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Transvanguardia:

Hay que enmarcar la Transvanguardia italiana en el movimiento neoexpresionista que


emergió a principio de los años ochenta ligado a los discursos de eclecticismo, citacionismo,
negación y progreso de la primera postmodernidad. Al igual que los neoexpresionistas
alemanes, los transvanguardistas italianos tomaron la citación como principal modelo
creativo, una citación que, en el caso italiano, incluye tanto motivos iconográficos y formales
extraídos de la Antigüedad Clásica, como aspectos de las vanguardias históricas (futurismo,
pintura metafísica, etc.) sin excluir citaciones “antimodernas” de los períodos tardíos de
Marc Chagall y del propio Chirico, así como de la vuelta al orden, protagonizada en plena
década de los años treinta por Alberto Savino. En todos los casos las citas fragmentarias
sustituían la comprensión existente en la obra original por un alto grado de ambigüedad.
Dichos procesos de citación, junto a la tendencia anacronista liderada por el crítico Maurizio
Calvesi y volcada hacia una mirada formalista de la gran tradición pictórica, tanto la clásica
como la barroca o la del clasicismo francés (a lo Poussin) constituyeron la base de la
transvanguardia italiana.

Sus inicios:

En Italia, la contestación a las experiencias militantes procesuales como el arte povera fue
capitalizada por el discurso teórico del crítico y profesor Achille Bonito Oliva. A mediado de
los sesenta, reunió a un grupo de aristas que, partiendo de trayectorias muy diversas,
habían optado por recuperar la pintura como medio creativo acorde con un presente que se
pretendía desideologizado y apolítico.

Retomando la línea del retorno a la pintura que en 1972 había protagonizado pensadores y
críticos como Italo Mussa, Filiberto Menna, Tommaso Trini y Vittorio Fagone, y en pleno
debate sobre la crisis de las vanguardias, A. Bonito Oliva sentó las bases de un arte
postconceptual y neovanguardista representado por las obras de artistas como Bagnoli,
Remo Salvadori, Sandro Chia y Francesco Clemente. En un texto publicado Fine delle
avanguardie, Oliva, planteó el trabajo de estos pintores como consecuencia de una
cabalgante desideologización y rechazo del experimentalismo que, desde la impersonalidad
y objetividad, propiciaban procesos interesados más en la estricta información que en la
comunicación.

No obstante, no fue hasta 1979 cuando en el artículo “La post-vanguardia e una nuova idea
dell´arte”, A. Bonito Oliva concretó –sin llamarla aún transvanguardia- esa nueva tendencia
del arte italiano en la que aparte de los ya mencionados Bagnoli, Salvadori, Chia y
Clemente, incluyó a Enzo Cucchi, Nicola De María y Mimmo Paladino como “los
representantes más novedosos de la postvanguardia entendida como reafirmacion casi
medieval de la centralidad del arte”
Bonito Oliva apuntaba en ese artículo, además, algunos puntos fundamentales del que sería
discurso teórico de la tendencia: el rechazo al darwinismo lingüístico de las vanguardias, la
reivindicación de una nueva autonomía de la creación estética y el nomadismo del artista.

El neologismo “Transvanguardia” apareció por vez primera en un artículo que Bonito Oliva
publicó en la revista Flash Art “The italian Trans-Avanguarde”, artículo que conincidió con la
exposición Opere fatte ad Arte. Sustentado por los conceptos de oposición y diferencia,
presentó a los artistas de los años setenta como los primeros que cobraron conciencia del
fin de la coerción de lo nuevo y la crisis de la mentalidad evolucionista de las vanguardias,
es decir, la crisis de la evolución de los lenguajes artísticos.

Frente a una estructura sociocultural recorrida por distintos sistemas (el político, el
psicoanalista, el científico), a la impersonalidad y al afán de totalidad metafísica, conceptos
todos ellos asociados a las prácticas povera. Bonito Oliva defendió un nomadismo
diversificado, una nueva subjetividad y la fragancia de una obra cuyos componentes
materiales no estuviesen momificados por posiciones ideológicas ni por proyectos
intelectuales, sino transidos de materia viva; apostó por un arte que, en tanto que
producción biológica, creaba desequilibrios en el sistema metafísico y que frente a la unidad
y al equilibrio, oponía lo fragmentario, el residuo y la teoría de la catástrofe potenciadora de
discontinuidades.

Partiendo de la base de que toda obra presupone a la vez una manualidad experimental y
una accidentalidad programada, en “The Italian Trans-Avangade” Bonito Oliva propúso el
término TRANSVANGUARDIA para definir la travesía de la noción experimental de
vanguardia. La transvanguardia se convierte, así en una apertura hacia el logocentrismo de
la cultura occidental y de la aifrmación del pragmatismo capaz de recuperar lo instintivo de
la obra de arte:

“los aritistas de los años setenta, los que llamo de la transavanguardia redescubrieron la
posibilidad de clarificar la obra a través de la presentación de una imagen al mismo tiempo
enigma y solución. El arte pierde así su lado nocturno y problemático de la interrogación
pura en aras de realizar obras según las reglas del arte […]. La transvanguardia abre un
amplio abanico de posibilidades que permite que el arte se mueva en todas direcciones,
incluidas las del pasado”

Achille Bonito Oliva

Movimiento artístico italiano de la postmodernidad. Sinónimo de nomadismo o libertad de


reciclar lenguajes del pasado, a través de revitalizar determinados fragmentos. Se
caracteriza, por la posibilidad que tiene el artista de transitar libremente por cualquier
período del arte del pasado, tomando aquellos fragmentos que más le interesan para la
consecución de su propia obra.

Inicio

Se enmarca la Transvanguardia italiana en el movimiento neoexpresionista que emergió a


principio de los años ochenta ligado a los discursos de eclecticismo, citacionismo, negación
y progreso de la primera postmodernidad. Al igual que los neoexpresionistas alemanes, los
transvanguardistas italianos tomaron la citación como principal modelo creativo, una citación
que, en el caso italiano, incluye tanto motivos iconográficos y formales extraídos de la
Antigüedad Clásica, como aspectos de las vanguardias históricas (futurismo, pintura
metafísica, etc.) sin excluir citaciones “antimodernas” de los períodos tardíos de Marc
Chagall y del propio Chirico, así como de la vuelta al orden, protagonizada en plena década
de los años treinta por Alberto Savino.

En todos los casos las citas fragmentarias sustituían la comprensión existente en la obra
original por un alto grado de ambigüedad. Dichos procesos de citación, junto a la tendencia
anacronista liderada por el crítico Maurizio Calvesi y volcada hacia una mirada formalista de
la gran tradición pictórica, tanto la clásica como la barroca o la del clasicismo francés (a lo
Poussin) constituyeron la base de la transvanguardia italiana.

Aparición del neologismo

Aflora inicialmente en un artículo de Bonito Oliva que publica en la revista Flash Art “The
italian Trans-Avanguarde”, artículo que concertó con la exposición Opere fatte ad Arte.
Apoyado por los conceptos de oposición y diferencia, aquí se presentó a los artistas de la
década del setenta como los originales los que se consideran como los que atesoraron
conciencia del colofón de la coerción de lo nuevo y la crisis de la mentalidad evolucionista
de las vanguardias, o sea, la crisis de la evolución de los lenguajes artísticos. Delante de
una estructura sociocultural con una travesía por distintos sistemas (el político, el
psicoanalista, el científico), a la impersonalidad y al afán de totalidad metafísica, conceptos
asociados a las prácticas Povera.

Bonito Oliva protegió un nomadismo diversificado, una nueva subjetividad y la autenticidad


de una obra cuyos componentes materiales no estuviesen momificados por posiciones
ideológicas ni por proyectos intelectuales, sino transidos de materia viva; apostó por un arte
que, en tanto que producción biológica, creaba desequilibrios en el sistema metafísico y que
frente a la unidad y al equilibrio, oponía lo fragmentario, el residuo y la teoría de la
catástrofe desarrolladas de discontinuidades. El término "transvanguardia" por tanto se
define como la travesía de la noción experimental de vanguardia y se convierte, así en una
apertura hacia el logo-centrismo de la cultura occidental y de la afirmación del pragmatismo
capaz de recuperar lo instintivo de la obra de arte descubriendo así los artista de este
movimiento la posibilidad de clarificar la obra a través de la presentación de una imagen al
mismo tiempo enigma y con solución.

Se enmarca la Transvanguardia italiana en el movimiento neoexpresionista que emergió a


principio de los años ochenta ligado a los discursos de eclecticismo, citacionismo, negación
y progreso de la primera postmodernidad.

A finales de los años 70 el panorama artístico estaba siendo dominado por movimientos no
pictóricos, como el caso del arte povera, el conceptual o el land art, movimientos que en
algunos casos ya estaban empezando a dar señales de agotamiento por lo que se estaba
empezando a abrir paso la idea de un retorno a la base pictórica del arte.

En reacción al arte conceptual de los sesenta y las vanguardias sujetas a ideologías de


carácter político o social, la Transvanguardia propone el poder de la subjetividad y el
carácter de las propias raíces, el genius loci.

Nació en los años de los ochenta, en contraposición al arte povera, movimiento anterior de
moda hasta entonces en Italia. La transvanguardia teorizaba el regreso a la alegría y a los
colores de la pintura después de algunos años de dominación del arte conceptual. El
movimiento tuvo como protagonistas a un sexteto de artistas: Sandro Chia, Horacio de Sosa
Cordero, Enzo Cucchi, Francesco Clemente, Nicola De Maria y Mimmo Paladino. Aparte
puede mencionarse al artista griego Jannis Kounellis.

Los transvanguardistas se caracterizan por un eclecticismo subjetivo, en el que los artistas


vuelven a un lenguaje pictórico clásico. Recurren a temas mitológicos clásicos como el
minotauro o el cíclope y a temas heroicos con gran expresividad cromática. Otra de sus
características es el "nomadismo", el artista es libre para transitar en cualquier época o
estilo del pasado, tomando libremente cualquier referencia de otros autores. Realizan obras
generalmente figurativas, con referencias iconográficas, con gusto por lo fragmentario
(fragmentos de obras del pasado).

El término transvanguardia fue acuñado por el crítico italiano Achille Bonito Oliva que lo
utilizó por primera vez en un artículo publicado por la revista Flash Art en 1979, publicando
al año siguiente un libro titulado Transavanguardia italiana. Los cuatro artistas italianos más
estrechamente asociados a esta tendencia son los que formaron el grupo conocido como
las “tres C” – Sandro Chia (nacido en 1946), Francesco Clemente (nacido en 1952), Enzo
Cuchi (nacido en 1948) – a los que hay que añadir Mimmo Paladino (nacido en 1952). El
objetivo – estrechamente relacionado con el posmodernismo – era encontrar una manera de
escapar de las doctrinas de la vanguardia y, por lo tanto, en el contexto italiano, a ciertos
aspectos del Arte Povera más puritano. Se trata, junto con el neoexpresionismo alemán, de
una de las primeras corrientes artísticas que reivindica un retorno a la figuración. Algunos
artistas de este movimiento buscaron su inspiración en las raíces de la pintura italiana, cuna
del arte moderno europeo, revitalizando el concepto de genius loci. De este modo, se
inspiraron y reinterpretaron composiciones, esquemas y motivos históricos de su pasado
artístico. Tampoco es sorprendente encontrar en el neoexpresionismo italiano una fuerte
dosis de parodia, que aflora en particular, en las obras de Chia y sus falsos héroes tomando
como fuente las composiciones de Giorgio de Chirico y de su hermano menos conocido,
Alberto Savinio.

Posmodernidad:

Genius loci

En la mitología romana un genius loci es el espíritu protector de un lugar, frecuentemente


representado como una serpiente. Entre los pueblos de Europa del Este existe el Domovói o
Domovik (ucraniano: Домовик, Domovík), (ruso: домовoй, Domovoy) es la deidad del
hogar, que cuida de la vida de toda la familia que vive en la casa. Literalmente significa el
espíritu de la casa en el folclore eslavo. En la actualidad, este término se refiere
generalmente a los aspectos característicos o distintivos de un lugar y no necesariamente a
un espíritu guardián.

Nos habla de la importancia del genio del lugar en el entorno, y el poeta Alexander Pope,
hizo del Genio del Lugar un importante principio en el diseño del jardín y la arquitectura del
paisaje.

Los romanos llamaban Genius Loci al espíritu protector de un lugar, en el mundo actual,
este concepto es utilizado para referirse a la atmósfera distintiva de un barrio o una ciudad.
A partir de esta idea, la artista soviética Anastasia Savinova creó una serie de collages
protagonizados por grandes casas que en realidad están compuestas por una serie de
elementos de otros edificios de cada ciudad que Savinova ha visitado. “Ventanas
escondidas, tiendas locales, mercados de pulgas y bares, todos estos sitios contribuyen a la
sensación de «lugar», comenta la artista; es así como una imagen integral que representa a
cada urbe, surge de la información visual y de una docena de asociaciones que ligan
indisolublemente la arquitectura con la mentalidad y forma de vida de las ciudades.

https://www.homines.com/arte_xx/transvanguardia_italiana/index.htm

https://www.aparences.net/es/periodos/arte-contemporaneo/transvanguardia/

https://www.aparences.net/es/periodos/arte-contemporaneo/es-arte-povera/

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