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Navila Helen Phillips

Filosofía de la historia
Grupo: 2251
La objetividad en historia

Entrar dentro del campo de estudio filosófico de las ciencias sociales es entrar
en polémica. Difícilmente se hallará la existencia de un consenso general acerca
de la fundamentación de sus métodos y su cientificidad. La aparición de las
ciencias sociales manifiesta una necesidad de comprender a la sociedad y al
hombre en un sentido más rígido, o “científico”, es decir, a través del
emprendimiento de investigaciones legítimas y objetivas. Desde este momento,
el análisis se centró en hallar una respuesta a la duda sobre cuál era la mejor vía
para realizar esto.

Como sabemos, el escenario del debate se dividió en dos escuelas principales:


el positivismo e idealismo, la primera en defensa de la postura de que las
“nuevas” ciencias se debían moldear bajo el canon de la ciencia natural, así
como perseguir los mismos objetivos: crear leyes generales, lograr predecir
fenómenos, en fin, dar alguna luz utilitaria al hombre sobre su futuro y pasado.
Múltiples presupuestos epistemológicos de esta escuela fueron aplicados de
manera arbitraria y descontextualizada al estudio de los procesos humanos. La
escuela idealista por su parte, defendía la causa del desarrollo social en las
ideas, en las teorías y en el “espíritu”, es decir, reconoce los factores subjetivos
en la ciencia humana de la historia. El idealismo coloca a la historia no como
superior o inferior a la ciencia , sino como una disciplina peculiar coordinada por
ella1.

Dilthey, quien fue alumno de Ranke, exponente principal del positivismo,


buscaba fundamentar la historia como ciencia a través de supuestos que diferían
con la escuela de su profesor. Concluye que la teoría del conocimiento de las
ciencias naturales no hacia justicia a la “peculiaridad” de la historia y de las
demás ciencias del espíritu, como él las llamó2. El objeto de estas ciencias no
sería lo externo o ajeno al hombre sino el medio en el que el hombre está
inserto3.

1
W.H Walsh, Introducción a la filosofía de la historia, 2da edición, Siglo XXI, México, 2014,256pp., p.129.
2
Dilthey coloca en el grupo de ciencias del “espíritu” las siguientes disciplinas: historia, sociología,
política, economía y psicología.
3
J.M Mardones, y N. Ursua, Filosofía de las ciencias humanas y sociales, Ediciones Coyoacán, México,
2003, 260pp, p.18.

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El monismo4 de Hegel había sido desplazado por la ciencia natural, pero el
positivismo no satisfacía la fundamentación necesaria para las ciencias del
espíritu ¿Por qué ocurría esto? Históricamente ha predominado en las ciencias
la idea de lo determinado5 y objetivo, la búsqueda de la aprehensión de los
componentes de la naturaleza en principios universales. Sin embargo, a medida
que las ideas científicas han evolucionado, estos supuestos han ido flaqueando
a través de un progresivo cambio en la noción de objetividad.

Los supuestos tradicionales de un conocimiento objetivo incluyen:

1) Ser cognoscible para todo sujeto, es decir, la clarividencia al observar


sucesos paranormales, por ejemplo, no constituye un campo de estudio científico
debido a que se delimita esta capacidad para un grupo de personas.

2) Universalidad, pues debe ser demostrable y reproducible en cualquier


tiempo y circunstancia.

3) Imparcialidad, es decir, no debe incluir motivaciones personales o


sentimentales

El concepto de objetividad supone la existencia de una realidad que puede ser


percibida y aprehendida, es decir, defiende la idea de que es posible captar
determinado objeto tal y como es. Sin embargo, ncluso la física ha entrado en
conflicto con estos supuestos, en su paso de la física clásica a la rama cuántica
ha estremecido conceptos convencionales como objetividad y realidad, escribió
Heisenberg "lo que observamos no es la naturaleza en sí misma, sino la
naturaleza expuesta a nuestros métodos de interrogación”.

La postura clásica de objetividad, intentó aplicarse en historia resultando en algo


desfavorable. Se identificó la intervención del sujeto en la labor histórica como
algo indeseable, debido a que el poseer un punto de vista y seleccionar
información derivaba de forma negativa en resultados subjetivos y parciales. Por
ello, el positivismo defiende al igual que en las ciencias naturales, debe una

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Doctrina según la cual la materia y el espíritu, lo físico y lo psíquico, como aspectos de la realidad, son
idénticos en su esencia, es decir, que la realidad última está compuesta en su totalidad por una única
sustancia.
5
Me refiero al determinismo, por definición: doctrina filosófica según la cual todo fenómeno está
prefijado de una manera necesaria por las circunstancias o condiciones en que se produce, y, por
consiguiente, ninguno de los actos de nuestra voluntad es libre, sino necesariamente preestablecido.

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eliminación del sujeto en la interpretación histórica en orden para conseguir
resultados objetivos.

La tradicional creencia de objetividad que nos ha heredado la física clásica de


Newton y Galileo, es la de un cuerpo de conocimientos con verdades unánimes
que excluyen al sujeto en su proceso de construcción. Sin embargo, al tomar en
cuenta las revoluciones cuántica y relativa que transformaron esta disciplina
hallamos una noción diferente de objetividad que ha puesto en crisis el mundo
de la física a lo largo de la época contemporánea. Era imposible imaginar, por
ejemplo, que el rol del sujeto, es decir, de la subjetividad, tendría algo que ver
en las investigaciones de la ciencia natural.

Los preceptos heredados de la mecánica newtoniana (física clásica) defienden


que el sujeto está separado del objeto, sin embargo, en mecánica relativista
(física cuántica) cuando el sujeto funge como observador sufre una deformación
al observar o manipular un objeto6.

Dejando ahora de lado el punto de la objetividad, lo siguiente son las


motivaciones personales que se piensa desmeritan el trabajo histórico. En la
historia se eligen hechos significativos, lo que depende exclusivamente del
observador que lo evalúe. El retorno al idealismo, ha significado una
flexibilización del modelo nomológico descrito anteriormente. Como apunta la
tradición hermenéutica, los datos carecen de sentido pero se vuelven
significativos cuando e historiador los recrea y valora. Es subjetiva la manera en
que el historiador relaciona los hechos, pues es un proceso mental individual.
Sin embargo, como lo explica Pereyra, no implica que la explicación histórica sea
falsa o deba desmeritarse.

Por otro lado, las motivaciones personales no solo han impulsado a las ciencias
humanas o sociales. En su etapa temprana, encontramos que las ciencias
naturales y formales se encontraban fundadas principalmente por motivaciones
teológicas e intentaban hallar respuesta a sus creencias a través de la actividad
científica. Existen múltiples ejemplos de esto: la escuela matemático/religiosa de
los pitagóricos, las fervientes creencias religiosas del propio Isaac Newton, las

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Teoría del “universo participativo” sostenida por el físico Jhon Wheeler, donde plantea que la realidad
existe de una manera dependiente a un observador.

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motivaciones personales que hicieron a Nicolás Copérnico cambiar su postura
respecto al sistema solar y su movimiento, etc.

Las creencias y motivaciones de estos personajes no invalidan sus aportaciones


a las respectivas disciplinas que practicaron. Al igual que en la historia, lo que se
debate es que el hecho de que el historiador trabaje bajo un contexto y una
perspectiva, ello no invalida su discurso explicativo. Como explica Pereyra7,
debemos comprender la diferencia entre objetividad e imparcialidad, puesto que
no hace falta que haya ausencia de juicios de valor ni que una proposición sea
aceptada universalmente para que sea objetiva, es necesario que se someta a
contrastación y control.

La idea principal es que lo objetivo procede únicamente del objeto y es exento


de parcialidad, mientras que lo subjetivo procede del sujeto y contiene
parcialidad. ¿Existe realmente conocimiento procedente del objeto? ¿Existe
conocimiento sin sujeto? Lo observado a través de los años es que el dilema de
la objetividad no es exclusivo de las ciencias humanas o sociales, sino materia
de las ciencias en general. Parece que nos encontramos ante una reformulación
de conceptos que creímos haber ya definido. Es falso creer que únicamente la
historia y las ciencias sociales han tenido que reformular sus disciplinas.

Bibliografía

Mardones, J.M, y N. Ursua, Filosofía de las ciencias humanas y sociales,


Ediciones Coyoacán, México, 2000.

Walsh, W.H, Introducción a la filosofía de la historia, 2da edición, Siglo XXI,


México, 2014.

Pereyra, Carlos, Filosofía, historia y política: Ensayos filosóficos, México, FCE-


UNAM, 2010.

7
Pereyra, Carlos, Filosofía, historia y política: Ensayos filosóficos, México, FCE-UNAM, 2010.

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