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s/ ordinario” – CNCOM
– SALA E – 23/06/2009
En Buenos Aires, a los 23 días del mes de junio del año dos mil nueve reunidos los
Señores Jueces de Cámara en la Sala de Acuerdos, fueron traídos para conocer los
autos seguidos por: “FINI, ESTEBAN ENRIQUE Y OTRO C/ BANKBOSTON N.A. S/
ORDINARIO”, en los que según el sorteo practicado votan sucesivamente los doctores
Ángel O. Sala, Bindo B. Caviglione Fraga y Miguel F. Bargalló.
El doctor Ángel O. Sala no interviene por hallarse en uso de licencia (art. 109 R.J.N.).
Para resolver en el sentido aludido, comenzó por señalar que las partes coincidían en
la existencia de la solicitud de préstamo con garantía hipotecaria oportunamente
presentada por los accionantes a la entidad demandada difiriendo, en cambio,
respecto de su virtualidad, a la vez que la demandada desconoció tanto su aprobación
como el otorgamiento y en especial los perjuicios alegados.
Sostuvo que ello develaba sin lugar a dudas que los requirentes cumplieron con los
presupuestos preestablecidos que contemplaba la solicitud de mutuo, quedando
reservado para la actuación del notario el correspondiente estudio de títulos y
verificación de los certificados de dominio e inhibiciones; extremos éstos respecto de
los cuales no se habían invocado y menos aún probado impedimentos a la operatoria
intentada.
Desde tal perspectiva, partió del presupuesto de que el préstamo conferido sería
otorgado en “dólares estadounidenses”, agregando que no resultaba lícito volverse
contra sus propios actos y pretender desconocer su propio obrar. Aludió, como prueba
cabal del reconocimiento de las condiciones prefijadas por la entidad crediticia, al
ofrecimiento posterior a abonar en pesos, apartándose de la propuesta original a pesar
del conocimiento específico y responsabilidad que le era exigible.
Afirmó que el interés negativo resultaba del daño sufrido por haber confiado en la
validez del negocio, y en la responsabilidad del Bankboston N.A. por la palabra
empeñada, conllevando en la emergencia a la necesidad de reestablecer el patrimonio
a los mismos términos en que debió hallarse de no haberse realizado las tratativas que
condujeron al negocio inoficioso.
Tuvo por probado el factor de atribución, por cuanto el proceder seguido le era
imputable a título de culpa, existiendo una adecuada relación de causalidad entre la
misma y el perjuicio que dijeron haber sufrido los actores.
I. Los actores (ver expresión de agravios que luce a fs. 551/552, respondida por su
contraria mediante el escrito de fs. 564/567) cuestionan concretamente el quantum
otorgado por la sentencia en concepto de daño moral, solicitando su elevación hasta el
monto solicitado en la demanda.
II. Por su lado, la entidad bancaria (ver presentación agregada a fs. 554/557, cuyo
traslado fue contestado por los pretensores a fs. 560/562), alega haber demostrado
que no aprobó el préstamo solicitado por los actores ni lo concedió.
Asevera que de las constancias del expediente, se desprende que los actores
concurrieron ante el escribano Vignoli a fin de celebrar únicamente la escritura de
compraventa del inmueble y en consecuencia cancelar el saldo de precio en los
términos de la normativa vigente –decreto 214/02- que había sido cuestionada por los
vendedores, pretendiendo éstos que sea abonado a razón de $ 1,40 por cada dólar.
Tal como expuso el magistrado de grado, no hay controversia entre las partes en torno
a la existencia de la solicitud de préstamo con garantía hipotecaria oportunamente
presentado por los actores a la entidad demandada.
Este agravio en particular no cumple con las precisiones del art. 265 del Código
Procesal al no contener una crítica concreta y razonada del veredicto impugnado. Es
necesario referir los errores del fallo objetado y en qué omisiones ha incurrido el
juzgador, dando los fundamentos de tales postulaciones que autoricen a obtener una
conclusión diversa. A su vez “…deben refutarse las conclusiones de hecho y de
derecho en que se basó el pronunciamiento, expresando las circunstancias fácticas y
las razones jurídicas en virtud de las cuales se tachan de erróneas las soluciones de la
sentencia…” (esta Sala, 19.08.1987, “La Catalina S.C.A. c/ La Austral Cía. Seg. S.A. s/
ordinario”; ídem, 25.11.2004, “Inversora Norte S.A. s/ quiebra c/ Matassa Carlos Jorge
y otro s/ ordinario”; ídem, 17.12.2004, “Kusa Impex S.R.L. c/ Banco de la Provincia de
Buenos Aires s/ sumario”; entre otros).
Nótese que ninguna crítica efectúa respecto del temperamento adoptado en la especie
por el magistrado de grado y que se encuentran en el considerando II de su sentencia
(ver fs. 528/529). El recurrente solo esboza su disconformidad con la solución
propuesta, razón por la cual, los argumentos allí expuestos aparecen incólumes en el
particular. Por ello, el recurso cabe estimarlo desierto (arts. 265 y 266 del Código
Procesal).
La primera de ellas, está referida a que de acuerdo a la propia solicitud los actores no
calificaban para el pago de las cuotas proyectadas y que por tal motivo nunca tuvieron
la aprobación necesaria. Esta argumentación aparece notoriamente infundada a punto
tal que se contrasta con su propio obrar. Si en un primer momento consideraba que los
pretensores no cumplían con los requisitos para su otorgamiento (ver fs. 8, relación
cuota-ingreso, reservada en sobre 42.954 que a la vista se tiene), mal pudo luego
adoptar una conducta reñida con la anterior y pretender que por el mero transcurso del
tiempo –poco más de tres meses- sí calificaban para recibir el mismo préstamo
solicitado pero en pesos o, al decir de la propia entidad para justificarse “quiso en
virtud de la buena fe brindarle a los actores la posibilidad de favorecerlos con crédito
en pesos” (ver fs. 556 vta., primer párrafo). Tal incoherencia hace descalificable el
comportamiento de la demandada y permiten encuadrarlo en la llamada “doctrina de
los actos propios” en virtud de la cual nadie puede ponerse en contradicción con sus
propios actos, ejerciendo una conducta incompatible con otra anterior, deliberada,
jurídicamente relevante y plenamente eficaz (v. esta Sala, 04.09.1997, “Smaldone,
Fernando A.”; ídem, 9.12.2004, “Ramírez, Carlos Alberto c/ Robert Carlos María y otro
s/ sumario”; entre otros). Esta circunstancia no hace más que corroborar que la
solicitud del préstamo estaba aprobada “en dólares” y que mediante el nuevo
“ofrecimiento” pretendía modificarla (vislumbrándose de este modo la aplicación de la
doctrina señalada).
Por lo hasta aquí dicho, este agravio en particular no contiene los recaudos aludidos,
motivo por el cual conceptúo que debe considerárselo desierto (art. 265 y 266 del
Código Procesal).
Finalmente, en cuanto a la aplicación del caso fortuito o fuerza mayor, nada cabe decir
por cuanto no fue un capítulo propuesto al magistrado de grado (art. 277 del Código
Procesal).
c) Nexo de causalidad entre los daños padecidos por los actores y el obrar de
Bankboston.
Sin perjuicio de ello, cabe aclarar que la culpa in contrahendo, es un concepto que
alude a la omisión de diligencias apropiadas para acceder al perfeccionamiento de un
contrato en vías de formación. Por lo tanto quien en el curso de una negociación y
cuando ésta ha avanzado suficientemente como para despertar en la otra parte una
legítima expectativa acerca de su culminación, la rompe intempestivamente sin motivo
justificado, incurre en este tipo de culpa debe responder por los daños consiguientes
(conf. Llambías, “Tratado de Derecho Civil. Obligaciones”, t. I, p. 222 y ss., núm. 179,
3ª ed., Ed. Perrot, Buenos Aires, 1978; CNCom., Sala A, 12.12.2006, “Frigorífico Saga
S.A.I.C. y A. c/ Galicia Warrants S.A.”, publicado en La Ley Online).
Desde esta óptica, y al margen de proponer que este agravio se considere desierto,
los daños admitidos por el magistrado de grado, resultan ser una consecuencia directa
de la frustración del contrato de mutuo hipotecario.
d) Tasa de interés aplicada. Menciona sobre este tópico que en la actualidad no existe
una tasa de interés para deudas en dólares, motivo por el cual solicita que se aplique
una tasa de interés no mayor al 3% anual en dólares.
El presente cuestionamiento deviene abstracto toda vez que en la sentencia atacada,
el magistrado de grado no condenó a devolver “dólares”, sino la cantidad necesaria de
“pesos” para arribar al importe en dólares entregado en la firma del boleto de
compraventa.
No corresponde, por lo tanto, hacer lugar a la queja de la recurrente relativa a que los
intereses debieron devengarse conforme una tasa de interés del 3% anual pues en el
fuero rige el plenario “S.A. La Razón s/ quiebra –inc. de pago de los profesionales” del
27.10.1994 en el que se ha decidido que el deudor debe solventar el interés que
cobran los bancos públicos –tasa activa- conf. art. 565 Código Comercial y esa
doctrina legal resulta obligatoria (art. 303 del Código Procesal, esta Sala, 04.06.2007,
“Ferrovías S.A. s/ concurso preventivo –inc. de revisión por Gastaldi, Oscar”, Lexis N°
70040514).
4. Resta, finalmente, expedirse en torno al único agravio de los actores el cual está
referido al quantum otorgado por daño moral.
Comparto los fundamentos vertidos por el Señor Juez preopinante por lo que adhiero a
la solución por él propiciada. Voto, en consecuencia, en igual sentido.
Con lo que termina este Acuerdo, que firman los Señores Jueces de Cámara doctores
Miguel F. Bargalló y Bindo B. Caviglione Fraga. Ante mí: Valeria Pérez Casado. Es
copia del original que corre a fs.............del libro nº 29 de Acuerdos Comerciales, Sala
"E".
Y VISTOS:
Por los fundamentos del acuerdo precedente, se resuelve: 1) Rechazar los agravios de
la demandada; 2) Admitir el de los actores, con el efecto de elevar la indemnización
otorgada por daño moral a la suma de $ 15.000; y 3) Imponer las costas de ambos
recursos a la demandada vencida (art. 68 del Código Procesal). Notifíquese a las
partes por cédula a confeccionarse por Secretaría.