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Revisionismo.

La palabra “revisionismo” ha sido usada en varios contextos diferentes, para referirse a


distintas revisiones a las que ha sido sometida la teoría marxista por parte de algunos seguidores de la
misma.

El revisionismo criticaba varios aspectos del marxismo:

 Cuanto a la lucha de clases, Bernstein en un principio le criticó que la lucha de clases y las
transformaciones no son el único motor de la Historia. "El verdadero socialismo no quiere derribar el
orden de las clases; quiere basar las clases en una organización del trabajo que será para todos
mejor que la organización actual". Por último, el socialdemócrata Piotr Struve, quiso demostrar que
el Estado tiene un carácter independiente, por encima de las clases. Y todo esto está lejos de la
concepción fundamental de Marx. La aplicación propia de las ideas de Marx son culpa de él, y ya en
su tiempo había distintas interpretaciones del Capital también denominados "marxismos". Para
diferenciarse de estas concepciones pseudo-materialistas, no solo del caso Feuerbach, elevó a
categoría científica el análisis aplicado del materialismo histórico y el materialismo dialéctico. Su
consecuencia: una doctrina, quiérase "algunas sugerencias" sobre la aplicación directa, inmediata y
práctica del político, del proletariado o cualquiera de nuestros agentes institucionales.

 Por otro lado, mientras que Marx predecía que el capitalismo comercial y financiero cedería su
puesto al industrial, el crecimiento enorme de los trusts y de los holdings, demostró que por el
contrario, el capitalismo moderno es, cada vez más, un capitalismo bancario. La financiación del
capital la entendía como la división internacional del trabajo y la creciente proletarizacióndel mundo,
cosa que jamás desarrolló como "futuro" sino el devenir de una división cada vez más segmentada
de los procesos de producción. No sería sino Rosa Luxemburgo quién llenaría este hueco,
destacando el imperialismo monopolista recurrente a las guerras para nivelar los países su balanza
de pagos.

 La última gran crítica que realizan los revisionistas, y en especial Bernstein, es el error de Marx en
predecir que la concentración industrial no había producido un efecto masivo de desocupación de
los pequeños burgueses. En cuanto a la clase obrera, su empobrecimiento había sido
contrarrestado por el desarrollo de las cooperaciones. Pero esto no significa gran cosa sino la
anterior premisa de la financiarización. No predijo nada, porque no fue ningún profeta. Sobre la
base de ciertos análisis observó ciertos comportamientos. Uno de ellos es el salario y el tiempo
objetivo aplicado. Se trata pues, de la disminución del "valor" del salario y la automatización
del plusvalor. Así,´la reproducción de la riqueza no tiene que ver con la concentración industrial sino
en las relaciones sociales que hacen posible mantener la producción, lo que provocó el aumento de
las clases medias, no confundirlos con pequeños burgueses, pues, hasta Marx veía en la pequeña
burguesía un germen revolucionario. No sería sino Max Weber quién llenaría este hueco acerca de,
no sólo la realidad financiera internacional del capitalismo, sino su creciente burocratización. Y no
sólo eso, sin darle crédito a Marx, demuestra la ética protestante desde un fundamento más o
menos como una "ética materialista" que constituyó la vida industrial.
En Alemania, Eduard Bernstein defendió al revisionismo (1850- 1932). En Inglaterra fundador de la
moderna socialdemocracia europea y quien originó el revisionismo dentro del movimiento marxista., los
socialistas fabianos, guiados por Sydney y Beatrice Webb (1859-1947; 1858-1943) eran revisionistas,
pero a diferencia del movimiento alemán de ala izquierda, nunca se adhirieron al marxismo en un grado
significativo. Los revisionistas repudiaban a la lucha de clases; negaban que el Estado necesariamente
sea un instrumento de la clase acaudalada; y apuntalaban sus esperanzas en la educación, las
campañas electorales y en lograr el control del gobierno mediante el voto. El gobierno regularía los
monopolios, controlaría las condiciones de trabajo en las fábricas, se haría cargo de algunos servicios
públicos y gradualmente extendería su propiedad de capital. Debido a que los revisionistas, en especial
la rama fabiana, estaban a favor de la propiedad municipal de los servicios públicos, en ocasiones a
esta corriente se le ha llamado “socialismo de gas y agua”.

A finales del siglo XIX era evidente que el socialismo europeo estaba profundamente dividido entre la
ortodoxia y el revisionismo, entre la revolución y el reformismo.
El revisionismo tomó carta de naturaleza con las propuestas teóricas de Bernstein en Alemania. En
1899 publicó Las Premisas del Socialismo. Bernstein pretendía acabar con la evidente contradicción
entre las propuestas revolucionarias del SPD y la praxis política del Partido, claramente reformista.
Algunas de las formulaciones del revisionismo ya se pueden rastrear en el prólogo de La Lucha de
Clases en Francia de Engels, cuando expresaba que los elementos revolucionarios prosperaban más
empleando los medios legales, es decir, cuando entraban en el juego político, en el parlamentarismo,
más que cuando usaban los medios ilegales o subversivos. Otra influencia ideológica del revisionismo
se puede encontrar en las formulaciones fabianas británicas de reforma política y social. Bernstein
pensaba que el desarrollo social podría darse sin cataclismos sociales. Si la catástrofe social no era
inmanente a las cosas, no era necesaria históricamente. En la época de crecimiento económico en la
Europa de su tiempo no se había producido lo que había vaticinado Marx. Así pues, el principio de
inevitabilidad no valía ni la voluntad política de llevar a cabo la revolución social.
En el Congreso de Hannover del SPD de 1899 se debatieron las ideas de Bernstein y fueron derrotadas,
así como en sucesivos congresos. En el SPD se generaron tres grandes corrientes. El ala derecha, en
torno a la revista “Cuadernos Mensuales Socialistas” y con líderes como Schippel, Heine, Calwer,
Kampffmyer y Omessel, defendía el revisionismo. El ala izquierda del Partido, representaba por Rosa
Luxemburgo, Mehring y Clara Zetkin, fue también derrotada en los Congresos del SPD. Dio lugar a la
Nueva Izquierda, que proponía un planteamiento claramente revolucionario y antimperialista. Y, por fin,
estaría la tendencia que podríamos calificar de centrista y que era la mayoritaria, con Kautsky como
principal valedor. Este sector, vinculado al aparato del SPD, sostenía un inestable equilibrio ideológico
entre el programa y discurso plenamente revolucionario mientras que se practicaba una política
claramente reformista, como apuntamos más arriba. Para Ignaz Aver, secretario del SPD, cambiar el
discurso ideológico del Partido, como pretendía Bernstein, y seguir con la práctica política pragmática,
era un esfuerzo inútil y peligroso porque podía generar graves tensiones internas. Es curioso como Aver
le expresó a Bernstein que nunca debía haber hecho públicas sus formulaciones, que se aplicaban en la
práctica, porque no se podía hacer otra cosa en un partido de masas. En conclusión, las tesis de
Bernstein fueron derrotadas oficialmente, pero se aplicaban a rajatabla cada día.
En realidad, Bernstein estaba plasmando claramente la tendencia de la integración progresiva de la
socialdemocracia en las sociedades y sistemas políticos cada vez más democrático de Europa. Aunque
la formulación teórica del mismo es alemana, la tendencia apareció en el resto de formaciones políticas
socialistas. En Francia se puede comprobar en el enfrentamiento entre Guesde y Jaurès; en Bélgica en
la oposición entre Prouckére y Vandervelde, también puede observarse en Italia, y luego estaría la
división entre bolcheviques y mencheviques en el socialismo ruso. Esta confrontación se plasmó en la
Segunda Internacional en los intensos debates sobre el nacionalismo, el colonialismo, la huelga y hasta
en el de la guerra.
Por otro lado, el análisis revisionista parece claramente influido por la coyuntura económica de principios
de siglo. Superada la gran depresión de 1873 parecía que el capitalismo se había librado de las crisis. El
socialismo podía o debía sustituir al capitalismo de forma paulatina, a través de conquistas alcanzadas
en el juego político, por reformas, sin llegar a la revolución. El pensamiento marxista más ortodoxo
respondió al revisionismo formulando la teoría del imperialismo, y que permitía salvar la cuestión de la
revolución y adaptar las ideas de Marx y Engels, propias de la época del librecambismo de la primera
Revolución Industrial a la realidad de la Segunda Revolución Industrial. El imperialismo que se vivía en
aquellos momentos solamente habría aplazado la crisis y el colapso final del capitalismo. Hobson, Rosa
Luxemburgo y Lenin estaban detrás de esta formulación. El capitalismo ese había extendido gracias a la
mundialización del mercado, la exportación de capitales, el expolio de las colonias y el triunfo del
proteccionismo y de las concentraciones empresariales y financieras. Al final, estallaría una guerra
mundial que posibilitaría la revolución.
Otro factor a tener en cuenta en relación con la aparición del revisionismo tiene que ver con un aspecto
que en ocasiones se olvida y que tiene que ver con el distinto grado de penetración de las ideas
marxistas en los partidos socialistas que se fueron creando en el último tercio del siglo XIX. Algunos
estudios permiten comprobar que dicha penetración no era tan intensa ni completa como se ha pensado
tradicionalmente.
Por fin, habría que tener en cuenta la tendencia a la burocratización de los partidos socialistas,
especialmente del SPD, como hemos visto. El revisionismo sería la práctica diaria de muchos dirigentes
políticos y sindicales socialistas, aunque muchos de ellos no fueran conscientes.

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