Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
No cabe la menor duda de que si se quiere formar medicos de verdadera calidad hay que
tomar en cuenta, en la categoría “calidad”, toda la carga moral que llevan implícitas las
actitudes, las cualidades del carácter y el sistema de valores al que responden.
DILEMAS ÉTICOS
Pero las cualidades del carácter no son innatas, sino que se forman en el proceso de
enseñanza - aprendizaje, desde el hogar hasta el centro laboral o de actividades sociales,
pasando por la escuela en todos sus niveles, incluyendo la universidad.
Las cualidades del carácter, en fin, se forman en las relaciones sociales que establecen los
hombres en el propio proceso de producción y reproducción de su vida material y espiritual.
1
Por tal motivo, resulta imprescindible transmitir el conocimiento acerca de qué son las
actitudes, las cualidades del carácter pero, muy especialmente, todo lo relacionado con el
sistema de valores establecidos por la sociedad a la que se pertenece, a los efectos de que
cada cual pueda construir su propio sistema de valores personales y, en el caso de las
profesiones más connotadas en la sociedad, sus propios valores profesionales.
DESARROLLO
2
La Bioética, disciplina surgida, a principios de los años 70, en los Estados Unidos de
Norteamérica, muestra las características de la sociedad en la que se acababa de instalar un
nuevo modelo económico, el neoliberal, con su impresionante crecimiento económico, la
libertad desmedida y mal entendida que no respeta la propia libertad de terceros, y la falta de
equidad que le acompañan.
Todo lo anterior explica, si no justifica, el hecho de las teorías principalistas con un marcado
acento en la autonomía y la justicia. Desde Potter, su creador, hasta Beauchamp y Childress,
los teóricos del principalismo, están presentes los reclamos al respeto al derecho de elección
y determinación de cada individuo sobre una cuestión que le concierne directamente la
protección de su salud , selección equitativa de los sujetos propuestos para experimentación,
selección equitativa de los pacientes a atender con prioridad, etc.
Los autores de esta teoría principalista consideran que lo más importante en un dilema ético
es conceder la adecuada jerarquización a los principios, especialmente cuando éstos entran en
conflicto. En el caso de la no maleficencia es absolutamente incuestionable el cumplimiento
estricto del mismo en todos los casos, sin excepción. (3)
Por el contrario, Jonsen y Toulmin, (4) otros filósofos dedicados al estudio de la ética, son de
la opinión que en ética el procedimiento no debe partir nunca de los principios, sino de las
situaciones individuales. En realidad, no aceptan ninguna de las posiciones clásicas de
fundamentación de la ética, por el contrario, rechazan cualquier intento de elaborar una teoría
ética de carácter universal y con pretensiones de valor absoluto.
El procedimiento empleado por Jonsen, Siegler y Winslade, en su libro “Clinical Ethics”, (5)
no es más que la aplicación del método casuístico a la realidad clínica. Ellos destacan que en
la relación profesional de la salud-paciente no sólo intervienen éstos, sino también la familia
del paciente y las instituciones de salud y la sociedad en su conjunto, y en este proceso cada
uno de ellos aporta su propia perspectiva ética. Llaman también la atención sobre el hecho
3
que las máximas morales se crean a la vida a la vista de situaciones reales y concretas, por
tanto, si la situación histórica actual es completamente diferente a la de la época del
helenismo, las máximas morales de hoy diferirán sustancialmente de las de aquella época.
COMPETENCIA EVIDENTE
Otro importante elemento a tomar encuentra es la correcta priorización de los pacientes que
deben ser atendidos, así como la jerarquización, en el caso de un paciente particular, de las
necesidades básicas más urgentes de satisfacer; sobre todo, la prudente preparación de
equipos, materiales y medicamentos necesarios para enfrentar cualquier emergencia en el
servicio donde desarrollan sus actividades.
4
Todo lo anterior sólo podrá hacerse si se cuenta con medicos que posean evidente
competencia y desempeño profesional, puesto que sólo podrá evitarse el daño al paciente y, al
propio tiempo, asegurarle el bien necesario, si se sabe realizar bien su cometido.
CUESTIONAMIENTOS
¿Qué haría yo, si este paciente fuera mi..? ¿Qué es lo mejor para este paciente?
¿Qué sabe este paciente acerca de su enfermedad y qué quiere saber?
¿Cuáles son las preferencias de este paciente, con respecto al Plan de Atencion que se le
propone?
¿Cuál debe ser mi actuación, dentro del equipo de salud, para cumplir con la función de
abogada de la defensa que me asigna el paciente,
¿Qué necesidades afectivas y espirituales tiene este paciente y qué acciones espera de mí para
que sean cubiertas?
¿Es una vida que yo pueda apoyar o ayudar a mejorar su calidad?,,
¿Qué calidad de vida puede llevar este paciente?
Las respuestas a estas preguntas pueden ser validadas con el propio paciente, con sus
familiares más cercanos y con el equipo de salud que participa en su atención. Las preguntas
son orientadoras del actuar de los profesionales, en cada caso concreto, y hacen, en sí
mismas, un llamado al respeto a los principios éticos más elementales; pero además, recaban
del personal de salu el cultivo, con deleite de artista, de sus mejores virtudes morales.
5
CONSIDERACIONES FINALES:
La práctica histórica ha enseñado que los códigos no bastan para regular la adecuada
conducta de los hombres en cada caso. Por otra parte, el hombre tiene que tomar a diario
decisiones, algunas de mayor relevancia que otras, en ciertos casos con poco tiempo para la
elección de la alternativa más sensata, prudente y justa.
De manera que a la hora de tomar una decisión ética, en el campo de la clínica, no basta con
reconocer los valores que se admiten como universales. Es preciso tomar en cuenta, tanto los
valores de la sociedad en que se vive, y de la comunidad científica a la que se pertenece,
como aquellos valores personales de los involucrados en el proceso. Y no se trata sólo de los
casos en que se presenta un dilema ético de gran envergadura, sino en los actos más sencillos
de la práctica cotidiana en los que, a veces, se plantean disyuntivas ante enfoques éticos
diferentes, aunque no estén relacionados con situaciones amenazantes para la vida.
De ahí se deriva el criterio de que no basta conocer y reconocer el sistema de valores morales
aceptado por la sociedad y la comunidad científica a la que se pertenece; como no basta
tampoco conocer y aceptar los principios éticos que se han establecido en las relaciones
sociales y profesionales, ni avizorar las posibles consecuencias del actuar profesional.
6
desarrollar sus virtudes éticas o del carácter y, de esta forma, lograr una modificación
sustancialmente positiva en sus actitudes, en correspondencia con el sistema de valores que
se reconoce y que se expresen en hechos o actos en los cuales no se subestime la carga moral
que llevan implícita. Es decir, ser capaz de respetar los principios y medir las consecuencias.
Las personas, las familias y las comunidades que necesitan cuidados reclaman, con justicia,
que esos cuidados respondan no solo a grandes conocimientos sino que el empleo de los altos
índices de inteligencia de esas profesionales capaces vayan acompañados de la emoción
positiva del personal de salud que aman los cuidados que prodigan; pero sobre todo, que
aman a quienes prodigan sus cuidados.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
7
8