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Rodríguez Cuadros, Evangelina PDF
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MUNDO ABREVIADO
' Así, aquí sólo pretendo redizar una exposición abreviada (por el espacio y por la evidente in-
tención pedagógica de este Seminario) de lo que teórica y pricticunente hemos expuesto en diversos
trabajos, sobre todo en nuestra edición crítica de los Entremeses, j6caras y mo/fgrngar de Pedro Cddc-
rón de la Barca (Madrid, Castdia, 1983) y en Caldcn5n y L obra corta dramática delsiglo XVII (Lon-
dres, Támesis Books, 1983).
aé & Muerte. ALBERTO NAVARUO se ocupa mís cxtcnsamcntc de la comicidad h@ístia del gracioso
cddcronia~~o en t%&n% & La Bma: & I t r i a ~ b grotesw, k k . Ed. Reíchenbcrgcr, U&.
de ,S- 1984. Vid. más adehtc nueJrns rcflaiones en torno a cne pYldigrmde logrotc~w.
Cakknjn y b obro cwkl,citada. pp. 215-217.
Corpus que ahora podemos leer, limpio de errores y fvsv mibuciona, en la impecabk edicibn
de donJosÉ EAANun B m , Obm Poéfira Compkkr & F. & m&, t. W ,MadBd. castah. 1981.
poral, casi irrepetible del Carnaval. La mojiganga hay que leerla, pues, co-
mo un modelo posible de carnaval y su dramaturgia se impone con tai fuerza
al esquema total de la obra corta dramática que en toda ella es detectable
una dimensión de mojganga.
Pero la morfología dispersa y plural de la mojiganga puede analizarse
en varios atopois o paradgmas, de los que destacaré dos.
l . Paradigma de la corporalidad: La mojiganga se rige por la visceral
lógica de los sentidos, del cuerpo; aplicando a este contexto las investiga-
ciones de Mijáil Bajtín ", a propósito del festín pantagruélico, en la mo-
jiganga la comunicación se produce por devoración (aensartar~,amascars,
azampars, aengullirv, atragarv, y casi nunca el civilizado comer). Ello pro-
voca el gozoso desbordamiento en lo escatológico, en la somnolencia y alu-
cinación: Las visiones de la muerte, donde un caminante borracho medita
sobre su bota que atoda la vida es sueño*, o en la fisiológica digestión, co-
mo reclama el gracioso de Las Carnestolendas: aMucha de la casmueza, 1
mucha de la cagancaña, 1 cagaión e cochelate, 1 calamerdos, merdaeladav.
En el mismo marco corporal hay que entender el uso delmido, caracte-
rística banda sonora de la mojiganga que acaba siempre con el estruendo
de la pandorga y la botarga y la fantástica indumentanh en búsqueda -
otra vez- de la exacerbación de los sentidos (Don Estofado y Dofía Olla,
de Los guisados, serán descritos en la acotación vestidos aridículamente co-
mo suenan o con verdaderas ollas y pucheross).
2 . Paradigma de la Naturaleza: Es como si -por las razones anuncia-
das en el paradigma anterior- la exageración premeditada deformara la
silueta del cuerpo, transformando el vestido en disfraz, en abultamiento
disforme y en cualquier medio tendente a destruir ael decoros. Esta defor-
mación no es simple ni mecánica, sino que, profundamente sistematizada,
está regida por lo que hemos llamado en nuestra investigación la iconici-
U,procedimiento semiótico según el cual el signo guarda semejanzas iden-
tificable~con la cosa significada. La caractedzación icónica puede:
a) Recurrir a lo metonimico. Así, en Los sitios de Recreación del Rey,
el actor Vallejo, acon barba larga, vestido de yedrav, representará a Aran-
juez; Bernarda Rarnírez, aen un caballitov a la Casa de Campo; y Mendo-
za, acon una horquilla y cabeza. de jabalí,, al Pardo.
'' A mi modo de ver, un procedimiento semejante opera en aigunas sccuenUls de la deliciosa ver-
sión cinematográfica de A Midsummer Nigbt 's Drcam de Mur Rcinhudt: la poética utilización meto-
nímica de la gran capa negra de Obcrón es, tarnbiCn, la noche que se retira, con su cortejo de elfos
y hadas.
l 3 Caiáenín ante &a cicncúr. Concepto a% kr Natnrakxa y sus kycs uéduciúo a% sus o h , Madrid.
1881.
TEATRO
REACCIONARIO FRENTE A TEATRO BURDO Y DE MEZCLA
l 7 Sin olvidar, claro está. la contaminación pomposa y espectacular que sufren estas piezas cortas
cuando se cstmcturan adyacentemente a las grandes producciones cortesanas. Por mi parte he estudia-
do la loa, entremés y mojiganga correspondientesa la representación de Lafiera, e/ rayo y Lpicdra,
de Calderón, en Valcncia, en 1690, de la pluma de FIGUEROLA,en mi artículo <Los epígonos del tea-
tro barroco en Valcncia: la coherencia con una tradición., Tcatm y prúcticas cscinicas, 11, Londres,
Támesis Books (en prensa).
l8 Inevitablemente,a t a tendencia espafiola a la materia de mofa, sea verbd (cnttupeiia) o no verbai
(tropefiá) ha debido x r objeto de profundo análisis que h o r a tenemos en el excelente estudio de MO-
NIQUEJOLY, L z Boude et son interprctation, Lille, 1982.
" Cf. Lo grotesco en &a h r a t u m c~pafiokr&Siglo ik Oro, Madrid, Ediciones Alcdá, 1983. p. 16.
En el capítulo que dedica d teatro sigue muy de cerca a STURGIS E. L E A w n , =Someaspects of the Gro-
tcsquc in the Drama of the Siglo de Oro., Hirpanh, XVíII, núm. 1 (feb. 1938), pp. 77-86. En cuanto
al entremés, cita ejemplos exclusivamente dedicados a Quifíoncs de Benavente, en lo referente a la
pintura externa de los personajes y el uso ridículo del lenguaje: vid. pp. 82 y 5s.
Dejando aparte la primera ecuación de lo grotesco con lo trágico y10 terrible, el .honor legíti-
mo* de la truculencia y la sangre del drama de honor o de la tragedia clasicista del siglo XW.
21 Cf. EDWN B. PLACE, =Noteson the Grotaque: the Come& úe Figurón at home and Abroads,
PMLA, LIV (1939), pp. 412-421.
2 2 Cf. hora el magnífico ensayo de EUGENIO TR~AS, Lo bello y lo siniestro, Bucclona, Seix Barral,
1982.
' Miguel de CERVANTES SMVEDRA. Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representa-
dos, cd. de F. Ynduráin, BAE, 156, *Prólogo al lecton, p. LXXXN~.Salvo indicación en contra, el
resto de las citas extraídas de las piezas dramáticas ccrvantinas procederán de esta edición, y nos limita-
remos a incorporv en el texto la página correspondiente (procederemos análogamente con los demás
textos, tras su primera mención).