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Imperialismo económico.

Es aquel que se lleva a la práctica con el fin de dominar el mercado de


productos o financiero de otros estados ejerciendo su acción sobre pueblos
económicamente débiles. Una de las formas más comunes de llevarlo a cabo
es mediante la adquisición de las más poderosas empresas industriales y
comerciales del país que se desea anexar económicamente como así también
de sus servicios públicos esenciales (electricidad, gas, transportes, teléfonos,
etc.).

Imperialismo político.
Es el imperialismo clásico que tiene por objeto anexar al país imperialista
territorios de otras naciones. Sin embargo no siempre la invasión armada o la
conquista son las formas de llevar a cabo este tipo de imperialismo; a veces la
celebración de tratados o acuerdos o la infiltración ideológica y la presión, que
puede ejercerse sobre un determinado país obliga a países débiles
políticamente a solicitar la anexión de todo o parte de su territorio a una
potencia poderosa. Ejemplos de estas últimas tácticas fueron utilizadas
por Hitler y la Unión Soviética. La anexión de las islas Malvinas a Inglaterra es
otra de las formas de llevar a la práctica el imperialismo político.

Imperialismo ideológico.
Esta forma de imperialismo se ejerce mediante la penetración de ideas de un
país a otro con el fin de ampliar su zona de influencia. Él fascismo italiano y el
nazismo alemán son pruebas elocuentes de ello; en la actualidad el comunismo
ha puesto en ejecución una de las mayores campañas de penetración
ideológica hasta hoy conocidas.

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