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El modelo tradicional de educación que nos han inculcado desde nuestro comienzo
en los estudios es un sistema muy rígido que no explota en su totalidad las destrezas
y habilidades de los discentes, lo que conlleva no solamente a la formación de
individuos con bases deficientes, sino que también es la causa de muchos de los
problemas sociales que vemos hoy en día en nuestra sociedad. Un modelo
educativo que se enfoca en formación intelectual en diversos campos de estudios,
pero que lastimosamente deja muy al lado la formación humana, donde se apliquen
principios y valores fundamentales para una buena convivencia.
e incluso hasta la propia integridad de los estudiantes. Además, hay muchas otras
deficiencias que sobresalen con situaciones sencillas tales como clasificar o llamar
ciertas materias como “básicas”, lo cual podría llevarnos a pensar que el resto no
tienen la suficiente importancia, o también el manejo de ciertos conceptos tales
como “analfabeto” o “discapacitado”, términos que por mucho tiempo fueron
empleados y que hoy en día podrían herir grandes susceptibilidades si alguien que
fue enseñado de esa manera, no es corregido. Esto solo por mencionar algunos
ejemplos.
El mundo actual necesita de ciudadanos críticos, responsables, pero sobre todo que
conserven un espíritu de búsqueda constante de nuevos aprendizajes, que no
visualicen el estudio como una responsabilidad solo por cumplir con lo que está
establecido, sino que sea tomado con placer para descubrir, conocer y crear nuevos
aportes que sirvan para la educación futura. Pero para lograr ver un cambio positivo,
se debe enfatizar en la creación de ambientes placenteros, en donde los discentes
se sientan cómodos y libres para expresar sus pensamientos, bajo una atmósfera
de respeto mutuo en donde sean integrados sus intereses, necesidades y visiones
del mundo.