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EN PLENA EJECUCION FITOESTABILIZACION DE TRANQUES DE RELAVE

Desarrollar una guía metodológica técnica para la fitoestabilización de depósitos de relaves en la Cuarta
Región y definir algunas especies vegetales nativas que pudieran generar nuevos negocios para las
comunidades locales, forman parte de los principales objetivos del Proyecto sobre Uso de Recursos
Fitogenéticos Nativos para la Fitoestabilización de Relaves Mineros en la Región de Coquimbo que está
desarrollando el CIMM y el INIA-Intihuasi. El proyecto piloto cuenta con el apoyo de SONAMI, Enami
Panulcillo, Anglo American Chile, Ministerio de Minería, Conama y Sernageomin.

La fitoestabilización consiste en el uso de plantas metalófitas endémicas/nativas y de mejoradores de


sustrato adecuados para estabilizar física y químicamente sustratos ricos en metales, como es el caso de
los depósitos de relaves, por medio de programas de restauración ecológica. A diferencia de otros métodos
de estabilización, como la cementación y la vitrificación, la fitoestabilización no produce alteraciones
importantes en el paisaje, conserva el ecosistema y permite diversos usos posteriores del área.

Hasta ahora, como parte del proyecto piloto se ha trabajado en terreno tanto en El Soldado como en
Panulcillo, con satisfactorios resultados.

La directora del proyecto, la doctora Rosanna Ginocchio, destaca que de los más de 300 tranques de
relaves distribuidos por toda la región, ya se han logrado seleccionar 80 de ellos que serán parte del
proyecto, de los cuales 50 ya han sido catastrados. Los criterios de selección han sido que, en general, sean
tranques antiguos; que exista alguna referencia de que hayan comenzado a ser “colonizados” por
vegetación silvestre y que estuvieran –además- cerca de poblados, cursos de agua o zonas agrícolas
importantes. Cabe consignar que la Cuarta Región se encuentra dentro de uno de los 25 sitios de interés
mundial con prioridad de conservación por su flora y fauna únicas en el mundo y en el país.

Además de determinar qué especies vegetales se necesitan y qué características o restricciones imponen
los depósitos de relave para la ejecución de un programa de fitoestabilización adecuado, también es
necesario saber cómo manejar las áreas de relave para mejorar su calidad y poder incorporar estas
especies vegetales en una secuencia temporal adecuada.

En ese sentido, la doctora Ginocchio resalta que se han logrado identificar residuos y desechos de otras
industrias que son ricos en materia orgánica, que también se pueden utilizar en la estabilización de
relaves. “Por ejemplo, hemos estado trabajando con lodos de plantas de tratamiento de aguas servidas o
biosólidos, que en el fondo es como un guano de origen humano. Este es un material muy bueno, aunque
hay ciertas regulaciones que impone CONAMA que restringuen su uso en zonas agrícolas por la presencia de
microorganismos patógenos, dependiendo del tipo de tratamiento usado por las plantas. Adicionalmente,
hay algunos lodos que tienen altos contenidos de metales, incluido el cobre, que al aplicarlo en suelo
agrícola puede generar algún efecto negativo”, precisa la profesional del CIMM.

Sin embargo, en un tranque de relave, que en algunos casos tienen hasta 7 mil milígramos de cobre,
“agregarle un poco más no hace la diferencia”. Además, la legislación de CONAMA permite incorporarlos
sobre este tipo de depósitos.

Actualmente, el equipo de profesionales, que lidera la doctora Rosanna Ginocchio, se encuentra testeando
estos lodos para observar cómo funcionan, en qué dósis se deberían utilizar y si pueden tener otros efectos
no deseados. “Estamos teniendo cuidado en qué agregamos, cómo lo agregamos y en qué cantidad...”.

También se han logrado identificar los orujos de uva y de aceituna, que resultan de la elaboración del pisco
y del aceite de oliva, respectivamente, que también podrían ser incorporados a estos tranques.

“La idea es tratar de identificar todos estos materiales, que podrían ser un problema para otras industrias,
y juntarlos con los relaves para hacer crecer los especies silvestres de manera más rápida”, añade la
doctora. Ya se han hecho algunos ensayos de laboratorio con estos desechos y también se han hecho
algunas pruebas en terreno tanto en El Soldado como en Panuncillo, con el apoyo de Aguas Andinas, planta
El Trebal, y una planta de tratamiento de aguas servidas de Tongoy de Aguas del Valle.

Paralelamente, se han ido identificando las especies vegetales metalófitas nativas/endémicas de la región
que podrían ser usadas en forma exitosa en los distintos depósitos de relaves. “Se ha realizado catastros
geobotánicos en 25 tranques de la provincia de Elqui y en 9 tranques de la provincia de Limari, los que han
permitido identificar aproximadamente 38 especies vegetales con potencial de melalófitas. Se ha colectado
semillas de un 70% de estas especies identificadas en los tranques ya catastrados, las que se están
analizando en el laboratorio en cuanto a su potencial de tolerancia a metales y forma de propagación”.

Respecto a los obstáculos que han debido sortear, la doctora Ginocchio señala que este año será crítico,
por cuanto todos los pronósticos indican que será un año frío y seco. “Instalar ensayos pilotos donde uno
quiere que crezca vegetación, es un enorme desafío en un año seco, por lo tanto será necesario contar con
un apoyo de riego para simular un año de precipitaciones de normal a alto, lo cual agregará un costo
adicional al proyecto, que tanto Anglo American en su división El Soldado como Enami en Panulcillo han
asumido”, destaca. “Ellos nos han apoyado decididamente. Se han involucrado mucho y están bastante
interesados en el éxito del proyecto”, precisa la profesional del CIMM.

EL TRABAJO EN TERRENO

¿Cuáles han sido los resultados en El Soldado y Panulcillo?

En El Soldado vamos más adelantados porque partimos en junio del año pasado. Incorporamos las semillas y
alcanzamos a introducir la primera vegetación. Ahora, estamos volviendo a retomar el tema porque
queremos seguir el ciclo natural. El verano es una época con inactividad vegetal. Entonces, alcanzamos a
tener una primera vegetación y las diferencias fueron notables entre los tratamientos utilizados. Aplicamos
en el lugar, en esta primera etapa, vegetación más herbácea y ahora vamos incorporar vegetación más
leñosa (arbustos, árboles, etc.) para ir generando mayor diversidad de vegetación en el sistema.

En Panulcillo, ya se han demarcado las áreas a experimentar y se han definido los mejoradores de sustrato
a probar y se ha comenzado la recolección de semillas de especies locales y la propagación en invernadero.
Los ensayos pilotos de terreno están siendo complementados con ensayos de laboratorio, de forma de
afinar el uso de los mejoradores de sustrato y los efectos sobre la vegetación.

Como parte del proyecto sólo se van a considerar estos dos lugares, porque el objetivo del mismo es
generar la guía metodológica, pero no ir a estabilizar en terreno todos los tranques.

¿De qué manera este proyecto puede contribuir a abordar el tema de los pasivos ambientales?

Creo que partimos con el proyecto en el momento oportuno, porque justamente la primera modificación
por el tema de abandono de desechos mineros al reglamento minero data del año 2004. Esta modificación
expresamente menciona que los tranques no pueden ser abandonados sin cubrir sus cubetas, aunque no
indica el método, pero se sugieren alternativas como geotextiles y cubiertas vegetales.

Ahora, frente a este panorama, muchas empresas mineras han manifestado interés en la aplicación de
estas tecnologías. Además, puede servir por el lado de la conservación de especies y el tema de los bonos
de carbono.

La doctora Rosanna Ginocchio destaca que, en general, los tranques catastrados se encuentran en
bastantes buenas condiciones, “y eso es muy positivo porque si en estas condiciones han sido capaces de
generar algún tipo de vegetación, ayudando un poco más podemos acelerar los procesos de repoblamiento
vegetal que ocurren normalmente, pero en plazos de cientos o miles de años”. “Lo que queremos es
acelerar el proceso, de forma de recontruir más rápido un sistema de vegetación natural que esté
integrado al resto del ambiente”, concluye.

USO ALTERNATIVO DE ESPECIES VEGETALES

Como parte del proyecto de fitoestabilización de tranques de relave, ha surgido la idea –a instancias de
CORFO- del uso alternativo de algunas especies vegetales nativas de la región para generar nuevos negocios
para las comunidades locales. “CORFO nos ha pedido que no sólo nos quedemos en el tema de la
estabilización de los tranques, sino también trasmitamos a la gente local todo uso alternativo de su propia
vegetación, como por ejemplo en el área cosmetológica, de producción de aceites o medicinal”, destaca la
doctora Ginocchio.

Por ejemplo, se ha logrado identificar una planta –el chañar-, que fue históricamente muy descrita en la
región, pero que ahora no está sobre los tranques. Este es un árbol que tiene uso forrajero, que produce
unos frutos de 2 centímetros de diámetro, parecidos a un damasco pequeño, que en la Segunda Región se
usa para producir un jarabe espectorante. “Ahí hay un potencial importante para las comunidades locales
para desarrollar algún tipo de negocio”, precisa.
Rehabilitacion de terrenos impactados por la mineria:
Microorganismos y relaves que brotan

Transformar un terreno hostil para el desarrollo de seres vivos es posible en gran medida por la acción de
pequeños organismos capaces de restaurar los suelos.

El último o el primero pero, sin duda, es un eslabón fundamental


en la cadena de la vida. Los microorganismos del suelo cumplen el
rol de ser descomponedores de la materia orgánica, ya que se
alimentan u obtienen la energía a partir de la descomposición de
restos de organismos animales y vegetales.

“Este proceso de reciclaje natural tiene una gran importancia


ecológica en la cadena alimentaria, porque mediante este proceso
se liberan los nutrientes que son indispensables para las plantas.
Si desaparecieran los microorganismos del suelo, se perdería uno
de los eslabones tróficos, por lo tanto, el suelo se empobrecería
de los nutrientes y el sistema no sería autosustentable en el largo
plazo”, esto último es lo que sucede en los tranques de relaves, según explica la Dra. Claudia Santibáñez,
química ambiental de la Universidad de Chile e investigadora asociada del CIMM.

La investigadora ha podido profundizar en la importancia de los microorganismos a la hora de rehabilitar


sitios impactados por la minería, específicamente en el caso de los tranques de relaves, al formar parte del
proyecto “Uso de recursos fitogenéticos nativos para la estabilización de relaves mineros en la Región de
Coquimbo”, que dirige la investigadora Dra. Rosanna Ginocchio. Sus trabajos en el marco de este proyecto
desembocaron en la participación de Santibáñez y su equipo de trabajo en el último Mineclosure con el
trabajo “La importancia de la actividad microbiana para la rehabilitación sustentable de relaves de la
minería del cobre”.

Rol de los microorganismos

Según Claudia Santibáñez, para rehabilitar un terreno como el de un tranque de relaves se deben tomar en
cuenta varios factores. No basta con la forestación simple, que consiste en la plantación de árboles sin
reparar mayormente en las condiciones del sustrato.

“En Chile, algunas empresas mineras han usado técnicas de forestación y revegetación de la cubeta de los
tranques, de manera de controlar la erosión eólica de éstos. Sin embargo, los resultados no han logrado los
objetivos deseados de estabilización química y física de los relaves. Los intentos de forestación y
revegetación realizados, generalmente han consistido en el trasplante de árboles exóticos y/o arbustos
nativos del país, junto con un manejo simple del sustrato, el que incluye riego y una fertilización
temporal”, explica la investigadora.

“Nosotros hemos evaluado esos tranques de relaves donde se han hecho estas forestaciones en algunos
casos desde hace 16 años. Hemos tomado parte de este sustrato y en laboratorio hemos hecho pruebas y la
actividad microbiana es prácticamente nula”, agrega Santibáñez.

El problema de que estos terrenos no presenten actividad microbiana radica en que no se genera allí un
ecosistema autosustentable, la materia orgánica no se degrada y el relave bajo las hojas secas sigue
estando intacto y, por lo tanto, los nutrientes no se reciclan. Por ello las compañías responsables de estos
relaves reforestados deben incurrir en importantes gastos al tener que fertilizar de manera artificial el
terreno, usando productos sintéticos, una y otra vez.

“En un suelo normal lo que ocurre es que todos los restos vegetales y animales, tales como hojas, ramas,
raíces, insectos, a medida que van muriendo, se transforman en una fuente de nutrientes para las plantas.
Pero para que esto ocurra tiene que haber microorganismos que degraden este material muerto, de manera
que se incorpore al sustrato. Ese es el proceso normal que ocurre en un suelo fértil, donde hay un reciclaje
de la materia orgánica, es decir, las mismas plantas y organismos que ahí habitan sirven después como
fuente de nutrientes gracias a un proceso que desarrollan los microorganismos del suelo”, explica la
científica.

Los elementos fundamentales para el desarrollo de las plantas son el carbono, fósforo, nitrógeno y azufre.
La disponibilidad de estos elementos está influenciada de manera notable por procesos que dependen de la
actividad de los microorganismos. Existen, por ejemplo, algunas bacterias que son capaces de transferir al
suelo el nitrógeno gaseoso de la atmósfera. “El nitrógeno es considerado el nutriente más importante para
el crecimiento de las plantas. Estas bacterias son capaces de fijar hasta 40 kg de nitrógeno por hectárea en
el suelo, lo que equivale a una fertilización artificial de 200 kg de sulfato de amonio. El proceso de fijación
de nitrógeno atmosférico también puede ser llevado a efecto de forma artificial mediante procesos
industriales, los cuales tienen asociados elevados costos. Sin embargo, un suelo con una elevada actividad
microbiana puede realizar este proceso de forma natural y con una alta eficiencia. La notable economía
que se puede alcanzar gracias a microorganismos en un proyecto de fitoestabilización, se suma a la
capacidad de otras especies de degradar compuestos tóxicos y transformarlos en sustancias inocuas.

Acción en el relave

El relave es un material compuesto básicamente de roca finamente molida, que por lo general contiene
elementos tóxicos. Este material está expuesto a la erosión debido a diversos factores físicos, tales como el
viento, la lluvia y los sismos de alta intensidad. Este material cuando es dispersado, puede contaminar
cursos de agua o terrenos agrícolas comprometiendo la salud de las personas, por eso es importante
establecer medidas de estabilización adecuadas.

Su carencia de microorganismos obliga a buscar soluciones si lo que se quiere es conseguir que se forme un
ecosistema autosustentable en el tiempo. La formación natural de suelo en un sustrato de este tipo puede
tomar una gran cantidad de años. “Este proceso es extremadamente lento, no podemos esperar a que
ocurra en forma natural, tenemos que tomar acciones al respecto y hay maneras de hacerlo, para que
ocurra en un tiempo razonable de unos años y no cientos o miles de años”, explica la investigadora.

“Para conseguir un ecosistema autosustentable en el largo plazo, la condición fundamental es que exista
materia orgánica, nutrientes y microorganismos del suelo que realicen las transformaciones necesarias a
través de sus procesos biológicos”, explica Claudia Santibáñez.

La investigadora realizó sus análisis en el tranque La Cocinera, en la provincia del Limarí, Región de
Coquimbo. Para preparar un sustrato adecuado para el crecimiento de las plantas sobre el relave,
recurrieron a la incorporación de desechos orgánicos de actividades industriales de la zona, tales como los
orujos de uva de empresas pisqueras, desechos de la fabricación de aceite de oliva, guano de cabra y
biosólidos de plantas de tratamiento de aguas servidas. Esto proyecta una posible sinergia futura entre
sectores productivos para la gestión de sus residuos.

Los elementos orgánicos contribuyen a enriquecer con nutrientes la superficie del relave y aportan una
gran cantidad de microorganismos. Las características de cada uno de estos sustratos son diferentes, por
ello en el estudio fue necesario identificar la forma adecuada de aplicar cada uno de éstos y las dosis
idóneas. El material del relave es tan fino como una arcilla, lo cual no permite una buena infiltración del
agua y la circulación de oxígeno. Por ello, se han identificado otros residuos generados por la misma
actividad minera, como los ripios de la lixiviación, que si bien no aportan nutrientes, pueden mejorar la
granulometría del relave, es decir, la calidad física de éstos, y su incorporación tendría un costo muy bajo.

Resultados

La investigadora aclara que el objetivo de este estudio no fue la remediación de sustancias tóxicas
específicas del terreno, sino la estabilización del tranque para generar en él un ecosistema
autosustentable. Por ello el foco no estuvo en identificar microorganismos con características especiales,
sino más bien en que existiera una buena cantidad y diversidad de ellos y que fueran capaces de generar
este ecosistema.

“Al incorporar estos residuos orgánicos, hemos visto que ha mejorado sustantivamente el crecimiento de
las especies vegetales que hemos probado, todas han sido especies nativas y endémicas, son de la zona y
están adaptadas al clima. En los relaves sin tratamiento, algunas plantas son capaces de germinar, pero el
crecimiento y la cobertura que alcanzan no es adecuada para controlar de manera efectiva la erosión que
se produce en estos sistemas”, explica la investigadora.

Una de las principales conclusiones de la investigadora apunta a la importancia de la actividad microbiana


como un indicador biológico en los procesos de fitoestabilización de tranques de relaves. “Hemos visto que
la actividad microbiana es una herramienta útil que nosotros podemos utilizar para poder evaluar el éxito
de estos programas. Cada cierto tiempo debemos monitorear el sustrato y evaluar su actividad microbiana.
Esto nos puede dar un índice efectivo de si realmente el sistema está siguiendo un curso adecuado o no,
porque la actividad microbiana es muy sensible a procesos de contaminación o a cualquier cambio brusco
que podría ir en contra de la fertilidad del suelo”. Según Santibáñez, esta sensibilidad de los
microorganismos permite obtener alertas tempranas de posibles situaciones, evitando así importantes
pérdidas económicas y de esfuerzos en investigación.

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