Está en la página 1de 4

¿Disminuye el catolicismo dominicano?

Pablo Mella, sj
Instituto Filosófico Pedro F. Bonó

Muchas personas de la sociedad dominicana se preguntan, ¿está disminuyendo la religión


católica en República Dominicana? Naturalmente, la pregunta lleva en sí misma un deseo de
comprender la situación institucional y el verdadero poder de la Iglesia católica en la sociedad
dominicana. Muy probablemente se piensa que el cambio de posicionamiento de la Iglesia
católica en relación a otras iglesias o creencias constituye un indicio de que la misma realidad
dominicana está cambiando.

Desde mi práctica pastoral, creo conveniente responder a esta pregunta de tres maneras
diferentes: en términos porcentuales, en términos absolutos y en términos cualitativos.
Explicaremos paso a paso por qué es importante responder de esta manera diferenciada a la
pregunta señalada. De ello se derivan algunas conclusiones prácticas y relevantes para vivir la
fe católica en nuestros días, respondiendo al llamado misionero al que nos invita el Papa
Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium.

1) El porcentaje de católicos en República Dominicana

En términos generales, desde hace un par de décadas, el porcentaje de católicos dominicanos


ha ido en picada. Algunas encuestas locales han llegado a calcular que los católicos
dominicanos representan el 69% de la población, cuando históricamente la cifra ha sido
superior al 90%.

Esto implicaría una seria caída del catolicismo. En este sentido, el porcentaje de caída
correspondería a la caída general del catolicismo en otros países de América Latina. La última
encuesta latinoamericana sobre el tema (llamada “Latinobarómetro”) sitúa el catolicismo en
torno al 67% de la población total de la región (ver cuadro 1).

CUADRO 1
¿Cómo entender este dato y qué desafío pastoral plantea? Puede decirse que la Iglesia católica
está perdiendo el control sobre la población de que gozaba desde los tiempos coloniales en
América Latina. Hubo colaboración y hasta mutua utilización entre la Corona española y la
jerarquía de la Iglesia católica. Esta colaboración interesada entre el poder político y el poder
religioso hizo de las sociedades latinoamericanas “cristiandades coloniales”. El término
“cristiandad” se refiere a un modo de entender la presencia de la Iglesia en el mundo.
Defiende la idea de que la Iglesia debe tener el control del Estado para garantizar la
evangelización. En este caso, la misión evangelizadora estuvo articulada con el poder colonial.

Se plantean dos desafíos pastorales atendiendo a la caída porcentual del catolicismo


latinoamericano:

1ro. La Iglesia católica latinoamericana (también la dominicana) se ve obligada a


abandonar el esquema político de la cristiandad. Tiene que aprender a vivir en la sociedad
con otros grupos, religiosos o laicos, que piensan distinto y que aspiran a un trato
igualitario por parte del Estado. Esto implica abandonar muchos privilegios a los que está
históricamente acostumbrada, sobre todos sus ministros ordenados (obispos, sacerdotes,
diáconos).

2do. Como consecuencia de lo anterior, la Iglesia católica debe aprender a ser


socialmente humilde. Debe cultivar el ecumenismo (la convivencia con otras iglesias
cristianas) y el diálogo interreligioso (el entendimiento con otras religiones no
cristianas, especialmente las autóctonas y las de origen africano). Pero sobre todo,
debe vivir la laicidad (el respeto y la colaboración constructiva con todas las formas de
creencia e increencia en la esfera pública; ver en ese sentido el Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia, nn. 571-572). Este último punto implica renunciar a
controlar la educación pública en materia religiosa a través del currículo del Ministerio
de Educación.

2) El número de católicos en República Dominicana

Ahora bien, a pesar de que disminuye el porciento de católicos dominicanos, el número total
no necesariamente decrece. El total de la población dominicana ha aumentado
considerablemente en los últimos 50 años; por eso es fácil postular que también ha
aumentado el número total de católicos.

A favor de este argumento se puede traer un dato que ofrece la encuesta “Latinobarómetro”
antes citada. La encuesta afirma que República Dominicana es un caso excepcional en América
Latina junto a México, pues en ella el catolicismo ha tenido un pequeño repunte porcentual en
la última década, de 1%. Veamos el cuadro 2 y comparemos:

CUADRO 2

En realidad, un 1% cae dentro del llamado “margen de error” de las encuestas. Lo razonable es
concluir que en República Dominicana el porcentaje de católicos se ha estabilizado y que, por
tanto, su número total ha aumentado.

Creo que muchas personas implicadas en la labor pastoral de la Iglesia católica dominicana
pueden testimoniar que su trabajo misionero ha aumentado. Son muchas las actividades de
evangelización que se realizan; en varios puntos del país la asistencia a misa ha crecido. Los
retiros espirituales tienen cada vez más demanda. Y un largo etcétera.

La conclusión práctica es la siguiente: ya que el número total de católicos sigue en aumento,


no debe caer el celo misionero. El trabajo pastoral sigue siendo mucho; quizá es mayor. Por
eso es importante “rezar al dueño de la mies para que envíe más obreros”. La pastoral
vocacional debe seguir buscando vías creativas para que crezcan no solo las vocaciones al
sacerdocio y a la vida religiosa consagrada, sino a una vocación laical comprometida con la
Buena Nueva en esta sociedad cambiante y necesitada de esperanza en la búsqueda de una
mayor justicia.

3) El crecimiento cualitativo

De todos modos, independientemente del porciento y del número total de católicos, la


pregunta más importante siempre será por el crecimiento cualitativo de la presencia de la
Iglesia de Cristo en el mundo. ¿Para qué queremos multitudes de católicos que tomen la
religión como una píldora para olvidar los problemas y dejar las cosas como están? ¿Qué
importa que el número de los que se dicen católicos crezca si no siguen al Cristo crucificado en
opción preferencial por pobres y excluidos? ¿Para qué fortalecer la cantidad de instituciones y
actividades católicas si no se aprende a dialogar con las personas que no creen lo mismo y, en
actitud farisaica, se les condena moralmente poniendo pesadas cargas en su conciencia?

Ciertamente, el número creciente puede ser signo de la vitalidad de la Iglesia, como narran los
Hechos de los Apóstoles. Pero en el seguimiento de Cristo, lo más importante es abandonar las
cómodas actividades de masas y responder como Pedro, cuando el Señor nos pregunte como
le preguntó a los Doce: “- ¿También ustedes quieren abandonarme? Simón Pedro le contestó: -
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6, 67-68).

También podría gustarte