Está en la página 1de 2

Sin lugar a dudas, los Japoneses impregnan un valor ético a todo el trabajo que realizan.

Cuando se ve trabajar a los Japoneses impresiona la diligencia y las ganas de hacerlo bien y
rápido que ponen en todo lo que hacen, incluso en los trabajos menos cualificados. Por
ejemplo, nunca he visto en Japón a un guarda de seguridad sin hacer nada, todos y remarco
todos están vigilando y mirando a todo y todos con cuidado. Yo antes estaba más
acostumbrado a ver a guardias de seguridad sentados en algún sitio y pensaba que con su sola
presencia bastaba. Ahora creo que no, que podrían también vigilar. Me sigue impresionando
ver a las mujeres de la limpieza limpiando en Japón, porque limpian hasta donde está limpio,
incluso en los sitios que nadie ve ellas limpian. Y así multitud de ejemplos del día a día.

Japón es actualmente uno de los tres polos del poder económico mundial.

Luego de un primer proceso de industrialización en la segunda mitad del siglo XIX,


experimentó un aumento de su poderío económico y político que le permitió expandir su
poder imperial sobre los países vecinos. Empobrecido por la destrucción causada por la
Segunda Guerra Mundial, logró en pocos años ponerse a la cabeza del desarrollo económico y
tecnológico mundial.

El progreso alcanzado por el Japón es totalmente extraordinario, ha cambiado el mundo y


nuestra percepción del mismo. Ha sido capaz de combinar crecimiento económico y
redistribución de la riqueza, así como reducir la desigualdad del ingreso. A pesar de la gran
transformación de su territorio y de su sociedad, la identidad cultural fue cuidadosamente
preservada, demostrando que es factible la modernización sin occidentalización.

Estos logros requirieron un extenuante esfuerzo de la sociedad japonesa, con trabajadores


cumpliendo horarios de trabajo más extensos, consumiendo mucho menos y ahorrando e
invirtiendo mucho más que los trabajadores de los Estados Unidos y Europa.

Paradójicamente, el Japón fue ayudado por las reformas impuestas por la ocupación
norteamericana al fin de la Segunda Guerra. La prohibición de toda actividad bélica lo liberó
del peso que significan los gastos mil/tares y le permitió centrar su atención en el desarrollo
económico.

Este desarrollo solo puede ser explicado por la dinámica interna de la sociedad japonesa, en
cuya base estaba el proyecto de afirmación de la identidad nacional.

Un país empobrecido por la guerra, dependiente de la importación de materias primas y


energía, se movilizó colectivamente, primero para sobrevivir, luego para competir y finalmente
para afirmarse a sí mismo por medio de la producción industrial y la innovación tecnológica.
Después de 1945 el nacionalismo japonés reemergió en la forma de un proyecto de desarrollo
económico guiado por el Estado y orientado a competir pacíficamente en la economía
internarnaciosociedades

También podría gustarte