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Freud distinguió tres partes en el psicoanálisis: el consciente, el subconsciente y el

inconsciente.
El consciente (yo y pequeña parte del superyó) está formado por todos aquellos
contenidos psíquicos que llegan a la consciencia, es decir, esos contenidos en los que el
sujeto se da cuenta de su existencia.
El subconsciente
(divide al superyó) es la parte de la personalidad que se encuentra debajo del consciente.
En ella, se encuentran aquellos contenidos que les falta energía psíquica para llegar a la
consciencia.
El inconsciente (ellos que coge parte del superyó) está formado por un torbellino de
contenidos psíquicos inmorales, y sobre todo impulsivos. El inconsciente coincide con
la base de los instintos negativos humanos, como matar.
El yo es la parte ejecutiva de la personalidad, el yo está formado por una serie de
energías psíquicas que tienen la finalidad de controlar y de parar en seco al ello y al
superyó. Es el que manda en la personalidad, sobre el ello y sobre el superyó. Toda
persona dominada por el yo es una persona equilibrada mentalmente.
El superyó es la parte moral de la personalidad, es decir, está continuamente atacando a
la persona para decirle que sus actos no son correctos. Es la segunda dimensión
freudiana. El superyó se preocupa en no caer en el pecado, error o fallo.
El ello es la tercera dimensión y está constituido por una serie de instintos irrefrenables,
que no está neutralizados a veces ni por el superyó.

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