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La constitucionalización de la política anticlerical en las Cortes

Constituyentes de la II República y la consolidación de la derecha confesional católica.

Objeto:
En mi trabajo he intentado determinar, a partir de la literatura existente, hasta qué
punto la constitucionalización del programa laicista y/o anticlerical de la mayoría
parlamentaria republicano-socialista en las Cortes Constituyentes de la II República fue
incentivada por algunas características institucionales iniciales del régimen. También, y,
sobre todo, en qué medida coadyuvó al afianzamiento, al margen del consenso
constitucional, de un movimiento político católico confesional de masas (Acción Popular,
CEDA) que hizo bascular su actuación política en torno al eje de la defensa de la Iglesia y
los derechos de los católicos.
La elección del tema es fruto de mi interés por los procesos de establecimiento de
las reglas de juego iniciales en los sistemas democráticos: cómo, bajo qué circunstancias y,
sobre todo, con qué consecuencias se instituyen en ellos las bases constitucionales. En este
sentido, el periodo constituyente de la II República puede ilustrar la hipótesis que formulo
en el trabajo: la de que el consenso original en que se funda (o debe fundarse) un sistema
político democrático requiere que entre los intercambios políticos subsiguientes no figuren
lo que denominamos “cuestiones de principio”, entendiendo por tales aquéllas cuya
naturaleza las hace innegociables en la práctica, en particular las que se refieren a creencias
últimas, radicales de la persona, como, para el caso de la II República, las religiosas.

Metodología:
Las fases esenciales desde el punto de vista metodológico han sido cuatro: la
búsqueda de información, la lectura, la toma de notas y la ordenación/estructuración de la
información.
1º) Búsqueda de fuentes bibliográficas. Se ha llevado a cabo sobre la base de tres
criterios básicos: selección de fuentes primarias, fiabilidad y accesibilidad. Con una sola
excepción, se han utilizado fuentes primarias (entendiendo por tales las que contienen
información nueva y original): libros, capítulos de libros, artículos de revistas, tesis
doctorales y el diario de sesiones de las Cortes. Para cumplir el criterio de fiabilidad de la
información se han empleado dos métodos. En primer lugar, partiendo de las bibliografías
y notas a pie de página incluidas en obras de conjunto, genéricas o que abordasen aspectos
generales sobre la II República Española, se han seleccionado otras que estuvieran
temáticamente relacionadas con los siguientes conceptos/términos: debates constitucionales
en torno al artículo 26, Acción Popular, CEDA, catolicismo político, relaciones Iglesia-
Estado, anticlericalismo, sistema de partidos. En segundo lugar, se ha hecho lo propio con
artículos de revistas especializadas digitalizadas; la búsqueda en Internet se ha efectuado a
partir de los citados términos, contrastando en todos los casos las autorías, así como la
entidad de la revista en cuestión.
2º) Lectura de las fuentes. Las obras de carácter general, así como los artículos de
revistas y capítulos de libros han sido leídos en toda su extensión. En el caso del resto de
fuentes, se ha efectuado una lectura específica a partir de los índices respectivos. Cuando
esto ha resultado inviable, por juzgarse relevante la totalidad de la obra, se ha llevado a
cabo una lectura selectiva combinando los índices y epígrafes con los términos y conceptos
esenciales para la investigación. Cada párrafo considerado relevante respecto del hilo
temático de referencia ha sido señalado, anotándose su ubicación exacta y una breve
indicación de su contenido.
3º) Toma de notas. A partir de la (re)lectura de cada uno de los textos previamente
seleccionados, se ha procedido al resumen de su contenido, identificando las ideas y
conceptos fundamentales, tratando en cada caso de hallar la conexión con el tema objeto de
investigación.
4º) Ordenación de la información. Se ha intentado dotar de sentido al cúmulo de
anotaciones. Y éste venía dado, en primer lugar, por el argumento en torno al cual debían
estructurarse aquéllas, es decir, por las dos preguntas a que el trabajo aspiraba a responder
y a la luz de la hipótesis que pretendía verificar; y, en segundo lugar, por el índice, de
acuerdo con el cual, y con carácter previo a la redacción final, han sido agrupadas.

Conclusiones:
Primera. El proceso de constitucionalización de la política religiosa defendida por la
mayoría republicano-socialista en las Cortes Constituyentes republicanas se vio
condicionado por: a) el déficit de representación parlamentaria de la derecha católica, que,
interpretada como síntoma de escasa representatividad social, desincentivó la búsqueda de
un consenso que rebasara los márgenes de la mayoría republicano-socialista e incentivó el
blindaje constitucional de decisiones políticas claramente anticlericales; b) el predominio
del legislativo sobre el ejecutivo, que minó los esfuerzos de algunos de los miembros del
Gobierno por alcanzar una solución pactada al problema religioso y contribuyó a
radicalizar las posiciones de los grupos republicanos en relación con las que mantenían sus
representantes en el seno de aquél; c) la conversión del anticlericalismo en instrumento por
medio del cual resaltar las diferencias en el campo republicano entre las diversas opciones
políticas que sostenían al Gobierno, lo que, al estimular una espiral de diferenciación-
emulación, pudo agravar la radicalidad de las posiciones anticlericales.
Segunda. El blindaje constitucional de las disposiciones anticlericales, en especial el
severo régimen a que el artículo 26 sometía a las órdenes religiosas, incluida la prohibición
de la enseñanza, acabó logrando lo contrario de lo que pretendía, toda vez que: a) sentó las
bases para la consolidación de una opción mayoritaria de derecha voluntariamente
impregnada de confesionalismo católico, en el seno de un régimen entre cuyos objetivos
esenciales había figurado la construcción de un estado plenamente laico; b) estimuló el
refuerzo de los componentes más clericales del ideario católico y de sus reflejos defensivos
más negativos: la constante puesta en cuestión de la Constitución entre octubre de 1931 y
noviembre de 1933 favoreció el enroque sobre las propias posiciones, como sucede siempre
que se cree que están en juego convicciones y valores irrenunciables; c) provocó la
desestabilización del sistema de partidos republicano al quedar su flanco derecho dominado
por una organización política (Acción Popular-CEDA) que no aceptaba las reglas
constitucionales tal y como habían quedado instituidas y mantenía una ambigüedad
constante en torno a su compromiso de fondo con el régimen republicano.
Tercera. Al introducir en las reglas de juego disposiciones que alcanzaban al
sistema íntimo de referencias culturales tanto de sus promotores como de los potenciales
afectados, quedó comprometida la viabilidad del sistema democrático republicano, puesto
que: a) entre los intercambios políticos subsiguientes siempre estuvo presente la discusión
en torno a las reglas de juego mismas, y la fragilidad del consenso inicial derivó en un
déficit de legitimidad que el sistema hubo de sobrellevar durante toda su andadura; b) se
cedió la iniciativa a las fuerzas de derecha no comprometidas con el régimen; y éstas,
interesadamente o no, pusieron de manifiesto una y otra vez su voluntad de revisar las
normas reguladoras fundamentales, de las cuales, argüían, habían quedado excluidas; c)
como la izquierda, por su parte, apenas sí reconoció la legitimidad de tal voluntad
revisionista, tuvo lugar una especie de espiral de progresiva deslegitimación mutua, que
dificultó sobremanera la consecución de aquel “valor de integración eficaz” del sistema
que, de acuerdo con Lipset, caracteriza a un régimen democrático.

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