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AYALA EL ORISHA DE LAS CABEZAS

EL CAMINO DE AYALA EL CONSTRUCTOR DE CABEZAS.


En la tierra Abatí Nile vivían Orishekun, el hijo de Oggún; Orimelere, el hijo de Orun y
Afuwakue, el hijo de Orunmila. Los tres eran grandes amigos y un día decidieron ir a casa de
Olodumare a elegir sus respectivas cabezas y entonces determinaron ir juntos a la tierra y
permanecer unidos en ella.
Fueron a ver a Oduduwa que era el más viejo sabio de la tierra Abatí y
Éste les dijo: “Para conseguir sus cabezas ustedes tienen que ir a casa de Ayala que es el que
las construye con el ashé que le dio Olodumare. Ahora, ustedes, para llegar allá, tienen que
guardar una prohibición. Cuando estén caminando hacia la casa de Ayala no pueden mirar
para los lados, no pueden demorarse por el camino ni desviarse del camino recto.”
Oduduwa les preguntó: “¿Si por el camino ustedes oyen las voces de sus padres que los
llaman, qué harán?” Ellos le contestaron: “Seguir recto el camino a casa de Ayala a conseguir
nuestras cabezas y después que lo logremos iremos a ver a nuestros padres.” Ellos juraron
delante Oduduwa que así lo harían.
Después que se prepararon, salieron al camino y cuando llegaron a la tierra Afabere GunGun
Nibitogbi GunGun Kuele Abatí, entraron cantando: “Egun Awa Inle Babá Eyo Kintole Onafun
Ayala Inle.”
El jefe de aquella tierra que machacaba ishu utilizando una aguja, les mostró el camino para
llegar a la tierra de Ayala, pero les pidió ayuda para pilar el ñame y Afuwake, el hijo de
Orunmila, cogió una aguja y estuvo tres días pilando ishu con él. Al fin, ellos continuaron su
camino y los acompañó un buen trecho Afebere GunGun Egun que era el jefe de aquella tierra
de los Egun. Al cabo del tiempo, ellos se desviaron a la derecha y se encontraron con un
portero y le preguntaron por la casa de Ayala y éste les mostró el camino pero no era el
verdadero y después de mucho caminar, llegaron a un lugar cubierto de aromas y Orishekun,
el hijo de Oggún, reconoció que estaba en una tierra donde su padre era obá y poco después
lo sintió como se movía cargando sus armas, arcos, flechas y lanzas y oyó como cantaba:
“Oggún Tomu Ofá Tomu Orun Ni Babá Ni Aun Kuele Oggún Niba Shishe Egun.”
Y Orishekun les dijo a Afuwake y a Orilemere que él debía quedarse ayudando a su padre
Oggún a preparar la guerra. Sus dos amigos les dijeron: “Según Oduduwa, no debemos
desviarnos del camino.”
Orishekun les contestó: “Es verdad.” Entonces le dio de comer akukó a su padre Oggún y
poco después los tres amigos continuaron su camino y llegaron a casa de Orunmila y oyeron
que éste golpeaba el atepón con el irofá pues estaba haciendo ebbó y Afuwake les dijo:
“Necesito ir a ver a mi padre.” Ellos no quisieron quedarse y regresaron a donde estaba el
portero que les había señalado el camino a la casa de Ayala.
Cuando Orula vio a su hijo Afuwake le preguntó que qué cosa estaba haciendo. Él le contestó:
“Voy con el hijo de Oggún y con el de Orun a casa de Ayala a conseguir una buena cabeza.”
Orunmila cogió su okpuele y él dijo a su hijo: “Si cabeza buscas, acércate.” Y con el okpuele y
los igbo le tocó la lerí diciendo: “Afikan Ago Lerí Omofa Loya Orí Odo.”
Le hizo osorde y le vio Ogbe Yono, donde Ifá le decía a Orunmila: “Uno de tus hijos va por el
camino a un lugar en busca de una cabeza, pero tiene que hacer ebbó con todo lo que es el
alimento de Ayala, epó, orí, efún, iyó, oñí, adié, etú, eyelé, akukó y opolopó owó.”
Orunmila le hizo el ebbó a su omó Afuwake y le dio de todo lo que llevaba el ebbó para que lo
llevara con él. Después el hijo de Orunmila salió al camino para casa de Ayala. Mientras tanto
Orisheku el hijo de Oggún y Orilemere el hijo de Orun, llegaron a donde estaba el primer
portero y le volvieron a preguntar por la casa de Ayala y éste le dijo que quedaba muy lejos.
Ellos le contestaron: “No importa, iremos.”
Continuaron su camino y cuando llegaron a casa de Ayala éste no estaba y decidieron
esperar. Como pasaban los días y Ayala no llegaba ellos salieron al pueblo a preguntar por él,
pues lo necesitaban para que les diera las respectivas cabezas y las gentes les dijeron: “Esa
es la misión de Ayala, muchas cabezas están disponibles.” Ellos decidieron no esperar más
por Ayala y por sus propios medios encontrarían sus cabezas y con ese propósito entraron en
el ilé de Ayala.
Orisheku escogió una cabeza que no había endurecido aún y Orilemere escogió una gran
cabeza, no sabiendo que la misma estaba rota, los dos se pusieron sus flamantes cabezas y
muy contentos se fueron a sus respectivas tierras. Sucedió que cuando llovió fuerte ellos se
mojaron y el agua, al golpear las cabezas, las ablandó y se deformaron quedando pequeñas y
aplastadas y a causa de esto ellos empezaron a pasar mucho trabajo y decidieron ir a ver a
Orunmila quien les vio este Ifá, Ogbe Yono, y les dijo: “Ustedes se precipitaron en su viaje y
cogieron cabezas malas que no estaban terminadas y además no obedecieron a Oduduwa
que les indicó lo que tenían que hacer; ¿no sabían ustedes que Ogbe Yono es el Ifá de Ayala
y que éste no puede salir bajo la lluvia y por eso él no regresó a su casa hasta que no
escampó?” Y ustedes no lo esperaron y se tomaron la iniciativa y cogieron las cabezas sin
saber si servían o no y después se las desbarató la lluvia. Ustedes tienen que utilizar los
restos de sus respectivas cabezas para reconstruir una buena y así prosperar.
Ellos tuvieron que oborí eledá para restaurar sus cabezas. Mientras tanto Afuwake, el hijo de
Orunmila, llegaba a casa de Ayala y se encontró con el portero que no era otro que Eleggua y
le preguntó por el camino de la casa de Ayala. Eleggua le contestó: “Tienes que esperar a que
cocine mi sopa de kalalú.” Afuwake tuvo paciencia y lo ayudó a encender el fuego y notó que
Eleggua ponía cenizas dentro del kalalú y Afuwake le preguntó: “¿Por qué usted echa cenizas
dentro del kalalú?” Eleggua le contesta: “Para que tenga sabor a algo y así se pueda comer.”
Afuwake cogió de todas las cosas que llevaba del ebbó y las echó dentro del kalalú, así como
la lerí del ounko. Cuando estuvo cocinado, Eleggua lo probó y dijo: “¡Qué cosa más rica quedó
esto! Dame más.” Afuwake le volvió a servir y le dio de la cabeza del ounko y le dijo: “Yo
siempre que coma le daré a usted, pero ahora llévame a casa de Ayala.” Eleggua, que estaba
muy contento, salió con el hijo de Orunmila para casa de Ayala y por el camino Eleggua
cantaba: “Awó Ashe Bere Aberé Lube Awó Odara Ayala Malona.”
Cuando llegaron a casa de Ayala sintieron un escándalo muy grande, donde Eleggua le dijo:
“Esta es la casa de Ayala, él seguro que no está.” El que gritaba era el acreedor de Ayala.
Eleggua le preguntó a Afuwake si tenía dinero y él le contestó afirmativamente. Eleggua le
preguntó: “¿Quieres ayudar a Ayala? Paga sus deudas.” Y Afuwake fue a donde estaba el
acreedor y pagó las deudas de Ayala.
Después que se fue el acreedor, Ayala se bajó del techo de su casa, todos se saludaron y
Eleggua le dijo a Ayala: “Este es el hijo de Orunla que ha pagado tus deudas.” Ayala le
preguntó a Afuwakue: “¿Y cómo yo puedo pagarte?” Afuwake le contestó: “Yo vengo de muy
lejos en busca de la cabeza más perfecta que exista.”
Ayala le contestó: “Está bien. Entre todos buscaremos la más perfecta, pero antes tengo que
comer.” Eleggua le dio de su lerí de ounko y del kalalú y al comenzar a comer Ayala le
preguntó a Eleggua: “¿Qué tiene esto que está tan sabroso?” Eleggua le respondió: “Ese es el
secreto del hijo de Orunmila.” Y mientras Ayala comía Afuwake cantaba: “Epó Malero, Epó
Malero, Ayalá Epó Malero Iyó Malero, Iyó Malero, Ayalá Iyó Malero Orí Malero, Orí Malero,
Ayalá Orí Malero Efún Malero, Efún Malero, Ayalá Efún Malero...”
Donde Ayala se sintió fortificado y le dijo a Afuwake: “Vamos a mi templo.” Allí habían 101
cabezas y Ayala cogió su cetro de hierro, tomo una lerí y al darle con el cetro ésta se rompió
en varios pedazos y así pasó con varias hasta que Ayala cogió una que le llamó la atención.
La tocó con su cetro y comprobó que estaba dura y perfecta; la cogió, le echó bogbo ashé
modun-modun erí y se la entregó al hijo de Orula, Afuwakue Awó se la fijó encima y regresó
para su tierra. Aquella tierra era de madrigueras y siempre llovía y él salió bajo la lluvia
cantando: “Eri Nikan Bi Moba Bimo Laye Umbo Odara Ogbe Yono Awó Odé Ayala”
Su cabeza, a pesar de la lluvia que caía, se mantenía intacta y comenzó a adivinar y a ganar
mucho dinero y cuando llegó a su tierra ya era muy rico.
Compró una buena casa y tuvo muchas obiní y omó. Y le dieron el nombre de Ogbe Yono Eri
Sami Awó; “Ogbe Yono, el Awó de la cabeza bendecida.”
Orisheku y Orilemere al verlo dijeron: “¿Cómo es posible que si él trajo la cabeza al igual que
nosotros de casa de Ayala, la de él sea buena y las de nosotros sean malas?” Afuwakue les
respondió: “Por obedecer a Ifá. Además nuestras cabezas salieron del mismo lugar pero
nuestros destinos no son idénticos.”
Y así pudo Ogbe Yono ser grande en la tierra.
Nota: Aquí nació el sazonar las cabezas de los sacrificios para dar de comer a Ayala, el Orisha
de las cabezas.
Montaje de Ayala: Ayala es un camino de Obatalá y se representa por la lerí del animal del
Osha, Orisha e Ifá, además por una varilla de hierro rematada por una pequeña cabeza de
madera de atorí que va cargada con modun-modun erí Egun, erú, obí kolá, osun, airá, lerí de
eyá, modun-modun lerí de euré de Orunmila, lerí de ayanakun y afoshé de veintiuna raíces.
Además, en este Ifá nació que se toque la cabeza con el okpuele y los igbos para adivinar a
una persona.
Este Ifá habla del camino recto a seguir para resolver los propósitos. Es un Ifá de riqueza y de
voluntad

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