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Murria y Gonzalez La Seguridad Ciudadana Insturmentos de Anc3a1lisis
Murria y Gonzalez La Seguridad Ciudadana Insturmentos de Anc3a1lisis
M. Murrià(1); C. González(2)
Área de Seguridad. Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans de Barcelona. Universitat
Autònoma de Barcelona. Campus de Bellaterra, Edifici MRA, Plaça del Nord, planta 2,
08193 Bellaterra (Cerdanyola del Vallès).
(1) (2)
Marta.Murria@uab.cat Carlos.Gonzalez.Murciano@uab.cat
PRIMER BORRADOR
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distintas políticas de seguridad en la actividad delictiva y en el sentimiento de seguridad. La
necesidad de disponer de indicadores fiables de la delincuencia y la inseguridad, más que una
cuestión meramente académica, se presenta como exigencia política de primer orden.
Desde que Émile Durkeim escribió Las reglas del método sociológico sabemos que la
delincuencia es inherente a toda sociedad:
La delincuencia es un hecho social y, también gracias a Durkeim, sabemos que los hechos
sociales pueden ser estudiados empíricamente. Sin embargo medir la delincuencia es un
problema porque para poder estudiarla primero es necesario delimitar el objeto de estudio:
saber exactamente qué es lo que se quiere analizar. En efecto, no está tan claro quién decide
(y cómo se decide) el carácter delictivo de todas y cada una de nuestras relaciones sociales.
En otras palabras, quién y cómo se decide en qué relaciones sociales ha habido una agresión
que podríamos considerar delictiva.
Por ejemplo, si se admite que sólo las sentencias judiciales pueden decidir cuando una relación
ha sido delictiva, se está empleando una definición de la delincuencia meramente formal, que
implica un cómputo de delitos muy pequeño. En consecuencia, se debe asumir que cuando
hablamos de delincuencia, se pueden emplear diferentes definiciones que se corresponden con
los diferentes niveles que permiten cuantificarla, describirla y analizarla.
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sociales han sido delictivas (sea cómo agredidos o como agresores), por lo que es la definición
que se acerca más a la realidad, sin necesidad de ningún referente ni judicial ni policial.
El tercer nivel atañe a la delincuencia conocida por la policía. La definición policial reduce la
delincuencia al volumen de hechos conocidos por este servicio (mediante denuncia u oficio),
tanto si finalmente hay sentencia judicial como si no. El recuento de hechos delictivos que “se
pierden” entre el segundo y el tercer nivel forman la conocida “cifra negra de la delincuencia”.
El cuarto nivel es la delincuencia que llega a los tribunales (sea a través de denuncia
ciudadana, investigación policial, o acción de la Fiscalía) y el quinto incluye solamente la
delincuencia que los tribunales han sentenciado (la definición judicial) (SABATÉ, 2005).
Figura 1. Los niveles de delincuencia. ¿De qué hablamos cuando hablamos de delito?
D e litos denuncia do s
Existen varias formas de analizar esta dimensión subjetiva. Lo más común es el uso de
encuestas de opinión sobre temas de seguridad (a menudo sujetas a las encuestas de
victimización), aunque también existe la posibilidad de estudiarla mediante técnicas cualitativas
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tales como entrevistas en profundidad, grupos de discusión o marchas de reconocimiento de
espacios inseguros. La vivencia de la seguridad también se puede conocer mediante procesos
participativos en los que asociaciones de vecinos o de comerciantes, por ejemplo, realizan
reuniones con los responsables de la gestión de seguridad para explicar las problemáticas a las
que se enfrentan.
2. INSTRUMENTOS DE MEDIDA
Cada una de las formas de definir la delincuencia y la inseguridad tiene un objeto de estudio
diferente y pretende cuantificar diferentes aspectos. Así, trabajan con sus propios instrumentos
de medida (tienen sus propias técnicas de recogida de la información) y tienen diferentes
metodologías de análisis de esta información (clasifican y usan terminologías distintas y
trabajan con variables y indicadores propios).
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Poco a poco, las dudas sobre la fiabilidad de las estadísticas judiciales para la cuantificación de
la delincuencia pusieron de manifiesto la necesidad de buscar otras fuentes de información.
Siguiendo el consejo de Thorsten Sellin (1931), los registros policiales sustituyeron las
estimaciones judiciales como fuente del conocimiento de la delincuencia (ZAUBERMAN, 2008).
El objetivo era conseguir que la pérdida de información sobre la cantidad de delincuencia fuese
menor.
El objeto de estudio de la estadística policial son los hechos que llegan a conocimiento de la
policía a través de la denuncia de los ciudadanos o a través de las investigaciones policiales de
oficio. El análisis de las tendencias de la seguridad mediante el uso de registros policiales
emplea aquellas variables e indicadores que marquen los atestados de denuncia o de
investigación policial. A partir de estos datos se construyen indicadores descriptivos e índices
de seguimiento (PEÑA y SÁNCHEZ, 2009).
La estadística policial es un buen instrumento si se quieren estudiar los hechos delictivos que
se contemplan en el código penal o en las leyes de un país. También es apropiada para medir
tendencias de delitos que tienen índices de denuncia elevados y delitos poco comunes pero
graves. Permite el análisis de áreas geográficas pequeñas y fenómenos estadísticamente poco
frecuentes. Finalmente, también sirve como un indicador para valorar las cargas de trabajo de
la policía (COSTA, 2009).
En resumen, las estadísticas policiales y las estadísticas judiciales son de carácter institucional,
y por lo tanto, proporcionan indicadores que están más relacionados con la gestión de las
respectivas instituciones que con la extensión real de la delincuencia. Aun así, hay una
importante diferencia entre ambas. La estadística de los delitos conocidos por la policía es el
comienzo del trayecto institucional de la delincuencia (indica el primer contacto que su
extensión real tiene con el sistema de justicia penal). En cambio, las estadísticas judiciales
marcan el final del trayecto: contienen la delincuencia oficialmente definida por los tribunales de
justicia; por tanto su ajuste con la realidad es menor.
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2.3. Las encuestas de victimización y las encuestas de autoinculpación
Las dudas sobre la conveniencia de utilizar solamente datos institucionales para analizar la
seguridad ciudadana aumentaron (o aparecieron) cuando los gestores de la seguridad pública
empezaron a cuestionarse su eficacia a raíz de un aumento sin precedentes de la delincuencia
contra la pequeña propiedad. Con la expansión de la sociedad de consumo los hurtos y robos
de objetos pequeños pasaron a ser una actividad delictiva frecuente, pero la denuncia de estos
hechos era escasa (ROBERT, 2003). Esto evidenció la pérdida de información que suponía el
uso de las estadísticas policiales para determinar la extensión de la delincuencia. El registro de
la delincuencia mediante datos policiales depende en gran parte de la propensión de las
víctimas para informar o no a la policía, de la prioridad que ésta atribuye a la detección de cada
tipo de delito, de la facilidad o dificultad para la detección de los delitos y de la visibilidad o
invisibilidad de los diferentes tipos de delincuencia y de delincuentes.
Las dudas sobre la conveniencia de utilizar únicamente recuentos institucionales para medir la
extensión de la delincuencia eran persistentes y condujo a la búsqueda de registros no-penales
que pudiesen utilizarse para validar resultados. Por ejemplo, los registros policiales sobre
homicidios se compararon con las estadísticas sobre las causas de deceso en los registros
hospitalarios (ZAUBERMAN, 2008) o se idearon sistemas para calcular la extensión de la
delincuencia a través de los costes que ésta generaba a las víctimas. En cualquier caso, y pese
a los esfuerzos realizados, estas investigaciones sólo ofrecían aproximaciones generales a
manifestaciones muy concretas de la delincuencia, pero en ningún caso a su extensión global.
Los expertos se preguntaron cómo llevar a cabo encuestas a gran escala sobre la delincuencia
y experimentaron desde dos enfoques distintos. Primero, los cuestionarios dirigidos a las
personas que habían cometido actos delictivos (encuestas de autoinculpación) y,
posteriormente, mediante el uso de cuestionarios a las víctimas (encuestas de victimización).
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indispensable en los Estados Unidos desde la década de 1970, la experiencia se extendió por
el resto del mundo una década más tarde, aunque de forma en absoluto homogénea y con
variaciones considerables de un país a otro, tanto en cantidad como en calidad y periodicidad.
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Figura 2. Instrumentos de medida del delito: utilidades y limitaciones.
Instrumentos de Utilidad de
Fuentes Definición Limitaciones Indicadores
medida registro
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A continuación se describen las principales experiencias de países que han integrado el uso de
encuestas específicas de victimización y de opinión sobre la seguridad a la gestión de la
seguridad ciudadana. Algunos de ellos, como Inglaterra y Gales, cuentan con una amplia
tradición de estudios mediante encuesta a nivel nacional. En otros, estas prácticas están
menos extendidas aunque puedan estar muy desarrolladas a nivel local o regional. Este último
es el caso de la ciudad de Barcelona que cuenta con una de las series analíticas más largas
sobre victimización a nivel mundial. En cualquier caso, la variedad de situaciones es enorme y
no es posible establecer de manera irrefutable las distintas trayectorias de implantación de las
encuestas de victimización para cada país. Así las cosas, la descripción que sigue a
continuación no pretende ser exhaustiva, sino informar y orientar sobre aquellas experiencias
que por su importancia histórica o técnica pueden resultar más relevantes.
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Humanos de la Nación. Originalmente diseñadas para obtener información sobre la Ciudad de
Buenos Aires, el número de espacios urbanos sujetos a estudio fue creciendo progresivamente
(el Gran Buenos Aires, la ciudad de Rosario, Córdoba, el Gran Mendoza,…), en lo que parecía
marcar una tendencia hacia la creación de una encuesta nacional que permitiese desagregar
sus resultados para los principales distritos de la nación. No obstante, en el año 2003 estas
pesquisas dejaron de realizarse, generando un déficit en el diagnóstico sobre la violencia y la
criminalidad en Argentina.
En el año 2005 el Ministerio de Interior de Perú realizó una encuesta de victimización con la
contribución financiera del Banco Interamericano del Desarrollo (BID) y con la cooperación
técnica de UNICRI. Los resultados de este estudio se incluyeron en el Sistema Nacional de
Seguridad Ciudadana (SINASEC). Sin embargo, en el Perú el uso de encuestas de
victimización ha sido esporádico, al igual que en El Salvador, donde cabe mencionar los
esfuerzos de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES) que
en 2006 promovería la encuesta sobre seguridad en colaboración con el PNUD.
Así, la situación de América Latina respecto a los estudios de victimización y opinión sobre la
seguridad es muy compleja. Hasta el momento únicamente México y Chile han desarrollado
estudios de este tipo de manera sistemática. En Chile, gracias al convenio entre el Ministerio
del Interior y el Instituto Nacional de Estadística (INE), se han desarrollado cuatro encuestas de
victimización de forma sistemática. Desde su primera aplicación en el año 2003 la Encuesta
Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC) se ha convertido en un instrumento anual
de medida de la seguridad ciudadana, transformándose en el instrumento de cobertura
nacional urbana más actualizado en el contexto regional. Por su parte, la Fundación Paz
Ciudadana y Adimark vienen realizando desde 1998 el estudio “Índice Paz Ciudadana”,
ofreciendo datos semestrales en comunas de Gran Santiago y otras importantes comunas del
país.
En México, desde la creación en 2002 del Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad
(ICESI), se ha venido elaborando anualmente la Encuesta Nacional de Inseguridad (ENSI)
buscando consolidar un instrumento para la medición especializada sobre inseguridad en
México, conformando un observatorio que trabaja para evaluar la confiabilidad de las cifras
oficiales en materia de seguridad pública y la administración de justicia.
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2.4.3. Las encuestas de victimización en Europa
La British Crime Survey (BCS en adelante), proporciona indicadores gubernamentales oficiales
para Inglaterra y Gales desde el año1982. Tomando como modelo la National Crime Victim
Survey (NCVS), la encuesta británica se concibió como un instrumento de investigación
criminológica que permitiría complementar los registros policiales, ofreciendo al público una
imagen realista sobre los niveles, tendencias y riesgos asociados a la delincuencia. En los años
sucesivos se realizaron diversas ediciones de la BCS (en 1984, 1988 y 1992), hasta que en
2001 se estableció una periodicidad anual y se incrementó la muestra para poder ofrecer
resultados para cada una de las 43 regiones policiales de Inglaterra y Gales. Este cambio se
debe a la importancia que los gestores de la seguridad ciudadana han ido concediendo a la
BCS, considerándola un instrumento útil para evaluar las actuaciones que se realizan para
prevenir la delincuencia, gestionar los niveles de miedo y medir los niveles de confianza en la
justicia.
Las encuestas de victimización también cuentan con una larga tradición en Holanda.
Inicialmente formaban parte de la encuesta permanente sobre las condiciones de vida en los
hogares holandeses. A partir de 1980 este módulo se implementa como una operación
estadística independiente (Rechtsbeschermin en Veiligheid). Esta encuesta convive desde
1993 con una serie de estudios realizados por la policía para evaluar su funcionamiento. Es el
denominado Monitor de policía (Politiemonitor Bevolking, PMB) que se concibe como un
instrumento para la gestión local de la seguridad.
Inspirándose en el monitor holandés, en 1998 el gobierno federal belga inició un proyecto para
evaluar el estado de la seguridad ciudadana periódicamente cada dos años. El monitor de
seguridad belga (Veiligheidsmonitor) aparece entonces asociado a la gestión de la seguridad
ciudadana, como un método para evaluar los contratos locales de seguridad establecidos entre
la policía y la comunidad, como un instrumento sobre el que poder establecer estrategias para
combatir la delincuencia y para evaluar sus resultados.
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encuestas anteriores en el año 2002, formando una sola operación de trabajo de campo y
estadística.
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Allí donde las administraciones se comprometieron a garantizar la protección de sus
ciudadanos y comenzaron a desarrollar sistemas de control del delito, surgió la necesidad de
obtener informaciones fiables que permitiesen evaluar el estado de la seguridad ciudadana. Los
sistemas de información e indicadores necesarios para desarrollar estos análisis se han ido
desarrollando según las necesidades políticas y sociales de cada momento. Las autoridades de
cada comunidad local o país, respaldadas por el poder institucional y atendiendo a su contexto
organizativo y cultural, han ido seleccionando y definiendo qué fuentes e indicadores podían
ser significativas para abordar esta tarea.
Sin duda, la organización de una buena base estadística policial constituye un excelente
indicador sobre el funcionamiento de los sistemas de gestión de la seguridad ciudadana. Sin
embargo, y esto es importante repetirlo, de estos datos no pueden extraerse informaciones
directas sobre la evolución de la delincuencia, sino que permiten identificar y cuantificar las
actividades que realizan los cuerpos de policía en relación a unos hechos presuntamente
delictivos.
Los elementos computables mediante el uso de este sistema estadístico son las actuaciones
policiales tramitadas a través de atestados, expedientes, actas y actuaciones de oficio. El
esquema de obtención de información es el siguiente:
1. Los servicios de policía conocen un hecho, ya sea como resultado de la colaboración
ciudadana mediante contacto telefónico o denuncia, ya sea como resultado de las labores de
vigilancia de los propios servicios de policía.
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2. Se realiza la intervención correspondiente y se documenta mediante un sistema de
registro estandarizado que puede valerse de formularios impresos o informatizados.
3. Los datos sobre los hechos y sobre las actuaciones se recogen en una base de datos,
que puede ser propia del servicio policial o compartida con otros cuerpos policiales o judiciales.
Estos procedimientos permiten obtener tres grandes tipos de informaciones de las que se
pueden derivar indicadores útiles para el seguimiento de las políticas de seguridad ciudadana.
Se trata de informaciones que hacen referencia a los hechos conocidos por la policía y
sancionados por las leyes, los hechos esclarecidos y las personas que resultan detenidas.
La búsqueda de indicadores que permitan analizar con el máximo nivel de detalle el fenómeno
de la criminalidad es una constante para cualquier analista de la seguridad ciudadana. A
continuación se ofrece una breve descripción de los principales indicadores empleados por los
sistemas de policía.
También es posible desarrollar medidas específicas para cada tipo de hecho detectado. Sin
ánimo de ser exhaustivos, los principales indicadores que es posible calcular a partir de estas
fuentes son:
• Tasa de delitos contra el patrimonio / 1.000 habitantes.
• Tasa de robos con violencia física o psíquica / 10.000 habitantes.
• Tasa de homicidios / 100.000 habitantes.
• Tasa de delitos por agresiones sexuales / 10.000 habitantes.
• Tasa de tirones en vía pública / 10.000 habitantes.
• Tasa de robos en viviendas / 10.000 viviendas.
• Tasa de sustracciones de vehículos / 10.000 vehículos.
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importantes en las tareas de descripción y análisis de la delincuencia. A nivel global hay dos
indicadores que permiten su medida, se trata del porcentaje de ilícitos resueltos y la tasa de
resolución por funcionario policial:
• Tasa de ilícitos esclarecidos / Hechos conocidos por policía.
• Tasa de ilícitos esclarecidos / Número de funcionarios policiales.
Así, la combinación de la estadística policial y judicial puede ofrecer una buena aproximación a
la evolución de la delincuencia en sociedades con entornos institucionales muy estables. Pero
sobretodo, estas informaciones permiten evaluar los efectos de la política criminal y de sus
consecuencias sobre la población, especialmente aquellas relacionadas con el grado de dureza
y de efectividad de las medidas punitivas. Las informaciones utilizadas en estos análisis se
obtienen a través de los indicadores sobre servicios penitenciarios y las demandas de medidas
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penales alternativas. Así, cabe destacar los siguientes indicadores referidos a la población
penitenciaria y a las demandas de medidas penales alternativas a la prisión (trabajos en
beneficio de la comunidad o medidas de seguridad):
• Tasa de población encarcelada / 100.000 habitantes.
• Tasa de población encarcelada según hecho principal de condena / 100.000
habitantes.
• Tasa de población que demanda medida penal alternativa / 100.000 habitantes.
Las estadísticas policiales y judiciales están afectadas por los hábitos y las normas de registro,
por la misma actuación de la policía y de los jueces o por los cambios en el código penal y en
las normativas. También se ha comprobado que estas estadísticas están cuantitativamente
alejadas de las experiencias de victimización a las que están expuestos los ciudadanos, tal y
como han demostrado las encuestas de victimización.
En efecto, la predisposición ciudadana para dar a conocer los hechos que se han padecido
puede hacer variar sustancialmente los registros criminales. Un incremento de las denuncias o
de las actuaciones de la policía en determinado ámbito puede hacer crecer los hechos
conocidos y, por tanto por la judicatura, aún cuando no se haya producido un aumento real de
los hechos delictivos. Y a la inversa, la laxitud y la falta de motivación para denunciar pueden
provocar una disminución en los hechos conocidos por la policía, aún cuando se haya
producido un aumento real de la delincuencia.
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también pueden obtener datos de opinión sobre el funcionamiento del servicio policial, sobre
las políticas de seguridad de las administraciones, así como otras informaciones relevantes que
ayuden a evaluar el estado de la convivencia y del civismo, lo que permite a los gestores de las
políticas de seguridad ciudadana detectar qué aspectos son los que se perciben como más
problemáticos y pueden, por lo tanto, afectar a la vida cotidiana de la población.
De acuerdo con lo anterior, entre los indicadores que pueden obtenerse de estos estudios de
opinión resultan especialmente relevantes:
• La evaluación del nivel de seguridad percibida en el barrio o en la ciudad, para lo que
generalmente suele emplearse una pregunta que la valora en una escala que va del 0 (mucha
inseguridad) al 10 (mucha seguridad).
• La opinión sobre la evolución de la seguridad en el último año. Se pide a los
ciudadanos que, en base a sus vivencias, digan si ha mejorado, si ha empeorado o sigue igual.
• La evaluación del nivel de civismo del barrio o la ciudad (en la conocida escala de 0 a
10).
• La evolución del civismo en el último año (si mejoró, empeoró o si sigue igual).
• La valoración (escala de 0 al 10) de las instituciones con competencia en la gestión de
la seguridad: policía, administraciones, juzgados, incluso sobre el grado de aplicación de las
penas o el grado de dureza de las leyes.
Las aplicaciones prácticas de las fuentes de información sobre seguridad ciudadana que se
han descrito hasta el momento dependerán, lógicamente, de los objetivos concretos que se fije
cada analista. Sin embargo, en los últimos años, los avances más significativos en este campo
se han producido gracias a las mejoras introducidas en los sistemas de registro de información,
que han permitido avanzar tanto en el análisis temporal de los datos (explorando tendencias y
variaciones), como geográfico (localización geográfica de delitos, víctimas y de espacios que la
población considera inseguros), así como en la posibilidad de incorporar datos
complementarios sobre las características de las víctimas (edad, género y otras variables
sociodemográficas), sobre las circunstancias del delito (momento del día, los costes que se han
derivado, el uso de violencia en estos actos,…) y sobre los presuntos delincuentes (edad,
número de agresores, características observables como la ingesta de substancias tóxicas,…).
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tasas delictivas en un determinado ámbito. Así por ejemplo, algunos sistemas de información,
especialmente los policiales, permiten ofrecer datos que se pueden actualizar diariamente, lo
que resulta de gran utilidad para planificar patrullas o intervenciones policiales. Se trata si
embargo de alarmas concretas que obviamente no tienen porqué reflejar un cambio de
tendencia en la evolución de la delincuencia, lo que sólo resultaría observable en series de
datos que analizasen un período temporal más amplio (un semestre, un año).
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El reto que se plantea es el de crear los instrumentos necesarios para afrontar el análisis de la
seguridad ciudadana incluyendo sus múltiples vertientes. La dificultad está en que cada
sistema de información ofrece buenas aproximaciones al fenómeno pero ninguno de ellos se
debe considerar la única fuente válida ni exhaustiva de estudio. Para ello es necesario diseñar
instrumentos que nos permitan conocer hasta qué punto y cómo influyen las actuaciones de
cada operador en el estado de la seguridad ciudadana. En suma, debería explorarse la
posibilidad de construir sistemas de indicadores que, partiendo de las distintas fuentes de
información, permitiesen obtener una visión lo más exhaustiva posible sobre el conjunto de
manifestaciones de la seguridad ciudadana.
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BIBLIOGRAFÍA
- COSTA, Santi. “El sistema d’indicadors policials d’Anglaterra i Gal•les”. Revista Apunts de
Seguretat, núm 3, abril 2009. Departament d’Interior, Relacions Institucionals i Participació.
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WEBGRAFÍA
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• Sobre las encuestas nacionales de España visitar: www.cis.es
• Sobre la EVB de Barcelona ver: www.bcn.cat/estadistica/castella/index.htm
• Sobre la ESPC de Catalunya ver:
www.gencat.cat/interior/policia/s_seguretat/gab_seguretat/enquesta_seguretat/enquesta_segur
etat.htm
• Sobre las encuestas del CESDIP en Francia ver: www.cesdip.org/-Etudes-et-Donees-
Penales.htm
• Sobre las encuestas regionales en Francia visitar: www.iaurif.org
• Para las encuestas nacionales de victimización en Italia visitar: www.istat.it
• Para los estudios regionales del proyecto “città siccure” en Italia ver:
www.regione.emilia-romagna.it/wcm/sicurezza/sezioni/pubblicazioni/rapporti_annuali.htm
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