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La actual persecución contra la iglesia nos recuerda a los Nazis que acusaban a
los judíos de ser los causantes de todas las miserias de Alemania. Cuando se
respondía a esas acusaciones, los Nazis proporcionaban algunos ejemplos reales
o inventados o exagerados. Así el pueblo fue preparado para odiar a los judíos.
¿Es cierto que los judíos cometieron crímenes? Sí, es cierto. Pero no más que los
cometidos por los demás alemanes. El hecho es que todas las etnias han
cometido crímenes. ¿Cuando un judío cometía un crimen era por culpa de su
religión? No. No era el judaísmo el causante de los crímenes, ni eran los crímenes
de los judíos diferentes a los de cualquier otro grupo. Pero la propaganda Nazi
saturó la creencia popular con historias de crímenes cometidos por judíos hasta
crear una imagen nefasta. Una imagen que parecía imposible constatar: Todo el
mundo "sabía" como eran los judíos.
Al defender a los judíos, ¿se estaría negando que algunos cometieron crímenes?,
¿se estaría minimizando el mal?. No. Más bien se estaría haciendo justicia,
poniendo las cosas en contexto y proporción. Dios quiera que todos luchemos
contra el crimen, que nunca se justifique un solo abuso contra un ser humano.
Pero acusar de criminal a una raza o etnia es en sí una injusticia que no hace más
que abrir las puertas a la agresión.
Para juzgar el pasado hay que conocer la historia y no manipularla o sacarla fuera
de contexto.
Uno de los casos que con frecuencia se utilizan como paradigma de los horrores
de la Inquisición es el famoso juicio contra Galileo. Recientemente recibimos una
queja reprochando a la Iglesia por haber "torturado y ahogado a Galileo en la
época medieval". Esta acusación, sin embargo, contiene varios errores de base: 1-
Galileo no vivió en los tiempos medievales, 2- Galileo no fue torturado, 3- Galileo
no fue ahogado ni muerto por violencia sino que murió anciano (76 años) en su
casa. Lógicamente el autor de la queja tomó su información de las historias de
Galileo que proliferan en los medios de comunicación.
Una cosa es criticar el juicio en sí, otra cosa es atacar a la Iglesia en general.
Galileo es católico tanto como lo son sus opositores. Los que atacan a la Iglesia
por el caso Galileo no la aman como lo hizo él, pues a pesar de todo, fue católico
toda su vida. En fin, es cierto que en el caso de Galileo se cometieron injusticias
(reconocidas ya por la Iglesia en el siglo XVIII). Pero Galileo también tenía buenos
amigos en la Iglesia (como el Cardenal Roberto Belarmino) y el Papa no firmó la
sentencia contra él.
Era aquélla una época que, como en todas, abundaron los crímenes procedentes
de todos los sectores. Los procedimientos de la Inquisición eran los medios de la
época y, en su esencia, los medios de las épocas anteriores y posteriores. No se
justifica. Pero los inquisidores que cometieron injusticias no lo hicieron por ser
ellos católicos sino por ser hombres influenciados por el mundo, por tener un
corazón duro en que la gracia de Cristo no pudo prevalecer. Esta distinción es
esencial.
El mal y las injusticias siempre han ocurrido y no han cesado. ¿Porqué se señala
la Inquisición? Reitero que estoy de todo corazón opuesto al abuso, a las
torturas... Pero también estoy de todo corazón opuesto a que se manipulen estos
terribles males para señalar a la Iglesia cuando es precisamente ella la que más
ha hecho por la dignidad del hombre.
Todos los hombres son pecadores. No por ser miembros de la Iglesia estamos
exentos.
El pecado ha existido desde Adán y Eva. Los abusos de derechos humanos,
particularmente contra los enemigos han sido siempre (y son) la penosa norma en
la historia. Nada más hace falta estudiar la historia de cualquier imperio, de
cualquier país, de cualquier raza o de cualquier época para constatarse de ello.
La Iglesia, compuesta de personas que viven en el mundo, ciertamente se ve
afectada por las prácticas del mundo. Pero el pecado no es fruto de la Iglesia.
Cuando sus hijos pecan, aunque estos sean de la jerarquía, es precisamente por
no vivir según su Evangelio, por no ser consecuentes con su vocación bautismal
de ser Iglesia.
Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen!
Lucas 17:1
Obviamente Jesús no justifica el pecado, pero nos advierte que aún en la Iglesia
somos vulnerables y siempre habrá buen fruto y cizaña creciendo juntamente (Cf
Mt 13:25-40). ¿Es la Iglesia la causante de la cizaña?. No. Su doctrina y su gracia
no fomentan cizaña alguna. Es el enemigo, el que opera en el mundo, quien
penetra y la siembra. Ciertamente debemos de renunciar al pecado y sacarlo de
entre nosotros. No podemos justificarlo. Ciertamente los católicos son
influenciados por el mundo y caen muchas veces en lo mismo que hace el mundo.
Pero ¡mucho cuidado de no condenar a la madre buena por lo que hacen los hijos
réprobos!.
Conclusión
Reflexionar sobre los males del pasado, dentro y fuera de la Iglesia, nos debería
ayudar a valorar más la verdad eterna de la doctrina de la Iglesia que brilla ante la
razón y nos reta a buscar nuestra propia conversión y a luchar por eliminar las
atrocidades de hoy día.
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--Zenit: Una cierta historiografía dibuja a la Inquisición con los colores de la tortura
y el calor de las hogueras. Por el contrario, algunos expertos cristianos defienden
la utilidad que tenían estos tribunales. Usted, ¿qué piensa?
Es verdad que en nuestro siglo se han dado genocidios, pero esto no quiere decir
que podemos analizar la Inquisición sin remordimientos.
Basta pensar, por ejemplo, en el debate actual sobre la pena de muerte. Al inicio
de este siglo, la pena de muerte era algo comúnmente aceptado, ahora, por el
contrario, su práctica es causa de auténticos problemas para la conciencia de los
cristianos. Esto demuestra que pueden nacer exigencias más rigurosas en la
conciencia cristiana. De este modo, se puede entender cómo ciertos actos, que no
fueron percibidos como un mal moral en una época, son vistos hoy como
inaceptables.
Pero quisiera añadir que la realidad moderna es paradójica. Hoy día vemos cómo
muchas personas critican las prácticas violentas de la Inquisición, y cómo luchan
contra la pena de muerte, pero al mismo tiempo asistimos a la liberalización del
aborto y de la eutanasia. De este modo, constatamos que el progreso de la
conciencia no es linear: se pueden dar pasos adelante en un campo y pasos atrás
en otro. Si, además, somos testigos de cómo algunos sistemas totalitarios, en
nombre de la «Razón de Estado», no han dudado en cometer masacres y torturas
de masa, entonces comprenderemos la complejidad de la historia. El hombre está
llamado a la santidad, pero es pecador y el pecado forma parte de la historia.
--Georges Cottier: Hay santos inquisidores, pues vivieron la caridad perfecta, sin
participar en las malicias morales de estas prácticas. Es conocido, por ejemplo, el
carácter severo de la Inquisición romana bajo el gobierno del Papa Pío V. Además,
no hay que confundir la estructura represiva de la Inquisición con la figura de
algunos inquisidores, cuya tarea consistía en identificar a los herejes y
convertirles. Los santos viven la vida evangélica, incluso aquellos que aceptaron la
inquisición, vivieron según esta senda. Uno de ellos fue, por ejemplo, San Pedro
mártir de Verona, quien es recordado en el calendario. Hay que tener en cuenta
que, en aquel entonces, no se percibía la incompatibilidad de algunas prácticas
con la difusión del Evangelio. La violencia ha abierto siempre las puertas a
períodos oscuros, especialmente cuando el poder civil ha tomado en su mano la
cuestión de la represión de los herejes.
Por lo que se refiere a Torquemada, hay que decir que era muy riguroso, pero la
búsqueda del rigor en ocasiones puede crear problemas. El afán obstinado por
perseguir el rigor de la virtud podría tener algo de inhumano. Basta pensar, por
ejemplo, en un hombre duro como Calvino. Tenemos que rehabilitar la moderación
que forma parte de la virtud de la prudencia en la lucha contra el vicio. A veces el
rigor puede ser exagerado, para convertirse un tipo de celo que deja de ser
evangélico. No creo que Torquemada fuera un sádico. Quizá se dieron casos
graves, en especial cuando utilizaba la tortura para obtener la confesión.
Tenemos que pedir perdón también por algunos pecados cometidos en la historia.
Pero se corre el riesgo de pedir perdón por hechos que nunca existieron. El Papa
habla de purificación de la memoria. Esto quiere decir que tenemos que purificar
nuestra imagen del pasado de los errores que son promovidos por la propaganda.
La idea horrorosa de la Inquisición difundida entre la opinión pública es
seguramente exagerada. Por este motivo, hemos decidido escuchar a los
historiadores para que nos digan qué fue exactamente la Inquisición. La petición
de perdón debe formularse basándonos en la información más exacta posible.
Este era el objetivo fundamental del Simposio y estamos contentos por los
resultados alcanzados.
--Zenit: ¿En qué medida estos resultados pueden ser estímulo o freno para el
diálogo ecuménico e interreligioso?
--Georges Cottier: Creo que pueden ser un auténtico estímulo a condición de que
se trate de un auténtico diálogo. La Iglesia no tiene miedo de la verdad y,
considerando que no puede haber diálogo sin dos interlocutores, tenemos que
esperar que la otra parte muestre la misma disponibilidad. Esta es la primera
condición del diálogo. Por este motivo, la investigación de la verdad histórica
debería ayudar a todas las partes interesadas en el diálogo. La inquisición fue
instituída por los católicos, pero la pena de muerte fue aplicada por otros muchos
sistemas y confesiones. De todos modos, estoy convencido de nuestra
disponibilidad para descubrir la verdad.
Inquisición
Pregunta hecha por Carlos Flores
Hola hermano, quisiera saber como le puedo contestar a los ataques de los
protestantes ante sus alegatos de la inquisición.
Usted ya sabe que en toda guerra existe lo que se llama "propaganda de guerra".
¿En qué guerra no la ha habido? Pues bien: no olvide que España en el siglo XVI
era la primera potencia mundial; casi todas las naciones europeas eran
enemigas suyas, al mismo tiempo era la principal muralla contra el
protestantismo. La única vez que se han juntado contra una potencia el odio
nacional y el religioso, los dos más grandes odios que existen. ¿Le extraña
entonces que haya habido una "propaganda de guerra" proporcionada? ¿No ha
oído lo que dicen hoy de los Estados Unidos todos los comunistas del mundo?
Ya puede ser una mujer todo lo honrada que se quiera, que si una lengua viperina
lanza con el anónimo una calumnia contra aquella mujer, y más si es envidiada por
su posición y poder, todo el mundo la señalará con el dedo y se harán comentarios
maliciosos a su paso. Que la acusen a Ud. de estafador. Tres palabras bastan.
Pero el refutarlo le llenará montañas de razones, testimonios y pruebas. La
acusación se lee en un momento, pero ¿quién va a tener humor para leer la
defensa, sobre todo si hay animadversión contra Ud.?
Le voy a dar a Ud. una receta fácil y eficaz de demagogia: Pinte Ud. una cárcel
lóbrega, por las paredes instrumentos de tortura, tres curas sentados tras una
mesa, a poder ser bien gordos (es de más efecto), regodeándose en ver cómo se
tortura a un hombre en el potro, o se le queman las plantas de los pies: si es una
mujer, todavía tiene más efecto. Debajo un letrero: "Los horrores de la Inquisición".
No se preocupe de más. Nadie va a ir a averiguar si Ud. miente o no. Llevaría
mucho trabajo y estudio. Sin embargo ahí van unas cuantas observaciones que no
debe Ud. olvidar en este asunto:
De hecho los judíos y los moriscos trataron más de una vez de que los
turcos invadieran España. No se olvide que entonces la pena de muerte se
daba muy fácilmente. En 1598 sólo en la prisión de Exeter, Inglaterra, fueron
ajusticiadas 74 personas, muchos por haber robado una oveja (Hamilton). Sir
James Stephen calcula que en 300 años hubo en Inglaterra 264.000 condenados
a muerte por diversos delitos. Unos 800 por año (más de dos por día).
¿Sabe Ud. que muchas veces los ladrones cuando huyen gritan: "al ladrón, al
ladrón", para despistar? Los protestantes se llevan las manos a la cabeza ante
la "crueldad" de la Inquisición. Pues bien, ahí van unos datos sueltos
sacados de historiadores serios, conocidos, casi todos de protestantes.
No se podía aprisionar a nadie hasta que no hubiese tales pruebas que fuese
evidente el delito. Se necesitaban por lo menos siete testigos juramentados ante
Notario. No se admitían denuncias anónimas.
Y por último, tenga Ud. presente que gran parte de las acusaciones están
tomadas de un sacerdote apóstata: Juan Antonio Llorente, que fue secretario
de la Inquisición (se puso de parte de los invasores franceses en la guerra de la
Independencia, tuvo que huir a Francia), y que él mismo confiesa que quemó
todos los datos oficiales de que se sirvió para su obra.
¡Estupendo! Que le acusen a Ud. de haber falsificado cheques, y cuando pida Ud.
las pruebas incriminatorias, le conteste su acusador que las quemó... Si eran tan
comprometedoras para la Inquisición ¿por qué nos las publicó?
Vayamos terminando, poco a poco, con las horribles acusaciones con que han ido
manchando a la Iglesia para los bajos fines de los acusadores...