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Para empezar, hay que reconocer que el factor más importante para que
este proceso se lleve a cabo, como nos dice Gabriel Mendoza Buenrostro en Por
una didáctica mínima: Guía para facilitadores, instructores, orientadores y
docentes innovadores, sea la vocación que lleve a actuar al docente de una
manera eficaz y eficiente dentro de la institución. Un docente que solo proporcione
conocimientos y métodos, pero que no se interese por sus alumnos y su
desenvolvimiento dentro del aula, entonces cumplirá una función de educador
autómata.
Creo que es importante tomar en cuenta estos consejos que nos hace el
autor a partir de su observación a esta época tan desarrollada en la cual el tiempo
y el espacio son tan variantes y en el que las exigencias laborales y personales
están a la orden del día, porque así, podremos emplear estas herramientas para
que nos sirvan de estímulo para poder desarrollarnos dentro de una mejor
sociedad, aunque esto parezca utópico.
Por eso hay que tener una verdadera vocación tanto de enseñanza-
aprendizaje, que nos permita seguir con esta responsabilidad tan grande de
formar a los dicentes permitiéndoles usar su creatividad y alentándolos a usar su
voz y su pensamiento crítico, para que a la hora de enfrentarse a los nuevos retos
de trabajo puedan desempeñarse con naturalidad y a su vez ellos alienten a las
generaciones que les sigan, demostrando que son capaces, comprometidos,
críticos, creativos y reflexivos, cualidades que les servirán en todo momento de
guía.