Ricardo, un joven tímido, un poco reservado y poco amigable, pero muy
estudioso iniciaba el tercer año de la secundaria y, en su primer día de clases conoce a una nueva compañera de salón, la cual se había matriculado por primera en ese colegio. Ricardo al mirar a su nueva compañera siente por primera vez algo muy especial, en realidad él se siente un poco confundido, ya que esa sensación no la había sentido nunca antes por una chica y, lo primero que se pregunta es cómo acercarse a su nueva compañera, si apenas hablaba en el salón. Pasó el día pensando en ella y la estrategia que usaría para acercarse a Zoé, es así como se llamaba la nueva compañera, y tratar de conquistarla compitiendo con muchos galanes tan bien desenvueltos que había en su colegio y, empezando por sus compañeros de salón, sería muy difícil lograr conquistar a Zoé, se dijo a sí mismo Ricardo. Avanzaron las semanas y la maestra anunció que, para el aniversario del colegio que estaba muy próximo, el salón iba a participar con algunos números artísticos en la actuación que se realizará en el patio del colegio por el día central, para ello se sortearía en aula los diferentes números que le tocaría a cada alumno y, trabajarían en parejas. Para casualidad de Ricardo le salió el mismo número de Zoé, el cual consistía en preparar un poema para declamarlo entre ambos el día de la actuación ante todo el colegio. Lo primero que pensó Ricardo es de qué manera podría salir airoso de ese reto, se lamentaba una y otra vez la mala suerte que lo conllevó a que sea designado para ese número y, peor aún ante la idea de quedar como un payaso en el patio del colegio ante tantos alumnos, profesores e invitados, pero sobre todo le aterrorizaba la idea de que quedaría como un payaso ante Zoé y, a la vez hacer quedar mal también a ella. Tenía muy claro que le sería una misión casi imposible, debido a que era un muchacho súper tímido, introvertido y que le daba pánico hablar en público. Sin embargo, por otro lado, estaba la idea de convivir por algunos días con Zoé, lo que significaba de alguna manera tenerla muy cerca y era la gran oportunidad que había estado esperando durante estas semanas que, a pesar de haberla tenido relativamente cerca, ya que eran compañeros de salón, no había logrado entablar una amistad con ella y mucho menos conquistarla. Ricardo no tuvo otra opción que aceptar el número artístico que se le designó por sorteo y a la salida, con mucha timidez empezó a acercarse a Zoé para coordinar los días en que se reunirían para empezar a hacer el trabajo encomendado por la profesora, unos metros antes de llegar a dónde se encontraba Zoé acompañada de sus amigas, él empezó rápidamente a tramar el inicio de la conversación, pero sentía que se quedaba sin ideas, no obstante muy decidido la llamó a un lado y le dijo: Hola Zoé, hoy en el sorteo que hizo la profesora, salió en el papelito que me tocaría preparar un poema y declamarlo contigo el día de la actuación. Ella le respondió: Ahh sí, precisamente también te iba a buscar para coordinar cuándo y a qué hora nos reuniríamos, porque el lugar tiene que ser en mi casa, espero no tengas inconveniente. Él de inmediato le dijo: “no hay problema y, podría ser el sábado a las tres de la tarde porque por la mañana tengo clase de inglés y, bueno el domingo iré de paseo con mis familiares” Ella le dijo: Perfecto, el sábado a las tres de la tarde en mi casa. Ambos se despidieron y él, evidentemente quedó contento, porque era la primera vez que se había acercado a Zoe y, pues pensó que no lo había hecho tan mal. Los días siguientes le parecieron una eternidad a Ricardo, lo único que quería era que se pasen rápido los días para ir a la casa de Zoé como habían quedado y además de hacer el trabajo, tratar de conquistarla a como dé lugar. Llegó el día sábado, como de costumbre al salir de su clase de inglés se dirigió a casa, saludó a mamá y papá, lo llamaron para almorzar, ese día a diferencia de otras veces almorzó rápidamente y sin decir palabra alguna, pasó a retirarse, se fue directo a ducharse y se pudo su mejor camisa y pantalón. Luego pidió permiso a sus padres, explicándoles que iría a hacer un trabajo en la casa de uno de sus compañeros, los padres de Ricardo confiaban mucho en él y, sin poner “pero” le dieron el permiso. Ricardo tomó el bus que lo dejaría cerca a la casa de Zoé, al bajar del bus caminó unas cuadras y tocó el timbre de la casa, salió una señora, rápidamente pensó que se trataba de la madre de Zoé, la saludó muy cordialmente y preguntó por Zoé, explicándole que había quedado para hacer un trabajo. La señora, muy amable lo invitó a pasar, diciéndole que espere un momento en la sala y que tome asiento. A los pocos minutos ella apareció y se dirigieron a la mesa, ella sacó su laptop y empezaron a buscar varios poemas, de los cuáles se inclinaron por un poema de Rubén Darío que se llama “Sonatina”, en principio a él se le dificultó a prender el poema, entonces fue cuando le confesó a Zoé sobre su problema de timidez que tiene, ante esto ella le dijo que era un problema que muchas personas lo tienen, pero que está en él revertir esa situación, lo llenó de confianza y a partir de ese momento él puso mayor esfuerzo y logró aprender el poema y practicarlo junto con ella. Al finalizar los ensayos que hicieron, llegó el momento de despedirse y, le dijo que había pasado una tarde maravillosa, haciéndole llegar también las gracias por haberlo ayudado a tratar de superar el problema que tiene y que se verían el lunes, esperando que les vaya bien en el ensayo que tendrían en el salón. Ricardo, se fue a casa sin dejar de pensar en la linda tarde que había pasado con Zoé y, lo enamorado que se encontraba de ella. Al llegar a su casa, abrazó y besó a su mamá, se sentía extrañamente feliz, en sus quince años nunca había sentido esa dicha y, durante la cena comenzó a contarles a sus padres que había una chica que le gustaba muchísimo, precisamente era la chica con quien había pasado toda la tarde debido a que la maestra había dejado un trabajo en parejas. Sus padres muy contentos al ver a su hijo que tenía por primera vez una ilusión de adolescentes, también se veían preocupados porque se preguntaban si esta muchacha correspondía a su hijo, hubo un largo silencio hasta que por fin su papá con un poco de seriedad dirigió la mirada a su hijo y le preguntó: “Ricardo, la muchacha de quién nos hablas sabe lo de tus sentimientos hacia ella”-“tienes idea si ella también te corresponde” a lo que Ricardo respondió: “Papá, Zoé aún no sabe que estoy enamorado de ella, pero estoy aprovechando esta oportunidad para acercarme a ella y ver qué pasa más adelante, sin embargo, soy consciente de que, tal vez, ella no sienta lo mismo que yo, así que por ese lado, pueden estar tranquilos”. La mamá de Ricardo intervino diciendo: “Hijo mío, nosotros confiamos en ti, solo es un consejo para que no salgas lastimado, pero descuida confiamos en ti, como siempre”. Ricardo al acabar de cenar dio las gracias y se retiró a su habitación. Pasó pensando, en la conversación que tuvo con sus padres, durante gran parte de la noche, pero finalmente se quedó dormido. El día lunes muy temprano se fue a su colegio, se fue directo a su carpeta y sacó el poema para repasarlo en silencio mientras esperaba que llegue la maestra. Al llegar la maestra, pidió a sus alumnos mucha colaboración para ensayar en ese instante los números que presentarían al siguiente día en la actuación. Cuando llegó el turno de Ricardo y Zoé muchos de los compañeros pifiaron porque pensaban que Ricardo no sería capaz de declamar al frente, sin duda esto puso un poco nervioso a Ricardo que en el primer intento hizo parar porque decía haberse olvidado el poema y mejor que declame otro compañero junto a Zoé. Ante esto, Zoé llamó a un lado a Ricardo y le preguntó por qué hacía esto, si ya había ensayado, además, de haber conversado sobre el problema de timidez que tenía, que no podía darles el gusto a sus compañeros que se había mofado de él, que era lo suficientemente capaz para demostrarse a sí mismo que si él se lo proponía a hacer algo, lo lograría sin ningún problema. Ricardo quedó callado sin saber qué decir durante unos segundos. Hasta que al fin dio la vuelta y dirigiéndose a la profesora en voz alta y con convicción dijo: “Maestra le pido una oportunidad, quiero intentarlo nuevamente”. Esta vez se paró al frente con mayor seguridad y empezó a declamar junto a Zoé, al terminar de declamar todos aplaudieron y de pronto se escuchó una voz, que obviamente provenía de una compañera que sentada y decía: ¡Perdónanos Ricardo, fuimos unos tontos al haberte pifiado, en lugar de darte ánimos al saber que eres un muchacho un poco tímido, pero que siempre trata de salir adelante en cada reto que se te presente, en nombre mío y de mis compañeros te pido mil disculpas amigo mío! Ricardo le respondió: “Acepto las disculpas Rosa, esta es una gran lección para mí también, porque no confiaba en mí y tengo que darle las gracias a una persona que se ha convertido en alguien muy especial para mi desde que llegó a esta escuela”-mirando a Zoé le dijo: “Zoé, tú eres esa persona de quién hablo, desde que llegaste, te has convertido en alguien muy especial para mí, tal vez no sea el momento indicado para decirte esto; sin embargo, ya no puedo seguir ocultándolo más, eres una chica muy dulce y tierna, me gustas desde la primera vez que te vi y has sido la única persona que ha podido sacar lo mejor de mí, te confieso que si no me hubiera tocado el trabajo contigo yo jamás hubiera aceptado el trabajo, porque tenía pánico hablar en público y gracias a ti he podido superar ese temor, sin más rodeos, al frente de nuestros compañeros y nuestra querida profesora Claudia, te pido que seas mi enamorada!-¿aceptas ser mi enamorada?. Hubo un silencio tenso por algunos minutos, pero finalmente Zoé sonriendo y mirándolo fijamente a los ojos: “Ricardo, eres un gran muchacho también, durante este corto tiempo que te conozco me he dado cuenta que eres un chico sencillo, amable, estudioso y he aprendido mucho a lado tuyo, fue un privilegio haber hecho el trabajo contigo, pude compartir una tarde muy linda aquel día y aunque no sé si esté preparada para tener enamorado y comenzar una relación, te voy a decir que sí, acepto ser tu enamorada e intentarlo, espero que lleguemos muy lejos en este nuevo proyecto y, por supuesto, salir airosos mañana en la actuación”. Todos aplaudieron y empezaron a decir: ¡Beso! ¡Beso! ¡Beso! ¡Beso!, a lo que los nuevos tortolitos accedieron y soltaron todos, unas cuántas carcajadas en buena onda. Al siguiente día muy temprano llegaron al colegio, para llevar a cabo la actuación por el día central del aniversario del colegio y, después de cantar el himno al colegio, el director dar unas palabras agradeciendo a todos los presentes y dar por comenzado la actuación, pasaron a presentar los números que habían preparado cada grado con sus respectivos maestros y alumnos. A un lado se encontraba Ricardo un poco nervioso y ansioso, porque si bien ya había podido declamar en su salón durante el ensayo, pues esta vez sería muy diferente porque se encontraría ante todos los alumnos del colegio, algunos padres de familia, profesores entre otros invitados. Sin embargo, también era diferente porque tenía el apoyo de su enamorada y estaba feliz por ello. A los minutos nota que Zoé se dirige hacia él y, le dice “Ricardo, el siguiente número es el de nosotros, hay que estar atentos, confío en ti amor, no te preocupes, todo saldrá bien”- Ricardo con una sonrisa un tanto nervioso, le respondió: “Muchas Gracias Zoé, definitivamente eres la chica a quién tanto había estado esperando, te quiero mucho Zoé”. Llegó el momento, en que los anunciaban por el micrófono, ellos fueron al escenario, se presentaron y comenzaron a declamar. Al terminar la declamación, todos los presentes aplaudieron fuertemente y, solo entonces Ricardo pudo comprender que el miedo es parte de las personas, que todos en algún momento sentimos miedo de hacer algo nuevo, pero que ese miedo solo se puede superar enfrentándolo, que no debemos dejarnos dominar por ese miedo y que todo es posible si nos esforzamos y tenemos la convicción de que podemos alcanzar grandes metas.