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Guerra de la independencia.

La prosperidad de las trece colonias se vio


alterada cuando Inglaterra, escasa de recursos, impuso tres gravámenes
económicos a dichas colonias, a saber:

1. Dispuso que las propias colonias deberían pagar los gastos que
ocasionaron el ejercito ingles destacado en ellas.
2. Creo, asimismo, el papel timbrado (papel sellado) para el uso en los
contratos.
3. Estableció finalmente el impuesto del té.

Tales medidas no solo originaron la protesta unánime de parte de los


habitantes de las trece colonias, sino que decidieron estas romper
definitivamente todo nexo que los ligaba a la Madre Patria. Fue en el primer
congreso de Filadelfia (1774), al que asistieron, en condición de delegados,
patriotas eminentísimos como Jorge Washington y John Adams, que solicitaron
la abolición de todas aquellas leyes que imponían contribuciones a las colonias
sin el consentimiento previo de estas, fieles a la inviolable tradición inglesa:
“que no existe impuestos sin la aprobación de los que deben pagarlos”.
Reclamando para sí las mismas libertades y derechos de que disfrutaban los
ingleses del Viejo Mundo. El gobierno respondió con medidas de fuerza y con
el envío de más efectivos militares, originando encuentros como el de
Lexignton, favorable a los colonos provocando asi estas series de conflictos lo
que sería la independencia de los Estados Unidos de América el 4 de julio de
1776.

En el medio siglo transcurrido desde la declaración de independencia de


Estados Unidos, en 1776, hasta el hundimiento del poder español en Perú, en
1824, todo un continente se liberó de la tutela colonial. La emancipación
latinoamericana, en particular, fue precipitada por la intervención francesa en la
península Ibérica. En América, como en la propia España, el sometimiento de
las instituciones monárquicas a José I les privó de legitimidad y surgieron
nuevos poderes locales.

Entre 1804 y 1828 proclamaron su independencia una docena de Estados


americanos. El primero en hacerlo fue Haití, tras una sangrienta insurrección de
los esclavos negros, que puso fin al dominio francés. En la América española,
la independencia se consolidó tras prolongadas guerras, en las que resultaron
decisivas las campañas del argentino José de San Martín y el venezolano
Simón Bolívar. El último bastión del imperio español fue Perú, donde la guerra
quedó decidida en 1824, aunque la guarnición española del Callao resistió
hasta 1826. Brasil se separó de Portugal en 1822. Algunos de los nuevos
Estados se fragmentaron luego a su vez, como ocurrió en la Gran Colombia en
1830 y en las Provincias Unidas de Centroamérica en 1839. Uruguay, que
había sido ocupado por los brasileños en 1821, logró su independencia en
1828.

El movimiento independentista estadounidense fue un modelo para los criollos


en América del Sur. Si los norteamericanos habían logrado liberarse de
Inglaterra, la mayor potencia del mundo, los sudamericanos pensaron que les
iba a resultar fácil independizarse de una España débil. No obstante, la
influencia ideológica fue muy ambivalente. Primero porque a la mayoría de los
criollos no les gustaba el federalismo de los Estados Unidos. Bolívar era un
centralista férreo y la mayoría de los caudillos del movimiento independentista
eran también centralistas. Segundo, los criollos también veían con recelo el
sistema político liberal de Estados Unidos.

En pocas palabras Todas las grandes transformaciones ocurridas en la historia


han tenido en el fondo causas económicas. Así, tanto en los Estados Unidos
como en los países de Hispanoamérica, los grupos económicos surgidos
querían romper los lazos de dominación y opresión de las metrópolis, Gran
Bretaña y España respectivamente. La lucha económica era por romper con los
monopolios que les imponían aquellas monarquías colonialistas.

Entonces las luchas por la independencia de los pueblos americanos, del norte
y del sur, eran por alcanzar la Libertad, la soberanía y la igualdad, para que los
pueblos oprimidos alcancen la capacidad de autogobernarse sin tutelas de las
oligarquías europeas. El triunfo de la revolución de las 13 colonias
norteamericanas sobre el poderoso y más grande imperio colonialista de la
época, Gran Bretaña, demostró que sí era posible que los pueblos oprimidos y
subyugados de Latinoamérica alcanzaran también su independencia del
colonialismo español que ya estaba en franco declive.

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