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¿De donde surge el universo?

¿La filosofía y el origen del universo tienen algo en común? Es más que claro que tienen algo en común,
mejor dicho, tienen mucho en común, ya que la filosofía intenta explicar las cuestiones más generales del
universo. Se entiende por “universo” todo lo que tiene que ver con el ser humano, desde la física, la
metafísica, la sociedad (política, ética, moral, comercio, etc.), lo inefable (arte, música por ejemplo y amor),
y millones de millones de cosas más. El universo es el objeto de estudio de la filosofía. Todo está
relacionado, ya que el universo y su conocimiento es la razón de la filosofía. El origen del universo, el origen
de los tiempos, el origen de la materia, del espacio… Nada queda afuera de este sistema, ni siquiera el
pensamiento; por mínimo que sea.

En la cosmología moderna, el origen del universo es el instante en que apareció toda la materia y la energía
que tenemos actualmente. El universo podría haberse originado hace entre 13.500 y 15.000 millones de
años, en un instante definido.

El principal componente del universo son las galaxias, que pueden observarse a simple vista como puntos de
luz en el cielo.

Nada más que para hacerse una idea de lo grande que es el universo que nos rodea, vale destacar que el
planeta Tierra es apenas una parte del Sistema Solar, una galaxia que tiene 100.000 millones de estrellas y
que apenas es una entre cientos de miles de millones de galaxias que conforman el universo.

Algunos científicos piensan que la singularidad es consecuencia de un universo anterior que había
colapsado, (Big Crunch) que nuestro universo forma parte de un eterno ciclo de expansión y colapso. Un
principio físico fundamental es que “algo no se puede extraer de la nada”. Es posible que nuestro Universo
forme parte de muchos universos mayores; es una idea que defiende Martin Rees que cree que hay infinitos
universos con atributos diferentes y nosotros vivimos en uno que combina las cosas de tal forma que nos
permite existir en él.

Lo cierto es que un día se puede detener la expansión del universo y puede llegar a colapsarse sobre sí
mismo hasta reducirse a otra singularidad para iniciar de nuevo el proceso. Quien sabe, puede ser mañana,
o en un año, nadie sabe.

Nosotros, o sea la Tierra, se encuentra en un grupo galáctico, donde coexisten unas treinta galaxias unidas
débilmente por la gravedad. Nosotros nos encuentramos en la segunda galaxia en extensión, la Vía Láctea,
en la que conviven 100.000 millones de estrellas, dispuestas en espiral alrededor de un núcleo y
acompañadas de grandes masas de nubes y polvo. Nuestro sol está a 33.000 años luz de ese núcleo y
completa una órbita a su alrededor en 225 millones de años.

La Vía Láctea esta compuesta por 8 planetas: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y
Neptuno. Los planetas son astros que describen trayectorias llamadas órbitas al girar alrededor del Sol,
tienen suficiente masa para que su gravedad supere las fuerzas del cuerpo rígido, de manera que asuman
una forma en equilibrio hidrostático (prácticamente esférica) y han limpiado la vecindad de su órbita de
planetesimales.

Teorías del Origen del Universo

Existen diversas teorías sobre el Origen del Diverso, están las del Creacionismo y las del Evolucionismo,
están las teorías de Aristóteles, Darwin, Galileo, Newton. Y muchas más teorías.

Una de las más aceptadas es la teoría del Big-Bang o gran explosión, supone que, hace entre 12.000 y
15.000 millones de años, toda la materia del Universo estaba concentrada en una zona extraordinariamente
pequeña del espacio, y explotó. Esta teoría se basa en observaciones rigurosas y es matemáticamente
correcta desde un instante después de la explosión, pero no tiene una explicación para el momento cero del
origen del Universo, llamado "singularidad".

¿Qué es principio de todo?

La Filosofía aspira a interpretar las cosas en su totalidad. Dedicarse a la interpretación de sólo una parte de
los hechos (cuando no se trata de una especialización metodológica), no reza con esta disciplina. Es preciso
que lo incluya todo dentro de su visión última por la sola razón de que las cosas que integran ese todo
existen, son, de una u otra manera.

De este modo, el objetivo de la Filosofía es, teoréticamente al menos, un todo-unidad que puede ser,
simultáneamente, considerado como entidad única y como suma de entes parciales, aunque siempre
subordinados a su relación continua gracias a que sólo el total de ellos es lo que coincide con lo existente.

Ahora bien; en la práctica filosófica pueden darse, y se dan, problemáticas que hablan en contra de una
unidad efectiva en el total de los acontecimientos; las tendencias pluralistas, por ejemplo, hacen de la
desunión la base de sus doctrinas. Por otra parte, la limitación de nuestros recursos gnoseológicos hace
imposible, en nuestras actuales condiciones, el establecimiento de una visión total y definida sobre las cosas
que no tenga grandes posibilidades en contra de sus pretensiones de certeza o coincidencia con el hecho
real; coincidencia que, después de todo, resulta incomprobable por los mismos motivos que nos llevan a
dudar de ella.

A pesar de todo eso, la Filosofía sigue hablando del todo-uno. Pero es que el todo, la existencia, el sér,
(como quiera llamársele), el objetivo final a que en último término se refiere la Filosofía, tiene que ser para
ésta, en principio, una especie de premisa indeterminada e informe, pero innegable; antes de interpretarlo,
antes de descubrir su contenido, puede decirse que el todo es lo que sea, lo que haya y en la forma que
fuere; la investigación interpretativa de esa totalidad es precisamente la conocida labor sistemática
filosófica, su determinación es la tarea más ardua, pero el hecho de que ese sér esté ahí previamente es en
verdad el fundamento de todo lo demás. Y la Filosofía acepta esa premisa sin la cual toda su labor ulterior
no tendría sentido alguno.

Mas es el caso que toda actitud filosófica, para que sea satisfactoria, ha de explicar razonablemente todos
los factores que forman sus planteamientos. [41] El hecho de que la totalidad en general sea indispensable
sentarla como primera premisa fundamental para, de ahí, pasar a determinarla interpretativamente, no
justifica, por evidente que pueda parecer esa entidad, que la aceptemos sin más ni más, como suele
hacerse.

¿Cómo se desarrollo el ser humano?

La existencia de Dios ha sido objeto de argumentos a favor y en contra, propuestos por filósofos, teólogos y
otros pensadores.

La reflexión sobre la existencia de Dios plantea cuestiones filosóficas fundamentales en relación con la
ontología, e implica un debate entre diferentes posturas, cuya expresión habitualmente no se limita al
mundo de la racionalidad, sino que se extiende al de las creencias. El teísmo y el ateísmo son las posturas
teóricas favorables o contrarias a la existencia de Dios, respectivamente. Por su parte, el agnosticismo niega
la posibilidad de conocer la existencia de Dios. Se han propuesto muchas denominaciones que matizan o
definen con más precisión cada posible posición en este debate (panteísmo, deísmo, apateísmo, etc.)

Un problema básico es que no existe una definición universalmente aceptada de Dios. Algunas definiciones
sobre Dios no son tan específicas como para permitir llegar a probar que exista una realidad que se ajuste a
tales definiciones.

Los argumentos a favor de la existencia de Dios suelen incluir cuestiones metafísicas, empíricas,
antropológicas y gnoseológicas. Las alegaciones en contra suelen incluir cuestiones empíricas y
razonamientos deductivos o inductivos.

Aunque hace tiempo, buena parte del mundo académico occidental veía la cuestión de la existencia de Dios
como un tema intocable o un pseudoproblema, esta cuestión ha vuelto a suscitar debates vivos en filosofía.

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