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LA RESURRECIÓN
PERIODISTA: Buenos días. Soy el Sr. Noticias. Hoy día tenemos en nuestra ciudad de
Jerusalén un reporte de las personas afectadas por la crucifixión del
hombre quien se le llamó “El Hijo de Dios,” Jesús de Nazaret. Ahora,
tenemos una entrevista con Barrabás. Sr. Barrabás . . .
PERIODISTA: Sí . . .
BARRABÁS: Oh… ¡ Ja ja ja! ¡Se molestaron los hombres religiosos! ¡Ja ja ja!
Bueno, él era mi pasaje de liberación.
BARRABÁS: ¿Cómo?
PERIODISTA: Discúlpame.
BARRABÁS: Ya, pues. Bueno, él está muerto. Yo estoy vivo. No me importa lo que
pasó con él.
PERIODISTA: Sabes que él dijo a sus discipulos que iba a recusitar hoy día?
PERIODISTA: Estas noticias acaban de salir… ¡Han visto a Jesús de Nazaret vivo!
BARRABÁS: ¡No! ¡No! ¡Él quiere venganza! ¡Me busca! ¡Tengo que esconderme!
(corre afuera)
PERIODISTA: Espera un momento, por favor. ¿Quién eres? ¿Qué pasó? ¿Y qué tienes
en tus manos?
PERIODISTA: Supongo que eran, pero ahora se parecen más a hierbas de té que tomaste
hace dos semanas.
MARÍA MAGDALENA: Sí, pues, lloré mucho sobre ellas. Pero, no importa ahora, porque no las
necesito. ¡Él está vivo! Íbamos a ungirle en el sepulcro, pero su cuerpo
no estaba.
MARÍA MAGDALENA: Sí, pues. Fui al sepulcro con Salomé y María – la otra María, no yo,
aunque tenemos el mismo nombre. Bueno, muchas mujeres tienen mi
nombre, pero no son yo. Es un nombre muy popular y, por supuesto, a
veces esto causa mucha confusíon. No sé cuantas veces que he
contestado cuando una persona llamaba a María, pero estaban llamando a
otra María. Por nada hice el esfuerzo. Pero, cuando él me llamó en el
jardín, yo sabía quien era él y que me estaba llamando a mí, no a las otras
mujeres…
MARÍA MAGDALENA: Oh, sí. Fuimos hoy día en la mañana al sepulcro con estas especias
aromáticas para ungir a nuestro Señor, pero nos decíamos entre nosotras:
¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? No me
malentiendas. Soy fuerte, pero esta piedra es muy grande. He visto
muchas piedras en mi vida y también he cargado muchas piedras en mi
vida. Pero esta piedra es como un cerro - es decir que es alta y ancha y
pesa. ¡Es enorme! Era necesario que muchos hombres la empujaran para
colocarla en la puerta. Y, un hombre, pobrecito, se chancó su dedo. ¡Ay
ay ay!
MARÍA MAGDALENA: Ya, bueno. Pero, cuando miramos, vimos removida la piedra, que era
muy grande. ¿Te he dicho cuán grande es esa piedra?
MARÍA MAGDALENA: Pero, ¿sabes qué? Él nos dijo en voz melodiosa y dulce: “No os asustéis;
buscáis a Jesús nazareno, él que fue crucificado; ha resucitado, no está
aquí; mirad el lugar donde le pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, y
a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os
dijo.” Sí, él nos dijo todo esto - ¿pero quién realmente pensaría que
pudiera resucitar? No entendimos la Escritura, que era necesario que él
resucitase de los muertos para triunfar sobre la muerte y darnos la vida
eterna. Y, como no entendimos, y todavía tuvimos miedo, entonces, ¿que
hicimos?
PERIODISTA: ¿Corrieron?
MARÍA MAGDALENA: ¡Claro que sí! ¡Corrimos como si hubiéramos fuego en nuestras faldas!
Y les dijimos a los discípulos, pero no nos creyeron. Y, bueno, me puse a
llorar – por tristeza, por miedo, y porque quería preguntarle a Jesús que
debía hacer en esta situación – pero él no estaba, pues. Pero, un hombre,
como el jardinero o el guardián, se me acercó y me preguntó qué pasó—
como un periodista, ¿no?
PERIODISTA: Supongo.
MARÍA MAGDALENA: Le dije que lloraba porque se habían llevado a mi Señor – O sea, primero
lo mataron, era un hombre inocente, y soltaron a este Barrabás, un
asesino. Y, encima, ahora ¡han robado su cuerpo! Pero, en este mismo
momento, escuché mi nombre – no los nombres de las otras Marías, pero
mi nombre. Él me llamó: “¡María!” Y me volví, y le grité “¡Raboni!
¡Maestro!” Y él me dijo: “No me toques, porque aún no he subido a mi
Padre; más vé a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro
Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” Así me mandó – casi se me olvidó.
Eres muy amable, aunque me hiciste la misma pregunta muchas veces,
pero no puedo pasar mi tiempo aquí conversando contigo. Tengo que ir y
contarles a los discípulos. Están llorando, ¡pero, estarán felices! ¡Jesús
vive! ¡Jesús vive! (ella sale corriendo)
PERIODISTA: Bueno, entonces, tengo que irme yo también. Oh, hasta la próxima.
Estás mirando canal 6. (él llama a un lado) ¡Barrabás – Jesús no te
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busca para venganza! ¡Jesús nos trae paz … perdón … vida eterna!
¡Sigámoslo! (sale corriendo)
Usado con permiso de www.puppetresources.com. Aquí podrá encontrar más escritos para títeres.