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Filosofía dominicana:
pasado y presente
Filosofía dominicana:
pasado y presente
Tomo I
Santo Domingo
2009
De esta edición:
© Archivo General de la Nación, 2009
Departamento de Investigación y Divulgación
Área de Publicaciones
Calle Modesto Díaz No. 2, Ciudad Universitaria,
Santo Domingo, Distrito Nacional
Tel. 809-362-1111, Fax. 809-362-1110
www.agn.gov.do
ISBN: 978-9945-020-82-3
–9–
LOS VALORES
Biografía y valor. Pedro Troncoso Sánchez
Ética y legitimación social. Pablo Mella, S. J.
TOMO II
¿Se puede hablar en la actualidad de un pensamiento
filosófico dominicano? Tomás Novas
FILOSOFÍA-LÓGICA-CIENCIA Y PSICOLOGÍA
¿Es la filosofía lo que ha sido siempre, o podría ser de
otro modo? J. Arismendi Robiou
El conocimiento poético y el conocimiento filosófico.
Antonio Fernández Spencer
Filosofía, veracidad y originalidad. Francisco Antonio
Avelino
Conductismo y filosofía. Enerio Rodríguez Arias
El texto científico y su fundamento. Odalís G. Pérez
Kant y los historiadores de la lógica. El discurso kantiano
sobre la lógica clásica. Angel Moreta
El falsacionismo de Popper y la filosofía de la ciencia.
Enerio Rodríguez Arias
Filosofía y fe cristiana. P. Jesús Hernández, SDB
IDENTIDAD-HISTORIA-CULTURA
Espiritualidad y cultura del pueblo dominicano.
Pedro Troncoso Sánchez
La patria como agonía: palabras introductorias a la
obra de Manuel Núñez, Peña Batlle en la Era de Trujillo.
Fernando Ferrán
Estructura y esencia de la historia. Juan Francisco Sánchez
Para seguir releyendo, haciendo y recontando la identidad
cultural y nacional dominicana: pistas e interrogantes.
Jesús M. Zaglul, S. J.
La tragedia ideológica del pensamiento dominicano.
Odalís G. Pérez
FILÓSOFAS Y FILÓSOFOS
Entre dos mujeres: Simone de Beauvoir y
Virginia Woolf». Lusitania F. Martínez Jiménez
El pensamiento filosófico de Andrés Avelino. Mabel Marta
Artidiello Moreno
La mujer y la cultura. Camila Henríquez Ureña
Feminismo. Miguel Angel Pimentel
Del sentido religioso. Delia Weber
Las ideas sociales de Spinoza. Pedro Henríquez Ureña
Naturaleza y estado en Spinoza. Elsa Saint Amand Vallejo
Observaciones a propósito de algunos puntos de las
teorías axiológicas. Hilma Contreras Castillo
La clasificación de las ciencias según Wundt. Mercedes Heureaux
Sentido de la civilización y la mujer nueva. Delia Weber
Una lectura a Hannah Arendt y la condición humana.
Alina J. Bello Dotel
Panorama socrático. Hilma Contreras Castillo
La exclusión de las mayorías. Crítica al animal político de
Aristóteles. Ingrid Luciano Sánchez
Cotidianas. Ilonka Nacidit-Perdomo
Pedro Henríquez Ureña. Su credo filosófico. Flérida Nolasco
La educación científica de la mujer. Eugenio María de Hostos
Sartre, el filósofo de la libertad. Lusitania Martínez
Perfiles
IN MEMORIAM
La reificación en Georg Lukács. Miguel Sáez............................67
SIGLO xviii
Antonio Sánchez Valverde. Rosa Elena Pérez de la Cruz.............103
SIGLO xix
El pensamiento filosófico en Santo Domingo. La Lógica
de Andrés López de Medrano. Juan Fco. Sánchez............... 125
La Lógica de Andrés López de Medrano: estructura e ideas.
Rafael Morla.................................................................. 145
Bonó o la fenomenología del alma dominicana.
Fernando I. Ferrán.......................................................... 159
Pedro Francisco Bonó. Emancipador mental y crítico de la
sociedad dominicana de segunda mitad del siglo xix.
Julio Minaya.................................................................. 173
Filosofía e ideas socialistas en República Dominicana.
Diógenes Céspedes............................................................ 209
Introducción al pensamiento político de Adalberto Chapuseaux
(Las ideas pre-socialistas en la República Dominicana, 1920-1930).
Alexis Viloria y Angel Moreta............................................ 223
SIGLO xix
POSITIVISMO
La religión de la humanidad. Federico García Godoy............ 243
Las ideas pedagógicas de Hostos.
Camila Henríquez Ureña . ................................................ 255
– 15 –
SIGLO xx
PERIODO DE TRUJILLO
Los problemas antinómicos de la categorial «Conciencia».
Andrés Avelino García Solano........................................... 267
La crítica categorialista a la ética kantiana.
Miguel Angel Pimentel.............................................................283
Filosofía de lo ético. Andrés Avelino García Solano............. 291
Metafísica categorial Andrés Avelino García Solano..................301
Mensaje de Osvaldo García de la Concha a Alberto
Einstein en La Cósmica. Osvaldo García de la Concha................311
Juan Francisco Sánchez: filósofo de dos mundos.
Francisco Pérez Soriano ................................................... 321
La vigencia de Santo Tomás. Juan Francisco Sánchez.......... 339
Abigaíl Mejía y los inicios del movimiento feminista
dominicano. Lusitania F. Martínez Jiménez........................ 349
La filosofía como fuerza generadora de la nacionalidad.
Armando Cordero............................................................ 377
El bergsonismo. Federico García Godoy.............................. 399
La teoría del escorzo: aproximaciones a una gnoseología
orteguiana. José Mármol.................................................. 409
Noticia crítica en torno a la evolución del pensamiento
filosófico de Juan Isidro Jimenes Grullón(1903-1983).
Alejandro Arvelo............................................................. 423
EXISTENCIALISMO
A propósito del existencialismo. Juan Francisco Sánchez..... 453
Análisis del existencialismo. Estervina Matos..................... 465
LOS VALORES
Biografía y valor. Pedro Troncoso Sánchez........................... 479
Ética y legitimación social. Pablo Mella, S. J....................... 485
Fundamentos axiológicos de la propuesta pedagógica de J.J.
Rousseau en su obra Emilio o la educación. Francisco Acosta... 499
El sistema ético-moral: últimos hallazgos. Daniel Vargas.........517
Introducción
El curso de las ideas filosóficas en la República Dominicana,
ha sido un poco heterogéneo, difuso y encubierto, en el marco
de las reflexiones sociales, literarias, estéticas, antropológicas,
históricas y sobre la naturaleza; maleza (de acuerdo con algunas
personas), constituida en un impedimento para encontrar una
reflexión filosófica nativa, propuesta en el lar nacional al estilo
de la filosofía occidental. Quizás esta es una de las muchas ra-
zones por las cuales, a las personas que están dentro y fuera del
campo de ejercicio de la filosofía, les ha costado o han decidido,
sin que esté precedida de una exhaustiva investigación, dar una
respuesta rápida al problema de si existe o no una filosofía domi-
nicana, asumiendo abruptamente su no existencia.
Pero bien, la finalidad de este trabajo es reunir lo hecho en
el país en materia de filosofía y no la respuesta a esta interroga-
ción que pasa primero por definir qué es la filosofía y establecer
si esta actividad humana debe plegarse al modelo clásico del
filosofar puro occidental. La filosofía europea se entiende como
un conjunto de sistemas, donde cada uno está interesado por
encontrar la esencia de todo lo que existe, apegado a la pregun-
ta más general, la universal interrogación sobre el origen, o del
Ser como causa de la totalidad. Si solo esto es filosofía, no la
encontraremos en el país, en donde –con la excepción de uno o
dos filósofos más cercanos al proyecto filosófico occidental– sus
pensadores, de forma individual, filosofan de manos del discurso
europeo y también aferrados (conservadores o no) a la pregunta
– 17 –
Ratificaciones-justificaciones
Normalmente se consideran trabajos filosóficos, los re-
ferentes a los grandes problemas y preguntas de la ontología,
conceptualizaciones tendentes a la totalidad, que interrogan
sobre el Ser, la libertad, la verdad, el origen, Dios, el alma, los
valores; de modo que guiados por esta consideración, vinculada
al filosofar puro, se ha decidido, a la ligera en muchos casos,
apuntar que no existe una filosofía dominicana. Indago entre
otras cuestiones, si existe una o la filosofía o pensamiento neta-
mente dominicano/a. Para tal misión debemos dar cuenta de las
personas que han trabajado la filosofía, sus categorías básicas y
explicar a qué nos referimos hombres y mujeres del país ubica-
dos en el área de la filosofía, o cercanos a ella, cuando hablamos
de filosofía y particularmente de filosofía dominicana. Recurro
de nuevo a la idea arriba expresada de que el trabajo filosófico
es un trabajo intelectual unido a una pregunta de fondo, familia-
rizada, aunque sea a distancia, con la ontología y con la historia;
al buscar quiénes somos, quiénes o qué somos como nación, cuál
es la identidad constitutiva del ser nacional y del ser personal,
también buscamos lo social, es decir, los roles genéricos en la
sociedad que impone los valores, piensa la literatura, toda la cul-
tura, temas tan filosóficos, como los del origen y la percepción
del espacio y el tiempo vinculados a una ciencia natural fuerte
como la física. Por el momento creo que es adecuado, y rinde sus
sorpresas filosóficas, someter pacientemente al análisis racional
y de la historia de vidas, los textos de cada época, que los seres
humanos exhalan como el sudor, en su lucha por vivir la cultura
establecida y hasta por negarla y denunciarla a favor de sus de-
mandas identitarias.
Filosofar es someter la historia a las categorías de la razón
como lo hicieron Hegel y los románticos, cuando abordaron la
idea de la cultura vinculada a la de nación.
4 Celia Amorós, Feminismo y Filosofía, Madrid, Editorial Síntesis, 2000, pp. 9-10.
Donde la filósofa reflexiona sobre el feminismo filosófico y los demás dis-
cursos sociales.
5 Lusitania Martínez, «El impacto de la epistemología genérica en las in-
vestigaciones filosóficas y científicas», revista Ak’ademia, Santo Domingo,
Publicación oficial del Departamento de Filosofía de la UASD, septiembre
de 2001, pp. 61-63. La filósofa trabaja la relación entre género y filosofía.
6 Carlos Beorlegui, ob. cit.
La defensa de la filosofía
Defender que solamente es filosofía el metarrelato europeo
matrimoniado con un logos monotemático, es una visión del
filosofar eurocéntrica y antipostmoderna, precisamente en el
núcleo teórico en el que la postmodernidad puede ser salvada,
como es en la integración de nuevos sujetos sociales en el vórtice
de la reflexión discursivo-filosófica.
Ya no es fácil defender la idea de la existencia abstracta y
universal del quehacer filosófico, conociendo que toda filosofía
es situada, como lo es el resto de los saberes; sin embargo, esto
no excluye ni impide que, aunque no exista la filosofía en abs-
tracto y sí las filosofías al decir de Sartre, definamos en la acción
política un filosofar que exprese la época, integrando desde sus
plurales mónadas discursivas en las que se muestra el espectro
de la ideología nacional, el modo de resolver y analizar los pro-
blemas clásicos de la filosofía pura y social. Tampoco negamos
que se pueda construir históricamente un discurso filosófico
universal para interpretar, explicar, solucionar los problemas
sociales y transformar la totalidad real. Yo sigo apostando por
la noción normativa de universalidad, que permite introducir
en el filosofar de base, de cara a los interlocutores y sus diversas
posturas filosóficas, las argumentaciones contrapunteadas en la
búsqueda de un consenso no ortodoxo, desde las diferencias.
16 Ibídem, p. 213.
17 Memorias del Primer Congreso... Observaremos allí las versiones contradicto-
rias de algunos de los participantes respecto a la influencia del romanticis-
mo en Duarte.
18 Juan Francisco Sánchez en su comentario a la Lógica de Andrés López de
Medrano.
La filosofía hoy
Dentro y fuera de la UASD en estos años, la filosofía parece
vivir, como en todas las épocas en su momento de rupturas, un
período floreciente. Las líneas filosóficas que predominaron
Bibliografía
Alfonseca, Iván. «Inquietudes filosóficas en Santo Domingo», Cua-
dernos de Filosofía, año 1, serie 2, Departamento de Filosofía
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Amorós, Celia. Feminismo y Filosofía, Madrid, Editorial Síntesis,
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podría ser de otro modo?, Ciudad Trujillo, Imprenta A. B. C., C.
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Artidiello Moreno, Mabel Marta. «El pensamiento filosófico de An-
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Arvelo, Alejandro. «Noticia crítica en torno a la evolución del
pensamiento filosófico de Juan Isidro Jimenes-Grullón (1903-
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Filosofía de la UASD, Facultad de Humanidades; y Centro Cul-
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Avelino, Francisco Antonio. «Filosofía, veracidad y originalidad»,
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de Santo Domingo, 1958.
Beorlegui, Carlos. Historia del pensamiento filosófico latinoamericano.
Una búsqueda incesante de la identidad, Bilbao, Universidad de
Deusto, 2006.
Introducción
En el presente trabajo nos proponemos iniciar el análisis del
concepto de reificación en la obra de Lukács, Historia y conciencia
de clase. Para poder llegar a la reificación es necesario comenzar
analizando otro concepto básico en Lukács: la totalidad concreta
y dialéctica. Y esto así, porque la totalidad –concepto que Lukács
considera central y específico de la metodología de Marx– es lo
que nos permite entender a la reificación como la categoría cen-
tral que da cuenta de la totalidad capitalista. Dedicamos, pues,
una primera parte al análisis del concepto de totalidad.
En la segunda parte pasamos a analizar la reificación como la
forma típica de alienación dentro del capitalismo que, arrancan-
do y fundamentándose en la base económica, se extiende a todo
el conjunto social. Para ver la peculiaridad de esta alienación
capitalista debemos aclarar un poco ese concepto general de
alienación y por eso le dedicamos un apartado. Y para entender
el fundamento económico de la reificación hay que analizar el
fenómeno mercancía y su fetichismo y por eso dedicamos otro
apartado, analizando lo que Marx dijo en El Capital. Este pro-
cedimiento tiene su importancia metodológica porque, como
es conocido, fue de la lectura del Fetichismo de la mercancía que
– 67 –
I. La categoría de totalidad
La categoría de totalidad –«totalidad dialéctica» o «totalidad
concreta»- que Lukács introduce en su obra Historia y conciencia
de clase, se convierte en la columna vertebral que articula todos
los ensayos que constituyen la obra. En efecto, los temas tan varia-
dos que integran su obra están dependiendo de dicha categoría
y a la vez contribuyen a aclararla en varios sentidos:
- Destacando la importancia epistemológica y metodológica de
esa categoría como la central del método marxista.
- Realzando la profunda vinculación entre Hegel y Marx.
- Indicando su carácter necesario para llegar a una verdadera
conciencia no ideológica, especialmente para la conciencia
del proletariado.
- Permitiendo entender la reificación como la categoría que da
cuenta de la totalidad capitalista.
6 Ibídem, p. 42.
7 Ibídem, p. 15.
8 Ibídem, p. 11.
9 Ibídem, p. 15.
10 Ibídem, p. 24.
II. La reificación
1. Aclaraciones generales
Uno de los objetivos centrales y manifiestos en varios trabajos
de la obra de Lukács es presentar la categoría de reificación o
cosificación como la representación fundamental de la sociedad
capitalista en cuanto totalidad concreta y dialéctica.
La reificación arranca y se fundamenta en lo económico
pero se extiende a todas las demás manifestaciones, tanto obje-
tivas como subjetivas de la sociedad capitalista. Por tanto, es una
categoría que nos permite comprender el fenómeno capitalista
como una totalidad, descubriéndonos el carácter homogéneo de
sus momentos o componentes objetivos y subjetivos, su movili-
dad y estructura dialéctica, su carácter histórico y, sobre todo, su
superación práctica.
Ante todo, debemos comenzar por aclarar el significado del
término reificación o cosificación para evitar ambigüedades. Su
idea central es que en el capitalismo tanto las manifestaciones
objetivas como las subjetivas de la vida social adoptan el carácter
y la forma de una cosa. Esto no quiere decir que los hombres, los
productores y sus productos sociales, tanto los materiales como
los espirituales (de la conciencia) sean o se conviertan todos en
simples entes físicos o cosas. Quiere decir solamente que ambos,
productores y productos, se convierten en elementos de sistemas
autónomos, que pierden todo aspecto cualitativo para devenir
en realidades abstractas, cuantitativas y despersonalizadas. En
suma, adoptan analógicamente el carácter inerte, impersonal y
autónomo que caracteriza el ser cosa.
Es en este sentido que Lukács va a utilizar esta categoría de
reificación. Aquí queda apenas esbozada a la espera de análisis
más detallados.
Señalábamos cómo la reificación es una forma de objetivación
propia de toda la totalidad capitalista. Pero lo que caracteriza y le
confiere su pleno sentido social es el fenómeno que la produce.
Como señala repetidas veces Marx, «los objetos sociales no son
cosas sino relaciones sociales objetivadas». Entonces, la presencia
de esta objetividad reificación de la sociedad capitalista implica
2. El concepto de alienación
Para Hegel la alienación es un proceso necesario tanto de la
Idea o Espíritu Absoluto como de la Naturaleza y del Hombre.
Todo proceso de «exteriorización» (Entäusserung) es necesa-
riamente un «extrañamiento» o alienación (Entfremdung). En
consecuencia, en el caso del hombre, su trabajo, en la medida en
que es «exteriorización» de una capacidad humana, es también
«extrañamiento» o pérdida (alienación) de ella.
Ya desde 1805-6, y luego en La fenomenología del espíritu, Hegel
había desarrollado una verdadera dialéctica de las necesidades
y del trabajo. Y dio una doble caracterización del trabajo huma-
no como alienante y alienado. Para Hegel el trabajo humano
es alienante porque es, por naturaleza, una exteriorización de
alguna capacidad humana con lo cual el hombre pierde algo
que le pertenecía; y es alienado porque las necesidades van siem-
pre por delante de la producción que nunca podrá satisfacerlas
plenamente.
En Hegel el concepto de trabajo como alienado y alienante
tiene una clara naturaleza antropológica ya que la alienación
está fundada en la naturaleza humana y no se podrá resolver ni
siquiera cambiando las estructuras de la sociedad. Es un proceso
necesario.
Considero importante hacer estos planteamientos sobre la
alienación en Hegel porque, como es sabido, Marx se moverá en
sus primeras obras (al menos hasta los Manuscritos de 1844) bajo
3. El fetichismo de la mercancía
El análisis que, sobre este punto, realiza Marx en El Capital
comienza señalando que no hay que ver la mercancía como algo
simple y evidente en sí misma; su naturaleza es muy compleja,
«llena de sutilezas metafísicas y de argucias teológicas».26 Si en la
mercancía consideramos su valor de uso no hay nada misterioso
en ella, ya que sirve para satisfacer determinadas necesidades
humanas y sus propiedades son producto del trabajo humano.
De manera que «su misterio no proviene de su valor de uso, ni
tampoco de los caracteres que determinan su valor».27 Porque, en
efecto, su valor viene determinado por la energía física o cerebral
invertida; y la cantidad de esa energía es medida, de una u otra
forma, por el tiempo necesario para producir la mercancía.
Entonces, cuál es la fuente del carácter enigmático del pro-
ducto del trabajo tan pronto como reviste la forma de mercan-
cía, se pregunta Marx. Y responde: «Proviene evidentemente de
esa misma forma» y, a continuación Marx comienza a detallar la
transformación que la forma mercancía opera:
El carácter de igualdad de los trabajos humanos adquiere la
forma de los productos del trabajo; la medida de los trabajos in-
28 Ibídem, p. 75.
29 Ibídem.
30 Ibídem, p. 80.
4. La racionalidad
Hasta aquí hemos expuesto, en síntesis, la raíz de la reifica-
ción en el «fetichismo de la mercancía». Pero debemos analizar
algunos elementos de esta síntesis. Para ello vamos a utilizar la
categoría de «racionalidad» que Lukács toma de Weber, ya que
piensa que el principio que dirige el proceso de reificación capi-
talista es la «racionalidad».
Con la categoría de racionalidad, Weber pretendía, frente
a otras explicaciones sociológicas de principios del siglo pasado
(por ejemplo, los aspectos demográficos, mercantiles, éticos,
etc.) dar cuenta del carácter específico del capitalismo.
En términos generales, racionalización significa la progra-
mación y planificación de la vida humana por medio de sistemas
científicamente calculados. De manera que implica la operación
de adaptar los comportamientos humanos a las exigencias de
sistemas autónomos, previamente calculados. Supone una dispo-
sición calculada de medios afines y un control de la conducta por
41 Ibídem.
42 G. Piana y otros, «El joven Lukács», además, Georg Lukács, Historia y con-
ciencia..., pp. 199-265.
Conclusiones
Para concluir este trabajo vamos a sintetizar sus puntos más
importantes.
- La categoría de totalidad dialéctica o concreta tiene una im-
portancia fundamental en la metodología marxista, vincula
a Marx con Hegel, permite entender la reificación como
expresión cabal de la totalidad capitalista y su ausencia meto-
dológica produce el conocimiento ideológico. Pero creemos,
frente a Lukács, que es necesario destacar la determinación
que los momentos económicos –la infraestructura– ejercen en
el resto de la totalidad social. Como principio metodológico,
la totalidad determina al objetividad de las partes que la com-
ponen: es, por tanto, un principio ontológico también.
- La reificación es la categoría que representa en su peculiari-
dad la totalidad capitalista. En el capitalismo, tanto las mani-
festaciones objetivas como las subjetivas adoptan el carácter
autónomo cuantitativo, inerte, estático e impersonal que
caracteriza al ser cosa.
- La alineación, en el sentido completo que Marx le da en su
obra conjunta, supone un extrañamiento u objetificación ilu-
soria de las propiedades y características humanas a través del
proceso de producción, de forma que los productos, el propio
proceso de producción y el producto mismo se convierten en
algo ajeno y opuesto a él. La alienación se origina en la divi-
sión natural (no voluntaria) del trabajo.
- Con la aparición del sistema capitalista, la alienación sufre
algunas modificaciones: los productos adquieren la forma de
mercancías; esta forma invade al propio productor (su fuerza
de trabajo es mercancía) y el mismo proceso de producción.
Y la forma mercancía adquiere características fetichistas al en-
cubrir relaciones sociales de los hombres y presentarlas como
relaciones entre cosas. Esta cosificación que opera la mercan-
cía es la reificación o alienación capitalista que radica en la
base económica, pero se extiende a toda la totalidad social
capitalista.
Bibliografía
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nez Roca Novocurso, 1971.
Gabel, Joseph. Sociología de la alienación, Buenos Aires, Ed.
Amorrortu, 1973.
Jakuwosky, Fedor. Las superestructuras ideológicas en la concepción
materialista de la historia, Madrid, Ed. Comunicación, Serie B,
1973.
Lukács, Georg. Historia y conciencia de clase, México, Ed. Grijalbo,
1969.
Mandel, Ernest. La formación del pensamiento económico de Marx,
México, Ed. Siglo xxi, 1975.
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1976.
_______. El Capital, Madrid, EDAF, 1967.
_______. Fundamentos de la crítica de la economía política, Madrid,
Ed. Comunicación, 1972.
_______. Manuscritos económicos-filosóficos, 2da. Ed., Madrid, Alian-
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_______. Contribución a la crítica de la economía política, Buenos
Aires, Ed. Estudio, 1973.
_______. Introducción a la crítica de la economía política, Buenos
Aires, Ed. Estudio, 1973.
Piana, G. y otros. «El Joven Lukács», Cuadernos del Pasado, Bue-
nos Aires, el Presente, 1970.
Tierno, G. Antología de Marx, Madrid, Ed. Cuadernos para el
Diálogo, 1972.
Silva, Ludovico. Antimanual, 2da. Ed., Caracas, Ed. Monte Ávila,
1976.
_______. Marx y la alienación, Caracas, Ed. Monte Ávila, 1973.
– 103 –
6 Antonio Sánchez Valverde, Idea del valor de la isla española, pp. 12-13.
7 A este respecto Utrera resalta la moral del racionero, quien, aun viendo
arruinado su porvenir, no opuso resistencia en este caso, más bien alabó
al presidente Azlor por mediar una amonestación que podría propiciar
futuros ascensos.
10 Ibídem, p. 28.
11 Ibídem, pp. 39-40.
16 Ibídem, p. 221.
17 Marcio Veloz Maggiolo en su obra Sobre cultura dominicana y otras culturas,
1977, define al criollo como el resultado de «(…) una forma de adaptar
el mecanismo cultural importándolo, asimilándolo, y variándolo hasta
producir un mecanismo nuevo. Pero es además la improvisación de aquel
mecanismo que no trajo el extranjero. Lo criollo, en cada país americano,
revela formas de ingenio y soluciones que son sorpresivas o nuevas para el
colonizador, porque surgen de una necesidad puramente local en todos
los aspectos. […] lo criollo surge pues de la hibridación, y la hibridación
no es otra cosa que la tendencia hacia una visión cultural y racial diferente
de la que en un principio fue regla en las colonias», p. 15.
19 Ibídem, p. 257.
20 Ibídem, p. 258.
21 Ibídem, p. 253.
22 Ibídem.
23 Ibídem, p. 254.
28 Ibídem, p. 398.
29 Ibídem.
30 Ibídem, p. 399.
El pensamiento filosófico
en Santo Domingo. La Lógica
de Andrés López de Medrano1
Juan Fco. Sánchez2
Introducción
De Andrés López de Medrano –como de la gran mayoría
de los escritos nativos del siglo xviii– se han publicado pocas
noticias. Por el acucioso historiador Fray Cipriano de Utrera3
sabemos que era natural de Santiago de los Caballeros; que fue
estudiante de nuestra Universidad tomista, en la cual se graduó;
que más tarde, en 1821, alcanzó la dignidad de Rector de la Uni-
versidad de Santo Domingo, –ya laica para esa época–, y que,
como tantos otros dominicanos, emigra a Venezuela por razones
políticas: (en este caso la ignominiosa ocupación haitiana). Allí
aparece graduándose en Artes en la universidad caraqueña, con
una tesis sobre «el alma considerada como creación divina».4
– 125 –
5 Pbro. Antonio del Valle Llano, La Compañía de Jesús en Santo Domingo, Ciu-
dad Trujillo, R. D., 1950, p. 251 y nota 11. Sin embargo, parece que más
tarde se volvió a enseñar la lógica escolasticista, según se puede colegir por
el descubrimiento de un texto de este tipo que es probable se enseñase
en el Seminario. La obra pertenece a la biblioteca privada del Lic. Emilio
Rodríguez Demorizi, quien nos la ha enviado para su constatación, y su
título completo puede verse en la «Noticia biográfica», debida a su pluma,
que completa el presente trabajo. Se trata de una lógica escolasticista cuya
reimpresión interesada «por un sacerdote anciano profesor de jurispru-
dencia en la antigua Universidad Real y Pontificia de Santo Domingo…»
demuestra a las claras un intento de reacción contra la corriente sensua-
lista introducida por López de Medrano. Al ver dicha obra en mi mesa de
trabajo, el Dr. Vetillo Alfáu Durán, compañero de labores universitarias, ha
creído identificar al «anciano profesor», y al efecto, me pasó la siguiente
nota que incluyo para beneficio del lector:
«Tanto en la Lógica o elementos de la filosofía escolástica moderna, como en la
Metaphisica o sea un pequeño bosquejo de la filosofía, publicas (sic) en Barce-
lona, en la Imprenta de la Viuda é Hija de Garriga y Aguasvivas, en el año
de 1842, se consigna que cada volumen fue «Mandado á la prensa por un
Sacerdote anciano profesor de Jurisprudencia en la antigua Universidad
Real, y Pontificia de Santo Domingo que es hoy provincia de la República
de Haití». En efecto, para esa ominosa época, hacía uno veinte años que
nuestra célebre Universidad había visto abatir sus aulas y casi todos sus
antiguos profesores habían pasado a mejor vida.
Empero, todavía existía en esta ciudad, cargado de años pero haciendo
vida activa y útil, el doctor fray José Antonio Bonilla y Torres, de quien dice
el historiador eclesiástico dominicano canónigo y licenciado don Carlos
Nouel lo siguiente: «Hombre de vastos conocimientos, instruido en las
ciencias sagradas, políticas y sociales, había sido durante algunos años, en
sus buenos tiempos de la antigua Real y Pontifica Universidad de Santo
Domingo, Profesor en ella, de la cátedra de jurisprudencia». (Historia
Eclesiástica, Santo Domingo, Tip. El Progreso, 1915, tomo III, p. 86).
Y en un folleto de 9 páginas que dio a la estampa en el año de 1889 el
señor Alejandro Bonilla, titulado Contestación al opúsculo del señor Don José
María Serra, S. D., Tipografía Comercial, 1889, aludiendo a su tío carnal,
el mencionado Padre Bonilla, expresa que «fué Provincial de la orden
de San Francisco, profesor en ambos derechos del claustro de la antigua
Universidad Real y Pontificia de la Ciudad de Santo Domingo, doctor en
Derecho Civil y Canónico».
Como para esa época no existía ningún otro antiguo profesor, que además
lo hubiera sido de Jurisprudencia (a menos que se pruebe lo contrario),
puede, pues, afirmarse que el «Sacerdote anciano profesor de Jurispru-
dencia en la antigua Universidad Real y Pontificia de la ciudad de Santo
Domingo» que mandó a la imprenta los dos tratados filosóficos mencio-
nados, respondía al nombre de fray José Antonio Bonilla y Torres, quien
murió en 1855. (Nota de V. A. D.).
6 Antonio del Valle Llano, La Compañía de Jesús..., pp. 46-53.
7 Ibídem, p. 250.
Comentario crítico
El exordio del párrafo 1, está dedicado a sus jóvenes discí-
pulos, principiantes sin duda a juzgar por la frase: «ya habéis
ingresado en el ámbito de la Facultad de Filosofía…»; futuros
hijos espirituales a quienes quiere «enseñar y asentar la moder-
na filosofía, apoyándola en solidísimos experimentos». Con lo
cual da el autor la clarinada empirista, tan en boga en su época,
que demuestra su interés y propósito de curar desde el princi-
pio a sus alumnos de la falacia del abstraccionismo estéril que
derrocha la potencia del pensamiento en vanas especulaciones
Sección primera
I
Una vez definidas las cuatro operaciones mentales, el autor
va a dividir su libro en cuatro secciones, correspondientes cada
una a las cuatro operaciones fundamentales.
Conforme al método (que tanto prestigio y fecundidad dió
a la ciencia natural en los siglos xvi y xvii) de analizar las cosas
en sus últimos elementos hallamos que las unidades elementales
de los conocimientos son las ideas. A éstas hay que agregar el
complemento de las palabras, pues no hay idea sin palabra; el
pensamiento se termina y completa en la verbalización, cosa que
hay que tener muy en cuenta pues su influjo es «increíble» y
hasta peligroso.
Tomada en sí misma, la idea es «mera representación de un
objeto en la mente»; la representación mental es posterior a la
impresión de los sentidos. Aquí el autor usa la clasificación de
Hume: lo actual y lo vivencial es la impresión, lo formado poste-
riormente es la idea. En el principio, las ideas son imágenes de
los objetos, por lo tanto son individuales y singulares. Pero con
el desarrollo mental que trae aparejada la edad, adquirimos la fa-
cultad de combinarlas cada vez más ampliamente, y todavía más,
adquirimos el poder de crear por medio de la imaginación ideas
a las que no corresponde ningún objeto sensible. (López admite
la concepción genético-científica de los «modernos» que hace
aparecer la facultad imaginativa en la adolescencia, olvidando
II
En los párrafos 27 y 28, el autor sigue la interesante teoría de
Condillac acerca de los signos. Condillac exageró la importancia
de éstos, llegando hasta la paradoja de subordinar el pensamien-
to al lenguaje: «hay un lenguaje innato, aunque no haya ideas
que lo sean» («Logique», 2da. parte, cap. II).
López dice que las ideas «latentes en el pensamiento», se
manifiestan mediante el lenguaje «que Condillac denomina de
acción». El original en latín (véase) dice «latentes in animo», y
hemos traducido este ánimo por «pensamiento» para no hacer
caer al autor en flagrante contradicción, ya que en los párrafos
4, 9, 11, 13 (especialmente en este último), niega el innatismo
(todas las ideas, aún la de Dios, tienen su origen en los sentidos).
Además, por algo escribió ánimo y no anima.
En el párrafo 28, concreta más: el hombre no puede pensar
sin signos y toda idea supone una palabra. El lenguaje se llama
«de acción» cuando su modo de expresión es natural: con ello
sugiere que la alegría, el asombro, la ira o la dulzura, etc., se
expresan alzando o bajando la voz, gritando, suspirando, ges-
ticulando… Y aquí reside su innatismo, porque los elementos
del lenguaje de acción son los órganos naturales: boca, cuerdas
vocales, músculos faciales que se contraen o relajan para expre-
sar, ojos que se desorbitan o se entornan dulcemente, brazos que
gesticulan…
Más tarde, «la acción» se descompone y se traduce, el signo,
que antes era natural, se hace ahora simplemente análogo. Pero
esa analogía no es enteramente arbitraria o convencional, la pa-
labra hablada siempre es signo; ahora lo importante es analizar, y
así lo que antes era sintético y unitario en el lenguaje de acción,
es ahora analítico y descompuesto en la verbalización. De ahí la
Sección segunda
I
En esta sección, dedicada a la segunda operación mental, el
autor se ajusta al criterio de la lógica tradicional; los conceptos
aislados no constituyen ningún discurso, el juicio es una unidad
indivisa y se refiere a la conveniencia o repugnancia entre las
ideas.
Sabio es que Bacon y Descartes modificaron la lógica des-
truyendo la silogística. Gracias a esto, sus continuadores, entre
ellos Locke y Condillac, pudieron evitar todas aquellas enreda-
das reglas sobre la conversión y clasificación de los juicios para
ocuparse preferentemente del aspecto característico: el afirmar
o negar. En la afirmación y la negación van envueltos los proble-
mas de la voluntad en su relación con el intelecto, la doctrina de
la verdad y el error, y sobre todo, la doctrina de la libertad.
Pero López evita estas consecuencias, y en el momento deci-
sivo en que tendría que seguir a sus maestros Locke y Condillac,
se atiene a la clasificación de Leibniz. Este último, apartándose
del cartesianismo en este aspecto, reivindicó en parte la utilidad
del silogismo, con lo cual volvió a poner de moda ciertos concep-
tos antiguos.
II
López de Medrano le llama «grados e impedimentos de los
conocimientos» a las diferentes actitudes del espíritu respecto
del problema de la verdad. Entre estos grados incluye la proba-
bilidad, la opinión y la certeza, aunque sabe que esta última no
admite propiamente grados; la evidencia en que se apoya la cer-
teza puede tener diverso origen (físico, matemático o sea lógico,
moral o metafísico).
Una separación rigurosa entre el saber vulgar y el saber cien-
tífico, que analizara y enumerara todos los grados que van desde
uno al otro extremo de estos dos saberes, es imposible todavía
hoy en día. Por ello esta clasificación de López tiene el valor
relativo de cualquier otra clasificación.
Entre los errores e impedimentos del conocimiento, el autor
incluye los idola de Bacon, enumera una larga lista y pone én-
fasis especial en los que proceden del pueblo, diciendo que en
esto sigue «al ilustrísimo Feijóo» (uno de sus autores preferidos,
a quien cita varias veces en la obra).
Sección tercera
I
En esta sección, dedicada al silogismo, comienza López por
enunciar la definición del proceso del razonamiento según
Sección cuarta
Esta Sección está dedicada a la cuarta operación mental, la
operación compleja de ordenar metódicamente las tres anterio-
res operaciones (concebir, juzgar, raciocinar). El fin perseguido
es la investigación de la verdad.
Concibiendo la metodología en líneas generales, el autor
divide el método en dos grandes ramas: el análisis y la síntesis.
Condillac había visto (y este es uno de sus grandes méritos)
que toda síntesis contiene el fruto de análisis anteriores. El aná-
lisis es previo; aún en la misma vida cotidiana la naturaleza nos
obliga a observar las partes y las cualidades de un objeto para
entenderlo. También la síntesis es actividad natural cotidiana,
pero es trabajo posterior. López comparte este criterio de Condi-
llac sobre los fundamentos del método y en consecuencia afirma
decididamente las excelencias del análisis.
Toda ciencia se refiere a un mundo especial de objetos,
separados analíticamente de la totalidad en que existen y uni-
ficados luego sintéticamente en un conjunto regional afín. El
proceso intelectual por medio del cual se logra esto, es típico
de la ciencia experimental y se compone de dos momentos: el
momento analítico y el momento sintético. López une ambos
momentos en el solo método analítico. En el párrafo 84 nos dice
que este método consiste en «disgregar las partes de la cosa para
que una vez discutidas por separado (…) las perciba simultánea-
mente». Y a seguidas nos da las reglas: primero, las condiciones
del método; segundo, división en partes y reunión de éstas en
un conjunto. Al método sintético lo considera como el simple
razonamiento deductivo, el paso de lo universal a lo particular,
cuyo prestigio entre los matemáticos no desvirtúa la primacía
del método analítico.
I
La definición suscinta que hace del método en general, nos
descubre que su principal preocupación metodológica se centra
en el método como arte de conducir una discusión y de inter-
pretar críticamente un texto. A estos fines dedica todo el resto
de la obra.
El capítulo primero de esta Sección Cuarta ofrece las reglas
precisas a que han de someterse los que se enfrascan en una
discusión, es decir, el defensor de la tesis propuesta y el objetante
o impugnador.
Este es otro de los aspectos en que López se nos muestra
con auténtico sabor escolástico, pues si bien es cierto que aban-
dona aparentemente la fórmula antigua de «concedo, niego,
distingo», en el fondo alienta la misma sustancia de la olvidada
disputa escolástica: sacar a flote la corrección e incorrección de
un silogismo.
El capítulo último está dedicado al problema de la crítica,
que nuestro autor entiende –según se deduce el contexto– como
un arte «lógico» con reglas bien definidas, para juzgar acerca de
la verdad científica, literaria o histórica.
De entrada, ataca el principio de autoridad, que en materia
científica no es admisible ni redime del examen de la cosa, aun-
que la opinión sea la de un mismísimo santo.
El testimonio de los testigos hay que tomarlo en cuenta se-
gún los hechos y las circunstancias, pues el testigo es ante todo
un hombre.
Entre los historiadores, prefiere a aquellos que usan el estilo
desnudo, que se ciñen a la simple descripción despojada de los
peligros del énfasis, el interés y la imaginación. La clase de hom-
bre que fue el historiador, demostrada por su ciencia y por su
vida, es cosa que pesa en el crédito que haya de merecer.
Gran importancia le da López a la invención de la imprenta.
El ve la gran diferencia que existe entre un libro impreso, cuyos
manuscritos proceden directamente del autor y fueron corregi-
dos por él, y los antiguos manuscritos, copiados una y otra vez por
personas casi siempre interesadas, con las inevitables omisiones
– 145 –
División de la filosofía
En su lógica, López de Medrano, divide la filosofía en cuatro
disciplinas, según la «diversidad de sus objetos».5 La primera
disciplina persigue: «averiguar la verdad y evitar los errores»,6 la
cual llama filosofía racional o lógica. La segunda la denomina
filosofía natural, la tercera metafísica y la cuarta filosofía de lo
ético o axiología.
5 Ibídem, p. 76.
6 Ibídem.
7 Ibídem.
8 Étienne Bonnot de Condillac, Lógica, Buenos Aires, Ed. Aguila, p. 26.
9 Ibídem.
10 Ibídem, p. 27.
por tanto las hipótesis de las ideas innatas y supóngase que Dios
sólo nos da por ejemplo percepciones de luz y colores».17 López
de Medrano, pensador en el cual buscamos las huellas del autor
del ensayo sobre el origen de los conocimientos humanos se
pronuncia de igual manera en su Lógica, veamos:
(...) Las ideas, aunque espirituales por su propia naturaleza,
como que afectan inmediatamente al alma, sin embargo, na-
cen de los sentidos y no se da en nosotros ninguna idea innata
o infinita, esto es, impresa en nuestras almas por la mano del
creador desde la creación misma.18
Esta tesis negando las ideas innatas, que revelan a López de
Medrano como un pensador ilustrado, muy avanzado para la
época, debieron haber caído muy pesadas en el contexto cul
tural y espiritual de la colonia.
La división de la ideas
La división fundamental de las ideas planteada por López
de Medrano, es aquella que las divide en simples y compuestas.19
En esencia, la misma que proponen Locke y Condillac. Las ideas
simples no son susceptibles de división mientras que las com-
puestas pueden descomponerse en simples. Locke dice:
(…) Las ideas simples no son susceptibles de división mientras
que las compuestas pueden descomponerse en simples, mos-
trando como la mente tiene todas sus ideas simples, mostraré
a continuación que estas ideas simples son los materiales de
todos nuestros conocimientos y como a parte de las diversas
combinaciones de ellas se hacen las ideas simples.20
17 Ibídem, p. 98.
18 Andrés López de Medrano, «Elementos de Filosofía Moderna, destinada
al uso de la juventud dominicana», en Julio Genaro Campillo Pérez, Doctor
Andrés López ..., p. 80.
19 Gottfried Wilhelm Leibniz, en su Nuevo ensayo sobre el entendimiento humano,
cap. XXIX, p.107, divide las ideas en simples y compuestas.
20 John Locke, Compendio del ensayo sobre el entendimiento humano, España, Edi-
torial Tecnos, 1999, p. 11.
De las palabras
En este aspecto de su lógica, López de Medrano comienza
por definir las palabras como «signos de las ideas».27 Es textual
mente el mismo concepto que da Locke en su Compendio del ensa-
yo sobre el entendimiento humano.28 Además, como es un pensador
sistemático, con un discurso lógicamente estructurado, no deja
en la sombra el concepto de signo, sino que inmediatamente
pasa a definirlo como aquello que «además de sí mismo excita la
idea de otra cosa».29
Este concepto de signo dado por López de Medrano es
completamente actual, y causa asombro el saber que en esencia
coincide con las definiciones que dan los semíologos actuales. Al
respecto dice Pierre Guiraud:
Un signo es un excitante, un estímulo como dicen los psicólo-
gos, cuya acción provoca en el organismo la imagen recorda-
tiva de otro estímulo; la nube evoca la imagen de la lluvia, la
palabra la imagen de la cosas.30
Profundizando en tomo al papel del lenguaje y las palabras,
López de Medrano da un paso más cuando dice lo siguiente en
torno a las palabras.
Sonido articulado emitido por el hombre con la intención de
significar alguna cosa.31
Y agrega:
significan lo que el habla concibe en la mente.32
La verdad y su criterio
Esta parte, correspondiente al capítulo tercero, López de
Medrano la inicia con una clasificación de los diferentes tipos de
verdades. La primera es la verdad lógica que «es la conformidad
de las ideas con las cosas mismas»,36 segundo, la verdad metafísica,
que la define como «aquello que la cosa debe ser por naturaleza»
y por último, la verdad moral, que es la «conformidad de nuestra
Análisis y síntesis
La investigación combina el análisis con la síntesis. Un aná-
lisis sin síntesis o una síntesis sin análisis no tienen valor para la
ciencia y la filosofía. Cualquier equivocación en este punto se
traduce en un retroceso epistemológico.
El análisis es descomponer el todo en sus partes, y la síntesis,
es la restitución en la mente de la totalidad escindida. López de
Medrano sobrevalora el recurso metódico del análisis, cuando
dice:
(...) es único este método no sólo para investigar y conocer,
sino también para enseñar la verdad (...) 41
El análisis, para que pueda arrojar los resultados esperados,
según el horizonte del personaje en cuestión, ha de tener cuatro
37 Ibídem.
38 Ibídem.
39 Ibídem.
40 Ibídem, p. 92.
41 Ibídem, p. 100.
– 159 –
Pasividad
Para Bonó, el debate nacional se circunscribe desde tiempos
arcaicos a dos extremos de una misma realidad: de un lado, un
ejercicio autoritario del poder (ejemplificado, entre otros perso-
najes, por Roldán, Santana, Báez y Ulises Heureaux), y del otro,
«una pasividad absoluta en el carácter nacional, que lo hace
aceptar sin resistencia ni discusión las combinaciones bastardas
de todos los políticos aventureros o de ocasión».
El rasgo distintivo de la ideología que resulta de esa realidad
es el endiosamiento del poder gubernamental. «En el país existe
una honda creencia, una opinión arraigadísima que el Gobierno
lo sabe, lo hace y lo puede todo. Los males y los bienes vienen del
Gobierno. Si hay que remediar algo, que el Gobierno lo remedie;
si el trabajo no vale, que el Gobierno lo haga valer; si el azúcar
baja de precio, que el Gobierno lo haga subir.»
Esa convicción marcó los patrones de comportamiento cul-
tural de la sociedad dominicana debido a tres fenómenos que le
sirven de fundamento:
1.«La carencia absoluta de espíritu público» que predomina
en la República. En otras naciones la inercia ciudadana es el re-
sultado de factores tales como el racismo o las castas, pero dado
que «aquí (en la República Dominicana) no hay castas, lo de raza
Virtud política
En la era de la Revolución Bolivariana y de tantas otras ma-
nifestaciones que la emulan y que la preceden, las palabras de
Bonó son proféticas. Pero no sólo porque los partidos políticos
están sometidos a la «corrupción» –«nuestro gran mal, mal que
Pujanza
Es esa pujanza y son esos deseos de orden, de organización
y de progreso –los mismos que hoy por hoy descubro en las filas
de cientos de miles de profesionales, de emigrantes nacionales
y de empresarios, notablemente de micro, pequeñas y medianas
empresas, los que Bonó reveló en pleno siglo xix, a partir de la
organización social que sustentó la siembra, el manejo y la ex-
portación de la hoja de tabaco criollo. Actividad ésta, dicho sea
de paso, que provenía de la iniciativa de cientos de empresarios
nacionales e internacionales del tabaco, al igual que de miles
de minifundios cibaeños, acogidos todos ellos a un régimen de
propiedad privada y de libre comercio.
Justamente, es al enriquecedor empuje de cosecheros y de
peones, de comerciantes, de obreros de almacenes, y de empre-
sarios del tabaco y de otras industrias a los que Bonó dedica sus
páginas más brillantes: Apuntes sobre las clases trabajadoras domini-
canas, páginas que deben ser lectura obligatoria para cualquier
estudioso de la sociedad dominicana. A partir de ellas, la esencia
del alma dominicana asciende, como el ave fénix, de las cenizas
Actualidad de su pensamiento
Una vez identificada la olvidada esencia del alma domi-
nicana, si en algo Bonó es reiterativo es en que la solución de
los problemas nacionales no proviene de la Presidencia de la
República. Eso lo enseñó y lo predicó, incluso, con su ejemplo
personal. Sus virtudes morales y sus luces intelectuales fueron
más que suficientes para domar su voluntad de poder.
Cuando dignos representantes de los que hoy de denominan
«poderes fácticos», en aquel entonces militares y eclesiásticos,
más que empresariales, le ofrecieron en reiteradas ocasiones la
Presidencia de la República, Bonó hizo galas de realismo antes
de responder con un inapelable «no»:
Me es totalmente imposible aceptar las proposiciones del
General (Luperón) y de usted (P. J. F. Cristancce). Ustedes
están cegados hasta el punto de ignorar que toda popularidad
pasa, que todo en esta vida se gasta, y no ven las variaciones
del tiempo. (…) Usted me dirá que yo puedo equivocarme,
pero lo que hay de seguro es que Lilís ha dicho al público que
es preciso que haya un Presidente militar. ¿Y dónde cree Ud.
que se ha formado esa opinión? Justamente en su entourage,
entoruage desgraciado que le trasmite esos pensamientos.
El General Luperón ha sido tan bueno conmigo que es ne-
cesario que yo piense mucho en él. No está bien que él haga
siempre los Presidentes; es preciso detenerle en esa pendiente
y ponerle en reposo aunque sea por un tiempo. Él es siempre
nuestro hombre necesario, pero un poco de reposo conven-
dría a su popularidad y sobre todo a su seguridad.
Ayer, al igual que hoy, un buen porcentaje de la población
de todas las clases sociales mira hacia arriba, como si el maná
alguna vez hubiera descendido del cielo. Y por eso quienes viven
o aspiran a vivir del erario público y de las lisonjas del poder no
La encrucijada final
Si bien lo más encomiable y contracorriente del pensamien-
to de Bonó consiste en aquel «no amo el Poder» que dijera entre
otros a Luperón, es indudable que su elemento más sobresaliente
reside en el descubrimiento y reafirmación del valor inalienable
del alma dominicana, cada vez que reitera que hay que hacer
obras que sean eminentemente dominicanas.
La clase directora sí que no ha sido tan feliz en sus progresos.
Descendiente de aquella que todo lo esperaba de la metrópoli
(española), obedece aún a esta fatal tradición y todo lo pide
Resumen
El presente trabajo tiene como objetivo, primero, exponer
cuál es la crítica llevada a cabo por el pensador dominicano
Pedro Francisco Bonó al paradigma colonial hispánico, el cual
continuó rigiendo la mentalidad del pueblo dominicano a pesar
de haber conquistado su independencia política de la Corona
española en 1865. Mi tesis al respecto es que Bonó constituye el
precursor de nuestra emancipación intelectual. En segundo lu-
gar me propongo demostrar que, al dejar instaurado un discurso
crítico en la sociedad recién liberada, nuestro pensador reali-
zó el estudio más abarcador y profundo del entramado social
dominicano de segunda mitad del siglo xix, lo cual ejerció un
impacto tan significativo de cara a nuestra identidad y valoración
como pueblo, que conserva todavía cierto grado de vigencia en
la actualidad.
Introducción
En la segunda mitad del siglo xix surge en la República Do-
minicana un pensador preocupado por dotar de inteligibilidad
la situación de su entorno sociocultural y político. La preocupa-
ción de Pedro Francisco Bonó y Mejía era legítima, toda vez que
había consagrado su vida y su talento a la conquista de la inde-
pendencia nacional, contando desde su participación juvenil en
– 173 –
21 Ibídem, p. 84.
22 Resultan brillantes estas expresiones figuradas con que Martí describe las
condiciones de nuestros países que, a pesar de habernos liberados política-
mente, seguíamos atados culturalmente a España: «Eramos una máscara,
con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de
Norteamérica y la montera de España» (Ibídem, p. 77).
23 Cabe aclarar que Bonó no se mantuvo de espaldas a los teóricos forjadores
de un pensamiento propio para Latinoamérica. Conoció en forma direc-
ta las obras de Andrés Bello y Joaquín Olmedo; ambos constituyen para
Bonó «preciosas muestras del genio hispanoamericano, que la posteridad
por solo ellos pondrá muy alto al Ecuador y Venezuela» (Ibídem, p. 292).
24 Conocernos, pues sin el conocimiento no íbamos a poder completar la
tarea emprendida por la conquista de la libertad y la felicidad de nuestros
pueblos. En esto coinciden Bonó y Martí. Según este último: «Los pueblos
que no se conocen han de darse prisa en conocerse». Y agrega que «La his-
toria de América (…) ha de enseñarse al dedillo». Tanto Bonó como Martí
reclaman originalidad en la labor de pensar y conocer nuestra realidad.
Martí nos advierte al respecto: «Ni el libro europeo, ni el libro yanquee da-
ban la clave del enigma hispanoamericano» (1979: 78). (Ibídem, p. 209.
48 Ibídem, p 84.
49 Fornet-Betancourt parafrasea la expresión «Desobediencia civil». Con su
expresión «desobediencia cultural», este filósofo quiere poner en relieve
el rol de la filosofia intercultural como «fermento de transformación en
tradiciones culturales estabilizadas».
50 Raúl Fornet-Betancourt, Interculturalidad y globalización. Ejercicios de crítica
filosófica intercultural en el contexto de la globalización neoliberal, p. 17.
55 Juan José Ayuso rechaza el uso del término mulato, pues «surge de las profun-
didades del prejuicio racial del español de la colonia contra el negro que era
esclavo (…) Viene de mulo (…) híbrido de burro con yegua, cuya característi-
ca biológica es la esterilidad» (J. J. Ayuso, En busca del pueblo dominicano, p. 139).
Discrepo de Ayuso: el mulo es un animal muy noble, de gran reciedumbre y
paciencia al momento de llevar en su lomo al dominicano o la carga que este
le ponía. Lleno de gratitud hacia este equino debiéramos estar todos. ¿Estéril?
Pocos animales han dado mayor fruto al pueblo dominicano.
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– 209 –
Aunque sea táctica del discurso debido a una estrategia del su-
jeto, Deschamps señala a Luperón lo siguiente, según el párrafo
de la carta citada por Domínguez:
Luperón no hizo más que recordarnos que acaba de venir de
Europa, en cuyos pueblos tan sólo es que se escribe y se pro-
nuncia esa palabra. Mal hace el señor G. Luperón escribirla
aquí, en donde no hay más que dos grandes agrupaciones: la
de los caudillos que aspiran al mando, por tiempo indefinido,
del país, para perpetuar sus tiranías, y la de los que se han
propuesto rechazar esas desmedidas ambiciones (…)
En este contexto, las acusaciones de Luperón contra los
«socialistas» se explican con el hecho que el Partido Azul en el
poder tenía interés, frente a la incipiente industria azucarera y
a los intereses comerciales, de liquidar cualquier movimiento de
oposición que pudiera contrariar dichas inversiones extranjeras
y criollas, así como la extorsión de la ganancia comercial. Todo
esto, en momentos en que el Partido Azul buscaba la construc-
ción de una centralización del poder dentro de una larga tradi-
ción de fragmentación y regionalismos.
Un año después de la citada carta de Luperón, nace Ricardo
Vicente Sánchez Lustrino (1886-1915), filósofo, periodista, poe-
ta, abogado, en cuya obra principal Pro-Psiquis, publicada en Va-
lencia en 1912, pero escrita desde 1902 en adelante, se encontra-
rán atisbos de ideas socialistas y comunistas, no al estilo de Marx
por supuesto, sino bajo la égida de Proudhon y del cristianismo
primitivo, salpicadas de pensamientos anarquistas tomados de
la filosofía del anarquismo, de Malato, y de Stirner. Pero la base
fundamental de sus ideas filosóficas y de su concepción de la so-
ciedad le viene más bien de Nietzsche, cuyo discurso doctrinario
maneja con gran desenvoltura. Le viene también su socialismo
igualitarista de la filosofía de Rousseau. Codirigió en Moca y
Santiago el periódico El Imparcial, de esporádicas salidas, donde
difundía todas sus creencias, vendiéndolo él mismo de puerta en
puerta y entre las masas pobres. El círculo intelectual de su épo-
ca, del cual se alimenta y al que retroalimenta, estaba compuesto
principalmente por su maestro Fernando A. Defilló, Virgil Díaz,
Federico García Godoy, el cura de Villa Riva, Casto Paradis, Luis
8 Ibídem, p. 255.
9 Ibídem, p. 56.
10 Ibídem, p. 60.
11 Ibídem, p. 225.
12 «Le langage hors du marxisme», artículo inédito, p. 56.
13 Ibídem.
14 Ibídem.
15 Sánchez Lustrino, ob. cit., pp. 241-42.
16 Ibídem, p. 50.
17 Ibídem.
18 Ibídem, p. 59.
19 Ibídem, p. 61.
20 Ibídem.
21 Ibídem, p. 106.
25 Ibídem, p. 93.
26 Ibídem, pp. 198-199.
27 Ibídem, p. 190.
28 Ibídem, p. 91.
29 Ibídem, pp. 80-81.
30 Ibídem, p. 80.
31 Ibídem.
Introducción
Hoy más que nunca es necesario rescatar del olvido a los ver-
daderos precursores de nuestro pensamiento progresista, puesto
que el momento impone como necesidad que las nuevas gene-
raciones conozcan las obras de aquellos que todo lo dieron por
la defensa de la patria y sobre todo por el imperio de la justicia
social ante la injusta desigualdad impuesta por los verdugos del
patio y los amos del exterior. Es por ello que nos proponemos
hacer un breve análisis del pensamiento político de Adalberto
Chapuseaux, quien puede ser calificado como el primer escritor
marxista dominicano.
– 223 –
8 Juan Isidro Jimenes Grullón, Sociología política dominicana, p. 55: «(…) ins-
taurado ya el gobierno de Jimenes, la clase obrera rural se dio cuenta de
que no sólo había desaparecido el terror, sino también, el reclutamiento
forzoso. Además, el obrero urbano vio en el liberalismo un campo propicio
para desarrollar su interés de clase. Este interés se tradujo en la formación
en la capital de la república, de una “Liga de Obreros y Artesanos” que
el 1 de Marzo de 1900 lanzó, a través de su centro propagador un llama-
miento en el cual se denunciaba la explotación de que había sido y aún era
víctima la clase obrera». Y a continuación citando el referido documento
nos dice: «(…) el proletariado ha sido y es todavía un instrumento que
manejan los protegidos de la suerte para acumular riquezas y conseguir ca-
pital (…)», p. 55. Entre otras cosas planteadas en el referido documento.
9 Roberto Cassá y Ciprián Soler, «La clase obrera dominicana y sus movi-
mientos en los orígenes», Periódico Hoy, Suplemento «Isla Abierta», 29 de
julio de 1985.
Socialismo y bolcheviquismo
Para Chapuseaux, socialismo y bolcheviquismo significan la
misma cosa. Dice:
El socialismo y el bolcheviquismo como otras instituciones de
esta índole, tienden por los medios que tienen a su alcance
a darle vida y representación al obrero para que así, haya la
equidad establecida.11
De manera que para que haya equidad se hace necesaria la
instauración del socialismo o bolcheviquismo: «que es defender
el derecho que a cada uno le pertenece»,12 y la independencia
del obrero se adquiere cuando ya no está subyugado al capital;
esta es una constante en Chapuseaux.
Chapuseaux no se explica «cómo una doctrina que nació
hace doscientos años no pudiera vivir como vivió la doctrina de
Cristo», y se responde, «pero es posible que esto se debiera a los
directores que rigen los destinos públicos».13 Es claro que este
planteamiento demuestra que Chapuseaux desconocía las leyes
que rigen la sociedad, puesto que para él, es la voluntad de los
individuos la que determina la realización o no de los aconteci-
mientos históricos y sociales, lo que es el producto de su visión
utópica.
Para Chapuseaux la revolución socialista o bolcheviquismo
está estrechamente vinculada a la independencia del obrero con
relación al capital. Es que para él el capital resulta ser el princi-
pal sostenedor de la injusticia social. El capital aquí es el soporte
del régimen de explotación, injusticia y desigualdad social; por
ello dice:
14 Ibídem, p. 23.
15 Ibídem, p. 110. En torno a esto nos dice Marx: «(…) el obrero no produ-
ce para sí mismo, sino para el capirtal, por eso, ahora, no basta con que
produzca en términos generales, sino que ha de producir concretamente
Plusvalía». «Karl Marx», Editorial Fondo de Cultura, 1982, pp. 425-426.
16 Adalberto Chapuseaux, El porqué..., p. 25.
17 Ibídem, p. 26.
18 Ibídem, p. 28..
19 Ibídem, p. 34.
20 Ibídem, pp. 60-61.
En torno a la mujer
Hay que destacar que la posición de Chapuseaux en torno
a la mujer es tan brillante que todavía hoy conserva su vigencia.
Defiende el derecho de la mujer diciendo que:
ella como el hombre son máquinas que recurren al medio más
fácil de producir, y ésta es la razón por la que yo me tomo el
trabajo de defenderla.21
De modo que la mujer tiene la misma igualdad de derecho
que el hombre, puesto que su enemigo común es el capital que
los explota. Para Chapuseaux la mujer no debe enfrentar al
hombre como individuo o viceversa, sino que ambos deben unir
sus esfuerzos para enfrentar al enemigo común: el orden social,
engendrador de las relaciones desiguales. Dice:
no estoy con los que pretenden que la mujer no sirve más que
para el hogar, porque, vuelvo a repetir, es una máquina que lo
produce todo.22
De modo que la raíz, la esencia de la desigualdad está en las
estructuras sociales de la producción; es el producto de la pro-
piedad privada de los medios de producción que engendra, a su
vez, la explotación de la fuerza de trabajo. Entonces si la mujer
es capaz de producirlo todo, esto es, de crear valor, la mujer es
igual al hombre, por tanto reclama del gobierno los derechos
que tiene la mujer a estar preparada y a participar en las cosas
públicas en las mismas condiciones que el hombre. De ahí, que
dice:
21 Ibídem, p. 49.
22 Ibídem.
Clases sociales
En Chapuseaux la división de clases en el mundo es un he-
cho real. Por ello dice:
no hay igualdad porque el capital lo absorbe todo, dándole
solamente al obrero un mezquino jornal que no le alcanza ni
para el sustento de su familia.25
En sus planteamientos, generalmente opone las categorías
de ricos y pobres, refiriéndose a capitalistas y obreros. En cuanto
al país dice:
los capitales en Santo Domingo, no hacen más que explotar a
los obreros no dejándoles ni siquiera el modo de vivir.26
Esta concepción de las clases sociales será reforzada y ex-
puesta con mayor seguridad en su segunda obra Revolución y
evolución.
Revolución y evolución
Como anotamos anteriormente, en Revolución y evolución
Chapuseaux nos muestra un pensamiento más definido. Se
23 Ibídem, p. 50.
24 Ibídem, p. 51.
25 Ibídem, p. 34.
26 Ibídem.
27 Revolución y evolución, p. 7.
28 Ibídem, p. 6.
29 Ibídem, p. 27.
30 Ibídem.
31 Ibídem.
trabajador por parte de los que dicen ser sus representantes, aún
mantiene su vigencia. Sostiene que
si los parlamentos fuesen responsables ante quien los elige, no
habría, sin temor a equivocarnos, tanta malevolencia y tantas
irregularidades, en consecuencia con la mayor inmoralidad.
Chapuseaux parece no comprender la naturaleza de clases
de tales actuaciones, ni nosotros podemos exigírselo, tomando
en cuenta la época en que escribió su obra.
32 Ibídem, p. 42.
33 Ibídem, p. 51.
34 Ibídem, p. 58.
35 Ibídem.
36 Ibídem, p. 79.
Al respecto plantea:
el verdadero socialismo es el que Cristo predicó y éste no se ha
podido poner en práctica durante tantos siglos;
Seguidamente hace una crítica a la función del clero en la
sociedad, al que considera como parasitario, y, por consiguiente,
contrario a los intereses de los desposeídos. Dicha apreciación,
es bueno anotar, está contenida en el discurso socialista utópico
de Saint-Simon.
Hay que destacar que tal visión sobre el cristianismo muestra
a Chapuseaux como un pensador de gran inteligencia; ya que
sería casi imposible que pensara en la posibilidad de difundir
sus ideas revolucionarias entre los trabajadores y el pueblo en
general, asumiendo una posición anticristiana. De modo que
entendió imprescindible rescatar los elementos positivos del cris-
tianismo primitivo, que hoy aun conservan su validez. Por ello
tenemos en la actualidad la teología de la liberación.
Conclusiones
Tenemos en Chapuseaux al precursor de las ideas socialistas
en la década de 1920. En plena intervención norteamericana
divulgó en dos libros el pensamiento socialista, defendió la or-
ganización de la clase obrera, la dictadura del proletariado, la
destrucción del capitalismo y del Estado burgués, mantuvo una
postura a favor de la liberación de la mujer, superó las ideas utó-
picas y anarquistas y evolucionó hacia posiciones más maduras
en su segunda obra Revolución y evolución.
No tuvo una formación intelectual sólida, ni perteneció a los
sectores dominantes de la intelectualidad. Es asombroso cómo
asimiló y expuso las ideas marxistas que si bien no se insertaron
en el incipiente movimiento obrero nacional, representaron el
primer cuerpo de ideas marxistas en República Dominicana. Se
considera, pues, el precursor del marxismo en el país, por lo que
nos oponemos a la tesis expuesta por algunos intelectuales que
sostienen que las corrientes marxistas surgieron por primera vez
en 1936, con los inmigrantes españoles. Tesis insuficientes, pues
Chapuseaux las divulgó antes.
Bibliografía
Cassá, Roberto. «La clase obrera en los orígenes», periódico Hoy,
Suplemento «Isla Abierta», 29 de julio 1985.
Céspedes Diógenes. Ideas filosóficas, discurso sindical y mitos cotidia-
nos en Santo Domingo, Santo Domingo, Editora Taller, 1984.
Chapuseaux, A. El porqué del bolcheviquismo, Editora Montalvo,
Santo Domingo, 1924.
_____. Revolución y evolución. Santo Domingo, 1928.
Jimenes Grullón, J. I. Sociología Política Dominicana, 1844-1966,
3ª edición, Santo Domingo, Editora Alfa y Omega, Vol. II,
1981.
Tavávez Justo, Enma. «Chapuseaux, el primer comunista domini-
cano», Revista Ahora, 1973.
«Semblanza de A. Chapuseaux», periódico Hoy, jueves 25 de
octubre, 1984.
La religión de la humanidad1
Federico García Godoy2
Descontento con algunas apreciaciones sobre el positivismo
comtista externadas en mi juicio sobre la obra Gobernantes y li-
teratos del notable escritor chileno B. Vicuña Subercaseaux, me
invita en benévola y expresiva carta el conocido sociólogo Juan
Enrique Lagarrigue a reconsiderar tales conceptos, y, al efecto,
honrándome grandemente, me envía una copiosa colección de
cartas impresas dirigidas a distinguidas personalidades, folletos
y libros de su fecunda y persuasiva pluma en que hace elocuen-
te apología de las doctrinas de Augusto Comte, muy particular-
mente en lo atañedero a la religión o cosa parecida instituida
hace poco más de medio siglo por este pensador insigne… De la
detenida lectura de esas producciones, sólo ha quedado en mi
espíritu, muy acentuada, la impresión de haber vivido, durante
breves horas, en íntimo contacto intelectual con una de esas
almas de selección, exquisitas, raras en extremo, que en medio
de la reinante anarquía de opiniones, han tenido la fortuna de
descubrir un terreno de aparente solidez en que levantar un
edificio de ideas y convicciones en abierta pugna con las co-
rrientes de escepticismo y de propósitos utilitarios que parecen
imprimir relieve característico a nuestro tiempo. La fisonomía
moral del ilustre escritor chileno resulta por demás curioso e in-
teresante. Es la de un convencido irreductible, sereno y fuerte,
– 243 –
II
Como ninguna concepción religiosa podría prosperar vigo-
rosamente en la conciencia colectiva sin presentar como objeto
de suprema adoración algún ser de incontestable superioridad
al que hay precisamente que revestir de determinados atributos
privativos de entidades de tan excelsa categoría, en lugar del
Dios teológico, creación histórica del hombre, el propio yo hu-
mano llevado al más alto grado de perfección y sublimidad según
Feuerbach, pone Comte, como objeto supremo y permanente
de su culto, el Gran Ser, la propia Humanidad, aunque no en
toda su cabal integridad sino restringida al «conjunto continuo
de seres convergentes»… De ese Gran Ser «eliminadas las perso-
nas inútiles o perjudiciales forman también parte los animales
domésticos, fieles servidores y compañeros del hombre»… Lo
incognoscible, el inmenso espacio que deja Spencer para que en
1 Las ideas pedagógicas de Hostos y otros escritos, Santo Domingo, pp. 51-64.
2 Camila Henríquez Ureña (1894-1973). Es autora de un estudio filosófico-
crítico sobre las ideas pedagógicas de Hostos, su tesis para el doctorado
(1932) y de dos, entre otras, importantes conferencias, La carta como forma
de expresión literaria femenina (1951) y Mujeres de la colonia (1954).
– 255 –
Moral
Para Hostos, al lado de la naturaleza física, conjunto de las
realidades que resultan de la acción de agentes materiales, y
afectan ante todo nuestros sentidos corporales, existe un con
junto de realidades inmateriales que percibimos directamente
por medio de la razón y la consciencia: ese conjunto es la natu-
raleza moral. En ella se manifiesta un orden moral, como en la
naturaleza sensible se manifiesta un orden físico; pero, como el
plan de la naturaleza es sencillo, no hay en realidad dos órdenes
diferentes sino uno solo, que afecta al ser humano de dos mane-
ras y es percibido por dos diferentes.
Según Kant, la naturaleza no parece ser regida por una ley
moral, sino por leyes físicas ajenas a la ética; pero la ley moral
debe triunfar universalmente, y para ello es dado suponer que la
contradicción entre la naturaleza y la moralidad es aparente, y
– 267 –
– 283 –
7 Ibídem, p. 57.
8 Ibídem, p. 108.
9 Ibídem, p. 164.
10 Ibídem, p. 168.
11 Ibídem, p. 82.
12 Ibídem, p. 83.
– 291 –
Palabras liminares
Aquí tenéis unas cuantas páginas de metafísica. No os alar-
méis, lector de este siglo estridente.
Están escritas para los iniciados y para los no iniciados en los
problemas filosóficos. Sin embargo he tenido especial cuidado
al exponer mi posición (que he podido hacer de un modo di-
recto), al discutir las posiciones contrarias a la mía, de criticar lo
más brevemente las direcciones que rechazo, en beneficio de los
no-iniciados, para quienes especialmente va dirigido este libro.
Dedico especialmente esta obra de metafísica a los profanos, por-
que serán los que podrán aprovecharla mejor. Los iniciado, están
ya encasillados en el positivismo ametafisico que persiste todavía
en el mundo filosófico o están ya encerrados en el caparazón
de su propia metafísica. A ellos va también dirigido en segundo
término este libro. A los no iniciados intento hacerlos penetrar
en los claros senderos de la metafísica; a los iniciados pretendo
despertarlos de su sueño dogmático ametafísico, apartarlos de
su metafísica negativa. Ambos están inmersos en una metafísica
materialista o negativa, pero sé que el no iniciado resistirá menos
a mi intento.
A pesar del cuadro triste que hoy se presenta, a toda obra
metafísica, abrigo la esperanza de que en América, en filósofos y
no filósofos, ha de renacer muy pronto la verdadera metafísica.
– 301 –
– 311 –
– 321 –
4 Héctor Pérez Reyes, Mis dominicanos, Santo Domingo, Editora Taller, 1995,
p. 274.
– 339 –
Introducción
Este trabajo pretende ser un esbozo preliminar acerca de la
historia del movimiento feminista y de algunas de las que fueron
sus protagonistas desde inicios del siglo xx hasta mediados de la
dictadura de Trujillo (1930-1961). Se intentará generar pregun-
tas y ofrecer pautas, sin pretensión de respuestas definitivas, por
cuanto la investigación, todavía en curso, debe atender a varios
parámetros ahora ausentes. De todas maneras, en una empresa
como ésta se hace necesario definir conceptualmente qué es un
movimiento feminista, cuáles son las variables a considerar en el
análisis de la movilización feminista y cuáles elementos hicieron
posible que se movilizara un grupo de mujeres en los inicios
de la dictadura de Trujillo. ¿Se activaron como esposas o como
mujeres? ¿Se debe considerar dicha movilización una acción gra
tuita a causa de su adhesión al régimen o efectuó una dimensión
potencial de cambio? ¿Qué significa un movimiento de mujeres
en un escenario de represión política? ¿Qué diferencias y seme-
janzas tenían entre sí estas mujeres, en cuanto a lo genérico y lo
político?
– 349 –
5 Se ha señalado que en Puerto Rico, durante el siglo xix, ocurría algo pare-
cido. Véase Norma Valle, Luisa Capetillo. Historia de una mujer proscrita, San
Juan, 1990, p. 27.
6 Refiere su memoria que monseñor Meriño se malhumoraba cuando Ama-
lia Francasci leía a Emile Zola, considerado materialista, y en cambio se
solazaba cuando ella leía las cartas de George Sand a Gustave Flaubert.
Amalia Francascl, Monseñor De Meriño íntimo, Santo Domingo, 1926, p. 91.
7 Ángela Hernández, Emergencia del silencio, Santo Domingo, 1986, p. 80.
8 Francisco Antonio Avelino, Las ideas políticas en Santo Domingo, Santo Do-
mingo, 1966, p. 65.
9 Diógenes Cépedes, Ideas filosóficas, discurso sindical y mitos cotidianos en Santo
Domingo, Santo Domingo, 1984, p. 27.
El viaje a Europa
En los albores de este siglo –1908–, Abigaíl Mejía llegó a
Barcelona. Este viaje inició el sentimiento de amor y admira-
ción que ella tuvo por España, no solamente de acuerdo con
la pertenencia a una clase acomodada, sino también a fuerza
de conocerla por medio de experiencias vitales. Se educó en
un colegio de teresianas en Barcelona y posteriormente obtuvo
un título de maestra normal en un liceo de la misma ciudad.
Conocer realidades sociales diferentes deja huellas que van de-
finiendo la individualidad y la forma de percibir el mundo. Le
facilitó romper con los parámetros obligados por convención. El
contacto a través de libros y viajes con movimientos intelectuales
de Europa haría de ella una mujer sensible al pensamiento de
justicia y libertad para todos los seres humanos.
Cuando Abigaíl Mejía llegó a Europa a principios de siglo,
seguían siendo importantes el racionalismo y el empirismo liga-
dos con el pensamiento igualitario y la noción de derecho natu-
ral que se derivó de la Revolución francesa y de la Ilustración.12
En ellos la razón y la soberanía –y no la fe– rigen el espíritu
que «consagra las garantías fundamentales que persiguieron los
10 Ibídem, p. 23.
11 Hernández, ob. cit., p. 198.
12 Se habla de un tercer factor a favor del feminismo, el protestantismo libe-
ral del siglo xix. Véase Yamila Azize Vargas, La mujer en Puerto Rico. Ensayos
de investigación, Río Piedras, 1987, p. 1l.
18 Entrevista con Abel Fernández Mejía, hijo de Abigaíl Mejía, Santo Domin-
go, diciembre de 1995. Él ha narrado que, siendo niño, su madre le habla-
ba, como si fuera un adulto, acerca de las constelaciones de las estrellas y la
mitología griega. De tal modo, que estando semi-interno en la escuela, los
alumnos de niveles más avanzados le pedían explicaciones sobre los dioses
griegos.
19 Antonio Zaglul, Despreciada en la vida y olvidada en la muerte, Santo Do-
mingo, 1980. Este autor plantea que Fabio Fiallo, Federico Henríquez y
Carvajal y Quiterio Berroa Canelo, intelectuales de la época, apoyaban a
las feministas. En cambio, otro autor refiere que Manuel F. Cestero, otro
intelectual, se burlaba despiadadamente de las ideas a favor de la mujer.
Véase Alejandro Paulino, Vida y obra de Ercilia Pepín, Santo Domingo, 1987,
p. 104.
23 Ibídem.
24 Michel Foucault, Vigilar y castigar, México, 1977, citado por Miguel A. Pi-
mentel, Poder y política en la era de Trujillo, Santo Domingo, 1995, p. 84.
25 Pimentel, ob. cit., p. 90.
26 «Primera doctora en derecho de la ciudad de Santiago», La Nación, 24 de
marzo de 1950.
27 Joaquín Balaguer, Memorias de un cortesano de la Era de Trujillo, Santo Do-
mingo, 1988, p.85.
28 Jaime Colson, «La mujer», Letras y Artes, II, N° 18, septiembre de 1945.
29 Pimentel, ob. cit., pp. 30-34.
30 Raymundo González, «Peña Batlle y la cuestión social», Isla Abierta, 2 de
septiembre de 1995.
El ideario feminista
El Ideario feminista42 es el manifiesto más destacado de Abi-
gaíl. En él y en otras de sus obras encontramos de forma real y
potencial posiciones más avanzadas que las de otras mujeres. En
ello puede encontrarse la influencia de Hostos, del racionalismo
positivista y al mismo tiempo su negación, aunque ligera. Por
la lectura de otros materiales literarios de Abigaíl, como se ha
expresado, se advierte la influencia del romanticismo revolucio-
nario del siglo xix.
El nudo tenso en el Ideario se origina a causa de que el pen-
samiento de Hostos propugna por una superación formal y no
real de la opresión de la mujer. Su propuesta de educación para
el grupo femenino sigue considerando natural la subordinación
de la mujer. No elimina la vigencia de la doble moral, que es
la esencia de la no igualdad de hombres y mujeres y el princi
pio que orienta y justifica la división en vida pública y privada.
La moral de Hostos no deja de ser de clase y patriarcal. No fue
una propuesta que progresó respecto a las filosofías de la Iglesia
católica y el capitalismo.
Siguiendo a Hostos, ella defendía en general los derechos
que por razón y naturaleza asisten a todos los seres humanos,
como son el derecho al voto, a la educación y al trabajo. Sabía
que estos derechos aplicados a la mujer traen problemas cuando
implican agudizar la inteligencia para la crítica de la subordina-
ción. «La única coquetería que algunos hombres no perdonan
es la de tener talento», dice en su manifiesto. Pero ella insistía
que es mejor prepararse que a la ridícula espera del «príncipe
43 «Perdón, ¡Oh Dios!, si existes, por qué en mis noches tristes, sufría tanto,
tanto, que maldije, Señor, tu nombre santo». Abigaíl Mejía, «Perdón», La
Cuna de América, núms. 15-16, abril de 1915. La autora tenía veinte años
cuando escribió este poema.
– 377 –
El Ideario de Duarte6
Juan Pablo Duarte y Díez (1813-1876), según expresa Félix
María del Monte (1819-1899) en sus Reflexiones históricas sobre
Santo Domingo, nació dotado de un espíritu indagador y filosó-
fico; pero no pudo formarse en la Real y Pontificia Universidad
de Santo Tomás de Aquino por falta de edad. Uno de los más
notables profesores de aquella «Sorbona Americana», el Dr. Juan
Vicente Moscoso, considerado como el «Sócrates Dominicano»,
ya por los años de 1927 y 1928 le había explicado las asignaturas
filosóficas y se dedicaba a enseñarle Derecho romano.
En 1830 se ausentó Duarte hacia Europa. En París atrajo su
espíritu juvenil el maravilloso espectáculo del romanticismo,
palingenecia anunciadora de equilibrios espirituales que pro-
movió en los más recóndito de su ser el concepto de jerarquía.
10 José Gabriel García, «Juan Pablo Duarte», Clío, No. 80, julio-diciembre de
1947.
11 Ibídem.
12 Vertilio Alfau Durán, Ideario de Duarte. (Extracto hecho de los escritos del
eximio patricio). Santo Domingo, 1964.
13 Ibídem.
14 Ibídem.
15 Ibídem.
16 Ibídem.
17 E. Benlloch y C. Tejedor, Filosofía, ob. cit., p. 207.
18 Ideario de Duarte.
19 E. Benlloch y C. Tejedor, Filosofía, ob. cit., p. 136.
20 Ideario de Duarte.
22 Ibídem.
23 Ideario de Duarte.
24 Martín T. Ruiz Moreno, Diccionario de Filosofía, Buenos Aires, 1941, p. 157.
25 Ibídem, p. 158.
26 Ideario de Duarte.
27 Giorgio del Vecchio y Luis Recasens Fiches, Filosofía del Derecho y Estudios de
Filosofía del Derecho, México, 1946, p. 403. Primer tomo.
28 Ideario de Duarte.
29 Ángel del Río, ob. cit., p. 25.
30 Ideario de Duarte.
31 Ibídem.
32 Ibídem.
33 Ibídem.
– 399 –
– 409 –
6 Ibídem, p. 109.
7 Ibídem, pp. 117-118.
8 José Ortega y Gasset, «Unas Lecciones de Metafísica», Revista de Occidente,
Madrid, Col. El Arquero, 1974, p. 136.
9 Ibídem.
10 Gastón Bachelard, Epistemología, Barcelona, Ed. Anagrama, 1973, pp.
20-21.
20 Ibídem, p. 103.
21 Ibídem, p. 104.
22 Ibídem.
23 Ibídem, p. 105.
30 Ibídem, p. 92.
31 Ibídem, p. 95.
Razón y exclusión
Quien goza de la atención de las nuevas generaciones es,
en el plano del pensamiento, un triunfador. Jimenes-Grullón es
uno de esos hombres extraordinarios cuya llama impide que su
nombre y su obra sean opacados por el silencio o la indiferencia.
Una de las constantes fundamentales de su quehacer filosófico
es, precisamente, el cambio de marcha, la transmutación y re-
creación constantes de las propias convicciones.
Jimenes Grullón poseía la facultad de cambiar de punto de
vista conforme a las circunstancias. En 1939, en su libro Ideas y
doctrinas políticas contemporáneas, predijo el advenimiento de la
segunda guerra mundial. No obstante, diez años después des-
cartaba la posibilidad de que un nuevo acontecimiento bélico
de dimensiones transcontinentales pudiese repetirse. Él no ex-
pone las razones que lo llevan a hacer esta proposición. Mas,
– 423 –
3 Juan Isidro Jimenes Grullón, Una Gestapo en América. (Vida, tortura, agonía y
muerte de presos políticos, bajo la tiranía de Trujillo), p 155.
4 Ibídem, p. 154.
5 Ibídem, p. 153.
6 Ibídem, pp. 153-154.
8 Ibídem, p. 153.
despacio por el mundo, sin rumbo y sin aldea donde reposar sus
pies. El segundo, va en busca de un lugar para establecerse. En
aquélla, el establecimiento es símbolo de muerte y de anquilosa-
miento, por eso es crítica, problemática, a-dogmática; ésta aspira
a hacer de las ideas y valores de unos pocos, la conciencia de la
generalidad. Es totalitaria. La filosofía es una estructura vacía
cuyo sentido es siempre una posibilidad que tendrá en cada
entendimiento una dimensión particular, y en el mejor de los
casos, singular.
Habla Jimenes Grullón, además, como hemos visto, de que
en su juventud defendió «con fervor» las categorías apriorísticas
del conocimiento que Kant puso en boga». Es posible. Pero en
dos lecturas de su obra anterior y posterior no he advertido pre-
sencia alguna de la filosofía kantiana. Esa es una afirmación tan
peregrina como la anterior. El no conoció a Kant sino a través de
las críticas de Engels y en la interpretación ofrecida por el autor
del manual de historia mencionado más arriba. Es impropio ha-
blar de una etapa kantiana de su pensamiento. El empirismo a
que, según él, se inclinó a partir de sus años de estudios en París
sí dejó huellas en su pensamiento. El facticismo es uno de los
componentes fundamentales de la filosofía positivista, escuela
que colmará las filosofías social y del conocimiento por él asumi-
das desde 1936 hasta bien entrada la década del sesenta, lapso en
que, luego de integrar una extraña simbiosis con el marxismo,
cede a éste la primacía.
El platonismo, la visión cristiana de la vida y la de historia, el
romanticismo y la filosofía positiva son las determinantes básicas
de su pensamiento filosófico hasta la adopción del punto de vista
marxista. De esos veneros surgen la dicotomía cuerpo-alma, la
respondió que tampoco ésa era su hacha. Cuando apareció por tercera
vez, al mostrarle su verdadera hacha, el leñador respondió «Sí, sí, ésa es
la mía». En premio a su integridad del espíritu de las aguas le entregó las
tres hachas. De regreso a su aldea, el labrador contaba emocionado el
acontecimiento. Otro mujik salió al pronto, y al pasar por el lugar dejó
caer su hacha. El espíritu de la aguas se le apareció con una de oro, y le
preguntó si era suya. El segundo mujik le respondió que sí de inmediato.
Como castigo, el espíritu de las aguas no le regaló ésta ni le devolvió la
suya. (León Tolstoi).
título y casi siempre el autor, pero jamás los datos accesorios. Esto
impide que el crítico, el intérprete o el erudito que con particu-
lar finalidad entra en contacto con sus escritos, pueda hacer las
compulsaciones correspondientes, identificando las ediciones y
los libros de que vino a nutrirse su pensamiento posterior.
Su preferencia por el pensamiento marxista en la década
del cuarenta, no desborda la mera intención. El marxismo sólo
alcanza la primacía conceptual definitiva en su obra a partir de la
segunda mitad de la década del sesenta. Además, tanto Luchemos
por nuestra América como Ideas y doctrinas políticas contemporáneas
y La República Dominicana. (Análisis de su pasado y presente), pu-
blicada en 1936, 39 y 40, respectivamente, pese a que en la dos
últimas se nota la presencia de uno que otro concepto marxista
(lucha de clases, proletariado, burguesía, pequeña burguesía,
etc.) e, incluso, del hecho de que en la segunda reproduzca
pasajes de las obras de Marx, Engels y Lenin, y presente varios
textos de ellos en la bibliografía, no existe una presencia teórica
real del pensamiento marxista. Aun en Una Gestapo en América
(1946), su entendimiento permanece atado a la visión positivista
de la sociedad. Las nociones de civilización, barbarie, positivo,
emancipación mental, enfermedades sociales, y el uso de una
terminología inadecuada, de carácter naturalista, en sus consi-
deraciones filosóficas, políticas y sociológicas, seguían siendo las
piedras angulares de su concepción del mundo.
Si es cierto que para esos años el pensador entiende el im-
perialismo en el sentido que lo entiende Lenin en su libro El
imperialismo, fase superior del capitalismo, también es verdad que
la noción de clases sociales con frecuencia es sustituida por la
dicotomía ricos-pobres; su filosofía del futuro (dominicano y
latinoamericano) se inclina más hacia la democracia agraria y
liberal que hacia el socialismo; la revolución es entendida como
una categoría suprahistórica que pre-existe a los países en que
ha de tener lugar y a los hombres encargados de hacerla cristali-
zar, la dicotomía Bien-Mal, y con ella el providencialismo, ajeno
y opuesto al determinismo histórico marxista, aun constituyen el
centro de antropología filosófica.
10 Juan Isidro Jimenes Grullón, Al margen de Ortega y Gasset, II. Crítica a «En
torno a Galileo», Mérida, Publicaciones de la facultad de Humanidades de
la Universidad de los Andes, 1959, pp. 117-118.
11 Medicina y cultura, p. 110: «la medicina, antes tenía como objeto al indivi-
duo, y procuraba curar sus enfermedades; hoy su objeto primario es la so-
ciedad, cuyos males patológicos aspira evitar. Claro está: como la sociedad
está compuesta de individuos, no se margina la importancia de éstos como
entes particulares y mucho menos se hace caso omiso de curarlos cuando
son víctimas de un padre. Pero la labor ya no se circunscribe a cada uno de
ellos: se extiende a todos los miembros del conglomerado humano».
12 Una Gestado en América, pp. 154-155: «Pensé que la vida no era sino una
manifestación específica de la energía, atributo y forma de la materia;
y que todas las funciones humanas –entre ellas las del pensamiento y la
efectividad– eran proyecciones de esa energía, ya especializada. Vi al pen-
samiento inexorablemente unido al hombre y estimé que su desarrollo
había sido condicionado por los factores materiales que informan la vida
misma».
13 Anti-Sábato, p. 31.
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– 453 –
existencia, que los engloba y los precede. (Aquí fué donde Sartre
apuró la tesis).
La manera como Heidegger ha logrado combatir y fundir
en una síntesis originalísima y atrayente doctrinas tan disímiles
como el positivismo de las esencias de Husserl, el emocionalismo
de Scheler, el irracionalismo de Kierkegaard, el encantador tema
de la dureé de Bergson, el impulso vital de Nietzsche, la fusión de
esencia y existencia de Aristóteles, y otros temas apasionantes, es
lo que lo ha convertido en el prestigio filosófico mas señero de
la Alemania actual.
Sartre, al contrario, se aprovecha del huerto plantado y cul-
tivado por Heidegger para hacer injertos, experimentos nuevos,
que, a pesar de los chispazos de genio que se ven de cuando
en cuando; no han mejorado los frutos. En la misma noción de
existencia y del hombre como el existente auténtico, también se
separa Sartre de Heidegger para innovar, aunque algunos crean
que no; y este es su segundo punto vulnerable. Veamos como
pasan las cosas en Heidegger.
El hombre existe en el mundo y se encuentra en él aún antes
de tener una noción de él mismo y ya así, se le ofrece el mundo
como materia de preocupación: esto anuncia que el carácter
finito y limitado de la existencia humana es previo a cualquier
otra cosa. La conciencia moral, la visión de la muerte y la resolu-
ción resignada, determinan la huída del hombre de sí mismo,
y todas juntas desembocan en la angustia, el hiatus irrationalis.
Esta crisis de la angustia y la inmersión en la nada, es lo que
libera al hombre: la existencia se encuentra a sí misma. Aquí hay
algo que hacer resaltar: ¿por qué sólo el hombre, entre todos
los existentes ocupa una posición privilegida hasta ser el existen-
te propiamente dicho? Porque es para el único ser ante quien
la existencia puede tener un sentido. El existir de la existencia
puede ser accessible «tan sólo en cierto estado de inteligencia
posible», es decir, en el hombre: la inteligencia del existir. Fuera de
esto sólo existe la noche universal, y el único ser capaz de emer-
ger de ella es el hombre. El Dasein de Heidegger es, pues, aquella
existencia a la cual la inteligencia del existir es esencial. Esto
no aparece en Sartre, que sepamos. Cuando anuncia, un poco
– 465 –
Afirma que «todo ser como subsistente y todo ser como liber-
tad es un ser pero no el ser. El ser verdadero es trascendencia».
Con estas afirmaciones, parece que Jaspers da nuevas pro-
yecciones al pensamiento filosófico existencialista revelando un
fondo realmente cristiano católico. Pero el ser verdadero, parece
que lo identifica con la trascendencia, y bien valdría que lo con-
siderase trascendente.
Para expresar que el ser verdadero que es Dios, no puede
definirse, que no puede ser el contenido de una forma, expresa:
«El ser verdadero es algo que carece en absoluto del carácter
de objeto y algo absolutamente escondido. La metafísica que se
ocupa de él, no puede emplear sino símbolos. Su filosofía carece
de lógica, al fundamentarse entre el ser y el no ser.
Expresa, que el verdadero método de la metafísica, sin em-
bargo, consiste en seguir uno de los tres caminos: el camino del
trascender formal, el de la referencia existencial y el de la lectura
de cifras.
Juzgo equilibrada la ruta del trascender formal, mejor aún:
del puro trascender, para apartar a Dios de la forma y aceptar
ese trascender en cuanto a las categorías y a la misma existencia,
como cualidad del ser trascendente.
De ahí que me aparte un poco de la expresión del trascender
formal que él puntualiza: «En el trascender formal no sólo se
trascienden las categorías de lo existente sino la misma existen-
cia. Resulta casi inevitable pensar a Dios como personalidad,
pero la divinidad permanece oculta». Pero Jaspers considera la
trascendencia en lo existente.
Prescindiendo del trascender formal, «la divinidad que per-
manece oculta», se intuye, se ve con los ojos del espíritu; que no
ha hecho Jaspers, porque a pesar de que es un filósofo existencia-
lista, no hace propiamente filosofía, sino análisis del existente.
En el fondo, todas las directrices filosóficas que tratan de la
existencia, parten, no sólo de la existencia como tal, sino de la
experiencia vivida, de lo que los filósofos actuales denominan
«vivencia».
Biografía y valor1
Pedro Troncoso Sánchez2
– 479 –
– 485 –
2 José Luis Alemán, «Una palabra en defensa del pueblo», Estudios Sociales,
Año 40, Vol. XXXIX, No. 144, 2008, pp. 39-47.
3 Leopoldo Zea, «América Latina: largo viaje hacia sí misma», en González
Álvarez, L. (comp.) Filosofía de la cultura latinoamericana.
9 Ibídem.
10 Ibídem, p. 120.
11 Véase Luigi Ferrajoli, Derechos y garantías. La Ley del más débil y Razones jurí-
dicas del pacifismo, Madrid.
12 Jorge Cela, La otra cara de la pobreza; José Luis Alemán, «La política social
como clave del desarrollo», pp. 59-74.
14 Ibídem, p. 424.
Bibliografía
Alemán, José Luis. «Una palabra en defensa del pueblo», Estudios
Sociales, Año 40, Vol. XXXIX, No. 144, 2008.
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Resumen
La importancia de la presente investigación radica en la necesidad sentida
por la sociedad actual para encontrar modelos axiológicos y éticos alternativos
a la cultura postmoderna, que impone la ausencia de valores frente a la actitud
pragmática de «conseguir los fines sin importar los medios».
El tema de lo axiológico en el pensamiento de Rousseau es relevante
frente a la diversidad de enfoques que se realizan al respecto, porque aborda
la problemática desde una perspectiva multidimensional e integradora en con-
traposición a los enfoques fragmentarios existentes.
Aun cuando esta problemática ha sido abordada desde hace mas de
doscientos años, su tratamiento sigue siendo novedoso porque constituye un
punto de partida para los estudios consustanciales al momento histórico en
que se vive. El tema sobre los valores constituye un eje transversal que preocupa
a las generaciones de las diferentes épocas.
Se espera, con la presente investigación, crear la fundamentación filosófica
para un modelo de educación en valores que responda a la creación de un ser
humano integral y multidimensional.
– 499 –
2 Ibídem.
3 Ibídem.
6 Ibídem.
7 Francisco Javier Caballero Harriet, 2006.
8 J. J. Rousseau, 1762.
9 J. J. Rousseau, 1762.
10 J. J. Rousseau, El contrato social.
12 Ibídem, p. 20.
13 Ibídem.
14 Ibídem.
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http://worldcat.org/wcpa/oclc/40286222?lang=es –
http://sincronia.cucsh.udg.mx/filed.htm
– 517 –
4 Ibídem, p. 356.
5 Cf. Moritz Schlick, ob. cit., p. 64.
11 Ibídem, p. 64.
12 Véase con respecto a los principios el artículo publicado por Luis O. Brea
Franco, «La comedia de los principios», del viernes 28 de octubre de 2005,
en el diario El Caribe, Sección Opinión, Santo Domingo, R. D. (Cf. http://
www.lobrea.com).
13 Entre los pocos tratados sobre los valores en la República Dominicana está
el libro de Carlos Nina Ortiz, el cual hace referencia a tres principios, que
él denomina «valores por antonomasia», a saber, Verdad, Amor y Justicia. La
Justicia la deriva de la unión del Amor y la Verdad. Es un panorama difícil
de aceptar para un pensador laico, no creyente o un agnóstico, pues estos
«principios» son derivados directamente de una interpretación de Dios
(de una fe), por lo tanto, no tienen carácter obligatorio para quien no
cree o para quien cree de otro modo. Se observa, además, que llevan el
nombre de valores y no de principios. Es un ejemplo de las confusiones
básicas que generalmente se dan en las reflexiones ético-morales. No ha
existido una real delimitación entre principios y valores, además, no se
ha tomado en cuenta que los valores tienen indicadores (los cuales hasta
ahora habían sido denominados también valores). Véase al respecto, Car-
los Nina Ortiz, Integración de valores en la educación, Santo Domingo, R.D.,
Impresos y Diseños El Remanente, 2002, pp. 63-70.
La misma imprecisión está contenida en los fascículos acerca de la «Educa-
ción en Valores», procedentes de Colombia y que están siendo divulgados
en la República Dominicana por el Diario Libre, en cooperación con pres-
tigiosas organizaciones, entre las que se cuenta a la Secretaría de Estado
de Educación, SEE. Dichos fascículos presentan una categorización de
valores superada y no distinguen lo que son los principios, los valores y los
indicadores. Una «educación en valores» concebida sobre la base de una
conceptualización errada está condenada a fracasar.
14 Muchos de los textos sobre ética y moral hacen referencia a los antivalores
o valores negativos, los cuales conciben en una relación bipolar con los
valores positivos. Eso es un error conceptual que tiene grandes implicacio-
nes prácticas. Véase como ejemplo de esto, Félix Gómez, Filosofía, ética y
moral, Santo Domingo, R. D., Editora Universitaria, 1994, p. 79.
El cuadro contentivo de los valores, que será presentado más adelante
muestra, además de los principios, valores e indicadores de valores, el
término que usamos para la negación de cada valor. Se podrá ver que
mediante el término que niega al valor desaparecen todos los indicadores
del valor de referencia. El valor no tiene contrario, simplemente puede
quedar ausente en una acción social determinada.
15 Véase con relación a la inversión de valores: Rafael Morla, Modernidad,
postmodernidad y valores, Santo Domingo, R. D., Editorial Valdez, 2001,
pp. 47-56.
Principio Categorías
Libertad Tiempo y Acción
Unidad Espacio y Cantidad
Bondad Relación y Pasión
Justicia Situación y Posición
Verdad Cualidad y Sustancia
21 Hay que distinguir entre la verdadera moral y una moral aparente (o do-
ble moral). La primera posee un gran poder de arrastre y de imponente
influencia social, pero sólo si se pone en práctica de manera estricta. Es el
poder moral verdadero el que ha eternizado las figuras paradigmáticas de
la historia, tales como Jesús y Sócrates.
22 Max Scheler realizó el primer gran intento por sistematizar los valores, los
cuales clasificó en: sensibles, biológicos, estéticos, económicos, religiosos,
intelectuales y morales. No pudo distinguir entre principios y valores, y
desconoció que los valores tienen sus indicadores.
Los valores son todos de carácter ético-moral, como hemos mostrado. Por
lo tanto, esa clasificación, que es la que hasta hoy se había conocido y
asumido, ya no es defendible racionalmente.
SISTEMA ÉTICO-MORAL:
Principios, valores (y su negación) e indicadores
Valores Expresiones de
Principio Indicadores indicadores
(su negación)
Cooperación
Compartir
Hospitalidad
Solidaridad
Ser accesible
(Indiferencia)
Generosidad
Compasión
Fraternidad
Servicio
Misericordia
Altruismo Arriesgar la vida por
(Egocentrismo) otros
Ofrendar la vida por
otros
Productividad
Eficiencia
Utilidad Eficacia
BONDAD (Holgazanería) Conveniencia
Disponibilidad
Laboriosidad
Cortesía
Gentileza
Amabilidad
Ser atento
(Odiosidad)
Ser agradable
Cordialidad
Delicadeza
Flexibilidad
Ternura Simpatía
(Aspereza) Ser cariñoso
Ser cuidadoso
Afectividad
Empatía
Comprensión
Amistad
(Incompren-
Consolar
sión)
Perdonar
Valores Expresiones de
Principio Indicadores indicadores
(su negación)
Claridad/ Diafanidad
Precisión
Rendición de cuentas
Transparencia Sinceridad
(Corrupción) Honestidad
Franqueza
Ser exigente
Autocriticidad
Conocimiento
Prudencia/ Uso de
razón
Sabiduría
Entendimiento
(Necedad)
Curiosidad
Madurez
Buen consejo
Identidad
VERDAD Coherencia Logicidad
(Incoheren- Adecuación/ Idoneidad
cia) Autenticidad
Sobriedad
Reflexión
Discernimien-
Criticidad
to
Sopesamiento
(Torpeza)
Acuciosidad
Aptitud
Esfuerzo
Credibilidad
Sacrificio
(Incredibili-
Profesionalidad
dad)
Destreza
Agilidad
Discreción
Sensatez Escudriñamiento
(Insensatez) Perspicacia/ Agudeza
Ser precavido
Valores Expresiones
Principio Indicadores de
(su negación) indicadores
Firmeza
Resistencia
Valentía Ser decidido
(Cobardía) Emprendedurismo
Disponibilidad de
arriesgarse
Adaptación
Dinamismo Desarrollo
(Estancamien- Progreso/
to) Prosperidad
Apertura/
Receptividad
Esperanza Planeamiento
(Desesperación) Aspiración
LIBERTAD Superación
Dar aliento
Fortaleza
Templanza
Vitalidad
Valorar la vida
(Inercia)
Jovialidad
Ser ameno
Confianza
Fe
Optimismo
(Carencia de fe)
Docilidad
Ingenio
Creatividad
Ser innovador
(Falta de creati-
Espontaneidad
vidad)
Ocurrencia
Valores Expresiones
Principio Indicadores de
(su negación) indicadores
Legalidad
Inclusión
Equidad
Comedimiento
(Inequidad)
Ecuanimidad
Equilibrio
Respeto/ Decoro
Dignidad Vergüenza
(Indignidad) Indignación
Estima
Cumplimiento del
deber
JUSTICIA Responsabili- Puntualidad
dad Mantener la palabra
(Irresponsabi- Seriedad
lidad) Asunción de conse-
cuencias
Dar la cara o encarar
Modestia
Humildad
Sencillez
(Orgullo/
Arrepentirse
Arrogancia )
Pedir perdón
Autodominio
Templanza
Renuncia
(Desenfreno)
Desapego/Desinterés
Valores Expresiones
Principio Indicadores de
(su negación) indicadores
Intercambio
Igualdad
Reciprocidad
(Desigualdad)
Sincronismo
Entrega total
Gratitud
Fidelidad
Perseverancia
(Infidelidad)
Paciencia
Lealtad
Concordia
Sosiego/Serenidad
Comunicación
Paz
Reconciliación
(Discordia)
Mansedumbre
UNIDAD Armonía
Concertación
Sistematicidad
Secuencia
Orden
Autoridad
(Desorden)
Obediencia
Compactibilidad
Honradez
Confiabilidad Decencia
(Desconfiabilidad) Disciplina
Constancia
Convivencia
Tolerancia
Escuchar
(Intolerancia)
Aceptación del otro
Bondad
Unidad
Verdad
Justicia
Libertad
– 555 –
Vol. XLIX Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel (tomo II).
Compilación de José Luis Sáez, S. J. Santo Domingo, D. N.,
2008.
Vol. L Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel (tomo III).
Compilación de José Luis Sáez, S. J. Santo Domingo, D. N.,
2008.
Vol. LI Prosas polémicas 1. Primeros escritos, textos marginales, Yanquilinarias.
Félix Evaristo Mejía. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo,
D. N., 2008.
Vol. LII Prosas polémicas 2. Textos educativos y Discursos. Félix Evaristo Mejía.
Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LIII Prosas polémicas 3. Ensayos. Félix Evaristo Mejía. Edición de A.
Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LIV Autoridad para educar. La historia de la escuela católica dominicana.
José Luis Sáez, S. J. Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LV Relatos de Rodrigo de Bastidas. Antonio Sánchez Hernández. Santo
Domingo, D. N., 2008.
Vol. LVI Textos reunidos 1. Escritos políticos iniciales. Manuel de J. Galván.
Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LVII Textos reunidos 2. Ensayos. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés
Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LVIII Textos reunidos 3. Artículos y Controversia histórica. Manuel de J.
Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N.,
2008.
Vol. LIX Textos reunidos 4. Cartas, ministerios y misiones diplomáticas. Manuel
de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D.
N., 2008.
Vol. LX La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo
(1930-1961), tomo I. José Luis Sáez, S.J. Santo Domingo, D. N.,
2008.
Vol. LXI La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo
(1930-1961), tomo II. José Luis Sáez, S. J. Santo Domingo, D. N.,
2008.
Vol. LXII Legislación archivística dominicana, 1847-2007. Archivo General
de la Nación. Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LXIII Libro de bautismos de esclavos (1636-1670). Transcripción de José
Luis Sáez, S.J. Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LXIV Los gavilleros (1904-1916). María Filomena González Canalda.
Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. LXV El sur dominicano (1680-1795). Cambios sociales y transformaciones
económicas. Manuel Vicente Hernández González. Santo
Domingo, D. N., 2008.
Colección Juvenil
Vol. I Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. II Heroínas nacionales. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. III Vida y obra de Ercilia Pepín. Alejandro Paulino Ramos. Segunda
edición de Dantes Ortiz. Santo Domingo, D. N., 2007.
Vol. IV Dictadores dominicanos del siglo xix. Roberto Cassá. Santo Domingo,
D. N., 2008.
Vol. V Padres de la Patria. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. VI Pensadores criollos. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2008.
Vol. VII Héroes restauradores. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2009.