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Edward Bernays y la mano

invisible que mueve los


mercados

«Gran parte de la oposición a un sistema de libertad al amparo de reglas


universales proviene de la incapacidad para concebir una coordinación
efectiva de las actividades humanas sin una organización premeditada por un
ente rector. Uno de los logros de la teoría económica ha sido explicar cómo el
mercado es capaz de aglutinar semejante ajuste recíproco de actividades »
Frederich A. Hayek[1]

EL CAOS
DE LA OFERTA Y LA DEMANDA

Hay una cosa que siempre


ha mantenido ocupadas a las mentes más preclaras de todos los
tiempos: cómo conseguir que se pongan de acuerdo quienes poseen
algo con quienes lo quieren o lo necesitan. De conseguirlo mediante
el recurso a la amenaza, la intriga o la violencia se ha venido
encargando, desde Maquiavelo a nuestros días, la política.
Conseguirlo mediante el intercambio, más o menos exento de dolo,
ha venido siendo tarea de la economía. Precisamente esta tarea
esencial, la necesidad de construir modelos en los que el
intercambio sea beneficioso para todos y haga del recurso a la
violencia algo innecesario o marginal, se ha convertido en la parte
más controvertida de la economía; en la que ha suscitado los debates
más enconados y donde los economistas se han estrujado más los
sesos, además de agarrarse del cuello.

Un modelo que está gozando de gran repercusión mediática en


nuestros días es el liberalismo austriaco, una revisión del liberalismo
económico que sostiene que la mejor manera de organizar la
economía es dejar que las cosas fluyan libremente, pues por sí solas
irán convergiendo hacia un orden espontaneo. Para éstos el
intercambio de bienes y servicios es como el sexo: lo mejor es dejar
solos a los agentes implicados sin cortapisas ni restricciones, que ya
ellos se las irán apañando para llegar a un resultado satisfactorio.
Sin embargo otros, como Edward Bernys, consideran que poner de
acuerdo a la oferta y a la demanda no es algo que se pueda dejar al
capricho o al albur, pues el actual sistema de producción «solo es
rentable si se puede mantener su ritmo; es decir, si se pueden vender
sus productos en una cuantía fija o creciente». Así, mientras durante
el siglo pasado, «la demanda creaba la oferta, hoy en día la oferta
debe esforzarse por crear su propia demanda». ¿Cómo? Mediante
el uso de lo que él denominó propaganda.
UN INVENTO DE TIEMPOS DE
GUERRA IMPRESCINDIBLE EN TIEMPOS DE PAZ
La propaganda, que el propio Bernays definió como «el mecanismo
mediante el cual las ideas se propagan a gran escala o, en términos
generales, un esfuerzo organizado por difundir una creencia o
doctrina concreta», fue uno de tantos inventos nacidos al calor de la
guerra, como las latas de conserva o el radar, que luego demuestran
su utilidad en tiempos de paz. Como él mismo relata:
Fue, por supuesto, el éxito sin precedentes de la propaganda durante la guerra
lo que les abrió los ojos a los más perspicaces en los diferentes campos a cerca
de las posibilidades de disciplinar a la opinión pública.
Edward Bernays inició su carrera como asesor de
comunicación para empresas de espectáculos, pero en 1917 entró a
trabajar para el gobierno del presidente Wilson dentro del Comité de
Información Pública. Este organismo buscaba conseguir la
aquiescencia de la opinión pública norteamericana para que Estados
Unidos entrase en la I Guerra Mundial, so pretexto de llevar la
democracia a toda Europa. Quizá convenga recordar, por lo que más
adelante explicaré, que la entrada de Estados Unidos al lado de los
aliados estuvo motivada por el hundimiento buque británico
Lusitania[2] (en el que se encontraban 128 estadounidenses entre
los cerca de 1200 fallecidos) y el subsiguiente clamor popular que se
fue generando para que semejante crimen no quedara impune[3].
Acabada la guerra la propaganda se mostró un elemento
necesario también para dirigir la opinión pública tiempos de paz.
Como afirma Bernays:
Dentro de la actual organización social es indispensable la aprobación del
público para acometer cualquier proyecto de gran envergadura. De ahí que
cualquier movimiento loable puede irse al traste a no ser que consiga causar una
buena impresión en la opinión pública.
La misión de la propaganda es precisamente esa, «llevar a
cabo un esfuerzo constante y duradero que cree o manipule las
circunstancias para influir en la impresión que el público tiene con
una empresa, idea o grupo.» Porque esta huella, la imagen que
queda impresa en la delgada película del imaginario colectivo, es
capital para que la población acepte o rechacen lo que se le ofrece,
sea esto un producto, una idea o un gobierno. Como señala Bernays:
Los gobiernos, sean monárquicos, constitucionales, democráticos o comunistas,
dependen de la aquiescencia de la opinión pública para llevar a buen puerto sus
esfuerzos y, de hecho, el gobierno solo es gobierno en virtud de esa aquiescencia
pública.

EL PAPEL DE LA PROPAGANDA EN
NUESTRA SOCIEDAD

En 1928 Bernays recogió sus experiencias en un libro


tituladoPropaganda[4], donde pone de manifiesto el papel que la
propaganda desempeña en las actuales sociedades
democráticas, desvelando algunas claves capitales para entender
mejor el funcionamiento tanto de una como de la otra. Ambas cosas
quedan claras ya en el primer párrafo:
La manipulación deliberada e inteligente de los hábitos estructurados y de las
opiniones de las masas es un elemento importantes en las sociedades
democráticas. Aquellos que manipulan este oculto mecanismo de la sociedad
constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder dirigente de nuestro
país. Somos gobernados, nuestras mentes están amoldadas, nuestros gustos
formados, nuestras ideas sugeridas, en gran medida por hombres de los que
nunca hemos oído hablar.
Bernays concibe la propaganda como «una consecuencia lógica del
modo en que nuestra sociedad democrática está organizada»,
como la única manera de conseguir que «una ingente cantidad de
seres humanos colaboren […] y convivan dentro de una sociedad
que funcione sin sobresaltos.» La propaganda es, por tanto, una
manera de organizar el caos, un tamiz que va filtrando las diferentes
opciones para facilitar la elección del ciudadano. Así lo explica
nuestro autor:
En teoría, cada ciudadano dilucida sobre los asuntos públicos y las cuestiones de
índole privada. En la práctica, si todos los hombres tuvieran que estudiar por sí
mismos los abstrusos datos económicos, políticos y éticos que cada cuestión
implica, les resultaría imposible llegar cualquier conclusión sobre algo. Hemos
consentido dejar que un gobierno invisible filtre los datos y destaque los asuntos
más relevantes, de modo que nuestro ámbito de decisión se reduzca unas a
proporciones más realistas.
Lo mismo ocurre en el ámbito económico:
En teoría, cada individuo compra los artículos mejores y más baratos que el
mercado le ofrece. En la práctica, si cada uno fuese por ahí comparando precios
y haciendo pruebas de laboratorio antes de comprar las docenas de jabones,
tejidos o marcas de pan que están en venta, la vida económica resultaría un
auténtico fregado.
Lo ideal, explica Bernays no sin cierta ironía, hubiese sido que un
grupo selecto de hombres sabios eligiese nuestras normas, dictase
nuestra conducta y escogiese lo mejor para cada uno de nosotros,
pero hemos elegido justo lo contrario, competir abiertamente. Por
tanto «debemos encontrar el modo de hacer que esa libre
competencia funcione, dentro de lo razonable, sin fricciones. Para
conseguir esto la sociedad ha permitido que la libre competencia se
organice mediante el liderazgo y la propaganda.»

LOS FUNDAMENTOS DE LA
PROPAGANDA
La propaganda hunde sus raíces en el estudio sistemático de la
psicología de masas, que a pesar de estar todavía en pañales en
aquellos años, había revelado a sus estudiosos, en palabras de
Bernays, «las posibilidades de desarrollar un gobierno en la
sombra de la sociedad mediante la manipulación de los impulsos
que mueven al hombre dentro de un grupo.»

Ese estudio sistemático de la psicología social del que Bernays


habla se basaba, fundamentalmente, en las ideas de Graham Wallas,
que había trabajado con él en el Comité de Información Pública; en
los incipientes estudios sobre la psicología de masas llevados a cabo
por el francés Gustave Le Bon; en los estudios del médico inglés
Wilfred Trotter[5], autor del libro Los instintos gregarios en la
guerra y en la paz, publicado en 1916; y, sobre todo, en las teorías
las psicoanalíticas de su tío, Sigmund Freud.
Quizá semejante acerbo científico pueda parecerle al lector
actual un tanto rudimentario, pero Bernays era más optimista y lo
consideraba suficiente para sus fines:
La psicología de masas está lejos todavía de ser una ciencia exacta, y de ningún
modo están ya revelados todos los misterios de la motivación humana. Pero, por
lo menos, teoría y práctica se han combinado ya con suficiente éxito como para
permitirnos saber que en ciertos casos podemos obrar algunos cambios en la
opinión pública con bastante grado de precisión poniendo en marcha
determinados mecanismos, del mismo modo que un conductor ajusta la
velocidad del coche regulando el flujo de gasolina.
Bernays incide en la necesidad de tener en cuenta que los
mecanismos que rigen la mentalidad colectiva son distintos de los
que rigen en la mentalidad individual:
La mente del grupo no piensa, en el sentido estricto de la palabra. En lugar de
pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones. A la hora de decidir su
primer impulso es normalmente seguir el ejemplo de un líder en quien confía.
Este es uno de los principios más firmemente establecidos por la psicología de
masas. Funciona determinando el incremento o la pérdida del prestigio de un
complejo turístico, causando la retirada de fondos de un banco, o el pánico en la
bolsa, creando un superventas o un éxito de taquilla.
Por tanto, no es al individuo aislado a quien va dirigida la
propaganda, sino al grupo que estampa su impronta sobre éste y en
el que diluye su personalidad para nutrirse de todo el bagaje de
tópicos, ideas preconcebidas, prejuicios, expectativas compartidas y
anhelos comunes que lo conforman. Bernays lo explica así
en Cristalizando la opinión pública, otro de sus libros:
“Si examinamos el utillaje mental de el ciudadano medio”, nos dice William
Trotter, el autor de un exhaustivo estudio de la psicología social del individuo, “lo
encontraremos formado a partir de un enorme cantidad de juicios de perfiles muy
definidos sobre los asuntos más variados, complejos y difíciles. Tendrá puntos de
vista sólidamente asentados sobre el origen y la naturaleza del universo, y sobre lo
que probablemente llamará su significado; tendrá sus propias conclusiones sobre lo
que le pasara cuando muera y después de morir, así como sobre cuales son o
deberían ser los fundamentos de la conducta. Sabrá cómo debe ser gobernado el
país y porqué se está yendo a hacer puñetas, por qué esa ley es buena y la otra mala.
Tendrá una visión firme sobre estrategia naval y militar, sobre los rudimentos del
sistema tributario, el uso del alcohol y las vacunas, la cura de la gripe, la prevención
de la hidrofobia, las contratas municipales, la enseñanza del griego, sobre lo que es
tolerable en el arte, satisfactorio en la literatura y esperanzador en la ciencia.” [p.
64]

El propagandista deberá, por tanto, bucear en el subconsciente


colectivo en busca de esos resortes, para poder incidir directamente
sobre ellos o para crear, previamente, las circunstancias propicias
que le permitan hacerlo. De esto nos ocuparemos a continuación.
LA PRÁCTICA DE LA PROPAGANDA
El radio de acción de la propaganda es muy amplio, y va desde el
comercio a las artes pasando por la educación y la política pues,
como hace notar nuestro autor, «el buen gobierno puede vendérsele
a una comunidad como cualquier otro artículo». Ahora bien,
independientemente de a quién vaya dirigida, cualquier campaña
propagandística entraña dos ingredientes esenciales, como son para
Bernays la interpretación constante y sensibilización a través de la
intensificación dramática de los acontecimientos.
La interpretación es vital, pues Bernays nos dice que «el
público tiene sus propios criterios, demandas y hábitos. Puedes
modificarlos, pero no se te ocurra ir en su contra». Así mismo,
como dijimos, el propagandista debe conocer cuáles son los
impulsos, hábitos y emociones sobre los que descansa la mentalidad
del grupo en el que desea intervenir, de modo que «debe tener
constantemente su dedo en el pulso del público. Debe entender los
cambios en la opinión pública y estar preparado para amoldarse de
forma certera y fluida a esa opinión cambiante» Y, por supuesto,
conocer cuáles son sus deseos pues, como explica Bernays:
Los deseos humanos son la fuerza que hace funcionar la maquinaria social. Solo
entendiéndolos pueden los propagandistas controlar ese enorme mecanismo
con las bisagras flojas que es la sociedad actual
Una vez que se conocen bien las características del grupo sobre
el que se quiere incidir, llega el momento de la intervención, de
disponer las circunstancias de tal manera que se opere el cambio de
mentalidad o se suscite el deseo. Así, «aprovechando un viejo
tópico, o incidiendo sobre uno nuevo, el propagandista puede
influir de forma masiva en las emociones del grupo». Eso fue
precisamente lo que hizo el propio Bernays en su campaña para la
Compañía Americana de Tabaco de 1929, en la que a través del
revuelo desatado por un grupo de muchachas fumando en público
durante un multitudinario desfile, consiguió asociar el hecho de que
las mujeres fumaran en público con la causa de la liberación de la
mujer, de modo que un pitillo en manos de una mujer ya no sería un
pitillo, sino un signo de rebeldía, una antorcha de la libertad. [6]

Otro elemento indispensable a la hora de poner en marcha la


escenografía que permita manipular los tópicos y hábitos de la
opinión pública es la búsqueda de un «denominador común de
intereses entre el objeto que se vende y el bien común». Es decir,
hay que hacer coincidir las bondades del producto ofrecido y la idea
general que la sociedad posee sobre lo que es bueno. Teniendo en
cuenta que la mayor parte del acervo popular está sustentado de
manera sustancial por los prejuicios, símbolos y opiniones
difundidas por los líderes (bien sean estos sociales, religiosos,
científicos o culturales), el propagandista tendrá que influir sobre
esas personas influyentes, conseguir su respaldo. Como deja claro
Bernays: «Si puedes ejercer influencia sobre los líderes, cooperen
estos de manera consciente o inconsciente, automáticamente
influyes sobre el grupo que ellos controlan». La campaña que llevó a
cabo para la Beechnut Packing Company puede servirnos de
ejemplo.

La Beechnut era una compañía que se dedicaba a la distribución de


productos cárnicos empaquetados, siendo el beicon su producto
estrella. Encargaron a Bernays la promoción de sus productos y este
se las ingenió para distribuir una encuesta entre más de 5000
médicos en la que les preguntaba si era mejor un desayuno ligero u
otro contundente. Una abrumadora mayoría se decantó por el
segundo y Bernays distribuyó los resultados de su estudio entre las
agencias de prensa enfatizando, además, en el hecho de que algunos
de estos médicos habían sugerido la posibilidad de incorporar
huevos con beicon al zumo, el café y las tostadas que, según las
averiguaciones previas que había hecho en un primer momento de
interpretación, eran la base del desayuno americano. Así cientos de
periódicos publicaron el estudio, así como la sugerencia de
incorporar el beicon al desayuno. El asunto se convirtió en tema de
conversación y en objeto de charlas y conferencias, de modo que al
final acabó calando en la opinión pública. Bernays consiguió
modificar los hábitos alimenticios de toda una nación e incrementar
las ganancias de quien le había contratado[7]

Como acabamos de ver, Bernays contó con la colaboración


espontánea y desinteresada de médicos, agencias de prensa,
periódicos, comités ciudadanos de salud pública, etc. Todos estos
conformaron una nube que incesantemente arrojaba sus gotas sobre
la opinión pública desde innumerables puntos, envolviéndola y
empapándola con esas ideas. Porque una de las claves de la
propaganda es precisamente esa: Para que sea efectiva todas las
acciones deben estar enlazadas, coordinadas de manera que
alcancen a la opinión pública a través del mayor número posible de
vías, para que se corroboren unas a otras pues, como pone de relieve
Bernays: «Ciertos estímulos repetidos con frecuencia pueden crear
un hábito o la mera reiteración de una idea puede crear una
convicción».

NO SOLO DE PAN VIVE EL


HOMBRE...TAMBIEN HACEN FALTA BANANAS
Hemos visto hasta ahora cómo Bernays articulaba sus campañas
propagandísticas con fines comerciales. Pero no solo del beicon vive
un propagandista. Bernays también puso en marcha su poderosa
propaganda con fines políticos. Uno de sus encargos más lucrativos
(se embolsó unos 100.000 $ al año) consistió convencer a la
población americana de la necesidad de que EE.UU interviniera en
Guatemala, convirtiéndola por arte de la propaganda en una terrible
amenaza comunista, una cabeza de playa de la URSS; inaugurando
así el patrón que habría de repetirse en Cuba y, más tarde en
Vietnam[8].

¿Les suena lo de república bananera? Como nos cuenta el estupendo


documental de la BBCThe Century of the Self[9], la expresión se
acuñó para designar a las repúblicas centroamericanas donde la
United Fruit Cómpany ponía y quitaba gobernantes según
conviniese a sus intereses. En Guatemala, donde controlaba el 70%
del territorio cultivable y disponía de la mano de obra campesina a
su antojo, así había venido siendo, hasta que en 1951 Jacobo Arbenz
ganó las elecciones democráticas y emprendió un programa de
reformas que incluía una reforma agraria. Esto perjudicaba los
intereses de la multinacional norteamericana, pero utilizar las tropas
de los Estados Unidos para defender los intereses particulares de un
grupo de empresarios no era algo que la sociedad norteamericana
estuviese dispuesta a tolerar así como así; de modo que contrataron
a Bernays para que se encargase del asunto.

Bernays procedió de la manera habitual. Primero se sumergió en el


inconsciente colectivo en busca de los resortes que podía manipular,
encontrando una extendidísima aversión por el comunismo nacida
al calor de la guerra fría que se incrementó exponencialmente al
estallar la guerra de Corea; También podía serle útil el miedo atávico
e irracional a una posible conspiración comunista que el macartismo
había sembrado por todo el país. El objetivo era, pues, presentar a
Arbenz como un peligroso comunista que amenazaba a Estados
Unidos justo a la vuelta de la esquina.

Para ellos fundó su propia agencia de noticias que constantemente


suministraba teletipos a los medios de comunicación, de suerte que
un país que apenas si un puñado de americanos sabría situar en el
mapa abría todos los días los noticiarios y acaparaba los titulares. La
reforma agraria dejó suficientes descontentos entre algunos
guatemaltecos como para ofrecer testimonios gráficos con los que
salpimentar sus crónicas, así como algún que otro incidente con el
que pudo poner de manifiesto el caos y la agitación social en que se
hallaba sumido el país con la irrupción del comunismo[10].
Bernays consiguió convencer a la opinión pública
norteamericana de que lo que estaba en juego no era las propiedades
privadas de unos particulares en un país extranjero, sino la
supervivencia del modo de vida norteamericano. Así, el New York
Times afirmaba en su edición del 11 de julio de 1954, apenas dos
semanas después del producirse el golpe de estado, que «el
derrocamiento solo soluciona parte del problema del comunismo.
Debemos convencer a los latinoamericanos que nuestro modo de
vida es superior al del comunismo»[11]. Por su parte la revista
Newsweek del 26 de julio afirmaba, a propósito de una posible
implicación de los Estados Unidos en el golpe de estado, lo
siguiente: «Los Estados Unidos, aparte del trabajo de sabuesos del
que la CIA se haya podido o no encargar, se ha mantenido
rigurosamente al margen. Los Estados Unidos podrían haber
acabado de un plumazo con la situación, de la noche a la mañana si
hubiese hecho falta: cesando las importaciones de café, cerrando el
grifo del petróleo y la gasolina a Guatemala o, como último
recurso, provocando un incidente en la frontera y enviando a los
marines a ayudar a Honduras. Sin embargo, han cumplido la ley al
pie de la letra. Ahora [el comunismo] ha sido eliminado y de la
mejor manera posible: por los guatemaltecos»[12]

¿ES POSIBLE SUSTRAERSE A LA PROPAGANDA?

Hemos visto en este artículo cómo la mano de Bernays era


capaz de mover suavemente a la opinión pública hacía el lugar
adonde a sus clientes les resultase más conveniente ya desde finales
de los años 20. Obviamente, los avances dentro de la psicología, la
psiquiatría y la neurociencia, así como el desarrollo tecnológico en
las comunicaciones, han dotado de herramientas cada vez más
potentes a la propaganda para llevar a cabo sus diagnósticos y sus
intervenciones, de modo que no es baladí preguntarse si realmente
puede uno sustraerse a su influjo.
Para responder a esta pregunta, hemos de tener en cuenta que
los métodos que hemos visto para crear un hábito o una convicción
mediante la manipulación propagandística de la realidad se basan
esencialmente en los tópicos, prejuicios, deseos y opiniones que
hunden sus raíces en el imaginario colectivo y que afectan al
individuo en la medida que participa de esa amalgama de ideas
preconcebidas y deseos heredados. El mismo Bernay afirma,
refiriéndose a las campañas electorales:
Se entiende que los métodos de la propaganda solo pueden ser efectivos
con los votantes que toman sus decisiones de acuerdo con los prejuicios y deseos
del grupo al que pertenecen.
De este modo, solo en la medida que seamos capaces de mantener
un pensamiento autónomo y crítico con cuantas ideas nos vengan
dadas; en la medida en que nos esforcemos por comprobar
constantemente la validez de las ideas heredadas de nuestros padres,
maestros o líderes de opinión; en la medida que busquemos el
origen y las fuentes de nuestras más asentadas convicciones,
seremos capaces de preservar nuestra independencia y nuestra
libertad. La cuestión es si estamos dispuestos a salirnos de las
cómodas sendas transitadas; a prescindir del sosiego que otorga
sentir el suave rumor del pensamiento de los demás acompasado
con el nuestro; o a admitir sin menoscabo que aunque podamos
hablar de casi todo, prácticamente no tenemos ni puñetera idea de
casi nada. Aurelio Arteta, autor del fabuloso libro Tantos tontos
tópicos lo describe así:
Para que nadie se llame a engaño, conviene advertir cuanto antes que el precio
pagado por quien pretenda desbaratar esos prejuicios es enorme. Zarandear los
agarraderos más recurridos de las gentes, ponernos delante el espejo en que ver
reflejadas su pereza o su tontería..., resulta tarea muy arriesgada. Emprenderla
le va a costar al osado la acusación de pedantería, elitismo y vanidad
desmesurada. Su destino más probable, el ostracismo social.[13]
Y Edward Bernays, el inventor de la auténtica mano invisible
que mece los mercados, lo condensó así en Cristalizando la opinión
pública:
El ciudadano medio es el censor más eficiente. Su propia mente es la mayor
barrera entre él y los hechos. Sus propios “compartimentos a prueba de lógica”,
su propio absolutismo, son los obstáculos que le impiden ver a través de la
experiencia y el pensamiento en lugar de mediante las reacciones del grupo.” [p.
122]
Por tanto, cuando oigáis hablar de órdenes espontáneos, manos
invisibles y demás tópicos al uso, estad alerta, pues las únicas manos
invisibles históricamente documentadas son la de Edward Bernays y
la de Diego Armando Maradona.

[1] http://www.econlib.org/library/Essays/LtrLbrty/bryTSO1.html
[2] http://www.archaeology.org/0901/trenches/lusitania.html
[3] http://lemonlimemoon.blogspot.com.es/2009/06/lusitania-gives-up-
secrets.html
[4] Los números de página de las citas están tomadas de la edición de
Orace Liveright, publicada en Nueva York en 1928
[5] http://www.historiadelamedicina.org/trotter.html
[6] http://losupeencuantotevi.blogspot.com.es/2010/09/antorchas-de-la-
libertad.html
[7] http://www.npr.org/templates/story/story.php?storyId=4612464
[8] http://www.prwatch.org/prwissues/1999Q2/bernays.html
[9]http://web.archive.org/web/20110514032526/http://www.bbc.co.uk/b
bcfour/documentaries/features/century_of_the_self.shtml
[10] http://www.youtube.com/watch?v=_0e1qvc3e1Q&feature=related
[11] http://select.nytimes.com/gst/abstract.html?res=F60711FF395E107B
93C3A8178CD85F408585F9
[12]http://books.google.es/books?id=mS7ZVKa6i3AC&pg=PA369&lpg=P
A369&dq=The+Price+of+Prestige%22+Newsweek,+1954&source=bl&ots
=8aP73UJRJ6&sig=HYIcwvaGfLvDLINLcertG47oolg&hl=en&sa=X&ei=
XrmuUMS3Foa4hAf1o4DYBA&ved=0CC0Q6AEwAQ#v=onepage&q=The
%20Price%20of%20Prestige%22%20Newsweek%2C%201954&f=false
[13] http://www.fronterad.com/?q=node/2665
Publicado por Cazador Entre Cascabeles a las 13:55
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13 comentarios:
1.
Jesús N.26 de noviembre de 2012, 1:11

Buenas noches,

Estupendo trabajo de documentación realizado en torno a la figura


de Edward Berneys. El artículo plantea o abre algunas cuestiones
de profundo calado. Enfrentados a ese tremendo coste de
conseguir la información para elegir un producto o votar un
representante preferimos fiarnos de los filtros, tamices, y resto de
artilugios que facilitan y al mismo tiempo distorsionan la elección
¿como actuar? Dices que sustrayéndonos de la información de
masas, buceando en las fuentes primigenias de las ideas. Es una
salida, cada vez será más importante y sin embargo no soluciona el
problema ¿como decidir? ¿como decidir en una sociedad de
masas? ¿como decidir en una sociedad de masas en la que la
opinión pública puede ser manipulada tal y como nos muestra
Berneys?

El consumo, la elección de un producto, es una cuestión


puramente individual. En realidad posiblemente no solo sea
puramente individual pero dejemos esa cuestión a un lado. Con la
"operación éxito" sin embargo, entramos en un terreno delimitado
de forma mucho clara como "ámbito colectivo" o de la política. Lo
que estaba en juego eran unas leyes de reforma agraria que
afectarían a una amplia colectividad y que habían sido aprobadas
por un gobierno elegido de forma colectiva.

En ese ámbito claramente colectivo ¿como actuar? Oigo hablar


cada vez más de democracia directa, presupuesto participativo,
soluciones que no afrontan la raíz del mal que nos muestra
Berneys. Mis exiguas lecturas de antropología me hacen intuir que
la solución al problema es institucional. Al fin y al cabo la solución
democrática/asamblearia no es más que una solución institucional
creada en las precisas condiciones materiales que se dieron en
Atenas en el siglo VI a.c.
A nivel filosófico sería una solución intermedia entre la situación
irreal en la que todo el mundo conoce toda la información
necesaria para decidir y la juzga exclusivamente en función de sus
ideas -situación que quizás se dio en Atenas siglo VI a.c.-, y la
situación planteada por Berneys de un gobierno en la sombra. Mi
solución son debates públicos abiertos en los que participan
expertos y el público general y en los que vota la ciudadanía
interesada y que ha seguido el debate. Sería simultaneo con la
democracia representativa.

Por supuesto esto da lugar a numerosas cuestiones aledañas


¿como plantear esto en una democracia representativa en la que se
supone que todo el mundo decide todo, aunque en la realidad no
es así? ¿Se puede considerar que estos debates socavan la
democracia "real", -digo real en el sentido de la forma en la que
esta implantada-? Me falta mucho por pensar al respecto,
considera esto "ideas en voz alta" que dejo aquí reflejadas por si te
sirven a su vez de inspiración.

un saludo
Responder
Respuestas

1.
Jesús N.26 de noviembre de 2012, 1:18

Y respecto a como dejar de esa forma tan elegante una


lista de tus entradas a la derecha del texto principal,
no recibí nada en Facebook ¿algún error? En blogger
mi e-mail es público: laproadelargo@gmail.com, por si
prefieres escribir ahí, como te digo, en facebook no he
recibido nada.

un saludo,
Responder

2.
Cazador Entre Cascabeles26 de noviembre de 2012, 9:31
La propaganda se cuela en nosotros a través de las ideas que el
grupo o el entorno al que pertenecemos nos suministra y nosotros
asumimos de forma acrítica o inconsciente. Lo malo no son las
ideas (imprescindibles por otro lado) que el grupo nos
proporciona, sino nuestra actitud frente a ellas.

Ideas tales como las que determinan nuestras expectativas


políticas (la democracia representativa es el mejor modo de
gobernar); nuestras ideas del éxito y el fracaso (que permiten que
deteminados bienes de consumo estén asociados al exito, etc);
nuestras ideas morales.

Estas ideas, que condicionan nuestros sentimientos, pues estos


son, en definitiva, indicadores físicos de nuestros procesos
psíquicos y nuestros procesos psíquicos, se nutren de ideas
generadas, en su mayor, parte fuera de nosotros.

La cuestión no es rechazar esas ideas que la sociedad nos


proporciona, sino evitar aceptarlas de forma acrítica. No dar por
sentado nada que no hayamos entendido, por bueno que no
hayamos probado, etc.

Obviamente, como el ser humano es limitado, no puede estar,


como decía Bernays, constantemente midiendo, pesando,
sopesando y experimentando de primera mano. Cuando digo ir a
las fuentes, no me refiero experimentar tú mismo en cada cada
una de las reacciones y proceos químicos de cada una de las
combinaciones de elementos de la tabla periódica. Pero si puede
juzgar de manera racional cuanto se le ofrece, bien sea un
producto, una teoría o una explicación. Puede comparar. Y puede
privilegiar unos cauces informativos en detrimento de otros pues
muchas veces el medio acaba convirtiéndose en mensaje

Coincido en parte con tu idea de democracia. Pero me surje una


pregunta: ¿Dejamos votar a quienes no acudan a los debates?

Un saludo Jesús. Muchas gracias por tu comentario


Responder
Respuestas

1.
Jesús N.27 de noviembre de 2012, 22:16

Buenas otra vez,

Lo que dices es cierto y sin embargo me deja un


pequeño regusto amargo. Estoy de acuerdo en que la
principal característica de la Propaganda es que llega a
nosotros a través del grupo, pero no podemos
sustraernos a su origen primigenio: Edward Berneys.
Berneys unió las emociones -independencia de la
mujer- a objetos -tabaco-, para un beneficio privado.
Unir emociones y objetos en si no tiene porqué ser
malo. Pero si nos vamos al caso de la operación "Éxito"
es diferente, mintió de forma consciente. Cuando se
crea Propaganda con información falsa, y conociendo
de hecho su falsedad ¿no deberíamos exigir
responsabilidad a Berneys?
Es decir, es cierto que su principal característica es
que nos llega a través del grupo, pero hay un origen
inicial y en ciertos casos puede estar sujeto a alguna
responsabilidad. No es lo mismo una mentirijilla a tu
mujer o tus padres, que una mentira utilizando los
medios de masas para lucro privado.

Respecto a mi primer comentario, es evidente que el


uso de la Propaganda también plantea incertidumbres
en el ámbito político. La respuesta del votante es
posiblemente emocional, y eso es lícito, no tiene nada
de malo. Es decir, a mi me gustaría que lo hiciese de
forma racional, pero no puede ser una imposición,
dado que no podemos oponernos a la propagación de
las ideas simplemente porque pretendan llegar a las
masas o porque lo hagan desde un punto de vista
emocional. De esto me he dado cuenta al leer tu
respuesta, dado que mi primer comentario ha sido un
tanto irreflexivo.

Y a pesar de todo pienso que las evidencias que


planteas en el artículo junto con los hechos que
estamos viviendo -y seguramente muchas otras
razones- deben movernos a replantear el sistema
político. La población está exigiendo mayor
participación, posiblemente también de forma poco
reflexiva. Lo que es cierto es que la democracia tiene a
sus espaldas un buen puñado de promesas
incumplidas, prometía que podríamos determinarnos
como sociedad, decidir que queremos ser, pero la
ciudadanía está empezando a verlo como una farsa. Y
en cierta forma lo es. Hay limitaciones a lo que
podemos llegar a ser, eso cualquiera lo comprende,
pero con la globalización las limitaciones sistémicas se
han multiplicado exponencialmente y esto la
población lo percibe claramente por simple
comparación con el periodo anterior.

En mi opinión o bien deshacemos el camino de


desvinculación iniciado y creamos redes de seguridad
o bien redefinimos el sistema político. Posiblemente
sean necesarios pasos en ambos caminos.

un saludo,

2.
Cazador Entre Cascabeles28 de noviembre de
2012, 9:24
Muchas gracia Jesús por tus comentarios, y por
mantener vivo el debate.

Propaganda está escrito en 1928 y la operación Éxito


se llevó a cabo en 1954 (si no recuerdo mal). Creo que
durante esos años Bernays se quitó la máscara o
terminó de perder la inocencia (quizá cínica e
interesada) mostrada en Propaganda, donde aun
reconociemndo la posibilidad de que se haga un mal
uso de la propaganda, él destaca sus virtudes como
elemento al servicio de la concordia y la democracia.

Bernays habla en ocasiones de la propaganda como


una manera de educar, una especie de segunda
Ilustración. A mi me parece que esto es una filfa y
mera propaganda de la propaganda. La propaganda no
es sino extender la producción a gran escala al terreno
de la inculturación, pero jamás puede considerarse
educación pues el individuo no participa activamente
en la construcción del conocimiento o acepta de una
manera crítica esos valores. Simplemente se le
imprimen en la mente como se le imprime la marca de
propiedad al ganado.

El uso de la propaganda, además, suele ser


unidireccional: de arriba a abajo; de los que tienen el
poder de dirigie a los que son dirigidos. Cierto que el
propagandista tiene en cuenta las aspiraciones de la
masa, pero no para complacerlas sino para ver cómo
puede apropiarse de esas aspiraciones es su propio
beneficio.

La propaganda vendría a ser la rebelión de las élites,


una reacción a la rebelión de las masas acaecida a
principios del siglo XX y que resulta flagrante tras la
Primera Guerra Mundial.

No obstante, al margen de los juiciso morales que


podamos hacer, la existencia de la propaganda es un
hecho y, nos guste o no, influye (y de qué manera).
Como dije, la única manera de vacunarnos es una
atenta vigilancia a cuantas ideas componen nuestro
armazón mental, para ver hasta qué punto son
genuninamente nuestras (por haberlas asumido de
manera consciente y racional) o son ideas vicarias (en
la forma de tópicos, prejuicios, asunciones
irracionales). Es, en suma, llevar al campo de las ideas
lo que el sistema inmunológico lleva a cabo a nivel
orgánico. Como ocurre en nuestro orgaismo, nunca
estaresmos exentos de virus o otros agentes
patógenos, pero lo importante es mantenerlos a raya,
que no condiciones o acaben con nuestra existencia.

Y eso nos lleva a formularnos dos preguntas:¿Está


todo el mundo en condiciones de hacerlos? Y, aun
estando en condiciones ¿estarían dispuestos? Y si ni A,
ni B ¿cómo los sumamos a nuestra causa? ¿Mediante
la propaganda? Sería paradójico. Como pretender
apartar a alguien del alchol a base de chupitos de
orujo. ¿Sirve de algo todo esto entonces?

Aquí me viene ahora una cita sacada del libro Tantos


tontos tópicos, un libro estupendo muchos de cuyos
capítulos está publicacos en internet:
http://www.fronterad.com/?q=node/2665

"Por qué continúas predicando, si sabes que no vas a


poder cambiar a los malvados?", le preguntaron a un
rabino. "Para no cambiar yo", fue su respuesta
(NORMAN MANEA)

Un saludo Jesús. Muchas gracias


Responder

3.
Óscar26 de enero de 2013, 18:12

¿No sería la educación en virtudes cívicas la mejor herramienta


para enfrentar la propaganda? Sería el espíritu crítio, expuesto en
vuestros comentarios, una de tales virtudes.
Responder

4.
Cazador Entre Cascabeles2 de febrero de 2013, 19:51
Muchas gracias por tu comentario. Intentaré aclarar un par de
ideas con un par de citas:

La primera es de la canción No somos nada, de la Polla Records

Queridos amiguitos, en este mundo todo está bajo control...


¿todo? ¡No!
Una aldea poblada por irreductibles galos
resiste ahora y siempre al invasor
con una poción mágica que los hace invencibles:
¡el cerebro!.

Sustituye cerebro por sentido común, sentido crítico, o cualquier


término parecido y verás como la analogía (que viene a ser el
algoritmo de los que somos de letras) funciona.
Así que no puedo sino estar de acuerdo contigo en que dar forma a
las virtudes ciudadanas en los individuos mediante la educación es
la clave. Y entre todas estas virtudes el espíritu crítico, que nos
obliga a depurar constantemente nuestras ideas y a juzgar con
minuciosidad las ajenas, es sin duda clave.

Una de las disciplinas que más ayudan a que que este espíritu
crítico se desarrolle es la filosofía. Sin embargo, como apunta
Aurelio Arteta:

"La presunta inutilidad de la filosofía viene a ser la confesión


clamorosa de que educar se ha vuelto ante todo una instrucción
para el mercado, una adquisición de destrezas (hoy se llaman
“habilidades”, una torpe versión de abilities) con vistas a ser
vendidas.

La religión cotidiana de la mercancía nos predica que no hay valor


de uso sin valor de cambio que lo respalde; esto es, que no hay
otras necesidades que las que puedan satisfacerse con dinero. La
vida y su riqueza quedan así notablemente recortadas.

Hay una incapacidad de comprender otro sentido de útil que no


coincida con el utilitarista, que haya cosas que merezcan la pena
aunque no tengan precio (o precisamente por no tenerlo). Y es que
el punto de vista de la técnica y de la producción han arrumbado
los interrogantes sobre nuestra praxis o conducta individual y
colectiva.

La razón instrumental reina sin disputa sobre la razón crítica o, lo


que es igual, el nuestro es un saber de los medios pero no de los
fines. Conocemos algunos porqués y muchos cómo, pero
ignoramos los principales para qué de nuestra existencia."

Puedes ver el artículo entero en este enlace. No tiene desperdicio

http://www.fronterad.com/?q=dejate-filosofias

Espero haber ilustrado con ambas citas que coincido contigo en


gran medida.

Un saludo majo. Muchas gracias por dejarte caer por aquí.


Responder

5.
jj mor15 de marzo de 2013, 10:18

Siento informar que el enlace


http://www.fronterad.com/?q=dejate-filosofias, no dirige al
artículo en cuestión.
Gracias por este interesante artículo.
Responder

6.
Cazador Entre Cascabeles20 de marzo de 2013, 0:11
Muchas gracias a ti por tomarte la molestia de leer el artículo, los
comentarios y advertirme del error.

El enlace correcto es este:

http://www.fronterad.com/?q=bitacoras/aurelioarteta/dejate-
filosofias

Un cordial saludo
Responder

7.
Gonzalo31 de enero de 2016, 17:21

A ver, una cosa: El caso de Bernays no es sino un ejemplo muy


claro de la utilización premeditada de la ciencia y la técnica para
dominar, no sólo el mercado, sino también a las personas.
También habría que profundizar en el hecho, tabú casi, de que
Bernays era judío, y que ese pueblo se denomina así mismo "el
pueblo elegido para reinar sobre los demás".
Las teorías de la conspiración, como se llama despectivamente hoy
a cualquier análisis de la realidad que vive nuestro mundo
globalizado, particularmente desde el final de la IIª Guerra
Mundial, sistemáticamente conducen a los judíos.
Lástima que tengáis todos tanto miedo en señalar a esa cultura
criminal como la causante última de los grandes padecimientos de
la humanidad moderna (guerras, crisis económicas, desigualdad,
hambrunas, politiqueo, oligarquías...). Se conoce que no habéis
estudiado las "perlas del Talmud babilónico", donde se recoge la
tadición oral judía desde hace milenios, y donde se lee sin
ambigüedad el odio calculado y feroz que los judíos sienten hacia
todos los demás pueblos.
Responder

8.
Cazador Entre Cascabeles7 de febrero de 2016, 18:39
Gracias por su comentario.

Hace usted una afirmación demasiado gruesa y no aporta ninguna


prueba. Bernays era judío, de acuerdo. Y Hitler luterano y Lenin
ortodoxo. ¿El hecho de que un miembro de una confesión religiosa
tenga unas determinadas tendencias, ha de ser imputable y
extrapolable al resto de los miembros de dicha confesión? A mi
modo de ver no

A lo largo de la historia no pocos han sido los pueblos que se han


considerado elegidos: Los egipcios, los atenienses, los griegos de
Alejandro Magno, después los romanos, los musulmanes, los
españoles, los ingleses, los alemanes, los estadounidenses...Es una
manera bastante manida de justificar decisiónes irracionales e
imposiciones injustas. Poco más.

No es miedo, es simple higiene mental. Para acusar se necesita


aportar pruebas. Como no puedo reunirlas me abstengo de emitir
juicios de valor sesgados y afirmaciones gratuitas. Si usted puede
aportar algo más que la simple mención del Talmud babilónico,
estaré encantado de escuchar su razonamiento.

En cualquier caso, conviene recordad que el Talmud es un


comentario a la Biblia que no puede ir en contra de ésta. Y en la
Biblia puede leerse:

Éxodo 23:9
No oprimirás al extranjero, porque vosotros conocéis los
sentimientos del extranjero, ya que vosotros también fuisteis
extranjeros en la tierra de Egipto.

Deuteronomio 10:19
Mostrad, pues, amor al extranjero, porque vosotros fuisteis
extranjeros en la tierra de Egipto.

Levítico 19:34
``El extranjero que resida con vosotros os será como uno nacido
entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo, porque extranjeros
fuisteis vosotros en la tierra de Egipto; yo soy el SEÑOR vuestro
Dios.

Salmos 146:9
El SEÑOR protege a los extranjeros, sostiene al huérfano y a la
viuda, pero trastorna el camino de los impíos.

Jeremías 22:3
``Así dice el SEÑOR: `Practicad el derecho y la justicia, y librad al
despojado de manos de su opresor. Tampoco maltratéis ni hagáis
violencia al extranjero, al huérfano o a la viuda, ni derraméis
sangre inocente en este lugar.

A la espera de que arme mejor sus argumentos, remito lo que


usted me dice al cajón de los prejuicios en los que, como dije, se
engarza la propaganda: "La manipulación propagandística de la
realidad se basan esencialmente en los tópicos, prejuicios, deseos
y opiniones que hunden sus raíces en el imaginario colectivo y que
afectan al individuo en la medida que participa de esa amalgama
de ideas preconcebidas y deseos heredados"

Un cordial saludo
Responder
9.
Jessica29 de junio de 2016, 3:38

Excelente artículo, no solo informativo sino también entretenido,


da ganas de seguir leyendo.
Responder
10.
Anónimo5 de mayo de 2017, 17:34

valiente hdp este y su tio ...mentirosos patologicos al servicio del


imperio...y lo peor de todo es que lo siguen haciendo y la gente que
es mas tonta que una cafetera , se lo sigue creiendo y ademas
admirando a los hdp que han estado diezmando el mundo y
asesinando inocentes desde hace cientos de anios...

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