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EFECTO MANDELA

Efecto Mandela es un término que acuñó la bloguera Fiona Broome hace unos años.
Como ella misma contaba, había mucha gente a su alrededor, incluida ella misma, que
recordaba haber visto por televisión exactamente el momento en el que Nelson
Mandela murió en la cárcel. El funeral en su honor, y todo lo demás. En realidad,
Mandela sobrevivió al presidio, y vivió algún tiempo fuera de él antes de fallecer.

Pero por mucho que le digas a los convencidos de que eso es así, de que su memoria
podría haberles jugado una mala pasada, a muchos les cuesta asumirlo. Lo vieron “con
sus propios ojos”.

Los ejemplos del fenómeno pueblan las redes, especialmente desde agosto de 2015,
momento en el que el término ha empezado a extenderse.

Una cosa: ¿cuánta gente iba en el coche de Kennedy cuando le asesinaron? No, no eran
cuatro personas, aunque lo recuerdes así. Eran seis.

Lo bueno de este fenómeno es que, gracias a su vida en Internet, ha ayudado a que los
ejemplos del efecto se extiendan a miles de anécdotas grupales y personales. Y también
a que un montón de gente empiece a buscar las explicaciones en áreas alejadas del
terreno científico. Porque, ¿y si se tratase de una conspiración?

Entre las posibles justificaciones al efecto Mandela, en una de sus páginas


oficiales lo achacan a un fenómeno cuántico por el cual al parecer la conciencia
es capaz de viajar por distintos universos paralelos y las personas que experimentan
estos recuerdos podrían no estar en su universo de origen.

Por supuesto, todo podría ser un complot del Gobierno, especialmente en los recuerdos
históricos. Tal vez sea la CIA la que ha añadido a posteriori a otras dos personas en el
coche de Kennedy, todo para que nunca conozcamos La Verdad.

Hay quién le está echando la culpa al acelerador de partículas y al CERN.

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