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BARRAS BRAVAS

De acuerdo con la literatura, las barras son definidas como grupos de personas que se mancomunan
bajo un mismo ideal, con un sentido de pertenencia y una pasión desbordante por un equipo de
fútbol.

De lo anterior puede entenderse que existe un fenómeno emocional que une e incluso ata al barrista
con su barra y su equipo. Es particularmente curioso comprender que un sentimiento producto de
una emoción inicial seguida por una pasión (por un deporte o un equipo) pueda divergir cuando se
indaga sobre la lealtad a la barra y al equipo. En una barra, se expresa la voluntad absolutista de
formar una unidad que rechaza toda oportunidad que genere división social a su interior, pero
contrariamente la barra se ve a sí misma y a las demás como “enemigas”, de manera que es
necesario tener “enemigos” para poder figurar y representar una fuerza social.

Partiendo de aquella necesidad adversa al sentimiento de unidad e impulsadas por las fuerzas del
fanatismo que se adentran en las masas de las barras, surgen grupos de emociones mucho más
radicales dispuestos a todo por los colores y la bandera de su club. “Caminan entre las barras, como
un peligroso ciempiés, el humillado se hace humillante y dan miedo al miedoso”, describe de ése
modo el reconocido escritor Eduardo Galeano a los fanáticos de las barras bravas en su obra Lo suyo
es la tribuna.

Alrededor de los años 60 nace en Europa y más concretamente en Inglaterra la tenebrosa barra de
los Hooligans, que al parecer adoptan tal nombre del término “Hooleys” proveniente del irlandés
que significa salvaje.

Los Hooligans son personas que muestran un comportamiento agresivo en los eventos futbolísticos.
Tuvieron su gran auge en distintos países en los años 80, auge promovido fuertemente por los
medios de comunicación, debido a que como es conocido, “ser alguien, reconocido socialmente” es
sinónimo de salir en televisión, de manera que los medios alimentan la ansiedad de estos grupos,
que buscan de cualquier forma “existir para el mundo”, sin reparar a la forma de figurar o al impacto
de su mensaje.

Los Hooligans como cualquier otra barra o barra brava se constituyen como organizaciones que
adoptan su propia identidad, con sus propias normas, valores, sensaciones, creencias, razones y
modelos de acción. Sus miembros deben desempeñar sus roles tras una completa preparación para
ser aceptados y vinculados a la organización.

El mundo occidental, no ha sido ajeno al escenario hasta ahora descrito. Un caso particular y de
bastante importancia para el continente americano ha sido el surgimiento y desarrollo de las barras
entre las hinchadas argentinas. A principios del siglo XX comienzan a aparecer los hechos violentos
en los escenarios deportivos de Argentina e incluso donde jugase el equipo (asesinato en
Montevideo, Uruguay en 1924 a manos de un barrista argentino).

Una barra brava en Argentina es concebida como una organización encargada de la realización de
los canticos y la administración del material pirotécnico entre otros, de manera que se constituyen
como una subcultura entre los hinchas, con la capacidad de generar incidentes dentro y fuera del
estadio, en ocasiones bajo el amparo de sus seguidores (los hinchas).

En el panorama nacional, Colombia se enfrenta a la violencia de las barras a finales del siglo XX,
caracterizándose las barras colombianas por una fuerte influencia de las argentinas. Aparecen los
despliegues de hinchas acompañados por las barras, sus banderas, instrumentos y la complicada
situación que parece incontrolable en las tribunas populares.

En Colombia se registran las primeras rivalidades entre barras de Bogotá, Medellín y Cali,
extendiéndose seguidamente por el resto del país. Surgen además de los hinchas y las barras que
alientan a sus equipos en un partido, tribus urbanas, que polarizan y se reparten el territorio a
tajadas demarcadas por grafitis y líneas imaginarias que contribuyeron a guerras permanentes que
en nada estaban relacionadas con el deporte. La violencia se apoderó de los escenarios y las calles
y pronto las barras y los barristas son percibidos como un problema social que pide con prontitud la
intervención del estado y las autoridades para su control.

En cumplimiento con su compromiso social, centrado en la protección de los ciudadanos, las


autoridades colombianas de los diferentes órdenes territoriales, desarrollan estrategias a fin de
combatir la violencia que se generó en el país, de modo que se expiden leyes entre las cuales vale
la pena destacar la ley 1356 de 2009 conocida como la ley de seguridad en eventos deportivos que
otorga facultades a las autoridades policiales para mantener el orden y la seguridad en dichos
eventos que incluyen sanciones y penalizaciones a los incumplimientos de la ley, pero también se
crean escenarios que buscan la prevención como es el caso de los encuentros nacionales, reuniones
operativas y foros con y entre jóvenes barristas.

Como se mostró, el deporte y más en concreto el futbol, tiene la facultad de despertar emociones
que se transforman en pasiones. En la mayoría de los casos, en el estadio la emotividad se aleja de
la racionalidad, y son tan complejos los sentimientos que afloran, que parecen coexistir dos mundos
paralelos: uno en la cancha y otro en las tribunas. La voz de aliento que llega a los oídos de los
deportistas puede ser la píldora necesaria para definir el marcador en un enfrentamiento deportivo,
pero el sentimiento de dolor por la partida de un hincha sin más motivo que un color puede ser la
tristeza más grande que marca a una sociedad irracional y deshumanizada que prefiere una tela
(Bandera o camisa) a una vida.

Para un barrista su barra es la comunidad que lo identifica, es una familia que le profesa amor a una
institución y su razón de vivir es apoyarla. Una barra para quien forma parte de esta es un estilo de
vida que se lleva y al que se le presta toda la atención, tanta, como se le presta a la familia, al trabajo,
al colegio, universidad o a cualquier institución a la que pertenezca, el amor de un barrista por su
institución y por su barra es incondicional. Los barristas siguen a sus equipos en cualquier lugar en
donde éste se presente, lo animan desde el primer hasta el último minuto, lo defienden a cualquier
costo y están dispuestos a cualquier cosa por su equipo y su barra, porque su ideología se basa en
entrega incondicional en las buenas y en las malas

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