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Taller de Habilidades Cognitivas

7° y 8° básico/2017
Profesora Claudia Araya Benavides

GUÍA DE COMPRENSIÓN LECTORA N°2

El almohadón de plumas
[Cuento - Texto completo.]

Horacio Quiroga

Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su
marido heló sus soñadas niñerías de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, a veces con
un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una
furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la
amaba profundamente, sin darlo a conocer.

Durante tres meses -se habían casado en abril- vivieron una dicha especial.
Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva
e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.
La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio
silencioso -frisos, columnas y estatuas de mármol- producía una otoñal impresión de
palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas
paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los
pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su
resonancia.
En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por
echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer
pensar en nada hasta que llegaba su marido.
No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró
insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín
apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con
honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos,
echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el
llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó
largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra.
Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida.
El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso
absolutos.
-No sé -le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja-. Tiene una gran
debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada… Si mañana se despierta como hoy,
llámeme enseguida.
Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima,
completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la
muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio.
Pasábanse horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala,
también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con
incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el dormitorio y
proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba
en su dirección.
Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que
descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no
hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó
de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se
perlaron de sudor.
-¡Jordán! ¡Jordán! -clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.
Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror.
-¡Soy yo, Alicia, soy yo!
Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de
estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido,
acariciándola temblando.
Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre
los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.
Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa,
desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta
Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca
inerte. La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.
-Pst… -se encogió de hombros desalentado su médico-. Es un caso serio… poco hay que
hacer…
-¡Sólo eso me faltaba! -resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.
Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía
siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada
mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la
vida en nuevas alas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada
en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la
abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que
le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos
que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha.
Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces
continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de
la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado de
los eternos pasos de Jordán.
Alicia murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un
rato extrañada el almohadón.
-¡Señor! -llamó a Jordán en voz baja-. En el almohadón hay manchas que parecen de
sangre.
Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos
lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.
-Parecen picaduras -murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.
-Levántelo a la luz -le dijo Jordán.
La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y
temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.
-¿Qué hay? -murmuró con la voz ronca.
-Pesa mucho -articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.
Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del
comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la
sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a
los bandós. Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había
un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le
pronunciaba la boca.
Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca
-su trompa, mejor dicho- a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi
imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin duda su desarrollo,
pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en
cinco noches, había vaciado a Alicia.
Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas
condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente
favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.
I. EJERCICIOS DE COMPRENSIÓN DEL TEXTO

1.- ¿Cómo era Alicia?


a) Malhumorada
b) Soñadora
c) Alegre

2.- Jordán, durante los primeros meses de su matrimonio, tenía un carácter…


a) Tierno, pero esquivo
b) Cariñoso y sociable
c) Distante y frío

3.- ¿Cómo era la relación entre Jordán y Alicia?


a) Alicia lo quería, pero él no estaba realmente enamorado de ella
b) Jordán la amaba profundamente, pero ella sentía rechazo hacia él
c) Ambos se querían

4.- ¿Cuáles fueron los primeros síntomas de la enfermedad de Alicia?


a) Adelgazó bastante
b) Empezó a tener pesadillas
c) Ninguna de las anteriores respuestas es correcta

5.- Jordán, durante la enfermedad de Alicia…


a) Pasaba las noches en vela al pie de la cama de su mujer
b) Vivía casi en la sala
c) No mostró ningún signo de preocupación

6.- El médico que atendía a Alicia…


a) Dijo que desconocía la razón de su debilidad
b) Afirmó que se recuperaría pronto
c) No era consciente de la gravedad de su enfermedad

7.- El dormitorio de la enferma estaba todo el día…


a) A oscuras
b) Con la luz encendida
c) Con la puerta abierta

8.- Durante su enfermedad, Alicia tenía:


a) Pesadillas
b) Alucinaciones
c) Falta de apetito

9.- ¿Quién descubrió manchas de sangre en el almohadón de Alicia?


a) Su marido
b) La sirvienta
c) El médico

10.- ¿Qué le había quitado la vida a Alicia?


a) La anemia que padecía
b) Un parásito que se escondía en su almohadón
c) Las dos respuestas anteriores son correctas

11.- ¿A qué modalidad pertenece el texto escrito por Horacio Quiroga ?


a) Narración
b) Descripción
c) Exposición

12.- Desde el punto de vista del ámbito de uso, nos encontramos ante un texto…
a) De la vida académica
b) De los medios de comunicación
c) Literario

13.- ¿Qué tipo de narrador aparece en esta historia?


a) En primera persona
b) En segunda persona
c) En tercera persona

14.- ¿Quién o quiénes son los personajes principales y secundarios de la historia?


a) Jordán es personaje principal y el médico es secundario
b) Alicia y el médico son los personajes principales y la sirvienta es secundario
c) No hay personajes secundarios en la historia

15.- En cuanto al tiempo externo y al espacio narrativo…


a) El tiempo es presente y el espacio es imaginario
b) El tiempo es pasado y el espacio es real
c) El tiempo es presente y el espacio es real

16.- El orden en el que se cuentan los hechos es…


a) Lineal
b) In media res
c) In extrema res

17.- En el texto se producen las siguientes anacronías o discordancias entre el orden del relato y el
orden de la historia:
a) Analepsis o flashback
b) Prolepsis o flashforward
c) Ninguna de las anteriores respuestas es correcta

18.- Clasifica este texto teniendo en cuenta el subgénero narrativo al que pertenece:
a) Se trata de un cuento popular o folclórico
b) Nos encontramos ante una leyenda literaria
c) Es un cuento literario

19.- Señala a qué modalidad textual pertenece el último párrafo del texto: “Estos parásitos de las
aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones
enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los
almohadones de plumas”:
a) Es un texto narrativo
b) Es un texto expositivo
c) Es un texto argumentativo

19.- Cuando se afirma al principio del texto que Alicia era “rubia, angelical y tímida” nos
encontramos ante:
a) Una prosopografía
b) Una etopeya
c) Un retrato

II. VOCABULARIO

1.- Sustituye por un sinónimo las palabras que aparecen subrayadas en los siguientes fragmentos
extraídos del texto:
 Aún vivía en la casa hostil:

 Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación:

 Cada mañana amanecía lívida:

2.- Busca en el diccionario la acepción que tienen en el texto los siguientes vocablos:
 Dormitar:

 Estupor:

 Tamborilear:

 Remoción:

III. COMUNICACIÓN

1.- En el siguiente fragmento del texto se produce un acto de comunicación:


- Parecen picaduras -murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.
- Levántelo a la luz - le dijo Jordán.
En la oración “Levántelo a la luz”, señala cuáles son los elementos que intervienen en la
comunicación:
 Emisor:

 Receptor:

 Mensaje:

 Canal:

 Código:

 Situación o contexto:

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