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Obra de Gobierno Durante la Presidencia de Sarmiento

Se realizó en 1869 el primer censo nacional. Puso de relieve los aspectos de la


estructura social que necesitaban ser modificados.

El censo descubrió un país de grandes extensiones territoriales pero deshabitadas


o en poder de los indios y un índice altísimo de analfabetos que alcanzaba el 71%.

El programa de reformas generales llevado adelante por Sarmiento, Mitre y


Avellaneda se ocupó de estos problemas.

Durante la presidencia de Sarmiento se realizó una vigorosa actividad entorno al


tema educativo. Creó las primeras escuelas normales, el Colegio Militar (1870), la
Escuela Naval (1872), el Observatorio Astronómico (1872), la Facultad de Ciencias
Físicas y Matemáticas (1870) y alrededor de ochocientas escuelas primarias.
Durante su gobierno la población escolar se elevó de treinta mil a cien mil
alumnos.

Proyectó la ley sobre la creación de bibliotecas públicas y abrió las primeras


escuelas públicas y creó también las primeras escuelas para sordomudos.

Se dio impulso a la inmigración que se asentó preferentemente en el litoral donde


se fundaron numerosas colonias agrícolas.

El colegio Militar
Fundacion del colegio militar
En 1871 se inauguró la primera Exposición Nacional en Córdoba donde se exhibían
los productos agrícolas, ganaderos e industriales de nuestro país . Mejoró las
condiciones sanitarias y de higiene especialmente en la ciudad de Buenos Aires
para evitar una nueva epidemia de fiebre amarilla como la que se desató en 1871.
Dispuso la creación de un nuevo cementerio en la Chacarita.

Durante su gestión se aprobó el Código Civil creado por Velez Sarsfield, ministro
del Interior.

Al finalizar la guerra del Paraguay su ministro de relaciones exteriores, Mariano


Varela, gestionó los acuerdos de paz finales. Para ello se llevaron a cabo reuniones
en Buenos Aires durante 1869, allí Varela expuso que "la victoria no da derechos" a
los vencedores.

Ante esta posición, en 1870 Brasil negoció separadamente con Paraguay y esto
caldeo los ánimos en Buenos Aires. La Argentina envió una nota al Brasil
formulando reclamos por su actitud. Ante la posibilidad de un enfrentamiento
bélico con el Imperio, Sarmiento envió a Bartolomé Mitre a Río de Janeiro en
misión de paz y amistad en 1872. En esa oportunidad se firmó un acuerdo que
puso fin a las diferencias en noviembre del mismo año.

Asesinato a Urquiza
El asesinato a Urquiza
El atentado contra Sarmiento
El atentado contra Sarmiento

La prensa y la política

Durante el gobierno de Sarmiento se multiplicaron los diarios y publicaciones de


todo tipo. En 1867, apareció "La Capital" de Rosario. En 1869 surgió 'La Prensa" y,
en 1870, "La Nación" Los diarios, expresión de facciones políticas, se
caracterizaban habitualmente por su subido tono crítico. La caricatura se volvió
mordaz y la sátira un arma temible. Por ser aún poco frecuente la venta callejera,
los diarios dependían económicamente de las suscripciones, de la fortuna de sus
dueños o del favor oficial. Los apremios financieros, en última instancia, se
solucionaban mediante una drástica modificación de las posiciones políticas del
diario.

Según una investigación de Ernesto Quesada realizada en 1883, en 1877


circulaban en la Argentina 148 periódicos, lo que arrojaba una proporción de uno
cada 15.700 habitantes. Con ese, promedio de lectores, la Argentina ocupaba el
cuarto lugar en el mundo. Los diarios principales eran "El Nacional", dirigido por
Dalmacio Vélez Sarsfield, donde solía escribir Sarmiento, antes, durante y después
de ser presidente. Además, "La Prensa", dirigido por José C. Paz; "La Tribuna", de
Héctor Varela; "La Nación", fundado por Mitre y "El Siglo", que dirigía Federico de
la Barra. En 1869, Lucio V. Mansilla lanzó un nuevo diario: "El Pueblo Argentino"

El mosquito

Sin duda, quien más se cebaba en el autor de Facundo era "El Mosquito". Periódico
semanal, independiente y de punzante ironía, apareció en Buenos Aires el domingo
24 de mayo de 1863. Entre sus principales caricaturistas estaban H. Meyer, Adam
Monniot, Faría y Demócrito, pero, a partir de 1868, se destacó Enrique Stein.
Nacido y formado en París, entró a "El Mosquito" como redactor gráfico y terminó
siendo propietario de la publicación. Amigo y seguidor de Bartolomé Mitre, se
ensañó particularmente con Sarmiento. En una carta a su amigo José Posse, éste
sostuvo que "lamentablemente, la prensa se alimenta de chicana y polémica
absurda y personal".
"El Mosquito" no perdonaba a nadie y se burlaba de toldos Mitre, Avellaneda, Vélez
Sarsfield, Roca, Juárez Celman y muchos mas eran blanco de sus dardos, pero, sin
duda, "el loco Sarmiento" era el más castigado.

Benjamina A. Gould

Astrónomo eminente, el estodounidense Gould fue traído a la Argentina en 1870


por Sarmiento. A pesar de las grandes dificultades que debio enfrentar, Gould
instaló el observatorio Nacional en Córdoba y, secundado por su compatriota
Thome, hizo el inventario de 7.200 estrellas, de las que dejo registro en su trabajo
Urano-metría Argentina. En 1885, al despedirse del país, afirmó: "El cielo de
Córdoba no tiene parangón con nada".

Para Sarmiento la educación era fundamental, tanto para asegurar la cohesión de


la comunidad nacional para el progreso económico y político. Mediante la Ley de
Subvenciones de 1871 procuró garantizar los fondos para la creación de nuevas
escuelas y la compra de materiales y libros. En 1872 ya funcionaban en el país
1.644 escuelas primarias, con 97.500 estudiantes.

La Escuela Normal de Paraná fue el modelo para los institutos de formación de


maestros el "normalismo" se convirtió en sinónimo de excelencia. Sarmiento
también promovió la difusión del libro.

La Escuela Normal de Paraná fue puesta bajo la supervisión del estadounidense


George Steams y el Observatorio Astronómico Argentino, en Córdoba, bajo la
dirección de Benjamín Gould.

El primer responsable de la Academia de Ciencias fue el alemán Germán


Burmeister. los instructores extranjeros también se destacaron en los institutos de
educación militar.

La dirección del Colegio Militar, creado en 1869, fue confiada al militar húngaro
Juan Czetz, quien había servido en la guerra contra el indio.

En el año 1845, durante su exilio en Chile, Sarmiento es enviado por encargo del
presidente Montt a recabar información sobre diferentes sistemas educativos en
varios países. Ese viaje es el punto de partida para la construcción de uno de sus
escritos fundamentales: Educación Popular.

Se puede leer allí:

"La educación ha de preparar a las naciones en masa para el uso de los derechos
que hoy no pertenecen ya a tal o cual clase de la sociedad, sino simplemente a la
condición de hombre." (?) "El poder, la riqueza y la fuerza de una nación dependen
de la capacidad industrial, moral e intelectual de los individuos que la componen. Y
la educación pública no debe tener otro fin que el aumentar esta fuerza de
producción, de acción y de dirección, aumentando cada vez más el número de
individuos que las posean".

Para Sarmiento, educación popular equivale a educar a todo el pueblo: la


educación de todos los habitantes es tarea prioritaria para la construcción de la
nación. La pregunta, entonces, es por el método, por la forma de poner en práctica
su proyecto.

En ese viaje crucial de 1945, Sarmiento visita los Estados Unidos y se vincula de
manera estrecha con el pedagogo Horace Mann. Mann había sido el impulsor, en la
década del 30, del llamado "movimiento de las escuelas populares" en el estado de
Massachussets. La pedagogía de Mann deslumbra a Sarmiento, quien mantendrá
con firmeza, años después, varias de sus ideas.

Figura controvertida, el movimiento creado por este educador buscó, en su


propuesta, generar acceso masivo a la escolaridad para los niños en edad de asistir
a las aulas. Entendía a la educación como el gran igualador de las condiciones del
ser humano y "volante de la maquinaria social". Pero, a su vez, sus críticos
sostienen que fue un pedagogo cuya máxima preocupación se centró en crear y
desarrollar instituciones capaces de generar y mantener el control social, y alguien
para quien el tiempo y su eficaz utilización eran máxima prioridad.

La cuestión del control social puede rastrearse en la concepción sarmientina de


educación como actividad "socialmente estabilizadora". Al respecto, dice
Sarmiento en Educación Popular: "Las masas están menos dispuestas al respeto de
las vidas y de las propiedades, a medida que su razón y sus sentimientos morales
están menos cultivados". En este sentido, la preocupación de Sarmiento se centra
en organizar a la población más antigua del territorio, y a dos actores sociales en
particular: el indio y el gaucho. Su proyecto -como se sabe, diseñado a partir de la
oposición antinómica entre las categorías de civilización y barbarie - tendrá
entonces, en la educación y en el enorme impulso que Sarmiento le imprime,
quizás su principal pilar. Para él, la educación es el elemento prioritario para el
cambio social y la modernización de la sociedad. En ese punto discrepa con Alberdi
-quien lo acusará luego de ser en extremo intolerante con las ideas ajenas- que
consideraba menor la eficacia modernizadora de la educación formal.

Sarmiento sostenía también en su discurso que consideraba a algunos actores


sociales como "culturalmente irrecuperables". Se refería, centralmente, a las
poblaciones mestiza y aborigen. Así, aunque consideraba que la educación era
central para formar ciudadanos capaces para el trabajo -en particular el trabajo
industrial- pensaba también que existía una "incapacidad natural" en los
habitantes de los pueblos americanos para realizar este trabajo. Este argumento
será central para definir su política inmigratoria, que buscó en particular atraer
ciudadanos de países sajones.

La fascinación por la forma de llevar adelante acciones educativas en los Estados


Unidos, en particular a partir de Mann, será una influencia decisiva para
Sarmiento. Esto implicará, como se sabe, llegar hasta el punto de traer maestros
desde aquel país: no es sólo lo educativo lo que fascina a Sarmiento, también el
modo de organización de la sociedad norteamericana. Es por eso que busca de
forma inclaudicable sentar las bases de un sistema educativo que él entendía como
inclusivo, siguiendo el modelo norteamericano, aunque otorgando al Estado un rol
diferente. Sarmiento buscó que el Estado regulara la provisión de educación,
generando una oferta que no se agotara en las profesiones tradicionales como el
derecho o la medicina y que apuntara a cuestiones más vinculadas a la producción.
Esta es una de las claves que permiten entender su política educativa: creó un
enorme número de escuelas y aumentó notablemente la tasa de alfabetización a
partir de este modelo. Para él, la educación debía ser utilitaria, racional y científica.

Sin embargo, para algunos, el proyecto en alguna medida fracasó en tanto la


escuela argentina priorizó lo tradicional por sobre la innovación y el mundo del
trabajo.

Entre sus influencias, también es importante destacar el papel de Francois Guizot,


un liberal responsable del crecimiento extraordinario del sistema educativo
francés durante la convulsionada Francia del siglo XIX. Sarmiento toma de él
muchos elementos que hacen a la estructura y conformación del sistema educativo
argentino, tanto desde lo pedagógico como desde lo administrativo: el modelo de
las escuelas normales, los consejos escolares, el sistema de inspección, etc.

Escuelas argentinas: pasado, presente y futuro


Resulta notable que muchos aspectos de la organización del sistema educativo
ideado por Sarmiento permanezcan con cambios leves hasta la actualidad.

Las escuelas argentinas han recibido siempre en sus aulas a una población
heterogénea, diversa. El mestizo y el aborigen, los hijos de los inmigrantes
europeos y el criollo, y hoy, los inmigrantes de países limítrofes y también los
migrantes internos.

La mayor riqueza que tiene el colectivo escolar radica allí, en las diferencias que se
manifiestan día a día en las aulas. Nos preguntamos: ¿Qué significa trabajar la
heterogeneidad, en la escuela? ¿Qué significa reconocer al otro? ¿Son ambas
cuestiones acaso resultado de una moda que se origina en discursos floridos pero
que finalmente no tienen correlato en las prácticas áulicas?

Creemos que trabajar la heterogeneidad es más que respeto y cuidado por el otro,
por la diferencia. Es repensar la idea de diferencia. Es entender que todos tienen
las mismas posibilidades de ser educados, y de manera activa no poner en duda su
educabilidad.

La tradición de la escuela normalizadora es la que nos lleva a "tolerar" la


diferencia. Y tolerancia a la diferencia es, cuando menos, una idea compleja.
Respeto a la diferencia, es aquello que debe existir siempre, forma parte de una
ética de mínimos. Riqueza a partir de la diferencia es a lo que tenemos que llegar.
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a obra educativa de Sarmiento comenzó a concretarse luego de retornar a San Juan


desde su primer exilio, cuando participó de la fundación del Colegio de Santa Rosa
para señoritas en 1839 y lo dirigió por dos años, realizando sus primeros
acercamientos a la educación de la mujer.

Al iniciarse su segundo exilio chileno, el Ministro de Instrucción Pública Manuel


Montt lo designó en 1842, como director de la primera Escuela Normal de
Preceptores de Hispanoamérica –teniendo en cuenta la creada dos años antes en
Massachusetts, Estados Unidos-. Desplegó una amplia actividad que incluyó: la
reforma del sistema de enseñanza de la ortografía y de la lectura; la publicación y
utilización de su Método Gradual de Lectura, de Educación popular y su trabajo
sobre Educación común; el desarrollo de la enseñanza de los idiomas –en
particular el inglés-; la traducción de libros morales y religiosos (escribió La
conciencia de un niño); el establecimiento de la enseñanza de los buenos modales;
la fundación y dirección de El Monitor de las Escuelas; el viaje por toda Europa y
Estados Unidos comisionado por el gobierno de Chile para analizar los planes de
estudio, además de los métodos pedagógicos y el material escolar.

La revista “Anales de la Educación Común” fue fundada por Domingo F. Sarmiento


en 1858 y relanzada en setiembre de 2005, tras 14 años de ausencia. HAY QUE
LINKEAR CON EL ANALES ACTUAL De regreso a la Argentina, continuó su obra
educativa escribiendo un trabajo titulado: “La educación común en el Estado de
Buenos Aires” y dirigiendo el Departamento de Escuelas desde 1855. Por entonces,
fundó y redactó: “Anales de la educación común”, y ordenó construir los dos
primeros edificios escolares de la ciudad. La primera escuela de América del Sur
destinada a la educación común fue la llamada Escuela Catedral al Norte
(actualmente situada en la Calle Reconquista Nº 461). La arquitectura del edificio
reflejó las ideas de Sarmiento en materia de espacios para la educación, con aulas,
mobiliario y confort de avanzada para las pautas educativas de la época.

Durante su gobernación en San Juan, en 1862, proyectó y promulgó la ley de


educación común y obligatoria para el nivel primario. Además, fundó escuelas
rurales y el colegio preparatorio, que se convirtiera luego en el colegio nacional;
inauguró la Quinta Normal de Agronomía y estableció que los bienes de difuntos
sin herederos, mayorazgos y capellanías se transformaran en recursos destinados
a la educación.

Maestra María Elizabeth Gorman (1869) Entre 1868 y 1874, desempeñándose ya


como Presidente de la República, Sarmiento impulsó el perfeccionamiento de los
métodos pedagógicos con la introducción de nuevas técnicas y la creación de
escuelas e institutos especializados. Logró que en este período, la población
escolar se elevara de treinta mil a cien mil alumnos. Estimuló la creación de
numerosas escuelas primarias, la Academia de Ciencias, la Escuela Normal de
Paraná, la Universidad Nacional de San Juan, la Facultad de Ciencias Físicas y
Matemáticas, la Biblioteca Nacional de Maestros y el Observatorio Astronómico de
Córdoba. Además, interesado en la formación profesional de las fuerzas armadas,
fundó la Escuela Naval y el Colegio Militar. Para difundir la lectura, se creó la
Comisión Protectora de Bibliotecas Populares.

Su primer viaje a los Estados Unidos le posibilitó contactarse con los esposos
Mann; admiraba el trabajo realizado por Horacio y mantuvo con él y su esposa una
fluida relación epistolar. En su obra Viajes, expresó su admiración por la obra de
Mann y de las maestras que lo acompañaban. Por entonces, concibió el proyecto de
traer a la Argentina maestros norteamericanos y durante su presidencia, incorporó
maestros para atender las dos primeras escuelas normales: la de Paraná y la de
Tucumán.

Los maestros norteamericanos pusieron gran énfasis en la educación del carácter,


la disciplina, hábitos de puntualidad, orden, responsabilidad, cumplimiento del
deber, respeto, cortesía y compañerismo. Daban importancia, tanto al estudio de
las ciencias y las letras, como a los conocimientos estéticos, tales como el canto y el
dibujo, además de las labores y la gimnasia.
Sarmiento no sólo ordenó la construcción de las escuelas sino que puso el acento
en cómo debía ser el edificio: “Nuestras escuelas deben, por tanto, ser construidas
de manera que su espectáculo, obrando diariamente sobre el espíritu de los niños,
eduque su gusto, su físico y sus inclinaciones. No sólo debe reinar en ellas el más
prolijo y constante aseo, cosa que depende de la atención y solicitud obstinada del
maestro, sino también tal comodidad para los niños, y cierto gusto y aun lujo de
decoración, que habitúe sus sentidos a vivir en medio de esos elementos
indispensables de la vida civilizada".

Mobiliario escolar También puso el acento en el equipamiento escolar. Mereció su


especial atención el aspecto ergonométrico que debía tener el mobiliario, analizó
los asientos y pupitres que se empleaban en las escuelas norteamericanas de la
época y cómo se adaptaban a las necesidades y comodidad de los escolares. Trajo
de Estados Unidos muestras de aquel mobiliario, que desarrolló, se utilizó y
continúa en vigencia en muchas escuelas del país.

Finalizada su presidencia, Sarmiento dirigió el Departamento de Escuelas de la


Provincia de Buenos Aires y, luego de la federalización de la ciudad de Buenos
Aires en 1880 fue designado presidente del Consejo Nacional de Educación. Desde
allí fundó El Monitor de la Educación Común –publicación que aún se edita-.
Sarmiento estimuló el desarrollo del sistema educativo nacional que habría de
concretarse en la Ley 1420, de educación común, gratuita, laica y obligatoria,
aprobada por el Congreso Nacional en 1884. Se puede decir que esta ley plasmó las
convicciones sarmientinas acerca de la educación que debían recibir los
argentinos.

Seguidamente incorporamos escritos de Sarmiento acerca de sus concepciones de


instrucción pública y una circular dirigida a los maestros de escuela en la que
aborda el tema de la educación religiosa

IDEAS EDUCATIVAS DE SARMIENTO ESTADO Y LA EDUCACION


OBLIGATORIEDAD
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Obligatoriedad

LAS IDEAS EDUCATIVAS DE SARMIENTO:


Un requisito para la existencia de un Estado nacional es el de conseguir un grado
importante de cohesión cultural. Quienes se dedicaron a organizar el Estado
argentino no olvidaron esta cuestión y debieron enfrentar una particularidad de
nuestro país: la nación se estaba formando con el aporte masivo de inmigrantes de
diferentes países, con lenguas y tradiciones diferentes.
sarmiento

El Estado se fijó entonces como prioridad la tarea educativa, y con mayor énfasis a
partir de la presidencia de Sarmiento, impulsó decisivamente la educación
primaria. Se fundaron escuelas de primeras letras en todo el territorio nacional y
también se crearon escuelas normales. En el siguiente texto, el historiador
Gregorio Weinberg analiza las ideas educativas de Sarmiento y su relación con el
modelo de país que se estaba gestando.

“Las ideas educativas de Sarmiento, en su intento por imponerlas en su país,


estaban indisolublemente ligadas a una concepción que las integraba con una
política inmigratoria y colonizadora; o expresado en otros términos, propiciaba el
pasaje de una Argentina ganadera a otra agropecuaria; uno de los elementos
esenciales para lograr esa transformación, tal como se la acaba de enunciar, era la
educación que, por entonces y a nivel primario, se juzgaba permitiría la formación
de hombres que pudieran ser productores y, simultáneamente, partícipes de ese
proceso de cambio. Tenía por tanto la educación una función tanto política como
económica y social.

La difusión de las primeras letras posibilitaría el acceso a la lectura, y por ende, al


conocimiento de las ‘cartillas’ a través de las cuales se difundirían las conquistas,
asombrosas para la época, de la Revolución Agrícola e Industrial que conmovía a
Estados Unidos y Europa Occidental.

Ahora bien, la preocupación por el nivel primario era correcta para su época, pues
educación elemental (o básica o primaria) y educación popular podían
considerarse por entonces poco menos que equivalentes. Desde luego que la
efectiva alfabetización siguió un ritmo menos intenso del previsto (es el supuesto
fracaso que le reprocharon sus críticos más severos).

Pero ello quizás admita otra explicación: al no alcanzar la propiedad de la tierra


(que estaba en manos de un sector reducido, adueñado de gran parte de la pampa
húmeda y que paulatinamente se iría apropiando de sus ampliaciones sucesivas,
como resultado de la llamada ‘conquista del desierto’, concentración de la
propiedad explicable sobre todo por el franco éxito de la economía pecuaria
exportadora y que por entonces excluía al agricultor), al impedírsele también el
usufructo de los derechos de ciudadanía y el ejercicio efectivo del sufragio, el
factor educativo no desempeña en este plan el carácter de una variable
cambiadora tal como se desprendía del ‘modelo’ sarmientino inicial, sino que pasa
a ser una variable modernizados.

Pero de todos modos, y hechas las salvedades del caso, jugó un papel fundamental
inspirando una ley de educación nacionalizadora de la inmigración e integradora
del país. Así pues, su función democratizadora y unificadora tuvo sobresaliente
importancia durante casi un siglo. Más aún, su influjo sobre la legislación escolar
latinoamericana es indudable.”

GREGORIO WEINBERC.
Modelos educativos en la historia de América Latina. Buenos Aires, Kapelusz, 1984.

Educación popular: En las primeras décadas del siglo XIX había escuelas pero no
existía un sistema educativo: no lo había si lo entendemos como institución,
estructurado, con niveles, con un método de enseñanza. La educación va
surgiendo, a decir verdad, inversamente a la edad de las personas: primero la
universidad, luego los colegios secundarios que preparan para la universidad, y
recién al final las escuelas primarias.

Sarmiento tuvo un temprano interés por desarrollar la educación como


herramienta para la construcción do una sociedad civil y política moderna.
Escribió varios textos sobre el tema, pero quizás el más paradigmático sea De la
Educación popular, de 1849, uno de los resul tados de sus viajes por Europa y los
Estados Unido:; Desde joven, la educación que le había sido negada, como dijimos,
lo impulsaba a promover una educación estatal, para todos, gratuita y de calidad.
Dirigiéndose a Manuel Montt, el ministro chileno que lo había enviado a aquel viaje
de estudios, Sarmiento afirmaba: “No se me culpe de abandonarme a sueños de
perfección irrealizables para nosotros”. Es entonces que propone un sistema
orientado a la educación de los sectores populares, en un siglo XIX en el cual sólo
las minorías ilustradas tenían real acceso al saber.

Entusiasmado, defiende un esquema basado en los siguientes pilares:


“Cunas públicas” dedicadas a recién nacidos hasta los 18 meses, para ayudar a las
madres pobres a continuar con sus trabajos.

“Salas de asilo” para niños de hasta cuatro años, donde empezaran a aprender a
leer y escribir, a contar, a cantar, pusieran en movimiento el cuerpo y la
imaginación.

Escuela primaria, donde se “ponen a disposición de los niños los instrumentos del
saber”.

Escuelas de artes y oficios, para transmitir al joven “un arte para producir riqueza”.

Fuente: Enigmas de la Historia Argentina Diego Valenzuela

“De este principio imprescriptible [la igualdad de derechos de los hombres] hoy
nace la obligación de todo gobierno a proveer educación a las generaciones
venideras, ya que no puede compeler a todos los individuos de la presente a recibir
la preparación intelectual que supone el ejercicio de los derechos que le están
atribuidos. La condición social de los hombres depende muchas veces de
circunstancias ajenas de la voluntad.

Un padre pobre no puede ser responsable de la educación de sus hijos; pero la


sociedad en masa tiene el interés vital en asegurarse de que todos los individuos
que han de venir con el tiempo a formar la nación, hayan por la educación recibida
en su infancia, preparándose suficientemente para desempeñar las funciones
sociales a que serán llamados.

El poder, la riqueza y la fuerza de una nación dependen de la capacidad industrial,


moral e intelectual de los individuos que la componen; y la educación pública no
debe tener otro fin que el aumentar estas fuerzas de producción, de acción y de
dirección, aumentando cada vez más el número de individuos que las poseen”.

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