Está en la página 1de 2

Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Filosofía
Seminario: E. Lévinas De otro modo que ser, o más allá de la esencia
Profesor: Roberto Solarte
Estudiante: Nicolás Cuevas
Protocolo de la sesión del 15 de febrero de 2018

El olvido de la ética
Este escrito tiene como objetivo exponer los contenidos más relevantes de la sesión del 15 de febrero de 2018 del
seminario sobre la obra de Lévinas titulada De otro modo que ser o más allá de la esencia. Para cumplir este
objetivo este escrito se enfoca en el olvido de la ética en la historia de la filosofía.

Desde el nacimiento de la filosofía, la pretensión del filósofo ha sido buscar y expresar la verdad. En la
antigüedad nos encontramos siempre con la pregunta por el origen y con la clásica pregunta “¿qué es x?”. Cuando
el filósofo se plantea esta pregunta, espera que se le conteste de manera ontológica, es decir, espera que la respuesta
a su pregunta sea un ente determinado. Tal como lo afirma Lévinas, esta manera de hacer filosofía determina que
el lenguaje es simplemente una herramienta para designar o nombrar entes. Dicho de otra manera, el lenguaje del
ser solo sirve para hacer metafísica.

Todo lo Dicho, es decir, todas las respuestas a las preguntas ontológicas remiten o hacen eco al Decir, que es
aquello que posibilita que se hagan esas preguntas. El Decir está más allá del lenguaje del ser, es inefable en
categorías preocupadas por describir, designar y nombrar objetos. Debemos preguntar de quién es este Decir, quién
es el que dice. Un filósofo preocupado por hacer ontología respondería con un nombre más, una designación que
supuestamente capture la subjetividad del que habla. Sin embargo, esto es caer en la violencia de hacer metafísica,
es quedarse en lo Dicho sin llegar al Decir original que lo fundamenta. Este es el error de la metafísica, olvidarse
de su propio fundamento.

El Decir viene del Otro. Este no es un ente, sino es un pasado pre-original, anterior a toda experiencia espacio-
temporal de la ontología, que ha dejado huella en el Mismo; de hecho, hace parte de la constitución del Mismo.
Este nos causa una inquietud, su proximidad que no depende la presencia es lo que nos causa todas las preguntas.
Esta inquietud es el nudo de la subjetividad que está constituida por el otro. Este rasgo está presente en lo Dicho,
en la metafísica, pero no se le presta atención, este el verdadero olvido de la historia de la filosofía. Para decirlo en
pocas palabras, nos hemos dedicado a hacer metafísica olvidando la ética. Hemos olvidado el otro en el camino, ese
Otro que es sobre lo que se fundamenta la mera posibilidad de hacer metafísica.

Este Otro dejó una huella en el Mismo. Esta huella es de carácter diacrónico, es decir, previa a toda promesa y
posterior a todo cumplimiento. Esta huella es el Decir que me pide clamor por la vida del Otro. El imperativo “no
me mates” se expresa en el silencio que queda entre una pregunta ontológica y su respuesta (pág.72). Allí está la

1
presencia del Otro que fundamenta toda experiencia y toda posibilidad de preguntar por un qué. Entonces, para
hacer ética, Lévinas quiere recuperar el ojo que escucha el silencio. Recuperar el clamor de la vida del Otro que se
expresa en el silencio.

El problema consiste en que quien hace ontología solo mira el mundo y no escucha al Otro, que no es un ente
sino que está más allá del ser. De esta manera, todos los conceptos que utilicemos para referirnos a lo que está más
allá de la esencia no tienen la función de designar o definir. Dicho de otra manera, estos conceptos no pretenden
operar de igual manera a como opera el lenguaje del ser. Estos se utilizan para mostrar el Decir y no lo dicho. El
Decir es un pasado por descubrir que no es conceptualizable y se escapa al lenguaje del ser1.

Lo anterior nos indica que la ética propuesta por Lévinas no puede ser de carácter clásico. Todas las propuestas
clásicas en ética están enmarcadas en el lenguaje del ser que sigue la estructura sujeto-predicado. El lenguaje
levinasiano no se ajusta a las virtudes aristotélicas, no es una ética de la virtud. Esas virtudes son proposiciones que
articulan opiniones. La propuesta de Lévinas tampoco se ajusta con la ética kantiana que piensa una proposición
como principio de acción. Ellos mantienen la estructura sujeto-predicado. Estas son éticas elaboradas a partir del
lenguaje del ser porque sus predicados son morales. Esto puede generar una tensión sobre cuál sería la aplicación
práctica de la ética que propone Lévinas y nos invita a preguntarnos: ¿cómo recuperamos al Otro?

Una posible respuesta es que podemos hacer reconstrucción de su vida, esto genera una afectividad. Esto lo
pueden hacer quienes eran los cercanos de este Otro que a través de historias lo dejan ver a quienes escuchan en
silencio. En esa reconstrucción se encuentran sus costumbres, los objetos que utilizaba y otros aspectos relevantes.
De esto surge un problema: quién hace esa reconstrucción. Por ejemplo, si dejamos que el ejército cuente la historia
del conflicto armado vamos a tener una historia con un solo culpable, a diferencia de si reconstruimos esta historia
a varias voces que nos permita hacer alusión al Otro, a quienes tuvieron la experiencia del conflicto en su situación
de vulnerabilidad y que a final de cuentas clamaban por su vida con un “no me mates”.

1 La metodología que utiliza Lévinas para utilizar el lenguaje del ser para mostrar el Decir es una forma de deconstrucción que nos deja
escuchar lo que funda el ser. Este tipo de deconstrucción es distinto del tipo de deconstrucción propuesta por Deleuze o Foucault, pues no se
dedica a destruir o desarmar los conceptos de la tradición a través de su historia sino se pone al margen de la misma para establecer un diálogo
con ellos.

También podría gustarte