Está en la página 1de 1

El romance del Duero (Gerardo Pero no le digáis nada; dejadle que

Diego) -Torres altas de navío. juegue.


Río Duero, río Duero Es más chico que los demás, y es
nadie a acompañarte baja, Mi corza, buen amigo, un niño callado.
nadie se detiene a oír mi corza blanca. Al balón apenas si puede darle con
tu eterna estrofa de agua. Los lobos la mataron su bota pequeña.
Indiferente o cobarde, al pie del agua. Juega un rato y luego pronto le
la ciudad vuelve la espalda. Lo lobos, buen amigo, olvidan.
No quiere ver en tu espejo que huyeron por el río. Todos pasan gritando, sofocados,
su muralla desdentada. Los lobos la mataron enormes,
dentro del agua. y casi nunca le ven. Él golpea una
Tú, viejo Duero, sonríes vez,
entre tus barbas de plata, La reyerta (Federico García y después de mucho rato otra vez,
moliendo con tus romances Lorca) y los otros se afanan, brincan,
las cosechas mal logradas. lucen, vocean.
En la mitad del barranco La masa inmensa de los
Y entre los santos de piedra las navajas de Albacete, muchachos, agolpada, rojiza.
y los álamos de magia bellas de sangre contraria, Y pálidamente el niño chico los
relucen como los peces. mira
pasas llevando en tus ondas Una dura luz de naipe y mete diminuto su pie pequeño,
palabras de amor, palabras. recorta en el agrio verde, y al balón no lo toca.
Quién pudiera como tú, caballos enfurecidos Y se retira. Y los ve. Son jadeantes,
a la vez quieto y en marcha, y perfiles de jinetes. son desprendidos quizá de arriba,
cantar siempre el mismo verso En la copa de un olivo de una montaña,
pero con distinta agua. lloran dos viejas mujeres. son quizá un montón de roquedos
El toro de la reyerta que llegó ruidosísimo
Río Duero, río Duero, se sube por las paredes. de allá, de la cumbre.
nadie a estar contigo baja, Ángeles negros traían
ya nadie quiere atender pañuelos de agua y de nieve. Y desde el quieto valle, desde el
tu eterna estrofa olvidada. Ángeles con grandes alas margen del río,
de navajas de Albacete. el niño chico no los contempla.
Sino los enamorados Juan Antonio el de Montilla Ve la montaña lejana. Los
que preguntan por sus almas rueda muerto la pendiente, picachos, el cántico de los
y siembran en tus espumas su cuerpo lleno de lirios vientos.
palabras de amor, palabras. y una granada en las sienes. Y cierra los ojos, y oye
Ahora monta cruz de fuego, el enorme resonar de sus propios
Guitarra (Gerardo Diego) carretera de la muerte. pasos gigantes por las
Habrá un silencio verde El juez, con guardia civil, rocas bravías.
todo hecho de guitarras por los olivares viene.
destrenzadas. Sangre resbalada gime
La guitarra es un pozo muda canción de serpiente. Tristes... (Miguel Hernández)
con viento en vez de agua. Señores guardias civiles:
aquí pasó lo de siempre. Tristes guerras
Mariposas efímeras / volaban de Han muerto cuatro romanos si no es amor la empresa.
mi pipa y Como un gorrión herido / y cinco cartagineses. Tristes, tristes.
cojeaba el aeroplano La tarde loca de higueras Tristes armas
y de rumores calientes si no son las palabras.
La muerte y la vida cae desmayada en los muslos Tristes, tristes.
Me están heridos de los jinetes.
Jugando al ajedrez Y ángeles negros volaban Tristes, hombres
(La partida está dispuesta) por el aire del poniente. si no mueren de amores.
Ángeles de largas trenzas Tristes, tristes.
Poemas (Rafael Alberti) y corazones de aceite.
-¿Qué piensas tú junto al río,
junto al mar que entra en tu río? Es el más pequeño (Vicente
-Aquellas torres tan altas, Aleixandre)
no sé si torres de iglesias Es el más pequeño de todos, el
son, o torres de navío. último.

También podría gustarte