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La opresión, la violencia y el miedo han sido elementos que han sufrido de forma
transversal una gran parte de los habitantes de Latinoamérica. En este contexto, las
dictaduras cívico militares ocurridas en el continente cambiaron las formas tradicionales de
implementación de violencia, ya que la represión ejercida se realizaba en función de
criterios ideológicos a los que adscribían ciertos sujetos.
"La realidad nos muestra que en una sociedad que emerge de un período de represión
política están presentes las secuelas que dejan la existencia de desaparecidos, de asesinados,
de torturados, de exiliados que se separan definitivamente de sus familias y también la
existencia de quiénes fueron los instigadores y los ejecutores del aparato represivo, que
siguen viviendo en el país".
Por otro lado, Canetti (1981) señaló: "Entre los tipos de muerte (...) que un pueblo impone a
un individuo pueden distinguirse dos formas principales: una es la expulsión (...) la
separación del grupo de pertenencia y la otra forma es la de matar colectivamente (...) todos
participan en esta muerte (...) nadie está delegado como ejecutor. Toda la comunidad mata."
Becker y Lira (1989) refieren que una vez finalizada la dictadura, el miedo crónico
existente en gran parte de la población se sostuvo, teniendo como principal soporte la
memoria relativa al dolor acaecido durante dicho período.
Igualmente, se puede destacar que la represión política ejercida en esa época trascendió la
los límites geográficos chilenos, lo que daba cuenta de que el poder que poseía la dictadura
era de gran alcance y que contaba con apoyo en distintos lugares del mundo. Esto se puso
de manifiesto, por ejemplo, en los casos de Orlando Letelier y Carlos Prats.
Se refiere que el exilio provocó mucho sufrimiento en las personas que fueron excluidas del
país. En este sentido, se ejemplifica con el caso de un niño, Paulo. A continuación, aparece
su relato y el de sus padres descrito por Openhaym y Vergara (1987)
La edad de Paulo es lo que hemos estado fuera de Chile. Siempre pensamos acaso volver a
Chile será tan difícil para él como lo fue para nosotros venir a Suecia..." Las imágenes
muestran al niño integrado con otros niños, en Suecia, quienes al despedirse le dicen: "que
lo pases bien en Chile es allí donde tú perteneces, así que es mejor para tí que vivas allá". A
los meses de su llegada, Paulo dice: "a lo mejor he llorado. Me encierro en el baño y pienso
que no me ha ido bien en el colegio". En esta breve secuencia el exilio emerge a través de
un niño como un conjunto de pérdidas, Paulo dice que no sabe si es sueco o chileno: "creo
que en Chile me siento a veces como un extranjero,... después pienso en todo lo bueno que
pasó en Suecia, en mis amigos...." Se trata de una situación que condensa el impacto
psicosocial del exilio, sus pérdidas y ganancias, su dolor y ambivalencia.
El exilio es
definido como una situación de violación a los derechos humanos: "esto es un dolor que va
a arrastrar Chile por mucho tiempo, el dolor de salir y el dolor de regresar, porque regresar
también duele."96