su revuelta, un joven de menos de treinta
años, de la tribu de los arvernos, hijo de Celtil, con un nombre que significaba
“rey de los grandes guerreros” : Vercingetorix.
"El mérito no está en ser parte de la mayoría que DESISTE sino, más
bien, en ser parte de la minoría que RESISTE!" Vercingetorix dixit ( o no)
Los galos y los romanos tenían una concepción distinta de la guerra. Los
romanos basaban su fuerza en el sentido grupal del ejército, en la disciplinada,
fría y ordenada legión, que actuaba normalmente como un solo brazo ejecutor de
las órdenes de su general, que además era un brillante estratega y un astuto
negociador.
Los romanos basaban su fuerza en sus legiones y en su famosa táctica del testudo (o tortuga)
59
batalla campal de la toma de ciudades, el control de las rutas de abastecimiento, el
robo y la quema de cosechas... La guerra era un conjunto de circunstancias que
daban la victoria o la derrota total.
Guerreros galos
60
Tras la masacre de Cenabum y tras aprovechar la
ausencia de César para sublevar a las tribus de la Galia
Celta, Vergingetorix pone en marcha su plan. César,
enterado de la rebelión, ya está en camino desde la Galia
Cisalpina donde ha pasado el invierno. La táctica de
Vercingetorix es atraer a César lo más posible hacia
el interior del territorio galo y evitar el
enfrentamiento en campo abierto. César, en su avance,
sólo se encontrará campos, cosechas y ciudades
quemadas (la famosa táctica de la tierra quemada) y
eso pondrá en dificultades el reabastecimiento de su
ejército. Hasta veinte ciudades y un mayor número de
aldeas caen pasto de las llamas de los propios galos. Pero
ahora Vercingetorix en su retirada va a cometer
SU PRIMER GRAN ERROR.
Interior de Avaricum
61
Pero el Gran Julio César está a las puertas y no le asustan sus altas murallas.
Pone en práctica el trabajo de las legiones y su ventaja en ingeniería militar
sorprende a los galos. César construye un torreón de más de 100 metros de
ancho y 300 metros de largo que se acerca sobre una rampa hacia las
murallas y cuando está el torreón a la altura de sus murallas, desciende una
trampilla sobre ellas que sirve de trampolín a los romanos, haciendo inútiles las
altas murallas de la ciudad.
Una vez ha caido Avaricum, César decide dividir su ejército en dos. Manda
cuatro legiones al mando de Labieno hacia el norte, hacía el río Sena, donde está la
ciudad de Lutecia (actual París), lugar donde habita una tribu muy belicosa y que
está poniendo en jaque el dominio romano de la zona, los Parisi. El propio César,
con las seis legiones restantes, marcha hacia el sur persiguiendo a Vercingetorix,
que sigue rehuyendo el combate frontal. En esa persecución, el ejército galo se ha
situado a la orilla derecha del río Allier y el romano a la orilla izquierda.
62
Los dos ejércitos marchan hacia el sur, unos a la vista de los otros pero sin
poder atacarse mutuamente debido a la anchura del río. Los galos provocan
continuamente a los romanos, tocando las trompetas y chocando sus armas contra
los escudos, pavoneándose ante sus odiados enemigos.
Guerreros galos
Pero César es mucho más inteligente que Vercingetorix e inventa una treta
para acabar con esa situación. Amparándose en la oscuridad de una noche de luna
nueva, manda a dos legiones hacia atrás y las esconde. A la mañana siguiente
simula continuar aquella absurda persecución como si nada hubiera pasado,
haciendo los galos lo mismo y sin haberse percatado de la estratagema. Las dos
legiones atraviesan el río y se colocan en la retaguardia del ejército galo,
comenzando a fustigar sus provisiones. Vercingetorix no tiene más remedio que
dejar aquella provocación y refugiarse en la vecina ciudad de Gergovia, un punto
casi inexpugnable.
Batalla de Gergovia
Estamos en junio del año 52 a.C. y César, envalentonado por el éxito del
asedio de Avaricum, no se lo piensa dos veces y se lanza al ataque. Lanza a la
caballería romana sobre un lado de las defensas de Gergovia, tratando que los
galos concentren toda la defensa de la ciudad en ese punto y descuiden el resto.
Después, cuando el combate está en lo más duro, lanza al grueso de sus tropas al
lado opuesto del ataque inicial. Pero Vercingetorix, escarmentado por la
estratagema del río Allier, no se deja sorprender y reacciona a tiempo. César no
tiene más remedio que tocar a retirada. Abandona el ataque a Gergovia, con el
63
rabo entre las piernas y un buen número de bajas, marchando hacia el norte para
recomponer su ejército y unirse a las cuatro legiones de Labieno que estaban cerca
de Lutecia.
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Pero ahora Vercingetorix cometerá su SEGUNDO GRAN ERROR. Los galos,
envalentonados por la derrota de César y pensando que ahora es mas débil que
nunca, quieren enfrentarse en una batalla en campo abierto a los romanos. La
táctica de Vercingetorix hasta ahora había sido la contraria, evitar el
enfrentamiento directo, y le había ido muy bien. Pero la insistencia de los jefes de
las tribus le obliga a ceder. Un gran error el de infravalorar a César y su capacidad
de reacción, que pagarán muy caro.
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La ciudad en la
que se refugia
Vercingetorix se
llamaba Alesia,
una ciudad situada
en una meseta de
400 metros de
altura que
dominaba un
amplio territorio.
66
El exterior del perímetro lo
llena a su vez de trampas
como por ejemplo fossae
(fosos), stimuli (puntas de
madera endurecidas al fuego
y enterradas en el suelo),
cippi (agujeros con ramas
afiladas en el fondo),
empalizadas, muros, torres,
etc. Una gran obra de
ingeniería romana.
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Hasta tres veces en tres días consecutivos, asaltan los galos las defensas de
César, que una vez más acude gladius en mano allí donde se le necesita.
Vercingetorix saca sus tropas restantes de Alesia para intentar obligar a los
romanos a luchar en dos frentes, pero son rechazados fácilmente y obligados a
encerrarse de nuevo en Alesia. El triunfo de César es definitivo, las murallas de
su perímetro infranqueables y los romanos se muestran como un ejército
imbatible. Los galos del ejército de refuerzo se retiran, dejando tras de sí, un
campo de batalla sembrado de muertos. César es el único dueño de toda la Galia
y nadie, ni el ejército más numeroso y poderoso que jamás se había formado
en la Galia, le puede vencer.
68
Va hasta el campamento donde le espera César sentado en su silla curul (la
que indica su rango proconsular) arroja sus armas a los pies del romano y se
arrodilla ante él, rindiéndose.
¡ ROMA VINCIT !
El año 51 a.C. lo dedica César a pacificar los últimos reductos galos y a
convertir la Galia Celta o Cabelluda en una auténtica provincia romana. Se
muestra magnánimo al perdonar la traición de los eduos y los arvernos,
restableciendo el título que gozaban ambas tribus de aliadas y amigas del pueblo
69
romano. Pero se muestra inmisericorde con la última ciudad que se le resiste,
Uxelodonum.
70
Atrás, César ha dejado un millón de muertos, ha sometido a la esclavitud a
un millón de personas, ha conquistado ochocientas ciudades y ha sometido al yugo
romano a más de trescientas tribus. Las riquezas que ha conseguido son
incalculables, pero para César es mucho más importante el honor y la gloria, la gran
popularidad de la que goza y sobre todo, el respeto, el apoyo y la adoración de
60.000 veteranos legionarios romanos, dispuestos a seguir a su general hasta el
Averno (un cráter de la ciudad italiana de Cumas que se consideraba la puerta del
infierno).
71
3.7.- LA DESCOMPOSICIÓN DEL TRIUNVIRATO.
72
sirvió de combustible para el cuerpo de Clodio. La plebe hacía culpable de su
muerte a los senadores optimates y quemar la sede del Senado era una
especie de venganza.
Manda que sus agentes en Roma, Balbo y Curión, comiencen sus movimientos.
Balbo acude a Pompeyo y trata de hacerle volver al bando de César, pero sin éxito.
Mientras tanto Curión y más tarde Marco Antonio, desde su cargo de tribuno de la
plebe, controlan el Senado. Allí, Catón y los suyos están lanzando sus ataques más
despiadados a César. César ha enviado una carta al Senado en la cual solicita una
entrada triunfal por las calles de Roma como era tradición entre los generales que
han conseguido grandes victorias para Roma. Pero el Senado no está por la labor
y con Catón a la cabeza exige:
73
• Que César devuelva dos de sus legiones que le fueron prestadas por
Pompeyo (el objetivo era debilitarle militarmente)
• Que César deponga su mando y imperium de procónsul y vuelva a
Roma para ser juzgado por alargar más de lo necesario la guerra para
enriquecerse a si mismo. Además, solicita que César sea entregado a
los germanos, a quien ha infringido tan grandes matanzas.
• Que se niegue la ciudadanía romana que César, en agradecimiento, ha
concedido a sus soldados de la Galia Cisalpina.
• Que sean derogadas todas las leyes que César promulgó durante su
consulado.
Curion y Marco Antonio hacen frente a todas estas acusaciones y evitan que
se hagan efectivas, pero son amenazados de muerte en repetidas ocasiones. Los
acontecimientos se precipitan. César solicita poder presentarse al consulado del
año 48 a.C. in absentia, es decir sin necesidad de ir a Roma, donde sus enemigos
le esperan para juzgarle. Si César era elegido cónsul, la dignidad de ese cargo no
permitiría que le juzgaran. Los cónsules del año 49 a.C., Marcelo y Léntulo,
intentaron que el Senado les diera el poder absoluto para hacer frente a la
amenaza de César y delegar ese poder en el único militar capaz de hacer frente a
César, Cneo Pompeyo Magno, que siempre decía:
“Si doy una patada en el suelo de Italia, salen legiones por todas partes
dispuestas a luchar por mi”
César había recibido a Marco Antonio y a sus amigos de Roma en Rávena. Era
evidente que el conflicto armado era la única salida. Echando mano a su gladius y
delante de sus hombres dijo: “He aquí quien ha de protegerme”.
Llamó a la XIIIª Legión, concentrándola en las orillas del río Rubicón. Ese
pequeño riachuelo marcaba la frontera entre Roma y la Galia, entre el mando
legal que César aún detentaba, pero que expiraba en un breve plazo de tiempo y ser
74
considerado un traidor a su patria. Durante una noche entera, César estuvo
detenido junto a sus hombres, reflexionando, incluso indeciso. Esperaba una señal
de los dioses.
Cuenta la leyenda que César soltó unos caballos en ofrenda a los dioses,
para ver si iban hacia Roma o hacia la Galia. Pero entonces y siempre según la
leyenda, un hombre esbelto y de gran belleza se puso a tocar un instrumento
musical con destreza a la orilla del río. Los trompeteros de la XIIIª legión se
acercaron a escucharle. De pronto el hombre cogió una de las trompetas que se
utilizaban para dar señales al ejército y se lanzó a las aguas del Rubicón, llegando
hasta la otra orilla. César vio en ese gesto la señal divina que esperaba y se decidió,
pronunciando una de las frases más celebres de César:
“Vayamos donde nos llaman los dioses y la injusticia de los hombres. Alea
jacta est. La suerte está echada”.
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3.8.- DE BELLO CIVILI (LA GUERRA CIVIL).
César pasó de largo por Roma y persiguió a su rival dispuesto a acabar aquel
conflicto lo más pronto posible, pero Pompeyo consiguió embarcar sus legiones y
abandonó Italia, que estaba ahora, en tan solo unos días y sin haber derramado
una gota de sangre, en manos de Cayo Julio César.
Al volver a Roma, César fue nombrado Dictador por los senadores que se
habían quedado. Ponían en sus manos el poder absoluto para que acabara con la
rebelión optimate. En los ocho días que César permaneció en Roma, restituyó la
ciudadanía a los habitantes de la Galia Cisalpina que tanto le habían ayudado
en la Guerra de las Galias y aseguró el aprovisionamiento de trigo a Roma,
76
controlando el gobierno de la isla de Sicilia. Dejando a Tito Labieno controlando
Roma, César partió por tierra (la flota del hijo de Pompeyo dominaba los mares) al
mando de seis legiones hacia Hispania, donde tres partidarios pompeyanos,
Afranio, Petreyo y Varrón, controlaban la península. César pronunció estas
palabras al partir:
De camino a Roma, César tiene que hacer frente a un motín de sus tropas en
Placentia. Los veteranos están cansados de guerrear y se ven venir que César les
va a embarcar hacia Oriente para seguir luchando. César les reúne y les lanza un
discurso en el que, primero, agradece sus servicios con muy buenas palabras y,
después, les castiga con dureza. A la IXª Legión, de donde eran los líderes del
motín, les inflinge el castigo del diezmo, que consistía en seleccionar al azar a uno
de cada diez soldados y ejecutarlos. Al resto les licencia con deshonor por su
indignidad. Este castigo ejemplar surte efecto entre el resto de sus tropas y tras
las solicitudes de misericordia, al final César acepta ejecutar sólo a 12 de los
cabecillas y la IXº Legión no es licenciada (era todo un acto magistral, pues
César no puede debilitarse en estos momentos). César ha recuperado la disciplina
de sus ejércitos y marcha hacia Roma.
77
3.8.3.- La derrota de Cneus Pompeius Magnus.
78
que tiene cortadas las comunicaciones y las vías de abastecimiento por la flota. Las
tropas que faltan y que manda Marco Antonio, no consiguen atravesar el mar y
César se pone nervioso. Trata de atravesar de incógnito una fría noche de invierno
el mar para regresar a Italia y solucionar el problema, pero la galerna impide que su
barco progrese y el capitán decide retroceder. César demuestra su seguridad en si
mismo y la confianza que tiene en que su destino está regido por los dioses y le da
ánimos diciéndole: “Ten valor, llevas a César y a su Fortuna”. Pero es imposible
y César, temiendo por su propia vida, renuncia a la empresa. Finalmente las cinco
legiones de Marco Antonio consiguen su objetivo, favorecidos por el desconcierto
de la muerte de Bíbulo, que se ha esforzado tanto en la empresa de detener a
César que cae presa del agotamiento.
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La batalla de Farsalia enfrenta a romanos contra romanos. César dispone
de unos 22.000 hombres mientras que Pompeyo tiene una fuerza mucho más
numerosa que ronda los 66.000 hombres. La batalla es una victoria del genio
militar del Gran Julio César, que con un golpe maestro de su caballería, provoca el
pánico en las filas pompeyanas y vence de una manera aplastante.
Según las propias cuantas de César, el solo tiene que lamentar unas 230
bajas, mientras que el enemigo ha perdido 15.000 hombres y 24.000 han sido
hechos prisioneros. Pompeyo huye hacia Egipto, mientras César, con Marco
Antonio al frente, envía a sus tropas a invernar en Roma, otorgándoles el
merecido descanso que les había prometido tras el motín de Placentia.
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Pero César marcha con unos cuantos hombres en persecución de Pompeyo.
Éste, ha llegado a Egipto junto con su familia buscando la protección del Faraón
Ptolomeo XIV, un niño de tan sólo 10 años, casado con su hermana 7 años más
mayor que él, de nombre Cleopatra VII Philopator. Las disputas por el poder entre
faraón y faraona son evidentes y los consejeros del niño-rey, expulsan a Cleopatra
de palacio, pues así Ptolomeo es mucho más manipulable. Al recibir la noticia de que
Pompeyo pide asilo en Egipto, los consejeros del Faraón deciden asesinar a
traición a Pompeyo para honrar a César y ganarse sus favores, pues están
convencidos que César llegará en su persecución. Compran a Septimius, un liberto
que acompañaba a Pompeyo y al descender del barco, le clava su espada por la
espalda, asesinándole a la vista de toda su familia, que le observa desde un barco y
que, vista la traición, huyen de allí. Pompeyo es decapitado.
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Ptolomeo XIV y Cleopatra. César repone a ambos en el trono y controla a
Cleopatra convirtiéndose en su amante. Pero los consejeros de Ptolomeo XIV no
quieren perder su influencia y
reaccionan violentamente. Aquilas,
uno de ellos, sitia a César y a sus
tropas en el Palacio Real de
Alejandría en septiembre del año 48
a.C. César resiste los ataques
durante cuatro meses, esperando la
llegada de las tropas de refuerzo. En
uno de esos ataques, la famosísima
Biblioteca de Alejandría, donde
había más de 400.000 volúmenes de
todos los idiomas y autores del
mundo, la biblioteca más famosa y
maravillosa de la historia antigua,
perece pasto de las llamas. Muerto
Aquilas, el eunuco Ganímedes,
refuerza con mucha más virulencia los
ataques contra César. En una
escaramuza en la Isla del Faro, el mismo César junto con 800 legionarios caen en
una emboscada, de la cual solo pueden salvarse unos pocos lanzándose al mar y
nadando hasta la seguridad de las naves romanas. El mismo César en su
desesperada huida, ha de abandonar la capa escarlata de Imperator, que
Ganímedes exhibe como un trofeo.
Pero en enero del año 47 a.C. llegan los refuerzos romanos, que acampan a las
afueras de Alejandría. Enterado César, en una salida nocturna y por sorpresa, se
une a esos refuerzos y presenta batalla a Ganímedes y sus hombres,
venciéndole de manera aplastante (unos 12.000 prisioneros y más de 20.000
muertos). Entre los muertos está el propio Ganímedes y el Faraón Tolomeo XIV. La
ciudad de Alejandría se rinde ante la asombrosa victoria de César. Egipto está
ahora en sus manos. Cleopatra se casa de nuevo con otro de sus hermanos de
10 años, Ptolomeo XV. Pero
César, se embarca en un
thalamegus y realiza un crucero
de dos meses por el Nilo para
conocer las maravillas de Egipto
junto a una joven cariñosa como
Cleopatra, a la que le hace un
hijo, Cesarión. Podemos decir
que César se tomó unas
merecidas vacaciones. Al volver,
César deja tres legiones en
Egipto y retoma la actividad.
82
3.8.5.- La campaña de Asia.
Estamos en julio del año 47 a.C. y a César le reclaman unos urgentes asuntos
en Asia. Allí, el Rey Farnaces, un reyezuelo de las costas del Mar Negro,
descendiente de Mitrídates, se ha rebelado contra el poder de Roma aprovechando
la presunta debilidad de los romanos que están enfrascados en una guerra civil. El
Rey Farnaces ha invadido la pequeña Armenia. Tras una breve y victoriosa
batalla contra el gobernador romano Calvino en Nicópolis, ha invadido también el
reino del Ponto, amenazando la supremacía romana sobre la zona.
César apacigua a todos los reyes del entorno y marcha contra Farnaces.
En la batalla de Zela, César aniquilará todo el ejército de Farnaces en tan solo
4 horas. Es tal la superioridad demostrada por César en el campo de batalla que,
en su informe al Senado, César escribe la famosa frase:
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3.8.6.- De nuevo en Roma.
Pero César se encuentra con una Italia convulsa. Sus veteranos, que ya han
dilapidado el botín de sus
conquistas, reclaman las tierras
prometidas por César y poder así
disfrutar de su triunfo, al igual
que su general. Pero los
gobernantes de Roma no les
pueden asegurar esas cosas en
ausencia de César. Los
legionarios veteranos,
enterados de que César regresa a Roma marchan hacia allí. César se reúne con
ellos en el Campo de Marte, a las afueras de la ciudad. César es muy breve y les
pregunta qué quieren. Los legionarios, para presionarle y para que les conceda sus
peticiones, sabiendo que César les necesita, amenazan con la licencia total. Pero
César no se va a enfadar y brevemente, les anuncia que les concede la licencia,
dirigiéndose a ellos como quirites, es decir ciudadanos. La mayoría de los soldados,
al darse cuenta del error que han cometido, comienzan a implorar a César para que
no los licencie, que quieren seguir siendo milites, es decir, soldados. Ante este
arrepentimiento, César consigue apaciguar el motín y, de nuevo, la unión de sus
tropas. Con el ejército de nuevo unido, se dispone a partir al norte de África,
donde aún quedan reductos de la resistencia optimate.
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César desembarca en África con su ejército y el 6 de febrero del 46 a.C.
presenta batalla a las fuerzas conjuntas de romanos y
numidas. La batalla de Tapsos es otra gran victoria para el
Gran Julio César, que consigue espantar a los elefantes del
enemigo, que se vuelven contra sus propios soldados. Según
César en su informe al Senado, sólo tiene que lamentar 50
bajas, mientras que los enemigos han perdido más de 10.000
hombres.
Marco Porcio Catón, llamado Catón “el joven”. Museo del Louvre. Paris
Dicho esto, rechaza los servicios de los médicos y con sus propias manos se
reabre la herida una y otra vez, hasta morir desangrado.
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Numidia se convierte en provincia romana y ya no queda casi ningún enemigo
al que vencer y acabar por fin esta guerra civil. César regresa a Roma.
En Hispania, Casio, el
gobernador que César
dejó, se muestra como un
inepto que sólo piensa en
esquilmar la provincia y en
el enriquecimiento
personal, provocando la
sublevación de la Bética
(actual Andalucía). En esa
coyuntura llega Cneo
Pompeyo, el hijo del
Magnus, y consigue que los
nativos se le unan en
rebelión contra, Casio, el
gobernador de César.
Éste, no tiene más
remedio que abandonar Roma y hacer frente a una nueva campaña militar
contra los pompeyanos.
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La batalla decisiva se producirá cerca de Córdoba el 17 de marzo del años
45 a.C. La batalla de Munda favorece a César, aunque es una de las batallas en
que más bajas sufre su ejército e incluso, donde más cerca estuvo de perder su
propia vida. En un momento decisivo de la batalla tuvo que lanzarse con su gladius
en la mano al combate, arengando a sus legionarios e infundiéndoles valor:
Reconstrucción de Roma posterior a la Roma de César, ya que en su época aún no existía, por ejemplo, el Coliseo.
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3.9.- EL PODER ABSOLUTO DE CÉSAR EN ROMA.
César ahora es elegido Dictador Vitalicio y celebra su quinto triunfo por las
calles de Roma. Los cuatro
triunfos anteriores los había
celebrado antes de la campaña
de Hispania. El primero por su
victoria en la guerra de las
Galias, donde paseó las
riquezas obtenidas allí, entre
ellas a su enemigo número uno
en esa guerra, Vercingetorix,
que fue paseado detrás del
carro de César por el Foro, encadenado a un poste. Al finalizar el desfile fue
ejecutado de la manera que los romanos mataban a sus enemigos no romanos,
estrangulándolos en un calabozo oscuro de los
sótanos del Foro. El segundo triunfo, lo celebró por
su victoria en Asia contra Farnaces. El tercero por
su victoria en Egipto. El cuarto por su victoria en
África contra el rey Juba I de Numidia y el quinto
triunfo, por su victoria en Hispania. Durante cinco
días los fastos, desfiles y fiestas en Roma fueron
apoteósicos. Además de los desfiles triunfales de
César por el Foro exhibiendo las riquezas obtenidas
en esas campañas, César organizó obras de teatro,
naumaquias (batallas navales simuladas), luchas de
gladiadores, exhibiciones y lucha de animales
feroces y desconocidos en Roma, como elefantes, rinocerontes, jirafas, leones,
etc. A todo eso, le añadimos epulum,
banquetes multitudinarios en los que
hubo hasta 66.000 invitados. Se dio
trigo a los ciudadanos y entre los
veteranos soldados de César, se
repartió el botín. César incluso
restauró el dinero del erario público que
había confiscado para pagar la Guerra
Civil. Todo eso hizo César gratis,
consiguiendo que sus veteranos y sus
ciudadanos le estuvieran agradecidos.
Cayo Julio César era ahora el amo absoluto de Roma y comenzó a acumular
privilegios que los ciudadanos romanos le otorgaban sin reservas. César era capaz
de la generosidad y el perdón, pero también de las represiones más atroces e
injustas. No tuvo reparos en eliminar a aquellos que se le opusieran, aunque había
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poca gente que lo hiciera. Con todo el poder en sus manos, César comenzó su tarea.
Acabó con la República y estableció las bases de un sistema de gobierno
nuevo, el Imperio Romano:
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Los romanos, agradecidos por la paz que había instaurado en sus vidas y por
las reformas y riquezas que corrían por Roma, trataban de agradecérselo
agasajándole:
• Se declaró día de fiesta oficial el día de su nacimiento, dia natalis.
• Además, se cambió el nombre del mes de su nacimiento, quintilis,
que pasó a llamarse iulius (julio, nombre que se mantiene hoy en día).
• Le autorizaron a llevar siempre los símbolos de Imperator, que eran
la capa púrpura y la corona de laurel en la cabeza.
• E incluso se le declaró semidiós, fundando un culto nuevo en exclusiva
para su persona.
• Su lugarteniente Marco Antonio, le ofreció en un acto público la
diadema real, una cinta blanca que llevaban los antiguos reyes
romanos. Es decir, que le quisieron declarar Rey de Roma. Pero César
rechazó la diadema, el no quería ser rey, no le hacía falta. Él era
mucho más que un rey. Era César.
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3.10.- LOS IDUS DE MARZO.
Se preparó una conjura para asesinar a César. Sus líderes fueron Marco
Junio Bruto y Cayo Casio Longino, aunque eran cerca de 30 senadores los
conjurados:
• Cayo Casio Longino era un confabulador nato que odiaba a muerte a
César a pesar de que éste, le había perdonado tras la
batalla de Farsalia y le había devuelto sus privilegios
políticos y su hacienda. Pero Casio no aceptaba que su
carrera política se viese favorecida por César. Él
quería ascender por méritos propios y no por la gracia
de un hombre.
• Marco Junio Bruto era el hijo de Servilia, la amante romana más
famosa de César. Se rumoreaba incluso que podría
ser su propio hijo. César siempre le trató como tal, le
favoreció al máximo, le perdonó todas sus traiciones
y sus indecisiones, le otorgó cargos y riquezas. En
resumen, César amaba a Bruto como si fuera su
propio hijo. Pero Bruto fue seducido por los
conjurados, que apelaron a su apellido y a sus
antepasados. El primero de los Bruto fue el que asesinó al último
rey de Roma, Tarquinio el Soberbio, y el fundador de la
República. ¿Quién mejor que él para asesinar al tirano César y
restaurar la República?
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César tenía informaciones sobre la posible conjura para asesinarle, pero no
podía demostrar miedo. Un adivino muy famoso en Roma, de nombre Espurina, que
se cruzó con César en el Foro, le había dicho:
Su mujer, Calpurnia, había soñado esa misma noche que César sería asesinado
y trató de impedir que, ese día, César acudiera a la sesión senatorial, convocada
para tratar la guerra contra los partos, hacia la que partía César al día siguiente.
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puñal en la mano (“¿Tú también hijo mío?) y para taparse el rostro con la toga y
evitar que sus asesinos, vieran su cara en el momento de morir.
El Gran Julio César, a los 56 años, cayó muerto a los pies de la estatua de
Pompeyo Magno que presidía la Curia, pues él la había pagado. Una de las ironías
del destino. Los asesinos y el resto de senadores salieron corriendo, aterrados por
el magnicidio y por las reacciones que se pudieran producir.
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Marco Antonio calmó los ánimos y
presidió el funeral de César e hizo su
panegírico (discurso en honor de un
difunto), pero la muchedumbre que se
acumulaba en el Foro prendió fuego al
cadáver de César, arrojando a las llamas
todo lo que encontraban a su paso. La
hoguera ardió durante días. En ese
mismo lugar, años después, se erigiría el
templo de Divus Iulius, en honor y
memoria de Cayo Julio César, que fue proclamado dios.
La venganza contra los asesinos fue llevada a cabo por Marco Antonio y
Cayo Julio César Octaviano, su hijo adoptivo y heredero. Pero, parafraseando a
Michael Ende:
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4.- CONCLUSIÓN FINAL (fuera de concurso).
Cayo Julio César era un ambicioso nato, no tenía reparos en pasar por encima
de sus enemigos o rivales políticos. También era de origen noble y siempre se
regodeaba de ello. Se sentía superior al resto de los mortales, descendiente de los
dioses. Miraba por encima del hombro a sus rivales políticos y se consideraba
mejor que nadie. Y consiguió el poder absoluto a costa de asesinar y matar a
romanos de tan puro linaje como él, sin que le temblara el pulso. Ejerció una
dictadura personal, uno de los sistemas de gobierno que más detesto. Más incluso
que la monarquía que estuvo a punto de encabezar.
Para responder la pregunta de mis alumnos diría que César, fue un hombre
admirable por ser un visionario, por ser un genio de la guerra, de la política, del
derecho y de la literatura. Nos dejó un legado monumental, literario, jurídico e
histórico, digno de los más grandes. En resumen, fue uno de los grandes de la
Historia de la Humanidad y mi admiración, como licenciado y profesor de Historia,
es puramente profesional. Es muy difícil conseguir todo lo que consiguió César en
tan solo 56 años. Sus gestas y victorias hoy no serían posibles, pues el mundo es
muy diferente, nos regimos por otras ambiciones y reglas. El mundo romano era un
mundo en el cual un hombre podía cambiar el destino de una nación entera
montando un caballo y haciéndose seguir por un puñado de legionarios, conquistando
nuevas tierras desconocidas. Era un mundo para gente valerosa, que no conocían el
miedo a lo desconocido. Esa es quizás, la parte de la biografía de César que más me
gusta, la parte militar. Debía ser muy cruel matar o morir en un solo instante, pero
también debía ser muy emocionante, superarse día a día, pasar las jornadas vivo, no
tener más horizonte, que la próxima batalla.
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5.- BIBLIOGRAFÍA.
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