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El nacimiento de las primeras ciudades

La aparición de la agricultura y la ganadería no solo cambió de manera profunda la relación entre los grupos humanos y
los ambientes en los que vivían. También tuvo consecuencias importantes en la organización social de esos grupos. La
práctica de las actividades agropecuarias permitió que, en algunas zonas, la cantidad de alimento disponible fuera
mayor y, por consiguiente, la población se incrementara. Este aumento, a su vez, provocó que algunas aldeas crecieran,
por lo que estas nuevas comunidades agrícolas fueron adquiriendo formas de vida urbana. Sin embargo, el tamaño no
constituye por sí solo un criterio suficiente de diferenciación entre una aldea y una ciudad. Lo que parece ser útil para
establecer una diferencia entre las aldeas campesinas y las ciudades es si existe o no diferenciación del trabajo. En una
aldea campesina, sea cual sea su tamaño, la enorme mayoría de sus habitantes lleva a cabo las mismas tareas,
vinculadas con la producción para subsistir. Cuando comienza a surgir un sector de la población (…) que se especializa
en tareas no vinculadas directamente con la agricultura y la ganadería, podemos afirmar que existe una división del
trabajo y, en consecuencia, está surgiendo una ciudad.

La vida sedentaria plantea mayores exigencias que la vida nómada, ya que las tareas agropecuarias requieren una
coordinación diferente. Los hombres y mujeres del Neolítico tuvieron que organizarse para sembrar y cultivar plantas,
para cuidar el ganado, para fabricar las vasijas de cerámica, para construir sus viviendas, para almacenar el grano y
cocinar sus alimentos. Muchas de estas tareas eran realizadas por el núcleo familiar, pero otras requerían la
cooperación y el acuerdo de grupos más grandes.

El proceso de urbanización que sufrieron las aldeas neolíticas se puede reconocer en los cambios operados en la
economía de estas comunidades y en una nueva forma de ordenar el territorio (diferenciando el espacio habitado del
espacio productivo); surgieron así nuevas relaciones sociales basadas en criterios territoriales y económicos. Este
proceso se llamó revolución urbana. Los orígenes de esta revolución urbana pueden rastrearse en el Cercano Oriente,
hace alrededor de 9000 años (…).

El nacimiento de las primeras ciudades

La aparición de la agricultura y la ganadería no solo cambió de manera profunda la relación entre los grupos humanos y
los ambientes en los que vivían. También tuvo consecuencias importantes en la organización social de esos grupos. La
práctica de las actividades agropecuarias permitió que, en algunas zonas, la cantidad de alimento disponible fuera
mayor y, por consiguiente, la población se incrementara. Este aumento, a su vez, provocó que algunas aldeas crecieran,
por lo que estas nuevas comunidades agrícolas fueron adquiriendo formas de vida urbana. Sin embargo, el tamaño no
constituye por sí solo un criterio suficiente de diferenciación entre una aldea y una ciudad. Lo que parece ser útil para
establecer una diferencia entre las aldeas campesinas y las ciudades es si existe o no diferenciación del trabajo. En una
aldea campesina, sea cual sea su tamaño, la enorme mayoría de sus habitantes lleva a cabo las mismas tareas,
vinculadas con la producción para subsistir. Cuando comienza a surgir un sector de la población (…) que se especializa
en tareas no vinculadas directamente con la agricultura y la ganadería, podemos afirmar que existe una división del
trabajo y, en consecuencia, está surgiendo una ciudad.

La vida sedentaria plantea mayores exigencias que la vida nómada, ya que las tareas agropecuarias requieren una
coordinación diferente. Los hombres y mujeres del Neolítico tuvieron que organizarse para sembrar y cultivar plantas,
para cuidar el ganado, para fabricar las vasijas de cerámica, para construir sus viviendas, para almacenar el grano y
cocinar sus alimentos. Muchas de estas tareas eran realizadas por el núcleo familiar, pero otras requerían la
cooperación y el acuerdo de grupos más grandes.

El proceso de urbanización que sufrieron las aldeas neolíticas se puede reconocer en los cambios operados en la
economía de estas comunidades y en una nueva forma de ordenar el territorio (diferenciando el espacio habitado del
espacio productivo); surgieron así nuevas relaciones sociales basadas en criterios territoriales y económicos. Este
proceso se llamó revolución urbana. Los orígenes de esta revolución urbana pueden rastrearse en el Cercano Oriente,
hace alrededor de 9000 años (…).

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