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Resumen
El trabajo hace un breve recorrido histórico para revisar y comentar la experiencia que
buscó desarrollar las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear en México. El camino
inicia con los primeros pasos, en el mundo de la academia, por incorporar algunos de los
avances que se estaban dando en esta área en otras latitudes durante la primera mitad
del siglo XX y continúa con una revisión del proceso que llevó, a partir de mediados de
la década de los cincuenta, a institucionalizar el desarrollo del estudio y las aplicaciones
de la energía nuclear en nuestro país, incluidos los procesos de regulación correspon-
dientes. Aprovechando la experiencia laboral directa del autor dentro del sector nuclear
por espacio de unos 15 años, se analizan las diversas vicisitudes, políticas, económicas,
laborales, etc. por las que ha atravesado el sector nuclear mexicano, donde la proporción
entre recursos invertidos y logros obtenidos arroja a la fecha resultados considera-
blemente pobres, independientemente de la existencia de algunas muy prominentes
figuras que en lo individual son merecedoras del más grande reconocimiento por sus
destacadas contribuciones al desarrollo general de la ciencia en México.
Abstract
This article includes a brief historical insight to analyze and discuss the efforts to
develop peaceful implementations of nuclear energy in Mexico. Reflection begins
with an overview of the first steps in the academic world to incorporate the advances
that were starting to develop in this area in other parts of the world during the first
half of the 20th century and continues with an analysis of the process that helped to
institutionalize the development of the study and implementation of nuclear energy
❧❧
La hisoria de cómo nace en un país joven el impulso por explorar lo desconocido, cómo al
principio es sólo una llama mortecina que puede apagarse en cualquier momento y cómo
requiere atención cuidadosa e inteligente hasta que por fin parece prenderse y promete
iluminar todo el porvenir, es siempre una historia fascinante.
Manuel Sandoval Vallarta
Introducción
L
a historia integral de la ciencia y la tecnología nuclear en México es
una obra que aún está por escribirse. La trama es ya larga y sumamente
compleja, aunque no por ello menos interesante; sin embargo, es todavía
un guión esencialmente fragmentario al que aún falta por dedicar el esfuerzo
de análisis y de síntesis necesarios para poder vincular de manera significa-
tiva todas las piezas sueltas relacionadas con los momentos aislados o con
los protagonistas sobresalientes en este acontecer, cuyas obras ya han sido
revisadas y cuya integración permitirá apreciar mejor la visión del conjunto
en el proceso.
Próximo a cumplir ya siete décadas de haberse iniciado el intento oficial
por promover su desarrollo, a estas alturas el área nuclear cuenta, sin lugar
a dudas, con un valioso cúmulo de experiencias que bien valdría la pena
relacionar para analizar en detalle, de manera ordenada y sistemática, con
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objeto de aprovechar mejor los aciertos y, en su caso, cuando sea posible, por
lo menos tratar de enmendar los errores.
No es este el espacio para abordar ese estudio detallado, que seguramente
requeriría de varios volúmenes para hacer justicia a la magnitud del empeño
Humanidades
que por más de seis décadas hemos estado invirtiendo como país para tener
un sector nuclear propio, como aval y soporte de un desarrollo tecnológico
nacional siquiera relativamente autónomo.
No obstante, justamente en ocasión de la cercanía del septuagésimo
aniversario de la creación del primer organismo gubernamental que tuvo a
su cargo el desarrollo del esfuerzo inicial para introducir a nuestro país en la
Multidisciplina 15
era nuclear, quisiera aprovechar este espacio para hacer una breve reflexión en
torno al destino de las primeras acciones encaminadas en esta dirección.
Quisiera empezar por recordar un casi angustioso llamado de alerta emitido
hace casi 40 años por el entonces Director del Instituto de Física de la UNAM,
al hacer un somero recuento de lo que había sido el desarrollo de la energía
nuclear en México hasta ese entonces. Decía Don Jorge Flores:
En unas cuantas décadas…que los mexicanos miramos pasar de largo tranquila-
mente, se llegó del descubrimiento del núcleo a su utilización masiva. Hicimos,
aunque tardíos, esfuerzos considerables por engancharnos al progreso nuclear,
pero el esfuerzo resultó vano, porque los investigadores carecieron de su apoyo
apreciable en el momento oportuno.
Añadía luego ominosamente:
Si no se concreta pronto una política de investigación en energéticos, corremos
el peligro de que la historia vuelva a repetirse y que a principios del próximo
siglo, alguien escriba otro artículo como éste, contando una vez más de las
penurias de la ciencia y la tecnología mexicanas.1
El plazo se ha cumplido y la voz de Don Jorge se ha tornado profética. Es
precisamente porque existe esta impresión de que, a pesar del tiempo transcu-
rrido y de los recursos tanto humanos como materiales y financieros invertidos,
el sector parece no haber alcanzado aún la mayoría de edad (y, en consecuencia,
el nivel de resultados obtenidos, en comparación con la magnitud del esfuerzo
invertido es más bien escaso) que, a partir de una experiencia laboral de 15
años en un cargo cercano a los niveles de toma de decisión en este campo,
quisiera matizar mis reflexiones en torno a la forma como evolucionaron
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por otro, tampoco se podría negar que, a pesar de lo negativa que pudiera
resultar la imagen de la energía nuclear ante la opinión pública, su desarrollo
ha ofrecido considerables ventajas a los países más seriamente abocados a
este esfuerzo y que, en México no han faltado ni recursos ni talento para su
Humanidades
desarrollo, lo que, sin lugar a dudas nos invita a reflexionar en las otras causas
que han obstaculizado su desarrollo y que irremediablemente tienen que ver
con el diseño e implementación de políticas públicas adecuadas.
Con seguridad habrá quien pueda ver las cosas con mayor optimismo
y pensar que en nuestro país sí hemos alcanzado logros sustantivos que
justifican o, por lo menos compensan los esfuerzos de una comunidad bien
Multidisciplina 15
orientada y decidida de técnicos y científicos locales que incluso tienen ante
sí un panorama promisorio, pues efectivamente existen algunos afortunados
(que no fortuitos) ejemplos para avalar este punto de vista.
También habrá de hecho quien vea un panorama todavía más sombrío que
el que esta breve presentación parece sugerir y que niegue hasta los logros más
evidentes. No creo que la elección tenga que darse necesariamente entre el
entusiasmo de los primeros y el pesimismo de los segundos. Como en la realidad
en términos generales, la historia del sector nuclear nacional está matizada
por claro-obscuros entre los que definitivamente pueden encontrarse tanto
motivos para sentir orgullo, como razones para buscar reorientar el rumbo.
Es pues la intención de este ensayo, por lo menos sugerir algunos de los
lineamientos que pueden contribuir a sacar un mejor provecho del debate en
torno a la trayectoria de nuestro sector nuclear. No creo que una actitud reduc-
cionista y maniquea nos ayude a entender lo que ha sucedido con el desarrollo
de la ciencia y la tecnología nuclear en el país; entendimiento que, por otra
parte, resulta indispensable para poder trazar las líneas de acción sobre las
cuales se pretende decidir el futuro próximo de la energía nuclear en México.
Algunos antecedentes
La última década del siglo XIX fue un época de grandes acontecimientos para
el mundo de la física. Sucesos que obligarían a una cuidadosa revisión de los
principios mismos en los que se sustentaba esta gran ciencia y de los cuales, en
gran medida, había surgido la cosmovisión propia de los hombres de esa época.
En 1895, William Roentgen descubrió los famosos rayos X, en el 96, los
esposos Curie aislaron por primera vez el radio y Henri Becquerel puso de
manifiesto el fenómeno de la radiactividad natural. En 1897, Thompson formuló
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entre otras cosas, la llegada al IPN de la Dra. Marietta Blau, física austriaca de
origen judío, directamente recomendada por Albert Einstein e inventora de un
método para fotografiar la destrucción de átomos por rayos cósmicos.
La Dra. Blau, según nos cuenta el Dr. Rojo, es quien “aparece como
Humanidades
Profesora de Física Superior del programa de estudios de post-graduados de
1940 y seguirá apareciendo durante los cuatro años siguientes impartiendo
diferentes cursos de post y pre-grado en su especialidad y siendo miembro de
la Comisión Impulsora y Coordinadora de la Investigación Científica para el
año de 1943”6.
El trabajo de esta destacada investigadora en nuestro país incluyó la
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fabricación de algunos equipos que en ese entonces ni siquiera se podían
conseguir en los propios Estados Unidos, para la realización de sus experi-
mentos y algunos viajes a Chihuahua para hacer análisis y prospección de
minerales que contenían uranio, todo ello avalado por el propio Don Manuel
Sandoval Vallarta.
Aunque, como dice el Dr. Rojo, “no todo fueron facilidades las encontradas
por la Dra. Blau para instalar su laboratorio y operarlo”7, pues el mismísimo
Director de la EISME; en aquella época, el Ing. Valentín Venegas, con marcial
criterio, digno del Cancerbero, contestaba mediante oficio a la solicitud del
Departamento de Enseñanza Técnica para que la Doctora pudiese tener libre
acceso a su laboratorio fuera del “horario normal” de trabajo que: “en beneficio
del buen orden y disciplina del plantel”, pensaba que era mejor fijar un horario
determinado, al cual “por su propio bien” tendría que sujetarse la profesora.
No cabe duda que, aún sin proponérselo, la mentalidad burocrática puede
constituirse en uno de los más serios obstáculos contra el desarrollo.
En realidad sería difícil precisar hasta qué punto el férreo concepto discipli-
nario del Ing. Venegas haya podido influir en el ánimo de la Dra. Blau, pero si,
como sabemos, esa brillante mujer venía huyendo de los sistemas de control
impuestos por los nazis, es de pensarse que no se debió haber requerido de
mucho estímulo para desanimarla.
La doctora Blau inició una interesante labor pionera que bien podría haber
sido de mayor importancia para el desarrollo de la energía nuclear en México,
lamentablemente, según el relato del doctor Rojo, la doctora pidió su baja del
IPN en 1944 y emigró a los Estados Unidos; allá se incorporó al Brookhaven
National Laboratory con el grupo de emulsiones, donde desarrolló técnicas
6 Ob. Cit. p.9
7 Ob. Cit. p.10
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El inicio
8 ob. cit p. 11
9 ob. cit p. 14
10 ob. cit p. 15
11 De hecho esta es la única forma en que nuestro país ha entendido, desde siempre,
cualquier esfuerzo tendiente del desarrollo del potencial de la energía nuclear en el terri-
torio nacional y la historia de la infatigable labor por sostener dicha postura en los foros
internacionales constituye uno de los capítulos más honrosos de nuestra política exterior,
que conduce a la firma del Tratado de Tlatelolco y, tiempo después, en justo reconoci-
miento, al premio Nobel de la Paz otorgado a don Alfonso García Robles.
12 http://www.iaea.org/Publications/Magazines/Bulletin/Bull371/Spanish/37105862124_
es.pdf Consultado el 3 de febrero de 2010
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instancia internacional específicamente creada para este fin.13
La polémica propuesta de compartir los secretos del átomo (y con ello, la
responsabilidad que eso implicaba) fue presentada ante el pleno de la Asamblea
General de Naciones Unidas por el entonces presidente de los Estados Unidos,
General Dwight D. Eisenhower el 8 de diciembre de 1953, a escasos cuatro meses
de que la Unión Soviética probara exitosamente su primera bomba H y, desde
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aquella época, la invitación del presidente norteamericano ha sido interpre-
tada de diversas maneras, ya sea como un claro intento de manipulación de la
comunidad internacional con el propósito de controlar el amenazante espectro
de la proliferación de armamento nuclear (la confrontación con los soviéticos
era ya de suyo bastante preocupante en este sentido en esos momentos14 );
mientras que otras sugieren la hipótesis de una actitud visionaria por parte del
Ejecutivo norteamericano y su grupo de asesores, mediante el ofrecimiento de
compartir los beneficios del recién descubierto potencial del núcleo atómico,
a cambio de un compromiso generalizado de autorrestricción nacional en el
sensible terreno del armamento nuclear.15
Independientemente de lo que hayan podido ser las intenciones originales
en la mente del presidente Eisenhower, el hecho es que finalmente, la
propuesta norteamericana provocó un entusiasmo casi generalizado (por lo
menos entre el bloque de países que en ese momento se consideraban como
zona natural de influencia de los Estados Unidos) y dio origen, luego de una
serie de conferencias internacionales celebradas en Ginebra en el transcurso
de 1955, por una parte al surgimiento del Organismo Internacional de Energía
Atómica, (OIEA)16 como instancia rectora de la promoción, supervisión y
13 En este sentido, la política exterior norteamericana siempre ha sido muy cuidadosa
de promover y avalar sus intereses a través de una formalidad distintiva, que los haga
parecer como portavoces de una decisión auténticamente colectiva; de ahí la importancia
de sólo poner en marcha sus planes y proyectos cuando efectivamente han sido acogidos
como proyectos de la comunidad de naciones, aunque sólo sea en apariencia.
14 Véase: Calduch Cervera, Rafael, Relaciones Internacionales. Ediciones Ciencias Sociales.
Madrid, 1991. Especialmente cap. 15 “Las Armas de Destrucción Masiva y la Disuasión en
el mundo actual” pp. 365-409.
15 Véase: Atoms for Peace: an analysis after 30 years. Edited by Joseph L. Piltat et al, Westview
Press, Boulder, 1985, 297 pp
16 Véase: Seara Vázquez, Modesto, Tratado General de la Organización Internacional, Fondo
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nucleares realizada fundamentalmente en la Universidad Nacional (UNAM)
y el Instituto Politécnico (IPN), esos antecedentes estaban más vinculados a
la problemática académica del análisis de la estructura de la materia que a la
proyección de las aplicaciones prácticas que eso pudiere tener.
A raíz de nuestra incorporación a la propuesta del programa de “átomos
para la paz”, aunque ya ciertamente con una perspectiva orientada hacia un
Multidisciplina 15
desarrollo propio, le tocó a la CNEN, por disposición legal, promover, por
primera vez, la investigación y el desarrollo en este sensible terreno con
recursos financieros y materiales proporcionados por el Estado específica-
mente para la consecución de este fin.20
Según nos cuenta Don Fernando Alba,
Los poderes que la Ley confirió a la CNEN le permitieron desarrollar una
valiosa labor en los campos de recursos humanos, investigación básica, aplica-
ciones de las radiaciones y radioisótopos en la industria, agricultura, medicina,
biología, química y física; exploración del uranio, beneficio del uranio, estudios
sobre reactores nucleares, seguridad radiológica y seguridad nuclear21.
En fin, en el papel, la gama de actividades era muy completa, quedaba por
ver lo que podría lograrse en la práctica.
La pequeña, pero dignamente representada comunidad científica mexicana
en la que figuraban personalidades tan destacadas como Don Manuel Sandoval
Vallarta, Nabor Carrillo, Carlos Graef, Marcos Moshinski, Alberto Barajas,
Marcos Mazari, Armando López Marín del Campo, por sólo mencionar unos
cuantos, acogió el proyecto con gran entusiasmo y le brindó su más decidido
apoyo. El Gobierno Federal, aunque con recursos relativamente limitados,
construyó y equipó entonces un Centro Nuclear en las cercanías de la Ciudad
de México, a nivel de los más avanzados de todo el mundo en desarrollo.
En aquellos momentos las expectativas eran, a partir de estas experiencias
19 Para un análisis complemento de esta Ley y de las facultades que otorgó a la CNEN véase:
Cardona, Salvador. La ley que crea la Comisión Nacional de Energía Nuclear. D-1 Num. 1.
CNEN, México. Octubre de 1957.
20 También existían algunos importantes antecedentes jurídicos tendientes a fundamentar
la posible participación del Estado en el futuro desarrollo nuclear del país. Cfr. Cardona,
Salvador. La energía nuclear y el derecho. D-2- CNEN, México. Núm. 84. Enero de 1961.
21 Véase: Alba Andrade, Fernando. ob cit, p. 9
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22 Ver: Comisión de Trabajo para el estudio del desarrollo de la energía nuclear en México.
IEPES del PRI. México, 1975. p.5
23 Du Temple, Octave J. Mexico´s Nuclear Program: Its current status. Nuclear News.
January, 1966 Vol.9 No.1 p.19
24 Moshinski, Marcos. El programa de Investigación Científica. Reporte Anual de la Comisión
Nacional de Energía Nuclear. México, 1960.
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proyectado a largo plazo propició en nuestro país, el tipo de situaciones que
al paso del tiempo se revelarían como costosos errores y obstáculos difíciles
de superar.
Uno de los aspectos más importantes a considerar es, desde luego, el
lamentable hecho de que “largo plazo” en nuestro país es un término que
nunca ha llegado a rebasar un máximo de 6 años; ni siquiera el margen de
Multidisciplina 15
tiempo suficiente para preparar a un investigador competente y calificado
a nivel internacional en cuestiones nucleares, mucho menos para pretender
resultados provechosos de su labor.
Imbuidos, por una parte, del ideal de la ciencia como una supuesta
búsqueda objetiva y desinteresada de la verdad y la promoción del conoci-
miento encaminado al logro de la justicia social y además carentes, por otra,
de una tradición de pensamiento de orientación empresarial, es decir de
una perspectiva que permitiese ver la creación de la CNEN con criterio para
relacionar los principios básicos de costo-beneficio en relación con el cúmulo
de actividades que se pretendían desempeñar, para así poderlas organizar
como proyectos susceptibles de ser administrados en función de sus ganancias,
las autoridades de nuestro país se preocuparon más por la forma (constitución
jurídica, declaración de principios, etc.) que por el fondo del propósito que
perseguía la creación de la Comisión.26
De esta manera, como ya indicamos, incluyeron entre las responsabili-
dades de la Comisión, todo lo relacionado con la energía nuclear, desde la
25 Pueden mencionarse casos como el de Brasil y Argentina, que hoy en día nos llevan una
clara delantera, o incluso el de Chile, que aún sin contar con un programa nucleoeléctrico
nacional vigente tiene uno de los programas regionales más avanzados y mejor organi-
zados en el área de aplicaciones no-energéticas de la energía nuclear. También destacan
los casos de España, Corea y, en cierto modo, India y Pakistán, aun cuando la orientación
que estos últimos dos países han dado a sus programas nucleares resulte muy controver-
tida.
26 Como “error”, difícilmente podríamos imputarle esta “falla” a los directivos o planifi-
cadores de la CNEN: las supuestas bondades del criterio empresarial no eran del todo
auto-evidentes para la mayor parte de la población mundial de aquella época. Aun hoy
día son todavía una incorporación muy reciente –hablando en términos históricos,- a
nuestra idiosincrasia nacional y, en definitiva, aún está por constatarse la autenticidad de
los beneficios que promete.
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UNAM y del IPN, o de cualquier otra instancia de educación superior que se
estimara conveniente consultar.
En opinión del Dr. Vinicio Serment28, la designación presidencial directa
de este grupo de consejeros propició -en la práctica- ciertas rivalidades entre
especialistas de diferentes ramas, quienes se toparon con severas dificultades
incluso para fijar las prioridades en el ejercicio del presupuesto institucional29,
Multidisciplina 15
para ya no hablar del establecimiento de metas y objetivos, lo cual ha sido
siempre tema de controversia para quienes no creen que la ciencia deba o
pueda planificarse30.
En el contexto de la misma entrevista, el Dr. Serment añadió que al hacer
el balance de los resultados obtenidos por la CNEN durante sus 15 años de
existencia no puede dejar de observarse que, a pesar de las dificultades, fue
gracias a su concurso que quedaron asentadas las bases para la investiga-
ción y la aplicación de la energía nuclear en todos los campos ya referidos,
especialmente en materia de capacitación para los recursos humanos que
habría de requerir el país si se vislumbraba un porvenir para esta área a largo
plazo. Gracias al apoyo gubernamental se logró formar un cuadro altamente
calificado de técnicos y profesionistas, muchos de ellos incluso entrenados en
el extranjero, que dieron importantes satisfacciones a la Comisión, entre ellas
cabe destacar la fabricación de equipos electrónicos de detección y prospección
de minerales radiactivos31.
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o sea en un lapso de 15 años da un promedio anual de $42,172,000.00. De la
anterior cifra, se destinaron a gastos corrientes $304,882,000.00 (48.19%) y a
inversiones $327,707,000.00 (51.82%)”34
Cambios estructurales
Multidisciplina 15
Durante la segunda mitad de la década de los sesenta se presentó un fenómeno
muy importante a nivel mundial, cuando empezaron a rendir frutos muchos
de los trabajos de investigación iniciados por diversas “Comisiones Nacionales”
encargadas de fomentar las actividades relacionadas con el aprovechamiento
de la energía nuclear, particularmente entre los países más avanzados y, sobre
todo, en el terreno de la nucleoelectricidad, que para ese entonces empezaba
a perfilarse como altamente promisorio, aunque todavía inviable en términos
económicos para la mayor parte de los países en vías de desarrollo.
Los avances tecnológicos y administrativos trajeron consigo requeri-
mientos de cambios estructurales en la organización de los sectores nucleares
de varios países, ya que la importancia económica y la complejidad de las
aplicaciones energéticas de la fuerza del núcleo atómico traían aparejados
problemas para los cuales, aparentemente, las estructuras administrativas
anteriores no estaban debidamente preparadas; quizá el más relevante de ellos
era el de tratar de darle un matiz industrial a las actividades que, hasta ese
momento, habían sido básicamente de investigación.
Esta cuestión no deja de causar polémica. Argentina, por ejemplo, mantuvo
unificadas todas las labores nucleares en el seno de su Comisión original e
incluso, puso en marcha su proyecto nucleoeléctrico a cargo de ésta.
De este modo logró establecerse una retroalimentación muy útil entre las
diversas actividades de investigación, planificación y desarrollo que se fueron
impulsando, unas a otras; de hecho esto generó recursos económicos para la
Comisión gracias a la venta de electricidad para la red nacional.
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como laborales que ya para entonces arrastraba la CNEN36.
Los resultados, por lo tanto, pueden calificarse de poco afortunados ya que
bajo el mandato unívoco del nuevo organismo no se logró dar el impulso que
se preveía a las áreas de producción y sí, en cambio, se entorpeció el desarrollo
de las actividades de investigación básica que acertadamente había venido
desarrollado la CNEN, a pesar de la ostensible limitación de no tenerlas direc-
Multidisciplina 15
tamente vinculadas a la problemática de la industrial nacional.
Por otra parte, como hemos dicho, en esa desafortunada conjunción de
funciones productivas y de investigación, y en ausencia de un programa de
trabajo que les diese orientación, se encuentran los antecedentes específicos de
la complejidad con la que posteriormente evolucionaron los acontecimientos
(particularmente en el ámbito de las relaciones laborales) en el sector nuclear
del país.
Con la Ley Orgánica del Instituto Nacional de Energía Nuclear, se creó un
órgano del Ejecutivo Federal con personalidad jurídica y patrimonio propios
para conducir las cuestiones relacionadas con el aprovechamiento de la energía
nuclear con fines pacíficos. Mediante esta Ley, y como había sido política del
Gobierno Mexicano, el control de los yacimientos de minerales radiactivos
permaneció total y absolutamente bajo control del Estado. También quedaba
abierta la opción para permitir la participación del INEN en la crucial tarea de
la generación de energía eléctrica para el país por medio de reactores nucleares,
lo cual permitió la creación de las secciones nucleares en el sindicato de los
electricistas, justo en el momento que la famosa “Tendencia Democrática” del
SUTERM pretendía hacer frente al sindicalismo oficial en nuestro país.
En ausencia de un liderazgo firme, creativo, capaz de establecer metas a
largo plazo para un aprovechamiento efectivo de los recursos invertidos en
este esfuerzo, esa facultad monopólica del Estado en torno a las actividades
nucleares en el país se convirtió en fuente de garantía de poder para la conso-
lidación de una organización sindical que durante casi una década (entre
1974 y 1983) virtualmente se apoderó del proceso de toma de decisiones en la
institución.
36 Véase: Medrano Delgado, Carlos. El Instituto Nacional de Energía Nuclear. Tesis profe-
sional para la obtención del grado de licenciado en derecho. UNAM, 1974.
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37 Véase como ejemplo los cinco ejemplares del Contrato Colectivo de Trabajo con los que
se rigió la relación laboral del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ)
durante toda la década de los ochenta. Publicación bianual del ININ.
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el contexto de la llamada “Tendencia Democrática” que arrancó en el sector
eléctrico nacional, la gente del SUTIN estuvo entre los consentidos del sistema
durante toda la segunda mitad de la década de los setenta y alcanzaron niveles
de poder verdaderamente inusitados.
No obstante, los miembros del sindicato tenían una visión propia de su
futuro y seguramente una conciencia de clase de las más avanzadas de su
Multidisciplina 15
época, por lo cual trataron de consolidar al sector nuclear precisamente en
función de sus intereses, no siempre coincidentes con los del Gobierno Federal
(y a los que no necesariamente habría que prejuzgar negativamente. A la luz de
los cambios posteriores, bien valdría la pena reevaluar, por lo menos en parte,
aquel nacionalismo “exacerbado” del que se les acusó en algún momento dado).
Cuando, al inicio de los ochenta cambió de giro nuestro “proyecto nacional”, la
ruptura con el SUTIN fue prácticamente inevitable y, en gran medida, radical.
Con una relación laboral desgastada y un nivel de injerencia sindical sin
precedentes en la administración del Instituto, los resultados de su labor
fueron más bien magros. En el periodo de 1972 a 1978, sin una definición clara
de propósitos, y como en el caso de la CNEN, sin vinculación alguna con las
necesidades reales del país, el INEN canalizó sus recursos mayoritariamente
hacia el área del ciclo del combustible nuclear, sin haber rebasado jamás la
fase de exploración, en la que ni siquiera logró superar los avances de su
predecesora (la CNEN), a pesar de haber incrementando sensiblemente tanto
su plantilla de personal como su presupuesto.
Uno de los propios líderes del sindicato sostenía al respecto:
La causa de su ineficiencia, fundamentalmente, es la falta de presupuesto
junto a la de dirección y de un programa general adecuado. Así en el Instituto
sólo crecieron algunos proyectos y la labor de algunos grupos de técnicos y
científicos, pero en un estado general de desmadejamiento y alarmante carencia
de política (…) Tal vez aquí cabría agregar, como motivo histórico del atraso, a
la fractura existente entre diversas tendencias del aparato estatal, las cuales, en
ciertas áreas se neutralizan mutuamente en un marco de ineficiencia39.
38 Trejo Delabre, Raúl, en Cuadernos Políticos número 8, México D.F., Editorial Era abril-
junio 1976 pp.76.
39 Véase: Hernández, Agustín, La batalla nuclear de México, en Sábado, suplemento del UNO
MAS UNO. 28 de octubre de 1978 p. 2
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Cabe destacar que, aunque en forma modesta, se contrató y capacitó a profe-
sionistas nacionales en esta área para el desarrollo de las tareas programadas,
quintuplicándose el número con relación al que se tenía al inicio del periodo.
La estadística correspondiente al INEN señala que “los recursos humanos
pasaron de 871 trabajadores en 1971 a 1533 en 1975, de los cuales, 466 eran profe-
sionistas (el 30.4%), 584 técnicos de diferentes niveles (38.1%), 244 del sector de
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administración (15.9%) y 239(el 15.6%) en servicios”.41
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ya sea en un organismo regulador o bien, en una empresa comercial.
Es ese conflicto de funciones y objetivos lo que ha acarreado muchos de los
problemas por los que ha pasado el INEN en los últimos años, problemas que
motivaron la salida de un alto número de sus mejores científicos y que reper-
cutieron finalmente en que, en un lapso de seis meses el instituto haya contado
con tres directores generales: Alba Andrade, Vélez Ocón y Vizcaíno Murray. No
Multidisciplina 15
se ve factible que esta institución cumpla con sus labores mientras éstas sigan
tan confusas, discutibles, y discutidas como hasta ahora42.
La situación no puede plantearse de manera más clara; sin embargo, hay
cosas que la mera relación objetiva de los hechos sencillamente no puede
reflejar y que, al paso del tiempo van dejando huecos en la explicación que
impiden entender cabalmente los procesos Por ejemplo, en este caso, sin
pretender demeritar la figura del Dr. Fernando Alba, es absolutamente
necesario reconocer que a pesar de su prestigio académico, definitivamente
no resultó la elección más afortunada para dirigir una institución tan compleja
como llegó a ser el INEN, sobre todo a partir de sus pretensiones de incursionar
en el terreno de la producción industrial, lo cual hubiese requerido de mayor
experiencia ingenieril.
A pesar de su innegable don de gente, el Dr. Alba fue una figura carente
del liderazgo indispensable para impulsar este magno esfuerzo. Empujado al
marasmo del juego político sin contar con la debida experiencia, Alba Andrade
se convirtió en blanco fácil de la contienda sindical y prácticamente perdió el
control administrativo de la Institución desde antes de terminar oficialmente
su gestión.
Cuando llegó por primera ocasión al cargo de Director General del INEN,
el Dr. Carlos Vélez intentó corregir este estado de cosas, limitar la influencia
sindical en los procesos institucionales de toma de decisión y brindar al
instituto el prestigio propio de un Centro de investigación. Sin embargo, dado
el contexto político de la segunda mitad de la década de los sesenta, el Dr. Vélez
no contó con el apoyo suficiente por parte de la cabeza de sector (que aparen-
temente simpatizaba más con la postura del sindicato), para reestablecer el
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percibir claramente en toda su magnitud. Era el momento de definición sobre
el modelo para el desarrollo del país. Estaban en pugna aquel llamado nacio-
nalismo “exacerbado” versus el modelo de apertura e integración al modelo
neoliberal internacional.
Multidisciplina 15
Finalmente, mediante la Ley de 1979, las funciones que había tenido el INEN
se repartieron entre tres organismos de nueva creación: Uranio Mexicano
(URAMEX), el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ) y la
Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS). Sus
principales atribuciones fueron: para URAMEX, todo lo relativo al ciclo del
combustible nuclear y su comercialización; para el ININ, la investigación y
desarrollo de la tecnología nuclear y para la CNSNS, los aspectos normativos
y de supervisión en las aplicaciones de la energía nuclear con fines pacíficos
en nuestro país.
Con esta nueva estructura, se supuso que se abriría una nueva etapa para
el desarrollo nuclear mexicano una vez superados los viejos escollos. Para
fortalecer al sector, incluso se pensó por vez primera en la elaboración de
planes a largo plazo. De hecho, al cierre del régimen lopezportillista se hablaba
de un ambicioso plan nacional de energía con una proyección a 20 años, de
conformidad con el cual deberíamos contar con 20,000 megawatts eléctricos
de capacidad instalada de origen nuclear para el año 2000. Pero el plan resultó
poco realista, en primer lugar, porque todo parece indicar que se basó en un
cálculo erróneo de la relación entre lo que habrían de ser las necesidades
del país en términos de generación de electricidad para fines de siglo y los
recursos disponibles para satisfacerla, independientemente de la magnitud de
la crisis económica en que empezó a hundirse nuestro país a partir de 1982
y, al poco tiempo se tuvieron que cancelar la mayoría de los planes forjados
durante la etapa en la que “íbamos a administrar la abundancia” según la
célebre expresión del presidente López Portillo.
A pesar de haber contado con un decidido apoyo inicial y con presupuestos
bastante generosos (de 1979 prácticamente hasta mediados del 82), el ININ y
155
david J. sarquís ramírez
45 La prensa nacional reportó ampliamente sobre este conflicto, sobre todo durante los
meses de abril y mayo de 1983, cuando los entonces dirigentes de SUTIN explicaron
públicamente sus motivos para ir a la huelga a poco menos de un mes después de haber
negociado el CCT para el bienio 83-85
156
apuntes para la historia de la ciencia y la tecnología nuclear en méxico
que dé indicios de una voluntad real por reactivar el trabajo tendiente al aprove-
chamiento de nuestros recursos uraníferos, más bien relegados al olvido desde
hace ya casi 3 décadas, quizá por tener otras prioridades más apremiantes.
En este sentido, es claro que también ejerció una influencia marcadamente
Humanidades
negativa en la suerte de URAMEX la magnitud de la crisis económica derivada
del peso de nuestra deuda externa, lo mismo que el giro radical que se planteó
con el gobierno de Miguel de la Madrid en materia de política nacional para
el desarrollo. Todo ello, sin lugar a dudas tiene que ser cabalmente tomado en
cuenta para explicar integralmente la naturaleza de esa “década perdida” para el
sector nuclear mexicano.
Multidisciplina 15
La suerte del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ) no
fue mucho mejor. Como en el caso de URAMEX, el nuevo formato legal no
pudo convertirse en garantía de una nueva mentalidad y visión de las cosas.
Administrativamente, persistió la desmedida injerencia sindical, al grado de
llegarse a hablar de “una administración en paralelo” dentro de la institución.
Aunque empezaron a formularse planes a partir de 1980, también éstos resultaron
poco realistas y virtualmente impracticables. La crisis económica del cierre del
periodo de López Portillo dejó un salto terrible que semiparalizó al Instituto desde
finales de 1981.
En función de lo anterior, al cambio de Administración Federal a fines del 82,
más que diseñar una política nuclear, se puede decir que el objetivo central de
las nuevas autoridades era recuperar el control administrativo de la Institución;
esto llevó, como en el caso de URAMEX a un ambiente de confrontación que
también estuvo a punto de propiciar el cierre definitivo del ININ. Sin embargo,
un inesperado conflicto inter-sindical rompió la unidad del gremio a favor del
esfuerzo de las autoridades; los trabajadores del ININ limitaron entonces su parti-
cipación en aquella famosa huelga iniciada en el 83 que ocasionó el cierre de
URAMEX dos años después y, gracias a ello, la Institución sobrevivió, aunque sus
problemas seguían siendo abrumadores.
Ya para entonces, más del 90% del presupuesto se iba en nómina, sin que
eso constituyese la más mínima garantía de que se contaba con el personal
idóneo para el desempeño de lo que debía constituir las funciones sustantivas
de la institución; persistía el peso agobiante de un Contrato Colectivo excesi-
vamente generoso que, por otra parte, dificultaba en extremo la posibilidad de
ejercer el mando efectivo de la Institución. Ahí estaba, por ejemplo, el caso del
tristemente célebre Centro de Ingeniería de Reactores (CIR) que, de la manera
más improvisada que uno pueda imaginar, se había instalado en Sonora (con
157
david J. sarquís ramírez
apoyo del gobierno local), sin contar siquiera con el estudio de sitio necesario
para validar su establecimiento. Reflejo claro del conflicto sindical y de la
voluntad de una de las facciones en pugna por fortalecer su posición, el CIR
fue un costoso proyecto de resultados prácticamente nulos para el sector
nuclear del país.
Como ese, en 1984 había muchos proyectos, algunos con cerca de veinte
años de antigüedad y pocas posibilidades de concreción, “proyectos sobre
los cuales el control administrativo era virtualmente inexistente. Aunque se
estaban desarrollando actividades, sus objetivos no eran del todo claros, la
mayoría de ellos carecían de planeación seria y casi ninguno estaba vinculado
con actividades externas al Instituto que estuviesen orientadas a resolver
necesidades industriales o prioridades nacionales”46.
Aunque el panorama suena bastante sombrío y parece existir un consenso
amplio en torno a la ineficiencia y el alto costo del ININ, sería definitivamente
injusto no hacer mención de algunos de sus logros significativos durante
este periodo. En este sentido, hay que recordar que no sólo se instrumentó
el mecanismo institucional para revisión y evaluación de proyectos, lo cual
permitió una mejor asignación de los escasos recursos disponibles, sino que
además, se llevaron a feliz término algunos proyectos de un gran potencial: la
fabricación del generador de Tecnecio para uso en medicina nuclear, el cual
llegó a competir muy favorablemente con los de importación y a controlar
hasta un 80% del mercado nacional; el diseño y construcción de un acelerador
tipo Pelletrón, la fabricación de ensambles de combustible nuclear para el
reactor de Laguna Verde, la creación de un centro de metrología de radiaciones
ionizantes y la optimización en la explotación comercial de la planta de
irradiación con gammas, son quizá los ejemplos más significativos.
También vale la pena recordar que de este mismo periodo data la creación
de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias, la cual llegó
a ser considerada por el propio OIEA como modelo de organización en lo
tocante a la reglamentación de las actividades nucleares a nivel nacional. Por
primera vez en México se estableció un orden en cuanto a uso de materiales
radiactivos creándose el primer inventario nacional de usuarios y fijando
las reglas pertinentes para garantizar la seguridad de la población mediante
46 Sarquís, David, The Mexican experience in the establishment of a national program on nuclear
science and technology. Proceedings of an international symposium on the significance and
impact of nuclear research in developing countries, organized by the International Atomic
Energy Agency, held in Athens, Greece, 8-12 September, 1986, IAEA.SM-291/12 p. 114
158
apuntes para la historia de la ciencia y la tecnología nuclear en méxico
Humanidades
operación. Esta Comisión continúa desempeñándose satisfactoriamente hasta
la fecha a pesar de que la notable ausencia de un programa nuclear nacional ha
limitado la necesidad de su expansión.
Sin embargo, incluso por encima de todo lo anterior, convendría ponderar
muy seriamente el peso de la ausencia de una política nacional clara en materia
de energía nuclear para el país, como causa de fondo para explicar el devenir
Multidisciplina 15
de los acontecimientos. Y es que, como señalábamos al inicio de este ensayo,
resulta verdaderamente lamentable que, a pesar de los notables esfuerzos
realizados por las diferentes instituciones creadas en su oportunidad por el
gobierno federal para lograr un aprovechamiento armónico de las aplicaciones
básicas de la energía nuclear en nuestro país y a pesar de los éxitos aislados
que se han obtenido a lo largo de estos cincuenta y cinco años en algunas de
las áreas de especialización, desafortunadamente no es posible afirmar que
se haya alcanzado el nivel científico y tecnológico al que tendría derecho a
reclamar nuestro país en función de la cantidad de recursos que le ha invertido
al sector.
Desde finales de la década de los ochenta, el ININ entró en una suerte de
limbo en el que la mera sobrevivencia ha sido su característica más distintiva.
Carente de la voluntad de eliminarlo de manera tajante, como de hecho llegaron
a sugerir funcionarios de la Secretaría de Hacienda, el gobierno federal parecía
más bien determinado a dejarlo morir de inanición o de muerte natural.
Durante prácticamente toda la década de los noventa, la constante administra-
tiva en el instituto fue el recorte creciente de presupuesto, de personal (con la
correspondiente cancelación de plazas), el reajuste de funciones, la necesidad
de generar recursos propios para gastos de operación y los intentos por
debilitar al sindicato. Es realmente poco lo que podría decirse en relación con
el desarrollo institucional referente a la materia de trabajo propia del instituto,
es decir, la investigación nuclear47.
Esa desafortunada ausencia de políticas energéticas realistas del gobierno
federal plasmadas en programas concretos de coordinación para el sector se
47 El Dr. Vélez Ocón, director del Instituto entre fines de 1987 y 1994 cuenta parte de la
historia en Cincuenta años de energía nuclear en México: 1945-1955, UNAM, 1997, especial-
mente pp. 67-72
159
david J. sarquís ramírez
Nucleoelectricidad
48 Véase: The New York Public Library Science Desk Reference. MacMillan U.S.A., 1995
pp.299-300
160
apuntes para la historia de la ciencia y la tecnología nuclear en méxico
Humanidades
En el uranio y el torio el hombre tiene a sus disposición una fuente de energía
más potente, más abundante, más accesible y, con el tiempo más barata que
los combustibles fósiles: el petróleo y la hulla. No pasarán muchos años sin
que grandes y pequeños países pongan en servicio reactores de alta potencia
para generación de energía eléctrica industrial. Desaparecerá el problema del
transporte del combustible y grandes regiones del mundo dispondrán de energía
barata y abundante. Entra en escena la era de la energía nuclear pacífica49
Multidisciplina 15
Esa idea de la energía nuclear como una panacea universal, seguramente
compartida por muchos de los miembros de la comunidad científica interna-
cional de esa época, contribuyó, sin lugar a dudas a generar un gran número
de expectativas en torno al potencial de la nucleoelectricidad y de hecho
contribuyó también a consolidar toda una visión del mundo; añade Don
Manuel en el mismo texto:
Todas las formas de organización social que conocemos a través de la historia,
se distinguen una de otras por la manera como han sabido aprovechar las
fuentes de energía, desde la muscular hasta la eléctrica. De hecho se puede
afirmar, sin pecar de exageración que nuestra manera de vivir contemporánea
depende de las peculiaridades del aprovechamiento de la energía50.
Sin lugar a dudas, uno de los indicadores actuales más confiables del nivel de
desarrollo en la comunidad de países que conforman la sociedad internacional
contemporánea es justamente la capacidad de cada uno de ellos para generar
y disponer de la energía con la que satisfacen sus necesidades y definen la
calidad de vida de su población. No es en forma alguna casual que los mayores
productores de energía en el mundo sean, al mismo tiempo los países más
desarrollados del planeta y que sus niveles de consumo sean sustancialmente
mayores que los del resto de los miembros de la comunidad internacional.
Sobre la base de su convicción en el sentido de que un incremento en
nuestra capacidad para generar energía conllevaría a un mejoramiento de
nuestras condiciones de existencia, desde finales de los cuarenta expresaba
Don Manuel su deseo de que:
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51 Sandoval Vallarta, Manuel, Notes from abroad: Mexico en Physics Today, March 1949 pp.
26-27. Énfasis añadido.
52 Sandoval Vallarta, Manuel. Perspectivas del uso de la Energía Nuclear para usos pacíficos en
México, en Obra Científica editada por la UNAM/INEN. México, marzo de 1978 p. 543
53 Comisión Nacional de Energía Nuclear. Memoria de Labores del 1o. de septiembre de 1969
al 32 de agosto de 1970. México, 1970 p. 28
162
apuntes para la historia de la ciencia y la tecnología nuclear en méxico
Humanidades
en esa época, del orden de un 90% de la electricidad nacional se generaba
quemando petróleo.
Aun cuando el trabajo de elaboración de las especificaciones de la planta
nuclear, así como la evaluación de las ofertas presentadas por los proveedores
y la selección misma del sitio que se consideró como el más conveniente para
la instalación de la central nucleoeléctrica, se concluyó satisfactoriamente
Multidisciplina 15
todavía durante la gestión administrativa del Presidente Díaz Ordaz, se estimó
que la magnitud del proyecto era tan grande y trascendental, que se prefirió
dejar las cosas un tanto “en el aire”, para que fuese la siguiente administración
federal la encargada de tomar la decisión correspondiente.
El recién inaugurado gobierno de Luis Echeverría puso el asunto en manos
de una comisión intersecretarial, que de hecho lo aprobó, dando paso de este
modo a la autorización formal del Ejecutivo en 1971. Por razones administra-
tivas, que en realidad no han sido satisfactoriamente explicadas, la CFE volvió
a solicitar a los proveedores la presentación de ofertas para la adquisición de
su reactor a finales de ese mismo año, lo cual dio pie a toda una gama de espe-
culaciones sobre irregularidades y favoritismos que propiciaron el retiro de los
proveedores canadienses y una fuerte polémica en el sector nuclear mexicano
en torno al tipo de tecnología de reactores que sería más conveniente para
nuestro país.
La polémica no era del todo nueva en realidad. De hecho, desde principios
de la década de los sesenta, aún cuando la incipiente tecnología del uranio
natural no estaba debidamente probada, ya se planteaba supuestamente como
la mejor alternativa para los países en vías de desarrollo, según se decía, por
ser más sencilla, pero sobre todo, porque se pensaba que no iba a comprometer
la soberanía nacional al evitar la dependencia de la tecnología del uranio
enriquecido dominada y promovida comercialmente en ese entonces princi-
palmente por los Estados Unidos. Imbuida de ese optimismo, que el tiempo no
ha llegado a justificar, en su trabajo de tesis de licenciatura, Elena Jeannetti
planteaba en 1963: “México va a iniciar ya su programa de nucleoelectrifica-
ción a base de uranio natural. Este tipo de combustible se produce ya en escala
de laboratorio, con amplias posibilidades de producción industrial”.54
54 Jeannetti Dávila, Elena. La Energía Nuclear: México frente al átomo. Tesis para obtener la
163
david J. sarquís ramírez
164
apuntes para la historia de la ciencia y la tecnología nuclear en méxico
Es claro también que el INEN no ha cumplido con muchas tareas que le corres-
ponden, aún cuando a su amparo se han formado los únicos científicos y
técnicos nucleares con que cuenta nuestro país. (El Instituto) fue creciendo
y desarrollándose sin objetivos ni programas, con muy escasos recursos, en
muchas ocasiones dirigido por personas que no tenían o no tienen conoci-
Humanidades
miento alguno en la materia. El resultado de todo esto es un organismo que
creció sin coordinación ni planificación, en el que cada programa actúa por su
propia cuenta56.
En respuesta a las críticas que se le habían formulado a la existencia de un
solo organismo aglutinador de toda la actividad nuclear del país, los sindicali-
zados sostenían que:
Multidisciplina 15
Las fallas no se deben a que estén mezcladas funciones de producción y de
investigación en un solo organismo, el problema ha sido que la investigación y
el desarrollo tecnológico que se realiza en el INEN, sólo excepcionalmente ha
servido de apoyo al trabajo productivo que ahí mismo se realiza o que por falta
de recursos se ha dejado de realizar57.
Para ellos resultaba bastante claro que el desarrollo de un programa nuclear
en general y del proyecto nucleoeléctrico nacional en particular, estaría
íntimamente asociado con las posibilidades de un desarrollo económico y
social relativamente autónomo del país y que, en consecuencia, por un lado,
tendría que pensarse en términos de una política anti-imperialista y naciona-
lista, tendiente a fortalecer al Estado mexicano como rector de la vida políti-
co-económica de nuestro país y que al hacerlo, estaría convirtiéndose en una
seria amenaza para los intereses hegemónicos de nuestro vecino del norte.
Esta visión de las cosas vinculó inexorablemente a la gente del SUTIN con
las políticas y la suerte del movimiento obrero internacional que pretendía,
por aquella época, confrontar al modelo de economía liberal abanderado por
los países desarrollados. En aras de un eficientismo tecnocrático que debía
conducirnos (de hecho, no sólo a México, sino a la totalidad del mundo en
desarrollo que constituye la inmensa mayoría de la humanidad) a la modernidad
por la “vía rápida”, el Estado mexicano de hecho ignoró esa propuesta del
“nacionalismo exacerbado” de los miembros del SUTIN. Más aún, desapareció
al INEN y, aunque se cuidó de mantener el formalismo del respeto irrestricto
a los derechos laborales de los trabajadores, virtualmente los dejó fuera de la
jugada en el desarrollo del programa nucleoeléctrico nacional.
56 Ibídem.
57 Ibídem.
165
david J. sarquís ramírez
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apuntes para la historia de la ciencia y la tecnología nuclear en méxico
Humanidades
subestación; también se prepararon las especificaciones para la obra civil, se
calificó a los proveedores nacionales para suministro de la primera etapa que,
de conformidad con la Ley, habría de ser evaluado por personal del INEN y
se empezó a preparar la primera versión de un manual del proyecto. Todos
estos datos constan en el informe anual de la CFE correspondiente a 1972 y
atestiguan claramente las dimensiones de las responsabilidades que, como
Multidisciplina 15
país, nos habíamos echado encima.
En mayo del siguiente año hubo cambio en la dirección general de la CFE
y el proyecto mismo fue cuestionado desde dentro en su concepción integral,
aunque a menos de seis meses del cambio ya se estaban formalizando los
compromisos correspondientes a la segunda unidad, lo cual era el mejor
indicativo de que el trabajo seguiría adelante. Luego vinieron toda una serie
de problemas derivados de los cambios administrativos, las pugnas políticas
y la falta de experiencia en general. Se pidieron auditorías administrativas,
contables y técnicas, lo cual obstaculizó aún más el desarrollo del proyecto.
A pesar de que la obra civil inició en 1974, supuestamente bajo la admi-
nistración de la CFE, los trabajos se detuvieron varias veces e incluso llegó a
cancelarse provisionalmente el proyecto. Hasta febrero de 1977 hubo diversos
contratistas externos que debían realizar distintas fases del trabajo para la CFE;
su coordinación era tan incierta que, por ejemplo, en un momento dado, a
principios de 1976 encontramos a un grupo de 10 ingenieros de la CFE con
otros 6 de Bufete Industrial trabajando en las actividades de diseño para
nuestra central nucleoeléctrica en las oficinas del contratista Burns & Roe
en Nueva York. Las críticas de los trabajadores sindicalizados del INEN no se
hacían esperar.
El impulso decidido y sistemático no llegó al proyecto sino hasta fines de los
setenta. A pesar de las dudas que había sobre el proyecto en diversos ámbitos
del país y posteriormente del terrible peso opresivo de la crisis económica
nacional que alcanzó niveles asfixiantes en 1982, el trabajo continuó, lento pero
seguro. Año con año, a partir de esa fecha se hablaba del ya cercano momento
de carga de combustible para la Unidad I y año con año había que posponerlo;
quizá más por razones económico-administrativas que por razones técnicas,
sin embargo, a los ojos de la opinión pública, la puesta en marcha del reactor
167
david J. sarquís ramírez
parecía meramente como un sueño que jamás llegaría a realizarse. Los costos
crecientes, las noticias sobre equipo obsoleto o abandonado en los almacenes
y la filtración de datos relacionados con incidentes reales o imaginarios en el
trabajo, iban creando un ambiente de desconfianza entre el público respecto
de la posibilidad real de concretar un programa nucleoeléctrico en este país.
En abril de 1986, cuando el avance en los trabajos de la Unidad I andaban
ya cerca de un 90%, se dio aquel desafortunado accidente de Chernóbil en
la ahora extinta Unión Soviética. El impacto negativo para el desarrollo de
la industria nuclear mundial fue tremendo y en México no dejó de sentirse.
Incluso, podemos afirmar sin temor a exagerar, que fue precisamente a raíz
de ese accidente que muchas personas en nuestro país se enteraron por vez
primera que teníamos un reactor nuclear en construcción.
La coyuntura no podía ser menos favorable. El peso de la crisis económica, la
inflación, la creciente de deuda externa y la progresiva eliminación de fuentes
de trabajo en el sector paraestatal orillaban a una crítica cada vez más abierta
de la política económica del régimen de Miguel de la Madrid. El accidente de
Chernóbil, que efectivamente propagó un cuestionamiento internacional en
contra de la energía nuclear (que algunos llegaron a considerar de manera
muy prematura como definitivo en contra del desarrollo de la nucleoelectri-
cidad a nivel mundial) fue un excelente pretexto para impugnar, no sólo la
política nuclear del régimen mexicano, sino su modelo económico en general.
Por primera vez en nuestra historia un incipiente movimiento antinuclear se
convirtió en factor de fuerza dentro del escenario político nacional.
Esta situación llevó a continuar con el trabajo de Laguna Verde dentro de la
más marcada reserva; con el sigilo propio de quien siente estar haciendo algo
que, aun cuando no es del todo “malo”, sí está sujeto al duro escrutinio y la
desaprobación prejuiciada del público.
Cuando finalmente inició la operación comercial del reactor de la primera
unidad, ya durante el régimen de Carlos Salinas, en lugar del festejo con
bombo y platillo que tal realización hubiera merecido, las notas periodísticas
fueron de lo más escueto. Las voces de alarma de los anti-nucleares eran
mucho más estridentes y, quizá por eso, la desconfianza popular más genera-
lizada. El propio gobierno prefirió minimizar el logro antes que confrontar a
una opinión pública adversa al desarrollo de la nucleoelectricidad en el país.
Ciertamente los tiempos y costos originalmente previstos para el desarrollo
del proyecto se habían excedido sustancialmente y aunque existían todas las
razones del mundo para justificarlo, los críticos del sistema se ensañaban
168
apuntes para la historia de la ciencia y la tecnología nuclear en méxico
Humanidades
cuando a principios de 1991 la planta alcanzó un factor de operación del 98% y
un factor de capacidad del 86% que le valió un amplio reconocimiento inter-
nacional.
En más de 20 años de exitosa operación comercial, con la Unidad II ya
incorporada a la red, el sector nucleoeléctrico ha sido noticia de escasa
relevancia para la más bien escéptica opinión pública nacional58, situación que
Multidisciplina 15
vino a exacerbarse aún más a raíz del trágico accidente de la central nuclear
japonesa de Fukushima en marzo de 2011, que al igual que en 1986 ha puesto
en severa tela de juicio las posibilidades de desarrollo para el sector nuclear,
por lo menos en el corto y mediano plazo, no sólo en México sino en el resto
del mundo.
A pesar de la gravedad de este nuevo accidente nuclear, sigue siendo
prematuro, incluso ingenuo pensar que se puede sencillamente prescindir de
la contribución de la nucleoelectricidad al desarrollo mundial (aproximada-
mente 17% de la electricidad que se producía en el mundo en 2012 era de origen
nuclear, con notables diferencias de producción entre los países desarrollados y
los países en vías de desarrollo). Este es, desde luego un debate vigente que sin
duda merece atención aparte, pero en el que difícilmente se podrá participar
de manera significativa si se desconoce su historia.
La industria nuclear mundial ha avanzado mucho y se ha modernizado
notablemente en el curso del último cuarto de siglo, pero el gobierno
mexicano se ha negado sistemáticamente a considerar siquiera la ampliación
de su programa nuclear nacional a pesar del balance altamente positivo que
arroja la experiencia acumulada de más de dos décadas de operación de
Laguna Verde y a pesar también de las evidentes necesidades que tiene nuestra
economía nacional en materia de garantizar el suministro de electricidad para
el desarrollo industrial.
58 Diversos sectores de la opinión pública nacional siguen pensando que Laguna Verde es
una planta insegura, obsoleta y definitivamente riesgosa para la seguridad ambiental, por
lo menos del estado de Veracruz; muchos incluso se sorprenden de saber que de hecho
continúa en operación.
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Conclusiones
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apuntes para la historia de la ciencia y la tecnología nuclear en méxico
con su labor a crear, mantener y/o modificar el entorno en que habitan, de ahí su
ineludible responsabilidad moral para con el resto de sus congéneres.
Lo dijo con mucha precisión Don Manuel Sandoval Vallarta como resultado
de sus años de experiencia en la materia:
Humanidades
Mientras que la ciencia sea utilizada como el principal soporte del poder político
y mientras las rivalidades nacionalistas determinen las políticas nacionales, no
hay forma de evitar el impacto de la política en la ciencia. Por tanto, debemos
ver hacia delante, con aprehensión, hacia un periodo de interferencia política
con los objetivos fundamentales de la ciencia60.
Sólo que lamentablemente ese “periodo” al que se alude parece ser algo
Multidisciplina 15
más permanente que temporal.
En segundo lugar, la experiencia nacional también muestra fehacientemente
cuán riesgosa puede resultar la postura de evitar cualquier forma de control,
incluida la planeación de la actividad científica. Ciertamente que no pretendemos
sugerir la imposición de férreos ordenamientos burocráticos que den paso a
una interminable exigencia de presentación de informes o a rígidos controles
evaluados por burócratas ajenos a la investigación científica, pero es claro que
tampoco puede avanzarse como nación exhibiendo sólo un esfuerzo desordenado,
caótico y confuso que permita al supuesto científico vivir cómodamente en su
torre de marfil, gastando recursos sin restricción y sin supervisión alguna
mientras la mayoría de la población se ubica en la pobreza de algún tipo.
La búsqueda del delicado punto de equilibrio en este terreno, es tarea conjunta
que requiere tanto de la sensibilidad del analista social como de la intuición del
científico. En consecuencia, también puede decirse que, el éxito en la implanta-
ción de un programa nacional en materia de ciencia y tecnología, en cualquier
área del saber humano, no depende solamente de buenas intenciones o de una
suficiente disponibilidad de recursos;61 bien decía Don Manuel Sandoval Vallarta
con su agudeza característica:
Lo que se necesita es un cerebro de primera clase imbuido en el deseo ardiente
de explorar lo desconocido y en un absoluto respeto por la verdad, y de estos
60 Sandoval Vallarta, Manuel. The Impact of Politics on Science, del libro: “Ideological diffe-
rences and World Order”. Reproducido en: Obra Científica, editado por la UNAM y el
INEN. México, marzo, 1978 p.503
61 En un interesante artículo relacionado con el desarrollo de la energía nuclear, Don Jesús Silva
Herzog parece sugerir precisamente que sólo se requiere de fuertes sumas de capital para
promover el progreso científico y tecnológico del país. La experiencia nacional demuestra
cuán trágico puede ser este enfoque. Véase: Silva Herzog, Jesús. ¿Quién se aprovechará?
Suplemento del XVI Aniversario de El Día. “La Energía Nuclear”. México, junio de 1978, p.6
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apuntes para la historia de la ciencia y la tecnología nuclear en méxico
Humanidades
nucleares, lo que vino a incrementar significativamente el costo de generación
(que era uno de los supuestos atractivos de la nucleoelectricidad) y que además
predispuso gravemente a la opinión pública internacional en contra de las
supuestas bondades de la energía nuclear.
El impacto de las relaciones internacionales en nuestras actividades como
nación, particularmente en el terreno de la ciencia y la tecnología, es algo que
Multidisciplina 15
todavía tenemos pendiente de comprender cabalmente en este país.
Por último, no puede dejar de observarse que, como cualquier otra empresa
social, el desarrollo de la ciencia y la tecnología no puede ser sino producto
de un esfuerzo claro, contundente y decidido de colaboración total. No basta
con tener genios, incluso ellos requieren de un buen apoyo administrativo, de
infraestructura y de recursos en ausencia de los cuales hasta las mejores ideas
se pueden desvanecer sin la menor trascendencia. No se gana realmente nada
evadiendo responsabilidades y repartiendo culpas; si el beneficio que se busca
con el desarrollo del sector nuclear es para el país, entonces es la sociedad en
su conjunto la que debe estar involucrada en el esfuerzo.
Referencias
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apuntes para la historia de la ciencia y la tecnología nuclear en méxico
Humanidades
ਈਈ Trejo Delabre, Raúl, en Cuadernos Políticos número 8, México D.F., Editorial
Era abril-junio 1976.
ਈਈ Vélez Ocón, Carlos, Cincuenta años de energía nuclear en México: 1945-1955,
UNAM, 1997.
Multidisciplina 15
DAVID JAMILE SARQUÍS RAMÍREZ es licenciado, maestro y doctor en relaciones
internacionales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Tiene
además el grado de maestría en ciencias, con especialidad en filosofía de la ciencia
por el IPN y es también doctor en Historia por la UAM. Es profesor invitado del
Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Queens en Herstmonceux,
Inglaterra y de la Universidad Tecnológica de Dresden en Alemania, donde imparte el
curso Energía y Sociedad, diseñado especialmente para abordar temas ambientales.
El Dr. Sarquís es miembro del SNI con nivel 1.
Laboró durante más de 15 años para el sector nuclear mexicano, con diversos cargos,
tanto en la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias como en el
Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares.
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