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En este parágrafo nos encontramos con una breve descripción de lo que para Heidegger es el
ser-ahí. En este desarrollo nos topamos con nociones como existencia, comprensión
existencial, existenciariedad y existenciario que amplian el cómo se comprende el ser ahí. De
allí derivan ideas como la constitución óntica de éste que se desvela con una analítica
existenciaria, éste visto como el único ser capaz de preguntar sobre su propio ser; así también,
mostrar su preeminencia respecto los demás entes y, en últimas, acercarnos a su concepción
preontológica del ser ahí.
Toda acción u acto del ser ahí se conduce siempre, indiscutiblemente, hacia la existencia
misma. Entonces, “el ser al cual se conduce el ser ahí es la existencia” (Ibíd.). Algo distintivo de
este ser ahí es que “no puede menos de ser en cada caso su ser como su ser suyo” (Ibíd.). Es
decir, cada hecho o experiencia le pertenece a su ser como ser de suyo propio. Ante este ser
en el que siempre se despliega el hacer u omitir del ser ahí, la existencia, éste se comprende a
sí mismo partiendo desde su existencia como ser en el mundo. Se comprende en la posibilidad
de ser él mismo o no, posibilidad que por lo demás han sido elegidas, se ha caído o crecido
entre ellas. En este sentido, la existencia se define por obra del ser ahí respecto a un caso de
hacer u omitir. Así podemos señalar que es el ser ahí el responsable de su existir en donde con
cada acción se liquida la existencia. Ahora bien, la comprensión de suyo como ser en el mundo,
es decir, a la comprensión de sí mismo, se le llama comprensión existencial. Tal comprensión
existencial demanda una atención sobre el carácter óntico del ser ahí.
En este sentido, el complejo de la estructura ontológica se denomina existenciariedad. Con el
preguntar hacia ella se quiere mostrar aquello que constituye la existencia del ser ahí de modo
separado. El análisis que se hace de esta adquiere el carácter de un comprender existenciario.
Así, pues, la posibilidad y necesidad de un análisis existenciario del ser ahí se encuentra
prefigurada en la constitución óntica de este. En este orden de ideas, si la existencia condiciona
y determina al ser ahí le será menester a la analítica ontológica mirar previamente a la
existenciariedad, a eso que constituye el ser del ente que existe. Así mismo, termina por señalar
Heidegger que tal idea de constitución del ser lleva implícita la idea del ser que no se ha
desarrollado, de ahí que insista en que para abordar una x cuestión sea principalmente
necesario haber abordado la cuestión general del ser. Veamos, “una analítica total y acabada
del ser ahí demanda primero del desarrollo de la pregunta que interroga por el sentido del ser
en general.” (Ibíd., pág. 23).
Tenemos, pues, que al ser ahí le es inherente ser en el mundo. Su margen de acción se
despliega en ese horizonte de posibilidades que brinda el mundo. En este ser en el mundo
también se enmarca su comprensión de él, el mundo y los entes que allí hay. Deja entrever
Heidegger un pequeño comentario hacia la ciencia con su aparente halito de verdad al señalar
a las ontologías que por tema tienen un ente cuya forma de ser es diferente a la del ser ahí y
que sin embargo se anclan a la estructura óntica misma del ser ahí que encierra una
comprensión preontológica del ser. Es decir, Heidegger problematiza el hecho de que a pesar
de la ciencia tematizar un ente se sigue circunscribiendo en el mismo enigma del ser. Realizan
su desarrollo temático sin pensar primero en el desarrollo del fundamento del ser. Es por esto
que señala que “la ontología fundamental de la que puedan surgir las demás tenga que buscarse
en la analítica existenciaria del ser ahí” (Ibíd.).
Nos encontramos ahora con la preeminencia ontológica del ser ahí. La define en tres
“momentos”. Por un lado, la preeminencia óntica que se da gracias a que el ser ahí es
determinado por su existencia. Por otro lado, la preeminencia ontológica versa en que al ser
determinado por la existencia es ser ahí es en sí mismo ontológico. Acá se le hace posible al
ser ahí la comprensión de los demás entes de una forma distinta a la de él. De aquí deriva, ya
por último, la preeminencia ontico-ontológica del ser ahí en donde se le desvela como la
condición de posibilidad de todas las ontologías. Sin el ser ahí no habría ontología alguna. El
ser ahí se alza pues como el ser al que se le debe preguntar ontológicamente antes que a los
demás entes.
Señalemos, ya para terminar, que la analítica existenciaria posee raíces existenciales ónticas.
Así, pues, gracias a herramientas como el preguntar filosófico mismo de carácter existencial,
visto como una manera del ser ahí, se muestra la posibilidad de que se abra la existenciariedad
de la existencia para escudriñar en ella y así atacar los problemas filosóficos con suficiente
fundamento. Cabe resaltar también con ánimo de claridad que tal preeminencia no tiene nada
de común con una mala subjetivización del universo de los entes (Ibíd., pág. 24).
De este modo, determina Heidegger que el ser ahí habrá de ser objeto de un desarrollo
ontológico suficiente que supla sus vacíos a través de una analítica ontológica del ser ahí que
constituya la ontología fundamental. Que el ser ahí funcione como el ente al que hay que
preguntar sobre su ser.
Notas tomadas del texto de M. Heidegger; el ser y el tiempo, FCE, México, 2007. Trad. José
Gaos