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Discurso

Señor director, Fabian Parra, directores académicos, departamento de convivencia escolar, profesores,
asistentes de la educación y compañeros: Mi nombre es Katherine Valdivia, pertenezco al primer año medio
A, y hoy me encuentro aquí para hablarles sobre el racismo.

El Racismo; para algunos es un tema tabú, para otros, no es más que un concepto extinto, sin embargo, este
concepto hoy más que nunca se encuentra presente en nuestra vida y por sobre todo en nuestro país.

Se han preguntado ¿Cómo se vive el racismo en Chile?

Según lo que he podido observar y de lo que tengo consciencia es que día a día nos enfrentamos a escenas
claras de este concepto, en el metro, en el trabajo, en los colegios, en el almacén, etc. Y lo vivimos tanto
como testigos o lamentablemente como protagonistas de la historia. A pesar de ello estoy segura que estos
actos son motivados por los prejuicios, estos pensamientos que nos vienen a la mente antes de darnos el
tiempo de conocer a quienes están migrando a nuestro país.

El planeta no nos pertenece, las fronteras fueron dispuestas para una utilización política y geográficamente
correcta, sin embargo, sabemos que todos somos emigrantes vitalicios, podemos sentirnos aferrados al
“pertenecer a un lugar” pero no tenemos idea de cuánto les debe costar a ellos adquirir ese sentido de
pertenencia, estando tan lejos del lugar en que nacieron, en que incluso tienen a su propia familia esperando
para poder viajar y adquirir un mejor estilo de vida.

Es por esto que es importante que nos preguntemos ¿Conocemos el concepto de empatía? Estoy segura que
sí, pero no es lo mismo conocer que aplicar, es por esto que los invito a todos ustedes a ponerse en el lugar
de nuestros amigos extranjeros y no sólo de aquellos de apariencia caucásica, sino también de aquellos que
negativamente llamamos negros u otros apodos e improperios que ustedes ya conocen.

No somos un color, somos historias, somos experiencias, somos más que lo que a simple vista están
observando, insistiré siempre en esto, veamos más allá de nuestras narices, existen compañeros de colegio,
de aula, vecinos u otros que sienten igual que nosotros y cada vez que son denigrados por una simpleza sus
corazones se quiebran, y aquello que se rompe no siempre vuelve a ser igual.

Todos tenemos un corazón con el que sentimos algo por otros, y es hoy cuando debemos saber que
empatizar, aceptar y convivir con aquellos que creemos distintos es parte de crecer. Es hora de parar con las
diferencias, y lo más importante es partir por nuestra casa, por nuestro entorno porque podemos hacer a otros
felices y plenos, y de esta manera llegar a la plenitud personal.

No siempre es más inteligente el que cree tener la razón, sino también aquellos que saben en que se
equivocaron y logran enmendar aquel error, la oportunidad es ahora, NO MÁS DISCRIMINACIÓN.

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