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Yo soltaba los galgos del viento para hablarte. Eléctricas, desnudas en el mármol ardiente
A machetazo limpio, abrí paso al poema. que pasa de la piel a los vestidos,
Te busqué en los castillos a donde sube el alma, turgentes, desafiantes, rápida la marea,
por todas las estancias de tu reino interior, pisan el mundo, pisan la estrella de la
afuera de los sueños, en los bosques, dormida, suerte con sus finos tacones
o tal vez capturada por las ninfas del río, y germinan, germinan como plantas
tras los espejos de agua, celosos cancerberos, silvestres en la calle,
para hacerme dudar si te amaba o me amaba. y echan su aroma duro verdemente.
Quise entrar a galope a las luces del mundo, Cálidas impalpables del verano que zumba
subir por sus laderas a dominar lo alto; carnicero. Ni rosas
desenfrenar mis sueños, como el mar que se alza ni arcángeles: muchachas del país,
y relincha en los riscos, a tus pies, y se estrella. adivinas
del hombre, y algo más que el calor
Así cada mañana por tu luz entreabierta centelleante,
se despereza el alba, mueve un rumor el sol, algo más, algo más que estas ramas
esperando que abras y que alces los párpados flexibles
y amanezca y, mirándote, suba el día tan alto. que saben lo que saben como sabe la
tierra.
Si negases los ojos el sol se apagaría.
El acecho del monte y del amanecer Tan livianas, tan hondas, tan certeras las
en tinieblas heladas y tercas quedaría, suaves. Cacería
aunque el sol y sus ángeles y las otras estrellas de ojos azules y otras llamaradas urgentes
se pasaran la noche tocando inútilmente. en el baile
de las calles veloces. Hembras, hembras
en el oleaje ronco donde echamos las
redes de los cinco sentidos
para sacar apenas el beso de la espuma.
Jaime Sabines
Jaimes Torres Bodet
La luna
Lied
La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas. La mañana está de fiesta
Es buena como hipnótico y sedante porque me has besado tú
y también alivia y al contacto de tu boca
a los que se han intoxicado de filosofía. todo el cielo se hace azul.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo: El arroyo está cantando
sirve para encontrar a quien se ama, porque me has mirado tú
para ser rico sin que lo sepa nadie y en el sol de tu mirada
y para alejar a los médicos y las clínicas. toda el agua se hace azul.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido, El pinar está de luto
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos porque me has dejado tú...
ayudan a bien morir. y la noche está llorando,
noche pálida y azul,
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada noche azul de fin de otoño
y mirarás lo que quieras ver. y de adiós de juventud,
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna noche en que murió la luna,
para cuando te ahogues, (¡noche en que me has dejado
y dale la llave de la luna tú!)
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.
José Joaquín Pesado
José asunción Silva El molinop y la escamela
Las voces silenciosas Tibia en invierno, en el verano fría
(De Lord Tennyson.) brota y corre la fuente: en su camino
el puente pasa, toca la arquería,
¡Oh voces silenciosas de los muertos! y mueve con sus ondas el molino:
Cuando la hora muda
y vestida de fúnebres crespones, espumosa desciende, y se desvía
desfilar haga ante mis turbios ojos después, en curso claro y cristalino
sus fantasmas inciertos, copiando a trechos la enramada umbría
sus pálidas visiones... y el cedro añoso y el gallardo pino.
Yo soy como el fracaso total del mundo, ¡oh, Pueblos! Como el primer Día
El canto frente a frente al mismo Satanás, Como el primer día
dialoga con la ciencia tremenda de los muertos, de mi llegada aquí,
y mi dolor chorrea de sangre la ciudad. a veces la memoria se me pierde
Aún mis días son restos de enormes muebles viejos, y me encuentro yacente por el suelo
anoche «Dios» llevaba entre mundos que van sin hueso ni contorno
así, mi niña, solos, y tú dices: «te quiero» ignorando qué vida de qué mundo
cuando hablas con «tu» Pablo, sin oírle jamás. de qué recuerdo es ésta.
El hombre y la mujer tienen olor a tumba,
El cuerpo se me cae sobre la tierra bruta
Lo mismo que el ataúd rojo del infeliz.
-Pero tú no me olvides,
Enemigo total, aúllo por los barrios, dulce tierra sin rostro
un espanto más bárbaro, más bárbaro, más bárbaro cuyo recuerdo pierdo a cada instante,
que el hipo de cien perros botados a morir. cuyo sabor me escapa,
cuyos ojos de amor no reconozco.
Nocturno Muerto