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Introducción
Por líder positivo se entiende a las personas que actúan intencionalmente sobre un
grupo, logrando o auspiciando comportamientos que permiten alcanzar las metas comunes
– del grupo y/o de la organización - con el menor uso posible de recursos. Su intención es
poner en práctica su capacidad de ejercer poder, mediante la materialización de su
liderazgo. Ante contradicciones entre los objetivos de la organización y sus propias
necesidades, resigna estas y entiende que en el largo plazo esta actitud le rendirá beneficios
Los líderes pasivos son, según Bianchi, personas que actúan sobre el grupo con
efectos similares a los Positivos, pero sin actuación intencional. Es decir – agregamos - su
influencia no se origina en necesidades de obtener o de acumular poder, sino como
consecuencia natural de su mayor saber o idoneidad, en materia de la actividad propia del
grupo. Esta circunstancia genera admiración y deseos de imitación por parte de los demás
miembros y en consecuencia visualizan al referente como un líder.
Finalmente están los negativos. A estos, dice Bianchi, hay que eliminarlos, pues su
accionar sobre el grupo tiene como objeto lograr metas propias y no las del conjunto o las
de la organización al cual pertenecen.
Es escasa la bibliografía que trate sobre líderes negativos. El presente escrito tiene
por objeto indicar algunas características de este tipo de protagonista frecuente en las
organizaciones, cuyo efecto negativo es percibido generalmente cuando ya es tarde, pues se
comporta como un “lobo disfrazado de oveja”.
Las organizaciones sufren el efecto del líder negativo y su sombra puede perdurar
por mucho tiempo, inclusive luego de su partida. La impronta dañina permanece, pues
impacta fuertemente en las actitudes y en los comportamientos del grupo, incorporándose a
su cultura.
1
Revista Noticias; 20 de Diciembre de 2003; “Reportaje a Carlos Bianchi”; pag 100
Los líderes, todos los líderes, deben ser considerados como tales por los restantes
miembros del grupo, pues esta es su característica primera. Es decir, el rol no se asume en
soledad, sino que se logra cuando hay otros que así lo reconocen. Robinson Crusoe nunca
podría haber sido líder, pues en la isla no había otros ojos para aceptarlo. Mas allá de los de
Viernes, que no habrán constituido número suficiente.
Lealtad. Cada miembro del grupo sabe que puede confiar que si algo le pasara a él o
a su familia, López resolverá su problema. Esto siempre ha pasado y no se concibe razón
para que no siga pasando4. Para ello López, aunque el grupo esté conformado por una gran
cantidad de personas, conoce en detalle la vida de cada uno. Esposas enfermas, hijos recién
nacidos, maridos que abandonan el hogar, dificultades económicas, etc. son cuestiones que
se entremezclan con informes de vendedores, comportamientos de competidores, obras
realizadas y registraciones contables.
2
Robbins Sthephen F. y Coulter, Mary (2000) “Administración”, Edit. Prentice Hall; México, pag. 357
3
Robbins Sthephen F. y Coulter, Mary (2000) “Administración”, Edit. Prentice Hall; México, pag. 356
4
Aunque obviamente en otro contexto totalmente distinto, la espera por Enrique Mario Malito, el jefe, por
parte de los ladrones de banco, refugiados y cercados por la policía, en el departamento de Montevideo -
como cuenta Ricardo Piglia en “Plata Quemada” - es un excelente ejemplo de esta sensación de protección
que el líder otorga.
La lealtad se manifiesta en el plano de lo personal y también en el plano laboral. No
es extraño encontrar a López asumiendo como propio un error en las tareas de un
subordinado, sin delatarlo a los superiores.
Consistencia. López tiene fama de tener buen juicio para manejar situaciones. En el
pasado ha tenido éxito en pronosticar horizontes por venir, aún en circunstancias confusas
para la organización. Quienes esto recuerdan, suponen que él mantiene esta habilidad y bajo
este supuesto, confían que los sabrá guiar en el futuro, elaborando estrategias exitosas.
Pero Juan López no acumula puntos a su favor con las dos dimensiones restantes de
Robbins y Coulter: la Integridad y la Franqueza. No es honesto en sus discursos y con
frecuencia estas tienen dos expresiones, dependiendo una u otra, del público al cual están
dirigidos. Tampoco es franco, es decir, tiene información que no comparte con los demás,
sino, por el contrario, manteniéndola “in pectore”, pretende usarla a su favor en el futuro.
Estas dos áreas negativas de su comportamiento no perjudican su rol de líder, pues los
restantes miembros del grupo, por razones que se han de explicar más abajo, no exigen una
actitud distinta.
Una vez que llegó a cargos de responsabilidad, con personal a cargo, puso en
evidencia una característica que lo ha identificado por el resto de su vida: su incapacidad
para delegar. Es meticuloso y él mismo confiesa que le resulta difícil tolerar que las cosas
“...se hagan distinto a como yo mismo las hago”. Ha sabido superar esta limitación con el
uso de dos cualidades ya comentadas: a) su capacidad de poder llegar a conclusiones
generales a partir de información de detalle, por lo que no le es necesario mucho de la tarea
de los mandos medios, consistente en agregar o resumir datos e información; y b), su
dedicación al trabajo, que requiere de menores períodos de descanso que los que necesitan
los mortales comunes.
Cómo repercute estas particulares condiciones del liderazgo de Juan López sobre la
organización? Digamos primero que el efecto se observa esencialmente sobre los mandos
medios.
Son los mandos medios los que reciben la mayor parte de las consecuencias de un
liderazgo negativo. A continuación trataremos de identificarlas.
La selección de quienes ocupan los cargos en la Línea Media. Si esta selección
depende de la voluntad del líder, los seleccionados serán personas que no aspiran a
posiciones de poder o, lo que es lo mismo, no tienen interés de escalar posiciones que
supongan competencia con la posición del líder que los designa. Se ven satisfechos con lo
ya alcanzado y no contradicen la necesidad de aquel de monopolizar el mando general. El
líder por otro lado, que conoce las condiciones de su gente, no exige de ellos ni iniciativa ni
ambición, solo lealtad.
Por otro lado, la actitud del líder en instrumentar un sistema de control basado,
aunque más no sea parcialmente, en la infidencia de subalternos por debajo de su Línea
Media, provoca en estos, una sensación de inseguridad que solo se neutraliza mediante la
formalización comentada.
5
Lo que más popularmente se describe como “cuidar la propia quinta”.
Estos niveles de burocratización que se alcanzan como efecto de la acción del líder
negativo, y evidenciados en el comportamiento de la Línea Media, permanecen luego de su
partida, pues se incorporan fácilmente a su cultura. La organización queda sellada con su
impronta y será difícil lograr que desaparezca en busca de comportamientos más creativos,
flexibles y de respuestas más rápidas a demandas alternativas del contexto6.
6
Probablemente ayudará en el proceso de cambio cultural que deberá iniciarse a partir de la partida del
líder negativo, la aparición de otro, positivo ahora, y de características fundamentalmente carismáticas ;
pero este es un tema para otro artículo y excede las pretensiones del presente.