Entendiendo las palabras de Becerra sobre la estética del arte
Víctor Javier González Duran
Parafraseando a Becerra, el concepto de belleza, abarca más que el
concepto de arte. De la misma manera ocurre con la estética y la filosofía del arte. La estética es una ciencia general, que estudia y reflexiona sobre la estructura e importancia de las sensaciones y las percepciones. La belleza es parte de lo perceptible sin embargo, podemos decir que no todo el arte tiene que ver con lo bello. El arte es una actividad consiente y de desarrollo, que es complementaria a la ciencia. La música es un arte y se relaciona con la belleza hasta cierto punto. Como arte temporal, su apreciación pierde este carácter al ser sintetizado mediante la elaboración mental. Las artes espaciales por su parte adquieren el carácter temporal al ser contempladas. En las artes espaciales, como las artes plásticas, sean pintura o escultura, entre otras; la creación y la realización de las obras, se fusionan muy bien, mientras que en la música, desde un comienzo, se suelen separar bien estas acciones. Así vemos como acto distinto, la creación y la interpretación, con la excepción de lo que vemos en la música electroacústica. Con respecto a la apreciación de la belleza, en relación al arte, es errado reducir la audiencia a un público únicamente entendido. Sin embargo de la misma manera, lo es quitarle el valor y dárselo únicamente a quien lo verá sólo en su superficie. El juicio de lo bello, se ha dicho que pasa por la cotidianidad y de ésta nace el gusto. Hay diferenciación en la recepción por quien interactúa con lo apreciado, dependiendo su edad, su estrato social, etc. La crítica, es uno de los factores más importantes en la valoración de las obras y la formación de opinión al respecto. En la apreciación de la música no se puede reducir la recepción, a la forma de notación, eliminando la interpretación. Suele existir una confusión entre música y notación musical. Al hablar de arte, pensamos en obras de arte, mas ellas no pueden significar belleza, puesto que la belleza no es objetiva y así, una persona puede decir que algo es bello, mientras que otra persona, en el mismo momento, puede decir que no lo es. Existen reacciones hacia los objetos con que nos relacionamos, las cuales quedan en nuestra mente pero sin ser recordadas a voluntad y esto que queda, se modifica con los cambios en nuestra mente. Así, la valorización de algo bello, no lo hace objetivamente y permanentemente bello para la percepción y a esto surge la problemática de qué rige la estética, siendo que incluso los cánones fluctúan. Responde entonces al resultado de experiencias que se haya tenido a lo largo de la historia, que van a condicionar la apreciación hacia lo que tiene sentido para el sujeto que interactúa. La historia tiene un papel importante en la caracterización de lo bello, puesto que se van aceptando cualidades y características a lo socialmente compartido que va a quedar instaurado en el colectivo y se va a modificar paulatinamente así es como llegamos nuevamente al concepto de canon. Exista o no una teoría sobre la belleza, estamos supeditados a ella y a nuestra manera la vemos y la atribuimos a ciertas cosas que poseen atributos que nos gustan. Encontramos la belleza en algo que cumple con nuestras expectativas y en base a esto, podemos decir que la belleza reside en nosotros mismos, nace de nuestras ideas y consideramos algo hermoso, algo que supera nuestras expectativas, previamente ideadas. Ésta causa una reacción en nosotros y esa reacción muta constantemente haciendo que nuestro juicio no sea permanente ni estable. Las causas de la disputa que se dan sobre la belleza y el gusto, pueden venir de fuera del arte y surge la problemática de por qué se consume arte. El arte y sobre todo la música, según Becerra, puede ser usado para consumo o para hablar de él, aunque cueste aceptarlo. Tiene que ver con una comunidad que por sus condiciones y contexto, tiene un acceso frecuente a cierto tipo de arte. Estar inserto en un grupo social, por lo general, trae consigo un “gusto” socializado hacia cierto tipo de expresiones artísticas con determinadas características. Respecto de la semántica del arte, lo representado tiende a ser distinto de lo que se quiere comunicar. Así, hay dos tipos de semióticas reconocibles: una que tiene que ver con el mensaje que expresa y la otra que tiene que ver con una codificación que va más allá del contexto de la obra, pero sigue refiriéndose a esta misma. En la música, esto último, tiene mucho que ver con el medio social en que está inmerso. La música es norma de prestigio. En todas las partes del mundo, sucede esto sobre el estándar de dividirse en música docta y popular. También por grupo de actividades como oración, diversión, guerra, etc. Ese carácter de prestigio, hace que quien consuma cierta música determinada, adquiera o mantenga el prestigio, dentro de un grupo. Este prestigio se crea por los entendidos en el contexto, quienes definen qué “producto” es bueno y deseable. La estética es necesaria mirarla considerando todo lo dicho, desde una mirada social, más allá de una psicológica. Con respecto a esto, viendo la división de la sociedad en múltiples capas de diferente índole, las condiciones estéticas de recepción de la música son cada vez más diversas. Con la industria musical, cada vez es más fácil poder elegir la música que escuchamos y tener al alcance más tipos de música distintos. Becerra plantea que cada vez es más difícil juntarse a oír y a la vez, la tecnología acerca más las grabaciones de alta calidad de la música histórica, suplantando la escucha en vivo. Dice al respecto que esta escucha es engañosa y dificulta la recepción adecuada, pervirtiendo los fines de la escucha o más aún, haciendo que esta escucha pase a un segundo plano, sobre lo que realmente está en la atención del auditor (el ejemplo de estudiar escuchando música). Para concluir, debemos considerar lo que Becerra plantea, diciendo que lo bello, respecto del acto de apreciación es muy personal. Y junto a ésa apreciación está del otro lado lo social y cómo afecta al respecto. Siendo así, la estética un asunto de percepciones y sensaciones que se guía por los contextos sociales, siendo algo subjetivo y constante e históricamente alterado, pasando por el filtro del individuo, quien finalmente dirá para sí es bello o no, influyendo o no, su opinión en la percepción respecto de lo mismo, de la sociedad que lo rodea.